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Apuntes para una Genealogía de la Psicología Grupal

en la Argentina.

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Introducción

Lic. Juana Acuña

Los escritos que componen este articulo intentan trazar un recorrido acerca de las
construcciones y de-construcciones de lo que podemos denominar el pensamiento grupal en
la Argentina . Es un recorrido, entre otros posibles, por lo tanto provisorio, es decir abierto
a nuevas lecturas, revisiones, interpretaciones e interrogaciones.
¿En qué sentido la propuesta es hacer “una” genealogía de la Psicología Grupal en nuestro
país?
La primera consideración es señalar que estos apuntes intentan rastrear desde “una”
perspectiva, cómo se fueron produciendo los saberes y prácticas acerca de lo grupal, las
concepciones de grupo que sustentan, las condiciones históricas, políticas e institucionales
“... a través de los cuales (gracias a los cuales, contra los cuales) se han formado”
(Foucault,1971, p.27)
En, Nietzsche, la genealogía, la historia, Michel Foucault (1971) señala que la genealogía
no se opone a la historia, se opone a la búsqueda del origen como si en él hubiera una
esencia exacta, una verdad. Por el contrario, en el rastreo genealógico se pretende encontrar
los puntos de quiebre, las huellas, las rupturas y discontinuidades de lo que llamamos
historia. La genealogía se propone como una forma de hacer historia; en nuestro caso la
historización que atraviesan los escritos intenta comprender las condiciones de posibilidad
(históricas, sociales) en las que se fueron conformando los discursos y saberes acerca de lo
grupal, los espacios de inserción de sus prácticas, las demandas sociales e institucionales a
las que se intenta dar respuesta, los entramados de luchas de fuerzas (disciplinares-
ideológicas-teóricas).

Cuáles han sido las transformaciones necesarias para producir el pasaje de “los grupos” a
“lo grupal”.

Para comprender la riqueza y potencia de las producciones teóricas y dispositivos originales


de intervención en el pensamiento grupal argentino, es imprescindible indagar el entramado

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de los acontecimientos históricos sociales como así también las implicaciones éticas e
ideológicas de las mujeres y hombres que produjeron una revisión crítica de los modelos
grupales instituidos.

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De la psicoterapia de grupos hacia la psicoterapia grupal
Lic. Bianciotti, Estefanía.

Lic. Calafate, Agostina.


Lic. López Maissonave, María Cruz
Lic. Maletta, Francisco

En el siguiente apartado intentaremos esbozar algunas posibles líneas de lectura acerca de la


conformación del movimiento grupalista en nuestro país. Marcelo Percia en Introducción al
pensamiento grupalista en la Argentina y algunos de sus problemas actuales (1989) menciona dos
corrientes del grupalismo, llamando a una de ellas “tendencia de aplicación” y a la otra “tendencia
de ruptura o desvío”.

Tendencia de aplicación

En el período transcurrido a lo largo de 1940, tuvieron lugar los primeros intentos


sistemáticos de aplicar las conceptualizaciones psicoanalíticas al campo de los pequeños grupos. En
aquellos años, los primeros grupalistas compartían dos dimensiones centrales: tener como marco de
referencia a la teoría psicoanalítica y el pertenecer al “régimen de disciplinamiento institucional de
la Asociación Psicoanalítica Argentina” (Percia, 1989 p.66).

Teniendo como interés general la acción terapéutica en grupos, se realizó la traspolación de


referencias y métodos del psicoanálisis hegemónico a la situación plural. En ese contexto, las líneas
teóricas que predominaban dentro del psicoanálisis, eran aquellas que provenían de la escuela
inglesa y cuyo mayor referente era Melanie Klein.

La propuesta era generar un psicoanálisis de grupo, pensándolo como un psicoanálisis


aplicado. De esta forma, se intentaba observar la emergencia de formaciones del inconsciente
estudiadas, originalmente, en el dispositivo analítico, en la situación de grupo. La intención era
ampliar las posibilidades de tratamiento de los psicoanalistas, a partir de compartir el interés por
dilucidar otros campos en los que podían ser utilizados los conceptos psicoanalíticos.

En el campo de la salud, han sido numerosos los servicios en los que se aplicaron las
técnicas grupales. Por solo mencionar algunos: Hospital de Niños, Hospital de Ramos Mejías, el
Hospital de Neuropsiquiatría, el Hospital Británico, entre otros (Falcone, 2007, p. 328). Grinberg,
Langer y Rodrigué, en “Psiocoterapia de grupo” (1957) destacan el vigor con el que la psicoterapia

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de grupo se fue desarrollando en la Argentina desplegándose no solo en hospitales, también en la
escuela, la enseñanza universitaria y la fábrica.

En el mismo libro, los autores mencionados se animaron a hablar de una “escuela de


Buenos Aires” de psicoterapia de grupo. La definieron desde las siguientes premisas:

- Interpretación al grupo como un todo al señalar el clima emocional con sus oscilaciones y
fantasías subyacentes.

- Interpretación en función de roles, por considerar que éstos se despliegan de acuerdo a una
situación o a un sentimiento común al grupo.

- Interpretación de las actitudes y fantasías del grupo hacia una persona (sea ésta un participante del
grupo o no) y hacia el terapeuta.

- Interpretación en términos de subgrupos como partes complementarias de un todo, como índice de


desintegración de ese todo y como dramatización de las fantasías inconscientes.

- Interpretación en función del aquí y ahora, cuyo campo está configurado por la resonancia y
sobreposición de las fantasías de cada uno de los integrantes hacia el grupo como una totalidad,
hacia los otros miembros y hacia el terapeuta.

De este modo, desde la actitud interpretativa se fue configurando el rol del analista “del”
grupo. Los autores establecen una diferencia entre este enfoque de aquellos que interpretan al
individuo “en” el grupo como una entidad aislada y los que actúan “por” el grupo manejando las
emociones colectivas sin interpretarlas.

Como representantes de estos enfoques se destacan la terapia exhortativa paternal que


actúa por el grupo, porque utiliza, con fines terapéuticos los sentimientos de rivalidad, envidia y
emulación que surgen en el grupo. Es paternal por que fomenta la idealización del terapeuta. Su
principal referente fue J. Pratt. Una separación de esta corriente la constituyen las terapias de
estructura fraternal, que actúan también por el grupo pero evitan la formación de líderes,
fomentando la homogeneización de sus integrantes, y se apoyan en esta igualdad para lograr fines
terapéuticos, un ejemplo típico es el de la Asociación de Alcohólicos Anónimos.

Otra corriente que alcanzó mayor difusión que la anterior, estuvo inspirada en la técnica
psicoanalítica y se denominó terapia interpretativa individual “en” el grupo. Los principales
representantes de esta corriente fueron Slavson, Schilder y Klapman quienes estuvieron entre los
primeros en aplicar el encuadre psicoanalítico a los grupos. En el pasaje del psicoanálisis individual
al grupal se suscitaba un interrogante, ¿a quién interpretar? Para superar este obstáculo se

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conformaba al grupo de acuerdo a criterios homogéneos, tales como grados de enfermedad, sexo,
edad, nivel socio- educativo de los pacientes. Así, se infería que la interpretación dada al interior de
una sesión podía ser válida para todos o para la mayoría de los participantes.

Las terapias interpretativas del grupo, al interpretar al todo-grupo enfrentaron un nuevo


obstáculo epistemológico en tanto el grupo pasó a ser pensado como un gran individuo.

Acontecimientos previos a la década de 1960

En 1954 se realiza el Primer Congreso de Psicología en Tucumán el cual se destacó por la


existencia de ponencias sobre grupos, aun cuando cuándo estas fueron aisladas y como aportaciones
libres. Se presentaron dos trabajos: “Observación de un grupo de psicóticos crónicos
hospitalizados” de Usandivaras, Morgan y Resnik y “La estructura en grupos” de Emilio
Rodrigué.

En el mismo año se realiza el Primer Congreso Internacional de Psicoterapia de Grupo en


Toronto, recibiendo a varios profesionales argentinos y dando lugar a la lectura del trabajo de
Usandivaras “Experiencia con un grupo no terapéutico”.

En 1955 se dicta el primer curso de la AAPPG denominado “Grupos Operativos y de


Enseñanza” Según Fernando Ulloa, es el grupo operativo un instrumento para enseñar a pensar
(Falcone, 2007, p. 327).

Tendencia de ruptura o desvío

Marcelo Percia (1989) se pregunta: “tendencia a la ruptura o desvío ¿de qué unidad, de
cuál término? Ruptura del encierro unificante dentro de la institución psicoanalítica oficial y de la
esclerosis del pensamiento de la época” (p. 68). En este sentido, la corriente del desvío intenta salir
del modelo de la aplicación y de la dirección autorizada. Ahora bien, ¿cuáles eran las condiciones
de época que caracterizaron este momento de desvío? Hay varias dimensiones que se entrecruzan
para que el movimiento rupturista pueda surgir y crear nuevos modos de pensar al psicoanálisis en
el campo de lo grupal. Es necesario tener en cuenta que la institución hospitalaria resultó central en
el surgimiento de nuevas prácticas psicoterapéuticas, como así también la producción de
subjetividades de época que resultaban críticas al disciplinamiento que la APA imponía a la práctica
del psicoanálisis.

La década de 1960 iniciaría un período en el que se reconoce una notable vocación por la
política y por el trabajo en los espacios públicos. Aquellos actores “psi” que formaron parte de la
intelectualidad crítica, confiaban en el futuro y creían que los profesionales tenían un papel en la

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construcción de una sociedad más justa (Percia, 1989, p. 69). De este modo, comienzan a producirse
rupturas sobre las ideas de apoliticismo y neutralidad social del analista, y se comienza a pensar que
las condiciones de la vida social podían ser transformadas por la intervención de los intelectuales.

Lo grupal se inició entre los psicoanalistas y las primeras camadas de psicólogos


universitarios, como una otra práctica posible en salud mental y de entrada se planteó el problema
de la acción (Percia, 1989, p. 71).

Es de destacar el lugar que tuvo el pensamiento de Enrique Pichon Rivière en esta tendencia
rupturista. Pichon, atravesado por un estilo creador e instituyente supo poner en cuestión núcleos
fuertes del psicoanálisis kleiniano que dominaba en su tiempo, así como también, las condiciones en
que este psicoanálisis podía ser practicado. Al mismo tiempo, fue buscando alternativas al
tratamiento individual teniendo como norte la importancia de producir cambios, poniendo en
cuestión lo “estereotipado” de la vida cotidiana1.

En 1966 la dictadura de Onganía produce que el sector intelectual se posicione desde un


lugar de resistencia inaugurando una red de pensamiento alternativo a las instituciones oficiales. Se
producen los grupos de estudio, como un modo de recomponer las prácticas contra -
institucionalmente entre aquellos docentes perseguidos y expulsados. En este sentido, pensar a los
intelectuales época como sujetos con compromiso social implicó no caer en la lógica asistencialista
o de beneficiencia, sino que lo que promovía otros modos de acción pensados desde el
psicoanálisis, era la concepción del derecho social. Lo grupal, no solo circunscripto al campo de la
salud mental, sino también en el educativo, podía producir otros modos de subjetividad posibles.

El trabajo en el espacio público gestó otro estilo. Tanto por el cruce con otros saberes, como
por la necesidad de plantearse articulaciones prácticas con otras dimensiones de la experiencia
social. El moverse en situaciones no tradicionales arrojó como resultado la detección de cuestiones
como el trabajo institucional, el equipo de salud o la diversidad de las prácticas terapéuticas. Se
empezaban, de a poco, a intersectar los ejes de psicoanálisis e institución, aunque faltarían algunos
años para que se realizaran diversos análisis que tuvieran como dimensiones de estudio a las
instituciones y el psicoanálisis.

No obstante esta situación, los analistas comienzan a entrar en relación con las instituciones
porque era allí donde llegaban los pedidos de asistencia de la población. Octave Manoni, citado por
Percia (1989) enuncia:

1 Los desarrollos teóricos de este autor serán trabajados en un material específico de cátedra.

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Si los psicoanalistas deben, como todo el mundo, militar en sus lugares de trabajo,
no se ve cómo podrían hacerlo en sus gabinetes con cada uno de sus analizados. Ni cuál
podría ser el rendimiento de este curioso militantismo. Pero la cuestión podría plantearse de
otro modo en las instituciones. (pp. 74-75)

En esta línea, el trabajo institucional no aparece en Argentina como una moda sino como
una vocación de una transformación imaginada, reforzando el modo de trabajo en equipo y
colectivo.

Los psicoanalistas posicionados desde un compromiso social y político, y trabajando en las


instituciones públicas, comenzaron a diversificar sus prácticas. Habitar otros espacios generó la
producción de transformaciones, realizando señalamientos y críticas sobre el modo de trabajo en el
ámbito privado. Comenzaron a notar que la transposición mecánica de ciertos dispositivos ideados
para otras realidades, no servía. Instalarse en el espacio público obligó a dar respuestas en
situaciones inéditas: familias, parejas, grupos de padres, grupos terapéuticos, grupos de prevención,
grupos diagnósticos, grupos de reflexión de trabajadores de la salud (Percia, 1989, p. 76). El
trabajo en las instituciones generaban las condiciones para dar lugar a la invención de otros
dispositivos y figuras de intervención, desarrollando experiencias e instrumentos nuevos.

Muchos de los autores correspondientes a la corriente del desvío/ruptura, participaban desde


un posicionamiento diferente a la tradición psicoanalítica argentina de 1969, intentando desafiar al
pensamiento dogmático. Inaugurar las prácticas desde otro lugar, implicaba una forma de rebeldía
frente a la rigurosidad de la Asociación Psicoanalítica Argentina. Las nuevas experiencias tenían
que ver con la puesta en marcha de grupos de psicoterapia, operativos, de tratamiento familiar,
intervenciones institucionales y acciones comunitarias entre otros. Frente a la aplicación del
psicoanálisis desde una postura dogmática, los grupalistas argentinos valoraban la experiencia y la
intervención clínica desde la creación de nuevos modos de hacer.

La ruptura de Plataforma y Documento

Fue aquella rebeldía que comentábamos en el apartado anterior, la que dio origen a la
ruptura de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA) a comienzos de 1971. Esta ruptura
produce una expansión del psicoanálisis que irrumpe sobre todo en el ámbito de lo público, una
característica inédita para el psicoanálisis y endémica de la Argentina. Según Hugo Vezzetti (1983)
“(...) a esa expansión contribuyó decididamente el despliegue de experiencias psicoterapéuticas
nuevas (grupales, familiares, comunitarias)” (p 4).

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La ruptura en cuestión se produce cuando dos grupos de psicoanalistas en dos momentos
diferentes abandonan la Asociación. Comprender la ruptura producida por el grupo Plataforma y el
grupo Documento, implica comprender un entramado de colegas, discípulos y maestros, amigos y
sus experiencias que dieron lugar a que el discurso psicoanalítico produzca por primera vez
alternativas de transmisión y formación por fuera de la institución que hasta el momento resultaba
monopólica del psicoanálisis.

Juan Carlos Volnovich (1999), en ocasión de que lo entrevistaran desde Página 12 por los
treinta años de la ruptura comentaba lo siguiente:

A finales de la década del 60 el contorno del psicoanálisis se correspondía con el de


la Asociación Psicoanalítica Argentina que, con una estructura vertical y monopólica,
administraba con mano férrea el ejercicio de su práctica, la formación de profesionales, la
difusión de esta disciplina prestigiada y en creciente expansión. No existían alternativas
institucionales para una formación psicoanalítica seria y rigurosa. Pertenecer a ella era muy
difícil pero, si se lograba entrar, atravesar los rituales de una iniciación llena de obstáculos y
dificultades, todo el confort de la campana de cristal se ponía al servicio de garantizar un
estudio responsable, una seguridad económica y un porvenir acomodado. (p. 1)

Momento fundante si los hay, ya que, desde Plataforma, el psicoanálisis argentino no volvió
a ser el mismo. Es interesante destacar que antes de Plataforma y Documento, la IPA (Asociación
Psicoanalítica Internacional) sólo había expulsado a seis analistas: Adler, Stekel, Jung, Wittels,
Reich y Lacan. A decir verdad, algunos de ellos fueron forzados a renunciar. En la Argentina,
sumando las dos rupturas, un poco más de una treintena de analistas firmaron una declaración de
renuncia a la IPA, lo que se constituye en la ruptura más importante que ésta institución haya tenido
a nivel internacional en su historia.

Pero cierto es que un quiebre tiene un antes y un después, una historia de enlaces y
desenlaces; y personajes varios que resultan conocidos en cuanto al peso que han tenido sus
desarrollos, todos ellos con varios puntos en común, tanto teóricos, políticos, emocionales y
experienciales.

Concebido desde la resistencia

Es posible hallar en diferentes relatos que el germen de Plataforma se produce con la


asistencia de Armando Bauleo y Hernán Kesselman al Congreso de la Asociación Internacional de
Psicoanálisis (IPA) de Roma en el 1969. El clima del congreso estaba cargado a nivel global por la

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cercanía de Mayo Francés (1968)2, mientras que los autores argentinos llegaban con la indeleble y
reciente impronta del Cordobazo3(mayo 1969). En dicho congreso se reparten volantes firmados por
el grupo de estudios psicoanalíticos “Plattform”4, del cual éstos fueron miembros fundadores.
Luego de su regreso a Buenos Aires, ambos convocan encuentros para discutir lo sucedido en aquél
famoso Contracongreso. (Ver anexo)

Pavlovski (2000) cuenta que “Nos reuníamos los jueves en la casa de Gregorio Barenblitt.
La finalidad era la de ir consolidando una manera de pensar sobre el psicoanálisis. Naturalmente
que el eje fundamental era José Bleger”. Entonces, se entiende por qué Rodrigué cuenta que cuando
finalmente estuvo listo el documento de ruptura, en el consultorio de Marie Langer, si bien era ya
de madrugada “esperamos una hora más porque Bleger había quedado en venir, pero no vino.”
Relata Mimi en su biografía que brindaron con sidra, como expresión simbólica del acto que
estaban llevando a cabo (Langer, 2008).

En México en la Revista de psicología dialéctica, (Núm. 2, Vol. 1 Sept.-Dic., 1971) se


publicó un documento con el título “A los trabajadores de la salud mental” firmado por el Grupo
Plataforma Argentino, en el cual hacen pública su separación de la Asociación Psicoanalítica
Internacional y de su filial Argentina. Firman 18 analistas de distinto nivel jerárquico.

2 Se conoce como Mayo francés o Mayo de 1968a la cadena de protestas que se llevaron a cabo en Francia y,
especialmente, en París durante los meses de mayo y junio de 1968. Esta serie de protestas fue iniciada por grupos
estudiantiles izquierdistas contrarios a la sociedad de consumo, a los que posteriormente se unieron grupos de obreros
industriales, los sindicatos y el Partido Comunista Francés. Como resultado, tuvo lugar la mayor revuelta estudiantil y
la mayor huelga general de la historia de Francia, y posiblemente de Europa occidental, secundada por más de nueve
millones de trabajadores. El movimiento estudiantil tuvo influencias del movimiento hippie que se extendía entonces.
La magnitud de las protestas no había sido prevista por el gobierno francés, y puso contra las cuerdas al gobierno de
Charles de Gaulle, que llegó a temer una insurrección de carácter revolucionario tras la extensión de la huelga
general. Sin embargo, la mayor parte de los sectores participantes en la protesta no llegaron a plantearse la toma del
poder ni la insurrección abierta contra el Estado, y ni tan siquiera el Partido Comunista Francés llegó a considerar
seriamente esa salida. El grueso de las protestas finalizó cuando De Gaulle anunció las elecciones anticipadas que
tuvieron lugar el 23 y 30 de junio.
3 El Cordobazo o primer Cordobazo, fue una insurrección popular sucedida en la ciudad argentina de Córdoba, el 29 y
30 de mayo de 1969. Fue liderada por Elpidio Torres y Atilio López, secretarios generales respectivamente de los
sindicatos SMATA (mecánicos) y Unión Tranviarios Automotor, pertenecientes a la Confederación General del
Trabajo (CGT), y Agustín Tosco del sindicato de Luz y Fuerza de la CGT de los Argentinos. Formó parte de una
serie de puebladas en Argentina entre 1969 y 1972 - todas ellas nombradas con palabras terminadas con el sufijo
"azo"-, contra la dictadura gobernante autodenominada "Revolución Argentina". Las puebladas de 1969 y comienzos
de 1970 debilitaron al gobierno militar y fueron uno de los factores que llevaron al reemplazo del dictador Juan
Carlos Onganía en junio de 1970, abriendo paso a una salida electoral que terminó concretándose con las elecciones
de 1973.
4 En el XXVI Congreso de la Asociación Psicoanalítica Internacional en Roma, un grupo de jóvenes psicoanalistas
organizó un contracongreso en que debatieron cuestiones que no eran tocadas por el Congreso oficial, entre ellas:
críticas de la formación del psicoanalista; el significado, la estructura y función de las sociedades psicoanalíticas;
el rol social del psicoanálisis y su imagen social; y las relaciones entre psicoanálisis e institución. A partir del
encuentro, los participantes crearon una comisión internacional para articular los distintos grupos de trabajo.
Organizaron asambleas de discusión democratizadas que contrastaban con la tradicional estructura vertical de poder
de las asociaciones psicoanalíticas. Mantuvieron además un carácter internacionalista y no nacional ni regional.

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Para nosotros, desde aquí en más, el psicoanálisis no es la Institución Psicoanalítica
oficial. El Psicoanálisis es donde los psicoanalistas sean, entendiendo el ser como una
definición clara que no pasa por el campo de una Ciencia aislada y aislante, sino por el de
una Ciencia comprometida con las múltiples realidades que pretende estudiar y transformar.
(Grupo Plataforma, 1971, p. 5)

Los firmantes de Plataforma fueron: Gilberte Royer de García Reinoso, Diego García
Reinoso, Marie Langer, Emilio Rodrigué, Eduardo Pavlovsky, Armando Bauleo, Hernán
Kesselman, José Rafael Paz, Lea Nuss de Bigliani, egresada de seminarios; y los candidatos Fany
Baremblitt de Salzberg, Gregorio Baremblitt, Guillermo Bigliani, Manuel Braslavsky, Luis María
Esmerado, Andrés Gallegos, Miguel Matrajt, Guido Narváez y Juan Carlos Volnovich. En este
grupo había desde analistas con función didáctica que habían hasta presidido la institución (de
hecho, a Pichón Riviere lo echan de la APA durante la presidencia de E. Rodrigué) hasta
candidatos.

La renuncia del Grupo Documento

La separación del Grupo Plataforma de la APA constituyó un hecho político que acrecentó
la distancia entre una posición monopolista del psicoanálisis y por otro lado una actitud crítica que
cuestione los supuestos básicos de la teoría y práctica psicoanalítica. Sobre esta polarización se
asienta la posterior ruptura del Grupo Documento, que abandona la APA enunciando en su renuncia
críticas tan vigentes como:

El valor social del Psicoanálisis no está dado por los pocos individuos a los que se
pueda asistir, sino por ofrecer un cuerpo teórico cuya elaboración permitiría crear
instrumentos terapéuticos para grupos cada vez más amplios de la población. Además desde
el punto de vista de la salud mental los psicoanalistas deben asumir su limitación actual
para dar solución al problema de grandes masas de población. (Grupo Documento, 1972,
pp. 6-7)

Se reconoce en el cuerpo de la declaración a la separación del Grupo Plataforma como parte


de las condiciones tanto micropolíticas como al interior del movimiento psicoanalítico que hacen
posible esta segunda ruptura. Los firmantes del Grupo Documento eran Diana Etinger de Álvarez,
Hugo Bellagamba, Marcos Bernard, Hugo Bleichmar, Emilce Dio de Bleichmar, Santiago
Dubcovsky, Carlos Kaplan, Raquel Kielmanowicz, Ignacio Maldonado, Julio Marotta, Aldo
Melillo, Lea Rivelis de Paz, Aída Dora Romanos, Jorge Rovatti. Leopoldo Salvarezza, Fanny

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Elman de Schutt, Jaime P. Schust, Horacio Scornik, Gilrberto Simoes, Raquel Kozicki de Simoes,
Femando Ulloa.

“El grupo Plataforma se propuso compartir barricadas con otros trabajadores de la cultura
que se proponían derribar el mito de la neutralidad valorativa del científico” (Volnovich, 1999, p.
1). Del grupo original, sólo tres analistas permanecieron en el país durante la última dictadura. El
exilio fue el común denominador de casi todos los que conformaron Plataforma: México, Madrid,
Venecia, San Pablo, Bahía, Río de Janeiro, Barcelona, La Habana.

Es posible apreciar cómo muchos de estos nombres resultan conocidos, sus experiencias,
sus prácticas, sus aportes conceptuales aún hacen eco en las teorías y prácticas de los profesionales
de la salud mental en la Argentina. Cada cual a su manera llevó adelante un proyecto en el que el
desvelo por el psicoanálisis y lo social jamás estuvo ausente.

Emilio Rodrigué, cuenta en su libro Mi Prontuario publicado en 2001, que en el año 1971
Reynoso, Langer, Rodrigué, Bauleo, Pavlovsky, Kesselman y Ulloa viajan a Moscú invitados por el
partido comunista. Allí se consolidan amistades, de lo que resulta, por ejemplo que durante un
tiempo cuatro de ellos convivieran en lo que llamaron “La Casona”.

Seguramente no será casual -por ejemplo- que los apellidos Pavlovsky – Kesselman
resuenen casi como una unidad; no será casual que ambos se exiliaron en España; no será casual
entonces su producción conjunta, su trabajo mancomunado de tantos años en el psicodrama. Ya
habían renunciado a la práctica convencional de la psiquiatría y se habían formado como
psicoanalistas, ya habían renunciado a la APA, ya habían viajado juntos a conocer la Rusia
Comunista, ya habían convivido, ya se habían exiliado en Madrid, ya había lugar, permiso,
experiencia en animarse a pensar por fuera de la ortodoxia.

Mimi Langer era por los años 1960 quien coordinaba los grupos terapéuticos de la
residencia del Borda; ya había escrito el primer y segundo libro sobre Psicoterapia de Grupo (1957
y 1960) junto a Grinberg y Rodrigué; muchos de los disidentes de la APA eran discípulos (o lo
consideraban su Maestro) de Pichón y habían participado junto a él a fines de los ‘50 de la
“operación Rosario”. Sólo ejemplos que sirven a los fines de poner en palabras la dificultad para
situar, si las rupturas son el germen de los desarrollos posteriores en el campo del psicoanálisis,
como muchas veces se plantea o si son la consecuencia ineludible de un grupo de analistas que se
venían permitiendo ya hace tiempo navegar en un estar psicoanalista como diría Ulloa más allá de
los límites que la institución madre imponía.

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Más allá y más acá de lo grupal, se trataba de psicoanalistas, psicólogos, psicodramatistas y
psiquiatras dinámicos que participaron de la crítica a la institución del psicoanálisis y pensaron los
vínculos entre prácticas psi y la ideología, la política, las instituciones del Estado y la sociedad.

Fundación de la Asociación Argentina de Psicología y Psicoterapia de Grupo (APPG)

La A.A.P.P.G. fue fundada en 1954 por un grupo de psicoanalistas interesados en la


investigación de los fenómenos y procesos grupales. Dentro de los fundadores se encuentran:
Madeleine Baranger, José Bleger, Alberto Fontana, Gilberta García Reinoso, Ángel Garma, León
Grinberg, Eduardo Krapf, María Langer, Jorge Mom, Juan José Morgan, José Luis Muratorio,
Francisco Pérez Morales, Enrique Pichón-Riviere, Janine Puget, Arnaldo Rascovsky, Salomón
Resnik, Emilio Rodrigué, Marcelo Spira y Raúl Usandivaras.

Bibliografía

• Falcone, R. (2007). La psicoterapia en los 50 y su presencia en la revista de la Asociación


Argentina de Psicología y Psicoterapia de Grupo. XIV Jornadas de Investigación y Tercer
Encuentro de Investigadores en Psicología del Mercosur. Facultad de Psicología -
Universidad de Buenos Aires. Disponible en: https://www.aacademica.org/000-073/70.pdf.
• Percia, M. (1989). Introducción al pensamiento grupalista en la Argentina y algunos de sus
problemas actuales. En Lo Grupal. Colección Propuestas. Ediciones Búsqueda de AYLLU.
S.R.L Buenos Aires. Argentina. pp. 65-80.
• Grinberg, L, Langer, M, Rogrigué, E (1957). Psicoterapia del grupo. Ed. Paidos
• Vainer, A. (2009, 26 diciembre). El padre de la antipsiquiatría vivió en la Argentina.
Recuperado 13 agosto, 2019, de https://www.topia.com.ar/articulos/el-padre-de-la-
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• Carpintero, E., & Vainer, A. (2015). Los cambios culturales y sociales en la década del
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• [Movimiento Plataforma Internacional]. (s.f.). Recuperado de
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• [Movimiento Plataforma Argentina]. (s.f.). Recuperado de
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13
• Volnovich, J. C. (1999,). Plataforma - Treinta años después. Recuperado 13 agosto, 2019,
de http://www.psicomundo.com/foros/egp/plataforma.htm.
• Grupo Plataforma. (1972). Declaración del Grupo Plataforma. Los Libros, (25), 5–7.

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Intervenciones en Situaciones Traumáticas de Origen Social

Lic. Buzzella Paola


Lic. Perez Juan Ignacio

En el siguiente apartado realizaremos un breve esbozo sobre algunas experiencias e


intervenciones producidas en nuestro país desde la década de 1960 signadas fundamentalmente por
abordar situaciones que fueron nominadas de diversas maneras, dando cuenta de la inexistencia de
una única forma de referir aquellas vivencias que han significado un trauma social.

Entre las denominaciones más significativas que podemos mencionar se encuentran las
“Catástrofes Sociales” o “situaciones de Trauma Social”, como un “estado cuya representación
mental es la desarticulación en un contexto de violencia social de algunos de los parámetros que
hacen al "contrato narcisista" individuo sociedad” (Puget y Kaës 2006, p. 33), las intervenciones en
“Emergencia Nacional” como aquellas operaciones asistenciales y comunitarias ( guerra de
Malvinas), así como también las noción de “Trauma Social” como aquel monto y calidad de hechos
reales (secuestros, torturas, desapariciones) y un mensaje del otro social (Estado dictatorial) que
producían una imposibilidad psíquica de pensar la experiencia y producir significaciones.

Estos modos de nominar, al igual que las intervenciones realizadas en este momento daban
cuenta de la necesidad de producir y/o repensar conocimiento allí donde las herramientas con las
que se contaba hasta el momento muchas veces eran insuficientes para abordar la realidad.

Hace algunas décadas se llevaban adelante entre los intelectuales de la época arduas y
fructíferas discusiones sobre la posición ético-política de los profesionales de la salud mental y de
las experiencias comunitarias en este ámbito.

Podemos mencionar a modo de ejemplo y como punto inicial de nuestro recorrido aquellos
hitos que Carpintero y Vainer ubican en el año 1957, en el marco de un clima de enfrentamiento
con la psiquiatría manicomial clásica. Estos son:

1) La creación del Instituto Nacional de Salud Mental encargado de regular las actividades
profesionales;

2) Mauricio Goldemberg ingresa como Jefe del Servicio de Psicopatología en el Policlínico de


Lanús, hecho que permitió el ingreso de otros profesionales al área de Salud Mental;

3) La creación de la carrera de Psicología en la Universidad Nacional de Buenos Aires ampliando


significativamente el número de matrícula de estudiantes de psicología.

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Estos movimientos en nuestro país se producían en un contexto internacional de fuertes
acciones de resistencias y acciones revolucionarias, entre ellos el triunfo de la Revolución Cubana
en 1959, los intentos revolucionarios en África que la impronta cubana fue marcando, la muerte del
che Guevara en Bolivia en 1967, los reclamos de la comunidad negra en Estados Unidos, el Mayo
Francés en 1968 entre otros, que eran vivenciados en la Argentina como propios, es decir que
permitían pensar en la posibilidad de transformación. En nuestro país se produjo en esa época una
de las luchas conjuntas entre obreros y estudiantes más importantes de nuestra historia, que se
conoció como el Cordobazo, en ese momento contra el gobierno de facto de Onganía (1966-1970).
En este contexto internacional y nacional en el campo del psicoanálisis se comenzaba a inscribir
cada vez con más fuerza la discusión sobre el compromiso social de los profesionales y los modos
de intervención posibles.

Retomando el campo de la Salud Mental, en 1969 se crea el Centro Piloto en el Hospital


Neuropsiquiátrico Estévez de Lomas de Zamora dirigido por Wilbur Grimson, que ofrecía otras
formas de intervención vinculadas a procesos de desmanicomialización. El equipo
interdisciplinario interviniente incluía la presencia de Lucila Edelman, Miguel Vayo y Alfredo
Moffatt; la nueva modalidad de trabajo “comunidad terapéutica” estaba orientada a la
resocialización de los pacientes.

Este Centro Piloto funcionaba con pacientes mujeres y hombres (el Hospital admitía sólo
mujeres, lo que produjo una gran resistencia institucional), con una comisión de pacientes y con
Asambleas semanales que, ante todo, “eran dirigidas básicamente con un sentido de asamblea”. Este
modo de intervención daba cuenta no sólo de la posición teórica de quienes intervenían, sino
fundamentalmente de la posición política y de su recorrido en la militancia estudiantil universitaria.

A su vez por esa época otras experiencias piloto se llevaban a cabo en distintas
instituciones, como sucedía en el Hospital Ciudad Colonia Federal de Entre Ríos, donde Raúl
Camino crea la comunidad terapéutica de Colonia Federal trasladando pacientes de otros
psiquiátricos del país.

La Federación Argentina de Psiquiatras (FAP) creada por estos tiempos, en 1970, fue un
gremio representativo de los psiquiatras en todo el país que también reunía a psicólogos y
asistentes sociales.

La FAP fue un organismo político, gremial y científico que tuvo como objetivo
sacar la locura de los manicomios, la apertura de servicios en los hospitales generales y la
prevención primaria. La FAP tuvo importantes iniciativas institucionales con la creación de

16
la Coordinadora de Trabajadores de Salud Mental y el Centro de Docencia e Investigación
que llegó a tener 1000 alumnos. (Pavlovsky, 2005, p. 1)

A partir del año 1974 comienza un proceso de desmantelamiento de estas experiencias, en


lo que anticipaba la más cruenta Dictadura militar que vivió nuestro país. En el inicio de la
dictadura a fines de 1976 Diana Kordon, Médica Psiquiatra y Psicoterapeuta formada en el hospital
Lanús, tiene su primer acercamiento a algunas madres a través de Emilio Mignone 5, en la parroquia
de la Iglesia Santa Cruz durante una actividad que habían organizado. Todavía no se habían
conformado como Madres de Plaza de Mayo. Su acercamiento fue en principio por un compromiso
político y militante más que profesional, luego comenzaron a pensar en posibles dispositivos en
virtud de lo que se planteaba como demanda. Es decir que gradualmente se fue formalizando un
modo de intervención que se inició a partir del acompañamiento solidario y en el ámbito natural
donde los hechos estaban aconteciendo. Luego en 1979 se conforma el Equipo de Atención
Psicológica de Madres de Plaza de Mayo coordinado por Diana Kordon, e integrado además
por Lucila Edelman, Dario Lagos, Elena Nicoletti, Raquel Bozzolo entre otros. Este Centro
funcionó hasta el año 1990.

Estos autores afirman que ante situaciones traumáticas de origen social, el ámbito grupal
ofrece una posibilidad de elaboración personal que no se logra con otros abordajes. Las primeras
experiencias fueron denominadas Grupos de Orientación pero rápidamente se fueron transformando
en Grupos de Reflexión. Vale mencionar que estos grupos funcionaban en el interior de la
Institución de Madres de Plaza de Mayo y eran uno de los espacios posibles que se ofrecían. Los
grupos eran abiertos, no obligatorios y coordinados por uno o dos terapeutas. Su duración era de 2 o
3 horas y variaba entre 15 y 80 personas.

Los temas surgían espontáneamente pero estaban vinculados a la situación traumática del
momento. Las intervenciones apuntaban a promover que la palabra circule, favorecer la elaboración
psíquica disminuyendo la angustia y reducir la culpa que era promovida por la propaganda militar.

A partir de allí se encontraron con la necesidad de re pensar conceptos teóricos y de


producir otros dispositivos que les permitieran intervenir de modos novedosos.

5
Emilio Mignone era un hombre católico con un frondoso curriculum, en el que se destaca entre otras cosas haber sido
Rector de la Universidad Nacional de Luján entre el ‘73 y el ‘76y fundador y presidente del Centro de Estudios Legales y
Sociales (CELS). Es autor del libro Iglesia y Dictadura que explicita las relaciones entre la Iglesia y el régimen militar en
la dictadura de 1976. Su hija Mónica fue secuestrada y desaparecida de su casa el 14 de Mayo de 1976, cuando tenía 24
años de edad.

17
Así, se encontraron repensando el concepto de duelo, ante las madres que tenían sus hijos
desaparecidos.

Como plantea Bozzolo (1993) “Muchas intervenciones psicoterapéuticas clásicas llevaron


en ese momento a “abrochar al sujeto sufriente en la alienación al discurso del poder. Por ejemplo:
dar por muerto al desaparecido para “elaborar” el duelo confluía en convalidar la Ley de presunción
de fallecimiento” (p 158).

Al respecto, dicen Kordon y Edelman (2005):

En el caso de la desaparición se produce una situación de incertidumbre en relación


al destino del desaparecido. La situación de presencia-ausencia simultáneas, la falta de
referentes en cuanto a lo ocurrido y por ocurrir, crea una zona de ambigüedad psicotizante
que se ve reforzada por la impunidad de los “desaparecedores”. (...) Este movimiento social
tuvo la incidencia en la elaboración personal de la pérdida. El duelo, además de su aspecto
personal, privado, íntimo, tiene un carácter público y social. (...)Se construyó así el
consenso social necesario para dar estatus propio a la desaparición: los desaparecidos
existían como tales, las pancartas, las fotos en las calles, las siluetas, dan cuenta de un
referente construido socialmente que sostiene las representaciones subjetivas. (p. 206)

Estas autoras teorizaron además sobre el efecto de las inducciones psicológicas durante la
dictadura, como aquellos modelos operacionales e identificatorios sugeridos desde el poder e
implementados a través de “su control casi absoluto de los medios de comunicación que actúan a su
vez sobre los sistemas sociales de representación, se ofrecen al individuo como verdaderas matrices
identificatorias. Operan sobre la subjetividad a la manera de enunciados identificatorios” (2005, p.
37-40).

Algunos aspectos de esta campaña de acción psicológica eran los siguientes:

1. Inducción a guardar silencio: Los medios de comunicación no realizaban ninguna mención


respecto de los secuestros de personas que se llevaban a cabo. El silencio era total, se
imponía como norma, conformándose en un fenómeno de “auténtica renegación social. Esta
inducción reforzaba el miedo, tanto por la propia seguridad como por la vida del
desaparecido.

2. Inducción de sentimiento de culpa: a través de una exhaustiva campaña televisiva se


pretendía desde el poder de la Dictadura revertir la responsabilidad del victimario sobre la
víctima. Dos preguntas principales (¿Cómo educó usted a su hijo? ¿Sabe dónde está su hijo
ahora?) tenían como finalidad cuestionar la transmisión de valores y el cuidado y/o la falta

18
de control parental sobre los hijos. Así se reforzaban los sentimientos de culpa presentes en
la elaboración de toda pérdida.

3. Inducción a dar por muerto al desaparecido: Como desarrollamos anteriormente el


ejemplo por excelencia de esta inducción era la ley de presunción de fallecimiento.

4. Inducción a considerar la disidencia política como una falta de adaptación social y, por lo
tanto, como campo de la enfermedad mental: Aquel que no se plegaba a la renegación
social era calificado de loco (por ejemplo Las locas de la Plaza, en relación a las Madres
que buscaban a sus hijos).

5. Inducción en la población del mecanismo por el cual la sola desaparición sería prueba de
culpabilidad: “En algo andaría”, este mecanismo tenía como efecto la sensación ficticia de
seguridad personal si se permanecía inmóvil y en silencio. Se encuentra vinculado a lo que
Silvia Bleichmar (1997) teorizó como mecanismos de autopreservación y autoconservación.

6. Inducción al olvido: Al final de la Dictadura se intentó instalar como lema “hay que olvidar
el pasado para reconciliar la Nación” como modo de evitar la justicia e instalar la
impunidad.

7. Inducción a la dilución de responsabilidades: indicar una responsabilidad social (Todos


somos culpables), y sostener la teoría de los dos demonios pretende quitar responsabilidad
sobre quienes llevaron adelante tanto las desapariciones como la implementación de las
medidas económico-políticas.

En este mismo sentido desde otros autores se comenzó a pensar en el concepto Percepticidio
como concepto teórico que explicaba más precisamente la renegación social: el mismo se trata de
una metodología psicopática que implica “la muerte de la percepción, jerarquizando el no (no
hemos sido, esto no sucedió…) y sustrayendo toda prueba sensible del acto cometido. Al cuestionar
la percepción, la opinión emitida tiende a deslizarse a la falta de existencia” (Kusnetzoff, 1986, p.
108).

Es necesario mencionar también las producciones teóricas que se integran en el libro Violencia
de Estado y Psicoanálisis, texto que compilan y publican Janine Puget y René Kaës hacia 1988 en
Francia. Tres años más tarde se publica la primera edición en castellano en Buenos Aires. En ese
libro los autores abordan entre otros:

La transmisión generacional del horror, las rupturas catastróficas y el papel que cumple la
memoria, lo impensable y lo impensado (ubicando a lo impensable como aquello del orden del
vacío, del agujero, aquello del orden de lo incognoscible, marcando distintas categorías posibles. Lo

19
impensado es definido como aquello que ocupa un lugar en la memoria pero que sólo podrá adquirir
una significación y ser transformadas en pensamiento cuando el contexto lo permita).

Dice Puget en el prólogo de 1988:

Hablaremos del horror, del terror, de la tortura, del duelo de los desaparecidos, el
autoritarismo, de la alienación, de los efectos posteriores en la construcción de la historia;
hablaremos de ello a partir de nuestro punto de vista como psicoanalistas, siendo ésta una
manera de abordar interrogantes, darles una forma y un sentido. Tenemos la esperanza de
que exista un psicoanálisis que supere la fractura hasta ahora no superada entre el mundo
sociocultural y el mundo intrapsíquico. (p. 14)

Posteriormente, ya con el desarrollo de la democracia y a partir de la disolución del Equipo


de Asistencia Psicológica de Madres de Plaza de Mayo, algunos de los profesionales que lo
conformaban (Diana Kordon, Daríos Lagos, Lucila Edelman y Daniel Kersner) crearon el EATIP,
Equipo Argentino de Trabajo e Investigación Psicosocial, una asociación civil que brinda asistencia
psicoterapéutica y psicosocial gratuita a personas que han sido afectadas por violaciones a los
derechos humanos. Desde allí han intervenido en situaciones de represión social, en las
inundaciones de Santa Fe, en Chiapas, con profesionales de distintos lugares, y han producido
numerosas publicaciones en relación a los efectos psicológicos de la represión política y la
impunidad y los efectos en las generaciones posteriores.

En inicios de nuestro siglo, y con la crisis económica, política y social del 2001, se
sucedieron diversas intervenciones que tenían como campo de aplicación las asambleas barriales y
las fábricas recuperadas.

A. M. Fernández (2006) dice al respecto: “Las experiencias autogestivas (...) comenzaron a


producir espacios ni privados ni estatales que hemos llamado espacios social-comunitarios. Son
experiencias que no fundan institución si no que instalan situaciones” (p. 17).

Aún más cercanas son las experiencias que se implementaron frente a la catástrofe de
Cromañón, en el Hospital de niños Gutiérrez, el atentado a la AMIA, entre otras.

La noche trágica de Cromañón ocurrida en el barrio de Once (ciudad de Buenos Aires) el 30


de diciembre de 2004 donde perdieron la vida 194 jóvenes y hubo al menos 1432 heridos fue sin
duda una de las tragedias más significativas de las últimas décadas. Enunciaremos a modo de
ejemplo y como una de las intervenciones posibles la llevada a cabo por Alfredo Moffatt,
Psicólogo Social, Psicodramatista y discípulo de Pichón.

20
En su artículo Terapia y Socioterapia en Cromañón (2005) señala:

El Gobierno de la Ciudad ofreció ayuda psicológica en los consultorios de los


hospitales, pero la imagen del psicólogo clínico o del psiquiatra (...) es la de alguien que
interroga o médica. No existe el "psicólogo contenedor" que les permita elaborar el duelo
desde la cultura adolescente, y dentro de una estructura grupal. (p. 2)

Por este motivo y sostenido en sus desarrollos teóricos basados en La Terapia de Crisis las
intervenciones estaban teñidas con aportes del Psicodrama y el grupo operativo Pichoniano.

En su narrativa de la catástrofe Moffatt cuenta que lo sucedido ocurrió a 4 cuadras de su


domicilio por lo cual al enterarse de la noticia se hace presente en el lugar y comienza a realizar el
acompañamiento a los parientes de los fallecidos que iban reconociendo los cuerpos. Luego
organizan un equipo de ayuda que denominaron Bancavida para la elaboración del duelo en tres
momentos; Shock Psicológico, Diálogo de despedida y Recrear la vida cotidiana

A su vez luego del impacto inicial de lo traumático fueron conformando grupos de padres
con el objetivo de trabajar en la elaboración del duelo.

En el marco de las intervenciones realizadas luego de la catástrofe de Cromañon, se


inscriben además las llevadas a cabo por las Psicoanalistas del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez,
Dra. Susana Ragatke y la Lic. Susana Toporosi (ver Cuaderno módulo 4). La particularidad de este
tipo de intervención según señalan las autoras es el doble atravesamiento por ser afectadas
indirectamente como habitantes de la misma ciudad que las víctimas y por formar parte del cuerpo
de profesionales de una institución del Gobierno de la Ciudad, responsable directo de la catástrofe.
El dispositivo grupal implementado contaba con una co-coordinación, reuniones y supervisiones
paralelas del equipo para elaborar la implicación y conmoción que producía en los profesionales
intervinientes.

Los objetivos del grupo eran poder simbolizar y restablecer el tejido psíquico afectado de
aquellos sobrevivientes y sus familias, “(...) consideramos nombrar como afectado a quien
consultara tratando de no psicopatologizar. Diferenciamos afectados directos (sobrevivientes) de
afectados indirectos (familiares y amigos cercano)” (Ragatke y Toporosi, 2008, p. 2).

Siguiendo los desarrollos de Beltran y Besozzi (2002) (ver anexo módulo 4) el atentado a la
AMIA en julio de 1994 implicó la organización de equipos interdisciplinarios de asistencia. Sus
áreas de intervención incluirían el trabajo individual y grupal de los damnificados como así
también el trabajo con los médicos del Hospital de Clínicas José de San Martín y escuelas próximas
a la zona.

21
Numerosas intervenciones en situaciones de catástrofes social que van marcando y
haciendo la historia de nuestro país. Dispositivos grupales con desocupados, con micro-
emprendedores, con adolescentes en situación de vulnerabilización social, etc.

Situaciones sociales que nos sitúan permanentemente frente a la problematización de


nuestros modos de intervención, a la elucidación de nuestra implicación y la continua actualización
de nuestra caja de herramientas.

Pero fundamentalmente nos sitúa frente a una posición ético-política como profesionales
que formamos y hacemos nuestra realidad.

Bibliografía
• Beker, E; Beltran, M & otros. (2002). Intervenciones en Situaciones de Crisis. Practicas
interdisciplinarias. Ed Catálogos.
• Bonano, Bozzolo, L’Hoste. (1993). El apoyo grupal en la elaboración del trauma grupal.
En A. M. Fernández & J. C. De Brasi (comp.) Tiempo Histórico y campo grupal. 1993. Ed.
Nueva Visión. Bs. As.
• Carpintero, E & Vainer, A (2009). Los cambios sociales y culturales en la década del
sesenta y el auge del psicoanálisis en la Argentina. https://www.topia.com.ar/articulos/los-
cambios-sociales-y-culturales-en-la-década-del-sesenta-y-el-auge-del-psicoanálisis
• Fernández, A. M. & Col. (2006). Política y Subjetividad. Asambleas barriales y fábricas
recuperadas. Ed. Biblos. Bs. As.
• Fernández, A. M. & De Brasi, J. C. (1993). Tiempo Histórico y Campo Grupal. Ed. Nueva
Visión. Bs. As.
• Kordon, D. Edelman, L. & otros. (1995) La Impunidad. Una perspectiva psicosocial y
clínica. Ed. Sudamericana. Bs. As.
• Kordon, D. Edelman, L. & otros. (2005). Efectos Psicológicos y Psicosociales de la
Represión Política y la Impunidad. De la Dictadura a la Actualidad. Ed. Madres de Plaza
de Mayo. Bs. As.
• D. Kordon, L. Edelman & otros. (2005). Trauma y Duelo. Conflicto y Elaboración. En:
Efectos Psicológicos y Psicosociales de la represión política y la impunidad. Ed. Madres
de Plaza de Mayo. Bs. As.
• Kusnetzoff, J. C. (1986). Renegación, desmentida, desaparición y percepticidio, como
técnicas psicopáticas para la salvación de la patria (una visión psicoanalítica del informe

22
de la CONADEP). En: Abudara, O. Et al. (1986). Argentina, psicoanálisis y represión
política. Kargieman Ed. Bs As. 1986.
• Mignone, E. (1986). Iglesia y Dictadura. Ed. La Página, 1999. Bs. As.
• Moffatt, A. (2005) Terapia y Socioterapia en Cromañon.
www.moffatt.com.ar/articulos/cap4/4_art_CROMANION.doc ·
• Pavlovsky, F (2005). Presentaciones de Las Huellas de la Memoria, tomo II.
https://www.topia.com.ar/book/export/html/484
• Puget, J. & Kaës, R. (2006). Violencia de Estado y Psicoanálisis. Ed. Lumen. Bs. As.
• Toporosi, A; Ragatke, S. (2008). Adolescentes afectados por la catástrofe de Cromagñon:
un dispositivo de intervención psicológica. Revista TOPIA.

23
Marcos Bernard
Lic. Alina Natinzon
Lic. Sabrina Zarza.

“Marcos Bernard amaba el


trabajo del psicoanálisis, la
incomparable aventura humana
que hace vivir a quien demanda
acercarse, con otro, a las zonas
frágiles donde se enuncia la
verdad de un deseo, de un
vínculo, de un dolor, de un
amor”.
René Kaës

Investigador, curioso y cuestionador, Marcos Bernard, desarrolló una fructífera actividad


en diversos campos del quehacer psicoanalítico: en la docencia, a nivel institucional, publicación de
trabajos y de libros, participación en congresos y en el ámbito de la clínica.

Nació en la ciudad de la Plata (República Argentina) el 3 de diciembre de 1934 y falleció en


Buenos Aires el 31 de mayo de 2003. Estudió medicina en la Universidad Nacional de La Plata, y
luego se doctoró allí mismo en abril de 1961. Se especializó posteriormente en Psiquiatría e Higiene
Mental y se inscribió en la Asociación Médica Platense. Egresó del Instituto de Psicoanálisis de la
Asociación Psicoanalítica Argentina y pasó a ser miembro adherente de la misma (1971).

En ese mismo año 1971 formó parte del grupo Documento, que integró la Coordinadora de
Trabajadores de Salud Mental. Desde 1987 a 1989, fue Presidente de la Asociación Argentina de
Psicología y Psicoterapia de Grupo (AAPPG). En 1989, fue designado Director Científico del
Departamento de Grupos de esa institución, de la que fue Miembro de Honor. Durante los años
1992 hasta 1994, ejerció la Presidencia de la Federación Latinoamericana de Psicología Analítica de

24
Grupo (FLAPAG). Y en 1994 fue nombrado Miembro de Honor de la Asociación Uruguaya de
Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares.

Fue Miembro fundador y director del Instituto de Psicoanálisis de la Sociedad


Psicoanalítica del Sur (Buenos Aires, 1999). Integró el Comité de Redacción de los libros Temas
Grupales por Autores Argentinos, Tomos I y II (1987,1988). También fue Miembro del Comité de
Lectura Internacional de L’ Evolutions Psychiatrique. Cahiers de Psychologie Clinique et de
Psychopatologie Génerale, desde 1996. El Dr. Bernard fue Presidente, hasta su fallecimiento, del
Capítulo Abordajes Grupales y Comunitarios de APSA (Asociación de Psiquiatras Argentinos).

Acerca de Marcos

Marcos Bernard es recordado por sus colegas y quienes lo han conocido, por su humildad y
gran generosidad. Amante de la música y del arte de la cocina. Poseía una amplia colección de las
obras de Bach, otro territorio, el estético, donde puede apreciarse la diversidad de escuchas,
referidas a un mismo tema o a un respetuoso interés ante una diversidad de interpretaciones de un
mismo tema. Se pasaba horas escuchando música, leyendo y escribiendo. Como perfeccionista que
era, “cocinaba maravillosamente, como lo puede hacer un científico”, invitando y compartiendo sus
platos con colegas y amigos.

Así lo recuerda Janine Puget (2003):

Era un joven colega, inteligente, callado, tímido, que hablaba poco y sólo
cuando consideraba que tenía algo muy preciso. Sus comentarios denotaban siempre el
fruto de una reflexión importante. En aquella época su silencio llegó a irritarme hasta
que la irritación se transformó en curiosidad por esta persona, tan inteligente, que sólo
hablara si le parecía necesario y muchas veces para rebatir un argumento o para agregar
algo que a su parecer no había sido dicho. (p. 1)

Sus referentes teóricos e interlocutores

Para sus desarrollos científicos, sobre todo en sus comienzos, los autores de la Escuela
Inglesa fueron una base importante. Los desarrollos M. Klein y K. Bion, como autores que se han
dedicado específicamente al estudio de los grupos tales como Malcom Pines, Ezriel, Foulkes, etc.
También dialogó con algunos autores italianos, uno de ellos ha sido Claudio Neri. Avanzando en el
tiempo y en sus desarrollos, fueron adquiriendo el lugar de interlocutores privilegiados quienes
pertenecían a la escuela francesa, dentro de los cuales se destaca a René Kaës y Didier Anzieu.

25
René Kaës podría ser considerado uno de sus interlocutores más importantes, con quién ha
tenido intensos intercambios y discusiones así como su amigo personal, estando en contacto con él
hasta el final de su vida. El interés por sus ideas quedo reflejado también en su libro “Introducción a
la obra de René Kaës” (1991)6. Desde agosto de 1985, donde se encontraron en el primer Congreso
Internacional de psicoterapia de grupo organizado en Buenos Aires tras la dictadura, se sucedieron
numerosos encuentros entre ambos tanto en Argentina como en Francia que posibilitaron entablar
un vínculo estrecho de intercambios teóricos y de una profunda amistad. Así lo recuerda el propio
Kaës (2006):

Mi vínculo con Marcos se anudó probablemente, en lo que pienso saber de eso,


en torno a su forma tan particular de asombrarse: “Ah, bien! ¿Piensas eso? Podríamos
reflexionar sobre esto, si quieres, porque yo tengo quizás otra idea y querría saber si
debo conservarla o abandonarla...” Cualidad rara, este asombro abierto sobre la
revisión de sus propias ideas! Nuestros intercambios, debo decir más bien nuestra
conversación, sólo se interrumpieron unas semanas antes de su muerte. (p. 9)

Dado que Marcos cultivaba el arte de la discusión, lo hizo también con Laplanche, con
Lacan, con Bergeret, con Piera Aulagnier, con Abraham y Torok, y en la Argentina con Bleger,
Pichon Riviere, Grinberg, Rodrigué, Berenstein y Puget.

También pueden seguirse sus ideas a través de numerosos artículos publicados en diversas
revistas nacionales y extranjeras. Poco a poco su radio de acción se amplió y así fue que lo invitaron
a dar cursos en varias ciudades de la Argentina, en Uruguay, en Brasil donde fue adquiriendo muy
queridos amigos, así como numerosos discípulos, en México, en Chile y en otros lugares. Así
también en Europa (Italia, España, Francia) donde dictó cursos como profesor invitado en la
Université Lyon.

Acerca de sus interrogantes y construcciones

En la mayoría de sus escritos, se interroga acerca de cuestiones fundamentales de la teoría


psicoanalítica sugeridas a raíz de su interés por lo grupal e institucional. Consideraba que si bien
Freud constituía su apoyo teórico, eran necesarias nuevas formulaciones para pensar la relación del
sujeto con el conjunto y del conjunto con el sujeto. Desarrolló entonces la idea de la doble
determinación del sujeto, lo que lo llevó a revisar la teoría: del narcisismo, de las fantasías, del

6Bernard, M. (1991). Introducción a la lectura de la obra de René Kaës. Asociación Argentina de Psicología y
Psicoterapia de Grupo.

26
origen, del status del inconsciente, descubrir funciones intersubjetivas. Es así como tuvo que
discernir algunas funciones grupales tales como el auxiliar, por ejemplo en situaciones especiales de
crisis o traumáticas.

En el VII Congreso Internacional de Psicoterapia de Grupo (1980) presenta su trabajo “la


estructura de roles como código grupal”. El Grupo y sus configuraciones (1982) abre una
perspectiva nueva en la escuela argentina de grupos, que pone el acento en la problemática de la
identidad y la pertenencia, la burocratización de los grupos y define la tarea del grupo terapéutico.
Pasa a proponer distintas configuraciones del grupo en distintos momentos sobre el eje del vínculo
diádico vínculo triangular. Además propone por primera vez una gnoseología de los pacientes en
grupo, sobre la base de la necesidad de romper con la gnoseología tradicional y considerar los
aspectos narcisistas que se ponen en juego a partir de la regresión grupal.

En la revista de la AAPPG publicada en 1987, Bernard presenta un trabajo acerca de una


cierta clase de grupos con características peculiares, cuyos miembros poseen personalidades
predominantemente narcisistas, llamados grupos burocratizados. En la Revista de la AAPPG
publicada en 1988, Bernard desarrolla su propuesta de la dramatización sobre la estructura de roles
del grupo con relación a la transferencia: lo que el sujeto transfiere es una escena sobre otra escena.
En el año 1991 la AAPPG inaugura la colección “Aportes” con el libro de Marcos Bernard
“Introducción a la lectura de la obra de René Kaës”.

El tema de la transferencia, ha sido una de sus grandes preocupaciones y dedicaciones.


Formuló un modelo de aparato psíquico que posibilitara entender la dinámica de los grupos.
Aceptaba la idea de que el inconsciente es heterogéneo en sus formaciones, en sus modos de
constitución y en sus contenidos. A diferencia de otros autores, como Bion, pensaba que todos los
participantes de un grupo no están en el mismo nivel de regresión o de progresión, es decir puede
haber distintas defensas en juego.

Trabajó con Janine Puget en un grupo de estudio donde discutían acerca de los grupos
terapéuticos, tanto en lo que se refería a los aspectos clínicos, como teóricos y técnicos. Descripto
por la psicoanalista como “discusiones apasionantes dado que además en aquella época estábamos
en el puro descubrimiento de la riqueza de este naciente instrumento y método”. (Puget, 2003, p.2).
Los años de este grupo de estudio terminaron constituyendo el preludio de un libro muy conocido
“El grupo y sus configuraciones” (1982)7.

7
Puget, J., Bernard, M., Games Chaves, G. & Romano, E. (1982). El grupo y sus configuraciones. Lugar Editorial:
Buenos Aires.

27
Luego continuó la profundización de sus investigaciones referidas a la metapsicología de
los grupos terapéuticos, de los grupos de reflexión, de los grupos institucionales. El libro
“Desarrollos sobre grupalidad”, publicado en 1996, da cuenta de ello. 8

Su labor Docente

Marcos Bernard ejerció una intensa actividad docente, tanto a nivel institucional como en
privado donde tenía numerosos grupos de estudios.

Entre otras actividades docentes, fue Profesor Adjunto en la asignatura Técnica y Dinámica
de Grupos y abordaje institucional de la Carrera de Psicología de la Universidad Nacional de
Buenos Aires en 1974-1987; Docente en el curso para Graduados «Psicoanálisis de Grupo, Clínica
de Niños y Adolescentes, Adultos y Adultos Mayores» Facultad de Psicología Universidad de
Buenos Aires desde 1993 hasta 1996; Profesor invitado por el Institut de Psychologie, Centrre de
recherches en Psychologie et Psychopatohologie Cliniques. Université Lumière Lyon 2. Francia
(1997, 2001).

Encabezó el Departamento de Grupos de la Asociación Argentina de Psicología y


Psicoterapia de Grupo. En esa condición aglutinó un movimiento de continuación a los desarrollos
teórico-técnicos sobre los grupos psicoanalíticos iniciado por Enrique Pichon-Rivière y continuado
por José Bleger que se constituyó en el enfoque denominado “De las configuraciones vinculares”,
mismo que fuera enriquecido por las influencias de la escuela francesa de los grupos, en especial de
René Kaës.

Algunos de sus alumnos, en una nota en Campo Grupal (citado por Campuzano, 2003),
destacaban, respecto a su obra:

Bernard, fue no sólo un teórico, sino además un gran clínico. Quienes hemos
tenido el privilegio de estudiar con él, y posteriormente compartir tareas docentes,
pudimos acompañar su proceso de elaboración conceptual , sostenido en una
rigurosidad sin concesiones, y apoyado en considerar permanentemente la relación entre
la experiencia real, la práctica clínica y la producción teórica. Conocimos su
preocupación por la problemática social. (p. 1)

8
Bernard, M; ,Eddelman, L; Kordon, D; L´Hoste, M., Segoviano, M.& Cao, M. ( 1996). Desarrollos sobre grupalidad,
una perspectiva psicoanalítica. Lugar Editorial.

28
Bernard en Mar del Plata

Brindó Seminarios de Formación sistemática en grupos: Teoría y técnicas de Grupo, en


CEMEP (Centro Marplatense de Estudios Psicoanalíticos). Dio cursos de Coordinador y terapeuta
de Grupo, organizado por CEMEP Y AAPPG. Seminario de introducción a la obra de R. Kaes. Fue
invitado por la Cátedra de Psicología de los Grupos en la Facultad de Psicología, UNMP, para dar
conferencias, con amplia participación de estudiantes de la carrera. Comenzó dirigiendo la carrera
de Especialización de Psicología y Psicoanálisis de los Vínculos (Facultad de Psicología UNMP),
que debido a su enfermedad deja la dirección y pone a cargo docentes de la Facultad de Psicología y
de la AAPPG.

Sus aportes estuvieron presentes desde el comienzo en la cátedra Psicología de los Grupos a
la actualidad.

Sus últimos días

Cuando Marcos Bernard se enteró que le quedaba poco tiempo de vida, padecía una
enfermedad cancerosa, cuidó los vínculos valiosos, sus momentos de placer, cuidó a sus pacientes
interrumpiendo su trabajo cuando ya le pareció que las condiciones que él les ofrecía ya no eran
adecuadas. Sin embargo, no dejo de pensar, de producir.

En mayo de 2003, unas semanas antes de su muerte, le entrego a Mirta Segoviano


(psicoanalista) dos artículos inéditos acerca de la transferencia, tema al cual se dedicó
exigentemente y sin tregua su último tiempo. Quedó como tarea para algunas de sus personas
cercanas, el poder redondear y publicar su libro “El trabajo psicoanalítico en pequeños grupos” que
reunió veinte trabajos escritos entre 1982 y 1996, en el cual se incorporaron los artículos inéditos 9.
Marcos Bernard ha ocupado un lugar eminente entre sus colegas, un lugar de referencia en
lo concerniente al trabajo psicoanalítico con grupos y de acompañamiento con quienes trabajaron
con él. Amplia y rigurosa producción, en su acto de enseñar, “transmitiendo una entrega, la entrega
a una pasión sin bordes por el conocimiento” (Segoviano, 2006, p.8).

Bibliografía

• Asociación Argentina de Psicología y Psicoterapia de Grupo. (2004). 50 Aniversario.


Pensamiento Vincular, un recorrido de medio siglo. Buenos Aires.

9Bernard, M. (2006). El trabajo psicoanalítico con pequeños grupos. Lugar Editorial: Buenos Aires.

29
• Campuzano, M. (2003). Marcos Bernard. Revista Subjetividad y Cultura, N° 20.
Disponible en: http://subjetividadycultura.org.mx/marcos-bernard/
• Consoli C, Jaroslavsky E, Morosini I. (2006). Psicoanálisis e intersubjetividad. Familia,
pareja, grupos e instituciones. Homenaje a Marcos Bernard. Buenos Aires.
• Bernard, M. (2006). El trabajo psicoanalítico con pequeños grupos. Lugar Editorial:
Buenos Aires.
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• Bernard, M., Eddelman, L., Kordon, D., L´Hoste, M., Segoviano, M. & Cao, M. ( 1996).
Desarrollos sobre grupalidad, una perspectiva psicoanalítica. Lugar Editorial.
• Kaës, R. (2006). Prefacio. En M. Bernard, M., El trabajo psicoanalítico con pequeños
grupos. (pp.9-12). Lugar Editorial: Buenos Aires.
• Puget. J. (2003). Recordando a Marcos Bernard. En Asociación Argentina de Psicología y
Psicoterapia de grupo, Tomo XXVI, N°2.Disponible en http://www.aappg.org/wp-
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• Puget, J., Bernard, M., Games Chaves, G. & Romano, E. (1982). El grupo y sus
configuraciones. Lugar Editorial: Buenos Aires.
• Segoviano, M. (2006). Prólogo. En M. Bernard, M., El trabajo psicoanalítico con pequeños
grupos. (pp.7-8). Lugar Editorial: Buenos Aires.

30
Recepción y desarrollo del Psicodrama en Argentina
Lic. Barceló, Catalina
Lic. Viera, Emiliano

Introducción

Escribir acerca del psicodrama nos obliga a hacernos eco de sus devenires y
transformaciones. Transformaciones que no sólo hayan fundamento en cuestiones epistemológicas
o metodológicas, sino también en aquellas que pertenecen al terreno de lo ético y político. Desde
sus inicios en la Viena de la posguerra (1era Guerra Mundial) de la mano de J. L. Moreno, hasta los
desarrollos actuales, se ha sostenido como un dispositivo con una gran sensibilidad y fuerte
compromiso social. En este sentido, la recepción del psicodrama en la Argentina ha atravesado por
distintos avatares en su práctica y en su fundamentación teórica, estableciendo una compleja trama
con la episteme de la época, los movimientos institucionales y los atravesamientos socio-históricos-
políticos de nuestro país. A continuación intentaremos desarrollar, desde una mirada genealógica, la
recepción, transformación e implementación del Psicodrama en Argentina.

Inicios
Diversos autores (Albizuri de García, 1986, 1988; Carpintero y Vainer, 2004, 2005;
Hernández, 2008, 2010; Klein, 2017) sitúan el inicio del psicodrama en la Argentina en el año 1958
cuando Jaime Rojas Bermúdez y Eduardo “Tato” Pavlovsky, -ambos médicos psicoanalistas
candidatos a la APA-, comenzaron a utilizar dicha técnica en un servicio de pediatría del Hospital
de Niños de la ciudad de Buenos Aires. De esta manera se desarrolla lo que Kononovich y Albizuri
de García (1988) denominan la primera etapa del psicodrama en Argentina.

En ese año Rojas Bermúdez era Jefe Interino del servicio y le ofreció a Pavlovsky hacer
psicoterapia con un grupo de niños epilépticos, junto a María Rosa Glasserman, psicóloga
psicoanalista y Han Voss, un psicoanalista venezolano. A largo de las sesiones grupales, los niños
empezaron a realizar distintos juegos y representar escenas mediante las cuales intentaban elaborar
sus problemáticas. Glasserman y Pavlovsky intervinieron en los juegos participando y posibilitando
el despliegue de los mismos. Más tarde, Rojas Bermúdez caracterizó dichos juegos como
psicodrama y esto motivó el interés de los tres por formarse en esta nueva técnica (Carpintero y
Vainer, 2004).

De estas primeras aproximaciones, podemos observar la confluencia entre dos vertientes


teórico/prácticas del psicodrama; la proveniente de Jacob Moreno y la del psicodrama analítico

31
francés representado por Didier Anzieu y Serge Lebovici. Desde el plano teórico el psicodrama en
la Argentina encuentra sus fundamentación principalmente en línea de Moreno 10. Sin embargo
desde la dimensión práctica, podemos destacar que tanto el movimiento francés como el psicodrama
argentino se originan de la experiencia clínica, constituyéndose como una técnica privilegiada y
habilitadora para el trabajo psicoterapéutico grupal (Carpintero y Vainer, 2004). La relación con la
escuela francesa de psicodrama, sustentada en la teoría psicoanalítica, comienza a estrecharse. Este
primer entrecruzamiento de psicoanálisis y psicodrama será la semilla que devendrá en un punto de
inflexión referido, no sólo a los desarrollos posteriores del dispositivo psicodramático, sino
fundamentalmente a la interrogación sobre el psicoanálisis, la práctica clínica, y el trasfondo
institucional dominado por la rigidez de la APA (Asociación Psicoanalítica Argentina).

Momentos de inscripción y reconocimiento

En el año 1962, Rojas Bermúdez comienza a utilizar psicodrama en el Hospital Psiquiátrico


J.T Borda y funda el Centro de Investigaciones Psicodramáticas. Con esta nueva población
comienza a estudiarse los efectos del psicodrama en pacientes con psicosis y se expande su
aplicación a adolescentes y adultos. De esta forma comienza la segunda etapa del psicodrama en
Argentina (Kononovich y Albizuri de García, 1988).

Luego de estas primeras experiencias, Pavlovsky y Rojas Bermúdez comenzaron a


desarrollar lo que se denominó como “psicodrama público”, nombre que permitía diferenciar entre
psicodrama y psicoanálisis. Si bien esta separación permitió que continuaran enmarcados por la
AAPPG, Pavlovsky menciona que para llevar a cabo dicha práctica debían alquilar un galpón por
Avenida Libertador, indicando cierta marginalidad de la práctica respecto a dicha u otras
instituciones. Por otro lado, otros pioneros como Fidel Moccio, Carlos Martínez Bouquet y
Mauricio Abadi desarrollaron lo que se conocía como “psicodrama psicoanalítico”; ésta falta de
diferenciación condujo a que la APA prohíba la continuación de dichas prácticas (Carpintero y
Vainer 2004).

En 1963 Rojas Bermudez, Glasserman y Pavlovsky viajan a Estados Unidos para formarse
con Moreno. Durante este tiempo, Moreno les propone fundar la Asociación Argentina de
Psicodrama y Psicoterapia de grupo, que comienza a tener vigencia en abril de dicho año bajo la
dirección del primero. En 1964 se realizó en París el Primer Congreso Internacional de Psicodrama.
Invitados por Moreno, Rojas Bermúdez y Pavlovsky realizaron una sesión de psicodrama público
haciendo visible por primera vez el psicodrama argentino en el extranjero.

10 Recordemos que la teoría del psicodrama de Moreno se edifica fundamentalmente desde una lectura crítica al
psicoanálisis (Ver cuadernos de cátedra I)

32
Con estos hechos, comienza un período de sistematización de la formación respecto a la
técnica y de expansión en distintos ámbitos de aplicación. Como señala Hernández (2008):

Este es un período riquísimo donde el psicodrama y el trabajo grupal adquieren un


gran desarrollo en el país. Se jerarquiza, pese a las enormes resistencias y va logrando
mayor consenso. Prueba de ello resulta ser la cantidad y calidad de textos publicados y las
aplicaciones en la clínica psicológica, en la educación, en el trabajo institucional y socio-
político (p. 4).

Divisiones, entrecruzamientos y devenires

Tanto en nuestro país, como a nivel internacional, la década del 1960 dejó una huella
imborrable en los distintos movimientos y expresiones sociales. La revolución cubana, la Guerra de
Vietnam, la Revolución Cultural China, la insurgencia estudiantil y obrera del Mayo Francés, el
Cordobazo, entre otros, irrumpen afectando distintos ámbitos de la vida social argentina y
consecuentemente, instituciones como la APA. Las prácticas grupales y particularmente en las
prácticas psicodramáticas, no fueron ajenas a estos atravesamientos socio-históricos. Distintos
psicodramatistas comenzaron a cuestionar su lugar como coordinadores/as y terapeutas grupales en
la sociedad capitalista y la función del psicodrama como dispositivo que posibilite la
transformación social.

En 1965 se crea el Grupo Experimental Psicodramático Latinoamericano (GELP), compuesto


por Claudine Barrera, Marta Berlín, Luis Frydlewsky, Olga Albizuri de García, Bernardo
Kononovich, Roberto Losso, Carlos M. Martínez Bouquet, Fidel Moccio, Eduardo Pavlovsky y
Leonardo Sadne (Pavlovsky, 1980). Este grupo se enmarcaba en el psicoanálisis y la utilización de
las técnicas dramáticas, pero abogando por el compromiso político, ético y social de sus prácticas.
Es en esta línea que en 1971 en el 6° Congreso Internacional de Psicodrama y Sociodrama en
Amsterdam, miembros del GELP leyeron un manifiesto en el que ubicaban su postura ideológica al
vincular psicodrama, el grupo y lo social. Dicho documento podría pensarse como antecedente de la
ruptura de Plataforma y Documento que se dará posteriormente.

A fines de la década del 1960 se produce la ruptura entre Pavlovsky y Rojas Bermúdez,
originada según Pavlovsky por conflictos ideológicos. Al respecto refiere que la institución que
ambos habían formado se encontraba atravesando los mismos conflictos que sucedían en la APA.
Como consecuencia de esta separación, se comienza a diferenciar con mayor profundidad las dos
escuelas de psicodrama en Argentina. Por un lado, el psicodrama moreniano representado por Rojas
Bermúdez y luego Dalmiro Bustos, Menegazzo y Mónica Zuretti, entre otros/as quienes continúan

33
en vinculación con la APA y la AAPPG. Por otro, el psicodrama psicoanalítico representado por
Pavlovsky, Martínez Bouquet, Moccio, entre otros/as, quienes se independizan de ambas
instituciones. Estas dos líneas teóricas/prácticas, con algunas modificaciones y singularidades
continúan aún vigentes en la actualidad.

La dictadura cívico-militar y el exilio

De acuerdo a los desarrollos de Albizuri y Kononovich (1988), en el año 1976 comienza una
tercera etapa (1976-1983) que coincide con una de épocas más dolorosas de nuestro país, la última
dictadura cívico-militar autodenominada como Proceso de Reorganización Nacional.

En este período caracterizado por el terrorismo de estado, la muerte y las desapariciones, lo


grupal resulta una amenaza. Numerosos psicoanalistas, psicodramatistas y otros/as coordinadores
grupales argentinos debieron exiliarse del país para poder sobrevivir. Algunos/as de ellos/as
continuaron sus desarrollos sobre psicodrama en dichos lugares como Pavlovsky y Kesselman que
juntos publican Escenas Temidas del Coordinador11 en Madrid. Otros/as permanecieron en el país,
debiéndose replegar al ámbito privado y continuar silenciosamente desde estos espacios sus
prácticas grupales. Si la esencia del psicodrama es el juego, la espontaneidad y la creatividad, ¿qué
lugar hay para el psicodrama en un contexto represivo que coarta en sus múltiples expresiones la
libertad?

Siguiendo a Hernández (2008):

En 1980 se crea la Sociedad Argentina de Psicodrama, cuyo objetivo es nuclear a


los psicodramatistas de todas las tendencias, intercambiar, desarrollar, profundizar y
extender conocimientos y aplicaciones del Psicodrama. Esta institución nace como
alternativa, como necesidad de recuperar lo perdido, como intento de gestar algo nuevo. (p.
8)

Tras la Guerra de Malvinas y la caída de la dictadura, el psicodrama fue una de las


herramientas utilizadas para trabajar con los/as psicoterapeutas que debían asistir a los ex-
combatientes y/o familiares y con la comunidad en general para trabajar distintos aspectos del
drama social sufrido (Hernández, 2008). Indudablemente -aunque de distintos modos- ésta época
nos marcó como sociedad y hace huella aún hoy en las subjetividades de todo el pueblo argentino.

11
Escenas Temidas del Coordinador de Grupos (1978) es un libro que describe un dispositivo psicodramático de
supervisión de los/as coordinadores/as grupales.

34
Retorno de la democracia y el “des-exilio”

Con la vuelta de la democracia en diciembre de 1983 comienza una nueva etapa para la
Argentina y también para el psicodrama. Albizuri y Kononovich refieren en este período una cuarta
etapa que comprende desde 1984 a 1987, año de su publicación. Hernández (2008) señala que dicha
etapa podría extenderse hasta el desfondamiento del Estado y la crisis del año 2001, que luego
tomará como punto de partida para una quinta etapa que podríamos pensar hasta la actualidad.

Retomando la cuarta etapa, la misma se caracterizó por la transición democrática y las


secuelas recientes del terrorismo de estado, los y las psicodramatistas pudieron regresar a las
instituciones estatales, a las universidades y entre todos/as comenzaron a elaborar las situaciones
traumáticas acontecidas, subjetiva y teóricamente.

Como desarrollamos anteriormente, en la década de los sesenta el panorama internacional


presentaba guerras y conflictos entre potencias económicas; en Argentina Movimientos populares
seguidos de sistemas represores, y las subjetividades que se entramaban amparando al otro
desvalido respecto al sistema instituido. En la década de los setenta la Guerra Fría domina el
escenario mundial, igual que en los ochenta. En la subjetividad comienza a ingresar el otro como
persecutorio, amenazante. Reaparecerá con la figura del “sospechoso” (Pavlovsky, 1983; 1994) 12
Como sostiene Hernández (2008) “El signo social es la inhibición. Predomina el aislamiento y la
anulación de sentimientos (no sentir, no pensar, no hacer) durante los ochenta en el país se agota el
sistema represor que ya ha cumplido su cometido” (p. 8).

En los noventa cae el Muro de Berlín e inicia la asimilación. La grupalidad se ve facilitada


y reanuda el curso del deseo de encuentro. En el país se estabiliza la democracia, sin embargo lo
siniestro del periodo dictatorial se sustenta en la impunidad; no hay castigo a los culpables
(Obediencia Debida y Punto Final). De la mano de la instalación de los regímenes neo-liberales, la
brecha social se amplía deslizando de manera metonímica el lugar del otro como peligroso y al
mismo tiempo como competencia en la carrera por la supervivencia que instala la corrupción y el
sistema social en crisis. Predomina en la subjetividad el aislamiento e individualismo y no
aceptación de las diferencias (Hernández, 2008). A partir de estas condiciones de posibilidad socio-
históricas, se retoman la producción teórica y práctica del psicodrama.

12
Pavlovsky antes de exiliarse, describió un trabajo sobre el fenómeno del “sospechoso” en los grupos, refiriéndose a una
recreación imaginaria en los grupos del inconsciente social represivo. “En las sesiones se recreaba “un sospechoso” (un
represor) y en el grupo surgía el temor a hablar, recreándose en el grupo los terrores de la represión. Era una manera
inconsciente de “exorcizar” el terror del afuera.” (Pavlovsky, 2003, p. 3).

35
En 1983 se inicia, con una lógica que continúa la de Plataforma y Documento, una
publicación libro-revista Lo Grupal, como vehículo que da cabida a la conceptualización de las
prácticas que los psicodramatistas en exilio habían realizado. Al año siguiente, Pavlovsky y otros
crean el Centro de Psicodrama Psicoanalítico, continuando con Sacha Altaraz, René Smolovich,
Susana Evans, Juan Carlos De Brasi y Norberto Revilla como pilares. Comienzan a realizarse
lecturas que amplían los márgenes del horizonte teórico de la época (Spinoza, Deleuze, Guattari,
Sartre).

En 1996 se crea el Centro de Estudio de Psicodrama Analítico Grupal -en Mar del Plata con
la Coordinación General de Eduardo Hernández, Psicodramatista egresado del Centro de
Psicodrama coordinado por Pavlovsky-. Después de sucesivos Talleres y encuentros de Psicodrama
Abierto inscribe su primera camada en 2003.

En Rosario, Oscar Bureau, Malenka Pavlovsky y Daniel Vega crean el Centro de


Psicodrama Psicoanalítico, dando formación, en 1997. Ese mismo año Santiago Rivero con
Carolina Pavlovsky realizan lo propio en La Plata. En Buenos Aires la actividad del Centro de
Psicodrama Psicoanalítico continúa con la dirección de Silvia Schverdfinger y Carolina Pavlovsky
en forma conjunta los primeros años y separadamente en forma más reciente.

Por último, como señala Hernández (2008), lo que podría denominarse la quinta etapa del
Psicodrama en Argentina se encuentra atravesada por una serie de acontecimientos que han
marcado un hito en la historia de la Argentina reciente. El desfondamiento del Estado y sus
instituciones, el corralito, los cacerolazos, la caída del gobierno de De la Rúa, los cinco presidentes
en 11 días, los “nuevos pobres” entre otros, dan cuenta de una profunda crisis económica, político y
social en nuestro país acarreando una severa descomposición del tejido social con consecuencias
socioculturales y subjetivas hasta la actualidad. Paradójicamente, en un contexto global que
promueve el individualismo, la necesidad de unirse en colectivos constituyó la única alternativa
para sobrellevar el sufrimiento social (asambleas, fábricas recuperadas, trueque). A partir de estas
condiciones de posibilidad la inserción y el desarrollo del Psicodrama en diversos ámbitos fue
siendo cada vez más relevante, en universidades y otras instituciones de formación, en las calles y
en las plazas de Buenos Aires y otras ciudades del país.

Seguimos pensando…

Reflexionar sobre las particularidades del acontecer socio-histórico actual resulta una tarea
harto difícil y que excede los fines del presente trabajo. Sin embargo retomaremos algunas

36
cuestiones que nos parecen fundamentales en su articulación con la importancia del psicodrama en
los tiempos que corren.

Los nuevos escenarios sociales que presenta la modernidad tardía (globalización,


neoliberalismo, consumo) sostienen una profunda transformación del rol del Estado, que ha
experimentado un retraimiento como garante de los derechos de los ciudadanos, así como en la
planificación e implementación de políticas sociales. Estas serie de transformaciones socio-
históricas, que veremos más detalladamente durante la cursada, constituyen la urdimbre sobre la
que se tejen las subjetividades en esta época, generado determinados efectos en los lazos sociales:
Fragilización subjetiva y fragmentación de los lazos sociales (El otro deviene un extraño).
Subjetividades organizadas en base a la competencia y la necesidad de ser flexibles, frente a la
égida mercantil. Sujeto Consumidor (Objetos, vínculos, sensaciones). Individualismo y
exacerbación del Narcisismo.

Sostenemos que los nuevos escenarios virtuales han ido progresivamente desarticulando los
espacios comunes de encuentro y alterando las coordenadas temporales, privilegiando nuevas
formas de “conexión” en donde el otro pasa a ser muchas veces un “contacto”, provocando una
suerte de aislamiento social y liquidez de los vínculos, que tienden a modelarse con la fluidez del
mercado. En este sentido, el psicodrama se ha vuelto un desafío y al mismo tiempo una apuesta a
poner el cuerpo, a dejarse afectar por lo que acontece, habilitando el despliegue de un campo de
problemáticas en el espacio dramático. Componer una escena donde el cuerpo -por muchas teorías
olvidado- adquiere particular importancia. Un cuerpo que habla y se expresa a través de sus gestos,
de sus de sus tensiones, de sus resistencias e insistencias. Un cuerpo comúnmente aplanado, que
rompe con lo establecido y se dispone a jugar, a atreverse, a dejarse atravesar por lo que implica el
estar con otros cuerpos.

Como se esbozó anteriormente, nuevos autores en el campo de lo teórico habilitan nuevos


pensamientos y la lógica de la multiplicidad tiene efectos en las prácticas psicodramáticas.
Comienza a pensarse las escenas no desde de un sentido único, monocular, interpretativo sino como
estallido en múltiples sentidos a través de la resonancia grupal. Desde esta perspectiva, el o la
coordinador/a en psicodrama, dirige la escena como acontecimiento, como agenciamiento, siempre
colectivo, de multiplicidades, territorios, devenires, afectos (Pavlovsky, 2011).

En este marco, el psicodrama desde su origen en los intersticios, modificó y modifica la


concepción de los modos de pensar y hacer en lo grupal e insta a la transformación singular y
colectiva. Lo grupal, la multiplicidad, el psicodrama instituye, contra el disciplinamiento de los
cuerpos, la potencia del encuentro.

37
Bibliografía

• Albizuri de García, O. (1986). Contribuciones del psicodrama a la psicoterapia de grupos.


En: Lo grupal 3. Ed. Galerna. Bs. As. 1986.
• Albizuri de García, O. y Kononovich, B. (1988). Historia de las Prácticas y desarrollo del
psicodrama en la Argentina. en Revista Argentina de Psicodrama y Prácticas Grupales, Nº
3, Año IV, Buenos Aires, mayo de 1988.
• Carpintero, E. y Vainer, A. (2004). Las Huellas de la Memoria. Psicoanálisis y Salud
Mental en la Argentina de los ´60 y ´70 (1957-1983). Bs. As. Topía Editorial.
• Carpintero, E. (2014). EL EROTISMO Y SU SOMBRA. El amor como potencia de ser. Ed.
Topía. Bs. As.
• Hernández, E. (2008). Algunas Referencias al Psicodrama en La Argentina. Cincuenta
años. Material de cátedra, Psicología de los grupos UNMDP.
• Klein, T. (2017). Los inicios del Psicodrama en Argentina (1958-1976). Estado del arte e
hipótesis para su periodización e investigación. En: IX Congreso Internacional de
Investigación y Práctica Profesional en Psicología XXIV Jornadas de Investigación XIII
Encuentro de Investigadores en Psicología del MERCOSUR. Facultad de Psicología –
Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires
• Pavlovsky, E (2003). El psicodrama hoy. En: Revista Campo Grupal
• Pavlovsky, E. (2000). Psicodrama analítico. Su historia. Reflexiones sobre los
movimientos francés y argentino. En: Lo Grupal Devenires Historias. Bs. As. Ed. Galerna,
2000.
• Pavlovsky, C (2008). Ditirambo Psicodramático En: Revista Campo Grupal
• Pavlovsky, C (2011). Psicodrama Grupal hoy. Clínica de la diversidad. En: Revista
Actualidad Psicológica.

38
Anexo

Algunos referentes del movimiento grupalista argentino.

Eduardo “Tato” Pavlovsky nació el 10 de diciembre de 1933 en


Buenos Aires. Fue médico, psicoanalista, psicodramatista, dramaturgo y
actor. Fundador de la Asociación Argentina de Psicodrama (1963), del
Grupo Plataforma de Psicoanalistas y del Centro de Investigaciones
Sociales, Estéticas y Grupales (CISEG). También, candidato a diputado
por el partido Socialista de los Trabajadores (PST) (1963) y en la década
de 1980 por el Movimiento al Socialismo (MAS) en cuatro
oportunidades. Ha publicado gran cantidad de artículos y volúmenes de investigación y
periodísticos. En 2010, recibió un Doctorado Honoris Causa de la Universidad Nacional de Río
Cuarto. Falleció el 4 de octubre de 2015 en Buenos Aires. Entre sus obras teatrales más celebradas
se pueden citar “El Señor Galíndez”, “Telarañas”, “Potestad”, “Paso de dos”, “El cardenal”,
“Rojos globos rojos”, “La muerte de Marguerite Duras”. Es autor además de Psicoterapia de
Grupo de niños y adolescentes (1968), Proceso creador, terapia y existencia (1982) y Psicodrama
¿cuándo y por qué dramatizar? (1985), entre otras.

Fernando Ulloa nació en Pigüé, el 1 de marzo de 1924. Se graduó de


médico en la Universidad de Buenos Aires, en 1950, y pocos años
después comenzó a trabajar junto a Pichon Rivière en la conocida
Experiencia Rosario. Es considerado uno de los precursores de la carrera
de psicología en la UBA, donde se desempeñó como docente hasta la
tristemente célebre noche de los bastones largos. En la década del
setenta retomó la enseñanza desde la cátedra de Psicología Clínica de Adultos e introdujo las
llamadas Asambleas Clínicas: cientos de alumnos reunidos ni más ni menos que para pensar: “Ellos
mismos eran objeto de la clínica; se observaban como comunidad”.

Su trabajo se centró en la “numerosidad social”, tal como denominó a los distintos


colectivos humanos con quienes trabajó sus técnicas “para generar pensamiento crítico”. Fue
elegido presidente de la filial Buenos Aires de la Federación Argentina de Psiquiatras. Durante el
proceso militar que vivió la Argentina, se vio obligado a viajar a Brasil, donde continuó
desarrollando actividades en el campo de los derechos humanos.

39
Fue asesor del Movimiento Solidario de Psiquiatría en el programa con familiares de
desaparecidos y presos políticos, y colaboró además en peritajes judiciales para esclarecer casos de
torturas durante el terrorismo de Estado. Actuó como perito de parte para Madres de Plaza de Mayo
en juicios por apropiación de niños.

Fundador de la denominada Comunidad Clínica, Ulloa afirmaba que en las actividades


psicológicas comunitarias terapéuticas hay dos características que suelen presentarse en las
comunidades clínicas de capacitación en el campo de la salud pública. La primera: la solidaridad
entre individuos que intentan unirse para enfrentar en común sus sufrimientos o su carencia, la
segunda: la pobreza de recursos materiales, conceptuales y técnicos a partir de los cuales se pone en
marcha, en general, la experiencia (Ulloa, 1962).

Jaime Guillermo Rojas-Bermúdez es psiquiatra, psicoanalista y


psicodramatista argentino. Considerado pionero del psicodrama en la
Argentina y fundador de la Asociación Argentina de Psicodrama y
Psicoterapia de Grupo (1963). Discípulo de Jacob Moreno, continuó y
divulgó sus actividades psicodramáticas a lo largo de varios países de
América Latina y España. Fue Presidente del IV Congreso Internacional de
Psicodrama, Vicepresidente Honorario del V Congreso Internacional de Psicodrama, Presidente
Honorario de la Asociación de Psicodrama y Psicoterapia de Grupo, entre otras. Sus principales
publicaciones: Núcleo del Yo. Lectura sicológica en los Procesos Evolutivos Fisiológicos (1979),
¿Qué es el psicodrama? Teoría y práctica (1984), Títeres y psicodrama/Puppets and psychodrama
(1985) y Teoría y técnica psicodramáticas. (2017).

Janine Puget es una psicoanalista, argentina, nacida en Francia.


En 2011 recibió el premio internacional Sigourney Award, que otorga la
Asociación Psicoanalítica Internacional, por sus aportes al psicoanálisis.
Es didacta de la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires
(APdeBA) y miembro fundadora de la Asociación Argentina de Psicología
y Psicoterapia de Grupo en Buenos Aires. También es la directora
científica del Departamento de Psicoanálisis de Pareja y Familia de APdeBA y de la Asociación de
Psicología y Psicoterapia de Grupo en Buenos Aires. Es docente en la Asociación Psicoanalítica de
Madrid.

40
Sus intereses incluyen el psicoanálisis clásico, la terapia grupal, el psicoanálisis familiar y
el de pareja. Para Puget, «La tensión provocada por la presencia inevitable de las paradojas en la
pareja matrimonial, es vista tanto como generadora de síntomas como de posibilidades creadoras.»

Marie Langer nació en Viena, Austria en 1910 y murió en


Buenos Aires en 1987. Perteneció a una familia judía asimilada,
acaudalada y culta. Fue la menor de dos hijas. Estudió en el
Schwarzwald Schule, colegio donde convergían ideas socialdemócratas y
feministas. En 1932 se afilió al Partido Comunista Austríaco impulsada
por el auge del nazismo de Alemania. Poco después comenzó a
psicoanalizarse con Richard Sterba.

En 1935 terminó sus estudios de Medicina y comenzó su formación psicoanalítica en el


Wiener Vereinigung Institut presidido por Sigmund Freud.

En 1936 integró -junto con quien fue su segundo esposo, el Dr. Max Langer- las Brigadas
Internacionales convocadas para defender la República Española. La victoria de las fuerzas
franquistas, el peligro del creciente antisemitismo y del anticomunismo, la obligaron a abandonar
Europa. Emigró al Uruguay, donde nació el primero de sus cuatro hijos.

Después de algunos años económicamente difíciles llegó, a principio del 40, a Buenos
Aires. En 1942, fundó -junto a Ángel Garma, Celes Cárcamo, Arnaldo Rascovsky, Guillermo
Ferrari Hardoy y Enrique Pichon-Rivière- la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA) siendo la
única mujer en este grupo. Sobre ella recayó la responsabilidad de gestionar el reconocimiento de la
Asociación Psicoanalítica Internacional (IPA) para el psicoanálisis argentino. En las décadas
siguientes contribuyó, de manera inestimable, al fortalecimiento de la Asociación Psicoanalítica
(que presidió por un período) y del Instituto de Psicoanálisis. Investigó, con especial interés, los
problemas relacionados con la sexualidad femenina, la reproducción y la maternidad. Publicó en
1951 Maternidad y sexo, trabajo pionero dentro del psicoanálisis que sitúa la condición femenina
desde una perspectiva marxista y feminista. En 1957 publicó, junto con León Grinberg y Emilio
Rodrigué, Psicoterapia del grupo y posteriormente, El grupo psicológico, textos clásicos en lo que
se refiere a la psicoterapia psicoanalítica de grupo. Durante estos años, lejos de la militancia
política, impulsó la práctica de la psicoterapia grupal en instituciones asistenciales.

Fue miembro fundadora de la Asociación de Psicología y Psicoterapia de Grupo. A fines de


la década del 60 integró el Grupo Plataforma con otros psicoanalistas que cuestionaban el
aislamiento de las instituciones psicoanalíticas oficiales, sus estructuras verticales de poder y su

41
pacto con la clase dominante. Publicó, entonces, Cuestionamos I y
Cuestionamos II, libros donde recogía las críticas a un psicoanálisis
adaptacionista y aliado al sistema.

Raúl Usandivaras nació en Buenos Aires el 28 de enero de


1924, murió el 12 de noviembre de 1994. Fue médico psiquiatra
egresado de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos
Aires. Miembro Fundador y primer Presidente de la Asociación
Escuela Argentina de Psicología y Psicoterapia de Grupo, Miembro
del American Group Psychotherapy Association, Miembro de la
Group Analytic Society (Londres) y Miembro Titular de la Asociación Psicoanalítica Argentina.
Realizó su análisis didáctico con la Dra. Marie Langer y supervisó con los Dres. Heinrich Racker y
Enrique Pichón Rivière.

En su trayectoria profesional fue Director del Departamento de Ciencias de la Conducta del


Centro de Educación Médica e Investigaciones Clínicas (CEMIC); Asesor en Salud Mental de la
Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires.

Es autor de innumerables trabajos que han sido publicados en nuestro país y en el


extranjero. Y escribió nueve libros, en los cuales investigó fundamentalmente la dinámica de los
grupos.

-----------------------------------------------
Volante distribuido durante el Congreso de la API en Roma 1969

Volante distribuido durante el 26 Congreso de la IPA en Roma para invitar al Contracongreso


organizado por Plataforma (traducción de la versión en italiano).

¡EL PSICOANÁLISIS ESTÁ BIEN!


¿ESTÁ DE ACUERDO? ¿SI?
¡ENTONCES DEBE ANALIZARSE!

¡LA SOCIEDAD PSICOANALÍTICA ESTÁ BIEN!


¿ESTÁ DE ACUERDO? ¿SI?
¡ENTONCES DEBE HACER OTRO PERIODO DE ANÁLISIS!

42
¡LA FORMACIÓN PSICOANALÍTICA ESTÁ BIEN!
¿ESTÁ DE ACUERDO? ¿SI?
¡ENTONCES DEBE VERDADERAMENTE ANALIZARSE DE NUEVO!

Queridos colegas,
Durante los últimos meses se han reunido algunos grupos de psicoanalistas y candidatos en
formación de varios países europeos. En el curso de estos encuentros se ha constatado que en varios
institutos psicoanalíticos existe un malestar en algunos niveles. A la luz de lo anterior, hemos estado
discutiendo varios puntos
1. La formación psicoanalítica;
2. Significado, estructura y funcion de la Sociedad Psicoanalítica;
3. Rol social del psicoanalista e imaginario social del psicoanálisis;
4. Relación entre psicoanálisis e instituciones.

De la discusiones han surgido, en síntesis, los siguientes problemas:


- En su forma actual, el desarrollo óptimo de la formación del candidato en análisis está inhibido
por el hecho de que la institución psicoanalítica interfiere directamente al interior de análisis.
- La estructura actual de la sociedad psicoanalítica parece ser primero que todo un instrumento
destinado a proteger el ejercicio de la profesión psicoanalítica en detrimento de los objetivos
científicos y socio-culturales del psicoanálisis.
- La organización jerárquica de la sociedad psicoanalítica favorece relaciones regresivas entre sus
miembros en cuanto a la búsqueda del poder –sea este real o ilusorio- por una parte, y por la otra
induce mecanismos muy difusos de pasividad y dependencia. Como resultado de ello, muchos
institutos son muy cerrados, sin relación con el exterior y mostrando una atmosfera que tiende a la
auto-idelización y al enmascaramiento de aquellos aspectos de su propia estructura que induce a la
regresión. De este modo, la búsqueda de los verdaderos objetivos del psicanálisis pasan a un
segundo plano a favor del mantenimiento de posiciones carismaticas y de poder individuales que de
grupo.
- Está modificación estructural de la finalidad de la Sociedad Psicoanalítica inhibe la capacidad de
los psicoanalistas de problematizarse y de investigar el propio rol y funcionamiento real y potencial
en la sociedad contemporánea. En este sentido, la sociedad psicoanalítica paradójicamente ha
ignorado una serie de cambios profundos en la sociedad actual.

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El congreso internacional de psicoanálisis ignora competamente esta problemática. Es por esto que
proponemos su discusión en una serie de asambleas que se desarrollarán a las 17:00 hrs. Del 28 de
Julio de 1969 en el restaurante “Carlino al Panorama”. La traducción está asegurada.

P.S.: ¡Si creen estar bien analizados vengan todos al Carlino!


Plattform
Grupo de estudio de psicoanalistas europeos

Llamado internacional por la responzabilización social del psicoanálisis

Volante en papel membretado con los datos de Federico Navarro distribuido durante el
Congreso de Roma LLAMADO INTERNACIONAL POR LA RESPONSABILIZACIÓN SOCIAL
DEL PSICOANÁLISIS. Tomado de Journal, Sondenummer, 10 Jahre Dissidenz, Dezember
1987. Publicación del Seminario Psicoanalítico de Zurich

APPELLO INTERNAZIONALE PER LA RESPONSABILIZZAZIONE

SOCIALE DELLA PSICANALISIS

**********

Promesso che la psicanalisi ha come studio l’uomo quale espressione da un collettivo, considerato
che l’umanità è attualmente in uno stato di nevrosi collettiva che è nata con essa poichè si è dovuta
da sola allévare ed educare da sè per cui ha erroneamente interpretato l’aspirazione a realizzarsi in
chiave egostica statica e non indivilualistica dinamica e quindi o a discapito o contro la collettività,
preso coscienza che la umanità non ancora è riuscita ad umanizzarsi per una grave carenza di umiltà
che ostacola il dialogo e crea innumerevole distorsioni interpretative e di ciò soffrono le varie
psicanalisi ufficiali, visto che in questa disciplina ripongono fiducia gli esseri più sensibili e che le
insoddisfazioni dei bisogni basilari si traducono in insicurezza psicologica per cui si è mitizzato il
benessere materiale in una spirale consumistica che oggi salda il vizioso circolo nevrotico,
osservato che ciò è l’elemente che induce a vagheggiare sistemi chiusi e statici e non aperti e
dinamici, RITENIAMO che sin maturo el momento di contribuire al l’umanizzacione dell’umanità
iniziando un lavoro de educazione, più che di rieducazione, individuale e collettiva, col cominciare
a chiarire dall’esatte valore e potenzialità della parola fino alla sessualità come espressione
biologica del dialogo, lo scopo funzionale e dinamico dell’esistenza e cosi pervenire alláutonomia,
autogestione e autosificienzza collettiva rediante soluzioni comunitarie e interdiscilpinari a livello

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di ogni aspetto sociologico o individuale si da realizzare una continua evolucioe che sia rivoluzione
in un vivere storicamente i singoli momenti della Veritá.

Armando Bauleo - Argentina

Hernán Kesselman - Argentina

Federico Navarro - Italia

Berthold Rothschild - Suiza

ROMA 1.8.69

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