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La prisión preventiva debe tener límites temporales, caso contrario, no sería una medida
cautelar sino una pena anticipada. En otras palabras, la prisión preventiva no puede
prolongarse indefinidamente en el tiempo.
Al respecto, la Comisión IDH indicó que: “… la duración excesiva de la prisión preventiva
origina el riesgo de invertir el sentido de la presunción de inocencia, convirtiendo la medida
cautelar en una verdadera pena anticipada”. En efecto, sostuvo: “Como derivación del
principio de inocencia se exige un límite temporal razonable a la prisión preventiva…”.
La Corte IDH ha establecido: “… los jueces no tienen que esperar hasta el momento de
dictar sentencia absolutoria para que los detenidos recuperen su libertad, sino que deben
valorar periódicamente que las causas y fines que justificaron la privación de libertad se
mantienen … De igual forma, ante cada solicitud de liberación del detenido, el juez tiene
que motivar aunque sea en forma mínima las razones por las que considera que la prisión
preventiva debe mantenerse”.(8)
La normativa convencional recepta dicha garantía en beneficio del imputado. Así, el art. 7.5
de la CADH reza: “Toda persona detenida o retenida tendrá derecho a ser juzgada dentro de
un plazo razonable”. El art. 8.1 dispone: “Toda persona tiene derecho a ser oída, con las
debidas garantías y dentro de un plazo razonable”.
El art. 14.3.c del PIDCYP estatuye: “Durante el proceso, toda persona acusada de un delito
tendrá derecho, en plena igualdad, a las siguientes garantías mínimas: a ser juzgada sin
dilaciones indebidas”.
Los preceptos normativos transcriptos no constituyen sugerencias o consejos, por el
contrario, son imperativos que deben observar fielmente los Estados partes.
El derecho doméstico regulo la garantía bajo examen en la ley N° 25.430, modificatoria de
la ley N° 24.390. La norma en su art. 1 establece plazo de duración de la prisión preventiva
disponiendo: “La prisión preventiva no podrá ser superior a dos años, sin que se haya
dictado sentencia. No obstante, cuando la cantidad de los delitos atribuidos al procesado o
la evidente complejidad de la causa hayan impedido el dictado de la misma en el plazo
indicado, éste podrá prorrogarse por un año más, por resolución fundada, que deberá
comunicarse de inmediato al tribunal superior que correspondiere, para su debido
contralor”.
El art. 9.3 del PIDCYP, por otra parte, asegura el derecho de todo individuo a ser juzgado
en un plazo razonable o ser puesto en libertad sin perjuicio de la continuación del proceso,
ha dejado a salvo que “su libertad podrá estar subordinada a garantías que aseguren la
comparecencia del acusado en el acto del juicio, o en cualquier otro momento de las
diligencias procesales y, en su caso, para la ejecución del fallo”.
En consecuencia, la norma aludida permite la sustanciación del proceso encontrándose el
imputado en libertad. Dicha libertad queda supeditada a garantías que aseguren su
comparecencia al juicio.
Ahora bien: ¿cuál es la pauta para mensurar el plazo razonable de la prisión preventiva?.
Nuestro cimero Tribunal in re “Bramajo”(9) sentenció: “el Estado parte no está obligado a
fijar un plazo válido para todos los casos, con independencia de sus circunstancias,
quedando el concepto de plazo razonable sujeto a la apreciación de la gravedad de la
infracción, en cuanto a los efectos de establecer si la detención ha dejado de ser razonable”.
Posteriormente, en el caso “Acosta”(10) el más Alto Tribunal consideró que a fin de no
invalidar la jurisprudencia internacional y a la luz del art. 7.5 de la Convención Americana
de Derechos Humanos, debía desestimarse tanto una interpretación que postulara la
existencia de un plazo fatal de prisión preventiva –porque ello implicaría desconocer los
términos de la ley- como la interpretación literal que dejara librado al arbitrio judicial la
determinación del plazo de la medida cautelar, sin cortapisas.
La doctrina autoral extrajo como conclusión del fallo invocado que, los jueces deben tomar
en consideración para considerar razonable el lapso de duración de la prisión preventiva,
dos factores: la gravedad de los delitos imputados y la complejidad para investigarlos.(11)
Pues bien: ¿cuáles son los delitos graves?. Según la mayoría de la Corte en el fallo señalado
serían aquellos delitos que “afecten la vida y la integridad física de las personas”. A su vez,
para la procedencia de la prórroga de la prisión preventiva, la investigación de los mismos
debe revestir complejidad.
En tales supuestos, la doctrina judicial considera que la judicatura tiene mayores
fundamentos para alongar el plazo de prisión preventiva.
CONCLUSIÓN
NOTAS:
(1) Conf. art. 2 del CPPN.
(2) Corte IDH, caso “Suarez Rosero” sentencia del 2 de noviembre de 1997, Serie C, n° 35.
(3) CSJN, Fallos: 305:1022.
(4) Conf. SOLIMINE, Marcelo A.; “Excarcelación. Discurso legitimador de la reiteración
delictiva y la alarma social”, LL 2013-D, 789.
(5) Comisión IDH, Informe 86/09 “Peirano Basso”, del 06/08/09, párrs. 84 y 141.
(6) ERBETTA, Daniel; ORSO, Tomás; FRANCESCHETTI, Gustavo; CHIARA DÍAZ,
Carlos; “Nuevo Código Procesal Penal de la Provincia de Santa Fe”, Ed. Zeus, Rosario, año
2008, pág. 433.
(7) Informe n° 2/97 de la CIDH.
(8) Corte IDH, “Chaparro Álvarez y Lapo Iñiguez vs. Ecuador”, sentencia del 21/11/2007,
Serie C, n° 170.
(9) CSJN, Fallos: 319:1840.
(10) CSJN, “Acosta, Jorge Eduardo y otros s/ recurso de casación”, 8/05/2012.
(11) GELLI, María Angelica; “El plazo razonable de la prisión preventiva y el valor de la
jurisprudencia internacional (en el caso “Acosta”), LL 2012-D, 464.