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BLOQUE TEMATICO IV.

EL LENGUAJE y LA BELLEZA

Temario:
1. El lenguaje: esencia y función.
2. Lo bello; los trascendentales.

1. EL LENGUAJE: ESENCIA Y FUNCION

“¿No sabes acaso, oh lenguaje, que los brotes se doblan bajo tu peso?”
Walt Whitman

Todas las artes tienen un medio expresivo, una materia con la cual la obra se
forma. El medio expresivo de la literatura es el lenguaje, la palabra; o para hablar
con mayor propiedad, como querría Azorín, la "voz".

La lucha por la expresión es ardua en todas las artes. El creador debe conquistar
ese terreno como quien gana una batalla. Siempre le parecerá que su vivencia
artística puede expresarse mejor. Desdichado de quien está satisfecho del medio
expresivo.

Dice Navokov (La verdadera vida de Sebastián Knight): "La lucha con las palabras
era insólitamente dolorosa y eso por dos razones. Una de ellas era la que es muy
frecuente en escritores de su índole: el paso del abismo que media entre la
expresión y el pensamiento; la sensación enloquecedora de que las palabras
justas, las únicas palabras valederas esperan en la orilla opuesta, en la hermosa
lejanía, mientras el pensamiento aún desnudo y estremecido clama por ellas
desde este lado del abismo".
Esta sensación de quedarse en la orilla traduce gráficamente el problema de la
expresión en el arte y vale, no solamente para la literatura, sino para cualquier
manifestación estética. Todo artista lo siente y los testimonios podrían
multiplicarse.

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Dice L. Durrell (Clea): "El lenguaje: ¿En qué consiste la ímproba tarea del escritor,
sino en una lucha por utilizar con la mayor precisión posible un medio expresivo
que reconoce como absolutamente fugitivo e incierto? Una labor ardua y
desesperanzada, no cabe duda, pero no por eso menos válida y menos
compensadora. Pues es la lucha misma, el acto en sí de debatirse frente a un
problema insoluble, el que madura al escritor". Aquí se ha centrado el problema en
la lucha. La tarea consiste en expresarse porque, haciéndolo, se llegará a uno
mismo y a otros, se suscitará la emoción estética. Ante la certeza de que sólo se
lograrán aproximaciones, cobra valor la lucha.

Si el problema de la expresión es común a todas las artes, en el caso de la


literatura se agudiza por una circunstancia: las palabras no son la simple materia
capaz de producir una impresión sensible, como el color, el ritmo o el sonido.
Encierran, además, conceptos y, como tales, se hallan cargados de un significado
intelectual, discursivo, y pueden situarse a una sideral distancia de lo que el artista
ha querido expresar. Toda palabra es una metáfora para expresar una realidad
que siempre es más viva. Cualquiera sabe cuán corta es la expresión cuando el
sentimiento que ella traduce es muy grande. Si se le pide a un enamorado que
traduzca lo que siente, todas las palabras, aún las mejores, le parecerán poco.
Dudará y se perderá, por fin, en un diluvio de metáforas que con seguridad lo
dejarán también insatisfecho.

La palabra tiene un valor en sí y tiene otro en cuanto encierra un concepto. Dice


Azorín: "¿Quién de los que escribimos no siente amor a las palabras? El afán del
escritor es la palabra limpia, concreta, pura, precisa; esa palabra brilla ante
nosotros con el destello de una moneda de oro herida por la luz. Las palabras son
bonitas en sí, son pintorescas, son tangibles, son musicales; con esas palabras,
con ellas solas, se hace poesía. Llego, al decir esto, a la última concesión a que
yo, tradicionalista en lírica, puedo llegar: llego en mi amor a la poesía lírica, en
todos sus aspectos, con todos sus componentes y en sus más lejanas
consecuencias. Con las palabras solas, sin ideas, han hecho y hacen poesía

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delicados poetas" (El escritor, p. 129). Ya estudiamos, a propósito de esto, la
actitud de Mallarmé, Verlaine y los simbolistas, que pretendían componer una
poesía que, desprovista de significado, impresionara musicalmente, hablara a los
sentidos con prescindencia de todo contenido intelectual. De aquí se deduce que,
todo escritor, para ser tal, ha de sentir amor por las palabras. Sin esta cualidad no
podrá expresar lo que siente, tropezará con un obstáculo insalvable: el de no
manejar con la soltura que da la frecuentación amena, el material de que se vale.
Tanto valdría como imaginar a un paisajista que no supiera combinar los colores.

También de aquí se concluye que, si la expresión ideal es una meta casi siempre
inalcanzable, el escritor, el artista, no puede renunciar a esa lucha continua. Ha de
perseguir con tenacidad la mayor justeza entre la vivencia y el medio, entre el
sentimiento y el concepto que lo va a encerrar.

Si la palabra es un duro límite, por su carga conceptual, no debe olvidarse, en


comparación, que ese mismo contenido encierra la mayor posibilidad de
sugerencias. Y ello porque impresiona, no solamente los sentidos, como un color,
una forma, un ritmo, sino también el intelecto. El límite de la mente humana es
imponderable. Lo que a ella le hable, tiene un poder insospechado de sugerencia.
Lo que acuerda una suprema jerarquía dentro de las artes a la literatura es, por lo
tanto, ese peligroso medio expresivo tiránico para el creador, pero extraordinaria
ventana para que la fantasía del lector se pierda a través de sus fronteras. Si en
todo arte el poder de sugerir es imprescindible, particularmente lo es en la
literatura, por la imposibilidad de prever un límite a las asociaciones que la mente
receptiva puede hacer.

Al aclarar Garasa los caracteres distintivos de la obra literaria, subraya como


importante su modo de expresión, que no juega en la literatura el mero papel de
nota discriminatoria, sino que hace a su misma esencia. "El medio expresivo es el
lenguaje; pero éste, tal como lo recibimos, es un bien mostrenco. Sólo las

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diversificaciones y las intencionalidades de su uso permiten limitar sectores y
jerarquías dentro de su ámbito".

Existe el lenguaje filosófico y científico, forjado conforme a las necesidades de


esas disciplinas; existe el estándar, que una colectividad emplea en la
comunicación diaria; la jerga, propia de un ámbito social determinado o de
individuos agrupados por una misma actividad. Y está el lenguaje literario que, sin
confundirse con ellos, aunque tomando a veces sus expresiones o infundiéndoles
su aliento, se eleva por sobre su nivel. El lenguaje es un sistema de signos, el más
importante de todos. Sirve para comunicar a los hombres; pero también es
expresión de quien lo utiliza y sólo puede trasuntar su singularidad por su
intermedio.

El creador literario debe servirse de un instrumento que, simultáneamente, es


usado por la comunidad para todo lo cotidiano. Será inútil que quiera prescindir de
esa circunstancia. La poesía pura no puede desasirse de esa particularidad del
instrumento. De ahí la dificultad que existe para diferenciar el lenguaje oral, común
a una colectividad, y el literario. No cabe duda de que la hay; pero establecerla
con precisión es ya mucho más difícil.
Por otra parte, la formulación de un concepto supone una especie de
cristalización. El literato, dice Garasa, tiene conciencia del empobrecimiento de la
realidad que todo lenguaje fomenta, y procura, mediante diversos recursos,
enmendarlo. "Por eso la palabra en la obra literaria no sólo es seco ademán
indicador, sino entraña palpitante. Además de vehículo, es meta, pues de ello
depende que pueda vislumbrarse lo que queda más allá de sus cristalizaciones.
En la obra literaria, las palabras en sí adquieren jerarquía e independencia y sus
elementos, hasta entonces supeditados al objeto o al concepto designados,
parecen agitarse con impulsos de la vida propia". Y concluye que la expresión no
es algo adicional de la obra literaria sino que ésta es su expresión. La antigua
distinción entre fondo y forma no puede ya admitirse y Croce ha podido decir con
razón que toda obra es "contenido formado y forma llena".

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Garasa destaca la interdependencia entre tres elementos: el fónico o sonoro del
lenguaje, que sirve para romper la rigidez intelectual y abrir una puerta por donde
penetre lo afectivo sensible. El intelectual, que sirve de freno a las seducciones
sonoras que, de prevalecer, harían música de la literatura; y también a los
arrebatos de la afectividad que la llevarían a la anarquía y la incoherencia. Por
último, el afectivo que evita que se consume una especie de coagulación
intelectual e imprime un sentido a lo que parece el gratuito juego de las palabras.

Observan Wellek y Warren que uno de los medios más sencillos para deslindar el
ámbito de la literatura es observar el uso del lenguaje. Éste es el material de la
literatura, como el óleo de la pintura o los sonidos de la música. Pero la literatura,
a diferencia de las demás artes no tiene medio expresivo propio. Habrá, pues, que
distinguir entre lenguaje literario y científico, por un lado; y entre literario y vulgar,
por otro.

a) El lenguaje científico tiende a un sistema de signos, como el de las


matemáticas. Su ideal es el logro de un lenguaje universal. El literario abunda en
ambigüedades; está lleno de arbitrariedades, de categorías irracionales, como el
género gramatical. Recuerdos y asociaciones se mezclan a él, tiene su lado
expresivo, refleja el tono y la actitud del que escribe; quiere influir en la actitud del
lector, persuadirlo, hacerlo cambiar. Además, el signo, su contenido fónico, reviste
una importancia en el lenguaje literario que no tiene en el científico.

b) Más difícil resulta establecer la distinción entre lenguaje literario y corriente.


Éste no es un concepto uniforme, comprende el familiar, el comercial,
administrativo, etc. Además, el elemento expresivo, que en el científico era
desdeñable, aquí tiene su importancia. Persigue sin duda la comunicación, pero
no siempre: un niño puede hablar horas enteras, en un juego consciente, sabiendo
que nadie lo oye.

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La verdadera distinción reside en un elemento cuantitativo. Los recursos del
lenguaje se explotan mucho más conveniente y deliberadamente en el literario que
en el común. La obra de un poeta subjetivo, por ejemplo, revela una personalidad
mucho más coherente y totalizadora que la de cualquier individuo que procura
transmitir a otro lo que siente.

Reconocen que la distinción entre arte y no arte, entre literatura y expresión


lingüística no literaria, es fluctuante. El mejor criterio parece ser el de considerar
literatura sólo a las obras en que predomina la función estética, aunque
eventualmente puedan contener elementos estéticos obras encaminadas a otros
fines.

b) Esencia y función del lenguaje.


Vamos a terminar este primer bloque con algunas ideas respecto de esencia y
función del lenguaje.
Vemos a diario que uno de los sellos de lo postmoderno es el acento puesto en el
relato de los hechos más que en los hechos. Con lo cual, el lenguaje queda puesto
en primer plano. Desde esta perspectiva, el lenguaje siempre es percibido como
comunicación.
El nominalismo en filosofía, el constructivismo pedagógico, la sobredimensión
lingüística con aportes de la sociología y la psicología son manifestaciones que
nos da la ciencia de que en el primer lugar ha sido colocado el hecho lingüístico.
Sin duda, el lenguaje "es" comunicación. La pregunta es si esta función
(comunicar) agota la esencia del lenguaje. Respondo: no.
Cuando el lenguaje es entendido como comunicación, se lo está tomando como
"instrumento de". Creo que es necesario hacer esto, entender el lenguaje como
instrumento, pero insisto en que es instrumento de otras cosas, aparte de la
comunicación. Por ejemplo, es instrumento de la participación cultural. "La forma
en que se expresa el hombre medio de una sociedad da la medida de la cultura de
su país", dice la lingüista argentina Berta Vidal de Battini.

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Somos una comunidad porque un idioma (idios: propio) común nos hace parte de
ella y nos da parte en sus bienes culturales. Dice Angel Rosenblat: "El idioma no
es sólo el molde de la cultura, sino además su producto". Se ha insistido mucho en
ese esquema pobre del emisor, el receptor y el mensaje, cuando se podría usar el
mismo tiempo en hacer pensar que somos una nación porque, entre otras cosas,
compartimos un lenguaje que es vehículo de nuestra cultura. Una identidad
nacional y también personal quedan selladas por el lenguaje. Soy este hombre
que soy hablando este idioma que involucra todo un modo de mirar la realidad
física y la metafísica. No sería este mismo hombre si hubiera aprendido como
lengua materna el griego, el hebreo o el alemán.
El relativismo de la verdad en que vivimos nos hace pensar y decir que ninguna
realidad corresponde al lenguaje, que este último no es más que un juego de
metáforas cuyo uso regular y permanente por parte de una comunidad termina
produciendo efectos de verdad, que lo verdadero es el resultado de la libre
discusión.
En esta postura, el lenguaje es más creación que hallazgo, y en este sentido "la
verdad es una propiedad de entidades lingüísticas, de frases", porque los seres
humanos, al fabricar los lenguajes en los que forman las frases, fabrican
verdades", dice el pragmatista norteamericano Richard Rorty. Volvemos aquí al
tema de los trascendentales, al del sujeto - objeto, al de la objetividad. Y a la frase
inicial acerca de "el relato de los hechos". Siguiendo con el pensamiento de Rorty,
lo único verdadero es lo que este grupo, mi grupo, el que fue modelando su
lenguaje, o acostumbrándose al mismo y a sus valores, considera provisoriamente
como tal.
La lengua es un fenómeno particular, pero el lenguaje es un fenómeno humano y
nadie puede expresar su ser más íntimo sin pasar por esta mediación que
universaliza.
Dice Sábato: "El idioma es la sangre del espíritu. Considero al idioma como una
expresión profunda y sutil de la personalidad nacional" (La encrucijada nacional)
Dice Heidegger que el lenguaje es la "morada del ser". Creo que podemos
encontrar mucha más riqueza en esta frase que en el esquema de la

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comunicación. Al fin de cuentas, el lenguaje puede ser comunicación porque antes
"es". Y eso que "es" antes, es revelación.
El lenguaje es revelador de lo que la cosa es. La realidad hace epifanía en el
lenguaje. La relación realidad - lenguaje es muy estrecha y misteriosa. Dice
Wittgenstein (Tractatus logico-philosophicus) que el lenguaje es la representación
o mapa de la realidad, de modo que "los límites de mi lenguaje significan los
límites de mi mundo". Lo que está fuera de esa realidad no puede ser expresado,
y "sobre aquello de que no puede hablarse, es mejor callar".
El hombre hace epifanía de un modo peculiar en el lenguaje, porque sólo él lo
posee entre las criaturas, porque Dios se le revela en lenguaje (Jesús es el verbo
de Dios), y porque él puede decir en su lenguaje la creación toda.
Dice sobre el lenguaje Diane Glancy, poetisa estadounidense: "La creación
alcanzó la existencia cuando Dios habló. Uno construye un mundo con lo que dice.
Las palabras, cuando las digo o las escribo, forman un camino por el cual transito".
Aristóteles definía al hombre como el animal que habla. Y, ¿puedo pensar sin
lenguaje? Quiero decir que en la tradicional definición del "animal racional" está
involucrado el lenguaje. Dice en la Metafísica: "Al hablar pretendemos decir qué
son las cosas; en consecuencia, debemos atender más a su modo de ser que a
nuestro modo de hablar".
Dice Lugones en Didáctica: "La posesión del idioma es esencial en la constitución
de la patria. La uniformidad del idioma expresa la solidaridad espiritual de la
patria". "La entidad patria compuesta por el hombre de cuerpo y de espíritu,
denomina estos dos elementos imprescindibles: territorio e idioma. Uno de los dos
que falte, ocasiona su desaparición".
Félix Duque, filósofo catedrático de la Universidad Autónoma de Madrid dice en
"Del dolor en la era técnica" (Criterio, número 2205/6, octubre 97) "el habla es la
acción suprema, ya que en ella viene a relucir no sólo el sentido de todas las
acciones (vale decir, su entramado o interconexión) sino también la huella o
impronta de lo que a esas acciones les faltó para encarnarse en puridad, de
propio: son faltas que transparecen así de soslayo en el lenguaje mismo como lo
indecible. En una palabra, lo indecible sólo se muestra en el decir mismo, como

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una carencia o muñón que colorea al lenguaje de carga emotiva. Si esto es así,
preciso será entonces confesar que hablar del dolor y dolerse del habla son una y
la misma cosa, la cual engloba y da sentido - en lugar de anular - al mero dolor -
sentido, primario y aun primitivo". Luego agrega: "decía Hegel: 'El dolor es el
privilegio del ser viviente'. Naturalmente que los demás animales sienten y
padecen: pero no saben que ése es su dolor, y por ende no lo dicen: el lenguaje
es consecuencia primera de la interiorización del dolor". Más adelante: "Pues bien,
el habla es más alta que la vida. Aun la 'vida del espíritu', como Hegel sabía es
irrenunciablemente animal (esto es: se halla fundida y confundida con el resto de
la naturaleza, como si de un oleaje se tratase). El habla, en cambio, nacida de la
separación violenta de lo natural, nacida pues del dolor, devuelve pues su
espasmo más transido de generalidad, elevado a comunidad de dolientes. El
habla, dolor de segundo grado, a la segunda potencia, no sólo acompaña en el
sentimiento sino que acompaña el sentimiento. El habla otorga consuelo y lenitivo,
estableciendo por así decir el primer placer puramente humano, desligado del
animal y tendiente a lo divino (o sea, a lo separado de la naturaleza y que otorga
a ésta peso, medida y origen). Es el extraño placer de la compañía en la aflicción,
hablando, recogiendo lo que los demás dicen de su propio dolor, o del que ellos
con otros compartieron. La alegría, la pura alegría va surgiendo así lentamente del
hontanar de la tristeza. Según esto, habría tres modos de ser hombre:
comportarse ante el dolor, hablar a otros de mi dolor, hablar en fin de lo que los
demás hombres dicen respecto del dolor, sentido o compartido".
Von Balthasar, en su Epílogo dice del lenguaje: "La forma fenoménica de un ser es
el modo en el cual este se expresa, una especie de lengua sin sonido pero no
inarticulada, donde las cosas se expresan no solamente a sí mismas, sino también
siempre a lo real universal que (como "non subsistens") remite a lo real
subsistente", p. 29.
Una etimología que puede servirnos para entender más este tema tan abstracto:
logos viene de "legein": recoger, p. 31.
"Por otro lado, el mostrarse y el darse deben ser también prehumanamente formas
ya iniciales del decir, lo cual es pensable únicamente si (como Pieper ha sostenido

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desde siempre) las cosas mismas son "palabras" expresadas por un intelecto
infinito (teológicamente hablando: seres creados en el verbo eterno), seres que
pueden expresarse perfectamente sólo en el hombre provisto de palabra, donde
convergen también la epifanía y la autoentrega de los mismos como elementos de
la lengua en que ellos se transforman", p. 41.
"Pero si nosotros a esa luz pensamos, también hablamos ("omne intelligere in
nobis est dicere"). El medium de nuestro pensamiento y juicio humanos es la
lengua". "Todo el poder de pensar se funda sobre la lengua": Hamann, p. 42.
El ex presidente checo, Václav Havel, dice respecto del lenguaje vinculándolo con
el poder: "Ese poder impersonal encuentra su manifestación más perfecta en los
sistemas totalitarios. Y aunque la despersonificación del poder y la colonización de
la conciencia y por ella de la lengua humana - según Belohradský - va
desarrollando con éxito las tradiciones extraeuropeas de la concepción
"cosmológica" del imperio (identificando el imperio - como único centro verdadero
del mundo - con el orbe entero, y concibiendo al hombre como su propiedad
incondicional), ello no significa que el poder moderno impersonal, tal como ha sido
demostrado de un modo extremo por esos sistemas, sea algo que no pertenezca a
Europa". Es interesante rescatar en el párrafo cerrado y complejo la relación que
establece entre colonización de la conciencia humana y colonización de la lengua.
Como si otorgara a la segunda el papel de espejo de la primera.
Leeremos juntos una novela cuyo tema es el lenguaje. Me refiero a La ciudad de
cristal de Paul Auster. Toda la obra es una reflexión acerca del lenguaje inscripta
en la búsqueda de la identidad. Creo yo que el lenguaje es la clave, la cifra, el
código de la identidad humana. En este sentido, la novela de Auster no tiene dos
temas sino uno : el lenguaje - identidad. Voy a hacer muy pocas citas, para no
extender el tema y porque ustedes ya leyeron el texto. Es muy importante el cap.
2, en el que Peter Stillman habla. También el juego God - dog. La relación lenguaje
- Dios : "Quería saber si Dios tenía lenguaje" p. 27. El no poder crecer por no
poder hablar. La torre de Babel. El valor y significado del lenguaje : "En aquel
estado de inocencia, su lengua había ido derecha al corazón del mundo. Sus
palabras no habían sido simplemente añadidas a las cosas que veía, sino que

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revelaban su esencia, literalmente les daban vida. Una cosa y su nombre eran
intercambiables. Después de la caída, esto ya no era cierto. Los nombres se
separaron de las cosas ; las palabras degeneraron en una colección de signos
arbitrarios; el lenguaje quedó apartado de Dios. La historia del Edén, por lo tanto,
no sólo narra la caída del hombre, sino la caída del lenguaje", p. 51.
Ver en el cap. 9 la relación entre el sentido de finalidad y el lenguaje; las cosas
enteras y el caos; lo que se oculta y lo que se revela; Humty Dumpty, la salvación,
el profeta, el Génesis.
Ver también que todo el tema de la identidad se hace expresión en el nombre y
con esto volvemos al lenguaje.
Dice Piglia, R., Criterio, año LXXII, p. 621: “Otra tarea que probablemente tienen
los intelectuales es el debate sobre el lenguaje. Hoy es un elemento
importantísimo de la discusión social: el lenguaje está siendo sometido a un
tratamiento terrible de jergas y de pérdida de significación verdadera. De alguna
manera, los escritores tenemos quizás allí un campo, en el sentido de proponer un
lenguaje que se contraponga al estándar, al estabilizado y realizar una crítica de
los usos. Pienso que deberíamos hacer crítica estilística del discurso de políticos y
periodistas; y que sería muy útil para establecer una distinción respecto de cómo
se pueden discutir cuestiones que no son sólo temas sino también formas de
decir”.
Dice Czeslaw Milosz: "El lenguaje es la única patria".
Y José Hernández, en el Martín Fierro, nuestro "libro insigne" al decir de Borges :
"Pues que de todos los bienes,
en mi inorancia lo infiero,
que le dio al hombre altanero
Su Divina Majestá
la palabra es el primero,
el segundo es la amistá".
(Versos 2019-2024, II parte. Estos versos están en boca del Hijo Mayor.)
En estos tiempos en que tanto se habla de Babel para simbolizar al lenguaje,
quizá resulte ilustrativa la imagen contrapuesta, la de Pentecostés. No se trata de

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que no nos entendemos hablando la misma lengua, porque ésta se nos ha
"confundido" (Génesis 11, 1-9), sino de que todos escuchamos el mismo mensaje
en la lengua de cada uno.

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Addenda
1- Paul Ricoeur, Del texto a la acción. Ensayos de hermenéutica II, Buenos Aires,
Fondo de Cultura Económica, 2001.

“El lenguaje se celebra a sí mismo en el juego del sonido y del sentido”.

“La intención del autor, ausente de su texto, se ha convertido en sí misma en un


problema hermenéutico. En cuanto a la otra subjetividad, la del lector, es al mismo
tiempo el fruto de la lectura y el don de texto, y portadora de las expectativas con
las que ese lector aborda y recibe el texto.... Comprenderse es comprenderse ante
el texto y recibir de él las condiciones de un sí mismo distinto del yo que se pone a
leer. Ninguna de las dos subjetividades, ni la del autor, ni la del lector, tiene pues
prioridad en el sentido de una presencia originaria de uno ante sí mismo” (p. 33).
“liberación de la supremacía de la subjetividad...” (p. 33)

“No hay autocomprensión que no esté mediatizada por signos, símbolos y textos;
la autocomprensión coincide en última instancia con la interpretación aplicada a
estos términos mediadores”.

..... “Mediación a través de los signos: se afirma así la condición originariamente


lingüística de toda experiencia humana. La percepción se dice, el deseo se dice.
Hegel... Freud dedujo de ello otra consecuencia: que no hay experiencia
emocional, por oculta, disimulada o distorsionada que sea, que no pueda ser
expuesta a la claridad del lenguaje y para revelar su sentido propio favoreciendo el
acceso del deseo a la esfera del lenguaje. El psicoanálisis, como talk-cure, sólo se
basa en esta hipótesis de la proximidad primordial entre el deseo y la palabra. Y
como la palabra se escucha antes de ser pronunciada, el camino más corto entre
mí y yo mismo es la palabra del otro, que me hace recorrer el espacio abierto de
los signos.

“La intención del autor, ausente de su texto, se ha convertido en sí misma en un


problema hermenéutico. En cuanto a la otra subjetividad, la del lector, es al mismo
tiempo el fruto de la lectura y el don del texto, y portadora de las expectativas con

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las que ese lector aborda y recibe el texto”

“comprenderse es comprenderse ante el texto y recibir de él las condiciones de un


sí mismo distinto del yo que se pone a leer...”

“Quisiera considerar una cuarta y última dimensión de la noción de texto: mostrar


que el texto es la mediación por la cual nos comprendemos a nosotros mismos.
Este cuarto tema marca la entrada en escena de la subjetividad del lector. El lector
prolonga este carácter fundamental de todo discurso de estar dirigido a alguien.”
(p. 108).

“Contrariamente a la tradición del cogito y a la pretensión del sujeto de conocerse


a sí mismo por intuición inmediata, hay que decir que sólo nos comprendemos
mediante el gran rodeo de los signos de la humanidad depositados en las obras
culturales....” (p. 109).

“Pero, sobre todo, la apropiación tiene frente a sí lo que Gadamer llama la cosa
del texto y que yo llamo aquí el mundo de la obra. Lo que finalmente me apropio
es una proposición de mundo, que no está detrás del texto, como si fuera una
intención oculta, sino delante de él, como lo que la obra desarrolla, descubre,
revela. A partir de esto, comprender es comprenderse ante el texto. No imponer
al texto la propia capacidad finita de comprender, sino exponerse al texto y recibir
de él un yo más vasto, que sería la proposición de existencia que responde de la
manera más apropiada a la proposición de mundo. La comprensiones, entonces,
todo lo contrario de una constitución cuya clave estaría en posesión del sujeto.
Con respecto a esto sería más justo decir que el yo es constituido por la cosa del
texto” (p. 109).

.... “Partamos una vez más de la lectura. Decíamos que se nos ofrecen dos
maneras de leer. Mediante la lectura podemos prolongar y acentuar la suspensión
que afecta a la referencia del texto y llevarla hasta el entorno de un mundo y al
público de los sujetos hablantes: es la actitud explicativa. Pero podemos también
levar esta suspensión y acabar el texto como habla real. Esta segunda actitud es

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el verdadero destino de la lectura, puesto que revela la verdadera naturaleza de la
suspensión que afecta al movimiento del texto hacia el significado. La otra lectura
no sería incluso posible, si en primer lugar no resultara evidente que el texto, como
escritura, espera y reclama una lectura. La lectura es posible porque el texto no
está cerrado en sí mismo, sino abierto hacia otra cosa; leer es, en toda hipótesis
articular un discurso nuevo al discurso del texto. Esta articulación de un discurso
con un discurso denuncia, en la constitución misma del texto, una capacidad
original de continuación, que es su carácter abierto. La interpretación es el
cumplimiento concreto de esta articulación y de esta continuación”.

“Por apropiación entiendo lo siguiente: la interpretación de un texto se acaba en la


interpretación de sí de un sujeto que desde entonces se comprende mejor, se
comprende de otra manera o, incluso, comienza a comprenderse. Este
acabamiento de la inteligencia del texto en una inteligencia de sí mismo
caracteriza la especie de filosofía reflexiva que he llamado, en diversas ocasiones,
reflexión concreta. Hermenéutica y filosofía reflexiva son aquí correlativas y
recíprocas. Por un lado, la autocomprensión misma pasa por el rodeo de la
comprensión de los signos de cultura en los cuales el yo se documenta y se
forma; por el otro, la comprensión del texto no es un fin para sí misma, sino que
mediatiza la relación consigo mismo de un sujeto que no encuentra en el
cortocircuito de la reflexión inmediata el sentido de su propia vida. Así, es
necesario decir con igual fuerza que la reflexión no es nada sin la mediación de los
signos y de las obras, y que la explicación no es nada si no se incorpora como
intermediaria en el proceso de la autocomprensión mismo. En síntesis, en la
reflexión hermenéutica –o en la hermenéutica reflexiva- la constitución del sí
mismo y la del sentido son contemporáneas. .... la interpretación acerca, iguala,
convierte en contemporáneo y semejante, lo cual es verdaderamente hacer propio
lo que en principio era extraño”.

2- Salinas, Pedro, Defensa del lenguaje, Madrid, Espasa-Calpe, 1991.

p. 15 La palabra es luz, sí. Luz que alguien en el aire oscuro lleva.

15
p.17 Entiendo que enseñar literatura es otra cosa que exponer la sucesión
histórica y las circunstancias exteriores de las obras literarias: enseñar literatura
ha sido siempre, para mí, buscar en las palabras de un autor la palpitación
psíquica que me las entrega encendidas a través de los siglos: el espíritu de su
letra.

p.18 En todo caso, mis títulos no son de sabio, son de enamorado.

p. 20 al nombrar...convierte lo nebuloso en claro, lo indeciso en concreto. ... Lo


cual significa que el lenguaje es el primero, y yo diría que el último modo que se le
da al hombre de tomar posesión de la realidad, de adueñarse del mundo

pp.22-25: El hombre se posee en la medida en que posee su lengua (ver


fotocopia).

p.25 Debo confesar que numerosas veces, hablando, o con un amigo o en mi


cátedra, conforme modulaba las palabras y las echaba al aire, veía yo mismo mi
pensamiento pasar de una especie de pre-conciencia, de estado pre-existente en
que aún no había revestido forma satisfactoria, a un estado de plena existencia, y
lo que yo quise decir se alojaba, cabalmente, en las palabras emitidas.

p.26 Porque el lenguaje es un leve puente de sonidos que el hombre echa por el
aire para pasar de su orilla de individuo irreductible a la otra orilla del semejante,
para transitar de su soledad a la compañía... “Sólo su mundo expresivo,
confirmado en la comunidad con los demás, lleva al hombre a una verdadera
certidumbre de su propio ser”, dice Stenzel.

p.27 Según Hinks, esta concepción de la vida mental como diálogo sirvió de
fundamento a la representación de la musa. Poeta y musa no sería, conforme a
eso, sino el hombre en habla con su alma, el diálogo interior.

p.28 “¿Hay algún instrumento más eficaz que la lengua para asegurar la existencia
del grupo?”, escribe Vendryes.

16
p.29 Hay una poderosa corriente de filología moderna que acentúa tan
exclusivamente lo social del lenguaje, que no ve en el hablar otra cosa que un
fenómeno social.

Y Karl Vossler registra el hecho de que cuando a los hombres se les despoja de su
tierra, encuentran como un nuevo hogar en su lengua madre, que está a todas
horas y en todas partes presente en sus sentidos, y por eso puede volver a
convertirse en algo concreto, en algo con morada terrenal.

p.33 Ya el lenguaje hablado me enlaza a mí con todos los que usaron para
sentirse vivir las mismas palabras que empleo. Y me unirá con los que den al aire
su alegría o su pena con los mismos sones con que las he dado yo. Pero es
insuficiente hablar para que el hombre viva sobre su tiempo. La lengua escrita es
la que nos tiende la mejor magia para superar lo temporal.

p.35 Los poetas son los que usan el lenguaje en su máxima altura, y para su fin de
mayor alcance... Stenzel, en su Filosofía del lenguaje, dice...Antes de que viniera
el poeta con su obra, nadie sabía de lo que una lengua era capaz, es decir, lo que
era cabalmente.

p.37 Maravilla ver cómo el pensar del hombre, en su fondo actividad simbólica,
salta sobre los siglos, alado, ligerísimo e invulnerable sobre tan tenue apoyo
material.

p.45 El hombre ha hecho el lenguaje. Pero luego el lenguaje, con su monumental


conjunto de símbolos, contribuye a hacer al hombre, se le impone, desde que
nace...El lenguaje es el señorío de una realidad espiritual de símbolos, forjada
durante siglos, sobre la anarquía individual.

p.70 Persona que habla a medias, piensa a medias, a medias existe.

3- Recomiendo leer La isla de Piglia.

17
2. Lo bello; los trascendentales

1. LOS TRASCENDENTALES: LA BELLEZA, EL BIEN Y LA VERDAD.


Este es un tema propio de la Filosofía. Queda incluido en esta materia por
preocupación explícita de la cátedra de vincular a los alumnos al planteo de la
belleza. Se propone acercarles el pensamiento de un teólogo contemporáneo,
Hans Urs von Baltasar acerca de ella.

Ubicación del pensamiento.


-El pensamiento cosmológico: naturaleza e historia.
–El pensamiento antropológico: libertad e intimidad del hombre.
–La vía metafísica: la verdad en el misterio ontológico del ser.
Ni un realismo ingenuo ni un estructuralismo constructivista radical.

La luz del ser.


Fundamento:
-Distinción esse-esencia.
-La analogía del ser.
-Los trascendentales y el carácter misterioso del ser. La luz del ser.
-La apertura del ser y las preguntas fundamentales.

Los trascendentales.
La belleza.
-Fenómeno originario primordial:simultaneidad........cuerpo....alma
figura....fondo
sujeto....objeto

-La belleza como primera palabra


-Texto de La esencia de la verdad, pp. 250-252:
“En realidad, la belleza no es otra cosa que el inmediato destacarse de lo
infundamentado del fundamento a partir de todo lo fundamentado. Es el misterioso

18
trasfondo del ser que se transparenta en la apariencia. Según esto, es ante todo la
inmediata revelación de lo que excede, indomable, a la revelación en todo lo
revelado del eterno cada-vez-más que hay en la esencia misma del ente. No es
sólo la simple adecuación entre esencia y apariencia lo que provoca el agrado
estético; es la confirmación totalmente incomprensible de que la esencia aparece
realmente en la apariencia (la que sin embargo no es esencial), y que aparece
como un ser que es siempre más que él mismo, y que por lo tanto jamás puede
aparecer en forma definitiva. Pero, precisamente, este no aparecer aparece.
Precisamente este eterno comparativo se expresa en forma positiva.
Y en el fondo aparece, por cierto, en su especial propiedad, como algo
infundamentado que se fundamenta a sí mismo. En este aparecer está el
desinterés de toda belleza. Ella es el puro resplandecer de lo verdadero y de lo
bueno, en virtud de sí mismo; es lo que descansa en sí mismo y lo fluyente de la
comunicación, es una flotante e indescriptible alegría que participa en la
infundada alegría del destello del ser, destello que se fundamenta a sí mismo. Por
eso hay también belleza en una total falta de envidia de la renuncia de sí: ella
resplandece sobre todos quienes la contemplan así como el sol resplandece sobre
una comarca; la participación no la perjudica, no la divide en partes. Puede
introducirse en todos los aspectos y elementos singulares, hasta en aquellos que
parecen oponerse, sin que le falte interiormente ninguna singularización. Así, una
que otra vez puede parecer que ella consiste en la medida, en la proporción, en la
figura limitada, que la imagen, en tanto apariencia de la esencia, es su verdadero
terruño. Pero en un santiamén puede resurgir también la impresión de que está
esencialmente en el movimiento, en el ritmo de la comunicación misma o en el
eterno movimiento de la nostalgia que trasciende a todas las imágenes y figuras
finitas. Una vez puede mostrarse como lo más formal, otra vez como lo más
carente de forma; pero ambos modos de aparecer(se los puede llamar el clásico y
el romántico, el lineal y el plástico, el apolíneo y el dionisíaco) no son sino
revelaciones del mismo misterio fundamental de la belleza. Esta vive tan
íntimamente en el misterio del ser, que puede decidirse a la más completa entrega
de lo misterioso sabiendo muy bien que seguirá siendo entrega de lo misterioso.

19
Así la belleza, en su carácter de entregada, es lo puramente indefenso, y sin
embargo nadie está más amparado por sí mismo que la belleza. La belleza
pregona en todas partes el misterio del ser, pero sólo lo puede entender quien
tenga en su alma el sentido de comprenderlo. Así, ella arriesga todo y, sin
embargo, no arriesga nada. Siempre se la aprehende como apariencia, ella se
recoge en la esencia, donde vive indestructible como la esencial belleza del ser.
Verdad, bondad y belleza son hasta tal punto propiedades trascendentes del ser,
que sólo se las puede comprender como implicadas y confundidas mutuamente:
en su comunidad pueblan la inagotable y desbordante opulencia del ser”.

La bondad.
-La parábola teatral: el teatro como instinto originario en el hombre ( el teatro como
rayo iluminador sobre la confusión de la realidad).
-El hombre como “actor”: la máscara que vela y desvela en la dramaticidad de la
obra, y a través de la cual pretende llegar a la claridad consigo mismo, incluso
dejando que una voz de arriba le salga al encuentro (inspiración). La importancia
del “papel” y del ensayo.
-El actor es.....”el que no se pertenece a sí mismo”
“el que no se encuentra más que si se pierde”
-Dramaticidad inmanente al misterio luminoso del ser: el hombre es esencialmente
dramático, debe asumir su libertad finita en la acción (entendido como actuar). El
carácter de la existencia sólo se capta en la representación de un drama:
buscamos o huimos, nos ponemos en serio frente a la existencia o la tomamos
como un juego, ella se nos presenta como quien nos transfigura o como quien nos
aniquila, absurda o secreta profundidad escondida.
-La Dramática entre la Estética y la Lógica: percepción de la forma que arrebata
por su belleza (estética), y que provoca un encuentro dialogal, si no se quiere
pasar de largo con un gesto mudo (dramática). No es sólo el hecho de mirar, es
acción en y para el mundo, que además pide comprensión y puesta en palabras
(lógica).

20
-El drama del teatro del mundo radica en su ambigüedad: ¿es la existencia un
BIEN, puro regalo y gracia? ¿O en realidad la mezcla de mal que en ella
constatamos la transforma en un sin sentido?

La verdad.
-Un preconcepto de verdad: tres puntos para intentar una descripción:
1-la verdad como aletheia: en una primera descripción, la verdad puede ser
designada como el estado de develado, de descubierto, de abierto, de no oculto
del ser.
Este no estar oculto significa dos cosas:
.que el ser aparece
.que el ser aparece
El estado de desvelamiento:
.designa una propiedad absoluta, inherente al ser en cuanto tal
.incluye una segunda propiedad relativa, ya que plantea de inmediato la pregunta:
¿a quién se devela el ser?
2-la verdad como emeth: si el ser tuviera sólo el poder de estar desvelado y no lo
tuviera también para una conciencia, no estaría en realidad desvelado sino
encerrado y oculto en sí mismo. Este alguien para quien está desvelado, y que lo
conoce en su desvelamiento, es el sujeto.
Si el ser se abre realmente en su fenómeno y puede manifestarse en su estado
mismo de abierto, entonces:
-se desvanece la sospecha de un mero aparecer, de una ilusión, de un engaño
-y surge la certidumbre que refleja en sí la firmeza, la validez, la autenticidad del
ser en la conciencia. La verdad es por lo tanto, en su segunda propiedad, emeth,
es decir, fidelidad, constancia, autenticidad.
-donde hay emeth puede confiarse y entregarse. La autenticidad de la evidencia
lograda implica de modo inmediato la promesa de una verdad más amplia: es una
puerta de entrada.
3- Si la verdad es aletheia y emeth ella vive por tanto en la INDISOLUBLE
POLARIDAD ENTRE SUJETO Y OBJETO.

21
-de esta doble implicación de relación entre sujeto y objeto se deduce la duplicidad
fundamental de la verdad en general, a saber:
-en la proporción establecida entre sujeto y objeto la medida decisiva está en el
objeto (justicia)
-pero lejos de ser un mero aparato receptor, el sujeto incluye libertad,
autodeterminación y elaboración creadora de lo externo (amor)
-así, el objeto encuentra su sentido pleno en este sujeto que lleva en sí la medida
del objeto.
Es por esto que el CONOCIMIENTO HUMANO es siempre ambas cosas:
RECEPTIVO Y ESPONTANEO
MEDIDO Y MEDIDOR
JUSTICIA Y AMOR
-En el fluctuante punto medio, y en el equilibrio entre estas dos funciones de la
razón, la recepción y conformidad que se otorgan y el pronunciamiento de un
juicio, se mueve la verdad. Esta polaridad adquiere su forma más aguda en la
tensión entre la actitud contemplativa del sujeto ante el objeto (verdad como
theoria), y la actitud espontánea, creadora y dadora de medida, del sujeto ante el
objeto (verdad como poiesis).

La experiencia originaria y el fundamento filosófico.


-Balthasar define como experiencia originaria a la “identidad arquetípica
primordial” que se da entre la madre y el niño que lleva en su seno.
-Todo el acceso a los trascendentales del ser depende de la integridad de esta
primera experiencia, y ella aparece como un ejemplo primordial de la apertura
originaria a la luz del ser: “El hombre no existe más que en un diálogo con su
prójimo. El niño es evocado a la conciencia de sí mismo, por el amor, por la
sonrisa de la madre. El horizonte del ser infinito se abre para este niño, en este
encuentro, revelándole cuatro cosas:
1- que él es uno en el amor con su madre, al tiempo que no es la madre
2- que este amor es bueno y por tanto el ser es bueno
3- que este amor es verdadero y por consiguiente el ser es verdadero

22
4- que este amor provoca alegría y gozo, y por tanto todo ser es bello”

-En esta experiencia originaria se da el primer despertar de la conciencia, ella es


precisamente eso. Y este despertar no es automático, sino el resultado de un
llamado de afuera, de la madre, que hace al niño emerger a sí mismo, tomar
conciencia de sí mismo, para luego, en la reflexión sobre sí, adquirir esa apertura
a la totalidad del ser, como bueno, verdadero, uno y bello.
Etimología de “misterio”: secreto. Proviene de “yo cierro”

23
Juan. BELLEZA
El misterio de la realidad y los trascendentales

Este es el tema central de la filosofía cristiana. Queda incluido en esta materia por
preocupación explícita de la cátedra de vincular a los alumnos al planteo de los
trascendentales, en especial de la belleza como propiedad de todo lo que es
realmente real. Para ello, la cátedra quisiera presentarles el pensamiento de un
teólogo contemporáneo: Hans Urs von Balthasar.

Ubicación de su pensamiento.
-El pensamiento cosmológico: naturaleza e historia.
–El pensamiento antropológico: libertad e intimidad del hombre.
–La vía metafísica del amor: el misterio de la realidad como imago trinitatis.
- analogía entre univocidad y contradicción dialéctica

La experiencia originaria y el fundamento filosófico.


-Balthasar define como experiencia originaria a la “identidad arquetípica
primordial” que se da entre la madre y el niño que lleva en su seno.
-Todo el acceso al ser y a sus trascendentales depende de la integridad de esta
primera experiencia, y ella aparece como un ejemplo primordial de la apertura
originaria a la luz del ser: “El hombre no existe más que en un diálogo con su
prójimo. El niño es evocado a la conciencia de sí mismo, por el amor, por la
sonrisa de la madre. El horizonte del ser infinito se abre para este niño, en este
encuentro, revelándole cuatro cosas:
5- que él es uno en el amor con su madre, al tiempo que no es la madre
6- que este amor es bueno y por tanto el ser es bueno
7- que este amor es verdadero y por consiguiente el ser es verdadero
8- que este amor provoca alegría y gozo, y por tanto todo ser es bello”

-En esta experiencia originaria se da el primer despertar de la conciencia, ella es


precisamente eso. Y este despertar no es automático, sino el resultado de un

24
llamado de afuera, de la madre, que hace al niño emerger a sí mismo, tomar
conciencia de sí mismo, para luego, en la reflexión sobre sí, adquirir esa apertura
a la totalidad del ser, como bueno, verdadero, uno y bello.

-Los trascendentales como epifanías

-Fecundidad como fuerza íntima de lo real.

La belleza: mostrar-se luminoso.


-Fenómeno originario primordial:
simultaneidad de cuerpo y alma, figura y fondo, sujeto y objeto
-La belleza como primera palabra
-Texto de La esencia de la verdad, pp. 250-252:
“En realidad, la belleza no es otra cosa que el inmediato destacarse de lo
infundamentado del fundamento a partir de todo lo fundamentado. Es el misterioso
trasfondo del ser que se transparenta en la apariencia. Según esto, es ante todo la
inmediata revelación de lo que excede, indomable, a la revelación en todo lo
revelado del eterno cada-vez-más que hay en la esencia misma del ente. No es
sólo la simple adecuación entre esencia y apariencia lo que provoca el agrado
estético; es la confirmación totalmente incomprensible de que la esencia aparece
realmente en la apariencia (la que sin embargo no es esencial), y que aparece
como un ser que es siempre más que él mismo, y que por lo tanto jamás puede
aparecer en forma definitiva. Pero, precisamente, este no aparecer aparece.
Precisamente este eterno comparativo se expresa en forma positiva.
Y en el fondo aparece, por cierto, en su especial propiedad, como algo
infundamentado que se fundamenta a sí mismo. En este aparecer está el
desinterés de toda belleza. Ella es el puro resplandecer de lo verdadero y de lo
bueno, en virtud de sí mismo; es lo que descansa en sí mismo y lo fluyente de la
comunicación, es una flotante e indescriptible alegría que participa en la
infundada alegría del destello del ser, destello que se fundamenta a sí mismo. Por
eso hay también belleza en una total falta de envidia de la renuncia de sí: ella

25
resplandece sobre todos quienes la contemplan así como el sol resplandece sobre
una comarca; la participación no la perjudica, no la divide en partes. Puede
introducirse en todos los aspectos y elementos singulares, hasta en aquellos que
parecen oponerse, sin que le falte interiormente ninguna singularización. Así, una
que otra vez puede parecer que ella consiste en la medida, en la proporción, en la
figura limitada, que la imagen, en tanto apariencia de la esencia, es su verdadero
terruño. Pero en un santiamén puede resurgir también la impresión de que está
esencialmente en el movimiento, en el ritmo de la comunicación misma o en el
eterno movimiento de la nostalgia que trasciende a todas las imágenes y figuras
finitas. Una vez puede mostrarse como lo más formal, otra vez como lo más
carente de forma; pero ambos modos de aparecer(se los puede llamar el clásico y
el romántico, el lineal y el plástico, el apolíneo y el dionisíaco) no son sino
revelaciones del mismo misterio fundamental de la belleza. Esta vive tan
íntimamente en el misterio del ser, que puede decidirse a la más completa entrega
de lo misterioso sabiendo muy bien que seguirá siendo entrega de lo misterioso.
Así la belleza, en su carácter de entregada, es lo puramente indefenso, y sin
embargo nadie está más amparado por sí mismo que la belleza. La belleza
pregona en todas partes el misterio del ser, pero sólo lo puede entender quien
tenga en su alma el sentido de comprenderlo. Así, ella arriesga todo y, sin
embargo, no arriesga nada. Siempre se la aprehende como apariencia, ella se
recoge en la esencia, donde vive indestructible como la esencial belleza del ser….
Verdad, bondad y belleza son hasta tal punto propiedades trascendentes del ser,
que sólo se las puede comprender como implicadas y confundidas mutuamente:
en su comunidad pueblan la inagotable y desbordante opulencia del ser”.

La bondad: donar-se gratuito.


-La parábola teatral: el teatro como instinto originario en el hombre (el teatro como
rayo iluminador sobre la confusión de la realidad).
-El hombre como “actor”: la máscara que vela y desvela en la dramaticidad de la
obra, y a través de la cual pretende llegar a la claridad consigo mismo, incluso

26
dejando que una voz de arriba le salga al encuentro (inspiración). La importancia
del “papel” y del ensayo.
-El actor es.....”el que no se pertenece a sí mismo”
“el que no se encuentra más que si se pierde”
-Dramaticidad inmanente al misterio luminoso del ser: el hombre es esencialmente
dramático, debe asumir su libertad finita en la acción (entendido como actuar). El
carácter de la existencia sólo se capta en la representación de un drama:
buscamos o huimos, nos ponemos en serio frente a la existencia o la tomamos
como un juego, ella se nos presenta como quien nos transfigura o como quien nos
aniquila, absurda o secreta profundidad escondida.
-La Dramática entre la Estética y la Lógica: percepción de la forma que arrebata
por su belleza (estética), y que provoca un encuentro dialogal, si no se quiere
pasar de largo con un gesto mudo (dramática). No es sólo el hecho de mirar, es
acción en y para el mundo, que además pide comprensión y puesta en palabras
(lógica).
-El drama del teatro del mundo radica en su ambigüedad: ¿es la existencia un
BIEN, puro regalo y gracia? ¿O en realidad la mezcla de mal que en ella
constatamos la transforma en un sin sentido?

La verdad: decir-se auténtico.


-Un preconcepto de verdad: tres puntos para intentar una descripción:
1-la verdad como aletheia: en una primera descripción, la verdad puede ser
designada como el estado de develado, de descubierto, de abierto, de no oculto
del ser.
Este no estar oculto significa dos cosas:
.que el ser aparece // .que el ser aparece
El estado de desvelamiento:
.designa una propiedad absoluta, inherente al ser en cuanto tal
.incluye una segunda propiedad relativa, ya que plantea de inmediato la pregunta:
¿a quién se devela el ser?

27
2-la verdad como emeth: si el ser tuviera sólo el poder de estar desvelado y no lo
tuviera también para una conciencia, no estaría en realidad desvelado sino
encerrado y oculto en sí mismo. Este alguien para quien está desvelado, y que lo
conoce en su desvelamiento, es el sujeto.
Si el ser se abre realmente en su fenómeno y puede manifestarse en su estado
mismo de abierto, entonces:
-se desvanece la sospecha de un mero aparecer, de una ilusión, de un engaño
-y surge la certidumbre que refleja en sí la firmeza, la validez, la autenticidad del
ser en la conciencia. La verdad es por lo tanto, en su segunda propiedad, emeth,
es decir, fidelidad, constancia, autenticidad.
-donde hay emeth puede confiarse y entregarse. La autenticidad de la evidencia
lograda implica de modo inmediato la promesa de una verdad más amplia: es una
puerta de entrada.

3- Si la verdad es aletheia y emeth ella vive por tanto en la indisoluble polaridad


entre de sujeto y objeto.
-en la proporción establecida entre sujeto y objeto la medida decisiva está en el
objeto (justicia)
-pero lejos de ser un mero aparato receptor, el sujeto incluye libertad,
autodeterminación y elaboración creadora de lo externo (amor)
-así, el objeto encuentra su sentido pleno en este sujeto que lleva en sí la medida
del objeto.
Es por esto que el conocimiento humano es siempre ambas cosas:
Receptivo y espontáneo – medido y medidor – justicia y amor
-En el fluctuante punto medio, y en el equilibrio entre estas dos funciones de la
razón, la recepción y conformidad que se otorgan y el pronunciamiento de un
juicio, se mueve la verdad. Esta polaridad adquiere su forma más aguda en la
tensión entre la actitud contemplativa del sujeto ante el objeto (verdad como
theoria), y la actitud espontánea, creadora y dadora de medida, del sujeto ante el
objeto (verdad como poiesis).

28
4- palabra y diálogo.

LECTURAS ESPECIALMENTE RECOMENDADAS PARA EL BLOQUE.


1. El lenguaje.
-Salinas, Pedro, “El hombre se posee en la medida en que posee su lengua”,
Madrid, Alianza, 1967.
-Wellek y Waren, pp. 27-30 y ver también pp.29-48 de El arco y la lira, Octavio
Paz.
2. Los trascendentales:
-Balthasar, H., La esencia de la verdad, Buenos Aires, Sudamericana, 1955, pp.
118-123.
-Ouellet, Marc, “Los trascendentales en Hans Urs von Balthasar”, de Homenaje a
Hans Urs von Balthasar, edición de librería Agape.
-Benda, Ana, “Hacia una pedagogía de la contemplación”, Revista del CIAS, año
XLVI, nº 462, mayo 1997, pp.173-178.
Para Ubicación del pensamiento y La luz del ser: Leonard, André: Pensamiento
contemporáneo y fe en Jesucristo.
Para Belleza: Balthasar, Teológica, tomo I, pp. 21-35.
Para Bondad: Ibid, Teodramática, Prolegómenos, pp. 19-27.
Para Verdad: Ibid, La esencia de la verdad: El preconcepto de la verdad, 23-33.
Para La esperiencia originaria y el fundamento fiosófico: Ibid, Si no os hacéis
como este niño.

Ideas sobre la belleza y los artistas tomadas de:


Benedicto XVI a los artistas: La belleza camino hacia Dios
Encuentro en la Capilla Sextina, CIUDAD DEL VATICANO, sábado, 21 de
noviembre de 2009 (ZENIT.org).- Discurso que Benedicto XVI
dirigió este sábado al recibir a 250 artistas de renombre
internacional en la Capilla Sixtina.
Frases de Juan Pablo II
Los artistas, "los que con apasionada entrega buscan nuevas 'epifanías' de la
belleza para ofrecerlas al mundo a través de la creación artística".

29
"Para transmitir el mensaje que Cristo le ha confiado, la Iglesia tiene necesidad del
arte" (Carta a los artistas); pero preguntaba inmediatamente después: "¿el arte
tiene necesidad de la Iglesia?"
Juan Pablo II, en la Carta a los Artistas, cita, en este contexto, este verso de un
poeta polaco, Cyprian Norwid: "La belleza sirve para entusiasmar en el trabajo, el
trabajo para resurgir".
"En cuanto búsqueda de la belleza, fruto de una imaginación que va más allá de lo
cotidiano, es por su naturaleza una especie de llamada al Misterio. Incluso cuando
escudriña las profundidades más oscuras del alma o los aspectos más
desconcertantes del mal, el artista se hace de algún modo voz de la expectativa
universal de redención". Y en la conclusión afirma: "La belleza es clave del
misterio y llamada a lo trascendente"
Frases de Pablo VI
"Nosotros os necesitamos --dijo--. Nuestro ministerio necesita vuestra
colaboración. Porque, como sabéis, nuestro ministerio consiste en predicar y
hacer accesible y comprensible, es más, conmovedor, el mundo del espíritu, de lo
invisible, de lo inefable, de Dios. Y en esta misión... vosotros sois maestros. Es
vuestro oficio, vuestra misión; y vuestra arte consiste en aferrar del cielo del
espíritu sus tesoros y revestirlos de palabra, de colores, de formas, de
accesibilidad"
"Y si nos faltara vuestra ayuda -seguía diciendo--, nuestro ministerio se haría
balbuciente e incierto, y tendría necesidad de hacer un esfuerzo, diríamos, para
ser artístico en sí mismo, es más, convertirse en profético. Para alcanzar la fuerza
de la expresión lírica de la belleza intuitiva, necesitaría hacer coincidir el
sacerdocio con el arte"
"A todos vosotros -proclamó solemnemente- la Iglesia del Concilio os dice con
nuestra voz: ¡si sois amigos del verdadero arte, sois nuestros amigos!"
"Este mundo, en el cual vivimos, necesita belleza para no precipitar en la
desesperación. La belleza, como la verdad, es lo que infunde alegría en el corazón
de los hombres, es el fruto precioso que resiste a la degradación del tiempo, que
une a las generaciones y las hace comulgar en la admiración. Y esto gracias a
vuestras manos... Recordad que sois custodios de la belleza del mundo"
Dostoyevski : "La humanidad puede vivir --decía-- sin la ciencia, puede vivir sin
pan, pero sin la belleza no podría seguir viviendo, porque no habría nada que
hacer en el mundo. Todo el secreto está aquí, toda la historia está aquí".
Georges Braque: "El arte está hecho para turbar, mientras que la ciencia
tranquiliza".
El teólogo Hans Urs von Balthasar abre su gran obra titulada "Gloria", una estética
teológica con estas sugestivas expresiones: "Nuestra palabra inicial se llama
belleza. La belleza es la última palabra que el intelecto pensante puede atreverse
a pronunciar, porque ella no hace otra cosa que coronar, cual aureola de
esplendor inalcanzable, el doble astro de lo verdadero y del bien y su indisoluble

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relación". Después observa: "esa es la belleza desinteresada sin la cual el viejo
mundo era incapaz de entenderse, pero que se ha apartado de puntillas del
moderno mundo de los intereses, para abandonarlo a su oscuridad, a su tristeza.
Esa es la belleza que ya no es amada y custodiada ni siquiera por la religión". Y
concluye: "Quien, en su nombre, crispa los labios en una sonrisa, juzgándola como
el juguete exótico de un burgués, de éste se puede estar seguro que --secreta o
abiertamente-- no es capaz de rezar y, pronto, ni siquiera de amar".
Simone Weil escribía: "En todo aquello que suscita en nosotros el sentimiento puro
y auténtico de lo bello, está realmente la presencia de Dios. Hay casi una especie
de encarnación de Dios en el mundo, del cual la belleza es un signo. Lo bello es la
prueba experimental de que la encarnación es posible. Por esto, cada arte de
primer orden es, por su esencia, religiosa".
Hermann Hesse: "Arte significa: dentro de cada cosa mostrar a Dios".

31
BIBLIOGRAFIA BLOQUE IV.

* Textos recomendados.
Avenatti de Palumbo, Imagen y palabra. Fenomenología de la expresividad en
Hans Urs von Balthasar,Buenos Aires, del Viejo Aljibe.
*von Balthasar, Hans Urs, La esencia de la verdad, Buenos Aires, Sudamericana.
(Cap. La verdad como libertad).
*Benda, Ana, "Hacia una pedagogía de la contemplación", Buenos Aires, CIAS,
1996, año XLV, número 458.
Heidegger, Martín, ¿Qué es la filosofía?, Madrid, Narcea.
Jacobson, Roman, Lingüística y Poética, Madrid, Cátedra.
Kayser, Wolfang, Interpretación y análisis de la obra literaria, Madrid, Gredos.
Lotman, Yuri, Estructura del texto artístico, Madrid, Itsmo.
*Maritain, Jacques, La responsabilidad del artista, Buenos Aires, Emecé.
Meumann, Introducción a la estética actual, Buenos Aires, Espasa-Calpe.
*Ouellet, Marc, "Homenaje a Hans Urs von Balthasar", Buenos Aires, Agape.
Oyuela, Calixto, Estudios literarios, Buenos Aires, Coni.
Picon, Gaetän, Panorame des idées contemporaines, Paris, Gallimard.
*Robbe Grillet, Alain, Pour un nouveau roman, Paris, du Minuit.
*Salinas, Pedro, "El hombre se posee en la medida en que posee su lengua", en
El defensor, Madrid, Alianza.
Steiner, George, Presencias reales, Barcelona, Destino.
Torre, Guillermo de, Nuevas direcciones de la crítica literaria, Madrid, Alianza.
------------------------, Problemática de la literatura, Buenos Aires, Losada.
Wellek, R. y Warren, A., Teoría literaria, Madrid, Gredos.
Wittgenstein, Ludwig, Tractatus Logico-Philosophicus, Barcelona, Altaya.

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