Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
FACULTAD DE TEOLOGÍA
TESINA DE LICENCIATURA
LG Lumen Gentium
PO Presbitrorm Ordinis
OT Optatam Totius
SC Sacrosantum Concilum
CH D Christs Dominus
DR Documento de Rio
DM Documento de Medellín
DP Documento de Puebla
DA Documento de Aparecida
.
CAPÍTULO I
1
Sabte BISIGNANO, «Formación», en Diccionario teológico de la vida consagrada, Publicaciones Claretianas,
Madrid 2000, 715.
2
Amedeo CENCINI, Sacerdote y mundo de hoy, San Pablo, Madrid, 2012, 54.
Cap. I. Los sacerdotes jóvenes y la formación permanente 9
que constituye el objetivo de este primer capítulo del trabajo. Ello permitirá
atender adecuadamente y con decisión aquella área o áreas de la formación
que precisarán un mayor cuidado desde un principio, ofreciendo al mismo
tiempo algunas líneas orientadoras para un mejor proceso de formación.
Estas dificultades y muchas otras, a las que han de enfrentarse los presbí-
teros, ―incluidos los recién ordenados―, que no les dejan vivir plenamente
su sacerdocio, «reflejan que tanto desde la formación inicial como después en
la formación permanente no se les ha enseñado a realizar un sereno discerni-
miento que les ayude a reconocer e interpretar los signos de los tiempos»5.
7
Cristian P. BAÑADOS, Pastores al estilo de Jesús, CELAM, Bogotá, 2002, 147.
8
OSLAM, «Respuestas al cuestionario sobre la formación de los sacerdotes en la situación actual. Linea-
menta. Actas del Congreso de Quito», en Medellín, n. 10, Sept-Dic 1994, 14.
9
DEVYM-OSLAM, Mirando al sínodo 90: p 441. La OSLAM (Organización de Seminarios Latinoame-
ricanos) y el DEVYM (Departamento de Vacaciones y Ministerios del CELAM) prepararon un análisis de la
realidad, en relación a la formación inicial y a la formación permanente.
10
A. FUENTES, «Buscando soluciones a los problemas personales del sacerdote», en Seminarios 44, Volu-
men17 (1971) 273.
11
Ibidem 274.
12
Ibidem 279.
13
Cristian P. BAÑADOS, Pastores al estilo de Jesús, o.c., 129-132.
Cap. I. Los sacerdotes jóvenes y la formación permanente 11
1.2 Causas por las que el sacerdote llega a la reducción al estado laical18
la ordenación. Esto sería injusto e irreal. Hay muchas fallas, desde antes de su
ingreso: en la familia, en la escuela, en la parroquia y en el medio ambiente19.
Las causas más frecuentes que se constatan en los casos de abandono del
ministerio son:
19
lbidem, 3.
20
Jose.L. ILLANES–M. BELDA. Teología Espiritual y Sacerdocio, Encuentros Sacerdotales México, 1995, 21.
21
J. J. M. ZEPEDA. La educación permanente en la Iglesia local, La educación integral de los presbíteros,
México, 1982, 231.
Cap. I. Los sacerdotes jóvenes y la formación permanente 13
22
José. L. ILLANES–M. BELDA. Teología Espiritual y Sacerdocio, o.c., 111.
23
CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, Sacerdotes día a día. (WWW. Conferenciaepiscopal.es), 3.
Cap. I. Los sacerdotes jóvenes y la formación permanente 14
Por otra parte, si en algunos sacerdotes recién ordenados llega a haber una
respuesta personal a la formación permanente, ésta muchas veces se da al
margen de las estructuras diocesanas, siendo éstas más bien escasas y reduci-
das. Y cuando aparecen algunas iniciativas personales son muy cuestionables,
pues «la comunicación y el compartir con los hermanos es en todo momen-
to… el mejor signo de autentificación»24.
24
Idem 4.
25
CEE, Sacerdotes día a día, o.c., 4.
Cap. I. Los sacerdotes jóvenes y la formación permanente 15
26
Amedeo CENCINI, ¿Creemos de verdad en la formación permanente?, Sal Terrae, Santander, 2013, 32.
27
Ibidem 33.
28
Ibidem 34.
29
Ibidem 36.
Cap. I. Los sacerdotes jóvenes y la formación permanente 16
«El ejercicio del ministerio es el primer lugar que debe llegar a ser forma-
tivo, que lleva a modelar aquella imagen del creyente y discípulo que es el
sacerdote; si no sucede esto, el riesgo es que el ejercicio del ministerio sa-
cerdotal desfigure al mismo sacerdote»33.
30
Ibidem 39.
31
CEE, Sacerdotes día a día, o.c., 5.
32
Amedeo CENCINI, ¿Creemos de verdad en la formación permanente? o.c., 40.
33
Antonio TORRESIN, «E bello lavorare insieme» (Es bello trabajar juntos): en Vita Pastorale 3 (2008), 80.
Cap. I. Los sacerdotes jóvenes y la formación permanente 17
34
Ibidem 42.
35
Ibidem 53.
36
Ibidem 54.
Cap. I. Los sacerdotes jóvenes y la formación permanente 18
El sacerdote joven la vive en esta fase, la de los primeros cinco años, que
es la más decisiva para su futuro, en una situación que tiene rasgos comunes y
diferenciales con sus contemporáneos. Unos y otros se enfrentan con idea-
lismo y con miedo a la nueva fase de su vida.
El idealismo les conduce a vivir esta etapa poniendo en ella mucha ilusión
y mucha pasión, y a desconocer cuáles son las posibilidades y los límites
«reales» que les ofrece su nueva inserción.
A pesar de haber tenido con la mujer un trato mucho más real que las
generaciones precedentes, la fragilidad parece también afectar a su compro-
miso celibatario. Tal vez la mayor «naturalidad» de la relación intersexual de
pareja, la dificultad cultural de interiorizar el «de por vida» y la carencia de
37
Juan M. URIARTE, Ministerio presbiteral y espiritualidad, Salterrae, Santander 1999, 26-48.
Cap. I. Los sacerdotes jóvenes y la formación permanente 19
38
Juan M. URIARTE, «Crecer como personas para servir como pastores», Revista Pastores año 11- N 31 de
Diciembre 2004, 18.
39
Gustavo ZANCHETTA, «La formación permanente del presbítero en los primeros cinco años», en Revista
Pastores, año 13, Nº 37, Diciembre de 2006, 49.
Cap. I. Los sacerdotes jóvenes y la formación permanente 20
40
CELAM La parroquia en el tercer milenio, Documento N 5, Bogotá, 1999, 15.
Cap. I. Los sacerdotes jóvenes y la formación permanente 21
Es muy fácil que un sacerdote joven sea presa de los amoríos de una
jovencita, por este trato tan cercano e ingenuo. Falta, «una ascética que
aprender, y una espiritualidad sólida y recia, sin que esto signifique perder la
normalidad y transparencia juveniles»42. Las crisis afectivas pueden tornarse
casi inaguantables. Los reveses pastorales pueden poner en cuestión las
opciones afectivas.
41
Ovidio PECHARROMAN, Apuntes de Antropología vocacional, Universidad Pontificia de México, Ad usum
privatum pro manuscripto, México 2014.
42
lbidem 51
Cap. I. Los sacerdotes jóvenes y la formación permanente 22
demás. Necesita de esa imagen exitosa para decirse a sí mismo que vale. Pero
no acaba nunca de creérselo. Precisamente por ello es tan sensible a la
desaprobación. Ella le remite a la duda fundamental que no puede tolerar. Una
persona así tiene una especial dificultad para ser oblativa. Está demandando
continuamente aprobación43.
43
Cf. Juan M. URIARTE, «Crecer como personas para servir como pastores», oc, 11.
44
Amedeo CENCINI, MOLARI, FAVALE, DIANICH: El presbítero en la iglesia de hoy, Atenas, Madrid, 1994,
28.
45
Directorio para el ministerio y vida de los presbíteros, 97.
Cap. I. Los sacerdotes jóvenes y la formación permanente 23
46
Eduardo. F. PIRONIO, «Soledad y amistad sacerdotales», en Boletín de espiritualidad del Seminario de
Mendoza, n. 1, Marzo, 2007,1-3.
47
PO 14.
48
J.J. M. ZEPEDA. La Educación Permanente en la Iglesia Local, o.c., 230.
49
Cf. Jose.L. ILLANES – M. BELDA. Teología Espiritual y Sacerdocio, o.c., 21.
Cap. I. Los sacerdotes jóvenes y la formación permanente 24
1.4.3 En lo intelectual
50
Cf. J.J. M. ZEPEDA. La Educación Permanente en la Iglesia Local, o.c., 230-231.
51
Cf. Jose. L. ILLANES – M. BELDA. Teología Espiritual y Sacerdocio, o.c., 111
52
Cf. Andrés OPPENHEIMER, ¡Basta de historias! La obsesión latinoamericana con el pasado y las 12 claves
del futuro, Sudamericana, México 2010, 18
Cap. I. Los sacerdotes jóvenes y la formación permanente 25
1.4.4 En lo pastoral
53
CEM, Normas Básicas para la Formación, n. 127.
54
Cf. Juan M. URIARTE, Ponencia. La formación humana, fundamento de toda la formación sacerdotal.
Presentado en el Simposio que la Hermandad de Sacerdotes Operarios organizo en el centenario de la muerte
de su Fundador Beato Manuel Domingo y Sol. En Roma el 2009.
55
Carlo M. MARTINI, Citado por Juan María Uriarte en la Ponencia. La formación humana, fundamento de
toda la formación sacerdotal.
56
Cf. Jorge A MARÍN, La dimensión intelectual en la formación inicial de los presbíteros, OSLAM 52.
Enero-Junio 2008, 49.
57
A. FUENTES. Buscando soluciones a los problemas personales del sacerdote, en Seminarios 44 V.17
(1971), 450.
Cap. I. Los sacerdotes jóvenes y la formación permanente 26
En el orden del trabajo pastoral parecen derivar hacia una notable reduc-
ción del volumen de actividad o hacia un activismo que quiere encubrir con la
ocupación un vacío doloroso.
58
Boletín Pastoral, Boletín Pastoral 2005. Documento realizado a petición de la Conferencia Episcopal de
Chile. De acuerdo con dicha solicitud, se incluyeron, como insumos, las consultas individuales y grupales que
fueron aplicadas a los Obispos con ocasión de la 87ª Asamblea Plenaria, las consultas a los Vicarios
Pastorales en la Jornada de Junio de 2004 y los Estudios y Boletines Pastorales de CISOC-Bellarmino, 1
59
PDV 72.
60
Juan M. URIARTE, Ministerio presbiteral y espiritualidad, o.c., 60.
Cap. I. Los sacerdotes jóvenes y la formación permanente 27
61
Sínodo de los Obispos, La formación de los sacerdotes en la situación actual, Lineamenta, Roma 1989, 10.
62
Amedeo CENCINI, Vocaciones de la nostalgia a la profecía, Sígueme, Salamanca 2008, 51-52
63
Amedeo CENCINI, ¿Creemos de verdad en la formación permanente?, o.c., 36.
Cap. I. Los sacerdotes jóvenes y la formación permanente 28
64
Cf. Idem
65
El mes de formación permanente. Es una experiencia donde comparten sacerdotes de las diócesis de la
provincia eclesiástica de Monterrey.
66
RFIS 80.
Cap. I. Los sacerdotes jóvenes y la formación permanente 29
A modo de conclusión
67
Saturnino GAMARRA, «La formación permanente del sacerdote», en Seminarios, 205-206 (2012), 106.
68
«La formación sacerdotal, sobre todo en las condiciones de la sociedad moderna, debe proseguir y comple-
tarse aun después de terminados los estudios en el seminario» (OT 2).
Cap. II. La formación permanente en los documentos de la Iglesia 32
ción, y por esta razón insta a utilizar medios para ello69, y en CD se señala la
responsabilidad que tienen los Obispos sobre la vida y misión de los sacer-
dotes70.
69
«Más como quiera que en nuestros tiempos la cultura humana y también las ciencias sagradas avanzan con
nuevo paso, incítase a los presbíteros a que perfeccionen adecuadamente y sin intermisión su ciencia acerca
de las materias divinas y humanas, y así se preparen a entablar más oportunamente diálogo con sus
contemporáneos» (PO 19).
70
«Estén solícitos de las condiciones espirituales, intelectuales y materiales de ellos, a fin de que puedan vivir
santa y piadosamente y cumplir fiel y fructuosamente su ministerio. A este fin favorezcan instituciones e
instauren reuniones peculiares en que de cuando en cuando se junten los sacerdotes, ya para practicar
ejercicios espirituales algo más largos en orden a la renovación de su vida, ya para adquirir conocimiento más
profundo de las disciplinas eclesiásticas, señaladamente de la Sagrada Escritura y teología, de ls cuestiones
sociales de mayor importancia, así como de los nuevos métodos de acción pastoral» (CD 16).
71
Es de notar que el contenido de este número de OT no es algo aislado ni un añadido a última hora, sino que
está muy dentro del Documento, ya está presente en el primer esquema de 1963.
72
L. A. MONTES-J. A. UBIETA, «Los presbíteros y la formación permanente a partir del Vaticano II en nuestra
Iglesia», en CEE, La formación permanente del los sacerdotes. Simposio, Madrid 1993, 31-32.
Cap. II. La formación permanente en los documentos de la Iglesia 33
73
José Luis FERRÉ MARTÍ, Apuntes de Instituciones formativas, Universidad Pontificia de México, ad usum
privatum, pro manuscripto, México 2014, Ficha 13, 1-3.
Cap. II. La formación permanente en los documentos de la Iglesia 34
Y añade:
«La formación sacerdotal es de tal naturaleza, que debe completarse más y más
durante toda la vida, especialmente en los primeros años que siguen a la
Sagrada Ordenación»79.
76
Idem.
77
Idem.
78
Saturnino GAMARRA, «La formación permanente del sacerdote», o.c., 107.
79
CONGREGACIÓN PARA LA EDUCACIÓN CATÓLICA, Ratio fundamentalis institutionis sacerdotalis, Roma
1985, n. 100.
80
RFIS, n. 101.
Cap. II. La formación permanente en los documentos de la Iglesia 36
El mes sacerdotal después de unos cinco años de ministerio, con que los
jóvenes sacerdotes se renuevan espiritualmente por medio de ejercicios
espirituales y se actualizan con cursillos especiales, ya en la doctrina
(aggiornamento) ya en la pastoral, por la discusión de los problemas
pastorales, ayudados por hombres experimentados.
5. Guía Pastoral para los Sacerdotes Diocesanos de las Iglesias que de-
penden de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos
82
CONGREGACION PARA LA EVANGELIZACION DE LOS PUEBLOS, Guía pastoral para los sa-
cerdotes diocesanos de las iglesias que dependen de la Congregación para la evangelización de los pueblos,
Roma, 1 octubre 1989, n. 1
Cap. II. La formación permanente en los documentos de la Iglesia 38
83
Ibidem, n. 32.
84
José Luis FERRÉ MARTÍ, Apuntes de Instituciones formativas, Universidad Pontificia de México, ad usum
privatum, pro manuscripto, México 2014, Ficha 14, 1.
Cap. II. La formación permanente en los documentos de la Iglesia 40
Para ello, los sacerdotes deben encontrar un apoyo y una ayuda en los
diversos momentos de su existencia, ante todo, en las relaciones fraternales
que se cultivan entre ellos, en una apertura confiada a sus Obispos y Supe-
riores y en la calidad de escucha que éstos les prestan.
85
SECRETARÍA GENERAL DEL SÍNODO, Lineamenta 1989, Introd. 1.
86
Ibidem, 5.
87
Cf. Román SÁNCHEZ CHAMOSO, «La formación permanente», en Seminarios 38 (1992) 125-126, 403-404.
88
SECRETARÍA GENERAL DEL SÍNODO, Lineamenta 1989, nn. 32-36.
Cap. II. La formación permanente en los documentos de la Iglesia 41
6.2 Discurso del Papa Juan Pablo II a la Secretaría del Sínodo (1990)
89
Ibidem, n. 4.
90
JUAN PABLO II, Discurso pronunciado el día 15-11-1990, en L'Osservatore Romano, 11-III-1990, 9.
Cap. II. La formación permanente en los documentos de la Iglesia 42
91
SECRETARÍA GENERAL DEL SÍNODO, Instrumentum laboris 1990, n. 54.
92
Ibidem, nn. 1.12.21.25.
93
Román SÁNCHEZ CHAMOSO, «La formación permanente», en Seminarios, 38 (1992) 125-126, 402.
94
JUAN PABLO II, Exhortación apostólica postsinodal Pastores dabo vobis (PDV), Roma 1992, n. 1
Cap. II. La formación permanente en los documentos de la Iglesia 43
95
Saturnino GAMARRA, «La formación permanente del sacerdote», o.c., 110.
96
Luis Rubio Morán, .................. Seminarios’, 125-126. 1992)
Cap. II. La formación permanente en los documentos de la Iglesia 44
Este el de los sacerdotes jóvenes es, sin duda, el grupo de sacerdotes
al que se dedicó más atención en el aula sinodal y en las aportaciones de los
grupos lingüísticos de trabajo. Ciertamente es uno de los puntos neurálgicos
de la problemática sacerdotal actual. El sínodo se hizo amplio eco del tema99.
97
PDV 76.
98
Idem.
99
Román SÁNCHEZ CHAMOSO, «La formación permanente», o.c., 411.
Cap. II. La formación permanente en los documentos de la Iglesia 46
bilidad para cuidar de sus personas tal como recomienda el Apóstol (cf. 1 Tim
4,14-16).
Se indica con ello que debe afrontarse desde una convicción personal
íntima de quien busca resueltamente «ser fiel al don de Dios y al dinamismo
de conversión diaria que nace del mismo don». La formación permanente es
un eficaz elemento para contrarrestar la inercia que induce a la instalación en
posiciones fijas y estables, que ofrezcan seguridad aunque sea más aparente
que real. La formación permanente es un eficaz antídoto para no «envejecer»,
pues «mantiene la juventud del espíritu, que nadie puede imponer desde fuera,
sino que cada uno ha de encontrar continuamente en su interior. Sólo el que
conserva vivo el deseo de aprender y crecer posee esta juventud».
100
PDV 78.
Cap. II. La formación permanente en los documentos de la Iglesia 47
101
Román SÁNCHEZ CHAMOSO, «La formación permanente», o.c., 411-412.
102
PADRES SINODALES, Mensaje al pueblo de Dios IV, OR 44 (2-X-1990), 12
Cap. II. La formación permanente en los documentos de la Iglesia 48
107
PDV 78.
108
Manuel SÁNCHEZ MONGE, «La formación permanente de los sacerdotes», en Seminarios 208 (2013), 109.
Cap. II. La formación permanente en los documentos de la Iglesia 50
reflexión teológica postconciliar. Dios nos visita ante todo allí donde él mismo
ha decidido colocarnos109.
109
Luis FLORES VILLA, «Para la formación permanente de los presbíteros», en Medellín, 153 (2013), 77-81.
110
PDV 80.
Cap. II. La formación permanente en los documentos de la Iglesia 51
Las diversas formas de vida común entre los sacerdotes, con las dife-
rentes modalidades que se dan en la Iglesia; habrán de tener la impronta
propia del clero secular diocesano y no pretender la reproducción a
escala presbiteral de la vida religiosa.
111
PDV 79.
112
PDV 81.
Cap. II. La formación permanente en los documentos de la Iglesia 52
113
Román SÁNCHEZ CHAMOSO, «La formación permanente», o.c., 416-418.
114
CONGREGACIÓN PARA EL CLERO, Directorio para el ministerio y vida de los presbíteros, Roma 1994,
Introducción.
Cap. II. La formación permanente en los documentos de la Iglesia 53
121
Idem.
122
Directorio 83-85.
123
Directorio 86-92.
124
Directorio 93.
Cap. II. La formación permanente en los documentos de la Iglesia 55
que se les facilite «la posibilidad de una convivencia familiar entre ellos
y con los más maduros, de modo que sea posible el intercambio de
experiencias, el conocimiento recíproco y también la delicada práctica
evangélica de la corrección fraterna»;
125
PDV 82.
126
CONGREGACIÓN PARA EL CLERO, Directorio para el ministerio y la vida de los presbíteros (Nueva edi-
ción), Roma 2013, Introducción.
Cap. II. La formación permanente en los documentos de la Iglesia 56
127
Idem.
128
Directorio (NE). Introducción.
Cap. II. La formación permanente en los documentos de la Iglesia 57
129
Directorio (NE). Presentación.
130
Idem
131
Directorio (NE) 111.
Cap. II. La formación permanente en los documentos de la Iglesia 58
«un deber de trabajo inmenso, abierto, valiente, iluminado por la fe, sostenido
por la esperanza, radicado en la caridad»132.
"La Conferencia quiere expresar su vivo deseo de que crezca aun más en el
ánimo de todos los sacerdotes la preocupación constante por conservar y
mejorar la formación ascética, doctrinal y humana que recibieron en el
seminario, con el afán de asegurar también al fecundidad y la eficacia de su
ministerio pastoral"133,
132
Directorio (NE). Conclusión.
133
CR 21.
134
CR 23-24.
135
CR 25.
Cap. II. La formación permanente en los documentos de la Iglesia 59
«Junto con ello, es necesaria una mayor adaptación a todo el progreso humano;
la misión del presbítero, en efecto, exige una cultura encarnada y dinámica,
constantemente actualizada y profundizada, que no se reduzca a un mero
cultivo intelectual, sino que abarque todo el sentido de la «humanitas»,
enriquecida con sus valores vividos sacerdotalmente»136.
136
CM 26.
137
CP 705.
138
CP 901.
139
CP 916.
140
CP 901.
141
CSD 72.
Cap. II. La formación permanente en los documentos de la Iglesia 60
Más en concreto, habla de tres desafíos que han de estimular a los presbí-
teros en su formación permanente: el que dice relación con la identidad
teológica del ministerio presbiteral147, el que se refiere al ministerio del
presbítero insertado en la cultura actual, ya que: «el presbítero está llamado a
conocerla para sembrar en ella la semilla del Evangelio... lo cual incluye la
necesidad de potenciar adecuadamente la formación inicial y permanente de
los presbíteros, en sus cuatro dimensiones: humana, espiritual, intelectual y
pastoral»148, y el que se refiere a «los aspectos vitales y afectivos, al celibato y
a una vida espiritual intensa fundada en la caridad pastoral, que se nutre de la
experiencia personal con Dios y en la comunión con los hermanos, asimismo
al cultivo de relaciones fraternas con el Obispo, con los demás presbíteros de
la diócesis y con los laicos»149.
147
DAp. 193.
148
DAp. 194.
149
DAp. 195.
150
DAp. 196.
151
DAp. 197
152
DAp. 199.
Cap. II. La formación permanente en los documentos de la Iglesia 62
«se forme a los seminaristas para que comprendan y asuman la necesidad y los
fundamentos de la formación permanente en su futura vida ministerial»154.
En este sentido, señala que el Seminario, con vistas a fomentar esa dispo-
sición para la formación permanente en los seminaristas, «ha de ayudarles a
reconocer la propia vida y el futuro ministerio como un proceso que pasa por
etapas y va enfrentando situaciones diversas, a adquirir y afianzar la concien-
cia de la propia responsabilidad en la vigilancia sobre la vocación recibida, a
cultivar la vida de gracia, y a alentar el deseo y el compromiso de asumir la
formación permanente»155.
153
NBFSm 295.
154
NBFSm 297.
155
NBFSm 298.
156
NBFSm 296.
Cap. II. La formación permanente en los documentos de la Iglesia 63
Esta formación exige, a su vez, del sacerdote una actitud vital para apren-
der, crecer, corregirse y mejorar continuamente. Y aunque ha de ser integral,
no ha de olvidarse la pluralidad y diversidad; tampoco la gradualidad, aten-
diendo los cambios que implican en la vida personal los pasos de una etapa a
otra157. Y, finalmente, «también es necesario diferenciar las realidades que
derivan de la edad, la formación generacional y las situaciones particulares
que cada sacerdote vive»158.
157
NBFS 301-302.
158
NBFSm 302.
CAPÍTULO III
159
PDV 76.
160
Agustín MONTALVO, «La formación permanente en los sacerdotes jóvenes», en Simposio sobre la forma-
ción permanente de los sacerdotes, CEE, Madrid 1993, 255.
Cap. III. Propuesta formativa para los sacerdotes jóvenes 65
Los presbíteros jóvenes tienen una doble pertenencia. Por un lado, forman
parte del presbiterio diocesano, que es único. Por otro, presentan unas caracte-
rísticas que reclaman el establecimiento de un grupo peculiar, el de los
jóvenes presbíteros161.
161
PDV 76.
162
Manuel SÁNCHEZ MONGE, «La formación permanente en los sacerdotes», en Seminarios 208 (2013), 106.
Cap. III. Propuesta formativa para los sacerdotes jóvenes 66
163
Agustín MONTALVO, «La formación permanente en los sacerdotes jóvenes», o.c., 265.
164
PDV 72.
165
Amedeo CENCINI, ¿Creemos de verdad en la formación permanente?, o.c., 44-45.
Cap. III. Propuesta formativa para los sacerdotes jóvenes 67
166
Juan María URIARTE, La formación humana de los sacerdotes según "Pastores dabo vobis", Edice, Madrid
1994, 32
167
Idem.
168
Luis FLORES VILLA, «Para la formación permanente de los presbíteros», o.c., 81-83.
Cap. III. Propuesta formativa para los sacerdotes jóvenes 68
Por otra parte, a pesar de haber tenido con la mujer real un trato mucho
más real que las generaciones precedentes, la fragilidad parece también afectar
a su compromiso celibatario169. A ello contribuyen también las decepciones de
su corta experiencia sacerdotal. Precisamente, implicarse en el ministerio
sacerdotal en el que es difícil conseguir y evaluar los resultados y vivir la
soledad existencial del celibato son dos componentes que hacen delicada la
situación del sacerdote joven170.
Para ello el sacerdote joven cuenta con unos recursos interiores y apoyos
exteriores que le capacitan y facilitan no solo su mantenimiento sino su
crecimiento humano. Uno de los recursos es el intenso componente vocacional
subjetivo y objetivo, notablemente superior a las demás profesiones171. En
otras palabras: la tarea que realiza y los motivos por los que la asume tienen
una fuerte carga vocacional172. Vista desde la perspectiva humana, la tarea no
es una profesión, sino una dedicación abnegada y gratuita a un servicio
humanitario. Confortar, educar y alegrar a otros está inscrito en el corazón del
trabajo del cura.
169
Giuseppe PITAU, «La formación humana, fundamento de toda la formación sacerdotal», en Madurez hu-
mana y camino vocacional, EDICE, Madrid 2002, 25
170
Josu M. ALDAY, Aspectos psicológicos de la vocación, Vitoria-Gasteiz 1995, 62.
171
Juan María URIARTE, La formación humana de los sacerdotes según "Pastores dabo vobis", o.c., 33-34.
172
Giuseppe PITAU, «La formación humana, fundamento de toda la formación sacerdotal», o.c., 45.
Cap. III. Propuesta formativa para los sacerdotes jóvenes 69
Es preciso agregar que supone una inmensa gracia para un sacerdote joven
poder dar los primeros pasos de sus ministerio junto a (o cerca de) algún
sacerdote más adulto que sea humana, espiritual y pastoralmente rico. El
contraste diario y frecuente con él es un «seminario permanente»175.
173
Donald B. COZZENS, La faz cambiante del sacerdocio, Sal Terrae, Santander 2003, 178-179.
174
PDV 76.
175
Juan María URIARTE, La formación humana de los sacerdotes según "Pastores dabo vobis", o.c., 35.
Cap. III. Propuesta formativa para los sacerdotes jóvenes 70
Ahora bien, tal identificación tiene todavía más intensidad que profun-
didad. Se suele decir «que son más jóvenes que curas». La ordenación los
hace sacramentalmente presbíteros, pero es la vida y trabajos de los primeros
años que los hacen existencialmente presbíteros.178.
Por lo mismo, llegar a ser lo que uno es: sacerdote, sería la tarea principal
de este período. Identificarse con la propia vocación y misión. Este sería el
176
PDV 70.
177
PDV 76.
178
Juan María URIARTE, La formación espiritual de los sacerdotes según "Pastores dabo vobis", Edice,
Madrid, 81-82.
Cap. III. Propuesta formativa para los sacerdotes jóvenes 71
179
Agustín MONTALVO, «La formación permanente en los sacerdotes jóvenes», o.c., 259.
180
Ángel CORDOVILLA, El sacerdote hoy en su realización existencial, Sal Terrae, Santander 2010, 41-43.
181
Juan María URIARTE, La formación espiritual de los sacerdotes según "Pastores dabo vobis", o.c., 85.
Cap. III. Propuesta formativa para los sacerdotes jóvenes 72
El amor célibe es neto cuando rehúye las actitudes ambiguas que, debajo
de la relación espiritual o pastoral, revelan y esconden al mismo tiempo una
demanda más o menos explícita de amor o de jugueteo sexual. El amor célibe
es sobrio cuando sabe renunciar a formas de expresión del afecto que, por su
dinámica interna o por la significación social que tienen en nuestra cultura
están vinculados al amor sexual. El amor es gratuito cuando inmuniza al
célibe de la tentación de un trato funcional que estima preferentemente a las
personas en razón de su contribución a nuestros trabajos y programas 184. La
oblatividad del amor acostumbra al célibe a unas relaciones en las que nos
sentimos dispuestos a dar mucho a cambio de poco185.
182
Manuel SÁNCHEZ MONGE, Desafíos del sacerdote en el mundo actual, Edicep, Valencia 2011, 59-60
183
Ricardo BLÁZQUEZ PÉREZ, «La eclesiología y espiritualidad de comunión», en Espiritualidad de comu-
nión, Edice, Madrid 2003, 16.
184
Juan María URIARTE, La formación espiritual de los sacerdotes según "Pastores dabo vobis", o.c., 86.
185
Juan Luis LORDA, El celibato sacerdotal. Espiritualidad y formación, EUNSA, Pamplona 2006, 91-92.
Cap. III. Propuesta formativa para los sacerdotes jóvenes 73
El sacerdote joven precisa de una serie de apoyos, los cuales tienen en esta
fase la particularidad de «ayudarle a discernir». El sacerdote joven vive
intensamente un cúmulo de nuevas experiencias; pero necesita comprender lo
que está viviendo y sintiendo; necesita auscultarse a sí mismo para registrar el
impacto que le produce todo cuanto vive; necesita con frecuencia curar sus
heridas, extraer lecciones, corregir actitudes. Necesita, en definitiva, discer-
nir186.
Ha sido bastante común una actitud, más bien negativa ante la formación
permanente: la de considerar por parte de los sacerdotes jóvenes la formación
intelectual no tan necesaria. Se tiene la impresión de que al salir del Seminario
186
Juan María URIARTE, La formación espiritual de los sacerdotes según "Pastores dabo vobis", o.c., 86-
87.
Cap. III. Propuesta formativa para los sacerdotes jóvenes 74
ya se posee toda la teoría, y de lo que ahora hace falta es la práctica; más aún,
se piensa que para ésta, aquella tiene poca utilidad, y se acusa de demasiado
teórica y como de laboratorio a la formación recibida antes de la orde-
nación187.
En este sentido, hay que afirmar que la formación teológica de las gene-
raciones jóvenes es más actualizada, más viva, más «pastoral», más madura.
Pero es también dispersa, falta con frecuencia la visión de conjunto de toda la
teología, que puede convertirse en una serie de tratados inconexos, explicados
a partir de concepciones teológicas, no sólo diferentes, sino incluso enfren-
tadas.
187
Agustín MONTALVO, «La formación permanente en los sacerdotes jóvenes», o.c., 258.
Cap. III. Propuesta formativa para los sacerdotes jóvenes 75
188
Eugenio ROMERO POSE, «Teología sapiencial: una Teología para la evangelización», en Crecer en Sabi-
duría, Edice, Madrid 2001, 114-115.
189
Olegario GONZÁLEZ DE CARDEDAL, «La formación intelectual para el ministerio apostólico», en La
formación sacerdotal permanente, Edice, Madrid, 2004, 440-441.
190
Leonidas ORTIZ LOSADA, La formación sacerdotal a la luz del discipulado, Celam, Bogotá 2013, 248.
Cap. III. Propuesta formativa para los sacerdotes jóvenes 76
191
Directorio (NE) 95.
192
JUAN PABLO II, Carta encíclica Centesimus annus (1 de mayo de 1991), 57: AAS 83 (1991), 862-863.
193
Directorio (NE) 95.
194
Olegario GONZÁLEZ DE CARDEDAL, «La formación intelectual para el ministerio apostólico», en La forma-
ción sacerdotal permanente, Edice, Madrid, 2004, 450.
Cap. III. Propuesta formativa para los sacerdotes jóvenes 77
Por eso afirma ese mismo autor: «La formación intelectual, la profundidad
de nuestra experiencia cristiana y la independencia económica, son las fuentes
reales de la verdadera libertad cristiana y la real libertad histórica de la
Iglesia... Esa libertad, hecha de inteligencia, amor y coraje, da la medida de
nuestra capacidad y fidelidad evangelizadoras»195.
La PDV, sin dar una definición de lo que es pastoral, sí que hace una
apuesta clara por su categoría teológica con estas palabras:
195
Ibidem 451.
196
PDV 57.
Cap. III. Propuesta formativa para los sacerdotes jóvenes 78
éstas tienen con la fe, con la concepción eclesiológica y con la historia del
actuar eclesial197.
El mismo recorrido por las páginas de la Exhortación nos da las claves para
formular los imperativos de la acción pastoral hoy y para su renovación per-
manente:
«La caridad pastoral animará y sostendrá los esfuerzos humanos del sacerdote
para que su actividad pastoral sea actual, creíble y eficaz»199.
Pero ha de ser también creíble. Y, en este sentido, hay que aceptar que la
vida personal y social del sacerdote, su espiritualidad, su compromiso apos-
tólico, sus apuestas concretas son la referencia primera de la credibilidad de su
acción pastoral.
Otros temas a tratar, particularmente útiles, pueden ser los relacionados con
la catequesis, la familia, las vocaciones sacerdotales y religiosas, el conoci-
miento de la vida y la espiritualidad de los santos, los jóvenes, los ancianos,
los enfermos, el ecumenismo, los llamados «alejados», las cuestiones bioé-
ticas, etc.203.
Para ello se cuenta con una serie de recursos que la Iglesia no solo enumera
sino que ofrece en la realidad de cada diócesis, que los presbíteros pueden
utilizar con vistas a mejorar el ministerio y vida sacerdotal.
203
Fernando GARCÍA CADIÑANOS, «Pastoral de sectores y ambientes», en Diccionario del animador pastoral,
Monte Carmelo, Burgos 2005, 651-658.
204
NBFS 306.
Cap. III. Propuesta formativa para los sacerdotes jóvenes 81
2. Medios generales
a) Encuentros sacerdotales
205
Directorio (NE) 99.
Cap. III. Propuesta formativa para los sacerdotes jóvenes 82
b) Año pastoral206
Durante ese año, será conveniente evitar que los nuevos ordenados sean
colocados en situaciones excesivamente gravosas o delicadas, así como tam-
bién se deberán evitar destinos en los cuales lleven a cabo su ministerio lejos
de sus hermanos. Es más, sería conveniente, en la medida de las posibilidades,
favorecer alguna oportuna forma de vida en común.
206
Directorio (NE) 100.
Cap. III. Propuesta formativa para los sacerdotes jóvenes 83
Éstos son «un instrumento idóneo y eficaz para una adecuada formación
permanente». En este sentido, es muy oportuno que el Obispo programe y
organice los retiros periódicos y los ejercicios espirituales anuales, de modo
que cada sacerdote tenga la posibilidad de elegirlos entre los que normalmente
se hacen, en la diócesis o fuera de ella, dados por sacerdotes ejemplares, por
asociaciones sacerdotales o por institutos religiosos especialmente experi-
mentados por su mismo carisma en la formación espiritual, o en monasterios.
Ahora bien, a los recién ordenados se les debe organizar un retiro especial,
en el que tenga parte activa el Obispo.
207
Directorio (NE) 103.
Cap. III. Propuesta formativa para los sacerdotes jóvenes 84
d) La programación208
Hay que reconocer las dificultades que una auténtica formación perma-
nente suele encontrar, a causa sobre todo de las numerosas y gravosas obliga-
ciones a las que están sometidos los sacerdotes. Ahora bien, también cierto
que muchas de las dificultades son superables cuando se pone empeño para
afrontarlas con responsabilidad.
208
Directorio (NE) 104.
209
PDV 79.
Cap. III. Propuesta formativa para los sacerdotes jóvenes 85
Es deseable, donde sea posible, erigir una «Casa del Clero», como lugar de
encuentro para tener los citados encuentros de formación, y de referencia para
otras muchas circunstancias.
3.1 El presbítero
Este deber deriva del hecho de que ninguno puede sustituir al propio
presbítero en el vigilar sobre sí mismo. Él, en efecto, por participar del único
sacerdocio de Cristo, está llamado a revelar y a actuar, según una vocación
suya, única e irrepetible, algún aspecto de la extraordinaria riqueza de gracia,
que ha recibido214.
Por otra parte, las condiciones y situaciones de vida de cada sacerdote son
tales que, también desde un punto de vista meramente humano, exigen que
tome parte personalmente en su propia formación, de manera que ponga en
ejercicio las propias capacidades y posibilidades215.
212
Directorio (NE) 105.
213
PDV 70.
214
Román SÁNCHEZ CHAMOSO, «La formación permanente», o.c., 410.
215
Saturnino GAMARRA, «La formación permanente del sacerdote en el postconcilio», en Seminarios 58
(2012) 205-206, 117.
216
Directorio (NE) 105.
Cap. III. Propuesta formativa para los sacerdotes jóvenes 87
3.2 El Obispo
El Obispo debe prestar una atención del todo particular en lo que se refiere
a la formación permanente de sus presbíteros218. Existe, en efecto, una
relación especial entre estos y el Obispo, debido al «hecho que los presbíteros
reciben a través de él su sacerdocio y comparten con él la solicitud pastoral
217
Ritual de ordenación sacerdotal, Promesas de los elegidos presbíteros.
218
CONCILIO VATICANO II, Decreto Christus Dominus, 16; JUAN PABLO II, Exhortación postsinodal Pastores
gregis, 47.
Cap. III. Propuesta formativa para los sacerdotes jóvenes 88
219
PDV 79.
220
CONGREGACIÓN PARA LOS OBISPOS, Directorio para el ministerio pastoral de los Obispos, n. 76 y 83.
221
Directorio (NE) 107.
Cap. III. Propuesta formativa para los sacerdotes jóvenes 89
3.3 El presbiterio
222
Amedeo CENCINI, La formación permanente, o.c., 59 y ss.
223
Directorio (NE) 106.
Cap. III. Propuesta formativa para los sacerdotes jóvenes 90
Desde este punto de vista, hay que respetar con gran cuidado el derecho de
cada sacerdote diocesano a practicar la propia vida espiritual del modo que
considere más oportuno, siempre de acuerdo —como es obvio— con las
características de la propia vocación, así como con los vínculos que de ella
derivan226.
224
C.I.C., can. 278 § 2.
225
VATICANO II, Decreto Presbyterorum Ordinis, 8; C.I.C., can. 278, § 2; JUAN PABLO II, Exhortación post-
sinodal Pastores dabo vobis, 81.
226
Directorio (NE) 106.
227
Directorio (NE) 110.
Cap. III. Propuesta formativa para los sacerdotes jóvenes 91
228
José Luis FERRÉ MARTÍ, Apuntes de formación permanente, Universidad Pontificia de México, ad usum
privatum, pro manuscripto, México 2014, Ficha 4, 3.
Cap. III. Propuesta formativa para los sacerdotes jóvenes 92
Éste es el que programa las actividades que se han de hacer en las zonas o
decanatos, el que programa y controla las actividades diocesanas ofrecidas
para cada grupo de sacerdotes según la edad o para todos en general. Él
procura que, junto a la formación intelectual y humana, se integre la dinámica
pastoral de la diócesis debe por tanto programar en estrecho contacto con el
plan de pastoral diocesano y se incluya la imprescindible dimensión
espiritual-retiros mensuales, ejercicios o retiros anuales, etc. Él es el
responsable de realizar el programa general fijado, programa que en la
hipótesis de que hablo pero también sin esa hipótesis debe estar
establecido de antemano para determinados ciclos de tiempo (tres o cinco
años). Él es el que decide cuáles son las cuestiones de actualidad problemas
políticos o económicos, corrientes culturales o sociales, libros significativos
en teología y en el ambiente general, etc. que se deben tratar cada año y
busca los expertos para cada cuestión. Él programa los diversos cursos y
actividades en la cabecera de la diócesis o en distintos lugares claves de
ella.229.
229
José Manuel SÁNCHEZ CARO, «Servicios formativos para el acompañamiento a los sacerdotes en la forma-
ción intelectual», en La formación sacerdotal permanente, EDICE, Madrid 2004, 496-497.
Cap. III. Propuesta formativa para los sacerdotes jóvenes 93
230
José Luis FERRÉ MARTÍ, Apuntes de Formación de las Vocaciones, Universidad Pontificia de México,
ad usum privatum, pro manuscripto, México 2014, Ficha 31, 2.
Cap. III. Propuesta formativa para los sacerdotes jóvenes 94
231
Directorio (NE) 111.
232
PDV 44
233
PDV 44.
Cap. III. Propuesta formativa para los sacerdotes jóvenes 95
c) Dimensión intelectual
d) Dimensión pastoral
4.3 Evaluación
Diccionarios
Libros
Artículos de revistas
Manuscritos
Ponencias
Simposios
Discursos
Artículos de internet
INTRODUCCIÓN……………………………………………………. 5
I. LOS SACERDOTES JOVENES Y LA
FORMACIÓN PERMANENTE
5. Guía Pastoral para los Sacerdotes Diocesanos de las Iglesias que dependen
de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos ……………....37