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ÉTICA Y MORAL

Como cada principio de curso los profesores se empeñan en encargar fotocopias


a sus alumnos y tu amigo Carlos y tú bajáis a consejería para hacerlas. La
conserje ha salido un momento y no hay nadie, pero se ha dejado el cajón donde
guarda el dinero abierto. Tu amigo te pide que vigiles mientras él coge dinero.
Tú empiezas a dudar: por un lado, es tu amigo y no te gustaría que lo pillaran
haciendo algo malo, además seguro que luego lo cuenta y tú no quieres que la
gente piense que eres un ladrón y desconfíen de ti. Pero hay algo más, lo que
hace Carlos no está bien ¿Qué es eso del bien y del mal? ¿Es una tontería decir
que algo está bien o mal? ¿Quién establece el bien y el mal? Son nuestras
creencias morales las que nos ayudan a distinguir entre el bien y el mal, entre lo
que debemos y no debemos hacer.

Todos tenemos una idea acerca de lo que nos parece aceptable e


inaceptable, admirable o despreciable. Todos sabemos, más o menos, cuándo
nos van bien las cosas y cuándo no. Tenemos una idea más o menos clara de
cuáles son nuestros derechos, es decir, qué esperamos que los demás hagan
por nosotros, y cuáles son nuestras responsabilidades y deberes (aunque nos
cueste un poco más reconocerlos). En definitiva, todos tenemos una idea general
de cómo vivir la vida, de qué es la felicidad y esto es lo que nos permite distinguir
entre el bien y el mal, de qué nos podemos avergonzar o de qué nos podemos
sentir orgullosos, qué podemos perdonar y qué no. Es decir, establece nuestros
modelos de conducta. De esto, en líneas generales, se ocupa la ética y la moral.
Podemos decir que la ética nos ayuda a orientarnos en la vida. Antes de
definirlas vamos a hablar un poco más de nosotros mismos, de algunas
peculiaridades de la especie humana.

Como ya vimos en el tema anterior el ser humano es un animal un poco


distinto del resto: es un ser que necesita vivir en sociedad, es libre y racional. La
mayoría de los animales cuando nacen necesitan aprender muy poco. La
mayoría de los peces, por ejemplo, crecen sin progenitores que les ‘digan’ cómo
comportarse o qué han de hacer en una situación peligrosa. Sin embargo, un
niño recién nacido no sabe hacer prácticamente nada: chupar, llorar y poco más.
Todo ha de aprenderlo y sin ese aprendizaje no logrará ser una persona; no
sabrá hablar y, por lo tanto, ni nos entendería ni lo entenderíamos. El hombre
necesita vivir en sociedad, en compañía de otros hombres para poder
desarrollarse, para aprender a ser un «ser humano».

Pero vivir en sociedad es complejo y para facilitar la tarea los humanos


hemos inventado una cosa muy útil: las normas. Las normas regulan el
comportamiento de los seres humanos. En general nos dicen lo que debemos y
podemos hacer y lo que no; hay normas que prohíben cosas, como, por ejemplo:
«No se debe hablar con la boca llena», «No se puede fumar en los centros de
enseñanza» o «No se debe matar». Otras nos dicen o recomiendan lo que
debemos hacer: «Se debe ceder el asiento en el autobús a las personas mayores
o mujeres embarazadas». Hay normas de muchos tipos: de tráfico, de educación
o cortesía, de salud, etc. y entre ellas las normas morales que son las que más
nos interesan en esta asignatura. Antes de entrar de lleno en ellas reflexionemos
un poco más sobre las normas en general. Pensemos, por ejemplo, en deportes
como el fútbol o el baloncesto. Como todos los juegos, al fin y al cabo, no son
más que un conjunto de normas que sirven para definir el juego y que podamos
pasarlo bien. ¿Tendría sentido alguien que dijera lo siguiente?: «Quiero jugar
con vosotros al fútbol, pero yo lo llevo con las manos porque con los pies no se
me da bien» (y no juega de portero) ¿Qué pensaríamos de alguien así? No se
puede jugar sin respetar las reglas (al menos las más básicas) porque si no las
respeto no estoy jugando a ese juego, si llevo el balón con las manos estaré
jugando al baloncesto, al balonmano o a otro juego que me estoy inventando,
pero no estoy jugando al fútbol. Lo que define un juego, lo que hace que podamos
jugarlo es el conjunto de reglas o normas que lo determinan, sea uno tan simple
como el Juego de la Oca o tan difícil como el Ajedrez.

Todo lo que hacemos los seres humanos está regulado por normas, desde
que nos levantamos por la mañana hasta que nos acostamos todo lo hacemos
en función de normas o de costumbres más o menos estables. Dependiendo de
qué aspectos de nuestra vida regulen las normas serán de un tipo o de otro. Por
ejemplo, la norma que dice que debemos lavarnos los dientes después de comer
es una norma de higiene o de salud, puesto que regula nuestra conducta para
que seamos higiénicos o sanos. Una norma siempre implica un haz esto o no
hagas esto otro, una norma es una indicación acerca de lo que debemos o no
debemos hacer. El que lo hagamos o no ya es cosa nuestra. El hecho de que
existan normas no quiere decir que todas las normas sean buenas. Hay normas
absurdas y normas que consideramos malas. Por ejemplo las leyes (que no son
más que un tipo de normas) que promovieron la discriminación racial en algunos
estados de Estados Unidos y en Sudáfrica (haciendo que negros y blancos no
pudieran ir a los mismos colegios, o que no pudieran utilizar el mismo autobús,
o prohibiendo a la población negra que accediera a ciertos puestos de trabajo o
beneficios sociales, etc.); o las normas de algunos pueblos que hacen obligatoria
la ablación del clítoris, o aquellas leyes que permiten la lapidación, etc. La moral
hace referencia a las normas que regulan nuestra conducta diciéndonos lo que
está bien y lo que está mal. Ejemplos de normas morales serían: «No se debe
mentir», «No se debe matar», «No se debe robar», etc. La ética sería una
reflexión filosófica acerca de la moral y de sus normas. Veamos esto más
despacio.

2. Ética y moral

La palabra «ética» procede del griego «ethos» que significa «costumbre, modo
acostumbrado de obrar». Igual significado tiene la palabra latina «mos, moris»
que ha dado en castellano «moral». Ética y moral coinciden desde el punto de
vista etimológico. Ambas se refieren a nuestras costumbres y forma de actuar,
en la medida en que podemos considerarlas como buenas o malas, correctas o
incorrectas.

La filosofía, sin embargo, usa estos conceptos de un modo distinto. Así la moral
se ocupa de establecer las normas y los criterios que utilizamos cuando
calificamos determinadas acciones como correctas o incorrectas, buenas o
malas en sentido absoluto. Por ejemplo, sería misión de la moral definir las
normas y criterios que deben regir las relaciones entre los miembros de una
familia, o entre el médico y su paciente. La moral respondería a preguntas como:
¿Debe el médico decir la verdad al paciente por desagradable que sea? La ética
se ocuparía más bien de discutir racionalmente la validez de estas normas y
criterios que la moral nos da. Es decir, la ética se ocuparía de cuestiones como:
¿por qué es moralmente correcto o incorrecto decir la verdad? La ética trata de
reflexionar críticamente acerca de las normas que la moral establece. El objeto
de la ética es la moral y la moralidad. La ética hace que nos planteemos si las
normas y valores por los que guiamos nuestra conducta son válidas o no.

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