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Germinación

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Este aviso fue puesto el 23 de abril de 2017.

Semillas de girasol, solamente tres días después de la germinación.

La germinación (del latín germinatio, -ōnis1) es el proceso mediante el cual un embrión se desarrolla hasta
convertirse en una planta. Es un proceso que se lleva a cabo cuando el embrión se hincha y la cubierta de la
semilla se rompe. Para lograr esto, toda nueva planta requiere de elementos básicos para su
desarrollo: temperatura, agua, dióxido de carbono y sales minerales. El ejemplo más común de germinación es
el brote de un semillero a partir de una semilla de una planta floral o angiosperma. Sin embargo, el crecimiento
de una hifa a partir de unas esporasmicóticas se considera también germinación. En un sentido más general, la
germinación puede implicar todo lo que se expande en un ser más grande a partir de una existencia pequeña o
germen. La germinación es un mecanismo de la reproducción sexual de las plantas.

Índice

 1Características

 2Requerimientos

 3Etapas de la germinación

 4Véase también

 5Referencias

 6Enlaces externos

Características[editar]
La semilla se desarrolla desde un anterozoide situado en el interior del tubo polínico de una flor. Éste llega
al ovario ingresando por la micropila al óvulo, donde se produce la fecundación. Posteriormente, el óvulo se
transforma en semilla y el ovario en pericarpio o fruto. En el desarrollo de la semilla se pueden distinguir tres
estados después que se ha efectuado la polinización:
Se llama germinación al proceso por el que se reanuda el crecimiento embrionario después de la fase de
descanso. Este fenómeno no se desencadena hasta que la semilla no ha sido transportada hasta un medio
favorable por alguno de los agentes de dispersión. Las condiciones determinantes del medio son: Aporte
suficiente de agua, oxígeno, y temperatura apropiada. Cada especie prefiere para germinar una temperatura
determinada; en general, las condiciones extremas de frío o calor no favorecen la germinación. Algunas
semillas necesitan pasar por un período de dormancia y, después de éste, también un tiempo determinado de
exposición a la luz para iniciar la germinación.
Durante la germinación, el agua se difunde a través de las envolturas de la semilla y llega hasta el embrión, que
durante la fase de descanso se ha secado casi por completo. El agua hace que la semilla se hinche, a veces
hasta el extremo de rasgar la envoltura externa. Diversas enzimas descomponen los nutrientes almacenados en
el endospermo o en los cotiledones en sustancias más sencillas que son transportadas por el interior del
embrión hacia los centros de crecimiento. El oxígeno absorbido permite a la semilla extraer la energía contenida
en estos azúcares de reserva, y así poder iniciar el crecimiento.
La radícula es el primer elemento embrionario en brotar a través de la envoltura de la semilla. Forma pelos
radicales que absorben agua y sujetan el embrión al suelo. A continuación empieza a alargarse el hipocótilo,
que empuja la plúmula, y en muchos casos el cotiledón o los cotiledones, hacia la superficie del suelo.
Los cotiledones que salen a la luz forman clorofila y llevan a cabo la fotosíntesis hasta que se desarrollan
las hojas verdaderas a partir de la plúmula. En algunas especies, sobre todo de gramíneas, los cotiledones no
alcanzan nunca la superficie del suelo, y la fotosíntesis no comienza hasta que no se desarrollan las hojas
verdaderas; mientras tanto, la planta subsiste a costa de las reservas nutritivas almacenadas en la semilla.
Desde que comienza la germinación hasta que la planta logra la completa independencia de
los nutrientes almacenados en la semilla, la planta recibe el nombre de plántula.

Requerimientos[editar]
Para que la germinación pueda producirse son necesarios algunos factores externos, como
un sustrato húmedo, suficiente disponibilidad de oxígeno que permita la respiración aerobia, y
una temperatura adecuada para los distintos procesos metabólicos. Además, la latencia de germinación puede
requerir determinados estímulos ambientales como la luz o bajas temperaturas, o que se produzca un
debilitamiento de las cubiertas seminales. También contribuye el clima del lugar en el que se encuentra
el cultivo. Es importante, conocer y controlar las plagas que puedan atacar a la futura planta. Si se va a producir
germinados para consumo humano, han de tenerse en cuenta factores muy importantes: higiene de las
semillas, agua, medio ambiental en el cual van a desarrollarse.

Etapas de la germinación[editar]
1. Desarrollo del embrion.

2. Acumulación de reservas alimenticias: éstas se fabrican en las partes verdes de la planta y son
transportadas a la semilla en desarrollo. En las semillas denominadas endospérmicas, las reservas
alimenticias se depositan fuera del embrión, formando el endospermo de la semilla. En las semillas
llamadas no endospérmicas, el material alimenticio es absorbido por el embrión y almacenado en
contenedores especiales llamadas cotiledones.

3. Maduración: durante esta fase, se seca la semilla y se separa la conexión con la planta madre,
cortando el suministro de agua y formando un punto de debilidad estructural del que se puede separar
fácilmente la semilla madura.
La mayoría de las semillas entran en un periodo de latencia (o inactividad metabólica) después de su completa
maduración. En este periodo, la semilla pierde la mayor parte de la humedad que tenía. Y es precisamente esta
sequedad (deshidratación) el factor principal que garantiza la viabilidad de la semilla y su capacidad para poner
fin a la inactividad, crecer y convertirse en una nueva planta. Este periodo de latencia varía de especie a
especie; algunas semillas mueren rápidamente si se secan demasiado, pero existen semillas de mucha
antigüedad, que han germinado después de muchos cientos de años.
Para lograr la germinación, la semilla necesita primordialmente agua y, dependiendo de la variedad de planta de
que se trate, puede requerir mayor atención en cuanto a temperatura y condiciones de luz más específicas.
Cada año, este ciclo de reproducción se repite de manera invariable. Sólo se alterará si cambian las
condiciones del entorno. Así, si una planta de zona húmeda es cambiada de entorno y clima, haciéndolo más
seco, esta planta se adaptará al cambio o morirá por no tener la capacidad de adaptarse a las nuevas
condiciones climáticas. Teniendo las condiciones mínimas, la planta formará las semillas o las esporas.
El viento o los animales se encargarán de llevarlos a tierras fértiles, reiniciando así el ciclo de la vida, con la
formación de una nueva planta.
La emergencia de la raíz, que inicia el crecimiento de la plántula, está desencadenada por la presión de
turgencia. El crecimiento inicial requiere la utilización de las sustancias de reserva que previamente se habían
almacenado en el endospermo o en los cotiledones. Para ello, tiene que haber un proceso de hidrólisis previa y
movilización que genere moléculas de pequeño tamaño que puedan ser utilizadas por la plántula en desarrollo.
La hidrólisis de proteínas está catalizada por diversos tipos de endopeptidasas y exopeptidasas, que liberan
pequeños péptidos y aminoácidos. La movilización de lípidos implica a tres tipos de orgánulos: los cuerpos
lipídicos, los glioxisomas y las mitocondrias; las enzimas clave en la metabolización de los lípidos, que pueden
ser transformados en hexosas, son la isocitrato liasa y la malato sintetasa, cuyos niveles aumentan
notablemente durante la germinación.
El almidón,es el principal carbohidrato de reserva; puede hidrolizarse mediante la acción de α–amilasas y β–
amilasas, o por la almidón fosforilasa, liberándose monosacáridos, disacáridos y oligosacáridos. La movilización
de las reservas de fosfato se produce por acción de la fitasa. El embrión puede ejercer un control de las
distintas actividades enzimáticas mediante la síntesis y liberación de fitohormonas.
El ejemplo más típico de control hormonal es el de la hidrólisis de almidón por activación de las α–amilasas
mediada por giberelinas en semillas de cereales. Mientras que las giberelinas, y parece ser que también
el etileno, tienen un claro efecto estimulador de la germinación, el ácido abscísico, por el contrario, inhibe los
procesos relacionados con la germinación.
https://es.wikipedia.org/wiki/Germinaci%C3%B3n

La germinación es el proceso mediante el cual una semilla se


desarrolla hasta convertirse en una nueva planta. Este proceso se
lleva a cabo cuando el embrión se hincha y la cubierta de la semilla
se rompe. Para lograr esto, toda nueva planta requiere de elementos
básicos para su desarrollo: luz, agua, oxígeno y sales minerales. El
ejemplo más común de germinación, es el brote de un semillero a
partir de una semilla de una planta floral o angiosperma. Sin
embargo, el crecimiento de una hifa a partir de una espora micótica
se considera también germinación. En un sentido más general, la
germinación puede implicar todo lo que se expande en un ser más
grande a partir de una existencia pequeña o germen. La germinación
es un mecanismo de la reproducción sexual de las plantas.

La semilla se desarrolla desde un anterozoide situado en el interior


del tubo polínico de una flor. Éste llega al ovario ingresando por la
micropila al óvulo, donde se produce la fecundación.
Posteriormente, el óvulo se transforma en semilla y el ovario en
pericarpio o fruto. En el desarrollo de la semilla se pueden distinguir
tres estados después que se ha efectuado la polinización:

Se llama germinación al proceso por el que se reanuda el


crecimiento embrionario después de la fase de descanso. Este
fenómeno no se desencadena hasta que la semilla no ha sido
transportada hasta un medio favorable por alguno de los agentes de
dispersión. Las condiciones determinantes del medio son: Aporte
suficiente de agua, oxígeno, y temperatura apropiada. Cada especie
prefiere para germinar una temperatura determinada; en general, las
condiciones extremas de frío o calor no favorecen la germinación.
Algunas semillas necesitan pasar por un período de dormancia y,
después de éste, también un tiempo determinado de exposición a la
luz para iniciar la germinación.

Durante la germinación, el agua se difunde a través de las


envolturas de la semilla y llega hasta el embrión, que durante la fase
de descanso se ha secado casi por completo. El agua hace que la
semilla se hinche, a veces hasta el extremo de rasgar la envoltura
externa. Diversas enzimas descomponen los nutrientes almacenados
en el endospermo o en los cotiledones en sustancias más sencillas
que son transportadas por el interior del embrión hacia los centros
de crecimiento. El oxígeno absorbido permite a la semilla extraer la
energía contenida en estos azúcares de reserva, y así poder iniciar el
crecimiento.

La radícula es el primer elemento embrionario en brotar a través de


la envoltura de la semilla. Forma pelos radicales que absorben agua
y sujetan el embrión al suelo. A continuación empieza a alargarse el
hipocótilo, que empuja la plúmula, y en muchos casos el cotiledón o
los cotiledones, hacia la superficie del suelo.

Los cotiledones que salen a la luz forman clorofila y llevan a cabo


la fotosíntesis hasta que se desarrollan las hojas verdaderas a partir
de la plúmula. En algunas especies, sobre todo de gramíneas, los
cotiledones no alcanzan nunca la superficie del suelo, y la
fotosíntesis no comienza hasta que no se desarrollan las hojas
verdaderas; mientras tanto, la planta subsiste a costa de las reservas
nutritivas almacenadas en la semilla. Desde que comienza la
germinación hasta que la planta logra la completa independencia de
los nutrientes almacenados en la semilla, la planta recibe el nombre
de plántula.

https://boletinagrario.com/ap-6,germinacion,441.html

La germinación de una planta es el proceso de nacimiento y formación de una gran


cantidad de familias y especies, como angiospermas y gimnospermas.

La germinación consiste en un proceso mediante el cual un organismo crece desde una


semilla, o germen, mediante la interacción con otros elementos, como el agua.

En otras palabras, es el crecimiento de una planta contenida en una semilla. Este


desarrollo biológico conlleva una serie de pasos y etapas metabólicas dentro de la
semilla, que se verán completados cuando de esta se hallan formado los principales
componentes de la planta.

Aunque parezca sencillo, la germinación es un fenómeno que se ha desglosado e


investigado en sus más pequeñas partes para poder comprender los mecanismos internos
que devendrán en una planta.

No solo las plantas nacen a partir de la germinación, existe este proceso de manera
similar en algunos hongos y en la formación de esporas.
Hoy en día los conocimientos más básicos de la germinación son transmitidos como parte
esencial de los programas educativos y de ciencias, brindando un una mayor percepción y
consciencia acerca de los procesos que dan lugar a los seres vivos.

Etapas de la germinación en las plantas


El proceso de germinación inicia con una semilla desarrollada, resultado de un proceso de
unión entre células reproductivas de plantas macho y hembra.

Una semilla desarrollada es capaz de contener un embrión, el cual será necesario para la
germinación. Muchas especies de plantas pueden generar semillas que nunca podrán ser
capaces de germinar, ya que carecen de embrión.

El desarrollo embrionario dentro de la semilla se conoce como embriogénesis vegetal, y


consiste en la formación del embrión mediante la división de células internas.

Tras la maduración de la semilla y el embrión dentro de ella, se inicia el proceso de


crecimiento celular y acumulación de nutrientes y macromoléculas como aceites y
proteínas.

Esta reserva de nutrientes será utilizada para impulsar el crecimiento de la planta. El


tejido embrionario está compuesta por células en un constante estado de división y
crecimiento.

En algunas especies de plantas, durante el crecimiento se forman condiciones


embrionarias en otras partes de lo que será la planta, como el tallo, por ejemplo.

Una vez formada la planta, la última etapa de la germinación consiste en la separación de


las recién formadas partes de la planta con los vestigios de la semilla, el cual se lleva a
cabo de manera natural; la semilla entonces deja de enviar nutrientes y elementos a la
planta para que esta comience a nutrirse mediante sus propios procesos.

Elementos necesarios para la germinación


Para que se inicie y cumpla el proceso de germinación, la semilla debe encontrarse
sometida a unas condiciones mínimas ambientales y propias. Estas condiciones están
dadas por la presencia de ciertos elementos al momento de interactuar con la semilla.
Oxígeno

La presencia de oxígeno es fundamental para el desarrollo metabólico de la semilla, ya


que hasta que no nace la planta y desarrolla hoja, la semilla respira mediante un proceso
aeróbico, en el cual necesita la presencia de oxígeno en el entorno.

Si una semilla no logra oxigenarse, al estar enterrada muy profundo, por ejemplo, puede
fallar en su función germinadora.

En el caso de las semillas durmientes, las cuales tienen una estructura más rígida y que
no son capaces de germinar hasta un momento en el que se cumplan condiciones mucho
más específicas, o que deben ser sometidas a un cambio de entorno, el oxígeno debe
desgastar primero un tejido externo antes de penetrar en la semilla y activar el
mecanismo de germinación.

Temperatura

La temperatura es otro factor clave para hacer posible la germinación, ya que afecta a los
ritmos metabólicos y de crecimiento.

La temperatura necesaria para la germinación varía dependiendo de la especie de planta


que nazca de la semilla, y por ende, de la composición interna y externa que posea la
semilla.

Una gran mayoría de plantas es capaz de germinar en temperaturas entre los 15 y 25


grados centígrados, aunque existen especies que necesitan temperaturas extremas para
poder iniciar su proceso de germinación.

Las semillas más comunes para suelos fríos y tibios suelen germinar entre temperaturas
de -2 y 4 °C para suelos fríos y 24 y 32 °C para los tibios.

Aunque raros, se encuentran casos de semillas que necesitan una temperatura específica
para romper su estado durmiente y activar su proceso de germinación.

Agua

El agua es fundamental para la germinación de las plantas, al igual que para su posterior
sobrevivencia.
Una vez desarrollada la semilla, su estructura puede tornarse demasiado seca y necesitar
grandes cantidades de agua para resumir sus procesos.

La ingesta de agua es suficiente para mantener la semilla en un estado de humedad sin


ahogarla.

La absorción del agua por parte de la semilla hincha y rompe la capa externa de esta,
dando paso a la formación de la plántula, de donde se formarán las raíces, el tallo y las
primeras hojas.

A partir de este momento, la semilla agota sus reservas de nutrientes acumulados y la


fotosíntesis comienza a actuar como proveedor de energía.

Luz

La presencia de luz, o su ausencia, influyen como detonantes en el proceso de


germinación de una planta.

Aunque gran parte de las especies no ven su proceso interrumpida por la influencia de la
luz, existen algunas que necesitan de esta para obtener la energía necesaria para iniciar
su germinación.

Germinación de polen y esporas

Otro fenómeno de germinación que ocurre en las plantas, una vez finalizado su
desarrollo, es la germinación del polen, después de ocurrido el proceso de polinización.

Los granos de polen liberados pasan por un proceso de deshidratación donde se forma
una capa externa similar a la de la semilla antes de germinar.

Una vez sobre la flor, el polen comienza a absorber agua para dar inicio a su
germinación; esto forma nuevas estructuras y deposita los componentes del polen en la
flor receptora.

Un proceso de germinación similar al de las plantas y el polen ocurre con las esporas que
se forman en cuerpos fungosos.
Referencias

1. Baskin, C. C., & Baskin, J. M. (2001). Seeds: Ecology, Biogeography, and,


Evolution of Dormancy and Germination. Lexington: Academic Press.

2. Bewley, J. D. (1997). Seed Germination and Dormancy. The Plant Cell, 1055-
1066.

3. Johnstone, K. (1994). The trigger mechanism of spore germination: current


concepts. Journal of Applie Microbiology, 17-24.

4. Mayer, A. M., & Poljakoff-Mayber, A. (1982). The Germination of


Seeds. Pergamon Press.

https://www.lifeder.com/en-que-consiste-germinacion-planta/

Introducción.

Las semillas proceden de los primordios o rudimentos seminales de la flor, una vez fecundados y maduros
(Figura 17.1). Su función es la de dar lugar a un nuevo individuo, perpetuando y multiplicando la especies a la
que pertenece. La semilla consta esencialmente de un embrión(formado por un eje embrionario y uno, dos o
varios cotiledones), una provisión de reservas nutritivas, que pueden almacenarse en un tejido especializado
(albumen o endospermo) o en el propio embrión, y una cubierta seminal que recubre y protege a ambos
(Figura 17.2).

Figura 17.1 Origen de los distintos elementos que constituyen la semilla y el fruto. Los tegumentos
protegen el primordio o rudimento seminal. La nucela es la parte interna del rudimento seminal, rodeada
por los tegumentos, en la cual se contiene el saco embrionario. La doble fecundación de las
Angiospermas genera un núcleo secundario (a partir de los núcleos polares y un gameto masculino) y
un zigoto. Perispermo es el tejido reservante de origen nucelar que se encuentra en algunas semillas.
En cada caso se indica la dotación cromosómica: n, haploide; 2n, diploide; 3n, triploide. [Figura
modificada a partir de Pérez García, F. y Martínez-Laborde, J.B. (1994). "Introducción a la Fisiología
Vegetal". Ediciones Mundi-Prensa]

Figura 17.2 Estructura de distintos tipos de semillas. (Arriba) Semillas de ricino (Ricinus communis),
con abundante endospermo que envuelve a los dos cotiledones. (Medio) Semilla de judía (Phaseolus
vulgaris) mostrando los dos grandes contiledones que absorben el endospermo antes de la
germinación. (Abajo) En el maíz (Zea mays) la semilla es diferente a las anteriores; el único cotiledón
que posee es una estructura que absorbe el endospermo denominada escutelo. [Figura modificada a
partir de Moore, R. et al., (1998). "Botany". 2nd ed. WCB McGraw-Hill]

Las semillas son la unidad de reproducción sexual de las plantas y tienen la función de multiplicar y perpetuar
la especie a la que pertenecen. Además, es uno de los elementos más eficaces para que la especie se
disperse, tanto en el tiempo como en el espacio. Para que la semilla cumpla con su objetivo es necesario que
el embrión se transforme en una plántula, que sea capaz de valerse por si misma y, finalmente convertirse en
una planta adulta. Todo ello comprende una serie de procesos metabólicos y morfogenéticos cuyo resultado
final es la germinación de las semillas.
Proceso de Germinación

Para que el proceso de germinación, es decir, la recuperación de la actividad biológica por parte de la semilla,
tenga lugar, es necesario que se den una serie de condiciones ambientales favorables como son: un sustrato
húmedo, suficiente disponibilidad de oxígeno que permita la respiración aerobia y, una temperatura adecuada
para los distintos procesos metabólicos y para el desarrollo de la plántula.

La absorción de agua por la semilla desencadena una secuencia de cambios metabólicos, que incluyen la
respiración, la síntesis proteica y la movilización de reservas. A su vez la división y el alargamiento celular en
el embrión provoca la rotura de las cubiertas seminales, que generalmente se produce por la emergencia de la
radícula.

Sin embargo, las semillas de muchas especies son incapaces de germinar, incluso cuando se encuentran en
condiciones favorables. Esto es debido a que las semillas se encuentran en estado de latencia. Por ello,
mientras no se den las condiciones adecuadas para la germinación, la semilla se mantendrá latente durante
un tiempo variable, dependiendo de la especie, hasta que llegado un momento, pierda su capacidad de
germinar.

Cuando una semilla germina, la primera estructura que emerge, de la mayoría de las especies, después de la
rehidratación de los diferentes tejidos es la radícula. En aquellas semillas, en las que la radícula no es el
primer acontecimiento morfológico, se consideran otros criterios para definir la germinación como: la
emergencia del coleoptilo en granos de cereales; la obtención de plantas normales; o el aumento de la
actividad enzimática, tras la rehidratación de los tejidos.

En el proceso de germinación podemos distinguir tres fases (Figura 17.3):

Fase de hidratación: La absorción de agua es el primer paso de la germinación, sin el cual el proceso no
puede darse. Durante esta fase se produce una intensa absorción de agua por parte de los distintos tejidos
que forman la semilla. Dicho incremento va acompañado de un aumento proporcional en la actividad
respiratoria.

Fase de germinación: Representa el verdadero proceso de la germinación. En ella se producen las


transformaciones metabólicas, necesarias para el correcto desarrollo de la plántula. En esta fase la
absorción de agua se reduce considerablemente, llegando incluso a detenerse.

Fase de crecimiento: Es la última fase de la germinación y se asocia con la emergencia de la radícula


(cambio morfológico visible). Esta fase se caracteriza porque la absorción de agua vuelve a aumentar, así
como la actividad respiratoria.

Figura 17.3 Esquema de las fases de la imbibición de agua por una semilla, medida mediante el
incremento en peso fresco durante el proceso de germinación (Figura modificada de Azcón-Bieto,
J. y Talón, M. 1993. “Fisiología y Bioquímica Vegetal”. Interamericana/ McGraw-Hill. ).

La duración de cada una de estas fases depende de ciertas propiedades de las semillas, como su contenido
en compuestos hidratables y la permeabilidad de las cubiertas al agua y al oxígeno. Estas fases también
están afectadas por las condiciones del medio, como el nivel de humedad, las características y composición
del sustrato, la temperatura, etc. Otro aspecto interesante es la relación de estas fases con el metabolismo de
la semilla. La primera fase se produce tanto en semillas vivas y muertas y, por tanto, es independiente de la
actividad metabólica de la semilla. Sin embargo, en las semillas viables, su metabolismo se activa por la
hidratación. La segunda fase constituye un período de metabolismo activo previo a la germinación en las
semillas viables o de inicio en las semillas muertas. La tercera fase se produce sólo en las semillas que
germinan y obviamente se asocia a una fuerte actividad metabólica que comprende el inicio del crecimiento de
la plántula y la movilización de las reservas. Por tanto los factores externos que activan el metabolismo, como
la temperatura, tienen un efecto estimulante en la última fase.

En las dos primeras fases de la germinación los procesos son reversibles, a partir de la fase de crecimiento se
entra en una situación fisiológica irreversible. La semilla que haya superado la fase de germinación tendrá que
pasar a la fase de crecimiento y originar una plántula, o por el contrario morir.

Factores que afectan a la germinación.

Los factores que afectan a la germinación los podemos dividir en dos tipos:

Factores internos (intrínsecos): propios de la semilla; madurez y viabilidad de las semillas.

Factores externos (extrínsecos): dependen del ambiente; agua, temperatura y gases.

Factores internos.

Entre los factores internos que afectan a la germinación estudiaremos la madurez que presentan las semillas
y la viabilidad de las mismas.

Madurez de las semillas.

Decimos que una semilla es madura cuando ha alcanzado su completo desarrollo tanto desde el punto de
vista morfológico como fisiológico.

La madurez morfológica se consigue cuando las distintas estructuras de la semilla han completado su
desarrollo, dándose por finalizada cuando el embrión ha alcanzado su máximo desarrollo. También, se la
relaciona con la deshidratación de los diferentes tejidos que forman la semilla. La madurez se suele
alcanzar sobre la misma planta, sin embargo, existen algunas especies que diseminan sus semillas antes
de que se alcance, como ocurre en las semillas de Ginkgo biloba o de muchas orquídeas, que presentan
embriones muy rudimentarios, apenas diferenciados.

Aunque la semilla sea morfológicamente madura, muchas de ellas pueden seguir siendo incapaces de
germinar porque necesitan experimentar aún una serie de transformaciones fisiológicas. Lo normal es que
requieran la pérdida de sustancias inhibidoras de la germinación o la acumulación de sustancias
promotoras. En general, necesitan reajustes en el equilibrio hormonal de la semilla y/o en la sensibilidad
de sus tejido para las distintas sustancias activas.
La madurez fisiológica se alcanza al mismo tiempo que la morfológica, como en la mayoría de las
especies cultivadas; o bien puede haber una diferencia de semanas, meses y hasta años entre ambas.

Viabilidad de las semillas.

La viabilidad de las semillas es el período de tiempo durante el cual las semillas


conservan su capacidad para germinar. Es un período variable y depende del tipo de
semilla y de las condiciones de almacenamiento.

Atendiendo a la longevidad de las semillas, es decir, el tiempo que las semillas


permanecen viables, pueden haber semillas que germinan, todavía, después de
decenas o centenas de años; se da en semillas con una cubierta seminal dura como las
leguminosas. El caso más extremo de retención de viabilidad es el de las semillas
deNelumbo nucifera encontradas en Manchuria con una antigüedad de unos 250 a 400
años.

En el extremo opuesto tenemos las que no sobreviven más que algunos días o meses, como es el caso
de las semillas de arce (Acer), sauces (Salix) y chopos (Populus) que pierden su viabilidad en unas
semanas; o los olmos (Ulmus) que permanecen viables 6 meses.

En general, la vida media de una semilla se sitúa entre 5 y 25 años.

Las semillas pierden su viabilidad por causas muy diversas. Podríamos pensar que mueren porque agotan
sus reservas nutritivas, pero no es así, sino que conservan la mayor parte de las mismas cuando ya han
perdido su capacidad germinativa.

Una semilla será más longeva cuanto menos activo sea su metabolismo. Esto, a su vez, origina una serie
de productos tóxicos que al acumularse en las semillas produce a la larga efectos letales para el embrión.
Para evitar la acumulación de esas sustancias bastará disminuir aún más su metabolismo, con lo cual
habremos incrementado la longevidad de la semilla. Ralentizar el metabolismo puede conseguirse
bajando la temperatura y/o deshidratando la semilla. Las bajas temperaturas dan lugar a un metabolismo
mucho más lento, por lo que las semillas conservadas en esas condiciones viven más tiempo que las
conservadas a temperatura ambiente. La deshidratación, también alarga la vida de las semillas, más que
si se conservan con su humedad normal. Pero la desecación tiene unos límites; por debajo del 2%-5% en
humedad se ve afectada el agua de constitución de la semilla, siendo perjudicial para la misma.

En resumen podemos decir que, para alargar más tiempo la vida de una semilla, ésta debe conservarse
en las siguientes condiciones: mantenerla seca, dentro de unos límites; temperaturas bajas y, reducir al
mínimo la presencia de oxígeno en el medio de conservación.

Factores externos.

Entre los factores ambientales más importantes que inciden en el proceso de germinación destacamos:
humedad, temperatura y gases.
Humedad.

La absorción de agua es el primer paso, y el más importante, que tiene lugar durante la germinación;
porque para que la semilla recupere su metabolismo es necesaria la rehidratación de sus tejidos.

La entrada de agua en el interior de la semilla se debe exclusivamente a una diferencia de potencial


hídrico entre la semilla y el medio que le rodea. En condiciones normales, este potencial hídrico es
menor en las semillas secas que en el medio exterior. Por ello, hasta que emerge la radícula, el agua
llega al embrión a través de las paredes celulares de la cubierta seminal; siempre a favor de un
gradiente de potencial hídrico.

Aunque es necesaria el agua para la rehidratación de las semillas, un exceso de la misma actuaría
desfavorablemente para la germinación, pues dificultaría la llegada de oxígeno al embrión.

Temperatura.

La temperatura es un factor decisivo en el proceso de la germinación, ya que influye sobre las enzimas
que regulan la velocidad de las reacciones bioquímicas que ocurren en la semilla después de la
rehidratación. La actividad de cada enzima tiene lugar entre un máximo y un mínimo de temperatura,
existiendo un óptimo intermedio. Del mismo modo, en el proceso de germinación pueden establecerse
unos límites similares. Por ello, las semillas sólo germinan dentro de un cierto margen de temperatura. Si
la temperatura es muy alta o muy baja, la geminación no tiene lugar aunque las demás condiciones sean
favorables.

La temperatura mínima sería aquella por debajo de la cual la germinación no se produce, y la máxima
aquella por encima de la cual se anula igualmente el proceso. La temperatura óptima, intermedia entre
ambas, puede definirse como la más adecuada para conseguir el mayor porcentaje de germinación en el
menor tiempo posible (Figura 17.4).

Figura 17.4 Efecto de la temperatura sobre la germinación de granos de trigo (Triticum


sativum) Figura modificada de Pérez García; F. y Martínez-Laborde., J.B., 1994.
“Introducción a la Fisiología Vegetal”. Ediciones Mundi-Prensa).

Las temperaturas compatibles con la germinación varían mucho de unas especies a otras. Sus límites
suelen ser muy estrechos en semillas de especies adaptadas a hábitats muy concretos, y más amplios en
semillas de especies de amplia distribución.

Las semillas de especies tropicales suelen germinar mejor a temperaturas elevadas, superiores a 25 ºC.
Las máximas temperaturas están entre 40 ºC y 50 ºC (Cucumis sativus, pepino, 48 ºC). Sin embargo, las
semillas de las especies de las zonas frías germinan mejor a temperaturas bajas, entre 5 ºC y 15 ºC.
Ejemplo de ello son Fagus sylvatica (haya), Trifolium repens (trébol), y las especies alpinas, que pueden
germinar a 0 ºC. En la región mediterránea, las temperaturas más adecuadas para la germinación son
entre 15 ºC y 20 ºC.

Por otra parte, se sabe que la alternancia de las temperaturas entre el día-noche actúan positivamente
sobre las etapas de la germinación. Por lo que el óptimo térmico de la fase de germinación y el de la fase
de crecimiento no tienen por que coincidir. Así, unas temperaturas estimularían la fase de germinación y
otras la fase de crecimiento.

Gases.

La mayor parte de las semillas requieren para su germinación un medio suficientemente aireado que
permita una adecuada disponibilidad de O2 y CO2. De esta forma el embrión obtiene la energía
imprescindible para mantener sus actividades metabólicas.

La mayoría de las semillas germinan bien en atmósfera normal con 21% de O 2 y un 0.03% de CO2. Sin
embargo, existen algunas semillas que aumentan su porcentaje de germinación al disminuir el contenido
de O2 por debajo del 20%. Los casos mejor conocidos son: Typha latifolia (espadaña) y Cynodon
dactylon(grama), que germinan mejor en presencia de un 8% de O 2. Se trata de especies que viven en
medios acuáticos o encharcados, donde la concentración de este gas es baja. El efecto del CO 2 es el
contrario del O2, es decir, las semillas no pueden germinar se aumenta la concentración de CO2.

Para que la germinación tenga éxito, el O2 disuelto en el agua de imbibición debe poder llegar hasta el
embrión. A veces, algunos elementos presentes en la cubierta seminal como compuestos fenólicos, capas
de mucílago, macroesclereidas, etc. pueden obstaculizar la germinación de la semilla por que reducen la
difusión del O2 desde el exterior hacia el embrión.

Además, hay que tener en cuenta que, la cantidad de O2 que llega al embrión disminuye a medida que
aumenta disponibilidad de agua en la semilla.

A todo lo anterior hay que añadir que la temperatura modifica la solubilidad del O 2en el agua que absorbe
la semilla, siendo menor la solubilidad a medida que aumenta la temperatura.

Metabolismo de la Germinación.

Los procesos metabólicos relacionados con la germinación que han sido más estudiados son la respiración y
la movilización de las sustancias de reserva.

Respiración.

Tres rutas respiratorias, glucólisis, ciclo de las pentosas fosfato y ciclo de Krebs son funcionales en las
semillas embebidas. Estas tres rutas producirán una serie de compuestos intermediarios del metabolismo
vegetal, así como considerables cantidades de energía y poder reductor. El objetivo principal del proceso
respiratorio es la formación de ATP y pirimidín nucleótidos, necesarios para la intensa actividad metabólica
que tiene lugar durante la germinación.

La semilla seca muestra una escasa actividad respiratoria, aumentando el consumo de O 2, después de
iniciada la imbibición. A partir de este momento el proceso respiratorio de las semillas puede dividirse en
cuatro fases (Figura 17.5):

Fase I: Se caracteriza por un rápido incremento en la respiración, que generalmente se produce antes de
transcurridas 12h desde el inicio de la imbibición. El aumento en la actividad respiratoria es proporcional al
incremento de la hidratación de los tejidos de la semilla. El principal sustrato utilizado en esta fase es,
posiblemente, la sacarosa.
Fase II: La actividad respiratoria se estabiliza entre las 12 y 24h desde el inicio de la imbibición.
Probablemente las cubiertas seminales, que todavía permanecen intactas, limitan la entrada de O 2. La
eliminación de la testa puede acortar o anular esta fase.

Fase III: Se produce un segundo incremento en la actividad respiratoria, que se asocia a la mayor
disponibilidad de O2, como consecuencia de la ruptura de la testa producida por la emergencia de la
radícula. Otro factor que contribuye a ese aumento es la actividad de las mitocondrias, recientemente
sintetizadas en las células del eje embrionario.

Fase IV: En esta última fase tiene lugar una acusada disminución de la respiración, que coincide con la
desintegración de los cotiledones, después de que han exportado las reservas almacenadas.

Figura 17.5 Evolución de la actividad respiratoria durante la germinación de las semillas de


guisante (Pisum sativum). (Figura modificada de Azcón-Bieto, J. y Talón, M. 1993. “Fisiología
y Bioquímica Vegetal”. Interamericana/ McGraw-Hill.)

Movilización de sustancias de reserva.

Las semillas contienen cantidades relativamente importantes de reservas alimenticias, que permitirán el
crecimiento y el desarrollo de la plántula hasta que ésta sea capaz de alimentarse por sí misma. Estas
reservas se encuentran en su mayor parte, formando cuerpos intracelulares que contienen lípidos, proteínas,
carbohidratos y compuestos inorgánicos. (Tabla 17.1)

Según el tipo de compuesto que almacenan, existen grandes diferencias entre las semillas. Así, en los
cereales predominan los hidratos de carbono, especialmente almidón, aunque también contienen proteínas y
lípidos. En muchas semillas de importancia agrícola (avellana, almendro, ricino, girasol, soja, etc) se
almacenan, mayoritariamente, lípidos (triglicéridos) como compuestos de reserva. Además, estas semillas
suelen tener un alto contenido en proteínas. Un tercer grupo de semillas, entre las que se encuentran las
leguminosas, almacenan proteínas junto con cantidades considerables de almidón, siendo en éstas los lípidos
muy escasos.

Porcentaje de peso seco

Especie

Carbohidratos Proteínas Lípidos

Zea mays 70 11 5

Avena sativa 66 13 8

Triticum aestivum 75 12 2
Linum usitatissimum 24 24 36

Ricinus communis trazas 18 64

Brassica napus 27 28 34

Pisum sativum 52 24 6

Cicer arietinum 67 17 6

Lens culinaris 60 23 2

Tabla 17.1: Composición química de algunas semillas (Tomada de Barceló, J. et al. 1984. “Fisiología Vegetal”. Ediciones Pirámide, S.A.)

Los compuestos de reserva pueden estar almacenados en el embrión (cotiledones) o en tejidos


extraembrionarios, principalmente en el endospermo.

Al iniciarse la germinación de las semillas, y cuando las células están suficientemente hidratadas, se produce
una activación de la síntesis proteica y, por lo tanto, la formación de enzimas hidrolíticas que son las que
promueven la movilización de las sustancias de reserva.

La movilización de las reservas requiere un proceso previo de hidrólisis para liberar los compuestos de menor
peso molecular, que pueden ser utilizados durante el crecimiento inicial de la plántula. Además, en muchos
casos, los productos de la hidrólisis sufren una serie de transformaciones metabólicas antes de ser
transportados al eje embrionario en desarrollo.

Carbohidratos: El hidrato de carbono más extendido en las semillas, como principal reserva energética, es
el almidón. Está formando por los denominados granos de almidón (corpúsculos intracelulares). Dichos
granos muestran una apariencia característica en cada especie, pudiendo tener formas esféricas, elípticas,
poligonales, etc. En la hidrólisis del almidón sus componentes (la amilosa, y la amilopectina) son
hidrolizados por la -amilasa y la -amilasa para dar glucosa. La degradación del almidón se incrementa
progresivamente durante el proceso de germinación, primero lentamente, y luego de una forma más rápida
que termina con la práctica desaparición del polisacárido.(Figura 17.6)

Figura 17.6 Variaciones en el contenido de almidón de los cotiledones en la germinación de


semillas. [Figura modificada de Barceló, J. et al. 1984. “Fisiología Vegetal”. Ediciones Pirámide,
S.A.]
Lípidos: Los lípidos constituyen un grupo de sustancias químicamente heterogéneas que tienen en común
su solubilidad en disolventes orgánicos (éter de petróleo, hexano o cloroformo). Los lípidos de reserva
predominantes en las semillas son los triglicéridos. En la movilización y metabolismo de las reservas
lipídicas están implicados tres tipos de orgánulos: las vesículas que contienen aceites almacenados
(cuerpos lipídicos), los glioxisomas y las mitocondrias. La degradación y metabolismo de los lípidos se
produce en varias fases (Figura 17.7):

Lipólisis de los triglicéridos para producir ácidos grasos y glicerol. Se produce en los cuerpos lipídicos por
acción de las lipasas que rompen los enlaces éster.

Oxidación de los ácidos grasos a acetil CoA y posterior formación de succinato en los glioxisomas.

Conversión de succinato a oxalacetato en las mitocondrias.

Formación de sacarosa a partir de oxalacetato en el citoplasma.

Figura17.7 Cambio en el contenido en lípidos en los cotiledones de cítricos durante la


germinación.

[Figura modificada de Azcón-Bieto, J. y Talón, M. 1993. “Fisiología y Bioquímica


Vegetal”. Interamericana/ McGraw-Hill.]

Proteínas: La hidrólisis de las proteínas de reserva está catalizada por diferentes tipos de enzimas
proteolíticos, agrupados bajo el nombre de proteasas. A medida que progresa la germinación, las fracciones
proteínicas de reserva se transforman en otras de menor peso molecular, especialmente pequeños péptidos
y aminoácidos. Los aminoácidos liberados pueden ser utilizados en la síntesis de nuevas proteínas en la
plántula en desarrollo o para proporcionar energía mediante la oxidación de su esqueleto carbonado. En los
cereales las proteínas se almacenan en los gránulos de aleurona, acumulados, a su vez, en la capa de
aleurona. En las semillas de dicotiledóneas la degradación de las proteínas de reserva se corresponde,
generalmente, con una acumulación de aminoácidos libres en los cotiledones. (Figura 17.8)

Figura 17.8 Acumulación de aminoácidos libres (A) y degradación de las proteínas de reserva (B)
durante la germinación de semillas de Lens culinaris .

[Figura modificada de Barceló, J. et al. 1984. “Fisiología Vegetal”. Ediciones Pirámide, S.A.]

Ácidos nucleicos: No hay duda en aceptar que la replicación del ADN es un fenómeno relativamente tardío
en la germinación, iniciándose después de que tenga lugar una síntesis considerable de proteínas. Sin
duda, en la codificación de éstas ha intervenido un ADN preexistente, formado, probablemente durante las
fases de maduración de la semilla. Por lo que respecta al ARN, tanto en las capas de aleurona de cereales
como en los cotiledones de las leguminosas, se han detectado varias ribonucleasas cuya función es la de
degradar el ARN en nucleótidos que son transportados al embrión para la síntesis de sus ARNs propios. Sin
embargo, se ha demostrado que los nucleótidos que llegan al embrión no son suficientes para mantener su
crecimiento, por lo que en los embriones debe haber también una síntesis de nucleótidos, utilizando
probablemente el nitrógeno de las reservas proteicas.

Es importante conocer todos los aspectos relacionados con el metabolismo de las semillas, sobre todo en las
especies cultivadas de interés industrial. Ejemplo de ello, es el malteado de los granos de cebada (Hordeum
vulgare) en el proceso de fabricación de la cerveza; que mediante la activación de las enzimas hidrolíticas se
produce la hidrólisis de las sustancias de reserva del endospermo.

Metabolismo de la germinación en cereales.

En los frutos de los cereales, la cubierta seminal está soldada al pericarpo. Debajo del mismo, se encuentra la
capa de aleurona, constituida por unas pocas capas de células rectangulares de pequeño tamaño y, en las
que se encuentran las reservas proteicas de la semilla. La capa de aleurona recubre al endospermo, que es
voluminoso, y en él se almacenan las reservas de almidón, principalmente. Las células de la capa de aleurona
permanecen vivas en la semilla madura, mientras que las del endospermo son células muertas. El embrión
está conectado con el endospermo a través del escutelo, el cual deriva de la transformación de su único
cotiledón. (Figura 17.9)

Figura 17.9 Estructura de una semilla: (a) monocotiledónea, trigo (Triticum sativum) y (b) dicotiledónea,
judía (Phaseolus vulgaris). [Figura modificada de Azcón-Bieto, J. y Talón, M. 1993. “Fisiología y
Bioquímica Vegetal”. Interamericana/ McGraw-Hill.]

Los acontecimientos metabólicos más relevantes en el proceso de germinación de los cereales son los que a
continuación se detallan en la figura 17.10 (ver animación 17.1).

El embrión rehidratado libera giberelinas, que se difunden hacia el endospermo a través del escutelo.

Las giberelinas liberadas en el endospermo, al llegar a las células de la capa de aleurona, inducen la
producción de enzimas hidrolíticos.

Entre los enzimas hidrolíticos sintetizados se encuentran las amilasas, que se difunden hacia el endospermo
para hidrolizar los granos de almidón a glucosa.

Las moléculas de glucosa liberadas son utilizadas por el embrión como fuente de energía (ATP), las cuales
llegan hasta el mismo por difusión.

Los otros enzimas hidrolíticos sintetizados degradan las restantes reservas: proteínas, lípidos, y ácidos
nucleicos. Dichas reservas son hidrolizadas a moléculas más sencillas, es decir, a aminoácidos, ácidos
grasos y glicerol, y nucleótidos, respectivamente.

Ahora, el embrión ya dispone de las moléculas estructurales y de la energía necesarias para iniciar la
síntesis de sus propias moléculas.
Finalmente, el embrión, después de diferenciarse y crecer, se convertirá en una joven plántula.

Figura 17.10 Acontecimientos metabólicos más relevantes en el proceso de la germinación de los


cereales.

Tipos de Germinación.

Los cambios fisiológicos y metabólicos que se producen en las semillas, no latentes, después de la imbibición
de agua, tienen como finalidad el desarrollo de la plántula. Como se ha indicado anteriormente, este proceso
comienza por la radícula, que es el primer órgano que emerge a través de las cubiertas. Sin embargo, en otras
semillas el crecimiento comienza por el hipocótilo.

Las semillas, atendiendo a la posición de los cotiledones respecto a la superficie del sustrato, pueden
diferenciarse en la forma de germinar. Así, podemos distinguir dos tipos deferentes de germinación: epigea y
hipogea.

Germinación epigea.

En las plántulas denominadas epigeas (Figura 17.11), los cotiledones emergen del suelo debido de un
considerable crecimiento del hipocótilo (porción comprendida entre la radícula y el punto de inserción de los
cotiledones). Posteriormente, en los cotiledones se diferencian cloroplatos, transformándolos en órganos
fotosintéticos y, actuando como si fueran hojas. Finalmente, comienza el desarrollo del epicótilo (porción del
eje comprendida entre el punto de inserción de los cotiledones y las primeras hojas). Presentan este tipo de
germinación las semillas de cebolla, ricino, judía, lechuga, mostaza blanca, etc.

Figura 17.11 Germinación epigea de la judía (Phaseolus vulgaris). (Figura modificada de Rost,
Th. et al. 1997. “Plant Biology”. Wadsworth Publishing Company.)

Germinación hipogea.

En las plántulas hipogeas, los cotiledones permanecen enterrados; únicamente la plúmula atraviesa el suelo.
El hipocótilo es muy corto, prácticamente nulo. A continuación, el epicótilo se alarga, apareciendo las
primeras hojas verdaderas, que son, en este caso, los primeros órganos fotosintetizadores de la plántula
(Figura 17.12). Este tipo de germinación lo presentan las semillas de los cereales (trigo, maíz, cebada, etc.),
guisante, haba, robles, etc.
Figura
17.12 Germina
ción hipogea
del guisante
(Pisum
sativum).
(Figura
modificada
http://www.euita.upv.es/varios/biologia/temas/tema_17.htm de Rost, Th.
al. 1997.
Biology”.
Wadsworth
Publishing
Comp

fases de la germinación

Germinación de semillas
#AGN-Riegos >> Calidad del agua
Autor: Pablo Dámaso Gómez García

Las semillas son, en la mayor parte de las especies de interés agrícola, el


principal mecanismo de reproducción. Las semillas están constituidas por un
embrión y por compuestos de reserva (glúcidos, proteínas, lípidos), rodeados
ambos por las cubiertas seminales. No obstante, esta estructura general varía
entre las diferentes especies principalmente en relación al tipo y proporción
de los compuestos de reserva y a las características de las cubiertas
seminales.

Las semillas, una vez finalizado su desarrollo sobre la planta madre,


permanecen en un estado de "reposo" hasta que se dan las condiciones
favorables para su germinación. Este estado puede venir determinado por la
existencia de condiciones ambientales desfavorables o por la existencia dc
factores que actúan desde la propia semilla no permitiendo su germinación. En
el primer caso se dice que la semilla se encuentra en un estado de
quiescencia y en el segundo que la semilla presenta dormición.

La imbibición de las semillas quiescentes, en condiciones óptimas de


temperatura, oxigenación e iluminación, pone en marcha un conjunto de
mecanismos fisiológicos que permiten su germinación y el posterior desarrollo
de la plántula.
La Germinación se inicia con la entrada de agua en La semilla (imbibición) y
finaliza con el comienzo de la elongación de la radícula. En condiciones de
laboratorio, la posterior rotura de las cubiertas seminales por la radícula es el
hecho que se utiliza para considerar que la germinación ha tenido lugar
(criterio fisiológico). Sin embargo en condiciones de campo, no se considera
que la germinación ha finalizado hasta que se produce la emergencia y
desarrollo de una plántula normal (criterio agronómico).

Fases de la Germinación

1.- Imbibición La primera etapa de la germinación se inicia con la entrada de


agua en la semilla desde el medio exterior (imbibición). La hidratación de los
tejidos de la semilla es un proceso físico con una duración variable según la
especie considerada. Así, las semillas de guisante apenas se imbiben durante
las tres primeras horas, mientras que en apio, la entrada de agua se completa
en unos 30 minutos. En otras especies, como es el caso de muchas
leguminosas, la entrada de agua está dificultada por las cubiertas seminales,
siendo necesario que éstas se alteren mecánicamente para que la imbibición
tenga lugar.

Una vez que la semilla se ha hidratado, comienzan a activarse toda una serie
de procesos metabólicos que son esenciales para que tengan lugar las
siguientes etapas de la germinación. En esta fase de la germinación, si las
condiciones del medio lo determinan, la semilla puede deshidratarse
retornando a su estado inicial. En general, esta deshidratación no afecta
negativamente a las semillas, las cuales pueden posteriormente volver a
hidratarse y reiniciar el proceso de germinación. No obstante, en algunas
especies, una deshidratación prolongada puede implicar la transformación de
las semillas en "semillas duras", que se caracterizan porque se imbiben muy
lentamente. Este fenómeno es frecuente en leguminosas, por ejemplo en judía,
lo que determina una germinación más lenta y heterogénea.

Otros factores que pueden influir en esta etapa de la germinación son: la falta
de agua en cantidad suficiente, el exceso de agua, la velocidad de hidratación
o la temperatura a la que tiene lugar la imbibición.

La sensibilidad de las semillas a la falta de agua (déficit hídrico) es variable


según la especie. No obstante, la velocidad de germinación suele ser menor
cuando la semilla ha estado sometida a déficit hídrico; igualmente se ha
observado que en estas circunstancias las semillas son más susceptibles a
las infecciones por hongos.

Un exceso de agua también puede llegar a ser desfavorable al dificultar la


llegada de oxígeno al embrión. Por ello algunas especies impiden la
germinación, en presencia de un exceso de agua, generando una capa de
mucílago que dificulta la entrada de suficiente oxígeno como para que se
inicie la germinación.
En otros casos, la hidratación rápida de la semilla puede provocar alteraciones
de tipo mecánico (rotura del eje embrionario) que afecta a la germinación y al
posterior establecimiento de la plántula: este fenómeno es habitual en
semillas de judía.

Por último, la imbibición a baja temperatura de las semillas de algunas


especies, sobre todo de origen tropical y subtropical, puede provocar
alteraciones en el posterior crecimiento y desarrollo de las plantas. Este es el
caso del algodón y de la soja, en las que si sus semillas son imbibidas a una
temperatura inferior a 5°C. 5e produce un escaso crecimiento de las plantas y
la aparición de anormalidades durante el desarrollo de las raíces.

2.- Germinación en "sentido estricto"


Una vez que la semilla se ha hidratado adecuadamente, se entra en una
segunda etapa del proceso de germinación, la denominada fase de
germinación "sensu stricto", que se caracteriza, entre otros aspectos, porque
se produce una disminución en la absorción de agua por las semillas. Durante
esta etapa tiene lugar una activación generalizada del metabolismo de la
semilla, lo cual es esencial para que se desarrolle la última fase del proceso
de germinación, la de crecimiento.

3.- Fase de crecimiento


En esta última etapa de la germinación, paralelamente al incremento de la
actividad metabólica, se produce el crecimiento y emergencia de la radícula a
través de las cubiertas seminales.

Las semillas que han alcanzado la fase de crecimiento no pueden volver a


etapas anteriores y en el caso de que las condiciones del medio no permitan
que esta fase pueda seguir adelante, la semilla morirá.

Una vez que la radícula ha roto las cubiertas seminales, se inicia el desarrollo
de la plántula, proceso complejo y variable según las especies, que implica un
elevado gasto de energía que se obtiene mediante la movilización de las
reservas nutritivas de la semilla.

http://www.agronotas.es/A55CA3/agronotas.nsf/v_postid/67F693C957760F9DC1257C0D001
CD3CA

reacciones de la germinación

La germinación. Reacciones dentro


de la semilla. Comportamiento y
razones de su crecimiento. (Breve
repaso)
Hoy daremos un pequeño pero valioso tiempo a tan bonito proceso dentro del
mundo de la vegetación. La germinaciónpodríamos definirla como una intensa
actividad metabólica. El tejido normal de una semilla (vegetal) contiene el
90% de agua, mientras que la semilla el 10%; así para brotar la semilla
debe estar sumergida en agua. De esta manera comienza un procedimiento la
mar de curiosos... y creamos vida.

Cuando la semilla ha absorbido ya suficientemente agua, el metabolismo se


acelera, siempre y cuando tenga bastante oxígeno y una temperatura adecuada
(20ºC) De esta semilla, crece el embrión. El tegumento es perforado por
la radículaque está saliendo y luego por la plúmula. (en el dibujo se ve
mejor la disección de estas partes)

En la oscuridad la plúmula se alarga para buscar la luz y no elabora


clorofia. (permanece de un color blanquecino y tierna)

Al exponer la semilla a la luz, los cotiledones comienzan a fabricar


clorofila, la cual, por fotosintesis, transforma la energía solar en
materia vegetal. Por otra parte, la radícula se alarga y penetra en la
tierra, de donde saca agua y minerales. (ya no dependerá de las reservas de
la semilla) Durante este procesamiento también se producen reacciones
química durante la germinación:

Los enzimas hace que una reacción química que es energéticamente posible
pero que transcurre a una velocidad muy baja, sea cinéticamente favorable,
es decir, transcurra a mayor velocidad que sin la presencia de la enzima.
Principalmente:

- Transforman el almidón en azucares simples para poder ser asimilados en


la digestión (glucosa)

- Permiten la síntesis de vitaminas (especialmente A,B,C) las transforma en


ácidos aminados y favorece la síntesis de ácidos que no existían en la
semilla.

- Liberan minerales esenciales.

- Transforman las grasas en ácidos oleosos.

Basicamente los requisitos para que la germinación se de son una


ventilación de oxígeno buena, un enjuague de agua si es necesario, sombra-
oscuridad continua y una temperatura constante de 20ºC.

http://cannatronik.blogspot.com/2011/03/la-germinacion-reacciones-dentro-de-la.html

pdf

https://www.mapama.gob.es/ministerio/pags/biblioteca/hojas/hd_1998_2090.pdf

pdf microornismos

http://www.anmat.gov.ar/renaloa/docs/Analisis_microbiologico_de_los_alimentos_Vol_III.pdf

http://digital.csic.es/bitstream/10261/101476/1/Bacterias%20probi%C3%B3ticas%20en
%20leche%20fermentada.pdf

¿Cómo se reproducen las bacterias?

PUBLICADO POR:FERNANDO PINO

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F1ONLINE/THINKSTOCK

Más allá de toda idea o concepto previo que pueda tenerse sobre las
bacterias, es sabido que estas son microorganismos esenciales para la
vida, fundamentales para nuestro planeta y especialmente, de gran
importancia para la existencia humana. Se trata del ser vivo de mayor
abundancia en la Tierra, por lo que sin lugar a ningún tipo de duda, la
reproducción de estos seres es un tema que vale la pena conocer.
Aprendamos entonces cómo se reproducen las bacterias.

Las bacterias y su lugar en el mundo


ISTOCKPHOTO/THINKSTOCK

Las bacterias son minúsculos seres vivos


unicelulares, microorganismos de unos pocos micrómetros de longitud
que viven en grupos de miles de millones. Tan solo 1 gramo de tierra
contiene aproximadamente unos 40 millones de bacterias y 1 mililitro de
agua dulce, contiene más de 1 millón de ellas. Los científicos estiman que
en el planeta Tierra, como mínimo, deben de haber más de 5 nonillones de
bacterias (si nunca habías escuchado esta medida ten en cuenta que 1
nonillón equivale a 1 millón de octillones).

A grandes rasgos, existen 3 grandes tipos de bacterias que se clasifican de


acuerdo a su forma en esféricas (que suelen ser las más simples y se
conocen como coco), las de forma de vástago (también conocidos como
bacilos, a veces curvados y llamados vibrio) y por último están las que
tienen forma de espiral (conocidas como espirilos y espiroquetas). No
obstante, en cada grupo existen muchísimas variaciones con criterios de
clasificación también relacionados con sus formas.
HEMERA/THINKSTOCK

A diario, absolutamente todo el tiempo, estamos rodeados por millones y


millones de ellas, aunque nos resulta imposible visualizarlas a simple vista.
Pero por supuesto, para algo están, como todo en este mundo (a
excepción de los mosquitos, los mosquitos no sirven para nada, los
detesto) y son muy importantes para la vida, están en el planeta desde
hace millones de años.

Se cree que las bacterias ayudan a crear nada menos que la atmósfera
de nuestro planeta. Además de ayudar en la producción de oxígeno y de
crear las condiciones adecuadas para la vida, también tienen que ver en la
transformación de los alimentos y en los procesos de descomposición,
entre otras cosas. Así que en realidad, tener tantas pero tantas bacterias
en la Tierra es algo muy bueno, pero ¿cómo se reproducen? ¿Cómo
alcanzan semejante cantidad numérica?

La reproducción bacteriana
ISTOCKPHOTO/THINKSTOCK

Las bacterias se multiplican rápidamente llegando a poblar lugares


muy amplios en muy poco tiempo. Estos microorganismos tienen una
estructura más simple que la de las células de organismos multicelulares,
son células procariotas. Esto significa que están formadas por un único
cromosoma y que carecen de membrana nuclear. Hay que diferenciar las
bacterias de los virus, que no pueden desarrollarse fuera de las células y
que sólo contienen un ácido nucleico.

Bipartición, reproducción asexual y sexual

De forma generalizada, la gran mayoría de las bacterias se


reproducen por un mecanismo llamado bipartición. El primer paso en la
bipartición es la duplicación del ADN, esto se lleva a cabo a través del
ADN-polimerasa que se encuentra en los mesosomas. Luego, la pared
celular de la bacteria crece hasta formar un tabique transversal separador,
que da lugar a dos nuevas bacterias.

Poco tiempo atrás estuvimos viendo qué es la reproducción sexual y


asexual, ¿recuerdas? Pues entonces sabrás que esta reproducción es de
tipo asexual. Sin embargo, las bacterias también poseen unos mecanismos
de reproducción sexual mediante los cuales se intercambian fragmentos
de ADN. Esto es elemental para asegurar la evolución de las bacterias y
así asegurar la subsistencia de cada especie de bacteria diferente.
ISTOCKPHOTO/THINKSTOCK

Reproducción sexual en las bacterias

Los distintos mecanismos de reproducción sexual de las


bacterias son: transformación, transducción y conjugación.

 Transformación: es el intercambio genético producido cuando una


bacteria es capaz de captar fragmentos de ADN de otra bacteria, cuando
estos fragmentos de ADN se encuentran dispersos en el medio ambiente
donde vive.

 Transducción: éste tipo de reproducción sexual de las bacterias es


cuando se produce un intercambio de ADN entre una bacteria y otra a
través de un virus. El virus actúa como un vector intermediario entre las
dos bacterias.

 Conjugación: es cuando una bacteria transmite un fragmento de ADN a


otra bacteria a través de unos pelos que vendrían a ser algo así como un
órgano sexual.

Muy interesante, ¿no lo crees? ¿Sabías cuán importantes son las bacterias
para los humanos? Obviamente, tampoco podemos evitar mencionar que
así como nos dan una buena mano para la vida, nos la pueden quitar de
forma simple, rápida y dolorosa.

https://www.vix.com/es/btg/curiosidades/2011/01/02/como-se-reproducen-las-bacterias

file:///C:/Users/Usuario/Downloads/435-908-1-SM.pdf

http://www.fao.org/3/a-i2085s.pdf
Usos de los microorganismos en
la elaboración de alimentos
Ciertos microorganismos, lejos de ser alterantes o transmisores de enfermedades,

Imagen: Javier Leiva

Sin comprender bien qué ocurría, las culturas más antiguas han utilizado
los microorganismos como aliados en la elaboración de diferentes tipos de alimentos. La base de
estos procesos casi siempre es la misma: un soporte rico en nutrientes sobre el que un
determinado microorganismo se desarrolla y transforma el alimento en otro muy diferente, a
través de un proceso conocido como fermentación. Algunos de los más utilizados son las
levaduras, sobre todo las pertenecientes al género Saccharomyces, responsables de la
elaboración del vino, la cerveza y el pan. Con el paso del tiempo, estas fermentaciones
milenarias se estudiaron y controlaron para dirigirlas hacia la producción de determinadas
sustancias apreciadas en el alimento o, por el contrario, para eliminar las indeseables.

Hoy en día es una ciencia que se controla hasta el más mínimo detalle, pero en un principio se
denominó "la enfermedad del vino", un proceso fermentativo mediante levaduras que provocaba
"fiebre en los caldos" a partir de un zumo muy rico en azúcares, convertidos en alcohol tras el
proceso. La inoculación casual a través de la propia materia prima es un proceso provocado, e
incluso, las propias cepas de levaduras se cultivan y diseñan para generar los linajes más
adecuados en cada caso. Lo mismo podría decirse de la cerveza.

En realidad, el proceso fermentativo puede desencadenarse en cualquier caldo rico en azúcares


(zumo de frutas o arroz) que, inoculado con la levadura, se transforma en una bebida alcohólica.
Si después estos caldos se fermentan de nuevo, esta vez por bacterias del ácido acético, se
obtendrá vinagre (de vino o malta en el caso de la cerveza). En el caso del pan, otro de los
alimentos en los que intervienen las levaduras, no se busca la producción del alcohol, sino de
dióxido de carbono, para conseguir la esponjosidad de la masa.

Bacterias ácido lácteas


Las bacterias del ácido láctico constituyen un amplio conjunto de microorganismos benignos que,
a partir de azúcares (lactosa en el caso de la leche), crean ácido láctico como producto final del
proceso de la fermentación. Las bacterias ácido lácticas se han empleado para fermentar
alimentos desde tiempos remotos. Su uso más corriente son los productos lácteos fermentados,
como el yogur, el queso o la mantequilla, pero también otros menos conocidos como el kéfir o el
exótico kumis. El hecho de que cuando fermentan creen un ácido, hace que el producto
resultante no sea adecuado para el desarrollo de la mayoría de otros microorganismos. De ahí
que, además de producirse un nuevo alimento de características diferentes, se crea un medio de
conservación de alimentos tan vulnerables como la leche.

Las bacterias ácido lácticas se han empleado para fermentar


alimentos desde tiempos remotos

En lo que concierne al yogur, su elaboración se debe al trabajo complementario entre dos


bacterias, Streptococcus thermophilus y Lactobacillus bulgaricus, que producen un alimento muy
estimado tanto desde el punto de vista gastronómico como nutricional y dietético. En la
elaboración del queso, pueden diferenciarse dos etapas principales: la formación de la cuajada y
su maduración. La cuajada se forma como resultado de la coagulación de las proteínas de la
leche, como consecuencia de un proceso microbiológico debido a la acidificación del medio por
parte de las bacterias lácticas. También puede utilizarse para este mismo fin una enzima
conocida como renina, que se extrae del estómago de las terneras.

La posterior maduración de la cuajada es un proceso muy complejo y variable, en función de la


clase de queso que se elabora. Está basado en procesos de degradación de las proteínas y
grasas que confieren el sabor y aromas característicos. En algunos casos, los microorganismos
desempeñan papeles muy específicos en la maduración de los quesos. Entre otros, el color azul
y aromas peculiares de los quesos azules son consecuencia del crecimiento de ciertos hongos
del género Penicillium en toda la masa del queso. En el caso de los quesos de agujeros, estos
son el resultado de la formación de dióxido de carbono tras fermentar el lactato, que produce
propiónico y les da su típico sabor.

Otros procesos microbiológicos


También la elaboración de la mantequilla es, en parte, un proceso microbiológico. En su caso, es
necesario un agriado inicial, causado por los llamados estreptococos de la leche, para poder
separarse después la grasa de la mantequilla durante el batido. Además, estos microorganismos
crean pequeñas cantidades de acetoína, una sustancia que se oxida de forma espontánea a
diástilo, el compuesto responsable del aroma y sabor de la mantequilla. En algunos países, es
costumbre que la leche experimente un proceso mixto de fermentación a base de bacterias
lácticas y levaduras y se forme un producto lácteo agrio, pero con contenido en alcohol, como es
el caso de kéfir y el kumis, un lácteo elaborado con leche de yegua, que constituía parte
importante de la dieta de algunos pueblos guerreros nómadas de Eurasia.

Pero las bacterias del ácido láctico no solo pueden desarrollarse en sustratos como la leche. La
fermentación láctica también puede ocurrir sobre materiales vegetales. Es el caso de la
elaboración de col fermentada ácida o de algunos tipos de aceitunas y encurtidos agrios.

Formación de alimentos exóticos


Mas exótica y lejana resulta la elaboración de la salsa de soja, el miso y el tempeh, que se
realiza en Oriente mediante hongos. En la elaboración de la salsa de soja se utilizan el
hongo Aspergillus oryzae y otros microorganismos para fermentar una mezcla compuesta de soja
y trigo con un fuerte aroma y un color marrón rojizo oscuro. Durante el proceso de fermentación
(que puede durar hasta un año), las proteínas y los azúcares se descomponen y los productos de
la mezcla inicial dan lugar a una gran variedad de componentes de diversos sabores y aromas
tan característicos. El miso, fruto de la fermentación de la pasta de soja que se utiliza como base
de sopas y salsas, se obtiene a partir de una mezcla de microorganismos similar. En la
producción del tempeh también se usa el hongo Rhizopus oligosporus. El tempeh es una especie
de pastel de soja fermentada, básico en la dieta de países como Indonesia, donde se utiliza
como fuente principal de proteínas y otros nutrientes esenciales.

Bacterias y aditivos
Pero los microorganismos también se usan para obtener saborizantes y aditivos. El ácido
glutámico, un aminoácido usado para obtener glutamato monosódico, es uno de los
potenciadores de sabor más comunes en alimentación y se puede obtener mediante
fermentaciones. La lisina, un aminoácido esencial, es decir, un componente de las proteínas que
el ser humano no puede sintetizar, sino ingerir a través de la alimentación, también puede
originarse mediante la fermentación de ciertas bacterias.

De esta manera, puede añadirse lisina a algunos alimentos para mejorar la calidad nutricional de
sus proteínas pobres en este aminoácido tan necesario en la dieta. Por otro lado, el ácido cítrico
que se agrega a refrescos y productos de confitería se extraía en el pasado de los cítricos. Sin
embargo, en la actualidad, la práctica totalidad de su producción procede de la fermentación
de Aspergillus niger. Por último, los microorganismos también se utilizan para elaborar aditivos
que dan consistencia a los alimentos. Muchas sustancias que se utilizan en la industria
alimentaria como espesantes, emulgentes y excipientes, como xantina y la dextrina, se obtienen
a partir de determinados microorganismos.

LA FERMENTACIÓN, UN PROCESO BIOLÓGICO


Cuando en 1837 tres personas propusieron casi de forma independiente y simultánea que la levadura
que aparece durante la fermentación alcohólica era una especie de "planta microscópica", que
convertía los azucares en alcohol etílico y dióxido de carbono, fueron criticadas por la comunidad
científica de la época. Ellos defendían que este proceso, la fermentación alcohólica, era una función
vital de las células de levadura y no un proceso químico. Años atrás, la química había hecho grandes
progresos y se abrió un amplio y esperanzador camino en la llamada química orgánica. Con la
demostración de que los compuestos orgánicos presentes en la naturaleza podían sintetizarse en un
laboratorio, los químicos pensaron que los procesos naturales observados en la naturaleza podían
analizarse en términos puramente físico-químicos.

Pero se equivocaban. Cuando aún no se había resuelto el "problema de la generación espontánea",


según la cual los microorganismos aparecían como por arte de magia en un entorno determinado, fue
otro químico de formación, Pasteur, quien demostró al mundo científico que todos los procesos
fermentativos son el resultado de una actividad microbiana. El trabajo que Pasteur desarrolló en el
campo de las fermentaciones tuvo pronto su aplicación práctica, ya que fue requerido por una
importante destilería local que obtenía alcohol a partir de remolacha para solventar problemas en su
proceso de producción. Pasteur pudo comprobar que la fermentación alcohólica había sido en parte
reemplazada por otro tipo de proceso fermentativo que como resultado no producía etanol, sino acido
láctico.

Comprobó que las células de levadura se habían sustituido por otras más pequeñas en forma de
bastoncitos y esferas (bacterias lácticas). De esta manera, demostró no solo que todos los procesos
fermentativos son una actividad microbiana, sino que cada fermentación en particular definida según
las principales sustancias finales va acompañada de un tipo específico de microorganismo que podía
identificarse
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