Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
En este apartado, veremos en primer lugar una reflexión acerca de la importancia de las
imágenes que el creyente se ha hecho de Jesús a lo largo de la era cristiana, y después se
expondrá un breve recorrido histórico sobre la búsqueda del Jesús histórico para llegar a
modo de conclusión con algunos puntos que debemos tener claros.
Cada época tiene su propia imagen de Jesús. Así sucedió ya en las diferentes fases
del cristianismo primitivo, pero la evolución no se detuvo ahí. En la carta a los Hebreos,
Jesús ya era el “Sumo Sacerdote celestial”, y, en la patrística, Dios “hecho hombre, para
divinizar al hombre” y darle una vida imperecedera; en Bizancio, Christus victor,
Pantokrator, Sol divino y “Luz de luz”; en la Edad Media pasa a ser el que lleva a cabo la
satisfacción y nos redime, a la vez que “Jesús del Vía Crucis” y del pesebre. Para Lutero es
el que reconcilia con Dio mediante un acto soberanamente libre, el que encubre nuestra
culpa y nos invita a confiar sin reservas en la justicia divina. Más tarde apareció la mística
cristológica del Verbo encarnado, típica de la espiritualidad francesa del siglo XVII, así
como el culto al “Niño Jesús” y al “Sagrado Corazón”. La Ilustración vio en él al arquetipo
de la moralidad humana, la base para una auténtica convivencia. Para el Romanticismo,
Jesús fue el modelo de una personalidad auténticamente humana. En el siglo XX, con la
emancipación de la “raza de Estado”, se introdujo el culto a Jesús como “Cristo Rey”.
Pasado este triunfalismo, y tras las experiencias de la primera y segunda guerra mundial,
Jesús aparece como “nuestro hermano”, “nuestro compañero”, que con su vida nos muestra
lo que debemos hacer, como el “hombre para los demás”, y también el “Jesús de la
liberación humana” (en algunos círculos, incluso “el Jesús rebelde y revolucionario”), etc.
Así como a lo largo de la historia se han dado a Dios miles de nombres que sólo el
amor podía inventar, al tiempo que se enlodaba su nombre de mil maneras distintas, así
también cada época, llevada de su amor cristiano, sabe aplicar a Jesús su propio apelativo
cariñoso, aunque al mismo tiempo se abuse atrozmente de su nombre: en su nombre han
sido asesinados hermanos, y en barcos cuyas banderas llevaban escrito el nombre de
“Jesús” fueron transportados como bestias esclavos negros a zonas habitadas por blancos.
Ciertas “imágenes de Jesús” necesitan efectivamente una crítica, aun cuando nos sean
indispensables para decidirnos por Jesús. Y esto vale también para los no creyentes: no sólo
la fe, sino también la increencia, tiene su propia imagen dogmática de Jesús. Las
autoridades judías y Poncio Pilato condenaron a Jesús porque se habían formado de él una
determinada imagen. Ya antes de la Pascua había “imágenes de Jesús”, en sentido positivo
y negativo. Sólo se pertenece a la historia en la medida en que se es objeto de
interpretación.
1
ESCUELA FRANCISCANA DE FORMACIÓN EN LA FE
Cristología – Curso de profundización
El problema que plantea esta breve evocación de las imágenes de Jesús es si todos esos
proyectos cristológicos son puras proyecciones de nuestra cambiante comprensión de la
realidad. Desde el mismo momento en que alguien ha encontrado la salvación definitiva en
Jesús, es natural (y también legítimo) que proyecte sobre Jesús sus propias expectativas de
salvación y sus ideas sobre el ser humano auténtico. Pero esto significa también que en la
vida de Jesús debe existir un aspecto real en esa misma dirección; de lo contrario, Jesús se
convertiría en una “cifra” manipulada y arbitraria o en un módulo de nuestros propios
deseos; en tal caso se podría prescindir perfectamente de Jesús. Jesús no es indispensable, a
menos que el sentido y el destino de nuestra existencia humana estén determinados por la
aparición histórica del Jesús de Nazaret real, y así queden corregidas las proyecciones
humanas de la auténtica humanidad; dentro de estos límites se mueve legítimamente
nuestra actividad proyectiva, sometida siempre al criterio correctivo de qué y quién fue
realmente Jesús en la historia. La cuestión de la verdad histórica de Jesús de Nazaret resulta
por ello de suma importancia.
La pregunta histórica por Jesús de Nazaret, o sea, la pregunta que, haciendo uso de los
métodos históricos contemporáneos, inquiere qué es lo que podemos llegar a saber en
concreto sobre la vida, la actividad, el mensaje y la muerte de este personaje, solo tiene
interés inmediato para nosotros porque posee repercusiones para el cristianismo
contemporáneo y para toda la cultura directa o indirectamente marcada por el cristianismo.
2
ESCUELA FRANCISCANA DE FORMACIÓN EN LA FE
Cristología – Curso de profundización
Dicho trabajo de investigación aparece durante la época Moderna, tal como lo expresa
Walter Kasper: “…con este dilema entre el Jesús histórico y su interpretación ideal, la teología
participa de la problemática intelectual general de la Modernidad. La emancipación del sujeto
respecto a la realidad no podía sino degradar esta realidad a objeto, a mundo de las cosas y del
trabajo tecnológicamente dominado y científicamente desentrañado. El dualismo de ciencias del
espíritu y ciencias de la naturaleza, de la lógica de la razón y lógica del corazón (Pascal), de
relaciones existenciales-personales y relaciones objetivas es, por consiguiente, constitutivo del
desarrollo moderno. Este dualismo metodológico se transfirió a la teología, dando lugar en ella, con
la distinción entre el Jesús histórico y el Cristo de la fe, a un doble acceso a Jesús: uno histórico-
crítico, racional, y otro interior, superior, intelectual-espiritual, existencial-personal, creyente”.
Veamos de manera muy breve la historia de lo que se conoce como la “búsqueda del
Jesús histórico”:
Este autor, basándose más en premisas filosóficas que teológicas, hacía una distinción
entre el proyecto de Jesús y la intención de los Apóstoles. Según Reimarus, Jesús fue un
mesías político que tenía como objeto liberar al pueblo judío del yugo romano. Ante el
fracaso de Jesús, que se expresa en su grito en la cruz: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me
has abandonado?” (Mc 15, 34), los discípulos habrían robado su cadáver después de la
muerte, para proclamar luego su resurrección y presentarlo como el mesías apocalíptico de
Daniel. Este fraude de los discípulos sería la causa para que surgiera el Cristo de la fe y se
fundara la Iglesia.
La reacción contra Reimarus fue grande. Su opinión fue rechazada unánimemente, pero
la inquietud quedó sembrada. Reimarus había tocado un punto neurálgico: la relación entre
kerigma y la historia de Jesús.
Este autor, en su obra “La vida de Jesús”, trata de explicar los evangelios bajo la
categoría del mito, de tal modo que lo que se nos presenta en ellos sería sólo un personaje
impregnado de elementos mítico sacados del judaísmo, el helenismo y la experiencia
cristiana. Según Strauss, el mito del Nuevo Testamento consistía en la “trasposición y la
representación en términos de historia del ideal religioso de los primeros cristianos. Esta
3
ESCUELA FRANCISCANA DE FORMACIÓN EN LA FE
Cristología – Curso de profundización
Así pues, se crea una desconfianza total frente a la historicidad de los evangelios, de tal
modo que se hace imposible reconstruir la vida de Jesús y, por consiguiente, lo único válido
del Nuevo Testamento es el sentido teológico que da fuerza a la fe cristiana.
3) M. Kähler (1835-1912)
A este autor se debe la ya clásica distinción entre Jesús histórico y Cristo de la fe,
planteada muy abiertamente en su obra “El llamado Jesús histórico y el Cristo histórico
bíblico”. Jesús, es pues, el hombre de Nazaret tal como lo había descrito la investigación
histórica; Cristo, en cambio, es el Salvador predicado por la Iglesia y que es accesible por la
fe y cuya investigación tiene un valor permanente. Para Kähler, sólo el Cristo bíblico es
comprensible porque únicamente él tiene un significado permanente para la vida, mientras
que el Jesús histórico podría llevar a una total disolución ante las innumerables figuras de
Jesús que se podrían presentar al antojo de los autores.
4) W. Wrede (1859-1906)
En 1901, Wrede escribe: “El sentido mesiánico de los evangelios. Una contribución
para la comprensión del evangelio de Marcos”, en donde sostiene que el “secreto
mesiánico” fue una elaboración de la Iglesia primitiva con la cual quería justificar tanto la
falta de conciencia mesiánica por parte de Jesús, cuanto la predicación de la comunidad
pos-pascual. De este modo, Wrede presenta el evangelio de Marcos no como un libro
histórico, sino como un relato de tendencia teológica. Con esta tesis buscaba poner fin a las
pretensiones de la escuela de la “búsqueda de la vida de Jesús”.
5) A. Schweitzer (1875-1965)
4
ESCUELA FRANCISCANA DE FORMACIÓN EN LA FE
Cristología – Curso de profundización
predicación de la primera comunidad, la cual en muchos casos puso en boca de Jesús sus
propias afirmaciones.
Con estas ideas, Bultmann no quería negar la historicidad de Jesús (al menos eso dicen
muchos teólogos), pero rechazaba una reconstrucción de ella, ya que las fuentes cristianas
estaban llenas de leyenda. Según él, es evidente que Jesús está al origen de ese movimiento
histórico que representa el cristianismo, pero su vida y sus obras no interesan a la fe, puesto
que lo único importante es lo que enseñó. Estaba convencido de que más allá del hecho de
la existencia de Jesús, principalmente de su crucifixión, ninguna otra verdad histórica servía
para aceptar el kerigma. Esta postura de Bultmann se debe a que al ser protestante, su
teología de la fe no admitía apoyarse en acontecimientos históricos, ya que estos la
destruirían.
Para presentar su argumentación, Bultmann hizo un estudio de los evangelios en los que
trató de descubrir en cada uno de los distintos pasajes los orígenes concretos de las
narraciones que se encuentran allí. Así dio origen a lo que se llama la “Historia de las
formas”, por medio de la cual trataba de probar que la mayor parte de los evangelios eran
producción de la comunidad primitiva que, a su vez, estaba impregnada de mitos.
Por mito, entendía Bultmann no una simple invención, sino una forma de
representación mediante la cual lo que es divino se representa en modo humano, o también
un ideal religioso que viene historizado. De esta manera, cuando dice que el Nuevo
Testamento ha mitologizado a Jesús no intenta afirmar que se ha inventado su persona
histórica, sino que ésta ha sido interpretada como divina. Por lo tanto, el Nuevo Testamento
es visto por Bultmann como un universo mítico en el que se describe a Cristo como un ser
pre-existente, como el Hijo de Dios, encarnado en el seno de la Virgen María, realizador de
milagros, anunciado como resucitado. Como toda esta presentación mítica no podía
provocar la decisión de fe, planteó por consiguiente la necesidad de someter el evangelio a
un proceso de desmitologización por medio del cual se podría penetrar en el mensaje del
Nuevo Testamento, traduciéndolo en un lenguaje que fuera acorde con la situación real del
hombre moderno.
5
ESCUELA FRANCISCANA DE FORMACIÓN EN LA FE
Cristología – Curso de profundización
La enseñanza de Bultmann provocó gran interés y una saludable reacción, tanto entre
los estudiosos del Nuevo Testamento como entre los creyentes. Desde el punto de vista de
la cristología, sembró dudas pero abrió también puertas. Uno de sus aciertos: la cristiandad
navegaba en una segura y tranquila comprensión de Jesucristo. Estaba segura de saber
perfectamente quién era Jesús recitando el Credo o repitiendo las fórmulas dogmáticas. Las
ideas radicales de Bultmann obligarán a muchos cristianos a profundizar su fe en Jesucristo.
7) E. Käsemann (1906-1998)
Käsemann afirma, además, que el Jesús histórico, aunque jamás dijo explícitamente que
él era el mesías, sin embargo, habló y oró con una autoridad tal que todos podían entrever
en él un ser superior. Las explicitación que hace la Iglesia no es una invención, sino que
tiene su fundamento en la autoridad misma del Jesús histórico.
8) J. Jeremías (1900-1979)
Este autor por su parte, insistió aún más fuerte en el hecho de que el kerigma predica
que Dios ha reconciliado el mundo por medio de un acontecimiento en la historia, de tal
modo que el comienzo de nuestra fe no está en el kerigma, sino en el hecho histórico de la
vida de Jesús. Para Jeremías, el kerigma se refiere a un suceso histórico, en el que Dios
mismo se reveló; pero sobre todo, el contenido central del kerigma (muerte y resurrección)
es interpretación de un suceso histórico: esta muerte fue por nosotros. Así el fundamento
del kerigma es la predicación del mismo Jesús.
6
ESCUELA FRANCISCANA DE FORMACIÓN EN LA FE
Cristología – Curso de profundización
A pesar de sus valiosas precisiones, se le objeta a este autor que a lo largo de sus obras
pretende reducir la revelación a la imagen y el mensaje primitivos de Jesús de Nazaret,
independientemente de la interpretación apostólica, puesto que, según él, la revelación está
ligada al hecho de la Encarnación, a Jesús y su mensaje, mientras que la predicación
apostólica representaría la respuesta de la Iglesia a la revelación, pero no sería revelación.
Sin una clara concepción acerca de la unidad del Jesús histórico y del Cristo de la fe, se
corre el riesgo de vaciar la cristología, ya que la fe cristiana se funda en la vida, en los
gestos y el mensaje de Jesús y lo proclama Cristo y Señor, como expresión de la aceptación
de su realidad histórica y de su misterio. Con la expresión, o más bien, confesión
“Jesucristo”, la fe trata de expresar la unidad y la continuidad entre el Jesús de Nazaret y el
Cristo de la fe y de la predicación de la Iglesia. Nuestra fe en el acontecimiento salvífico de
Cristo se apoya en un trípode constituido por la palabra y la obra de Jesús, por el testimonio
de la Iglesia y por la presencia perenne del Espíritu Santo.
La cuestión de la continuidad del Jesús histórico con el Cristo de la fe, por lo tanto, no
se debe poner en términos de lo que era Jesús antes de la Pascua y lo que viene a ser
después, sino de lo que conocían de él sus contemporáneos (y consiguientemente nosotros
por la lectura meramente histórica de los evangelios) y de lo que creían de él después de la
resurrección. La confusión del orden ontológico y del orden epistemológico ha sido causa
de muchos errores en esta controversia.
7
ESCUELA FRANCISCANA DE FORMACIÓN EN LA FE
Cristología – Curso de profundización
2.4. Conclusiones
Como conclusión frente a este complejo problema, es necesario que queden claros
algunos puntos:
8
ESCUELA FRANCISCANA DE FORMACIÓN EN LA FE
Cristología – Curso de profundización
*
Fuentes bibliográficas:
- KASPER, W., Jesús el Cristo, Sal Terrea, España, 2013.
- LANCASTER JONES CAMPERO, G.- MONROY BALLESTEROS, B., ¿Quién dice la gente que soy yo?, Ed.
Franciscanas, Zapopan, Jal., 2008.
- LATOURELLE, R., A Jesús el Cristo por los evangelios, Sígueme, Salamanca, 1982.
- RUIZ ARENAS, O., Jesús, epifanía del amor del Padre. Teología de la revelación, CELAM, México,
1990.
- SCHILLEBEECKX, E., Jesús. La historia de un viviente, Trotta, Madrid, 2002.