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Edward A. Shanken
A mediados de la década de 1960, Marshall McLuhan profesó que los medios electrónicos estaban
creando una creciente e interconectada comunidad global. Semejantes afirmaciones popularizaron la idea de que
la era de la tecnología de la “edad de la máquina” estaba acercándose, conduciéndose una nueva era de la
tecnología de la información. Notando este cambio, Puntus Hultén organizó una simultáneamente nostálgica y
futurística exposición de arte y tecnología mecánica en el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MOMA) en
1968. “La Máquina: vista al Fin de la Era Mecánica” incluyó obras que iban desde los dibujos de máquinas
voladoras de Leonardo Da Vinci, en el siglo XVI, hasta colaboraciones de artistas-ingenieros contemporáneos
seleccionadas a partir de una competición organizada por “Experimentos en Arte y Tecnología, Inc.” (E.A.T.).
E.A.T. surgió del entusiasmo generado por “Nueve atardeceres: teatro e ingeniería”, un festival de
performances mejorado tecnológicamente, que el artista Robert Rauschenberg y el ingeniero Billy Kluver
organizaron en Nueva York en Octubre de 1966. E.A.T. además dedicó su habilidad a ingeniar un gran
espectáculo multimedia diseñado para el Pepsi Pavilion en el Osaka World’s Fair de 1970. Simultáneamente, el
American Pavilion en el Osaka, incluyó una exposición de proyectos colaborativos entre artistas e industria, que
estaban producidos bajo el Programa de Arte y Tecnología (A&T) en el Museo de Arte de Los Ángeles.
Ambiciosas como eran, pocas de las celebradas colaboraciones de artistas-ingenieros de ese período se
enfocaron en el uso artístico de las tecnologías de la información, como en computadoras y telecomunicaciones.
Dando un importante paso en esa dirección, “Cybernetic Serendipity”, en el Instituto de Arte Contemporáneo de
Londres en 1968, estaba temáticamente centrado en las relaciones entre computadoras y creatividad. Aquella
muestra, aún así, continuó enfocada en la materialidad de los aparatos tecnológicos y en sus productos, como en
dispositivos robóticos y gráficos de computador.
Jack Burnham, crítico de arte, impulsó la exploración de las relaciones entre arte y tecnología de la
información hacia un punto sin precedentes. En 1970, el crítico curó la muestra “Software, Tecnología de la
Información: su nuevo significado para el Arte”, en el Museo Judío en Nueva York. Esta muestra fue la primera
exhibición de arte y tecnología de Estados Unidos, que intentó a utilizar computadoras en el contexto de un
museo. Las ambiciones tecnológicas de “Software” fueron ajustadas por la visión conceptualmente sofisticada de
Burnham, quien para la muestra trazó paralelismos entre los programas efímeros y protocolos de software de
computadora y las formas cada vez más “desmaterializadas” del arte experimental, a las cuales el crítico
interpretó, metafóricamente, y que funcionan como sistemas de procesamiento de información. “Software” incluyó
obras de artistas conceptuales como Les Levine, Hans Haacke y Joseph Kosuth, cuyo arte estaba presentado al
lado de muestras de tecnología, incluyendo la primera exhibición pública del hipertexto (“Labyrinth”, un catálogo de
exhibición electrónica diseñado por Ned Woodman y Ted Nelson) y un modelo de arquitectura inteligente (SEEK,
un ambiente reconfigurable, diseñado por Nicholas Negroponte y el Grupo de la Máquina de Arquitectura en el
Instituto de Tecnología de Massachusetts.
A pesar de esos puntos de intersección y del hecho de que el arte conceptual emergió durante un
momento de intensiva experimentación artística con la tecnología, pocos eruditos han explorado la relación entre
tecnología y arte conceptual. Es más, la literatura sobre la historia del arte, tradicionalmente ha trazado rígidas
distinciones categóricas entre arte conceptual y arte-y-tecnología. Aún así, la siguiente re-examinación, desafía los
límites disciplinarios que ocultan significantes paralelismos entre esas prácticas. La primera parte describe las
premisas curatoriales de Burnham para la exposición Software e interpreta trabajos en la muestra de Levine,
Haacke y Kosuth. La segunda parte propone varias razones a cerca de porqué el arte conceptual y arte-y-
tecnología se consolidan como categorías distintas, inclusive hasta antitéticas. La conclusión sugiere que las
correspondencias compartidas entre aquellas dos tendencias artísticas ofrecen zonas para repensar la relación
entre ambas como constitutivas de grandes transformaciones sociales, desde la edad de la máquina de la
sociedad industrial a la tan llamada edad de la información de la sociedad post-industrial.
Antes de proceder, algunas definiciones de trabajo clarificarán la terminología del arte conceptual y del
arte-y-tecnología para abrir un debate sobre sus parentescos, más allá de los estrechos confines de los discursos
existentes. Resistiendo el arqueado formalismo que se ha vuelto institucionalizado por los ‘60s, el arte conceptual
ha buscado analizar las ideas subrayando la creación y recepción del arte, más que elaborar otra convención
estilística en la sucesión histórica de los movimientos vanguardísticos de la modernidad. Investigaciones de
artistas conceptuales en red de significación y estructuras de conocimiento, las cuales permiten al arte tener
significado han utilizado frecuentemente textos como aparatos estratégicos para examinar el intersticio entre
lenguajes visuales y verbales y sistemas semióticos. En este aspecto, el arte conceptual es un proceso meta-
crítico y artísticamente auto-reflexivo. Está comprometido con las posibilidades de significación de los múltiples
contextos del arte (incluyendo sus historias y críticas, exhibiciones y mercados). En interrogar la relación entre
ideas y arte, el arte conceptual des-enfatiza el valor tradicional acordado a la materialidad de los objetos artísticos.
Aún así, se focaliza en examinar las precondiciones de cómo emerge el significado en el arte, visto como un
sistema semiótico.
Arte-y-tecnología ha focalizado su investigación en los materiales y/o conceptos de la ciencia y de la
tecnología, a las cuales, reconoce, los artistas tienen históricamente incorporadas en su trabajo. Sus
investigaciones incluyen: 1. La estética: examinación de formas visuales en la ciencia y la tecnología. 2. La
aplicación de la ciencia y la tecnología en función de crear formas visuales. 3. El uso de conceptos científicos y
medios tecnológicos, ambos para cuestionar sus aplicaciones prescritas y para crear nuevos modelos estéticos.
En este tercer caso, arte-y-tecnología, así como el arte conceptual, es un proceso meta-crítico. Desafía los
sistemas de conocimiento (y las tecnológicamente meditadas formas de conocimiento) que estructuran los
métodos científicos y los valores estéticos convencionales. Más aún, examina las implicancias sociales y estéticas
de los medios tecnológicos que definen, empaquetan y distribuyen la información.
Conclusión
Las continuidades entre arte-con-tecnología y arte conceptual son más radicalmente aparentes desde una
distancia histórica de tres décadas, removidas por los debates estético-políticos de aquel momento. Los avances
en electrónica, computación y telecomunicaciones (y especialmente el advenimiento de Internet) han provisto a los
artistas de las herramientas que los posibiliten interrogarse sobre la materialidad convencional y sobre la
complejidad semiótica de los objetos artísticos en formas que no eran posibles 30 años atrás. Así como los
descubrimientos ayudaron a relevar las fallas mecánicas de los discursos críticos para reconciliar cómo el trabajo
del artista puede estar ligado simultáneamente con ambos: arte conceptual y arte-con-tecnología. Haacke, por
ejemplo, expuso en la Galería Howard Wise, y su trabajo muestra prominentemente en las monografías claves del
Arte quinésico y del arte-con-tecnología. Sin embargo, su trabajo ha sido canonizado primeramente dentro del
contexto del Arte Conceptual. Otros artistas como Ascott, permanecieron simultáneamente visibles e invisibles a
cada colonia a lo largo de los ‘60s y los ‘70s, a causa de su estrecha afinidad con ambos. La recepción crítica y la
historización de Haacke y Ascott dice menos de sus trabajos de lo que dice sobre los mecanismos institucionales
que han creado y reforzado distinciones categóricas entre arte-con-tecnología y arte conceptual a expensas de
identificar las continuidades entre ellos.
Respecto de las diferencias entre estas tendencias artísticas, mientras que al mismo tiempo entender
algunos de los preceptos teóricos comunes que comparten, un raconto más comprensivo del arte desde mediados
del siglo XX puede ser formulado. Tal historia conocerá la cibernética, la teoría de la información y la teoría de los
sistemas como modelos intelectuales fundacionales que, en combinación con el advenimiento de la computación
digital y las telecomunicaciones, jugó un papel significativo en desarrollar la cultura. Como escribió Burnham en
1970, la información sobre el procesamiento de la tecnología influencia nuestras nociones sobre la creatividad, la
percepción y los límites del arte… Probablemente no sea el terreno de las computadoras u otros dispositivos de
telecomunicación para producir obras de arte como las conocemos, pero serán, de hecho, instrumentales para
redefinir la completa área de conciencia estética.