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STEPHEN W.

HAWKING

Stephen Hawking nació el 8 de enero de 1942 - según él hace mención,


exactamente 300 años después de la muerte de Galileo - en Oxford. Su
padre fue un médico dedicado a la investigación, especializado en
medicina tropical. Obtuvo su licenciatura en física en 1962 y ese año
ingresó a Cambridge para hacer el doctorado en Gravitación y
Cosmología. Fue entonces cuando desarrolló los primeros síntomas de
ALS o enfermedad de las neuronas motoras, la que a lo largo de 40 años
ha ido destruyendo inexorablemente su cuerpo, confinándolo a una silla de
ruedas y privándolo de la capacidad de hablar. Contrajo matrimonio con
Jane Wilde en 1965 y tuvo 3 hijos: en 1967, 1970 y 1979.

Durante ese período, se le concedió una beca para investigación y después se le asignó una
cátedra en Cambridge, para heredar la cátedra de Newton, en 1979, en esa universidad. La lista de
los premios y honores que le han sido otorgados es extensa, y su lista de publicaciones,
impresionante. Sus libros han sido publicados por la Cambridge University Press y ha escrito,
además, centenares de artículos desde 1965 a la fecha. Tres teorías claves nos ofrecen por lo
menos un atisbo del trabajo de este eminente científico.

En primer lugar, él está tratando de unificar la relatividad general con la mecánica cuántica. Esto
supone reconciliar el mundo microscópico del interior del átomo, que esquiva todo orden y
predicción, con el mundo macroscópico de las estrellas y galaxias. En segundo lugar, está una
subespecialidad de la cosmología conocida como el "universo primigenio", que se dedica al origen
del cosmos y en particular al concepto del tiempo. Su preocupación - que raya en la obsesión
intelectual - está relacionada con el universo de hace quince mil millones de años. Lo que le fascina
es saber lo que ocurrió entre el nacimiento del universo - el Big Bang – y el primer segundo de su
expansión. En esta infinitesimal fracción de tiempo posterior al Big Bang, se encuentra, según
Hawking, la respuesta a todas las preguntas sobre el universo, incluyéndolo a él mismo. Su
especulación de que el universo tiene un comienzo en el tiempo, se basa en la validez de la teoría
general de la relatividad de Einstein, El período a partir de los tres segundos después del Big Bang
ya no representa un problema, –nos dice - pero sobre el primer segundo crucial no sabemos gran
cosa. Esta pequeña y elusiva fracción de tiempo le intriga sobremanera. Por otro lado, también
espera que tal vez no exista un Big Bang, ni un límite del universo que pueda ser singularizado y
definido como un punto de partida o principio causal. Hipótesis que claramente trata de alejar a
favor de una alternativa, mientras ello sea posible.

El tercer centro de interés de Hawking es el de los agujeros negros. En este campo ha hecho una
contribución tan importante que un efecto postulado por él lleva su nombre: "la radiación de
Hawking". Antes de sus trabajos, los agujeros negros – estrellas colapsadas bajo su propio peso
gravitatorio – eran contemplados como grandes masas invisibles de materia tan fuertemente
condensada que nada podía escapar de su inmenso campo gravitatorio, ni siquiera la luz. Cuando
en 1973 él propuso un nuevo modelo para los agujeros negros, el mundo de la astrofísica quedó
asombrado y en principio incrédulo. Los cálculos de Hawking sugerían que los agujeros negros,
lejos de ser materia inerte, podían "explotar" emitiendo rayos de partículas.

Esta propuesta violaba la teoría predominante que decía que los agujeros negros no podían emitir
nada, e introducía la idea de una multiplicidad de pequeños agujeros negros que irradiaban un flujo
constante de partículas ( rayos Gamma ). Este punto de vista era tan sorprendente que en un
principio los físicos rechazaban aceptarlo, pero Hawking laboriosamente calculó los detalles,
mostrando que podían existir muchos pequeños agujeros negros, que era posible que tuvieran una
vida de diez mil millones de años, y una talla ínfima, más o menos equivalente a la medida de un
protón, pero pesando miles de millones de toneladas, como la montaña más alta de la Tierra, el
Everest. Los denominó "miniagujeros negros". Debido a que las partículas emitidas como
"radiación de Hawking" – partículas subatómicas – pertenecen a la campo de la mecánica cuántica
y los agujeros negros – macromasas – a la teoría de la relatividad, Hawking ha iniciado el camino
que puede llevar a la unificación de la mecánica cuántica y la relatividad general. Apunta a un
híbrido conocido como "gravitación cuantificada", y si lo logra se habrá acercado a la solución de un
problema que ha desafiado a los físicos de hoy.

Las palabras más utilizadas por Hawking son: “racional”, “lógico”, “coherente”, conceptos que cree
que proporcionan la base necesaria a la ciencia. Él rechaza cualquier connotación metafísica del
mundo y sólo lo trata como un concepto lógico. Esta actitud pragmática es constante y sale a
relucir en cada momento. Es extraordinaria su brillantez intelectual y su creatividad científica, pero
le falta algo que tienen Einstein, Heisenberg, Schroedinger o Bohm, una amplia dimensión filosófica
que trate de explorar el significado e implicaciones que tienen sus descubrimientos para los seres
humanos. Quizás es la dimensión poética – que ve en las ecuaciones algo más allá de ellas – lo
que Hawking considera irrelevante para los asuntos científicos.

Pero en el sentido más profundo, Hawking ocupa un espacio de asombrosa magnitud. Él no sólo
parece "pensar" sobre el espacio y el super espacio de nuestro universo. Es en esta realidad
esencial en la que su energía e inteligencia prodigiosas están focalizadas la mayor parte del
tiempo. En una de esas paradojas que desafían totalmente el sentido común, Hawking es o vive en
el espacio astronómico y no lo aborda simplemente como un objeto de pensamiento. Si la materia
sutil es real, entonces la consciencia de Hawking se expande hasta converger en las inmensas
distancias por las que vaga a diario.

Esto sería la clave de aquello que sus doctores, colegas y entrevistadores recalcan: que su propia
existencia es un milagro médico. Desafiando a las estadísticas, ha vivido varias décadas más que
el límite que éstas marcan para las víctimas de ALS. En un sentido más real que metafórico,
Hawking vive en la inmensidad de un espacio en el que magnitudes de 10-25 son comunes , en el
que su consciencia se expande para explorarlo y en el que su genio vibra y vuelve a vivir. En este
sentido sutil, su entorno está menos limitado que el de la mayoría de las personas que caminan
con dos piernas.

¿No simbolizará Stephen Hawking la paradoja de la misma mecánica cuántica, en la que el más
pequeño y confinado aspecto del ser – el quark – contiene la inmensidad en sí misma? La partícula
más mínima es enorme (10-33) en su pequeñez, pero para el sentido común ordinario es
microscópica y limitada. A pesar del hecho de que las paradojas de la mecánica cuántica no
suelen aplicarse al mundo macroscópico, parece apropiado aplicarlas a Hawking. ¿No encarna él
la paradoja de la materia misma de la mecánica cuántica, a la que se le pregunta si es una
partícula o una onda? Aunque una pregunta de tal naturaleza está oficialmente prohibida en el
macrocosmo de la física clásica, el titán atrapado en su silla de ruedas ¿no es acaso una partícula
localizada y confinada? Pero ¿qué decir de la maravillosa consciencia que ha dominado el espacio-
tiempo como pocos de sus semejantes lo han hecho? Sin duda es una onda sin confinar que se
expande, controlando su destino, y que vaga por el universo a la búsqueda de un límite que espera
no encontrar.

Renée Weber.
Extractado por Alberto Carvajal de
Renée Weber.- Diálogos con Cie ntíficos y Sabios.- Los Libros de la Liebre de Marzo.
M ás Inform ación:
Haw kins, Stephen.- Historia de l Tie m po.- Grijalbo Pág 36.
Fuente:http://w w w .alcione.cl/nuevo/index.php?object_id=154&PHPSESSID=87c1cbdd378de799cc558673c67fab97

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