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VIOLENCIA INTERNA DEL PERÚ DE 1980 HASTA 2000

Indudablemente el conflicto armado interno vivido en el PERÚ, entre los años de 1980 y 2000, ha sido el de mayor duración, y el que
ocasionó la mayor cantidad de muertes, las cifras reveladas por la comisión de la verdad, aun quedan por debajo de la verdadera
cantidad de desaparecidos durante la época de la violencia política. El número de muertes supera ampliamente las cifras de pérdidas
humanas sufridas aún en la lucha por la independencia y la guerra con Chile. La cifra según esta comisión llega a 69.280 personas
desaparecidas.
Desde el inicio de la violencia armada (mayo de 1980, en la distrito de Chuschi, provincia de Cangallo - Ayacucho). Tras quemar las
ánforas de votación, el gobierno de turno del entonces Presidente (Fernando Belaunde Terry), no hizo nada, es decir, no le prestó la
atención necesaria, de esta forma el grupo subversivo inició su camino de camino de destrucción y muerte hacia la sociedad peruana.
Posterior a ello, los gobernantes aceptaron la militarización del conflicto, abandonando los fueros y prerrogativas para dejar la
conducción de la lucha contrasubversiva en manos de las FFAA, sin tomar previsiones para impedir atropellos a los derechos
fundamentales de la población. Con una doctrina de guerra importada de los EE.UU, tras su fracaso en Vietnam, donde toda persona
que no era blanca o en todo caso no hablaba el castellano era de seguro un (terruco), como se solía llamar por ese entonces a los
grupos alzados en armas, de esta forma se atentó contra la vida de miles de ciudadanos de distintos lugares del país, solo por el
hecho de no saber hablar el castellano, aun los niños eran sospechosos de ser terroristas, muchas veces se decía si tu madre o tu
padre es terrorista, entonces mátalos o de lo contrario te mataran a ti.
Pero qué pecado pudieron haber cometido todas esas personas, acaso ellos eligieron donde nacer para sufrir de esa manera, acaso
son culpables de los desaciertos de todos los gobernantes que sólo causaron el retraso del país y por ello surgió la corriente terrorista
con fuerza, si recodamos la historia, aun en tiempos de la lucha por la tierra en los años 60, en la época de la reforma agraria a favor
de los campesinos, el hombre de los andes siempre fue golpeado por todo el aparato del gobierno que se unía a los terratenientes y
atentaban contra el campesinado, sería que en aquellos tiempos no existían los derechos humanos, que irónico que es la vida, se
mata a las personas que nos dan los alimentos para poder vivir.
Es por ello que nunca hubo una verdadera independencia, pues no se puede concebir que el campesino siga siendo esclavo del
hacendado en tiempos de supuesta independencia, dicha libertad llego sí, es cierto pero sólo para la gente criolla, pero jamás para el
serrano, el indio, el indígena como suele llamarse a nuestros hermanos del ande, sin haber comprendido que dichos términos son de
desprecio indígena = indigente ¿Qué nombre no? De esta forma vemos como los diferentes gobiernos atentaron contra el hombre del
ande, y en tiempos de la violencia aun mas, ¿acaso con la sola intención de acabar con esos serranos salvajes, fastidiosos y muertos
de hambre?.
Frente a la guerra desatada por el PCP y MRTA, el Estado tuvo el derecho de defenderse y la obligación de hacerlo garantizando los
derechos fundamentales de sus ciudadanos. Buscando una respuesta rápida al avance de la subversión armada, que en pocos años
se expandió por todo el país, los gobernantes aceptaron la militarización del conflicto, abandonado sus principales fueros y
prerrogativas para la conducción del la lucha contrasubversiva en manos de las FFAA, sin tomar las previsiones para impedir
atropellos contra la vida y la dignidad de la población.
La frustración generada por todos los gobernantes de turno, generada por procesos de modernización truncos, creó el espacio para
que ante la ausencia de propuestas desde el interior del sistema político, las organizaciones subversivas intentaran utilizar y canalizar
los conflictos y demandas de acción de ciertas regiones particularmente deprimidas. La violencia armada no afectó uniformemente a
todos los ámbitos geográficos, ni los diferentes estratos sociales del país, estuvo concentrada en las márgenes de la sociedad, es
decir en aquellas zonas y grupos menos integrados a los centros de poder económico y político de la sociedad peruana. Además pese
al carácter masivo de las víctimas fatales que provocaron, los principales actores del conflicto armado interno seleccionaron a sus
víctimas al interior de estratos específicos de las sociedades regionales o locales que fueron escenario de la violencia.
Así, sólo Ayacucho registra el 40% de víctimas de la violencia política, por entonces a toda persona nacida en Ayacucho era tildada de
(ayacuchano = terruco), Tales magnitudes pueden parecer inverosímiles para un considerable sector de la población peruana, pero no
lo sería si todos fuéramos ayacuchanos o por lo menos si se hiciera el esfuerzo por comprender el significado del perfil socio
demográfico de la gran mayoría de las víctimas. Está claro que el Perú rural, andino, quechua y asháninca, campesino, pobre y con
escasa instrucción formal se desangro durante años sin que el resto del país sintiera o asumiera como propia la verdadera dimensión
de la tragedia de ese “pueblo ajeno dentro del Perú”.
Esos son los peruanos que le faltan al Perú, los más olvidados e invisibles: los Quispe, Huamán, Mamani, Taype, Yupanqui, Condori,
Tintimari, Metzoquiari. A pesar de ser y sentirse demasiadas veces ajenos y excluidos por el resto de peruanos, ellos también
reclaman ser considerados con respeto y justicia.
Los niños, las mujeres y los ancianos aparecen entre las víctimas fatales con mayor frecuencia en situaciones de violencia
indiscriminada, como son las masacres. Conforme aumenta el tamaño del grupo de asesinados en un mismo operativo militar o
incursión subversiva, también aumenta ligeramente la proporción de mujeres y niños menores de 15 años. Dentro de las víctimas de
asesinatos masivos, generalmente los niños resultan ser los menos identificados por los sobrevivientes que dieron su testimonio,
puesto que son menos conocidos en sus comunidades en comparación con los adultos.
Lo que en un principio fueron acciones aisladas, locales y no coordinadas, se fue extendiendo y organizando en los escenarios rurales
del conflicto armado interno hasta, finalmente derrotar al terrorismo en el campo. Los comités de autodefensa jugaron un papel
fundamental en la lucha contrasubversiva, ellos en todo momento estaban sobre la delgada línea que separaba a héroes de villanos.
El PCP- SL, fue el principal perpetrador de asesinatos de dirigentes femeninas. Sin embargo cuando se trata de dirigentes de
organizaciones de familiares de desaparecidos y de estudiantes universitarios, se indican como presuntos responsables a los agentes
de las FF.AA. Así mismo se han recibido reportes de otras masacres perpetrados por agentes del Estado en los departamentos de
Ayacucho, Huánuco, Huancavelica, Junín, Cuzco, Ucayali, San Martin y Lima. Los cuales se perpetraron en todos los periodos
gubernamentales. La desaparición forzada fue ampliamente empleada como mecanismo contrainsurgente y su aplicación se extendió
a un conjunto de victimas mayor que el de los integrantes de las organizaciones subversivas. Es un delito pluriofensivo que afecto el
núcleo duro de los derechos humanos, todo esto constituye un delito de lesa humanidad, también fue una modalidad de ejecución
arbitraria encubierta.
Cerca de medio millón de peruanos abandonaron sus localidades de origen huyendo de los estragos de la violencia generada por el
conflicto interno, al encontrarse entre dos fuegos “enemigos”, las FFAA y PCP, ninguno entendió jamás la forma de vida del hombre
del campo, la gran mayoría de desplazados fueron personas que no participaron en las hostilidades. Las zonas corresponden a l os
departamentos en los que se presentó la mayor incidencia de acciones del conflicto.
Durante los estados de emergencia las FFAA y la policía, se arrogaron el derecho de detener a cualquier persona solo por el hecho de
ser sospechoso, para luego ser investigado, aun cuando no existían indicios razonables. La impunidad alcanzo su máxima expresión
con las leyes de amnistía, que cerraron toda posibilidad de investigación y sanción a los presuntos responsables de graves violaciones
de derechos humanos perpetrados desde mayo de 1980 hasta junio de 1995.
La discriminación étnica y racial fue un elemento presente en el conjunto del proceso de la violencia. En los diferentes momentos y
ámbitos de su desarrollo, fue un factor que influyó significativamente sobre los comportamientos y percepciones de los diversos
actores, aunque casi siempre de manera encubierta.
Para que todas estas atrocidades no se repitan es necesario curar heridas, indemnizando a los deudos, especialmente a aquellos
campesinos que fueron víctimas de muchos abusos. Por ello es importante que el Estado asuma su responsabilidad, en cuanto artífice
de la violencia, pues con su centralismo y abandono de las de las ciudades facilitó el desarrollo y avance de las huestes terroristas,
todo en ello en perjuicio de humildes hombres del campo y de la selva.
Así también, se deben trazar políticas a largo plazo, con el único objetivo de llevar adelante un proceso que unifique a toda la sociedad
en su conjunto y salir del sub desarrollo, el cual nos mantiene en calidad de mendigos. De la misma forma, se deben de formar a los
jóvenes con una visión de futuro, pero con respeto hacia los derechos fundamentales y dejar de lado la marginación de las personas,
solo por el hecho de ser provinciano, para consolidarnos como una sociedad más humana y con valores.
Un poema declamado en Ayacucho dice así: “Cuando la vida, se hace más fría que la muerte misma. Taita inti, arde indignado, las
grandes nieves se descongelan. Y los grandes lagos empiezan a formarse. El gran aluvión está por llegar, para sepultar mundos que
primen. Y sobre la tierra nueva florecerá la ESPERANZA”.
Declive de la acción subversiva, autoritarismo y corrupción (setiembre de 1992-noviembre 2000)
Derrota estratégica de la subversión
El escenario posterior a la captura de Abimael Guzmán y otros importantes dirigentes estuvo marcado por la derrota de Sendero
Luminoso, iniciada tres años antes cuando fue expulsado de varias de sus zonas de tradicional influencia por la acción de las fuerzas
del orden y los comités de autodefensa. La falta de una conducción nacional que cubriera el vacío provocado por la captura de
Guzmán se hizo evidente en la disminución de acciones terroristas. El principal objetivo de la organización en esta fase fue,
inicialmente, el de presentar la imagen de no haber sido afectados mientras que se concentraban en campañas como la de "salvar la
vida del Presidente Gonzalo".
Pacificación y amnistía
En octubre de 1993, desde su prisión en la base naval del Callao y luego de conversaciones entre dirigentes senderistas facilitadas por
el gobierno de Fujimori, Abimael Guzmán propuso un Acuerdo de Paz al Estado que no se concretó pero sirvió para efectos
propagandísticos al régimen de Fujimori en vísperas del referéndum para aprobar la Constitución de 1993. De ahí en adelante, la
nueva posición del jefe senderista fue convirtiéndose en mayoritaria, por encima de las fracciones disidentes que planteaban proseguir
la guerra popular, pero el gobierno de Fujimori no buscó una salida definitiva de paz ni respondió a las propuestas de Guzmán. En la
práctica se había producido una división de Sendero Luminoso, ya que una parte de la dirección senderista rechazó la propuesta de
Acuerdo de Paz de Guzmán. Por su parte, el MRTA continuó las acciones militares en zonas como San Martín y la ceja de selva
central. Bajo la dirección de Cerpa, luego de la caída de Polay, tomaron ciudades importantes como Moyobamba e intentaron
desarrollar núcleos de guerrilla urbana. Aun cuando parecían en el papel menos golpeados que Sendero Luminoso, no pudieron
recuperarse de las graves disputas internas, la inexperiencia de sus cuadros y los efectos de la ley de arrepentimiento. Externamente,
la organización fue afectada por el debilitamiento de la izquierda y la ofensiva estatal y mediática contra las organizaciones
subversivas. En ese escenario concluyeron que su prioridad organizativa debía ser la de recomponer su dirección nacional mediante la
liberación de los dirigentes presos. Al no poder replicar la experiencia del túnel de Canto Grande, optaron por preparar alguna acción
de toma de rehenes para exigir luego un canje de prisioneros. Paralelamente, el gobierno de Fujimori continuó resaltando su imagen
de mano dura, sin concesiones frente a la subversión mediante el nuevo marco legal aprobado y destacando su estrecha relación con
las fuerzas armadas. A pesar del evidente declive en las acciones subversivas, resaltado por la misma propaganda oficial, el régimen
no disminuyó el número de zonas de emergencia sino que mantuvo un esquema de contrasubversión sin subversión.
En términos estrictos la política de pacificación consistió en mantener en prisión a la mayor cantidad posible de subversivos bajo
condiciones extremas en penales de máxima seguridad y en aislar a los núcleos armados. La propuesta de acuerdo de paz hecha por
Guzmán y la dirigencia senderista brindó réditos políticos a Fujimori y rebajó la tensión en los penales, pero no liquidó a la
organización. Vladimiro Montesinos tuvo a su cargo la conducción personal de las conversaciones y tratos con Guzmán e Iparraguirre
y demás dirigentes senderistas, en tanto "interlocutor académico", las cuales estuvieron enmarcadas por intereses políticos
coyunturales del gobierno, administrados por el asesor y que se disiparon hacia 1995. Debe recalcarse que ni Fujimori, ni el General
Hermoza Ríos (entonces la figura de mayor poder en las fuerzas armadas) se reunieron con los jefes senderistas. Tampoco se
promovió reunión alguna con miembros de la DINCOTE, en buena parte desarticulada después de la captura de Guzmán, o expertos
de inteligencia del Ejército trabajando en el SIN, como Fournier.
Las incansables denuncias contra las violaciones de los derechos humanos tuvieron un nuevo impulso a partir del hallazgo de l as
fosas de La Cantuta en julio de 1993. El gobierno de Fujimori no asumió responsabilidades, optando por la descalificación de la
legitimidad de los denunciantes y su permanente hostigamiento. Teniendo al SIN como su principal aparato político, el gobierno
continuará con una serie de cambios intencionales de la legislación que supondrán la eliminación práctica de la independencia de
poderes, con la finalidad de garantizar la impunidad para los agentes estatales implicados en violaciones de los derechos humanos.
Así, la existencia de una mayoría de representantes oficialistas en el Congreso Constituyente Democrático permitió la utilización de
diversos voceros para salir al frente a las denuncias y, sobre todo, para aprobar en 1995 una ley de amnistía para las violac iones de
derechos humanos cometidas por las fuerzas del orden que garantizara una completa impunidad.
Contrasubversión sin subversión
Lejos de revertirse, el proceso de corrupción normativa continuará el resto de la década, con el objetivo de: asegurar la perpetuación
del régimen. Para ello, el gobierno utilizará, con fines electorales y de control político, la estructura militar desplegada con pretexto de
la contrasubversión, en un contexto en el que la subversión se replegaba. Explotará mediáticamente, con fines de acumulación
política, las últimas acciones de gran impacto de la guerra interna que concluyeron en éxitos, al tiempo que manipulaba los miedos de
la población con la amenaza del "terrorismo". Así, las operaciones antisubversivas dejaron de ser un medio para capturar líderes
subversivos y terminar finalmente con las acciones del PCP-SL y del MRTA, para convertirse en un medio de propaganda para el
gobierno, en el mejor de los casos, y en una cortina de humo, en el peor, tapando los excesos y los delitos que se denunciaban cada
vez con más frecuencia. Esto fue posible en gran medida por el progresivo y casi total control de medios de comunicación masivos,
comprados con el dinero del Estado.
Las últimas acciones de gran impacto de la guerra interna concluyeron en éxitos explotados por el gobierno. Por ejemplo, el asalto a la
residencia del embajador japonés en Lima por un comando del MRTA, encabezado por su líder máximo Néstor Cerpa, que mantuvo
cautivos a 72 rehenes, concluyó con la operación de rescate Chavín de Huántar, ampliamente celebrada por el gobierno y las fuerzas
armadas. Luego del revés militar sufrido en el conflicto del Cenepa de inicios de 1995, el gobierno convirtió los festejos por la exitosa
liberación de los rehenes en una epopeya militar. Por otro lado, en julio de 1999, luego de un enorme y publicitado operativo militar
para cercarlo, fue capturado cerca de la ciudad de Huancayo el líder senderista disidente Oscar Ramírez Durand, Feliciano, quien
había rechazado la propuesta de acuerdo de paz de Abimael Guzmán y mantenía vigente la guerra popular iniciada en 1980. Ramírez
Durand era el último de los altos dirigentes del PCP SL que seguía libre.
Preocupado más por asegurar su continuidad, y aun resaltando su imagen de mano dura sin concesiones frente a la subversión,
Fujimori terminará descuidando en la práctica la política antisubversiva y no dará una solución final al problema de la subversión,
focalizada desde hacía varios años en algunas zonas marginales y poco accesibles del territorio en las que coincidía con el
narcotráfico.
Las contradicciones entre el discurso de mano dura y realidad se mostraron más de una vez. Como colofón, a poco tiempo de su
colapso, el gobierno que se preciaba de ser duro e infranqueable frente a la subversión terminó apoyando (con una venta de armas) al
grupo subversivo de un país hermano, acusado precisamente en ese momento de realizar actos terroristas y de estar vinculado con el
narcotráfico.
LA SEGURIDAD CIUDADANA ACTUAL EN EL PERÚ
La Seguridad en estos últimos años ha cobrado vital importancia en las Políticas de Estado, pues se está viendo afectada uno de las
principales derechos del hombre "el derecho de vivir en paz" en condiciones adecuadas para su desarrollo. Pero quizá la problemática
específica en este tema de Seguridad Ciudadana esta en lo urbano más que en lo rural, vinculado principalmente con el aumento de la
delincuencia, alarmantes cifras de homicidios, robos, afectando el normal desarrollo del Capital Humano.
Por esta razón nos parece interesante plantear un tema de esta magnitud, realizando así un análisis de la Delincuencia Común, sus
principales actores, su dinámica, y sus consecuencias.
Con el presente trabajo pretendemos contribuir al mejor conocimiento de la situación delincuencial en el Perú, a pesar de las
limitaciones y posibles errores de este proyecto de investigación.
SEGURIDAD CIUDADANA EN EL PERU
La criminalidad y violencia en el mundo constituyen en la actualidad un problema político social de primer orden, que exige la
necesidad de implementar medidas Concretas para disminuir la violencia urbana en las principales ciudades del país, en particular
contra la delincuencia común, cuyos efectos los padece transversalmente toda la población.
Esta violencia obedece a muchos factores causales de índole socioeconómico y cultural, donde la familia, la escuela, la comunidad y
los medios de comunicación constituyen espacios de socialización muy importantes; sin embargo, éstos históricamente no han
articulado una clara orientación de sus objetivos, contribuyendo a una débil formación ciudadana.
La criminalidad y la delincuencia urbana es una de las manifestaciones más notorias de la violencia contemporánea. Las ciudades
enfrentan altas tasas de delincuencia que amenazan los sentimientos de seguridad de la población. Vernos libres de la delincuencia,
gozar de un ambiente de tranquilidad, estar protegido contra la violencia en el hogar y en la calle, lograr que las ciudades sean más
seguras son ingredientes indispensables para un desarrollo sostenido.
Históricamente las ciudades siempre han sufrido en mayor o menor dimensión los avatares de la violencia, pero hoy en día, por la
incidencia de muchos factores estructurales como la desocupación, falta de empleo, las migraciones, la pérdida de valores, etcétera,
han elevando sus índices tornándose más agresivas y temerarias.
Actualmente la participación en las estructuras sociales como lo es la previsión contar la delincuencia es de vital importancia, ya que
se trata de una necesidad histórica pues refleja que el hombre es actor y artesano de su vida social, pero sobre todo refleja el ejercicio
de un derecho fundamental, sin el cual no podrá hablarse de democracia.
Dicha participaciones ha traducido en la aparición de nuevos enfoques de seguridad que se distinguen de los sistemas tradicionales de
prevención y represión, pues en los primeros se encuentra una participación activa de la sociedad y en los segundos se trata de las
soluciones clásicas establecidas únicamente por las autoridades.
Por lo que es importante fomentar esta participación ciudadana como parte de una política criminal, a fin de disminuir los índices de
delincuencia y eliminar el sentimiento de inseguridad pero principalmente para regular los alcances de la participación ciudadana,
evitando la justicia por propia mano, a fin de reguardar los derechos fundamentales mediante la preservación de un estado de
derecho, beneficiando a todos y cada uno de los individuos ya que la seguridad es pilar fundamental para la sobrevivencia y progreso
de toda sociedad civilizada y la razón de la existencia del estado.
Hoy, la situación es diametralmente opuesta. Frente a la crisis económica, a las políticas de ajuste implantadas, a los procesos de
modernización estatal y a la apertura económica, se observa el aumento de las violencias urbanas y el deterioro ambiental, con lo cual
no solamente se ha generalizado la inseguridad social y económica, sino que también se ha incrementado la inseguridad ciudadana y
ambiental.
En este contexto, América Latina se ha convertido en uno de los continentes más violentos del mundo, si nos atenemos a las tasas de
homicidios.
La violencia crece en las ciudades a un ritmo superior a la urbanización, convirtiéndose en uno de los factores más importantes de la
calidad de vida de la población urbana. No hay dominio de la vida citadina donde las violencias no hayan penetrado dejando efectos
devastadores.
El mundo urbano es el modo de vida fundamental para la mayoría de los latinoamericanos y, en este contexto, la violencia comienza a
marcar las relaciones entre sus habitantes: inseguridad, desamparo, agresividad, autodefensa, etc., con lo cual la población restringe
su condición de ciudadanía y la ciudad disminuye su cualidad de espacio público por excelencia.
2.2.- América del Sur:
América del sur es la región donde se presenta un índice de criminalidad bastante alto. Este índice se mide por la tasa de homicidios
ya que es una cifra relativamente fácil de registrar. La criminalidad alta, más de 10 homicidios por cada 100.000 habitantes, se da en
ciudades de El Salvador, Brasil, Colombia, Guatemala, México. Otros de criminalidad baja, con 0.5 y 5 homicidios por cada 100.000
habitantes como las ciudades de Costa Rica, Chile, y Uruguay.
2.3.- En el Perú:
En el Perú, como en el resto de América Latina, buena parte del debate público acerca de cómo enfrentar la inseguridad gira en torno
de cómo hacer más eficaz y más severa la pena de los hechos delictivos. Como si la única respuesta posible fuese encerrar a un
número cada vez mayor de jóvenes; como si las cárceles no estuvieran ya abarrotadas y sobre pobladas. No cabe duda de que
cualquier política de seguridad pública debe contemplar el fortalecimiento del sistema penal, para hacer que las instituciones que lo
integran sean más eficientes. Pero restringir las políticas públicas de seguridad al ámbito de lo penal, y, peor aún, pretender resolver
los problemas incrementando las penas para que el mayor número de conductas se castiguen con cárcel (y con el mayor número
posible de años de encierro), es un grave error. Es el error al que conducen las llamadas políticas de "mano dura".
2.4.- Tres son las principales formas de prevención:
La primera, la situacional, tiene por objeto reducir los incentivos para el delito al aumentar las dificultades y los riesgos para el
delincuente. Un candado, una reja, una alarma son los típicos instrumentos a través de los cuales se hace prevención situacional.
También se logran similares propósitos cuando se ilumina una calle peligrosa, se clausura un local donde se expenden bebidas
alcohólicas ilegalmente y se restablece el orden en el escenario urbano
La segunda es la social, y persigue actuar sobre las condiciones que dan pie a los hechos delictivos, los llamados factores de riesgo.
Mientras que la prevención situacional actúa sobre el entorno, la social lo hace sobre las circunstancias que pueden llevar a alguien a
delinquir. Los factores de riesgo más conocidos son el alcohol, las drogas y las armas de fuego. El trabajo con jóvenes o niños de la
calle es otra forma de hacer prevención social. En el Perú, Cedro tiene una experiencia muy rica y alentadora con estos grupos
especialmente vulnerables; sin embargo, la acción del Estado es casi inexistente.
La tercera forma de prevención es la comunitaria, que combina aspectos de las dos primeras, pero que lo hace desde el
involucramiento de la comunidad. Es gracias al papel que esta juega que se identifican las circunstancias del entorno que favorecen el
delito y los factores de riesgo, así como a los grupos vulnerables que es necesario atender prioritariamente.
Para enfrentar estos problemas, tanto en lo social y preventivo cuanto en lo represivo, se requiere no solo liderazgo es decir, ganas de
ejercer la autoridad de que se está investido—, sino también más y no menos Estado. Por donde uno va se encuentra con comisarías
abandonadas, patrulleros malogrados, policías desmotivados y desinformados, jueces desprotegidos y sobrecargados de trabajo,
maestros exclusivamente preocupados por la negociación del próximo pliego de reclamos. Sin funcionarios e instituciones públicas no
puede haber políticas públicas; sin ellos no puede haber Estado, y sin este no hay prevención y persecución posible del delito.
Extremos, es decir, personas que tienen un gasto per cápita superior al costo de la canasta de alimentos, pero inferior al valor de la
canasta básica de consumo.
La comparación de las cifras de la pobreza entre el 2006 y 2007, permite constatar una disminución de la tasa de pobreza en 5,2
puntos porcentuales, al haber pasado de una incidencia de 44,5% al 39,3%.
Durante estos años, la extrema pobreza se redujo en 2,4 puntos porcentuales, al pasar de 16,1% a 13,7%.
2.5.- Situación actual de la delincuencia en el Perú
El Perú tiene un índice de criminalidad de 12,5 homicidios por cada 100.000 habitantes, menos que en Brasil que tiene entre 24 y 24.9
homicidios por cada 100.000, que en México que tiene entre 20 y 20.9 homicidios por cada 100.000 habitantes y que en Colombia que
tiene el índice de criminalidad más alto del mundo, con 77 a 77.9 homicidios por cada 100.000 habitantes.
Tasa de criminalidad por cada 100.000 habitantes
La sensación de inseguridad que experimentamos por el aumento del crimen y la delincuencia y por las dificultades de las auto ridades
para prevenir y reprimir el delito, amenazan la calidad de nuestra vida personal y familiar, así como a nuestras democracias.
CONFLICTO ARMADO INTERNO PERUANO (1980-2000)
El conflicto armado que padecio el Peru se inicia con la decision del Partido Comunista Peruano Sendero Luminosode declarar la
guerra al estado peruano, comensando el año 1980 y extendiendose hasta el año 2000, donde el CVR reporto 69880 personas
muertas o desaparecidas a consecuencia de este conflicto armado interno.
Las etapas del conflicto armado interno:
Ante lo complejo del escenario en que se desarrollo este conflicto la Comision de la Verdad y Reconciliacion ha estudiado los 20 años
y 6 meses del conflicto armado, por ello la CVR dividio al conflicto en 5 etapas definidas que no coinciden con las fechas de inicio y
culminacion de los gobiernos que tuvo el pais entre lo años 1980-2000.
1.El inicio de la violencia armada (mayo de 1980-diciembre de 1982):
Como ya habia dicho el conflicto armado comienza cuando el PCP-SL decide declarar la guerra al estado peruano.En un principio SL
realzo atentados que pasaron un poco desapercibidos, pero sus actos fueron aumentando progresivamente llegando a asesinatos en
algunos departamentos de la sierra del Peru y ataques a las fuerzas policiales. Esto ocurria durante el gobierno de Morales Bermudez
que no conbatio de forma inteligente la subversion.Esta etapa culmina a fines de1982, cuando entren a tallar al conflicto las FF.AA
2.La militarizacion del conflicto (enero de 1983-junio de 1986):
A partir que las FF.AA entran a la lucha directa con SL inciandose asi una nueva etapa en el conflicto, en este el PCP-SL decide
aumentar sus actos violentistas creando su autodenominado Ejercito Guerrillero Popular que realiza atentados a la policia y a patrullas
miltares.finalmente el MRTA( union de dos grupos izquierdistas) inicia sus acciones armadas formalmente en 1984 ya que se hab ia
formado en 1982.durante el nuevo gobierno entrante el de Alan Garcia Perez se intenta derrotar la subversion disminuyendo la
pobreza del pais, ya que creian que la subversion eran grupos impulsados por la miseria y la pobreza en el pais, en sus ds primeros
años de gobierno se reporto uan notable disminucion de actos violentista, pero esta etapa de descenso de violencia termina con al
matanza de los penales del 18y19 de junio de 1983.
3.El despliegue nacional de la violencia (junio de 1986-marzo de 1989):
Luego del proceso de militarizacion y del inicio de los ataques del MRTA. A partir de 1986el conflicto armado se extiende hacia todo el
pais desde sus departamentos iniciales, en donde los grupos subversivos estaran apoyados por narcotraficantes , incrementando sus
acciones ,ante esto el gobierno de Garcia manda al ejercito militar que trate de aislar al PCP-SL del campesinado de los diferentes
departamentos.
4.La crisis extrema:
El año de 1989 se produce un periodo de crisis extrema hasta el año1992, durante esta etapa se incremeta notablemente los niveles
de violencia, forzando su relacion con el campesinado. La FF.AA tuvieron que tomar nuevas estrategias que era separar al narcotrafico
de la subversion y combatir a los narcotraficantes ,tambien proteger zonas de mas riesgo como Junin y Pasco empleando operaciones
contrasubversivas. Esta etapa culmina con la captura de Abimael Guzman Reinoso por el GEIN contituyendo asi una progresiva
derrota a la subversion.
comienzo de hostilidades
En 1980 el gobierno militar peruano convocaba a elecciones por primera vez luego de un periodo de doce años. En este contexto,
Sendero Luminoso era uno de los pocos grupos políticos de izquierda que declinan tomar parte de este proceso electoral, optando en
su lugar por iniciar una guerra de guerrillas maoísta en las alturas de la provincia de Ayacucho. El 17 de mayo de 1980, en la víspera
de los comicios, quemaron ánforas electorales en el pueblo de Chuschi, en Ayacucho. Aquel fue el primer "acto de guerra" de Sendero
Luminoso. No obstante, los perpetradores fueron rápidamente aprehendidos, se llevaron papeletas de votación adicionales para
reemplazar las quemadas, las elecciones procedieron sin mayores incidentes y el acto recibió poca atención en la prensa peruana.3
Sendero Luminoso optó por pelear su guerra en el estilo enseñado por Mao Zedong. Abrirían "zonas de guerrilla" en las cuales sus
guerrillas puedan operar, echar fuera de estas zonas a las fuerzas estatales para crear "zonas liberadas", luego usar estas zonas
como apoyo a las nuevas zonas de guerrilla hasta que el país entero se convirtiera en una gran "zona liberada". Sendero Luminoso
también se adhirió a la directiva de Mao según la cual la guerra de guerrilla debía ser peleada fundamentalmente en el campo y
gradualmente asfixiar a las ciudades. El 3 de diciembre de 1982, Sendero Luminoso formó oficialmente el "Ejército guerrillero Popular",
su brazo armado.
Movimiento Revolucionario Túpac Amaru
En 1982, el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA) empezó su propia guerra de guerrillas contra el Estado peruano. El
grupo se había formado por remanentes del Movimiento de Izquierda Revolucionaria en el Perú y se identificaba con los movimientos
guerrilleros castristas en América Latina. El MRTA usaba técnicas que eran más tradicionales entre las organizaciones de izquierda de
América Latina que aquellas de Sendero Luminoso. Por ejemplo, el MRTA usaba uniformes, reivindicaban la lucha por una verdadera
democracia y se quejaban de abusos contra los derechos humanos por parte del Estado, mientras que Sendero Luminoso no usaba
uniformes, aborrecía la democracia y rechazaba la idea de los derechos humanos. 10
Durante el conflicto interno, el MRTA y Sendero Luminoso entablaron combate entre ellos. El MRTA representó una parte menor en el
conflicto interno global, siendo declarado por la Comisión de la Verdad y de la Reconciliación como responsable del 1,5% de las
muertes acumuladas a lo largo de toda la guerra. En su mayor apogeo, se cree que el MRTA se compuso de solo unos pocos cientos
de miembros.
La administración de A. Fujimori
Bajo la administración de Alberto Fujimori, el Jefe de Estado asumió el liderazgo político de la lucha contra el terrorismo, por primera
vez. El enfrentamiento se libró principalmente mediante ataques con bombas y asesinatos selectivos por parte de Sendero Luminoso,
y una facción el Servicio de Inteligencia del Ejército (SIE, Grupo Colina) le respondió con el mismo método de eliminación selectiva;
fue en este contexto que se produjeron la Masacre de La Cantuta, la Masacre de Barrios Altos y la Masacre de Santa. Las víctimas de
estos hechos eran miembros o activistas de Sendero Luminoso según diversas investigaciones realizadas por investigadores
independientes, como Álvaro Vargas Llosa y Ricardo Uceda, entre otros.
El 5 de abril de 1992, Alberto Fujimori ordenó disolver el Congreso del Perú, con lo cual se inició la crisis constitucional de 1992. El
motivo para realizar estas acciones fue que el Congreso se oponía a la urgente aprobación de legislación antiterrorista. Durante el
gobierno de Fujimori se aprobó una amnistía de hecho (Ley de Arrepentimiento) que perdonó a unos 8,000 terroristas que aceptaron
rendirse y colaborar en la lucha contra la subversión, fortaleció la policía antiterrorista (Dircote), armó a las rondas campesinas,
estableció tribunales civiles y militares especiales para juzgar a presuntos miembros de Sendero Luminoso y del MRTA, a los jefes de
los grupos terroristas se les juzgó en juicios sumarios y con mano dura. Además, Fujimori anunció que Perú no aceptaría más la
jurisdicción de la Corte Interamericana de Derechos Humanos en materia de terrorismo y lucha antidrogas debido a que ese tribunal
falló a favor de un grupo de terroristas chilenos que conformaron un comando de secuestros y asesinatos del MRTA, demostrándose
la tendencia del tribunal de fallar en contra de los estados y a favor de grupos e individuos subversivos, teroristas o de inclinaciones de
izquierda.
Comisión de la verdad y la reconciliación
Alberto Fujimori renunció a la Presidencia en el 2000, pero el Congreso reunido de urgencia lo declaró "moralmente incapaz", eligiendo
al legislador opositor Valentín Paniagua como Presidente. Él volvió al país a la jurisdicción de la Corte Interamericana de Derechos
Humanos y estableció la Comisión de la Verdad y Reconciliación para investigar la guerra antiterrorista. La Comisión descubrió en su
informe final de 2003 que 69280 personas murieron o desaparecieron entre 1980 y 2000 como resultado del conflicto armado. 14 Un
análisis estadístico de la información disponible permitió a la Comisión de la Verdad y la Reconciliación estimar que en veinte años de
conflicto y varios gobiernos, Sendero Luminoso fue responsable de la muerte o desaparición de 31331 personas, 46% del total de
muertes y desapariciones.14 Según el resumen del informe de Human Rights Watch, "Sendero Luminoso... asesinó a más de la mitad
de las víctimas y, aproximadamente, un tercio murió a manos de las fuerzas de seguridad gubernamentales... La Comisión atribuyó
algunos de los otros asesinatos al pequeño grupo terrorista MRTA y a milicias locales. El resto continúa sin ser atribuido." 15 De
acuerdo a su informe final, 75% de las personas que fueron asesinadas o desaparecidas hablaban quechua como su lengua nativa, en
contraste directo con el hecho que el censo de 1993 encontró que solo el 20% de peruanos hablaba quechua u otra lengua indíge na
como su lengua nativa.
La violencia interna 1800 – 20000

La seguridad ciudadana actual

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