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Son muchos los visitantes de nuestro Museo de los horrores a quienes les gustaría ver colgado
de sus paredes uno de los horrores más habituales en algunas regiones de España: la utilización
no normativa de los pronombres personales átonos de tercera persona: le, la y lo, con sus
correspondientes plurales: les, las y los.
Veamos el uso normativo de los mismos según la Real Academia Española, que se basa en su
origen etimológico:
1. LEÍSMO
Se denomina leísmo al fenómeno de utilizar los pronombres átonos le y les cuando lo
correcto sería lo y los o la y las:
o Al caballo le mataron después de la carrera.
Debería decirse:
El uso generalizado del uso de le como complemento directo cuando se refiere a un nombre
masculino, en singular, ha terminado por ser admitido por la Real Academia Española, y el
uso ha venido a matizar un tanto la norma anterior. De esta manera, son correctos:
o A Juan lo encontré en la puerta del cine.
o A Juan le encontré en la puerta del cine.
Pero no si se refiere a un nombre femenino: