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El término A ha sido objeto de muchas definiciones, algunas muy sencillas, basadas

en la etimología: la A es el estudio del hombre. Otra definición,por ejemplo, ha sido


la de Antropología como estudio de la cultura. Pero estas definiciones tampoco
resultan muy explicativas puesto que coinciden con las de otras disciplinas como la
Historia o la Sociología.
Por otra parte, con el deseo de intentar precisar un poco más definiciones tan
genéricas, teniendo en cuenta cierto componente histórico en la aparición de la
Antropología, diversos autores coinciden en señalar su nacimiento cuando se
escribe en plural la palabra ​civilización,​ cosa que habría ocurrido en la segunda
mitad del siglo XVIII; o bien cuando se empieza a emplear el término ​culturas
asimismo en plural, para designar no sólo a las culturas occidentales sino cualquiera
otras.
No puede dejarse de lado la constitución de su objeto en su nacimiento. Según
Godelier, la antropología como disciplina se desarrolló con la expansión del
capitalismo y su dominación colonial sobre las sociedades no capitalistas. Nació con
el descubrimiento del mundo no occidental por Europa y con el desarrollo de las
distintas formas de dominación colonial del mundo. Poco a poco, se fue delimitando
un campo de estudios, poblado de todas las sociedades no occidentales que
Occidente descubría en su expansión mundial.

Si el desarrollo de la antropología als disciplina puede relacionarse con la expansión


del capitalismo, puede decirse, también, que la simple reflexión antropológica se
desarrolla, generalmente, en dos tipos principales de situaciones: en las de contacto
entre culturas distintas, y en las situaciones de cambio, y más particularmente en las
de cambio rápido dentro de una misma cultura.

La definición de los esposos Kesing de Antropología dice que “Antropología es el


estudio de las universalidades y de las especificidades; un estudio de los
sorprendentes contrastes y de las extrañas similitudes; un estudio del significado y
la lógica de lo que nos parece extraño. Es el estudio de nosotros mismos, como
reflejados en el espejo de los modos de vida muy diferentes del nuestro propio.

Status ontológico del Otro

A lo largo de nuestra historia, los primeros pasos, mejor o peor dados, en el


reconocimiento del otro nos vienen de la mano de viajeros, misioneros y
comerciantes. A lo largo de esa nuestra historia, el otro ha sido visto,
fundamentalmente, como BÁRBARO, como PAGANO o INFIEL, como SALVAJE o
como PRIMITIVO.
Cada uno de esos conceptos tiene una significacion y implicaciones diferentes.
El calificativo ​bárbaro y la contraposición civilización/barbarie se caracteriza por
suponer el no reconocimiento del otro. Al otro, al bárbaro, se le conoce por lo que n
es y por lo que no tiene. El bárbaro es la negación del civilizado.
Pagano, infiel o idólatra son términos referidos a una religión reputada de falsa o
herética. La oposición, en este caso, es entre religión verdadera (cristianismo) y
religiones falsas; entre fieles a Dios y a la Iglesia, e infieles; una vez más, entre
civilizados y bárbaros.
Tampoco en este caso hay un reconocimiento del otro. Si bien se reconoce la
diferencia​, esta es un grave pecado. Frente a los otros, las actitudes adoptadas son
la ​conversión pacífica o violenta, la esclavitud o la muerte en guerra o en la hoguera.
O el otro se convierte en yo y deja de ser otro, o no tiene derecho a la existencia,
pues su alteridad lo convierte en enemigo .
El término ​primitivo se opone también al de civilizado. En este caso, sin embargo,
la oposición no es tan taxativa. El primitivo es diferente de nosotros, pero puede no
serlo, si se convierte en civilizado mediante la adopción de progreso.

Como se ve, en todos los términos anteriores utilizados tradicionalmente para


referirse a “los otros”, a pesar de sus diferencias tienen un denominador común: la
asimilación del otro a una jerarquía en la cual, por unas u otras razones, le
corresponde siempre una posición de inferioridad. En esa misma medida, puede
decirse que no hay reconocimiento del otro y, por lo tanto, que no hay antropología.
EN efecto, como esclavo, como infiel por convertir o matar, o como un atrasado por
reciclar, no se reconoce el derecho a mantener la diferencia, a mantener y respetar
la alteridad.

Si bien en la práctica el reconocimiento y respeto del otro sigue estando ausente,


también es verdad que, en el terreno teórico, en el de las declaraciones, en el siglo
XVI se produjo un avance importante. Dice Michelet que en dicha centuria se
realizaron dos grandes descubrimientos: el mundo y el hombre. En efecto, a
principios del siglo XVI se da la primera vuelta al mundo, y con ella se confirma la
esfericidad de la Tierra y se completa su reconocimiento. Pero ese descubrimiento
del mundo supone, asimismo, el descubrimiento del hombre no europeo que, a su
vez, lleva al descubrimiento del hombre europeo. Con este doble descubrimiento del
siglo XVI los europeos cristianos ya no podían conformarse con una explicación de
la diversidad humana totalmente determinista, basada en el clima o en el Génesis.
El enfrentarse con los pueblos del Nuevo Mundo obligó a plantearse el problema de
la naturaleza humana, así como el de la unidad y la diversidad de las razas.
Al descubrir a los pueblos del Nuevo Mundo, el europeo se descubrió a sí mismo;
y, por esta razón no ha de extrañar que los relatos de los europeos que describen el
ser y las costumbres de los indios, al mismo tiempo, nos estén hablando de los
mismos europeos. La metáfora del espejo vuelve a ser pertinente.
Capítulo 1
Tres fuentes
Lévi-Strauss afirmó que la más importante de las influencias que ha recibido la
antropología está directamente relacionada con el descubrimiento del Nuevo
Mundo. ​De una manera imprevista y dramática​, decía, el descubrimiento de
América forzó el enfrentamiento de dos humanidades, sin duda hermanas, pero no
por ello menos extrañas desde el punto de vista de sus normas de vida material y
espiritual.
En efecto, si el hombre americano podía ser considerado como desprovisto de las
gracias de la revelación de Cristo, a su vez, podía ofrecer una imagen que evocaba
reminiscencias antiguas y bíblicas. COn el descubrimiento de América, prosigue
Lévi-Strauss, el hombre cristiano, europeo, guerrero, jerárquico, territorial, industrial,
por primera vez no se encontraba solo o al menos en la exclusiva presencia de
paganos cuya condenación se remontaba a las Sagradas Escrituras. Con el
hombre americano​, lo que sucedió fue algo totalmente distinto pues ​su existencia
no había sido prevista por nadie​. Y lo que es más importante, la existencia de
tales hombres desmentía el divino mensaje.

Los problemas, las dudas, las reflexiones, las hipótesis y las polémicas que habrían
de resultar fértiles para el desarrollo de la reflexión antropológica fueron algo
posteriores a los primeros contactos. Incluso podría decirse que el hombre
americano fue descubierto sólo después de que se tomara conciencia de que
América constituía un continente distinto y separado de Asia. Sólo entonces los
indios americanos provocaron turbación en los espíritus europeos. Mientras tanto,
sólo fueron bárbaros o idólatras y los europeos cristianos tenían claro los principios
que convenía aplicarles.
Es en suelo americano donde el hombre empieza a plantearse en forma concreta el
problema de sí mismo y de experimentarlo en carne propia.
América ha ocupado durante mucho tiempo un lugar privilegiado en los estudios
antropológicos por haber colocado a la humanidad ante su primer gran caso de
conciencia.

Las descripciones de los primeros momentos, las realizadas después de contactos


superficiales y con los problemas derivados del desconocimiento de las lenguas
nativas, se caracterizan porque la información relativa al ​cómo son se resuelve, en
gran medida con alusiones a lo que no son ni tienen en comparación con lo que son
y tienen los propios observadores europeos, cristianos, agricultores, guerreros,
jerárquicos. Es decir, existe una caracterización precisa de en qué consiste la
civilización y la racionalidad. Se trata, consecuentemente, de comprobar si un
pueblo presenta los rasgos que suponen la civilización o no. En consecuencia se
presentan dos categorías mutuamente excluyentes: los civilizados y los bárbaros
Segunda fuente: ​Procede de la reacción política e ideológica que sigue a la
Revolución Francesa y a las ruinas dejadas por las conquistas napoleónicas
Desde el siglo XVI, y hasta el siglo XVIII , el ejemplo suministrado por los pueblos
indígenas derivó en dos modos de crítica social : 1) la coexistencia, en el presente
de formas sociales profundamente heterogéneas, planteaba la cuestión de su
recíproca relatividad y permitia poner en duda a cada una de ellas 2) la simplicidad
de las llamadas sociedades primitivas suministraba un punto de partida concreto
para una teoría acerca del progreso indefinido de la humanidad: pues si se había
partido de un lugar tan bajo, no había razón alguna para suponer que el movimiento
hacia adelante debiera detenerse y que las actuales formas sociales representaran
un ideal definitivo, imposible de mejorar.
Pero, en el comienzo del siglo XIX, en Europa no se ve sino desorden en todas
partes. Esto deviene en que, dado este pesimismo social por un lado y la del
despertar de los nacionalismos románticos, las orientaciones se orienten hacia un
pasado a la vez lejano, circunscrito en el espacio y cargado de investigación

Tercera Fuente: El impacto de la teoría evolucionista de Darwin, la cual


suministraría una interpretación global a la historia biológica del hombre dentro de la
cual los documentos relativos a este podrían encontrar su lugar adecuado y ser
plenas de sentido. Los objetos patrimonio de los salvajes, las descripciones de sus
costumbres, las crónicas de los viajeros no se ven ya como cosas exóticas sin como
testimonios de la evolución del hombre.

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