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 Los roles actuales del juez civil argentino

 Autor: Peyrano, Jorge W.


 Editorial: La Ley ~ Informacion Legal ~ Cita online:AR/DOC/1020/2017

Los roles actuales del juez civil argentino

Peyrano, Jorge W.

Publicado en: LA LEY 14/06/2017 , 1

Cita Online: AR/DOC/1020/2017

La insistencia de una doctrina judicial y autoral progresistas y también la sanción del Código Civil y
Comercial que tanto ha reforzado (aunque también cargado de tareas) el perfil del juez civil nacional, han
venido a diseñar una figura distinta del buen magistrado. Otrora las cosas eran más sencillas. Bastaba con
ser un profesional del Derecho y dominar ciertas técnicas de procedimiento, y punto. Hoy, no (1).

En las líneas que siguen, reseñaremos sumariamente algunas de las prendas que deben adornarlo,
sabedores de antemano de que es muy difícil que se reúnan en una sola persona. Empero, nos
conformamos sobradamente con que concurra un número apreciable de ellas para que alguien se
merezca el galardón de "juez virtuoso". Veamos cuáles son las prendas en cuestión.

Comenzaremos por el "juez activista" (terminología creada por la Corte Suprema de Justicia de los EEUU
circa 1992) que es aquel inquieto y preocupado por hacer justicia en serio y en forma oportuna. Así,
verbigracia, no trepida en despachar medidas para mejor proveer frente a dudas que le suscita el material
probatorio colectado o adopta oficiosamente decisiones que favorecen la agilidad del trámite cual sería el
caso de la demanda que se desestima in limine o inicialmente por ser objetivamente improponible (2). El
"activismo judicial" se caracteriza por reconocer un rol protagónico en los magistrados, sin perjuicio de
ostentar otras singularidades (3).

Muy relacionado con la anterior, se halla la figura del "juez creativo" que es aquel que interpelado por la
exigencia de resolver justamente, pese a la orfandad de herramientas procesales ad hoc, se atreve a
generar nuevos útiles procesales, también conocidos como "instrumentos operativos procesales" (4). Cabe
acotar que muchos de dichos instrumentos operativos que nacieron pretorianos se transformaron en textos
legales. Así ocurrió con las cargas probatorias dinámicas (5), las medidas autosatisfactivas (6), la
reposición in extremis (7).

También vinculado con los diseños precedentes, se encuentra el del "juez practicante de una
jurisprudencia de necesidades" que no es otro que el que en casos excepcionales y extremos abandona la
tradicional jurisprudencia de conceptos para privilegiar y solucionar necesidades de satisfacción
impostergable (8).
Luego, emerge el dibujo del "juez dador de paz social", que es el que se conforma con un dictado pronto y
generalmente poco florido de su sentencia. Habitualmente, es defensor del dura lex sed lex, y sus
preocupaciones son distintas y menores a las que experimenta el "juez activista". Obviamente este tipo de
juez se maneja mejor en el seno de procesos con trámites poco complejos. Corresponde decir que la
existencia de ambos (que a veces coinciden en un mismo magistrado cuando actúa en distintas causas)
es necesaria para la obtención de un buen servicio de justicia.

El juez civil nativo no puede, como regla, ser un investigador infatigable de la verdad histórica, puesto que
la consecución de esta depende, en buena medida, de la actividad de los litigantes y de su diligencia o
negligencia. Más aún, debe admitirse que campea en el proceso civil argentino una suerte de "principio de
oportunidad" de acuerdo con el cual existe una gradación jerárquica de las causas, no siendo lo mismo
una donde está comprometido el derecho a la salud que otra consistente en un cobro de pesos de cuantía
módica. A estrados judiciales con sobrecarga de tareas -y éste es un dato de la realidad que no puede ser
soslayado por el discurso académico- no se les puede exigir esfuerzos parejos frente a las causas
disímiles en su trascendencia institucional o humana. Tenemos, entonces, un "juez de aproximación
limitada y selectiva a la verdad histórica".

Ahora también podemos hablar del "juez preventivo de daños". A instancia de parte y con fundamento en
los arts. 1711/3 Cód- Civ. y Com. se puede promover una acción preventiva de daños (9) que tendrá por
base nada más que una "amenaza de daño". Por añadidura, también el tipo de juez que nos ocupa puede
despachar oficiosamente mandatos preventivos de daños (10).

En muchos supuestos, aparece la mano del "juez teleólogo" que pondera adecuadamente las posibles
consecuencias de lo resuelto. Es decir, que su decisión resulta influida con la percepción de qué pasará
con ella en relación con los litigantes. Casi huelga decir que tiene el deber de esforzarse en anticipar las
resultas prácticas para las partes de lo que pueda resolver.

Ahora bien: el susodicho deber se agudiza y extiende cuando se trata de una resolución que pueda
acarrear consecuencias para un contexto social dado; naciendo así el concepto de "juez con
responsabilidad social" (11).

El "juez terapéutico" es el que no se contenta con dirimir una causa declarando un vencedor y un vencido,
sino que persigue solucionar la problemática de base para que no se repita (12). Es el que prefiere lograr
una "victoria colectiva" en vez de la prevalecencia de una parte sobre otra. En materia de menores, familia
y salud mental, hoy necesariamente se debe registrar la actuación de un "juez terapéutico" para encarar
adecuadamente el conflicto-base. Por lo común, la labor del "juez terapéutico" debe ir acompañada de la
colaboración de equipos interdisciplinarios idóneos. Disposiciones como las de los arts. 31 c) y 37 del Cód.
Civ. y Com., entre otros, dan cobijo a la figura del magistrado terapéutico en el orden jurídico nacional.
Se designa con el apelativo de "juez de protección" a quien intenta disminuir el desnivel que importa que
se trate de un sujeto "vulnerable". Repárese en que la situación de vulnerabilidad no solo afecta el acceso
al sistema de justicia sino también su desempeño ulterior en juicio (13). Además, pondérese que asimismo
pueden concurrir asimetrías económicas entre los litigantes que pueden justificar un accionar tuitivo
judicial, tal como lo legisla la ley 24.240 de Defensa del Consumidor y del usuario.

Muy cerca del anterior pero sin confundirse, nos topamos con el papel del "juez de acompañamiento",
neologismo éste salido de la pluma de Augusto Morello (14) que refiere a lo que debe hacerse
judicialmente cuando se está ante un conflicto suscitado en el seno de una relación que, seguramente,
mantendrá ligadas a las partes aún después de la extinción del proceso en cuestión. Son, por ejemplo, las
hipótesis de controversias familiares o las generadas en consorcios de propiedad horizontal. En tales
casos y en otros análogos, el "juez de acompañamiento" debe procurar "desdramatizar" el conflicto y
acercar a las partes; promoviendo activamente gestiones conciliatorias y de mediación.

El "juez docente" es el que da a conocer su criterio respecto de una cuestión jurídica sin que ello resulte
necesario para dirimir la causa. Pensamos, con la prudencia del caso, debe ser auspiciada la referida
función docente de los jueces puesto que, por ejemplo, enterado un justiciable de que una situación
análoga a la que lo aflige ha sido analizada previamente por vía judicial y aunque fuere en función
docente, ello puede generar un cambio de actitud de parte de aquél que desemboque, verbigracia, en la
decisión de no acudir a los estrados judiciales. Confirma nuestro modo de ver las cosas, el recuerdo, por
ejemplo del caso denominado de los "candidatos testimoniales"; cuestión alcanzada por la sustracción de
materia porque no recibió resolución con anterioridad a las elecciones correspondientes, pero que podría
repetirse en un futuro no tan improbable. Tratándose de asuntos verdaderamente institucionales, parecería
que la función docente puede y debe ejercitarse por más que la causa se haya tornado abstracta porque
importaría una trascendente "lección" que moldearía al porvenir.

El instituto del "juez modulador del proceso" constituye hoy un desiderátum que todavía no se ha plasmado
plenamente en la legislación argentina. Recordamos que "modular" es cambiar armoniosamente algo que
viene dado. Si se modula, es porque en el caso se requiere alguna adecuación para un mejor resultado.
Sucede que estamos demasiado acostumbrados al paternalismo del legislador que fija imperativamente
las pautas procesales de las cuales no puede apartarse nadie a la hora de litigar. Siempre la modulación
judicial se produce en pos de una tramitación más acorde con las circunstancias del caso. Tráigase a
cuento el supuesto, nada académico, de un escrito de demanda pergeñado durante varios años que
consta de centenares de páginas cuyo destinatario debe organizar su defensa en diez días. Lenta pero
incesantemente, se está abriendo paso la conveniencia de confiar en el juez interviniente la facultad de
modular ciertos aspectos del proceso civil. Los recientes códigos procesales civiles de Santa Cruz (15) y
Chaco (16) ya se han sumado a la posta abierta por el art. 53 de la ley 24.240.

El "juez fiel y oportuno ejecutor de sus mandatos" resulta estar poco favorecido en nuestro medio. Ello
obedece a una pluralidad de motivos. Así, la inexistencia de institutos que facilitan la ejecución de
mandatos judiciales cual es el caso del deber procesal de información patrimonial (17). Aunque también,
en alguna dosis, han sido las conductas de los jueces las que han contribuido al actual estado de cosas.
Se contabiliza en el debe de ellos la circunstancia de que, en general, no han querido ensuciarse las
manos con las derivaciones de las ejecuciones judiciales. Por ello es que prefieren, llegado el caso,
recurrir a las ejecuciones sustitutivas por terceros o por daños y perjuicios. Se olvidan así que también
cuentan con la chance de materializar per se lo que ordenan merced a la ejecución "por mano" del juez y
con la condigna colaboración de la fuerza pública.

En el muy hipotético supuesto de que concurrieran en la persona de un magistrado todos los susodichos
"mandamientos" quedaría configurado el perfil de un "juez virtuoso". Ojalá la concurrencia de referencia
existiera y se multiplicara. Solo así gozaríamos de un servicio de justicia de excelencia.

(1) MORELLO, Augusto, "La jurisdicción protectora. Hacia un nuevo rostro de la Justicia", JA 1986-II, p.
305.

(2) Un ejemplo claro de rechazo in limine de una pretensión por objetivamente improponible lo aporta el
art. 589 Cód. Civ. y Com. Sobre el particular, puede consultarse "Procesos de familia en la Provincia de
Santa Fe", por David Lisandrello, Ed. Juris, p. 92.

(3) "Activismo y garantismo procesal", publicación de la Academia de Derecho y Ciencias Sociales de


Córdoba, passim.

(4) PEYRANO, Jorge W., "Acerca de los instrumentos operativos procesales", Ed. Juris, en Procedimiento
Civil y Comercial. Conflictos procesales, t. I, p. 163 y ss.

(5) Vide arts. 710 y 1735 Cód. Civ. y Com.

(6) Art. 253 Cód. Proc. Civ. y Com. Chaco.

(7) Arts. 258/261 Cód. Proc. Civ. y Com. Chaco.

(8) PEYRANO, Jorge W., "El perfil deseable del juez civil del Siglo XXI", en Procedimiento Civil y
Comercial. Conflictos procesales, t. I, Ed. Juris, p. 91: "No se les pida, entonces, a estas nuevas
soluciones ?que casi constituyen un "botiquín de urgencia"- un encuadramiento teórico acabado. No
nacieron para dar satisfacción a espíritus cavilosos, sino para dar respuestas a los necesitados del auxilio
judicial".

(9) PEYRANO, Jorge W., "La acción preventiva", Ed. Lexis Nexis - Abeledo Perrot, passim: "Es la que
puede tener por destinatarios a particulares o entidades públicas y que persigue evitar el acaecimiento,
repetición, agravación o persistencia de daños potencialmente posibles, conforme al orden normal y
corriente de las cosas, a partir de una situación antijurídica existente. De tener éxito, se traducirá, por lo
general, en una orden de hacer o de no hacer que busca revertir o modificar la situación fáctica que
genera el riesgo de daño (o de persistencia o repetición) que justifica su promoción".

(10) PEYRANO, Jorge W., "La jurisdicción preventiva civil en funciones. El mandato preventivo
despachado en el seno de un proceso cuya pretensión principal resulta desestimada", en "Cuestiones
procesales modernas", Suplemento Especial de La Ley, Octubre 2005, p. 151 y ss.

(11) PEYRANO, Jorge W., "El perfil deseable del juez civil del Siglo XXI", op. cit., p. 90: "El juez de
hogaño, puede y debe, cuando corresponde, verificar cuáles son las consecuencias de sus resoluciones
para las partes (juez teleólogo) y aún para la comunidad en general (Juez con responsabilidad social)".

(12) Conf. Ponencia de Roberto Pagés Lloveras, remitida al XXIX Congreso Nacional de Derecho
Procesal.

(13) REDONDO, María Belén, "Sobre acceso a la justicia de las personas en condición de vulnerabilidad.
100 Reglas de Brasilia", Ed. Juris, passim.

(14) MORELLO, Augusto, op. cit., p. 305.

(15) Art. 299 Cód. Proc. Civ. Santa Cruz.

(16) Art. 327 Cód. Proc. Civ. Chaco.

(17) LOUGE EMILIOZZI, Esteban, "La colaboración del deudor en el proceso", Ed. Lexis Nexis, Buenos
Aires, 2007, p. 143: "Es el deber que pesa sobre el deudor demandado -o reconvenido- de informar al juez
y a la contraparte cuál es su situación patrimonial, evitando que ésta quede reducida a un mero
reconocimiento formal de los derechos materiales reclamados".

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