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Mari Carmen Serra Puche, Jesus Carlos tazcario Arce y liana Torres Sanders* Actividades rituales en Xochitécatl-Cacaxtla, Tlaxcala’ Este articulo se refiere a las evidencias arqueol6gicas de las actividades ritua- les que se llevaron a cabo en Xochitécatl-Cacaxtla, centro ceremonial cuys ‘cupacién principal abarca desde el periodo Formativo (700 a.C.) hasta el Epi clisico (950 d.C.). Estos rituales, en los cuales las mujeres y los nifios eran los actores principales, estaban relacionados con la veneracién a los volcanes Popo- catépetl, Iztaccihuatl y particularmente La Malinche, y manifiestan la relevan- cia simbélica de éstos para los habitantes de! sitio. Sin duda dichos voleanes formaron parte fundamental en el sistema de creencias originales de los mora- dores, ¢ influyeron en la construcci6n del centro ceremonial. El dea de terrazas domésticas, donde vivian los habitantes del sitio de Xochi técatl, forma parte del bloque Atlachino-Nopalucan y de lo que hoy es el sitio de Nativitas. Estas terrazas habitacionales construidas artificialmente duran- te el Formativo fueron reutilizadas en el Epiclasico; inclusive hay evidencia arqueolégica de un posterior aprovechamiento del sitio con fines rituales, ya entrado el Posclisico. Gomo se dijo antes, en este trabajo se documentan una serie de rituales en tor- no al volcdn La Malinche, con base en Ia informacién obtenida de las fuentes historicas y de los datos etnograficos del Valle de Tlaxcala, ademas de la eviden- cia arqueolégica. Presentamos también un andlisis del espacio pablico y de la arquitectura religiosa de Xochitécatl, particularmente de las cetemonias y tuales que se llevaban a cabo en el centro ceremonial. Esta actividad ritual se repetira en periodos posteriores, tanto en los espacios ecremoniales como en las terrazas domésticas. Nos referiremos también a los contextos de la parafernalia ritual ya los objetos indicadores de actividad ritual. Goincidimos con Lépez Austin en la siguiente consideracién: + Heetuta ae Investigaciones Aniapotégicas, xe " Una versn de este arto fue presertada en el simposio: Domestical tual n Ancient Mesoamerica. en & 64" Anrusl Meetng Socey for American Archeclogy en Chicago, lind, en et afio 2000, ocia Otumba @ @ Fig tMapa de: Iecalizacién ae! stio ce Xocniécatl Rito es una prictica fuertemente pautada que se dirige a la sobrenaturaleza, la prictica puede ser tanto colec- tiva como individual. Sin embargo es de naturalexa social. Por rto no puede entenderse cualquier prieti- ca individual reiterada, sin la establecida por las cos- tumbres ola autoridad. La prictica estéditigida# los centes nacurales, pretende afectarls ya sean dioses 0 fuerzas. Una parte considerable de los ritos implica un intento de comunicacién| Conjunto de ritos pertenecientes a una religidn, a una ‘comunidad religiosa 0 destinados a un fin comén|...) (Lopez Austin, 1998) ] Ritual es entonces un Xochitécatl se ubica en la parte central del Va- lle de Tlaxcala. Desde lo alto de la Pirdmide de las Flores —construccién_ principal del centro ceremonial—, se domina el Valle de Tlaxcala con sus planicics y pueblos y se contemplan en el horizonte los volcanes La Malinche, Pico de Orizaba, Popocatépet! ¢ Iztaccthuatl (fig. 1). Precisamente en estas fértiles planicies, ha- cia el ao 700 a.C., se establecieron los pri- ‘meros pobladores, dedicados principalmente a Blogue Thaxcala MW © catpuiatpan Chotuin@ @Toxemibeacén Ja agricultura y a la explotacién de los nume- rosos recursos naturales del lugar. El monu- mental centro ceremonial al que nos referi- mos en este artfculo data de esta €poca Entre los afios 100 a.C. y 100 4.C., el voleén Popocatépet! hizo erupcién sobre el valle, de- rritiéndose la capa perenne de nieve, y provo- cando aludes de lodo que arrasaron con codo lo que encontraron a su paso. Fue asi que el Va- lle donde se asienta Xochitécatl resulté aban- donado irreversiblemente. Medio milenio después —alrededor del aiio 600 de nuestra era—, el sitio volvié a ser oc pado y construido, hasta alcanzar nueva gran- deza y esplendor, dedicando el espacio cere- monial al culto, a las deidades femeninas y a la fertilidad, El corredor Xochitécatl-Cacaxtla adquirié nue- vas caracterfsticas: ahora como una ciudad Es- tado, con instituciones religiosas, politicas y 25 + ENERO-JUNIO 2001 ARQUEOLOGIA Steencia de Ceramica Elementos Eruptions del Fechas de ccupacién agritca hagndtcos —Pepocaripetl —radiocarbono n Xechttatl Pasco Taio (Chica oo Prsckco Medio (Cetra de Chola Paseo ‘Tempra Segundo Abandon a 108540. piso Compe Coyetcko reronenla Primed Seqund Ocupaciin Table Espa Primi dea Foes Fors FosoBagaaioPuedGnes Oftendascon clement — Ofenda de fgis ends con fils e32a7746C, wis 00 Primer Abandon 200 100 Gompejo Tia 1m e2is4c. 0 Primes Consuccion Temes Exainte Belo Tinteico FormitioTudo 100 ‘Teel “Taller iti deb Serpiente 200 ajo sbe Blanes 88a 4226. 00 Blanco Esp Svesrcrum 400 dela Sepiene 00 Incode a ConstruccionRojsobre Blanco Eigafado (ia 588. Fermstio Mado 600 Cocca Dire Subesirctur 700 Blanco Esgafado deh pind 300 Ttadstac @ Fig. 2 Cuadro cronalégico militares. Asimismo, particip6 en un impor- tante intercambio comercial con otras culturas mesoamericanas. Hacia el afio 900 ocurrié un nuevo abandono. Ahora la erupcién de! Popocatépet! Ileg6 has- ta Cholula, quedando las construcciones como testimonio de la grandeza de sus antiguos ha- bitantes. Sin embargo, desde entonces Xochi- técatl se establecié como centro ceremonial, ‘mantcniendo su hegemonta incluso hoy dfa. Las evidencias arqueol6gicas de la actividad ritual presentadas en este trabajo se fechan en cl periodo Posclésico temprano (950-1200 d.C.), €poca en que Xochirécatl y sus alrededores se- gufan abandonados y se erigieron como lugares tituales. Mas tarde incluso, en la época colo- nial, se continuaron depositando ofrendas de candelabros € incensarios en las pirdmides y edificios abandonados (fig. 2). En el caso del sitio de Nativitas, se cuenta con varios de los indicadores que Renfrew mencio- nna como determinantes de la presencia de acti- vidades rituales (Renfrew y Bahn, 1991), mis- ‘mos que proceden de las excavaci i en el centro ceremonial de Xochi terrazas domésticas cercanas. A partir de estos indicadores hemos recons- truido hipotéticamente los rituales celebrados entre los habitantes del Valle de Tlaxcala du- rante el Posclésico (1000-1200 d.C.). Asi, en el caso de Xochitécat el ritual se realizaba en un lugar especial, con asociaciones naturales (© Fig. 3 Primera ocupacion del sto Xochitécat cargadas de gran simbolismo; el lugar se locali- zacn la parte alta de un volcan extinto, y des- de ahf se domina el Valle de Tlaxcala, tenien- do alla vista los volcanes antes referidos. El rito se ejecutaba en un edificio construido para este propésito, la Piramide de las Flores, y se utilizaban elementos arquitecténicos especiales, altares, fogatas y vasijas rituales, incensarios, gurillas y otros elementos. Sin embargo, también se han descubierto in- dicadores arqueolégicos (altares, oftendas, in- censarios, etcétera) en asociaci6n directa con el sacrificio de mujeres como ofrendas al volcén de La Malinche, en las terrazas domésticas cercanas a Xochitécatl. @ Fig 4 Tina con escutuxas localzadas al pie dela escainata de la Prémide de las Fires, Xochitécall Espacio ritual durante el Formativo El conjunto arquitecténico ceremonial de Xochitécat! se encuentra en la par- te superior del cerro del mismo nom- bre; abarca una extensién aproximada de 12 ha y consta de cuatro edificios distribuidos en toro un espacio cen- tral. Este espacio se construyé por me- dio de rellenos dispuestos en forma sucesiva, a lo largo de diferentes mo- ‘mentos y ctapas constructivas, forman- do al final de estos procesos una gran plataforma dividida en dos niveles. Alrededor de la Plaza Central se distribuyen Jas estructuras que componen el conjunto ar- quitect6nico: la Pirdmide de las Flores, el Edi- ficio de la Serpiente, el Edificio de la Espiral y el Basamento de los Volcanes. La primera e pa constructiva se inicié alrededor del 700 a.C. Més tarde, entre el 250y el 150 a.C, se definie- ron con claridad Areas de actividad ceremonial religiosa, tanto en la Pirémide de las Flores ‘como en el Edificio de la Serpiente, con nuevos ¢ importantes elementos. Es en este momento ‘cuando se agregaron en ambas estructuras los mayores voliimenes, los que otorgaron sus di- mensiones monumentales. De acuerdo con las earacteristicas de Ia evidencia arqueolégica, el Formati- vo en Xochitécatl ha sido dividido en los siguientes periodos y momentos locales: 1) Inicio de la edificacién: 750 2300 a.C.; 2) Auge de la primera edi- ficacién: 350 a.C. a 100 d.C.; 3) Pri- mer abandono: alrededor de 100 d.C. (fig. 3) Alrededor del certo de Xochitécatl fueron construidas las terrazas donde se alzaban las unidades habitaciona- les. Desde este primer momento de construccién, el Edificio de la Es ral adquitié las caracteristicas arqui- tecténicas que conscrvarfa a lo largo -JUNIO 2001 del desarrollo del asentamiento, y que consis- ten en una planta circular y cuerpos escalona- dos, asi como la ausencia de un acceso de for- ma tradicional (escalera 0 rampa), tal vez para subir desde el nivel de la Plaza Central hacia la parte superior y caminar por cada uno de los cuerpos recorriéndolos en forma de espiral, Los materiales utilizados en esta primera eta- pa, tanto para el relleno como para el recubri- miento de la estructura, fueron cantos rodados cementados con lodo. Por su forma circular, acceso y sistema constructivo, podemos infe- rir que se trata de una réplica del volcén Popo- catépetl (Serra Puche, ef al: 1998) La Pirimide de las Flores presenta una planta rectangular con 120 men direccién norte-sur y 165 m en direccién este-oeste, mientras su altura oscila entre 30 y 37 m, Esta construc~ ci6n es el edificio principal no sélo en cuanto asus dimensiones sino también por su uso para fines rituales (esta orientado en relacién al vol- cin de La Malinche). Durante el periodo Formativo de la Pirémide de las Flores, puede hablarse de dos momentos para su construccién: durante el primero se construyé una escalera de piedra compuesta en su mayorfa con escalones hechos con metates de basalto, anteriormente utilizados. En la base de la escalera se colocé una tina monumental de 3 x 1.60 x 1.50 m en forma de corazén. En el se- gundo momento se cubrié esta escalera con otra hecha de tepetate, y se instal6 una segunda tina ‘més pequefia (1.20 x 1.00 m) de forma circular, también al pie de la escalera. En el momento del abandono se cubrié esta segunda escalera y se colocaron en Ia tina algunas esculturas, entre Jas que resaltan las de una rana, y dos esculturas antropomorfas de cabezas que representan pa- rilisis facial en sus rasgos (fig. 4). Las terrazas domésticas de Nativitas son con- temporsneas al apogeo de Xochitécatl como centro ceremonial, es decir, alrededor del afto 400 a.C. Los habitantes de estas terrazas eran grupos dedicados principalmente a la agricul- tura y actividades lacustres, con cierta espe- ee i @ Fig. 5 Unidad habtacional de Natiitas, Nétense los homes uiilzados seguramente para la elaborac' algin producto derivado del maguey cializaci6n en productos derivados del maguey, enla produccién de refinadas cerimicas caracte- risticas de este periodo, y especializados tam- bién en la manufactura de instrumentos liticos ig. 5). Lacerdmica de Xochitécatl del inicio de la ocu- pacién comparte caracteristicas con la de aque- Ilas éreas que participaron en una amplia red de intercambio de bienes y materias primas, que iba de la costa del Golfo y los valles de Oaxaca, cruzando el Altiplano Central hasta sitios ubi- cados en los actuales estados de Morelos y Guerrero, El desarrollo del Valle de Tlaxcala, tal como aparece representado en Xochitécatl, fue inte~ rumpido de manera inesperada; los Edificios de la Bspiral y la Serpiente no fueron reocupa- dos en periodos posteriores. No se encontraron huellas de violencia 0 destrucci6n, salvo la mutilaci6n aparentemente intencional de al- gunas de las esculturas que luego fueron de- positadas junto a los edificios. Los constructores del centro ceremonial (entre 750-300 a.C.) concibieron espacios rituales dedicados a las fuerzas de la naturaleza, princi- palmente el agua, los volcanes y la tierra. Resul- tado de sus conocimientos astronémicos y de la observacién de su entorno, la orientacién de los cdificios fue elegida de acuerdo con la geografia @Fig 7Ccio vida de las mue- 125, represer halladas en Xochtécall de! lugar, considerada sagrada. Para los moradores, los volcanes fueron la fuer- za inspiradora de su concepcién arqui- tect6nica, y al mismo tiempo partici- paron como destructores de sus obras. El proceso de abandono fue atribuido durante largo tiempo al surgimiento de grandes nticleos urbanos como Cho- lula o Teotihuacan, los que supuesta- mente habfan atrafdo a la poblaci6n del Valle de Tlaxcala hacia sus dreas de influencia. Sin embargo, es dificil comprender cémo y porqué fue aban- donado practicamente de un dia para otro un sitio construido y mantenido por cientos de afios, rodeado de vastas regiones adecuadas para el suministro de viveres, con un clima propicio, punto de enlace y comuni- cacién con otras freas Si aceptamos que el abandono se debié a la cerupcién del Popocatépetl, no es dificil imagi- nar estos eventos: el paisaje fue modificado, los terrenos de cultivo fueron arrasados y las zonas de caza y pesca desaparecieron; por lo tanto, para los pobladores se hizo necesario emigrar. Xochitécatl estuvo abandonado por 25» ENERO-JUNIO 204 cientos de afios, hasta que quiz los descendientes de los antiguos pobla- dores regresaron para otorgarle el es plendor que habfa tenido (fig. 6). Elespacio ritual en el Epiclasico El periodo Epiclisico, que correspon de a la ocupacién del sitio, se caracte- riz6 por la gran movilidad de grupos humanos después del auge teotihuaca- ‘no; hubo un reacomodo de la poblacién, tanto en la Cuenca de México como cen las regiones aledaiias, lo que dio co- mo resultado el surgimiento de cen- tros de poder como Xochicalco en Morelos, Nochitécatl-Cacaxtla en Tlax- cala, Teotenango en el valle de Toluca, Cantona en Puebla, eteétera Después de permanecer abandonada durante casi 500 afios, el area que rodea a Xochitécatl volvié a ocuparse, y nuevos asentamientos fueron construidos, algunos te niendo como cimiento los antiguos del periodo Formativo. Este retorno, durante los afios 650-850 4.C., pudo haber sido el resultado de un regreso de los antiguos moradores a sus origenes. Es 16- gico pensar que los descendientes de los an- tiguos habitantes supieran de la existencia del centro ceremonial, y fuera para ellos el punto de partida de sus antepasados, por lo que decidieron regresar a él; asf, las construc- ciones se adecuaron a nuevas formas de vida y nuevas concepciones religiosas. El espacio ritual de Xochitécatl, en particular el de la Pirémide de las Flores, se modificé en sus dimensiones, abarcando el lugar ocupado por los edificios, y también el area que lo ro- deaba. La concepcién de los ritos inclufa tan- tola plataforma en la que estaba desplantada la pirdmide como el paisaje natural, las lineas de vista conseguidas mediante la orientaci6n y ubicacién deliberadas que permiten mirar los volcanes Popocatépetl, Iztaccthuatl y La Ma- ARQUEOLOGIA linche. Incluso existe un espacio sideral, el paso de las constelaciones y las estrellas obser~ vadas desde este edificio, de tal forma que se puede hablar de una geografia sagrada. La Pies mide de las Flores domina la plaza ceremonial ccon sus mas de treinta metros de alto. En las escalinatas de acceso a este edificio se hallaron ricas ofrendas de figurillas femeninas, corres- pondientes al periodo Epiclisico, depositadas directamente sobre el relleno de los diferentes, cuerpos de la pirimide. Los conjuntos de figurillas femeninas cubrfan extensiones de 2-7 m, apiladas unas sobre otras, ofrendadas junto con vasijas, cuentas, nava- jillas retocadas y placas de piedra verde. Estas representaciones de mujeres son el indicador més directo del tipo de ritos y cultos que ahi se celebraban, Las figurillas refieren escenas de ceremonias y seftalan el lugar donde se llevaban a cabo los rituales; también denoran el papel funda- mental que tuvieron las mujeres durante las celebraciones. Las figurillas representan toda clase de mujeres, y de acuerdo con su postu- e!rfual de ent fas de la Pr Ge las Flores ra, atavio y atributos, se pueden reunir en gru- os, que en suma muestran el ciclo de vida de ellas en Xochitécatl (Serra Puche era, 198) (fig. 7). En la Pirdmide de las Flores también fueron localizados 32 entierros, distribuidos en la par- te superior de la pirimide y a lo largo de la es- calinata frontal: catorce de ellos contaban con ofrendas. Los anilisis de los restos 6se0s sefia- Jan que algunos individuos eran adultos de sexo femenino, yen su gran mayoria infantes y ado- lescentes. Los entiertos se depositaron en pozos directos sobre la estructura y slo uno fue colocado en una cista (fig. 8) Por estar ubicados estratégicamente en la es- calera, es decir, en el érea de acceso a la parte alta de la pirémide, y por !a asociaci6n que se establece con las ofrendas de las figurillas, s¢ i fiere que corresponden a un complejo ritual {que se llevaba a cabo en la Pirdmide de las Flo- res (fig. 9). Cuando se analiza el espacio ritual de Xochité- catl y el de las terrazas domésticas y palacis de Cacaxtla, es dificil ignorar la presencia de los volcanes Popocatépetl, Iztaccthuat! y La M: che. Estos formaban parte de la vida cotidiana, costumbres y creencias de los antiguos habi- tantes del 4rea, El anilisis de los tevantamien- AO-JUNIO 2 {0s topogrificos y la orientacién exacta de cada uno de los edificios sugiere una interpretacién ritual del paisaje natural, es decir, el lugar fue clegido por sus elementos naturales para la construccién de los edificios. La lo- calizacién de cada uno de ellos pare- ce expresar una particular cosmovi- sion y, en concreto, un nexo entre los voleanes y el hombre. Los rituales en el centro ceremonial La conclusi6n mas relevante que se puede for- mular hasta el momento sobre los hallazgos de la Pirdmide de las Flores en Xochitécatl provie- ne de la asociacién y coincidencia de evidencias, arqueolégicas que sefialan con claridad que se trata de un espacio ceremonial femenino. En contraposicién de su vecina Cacaxtla, que €s un espacio ocupado por el grupo dominante que 2126900. s70700 570800 570900571000 @ Fig. 10 Vista del volcsn La M AR QU LOGIA he, aia 29 de septiemt vive en los palacios y templos aledajios, y a las terrazas domésticas donde viven los trabajado- res y campesinos, Xochitécatl se presenta cla- ramente como una érea ceremonial, con algunas reas especificas de produccién e intercambio, aunque quedan por precisar las fechas 0 €pocas del afio en que se realizaban las ceremonias y a qué deidades, potencias naturales o momento del ciclo de vida estaban dedicadas. Nativitas (Cacantla Fg 12Unidades habitacionales en laterazalN del sitio Nativtas. Lo interesante es tratar de entender el signi- ficado de estas ceremonias y su importan para el grupo social que las realizaba. El porqué de la existencia del culto a una deidad, en un ‘espacio femenino, podri explicarse con base en lo que sefialen los estudios sobre las deidades femeninas Sahagin habla de las fiestas que se llevaban a cabo en los distintos meses del afto, descri- iendo los rituales de cada una de ellas. De la fiesta de Xochiquetzal sefiala que se ofrenda- ban mujeres; a las doncellas que se sacrifica- ban en su honor se les cruzaban las piernas en el momento de matarlas para indicar que mo- rian virgenes. Asimismo se sacrificaba a una ‘mujer ataviada como la diosa, que cra desolla- da para que un varén se colocara su piel y se sentara en las gradas del templo donde fingfa tejer; delante de este hombre se congregaban los artesanos y los pintores, disfrazados de di- ferentes animales, cada cual con sus instru- mentos de trabajo en las manos. Este baile duraba hasta el amanecer y luego todos se iban a bafiar para lavar sus pecados (Rodriguez Shadow, 1996) ‘Aunque esté en duda su consagracién a una deidad especifica, la ubicacién geografica de Xochitécatl muestra el sitio como un centro cosmogénico de primera imporcancia. La rela- cién peculiar con el volcan La Malinche y el hecho de que la Pirimide de las Flores sea una reproduccién arquitect6nica de esta montafia, se conjugan para considerar a Xochitécat! como un sitio en cuyas ceremonias las mujeres te~ nian un papel protagénico, con sacrificios de nifios y actividades rituales que inclufan segu- ramente bafios y ofrendas. La asociacién de todos estos elementos sugiere la celebracién a la Madre Tierra, personificada en un volcan con perfil de mujer. Este rito ancestral se retomé 200 0 300 afios mas tarde, en las terrazas domésticas de Nati- vitas (950-1200 d.C.), donde se sacrificaba a ‘mujeres que se oftendaban en honor del voleén ode sus ancestros. En la descripcién de los alrededores de Tlaxcala que bace el cronista Mufioz. Camargo, en el siglo AMI, se refiere a los volcanes como deidades: La Sierra Nevada de Huejotzingo y el volcdn tenfanlos pordioses, y que el voledn la sierra nevada eran hom- bey mujer Llamaban al volcin Popocatépetl ya la sie~ rra nevada lxaccibuatl, que quiere decir scrra que hu mea y la blanca mujer. Habia otra diosa llamada ARQUEOLOGIA @ Fig. 13 Recons. ttuceién hppatética ae los alares de la terazalN del sso Nativas Matlicueye atribuidaa las hechicerasy adivinas, con esta cas6 Tliloc después de que Tezcatlipoca le hurté a Xochiquetzal, su mujer. Hubo orra dioss-que se lam6 ‘Xochiteacihuacl diosa de la mezquindad y avaricia, que fue mujer de Quiahuiztécatl Estas diosas y dioses para ceternizar sus memorias dejaron puestos sus nombres fn sierras muy conocidas, llamindose de sus propios nombres, y asf muchos certs ysieras hoy en dia se Ila- ‘man con estos nombres (Mufioz Camargo, 1981), Los grandes volcanes (Popocatépetl e Iztacci- huat!), asf como la sierra de Tlaloc, eran sin duda los accidentes geogrdficos mas importan- tes del Altiplano Central y los cronistas descri- ben fiestas particulares en su honor. Algunas ‘montafias destacadas més alld del valle también figuraban en la cosmovisi6n, como el Pico de Orizaba (Poyautheatl), La Malinche (Matlal- cueye), el propio Xochitécatl o el Nevado de Toluca, En pricticamente toda Mesoamérica son nu- ‘merosos los mitos que narran emo los alimen- tos y las riquezas en general se guardaban en el interior de los cerros. Segin la cosmovisién mexica, por ejemplo, los cerros retenjan el agua en su interior durante la estacion seca, para soltarla en el tiempo de Huvia, pero también guardaban el mafz.y los otros alimen- tos que estaban en el Tonacatépett, el cerro de los mantenimientos La Malinche, entidad femenina des- de tiempos prehispénicos, montaiia benefactora, sostenedora, mantene- dora, madre tierra, fértil y la que da la Iluvia, se convierte en auténtica mon- tafa de manutencién de los habitan- tes de Xochitécatl, Cacaxtla y dreas aledafas. Vista desde la parte alta de la Pirami- de las Flores, La Malinche simula un rostro de mujer. Al amanecer del 29 de septiembre de cada ano, e! sol parece rger de su boca, en el rostro dibu- jado sobre el horizonte. Al otro lado del valle, esas primeras luces iluminan el Popocatépetl. Al dia siguiente, en el vecino poblado de San Miguel del Milagro, se festeja al santo patrono, celebracién de importancia regional (fig. 10). Esta fecha coincide con el inicio, entre el 28 y el 30 de septiem- bre, del mes prehispénico de Tepeil- huitl o “fiesta de los cetros”, especi camente de los certos donde se “arman los nublados”, deserito en el Cédice Florentino. En esta fiesta mataban a algunas mujeres en honra de los mon- tes 0 de los diases de los montes: ‘Ana de ellasllamaban Tepoxoch,y la se sgunda Matlalouae, ylatercera Nochitécatl, ‘yla cuarta Mayahuel que era la imagen de los magueyes. El quinto era el hombre, y Hamébanle Milnshuael. Este hombre era imagen de las culebras. A estas mujeres y a este hombre lleviabanlos en literas. Muy bien aderezados, las mujeres con sus naoas ‘yhuipiles labrados y afeitadas las caras. Ve- nda la hora del sacrificio, ponfan en las li eras alas mujeres y al hombre que habia de morir,subyenlos al cu. Y desque esta ban arriba, sacabinlos de las literasy unoa tuno echébanlos sobre el taxon de piedea y abrianlos los pechos con el pedernal junto. 2001, Sacabanlos el corazén y oftectanlos al dios Tsloc Lucgo descendfan los cuerpos, erryéndolos rodando por las gradas abaxo, poco a poco teniéndolos con las. ‘manos (Sahagiin, 1988:155-156). ‘Aun cuando habfan transcurtido més de 600 afios desde el abandono de Xochitécatl, los az- tecas de Tenochtitlan continuaban con el ri- tual donde cuatro montafias sagradas eran sim- bélicamente preparadas, llevadas al templo de Ja montafia de Tléloc y sacrificadas. Con la mis- ‘ma suerte corrian los nifios cuya vida se ofren- daba a las montafias, la lluvia y las deidades de la fertilidad, ya que sus ligrimas eran proj torias de la luvia. Para Motolinia: sande adoraién idoatiay adonde acu todo la sente dela comarca a demandar agua. Hacian m+ chosy muy endiablados trifcios en referencia de una dicen que larmaban Mattcueye se arman os nubla- dos... en beneficio de as tiers de‘Taxcal,laciudad de los Angeles y Hucjotzingo [...] De aqui salen las iubes sagrndas, las cuales comienean corminmente a syuntar desde as diez deta mafiana hasta ef mediodia ARQUEOLOGIA @ Fig 17Recons- ruceién hipetétiea de ial de ent ode la mer locaizada ena leraza lv del stio y desde alli hasta la hora de visperas se comienzan a esparcir y derramarse Por esta raz6n era venerada la diosa Matlalcue- ‘ye, del mismo modo que en la Sierra Nevada lo era el dios Tlaloc. Elespacio doméstico en Xochitécatl-Cacaxtla En Io que hoy se conoce como bloque Xochi- récatl-Nativitas-Nopalucan existe una serie de terrazas artificiales que tanto en el periodo Formativo como en la segunda ocupacién del Epiclisico sirvieron de asiento para las unida- des habitacionales de los habitantes de Xochi- técat] y Cacaxtla. Ein las excavaciones Hlevadas a cabo en 1998 localizamos varias de estas uni- dades habitacionales del Formativo fechadas por carbono 14 hacia el afio 400 a.C., que pre~ sentaron un reuso ceremonial que nos con- cierne en este articulo. Localizamos también una serie de indicadores arqueolégicos que nos han permitido inferir algunos de los aspee- tos que a continuacién describimos (fig. 11) con deformaciin tabular ge la terrazalv, sto ° Sa Natwias Tee Nuestra drea de estudio es la Terraza IV del si- tio de Nativitas, donde varios elementos fueron excavados. La esquina que delimita el interior y cl exterior de una habitacién del periodo Forma- tivo, con una formacién troncocénica y dos hor- 1nos asociados. Probablemente los hornos fueron usados para la produccién de mezcal derivada del cultivo intensivo de! maguey. Asimismo, se incluyen entierros, alineamientos, pisos de lodo y una gran cantidad de materiales cerémicos y litica pulida (Serra, 1998) (fig. 12). Hacia el noroeste de la misma terraza se pre- senta el mismo patrén, pisos de lodo del periodo Formativo, alternados por tres altares circula- tes de piedra de no més de 2 m de didmetro, que datan del periodo Posclasico temprano; estas construcciones seguramente sirvieron para realizar rituales. El espacio, usado duran- tel periado Formativo como lugar de residen- cia doméstica, fue reutilizado siglos después ‘como un lugar sagrado, quizd porque allf vivie- ron sus ancestros. En este nuevo lugar algunos grupos del Posclasico cemprano (950-1300 4.C.), continuaron con las tradiciones rituales, Elritual en ol espacio doméstico 2Quiénes eran los que hicieron estos altares y los sacrificios en su interior? Podemos decir que este nuevo grupo vino de regiones cerca- nas, definidas por las caracteristicas culturales de sus cerimicas (policromo, negro sobre na- anja y moleajetes tripodes con soporte) y ofi- ginarias de Cholula, Tehuacén o alguna otra re- gién de Puebla. Construyeron sus altares sobre los cuartos del Formativo rompiendo pisos y alincamientos; desplantaron sus construccio- nes pequefias por todo el piso de la habitacién del periodo Formative —que ya estaba muy fragmentado—, usando los pozos de almacena- je, que se encontraban en los patios exteriores 25 + ENERO. JUNIO 2001 ARQUEOLOGIA OSOINGEO gQanuae yen los lugares dispuestos para enterrar a sus muertos. Estos tres altares estan construidos con tezon- tle y con lajas de piedra caliza, quizés utilizan- do los mismos materiales de construccién de las casas en ruinas. Dos de estos altares son circulares, de un metro de diémetro y 80 em de alto; estan recubiertos con estuco y como remate, tienen lajas de caliza en la parte supe- rior (fig. 13). Las evidencias de entierros de sexo femenino, asociados a los altares con huellas de sacrificio, muestran un acto ritual en el lugar en donde vivieron los ancestros que veneraron deidades femeninas yal voledn de La Malinche. El sacri ficio de mujeres jévenes en esta Area del sitio parece repetir los rituales que los ancestros de los habitantes de Xochitécat! hacian en la Pi- rimide de las Flores, en las fiestas de venera- cién a los cerros y a los volcanes Algunos de los datos proporcionados por estos entierros de mujeres pueden ayudarnos a co- nocer la identidad de los grupos humanos que los realizaron, tanto por los rasgos fisicos de aquéllas, sus costumbres de deformacién cor- poral —en este caso la craneana y la mutilacién dentaria—, como por el tipo de ofrendas halladas en el sitio. @ Fig. 19 Mutiacién dentara too G7 (Romero: 1958) 0 Lom eat Los entierros femeninos muestran que las vic- timas sacrificadas eran muy jévenes (25 y 19 afios respectivamente). Hay en ellas hucllas de cortes, realizados con un instrumento pun- zocortante con mucho filo, que sin duda fue- ron hechas en el esqueleto atin fresco. En uno de los casos, los cortes se realizaron en la por- cidn interna inferior de una de las costillas y el fémur, a nivel del ltimo tercio de didfisis, y en c6ndilos. Estos cortes fueron los tinicos ob- servables por la gran cantidad de rafces que afectaron el esqueleto; sin embargo, debieron ser cortes muy profundos, al localizarse en si tios con una considerable cantidad de tendo- nes, ligamentos y misculos (Torres, 1999) (figs. 14, 15 y 16). En el interior del Altar 2 enterraron a una mu- jer sentada con una vasija muy grande cubrien- do su cabeza, quiza por proteccién. Al momento de su muerte tenfa entre 18 y 21 afios (fig. 17). El erineo muestra una deformacién muy seria de tipo tabular erecto frontoccipital bilo- bular, con evidencia de dos bandas, una que va por detris de la sutura coronas craneana y otro que va a través de la sutura capital (fig. 18) Los dientes muestran una mutilaci6n del tipo C7 en los incisivos centrales y superiores, y la B2 y F2 para los incisivos laterales y los cani- nos. Este tipo de mutilacién se encontré en el horizonte Mixteca-Puebla. Para el Clasico su- @ Fig, 20 Brasere localzado en ol érea de altaras de fa raza Nativias perior, en sitios como Yucatan y para el Posclé- sico temprano o Tolteca en Guasave, Sinaloa; ‘Tamuin, San Luis Potosf; Xochicalco, More: los; Cholula, Puebla y Zinanpécuaro, Michoa- can (Romero, 1958). Ademis, este tipo de mutilaci6n parece tratarse de un nuevo patron, porque aun cuando tiene parecido con el patrén 4 reportado por Romero para el Posclisico tem- prano (Romero, 1952, 1958, 1986) difiere al presentar el tipo F2 y ninguna alteracién en los dientes inferiores (fig. 19). En el Altar 3, el cuerpo de otra mujer est co- locado contra una de las paredes; una vasija y otras piczas de cerémica aparecen como ofren- acio omés ‘ormatvo del tio Nativtas das, Cabe mencionar que este altar est cons- ttuido sobre uno de los pozos de almacenaje de Ja unidad habitacional. Esta mujer tenia entre 22 y 24 aos, y una altura de entre 140 y 144 em. Los restos tienen huellas de corte en la porcién interna inferior de una de las costillas y el femur a nivel del Giltimo tercio de la digfi- sis y en céndilos (fig. 13) El otro altar es de forma distinta; tiene una pequefia plataforma cuadrada de 80 cm de alto yy esté terminada en el mismo estilo. En la par- te superior hay un brasero con huellas de fue- go en su interior (fig. 20). Ademds de loy tres altares, se encontraron dos entierros contemporineos de nifios en otro de los pozos de almacenamiento. Estaban en po- sicién fetal, con la cabeza sobre una piedra. Uno corresponde a un infante, de entre seis y nueve meses; tenia una navaja de obsidiana de més de 10 cm de largo entre las costillas y los brazos, y a juzgar por su posicién parece haber sido sacrificado, Ambos entierros infantiles presentan altera- ciones 6seas, principalmente en el techo de las “6rbitas, en los huesos frontales, y evidencia de reacciones del periostio en el esqueleto en ge~ 25 - ENERO-JUNIO 2001 neral. Este tipo de afecciones se ha relaciona- do con alteraciones metabélicas, y en estos ca- sos el cuadro concuerda con la provocada por anemia er6nica que surge de rostosis. (una de- ficiencia de hierro en Ia dieta) (Mensforth e¢ co al., 1978; Lallo et af., 197). Resulta intere- sante que la edad de estos nifios pueda concor- dar con la etapa del destete, y que los demas individuos adultos femeninos del sitio presen- ten marcas de periodos de desnutricién, como son las hipoplasias del esmalte de los dientes. De estos infantes restarfa decir que denotan haber estado depositados cerca de una fuente indirecta de calor, que deja ligeros ahumados en los huesos del lado derecho de ambos nifos, implicando la existencia de una temperatura alrededor de los 130° C, exposicién que se dio cuando los individuos ya no contaban con par- tes blandas, al no haber alteracion trabecular. Se podria decir que éste noes un ritual domés- tico cotidiano, sino que puede definirse como tun evento llevado a cabo originalmente dentro de Jos limites habitacionales. Se debe a su lo- calizacién y a su tradici6n hist6rica que se haya vuelto un espacio ritual. Bl ritual llevé mucho tiempo, o bien se realiz6 en varios pasos o en fechas determinadas. La construccién de cle- mentos, como los altares, significa que tenia un cardcter permanente. Los entierros de mujeres y nifios sugieren que fueron individuos sacrificados y oftecidos con un fin ritual que involueré al volcén La Malin- che. El espacio usado representa un lugar pri- vilegiado por su uso. La ubicacién de las unida- des habitacionales de! Formativo coinciden con una orientacién seleccionada previamente, para reproducir el entorno geografico, a partir de una concepcién ritual. Vale la pena preguntarse eémo es que a infor- macién de la existencia de este lugar fue trans- mitida, pues se abandon6 por largos periodos (fig, 21), c6mo es que durante el periodo Pos- clisico se cligié especificamente el sitio para celebrar rituales, seguramente un aio tras otro. wo “= ARQUEOLOGIA ‘Lallo W. John, George, J. Armelagos y Robert P. 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