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Carnavalización y

cultura popular en
el caribe
colombiano
José Félix Fuenmayor

Don Miguel
Adriana Barros
María José Linero
Massiel de Alba
Ezequiel Pretel
Carnavalización y
cultura popular en
el caribe
colombiano
Contenido
Carnavalización y cultura popular en el caribe colombiano ..................................... 2
Prólogo ................................................................................................................ 4
Relato de ............................................................................................................. 6
Don Miguel........................................................................................................... 6
Capítulo I ........................................................................................................... 10
El rebajamiento como reivindicación del alma ................................................... 10
Capitulo II........................................................................................................... 13
La plaza, de lo íntimo a lo colectivo en el caribe. ............................................... 13
Capítulo III ......................................................................................................... 16
Profanación en el caribe: Un arma de doble filo en nuestros días ..................... 16
Capitulo IV ......................................................................................................... 19
Las anomalías normales de un pueblillo ............................................................ 19
Conclusión ......................................................................................................... 21
Relato de Don Miguel de Carnavalización y cultura popular
José Félix Fuenmayor en el Caribe colombiano

Abordaremos el sabernos reír como


elemento popular que nos acerca al otro
para solucionar problemas en el caribe.

Adriana Sofía Barros Castro adrianasbarros20@hotmail.com


Massiel Alejandra De Alba Donado alejandradonado@live.com
María José Linero De La Rosa mariajose.linero@hotmail.com
Ezequiel Elías Pretel Méndez pretelezequiel@gmail.com

Resumen Abstrac

Este ensayo analiza el cuento Relato de This essay analyzes the tale "Story of Don
Don Miguel y estudia sus elementos Miguel" and studies its functional
funcionales según la teoría de Vitor Aguilar elements according to the theory of Vitor
e Silva con las funciones de guía para la Aguilar e Silva with the guiding functions
poética. for poetics.
Nos centraremos en el teórico funcional We will focus on the functional theorist
Mijaíl Bajtín y su teoría de la Mikhail Bakhtin and his theory of
carnavalización, adaptando los conceptos carnivalization, adapting the concepts of
de rebajamiento, profanación, plaza y abasement, desecration, square and
espejo invertido a la cultura de la región inverted mirror to the culture of the
Caribe, y explicándolos a través de los Caribbean region, and explaining them
sucesos relatados en el cuento de through the events related in the story of
Fuenmayor. Fuenmayor.
Haremos un acercamiento sobre los We will make an approach about the
sustantivos abstractos carnavalización y abstract nouns carnivalization and
cultura popular en el cuento Relato de Don popular culture in the story "Story of Don
Miguel a través de la relación de la cultura Miguel" through the relationship of culture
en los pueblos del caribe. in the peoples of the Caribbean.
Un último aspecto, para establecer las A final aspect, to establish the intertextual
formas intertextuales con otras situaciones forms with other situations that are
que se evidencian diariamente en esta evident daily in this region and also find
región y también encontrar la relación con the relationship with other works that
otras obras que permitan explicar los explain the concepts of our interest.
conceptos de nuestro interés.

Palabras claves Keywords


Rebajamiento – Plaza – Abasement - Square -
Profanación – espejo invertido Desecration - Inverted mirror
Prólogo

Exponer lo que pasa a nuestro alrededor, hablar con veracidad, informar cada
acontecimiento es comunicación social, pero queremos cambiar esa perspectiva y
ver más allá de lo que es conocido, queremos investigar, preguntar, analizar,
realizar escritos donde queden plasmados no solo noticias, entrevistas, reseñas,
etc. queremos escudriñar y destacar la importancia de nuestra cultura, remarcar lo
que se ha ido perdiendo por la falta de interés y comunicación.

Para lograr todo esto tenemos que recorrer un largo camino que nos está formando
como comunicadores sociales y periodistas en el cual aprendemos desde la
realización de un ensayo o una entrevista a alcanzar a escribir un libro o producir
un reportaje periodístico, es por esto que una de las materias más relevantes en
nuestra carrera es apreciación literaria, en la que no solo aprendemos, sino que
ponemos en práctica todo el conocimiento adquirido y logramos enseñar a los
demás lo aprendido, es en donde nos damos cuenta que todo esfuerzo, dedicación
y exigencias valen la pena; nosotros somos: Adriana Sofía Barros Castro, María
José Linero de la Rosa, Massiel Alejandra de Alba Donado y Ezequiel Elías Pretel
Méndez; estudiantes de Comunicación Social – Periodismo de segundo semestre
en la Universidad Autónoma del Caribe.

Los cuatro ensayos de esta obra están vinculados a la teoría de la carnavalización


de Mijaíl Bajtín, en donde encontrará escritos con una perspectiva diferente a los
que ha leído, y aprenderá un poco más de la cultura caribeña que nos rodea.
Relato de
Don Miguel
Quieren ustedes que les cuente cómo fue la cosa, no? Bueno.
El muchacho se llamaba Tomás. Bien plantado –por el papá. Bien parecido –por la
mamá. Bien vestido –por la plata. El corazón los llevaba –bueno, suele decirse en
la mano; pero yo diría que en los pies como el balón un jugador de foot-ball,
rodándolo por delante y siempre dispuesto a pasarlo a sus compañeros.
Desde la muerte de Tomás padre –grande hombre de trabajo, fundador de una
panadería también grande- la señora viuda, madre de Tomás hijo, era, en el hecho,
la del pan, la panadera. Esto no lo ignoraba nadie. Todos la veían mandar y
gobernaba sus cuadrillas de amasadores, horneros, repartidores. Y sinembargo, no
le otorgaron el título de panadera. El panadero era Tomás hijo, como lo había sido
Tomás padre. La gente se apegaba entonces mucha a sus costumbres y quiso
seguir teniendo su Tomás, el panadero.
Tomás hijo no era hombre de trabajo. Aliento y disposición para serlo, si los tuvo, le
fallaron ante el empuje de la mamá. Pero mujer de trabajo sí era ella. Por cierto, en
vida de su esposo hizo intrépidas intentonas de ponerse, también en la panadería,
los pantalones que sin oposición llevo siempre en la casa. Y en su viudez, las pudo
sobre el hijo. Quizás este deseó trabajar y mandar en el establecimiento, tanto como
su padre; pero la mamá, la cosa era la mamá con los pantalones puestos en todas
partes, quiero decir en la casa y en la panadería.
Ella decía: no tengo tiempo para nada, yo lo hago todo; Tomás si tiene tiempo para
todo, él no hace nada. A ver si ustedes lo entienden. A mí me parece un intríngulis
en el que únicamente encuentro claros un engreimiento de mamá protectora y un
pavoneo de gran mujer de trabajo.
Que Tomás no hacía nada. Bueno. Para la gente de trabajo, quienes no están como
ella dándole y dándole a los negocios, no hacen nada. Pero algo hacía Tomás, algo
tenía que hacer para llamársele si o no trabajo a lo que hacía. El tiempo hay que
llenarlo: es una ley de la que nadie escapa; y observarán ustedes que mientras a
las personas con ocupaciones les es fácil cumplirla, para los desocupados resulta
muy ardua empresa- y realizarla es meritorio, debemos reconocerlo. Matar el tiempo
es otro modo de expresar aquella ley. Al tiempo hay que matarlo, hasta que la hora
llegue. Y aún más allá, diría yo, porque el tiempo no lo detiene la cesación de una
vida; y talvez estar muerto es encontrar, al fin, la más cómoda manera de matar el
tiempo.
Bueno. Día a día encaraba Tomás sus dificultades de no-hombre de trabajo para
matar su tiempo, y salía airoso de la dura prueba. Por la mañana lo mataba en la
tertulia de Las Tres Estrellas, charlando, oyendo hablar, comiendo pastelitos de
chapman y destapando una que otra botella de cerveza Gallo Negro, luego lo
mataba en caza con un almuerzo en grande, y enseguida con una siesta del tamaño
de su digestión. Por la tarde se unía a un grupo de muchachos de su edad que
hacían esquina o patrullaban las calles pasando revista a las niñas sentadas a la
puerta o asomadas a la ventana; aunque a Tomás le interesaban poco, pues él tenía
a su prima Conchita, que le bastaba; y visitándola en la noche era como mataba el
tiempo hasta la hora de dormir, cuando el tiempo se nos esconde y se mata por sí
mismo.
Bueno. Entre las varias clases de pan de la panadería de Tomás, era notable el
butaque, así llamado porque visto de frente parecía eso, una butaca. Mirándolo de
perfil, recuerdo yo, se asemejaba más a una B de burro, mayúscula; pero convengo
en que fué más delicado el denominarlo butaque y no B de burro. Con un cuartillo
se compraban dos butaques. Sí: dos butaques por un cuartillo. Y ya tenemos el
butaque. Aquí empieza la cosa.
Ahora vamos con el cacho. Este si lo conocen ustedes: el cubilete de cuero y los
cinco dados de poker. Con él, días festivos, se entretenían los parroquianos de Las
Tres Estrellas jugando lo que bebían y comían por servidas, o tandas. Y un
domingo Tomás tuvo durante toda la sesión el cacho de espaldas. Al final fué a las
contras –instigado por Pedro- y perdió.
Porque allí estaba Pedro, claro que estaba allí; un individuo –daba gusto llamarlo
individuo- un individuo quieto, juguetón y de risa fácil, que, riendo tan abierto como
reía, desacreditaba la general creencia de que un alegre reír revela un buen natural.
Porque este Pedro era un individuo de mala índole. Retozón, muy divertido, sí; pero
ventajista y lleno de gracias tan simpáticas como las de su habilidad para no perder
nunca el cacho –el individuo. Y este Pedro, sacando rápida cuenta de lo que Tomás
debía pagar por la total consumición a su cargo, dijo; “Caramba, Tomás, te pegaron
la gran clavada; mil doscientos veintiocho butaques”. Esto pasó entre risas y fue
todo por el momento. Pero la cosa iba a seguir.
Bueno. Al otro día Pedro, cuando se encontró con Tomás en Las Tres Estrellas lo
saludó diciéndole: “Qué hubo, Butaque”. –Ya está. Ahí le saltó encima el apodo a
Tomás.
Vean ustedes: considerando este caso me dediqué alguna vez a plantear una
especie d clasificación de los apodos. Tantos que yo conocía los agrupé en tres
tipos. Estos son los que le resultaron, referidos a sujetos: Quienes no se
acostumbran jamás al apodo y, pasivos o activos, se enfurecen siempre que se les
dice; quienes se acomodan tranquilamente al apodo y admiten que acaben de
suplantarles el nombre de pila y quienes reciben el apodo dándole una alegre
acogida.
Quieren ustedes unos ejemplos, no. Bueno. El Chivo. Yo alcancé a conocerlo. El
primero que lo llamó así lo hizo en creación repentina, inspirado por la barbita
cabruna de aquel huraño vagabundo. Pero aunque esta no hubiera sido la intención,
resultó apodo y por el resto de su vida cada vez que se lo gritaban el Chivo acometía
furioso.
El Maestro Carro, un buen carpintero. Así, se dejaba llamar y prácticamente ese era
su nombre. Chorrean sudor lo veíamos pasar con una mesa patas arriba en la
cabeza varias sillas enganchadas en cada pata, “Adiós, Maestro Carro”, lo
saludábamos. Y él, desde por allá dentro de su ambulante maderería, plácidamente
correspondía: “Adiós, mijito”.
Y Turupe. El muy respetable hombre de negocios Don Samuel Toro Puyana firmaba
abreviadamente su correspondencia comercial: Sam. Toro P. por ahí se veía ya,
digo yo, que le pasaba el nombre entero tan pujante y lo aliviaba reduciéndolo. En
la tertulia del Club cierta ocasión alguien se atrevió a decirle: “Señor Toro Puyana,
su firma se lee como San Torope”. Don Samuel, suavizando inesperadamente su
habitual majestad toro-puyanesca, dijo: “Quítale al San Torope la santidad
apocopada”. Dijo el otro: “Queda Torope”. Observó don Samuel: “pero aún está ahí
el toro”. Dijo el otro: “Turupe, entonces”. Y vean ustedes: Don Samuel Toro Puyana
aceptó el apodo, mostrándose muy contento. Dijo: “desde este momento llámenme
Turupe. Así me sentiré entre ustedes como el que íntimamente quiero ser en las
parrandas. Turupe. Me dan ganas de gritar: viva la libertad”.
En este tablero de tres escaques, al del Chivo –pasando antes por el Maestro Carro-
hubiera ido a parar el Butaque: primero, indiferencia, luego, inconformidad. Pero
Tomás no le dió tiempo. En definitiva, el Butaque no alcanzó a ser un verdadero
caso de apodo. Ustedes van a verlo.
Bueno. Qué efecto producía en Tomás el Butaque, eso le interesaba a Pedro; y para
averiguarlo le escudriñó el rostro con aquel astuto mirar suyo que era como un
registro de ladrón. Tomás dijo a su vez, sonriendo: “Qué hubo, Pedro?”, y al
individuo no le gustó la actitud despreocupada de Tomás; porque el individuo
esperaba, con ruin satisfacción, haber encontrado un modo de mortificar al
bondadoso amigo.
Poco después, en un momento en que Tomás quedó solo ante una mesita, Pedro
se le acercó por detrás y revolviéndole el pelo con brusca mano le dijo: “En qué
piensas, Butaque”. Bueno, nada extraordinario, porque Pedro, ya ustedes lo saben,
era chancero y cosas como esa, y empujones y arrebatamientos contaban entre los
muchos atractivos del individuo. Y Tomás, también se los he dicho, era un
muchacho de mucha ponderación. En la línea filosófica de despersonalizar la
grosería humana, o caído de genio, o siempre con los frenos listos, de él no eran de
temer actos de corto circuito. Sinembargo, en esta ocasión se puso de pies
rápidamente dispuesto a sentarle a Pedro un bofetón.
Pero en el momento que solemos decir preciso oyó que lo llamaban con apremió,
“Tomás, ven, corre, no te pierdas esto”; y aquella alegre voz de un buen compañero
le hizo un efecto sedante muy instantáneo. Pedro, muy divertido al ver que Tomás
se tragaba la rabia lo acosó: “Anda, Butaque, apúrate, Butaque”.
Bueno, llamaban a Pedro para que concurriera con su admiración a glorificar el paso
por la calle, desbordado y con olaje, de un torrente de mujer. Vean ustedes: a la
moda del amor estaban entonces los trinquetes de hembra, turbadores de orden
público y demás. Con estro robusto cantaban los poetas: Altos, turgentes senos,
caderas de anca de potranca. En su lira no había cuerdas para doncellas de agua.
Sólo pulsaban curvas y rebosaduras de carne. Aquellos vates tenían un numen
macizo.
Luego Tomás, con cualquier pretexto, salió de Las Tres Estrellas a hora más
temprana que la de costumbre; porque la monería de Pedro y la imponencia de la
dama peatona se le mezclaron extrañamente en la imaginación produciendo un
revoltijo turbio y deprimente que lo obscureció por dentro y lo impulsó a buscar la
luz y el aire de la calle. Vean qué cosa.
Salió, pues, Tomás, y fue haciendo con rodeos más largo el camino de regreso a
su casa.
Mientras andaba, la imagen de su prima Conchita aparecía en su mente. Poco a
poco. Primero, la claridad; después, el paisaje. Quiero decir, comenzando por la
luminosidad del rostro y siguiendo el conjunto de gracias y encantos de su cuerpo
alumbrado por sus ojos aurorales. Casi nada le faltaba ya para retornar a su habitual
estado feliz, cuando ocurrió el choque.
Bueno. Allí venían dos muchachos que se detuvieron al verlo, conteniendo la risa.
Algo se hablaron, como en consulta. Uno pareció resolverse y se adelantó al otro.
La posición y actitud de ambos era la de estar listos para volverse y echar a correr.
Y súbitamente Tomás tuvo una seguridad: los muchachos se preparaban para
gritarle Butaque. Para él no hubo duda: pedro los había aleccionado.
Bueno. Uno de los muchachos grito: “Músiu Mier”.
Claro, Tomás lo conocía, todos conocían entonces a Músiu Mier. Y lo oyó gruñir a
sus espaldas: “Eso estúpido, depué de su figura de animalo”.
Yo también conocí a Músiu Mier, un buen viejo caderudo, esparrancado y con un
fundillo tan voluminoso y pesado que me asustaba pensar qué sucedería, si por una
mala pisada daba en tierra boca abajo, cuando le cayeran las nalgas encima.
Músiu Mier era de tardo andar y bien conocía que no impresionaría a nadie como
perseguidor a pie. Pero él sabía hacer las cosas y en caso como este podía lanzar
bramidos y dar a su rostro un aspecto feroz. Blandió el garrote y rugió: “Espera,
bandidito”.
Delante corrían los galopines, a trechos lo guardaban para encarársele y de nuevo
ganaban distancia. Los vecinos se asomaban a la ventana o salían a la puerta; los
transeúntes se detenían. Risas, risas; por todos lados risas.
“esto es lo que a mí me va a suceder por obra de Pedro”, pensaba Tomás,
angustiado.
Tomás tuvo por evidente que el individuo estaba ya propagando su apodo. No había
tal, yo les aseguro a ustedes, lo más probable, Pedro hubiera acabado por hacerlo;
pero hasta aquel momento, nada. Sinembargo, ustedes saben: cuando a uno se le
mete algo así en la cabeza, lo da por hecho; nada importa que no ocurra por fuera
si está sucediendo por dentro.
Tomás apresuró el paso para alcanzar más pronto el refugio de la casa y liberarse
del peligro con que ahora lo amenazaba la calle.
Aquella tarde no salió a su acostumbrado paseo. “Eso me llamó la atención” –dijo
después la mamá. –Ay, no me la llamó, estoy siempre tan ocupada. Fué alguno que
me dijo: Tomás no ha salido esta tarde”. También Conchita tuvo algo que contar:
“Aquí sí vino por la noche, él no falta nunca; pero lo noté preocupado, mirando
mucho para la calle, por la puerta. Ahora que me acuerdo: Yo le pregunté: Qué te
pasa, Tomás, y él me puso una cara muy seria pero enseguida sonrió y me contestó:
Tú eres lo único que me pasa”.
Bueno. Ahora verán ustedes cómo fué la cosa. Tomás no pudo dormir en toda la
noche. Pero no faltó en Las Tres Estrellas la mañana siguiente. Allí se aisló en una
pequeña pieza con solo una mesita que llamaban el reservado. Y Pedro, cuando
llegó, dio con él y lo saludó: “Qué hubo, Butaque”.
Tomás alzó los ojos y los fijó en Pedro que estaba ante él, de pies, snriente.
Permanecieron unos segundo en silencio. Pedro, curioso y divertido observaba la
extraña expresión de Tomás, sin comprender. Le dijo: “por qué te has metido aquí,
Butaque?”.
Entonces Tomás con voz airada y seguro le advirtió: “Pedro, no vuelvas a llamarme
así, te lo pido.
He hecho una resolución, y si no me atiendes tendré que matarte”.
Y Pedro, sin comprender. Se sintió rebosar de maligna alegría, palmoteó
aplaudiendo y dijo: “Qué bien. Vamos a ver eso, Butaque”.
Y allí cayó Pedro. Tomás lo dejó seco de un tiro de revólver.
Así fué la cosa.
Capítulo I
El rebajamiento como reivindicación del alma
Adriana Sofía Barros Castro
Adrianasbarros20@hotmail.com
“Nunca pierdas tu valor con una persona
Que no sabe lo que tiene, si tú sabes lo que vales,
Busca lo que mereces.”
Paulo Coelho.

Es interesante analizar la forma en la que todas las personas nos referimos a los
demás, no siempre es la manera más adecuada, o tal vez nos acostumbramos a
llamar por sobrenombres y no nos damos cuenta si este apodo es aceptado o no.
Muchas veces no somos conscientes del daño que le podemos generar a una
personas sea a su integridad, psicológico o social por el simple hecho de que no
aprendemos a respetar o tomamos todo a juego sin importar el consentimiento del
agredido.

Cuando se habla de cultura caribe, es inevitable pensar en la mamadera de gallo


como un factor determinante para estrechar lazos de amistad. Este ensayo analiza
el cuento Relato de don Miguel y se focaliza en el elemento carnavalesco del
rebajamiento en el caribe. En esta cultura vivía Tomás, un joven que había heredado
el legado de su difunto padre, el arte de la panadería. Pero él, no era muy trabajador,
era más bien su madre la que se montaba al hombro el negocio familiar. Tomás
prefería alejarse de sus obligaciones, pasando el tiempo con sus amigos, cervezas,
siestas y con su prima; los domingos acostumbraba a apostar, y en uno de esos
días se daría lo que el teórico Vladimir Proop denomina el conocimiento (el
antagonista entra en contacto con el héroe).

Con antagonista nos referimos a Pedro, quien se valió de la mala fortuna de Tomás
para clavarle un sobrenombre que no le causaba mucha gracia a éste. El relato nos
cuenta lo siguiente:

“…Tomás dijo a su vez, sonriendo: “Qué hubo, Pedro?”, y al


individuo no le gustó la actitud despreocupada de Tomás; porque el
individuo esperaba, con ruin satisfacción, haber encontrado un
modo de mortificar al bondadoso amigo.”

Aquí podemos ver que fallo en la ecuación del rebajamiento de Bajtín; Pedro
efectivamente anulo la dignidad, pero su intención no era establecer vínculos de
amistad o admiración, el simplemente quería mortificarle la vida a Tomás, esa era
su esencia. Y así logrando su cometido, se daría lugar al trágico hecho que
terminaría en la muerte de Pedro, a manos de un Tomás que no soporto las burlas.

En esta obra llama la atención como hay un primer hablante lirico que nos está
relatando el cuento, se trata de don Miguel el cual no es descrito en este pero lo
podemos imaginar cómo una persona de edad, que ha tenido muchas experiencias
y vivencias en el pueblo por como lo describe y especifica cada lugar de este, se
puede decir que ha llevado toda su vida viviendo en ese lugar y que conoce a todas
las personas que viven en él, le gusta contar historias pero parece un hombre que
analiza la vida y que a través de los cuentos pone a pensar al receptor, parece un
hombre que ha sido formado más en la vida que algún lugar de educación superior.

Llama la atención para todos nosotros que hay una figura de poder que cuenta la
historia que es don Miguel; normalmente en el caribe el que cuenta un cuento tiene
además de una función de autoridad, la función de dar una enseñanza, por lo tanto
es un cuento que tiene una enseñanza moral muy clara y además en este se explica
explícitamente el respeto que hay que tener por los demás, ya que cada persona es
diferente y no sabemos cómo pueda reaccionar alguien ante una situación de un
abuso de confianza o en caso extremo se genere un matoneo no intencionado pero
consciente de que la víctima se siente agredida.

Palabras claves: Anulación - Burla - Ausencia - Asunto


Por otra parte, es interesante como el narrador caracteriza a Tomás como un
hombre como el caribe que, no está tan preocupado por producir sino que la que
producía era su madre; en pocas palabras lo describe como un buen muchacho,
respetado y de buena familia pero holgazán, no le gustaba trabajar, la encargada
del negocio de la familia luego de la muerte de su padre era la mamá; esto es muy
común que se vea en el caribe, no porque todas las personas sean flojas o no les
guste producir o tal vez por la fama que se ha ganado como las frases comúnmente
escuchadas: “todos los costeños son flojos”, sino porque en las familias por lo
general los encargados de los ingresos, trabajar o gastos son los padres o los
adultos a cargo de la casa; a los hijos poco se les ve trabajando o generando
ingresos, la única responsabilidad que recae sobre ellos es la de estudiar o al menos
los que tienen el privilegio y posibilidad de acceder a la educación; claro está que
esto no se puede generalizar a todas las familias del caribe pero si una gran mayoría
de ellas.

En el caribe es común que las personas se llamen entre sí, no por su nombre sino
por un apelativo, tal vez por un saludo que solo entre ellos conozcan, por lo general
no hay conflicto con ese tipo de cosas pero no siempre es aceptado de la mejor
manera, por eso hemos consultado con un psicólogo experto en psicología de la
comunicación, Mauricio Pareja, docente de la universidad Autónoma del Caribe,
plantea que: “Depende de la persona, el autoestima, el entorno social ya que no es
solo un tema individual sino social, que unas personas aceptan su apelativo y otras
no; también depende hasta qué punto lo puede perjudicar el apodo en el entorno
social, económico o tal vez político;…las personas pueden rechazar dependiendo
de los factores; los hay de tipo cultural, económico o psicológico, porque verá
afectado su finanza, su desarrollo profesional o hasta su vida familiar; al igual hay
personas que son indiferentes ante esta situación porque creen que se harán más
difícil la vida ellos que la persona que está agrediendo”.

En suma a lo anterior dicho y tomando como base la tragedia ocurrida en el cuento,


analizamos el comportamiento de las personas que son afectadas por este tipo de
situaciones, por ejemplo, Tomás, quien presentaba un trauma y la única solución
que encontró fue asesinar a su agresor, esto no solo es un escrito o un cuento más,
no, esto pasa siempre en la vida real por la falta de respeto y la intolerancia de las
personas, por eso he planteado la siguiente pregunta: ¿Cómo una persona es afecta
psicológicamente por algo tan simple como un apodo hasta el punto de suicidarse
o matar al agresor?, el psicólogo Pareja me da una respuesta explicita ante este
interrogante: “si la persona siente que eso le vulnera su estilo de vida, puede tomar
medidas para protegerse o para evitar que se le siga afectando,…pueden ser
factores endógenos o exógenos que quiere decir factores externos a ti que te
afectan, es decir si una persona se ve afectada por su apelativo en su profesión o
en el hogar, el problema no es directamente con él, sino con su trabajo o familia,
pero si tiene un trauma de la infancia se genera el factor endógeno ya que afecta
más su autoestima y sus emociones”.

Posteriormente, logramos identificar los conceptos claves en este cuento, y uno de


los más relevantes es el Butaque, prácticamente la historia gira entorno a esta
palabra que con la cual se genera una desgracia; viéndolo no de la perspectiva de
generar una agresión con ella u ocasionar problemas, la tomamos como un símbolo
importante que la historia la resalta:

“…Entre las varias clases de pan de la panadería de Tomás, era


notable el butaque, así llamado porque visto de frente parecía eso,
una butaca….”

Según Pareja: “Esto no le generaba ningún problema en la panadería, al contrario


lo que hacía era llamarle fama a esta, no le estaba afectando su futuro profesional
tampoco, es una afectación de tipo endógeno, le afecta su imagen, no le gusta que
lo comparen con un pan, el problema con eso es personal, porque en vez de sacarle
provecho al apelativo ya que todos lo reconocerían por el pan y así toma más fama
la panadería, genero fue un conflicto.”
Otro concepto relevante y por el cual empieza el tormento de Tomás son los
galopines; al ver este lo que sucede con ellos comienza a imaginar cómo sería la
deshonra de él y la humillación que le generaría Pedro en el pueblo:

“…Delante corrían los galopines, a trechos lo guardaban para


encarársele y de nuevo ganaban distancia: los vecinos se
asomaban a la ventana o salían a la puerta; los transeúntes se
detenían. Risas, risas; por todos lados, risas…”

En conclusión identificamos que el rebajamiento que se logra evidenciar en todo el


cuento es un gran protagonista ya que con esto se desarrolla la historia. En la vida
real muchas personas no son conscientes del daño que le pueden generar a otras
tanto social o psicológicamente utilizando los apelativos o los famosos apodos hasta
el punto de ocasionar riñas, conflictos o aún más grave las desgracias.
Capitulo II
La plaza, de lo íntimo a lo colectivo en el caribe.
María José Linero de la Rosa

mariajose.linero@hotmail.com

“Si los ciudadanos practicasen entre sí la amistad,


no tendrían necesidad de la justicia.”
Aristóteles

Vivimos en sociedad, donde compartimos unos con otros relacionándonos entre sí,
disfrutando de la cultura en un espacio o un tiempo determinado. Es en ella donde
crecemos y nos formamos con identidad propia ya que cada individuo maneja cierto
grado de comunicación y cooperación, habiendo una transmisión generacional de
conocimientos y comportamientos por el aprendizaje.

En este apartado trataremos al teórico funcional Mijaíl Bajtín y su teoría de la


carnavalización, centrándonos en una de sus características, La Plaza, que es el
sitio por excelencia de todos los eventos carnavalescos donde se anula el concepto
de lo íntimo y personal, explicándola a través del cuento “Relatos de Don Miguel”
de José Félix Fuenmayor. Este ensayo analiza el elemento de la plaza presente en
el cuento de José Félix Fuenmayor, cuyo objetivo es demostrar que no debemos
abusar de la confianza del otro colocando apodos que no sean de su agrado ya que
puede causar una tragedia como lo ocurrido en el cuento Relato de don Miguel.

Un apodo es un sobrenombre que se le otorga a un individuo de acuerdo a alguna


característica física o a una circunstancia. Hay apodos que son manifestaciones
cariñosas, mientras que otros buscan dejar a la persona en ridículo o burlarla. En el
cuento el hablante lírico es un hombre de edad avanzada que busca dejar una
enseñanza para la vida y una mejor convivencia en sociedad relatando la historia
de una muerte a causa de un apodo no aceptado y contada en un pueblo a un grupo
de personas, iniciando la narración de tal manera:

Quieren ustedes que les cuente cómo fue la cosa, ¿no? Bueno.

Llevando a cabo este relato en la plaza con fines educativos puede causar en el
oyente lírico entender que la risa es una forma de comunicarnos, donde debemos
iniciar riéndonos de nosotros mismos para un mejor ambiente en comunidad, pero
sin sobre pasar los límites de lo íntimo, ya que hay apodos que resultan siendo
ofensivos para la persona y pueden acarrear graves consecuencias a nivel

psicológico, especialmente durante las etapas más delicadas de nuestro desarrollo,


como ser la infancia y la adolescencia. En un mundo ideal, nadie llamaría a otra
persona con un término que denote algún defecto físico o una incapacidad mental;
pero la realidad es que éstos son los tipos de apodo más comunes.

Cabe señalar que no todas las personas reaccionan del mismo modo ante la misma
ofensa; de hecho, las posibilidades son infinitas, y dependen de un gran número de
factores relacionados con la personalidad y las experiencias de cada uno. Dos
ejemplos extremos son un individuo que se hunde y se bloquea emocionalmente a
causa de no soportar la humillación que supone su apodo, frente a otro que hace lo
posible por superarse a sí mismo y volverse invulnerable a los ataques.

Desde la llegada de Internet a nuestras vidas, se ha vuelto sumamente común


adoptar uno o más apodos para comunicarnos con otras personas, o incluso para
identificarnos frente a las diversas compañías con las cuales entablamos vínculos.
Desde el chat hasta la cuenta de nuestra entidad bancaria, pasando por la inevitable
casilla de correo electrónico y los perfiles en las redes sociales, esta era se

Palabras claves: Plaza – Sociedad – Tragedia - Verosimilitud


caracteriza por el uso generalizado del sobrenombre para movernos por el espacio
cibernético.

En la actualidad del Caribe no es tan común que las personas sean llamadas por
apodos ya que un llamado a una persona en un espacio público a través de un
apodo puede producir daños psicológicos y es tildado como Bullying por el hecho
que un sobrenombre puede acompañar a una persona hasta su tumba, porque se
seguirá llamando “chiquito” aunque sea grande, “gordo” aunque haya adelgazado,
negra, aunque sea blanca, vieja aunque sea joven. Los sobrenombres en general
degradan e intentan poner a la víctima en ridículo.

Estudios psicológicos demuestran que Los sobrenombres dejan una huella


profunda a nivel neuronal, o sea que influyen en la química de las conexiones
nerviosas del cerebro y pueden condicionar la conducta. Sin embargo, la plasticidad
cerebral permite salir de ese condicionamiento y dejar de ser el “Gordo” o el “Loco”,
porque también depende en gran parte de ellos mismos. Lo que más puede afectar
es el rótulo despectivo que ponen los seres queridos, porque son los que se
consideran ciertos, los que se creen, los que convencen a la persona que fue
etiquetada así, de que es inútil pretender ser alguien diferente.

Todas las personas desde que nacen son dignas de respeto, y denigrar con un
sobrenombre humillante a alguien que no se puede defender porque es pequeño,
es cosa de cobardes; de personas resentidas que necesitan agredir a los débiles
porque saben que no pueden responder adecuadamente. Antes de poner un
sobrenombre a alguien hay que pensarlo muy bien, principalmente si es de la
familia; intentar primero ponerse en su lugar y tomar conciencia que a esa persona
seguramente le será difícil erradicar ese apodo mientras viva; que se convertirá en
una carga más de las muchas que deberá llevar en su vida.

Es importante que a la hora de colocarle un apodo a una persona si ésta no acepta


el sobrenombre porque puede traerle recuerdos de un pasado no grato o porque
vulnera su intimidad en público y lo expone a la sociedad, es mejor no hacerlo para
evitar una tragedia como la ocurrida en el cuento, con el asesinato a manos de
Tomás llevando a tomar justicia por sus propias manos.

Este relato es veraz ya que en la actualidad se han presentado problemas de


bullying como uno ocurrido en una institución educativa de Barranquilla:

Una denuncia por ‘bullying’ se presenta en el colegio Biffi La Salle,


ubicado al norte de la ciudad. Lo que comenzó como un juego entre
compañeros de clase, al parecer, ha trascendido a un problema que
afecta a un estudiante de noveno grado. De acuerdo con el relato
del menor de edad, todo comenzó hace tres años cuando llegó de
la capital del país a estudiar a dicha institución. Recuerda que un
compañero le rompió su bolso y lo amenazó diciéndole que si decía
algo iba a tener problemas más graves, que el respondería por el
daño, pero nunca lo hizo por lo que el joven decidió contarle a su
profesor. “Esta situación empezó hace tres años, un compañero
empezó a montármela y después fueron varios los que me la
dedicaron”, afirma el afectado. En otra ocasión, según relata, otro
estudiante se metió las manos a los genitales y se los paso por la
cara, al reclamarle que porqué hacía eso el otro respondió con
burlas.

El final de cada historia es diferente en cada caso, lo mejor es evitar tragedias a


causa de la intolerancia. Con este cuento el autor pretende dejar un mundo mejor
para que no haya muertes a causa de algo tan sencillo que se puede evitar, ante
todo debe reinar el respeto en la sociedad, para que lo íntimo convertido en público
no desate desgracias.
Capítulo III
Profanación en el caribe: Un arma de doble filo en nuestros días

Ezequiel Elías Pretel Méndez

pretelezequiel@gmail.com

“Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros;


como yo os he amado, que también os améis unos a otros.
En esto conocerán todos que sois mis discípulos,
si tuviereis amor los unos a los otros.”
Juan 13: 34-35

La profanación es un elemento fundamental para entender la teoría de la


carnavalización planteada por Mijaíl Bajtín, y ella deja ver sus matices en la región
caribe colombiana. En este capítulo se analiza el elemento de la profanación,
presente en el cuento de José Félix Fuenmayor, Relatos de Don Miguel.
Entendamos por profanación, como el acto a través del cual se humanizan
elementos importantes para cada ser; se bajan de ese pedestal y se aterrizan a un
suelo burlesco y risueño, para estrechar lazos de hermandad.
En nuestra cultura, la unión de los lazos de amistad siempre ha encontrado sustento
en la mamadera de gallo, el saboteo y la anulación de las formalidades. Esas han
sido constantes a lo largo de la historia caribe, las cuales dotaron a sus habitantes
de una particularidad alegre; el buen ambiente y humor bien marcados en el
contexto. Esa familiaridad, amistad o hermandad trasciende los círculos sociales
más cercanos (amigos y familia), o bueno, transcendía.
Y es que las nuevas generaciones son cada vez más delicadas en el trato común,
la indignación es el plato especial en el main menu del día a día. No es promover la
falta de respeto, no; no se malinterprete la idea. Es simplemente una postura
nostálgica al ver como se han ido perdiendo características y/o valores propios del
caribeño. Llama la atención que, Relatos de Don Miguel fue escrito en el año 1967,
pero la historia no se aleja de la realidad actual.
Previamente hemos visto una definición de profanación, como una herramienta
positiva para la construcción de buenas relaciones. Pero, en nuestro cuento la
profanación tuvo un desenlace trágico. Analicemos la obsesión de Pedro por
atormentar la vida de Tomás, y también la obsesión de Don Miguel por mostrar al
individuo como un ser ruin. La cita que se verá a continuación es interesante, porque
en ella aparecen dos hablantes líricos y en sus relatos nos van a confirmar la
naturaleza de Pedro:
...En un momento en que Tomás quedó solo ante una mesita,
Pedro se le acercó por detrás y revolviéndole el pelo con brusca
mano le dijo: "En qué piensas, butaque". Bueno, nada
extraordinario, porque Pedro, ya ustedes lo saben, era chancero y
cosas como esa, y empujones y arrebatamientos contaban entre
los muchos atractivos del individuo...
Veamos la siguiente cita para el afirmar el concepto
...porque este Pedro era un individuo de mala índole. Retozón, muy
divertido, sí; pero ventajista y lleno de gracias tan simpáticas como
la de su habilidad para no perder nunca al cacho…
¿Otra cita? Otra cita
...Tomás dijo a su vez sonriendo: "¿Qué hubo, Pedro?", y al
individuo no le gustó la actitud despreocupada de Tomás; porque el
individuo esperaba, con ruin satisfacción, haber encontrado un
modo de mortificar al bondadoso amigo...
Palabras claves: Profanación – Merecido castigo – Multifactorial – Apelativo
espontaneo
En nuestra región, la sociedad caribe, más que en cualquier otra del país; es muy
común ver cómo se recurre a la violencia para tomar justicia por mano propia ante
hechos delictivos, la más de las veces, la denominada delincuencia común. Habrá
alguno que los nervios le jueguen una mala pasada y se conduela de ver el
sufrimiento del delincuente, pero la gran mayoría siente satisfacción al ver que
alguien está recibiendo un merecido castigo.
…Y allí cayó Pedro. Tomás le dejó seco de un tiro de revólver. Así
fue la cosa.
Don Miguel aprovechó cada oportunidad que se le presentó para describir con tono
despreciativo a Pedro. Don Miguel cuenta la muerte de éste con gran frialdad, ni se
inmutó. Don Miguel sintió satisfacción con la muerte Pedro, no fue delincuencia
común, pero para él recibió merecido castigo.
Un tema multifactorial
Las intervenciones de Tomás como hablante lírico en el cuento son pocas, tres
intervenciones precisamente. Aun así, se puede captar su emoción dominante, y las
descripciones de Don Miguel sirven para hacerse una idea de la personalidad de
éste.
…Y Tomás, también se los he dicho, era un muchacho de mucha
ponderación. En la línea filosófica de despersonalizar la grosería
humana, o caído de genio, siempre con los frenos listos, de él no
eran de temer actos de corto circuito…
Evidentemente estamos hablando de un joven tranquilo, del cual no se esperan
locuras. ¿Por qué un "simple" apodo habrá afectado tanto a este personaje? Don
Miguel, se da la tarea de clasificar los Apodos en tres categorías: el aceptado, el
rechazado y el indiferente. Utilizando ejemplos para definir y describir cada uno de
ellos. Descubrir puntualmente un motivo que determine el grado de aceptación de
un apodo en un individuo, es una tarea de complejidad exorbitante.
Mauricio Pareja, experto en psicología de la comunicación, plantea: “el tema
multifactorial juega el papel principal en estos casos. Hay demasiados aspectos que
influyen en la reacción a la adjudicación de un apelativo: contexto, cultura,
personalidad, nivel socio-ecómico, formación, etc. Y por supuesto, la persona de la
cual proviene el apodo. Por ejemplo, el tema del ambiente laboral es delicado. Una
persona que esté viendo afectada su situación laboral, podríamos hablar de
credibilidad, a raíz de un apodo; cargará con una presión emocional demasiado
fuerte y un resentimiento hacia aquel personaje que considera culpable”.
Apelativo espontáneo
Don Miguel, en su clasificación de los apodos, se empeña en describir
minuciosamente las razones por las que fueron puestos los apodos, por ejemplo:
“…El Maestro Carro, un buen carpintero. Así, se dejaba llamar y
prácticamente ese era su nombre. Chorrean sudor lo veíamos pasar
con una mesa patas arriba en la cabeza varias sillas enganchadas
en cada pata, “Adiós, Maestro Carro”, lo saludábamos…”
Pero ahora vamos a aterrizar esta idea-forma de Don Miguel a otra realidad. Para
eso, remitámonos a una de las plazas carnavalescas por excelencia, ya se ha visto
en el capítulo anterior el significado de la plaza. Empecemos dando unas pistas para
ver si logra adivinar el sitio al que nos vamos a referir. En este lugar hay bebidas
alcohólicas, sustancias alucinógenas, apuestas, entretenimiento, música a todo
volumen, recurren mayormente hombres, mujeres atendiendo... ¿Ya lo tiene?
Es muy fácil de adivinar, nos referimos a la popular buchácara, por supuesto.
Ambiente cien por ciento carnavalesco, risas, borrachera, saboteo, relajo, discusión,
riñas, improperios y sobrenombres. Éste último el de nuestro interés. En estos sitios
hay una peculiar forma de llevar la contabilidad del consumo y estadísticas de cada
una de las mesas de billar; generalmente se anotan en un tablero o una pequeña
libreta de apuntes. Es muy común que el o la coime, tome como referencia a uno
de los integrantes de la mesa, para llevar la cuenta de lo consumido. Pero esta
persona no le pregunta el nombre a cada cliente que va tomando como referencia,
no. ¿Entonces cómo hace para identificarlo en su libreta o tablero de apuntes?
Aquí viene lo bueno. Simplemente se fija en un aspecto característico del personaje,
para así identificarle. Por ejemplo, llega un grupo de cuatro amigos a jugar, el coime
les recibe y da la bienvenida, éstos piden unas cervezas y se disponen a jugar; el
coime les trae sus cervezas, se aleja un poco y a la distancia clava su mirada en
quien será la víctima del lapicero profanador. Ya escogió su personaje y se ha fijado
que éste se distingue por ser el único que usa una gorra en toda la sala. Ya usted
adivinó, el coime procede y apunta en el tablero -Gorra: cuatro cervezas-. Un sin
número de apodos nacen de este método, camisa junior, alto, barba, chiqui, el
mocho, gafas, zapatos rojos, cadena, pupi, chancletas, el negro, tuerto, el zorro...
Cualquier distintivo es válido.
Cuando los apuntes se llevan en un tablero y están a la vista de todos, es un
verdadero deleite ver la cantidad de apelativos y la creatividad de estos personajes.
Existen apodos que cuentan largas historias, que proceden a un conjunto de
sucesos. Esos son los apodos que Don Miguel clasificó y describió.
Pero, no todos los sobrenombres nacen de un arduo proceso. Los coimes no tienen
ni necesitan disponer de mucho tiempo para pensar en un apelativo que
corresponda a la historia de cada cliente, a su personalidad, no hay tiempo para
pensar en un apelativo que no cause ofensa, que se reciba con agrado o que genere
indiferencia. No, en esos casos se requiere una solución rápida y que corresponda
al folclor caribe; en esos casos se requiere el apelativo espontáneo.
Capitulo IV
Las anomalías normales de un pueblillo
Massiel Alejandra De Alba Donado
alejandradonado@live.com
“Estudiar lo anormal es el mejor modo de comprender lo normal”
William James

Este ensayo analiza el cuento Relato de Don Miguel y se focaliza en el espejo


invertido y en la teoría de la carnavalización de Mijaíl Bajtín el cual establecen
aceptar lo anormal como normal con el propósito de producir reflexión y catarsis,
además también propone la risa como el mejor elemento para sacar lo mejor del
hombre.
En ciertas ocasiones hablamos sin pensar en los demás en cómo se pueden sentir
porque, tal vez, algo que nosotros consideramos normal decir para ellos no sea lo
mismo, y de allí comienzan a suceder distintos tipos de incomodidades y problemas,
como está relatado en la historia, acompáñame a identificar en donde suceden este
tipo de acontecimientos
La narración dentro del género literario narrativo, es narrar o relatar una historia real
o imaginaria. Como este es un encadenamiento de sucesos es decir que un hecho
lleva a otro, es interesante en como Don miguel nos relata esta historia y nos da a
conocer la manera en cómo se tornan las cosas. Esto me hace reconocer en como
las personas pueden tomarse tan a pecho algo que para otros puede ser lo más
insignificante del mundo como son los ‘nombres de pilas’ o ‘apodos’, pueden alterar
alguien de una manera muy mala o por el contrario que se sienta muy feliz y a gusto
con su apodo como también puede que simplemente no les importe en lo más Ahora
bien, refiriéndonos específicamente al tipo de personas que no les gusta que los
llamen por nombres de pilas, a veces, no se da cuenta en cuanto puede afectar a la
persona en realidad y se asume que su actitud es sencillamente una rabia común y
corriente, y sucede que la reacción de las otras personas hacia esta actitud es en
forma de burla, broma, porque es catalogado como algo normal que a alguien no le
guste algo, y ahí es donde vemos la funcionalidad del espejo invertido, en el sentido
de que para algunas personas hay cosas que pueden ser fuera de lo común como
también hay otras que por el contrario aceptan todo lo que considera anormal las
demás personas como normal para así poder comprender mejor los hechos
cotidianos de la vida y son tomados como burla, risa y diversión, pero en la historia
claramente es demostrado como lo que creemos que para algunas personas puede
ser normal que los llamen por un apodo, para otras puede significar muchísimo
hasta el punto de acabar con la vida de la persona que comenzó a llamarlo de tal
manera.mínimo como son llamados y la mayoría lo toma como elemento de burla.
“El muchacho se llamaba Tomás. Bien plantado –por el papá. Bien
parecido –por la mamá. Bien vestido –por la plata. El corazón lo
llevaba –bueno suele decirse en la mano; pero yo diría que los pies
como el balón de un jugador de foot-ball rodándolo por delante y
siempre dispuesto a pasarlo a sus compañeros”
Es impresionante como el autor comienza a contarnos la historia utilizando la
prosopografía y de la misma forma una etopeya al momento de describirnos como
era Tomás
“Al tiempo hay que matarlo”
También podemos notar claramente una prosopopeya en la frase anterior, ya que
se le está atribuyendo vida a algo irracional.

Palabras claves: Espejo invertido - Anormal - Normal - Burla


“Día a día encaraba Tomás sus dificultades de no-hombre de
trabajo para matar su tiempo, y salía airoso de la dura prueba. Por
la mañana lo mataba en la tertulia de Las Tres Estrellas, charlando
y destapando una que otra botella de cerveza Gallo Negro, luego lo
mataba en casa con un almuerzo grande, y enseguida con una
siesta del tamaño de su digestión. Por la tarde se unía a un a un
grupo de muchachos de su edad que hacían esquina o patrullaban
las calles pasando de revista a las niñas sentadas a la puerta o
asomadas a la ventana; aunque a Tomás le interesaban poco, pues
él tenía a su prima cochinita, que le bastaba; y visitándola en la
noche era como mataba el tiempo hasta la hora de dormir, cual el
tiempo se nos esconde y se mata por sí mismo”
Por otro lado también se ve reflejado la descripción porque se nos da la explicación
literaria de lo que hace Tomás para matar el tiempo
“Un individuo inquieto, juguetón y de risa fácil, que, riendo tan
abierto como reía, desacreditaba la general creencia de que un
alegre reír revela un buen natural. Retozón, muy divertido, sí; pero
ventajista y lleno de gracias tan simpáticas como las de su habilidad
para no perder nunca al cacho –el individuo.”
En este caso hay una etopeya ya que se describe como es el carácter de pedro,
acciones y ciertas costumbres
“Quiero decir, comenzando por la luminosidad del rostro y siguiendo
el conjunto de gracias y encantos de su cuerpo alumbrado por sus
ojos aurorales”
Aquí podemos observar un epíteto ya que se está refiriendo a su prima como una
divinidad.
“Yo también conocí a Músiu Mier, un buen viejo caderudo,
esparrancado y con un fondillo tan voluminoso y pesado que me
asustaba pensar que sucedería, si por una mala pasada daba en
tierra boca abajo, cuando le cayeran las nalgas encima”
Nuevamente en la historia se refleja una prosopografía al momento de describir las
características externas de Músiu Mier.
Por otra parte, hablando de la relación del título ‘Relato de Don Miguel’ está
perfectamente conectado con el contenido de la historia ya que él nos narra todo lo
que aconteció en tan inesperada historia, con un poco de ironía y un toque de
humor, que hacen que esta historia sea más entretenida e interesante para el lector.
Conclusión

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