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¿Es posible educar sin autoridad? ¿Sobre qué se funda la autoridad del maestro?
¿Qué puede hoy una autoridad? ¿Qué ejercicios diversos de la autoridad pueden ser
pensados hoy? Estos son los interrogantes fundamentales que se hace Greco sobre
la autoridad pedagógica y sobre los cuáles reflexiona en su obra.
En primer lugar demarca que la autoridad hoy esta en crisis, que se encuentra
devaluada, y qué este es un problema complejo donde intervienen factores
culturales, económicos, sociales y políticos. ¿Qué hacer frente a ello? ¿Paralizarnos?
No. La invitación es a reconstruir el concepto de autoridad en el vínculo pedagógico.
Es decir, construir una nueva idea de pensar y sostener la autoridad pedagógica hoy
frente a la crisis, ya que no se puede educar sin autoridad.
¿Por qué reflexionar sobre la autoridad pedagógica? Greco dice: porque “todo acto
educativo implica un acto de autoridad”. Educar implica una noción de autoridad,
porque significa dominar los contenidos que debemos transmitir, manejar técnicas
pedagógicas adecuadas a las edades y contextos en los cuales viven los estudiantes,
estar a la escucha de sus problemas y de la marcha del proceso de enseñanza-
aprendizaje.
¿Se puede sostener una autoridad individualmente? Greco dice que no, que “la
autoridad es institucional”. La autoridad se sostiene en el trabajo en equipo, en la
coherencia, en el clima institucional de la escuela. Con lo cual, si bien la autoridad
pedagógica es labor de cada docente, es también una tarea colectiva y social que se
asume entre todos los docentes de un colegio.
Ahora bien, si la autoridad pedagógica hoy esta en crisis, es en función de que el
concepto de autoridad que sosteníamos hasta el momento ya no funciona, y
debemos re- pensarlo nuevamente para que se legitime. Debemos animarnos al
terreno de la invención, detener la queja y forjar una autoridad pedagógica de otro
tipo.
¿De dónde viene esta crisis de autoridad?
Foucault (filósofo e historiador francés) retoma a Kant (filósofo alemán) para decir
que en la modernidad hubo un quiebre respecto a la autoridad externa, la consigna
del sujeto moderno era “no obedecerse más que a sí mismo”. La autoridad entonces
estaba del lado de la razón misma y su afán de autonomía y dominio en el camino
del progreso ilimitado. El maestro aparecía como aquel que “hacía nacer en el niño
al alumno”, que lo acompañaba en el trayecto de su relación con el conocimiento,
consigo mismo y con los otros. Nacía alguien que aprende y desea aprender. Hoy, la
razón también aparece cuestionada a partir de no haber logrado el progreso
ilimitado que proponía, y por ende, la autoridad no se desplaza hacia ningún lado,
tiene dificultades para ser encarnada y reconocida.
Estas son otras preguntas que se hace Greco y son fundamentales. ¿Uno posee
autoridad por sí mismo o uno ejerce la misma? Haciendo un análisis de diferentes
definiciones de autoridad, Greco concluye que la autoridad no es un concepto
aislado y recortado de otros, sino que se diferencia o reconoce en base a otros
conceptos como el poder, la fuerza, la influencia, la obediencia, la disciplina, la
legitimidad, la libertad. Lo fundamental de la autoridad, es que se despliega en la
intersubjetividad, en una trama de encuentros entre sujetos diferentes en relación
asimétrica.