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Compilado por

Patty Bustamante Avendaño

Editado en
Actos de Amor

a Jesús
Sacramentado
Corazón, yo quiero amarte,
de ningún modo ofenderte,
de todos modos quererte
y para siempre alabarte.
ACTO DE CONTRICIÓN
Da amantísimo Jesús mío, lágrimas a mis ojos, sentimiento a mi pecho, gemidos a mi
corazón y voces a mis labios para que clame gimiendo, y para que sienta llorando el
haberte ofendido.
Bien sé, Señor, que no tienes fuego bastante en el infierno para castigar mis maldades,
pero también sé que tienes un Corazón compasivo lleno de inmenso Amor y de infinita
Misericordia para borrar millones de millares de culpas.
¡Oh, lágrimas y corazón mío, ahora es tiempo de volver por la honra y por el amor de
un Dios despreciado! ¡Ay mi Jesús querido, que te he ofendido! ¡Ay mi Jesús amado,
que he pecado! Mi corazón da voces al Tuyo pidiendo misericordia.
Señor, pequé, misericordia por Tu Corazón, pésame de haberte ofendido, por ser Tú
Quién eres, misericordia.
Abre Divino Jesús mis labios, inflama mi voluntad, enternece mi corazón, alumbra mi
entendimiento y enardece mi alma con el fuego de Tu Amor, para digna, atenta y
devotamente adorar y bendecir Tu amable Corazón en esta Hora de Alabanzas que
ofrezco a mayor gloria de Tu Majestad y bien de mi alma. Amén.

AL AMOR DE LOS AMORES JESÚS SACRAMENTADO


Oración de Santa Teresa de Lisieux
Sagrario del Altar, el nido de tus más tiernos y regalados amores. Amor me pides, Dios
mío, y Amor me das; tu Amor es Amor de cielo, y el mío, amor mezclado de tierra y
cielo; el Tuyo es infinito y purísimo; el mío, imperfecto y limitado. Sea yo, Jesús mío,
desde hoy, todo para Ti, como Tú los eres para mí. Que te ame yo siempre, como te
amaron los Apóstoles; y mis labios besen tus benditos pies, como los besó la
Magdalena convertida. Mira y escucha los extravíos de mi corazón arrepentido, como
escuchaste a Zaqueo y a la Samaritana. Déjame reclinar mi cabeza en tu Sagrado
Pecho, como a tu discípulo amado San Juan. Deseo vivir Contigo, porque eres Vida y
Amor.
Por sólo Tus amores, Jesús, mi bien amado, en Ti mi vida puse, mi gloria y porvenir. Y
ya que para el mundo soy una flor marchita, no tengo más anhelo que, amándote,
morir.

ADORACIÓN EUCARÍSTICA DE JUAN PABLO II


Señor Jesús: Nos presentamos ante Ti sabiendo que nos llamas y que nos amas tal
como somos.
Tú tienes palabras de vida eterna y nosotros hemos creído y conocido que Tú eres el
Hijo de Dios. (Jn. 6, 69).
Tu presencia en la Eucaristía ha comenzado con el sacrificio de la última cena y
continúa como Comunión y Donación de todo lo que eres.
Aumenta nuestra FE.

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Por medio de Ti y en el Espíritu Santo que nos comunicas, queremos llegar al Padre
para decirle nuestro SÍ unido al Tuyo.
Contigo ya podemos decir: Padre nuestro.
Siguiéndote a Ti, camino, verdad y vida, queremos penetrar en el aparente silencio y
ausencia de Dios, rasgando la nube del Tabor para escuchar la voz del Padre que nos
dice: Este es mi Hijo amado, en quien tengo mi complacencia: Escuchadlo. (Mt. 17, 5).
Con esta FE, hecha de escucha contemplativa, sabremos iluminar nuestras situaciones
personales, así como los diversos sectores de la vida familiar y social.
Tú eres nuestra ESPERANZA, nuestra paz, nuestro mediador, hermano y amigo.
Nuestro corazón se llena de gozo y de esperanza al saber que vives siempre
intercediendo por nosotros. (Heb. 7, 25).
Nuestra esperanza se traduce en confianza, gozo de Pascua y camino apresurado
contigo hacia el Padre.
Queremos sentir como Tú y valorar las cosas como las valoras Tú. Porque Tú eres el
centro, el principio y el fin de todo.
Apoyados en esta ESPERANZA, queremos infundir en el mundo esta escala de valores
evangélicos por la que Dios y sus dones salvíficos ocupan el primer lugar en el corazón
y en las actitudes de la vida concreta.
Queremos AMAR COMO TÚ, que das la vida y te comunicas con todo lo que eres.
Quisiéramos decir como San Pablo: Mi vida es Cristo. (Flp. 1, 21).
Nuestra vida no tiene sentido sin Ti.
Queremos aprender a estar con quien sabemos nos ama, porque con tan buen Amigo
presente todo se puede sufrir. En Ti aprenderemos a unirnos a la voluntad del Padre,
porque en la oración el amor es el que habla. (Santa Teresa).
Entrando en tu intimidad, queremos adoptar determinaciones y actitudes básicas,
decisiones duraderas, opciones fundamentales según nuestra propia vocación
cristiana.
CREYENDO, ESPERANDO Y AMANDO, TE ADORAMOS con una actitud sencilla de
presencia, silencio y espera, que quiere ser también reparación, como respuesta a tus
palabras: Quedaos aquí y velad conmigo. (Mt. 26, 38).
Tú superas la pobreza de nuestros pensamientos, sentimientos y palabras; por eso
queremos aprender a adorar admirando el misterio, amándolo tal como es, y callando
con un silencio de amigo y con una presencia de donación.
El Espíritu Santo que has infundido en nuestros corazones nos ayuda a decir esos
gemidos inenarrables (Rom. 8, 26) que se traducen en actitud agradecida y sencilla, y
en el gesto filial de quien ya se contenta con sola tu presencia, tu amor y tu palabra.
En nuestras noches físicas y morales, si tú estás presente, y nos amas, y nos hablas,
ya nos basta, aunque muchas veces no sentiremos la consolación.

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Aprendiendo este más allá de la ADORACIÓN, estaremos en tu intimidad o misterio.
Entonces nuestra oración se convertirá en respeto hacia el misterio de cada hermano y
de cada acontecimiento para insertarnos en nuestro ambiente familiar y social y
construir la historia con este silencio activo y fecundo que nace de la contemplación.
Gracias a Ti, nuestra capacidad de silencio y de adoración se convertirá en capacidad
de AMAR y de SERVIR.
Nos has dado a tu Madre como nuestra para que nos enseñe a meditar y adorar en el
corazón. Ella, recibiendo la Palabra y poniéndola en práctica, se hizo la más perfecta
Madre.
Ayúdanos a ser tu Iglesia misionera, que sabe meditar adorando y amando tu Palabra,
para transformarla en vida y comunicarla a todos los hermanos. Amén.
Este es un llamado al amor, a adorar a Aquél a quien todo le debemos. ¡El Señor no
puede estar solo! ¡El Señor es digno de adoración, de alabanza, de honor y de gloria!
Necesitamos adoradores que se postren ante Jesús Eucaristía para decirle cuánto lo
aman, qué agradecidos están de su misericordia, de su perdón, de su salvación. Que
estén dispuestos a reparar por todas las blasfemias, injurias, indiferencias con las que
Él es continuamente ofendido, y a interceder por la salvación de todos aquellos que lo
ofenden.
Debemos estar dispuestos a ofrecer al Señor una hora (¡tan sólo una hora!) a la
semana de nuestro tiempo para transformarlo en eternidad.
¡BENDITO, ALABADO Y ADORADO SEA JESÚS EN EL
SANTÍSIMO SACRAMENTO DEL ALTAR!...
SEA PARA SIEMPRE BENDITO, ALABADO Y ADORADO

JESÚS SACRAMENTADO, MI DULCE AMOR Y CONSUELO...,


QUIÉN TE AMARA TANTO QUE DE AMOR POR TI MURIERA

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ADORACIÓN
Padre Eterno, yo te agradezco porque Tu infinito Amor me ha salvado, aún contra mi propia
voluntad. Gracias, Padre mío, por Tu inmensa paciencia que me ha esperado. Gracias, Dios
mío, por Tu inconmensurable compasión que tuvo piedad de mí. La única recompensa que
puedo darte en retribución de todo lo que me has dado es mi debilidad, mi dolor y mi miseria.
Estoy delante de Ti, Espíritu de Amor, que eres fuego inextinguible y quiero permanecer en tu
adorable presencia, quiero reparar mis culpas, renovarme en el fervor de mi consagración y
entregarte mi homenaje de alabanza y adoración.
Jesús bendito, estoy frente a Ti y quiero arrancar a Tu Divino Corazón innumerables gracias
para mí (para mis familias y sus familias, para mis Amigos y sus familias) y para todas las
almas, para la Santa Iglesia, tus sacerdotes y religiosos.
Permite, oh Jesús, que estas horas sean verdaderamente horas de intimidad, horas de amor en
las cuales me sea dado recibir todas las gracias que Tu Corazón divino me tiene reservadas.
Virgen María, Madre de Dios y Madre mía, me uno a Ti y te suplico me hagas partícipe de los
sentimientos de Tu Corazón Inmaculado.
¡Dios mío! Yo creo, adoro, espero y te amo. Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no
esperan y no te aman.
Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, te adoro profundamente y te ofrezco el
preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, presente en todos
los Sagrarios de la tierra, en reparación de todos los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con que
El mismo es ofendido. Y por los méritos infinitos de su Sacratísimo Corazón y del Inmaculado
Corazón de María, te pido la conversión de los pobres pecadores.

ACTO DE FE Y ADORACIÓN
Creo, oh Jesús, con mi más viva Fe, que estás realmente presente, aquí, delante de mí, bajo
las especies Eucarísticas; Tú, el Verbo del Padre Eterno, engendrado desde todos los siglos y
encarnado luego en las entrañas de la Virgen Madre, Jesucristo Redentor y Rey. Creo,
realmente, que estás presente en la verdad inefable de Tu Divinidad y de Tu Humanidad.
Jesús, eres el mismo de Belén, el divino Niño que aceptara por mí, el aniquilamiento, la
pobreza y la persecución. Eres el Jesús de Nazaret, que por mi amor abrazó el ocultamiento,
las fatigas y la obediencia. Eres el Divino Maestro, aquel que vino para enseñarme las dulces
verdades de la fe, a traer el gran mandamiento del amor: Tu mandamiento. Eres el Salvador
Misericordioso, el que te inclinas sobre todas mis miserias con infinita comprensión y
conmovedora bondad, pronto siempre a perdonar, a curar, a renovar. Eres la Víctima Santa,
inmolada para gloria del Padre y bien de todas las almas. Eres el Jesús que por mí sudó sangre
en el Huerto de Getsemaní; quien por mí sufrió la condenación de tribunales humanos, la
dolorosísima flagelación, la cruel y humillante coronación de espinas, el martirio cruel de la
crucifixión. Eres quien quiso agonizar y morir por mí. Tú eres Jesús Resucitado, el vencedor de
la muerte, del pecado y del infierno. Quien está deseoso de comunicarme los tesoros de la vida
divina que posees en toda su plenitud.
Jesús mío, Te encuentras aquí, presente en la Hostia Consagrada, Santa, con un Corazón
desbordante de ternura, un Corazón que ama infinitamente. En Tu Corazón, Jesús, encuentro el
Amor Infinito, la Caridad divina: Dios, principio de vida, existente y vivificante. ¡Qué dulce me es, Dios
mío, Trinidad Santísima, adorarte en este Sagrario en el que ahora estás!
Por ello me uno a los Ángeles y Santos quienes, invisibles pero presentes y vigilantes junto a Tu
Sagrario, Te adoran incesantemente. Me uno, sobre todo, a Tu Santísima Madre y a los
sentimientos de profunda adoración y de intenso amor que brotaron de Su alma desde el primer
instante de Tu Encarnación y cuando te llevaba en Su seno inmaculado.
Y mientras Te adoro en este Sagrario, lo hago en todos los del mundo y, especialmente, en aquellos
en los cuales estás más abandonado y olvidado. Te adoro en cada Hostia Consagrada que existe
entre el Cielo y la tierra.
Te adoro, Dios Padre, porque por medio de Cristo has descendido hasta mi humanidad y porque, por
Su Corazón adorable, Te has unido tan estrechamente al hombre, a mí, pobre criatura ingrata.
Te adoro en este templo, santificado por la presencia siempre actual de Tu Ser divino; me postro
hasta la nada, en adoración delante de Tu Majestad Soberana pero, al mismo tiempo, el amor
me eleva hasta Ti.
Te Adoro, Dios Padre, y te Amo; el amor y la adoración están totalmente confundidos y
mezclados en mi alma, tanto que no sabría decir si más adoro que amo o si más amo que
adoro... Te Adoro porque encuentro en Ti todo Poder y toda Santidad, Justicia y Sabiduría;
porque Tú eres mi Creador y mi Dios. Te Amo porque encuentro en Ti toda belleza, toda
bondad, toda ternura y toda misericordia. Te Amo porque me has hecho el regalo de un tesoro
invalorable.
Jesús es mi Tesoro, es mío y a cada instante puedo sacar de Él gracias a manos llenas, pues lo
encuentro siempre abundante. De Él tomo cuanto necesito para pagar mis deudas, para remediar
mis necesidades, encontrar delicia, ganarme una corona. ¡Qué don inefable es este Jesús con Su
Corazón desbordante de ternuras! Un Tesoro que jamás se agota: mientras más saco, Él más
aumenta.
Oh, Dios Padre, tanto has amado a tus criaturas que les diste a Tu Único Hijo y, para que la
Majestad de Tu Verbo no nos infundiese temor y nuestras almas se pudieran dirigir a Él con
confianza, lo revestiste de una carne semejante a la nuestra. Lo has embellecido con las gracias
más atrayentes y, sobre todo, le has dado un Corazón infinitamente perfecto; tanto que debía ser la
morada de Tus delicias, porque Tu divina plenitud vive en Él y la más humilde de las criaturas
tiene allí su lugar de privilegio.
Ese adorado Corazón, inmenso como Tú, Dios mío, porque Te contiene, es también mi morada,
pues me ama. En Él me encuentro con Tu divinidad y, al verme en este Sagrado asilo, Tu justa ira se
aplaca y Tu justicia se desarma.
Te Adoro, Dios Padre, por Jesús y en Jesús. Adoro a Jesús, Tu Hijo, quien por Su Humanidad es mi
hermano y por Su Divinidad es mi Dios. Te Amo por Jesús y con Jesús. Te Amo por el Corazón de
Jesús, que el Amor hizo mío. Te Amo en Jesús. Por Él Te llega mi Amor, por Él puedo
alcanzarte y abrazarte.

ACTO DE ALABANZA
A cada invocación:
Dios mío, Reconozco que Tú eres la Bondad Infinita y Creo en Tu Amor por mí.
En el misterio sublime de la Unidad de Tu Naturaleza y de la Trinidad de Tus Personas...
En la armonía de Tus perfecciones innumerables...
En la riqueza inagotable con que haces los seres de la nada...
En la pacífica posesión de Tu eterna Bienaventuranza...
En la sabiduría infinita con que gobiernas todas las cosas...
En la bondad inefable con que elevas al hombre a la dignidad de hijo Tuyo...
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En la Misericordia infinita con que toleras y conservas al pecador...
En el misterioso decreto que estableció la Redención...
En el infinito abajamiento de Tu Encarnación...
En las humillaciones, en los ocultamientos, en los trabajos de Tu vida terrena...
En los oprobios de Tu Pasión y muerte...
En la gloria de Tu Resurrección, de Tu Ascensión y de Tu triunfo en los Cielos...
En Tu divino Corazón, abierto por la lanza en el Calvario...
En Tu divino Corazón revelado a Tus Santos en el transcurso de los siglos...
En Tu divino Corazón que late de amor por nosotros en Tu pecho adorable y presente en
nuestros Sagrarios...
En Tu Divino Corazón, desbordante de misericordia para los pobres pecadores, especialmente en
el Sacramento de la Penitencia...
En Tu Sacerdocio, que a través de los siglos continúa Tu obra de Misericordia y de salvación...
En Tu Vicario, que te representa visiblemente en la tierra...
En la Iglesia, que conserva y dispensa a las almas los tesoros de Tu divina gracia...
En su magisterio infalible, en su sabio gobierno, en su inefable poder de santificación...
En María Santísima, Tu Madre, enriquecida con tantos privilegios y constituida también Madre,
Corredentora y Abogada nuestra...
En la exuberante fecundidad con que produces Santos...
En la conmovedora generosidad con que dispensas tus dones...
En el misterioso trabajo de la gracia en la intimidad de las almas...
En el don purificador de tu Cruz...
En la maravillosa providencia con que sigues a cada criatura en el curso de su vida...
En Tu gloria infinita, que comunicas a Tus elegidos haciéndolos eternamente felices en el
Cielo...
Señor: La Iglesia, en la recitación del Gloria de la Santa Misa, me invita a darte gracias por Tu
gran gloria, me invita a agradecerte, glorificarte y alabarte por lo que Tú eres, Dios mío. Por este
motivo, me es grato repetirte: Te doy gracias, porque eres el Amor Infinito.
Después de haberme postrado para Adorarte en el Corazón de Jesús, quiero agradecerte. Te
agradezco, mi Dios, porque Tú eres el Amor y te agradezco por los dones de Tu amor. Y ya
que los dones más preciados, los de la vida sobrenatural, nos los diste por Jesús, es también por
Él, con Él y en Él que quiero elevar hasta Ti el himno de reconocimiento.
En unión con Jesús te agradezco, Dios Padre, por todas las gracias personales que me has
concedido. Tú me diste la vida, sacándome de la nada y me la conservaste día a día hasta este
momento. Pero Tú Me has dado otra vida más valiosa, la de la gracia, que me hace partícipe
de Tu misma vida divina y, después de la primera gracia con la que me santificaste en el día del
bautismo, ¡cuántas gracias me han sido concedidas, que conservaron, aumentaron y, tal vez,
reconquistaron la vida sobrenatural!
Pienso en los dones de Tu Amor de los que tanto he gozado:
En la Iglesia, que me has dado para que sea mi maestra y guía hacia la eternidad.
En los Sacerdotes, que me han otorgado los dones de Tu amor.
En los perdones continuadamente renovados.
En la Eucaristía, que ha sido para mí, alimento, sostén y consuelo.
En la Virgen, que es mi buena Madre, mi consoladora, mi ayuda, mi especial protectora en
cada instante de mi vida.
En el Paraíso, que me has preparado y que con Tu gracia espero alcanzar.
Contemplo mi vida sembrada de alegrías y dolores y comprendo que todo en ella ha sido amor.
Todo, oh mi Dios, porque de Tu Corazón amante no puede salir nada que no sea gracia y amor.

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ACTO DE ACCIÓN DE GRACIAS
A cada invocación:
Te doy gracias, Dios mío
Por las alegrías que me has permitido gozar, así como por los dolores y las pruebas con que
has sembrado mi camino...
Por las gracias conocidas y por las desconocidas...
Por los favores del pasado y los del futuro...
Por todo lo que has hecho en mí y por mí, y por todo lo que todavía querrás hacer en el futuro...
Sobre todo, por haberme llamado al conocimiento de Tu Amor y a consagrarme a él...
Por la luz y la alegría Tuyas, que estoy tan lejos de merecer...
Por la luz y la alegría que el conocimiento de Tu Amor trajo a mi vida...
Por la posesión de Tu amor que Te hace mío y a mí me hace Tuyo...
Pero no quiero y no puedo darte gracias sólo por mí. Te doy gracias también por todos los dones
que Tu Amor ha derramado en la Iglesia. Por los beneficios otorgados a los Ángeles y a los
Santos, alabanzas perennes de Tu Amor. Y sobre todo, por los beneficios innumerables que has
hecho a María Santísima, nuestra dulce Madre. Te doy gracias por haberla hecho tan grande, tan
santa, tan hermosa. Te doy gracias por los privilegios que le concediste, por el trono de gloria sobre
el cual la colocaste, por la misión que le confiaste. Te doy gracias por haber hecho de esta
criatura predilecta, una madre en la que puedo y debo colocar todas mis esperanzas.

ACTO DE AMOR
Para que mi reconocimiento sea más eficaz me permito, oh Señor, vivificarlo con el Amor. Por eso
Te digo y Te repito: que Te Amo con todo mi corazón, con toda mi alma, con toda mi mente y con
todas mis fuerzas.
A cada invocación:
Te amo, Dios mío
A Ti, que eres el amor infinito...
A TI, que me has salvado por Tu amor...
A TI, que me ordenas amarte...
Con todo mi corazón...
Con toda mi alma...
Con todo mi espíritu...
Con todas mis fuerzas...
Por encima de todos los bienes y honores...
Por encima de todos los placeres y las alegrías...
Más que a mí mismo y que a todo cuanto me pertenece...
Más que a mis padres y que a mis amigos...
Más que a todos los hombres y ángeles...
Por encima de todas las cosas creadas en el cielo y en la tierra...
Solamente por Ti mismo...
Porque Tú eres el Sumo Bien...
Porque Tú eres infinitamente digno de ser amado...
Porque Tú eres infinitamente perfecto...
Aunque no me hubieras prometido el Paraíso...

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Aunque no me amenazaras con el infierno...
Aunque me probases con la miseria y la desventura...
En la abundancia y en la pobreza...
En la prosperidad y en el infortunio...
En los honores y en los desprecios...
En las alegrías y en los dolores...
En la salud y en la enfermedad...
En la vida y en la muerte...
En el tiempo y en la eternidad...
En unión al amor con que todos los Santos y Ángeles Te aman en el Cielo...
En unión al amor con que Te ama la Bienaventurada Virgen María...
En unión al amor infinito con que nos amas eternamente...
Oh, Dios mío, que posees en una abundancia incomprensible todo cuanto puede haber de
perfecto y digno de amor, extingue en mí todo amor culpable, sensual y desordenado hacia las
criaturas, y enciende en mi corazón el fuego purísimo de Tu amor, a fin de que ame sólo a Ti, por Ti,
hasta el punto que, consumido en Tu santísimo amor, pueda yo ir a amarte eternamente en el Cielo,
con los elegidos. Amén.
Señor, ahora quiero hacer ante Ti reparación. Oh, Jesús, Víctima divina de nuestros altares, grande
y único Reparador, yo también me uno a Ti para cumplir, contigo y por medio Tuyo, el oficio de
pequeña alma reparadora.
Y me dirijo también a ti, oh Madre mía, para que así como en el Calvario ofreciste al Padre a Tu
Jesús, que se inmolaba por su gloria y por la salvación de las almas, así renueves en este
momento el místico ofrecimiento en mi lugar.
En el cáliz de Tu Corazón Inmaculado ofrece, oh Virgen dulce, los dolores de Jesús junto a los Tuyos,
para invocar la Divina Misericordia sobre mí y sobre el mundo entero. Después de haberte dado
gracias por Tus dones sin fin, ¿cómo puedo no confundirme a la vista de mis culpas y de mis
infidelidades? ¡Con cuánta ingratitud y frialdad he respondido a tus beneficios!
Postrado ante Ti, que tanto me has amado, lleno de confusión y de arrepentimiento, invoco Tu
perdón y Tu Misericordia.
ACTO DE REPARACIÓN, PERDÓN Y MISERICORDIA
A cada invocación:
Oh, Jesús, ¡ten piedad de mí!
Por el mal uso que hice de los dones naturales recibidos: mi vida, mis energías, mi tiempo, mis
sentidos, mi inteligencia, mi lengua...
Por las desobediencias, pequeñas y grandes a Tu ley...
Por los deberes descuidados o mal cumplidos...
Por el bien que pude hacer y no hice...
Porque dejé triunfar muchas veces en mí las malas inclinaciones del orgullo, de la vanidad y del
egoísmo...
Porque no practiqué el mandamiento de caridad, como Tú lo ordenaste...
Porque dejé estériles en mí tantas gracias...
Por la tibieza con que practiqué mi vida de piedad...
Por la indiferencia y frialdad con que respondí a los dones de Tu amor...
Por haber preferido muchas veces a las criaturas y las satisfacciones humanas, en lugar de Ti y
de tus consolaciones...
Por la poca fidelidad y generosidad con que he vivido mi consagración...
Por la falta de fe y abandono en tu amor...

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Por la falta de dedicación a las almas y a la Iglesia...
Por mis rebeliones y mi poco amor a Tu Voluntad y a Tu cruz...
Me confundo en Tu presencia, oh mi Dios.
Me arrodillo a Tus pies.
Me postro junto a Ti, oh Jesús, Hostia Divina, Redentor y Salvador mío, como un día la
Magdalena. Y si bien es cierto que soy indigno de Tu amor, estoy seguro que tendrás para mí, la
misma ternura misericordiosa.
SALMO 51 (50) MISERERE
Tenme piedad, oh Dios, según tu amor,
por tu inmensa ternura borra mi delito,
lávame a fondo de mi culpa,
y de mi pecado purifícame.
Pues mi delito yo lo reconozco,
mi pecado sin cesar está ante mí;
contra Ti, contra Ti solo he pecado,
lo malo a tus ojos cometí.
Por que aparezca tu justicia cuando hablas
y tu victoria cuando juzgas.
Mira que en la culpa ya nací,
pecador me concibió mi madre.
Mas Tú amas la verdad en lo íntimo del ser,
y en lo secreto me enseñas la sabiduría.
Rocíame con el hisopo, y seré limpio,
lávame, y quedaré más blanco que la nieve.
Devuélveme el son del gozo y la alegría,
exulten los huesos que machacaste Tú.
Retira tu faz de mis pecados,
borra todas mis culpas.
Crea en mí, oh Dios, un puro corazón,
un espíritu dentro de mí renueva;
no me rechaces lejos de tu rostro,
no retires de mí tu santo espíritu.
Vuélveme la alegría de tu salvación,
y en espíritu generoso afiánzame;
enseñaré a los rebeldes tus caminos,
y los pecadores volverán a Ti.
Líbrame de la sangre, Dios, Dios de mi salvación,
y aclamará mi lengua tu justicia;
abre, Señor, mis labios,
y publicará mi boca tu alabanza.
Pues no te agrada el sacrificio,
si ofrezco un holocausto no lo aceptas.
El sacrificio a Dios es un espíritu contrito;
un corazón contrito y humillado, oh Dios, no lo desprecias.

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¡Favorece a Sión en tu benevolencia,
reconstruye las murallas de Jerusalén!
Entonces te agradarán los sacrificios justos,
—holocausto y oblación entera—
se ofrecerán entonces sobre tu altar novillos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, y por
los siglos de los siglos. Amén.
Con la confianza de haber obtenido de Tu infinita Misericordia el perdón por mis innumerables
culpas, ofensas y negligencias me permito, oh Jesús, pedirte perdón también por mis hermanos.
Pienso en los innumerables pecados que se cometen en el mundo día a día: pecados de los
individuos y de las naciones, pecados de los súbditos y de los gobernantes; pecados de orgullo,
de sensualidad y de codicia; pecados de pensamiento, de palabra, de obras y de omisión.
Por todos estos pecados y por los pobres infelices que los cometen, me atrevo a pedir, oh Jesús,
la efusión de Tu infinita misericordia. Son los pecados los que Te hicieron agonizar en el Huerto de
los Olivos y sumergieron Tu alma santísima en un mar de tristeza.
No olvides, oh Jesús, que libremente quisiste cargar con ellos; que has querido "hacerte pecado",
para borrar los nuestros; no olvides, oh Jesús, que Te ofreciste a la ira del Padre, para rescatar a
Tus hermanos culpables.
Oh Jesús, Te ruego renueves Tu ofrecimiento al Padre, presentándole nuevamente Tus llagas;
muéstrale las espinas, los flagelos y los clavos que traspasaron tus carnes; pero, especialmente,
hazle ver Tu Corazón herido y rebosante de Amor por Él y por nosotros, y pide Su perdón.
Recuerda, oh Jesús, que mayor que todas nuestras culpas es Tu misericordia. Viértela, oh Jesús,
sobre el mundo culpable. Busca las ovejas que se alejaron de Tu redil y muéstrales cuán grande
es la potencia de Tu Amor de Salvador.
Y ya que Tu Corazón está herido por las culpas de los más íntimos, para los que renuevan el beso
de Judas o la negación de Pedro, también para ellos, oh Jesús, invoco Tu Perdón. Que ninguno de
ellos cumpla el gesto desesperado de Judas, sino que Tu gracia los induzca, como a Pedro, a una
reparación de amor.

LETANÍAS AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS


Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros. Se repite
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Dios, Padre celestial...
Ten Piedad de nosotros
Dios Hijo, Redentor del mundo...
Dios Espíritu Santo...
Trinidad Santa, un solo Dios...
Corazón de Jesús, Hijo del Eterno Padre...
Ten Piedad de nosotros
Corazón de Jesús, formado por el Espíritu Santo en el seno de la Virgen María...
Corazón de Jesús, unido substancialmente al Verbo de Dios...
Corazón de Jesús, de majestad infinita...

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Corazón de Jesús, templo santo de Dios...
Corazón de Jesús, tabernáculo del Altísimo...
Corazón de Jesús, casa de Dios y puerta del cielo...
Corazón de Jesús, lleno de bondad y amor...
Corazón de Jesús, hoguera ardiente de caridad...
Corazón de Jesús, asilo de justicia y de amor...
Corazón de Jesús, lleno de bondad y de amor...
Corazón de Jesús, abismo de todas las virtudes...
Corazón de Jesús, digno de toda alabanza...
Corazón de Jesús, Rey y centro de todos los corazones...
Corazón de Jesús, en quien están todos los tesoros de la sabiduría y la ciencia...
Corazón de Jesús, en quien habita toda la plenitud de la divinidad...
Corazón de Jesús, en quién el Padre halló sus complacencias...
Corazón de Jesús, en cuya plenitud todos hemos recibido...
Corazón de Jesús, deseo de los eternos collados...
Corazón de Jesús, paciente y de mucha misericordia...
Corazón de Jesús, rico para todos los que te invocan...
Corazón de Jesús, fuente de vida y de santidad...
Corazón de Jesús, propiciación por nuestros pecados...
Corazón de Jesús, despedazado por nuestros delitos...
Corazón de Jesús, hecho obediente hasta la muerte...
Corazón de Jesús, traspasado por una lanza...
Corazón de Jesús, vida y resurrección nuestra...
Corazón de Jesús, paz y reconciliación nuestra...
Corazón de Jesús, víctima de los pecadores...
Corazón de Jesús, salvación de los que en Ti esperan...
Corazón de Jesús, esperanza de los que en Ti mueren y esperan...
Corazón de Jesús, delicia de todos los santos...
Cordero de Dios, que quitas los pecados de mundo… Perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo… Óyenos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo… Ten piedad y misericordia de nosotros.
V: Jesús, manso y humilde de corazón...
R: Haz nuestro corazón semejante al Tuyo.
V: Sagrado Corazón de Jesús...
R: En Ti confío.
V: Sagrado Corazón de María...
R: Salva el alma mía.
V: Jesús y María los quiero con toda mi alma...
R: Salva almas y salva el alma mía.

SÚPLICA
Antes de alejarme de este Santo Sagrario quiero, oh Jesús mío, recurrir a las riquezas infinitas
de Tu Corazón Divino.
Consagrado a Tu Amor, creo que no puedo pedir nada mejor que la satisfacción de Tus
mismos deseos. Son estos, Tus deseos divinos, los que quiero presentar al Padre antes de
terminar este tiempo de gracias y en Tu Nombre suplicar que los escuche.

17
El primer deseo de Jesús es la salvación de las almas; redimir al mundo mediante el amor,
establecer el Reino del Amor Infinito en toda la tierra.
Permite pues, oh Jesús, que exprese mi ardiente voto de que se establezca en todo el mundo el
Reino de Tu Amor. Oh Amor Infinito, viviente en el Divino Corazón de Jesús, hazte conocer de los
hombres a fin de que ellos Te amen como Tú quieres ser amado.
El segundo deseo de Jesús es el de servirse, para este gran trabajo, de los Sacerdotes; hacer de
ellos obreros activos y, por su intermedio, obrar en las almas y en el mundo.
Oh Jesús, Sacerdote eterno y Salvador del mundo, para realizar este ardiente deseo de Tu
Corazón, multiplica las vocaciones. Envía muchos y santos operarios a Tu mies.
Oh Jesús, haz de cada Sacerdote un verdadero sembrador de Tu amor.
Te ruego por el Santo Padre, por los Obispos, por todos los Sacerdotes que me han hecho bien...
por todos los Sacerdotes.
Te pido, oh Jesús que los sostengas en las batallas, los confortes en la soledad, los alientes en los
fracasos, fecundes sus fatigas y derrames en sus corazones el amor de Tu Corazón Divino.
A cada invocación:
Danos Sacerdotes santos
Señor, para celar Tu honra y Tu gloria...
Señor, para aumentar nuestra Fe...
Señor, para sostener Tu Iglesia...
Señor, para predicar Tu doctrina...
Señor, para defender Tu causa...
Señor, para contrarrestar el error...
Señor, para aniquilar las sectas...
Señor, para sostener la verdad...
Señor, para dirigir nuestras almas...
Señor, para mejorar las costumbres...
Señor, para desterrar los vicios...
Señor, para iluminar al mundo...
Señor, para enseñar las riquezas de Tu Corazón...
Señor, para hacernos amar al Espíritu Santo...
Señor, para que todos Tus ministros sean luz del mundo y sal de la tierra...
Oh Jesús, Sacerdote Santo, Te pedimos con la mayor humildad del alma, que aumentes las
vocaciones sacerdotales y que los formes según los designios de Tu amante Corazón. Sólo así
conseguiremos Sacerdotes santos y pronto en el mundo no habrá más que un sólo rebaño y un
sólo Pastor. Amén.

ORACIONES CONCLUSIVAS

ORACIÓN
Oh, Jesús, Sacerdote Eterno, Divino Sacrificado, Tú que en un impulso de incomparable amor a
los hombres, Tus hermanos, hiciste brotar de Tu Sagrado Corazón el Sacerdocio cristiano,
dígnate continuar derramando sobre Tus ministros, los torrentes vivificantes del Amor Infinito.
Vive en Tus Sacerdotes, transfórmalos en Ti; hazlos, por Tu gracia, instrumentos de Tu
misericordia; obra en ellos y por ellos, y haz que, después de haberse revestido totalmente de Ti,
por la fiel imitación de Tus adorables virtudes cumplan, en Tu Nombre y por el poder de Tu
Espíritu, las obras que Tú mismo realizaste para la salvación del mundo.

18
Divino Redentor de las almas, mira cuán grande es la multitud de los que aún duermen en las
tinieblas del error; cuenta el número de las ovejas descarriadas que caminan entre precipicios;
considera la turba de pobres, hambrientos, ignorantes y débiles que gimen en el abandono.
Vuelve, Señor, a nosotros por Tus Sacerdotes, revive verdaderamente en ellos, obra por medio de
ellos y pasa de nuevo por el mundo, enseñando, perdonando, consolando, sacrificando y
renovando los lazos sagrados del amor, entre el Corazón de Dios y el corazón del hombre. Amén.
Haz, oh Jesús, que la Obra de Tu Amor responda siempre plenamente a los fines para los cuales
la quisiste; haz que se extienda y se consolide y conquiste todas las almas al Reino dulcísimo
de Tu Amor.
Oh, Jesús, he pedido Tu Reino. No es necesario que pida nada para mí, tendré todo el resto por
añadidura. Tú conoces lo que necesito; mira y haz lo que Tu Corazón Te sugiera. Yo me confío a
Tu Corazón, me abandono en Tu dulce Providencia y, mientras, Te doy gracias por el don de
estas horas de intimidad Contigo. Te agradezco desde ya, unido a María, por todos los beneficios
que Tu Amor me reserva aún en el tiempo y en la eternidad.

MAGNÍFICAT
Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra Mi espíritu en Dios, mi Salvador, porque ha
mirado la humillación de Su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones porque el Poderoso ha hecho obras grandes en
mí; Su Nombre es Santo y Su Misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
Él hace proezas con Su brazo, dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los
poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los
despide vacíos.
Auxilia a Israel Su siervo, acordándose de Su Misericordia, como lo había prometido a nuestros
padres, en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, y por
los siglos de los siglos. Amén.

ACTOS DE AMOR A JESÚS SACRAMENTADO


En mi ejercicio y estado,
Amo a Jesús Sacramentado.
En salud o accidentado,
Amo a Jesús Sacramentado.
En gozo o atribulado,
Amo a Jesús Sacramentado.
En paz, o cuando tentado,
Amo a Jesús Sacramentado.
En pobreza,
Amo a Jesús Sacramentado.
En soledad o acompañado,
Amo a Jesús Sacramentado.
Encendido en amor diga a mi amado.
Amo a Jesús Sacramentado.
19
En decir con frecuencia viva empleado.
Amo a Jesús Sacramentado.
En amor en mi muerte diga abrasado.
Amo a Jesús Sacramentado.
Con mis obras, palabras y pensamientos,
corazón, vida, alma y entendimiento,
alabo y bendigo a un Amado
que por Amarme se quedó Sacramentado.
Y es tanto lo que me quiere,
que a escondidas me ha regalado
la joya riquísima de su corazón sagrado:
conocido sea de todos,
y de todos sea alabado. Amén.

JESÚS EUCARISTÍA
¡Jesús Eucaristía, Tú eres mi Dios y mi todo! Y por eso en estos momentos quiero profundizar en
esta trascendental verdad.
¡Jesús Eucaristía, Tú eres mi Dios y mi todo! Sé que muchas cosas me sobran y quiero
prescindir libremente de ellas, pero de Ti es absolutamente imposible que yo pueda
abstenerme, porque Tú eres el Señor de mi vida, el dueño absoluto de mis aspiraciones y
demás sentimientos, el ideal y la razón cabal de toda mi existencia.
¡Jesús Eucaristía, Tú eres mi Dios y mi todo! Háblame en lo más profundo de mi ser.
Revélame tu amor y tu misterio. Comunícame tu luz y tu verdad suprema. Hazme experimentar viva
y poderosamente que Tú solamente tú eres lo único necesario en mi vida.
¡Jesús Eucaristía, Tú eres mi Dios y mi todo! Tú eres el motivo de mi contemplación, el anhelo
constante de todos mis pensamientos, la meta de todas mis acciones, el objetivo de todas mis
aspiraciones.
¡Jesús Eucaristía, Tú eres mi Dios y mi todo! Que la creación te glorifique, los volcanes proclamen tu
poder, la tempestad tu omnipotencia, los ríos y las praderas tu suavidad y armonía, los cielos y s
espacios canten tu excelsa gloria.
¡Jesús Eucaristía, Tú eres mi Dios y mi todo! Amén.

VISITA A JESÚS SACRAMENTADO


De nuevo aquí me tienes Jesús mío,
Confuso y humillado ante tu altar.
Sin saber que decirte ni que hablarte.
Ansioso solamente de llorar.
Vengo del mundo, vengo del combate,
Cansado de sufrir y de luchar.
Traigo el alma llena de tristezas,
Y hambriento el corazón de soledad.
De esa soledad dulce, divina,
Que alegra tu presencia celestial.
Donde el alma tan solo con mirarte,
Te dice lo que quiere sin hablar.
Mis miserias Señor aquí me traen,
Mírame con ojos de piedad.

20
Soy el mismo de siempre, dueño mío,
Un abismo infinito de maldad,
Un triste pecador siempre caído,
Que llora desconsolado su orfandad.
Y gime bajo el peso de sus culpas,
Y ansía recobrar su libertad.
Soy un alma sedienta de ventura,
Un corazón que muere por amar.
Y abrazarse a la llama inextinguible,
Del fuego de tu eterna caridad.
Concédeme Señor que a ti me acerque,
Permite que tus pies llegue a besar.
Déjame que los riegue con mi llanto,
Y sacie en ellos mi ardoroso afán.
Oh, qué bien se está aquí mi dueño amado,
Ante las gradas de tu santo altar.
Bebiendo de la fuente de aguas vivas,
Que brota de tu pecho sin cesar.
Quién pudiera vivir eternamente,
En aquella divina soledad.
Gozando de tu amor y tu hermosura,
En un éxtasis dulcísimo de paz.
Oh, qué bien se está aquí mi dueño amado,
Ante las gradas de tu santo altar.
Bebiendo de la fuente de aguas vivas,
Que brota de tu pecho sin cesar.
Quién pudiera vivir eternamente,
En aquella divina soledad.
Gozando de tu amor y tu hermosura,
En un éxtasis dulcísimo de paz.

ALABANZAS DE DESAGRAVIO
Bendito sea Dios.
Bendito sea su santo Nombre.
Bendito sea Jesucristo, Dios y Hombre verdadero.
Bendito sea el Nombre de Jesús.
Bendito sea su Sacratísimo Corazón.
Bendita sea su Preciosísima Sangre.
Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar.
Bendito sea el Espíritu Santo Paráclito.
Bendita sea la excelsa Madre de Dios, María Santísima.
Bendita sea su Santa e Inmaculada Concepción.
Bendita sea su gloriosa Asunción.
Bendito sea el nombre de María Virgen y Madre.
Bendito sea San José, su castísimo esposo.
Bendito sea Dios en sus Ángeles y en sus Santos.

21
A LA LUZ DEL SAGRARIO
Concédeme, Jesús, estas cinco peticiones:
Estar Contigo, nuestro Amigo: Creo, Jesús, que necesito que Tú me laves los pies, las manos,
la cabeza y el corazón de toda soberbia, rebeldía, ambición y comodidad.
Escucharte a Ti, nuestro Maestro: Jesús, acepto Tu lección de que hace más feliz dar que
recibir, es mejor servir que ser servido y que hay que pasar por la cruz antes de entrar en la
gloria.
Hablar Contigo, nuestro Dios: Quiero, Jesús, derramar en Tu Corazón todas las inquietudes de
mi vida. Nunca recibiré menos de lo que haya confiado en Ti, nuestro Dios.
Ofrecerme Contigo, nuestro Redentor: Hoy, conducido por el Espíritu Santo, por el Corazón
Inmaculado de María, me consagro a Tu Corazón y me ofrezco Contigo al Padre, en Tu santo
sacrificio del altar, en reparación de nuestros pecados y para que venga a nosotros Tu Reino.
Ser siempre Tuyo (Tuya), nuestro Señor: Tú, Señor, eres mío, porque Tú nos das Tu Cuerpo
entregado y Tu Sangre derramada.
Yo quiero ser siempre Tuyo (Tuya).
Jesús, Tú, hoy, todo por mí. Jesús, yo, hoy, todo por Ti.

ANTE LA PUERTA DEL TABERNÁCULO


Señor, Un pobre viene a Tus Plantas para manifestar muchas necesidades. Sí, Señor, soy
pobre, muy pobre. Tú lo sabes y por eso vengo a Ti, Dios de bondad y misericordia.
Señor, Tengo frío, dame calor de esa hoguera de Tu Amor. Señor, tengo hambre, dame que la sacie
devotamente con Tu Carne adorable.
Señor, tengo ansias de seguirte, alárgame Tu Mano y no me dejes. Señor, estoy triste,
huérfano, déjame reclinarme en Tu Corazón Divino.
Señor, no sé hablar Contigo, enséñame a orar por un poquito de miel en mi oración para no
dejarla.
Señor, falta luz a mi alma, dame la lámpara de una Fe pura. Señor, el camino de la vida está
sembrado de espinas, enséñame a caminar con valor y paciencia.
Señor, no tengo Amigos que me acompañen, déjame que Te llame Amigo. Señor, mi alma era
imagen Tuya, devuélvele su belleza. Señor, soy un gran pecador, dame un arrepentimiento
sincero y el ósculo de Paz.
Señor, quiero ser santo, encárgate de ayudarme. Señor, mi corazón está henchido de amor
propio, cúralo y pon en él Tu Amor.
Señor, padezco de olvido, graba Tu Imagen en mi alma. Señor, el mundo me persigue, quiere
robarme, escóndeme en la Llaga de Tu Costado.
Señor, tengo miedo de perder mi alma, aprisiónala en tu Corazón Divino.
Señor, hay en el mundo muchos pecadores olvidados de Ti, déjame traerlos a esta casa de
salud.
Señor, tengo parientes y Amigos que están pobres y necesitados de Tu Gracia, dame para
ellos una limosna.

22
Señor, Tu Iglesia y Tus ministros son perseguidos, yo quiero ser su defensor, dame las armas del
valor cristiano.
Señor, tengo compasión de las almas del Purgatorio, dame también para ellas un consuelo.
Señor, dame hospedaje en Tu Casa para que seas Tú mi hermano; Tu Madre, la mía, y San
José, mi padre.
Adiós, Señor, mañana volveré a implorarte y seguiré hasta que me abras las puertas del cielo
para gozarte y amarte eternamente. Amén.

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ÍNDICE
Acto de Contrición, 7
Al Amor de los Amores Jesús Sacramentado, 7
Adoración Eucarística de San Juan Pablo II, 7
Jaculatoria, 9
Jaculatoria, 9
Adoración, 10
Acto de Fe y Adoración, 10
Acto de Alabanza, 11
Acto de Acción de Gracias, 12
Acto de Amor, 13
Acto de Reparación, Perdón y Misericordia, 14
Salmo 51 (50) Miserere, 15
Letanías al Sagrado Corazón de Jesús, 16
Súplica, 17
Oraciones Conclusivas, 18
Oración, 18
Magníficat, 18
Actos de Amor a Jesús Sacramentado, 19
Jesús Eucaristía, 20
Visita a Jesús Sacramentado, 20
Alabanzas de Desagravio, 21
Jesús Sacramentado, 22
Ante la Puerta del Tabernáculo, 22

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Fuente Principal
Libro
Devota y doctrinal novena en obsequio y desagravio del amable Corazón de Jesús
Sacramentado. Padre Juan Gabriel de Contreras. Séptima edición. Buenos Aires, 1821

Otras Fuentes
actosdeamor.com
devociones.org
ewtn.com

Editado e impreso en el

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