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Escándalo en Bohemia.

El narrador, encarnado por el personaje de Watson, describe a Sherlock Holmes y su


relación con Irene Adler, hacia la que demuestra admiración pero sin llegar a ser amor,
porque es esta una emoción que no cabe en la mente fría del detective.
El matrimonio y las tareas domésticas habían alejado a Watson de la casa de Holmes; este
otro, por su parte, había permanecido en Baker Street alternando entre semanas de drogas
y semanas de pura acción, y había tenido intervención reciente en algunos casos policiales.
Un día Watson pasaba por Baker Street y, al ver por la ventana a su amigo, decidió visitarlo.
Sherlock, al momento de verlo, observó y dedujo que había engordado, que se dedicaba
de nuevo a la medicina, que había estado bajo la lluvia y que tenía una criada descuidada.
A ello le siguió una reflexión acerca de sus capacidades deductivas y acerca de la diferencia
entre ver y observar.
Sherlock le enseñó a su amigo una carta que había recibido y que decía: «Visitará a usted
esta noche, faltando un cuarto para las ocho, un caballero que desea consultar a usted
sobre un asunto de extrema importancia. Sus recientes servicios a una de las casas reales
de Europa ha demostrado que es usted persona a quien puede confiarse asunto de tal
importancia, que nada de lo que se dijera al respecto resultaría exagerado. Estos datos de
usted de todas partes hemos recibido. Procure, por tanto, estar en su casa a esa hora, y no
se sorprenda si su visitante se presenta enmascarado.» Holmes, analizando la nota, dedujo
que el papel de la misma había sido fabricado en Bohemia, que su autor era alemán y muy
adinerado.
Un instante después se escuchó un carruaje llegar, y el nuevo cliente se presentó en la
puerta. Se trataba de un hombre imponente y muy ricamente vestido, que portaba un
antifaz, y pidió al llegar una absoluta discreción con respecto a lo que iba a contar y explicó
que se trataba de un asunto de gran importancia. Aunque mintió acerca de su identidad,
Sherlock dedujo que era el rey de Bohemia y, cuando se lo dijo, el hombre abandonó la
farsa.
El caso, explicó el cliente, se trataba de una relación amorosa que había tenido con Irene
Adler tiempo atrás. Esta mujer había conservado cartas comprometedoras, así como una
fotografía, y el rey pretendía recuperarlas ya que ahora estaba a punto de casarse y temía
que Irene Adler pudiera arruinarlo todo enviando aquellas pruebas.
Al día siguiente Watson fue a la casa de su amigo y, como no estaba allí, decidió esperarlo.
Horas después apareció bajo el aspecto de un mozo de caballerizas con aspecto
desgarbado y de alcoholizado, pero se trataba de un disfraz. Después de volver a su
aspecto normal, explicó que era lo que había estado haciendo.
Contó que había ido a observar la casa donde estaba Irene Adler y, mezclándose con los
mozos de caballeriza, averiguó algunas cosas sobre ella y sus costumbres. Estando ahí,
notó la llegada de un hombre llamado Godfrey Norton, que visitaba cada día la casa de
Adler. Al poco rato salió con gran apuro y pidió al cochero que lo llevara velozmente a la
Iglesia de Santa Mónica. Sherlock, intuyendo que era algo interesante, los persiguió hasta
la iglesia, donde Godfrey e Irene pretendían casarse. Holmes se introdujo en el lugar como
un mendigo, pero cuando el futuro esposo lo vio, lo llamó para ser testigo del matrimonio,
a falta de alguien más. Por todo ello, Sherlock supuso que pronto la pareja se iría de la
ciudad y que le quedaba poco tiempo para conseguir las cartas y fotografías.
Expuso a Watson parte del plan que había diseñado para esa misma tarde: irían a casa de
Irene Adler y Holmes se iba a introducir allí de algún modo, pero en ello su amigo no debía
intervenir. En cambio, cuando ya estuviera dentro, haría un gesto con la mano para que
Watson arroje un cohete de humo por la ventana, a la vez que grite «¡Fuego!», y que acto
seguido vaya hasta la esquina a esperarlo.
Sherlock Holmes y John Watson se dirigieron a la calle de la casa de Irene Adler, y el
detective iba vestido como un sacerdote. Explicó a su compañero que era probable que la
mujer no exhibiera la fotografía, pues ahora que estaba casada podría perjudicarla también
a ella. Además, observó que Adler no la llevaría consigo, pues corría riesgo de ser
registrada nuevamente, por lo que debía estar escondida en algún lugar, y que ella misma
le indicaría donde, sin poder evitarlo.
Mientras hablaban, la mujer llegó a la casa en un carruaje. Se produjo un gran altercado
iniciado por dos jóvenes que intentaban ganarse una propina abriéndole el portón. Luego
Holmes se metió en la pelea para defender a la mujer, que había quedado en el centro de
aquello, y terminó golpeado, con la cara sangrante. Mientras que algunos salieron huyendo,
otros se acercaron para ayudarlo y sugirieron a Adler que lo llevaran hasta la casa para
atenderlo.
El disfraz de Sherlock Holmes
Un rato después, desde adentro, Holmes parecía pedir que abrieran la ventana para que
entraran aire, y entonces hizo la señal que había planeado para Watson, quien arrojó el
cohete y gritó «¡Fuego!». En seguida una multitud apareció a mirar, pero se escuchó la voz
de Holmes diciendo que era una falsa alarma. Diez minutos después, el detective disfrazado
salió de la casa y se alejó con Watson.
Si bien no había conseguido la fotografía, había visto dónde estaba escondida, porque la
misma Irene Adler se lo mostró. Explicó que la gente en la calle era cómplice suya, y que
todo estaba planeado desde el principio. Al haber peligro de incendio, la mujer corrió
inmediatamente a buscar la fotografía, que era para ella un bien preciado, y así Sherlock
pudo ver dónde la tenía. Sin embargo, como lo estaban observando, no pudo robarla. Por
ello, planea ir al día siguiente junto con el rey para recobrarla.
Al día siguiente el rey de Bohemia va hasta Baker Street y pregunta a Holmes por los
avances de la investigación, y este comenta algunos descubrimientos. Enseguida partieron
a casa de Irene Adler con el fin de hacerse con la fotografía. Cuando llegaron, una mujer
los esperaba, y para sorpresa del detective, preguntó si él era Sherlock Holmes. Entonces
dijo que Adler le había dicho que seguramente se presentaría. La mujer había partido esa
misma mañana, temprano, y se había ido de Inglaterra.
Entraron en la casa y vieron que todo estaba desordenado, indicando que la mujer había
recogido sus pertenencias para irse rápidamente. En el lugar donde debía estar la fotografía
con el rey, había en cambio una de Irene Adler sola junto con una carta para Holmes.
En la carta, Adler decía que Holmes había sido muy ingenioso, pero que habiendo sido
advertida anteriormente acerca de él, el incidente del sacerdote y el incendio le había
despertado sospechas. Se disfrazó de joven y lo persiguió hasta su casa, dándose así
cuenta de que se trataba de Holmes. Regresó rápidamente y tomó la determinación de
escapar cuanto antes. Dijo que, aunque conservaría la fotografía con el rey, no pretendía
usarla en su contra porque ahora estaba enamorada, a menos que se viera en algún
momento amenazada por este. El rey, agradecido, quiso pagar a Holmes con un anillo, pero
este le pidió que en cambio le dejara la fotografía de Irene Adler.

Preguntas:

¿Podría haber funcionado hoy el chantaje de Irene Adler? ¿Por qué razón?

Imagine de qué otra manera Sherlock Holmes podría haber engañado a Irene
Adler para que le enseñara dónde estaba la fotografía.

¿Qué siente Sherlock Holmes por Irene Adler? ¿Cómo describe Watson ese
sentimiento?

¿Qué cambio experimenta Sherlock Holmes luego del incidente con Irene Adler?
Reflexione sobre las creencias del detective al inicio y al final del cuento.

¿Qué características del relato policial se destacan en este cuento y en los


personajes que aquí aparecen?

¿Qué diferencia tiene este relato con los cuentos policiales tradicionales?

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