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CENTRO DEL DERECHO INTERNACIONAL

HUMANITARIO Y DERECHOS HUMANOS DE LAS


FUERZAS ARMADAS

“XL PROGRAMA BÁSICO PARA TÉCNICOS, SUB OFICIALES Y


OFICIALES DE MAR”

“EL USO DE LA FUERZA Y SU INFLUENCIA EN LAS FUERZAS


ARMADAS DE MÉXICO (2015-2019)”

GRUPO N° 04

TC1 FAP RODRIGUEZ CASIMIRO Edwin


T2 AP HERRERA PAUCAR Valentín
T3 AP GUTARRA MARQUINA Julio
SO1 EP EP PALOMINO GUERRA Erick
OM1 AP LLANOS VASQUEZ Karen
SO2 EP VASQUEZ ASTONITAS Roli

JUNIO 2019

1
INDICE

1. Introducción 3
2. Antecedentes 4
2.1. Constitución Política de los Estados Unidos de México (1917) 6
2.2. Ley de Seguridad Nacional (2005) 6
2.3. Ley de Seguridad Interior (2017) 8
2.3.1 De la intervención de las autoridades Federales 10
2.4. Manual del uso de la fuerza de aplicación común a las tres fuerzas

armadas (2014) 13
2.4.1. Concepto de la expresión uso de la fuerza 14
2.4.2. Concepto de la figura de legítima defensa 14
2.4.3. Requisitos para la legítima defensa 14
2.4.4. Principios aplicables para el uso de la fuerza 15
2.4.5. Niveles del uso de la fuerza 16
3. Análisis 18
3.1. Derechos Humanos en los Estados Unidos Mexicanos 18
3.2. De las garantías individuales 25
3.3. Acuerdos firmados por el Estado Mexicano en el Derecho

Internacional Humanitario

29
3.4. Protocolo Adicional II y los Convenios de Ginebra en México 34
3.5. Participación de la Fuerzas Armadas en la Delincuencia Organizada

39

4. Crítica Grupal 40

5. Conclusiones 42

6. Recomendaciones 43

7. Bibliografía 45

8. Anexos 47-61

1. INTRODUCCIÓN.

En esta monografía realizaremos un trabajo para lograr identificar la


aplicación del uso de la fuerza por parte de las fuerzas armadas
mexicanas para reducir, minimizar la lucha contra la delincuencia
organizada, donde la elevación del consumo de drogas se repite en

2
México y que ha permitido el fortalecimiento del narcomenudeo y el
control de ciertos territorios por parte del crimen organizado; la expansión
de la extorsión; la cooptación de ciertas instituciones gubernamentales
por el crimen organizado; el incremento del tráfico ilícito de drogas y la
guerra desatada entre los cárteles del narcotráfico por el control de los
territorios, vías para el comercio y la distribución de las drogas. Hay
preguntas que nos gustaría resolver como son: las instituciones policiales
mexicanas y fuerzas armadas mexicanas ¿se encuentran diseñados
para enfrentar la lucha contra estas Organizaciones Criminales? ¿Qué
excesos pueden cometer las fuerzas del orden? con respecto a la
violación de los Derechos Humanos en la sociedad y ¿cuál es modelo de
estrategia que se debe de emplear? para no cometer delitos de lesa
humanidad, para ello realizaremos un recuento como modo de
presentación del trabajo académico que elaboramos basándonos en el
respeto a los Derechos Humanos y a la dignidad como seres
privilegiados por nuestra condición Humana y que nadie por más errores
que se cometa puede arrebatar la vida de otro.

En noviembre de 2014 el presidente Enrique Peña Nieto inició un


despliegue de las Fuerzas Armadas para combatir a los grupos
delincuenciales o cárteles que se dedican al tráfico de narcóticos, entre
otros muchos delitos. Además de iniciar una reestructuración profunda de
la Policía Federal Preventiva para dar paso a la nueva Policía Federal.

Después de fortalecer su estructura orgánica, la Armada de México inició


operaciones más allá de su zona de influencia natural y participa
activamente con su infantería de marina en el relevo de elementos del
Ejército y de la Fuerza Aérea.

La lucha entre los cárteles por ganar las rutas de tráfico a los Estados
Unidos y la lucha entre ellos y las de las Fuerzas Armadas de México por
detenerlos ha generado una violencia inusitada en el país.

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2. ANTECEDENTES.

Desde hace décadas, el crimen organizado en México ha estado


encabezado principalmente por el narcotráfico, a partir de los años 80
comenzó tener mayor presencia en la sociedad mexicana como
respuesta a coyunturas internas e internacionales, lo cual derivaría en
una reacción del gobierno mexicano para combatir su expansión.

El narcotráfico comenzó a desarrollar una compleja organización y redes


de articulación a lo largo de todo el país, con dos características básicas
en su modo de acción: La primera referida a la amenaza o el uso de la
fuerza para sus actividades y la segunda es el uso de la corrupción como
instrumento principal para disminuir las capacidades del Estado y
aumentar la impunidad de sus acciones principalmente policías federales
para asegurar el tráfico de las drogas por el país, la corrupción comenzó
a implantarse en los cuerpos policiacos en general y a las instituciones
encargadas de la impartición de justicia, lo que las corrompió y les
aseguró a los grupos delictivos impunidad en sus actos.

El problema del narcotráfico en México se fue agravando con el tiempo y


haciéndose cada vez más evidente, sus delitos más frecuentes son
tráfico de armas, tráfico ilícito de drogas, falsificación, blanqueo de
capitales, secuestros, asesinatos, extorsiones, y trata de personas entre
otros, de tal manera que durante el gobierno del expresidente Ernesto
Zedillo (1994-2000) se vio la necesidad de comenzar a combatir al
narcotráfico directamente. También menciona Nava, (enero-junio 2012)
que.

El problema del narcotráfico se había agudizado, así que Vicente Fox


decidió cambiar de estrategia para hacer un combate al narcotráfico de
forma más frontal. Así que, el 22 de enero de 2005 el presidente Fox
declaró el inicio de la guerra contra el narcotráfico para detener la oleada
de violencia que se estaba suscitando por el narcotráfico.

4
Lo destacable de lo anterior fue que por primera vez los esfuerzos del
gobierno mexicano en contra de la corrupción fueron reconocidos incluso
por organizaciones internacionales como Transparencia Internacional, el
resultado del inicio de la guerra fue el recrudecimiento de la violencia
relacionada con el narcotráfico en el país. La guerra contra el
narcotráfico derivó en que las organizaciones de narcotraficantes
comenzaran a modificar notablemente su forma de actuar, de tal manera
que empezaron a ser más recurrentes sus ataques en contra de las
instituciones policiacas, de los periodistas, de funcionarios públicos.

Durante el gobierno del presidente Peña Nieto y miembros de las fuerzas


de seguridad, han estado implicados en graves y reiteradas violaciones
delos Derechos Humanos como ejecuciones extrajudiciales,
desapariciones forzadas, tortura etc. El gobierno protege abusos
cometidos por soldados y policías. Hasta agosto de 2017, se había
reportado más de 32 mil desaparecidos, siendo normal que el Ministerio
Publico y Policías no tomen medidas para identificar a los responsables.

La Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) manifestó que


militares han realizado, violaciones generalizadas de derechos humanos,
desde 2006, y hasta julio de 2016, la CNDH había recibido casi 10.000
denuncias de abusos cometidos por miembros del Ejército, incluidas más
de 2.000 durante el gobierno actual.

Determinó que hubo más de 100 casos de violaciones serias de


derechos humanos cometidas por militares. El sistema de justicia penal
no proporciona justicia a las víctimas de delitos violentos y violaciones de
derechos humanos. Esto se debe a motivos de corrupción, falta de
capacitación, recursos insuficientes, y la complicidad de agentes del
Ministerio Público y defensores de oficio con delincuentes y funcionarios
abusivos.

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MARCO NORMATIVO

2.1. CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LOS ESTADOS UNIDOS


MEXICANOS (1917)
La interpretación lógica del Artículo 129 de la constitución,
autoriza considerar que las fuerzas armadas pueden actuar en
auxilio de las autoridades civiles, cuando soliciten el apoyo de la
fuerza con la que disponen, por esta razón el instituto armado
esta constitucionalmente facultado para actuar en materias de la
seguridad pública, además la fracción IV del Art.89 de la
constitución faculta al presidente disponer de las fuerzas armadas
para la seguridad interior, por estas razones en situaciones
extremas el Art 29 de la constitución autoriza para que intervenga
el ejército, marina y fuerza aérea, ya que la realidad puede
generar un sinnúmero de situaciones que no justifiquen el estado
de emergencia, pero durante el peligro que se agudicen sea
necesario el empleo de la fuerza con la que el estado mexicano
cuenta, sujetándose a las disposiciones constitucionales y legales
aplicables.

2.2. LEY DE SEGURIDAD NACIONAL (2005)


Las disposiciones de la presente Ley son de orden público y de
observancia general en todo el territorio nacional. La misma tiene
por objeto establecer las bases de integración y acción
coordinada de las instituciones y autoridades encargadas de
preservar la Seguridad Nacional, en sus respectivos ámbitos de
competencia; así como, la forma y los términos en que las
autoridades de las entidades federativas y los municipios
colaborarán con la Federación en dicha tarea; regular los
instrumentos legítimos para fortalecer los controles aplicables a la
materia.

6
Artículo 3.- Para efectos de esta Ley, por Seguridad Nacional se
entienden las acciones destinadas de manera inmediata y directa
a mantener la integridad, estabilidad y permanencia del Estado
Mexicano, que conlleven a:
I. La protección de la nación mexicana frente a las amenazas y
riesgos que enfrente nuestro país;
II. La preservación de la soberanía e independencia nacionales y
la defensa del territorio;
III. El mantenimiento del orden constitucional y el fortalecimiento
de las instituciones democráticas de gobierno;
IV. El mantenimiento de la unidad de las partes integrantes de la
Federación señaladas en el artículo 43 de la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos;
V. La defensa legítima del Estado Mexicano respecto de otros
Estados o sujetos de derecho internacional, y
VI. La preservación de la democracia, fundada en el desarrollo
económico social y político del país y sus habitantes.

Artículo 4.- La Seguridad Nacional se rige por los principios de


legalidad, responsabilidad, respeto a los derechos fundamentales de
protección a la persona humana y garantías individuales y sociales,
confidencialidad, lealtad, transparencia, eficiencia, coordinación y
cooperación.

Artículo 5.- Para los efectos de la presente Ley, son amenazas a la


Seguridad Nacional:
I. Actos tendentes a consumar espionaje, sabotaje, terrorismo,
rebelión, traición a la patria, genocidio, en contra de los
Estados Unidos Mexicanos dentro del territorio nacional;
II. Actos que impidan a las autoridades actuar contra la
delincuencia organizada;
III. Actos tendentes a obstaculizar o bloquear operaciones militares
o navales contra la delincuencia organizada;

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IV. Todo acto tendente a consumar el tráfico ilegal de materiales
nucleares, de armas químicas, biológicas y convencionales de
destrucción masiva;
V. Actos ilícitos en contra de la navegación marítima;
VI. Todo acto de financiamiento de acciones y organizaciones
terroristas;
VII. Actos tendentes a obstaculizar o bloquear actividades de
inteligencia o contrainteligencia,

2.3 LEY DE SEGURIDAD INTERIOR (2017)

La presente Ley es de orden público, de interés general y de


observancia obligatoria en todo el territorio nacional. Sus
disposiciones son materia de seguridad nacional en términos de lo
dispuesto por la fracción XXIX-M del artículo 73 y la fracción VI del
artículo 89 de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos en materia de seguridad interior. Tiene por objeto regular
la función del Estado para preservar la Seguridad Interior, así como
establecer las bases, procedimientos y modalidades de coordinación
entre la Federación, las entidades federativas y los municipios, en la
materia.

Artículo 3. En el ejercicio de las atribuciones de Seguridad Interior


se observarán los principios previstos en el artículo 4 de la Ley de
Seguridad Nacional y los de racionalidad, oportunidad,
proporcionalidad, temporalidad, subsidiariedad y gradualidad, así
como las obligaciones relativas al uso legítimo de la fuerza.

Artículo 4. Para los efectos de esta Ley, se entenderá por:

I. Acciones de Seguridad Interior: Aquellas que realizan las


autoridades federales, incluyendo las Fuerzas Armadas, por sí
o en coordinación con los demás órdenes de gobierno,

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orientadas a identificar, prevenir, atender, reducir y contener
riesgos y amenazas a la seguridad interior;
II. Amenazas a la Seguridad Interior: Las que afecten los
principios establecidos en el artículo 3 y las contenidas en el
artículo 5 de la Ley de Seguridad Nacional que tienen su origen
en territorio nacional; las emergencias o desastres naturales en
un área o región geográfica del país; las epidemias y demás
contingencias que afecten la salubridad general; o las que
afecten los deberes de colaboración de las entidades
federativas y municipios en materia de seguridad nacional;
III. Riesgo a la Seguridad Interior: Situación que potencialmente
puede convertirse en una Amenaza a la Seguridad Interior;
IV. Declaratoria de Protección a la Seguridad Interior: El mandato
ejecutivo que habilita la intervención de la Federación, incluidas
las Fuerzas Armadas, para que por sí o en coordinación con
otras autoridades, realicen acciones de Seguridad Interior para
contener y reducir Amenazas a la Seguridad Interior;
V. Fuerzas Armadas: El Ejército, Armada y Fuerza Área;
VI. Fuerzas Federales: Las instituciones policiales federales;
VII. Inteligencia para la Seguridad Interior: El conjunto de
conocimientos obtenidos a partir de la recolección,
procesamiento, diseminación y explotación de información para
la toma de decisiones en materia de seguridad interior;
VIII. Seguridad Interior: Lo previsto en el artículo 2 de la presente
Ley;
IX. Seguridad Nacional: Lo previsto en la Ley de Seguridad
Nacional, y
X. Uso legítimo de la fuerza: La utilización racional y proporcional
de técnicas, tácticas, métodos, armamento y protocolos que
realiza el personal de las Fuerzas Federales y, en su caso, las
Fuerzas Armadas, para controlar, repeler o neutralizar actos de
resistencia, según sus características y modos de ejecución.

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Artículo 5. La aplicación de esta Ley corresponde al Ejecutivo
Federal, a través de la Secretaría de Gobernación, con la
participación de las dependencias y entidades de la Administración
Pública Federal, Fuerzas Federales y, en su caso, Fuerzas Armadas,
en coordinación con los otros órdenes de gobierno, en el ámbito de
sus atribuciones y competencia.

Artículo 6. Las autoridades federales incluyendo a las Fuerzas


Armadas, en el ámbito de sus respectivas competencias,
implementarán sin necesidad de Declaratoria de Protección a la
Seguridad Interior, políticas, programas y acciones para identificar,
prevenir y atender oportunamente, según su naturaleza, los riesgos
contemplados en la Agenda Nacional de Riesgos a la que se refiere
el artículo 7 de la Ley de Seguridad Nacional.

Asimismo, el Consejo de Seguridad Nacional emitirá lineamientos


para la participación de las entidades federativas en las Acciones de
Seguridad Interior, para la atención eficaz de la Agenda Nacional de
Riesgos y, en su caso, para el restablecimiento de la colaboración de
las entidades federativas y municipios en las tareas de preservación
de la Seguridad Nacional.

2.3.1. DE LA INTERVENCIÓN DE LAS AUTORIDADES


FEDERALES
En ningún caso, las Acciones de Seguridad Interior que lleven
a cabo las Fuerzas Armadas se considerarán o tendrán la
condición de seguridad pública.
Artículo 20. Las Fuerzas Armadas sin perjuicio de las
misiones que tienen asignadas en la Constitución Política de
los Estados Unidos Mexicanos y en sus Leyes Orgánicas,
sólo intervendrán mediante la emisión de una Declaratoria de
Protección a la Seguridad Interior, cuando las capacidades de
las Fuerzas Federales resulten insuficientes para reducir o

10
contener la amenaza de que se trate, conforme al
procedimiento siguiente:
I. El Presidente de la República, a propuesta de los
Secretarios de la Defensa Nacional y Marina, designará
a un Comandante de las Fuerzas Armadas
participantes, quien dirigirá los grupos
interinstitucionales que se integren en términos del
artículo 21;
II. El Comandante designado en términos de la fracción
anterior elaborará el protocolo de actuación para
establecer responsabilidades, canales de comunicación
y coordinación de las autoridades militares y civiles
participantes;
III. El protocolo contemplará la integración de grupos
interinstitucionales, a fin de que cada uno lleve a cabo
la misión que se les asigne con base en las
atribuciones y responsabilidades que les correspondan,
coordinadas por el Comandante, y
IV. Las Fuerzas Armadas actuarán realizando las Acciones
de Seguridad Interior previstas en la Declaratoria
respectiva.

Artículo 21. La institución o autoridad coordinadora


constituirá un grupo interinstitucional con representantes de
cada una de las autoridades u organismos participantes, a
efecto de coordinar la realización de las Acciones de
Seguridad Interior, así como para el seguimiento a las
acciones de participación a cargo de las autoridades de las
entidades federativas respectivas, de conformidad con lo
dispuesto en el artículo 19 de esta Ley, y de las
disposiciones reglamentarias de las Fuerzas Armadas.

11
Artículo 22. Las autoridades respectivas atenderán la
amenaza que motivó la Declaratoria, cooperando en el ámbito
de sus atribuciones y bajo la coordinación de la autoridad
designada. Cuando la amenaza no requiera la intervención de
las Fuerzas Armadas, el Presidente designará a la autoridad
civil que corresponda a propuesta del Secretario de
Gobernación.

Artículo 27. Cuando las Fuerzas Armadas realicen Acciones


de Seguridad Interior y se percaten de la comisión de un
delito, lo harán del inmediato conocimiento del Ministerio
Público o de la policía por el medio más expedito para que
intervengan en el ámbito de sus atribuciones, limitándose las
Fuerzas Armadas a preservar el lugar de los hechos hasta el
arribo de dichas autoridades y, en su caso, a adoptar las
medidas a su alcance para que se brinde atención médica de
urgencia a los heridos si los hubiere, así como poner a
disposición de la autoridad correspondiente a los detenidos,
por conducto o en coordinación con la policía.

Artículo 28. Las Fuerzas Armadas realizarán las Acciones de


Seguridad Interior con su organización, medios y
adiestramiento, sin descuidar el fortalecimiento de sus
capacidades.

Artículo 30. Las Fuerzas Federales y las Fuerzas Armadas


desarrollarán actividades de inteligencia en materia de
Seguridad Interior en los ámbitos de sus respectivas
competencias. Al realizar tareas de inteligencia, las
autoridades facultadas por esta Ley podrán hacer uso de
cualquier método lícito de recolección de información. Toda
obtención de información de inteligencia se realizará con

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pleno respeto a los derechos humanos reconocidos por la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

2.4 MANUAL DEL USO DE LA FUERZA DE APLICACIÓN COMÚN


ALAS TRES FUERZAS ARMADAS (2014)

Con fundamento en el artículo 19 de la Ley Orgánica de la


Administración Pública Federal y en cumplimiento a lo establecido
en el artículo decimotercero de la Directiva que regula el uso
legítimo de la fuerza por parte del personal del Ejército y Fuerza
Aérea Mexicanos, en cumplimiento del ejercicio de sus funciones en
apoyo a las autoridades civiles y en aplicación de la Ley Federal de
Armas de Fuego y Explosivos, y el artículo segundo ter del acuerdo
secretarial 27 por el que se reforma y adiciona la directiva 003/09 del
30 de septiembre de 2009, mediante la cual se regula el uso legítimo
de la fuerza por parte del personal naval, en cumplimiento del
ejercicio de sus funciones, en coadyuvancia al mantenimiento del
estado de derecho; se emite el presente manual.

El presente manual, tiene como propósito, dar cumplimiento a lo


dispuesto en las directivas sobre uso de la fuerza, a la vez que se
constituye en una guía para la actuación del personal integrante de
las fuerzas armadas en el ejercicio de sus funciones, observando
siempre un irrestricto respeto a los Derechos Humanos.

Debe recordarse en todo momento, que el uso de la fuerza por parte


de quien la ejerce o la ordena, es una decisión que debe tomarse de
manera razonada, por lo que es importante que además de la
experiencia, se tenga presente el contenido de esta guía de
actuación.

Los conceptos vertidos, son de observancia para todo el personal de


las fuerzas armadas, que desarrollan operaciones y están sometidos

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en todo tiempo, lugar y circunstancia al imperio de la ley, debiendo
promover, respetar, proteger y garantizar los derechos humanos.

Lo anterior, derivará en la legitimidad del uso de la fuerza bajo los


principios de oportunidad, proporcionalidad, racionalidad y legalidad,
observando en todo momento una conducta de respeto en su
interacción con la población en general y demás servidores públicos.
También se pretende explicar las consecuencias del exceso o uso
indebido de la fuerza, coadyuvando en la toma de decisiones de los
mandos de todos niveles.
2.4.1. Concepto de la expresión Uso de la Fuerza.
Es la utilización de técnicas, tácticas, métodos y armamento,
que realiza el personal de las fuerzas armadas, para
controlar, repeler o neutralizar actos de resistencia no
agresiva, agresiva o agresiva grave.
2.4.2. Concepto de la figura de la legítima defensa.
2.1 En términos de lo previsto en el artículo 15 fracción IV, del
Código Penal Federal1, se entenderá por legítima defensa
repeler una agresión real, actual o inminente, y sin derecho,
en protección de la vida, bienes jurídicos propios o ajenos,
siempre que exista necesidad de la defensa y racionalidad de
los medios empleados y no medie provocación dolosa
suficiente e inmediata por parte del personal militar o de la
persona a quien se defiende.
2.4.3. Requisitos para que se constituya la legítima defensa.
a. Agresión: es el movimiento corporal del atacante que
amenaza lesionar o lesiona intereses jurídicamente
protegidos y que hace necesaria la objetividad de la
violencia por parte de quien la rechaza.
La agresión, es el elemento básico de la excluyente de
responsabilidad, sin ésta no se justifica el uso de la
fuerza.

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b. Real: que la agresión no sea hipotética ni imaginaria,
debe realizarse ante casos presentes para poder hacer
uso de la fuerza.
c. Actual o inminente: actual, lo que está ocurriendo;
inminente, lo cercano o inmediato, se presentan
cuando ha dado inicio la actitud del agresor de causar
un daño al personal militar o a terceros.
d. Necesidad racional de defensa: es el actuar del
personal de las fuerzas armadas, después de haber
realizado el análisis correspondiente sobre la actitud y
características del agresor, así como las capacidades
propias, para determinar la proporcionalidad del uso de
la fuerza.
e. No medie provocación suficiente por parte del
defensor: es decir, que el personal al hacer uso de la
fuerza, no deberá incitar la reacción violenta del
agresor.

De llegar a reunirse los requisitos de la legítima defensa, se


estaría ante una causa de probable exclusión del delito y en
consecuencia no se podría determinar una responsabilidad
penal por daños, lesiones o muerte que se causen; sin
embargo, es de hacerse notar que esta causa de exclusión
del delito, debe encontrarse plenamente acreditada, a través
de medios de prueba, que pueda valorar objetivamente la
autoridad.

2.4.4. Principios aplicables al Uso de la Fuerza.

La utilización de los niveles de fuerza por los integrantes de


las fuerzas armadas, sólo es procedente cuando sea
estrictamente inevitable o indispensable para el cumplimiento
de la misión que tenga asignada, en apoyo a las autoridades

15
civiles. El uso de la fuerza se realizará con estricto apego a
los derechos humanos, independientemente del tipo de
agresión, atendiendo a los principios de oportunidad,
proporcionalidad, racionalidad y legalidad.

2.4.5. Niveles del Uso de la Fuerza.


Es la gradualidad del uso de la fuerza que previa evaluación
de la situación, debe adoptar el personal de las fuerzas
armadas de manera proporcional a la conducta de la persona
y/o la resistencia que opone, mediante:
a. Disuasión: consiste en la simple presencia física.
Se materializa con la presencia visible de personal de
las fuerzas armadas, a petición fundada y motivada de
la autoridad civil, donde se ha detectado una situación
que afecta la seguridad de la población, que puede
derivar en acciones ilícitas generadoras de daños
mayores. Puede estar acompañada por un despliegue
de vehículos terrestres, embarcaciones o aeronaves,
asimismo, la presencia debe realizarse conforme a un
despliegue táctico que responda a la evaluación y
control de la situación.
b. Persuasión: las acciones que de manera inofensiva
desarrolla el integrante de las fuerzas armadas,
mediante contacto visual e instrucciones verbales, para
conminar al transgresor de la ley a que desista de su
conducta.
c. Fuerza no letal: se emplea para controlar a una
persona o personas en los casos de resistencia no
agresiva y agresiva. El uso de instrumentos no letales
tendrá como propósito causar el menor daño posible
durante el control físico sin convertirlos en letales, ante
un uso de fuerza excesiva, irracional y desproporcional
a la resistencia del transgresor o agresor.

16
d. Fuerza letal: consiste en la utilización de medios
letales (armas de fuego, contundentes e improvisadas)
para proteger la vida propia, de terceros o se vaya a
cometer un delito particularmente grave; lo cual puede
acontecer, cuando los agresores o transgresores
amenacen al personal de las fuerzas armadas o a
terceras personas, con arma de fuego, explosivos,
vehículo, embarcación o aeronave en que se
transporta u otro objeto que ponga en peligro la vida.

Las circunstancias en que es procedente el Uso de la


Fuerza y el tipo de armas y mecanismos:
1. Circunstancias.
Los integrantes de las fuerzas armadas podrán
hacer uso de la fuerza, para:
a. Cumplir un deber actuando en apoyo de las
autoridades civiles.
b. Contrarrestar la resistencia no agresiva, agresiva
o agresiva grave.
c. Impedir la comisión inminente o real de delitos.
d. Proteger de una agresión, bienes jurídicos
tutelados.
e. Su legítima defensa.
f. Controlar a una persona que se resista a la
detención en los casos de flagrancia 2. Tipo de
armas.
2. Tipo de armas
a. Contundentes.
Objeto de consistencia dura de bordes obtusos
no cortantes o cosa manipulada que al
impactarse en el cuerpo humano, actúa como
agente contundente; como pueden ser los
toletes y bastones policiales.
Si el sujeto opone resistencia y agrede al
personal, este podrá utilizar el tipo de armas a

17
que se hace referencia, aplicando el principio de
proporcionalidad, ya que las armas
contundentes pueden ser potencialmente
letales.
b. Improvisadas.
Cualquier objeto, herramienta o accesorio que es
usado como arma de manera proporcional y
racional.
c. De fuego.
Armamento orgánico del personal y el previsto
en La Ley Federal de Armas de Fuego y
Explosivos.

3. Mecanismos.
Para efectos de este manual, se entenderán por
mecanismos, todos aquellos dispositivos que sin
ser considerados como armas contundentes,
improvisadas o de fuego, se empleen para
controlar, detener o restringir los movimientos tanto
de individuos como de vehículos, y que su empleo
no representen un riesgo potencialmente letal;
dichos dispositivos pueden ser: esposas, trampas
israelitas, trampas de detención (stop stick),
estrellas poncha llantas, etc.

3. ANALISIS

3.1. DERECHOS HUMANOS EN LOS ESTADOS UNIDOS DE


MEXICANO.
Según el periodista mexicano José Reyez Zósimo Camacho, los
derechos humanos son el mayor desafío de las Fuerzas Armadas de
los Estados Unidos de México:

18
Once “desafíos” al Estado mexicano observan las Fuerzas Armadas
en el Plan Militar de Defensa Nacional Conjunto. Se trata de
situaciones delicadas, detectadas en los “escenarios para la
seguridad interior y defensa exterior” que podrían constituirse en
“riesgos”1

Los desafíos señalados en el documento “secreto”, del que


Contralínea posee copia, incluyen las violaciones a los derechos
humanos, las fallas estructurales del sistema político mexicano, las
vulnerabilidades económicas y las de carácter “geográfico” o natural.
Pero también aquellos que son responsabilidad de la población: se
deteriora aceleradamente la identidad nacional y se desvanecen los
rasgos culturales que cohesionan a los mexicanos.

Los 11 desafíos que obstaculizan la salvaguarda, seguridad y


permanencia del Estado mexicano son: la situación geopolítica; la
dependencia tecnológica del extranjero para el sector defensa; la
inobservancia de los derechos humanos; el sector educativo
rezagado; la falta de oportunidades para el desarrollo humano; la
deficiente identidad nacional; la falta de inversión en defensa; el
deterioro del tejido social; el crecimiento económico limitado; la
desconfianza mutua entre Estados, y el deficiente sistema de
procuración de justicia.

Tales desafíos, sumados a las amenazas y riesgos a la seguridad


interna y externa de México, confirman el diagnóstico de las Fuerzas
Armadas: el Estado mexicano enfrenta un panorama adverso para
asegurar su permanencia.

En el Plan Militar de Defensa Nacional Conjunto –firmado por los


actuales titulares de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena),
Salvador Cienfuegos Zepeda, y de la Secretaría de Marina (Semar),
Francisco Vidal Soberón Sáenz– se define al “desafío” como “evento
que, sin constituir amenaza o riesgo a la seguridad interior y a la
defensa exterior, afecta negativa y directamente al poder nacional y
hace necesaria la intervención de las Fuerzas Armadas”.

Situación geopolítica compleja

La geopolítica es una de las condiciones que más preocupa a las


Fuerzas Armadas. Incluye esta variable tanto en las amenazas como
en los riesgos y en los desafíos. La vecindad con Estados Unidos y
1
Revista periodística de investigación (Contralínea 615).- 05 noviembre 2018 – Derechos humanos el mayor desafio de las fuerzas
armadas de México.

19
la competencia cada vez más intensa entre potencias podría
provocar que se atentara contra la soberanía mexicana.

El especialista en Fuerzas Armas y seguridad nacional Guillermo


Garduño Valero señala que “definitivamente México es un escenario
de guerra, en términos de intereses, entre las potencias mundiales”.
El doctor en sociología por la Universidad Nacional Autónoma de
México y especialista en América Latina por la Universidad de
Pittsburgh explica que como las potencias no pueden declararse la
guerra directamente entre ellas, se enfrentan en los países
periféricos.

El conferencista en el Colegio de Defensa Nacional (CDN) de la


Sedena y en el Centro de Estudios Superiores Navales (Cesnav)
señala que la primera hipótesis de guerra, es decir, cuál sería el
enemigo a vencer desde un punto de vista militar, sería Estados
Unidos. Es un asunto histórico: “De ellos hemos recibido el mayor
número de agravios”.

Para atender el desafío que implica la situación geopolítica, la


Sedena y la Semar proponen en el Plan Militar de Defensa Nacional
Conjunto “modernizar los sistemas de armamento de las Fuerzas
Armadas Mexicanas”. El objetivo es que con la adquisición de
tecnología de punta se cuente “con una fuerza disuasiva que inhiba
cualquier tipo de intención de otros Estados para utilizar al territorio
nacional como plataforma hacia un tercer país, con la intención de
dañarlo y que como consecuencia afecte la infraestructura
estratégica nacional”.

También señala que es necesario “modernizar y complementar el


sistema de vigilancia y control aéreo”. Los militares mexicanos
encuentran necesario construir “un sistema conjunto con radares de
vigilancia aérea, marítima y terrestre que permita la identificación de
cualquier tipo de antagonismo en el territorio nacional y en las áreas
en las cuales se ejerce jurisdicción y derechos de soberanía
conforme al derecho internacional, contra la infraestructura de
producción estratégica que ponga en peligro la estabilidad y el
desarrollo del país”.

Inobservancia derechos humanos

Las Fuerzas Armadas Mexicanas reconocen que para ellas los


derechos humanos siguen siendo un “desafío”. Asientan en el
documento su intención de respetarlos.

“El Estado mexicano se empeña en la tarea de procurar el bienestar


y la seguridad que los mexicanos merecen, actuando con toda la

20
fuerza del Estado en la persecución del delito”. Y apunta que estas
“acciones no pueden alejarse de los principios constitucionales de
respeto a los derechos humanos y garantías individuales que [son]
los pilares fundamentales en que se sustenta la democracia y el
bienestar social”.

Sin embargo, lejos de avanzar en este rubro señalado en Plan


Militar, durante el sexenio que termina se aprobó una Ley de
Seguridad Interior que propicia la violación de derechos humanos
por parte de los militares.

A decir del antropólogo Abel Barrera, director del Centro de


Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan, el legado de
Enrique Peña Nieto es la Ley de Seguridad Interior, “que le da carta
de naturalización a una militarización que atenta contra los derechos
humanos de la población”.

Señala el caso de Rosendo Radilla, donde a pesar de la sentencia


de la Corte Interamericana, el Estado mexicano no ha dado con el
paradero de Rosendo ni mucho menos ha investigado a los
responsables: elementos del Ejército Mexicano.

Si en verdad las Fuerzas Armadas intentaron cumplir con los


derechos humanos, como señala el documento, fracasaron. El Plan
data del 30 de julio de 2013, pero 11 meses después efectivos del
Ejército Mexicano cometían una de las masacres recientes más
importantes: la de Tlatlaya.

La Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH)


documentó que militares ejecutaron a 15 de los 22 muertos hallados
en el suelo de una bodega en Tlatlaya, Estado de México, el 30 de
junio de 2014.

Luego los militares se verían involucrados –al menos por omisión–


en un hecho que cimbró a México y el mundo: la desaparición de los
43 estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa. La noche
del 26 de septiembre y la madrugada del 27 de septiembre de 2014
policías municipales e integrantes de la delincuencia atacaron a los
estudiantes en Iguala, Guerrero. Además de los 43 desaparecidos,
se cuentan por estos hechos nueve personas fallecidas y 27 heridos.

En Palmarito Tochoapan, Puebla, el Ejército Mexicano ejecutó


extrajudicialmente a un supuesto delincuente y sembró pruebas a
cadáveres de inocentes, también concluyó una investigación de la
CNDH. Los hechos ocurrieron la noche del 3 de mayo de 2017. El
Ejército Mexicano y la policía estatal de Puebla incurrieron en otras

21
violaciones graves, como el atropellamiento deliberado de dos
civiles.

Además, la Armada de México ha tenido que someter a


investigación a 257 marinos (tres capitanes, 24 oficiales y 230 clases
y marinería) por la desaparición forzada de 56 personas en Nuevo
Laredo, Tamaulipas.

En el Plan Militar de Defensa Nacional Conjunto los militares se


proponen “evitar que el personal de las Fuerzas Armadas, durante
sus acciones en el territorio nacional, violen los derechos humanos.
Dicen que para lograr este objetivo se instrumentan ya “acciones de
capacitación, concienciación y el uso de reglas para uso de la fuerza
comunes”. Agregan que para ello cuentan con el apoyo de la CNDH
y de las comisiones estatales de derechos humanos.

El DIH constituye el conjunto de reglas de origen convencional o


consuetudinario que se aplican durante los conflictos armados y
procuran proteger, por razones humanitarias, a las personas que no
participan o que han dejado de participar directamente en las
hostilidades, y restringen los métodos y medios de guerra. Los
conflictos armados pueden ser internacionales (cuando uno o más
Estados recurren al uso de la fuerza armada contra otro Estado), o
no internacionales cuando las hostilidades se libran entre las fuerzas
armadas de un Estado y grupos armados organizados no estatales,
o entre estos grupos, y éstas alcanzan cierto nivel de intensidad y
los grupos participantes cuentan con cierto grado de organización. 2

Cuando los militares dicen que actúan en apego a la protección de


los derechos humanos “es una declaración para consumo mediático;
dista mucho que su conducta esté centrada en el respeto a los
derechos humanos”, dice el defensor Abel Barrera. Los militares
mexicanos están entrenados, explica el director de Tlachinollan,
“para ver a las personas como enemigos, a los ciudadanos como
adversarios; siempre como un peligro, nunca como aliados; siempre
como de quienes hay que desconfiar”.

Los militares cierran el sexenio en materia de derechos humanos


“con un portazo a las víctimas de la violencia, un portazo al reclamo
de verdad y justicia”, señala Abel Barrera, premiado por Amnistía

2
Interacción entre el derecho internacional de los derechos humanos y el derecho internacional humanitario – Cuadernillo de
jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos N°17.- CASO MASACRES DE EL MOZOTE Y LUGARES ALEDAÑOS
VS. EL SALVADOR. FONDO, REPARACIONES Y COSTAS. SENTENCIA DE 25 DE OCTUBRE DE 2012.- Entre el 11 y el 13 de
diciembre de 1981, la Fuerza Armada de El Salvador con el apoyo de la Fuerza Aérea, realizó una serie de ejecuciones masivas de
civiles en El Mozote y otras comunidades cercanas. Tras doce años de conflicto armado, se firmó el Acuerdo de Paz que puso fin a
las hostilidades entre el Gobierno de El Salvador y el FMLN. Posteriormente, la Asamblea Legislativa dictó la “Ley de
Reconciliación Nacional” y días después dictó la “Ley de Amnistía General para la Consolidación de la Paz”

22
Internacional y el Centro JFK, entre otras organizaciones
internacionales.

Sector educativo rezagado

Las deficiencias educativas de la población son consideradas


también por las Fuerzas Armas como un desafío que atenta contra la
nación. No sólo porque limita el desarrollo nacional sino porque no
se difunden valores “nacionales” que de cohesión y fortalezcan el
sentido de pertenencia entre los mexicanos.

Por ello, los militares señalan que están dispuestos a “coadyuvar


con el Sistema Educativo Nacional mediante la participación de las
Fuerzas Armadas en actividades de labor social, llevando educación
y cultura a la población que habita en lugares inaccesibles de la
geografía mexicana y contribuyendo a su vez con la enseñanza
cívica de valores patrios”.

Falta de oportunidades para el desarrollo humano

La falta de movilización social, la pobreza y la imposibilidad de


millones de mexicanos para mejorar su situación económica y social
son consideradas en conjunto un riesgo para la estabilidad del país.

Para el general Francisco Gallardo Rodríguez el caos que enfrenta


México es responsabilidad directa de un Estado que abdicó en la
defensa de la nación; un gobierno que se corrompió y colapsó; un
Congreso complaciente e inoperante, y una clase política empeñada
e entregar el país a los intereses del gran capital internacional.

“El resultado: un sistema de opresión en el que la sociedad está


inerme y temerosa”, subraya el también doctor en administración
pública por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.

Las capacidades de las Fuerzas Armadas también podrían ser


empleadas –a decir del Plan Militar de Defensa Nacional Conjunto–
para atender este riego.

La Sedena y la Semar se proponen “realizar acciones conjuntas de


labor social de las Fuerzas Armadas, capacitando y produciendo
empleos ocupacionales que propicien los espacios para el desarrollo
humano, con prioridad en las comunidades marginadas del país,
para fortalecer las acciones del gobierno que tengan como fin el
desarrollo pleno de la sociedad”.

Deficiente identidad nacional

23
El Plan Militar de Defensa Nacional Conjunto advierte que el
narcotráfico no sólo es un negocio ilegal e ilícito sumamente
violento. Además de los asesinatos, desapariciones y
desplazamientos que provoca, también genera daños de tipo
sicosocial.

“Este fenómeno [el narcotráfico] ha atraído a jóvenes y adultos que


han caído en la falta de compromiso, conduciéndose con apatía y
carencia de valores”. El documento agrega que estas personas,
“influenciadas por culturas extrañas, sectas o de otra índole, resultan
en la deficiencia de la identidad nacional”.

Para enfrentar este desafío, las secretarías militares del país se


proponen “promover la identidad nacional, que sirva de sostén
permanente en las diversas acciones que se realicen para concretar
las aspiraciones y los objetivos nacionales”.

Para ello, las Fuerzas Armadas buscan involucrarse más en el


Sistema Educativo Nacional para impartir educación cívica y
plantean “una reingeniería del Sistema Militar Nacional que logre
forjar en cada ciudadano un mexicano identificado con su patria”.

Además, los militares se proponen “coadyuvar con actividades de


labor social en las acciones realizadas por los tres órdenes de
gobierno, con objeto de fortalecer el sentimiento de la identidad
nacional y el respeto a los símbolos patrios, en donde la
participación de las Fuerzas Armadas sea relevante, con el
desarrollo de operaciones conjuntas y acciones sociales tendientes
a revertir [la deficiente identidad nacional], conservando la
estabilidad social”.

Deficiente sistema de impartición de justicia

El Plan Militar de Defensa Nacional reconoce que la inseguridad


“gobierna áreas geográficas aisladas de México”. Esta situación
conlleva un ambiente de deficiente procuración de justicia”. Además,
señalan las Fuerzas Armadas al “sistema policial” por su “pérdida de
credibilidad.

Todo ello “produce una cultura de no denuncia y de impunidad” y


genera también “espacios propicios para la realización de
actividades ilícitas que afectan negativamente al Estado”.

Para el general Francisco Gallardo Rodríguez el sistema de justicia


que hay en México es cómplice de violaciones a la Constitución y los
derechos humanos. En entrevista con Contralínea, señala que lo
anterior se demuestra con la violación sistemática a los derechos

24
humanos que se vive en el país: los asesinatos impunes se cuentan
por cientos de miles (más de 200 mil en una década, según la
Federación Internacional de los Derechos Humanos); las personas
desaparecidas por decenas de miles (más de 37 mil según los datos
más recientes del Registro Nacional a cargo de la Secretaría de
Gobernación); y los 325 mil desplazados contabilizados por la
Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos
Humanos.
“Una crisis humanitaria de gran envergadura nunca antes vista en la
historia del país”, resume Gallardo Rodríguez.

3.2. DE LAS GARANTIAS INDIVIDUALES


Los derechos fundamentales, individuales o humanos, conocidos
genéricamente como: “Garantías Individuales”, contenidas en el
artículo 1° de la constitución política de los Estados Unidos
Mexicanos, enunciando lo siguiente: “En los Estados Unidos
Mexicanos todo individuo gozará de las garantías que otorga esta
Constitución, las cuales no podrán restringirse ni suspenderse, sino
en los casos y con las condiciones que ella misma establece”.

Las Garantías Individuales comprenden un total de 29 artículos de


distinta índole, todos circunscritos a los derechos que como
mexicanos tenemos dentro del territorio nacional y en las diferentes
embajadas en el extranjero, que también forman parte de la
propiedad nacional, el cúmulo de artículos está encaminado a
salvaguardar la soberanía nacional e individual.

Por su importancia todo ciudadano mexicano está obligado a


conocer estos artículos; a continuación, una breve selección de
algunos de ellos:

Art. 1º: En México toda persona gozará de las garantías que otorga
esta Constitución.

Art. 2º: En el territorio nacional queda prohibida la esclavitud,


teniendo éste una composición pluricultural.

25
Art. 3º: La educación nacional es laica, gratuita y obligatoria hasta la
secundaria.

Art. 4º: Los hombres y las mujeres son iguales ante la ley, tienen
derecho a la protección de la salud, a una vivienda digna y
decorosa. Las familias tienen derecho a informarse sobre el
número de hijos y su esparcimiento, y estos tienen derecho a
la protección de sus padres.

Art. 5º: Todas las personas podrán dedicarse a la profesión,


industria, o comercio que prefiera siempre y cuando sea
lícito.

Art. 6º: Es individuo gozará de libertad de pensamiento sin afectar a


terceros y el derecho a la información.

Art. 7º: Es inviolable la libertad de escribir y publicar escritos sobre


cualquier materia. Depende del Estado el obrar por la
libertad de las personas, y asegurarse de que no se viole.

Art.8 º: Los funcionarios públicos deberán respetar el derecho del


ejercicio de petición por parte de los ciudadanos, siempre y
cuando este sea pacífico y respetuoso.

Art. 9º: No se podrá coartar el derecho de asociarse o reunirse


pacíficamente con cualquier objeto lícito.

Art. 10º: Los habitantes de la República tienen derecho a


poseer armas en su domicilio para su seguridad y legítima
defensa, siempre y cuando no estén prohibidas por la ley, o
sean de uso exclusivo del Ejército.

Art. 11º:Toda persona tiene derecho a entrar en la República, salir de


ella, viajar de territorio o mudar de residencia, sin carta de
seguridad, pasaporte, salvoconducto o requisitos
semejantes.

26
Art. 12º: Quedan anulados los títulos de nobleza.

Art. 13º: Ninguna persona o corporación podrá tener fuero ni


gozar más privilegios que estén fijados por la ley.

Art. 14º: Ninguna ley podrá tener efecto retroactivo en perjuicio


de una persona. Nadie podrá ser privado de la vida, de la
libertad o de sus propiedades, posesiones o derechos, sino
mediante juicio seguido ante los tribunales previamente
establecidos, según el procedimiento de ley.

Art. 15º: Queda prohibida la extradición de reos políticos.

Art. 16º: Nadie podrá ser molestado en su persona, domicilio,


papeles o posesiones a menos que sea con la justificación
de un mandamiento escrito de la autoridad competente que
motive la causa legal de su procedimiento.

Art. 17º: Nadie podrá hacerse justicia por sí mismo, ni


violentarse para reclamar su derecho.

Art. 18º: Habrá prisión preventiva solo por delito que merezca
pena corporal.

Art. 19º: Ninguna detención excederá de 3 días, sin que se


justifique el auto de formal prisión.

Art. 20º: En un juicio criminal el acusado tendrá derechos tales


como ser informado sobre el delito y el acusador, sobre los
testigos que se presentan en su contra, tener total
comunicación con quien sea. Se le suministrarán todos los
datos que solicite para su defensa, y tiene el derecho a tener
defensores.

27
Art. 21º: En caso de que el infractor sea jornalero, obrero o
trabajador, debe de ser sancionado con una multa
equivalente a un día de su salario mínimo.

Art. 22º: Quedan prohibidas las penas de mutilación o de


infamia y de muerte.

Art.23º: Un juicio criminal debe de tener solamente tres instancias.


Ninguna persona puede ser juzgada dos veces por el mismo
delito.

Art. 24º: Todos pueden profesar la creencia religiosa que más


les agrade y pueden practicar las ceremonias, devociones o
actos de culto en los templos. Siempre y cuando no
constituyan un delito y sean vigilados por la autoridad.

Art. 25º: El Estado debe de planear, conducir y coordinar la


actividad económica nacional, y debe de llevar a cabo la
regulación y fomento de actividades.

Art. 26º: El Estado debe de organizar un sistema de planeación


democrática para el desarrollo nacional. Éste debe de tener
solidez, dinamismo, permanencia, y equidad para el
crecimiento de la economía. Todo esto obrando por la
independencia y la democratización política, social y cultural
de la nación.

Art. 27º: El territorio de agua y tierra que comprende la Nación


son propiedad de ésta, la cual tiene el derecho y la
obligación de transmitir su dominio a los particulares para
constituir la propiedad privada. (Para más información sobre
las clausulas y condiciones del territorio nacional y la
propiedad privada, recomendamos consultar la Constitución
Política de Los Estados Unidos Mexicanos en su primer
capítulo).

28
Art. 28º: Quedan prohibidos los monopolios, las prácticas
monopólicas, los estancos y las exenciones de impuestos
dentro de los términos y condiciones que fijan las leyes. La
ley castigará severamente todo acaparamiento.

Art. 29º: Solamente el Presidente de los Estados Unidos

Mexicanos, de acuerdo con los titulares de las Secretarías de


Estado, los Departamentos Administrativos, y la Procuraduría
General de la República, podrán suspender en todo el país o en
algún lugar determinado las garantías que fuesen obstáculo para
hacer frente a cualquier situación adversa.

Como mexicanos estamos obligados a conocer las Garantías


Individuales, exigir el derecho de ejercicio y fomentar su práctica. La
Constitución Mexicana es el instrumento que nos ampara como
ciudadanos para el correcto funcionamiento de las leyes e impedir
que nuestros derechos sean coartados o mancillados.

3.3. ACUERDOS FIRMADOS POR EL ESTADO MEXICANO EN EL


DERECHO INTERNACIONAL HUMANITARIO (DIH).
Conforme a lo publicado por la Suprema Corte Nacional de
Justicia en su portal web, el Estado Mexicano en materia de
Derecho Internacional Humanitario, ha firmado y ratificado los
cuatro convenios de Ginebra en 1953, el protocolo adicional I en el
año 2009, la Convención internacional contra la toma de rehenes
el 29-07-1987, la Convención sobre Deberes y Derechos de los
Estados en Caso de Luchas Civiles el 18-03-1929 y la Convención
sobre la Imprescriptibilidad de los Crímenes de Guerra y de los
Crímenes de Lesa Humanidad el 22-04-2002, no considerando la
publicación del protocolo adicional II al Convenio de Ginebra.

Según (Salmon, 2016) respecto a lo establecido en el artículo 3


común a los cuatro convenios de Ginebra en la que se regula las

29
condiciones que regulan el conflicto armado no internacional
señala: “…el referido artículo 3 común establece
fundamentalmente dos obligaciones. Por una parte, impone la
obligación de tratar con humanidad a las personas que no
participan directamente en las hostilidades o que ya no pueden
participar en estas y, por otro lado, dispone que los heridos y
enfermos deben ser asistidos y recogidos.

Sin embargo, no contiene ninguna referencia explícita a conductas


de las partes contendientes durante el combate, ya que este
precepto ofrece protección únicamente a los que no participan
directamente en las hostilidades, si bien se inspira en principios de
humanidad.”

Al respeto el año 2015 la senadora mexicana Gabriela Cuevas


Barrón, propuso ante el senado mexicano que exhorte al ejecutivo
federal la suscripción del Protocolo adicional II de los convenios de
Ginebra de 1949 relativo a la protección de las víctimas de los
conflictos armados sin carácter internacional, con el fundamento
que: “…considerando los nuevos problemas de seguridad que
enfrenta México y la comunidad internacional, es necesario
impulsar, desde el punto de vista del derecho internacional
humanitario, la protección de todas las personas que sufran
alguna violación en sus derechos como consecuencia de un
conflicto armado, ya sea internacional o no internacional.”

Del párrafo anterior se despende que México en virtud al ejercicio


de su soberanía, no ratifica hasta la fecha el Protocolo, dado que
considera que podría verse expuesto a injerencia de organismos
internacionales como la Organización de las Naciones Unidas,
mediante los cascos azules, quienes podrían intervenir en el
restablecimiento de la paz interna.

30
Por otro lado, analizando lo establecido en el Protocolo adicional
II, este instrumento normativo de carácter vinculante internacional,
establece criterios para determinar cuándo un estado se encuentra
ante un conflicto armado no internacional considerando los
siguientes puntos: a) necesariamente involucrar entre sus actores
a sus Fuerzas Armadas que pueden enfrentarse bien con Fuerzas
Armadas disidentes, bien con grupos armados organizados; b)
este grupo adverso debe tener un mando responsable; c) un
control territorial; d) realizar operaciones militares sostenidas y
concertadas; y e) tener capacidad de aplicar el Protocolo Adicional
II.

Según lo desarrolla (Salmon, 2016) en función a los requisitos que


el protocolo adicional establece para que una situación de conflicto
interno sea considerada como conflicto no internacional debe
cumplir con las siguientes condiciones:
a. Las partes que se enfrentan: Este Protocolo se va a aplicar
en la medida que participen en las hostilidades las Fuerzas
Armadas contra Fuerzas Armadas disidentes o grupos
armados organizados. Este requisito representa una de las
mayores deficiencias del Protocolo Adicional II toda vez
que restringe su ámbito de aplicación, a diferencia del
artículo 3 común, a un tipo limitado de conflictos.17 La
alusión directa a las Fuerzas Armadas del Estado descarta
del ámbito de aplicación material del Protocolo Adicional II,
por un lado, los conflictos en los que solo participen las
fuerzas policiales y, por otro, los enfrentamientos que se
lleven a cabo únicamente entre grupos como los
denominados conflictos desestructurados que serán vistos
en el último capítulo.

b. Mando responsable: En cuanto a la referencia a un mando


responsable, esta apunta a un nivel no poco importante de

31
organización de las tropas y a la existencia de disciplina al
interior de estas. No obstante, no se trata aquí de imponer
a todas las partes enfrentadas los patrones jerárquicos de
organización militar, sino de la existencia de una
organización suficiente que, como señala Junod, permita
concebir y realizar, por una parte, operaciones militares
sostenidas y concertadas y, por otra, imponer una disciplina
en nombre de una autoridad de hecho.

c. Control territorial: El control territorial no es uno


preestablecido, sino que dependerá de las circunstancias
del terreno y del conflicto mismo, debiendo este permitir, en
todo caso, el desarrollo de operaciones militares
sostenidas y concertadas y la aplicación del Protocolo
Adicional II (por ejemplo, el tratamiento exigido a la
población civil que se encuentra en el territorio controlado).
En cualquier caso, se debe tener en cuenta que en muchos
conflictos armados se observa una gran movilidad en el
teatro de operaciones, pudiendo ocurrir que el control
territorial cambie rápidamente de manos, por lo que el
dominio en sí es relativo. Sin embargo, lo que sí resulta
necesario es cierta estabilidad en el control de una porción
del territorio que, aunque sea modesta, permita aplicar
efectivamente el Protocolo Adicional II. No hay que olvidar
que el objetivo último de todas estas disposiciones es que
las partes enfrentadas puedan brindar el máximo de
protección a los que no participan directamente en las
hostilidades.

d. Operaciones militares sostenidas y concertadas. El


carácter sostenido y concertado de las operaciones da a
entender, por un lado, que los actos aislados de violencia
se encuentran fuera del ámbito de aplicación del Protocolo
Adicional II y, por otro lado, que no es suficiente un acto

32
particular o individual, sino que se requiere cierta
organización a fin de acordar las líneas de los ataques. En
efecto, se trata de operaciones militares concebidas y
preparadas por grupos armados organizados. Si bien
resulta difícil señalar cuándo determinados actos son
duraderos o revisten la suficiente intensidad, no es menos
cierto, como bien anota Moir, que los términos “sostenido” y
“concertado” se encuentran sujetos a interpretación, siendo
los Estados libres de determinar si las operaciones
realizadas por los grupos alzados en armas tienen esas
características.

e. Capacidad de aplicar el Protocolo Adicional II. Una vez


cumplidos los requisitos antes descritos, se espera que las
Fuerzas Armadas disidentes y los grupos alzados en armas
se encuentren en condición de aplicar el Protocolo
Adicional II. De esta manera, la aplicación de este cuerpo
normativo responde a la aparición conjunta de los
elementos materiales que este señala. La racionalidad de
estos elementos se centra en que el grupo que se enfrenta
controle, de manera efectiva y no esporádica o
instantánea, una porción definible del territorio que le
permita el despliegue de operaciones militares sostenidas y
concertadas (para lanzar ataques y para detener a los
adversarios) y aplicar las normas humanitarias del
Protocolo Adicional II (como, por ejemplo, las condiciones
de internamiento, entre otras). Implica, por tanto, un
movimiento de rebelión dotado de cierto aparato
burocrático y organización militar.

f. En virtud a lo analizado por (Salmon, 2016) en su libro


Introducción al Derecho Internacional Humanitario,
respecto de la aplicación del protocolo II, puede emprender
que existen requisitos definidos claramente para poder

33
determinar cuándo un Estado se encuentra en una
situación de conflicto armado no internacional y que
respecto al artículo 3 común es más preciso y requiere de
mayores elementos de juicio o requisitos para que una
situación de conflicto sea considerado como conflicto
armado no internacional en el que se pueda y deba aplicar
derecho internacional humanitario, sobre todo la
participación de Fuerzas Armadas.

3.4. PROTOCOLO ADICIONAL II A LOS CONVENIOS DE GINEBRA


APLICACIÓN EN MEXICO.

Según la revista de Estudios en Seguridad Internacional,


analizando la situación actual de México plantea que en relación a
los criterios establecidos en artículo 1 del Protocolo II puede
sostenerse que en suelo mexicano, la presencia permanente y
efectiva de autoridades pertenecientes al sector seguridad pública
y justicia en sus respectivos niveles (federal, estatal y municipal), a
diferencia de las organizaciones criminales que desarrollan
actividades ilícitas, cuestiona la aseveración de que estas últimas
gobiernan de facto una determinada zona geográfica. De ese
modo, al no existir total control territorial por parte de los
narcotraficantes, no se actualiza un presupuesto esencial para que
se configure un conflicto armado interno. En realidad, estos
últimos realizan sus operaciones en diversas áreas del territorio
nacional pues buscan rutas para el tráfico de drogas, más que
plazas de distribución.

En ese sentido, cabe destacar que el caso mexicano no puede


comprenderse en términos estrictamente estatales en tanto
supuestamente.
Según (Isacson y Meyer, 2014) señalan que: “… al igual que en la
frontera entre Estados Unidos y México, la mayor parte de la

34
violencia vinculada al narcotráfico tiene lugar del lado sur de la
frontera, en Guatemala. Es probable que esto sea así porque las
drogas pasan un tiempo en el lado de Guatemala mientras son
preparadas para ser transportadas a través de la frontera, y esto
hace que los criminales tengan un producto por el que pelear,
mientras que pasan poco tiempo en el lado mexicano de la zona
fronteriza, ya que son rápidamente transportadas hacia el norte.

Sin embargo, lo cierto es que posee una dimensión


“supranacional dado que los crímenes cometidos en la frontera
con Estados Unidos obedecen a causas distintas a los registrados
en las cercanías de Guatemala”

Según lo plantea (Pérez, 2013) “… de modo simultáneo se


desarrolla a nivel local pues está relacionado con el control que
tiene el Estado a diferentes escalas municipal, estatal y federal,
con los grupos armados que operan en cada territorio y las
estadísticas de rutas o cultivos de bienes ilícitos”.

Por lo demás es conveniente recordar que los motivos de la


violencia son endógenos, siendo necesario acudir a teorías del
Estado y de la transición del autoritarismo a la democracia para
arrojar luz sobre asuntos como el papel de algunos sectores de
los poderes públicos en relación a los narcotraficantes [dado que
México] tras casi un siglo de gobierno del Partido Revolucionario
Institucional, se encuentra transitando de un régimen autoritario y
de fuerte control social que mantenía subordinado al crimen
organizado, a otro democrático, donde se da un conflicto por
espacios de poder, en el que una de las partes son los cárteles.

Ante ese escenario, el Partido de Acción Nacional, gobernante en


el sexenio analizado, militarizó el combate contra los cárteles, lo

35
cual sumado al conflicto entre los grupos criminales por controlar
el negocio generó un aumento de la violencia.

Ahora bien, respecto a las operaciones militares, el término


“sostenidas” debe ser entendido como contrario a “esporádicas” y
el concepto “concertadas” como sinónimo de “pactadas”,
estableciéndose así el requisito de que éstas sean concebidas y
planeadas por grupos armados organizados, debiéndose
manifestar reiteradamente con el propósito de alcanzar un
carácter continuo. En consecuencia, un conflicto armado no
internacional, conforme a la citada definición, requiere una
intensidad de “violencia armada prolongada”. En este sentido,
cabe destacar que la estrategia de Calderón se basó en el empleo
de la Policía Federal y crecientemente del Ejército en un modelo
de olas u ofensivas temporales orientadas a la pacificación de
zonas violentas con ataques concertados y rápidos mas no
sostenidos por parte de los militares. Mientras que los cárteles
llevan a cabo ataques, pese a su crueldad o número de víctimas
resultante, son actos inconexos e improvisados en su mayoría.
Por tal motivo, tampoco cumplen la condicionante vinculada al
desarrollo de operaciones militares sostenidas y concertadas
considerada en el Protocolo.

Asimismo, el elemento “violencia armada prolongada” resulta de


suma utilidad para no encuadrar un conflicto interno en un
parámetro menor que conduciría a la inaplicabilidad del Protocolo
II según su artículo 1.2, apartándolo de aquello que la
terminología propuesta por el Comité Internacional de la Cruz
Roja denomina Otras Situaciones de Violencia. Las cuales no
alcanzan la intensidad de un conflicto armado interno, tales como
tensiones interiores y disturbios internos.

36
En el primer caso, se alude directamente a situaciones de tensión
grave por motivos políticos, religiosos, raciales, sociales,
económicos o secuelas de un conflicto armado. Cuyas principales
características se exponen a continuación:

a. Redadas masivas

b. Elevado número de detenidos

c. Probables malos tratos

d. Condiciones ilegales de detención

e. Suspensión de garantías judiciales

Según (Bantekas & Nash, 2007) señalan que: “…sin que haya
conflicto no internacional propiamente dicho, hay, dentro de un
Estado, un enfrentamiento que presente cierta gravedad o
duración e implique actos de violencia. Estos actos pueden ser de
formas variables, desde actos espontáneos de rebelión hasta la
lucha entre sí de grupos más o menos organizados, o contra las
autoridades que están en el poder. En tales situaciones, que no
necesariamente degeneren en una lucha abierta en la que se
enfrentan dos partes identificadas (conflicto armado no
internacional), las autoridades gubernamentales recurren a
cuantiosas fuerzas policiales, incluso a las fuerzas armadas, para
restablecer el orden, ocasionando con ello muchas víctimas y
haciendo necesaria la aplicación de un mínimo de reglas
humanitarias:

Este último punto reviste particular interés pues, conforme a lo


expresado en el artículo 3 común, las tensiones interiores se
distinguen de los disturbios internos en esencia por la motivación
en el uso de la fuerza por parte de las autoridades: en el primer

37
caso se emplea como medida preventiva para resguardar el
imperio de la ley sin que se observen disturbios internos. Mientras
que, en el segundo contexto, el Estado utiliza a las Fuerzas
Armadas para mantener el orden, sin que exista un conflicto
armado (internacional o no internacional). Del mismo modo,
conviene resaltar que no importa el motivo u origen de la situación,
o si ésta afecta a una porción o totalidad del territorio nacional. Y si
bien el DIH resulta inaplicable a otros contextos que no alcancen
la intensidad de un conflicto armado, tales como un disturbio
interno, en esa otra situación de violencia se puede “invocar las
disposiciones de los derechos humanos, así como la legislación
interna”
basándose
en el principio
de soberanía.

38
3.5. PARTICIPACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN LA
DELINCUENCIA ORGANIZADA EN MÉXICO.

Según lo señalado por la Suprema Corte de Justicia Nacional de


México en la Sentencia que resuelve la acción de
inconstitucionalidad 1/96 la participación de las Fuerzas Armadas
contra los cárteles no presupone, por sí misma, la existencia de un
conflicto no internacional.

Si bien el artículo 129 de la Constitución mexicana estipula que:


“En tiempo de paz, ninguna autoridad militar puede ejercer más
funciones que las que tengan exacta conexión con la disciplina
militar. Solamente habrá Comandancias Militares fijas y
permanentes en los castillos, fortalezas y almacenes que
dependan inmediatamente del Gobierno de la Unión; o en los
campamentos, cuarteles o depósitos que, fuera de las
poblaciones, estableciere para la estación de las tropas”

39
La Suprema Corte de Justicia de la Nación mexicana argumentó
en su decisión, al hacer una interpretación del artículo 129 de la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, que las
Fuerzas Armadas pueden actuar en auxilio de las autoridades
civiles, cuando estas soliciten el apoyo en forma expresa, fundada
y motivada, y que sus labores de apoyo se encuentren siempre
subordinadas a estas últimas, y de modo fundamental, al orden
jurídico previsto por la Constitución.

En ese sentido, el otrora Secretario de Gobernación Alejandro


Poiré aclaró que: “Ni el Ejército ni la Marina están suplantando a
los cuerpos de policía. En la actualidad los elementos
desplegados, en conjunto con la Policía Federal, están
temporalmente ayudando a las autoridades civiles, no actúan
solos. Será menos necesario el uso de militares para combatir al
crimen organizado, cuando las policías locales mejoren su
profesionalización y logren una mayor certificación.

Por lo tanto, el Ejército se encuentra habilitado para “intervenir en


apoyo de autoridades civiles sin usurpar competencias, limitando
su actuación al orden constitucional y respetando, en todo
momento, las garantías individuales” (Romero y Parás, 2013:
188). Y bajo ninguna circunstancia puede actuar por sí y ante sí en
tareas de seguridad pública, sino que es fundamental que las
realicen a petición de autoridades civiles, y que se encuentren
subordinadas a las mismas.

4. CRITICA GRUPAL.

Al respecto, corresponde señalar que las políticas de seguridad ciudadana


históricamente implementadas en numerosos Estados de las Américas se
han caracterizado, en términos generales, por su desvinculación de los

40
estándares internacionales en materia de derechos humanos y en muchos
casos, en nombre de la prevención y el control del crimen y la violencia, se
ha apelado al uso de la fuerza en forma ilegal y arbitraria. 3

Teniendo en consideración la experiencia político y social de las Fuerzas


Armadas de los Estados Unidos de México, el problema se inicia, al no
poder controlar las amenazas que aquejan al Estado, como es el crimen
organizado en sus diferentes modalidades, cuyo incremento y violencia
había sobrepasado la capacidad de la fuerza policial, y la necesidad de
sacar a las fuerzas armadas para el control del orden interno y garantizar
la integridad de los ciudadanos obligó al Gobierno Federal mexicano a
tomar decisiones muy apresuradas de pretender hacerle frente con la
intervención de las Fuerzas Armadas, los cuales no sabían cómo actuar
ante esta situación, esto debido a no contar con la normatividad, los
planes y las políticas públicas para el combate del narcotráfico.

Si es cierto que el Plan Nacional de Defensa no es muy clara como


muchas normativas vigentes en la actualidad, pero consideramos que se
le debe dar el sentido común en beneficio a la protección a las personas,
tomando en cuenta desde el punto de vista de respeto a los Derechos
humanos y no actuar en contra de ello. En conclusión, el comunicado “La
lucha por la seguridad” que expone la estrategia del gobierno federal
contra el crimen organizado se refiere entonces a la política de seguridad
nacional en protección y respeto de los ciudadanos.

Debemos recordar que las fuerzas armadas y la policía nacional estamos


para servir y proteger a las personas, amparado en la Constitución y las
leyes, pero … El Estado debe ser claro al momento de demarcar las
políticas internas tratándose del uso de la fuerza y buscar estrategias
para implementar los Principios sobre empleo de la fuerza y el Código de
conducta4, asimismo el Estado debe realizar capacitaciones a sus
3
Organización de Estado Americanos.- Comisión Interamericana de Derechos Humanos.- Informe sobre Seguridad
Ciudadana y Derechos Humanos.- documento 057 del 31 diciembre 2009.- parágrafo 32
4
Interacción entre el derecho internacional de los derechos humanos y el derecho internacional humanitario –
Cuadernillo de jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos N°17.- parágrafo 470.- Corte IDH.
Caso Montero Aranguren y otros (Reten de Catia) vs. Venezuela. Excepcion Preliminar, Fondo, Reparaciones y

41
agentes con la finalidad de que conozcan las disposiciones legales que
permiten el uso de las armas de fuego y que tengan el entrenamiento
adecuado para que en el evento en que deban decidir acerca de su uso
posean los elementos de juicio para hacerlo.5

No debemos olvidar también que las armas se utilizan cuando se peligra


la vida o para hacerle frente a otros grupos armados que quieren atentar
contra la vida de los ciudadanos y si el integrante del grupo armado
desistiera de su actuar, debemos mostrar el profesionalismo que nos
caracteriza como Funcionarios Encargados de hacer Cumplir la Ley
FEHCL, en respetar la vida la integridad del agresor.

Al respecto en el Informe Anual de Seguridad Ciudadana y Derechos


Humanos de Diciembre 2009.- parr.- En el caso que sea estrictamente
necesaria la utilización de la fuerza letal, las normas de actuación deben
establecer la obligación de los agentes del Estado de identificarse
previamente como tales, a la vez que de advertir con claridad a las
personas involucradas sobre su intención de emplear la fuerza,
otorgando el tiempo suficiente para que éstas depongan su actitud,
excepto en aquellos casos en que exista un riesgo inminente para la vida
o la integridad personal de terceras personas o de los mismos agentes
estatales. La Comisión reitera que el uso de armas de fuego es una
medida extrema, y que las mismas no deben utilizarse excepto en
aquellas oportunidades en que las fuerzas policiales no puedan reducir o
detener a quienes amenazan la vida o la integridad personal de terceras
personas o de efectivos policiales utilizando medios no letales. La
Comisión ha señalado al respecto que el uso legítimo de la fuerza pública
implica, entre otros factores, que ésta debe ser tanto necesaria como
proporcionada con respecto a la situación, es decir, que debe ser ejercida
con moderación y con proporción al objetivo legítimo que se persiga, así

Costas. Sentencia de 5 de julio de 2006, párr. 75, y Corte IDH. Caso Hermanos Landaeta Mejias y otros vs.
Venezuela. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas
5
Ídem .- parágrafo 470.- Corte IDH. Caso del Caracazo vs. Venezuela. Reparaciones y Costas. Sentencia de 29 de
agosto de 2002, y Corte IDH. Caso Hermanos Landaeta Mejias y otros vs. Venezuela.

42
como tratando de reducir al mínimo las lesiones personales y las
pérdidas de vidas humanas (...).

5. CONCLUSIONES.

Teniendo en consideración la experiencia de las Fuerzas Armadas de los


Estados Unidos de México, se advierte que el marco normativo
internacional del uso de la fuerza está enmarcada en los Principios Básicos
sobre el empleo de la fuerza y armas de fuego, y el Código de conducta
para funcionarios encargados de hacer cumplir la ley, instrumentos
concordantes y vinculantes con las normas nacionales de cada Estado,
cuyo ámbito de acción es el Derecho Internacional de los Derechos
Humanos (DIDH), y el Derecho Internacional Humanitario (DIH), de acuerdo
a la circunstancias en que se presente la amenaza.

El uso de la fuerza es un complemento entre la doctrina y su aplicación


técnica en el campo funcional de un miembro de la fuerza armada, por ello
el Estado, el Comando Institucional y todos sus componentes debemos de
asumirlo con responsabilidad, teniendo en consideración los principios
rectores que le asiste de acuerdo a la circunstancia que se presente

Un Estado democrático que se percate la vulneración de los derechos que


le asiste, invoca el principio de la coercibilidad, y como ejerce este
principio, con el uso de la fuerza pública, esta a su vez es una institución
sometida a los principios fundamentales del ordenamiento constitucional.
En esta dirección, los Estados deben tener presente que, entre las
obligaciones positivas asumidas de proteger y garantizar los derechos
comprometidos en la política de seguridad ciudadana, se encuentran las de
equipar y capacitar a los integrantes de sus fuerzas de seguridad en forma
adecuada para cumplir con las necesidades de un servicio eficaz y
eficiente.

Del contexto del presente trabajo de investigación las Fuerzas Armadas del
Perú cuenta con un Centro de Derecho Internacional Humanitario y
Derechos Humanos, a diferencia de la Policía Nacional del Perú que en la

43
actualidad su organigrama no cuenta con una Dirección, División u otra
análoga de Derechos Humanos, donde se pueda establecer y diseñar
estrategias con el fin de consolidar la defensa jurídica integral de sus
miembros, estableciendo programas especiales de promoción, prevención
y difusión en la temática de Derechos humanos, uso de la fuerza y armas
de fuego, bajo estándares normativos

En consecuencia, la experiencia real y normativa considera importante


fortalecer las capacidades institucionales del Estado mediante la
capacitación de los integrantes de la Fuerza Armada, sobre los principios y
normas de protección de los derechos humanos y sobre los límites a los
cuales deben estar sometidas, dirigido a todos los niveles jerárquicos de
las Fuerzas Armadas.

6. RECOMENDACIONES.
El Ministerio de Defensa por intermedio de sus Instituciones deberá
estandarizar en los Centros de Formación, de pregrado, capacitación y
posgrado la instrucción del uso de la fuerza y armas de fuego en el marco
de la protección de personas y de aplicación de la ley, siendo un proceso
continuo y sostenido.

El Ministerio de Defensa por el Comando correspondiente deberá realizar


coordinaciones con la Policía Nacional del Perú, intercambiar
conocimientos técnico-doctrinario para la capacitación en el uso de la
fuerza al personal militar en actividad, con la finalidad de cumplir
estándares advertidos al Estado Peruano, ante una necesidad de gobierno
para la participación de las Fuerzas Armadas en la seguridad pública,
teniendo un programa factible y sostenido en el tiempo.

El Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas deberá convocar mesas de


trabajo con miembros de la Policía Nacional del Perú y otros sectores
relacionados al tema a fin de integrar criterios operacionales y fortalecer
una Doctrina Integral sobre el empleo de la fuerza y armas de fuego, por
las fuerzas de seguridad; esta Doctrina integral del uso de la fuerza
propuesto por el Comando Conjunto tendrá como base el Derecho

44
Internacional Humanitario (DIH), tendientes a cumplir el núcleo duro de los
Derechos Humanos, que oriente el actuar de los hombres y las
instituciones para el fiel y efectivo cumplimiento de la misión.

En la relación que guarda la intervención de las fuerzas armadas con las


amenazas especialmente con conflictos internos, como el terrorismo y
delincuencia organizada, debemos ser muy cuidadosos en nuestro actuar
con respecto al uso de las armas, se debe de conocer la gravedad de la
agresión para saber en qué momento aplicar el Derecho Internacional
Humanitario y en qué momento emplear el Derecho Internacional de los
Derechos Humanos.

El supuesto caso que sea las Fuerzas Armadas, en determinadas


condiciones que puedan participar en asuntos de orden interno y
seguridad ciudadana, el Estado deberá capacitar, implementar y equipar
de acuerdo a la función asignada; asimismo determinar un observatorio
de las buenas prácticas de su función militar y no vulnerar los derechos
básicos de las personas que trasgreden la ley.

Asimismo, el Estado peruano ha puesto en vigencia una ley para regular


el empleo de la fuerza por parte de las Fuerzas Armadas en casos de
conflicto armado no internacional, y para el uso de la fuerza en caso de
otras situaciones de violencia que no se constituyen como conflicto
armado pero que afectan la seguridad pública.

Esta ley fue producto de las lecciones aprendidas derivadas de la


participación militar en el conflicto armado interno y de las denuncias
contra uniformados por presunta violación de derechos humanos, lo que
ha traído como consecuencia que se hayan judicializado varias de esas
denuncias siendo consideradas algunas de ellas como crímenes de lesa
humanidad y, en consecuencia, su persecución penal en razón a la
aplicación de la Convención sobre la Imprescriptibilidad de los Crímenes
de Guerra y de los Crímenes de Lesa Humanidad.

45
7. BIBLIOGRAFIA.
 Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, publicado el
05 Feb 1917, última reforma DOF 07-02-2014.
 Decreto Legislativo N° 1095 – Decreto Legislativo que establece
reglas de empleo y uso de la fuerza por parte de las Fuerzas Armadas
en el territorio nacional, de fecha 31 de agosto del 2010.
 Ley Federal Contra La Delincuencia Organizada, Publicada el 07 Nov
1996, última Reforma DOF 07-04-2017.
 Código Penal Federal, 14 de agosto de 1931, última reforma DOF 24-
06-2009.
 Ley de la Policía Federal, publicada el 01 Jun 2009, última reforma
DOF 25 May 2011.
 Ley Orgánica del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos, publicado el 26
Dic 1986, última reforma DOF el 06 Nov 2014.
 Protocolo de Actuación de la Policía Federal sobre el Uso de la
Fuerza, Publicado en el DOF el 18 Oct 2017.
 Manual del Uso de la Fuerza, de aplicación común a las tres Fuerzas
Armadas, Publicado en el DOF el 30 May 2014.
 Montero, j. c. (enero-junio 2012). la estrategia contra el crimen
organizado en México. Perfiles Latinoamericanos,
 Nava Hernández, M. M. (enero-junio 2012). Las fuerzas armadas y el
crimen organizado en la democracia mexicana. Revista del colegio de
san Luis, II(3), 324-341.
 Tribunal Constitucional, Expediente N° 00002-2008-AI/TC, proceso de
inconstitucionalidad, sentencia de fondo de fecha 14 de julio de 2010.
 Informe Anual de Seguridad Ciudadana y Derechos Humanos 2009
 Interacción entre el Derecho Internacional de los Derechos Humanos y
el Derechos Internacional Humanitario, cuadernillo de jurisprudencia
2018.

46
8. ANEXOS

ANEXO N°01

CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS

CASO MUJERES VÍCTIMAS DE TORTURA SEXUAL EN ATENCO VS.


MÉXICO1 RESUMEN OFICIAL EMITIDO POR LA CORTE INTERAMERICANA
DE LA SENTENCIA DE 28 DE NOVIEMBRE DE 2018

(Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas)

47
El 28 de noviembre de 2018 la Corte Interamericana de Derechos Humanos (en
adelante “la Corte Interamericana”, “la Corte” o “el Tribunal”) emitió una
Sentencia, mediante la cual declaró responsable internacionalmente a los
Estados Unidos Mexicanos (en adelante “el Estado” o “el Estado Mexicano” o
“México”) por la violación de los derechos a (i) la integridad personal, a la vida
privada, y a no ser sometido a tortura, consagrados en los artículos 5.1, 5.2 y 11
de la Convención, en relación con las obligaciones de respetar y garantizar
dichos derechos sin discriminación, consagradas en los artículos 1.1 y 2 del
mismo tratado, así como en los artículos 1 y 6 de la Convención Interamericana
contra la Tortura y el artículo 7 de la Convención de Belém do Pará; (ii) el
derecho a la libertad personal, consagrado en el artículo 7, numerales 1, 2, 3 y
4, y el derecho a la defensa, consagrado en el artículo 8.2, literales b, d y e, de
la Convención Americana; (iii) los derechos a las garantías judiciales y a la
protección judicial, reconocidos en los artículos 8.1 y 25.1 de la Convención
Americana, en relación con las obligaciones generales contenidas en los
artículos
1.1 y 2 de la misma, los artículos 1, 6 y 8 de la Convención Interamericana
contra la Tortura, y el artículo 7.b de la Convención de Belem do Pará; todo ello
en perjuicio de Yolanda Muñoz Diosdada, Norma Aidé Jiménez Osorio, María
Patricia Romero Hernández, Mariana Selvas Gómez, Georgina Edith Rosales
Gutiérrez, Ana María Velasco Rodríguez, Suhelen Gabriela Cuevas Jaramillo,
Bárbara Italia Méndez Moreno, María Cristina Sánchez Hernández, Angélica
Patricia Torres Linares y Claudia Hernández Martínez. Asimismo, la Corte
encontró al Estado responsable por la violación del derecho de reunión,
consagrado en el artículo 15 de la Convención, en relación con el artículo 1.1
del mismo tratado, en perjuicio de Norma Aidé Jiménez Osorio, Suhelen
Gabriela Cuevas Jaramillo, Bárbara Italia Méndez Moreno, Angélica Patricia
Torres Linares, Claudia Hernández Martínez, Mariana Selvas Gómez y
Georgina Edith Rosales Gutiérrez. Finalmente, la Corte declaró al Estado
responsable por la violación del derecho a la integridad personal reconocido en
el artículo 5.1 de la Convención Americana, en relación con el artículo 1.1 de la
misma, en perjuicio de los familiares de las once mujeres víctimas de tortura
sexual, enlistados en la sentencia.

48
I. Hechos
Durante los días 3 y 4 de mayo del año 2006 la policía municipal de
Texcoco y San Salvador de Atenco, la policía estadual del estado de México
y la Policía Federal Preventiva adelantaron operativos en los municipios de
San Salvador de Atenco, Texcoco y en la carretera Texcoco- Lechería para
reprimir manifestaciones que se llevaban a cabo en dichos municipios. En
el curso de los operativos fueron detenidas las once mujeres víctimas del
caso, durante su detención y mientras eran trasladadas e ingresadas al
Centro de Readaptación Social “Santiaguito” (en adelante “CEPRESO”),
fueron sometidas a las siguientes formas de violencia, incluida en algunos
casos la violación sexual:

1. Yolanda Muñoz Diosdada: fue golpeada, pateada, insultada, halada del


cabello, maltratada y amenazada de muerte y desaparición al momento de
ser detenida. En el traslado al penal fue manoseada por un policía quien le
levantó la blusa y “le apretó y pellizcó los pezones”, le removió la ropa
interior, “le tocó y rasguñó la vagina”. Al llegar al CEPRESO, nuevamente la
golpearon, halaron de los cabellos y patearon, así como la hicieron
desnudarse en frente de múltiples personas para ser revisada.
2. Norma Aidé Jiménez Osorio: fue golpeada y dejada semi-desnuda al
momento de su detención. Durante los traslados, le caminaron por encima,
le tocaron y golpearon en los glúetos y la amenzaron con violarla. En el
segundo vehículo en el que fue trasladada al penal, varios policías “tomaron
turnos” introduciendo sus dedos en su vagina y ano, otros introdujeron su
lengua en su boca, la manosearon y le apretaron los pechos y pezones.
3. María Patricia Romero Hernández: fue golpeada, insultada y amenazada
de agresión al momento de su detención. En la Subprocuraduría de
Texcoco fue golpeada, fue amenazada de violación y sometida a insultos
sexualizados. En el traslado, varios policías “h[icieron] de [ella] lo que
qu[isieron]”, le apretaron los senos, halaron los pezones y le tocaron los
genitales por encima del pantalón, todo ello estando a metros de su hijo y
su padre. Luego en el CEPRESO la golpearon nuevamente y lanzaron
violentamente contra una pared.

49
4. Mariana Selvas Gómez: fue golpeada, pateada, insultada y halada del
cabello al momento de su detención. En el traslado al penal, la acostaron
boca bajo y le apilaron a múltiples personas encima por lo que se le
dificultaba respirar. La golpearon, patearon y empujaron, le dieron
puñetazos, la amenazaron con que la iban a matar, así como la insultaron
por ser mujer. Un policía “le metió las manos entre las piernas y le frotó por
encima del pantalón”, le pellizcó “las nalgas, la vagina, e incluso le metió
sus dedos en la vagina”. Luego otro policía la manoseó, le metió las manos
en la ropa, le rompió la ropa interior y le pellizcó los pezones. En el
CEPRESO la siguieron golpeando e insultando.
5. Georgina Edith Rosales Gutiérrez: fue golpeada, halada del cabello,
sometida a insultos sexualizados y maltratada al momento de su detención.
Durante el traslado, fue golpeada nuevamente, empujada, amenazada de
ser violada analmente y de muerte, manoseada por un policía que “colocó
sus manos entre sus glúteos, le apretó la vagina, la pellizcó y la lastimó,
además le apretó los senos por debajo de la blusa”, le apilaron personas
encima y nuevamente fue golpeada e insultada. En el CEPRESO, además
de lo anterior, fue obligada a desnudarse frente a cuatro médicos para una
revisión.
6. Ana María Velasco Rodríguez: fue golpeada, halada del cabello,
pateada, sometida a insultos sexualizados y maltratada al momento de su
detención. En el trayecto, fue nuevamente golpeada, le tocaron “los pechos,
la vagina y los glúteos” al mismo tiempo que la insultaban de “perra” y
“puta”, un policía le introdujo su pene en la boca y la forzó a hacerle sexo
oral y con la mano, mientras otros dos policías le tocaban los senos y la
vagina. Luego, otro policía la forzó nuevamente a hacerle sexo oral,
eyaculando en su boca y forzándola a tragarse el líquido seminal, mientras
que otros dos policías “la siguieron manoseando”, le metieron sus dedos en
la vagina bruscamente, rompiendo su ropa interior, y la amenazaban con
mayores violaciones. En el CEPRESO, además de lo anterior, nuevamente
la golpearon, empujaron y patearon.
7. Suhelen Gabriela Cuevas Jaramillo: fue golpeada, manoseada y
sometida a insultos sexualizados al momento de su detención. Un policía la
semidesnudó, le tocaron el pecho, los gluteos y le pellizcaron los senos, así

50
como trataron de quitarle los pantalones, pero cuando “cerr[ó] las piernas[,
el policía s]e las abr[ió] con las botas y [le]e pate[ó] la vagina”. Durante el
traslado al penal, varios policías le pellizcaron los senos, le “jala[ron] el
pantalón”, le apilaron a personas encima y la golpearon al azar. Le “jala[ron]
el brasier”, dejándola con los senos descubiertos, se los pellizcaron y
mordieron, mientras la insultaban. Sintió que varios policías metieron sus
dedos en su vagina, “incontables veces [porque] pasaban unos y lo hacían
pasaban otros y lo hacían”. Fue amenazada de muerte y sometida a
posiciones estresantes, semidesnuda y en presencia de su pareja. En el
CEPRESO, nuevamente fue golpeada y obligada a desnudarse para una
revisión.
8. Bárbara Italia Méndez Moreno: fue golpeada, sometida a insultos
sexualizados, maltratada y amenazada de muerte y de violación sexual al
momento de su detención. Durante el traslado al penal, nuevamente fue
golpeada, empujada, apilada encima de otras personas y desnudada.
Describió que le pellizcaron los senos, mientras la golpeaban y le decían
frases obscenas, entre ellas obligándola a decirle “vaquero” a uno de los
policías que la estaba agrediendo. Al menos tres policías la penetraron con
los dedos en la vagina, animándose unos a otros y en una ocasión dos
policías le sujetaron la cadera mientras alentaban al otro policía a
“cogérsela”, mientras a ella la amenazaban, insultaban, golpeaban con
puños y le forzaban la lengua en la boca. Varios policías le frotaron los
genitales en sus genitales externos “primero fue uno, después otro hizo lo
mismo y pasó por segunda ocasión el primero”, y después fue penetrada
nuevamente “pero esta vez con un objeto pequeño” que cree identificar
como llaves. Todo ello ocurrió mientras estaba recostada sobre otras
personas. Luego. la dejaron desnuda en una posición estresante y
supremamente vulnerable durante el resto del camino al CEPRESO, el cual
duró varias horas. En el penal, fue golpeada nuevamente además de
insultada y negada asistencia médica.
9. María Cristina Sánchez Hernández: fue golpeada y amenazada de
muerte al momento de su detención. Durante el traslado al penal, la
golpearon mientras la interrogaban y fue obligada a cantar y a contar
chistes obscenos, la manosearon, le tocaron y apretaron los senos y entre

51
las piernas, así como vio cómo forzaban a otra mujer a hacer sexo oral. Al
llegar al CEPRESO, la patearon, insultaron y amenazaron nuevamente.
10. Angélica Patricia Torres Linares: fue golpeada, sometida a insultos
sexualizados, amenazada de muerte y violación sexual y maltratada al
momento de su detención. Durante los traslados, la golpearon e insultaron
nuevamente, la dejaron semidesnuda, le apretaron fuertemente los senos,
la manosearon y le tocaron los glúteos y genitales por encima del pantalón.
Relató que podía escuchar los gritos y súplicas de otras mujeres que
estaban siendo violadas, así como el sonido de películas pornográficas, y
que los policías los amenazaban con desaparecerlos. En el CEPRESO,
nuevamente fue golpeada, amenazada de violación sexual, y un policía le
tocó “la vulva con los dedos, para posteriormente penetrar[la]”.
11. Claudia Hernández Martínez: fue golpeada, insultada y maltratada al
momento de su detención. Además de lo anterior, durante el traslado, un
policía le removió la ropa interior y al darse cuenta de que estaba
menstruando le gritó a los demás “miren, esta perra está sangrando, vamos
a ensuciarla un poquito más”. Varios policías le introdujeron sus dedos
“violenta y repetidamente en la vagina”, mientras otros le quitaron el brasier,
lamieron sus senos y jalaron sus pezones, entre otras formas de violencia
sexual. En el CEPRESO, la continuaron golpeando, la forzaron a ver una
violación sexual, le halaron el cabello y sufrió un nuevo intento de violación
sexual.
Posteriormente, varias de las víctimas sufrieron un trato denigrante por
parte de los primeros médicos en atenderlas al llegar al CEPRESO quienes
se negaron a revisarlas, a practicar exámenes ginecológicos y a reportar o
registrar la violación sexual, e incluso en algunos casos se burlaron de ellas
y las insultaron.
Después de los hechos del 3 y 4 de mayo de 2006, se iniciaron diversas
investigaciones penales en relación con los hechos de violencia, violación
sexual y tortura sufridos por las once mujeres víctimas del caso.
Específicamente, se iniciaron investigaciones penales ante (i) la jurisdicción
estadual del estado de México, y (ii) la jurisdicción federal por medio de la
Fiscalía Especial para la Atención de Delitos Relacionados con Actos de
Violencia Contra las Mujeres en el País (en adelante “FEVIM”).

52
En el ámbito federal, el 15 de mayo de 2006 la FEVIM inició la averiguación
previa AP/FEVIM/003/05-2006, por la probable comisión de diversos delitos
cometidos en agravio de las mujeres detenidas, en el marco de la cual llevó
a cabo distintas diligencias, incluyendo la recepción de las declaraciones y
denuncias de las once mujeres. El 13 de julio de 2009 se declaró
incompetente de oficio, en tanto consideró que los hechos no eran de orden
federal sino del orden común y que competían a los órganos investigadores
del estado de México, donde tuvo lugar el evento delictivo.
En el ámbito estadual, la Procuraduría General de Justicia del estado de
México (en adelante PGJEM) inició la averiguación previa
TOL/DR/I/466/2006, la cual dio origen a cinco causas penales: 59/2006,
418/2011 (recaratulada como 55/2013), 166/2014, 105/2016 y 79/2006.
La causa penal 59/2006 se inició el 16 de junio de 2006 en contra de
diecisiete (17) policías estaduales y cuatro (4) policías municipales, por el
delito de abuso de autoridad en agravio de María Patricia Romero, su padre
y su hijo. El 19 de junio de 2006 se libró orden de aprehensión y el 30 de
junio de 2006 se decretó auto de formal prisión. Tras diversos recursos
legales, se declaró insubsistente el enjuiciamiento respecto de algunos
policías por insuficiencia probatoria, mientras que otros fueron absueltos.
En el marco de la causa 418/2011-55/2013, el 14 de septiembre de 2011 la
PGJEM consignó y solicitó órdenes de aprehensión en contra de
veintinueve (29) policías estaduales por su probable responsabilidad por
omisión respecto de los delitos de tortura, abuso de autoridad y lesiones en
relación con las otras diez mujeres, así como otras dos que no forman parte
del presente caso. Según la información más reciente aportada por el
Estado, se han cumplido dieciséis (16) de estas órdenes de aprensión y
diez (10) se encuentran pendientes de ejecutar. Asimismo, de los
veintinueve (29) consignados en la causa, dieciocho (18) cuentan con auto
de formal prisión con prisión preventiva.
El 12 de septiembre de 2014, dentro de la causa 166/2014, la PGJEM
solicitó órdenes de aprehensión en contra de diez (10) médicos de
Prevención y Readaptación Social y once (11) médicos legistas, por su
omisión frente a las denuncias e indicios de tortura, así como contra un

53
agente del Ministerio Público estadual por su posible responsabilidad por el
delito de tortura por omisión, en agravio de las once mujeres y dos más que
no forman parte de este caso. Dichas órdenes se libraron el 10 de octubre
de 2014. Según la información más reciente aportada por el Estado, a la
fecha de emisión de esta Sentencia se han obtenido veintidós (22) órdenes
de aprehensión, diez (10) de las cuales fueron cumplidas, y doce (12)
resultaron en comparecencias voluntarias. Conforme a la descripción del
Estado, se encuentran pendientes varios recursos de apelación y amparo
contra las órdenes de formal prisión emitidas, y cinco (5) apelaciones contra
autos de libertad por falta de elementos para procesar.
Asimismo, el 1 de julio de 2016 se ejercitó acción penal dentro de la causa
105/2016 en contra del Subdirector Operativo de Región sur de la Agencia
de Seguridad Estatal por el delito de tortura, cometido en agravio de siete
de las once mujeres víctimas del caso2, por ser encargado de los
autobuses y demás vehículos en que fueron trasladadas el 4 de mayo de
2006. El 29 de julio de 2016 el juez negó la orden de aprehensión solicitada
por la PGJEM, ante lo cual la PGJEM interpuso varios recursos de
apelación, respecto de cuya resolución esta Corte carece de información.
Finalmente, el 28 de agosto de 2006 se decretó auto de formal prisión en la
causa 79/2006 en contra de un policía estadual por el delito de actos
libidinosos en agravio de Ana María Velasco Rodríguez. El 2 de mayo de
2008 se emitió sentencia condenatoria, la cual fue apelada. Finalmente, tras
la interposición de un juicio de amparo, se ordenó modificar la sentencia, la
cual resultó en una absolución.
Además de las investigaciones penales de carácter jurisdiccional, el 16 de
octubre de 2006, la Comisión Nacional de Derechos Humanos emitió su
Recomendación 38/2006, donde identificó una serie de violaciones de
derechos humanos en los operativos del 3 y 4 de mayo por diversas
autoridades estaduales y federales. Posteriormente, el 12 de febrero de
2009, la Suprema Corte de Justicia de la Nación dictó una sentencia en uso
de la facultad de investigación de carácter no jurisdiccional que la concedía
el artículo 97, párrafo segundo de la Constitución Federal bajo la cual, si
bien no estaba facultada para establecer responsabilidades o dictar
reparaciones, estableció los hechos que antecedieron y la forma en que

54
ocurrieron los operativos, concluyó que ocurrieron graves violaciones e
individualizó a posibles responsables, entre otras cosas.

II. Reconocimiento parcial de responsabilidad estatal


El Estado realizó un reconocimiento parcial de responsabilidad que
comprendió los hechos individuales respecto de las once mujeres presuntas
víctimas de este caso, sus familiares, así como sobre los procesos penales
relacionados con los hechos denunciados en el caso. Asimismo, México
reconoció su responsabilidad internacional por las violaciones de los
derechos de las once mujeres a: (i) la libertad personal y garantías
judiciales (artículos 7.1, 7.2, 7.3, 7.4, 8.2 b), 8.2 d) y 8.2 e) de la
Convención), por la privación de la libertad, la falta de notificación de las
razones de la detención y la ausencia de una defensa adecuada; (ii) la
integridad personal, la vida privada, el principio de igualdad y las
prohibiciones de discriminación y de tortura (artículos 5.1, 5.2, 11, 24 y 1.1
de la Convención y 1 y 6 de la Convención Interamericana contra la Tortura
y 7 de la Convención de Belém do Pará), por la violencia física, psicológica
y sexual, incluyendo actos de tortura, sufridos por las once mujeres víctimas
de este caso, así como la falta de atención médica adecuada y la afectación
a su salud; (iii) las garantías judiciales y protección judicial e igualdad ante
la ley, (artículos 8, 24 y 25 de la Convención) y el deber de investigar actos
de tortura y de violencia contra la mujer (artículos 1, 6 y 8 de la Convención
Interamericana contra la Tortura y 7 de la Convención de Belém do Pará),
debido a la falta de investigación ex officio inicial de los hechos y por la
indebida tipificación de los delitos realizada inicialmente, y (iv) la obligación
de adoptar disposiciones de derecho interno (artículo 2 de la Convención, 1,
6 y 8 de la Convención Interamericana contra la Tortura y 7 c), 7 e) y 7 h) de
la Convención de Belém do Pará), por la falta de un marco normativo
interno en materia de uso de la fuerza y tortura al momento de los hechos.
Al igual que la violación de la integridad personal (artículo 5.1 de la
Convención) de los familiares de las once mujeres.

III. Excepción Preliminar

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El Estado presentó una excepción preliminar alegando que la Comisión
había incurrido en un error grave que vulneró su derecho de defensa, en la
medida en que durante el trámite del caso ante dicho órgano no se respetó
la garantía de equidad procesal de las partes, el principio de seguridad
jurídica, ni el principio de complementariedad. Dicha excepción fue
desestimada por la Corte Interamericana.

IV. Fondo
En el presente caso, la Corte centró su análisis sobre los derechos de las
once mujeres víctimas del caso a: (1) la integridad personal, a la dignidad y
a la vida privada y la prohibición de tortura, en relación con la obligación de
respetar y garantizar los derechos sin discriminación consagrados en los
artículos 5 y 11 de la Convención Americana, en relación con el artículo 1.1
del mismo tratado, así como los artículos 7.a de la Convención de Belém do
Pará y 1 y 6 de la Convención Interamericana contra la Tortura; (2) la
libertad personal y el derecho a la defensa, consagrados en los artículos 7 y
8 de la Convención Americana, en relación con el artículo 1.1 del mismo
tratado; (3) las garantías judiciales y la protección judicial, consagrados en
los artículos 8.1 y 25.1 de la Convención, en relación con el artículo 1.1 del
mismo tratado, así como los artículos 1, 6 y 8 de la Convención
Interamericana contra la Tortura y el artículo 7 de la Convención de Belém
do Pará, en virtud de las investigaciones de los hechos de este caso, y (4)
la integridad personal de los familiares, consagrada en el artículo 5 de la
Convención Americana.

La Corte concluyó que en el presente caso, la actuación de las autoridades


de seguridad al desarrollar los operativos del 3 y 4 de mayo de 2006 se
caracterizó por el uso de la fuerza de manera indiscriminada y excesiva
contra toda persona que asumieran formaba parte de los manifestantes.
Señaló que la información aportada revela que las once mujeres estaban
ejerciendo conductas completamente pacíficas o de resguardo de su
integridad cuando fueron detenidas, por tanto el uso de la fuerza por parte
de las autoridades policiales al momento de detenerlas no fue legítimo ni
necesario, pero además fue excesivo e inaceptable por la naturaleza sexual

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y discriminatoria de las agresiones sufridas. La Corte concluyó que el uso
indiscriminado de la fuerza por parte del Estado en este caso, resultado de
una ausencia de regulación adecuada, una falta de capacitación de los
agentes, la supervisión y monitoreo ineficiente del operativo, y una
concepción errada de que la violencia de algunos justificaba el uso de la
fuerza contra todos, implicó violaciones a los artículos 5 y 11 de la
Convención, en relación con los artículos 1.1 y 2 del mismo tratado, en
perjuicio de las once mujeres.

Igualmente la Corte consideró que varias de las víctimas de este caso


formaban parte de las manifestaciones llevadas a cabo el 3 y 4 de mayo de
2006 en la medida en que habían acudido intencionalmente a Texcoco o
San Salvador de Atenco para cubrir los eventos como periodistas, para
documentar los hechos como parte de sus estudios, o para brindar
asistencia de salud a los manifestantes heridos. Por tal razón, concluyó
que, en relación con siete de las once mujeres víctimas del caso3, el
Estado había vulnerado el derecho de reunión al hacer un uso excesivo de
la fuerza para reprimir las manifestaciones.
Asimismo el Tribunal determinó que: las (i) once mujeres sufrieron violencia
sexual, por medio de agresiones verbales y físicas, con connotaciones y
alusiones sexuales; (ii) siete de ellas también fueron víctimas de violaciones
sexuales4, en tanto, parte de los abusos sufridos incluyó la penetración de
su cuerpo con alguna parte del cuerpo de los policías o algún objeto, y (iii)
todas fueron víctimas de tortura por el conjunto de abusos y agresiones
sufridas, incluyendo pero no limitándose a las violaciones sexuales, debido
a la intencionalidad y severidad del sufrimiento infringido, así como el
propósito de humillación y castigo desplegado por los agentes policiales al
momento de llevarlo a cabo. Además, la Corte encontró (i) que las torturas
en este caso fueron utilizadas como una forma de control social represivo,
lo cual aumentaba la gravedad de las violaciones cometidas, (ii) que las
víctimas fueron sometidas a distintas formas de violencia verbal y
psicológica profundamente estereotipada y discriminatoria, y (iii) que el
tratamiento recibido por parte de los médicos en el penal constituyó un
elemento adicional de trato cruel y degradante. Finalmente, se consideró

57
que la violencia sexual y torturas ejercidas, tanto físicas como psicológicas
en contra de las once víctimas, además constituyeron discriminación por
razones de género, en violación de la prohibición general de discriminación
consagrada en el artículo 1.1 de la Convención Americana.

Asimismo, si bien concluyó que el conjunto de agresiones cometidas por los


policías en contra las once mujeres constituyeron tortura y violencia sexual,
la Corte estimó pertinente realizar algunas consideraciones adicionales
sobre la violencia verbal y estereotipada a la que fueron sometidas en el
marco de estos hechos, debido a la naturaleza de dichas expresiones, su
carácter repetitivo y consistente en todos los casos y la ausencia de una
respuesta adecuada por parte del Estado al respecto. Sobre el particular,
destacó la gravedad de la violencia verbal y psicológica a la que también
fueron reiteradamente sometidas, por medio de insultos y amenazas con
connotaciones altamente sexuales, machistas, discriminatorias y en
algunos casos, misóginas. En el presente caso, las formas altamente
groseras y sexistas en que los policías se dirigieron a las víctimas, con
palabras obscenas, haciendo alusiones a su imaginada vida sexual y al
supuesto incumplimiento de sus roles en el hogar, así como a su supuesta
necesidad de domesticación, es evidencia de estereotipos profundamente
machistas, que buscaban reducir a las mujeres a una función sexual o
doméstica, y donde el salir de estos roles para manifestar, protestar,
estudiar o documentar lo que estaba pasando en Texcoco y San Salvador
de Atenco, es decir, su simple presencia y actuación en la esfera pública,
era motivo suficiente para castigarlas con distintas formas de abuso.
Además de la violencia estereotipada por parte de los policías, la Corte
señaló las respuestas también estereotipadas que dieron las más altas
autoridades del gobierno del estado donde habían ocurrido los hechos. En
este sentido, observó que después de la violencia sufrida a manos de los
elementos policiales, la credibilidad de las víctimas fue puesta en duda y
fueron estigmatizadas públicamente como guerrilleras por el Gobernador, el
Secretario General de Gobierno del estado de México y el Comisionado de
la Agencia de Seguridad Estatal.

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Asimismo estableció que la violencia sexual fue utilizada por parte de
agentes estatales como una táctica o estrategia de control, dominio e
imposición de poder, pues instrumentalizaron los cuerpos de las mujeres
detenidas como herramientas para transmitir su mensaje de represión y
desaprobación de los medios de protesta empleados por los manifestantes.
La violencia sexual fue utilizada como un arma más en la represión para
alcanzar el propósito de dispersar la protesta y asegurarse de que no
volviera a cuestionarse la autoridad del Estado. La Corte hizo énfasis en
que este tipo de conductas en el mantenimiento del orden público es
absolutamente inaceptable. La violencia sexual no tiene cabida y jamás se
debe utilizar como una forma de control del orden público por parte de los
cuerpos de seguridad en un Estado obligado por la Convención Americana,
la Convención de Belém do Pará y la Convención Interamericana contra la
Tortura a adoptar, “por todos los medios apropiados y sin dilaciones,
políticas orientadas a prevenir, sancionar y erradicar” la violencia contra las
mujeres.

Por otra parte, la Corte concluyó que las detenciones iniciales de las once
mujeres víctimas del presente caso fueron ilegales y arbitrarias, porque: (i)
el Estado no demostró la situación de supuesta flagrancia con base en la
cual fueron inicialmente detenidas, por lo cual (ii) sus detenciones fueron
realizadas sin atender a las causas y procedimientos establecidos en la
legislación interna; (iii) en el marco de detenciones colectivas que no eran
necesarias para garantizar algún propósito permitido por la Convención, no
fueron proporcionales y no respondieron a una adecuada individualización
de las conductas de cada una de las detenidas.

Adicionalmente, en tanto (i) no fueron informadas de los motivos de su


detención o las acusaciones en su contra, (ii) no se les garantizó el derecho
a contar con un abogado de su elección o defensor de oficio desde el inicio
de la investigación en su contra, y (iii) no se les permitió comunicarse con
sus familiares o abogado de confianza, concluyó que el Estado violó los
derechos a ser informadas de las razones de su detención y el derecho a la
defensa de las once mujeres representadas en este caso.

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En el mismo sentido, estableció que la medida de prisión preventiva
impuesta a las víctimas resultó arbitraria en tanto (i) no respondió a una de
las dos finalidades legítimas bajo la Convención Americana, a saber: la
necesidad de asegurar que las acusadas no impidieran el desarrollo del
procedimiento o eludieran la acción de la justicia, y (ii) no conllevaron
revisiones periódicas respecto de la necesidad de mantener dichas
medidas. En consecuencia, el Estado violó los derechos reconocidos en los
artículos 7.1 y 7.3 de la Convención, en relación con el artículo 1.1 del
mismo tratado, en perjuicio de las once mujeres.

En relación con las investigaciones judiciales relacionadas con los hechos


de tortura, violencia y violación sexual denunciados por las víctimas del
caso la Corte, estableció que: (i) las investigaciones realizadas por el
Estado se limitaron a la participación de agentes estatales, cuando existían
indicios de la participación de agentes federales, y (ii) no se investigaron
todas las posibles formas de responsabilidad individual por los actos de
tortura que prevé la Convención Interamericana contra la Tortura,
incluyendo la responsabilidad de mando, pese a la existencia de indicios al
respecto, por lo tanto señaló que el Estado no investigó a todos los posibles
responsables penales ni siguió todas las líneas lógicas de investigación,
incumpliendo así su deber de investigar con la debida diligencia. Igualmente
el Tribunal estableció que debido a las falencias iniciales en la
investigación, la falta de valoración de la evidencia presentada por las
mujeres víctimas de este caso ante la FEVIM, así como la falta de
investigación de todos los posibles responsables penales y seguimiento de
líneas lógicas de investigación, el Estado mexicano no actuó con la debida
diligencia requerida en las investigaciones por la tortura y violencia sexual
sufridos por las once mujeres víctimas del presente caso.

La Corte determinó que existieron retrasos en las investigaciones que


obedecieron a la inactividad de las autoridades y a la falta de actuación
diligente de las autoridades encargadas de la investigación por lo tanto

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concluyó que el Estado vulneró el plazo razonable, en perjuicio de las once
mujeres víctimas del presente caso.
Además, concluyó que la investigación de la tortura y violencia sexual
cometida contra las mujeres víctimas del caso no fue conducida con una
perspectiva de género de acuerdo a las obligaciones especiales impuestas
por la Convención de Belém do Pará y, por el contrario, se caracterizó por
un trato estereotipante y revictimizante, lo cual violó el deber de respetar y
garantizar sin discriminación los derechos contenidos en la Convención
Americana.

Finalmente el Tribunal consideró que, como consecuencia directa de la


privación de la libertad y tortura sexual de las once mujeres, sus familiares
padecieron un profundo sufrimiento y angustia en detrimento de su
integridad psíquica y moral.

V. Reparaciones
La Corte estableció que su sentencia constituye per se una forma de
reparación. Asimismo, ordenó a México: (i) continuar e iniciar las
investigaciones amplias, sistemáticas y minuciosas que sean necesarias
para determinar, juzgar, y, en su caso, sancionar a todos los responsables
de la violencia y tortura sexual sufrida por las once mujeres víctimas de este
caso; (ii) brindar de forma gratuita e inmediata, el tratamiento médico y
psicológico o psiquiátrico a las víctimas del presente caso; (iii) realizar en
un plazo de seis meses a partir de la notificación de la presente Sentencia,
las publicaciones ordenadas; (iv) realizar un acto público de reconocimiento
de responsabilidad internacional y disculpas públicas; (v) crear un plan de
capacitación de oficiales de la Policía Federal y del estado de México, y
establecer un mecanismo de monitoreo y fiscalización para medir y evaluar
la efectividad de las políticas e instituciones existentes en materia de
rendición de cuentas y monitoreo del uso de la fuerza de la Policía Federal
y la policía del estado de México; (vi) otorgar una beca en una institución
pública mexicana de educación superior a favor de Angélica Patricia Torres
Linares, Claudia Hernández Martínez y Suhelen Gabriela Cuevas Jaramillo,
para realizar estudios superiores técnicos o universitarios; (vii) elaborar un

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plan de fortalecimiento calendarizado del Mecanismo de Seguimiento de
Casos de Tortura Sexual cometida contra Mujeres; (viii) pagarlas cantidades
fijadas por concepto de indemnizaciones por daños materiales e
inmateriales, y el reintegro de costas y gastos; (xi) reintegrar al Fondo de
Asistencia Legal de Víctimas de la Corte Interamericana de Derechos
Humanos la suma erogada durante la tramitación del caso.
--------
La Corte supervisará el cumplimiento íntegro de la Sentencia, en ejercicio de
sus atribuciones y en cumplimiento de sus deberes conforme a la Convención
Americana sobre Derechos Humanos, y dará por concluido el presente caso
una vez que el Estado haya dado cabal cumplimiento a lo dispuesto en la
misma.

El texto íntegro de la Sentencia puede consultarse en el siguiente enlace:


http://www.corteidh.or.cr/casos.cfm

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