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Para poder dar una formación positiva a nuestros hijos, tenemos que
comprender que hay algunas cosas que no podemos hacer por ellos. Aun
cuando tratemos de protegerlos del mal, no nos es dado sustraerlos a las
influencias negativas del mundo. No podemos aislarlos totalmente, No podemos
sentir por ellos el dolor cuando se dislocan un tobillo, se fracturan un hueso, se
cortan una mano, sufren una enfermedad o cualquiera otra de las mil cosas que
le pueden ocurrir a un muchacho. Tampoco nos podemos sentar a hacer por
ellos el examen en la escuela, ni hacer la solicitud de empleo cuando ya estén
en edad de salir a trabajar.
En vez de ser esto una circunstancia infortunada, es maravilloso que así sea. En
verdad, si pudiéramos experimentar los dolores de nuestros hijos, lo más
probable es que los asumiríamos con demasiada frecuencia a medida que ellos
fueran creciendo. Pero entonces ellos no se desarrollarían y seguirían siendo
eternamente niños.
La simpatía implica que uno siente lo mismo que la otra persona. La empatía
significa que uno comprende cómo siente el otro, pero no siente igual; y porque
no siente igual, puede distanciarse del problema y proponer una solución
objetiva. Ese es el papel que a usted le corresponde como padre en la formación
positiva de sus hijos. Es preciso que los padres aprendan a ver los obstáculos y
los problemas desde cierta distancia, para poder ofrecer a sus hijos las
soluciones adecuadas.