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García. SJ
unir
Espiritualidad ignaciana
para laicos
T
Comunidades de Vida Cristiana (CVX):
Espiritualidad ignaciana para laicos
SlTl W e 17
Comunidades deVida Cristiana
Secretariado de Ejercicios
Ceferino García, S. J.
Comunidades
de Vida Cristiana (CVX)
Espiritualidad ignaciana
para laicos
Editorial SAL T E R R A E
Santander
© 1986 by Bflitátiaf Sel jerráe
Guevara, 20
39001 Santander
Con las debidas'licencias
Impreso en España. Printed in Spain
ISBN: 84-293-0740-0
Depósito Legal: BI-316-1986
Impreso por: Gráficas Ibarsusi, S. A.
Camino de Ibarsusi, s/n
48004 BILBAO
índice
Págs.
Presentación 7
5
Págs.
2. Para encontrar y aceptar la voluntad
de Dios (comunidad de discernimiento) SI
3. La CVX, comunidad para la misión:
el servicio 54
4. Comunidad de fe: Integración
evangelio y vida 61
6
Presentación
7
Desde aquí tenemos que dar las gracias a todos
los que han ido por delante de nosotros y nos han
dado su saber y la experiencia de muchos años de vida
cristiana en comunidad. Ellos son los que avalan todo
lo que aquí se sintetiza.
Por ello, estas páginas pueden servir para infor-
mar a quien no conoce las CVX, pero también pueden
servir (a quienes inician su andadura como Comuni-
dad) de instrumento clarificador o de sugerencia para
encontrar la propia identidad.
El Señor y su Madre nos ayuden a todos a escribir
con nuestra vida una respuesta más justa y cabal que
ayude a todos los hombres a descubrir lo que nues-
tro nombre indica: que estamos todos llamados a ser
COMUNIDAD DE VIDA CRISTIANA.
8
1
Descripción de
una Comunidad
de Vida Cristiana (CVX)
Una primera aproximación al conocimiento de las
CVX nos la va a dar una breve descripción, tomada
de sus Principios Generales*, que nos permitirá dife-
renciarlas de otras realidades semejantes y señalar
aquello que las especifica.
Una Comunidad de Vida Cristiana es: «Un grupo
estable de personas de condición semejante, laicos,
que se sienten Pueblo de Dios. Y por ello llamados a
vivir en Comunidad para formar personas comprome-
tidas al servicio del Reino de Dios».
9
1. G R U P O ESTABLE D E P E R S O N A S
Una C V X está formada por ocho a doce personas
que de una manera periódica .se reúnen para intentar
ayudarse, unas a otras, a realizar la integración en su
vida diaria de la teoría y práctica de la vida cristiana.
1.1. Las CVX son GRUPOS, lo cual significa que
existe un proceso de formación, crecimiento y madu-
ración, común a todos los grupos humanos y con las
mismas leyes que caracteriza a todo grupo: división de
roles, etc.
1.2. Para que la dinámica de un grupo sea todo lo
viva e intensa que precisa una CVX, se señala que el
número ideal de componentes sea de 8-12. Menos, se-
ría empobrecer el grupo; más origina un alargamiento
de las reuniones, si participan todos, o bien reduce la
comunicación, dificultando el conocimiento personal,
o permite que existan personas que no participen lo
más mínimo, escudándose en que lo hacen las demás.
De todas formas, el número no es un dato rígido, y
en cada etapa de una CVX se verá qué es lo más con-
veniente según las circunstancias del grupo.
10
1.4. Por este motivo son GRUPOS de ESCUCHA
Los grupos pueden pretender, según las necesida-
des de sus miembros,
a) aclaraciones doctrinales: v. gr., catecumena-
dos, cursos bíblicos, etc.;
b) coordinar una acción pastoral o social de una
parroquia o movimiento;
c) una integración, a nivel personal, de la refle-
xión y la acción.
1.4.1. La aclaración doctrinal exige un tipo de reu-
nión dirigida a la discusión teórica, presentación y re-
solución de obscuridades y dificultades, explicitación
de las relaciones que existen entre unas verdades y
otras, etc.; es decir, se busca una iluminación de la in-
teligencia o disipar ignorancias. Son frecuentes en los
catecumenados, Pre-CVX, Cursos bíblicos..., donde
es preciso dejar bien sentada la identidad cristiana a
nivel de doctrina o incluso de jerarquía de valores de
comportamiento.
1.4.2. El segundo tipo de grupos son los de acción
pastoral o social. Pretenden una finalidad concreta:
realización de campañas (hambre, misionales, cultura-
les), campamentos, etc.; o bien es un grupo que se reú-
ne para preparar la catequesis parroquial de primera
comunión o confirmación; o trata de ser la junta pa-
rroquial o de Caritas parroquial o diocesana. La reu-
nión está centrada sobre el trabajo concreto a realizar
por cada uno y por el grupo: fines, métodos, dificulta-
des, soluciones. N o se aporta ningún elemento que se
refiera a la vida personal de los participantes, ni siquie-
ra a las motivaciones por las que realiza aquello.
Si el grupo descrito en 1.4.1. es un G R U P O de ES-
T U D I O , el que se describe en 1.4.2. es un G R U P O de
TRABAJO.
11
1.4.3. Una CVX es un grupo que pretende integrar
la reflexión-oración con la acción-comportamiento (vi
da ordinaria) de cada uno de sus miembros; es decir,
unir «contemplación y lucha» o, según la definición de
Ignacio de Loyola, ser «hombres (personas) contem
plativos en la acción».
Para esto es indispensable que sean G R U P O S D E
E S C U C H A donde se comparte O R A C I Ó N Y V I D A ;
no sólo porque allí se ora y se comunica la vida de
cada uno, sino porque se da y se recibe de los demás y
a los demás la propia vida hecha oración: lugar de en
cuentro entre Dios y la persona.
12
su vida (aunque siempre toda vida es cambio, en ma-
yor o menor grado), y han hecho una opción conscien-
te por este estilo de vida y desean realizarlo en todo
momento y circunstancia, aunque éstas sufran cam-
bios importantes.
Mientras llega el momento de esa opción, la comu-
nidad es una C V X en proceso de formación, y sus eta-
pas de crecimiento son tan importantes que de ellas y
de cómo se vivan dependerá el momento de esa opción
y la forma de vivir el compromiso de C V X formada.
Todo esto tiene aplicación a las C V X de jóvenes.
Tanto las CVX que se forman con jóvenes como las
de adultos tendrán que entrar en ese proceso de creci-
miento y asimilación, hasta llegar al momento de op-
tar por el estilo de vida CVX. Lo que es claro es que
una C V X de jóvenes tiene dos procesos iniciados: el
de maduración personal y el de maduración como
C V X ; cuando ambos lleguen a su culminación, esa
CVX estará formada en plenitud. Esto dependerá de
la gracia de Dios, de la capacidad de generosidad y de
la maduración humana de las personas jóvenes que la
integran.
13
sido motivo para compartir a todos los niveles, pues se
han vivido con la intensidad, la alegría y el gozo de un
grupo de amigos, pero también con la profundidad de
una mirada desde la fe.
2. D E C O N D I C I Ó N SEMEJANTE
(«Principios Generales», n.° 12)
«Cada grupo está compuesto ordinariamente de
personas de condición semejante, como edad, profe-
sión, estado de vida, etc.».
Es un criterio variable; se puede, decir que cada
CVX tiene una vida particular, como la de todo grupo
que no se elige de un modo selectivo, sino abierto, y
confiando en que las circunstancias que motivan su
comienzo son una concreción de aquella palabra del
Señor: «No sois vosotros los que me habéis elegido a
mí, fui yo quien os elegí a vosotros» (Jn 15,16). Por
eso las CVX, ordinariamente, están formadas por per-
sonas que presentan una cierta semejanza, pero no
son una excepción las CVX formadas con una cierta
heterogeneidad.
14
partir de este momento su carisma ignaciano se diluye
en unas asociaciones piadosas.
15
que su existencia está como entretejida. Allí están lla-
mados por Dios a cumplir su propio cometido, guián-
dose por el espíritu evangélico, de modo que, igual que
la levadura, contribuyan desde dentro a la santifica-
ción del mundo». (L. G., n. 31).
3.3. Su sentido laical les hace ser responsables del
movimiento y prepararse a fondo para llevar a otros
por el camino que el Señor les lleva a ellos; por tanto,
«de los sacerdotes, los laicos pueden esperar orienta-
ción e impulso espiritual, pero no piensen que sus pas-
tores están siempre en condiciones de poderles dar in-
mediatamente solución concreta en todas las cues-
tiones, aun graves, que surjan. N o es ésta su misión».
(G. S., n. 43).
En capítulo aparte trataremos de las funciones
dentro de la CVX y cómo cada persona de la Comuni-
dad puede servir a ésta desde una función concreta.
4. P O R E L L O , L L A M A D O S A VIVIR
EN C O M U N I D A D
(P. G., n. 6)
4.1. El sentido de Comunidad nace en la C V X de la
experiencia profunda y radical de la vocación cristiana
a la que han sido llamados sus miembros por el Bau-
tismo. El ser incorporados a la vida de Cristo y llama-
dos a vivir como El («quien quisiere venir conmigo ha
de ser contento de comer como yo, y así de beber y
vestir», etc.; «así mismo ha de trabajar conmigo en el
día y vigilar en la noche...», etc. [EE. 93]) hace que
cada grupo desee experimentar en sí mismo lo que lue-
go va a ser objeto del testimonio hacia los demás. La
Comunidad es «una experiencia concreta de unidad en
el amor y en la acción»; ella [será el sacramento del
amor de Cristo a todos sus miembros, «una célula de
16
su Cuerpo Místico, cuyos miembros están unidos en-
tre sí por su común compromiso, su común estilo de
vida y su filial amor a María». La aceptación, entrega
y sacrificio de todos entre sí irá haciendo más claro y
transparente el amor del Señor a cada uno, y la salva-
ción experimentada en el interior de la C V X será la
fuerza que impulsará a cada uno a llevarla a los de-
más; podrá ser testigo, no predicador ni «campana que
suena», sino indicador de una experiencia donde cada
uno ha encontrado el amor liberador de Cristo hecho
realidad, encarnado en el mundo actual para seguir
siendo salvación para todos los hombres.
4.2. En este sentido, ser comunidad implica para una
CVX ser:
17
trabajo misionero de las diócesis y de la Iglesia del
mundo «para llegar a todos los hombres de buena vo-
luntad». (P. G., n. 6).
18
invalida todo posible compromiso de vida, a la vez que
sume en un «pasotismo» estéril o en la actitud de quien
sólo adopta compromisos relativos, siempre dispuesto
a dejarse convencer o cambiar por cualquier situación
o razonamiento.
Frente a esto, la C V X quiere que sus Comunida-
des se comprometan, asuman la parte de responsabili-
dad que les corresponde y mantengan creciente su ni-
vel de compromiso. Un compromiso que no podrá ser
absoluto e idéntico para todas las Comunidades, sino
adecuado al tipo de Comunidad y a la etapa de forma-
ción en la que se encuentre, como preparación para
llegar a un compromiso definitivo con la CVX. De
esta manera, desea que sus miembros puedan alcanzar
el grado de madurez personal que entraña el ser capaz
de asumir en todo momento su propia existencia en fi-
delidad a su «yo» psicológico y, sobre todo, histórico.
El ser humano se hace integrando el presente en la his-
toria, no comenzando de cero a cada momento, como
si todo lo pasado fueran ruinas cuyos materiales no
sirven para la construcción del futuro. El compromiso,
asumir responsabilidades, ser memoria actual de si
mismo, hace que la C V X arraigada en sí misma pueda
ser fuerza de futuro.
19
dad, aunque tampoco se descarta explícitamente; sino
que cada persona se sentirá llamada a un tipo de servi
cio según su inserción en el mundo.
Sin embargo, este servicio está orientado hacia un
fin: «Por el progreso y la paz, la justicia y la caridad,
la libertad y la dignidad de todos los hombres» (P. G.,
n. 2). Pero las C V X son conscientes de dónde se pre
senta su trabajo: allí donde las barreras para conse
guir este fin son mayores: «Bien vemos que tenemos
que consagrarnos ante todo a la renovación y santifi
cación del orden temporal, es decir, trabajar en la re
forma de las estructuras de la sociedad, tomando parte
en los esfuerzos de liberación de quienes son víctimas
de toda clase de discriminación, y en particular en la
supresión de las diferencias entre ricos y pobres dentro
de la Iglesia» (P. G., n. 7).
Llevar a la sociedad lo que es la vida interior de la
CVX como experiencia gozosa de liberación y salva
ción, exige de cada CVX un proceso de discernimiento
y escucha de la realidad social y de la urgencia con
que el amor de Cristo se deja sentir en su interior. De
esta forma encontrará el «dónde» y el «cómo» ese ser
vicio se ha de hacer verdad.
20
2
El proceso de formación
de una CVX
1. E L C A M I N O D E LAS C V X
«Entrar a formar parte de un grupo CVX es, ante
todo, una invitación a comenzar un CAMINO, cuyo
destino —abierto— irá descubriendo cada uno con la
ayuda de los demás.
Si bien este camino se presenta al principio como
algo casi desconocido, ya en el comienzo de él se en-
cuentran las claves básicas que lo guiarán y que, a su
vez, son las principales motivaciones que llevan a inte-
resarse y entusiasmarse por las CVX.
Pero ¿cuáles son estas claves o motivaciones ini-
ciales? De una forma necesariamente general, podría-
mos decir que una persona que entra en una CVX tie-
ne consigo al comenzar el camino,
a) una actitud de búsqueda, manifestada en un
profundo deseo de dar un mayor sentido a la
propia vida;
21
b) un ansia o anhelo de redescubrir o poner en
movimiento una fe personal, una relación más
constante e intensa con Dios;
c) un deseo de transformar el contexto en el que
vive, que intuye injusto;
d) una necesidad de otros, de relacionarse en la
amistad, de crecer en el conocimiento intra- e
inter-personal.
Por cierto que estas motivaciones adquieren signi-
ficaciones e intensidades distintas, de acuerdo con las
situaciones socio-políticas en los diferentes contextos.
En cualquier caso, el camino que se comience irá
perfilando estas actitudes, profundizándolas, enrique-
ciéndolas con la experiencia, permitiendo conversiones
o cambios personales progresivos, en los que el grupo
y el individuo crecen en «ser personas» y en generosi-
dad.
Cuando se comparten por primera vez con el gru-
po los deseos de cada persona y se comienzan a cono-
cer los puntos comunes que trazarán el camino del
grupo, se inicia una nueva vida que va a implicar cam-
bios sustanciales en cada uno».
(Texto base de la Asamblea CVX. Granada, julio
1985).
1.1. Todo grupo de personas que se reúnen experi-
menta un proceso análogo al que tiene cada persona.
Se podría decir que el grupo posee una vida, y en ese
discurrir vital se pueden señalar ciertas etapas, con
todo lo que lleva de impreciso el querer meter «la vida»
dentro de unos patrones fijos.
1.2. Cada etapa tiene una duración variable, depen-
diendo del número de personas que forman la C V X y,
sobre todo, del modo y forma de ser de cada una de
ellas.
22
1.3. N o todas las personas se encuentran en cada
momento en iguales circunstancias; es habilidad del
Guía del grupo el saber moderar la marcha para que
ni se descuelguen los que van más rezagados ni se im-
pacienten los que caminan más deprisa. El grupo son
todos los que lo forman, y es al conjunto a lo que se
debe atender.
1.4. Cada una de estas etapas está siempre presente
de una u otra manera en la vida de la persona y de la
CVX. N o es un avance lineal en el que cada etapa
concluida significa un olvido de todo lo anterior. N o es
así en la vida cristiana de sus miembros y no puede
serlo en la vida de una Comunidad; más bien es una
integración de cada etapa sobre lo adquirido en la eta-
pa anterior y que se debe renovar constantemente.
1.5. Las etapas están descritas con terminología de
los Ejercicios Espirituales de San Ignacio, que son el
hilo conductor de toda la espiritualidad de las C V X
(P. G., n. 4). «La espiritualidad de nuestros grupos
gravita en Cristo... Consideramos los E.E. de San Ig-
nacio como una fuente específica y el instrumento ca-
racterístico de nuestra espiritualidad».
1.6. Hasta el momento, es posible describir con deta-
lle las primeras etapas. Existen descripciones de todas
las etapas en:
- SURVEY del Proceso de formación de las CVX (FMCVX. Ro-
ma).
- COMUNIDADES DE VIDA CRISTIANA (A. Brito y otros.
Braga-Portugal).
23
esta descripción del proceso porque ayuda a conocer
lo que está ocurriendo y a proponer un camino real y
experimentado a toda C V X que inicia su andadura.
2. D E S C R I P C I Ó N D E ESTAS E T A P A S
a
2.1. 1. ETAPA: DE INICIACIÓN:
PRESUPUESTO DE LOS EJERCICIOS
ESPIRITUALES
24
2.1.3. Objetivos específicos de esta etapa
2.1.3.1. PERSONALES:
* Clarificar los intereses, motivaciones y necesidades
personales en el momento actual.
* Conseguir un grado de apertura a
los demás que le permita establecer
una amistad estable (comunicación
de opiniones, experiencias y senti
mientos).
* Actitud de reconocimiento (respeto),
aprecio y aceptación propia frente a
los demás (Soy lo que soy).
* Actitud de reconocimiento (respeto),
aprecio y aceptación de los demás
(Son como son).
* Liberación personal de todo lo que
impide tener unas relaciones inter
personales: la rutina, la tozudez, el
anquilosamiento, la fijación en eta
pas infantiles, el autoritarismo, etc.
2.1.3.2. GRUPALES:
* Conocimiento personal de los que
forman el grupo: modo de ser, gus
tos, preferencias, opiniones respecto
de los problemas principales de la vi
da...
* Confianza mutua para expresar en el
grupo las opiniones, sentimientos y
experiencias que no se dirían en
«cualquier» reunión.
* Cohesión del grupo; unión entre los
que integran el grupo: inicio de una
amistad.
25
* Disposición de servicio recíproco en
todo aquello en lo que cada cual
pueda ayudar.
2.1.3.3. F O R M A C I Ó N CRISTIANA:
* Comprensión y profundización en
los elementos de una vida cristiana
integral: Escritura (Evangelios),
Oración, Liturgia, Sacramentos...
* Comprensión y aceptación de la
vida eclesial comunitaria.
* Integración de la categoría «Reino
de Dios» en la vida cristiana.
* Aceptación gradual de las conse-
cuencias prácticas en la vida real de
todo lo anterior.
* Iniciación a la oración: comienzo
con «Evaluación u oración sobre el
día».
2.1.4. Señales que marcan el fin de esta etapa
2.1.4.1. PERSONALES:
* Predomina el convencimiento de que
los intereses y necesidades persona-
les se han de lograr a través de la
vida en grupo.
* Hay una valoración positiva de lo
que uno es y puede. N o hay una in-
fluencia negativa de la «historia per-
sonal»; se asume esa historia y se
parte del momento presente.
* Respeto y valoración positiva de las
comunicaciones del resto del grupo.
«Intenta salvar la proposición del
prójimo...»
26
* N o se pretende «tener siempre
razón...»
* N o se acude (como principio) al re
curso de lo pasado.
* Se continúa la idea o aportación rea
lizada por otro del grupo.
* Predominan las aportaciones de tipo
«vivencial»: aplicaciones prácticas,
cambio de conducta, compromisos
personales... etc.
2.1.4.2. GRUPALES:
* Al dirigirse unos a otros, hacen refe
rencias a lo dicho por el otro en días
anteriores, a sus opiniones, etc.
* Hablan con mayor profundidad que
en otras reuniones (de las primeras...
hace meses... o con otras personas).
* H a y una total seguridad en la discre
ción de los demás. (Se guarda secre
to de lo tratado).
* Se cuenta con la aceptación y acogi
da de los otros.
* N o hay recelos y reservas de lo di
cho en el grupo.
* Aumentan las relaciones «extra»
(fuera) de la reunión, de tipo infor
mal...
* Son frecuentes las actuaciones y/o
peticiones de ayuda o servicio a los
que lo necesitan.
* Comienzan a tomar la iniciativa y la
responsabilidad en cuanto a la temá
tica y necesidades propias del grupo.
27
2.1.4.3. F O R M A C I Ó N CRISTIANA:
28
que darles una salida, o el grupo de-
cide esperar,
b) Al final de esta etapa se podría hacer
una exposición más completa de lo
que son las C V X (¿cursillo, reti-
ro...?).
2.1.5. Actividades para esta etapa
2.1.5.1. REUNIONES:
* Semanal; de grupo.
2.1.5.2. LITURGIA:
* Eucaristía dominical.
2.1.6. Material
— CVX BERCHMANS, Jesucristo; La Iglesia; Dios camina con su
pueblo-(Catecumenados 1, 2 y 3), Ed. Sal Terrae, Santander 1981-
1984.
— G. FOUREZ, Liberar la fe, Ed. Sal Terrae, Santander 1977.
— A. PATÍN, La aventura de Jesús de Nazaret, Ed. Sal Terrae, San-
7
tander 1985 .
— JUAN PABLO II, Encíclica tRedemptor hominis:
— Catequesis de la «Pascua de VUlagarcia».
29
* Si es posible, algún fin de semana se
puede dedicar a algunos temas de es-
pecial interés: las relaciones interper-
sonales; algún retiro en adviento,
cuaresma...
* Programar reuniones conjuntas (1 ó
2 al año) con otros grupos de C V X
para fortalecer el sentimiento de
identidad y pertenencia. (Breve en-
cuentro, Eucaristía y celebración fes-
tiva).
a
2.2. 2. ETAPA: PRINCIPIO Y
FUNDAMENTO
2.2.1. Objetivo principal: Formación de la comuni-
dad de fe.
2.2.2. Características de esta etapa:
Esta etapa del proceso de maduración cristiana
comunitaria está inspirada en el Principio y Funda-
mento de los Ejercicios. Por tanto se caracteriza por
ser un período de adquisición de una:
VISION POSITIVA D E L YO Y D E L M U N D O
COMO CREATURAS DEL PADRE.
2.2.3. Objetivos específicos de esta etapa
2.2.3.1. PERSONALES:
* Introducción y desarrollo de la vida
de oración personal a partir de la
«oración sobre la vida» (examen o
evaluación diaria); adquisición de un
modo de ver los acontecimientos dia-
rios a la luz de la fe.
* Tomar conciencia de las cualidades
personales y de los propios defectos,
30
aceptando las dos cosas e integrán-
dolas en la visión positiva de uno
mismo como creado por el Padre.
(El primer don del Padre para cada
uno es uno mismo).
* Asimilación del contenido del Princi-
pio y Fundamento.
(Disponibilidad a la voluntad de
Dios).
* Aceptación y compromiso gradual
del estilo de vida de la CVX. (Princi-
pio General n.° 11), especialmente
los que puedan servir para una me-
jor integración personal (humano-
espiritual-apostólica).
* Crecimiento en la consideración y
valoración de las personas del grupo
como don de Dios.
2.2.3.2. GRUPALES:
* Consolidar y potenciar los objetivos
de la etapa anterior.
* Superar las dificultades que se pre-
senten en las relaciones interperso-
nales.
* Adquirir un clima de confianza mu-
tua en el que se puedan compartir
las vivencias, dificultades e ilusiones
con los compañeros de grupo.
* Lograr unas relaciones grupales de
interés y apoyo mutuo.
* Sentimiento de estima y aceptación
mutuas.
31
(«Todas las cosas de sobre la haz de
la tierra son creadas para el hom
bre»).
2.2.3.3. DESERVICIO:
a) Hacia adentro:
* Participar en las actividades organizativas del
Centro.
* Ser monitor de algún grupo de
' jóvenes.
* Dirigir o colaborar activamente
en la dirección de las activida
des litúrgicas para jóvenes o
para adultos.
* Colaborar en la preparación y
realización de convivencias, reti
ros o jornadas formativas para
grupos de iniciación.
b) Hacia afuera:
* Colaborar en actividades asisten-
ciales parroquiales o diocesanas;
v. gr.: Caritas, Catequesis, etc.
* Colaborar en las actividades de
promoción humana del Centro.
* Participar en acciones ciudada
nas.
* Intervenir en aquellos lugares
donde se vea la posibilidad de
realizar un servicio necesario:
Asociaciones de vecinos, Secre
tariados diocesanos, Justicia y
Paz, etc.
32
2.2.4. Aspectos clave de esta etapa
— No son una lista de temas para las reunio
nes.
— Son una explicitación-guía de puntos o as
pectos que cada persona del grupo irá incor
porando vivencialmente, N O I D E O L Ó G I
C A M E N T E (teoría).
— Podríamos decir que desarrolla la etapa del
proceso de los Ejercicios que corresponde
al Principio y Fundamento.
(Cfr.: G. Cusson: Los E.E. en la vida co
rriente cap. III, págs. 57-71; M. Plaza: Los
E.E. personalizados en la vida corriente, fi
cha n.° 4, Fundamento I).
* Ver la realidad desde la Fe: Relación de la
Escritura.
* El Universo: obra del amor de Dios. Lla
mada de Abraham.
* Lectura de los sucesos y situaciones.
* Cristo, la medida de todas las cosas.
* Visión positiva de Dios-Padre, presente en
personas y cosas.
* María, modelo de respuesta: colaboradora
con Cristo.
2.2.5. Los Ejercicios Espirituales en esta etapa
2.2.5.1. L A EXPERIENCIA DE EJERCICIOS EN ESTA
ETAPA ES CRUCIAL:
33
— para servir de cohesión y fuerza al
grupo;
5.2. S E PUEDE HACER DE MUCHAS FORMAS:
35
— L. BOFF, Jesucristo el Liberador, Ed. Sal Terrae, Santander
3
1985 .
— J. GSELL, «Compañeros en el camino con María», suplemento
Progressio, n.° 11, Roma.
36
* Facilidad para la vida de oración personal y en
grupo.
* Descubrimiento de las limitaciones, tanto persona-
les como sociales, que coexisten con la visión des-
crita hasta ahora.
* Integración de FE y SERVICIO.
a
2.3. 3. ETAPA: PRIMERA SEMANA
DE LOS EE. EE.
2.3.1. Objetivo principal: Formación de la comuni-
dad de salvación.
2.3.2. Características de esta etapa:
La nueva etapa en la que entra el grupo es un
periodo dedicado a la integración del proble-
ma del mal. Después de haber conseguido una
visión positiva de la realidad desde la fe, ahora
se plantea un paso más profundo y realista:
cómo se estructura en ella el mal que nos ro-
dea a nivel personal y colectivo, sin perder
para nada de vista la visión global de la fe en
el Dios de la Vida, que acompaña a la crea-
ción hasta su plena realización en Cristo.
Esta etapa se basa en la experiencia de la Pri-
mera Semana de los Ejercicios: «El plan de
amor que Dios dio a los hombres fue y es re-
chazado por ellos; este rechazo tiene sus con-
secuencias tanto a nivel personal como a nivel
social. Sin embargo, el Plan de Dios sigue en
pie y nos llama continuamente a su realiza-
ción».
37
ciones personales, tanto las cons
cientes (pecado) como las incons
cientes (afectos desordenados).
Experiencia de los temores, comple
jos, mecanismos de defensa e impo
tencia que nos cierran e impiden el
cambio de vida (conversión).
Toma de conciencia de la inmadurez
afectiva, infantilismos o posturas de
inseguridad personal, defensa de la
propia imagen, etc., en la medida en
que existen en nuestro comporta
miento personal, familiar y social
(profesional).
Reconocimiento del mal social (pe
cado estructural) en sus diferentes
realidades: injusticia, opresión, mar-
ginación, hambre, paro, desintegra
ción familiar, abandono, soledad...
Valoración de la influencia del mal
social en los valores, costumbres, le
yes, modas, comportamientos, crite
rios, instituciones (estructuras) so
ciales actuales.
Valoración y ponderación de la car
ga de mal social que pesa sobre to
das las personas y su influencia para
encadenarlas en el egoísmo y la falta
de libertad (experiencia de la propia
dificultad para crecer en amor y li
bertad).
Sentimiento profundo de la necesi
dad de salvación para poder crecer
en el amor y la libertad.
* Sentir la necesidad urgente de con
versión (cambio) de mentalidad y de
afectos (querer lo que quiere Jesús).
* Experiencia de la salvación recibida
en Jesús, que incite a seguir tras los
pasos de Jesús (Segunda Semana).
GRUPALES:
39
dada en esa «buena voluntad», corte-
sía, más que en una experiencia con-
trastada de comunidad).
* Superación de los momentos difíciles
por el esfuerzo de honradez de todos
los miembros y el deseo de llegar a
una total sinceridad.
* Vivencia de la experiencia comunita-
ria de la salvación de Cristo. Cristo
salva a cada uno y salva al grupo,
siendo El y sólo El quien mantiene la
unidad del grupo.
* Aceptación de la responsabilidad
conjunta sobre el futuro del grupo.
El grupo llegará adonde todos juntos
queramos que llegue, con la ayuda
del Señor.
.3.3. D E SERVICIO:
Hacia adentro:
* Continúa un incremento y profundi-
zación en las actividades emprendi-
das.
Hacia afuera:
* Se afianzan y consolidan las accio-
nes y compromisos.
Como novedad de este periodo:
el) Participan en alguna experiencia directa con si-
tuaciones de injusticia o estructuras opresivas, si
hasta el momento no se han tenido.
c.2) Se fomentará el análisis de esas experiencias
para que se vivan como experiencia personal de
los efectos del pecado estructural.
c.3) Vivencia de la importancia personal frente al
mal.
c.4) Sentimiento de la necesidad de redención en
Cristo y escucha de la llamada a la colaboración
con la misión de Cristo.
c.5) Contraste y discernimiento de la cuestión: «¿A
quién sirvo realmente: a mí mismo o a otros?»
(¿Me busco en mi acción?).
41
3.4.5. Experiencia de la propia situación y de
la influencia que hay en nosotros del mal
y del desorden.
3.4.6. T o m a de conciencia de la lógica de nues-
tra vida (¿a dónde nos conduce?). Am-
plitud de nuestra falta de libertad (escla-
vitud).
3.4.7. Experiencia de la propia incapacidad
para salvarse.
3.4.8. Vivencia del Misterio de Amor que nos
ofrece y nos invita a la salvación y libe-
ración en Jesús crucificado.
Las reuniones en esta etapa
(Cfr. Cap. 4 : «Reuniones de una CVX»).
3.5.1. El ambiente de grupo debe fomentar una
sencillez y una apertura que ayuden a
todos a romper con sus inhibiciones y
barreras, a fin de ser y manifestarse tal
como cada uno es.
3.5.2. Para fomentar el crecimiento y madura-
ción personal en esta etapa, es pieza cla-
ve LA EVOLUCIÓN PERSONAL.
(Cfr.: método y forma de hacer esta
Evaluación diaria personal, pp. 64 ss.).
* El grupo lo hará en algunas reuniones como
medio de aprendizaje.
* Cada persona lo hará diariamente, al fin del
día, para adquirir una actitud permanente de
discernimiento.
* Se dedicará de vez en cuando la reunión a RE-
VISIÓN sobre la evaluación personal.
3.5.3. También es importante que se dediquen
algunas reuniones'a la «revisión de vida»
sobre algún suceso. (Págs. 143 del SUR-
VEY: «Crecer juntos en Cristo», y pp.
81 ss. de esta obra).
2.3.5.4. La Evaluación Comunitaria, al terminar
las reuniones o como modo de compar-
tir las evaluaciones personales de los
miembros del grupo. (Cfr.: pp. 79 ss.).
2.3.5.5. Los textos del Evangelio han de servir
para crear un clima de confianza en la
misericordia del Señor.
NOTA: Conviene tener presente que el clima de estas reuniones es el
que corresponde a la Primera Semana: integración del mal. Por tan-
to, no debe extrañar que las personas tengan unos determinados ni-
veles y, en cambio, la comunidad vaya por otros. El nivel de la co-
munidad no es una suma algebraica de los miembros; obedece a
unas leyes propias, como todo grupo, y es en el respaldo a esas leyes
y momentos donde hay que hacer la encarnación e interpretación de
la vida de fe del grupo.
43
- I G N A C I O D E LOYOLA, «Autobio-
grafía», en Obras Completas, Ed.
BAC, Madrid.
— Diversos artículos de revistas como
Corintios XIII, Caritas, Misión
Abierta...
Señales que marcan el fin de esta etapa
3.8.1. Pueden sobrevenir tal como están expre-
sadas en
- G. CUSSON, Los Ejercicios Espiri-
tuales en la vida corriente, p. 100:
conclusión de la Primera Semana;
— SURVEY, Crecer juntos en Cristo,
pp. 72-74, aunque en ambos se tiene
. más presente el punto de vista perso-
nal:
* Liberación del mal personal: ca-
pacidad de reconocerlo en sí mis-
mo;
* humildad total: ausencia de toda
pretensión interior;
* sentimiento de profunda gratitud
al Señor, que perdona y quiere ser
servido desde la pobreza y la debi-
lidad;
* profundo deseo de responder al
amor salvífico de Cristo en cruz;
* disponibilidad integral, fundada en
el amor indefectible del Señor.
3.8.2. Estas señales, a nivel grupal, se manifes-
tarán como:
* Aceptación cordial de los demás, con sus limitacio-
nes, haciéndolas propias y apoyando el esfuerzo
por su superación.
* Renuncia a todo desordenado afecto o acción que
tienda a la manipulación o instrumentalización de
los demás (grupo).
* Rechazo sincero de todo lo que pueda suponer des-
viación de la vida de la comunidad.
* Compromiso de exponer y tratar en comunidad
todo lo que suponga discrepancias, diferentes pun-
tos de vista, dificultades de relación interpersonal,
etc.
* Aceptación sincera de las opiniones y comunicacio-
nes de los demás sobre los propios problemas o
como interpelaciones a la propia vida.
* Compromiso de permanecer en comunidad, luchan-
do por conseguir una liberación total de todos los
que la integran y de aquellos con quienes viven.
3. BREVE E N U M E R A C I Ó N D E LAS
ETAPAS SIGUIENTES
a
3.1. 4. ETAPA: COMUNIDAD DE SEGUIDO-
RES
3.1.1. Objetivo: una mayor imitación de Cristo.
3.1.2. Ejercicios Espirituales meditación del Reino y
oblación.
45
3.1.3. Misión-servicio: compartir los bienes de todos
y cada uno (tiempo, talento, dedicación...) con
los más necesitados.
3.1.4. Sentido eclesial: seguidor de Cristo; parte del
Pueblo de Dios.
a
3.2. 5. ETAPA: COMUNIDAD DE DISCÍPU
LOS
3.2.1. Objetivo: experiencia de Cristo, elegido por
opción personal. Identificación con Cristo.
3.2.2. Ejercicios Espirituales: «Banderas», «Binarios»
y «Grados de Humildad».
3.2.3. Misión-servicio: Compromiso permanente en
favor de este estilo de vida. Aceptación gusto
sa de las dificultades y contrariedades que sur
gen en la implantación del Reino. (Cruz).
a
3.3. 6. ETAPA: COMUNIDAD DE APOSTÓLES
3.3.1. Objetivo: experimentar el estilo de vida
apostólico en los valores y prioridades.
3.3.2. Ejercicios Espirituales: Tercera y Cuarta Se
manas.
3.3.3. Misión-servicio: proseguir la misión de Cristo,
siendo testigos de su vida en el mundo.
3.3.4. Sentido eclesial: disponibilidad para asumir
las necesidades más urgentes del Pueblo de
Dios.
4. E L C O M P R O M I S O D E LAS C V X :
O P C I Ó N D E VIDA (VOCACIÓN)
Los grupos C V X van avanzando por estas etapas
gracias a las reuniones, que son el medio de impulsar
la integración Evangelio-vida; y este desarrollo se hace
46
según las etapas de los Ejercicios Espirituales de San
Ignacio, como acabamos de señalar.
Desde los comienzos de un grupo, están presentes
todos los elementos: Comunidad, compromiso con
ella, los Ejercicios Espirituales, el evangelio, la ora-
ción, el discernimiento, etcétera. La profundización en
estos elementos es lo que va dando el carácter o «tono
vital espiritual» de cada Comunidad. (Hablar de nive-
les en procesos interiores y de desarrollo espiritual es
algo que no debe comportar la idea infantil de «más
perfecto», «más adelantado», etcétera. Sencillamente,
cada uno tiene un «tinte», «tono» o carácter, dentro del
cual podrá responder con mayor o menor genero-
sidad).
Dentro de este proceso, cada Comunidad (sea de
jóvenes o de adultos) que comienza va adquiriendo un
mayor sentido y comprensión de lo que significa este
estilo de vida, qué son las CVX y cuál es la llamada
que Dios le está dirigiendo. Podríamos decir que vive
de una forma especial la llamada del Rey Eternal y
plantea su vida como búsqueda de una respuesta a esa
llamada. Esto quiere decir que una C V X es una VO-
C A C I Ó N , una llamada a vivir el seguimiento de Jesús
para la realización del Reinado de Dios.
La respuesta a esta llamada será diversa, según el
estado de cada persona. Las personas adultas, madu-
ras humana y espiritualmente, si ya tienen estado esta-
ble (casadas o solteras), podrán hacer su elección para
vivir esa respuesta en la CVX. Si la persona aún no ha
elegido estado, podrá elegir: ser laico, soltero o casa-
do, religioso, dedicar su vida a la política, etcétera.
Este compromiso decisivo es lo que constituye a una
CVX en Comunidad formada estable; lo cual no quie-
re decir que las Comunidades o grupos que aún no
47
han llegado no sean CVX. Se podría decir que la C V X
comienza cuando hay voluntad de iniciar un proceso
de maduración humana y espiritual, confiando en que
la dirección del Espíritu de Jesús vaya señalando y co-
municando sus exigencias, a la vez que dando las fuer-
zas para poder responder con generosidad e ilusión.
El mismo dinamismo que inicia el proceso y que lo
va desarrollando será el que constituya la vida de una
C V X en C O N T I N U O C R E C I M I E N T O ; pues la mi-
sión también debe ser discernida y las llamadas del Se-
ñor serán nuevos momentos de elección para ir siendo
cada vez «más prontos y diligentes» a las nuevas me-
tas que El proponga.
48
3
Vivencia profunda
de una CVX formada
ES U N A C O M U N I D A D Q U E VIVE EL ESPÍ-
R I T U D E LOS E J E R C I C I O S P A R A E N C O N -
T R A R Y A C E P T A R LA V O L U N T A D D E
D I O S E N LA MISIÓN (SERVICIO).
Cuando hablamos de la vivencia de una CVX, te-
nemos que añadir algo importante: F O R M A D A . Esto
quiere decir que en el proceso que acabamos de rese-
ñar hay etapas en las que esta vivencia estará de un
modo incipiente, y se intensificará a medida que la ma-
duración y desarrollo de la C V X vaya alcanzando los
niveles siguientes.
Es posible que una C V X no progrese o lo haga
lentamente, puesto que todo crecimiento es gracia de
Dios. Sin embargo, será función del Guía del grupo
cuestionar a éste para analizar y examinar qué es lo
que allí está ocurriendo.
49
1. C O M U N I D A D Q U E VIVE
E L ESPÍRITU D E LOS E J E R C I C I O S
50
Esto supone que las personas de las C V X tienen
su vida centrada en la búsqueda de Dios en todas las
cosas y asumen las consecuencias de su opción. Van a
vivir las alegrías del Reino, pero también van a tener
que sufrir las persecuciones, desprecios e incompren
siones de un mundo que no comparte sus criterios. La
identificación total con un Cristo pobre, humillado y
humilde le situará en constante oposición con un mun
do cuyos valores son la riqueza, la gloria y el poder.
Esta oposición se transformará en la Cruz que el hom
bre de los EE. vive «con Cristo doloroso» y «puesto en
Cruz por mis pecados», pero en la esperanza de la re
surrección.
51
tara en su interior movimientos o estados de espíritu
producidos por diversas causas: a) situaciones exter
nas: sociales, económicas, culturales... b) situaciones
personales; y c) situaciones religiosas: eclesiales, ora
cionales... Cada persona tiene que tomar decisiones en
las que la aplicación del Evangelio a la vida diaria
pasa por un discernimiento de sus motivaciones y de
lo que él cree ser exigencia del seguimiento de Jesús.
El discernimiento es un medio para encontrar lo
que Dios quiere de uno para seguir su voluntad y se
pararlo de aquello que se puede presentar falsamente
como mejor.
52
que cada persona conoce su debilidad o preferencia, a
veces poco o nada razonables; y por último, los esta
dos afectivos que cada uno tiene presentes en un mo
mento dado pueden perturbar un proceso de discerni
miento. Todo esto es imposible borrarlo, eliminarlo,
como si no estuviera; pero sí se-puede conseguir que
pase, de las zonas inconscientes, desconocidas o re
chazadas de la propia psique, a ser presentes y asumi
das desde la fe como realidades con las que hay que
contar para que no cieguen o polaricen nuestra bús
queda. Es un proceso de objetivación y de reconoci
miento de la propia limitación e indigencia para que se
pueda abrir la persona a una indiferencia activa, nece
saria para la escucha de los otros y de la Palabra de
Dios.
53
3. LA C V X , C O M U N I D A D P A R A
LA MISIÓN: E L SERVICIO
(P. G. 7 y 5)
54
por la pobreza y la humildad. Valores que están lejos
de ser los de una sociedad montada sobre el poseer,
aparentar, mandar, sobresalir...; sobre estos valores
no se puede construir una Comunidad, porque aislan
al individuo, lo separan de los demás; a estas personas
la sociedad las teme, y acaba odiándolas como sujetos
potenciales de su desgracia. Contra la soledad y el ais
lamiento que reporta el egoísmo, la C V X propone su
vida de Comunidad basada en el compartir desde la
humildad y el desprendimiento.
55
temporal... Lo que he hecho por Cristo, lo que hago, lo
que debo hacer por Cristo». Y en la II Semana [91],
Petición: «Que no sea sordo a su llamamiento, sino
presto y diligente». Y en los nn. 96 y 97 se pregunta
cuál ha de ser la respuesta. Esa respuesta no será otra
que amar y seguir a Jesús, que viene a realizar la vo
luntad del Padre [102]: Predicar el Reinado de Dios a
los hombres. Reino que se presenta con unas caracte
rísticas difíciles de reconocer y aceptar, y que van a
ser motivo de resistencia y lucha durante toda la vida:
(Banderas [146]), lo mismo que sus consecuencias
para el que quiere ser fiel a la voluntad del Padre y re
chazar la tentación de un reino del mundo.
Por tanto, la misión de la CVX arranca de un puro
cristocentrismo: el motor que impulsa a ella es la per
sona de Jesús, que ha conquistado en primer lugar el
corazón de los miembros de la CVX. Cristo ha sido su
perdón, salvación y liberación; les ha «arrancado de
las tinieblas y transportado al Reino de la luz» (Col
1,13); les llama y les quiere como colaboradores de la
extensión de su Reino, conociendo lo que son, porque
saberse pecador es una condición previa para ser de
los suyos.
Los EE., en su III y IV Semanas, llevan a la identi
ficación con Jesús, que llama a vivir el Reino con El en
todas las circunstancias. La Cruz es la consecuencia
del Reino, pero no es de ningún modo lo último; más
allá están la resurrección y la vida plena, que Jesús
nos ha traído para consolidar la esperanza y empujar
la misión hasta el final.
b) El Concilio Vaticano II ha confirmado la mi
sión de los seglares en la Iglesia en diferentes momen
tos, pero especialmente en el decreto «Apostolicam ac-
tuositatem».
56
El\capítulo primero lleva por título: «Vocación de
los seglares al apostolado»: en su número 2 expresa:
«La vocación cristiana, por su misma naturaleza, es
también vocación al apostolado».
La Iglesia tiene un fin: la extensión del Reino de
Cristo en la tierra (hermandad que manifieste la Pater-
nidad de Dios, Padre de todos); y debe ejercerlo a
través de todos sus miembros, ya que es un cuerpo
vivo y en el que todos sus miembros son responsables
cada uno a su manera, con su carisma peculiar: «Los
seglares, hechos partícipes del ministerio sacerdotal,
profético y real de Cristo, ...ejercen el apostolado con
su trabajo para la evangelización y santificación de los
hombres y para la función y el desempeño de los nego-
cios temporales, llevado a cabo con espíritu evangéli-
co». Y esto no es una concesión o un modo de reclutar
personas que sustituyen la escasez de vocaciones:
«Los cristianos seglares obtienen el derecho y la obli-
gación del apostolado por su unión con Cristo Cabe-
za. Ya que, insertos por el bautismo en el cuerpo místi-
co de Cristo, robustecidos por la Confirmación en la
fortaleza del Espíritu Santo, son destinados al aposto-
lado por el mismo Señor». (n.° 3). El es quien concede
a cada uno cualidades particulares «para que todos y
cada uno, según la gracia recibida, poniéndola al servi-
cio de los otros, sean también ellos administradores de
la multiforme gracia de Dios (1 Pe 4,10) para edifica-
ción de todo el cuerpo en la caridad (Cfr. Ef 4,16)»
(n.° 3).
El Concilio Vaticano II ha detallado también cuá-
les son los fines que hay que lograr dentro del aposto-
lado de los seglares (Decreto sobre el apostolado de
los seglares, cap. II) y es coincidente, incluso en su for-
mulación, con la misión de las C V X : «La obra de la
57
/
redención de Cristo... se propone la restauración inclu-
so de todo el orden temporal; no es sólo anunciar el
mensaje de Cristo y su gracia a los hombres, sino tam-
bién impregnar y perfeccionar todo el orden temporal
con el espíritu evangélico» (n.° 5).
Todas las cosas que constituyen el orden temporal
tienen un valor propio como cosas creadas y queridas
por Dios: «Amas a todos los seres y nada de lo que hi-
ciste aborreces, pues si algo odiases, no lo habrías
creado. Y ¿cómo podría subsistir cosa que no hubieses
querido? ¿Cómo se conservaría si no la hubieses lla-
mado?» (Sab 11,24-25). Todas las cosas reciben un es-
pecial valor al ser elementos que colaboran con el
hombre en su orientación a Dios. Pero esta orienta-
ción fue rota a lo largo de la historia humana y hoy
asistimos a un desquiciamiento de esa orientación. So-
mos testigos de los estragos que ha supuesto esa rup-
tura: guerras, enfermedades, odios, sufrimientos, ham-
bre, escasez, esclavitud, marginaciones... y un largo
etcétera que, por desgracia, nos asalta cada día con
nuevos episodios cada vez más terribles.
La Iglesia sufre esta lacra de la Humanidad y sien-
te como obligación suya «trabajar para que los hom-
bres se vuelvan capaces de restablecer rectamente el
orden de los bienes temporales y ordenarlos hacia
Dios por Jesucristo» (n.° 7). Y en esa medida, «los se-
glares tomen como obligación suya la restauración del
orden temporal y, conducidos por la luz del Evangelio
y por la mente de la Iglesia y movidos por la caridad
cristiana, obren directamente y en forma concreta».
c) Las C V X han" encontrado siempre en un pa-
saje del Evangelio de San Mateo (10,5-42: discurso de
instrucción apostólica) inspiración para su actividad
misionera. En él, Jesús pide a sus discípulos que
58
actúen de forma que el Reino de Dios sea conocido
más por sus hechos y actitudes que por sus palabras.
* ^Acciones que ha de realizar el enviado en favor
de los demás.
v. 8: «Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad
leprosos, echad demonios», vv. 12-13: «Al entrar en
una casa saludadla; si la casa se lo merece, la paz que
le deseáis se pose sobre ella».
Son acciones de liberación del hombre encadenado
por la enfermedad, el demonio o la muerte. Es cierto
que en todo momento y circunstancia puede el hombre
descubrir y realizar el Reino de Dios; pero cuando se
anuncia ese Reino a quien está esclavizado por las
fuerzas del mal, éste sólo entiende el mensaje de frater
nidad y solidaridad cuando el mensajero se hace her
mano y solidario de su dolor y no descansa hasta ver
le, si es posible, libre de la sujeción del mal. La C V X
sabe que la fraternidad y solidaridad que vive en sí
misma debe ser el contenido del mensaje, pero su
anuncio se transforma en acciones liberadoras capa
ces de expresar y significar la presencia de Jesús en
medio de ella.
* Actitudes interiores del enviado:
— GRATUIDAD: v. 8: «De balde lo recibisteis; dadlo
de balde».
— POBREZA: vv. 9-10: «No os procuréis oro, plata ni
calderilla para llevarlo en la faja, ni tampoco alforja
para el camino, que el bracero merece su sustento».
— SENCILLEZ: v. 10: «No os procuréis dos túnicas,
ni sandalias...»
-PACIENTES y PACIFICADORES: v. 10: «...ni
llevéis bastón...» (era la defensa propia).
v. 13: «La paz que le deseáis se pose sobre ella».
-PERSEVERANCIA: v. 22: «Todos os odiarán
por causa mía; pero quien resista hasta el final se
salvará».
59
/
- CONFIANZA: vv. 19-20: «Cuando os ent/eguen,
no os preocupéis por lo que vais a decir o por cómo
lo diréis... Será el Espíritu de vuestro Padre ^uien ha-
ble en vosotros». I
— SIN MIEDO: v. 28: «Tampoco tengáis miedo de los
que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma».
Son actitudes personales del enviado que suponen
una asimilación e integración del Reino en su vida.
Aquí no hay voluntarismos, ni presunciones; sólo el
que ha hecho vida propia todo el anuncio del Reino
encuentra en su interior la fuerza del Espíritu para vi-
vir así y para aceptar el resultado que se le augura.
Aquí no hay triunfalismos baratos; se dice claramente
que serán odiados, encarcelados, juzgados y muertos:
¿acaso no fue ésta la vida del Maestro? w . 24-25:
«Un discípulo no es más que su maestro, ni un esclavo
más que su amo. Ya le basta al discípulo con ser como
su Maestro y al esclavo como su amo. Y si al cabeza
de familia lo han llamado Belcebú, ¡cuánto más a los
de su casa!».
Nadie ha prometido éxitos en el anuncio del Rei-
no; al menos éxitos humanos para el enviado; el Reino
surge, como el crecimiento de las plantas, sin que na-
die sepa qué semilla de las que sembró es la que ha
germinado, y por qué esa sí y la que está a su lado no.
Más aún, en ocasiones los hombres, la sociedad, se
sentirá amenazada en sus valores y vendrá la persecu-
ción, el sufrimiento y el dolor: la Cruz del Señor se
hará presente de nuevo, volverá a tomar carne en el
enviado, para seguir siendo símbolo de salvación y se-
ñal de la fuerza del Reino entre los hombres, v. 39: «El
que conserve su vida, la perderá, y el que pierda su
vida por mí, la conservará». La luz de la resurrección
ilumina con su fuerza la misión del Reino; es un traba-
jo con esperanza a nivel personal y a nivel colectivo.
60
* \ El mensaje del enviado se resume:
V. 7: «Proclamad por el camino que el Reinado
\ de Dios está cerca».
Las actitudes y las acciones del enviado están con-
firmando y expresando lo que dice su palabra: ¡Esto
es el Reino de Dios!, por muy diferente que sea de
todo lo que se ha vivido. Todavía hay lugar a la uto-
pía; el hombre puede ser libre y feliz si decide aceptar
el mensaje de Jesús, que viene a anunciar «el secreto
escondido desde siempre en Dios, creador del univer-
so» (Ef 3,9): que todos los hombres son hermanos, hi-
jos de un mismo Padre que les llama a participar de la
herencia de su Hijo.
Esto pretenden vivirlo las CVX primero en sí mis-
mas, para poder ser testigos de ese Reino incoado den-
tro de la Comunidad y anunciar su presencia como
ofrecimiento gratuito a todos los que están cerca.
4. C O M U N I D A D D E F E (P. G. 6, 8 y 11):
I N T E G R A C I Ó N E V A N G E L I O Y VIDA
U n a C V X que quiere vivir la experiencia de EE.
día a día y en constante discernimiento para encontrar
el mayor servicio a los hombres, precisa una espiritua-
lidad integradora del Evangelio y la vida. Es la «místi-
ca de la acción», en la que la fe no es algo aparte de la
vida ordinaria, sino la luz y la fuerza que ilumina y
unifica toda la realidad, y los acontecimientos diarios
dejan de ser «profanos» (lo que aleja y distrae de
Dios), para pasar a ser los puntos de encuentro y lla-
mada donde el Señor interpreta y comunica su exigen-
cia a dar una respuesta que vaya construyendo el Rei-
no de Dios, de amor y fraternidad. De esta forma se
hace vida la contemplación ignaciana «para alcanzar
61
/
7
amor», con la que terminan los EE. Es decir, se trata
de vivir «reconociendo tanto bien recibido» de/Dios y
así poder «en todo amar y servir a su Divina Majestad»
[EE. 233]. La vida es un diálogo en el que hay comu-
nicación de las dos partes, dando cada uno 'de lo que
tiene o puede'. De esta comunicación surge la vida en-
tendida como servicio. A esta forma de vida el P. Na-
dal, compañero de San Ignacio, la llamó «ser contem-
plativo en la acción».
62
dimensiones de su vida para que puedan vivir unifica-
dos, centrados en su personalidad humana y divina y,
por tanto, llenando su misión concreta.
63
* María es MODELO P A R A T O D O S LOS
MIEMBROS D E U N A CVX por su entrega
total: cuando en la Encarnación dio su
«FIAT», puso toda su vida a disposición del
Señor para iniciar con El una colaboración en
la Obra de la Salvación de los hombres. De
este modo, su fe (adhesión total a su Hijo) es
modelo de una vocación laical que se compro-
mete a fondo con la misión recibida.
* María es MADRE de la CVX, pues todos los
miembros confian en su intercesión para el
cumplimiento de su vocación tal como lo han
vivido en los coloquios de los Ejercicios Espiri-
tuales.
* María es MEMORIA. En su «Magníficat»,
María canta el recuerdo constante de la acción
de Dios en cada persona y en su Pueblo, siem-
pre en favor del sencillo y el humillado. De esta
forma, es para la C V X una llamada a vivir el
estilo de vida de Jesús, pobre y humillado, y a
dirigir su acción apostólica en favor de aque-
llos que son objeto de las miradas del Señor:
los pobres y los marginados.
64
oración es llevarles por el camino del discernimiento y
de la profundización de las actitudes espirituales de los
EE.: «ser pecador pero salvado, querido y llamado a
ser colaborador en el Reino de Dios».
Tres objetivos generales se pueden señalar entre
otros:
65
LA E V A L U A C I Ó N D I A R I A :
O R A C I Ó N SOBRE LA VIDA
66
— Solamente el sencillo de corazón se puede pre-
sentar ante el Señor con la vida en las manos:
¡Asi es; así la amas tú!
La oración de petición nace confiada para pedir:
luz, sencillez, objetividad para encontrarse con uno
mismo tal como es; sin necesidad de esconderse del
Señor, porque se siente confiadamente en su presencia
y objeto de su cariño indefectible.
3. ¿Cuál ha sido mi vida?; reacciones
interiores: deseos intenciones...
Ante lo que nos sucede cada día, todos reacciona-
mos, unas veces de forma instintiva o inconsciente,
otras con reacciones conscientes: a favor o en contra;
con indignación, ira y violencia o con cariño, afecto,
comprensión, tolerancia, etcétera. Esto nos va procu-
rando a lo largo del día estados de ánimo (unas veces
duraderos, otras pasajeros) que son el telón de fondo
sobre el que van cayendo todos nuestros pensamientos
y acontecimientos de la vida. D e ellos depende en gran
manera nuestra forma de reaccionar después a todo lo
que va aconteciendo a nuestro alrededor. Por ello es
muy conveniente conocer nuestas reacciones, inclina-
ciones, etcétera, porque van a ser o pueden ser el filtro
o el enmascaramiento de las llamadas de Dios. Esto es
lo que nos pide Ignacio en su meditación de los peca-
dos, cuando nos señala en el coloquio [EE. 63]: «que
sienta interno conocimiento de mis pecados... el desor-
den de mis operaciones... las cosas mundanas y va-
nas». Para una persona que va a intentar escuchar la
llamada del Señor y discernir lo que más a gloria suya
sea, el murmullo de fondo que puede obscurecer esa
llamada son esos sentimientos o estados de ánimo que
no se sabe de dónde proceden ni a dónde llevan. Por
eso:
67
— En las relaciones con los demás (familia, ami-
gos, trabajo...)
¿Qué sentimientos, estados de ánimo... he teni-
do?
¿Hacia dónde me inclinan: pesimismo, optimis-
mo...?
¿Cómo se produjeron?
¿He reaccionado ante ellos controlándolos...?
— En las relaciones con Dios:
¿Siento a Dios presente en este mundo? ¿Cerca-
no a mí?
¿He dedicado algún rato a estar en su presen-
cia?
¿Cómo me encuentro hoy ante El?
68
motor del Ejercitante que se encuentre con la llamada
del Rey. Por eso es preciso renovar día a día esta segu-
ridad de la acogida y del perdón con gozo al sentir a
Dios como:
P A D R E que recibe y acoge con misericordia (Hijo
Pródigo, Le 15,11-32).
H I J O que sigue llamando a ser testigo de El ante el
mundo.
ESPÍRITU que mueve y dirige toda la vida.
— D a r gracias al Señor por el perdón otorgado.
— Sentimiento de limitado y pecador.
— Gozo de ser llamado y elegido siendo tal como
soy.
69
— ¿Dónde está la mayor necesidad y urgencia?
— ¿Qué me pide el Señor: cómo podré responder?
6. Padre Nuestro
Esta oración sobre la vida termina con la oración
que nos dejó el mismo Jesús, en la que renovamos los
sentimientos que durante este rato hemos ido desgra-
nando.
Le pedimos a Dios que aparezca como Padre de
todos los hombres por medio de nuestra actividad por
sentirnos hermanos. Esa es su voluntad para los que
vivimos en esta tierra, como lo están viviendo ya los
que gozan de El en el cielo; es el Reino que todos de-
seamos ver realizado ya, aunque sea de forma imper-
fecta, pues es lo que constituirá la verdadera glorifica-
ción de su Nombre: Padre. Este nombre aparecerá
ante todos como real cuando los hijos, sus hijos, sea-
mos de verdad hermanos y, por eso, sacramento o sig-
no de su paternidad y de su amor universal a todos los
que le invocan como tal.
Y esto que pedimos en las primeras advocaciones
(que sea verdad su Paternidad en Nuestra hermandad)
tiene una forma muy concreta de hacerse en la vida de
los hombres:
— Compartiendo todo lo que tenemos, contra el
acaparamiento egoísta.
— Perdonando las ofensas, contra el resentimiento
y el orgullo.
— Rechazando la tentación del maligno, que nos
impulsa a la consecución de los valores opues-
tos: poseer, honor, soberbia-
De esta forma unimos nuestra oración de hijos
con la oración del Hijo, para que ella sea norma y guía
de la nuestra.
70
4.5. LA DIRECCIÓN ESPIRITUAL (P. G. 4 y 11)
Entre los medios que la C V X pone a disposición
de sus miembros está la dirección espiritual. Hemos
insistido en la orientación y pedagogía de los Ejerci-
cios Espirituales, y concretamente en el discernimiento
espiritual, para que cada persona y Comunidad pueda
buscar y hallar la voluntad de Dios en su vida y en el
servicio a los demás. La misma dinámica que constitu-
ye la fuerza de los Ejercicios es la que han de vivir fue-
ra de ellos; y entre los elementos importantes está el
acompañamiento espiritual de cada persona.
Este acompañamiento es el que va haciendo posi-
ble que los medios espirituales comunes a toda vida
cristiana (oración personal y vida sacramental) vayan
dirigidos a lograr esa integración de vida de fe y vida
ordinaria (Evangelio y vida).
El Director de los miembros de una C V X debe ser
una persona experimentada en la vida interior, espe-
cialmente en el discernimiento espiritual. Normalmen-
te será un sacerdote; pero si hubiera algún laico que lo
puede hacer, no habrá dificultad alguna.
Es posible que el Director de los miembros de una
CVX sea el mismo Asistente eclesiástico de su Comu-
nidad, pero también puede no serlo. Si es el Asistente
de su Comunidad, tiene la ventaja de que conoce todo
el entorno de la persona por su participación y reac-
ciones en la misma Comunidad.
71
pío y discernido tanto en Comunidad como personal
mente con el Director espiritual.
La vivencia sacramental comunitaria la expresa de
forma específica la CVX, tanto en la Eucaristía como
en la Reconciliación, haciéndose consciente de la pre
sencia de Cristo, Centro de su vida. Por eso la C V X
participa (bien ella sola, bien con otras Comunidades)
en esas celebraciones, ya sean organizadas esporádi
camente o de un modo concreto como Eucaristía do
minical para las Comunidades.
72
4
Reuniones de una CVX
73
1. Tipos de reunión
Existen dos tipos de reunión: a) la que gira alrede
dor de un tema o texto evangélico; y b) la revisión de
vida, cuyo asunto principal es un acontecimiento o si
tuación vivencial de uno de los miembros del grupo o
de la marcha del mismo grupo.
74
— Puntos o aplicaciones prácticas que servirán
como guia para la semana hasta la reunión si
guiente.
4.2. Acogida (5')
El guía debe tener preparado todo lo que se refiere
a la materialidad del local, para que, llegada la hora,
se puedan reunir adecuadamente. Es preciso insistir
en:
— Puntualidad de todos, primer servicio a la CVX.
— Crear un buen ambiente de cordialidad, intere
sándose unos por otros.
— N o alargar excesivamente este momento.
4.3. Oración inicial (5')
Es muy conveniente iniciar la reunión con un mo
mento de oración para crear un clima de escucha de la
Palabra de Dios y para que cada uno pacifique su in
terior y pueda actualizar la experiencia vivida durante
la semana y que va a ser objeto de la puesta en común.
4.4. Compartir (45'-60')
Es un momento de gran importancia en la vida del
grupo.
* Cuando un grupo comienza, presenta dificulta
des por la natural tendencia que tenemos a
ocultar nuestra vida. Sin embargo, es lo que
hace que el grupo vaya adquiriendo cohesión,
conocimiento y confianza mutua.
* Cuando un grupo está ya iniciado y los partici
pantes consiguen un buen nivel de confianza, el
peligro es que se alargue demasiado esta parte,
en detrimento de las demás.
Es muy conveniente que las comunicaciones
sean:
75
— Verdaderamente vivenciales: de experiencias
y no de ideas, teorías o dificultades teóricas.
Esto es una evasión para no abrir la propia
vida a los demás.
— Hechas en un clima de oración y, por tanto,
de presencia de Dios. El Señor se me comu-
nica a través del otro.
— Universales: que participen todos, sin acapa-
ramientos ni inhibiciones, aunque sin sentir-
se obligados a hacerlo.
— Libremente expresadas, sin miedo ni censu-
ra para que puedan ser sinceras. Nadie juz-
ga, discute ni valora; cada uno procura reci-
bir y compartir lo que ha sido la verdad de
su vida. El otro es distinto de mí.
— Sin interrumpir al que está hablando.
76
* Oración compartida: N o se trata de continuar
la reunión anterior, sino de preparar todos jun
tos lo que va a constituir la materia de oración
y vida hasta la siguiente reunión. Son los pun
tos para la semana, indicando algunas aplica
ciones prácticas, sugerencias o perspectivas
que a cada uno le han impresionado más.
4.6. Orientación de vida
(Trabajo para la semana) (5')
La hace el guía del grupo, y consiste en una serie
de cuestiones, sugerencias • o aplicaciones prácticas
que, tomando pie en el texto evangélico meditado an
teriormente y en las aportaciones hechas en la oración
por el grupo, sirvan de materias de oración y evalua
ción diaria a los miembros del grupo hasta la próxima
reunión.
Es conveniente que el guía lleve preparadas ya es
tas «pistas» para evitar toda improvisación, y que
estén en la linea del nivel del grupo.
4.7. Evaluación
— La Evaluación es un rasgo característico de
toda reunión de CVX, y por eso no debe faltar
nunca. La razón es que a través de la evaluación
se pretende iniciar el proceso de discernimiento
espiritual, ya que se esfuerza en que cada perso
na del grupo sea capaz de reconocer y expresar
los sentimientos que se van produciendo en su
interior y los cambios que experimenta.
— En segundo lugar, la evaluación permite recono
cer el ritmo de vida del grupo. Es el momento de
la objetividad para corregir, estimular o frenar
la marcha del grupo o de las personas: los más
rápidos, lentos...
77
Igualmente, es una forma de corregir defectos
personales con toda caridad y comprensión: los
que hablan demasiado, los que hablan poco, los
teóricos, los que interrumpen a otros, los que no
escuchan con atención, etcétera.
El guía también debe ser evaluado en su partici-
pación y en el trabajo de animación del grupo.
Al menos de vez en cuando, o bien cuando el
grupo lo crea conveniente.
Tipo de esquema para la evaluación. N o es para
atenerse a él rígidamente. Solamente son suge-
rencias:
EVALUACIÓN D E LA VIDA
D E LA C O M U N I D A D
NIVEL PERSONAL
79
— ¿Qué es lo que más me ha impactado?
— ¿Qué sentimientos son los que he tenido más fre-
cuentemente durante las reuniones?: alegría, paz,
remordimientos, etcétera.
— ¿Podría señalar qué ideas me produjeron esos senti-
mientos?
— ¿Hay alguna idea o punto que encuentro más difícil
de aceptar?
— ¿Conozco mejor a las personas?
— ¿Con quiénes me identifico más?
— ¿Cómo han sido mis intervenciones?: Largas, clari-
ficadoras, polémicas, cooperadoras, pedantes...
— ¿Mis intervenciones han sido positivas para el
grupo?
— ¿A qué se deben mis silencios?; ¿y los de los
demás?
— ¿Me he interesado por lo que otros decían?; ¿he
preguntado o pedido aclaraciones para favorecer la
expresión de otros?
NIVEL GRUPAL
80
\
NIVEL ORACIONAL
— ¿La oración del grupo me ha ayudado? ¿Cómo?
— Mis ratos de oración fuera de la reunión, ¿cómo han
sido?
— ¿Ha crecido en mí el deseo de orar?
— ¿Encuentro más facilidad para hacer oración?
— ¿Voy haciendo con gusto la «oración sobre la vida»
diaria?
— ¿Siento más facilidad para discernir mis mociones
interiores?
NIVEL TESTIMONIAL
— ¿Se ha producido algún cambio en mi vida?
— ¿Soy más consciente de mi compromiso de vida?
— ¿Siento alguna inclinación especial por ayudar a
otros en otro sitio?
— ¿Crece en mí el deseo de mayor entrega a los más
necesitados?
5. La reunión de
«REVISIÓN D E VIDA»
81
Elección del suceso o acontecimiento:
— Se elige un acontecimiento (personal o grupal)
que exija una decisión personal (a un miembro
del grupo) o grupal (para encontrar un acuerdo
entre las distintas propuestas existentes; v. gr.:
incorporar un nuevo miembro al grupo: Sí, no,
esperar algún tiempo. Si hay varios se hace elec-
ción del más urgente).
— Exposición del suceso o acontecimiento con cla-
ridad y toda la información posible.
— Rueda de preguntas aclaratorias para compro-
bar una exacta comprensión del asunto por todo
el grupo.
Escucha
(Actitud que debe presidir este momento):
— Es preciso que cada persona del grupo se sienta
con libertad interior y respeto frente al suceso.
Corresponde a una actitud de indiferencia igna-
ciana: «poniendo fuerza de no querer aquello ni
otra cosa ninguna, si no le moviere solo el servi-
cio de Dios Nuestro Señor, de manera que el de-
seo de mejor poder servir a Dios N . S. le mueva
a tomar la cosa o dejarla» [EE. 155].
— Esta «indiferencia» debe abarcar dos niveles,
tanto el
• nivel objetivo: las circunstancias, consecuen-
cias previsibles, personas a las que puede
afectar:
• como el nivel subjetivo: la forma de vivir el
momento por la persona afectada: con ale-
gría, miedo, angustia...
\^ Búsqueda:
\ Toda la CVX ora a la luz de la Palabra de Dios
sobre lo escuchado y recibido, tratando de encontrar
alguna luz sobre el suceso o alternativas: ¿Qué deci-
siones son las más ajustadas a los criterios evangéli-
cos? ¿Se pueden aplicar en este momento? ¿En qué
grado? ¿Pueden hacer crecer el Reino de Dios?, etcé-
tera. ¿Qué elementos positivos y negativos hay? ¿Có-
mo me siento ante ellos y ante Cristo-Jesús?
* Intercambio:
Cada persona expresa cómo ve la situación y lo
que ha sentido en la oración. Es una aportación para
que la persona interesada o el grupo pueda llegar a to-
mar una decisión. N o se trata de decir lo que cada uno
haría en esas circunstancias, pues no es él quien lo va
a hacer. Al interesado no se le exime de buscar y to-
mar la decisión.
* Respuesta:
Una vez oído lo que el grupo ha dicho, se inicia un
rato de oración personal en la que el interesado trata
de encontrar la solución o decisión. Los demás oran
por él, para que su decisión sea acertada y lo que más
conviene para mayor servicio del Reino de Dios.
Si al final llega a una «respuesta» o solución, la co-
munica a la Comunidad para que ella le confirme lo
encontrado. Esta presentación de la solución o deci-
sión para su confirmación por la Comunidad puede
retrasarse en caso de no llegar en ese momento a una
solución o decisión.
83
Las funciones dentro
de una CVX
(P.G.,n.°13)
85
1. EL A N I M A D O R (Acompañante, asesor,
guia, monitor, responsable)
Todo grupo, para su funcionamiento, requiere una
serie de funciones muy precisas, sin que se pueda decir
que unas son más importantes que otras: todas deben
darse, pero ni pueden ser asumidas por una sola perso-
na ni todas han de ser encarnadas en todos y cada uno
de los miembros. El grupo debe distribuir estas funcio-
nes para que todas estén presentes sin omisión, pero
también sin confusión.
Cuando un grupo comienza, se da un liderazgo
único y, a medida que el grupo va creciendo, ese lide-
razgo debe ser compartido. Es muy frecuente, y más
aún con jóvenes, que el comienzo del grupo se deba a
una invitación personal del «asistente eclesiástico», que
seguirá actuando de líder único hasta que el grupo
vaya adquiriendo su madurez.
Las C V X son un movimiento de laicos y, por tan-
to, una de las principales preocupaciones debe ser for-
mar personas capaces de iniciar y conducir grupos
con responsabilidad en el camino de esta vocación.
Vamos a ver cómo se concibe en las C V X esa per-
sona capaz de iniciar y acompañar grupos en su pro-
ceso de maduración.
86
Vive y conoce la espiritualidad de los Ejercicios Es-
pirituales por haberlos realizado y por estudiarlos
en la teoría y práctica (acompañando a quien los da
y dándolos a otros).
Estudia y posee un conocimiento básico de la Sa-
grada Escritura, principalmente del Nuevo Testa-
mento, para poder hacer de él la fuente de inspira-
ción de su vida.
Posee un sentido profundo de su pertenencia a la
Iglesia, Pueblo de Dios, y por tanto de su misión de
formar el Reino de Dios en este mundo promovien-
do el servicio de la fe y la lucha por la justicia que
nace de esa fe.
Está abierto a todas las necesidades y actividades
de otras Comunidades locales, regionales o nacio-
nales... cuando sea llamado a colaborar con ellas.
Es capaz de trabajar en equipo con otros líderes de
grupos, sin celotipias ni egoísmos, teniendo sola-
mente ante sí el bien de las Comunidades y de las
personas que están confiadas a él.
87
tantes para la preparación de animadores expe
rimentados. Serán menos necesarias a medida
que el animador vaya siendo más veterano.
— Utilizar y enjuiciar el material común disponible
para la preparación de las reuniones.
— Enriquecer con su experiencia el fondo de mate
riales que se posean en común con otros anima
dores.
* Realización
— Con las personas:
• Conocer y aceptar a cada una de las perso
nas del grupo y hacer que ellas se sientan
también aceptadas por él.
• Interesarse por todo lo que sucede a las per
sonas de su grupo e intentar ayudar con acti
vidades o contactos fuera del grupo (visitas
oportunas, encargos, etcétera).
• N o ser posesivo; sino abierto y desprendido
para buscar lo mejor para las personas del
grupo; v. gr.: enviando a otro asesor o direc
tor espiritual, si fuere necesario.
• Motiva y estimula a todos a la práctica de la
«Evaluación diaria u oración sobre la vida».
— Con el grupo:
• Participa y vive la vida de la Comunidad con
gusto, estando dentro de ella, compartiendo
sus experiencias personales con los demás.
• N o impone sus opiniones.
• Crea ambiente de escucha y confianza entre
todos, haciendo que todos se sientan acogi
dos y aceptados; un ambiente capaz de ha
cer crecer a las personas en la maduración
de su fe e integración en la vida ordinaria.
88
D a seguridad al grupo. Sabe lo que hace y
por qué lo hace. N o improvisa, ni las situa-
ciones le cogen de improviso, porque tiene
una idea clara de las metas C V X y sabe po-
ner los medios para lograrlas.
Trata a todos por igual, sin parcialidades.
Regula la marcha de la reunión...
• Dando la palabra a quien la pide.
• Preguntando para promover la participación de to-
dos.
• Evitando discusiones inútiles o discursos teóricos o
moralizantes.
• Centrando los temas: impidiendo las divagaciones.
• Presentando pequeños resúmenes de lo dicho...
• Evitando que haya personas que hablen demasiado
y otras que no participen.
• Regulando la marcha del grupo para que no haya
unos que vayan muy rápidos y otros muy lentos.
89
cuentros con otras CVX, celebraciones festi-
vas...
• Aporta elementos de vida cristiana de fuera
del grupo: noticias de otras comunidades, de
la Iglesia universal, problemas surgidos, etcé-
tera.
• Fomenta el crecimiento en el servicio y la mi-
sión a los demás, presentando peticiones de
ayuda o lugares de necesidades urgentes.
• Reflexiona frecuentemente sobre la vida del
grupo: Su estilo, ritmo, profundidad, nivel de
exigencia, necesidades... crecimiento del espí-
ritu de servicio, finura y sensibilidad ante las
necesidades urgentes del grupo, personas del
grupo a quienes se puede ayudar.
• Camina un paso más adelante que el grupo
para abrirle camino.
• Ayuda a que el grupo tome conciencia de su
situación y sea capaz de evaluarse a sí mismo.
• Sugiere al grupo todo lo que considere le pue-
de ayudar, tanto para las reuniones como
para la vida ordinaria o actividad apostólica.
Quizá al leer todas las funciones, rasgos, etcétera,
puede parecer que el animador es un especialista en
muchas cosas, y no es así. Cuanto más capacitado
esté por haber realizado cursos de aprendizaje de las
diversas materias, mejor; pero no se trata de eso, sino
de tener un gran deseo de ayudar a la Comunidad que
se le confia y procurar trasladar su experiencia, refle-
xionada y conferida con otros compañeros, a la mar-
cha del grupo, deseando ser un colaborador atento a
la acción del Espíritu Santo.
90
2. E L ASISTENTE ECLESIÁSTICO
(Consiliario)
En los Principios Generales se menciona al Asis-
tente Eclesiástico en los números 13, 14 y 2 1 :
«La principal responsabilidad del gobierno de un
grupo recae sobre un equipo de dirigentes compuesto
de
— responsables, elegidos por los miembros, y
— consiliario (asistente eclesiástico), nombrado por la
autoridad competente...» (n. 13)
«El Asistente del grupo participa ordinariamente
en la vida del grupo: es sobre todo responsable de la
formación cristiana del grupo y ayuda a que los miem-
bros descubran los caminos de Dios...
...Responsabilidad especial en lo que toca a la doc-
trina y a la pastoral y a la armonía propia de esa Co-
munidad cristiana» (n. 14).
«El Asistente de un grupo es un sacerdote; pero en
casos especiales la autoridad competente puede con-
fiar este cargo a cualquier otra persona cualificada»
(n. 21).
2.1. En primer lugar, reseñar su carácter sacerdotal,
pero no como condición indispensable, ya que en cier-
tos casos podría darse una sustitución por otra perso-
na que reúna las características verdaderamente im-
portantes: a) Doctrina, b) Pastoral y c) Armonía del
grupo, desde una consideración objetiva de éste o
según se expresa también en el n.° 14: «La formación
cristiana y ayuda a que los miembros descubran los
caminos de Dios».
2.2. Su labor en la C V X abarca, según Tobie Zakia,
Presidente de la Comunidad Mundial, tres aspectos
básicos:
91
La persona
la comunidad
la misión.
Pero a la vez son aspectos que de alguna manera
han de afectarle a él. El Asistente no es un espectador,
ni tampoco una persona que va «a hacer apostolado» a
la C V X ; su relación «debe estar basada en una exigen-
cia recíproca, una exigencia fraternal y cariñosa» (T.
Zakia).
— Debe ser una persona que conozca los Ejercicios
Espirituales y que sepa darlos de una manera perso-
nalizada, es decir, que establezca una relación como
pide San Ignacio en las Anotaciones:
• Saber «dar modo y orden para meditar y con-
. templar».
• Seguir y acompañar al que hace los Ejercicios
para ayudarle a encontrar lo que busca.
• Dar ánimo y confianza en todo momento.
• Discernir con el ejercitante lo que ocurre en su
interior.
• Disponer las cosas para que el que se ejercita en-
cuentre lo que Dios quiere de él, sin decantarse a
una parte ni a otra.
• Crear un clima de confianza mutua en el que se
dé una comunicación íntima del que hace los
Ejercicios. Para esto es necesario «Saber escu-
char».
• Valorar la capacidad y ritmo de avance espiri-
tual de los ejercitantes, para adecuar los Ejerci-
cios a sus fuerzas y necesidades, de modo que se
«puedan descansadamente llevar y aprovecharse
con ellas».
92
— Dedicarse a la formación de Animadores seglares.
Ya hemos indicado anteriormente qué es y qué debe
hacer un Animador. Formar un Animador no con-
siste sólo en la realización de un curso breve (tam-
bién tendrá que hacerlo), sino algo más profundo,
como es:
a)Acompañamiento espiritual de la Comunidad
a la que pertenecen los Animadores y direc-
ción espiritual de los mismos: dirección en
Ejercicios Espirituales y fuera de ellos.
b) Seguimiento de la labor de los Animadores de
• otras CVX. Este seguimiento abarca el modo
de preparar la reunión; capacidad de observa-
ción de lo que ocurre en el grupo; sensibilidad
para percibir los cambios que se producen y
las diferentes exigencias de las personas; prác-
ticas del discernimiento y evaluación, etcétera.
c) Organización de cursos de formación, según
las necesidades que se vayan presentando: de
profundización en los Ejercicios, de Sagrada
Escritura, Liturgia, etcétera.
Si las CVX son un movimiento laical, hay que pre-
parar seglares para llevarlo. Esta labor debe ser priori-
taria ante todas las demás. Las razones fundamentales
son:
1.—Es la única manera de poder dar una autono-
mía verdadera a los seglares. De lo contrario,
siempre estarán dependiendo de los sacerdotes.
2.—La espiritualidad de la C V X es ignaciana, ba-
sada en los Ejercicios, y hoy, por el momento,
esta espiritualidad es conocida y practicada en
sus facetas de vida religiosa masculina y feme-
nina; por tanto, son estos últimos quienes tie-
nen que acercar al laico esta espiritualidad.
— Reflexionar con los laicos y dejarse interpelar por
ellos a la hora de encontrar el verdadero camino del
93
laico dentro de la espiritualidad ignaciana. Recono-
cer que su visión de lo ignaciano no es la única y
que el laico, con la ayuda del Espíritu de Jesús, debe
ir encontrando su forma concreta de vivir esta espi-
ritualidad en el mundo.
— Participar con su palabra cualificada en la reunión
del grupo. N o es uno más; su preparación teológica
y pastoral da un valor considerable a sus aportacio-
nes, principalmente para la inteligencia de los textos
de la Escritura y para las aplicaciones a la vida.
Igualmente en la labor de discernimiento de la ora-
ción.
— Relacionar y coordinar la labor apostólica de la
Comunidad dentro de las C V X y de la pastoral de
conjunto de la diócesis. El Asistente debe estar
abierto a todas las iniciativas eclesiales y a las nece-
sidades que se suscitan dentro de la diócesis o re-
gión, para presentarlas a las CVX y que sean ellas
las que disciernan cómo y de qué manera estas in-
formaciones son llamadas del Señor a las que deben
responder.
— Aceptar la exigencia que entra en su vida al caminar
juntamente con las CVX. Tobie Zakia lo resume
así:
94
nos provocan a dar nuevas soluciones. N o se trata de
arrastrar a nadie: ni al Asistente a una espiritualidad
seglar, ni al seglar a la vida religiosa.
«Así como no todos los laicos están llamados a
pertenecer a una CVX, tampoco todos los jesuítas. Los
laicos deben sentirse llamados por una VOCACIÓN, y
así podrán realizar una auténtica integración. De igual
manera, los asistentes tienen que aceptar que la expe-
riencia de estar cercanos a una espiritualidad ignaciana
laical es un enriquecimiento para una integración más
profunda de la espiritualidad ignaciana en la propia ex-
periencia del religioso».
«La acción del Asistente eclesiástico debe llegar al
mundo, pero muchas veces no lo puede hacer de forma
inmediata; por eso debe hacer que su testimonio de la
presencia del Espíritu en el mundo llegue a través de
otras personas distintas de él».
«El asistente eclesiástico tiene un lugar privilegiado
en las CVX, porque es el testimonio de una Comuni-
dad local y mundial (en el caso de los jesuítas, la Com-
pañía de Jesús) y a la vez es un enviado de ella. Por
tanto, no es indiferente a las CVX la vida comunitaria
del asistente, pues quieren aprender de él, de su expe-
riencia, lo que constituye la vida de Comunidad».
La vivencia de una C V X para el Asistente no es,
pues, un ejercicio académico ni consiste en ser «como
campana que suena»; el Asistente es un testigo privile-
giado ante una CVX. El posee su Comunidad prime-
ra, en la que debe vivir todo lo que constituye lo esen-
cial de la experiencia comunitaria, y por su convicción
vital tiene fuerza para todos los que participan de su
vida. Por eso la vida de la CVX puede interpelar a los
Asistentes para que examinen cómo es su vida comu-
nitaria y cómo la testimonian ante los demás.
La Compañía de Jesús tiene un compromiso con
las CVX de animar y promover; y ahora el P. Gene-
ral, P. H. Kolvenbach, ha sido nombrado Asistente
95
Eclesiástico de la CVX Mundial, para sellar de una
manera más clara este compromiso. Por eso los Asis-
tentes eclesiásticos deben estar en las C V X como re-
presentantes y estableciendo la relación con la Com-
pañía de Jesús y con la Jerarquía.
El Asistente debe ser el impulsor del sentido de mi-
sión de las Comunidades. Este sentido de misión es
como un «test» o medida de la autenticidad ignaciana
de la espiritualidad recibida.
Si un grupo tiene un gran impulso comunitario
(oración, apertura a los demás, participación en sus
experiencias, etcétera), pero no crece en su sentido de
misión, habrá que dudar de la autenticidad ignaciana
de su inspiración. Será un grupo «piadoso», hará cosas
buenas..., pero no será auténticamente CVX, porque
le falta el impulso y sentido misionero. La Comunidad
es para la misión: la integración de vida y Evangelio,
oración y vida, debe traducirse en una visión totalizan-
te y unifícadora de la vida, de forma que no exista rup-
tura: la misión debe impregnar todos los actos y mo-
mentos del día, tanto en lo profesional, familiar, políti-
co, económico, etcétera, como cuando se realiza un
servicio asistencial o se ora y comparte en la Comuni-
dad.
El Asistente debe ser también en esto interpelado
por la Comunidad y aceptar este reto que le lanza su
propio grupo, ya que él, por su entrega (ordenación o
votos religiosos...), es un hombre para la misión.
Por último, el Asistente eclesiástico debe sentirse
contento y a gusto por compartir con los laicos la vi-
vencia de una misma espiritualidad.
La pertenencia a una CVX es un compromiso
prioritario, no un trabajo más, realizado como se po-
dría realizar cualquier otra cosa. Solamente cuando la
96
disposición interna del Asistente es de sintonía total y
de dedicación seria, la C V X sentirá su acción no
como algo lejano y exterior, sino como esa «exigencia
fraterna y amorosa» de la que hablaba Tobie Zakia.
Esto será lo que impulse las energías y despierte el de
seo de ser más útil a los que desean servir. Su falta no
podrá ser compensada con nada, aunque su persona
posea una gran preparación técnica.
97
6
Historia de las CVX
¿POR QUE UN CAPITULO DEDICADO
A LA H I S T O R I A D E LAS C V X ?
Muchas personas adultas, y especialmente matri-
monios, preguntan a los jesuítas de hoy por la existen-
cia de las Congregaciones Marianas a las que ellos
pertenecieron y a las que, según su propia confesión,
deben la solidez de su vida cristiana. Por eso no com-
prenden la desaparición de ellas y, sin embargo, en-
tienden y desean que aquello que para ellos fue bueno
lo siga siendo para sus hijos. En otras ocasiones se nos
culpa de no mantener algo que fue una excelente can-
tera de vocaciones para la Compañía de Jesús, así
como para los Seminarios Diocesanos y para otras
Ordenes y Congregaciones Religiosas.
Más aún, lo sucedido con las Congregaciones Ma-
rianas en España en los últimos años de su existencia
es un capítulo de esta historia que muy pocos tienen
documentación completa y necesaria para poderlo re-
señar. Hoy por hoy, es preferible asomarnos al futuro
99
de este movimiento, que en nuestras tierras va surgien-
do con fuerza como fruto del Espíritu, y encontrar la
línea auténtica que brota de la contemplación de una
historia más amplia, menos traumática y más eclesial.
Ella nos impulsará a profundizar en nuestras señas de
identidad y a sentirnos deudores de tantos como nos
han precedido; y a la vez honrados y responsables de
continuar lo que ellos iniciaron.
1. LOS C O M I E N Z O S
1.1. Grupos de laicos con los primeros
jesuítas (1540-1563)
Los compañeros de Ignacio, después de haber de-
cidido formar la Compañía de Jesús, se reparten por
Italia para ir a predicar, enseñar y dar los Ejercicios
Espirituales. Forman una Comunidad, un grupo de
«amigos en el Señor», pero no se encierran en un con-
vento: se dispersan, enviados por el Papa en misión,
pero con una gran libertad para poder trabajar en
cada sitio en los ministerios que allí vieran de mayor
urgencia y necesidad. Libres también por su pobreza
total y por su disponibilidad absoluta para ser trasla-
dados de un sitio para otro. Estos hombres viven el es-
píritu de los Ejercicios de Ignacio y están convencidos
de que lo que para ellos ha sido una gracia de Dios
también lo es para los demás. Por eso en todas las ciu-
dades se dedicarán a los ministerios sacerdotales de
predicar, enseñar y oír confesiones; y cuando encuen-
tran unas personas capaces, les dan los Ejercicios Es-
pirituales.
De esta forma van creando a su alrededor grupos
de personas que viven su misma espiritualidad y sus
mismas ilusiones apostólicas y, al fin, desean perpe-
100
tuar aquello que el Señor ha comenzado en ellos, esta-
bleciendo unos lazos más estrechos y duraderos. Así
aparecen las primeras Congregaciones o fraternida-
des, como fruto del mismo proceso que vivieron los
primeros jesuítas.
Vamos a reseñar el nacimiento de alguno de estos
grupos tal como los autores lo contaron en sus cartas
a otros jesuítas de su tiempo.
* El año 1538 llegaron a Parma el P. Pedro Fa-
bro y el P. Diego Laínez. Comenzaron sus predicacio-
nes y enseñanzas en dos iglesias, la Iglesia Mayor y la
de San Gervasio, a las que acudían personas de muy
diversa índole. Fueron dando los Ejercicios Espiritua-
les a sacerdotes, maestros de escuela y todo tipo de
personas; al poco tiempo los sacerdotes daban los
Ejercicios a sus feligreses, y fueron tantos los «ejerci-
tantes y ejercitantas» que algunos maestros de escuela
se los daban a sus discípulos y «algunas mujeres to-
maban por oficio ir de casa en casa enseñando a don-
zellas y otras mujeres, las cuales no pueden ir con li-
bertad fuera».
El año 1540 son llamados a R o m a para venir a
España los dos, y quieren que lo empezado tenga con-
tinuidad; para ello cuentan con el apoyo de algunos
sacerdotes y, sobre todo, con un grupo de cinco hom-
bres que van a iniciar lo que se llamará « C O M P A Ñ Í A
D E L N O M B R E D E JESÚS».
N o se sabe con certeza si fue una fundación del P.
Fabro o tomó pie de una asociación ya existente, pues
desde 1500 existía en Parma una Congregación de la
Caridad; lo que sí es cierto es que tanto ésta (cuyo fin
era erradicar la pobreza en la ciudad de Parma) como
la Congregación de la Doctrina (las dos estaban inte-
gradas o formaban como dos secciones dentro de la
101
primera) eran llevadas por hombres y mujeres cuya
«vocación» nació de los Ejercicios Espirituales. Así lo
afirma el mismo Fabro en unas R E C O M E N D A C I O -
N E S que les dejó escritas el año 1540, antes de mar-
char de la ciudad, por deseo y petición de muchas per-
sonas «ya que, como me voy, no quedarían contentas
de mí si yo no les dejare algún recuerdo, no de mi per-
sona, sino del orden que han de observar en la vida de
Dios, cuando no tuviesen ningún preceptor».
Estas advertencias son un conjunto de disposicio-
nes para «perseverar en la verdadera vida cristiana y
espiritual». El P. Fabro cita el saber de los filósofos
que dicen que la mejor manera de conservar una cosa
es mantener lo que le dio el nacimiento y el ser; serán,
por tanto, los Ejercicios Espirituales: la Eucaristía y
los otros ejercicios como la oración y meditación, el
examen de conciencia, la confesión y las obras de mi-
sericordia. Después se detiene en una explicación deta-
llada de cómo se han de hacer estos Ejercicios, y resu-
me: «Amor de Dios y del prójimo».
De esta Compañía del Nombre de Jesús salieron
hombres para la naciente Compañía de Jesús, como el
primer mártir jesuita, el P. Antonio Criminal; también
los PP. Jerónimo Domenech, Pablo Achule, etcétera
(Monumenta Fabri, Epist. 18 y 19, páginas 35-43).
* El P. Pascasio Broet, también compañero de
San Ignacio en la fundación de la Compañía de Jesús,
en una carta al P. Francisco Xavier escrita desde
Faentia el día 1 de marzo de 1545, cuenta la experien-
cia de sus primeros días de apostolado allí:
102
con la licencia del Vicario HABLE CON MUCHOS
HOMBRES DE BIEN y hemos constituido una
COMPAÑÍA, que se llama COMPAÑÍA DE LA CA-
RIDAD, a la que he dado por escrito, en capítulos, el
MODO DE VIVIR en tal Compañía. Su trabajo es vi-
sitar todos los pobres enfermos miserables que hay por
la ciudad y ayudarles tanto espiritualmente (exhortán-
doles a la confesión y comunión) como corporalmente
(proveyéndoles de todas las cosas necesarias para su
vida durante la enfermedad y especialmente de médico
y medicinas)» (Monumento Broé't, Epist. 5, páginas 34
y 35).
103
be a Ignacio en agosto de 1549 para darle cuenta de
sus trabajos apostólicos:
«Entre las personas devotas, se han juntado hasta
60, queriendo hacer una Compañía para ayuda de los
pobres envergonzantes y encarcelados; y nos piden al-
guna manera de bien regirse de sí mesmos y en la dicha
obra pía y veyse que van creciendo y confirmándose a
gloria del Señor y a edificación pública, las mugeres
también tratan de imitallos en otra semejante congre-
gación».
N o poseemos hoy las reglas que Nadal pudo dar a
estas congregaciones, pero todos los indicios hacen su-
poner que las denominaciones de estas congregaciones
llevaban referencias marianas, como pudiera ser la de
la Asunción, fecha en la que se acercaron a Nadal los
primeros 60 miembros de ella (Monumento Natalis I,
Epist. 16, página 68).
* En este sentido, el mismo Ignacio desde 1547
formaba en R o m a una asociación que radicaba en la
Iglesia de los Doce Apóstoles y se llamó «Compañía
del Santísimo Sacramento».
* Características de estos grupos fueron:
a) Se establecen por laicos y para laicos.
b) Nacen como fruto inmediato de una intensifi-
cación de la vida cristiana, motivada por la
realización de los Ejercicios Espirituales de
San Ignacio. Es como un medio para mante-
ner fresco lo realizado.
c) Son eminentemente apostólicas: acudiendo a
remediar los asuntos más graves de su entor-
no (la pobreza, la enfermedad, el desamparo
legal, la soledad, la ignorancia, etcétera).
d) Los jesuítas no se sienten retenidos; al cabo
de cierto tiempo salen de las ciudades para
otros lugares a donde los envía la obediencia.
104
1.2. Los grupos del Colegio Romano: Leunis
Desde el principio, estas asociaciones, que los je-
suítas establecen para hombres adultos, se especiali-
zan de forma que reúnen en su seno a los «de condicio-
nes semejantes»; asi aparecen congregaciones de arte-
sanos en Florencia, sacerdotes en Perugia, notarios en
Palermo... para atender a los encarcelados... En todos
estos grupos hay rasgos comunes: insistencia en los
Ejercicios Espirituales que incrementan la vida interior
y, a la vez, una preocupación por las obras de caridad.
También es muy frecuente la devoción a María, cuyas
advocaciones se toman como nombre de las institucio-
nes.
Esta forma de proceder.se extiende también a los
Colegios que se van fundando, v. gr.: Florencia (1559)
tiene dos Congregaciones: una para mayores y otra
para los pequeños.
Por estos años, 1556, entra en la Compañía en
Roma, recibido por San Ignacio, un joven belga, el P. -
Juan Leunis, que en el año 1563 funda en el Colegio
Romano una Congregación para los escolares del cen-
tro en el que era profesor de Gramática, bajo la advo-
cación de la Anunciación, por la devoción que tenían
al gran cuadro que existía en la capilla y en el que se
representaba la Anunciación a María como parte de la
meditación de la Encarnación de los Ejercicios Espiri-
tuales.
Leunis acaba de fundar lo que más tarde iba a ser
la Prima Primaria, la Congregación primera, a la que
se debían agregar todas las Congregaciones fundadas
por los jesuítas. Por esto se le consideraba a Leunis
como el fundador de las Congregaciones Marianas.
Dice el P. Villaret en su Historia de las Congregacio-
nes Marianas: «Las Congregaciones para hombres
105
que, a partir del fin del siglo XVI, se van a multiplicar
por todas partes, no son la adaptación a un medio más
amplio de una estructura colegial, SINO Q U E E N
R E A L I D A D ES LO C O N T R A R I O : que el P. Leunis,
en 1563, adaptó a sus escolares un medio que ya tenía
hechas muchas pruebas fuera de las aulas».
* Leunis fue original en estos aspectos (L. Pau-
lussen, S. J., Dios trabaja así, pp. 16 s.):
a) En la formulación del fin de las Congregacio
nes:
N o se trata de dos fines diversos yuxtapues
tos, sino de un fin único: la integración de la
vida cristiana en todos los aspectos de la vida.
Como dice el texto de 1582:
«La intención principal de cada uno tendrá que ser
la unidad íntima de la vida científica y la cristiana».
106
nosotros, hemos decidido redactar algunas re-
glas que nos puedan ayudar a integrar nues-
tros estudios con la vida espiritual, para poder
vivir plenamente en unión con Dios y en paz
entre nosotros; de esta manera daremos testi-
monio a los demás y nos dispondremos mejor
para recibir de su Divina Bondad luz, gracia y
dones».
107
vasta, tan vasta que hasta parece difícil exagerar su
importancia en el conjunto de la obra espiritual de la
Compañía» (P. de Guibert, S. J., La Espiritualidad de
la Compañía de Jesús, Sal Terrae 1955, página 211).
— Aparece la E S P E C I A L I Z A C I O N de una forma
clara, como se ve desde sus orígenes, como medio de
cristianización de un ambiente. De aquí surgirán unas
colecciones de libros dedicados a la santificación de
los diversos estados.
— Fueron la ocasión para el desarrollo notable de
una literatura espiritual de los jesuítas. A veces no
eran sólo manuales de piedad, sino obras muy exten-
sas.
— Fruto de las C. M. son innumerables vocaciones
y santos como San Juan Berchmans, San Francisco
de Sales, San Juan Eudes, San Alfonso María de Ligo-
rio, San Juan Bautista de la Salle, etcétera.
— Las obras apostólicas de caridad y beneficencia
social fueron unidas a las C. M. inseparablemente, con
toda la gama de aspectos y situaciones en las que se
pudieron encontrar.
— En este tiempo se llegaron a contar 2.500 gru-
pos agregados a la Prima Primaria.
2. D I S M I N U C I Ó N D E L ESPÍRITU
A U T E N T I C O (1773-1922)
Las C. M. habían nacido y crecido como un movi-
miento surgido del espíritu de los Ejercicios Espiritua-
les y, por tanto, ligado de una manera especial a, la
Compañía de Jesús. Esta relación era existencial, no
jurídica. Por eso la suerte que va a correr la Compañía
en este período no afecta jurídicamente a las C. M.,
sino existencialmente. Permanecerán la corteza y los
108
vasos de un tronco al que se le negará la savia interna
que lo vivifica.
Sin embargo, no sería justo pensar que en todo el
período anterior las cosas estuvieron como en los pri-
meros años después de la fundación de la Compañía.
De 1615 a 1686 la Compañía de Jesús tuvo un pe-
ríodo de su historia muy conflictivo, pues su vida está
asociada de un modo creciente con el empuje intelec-
tual de la época; aparecen movimientos como el carte-
sianismo, el jansenismo y el newtonianismo, que son
un reto a todos los profesores y estudiosos jesuítas.
El mundo en el que había nacido la Compañía es-
taba cediendo ante un nuevo orden. En este período se
mantiene un espíritu creativo, pero van apareciendo
señales de la tormenta que amenaza.
El periodo que abarca los setenta años siguientes
(1687-1757) es una consecuencia de todos los proble-
mas que se habían ido iniciando en tiempos del P. Ac-
quaviva: las relaciones con los Estados, el rápido
avance científico... Por otra parte, se hace más fuerte
la presión del jansenismo y, sobre todo, «la más demo-
ledora, con mucho, fue la de la Ilustración... creció
formando una ingente e impetuosa inundación de
aguas hasta arrasar el antiguo orden. Entre las vícti-
mas más notables estuvo la Compañía» (W. V. Ban-
gert, S. J. Historia de la Compañía de Jesús, Sal Te-
rrae 1981, págs. 335 s.). «Los jesuítas habían perdido
la iniciativa, que fue el distintivo de su historia ante-
rior, y en muchos frentes lucharon a la defensiva. Era
urgente la necesidad de profundos y perspicaces pen-
sadores que pudieran discernir, detrás de la hostilidad
de los 'philosophos', una búsqueda de los valores posi-
tivos de libertad y tolerancia y el impulso hacia un
ideal de justicia, verdad y dignidad humanas, ideal que
109
con el tiempo contribuiría a la reforma de la Iglesia.
Sin embargo, no apareció ningún teólogo de la estatu-
ra de Bellarmino, Suárez, Vázquez o Petan; al contra-
rio, llegó la época de los epígonos o imitadores de es-
cuelas y estilos anteriores» (Ibid., I, pág. 438).
2.1. La supresión de la
Compañía de Jesús
21-JULIO de 1773. Clemente XIV firma la Bula
por la que la Compañía de Jesús quedaba extinguida.
A partir de ese momento sus Obras Apostólicas, sus
casas..., etcétera, pasaron a otras manos. Los jesuítas
dejan de serlo; los sacerdotes serán diocesanos; los
no-sacerdotes, laicos. De los 22.500 jesuítas, 20.000
dejaron de serlo. Solamente los jesuítas de la Rusia
Blanca permanecerán siendo tales, debido a la negati-
va de Catalina II a dar publicidad oficial al Decreto
del Papa, condición necesaria para poder hacerlo efec-
tivo.
14-NOVIEMBRE de 1773. El Papa autoriza la
existencia de las Congregaciones Marianas sin la asis-
tencia de los jesuítas. «De ser un trabajo jesuíta privi-
legiado, las C. M. pasaron de repente a ser uno de los
trabajos normales de la Iglesia Universal... todos los
obispos podían establecer las C. M. en cualquier parte
del mundo» (L, Paulussen, op. cit., pág. 25).
110
que a nadie. Su fin era integrar vida cristiana y vida
ordinaria, fe y cultura. Este dilema fue precisamente el
motivo de todas las grandes convulsiones que estaban
amenazando al mundo del momento.
«Fue un estadio más en el difícil movimiento de de-
jar atrás el mundo medieval y dirigirse hacia una era
nueva y diversa. Algunos de los maestros espirituales
de la Ilustración, atentos a la estrella-guia de la digni-
dad humana y de la libertad, y críticos para con el re-
traso eclesiástico, fueron los protagonistas en el avan-
ce con el que la sociedad civil, en su búsqueda de ma-
durez, estaba echando fuera las formas de la Edad
Media y se dirigía hacia una clarificación de sus pro-
pios valores internos. Al César daban las cosas del
César. Pero comprometieron este excelente objetivo,
ya que a Dios le negaron las cosas de Dios» (Bangert,
op. cit., pág. 442).
En segundo lugar, hay que valorar la fuerza y pre-
sencia de los jesuítas en las C. M. Ellos fueron sus ini-
ciadores y sus más decididos impulsores. N o cuesta
mucho creer que las C. M. participaran de la misma
suerte que la Compañía y fueran incapaces de encon-
trar el verdadero camino que a ellos, como seglares,
les correspondía en la sociedad en la que les habia to-
cado un papel tan decisivo.
Por tanto, al anjuiciar el momento de las C. M. no
se puede tener sólo presente la situación de indefensión
en que quedaron al ser suprimida la Compañía y tener
que valerse de otros medios que no fueran los propios
de su institución. Es preciso añadir que ya los últimos
años de su existencia durante este período fueron caó-
ticos, por la dificultad de ver y discernir la salida a los
problemas nuevos, por la falta de directores que les
ayudaran a hacer ese discernimiento, por la confusión
111
y ambigüedad que dominaba a la mayoría de los jesuí-
tas y por su actitud defensiva, que éstos asumieron sin
la creatividad y el empuje de épocas pasadas.
Las C. M. lograron algunos resultados, pero de
forma esporádica; la mayoría de ellas pasaron a ser
unas asociaciones piadosas que hicieron mucho bien a
las personas que en ellas vivieron, pero perdieron lo
que era más característico de ellas.
3. R E A C C I Ó N D E LOS JESUÍTAS
(1922-1948)
La restauración de la Compañía de Jesús en 1814
por Pío VII fue el fruto de una intensa reacción que se
produjo por todas partes debido al rapidísimo cambio
de la situación política. Pasado el influjo de las Cortes
borbónicas, amenazadas de muerte tan virulentamente
o más que lo fuera la Compañía, y ante las consecuen-
cias que se dejaron sentir por todas partes por la au-
sencia de los jesuítas, se puso de manifiesto lo que, a
pesar de las dificultades anteriores, había influido el
espíritu ignaciano en la construcción de Europa en los
doscientos años de su existencia, a través de sus aso-
ciaciones, Colegios, obras apostólicas, etcétera.
Respecto a la fuerza intrínseca del ideal de la
Compañía, los años de la supresión y la restauración
arrojaron una luz reveladora. Aquellos años demos-
traron con qué profundidad este ideal había sido parte
de la historia de Europa —y del mundo—, ya que so-
brevivió y encontró expresión, con diversos grados de
fidelidad al original, en numerosas instituciones. Se-
guía siendo una fuerza» (Bangert, pág. 521).
Sin embargo el siglo X I X no fue nada fácil para
los jesuítas; por eso las C. M. siguieron su trayectoria
112
creciente por todas partes: unas nacidas de nuevo e
impulsadas por jesuítas, otras en parroquias o Centros
docentes dirigidos por otros religiosos.
113
vo Secretariado se derivaban tanto del cariz de los lí-
deres espirituales como de los laicos:
• ¿Carisma ignaciano conocido y vivido?
• ¿Capacidad de transmisión?
• ¿Sentido de la misión?
• ¿Responsabilidad laical?
• Y sobre todo: la jurisdicción ¿cómo y de quién
dependían?
El año 1939 es elevado al Pontificado Pío XII, que
conocía la estructura y forma de ser de las C. M. y era
amigo personal del P. Vülaret. Durante su Pontificado
hablará repetidas veces de las C. M.; pero, sobre todo,
será la Constitución Apostólica «Bis Saeculari» la que
defina la identidad auténtica de las C. M. y signifique
un llamamiento a una reforma en profundidad, con
una nueva concepción del apostolado laical. H a y que
tener en cuenta que Pío X I había dado forma oficial a
la Acción Católica, y se pensaba que todo apostolado
laical debía estar de alguna forma centralizado por el
movimiento oficial de la Iglesia.
Pío XII afirmaba en su documento que las C. M.
eran «una forma especial y sobresaliente de Acción
Católica», con lo que abría el camino a una evolución
nueva y pluriforme del apostolado de los seglares. A la
vez se vuelve a insistir en la prioridad absoluta de los
Ejercicios Espirituales como fuente de vida para las
C. M., y se les invita a una continua renovación.
4. DE CONGREGACIONES MARIANAS A
C O M U N I D A D E S D E VIDA C R I S T I A N A
1950: El P. Janssens, nuevo General de la Compa-
ñía, reunió en Roma, por medio del Secretariado Cen-
tral, a 71 jesuítas que representaban a 40 naciones. Su
objetivo era responder a la pregunta:
114
«¿Qué debemos hacer para responder a la Consti-
tución Apostólica 'Bis Saeculari'?»
115
. Independencia y autonomía respecto del Secreta
riado S. J.
1959: Newark: Segunda Reunión del Consejo Ge
neral.
Proyectos de renovación seria y rápida.
Trabajo en 70 grupos de 5 lenguas diferentes.
Encargo al Secretariado de Roma: Nuevas Reglas
Comunes.
116
Nuevo nombre para el movimiento: C V X (CLC
en inglés).
Nuevas normas jurídicas y autonomía de la Fede
ración Mundial.
1969: 25 de marzo: Fiesta de la Anunciación y
Encarnación.
Aprobación «ad experimentum» por Pablo VI.
1971: 31 de marzo: Aprobación definitiva.
El P. Louis Paulussen, S. J., al redactar la obra
que hemos seguido para la redacción de este capítulo,
la titula: DIOS T R A B A J A ASI. El ha hecho su traba
jo y lo sigue haciendo de la misma manera: llamando
a hombres y mujeres para que sean colaboradores su
yos: sus manos, sus oídos, sus ojos, su corazón en este
mundo; para que alarguen la fuerza salvífica de la En
carnación a través del tiempo. Esperamos que las
C V X sean fieles «al considerar cómo Dios trabaja en
teramente y labora por mí en todas las cosas criadas,
para que, reconociendo tanto bien recibido, puedan en
todo amar y servir a su Divina Majestad» [EE. 233].
117
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ORACIÓN CONTEMPLATIVA
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17.—Ceferino García, s. j .
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CRISTIANA (CVX)
120 págs.
120
S|T| breve Ar
^ x.
— — — ee. ee.
Responder a los que preguntan: "¿qué son las CVX?"
resulta difícil, porque la respuesta puede resumirse
tanto que no deje satisfecho; o bien, si se pretende
dar una contestación adecuada, se termina citando
una serie de documentos ("Principios Generales",
"Survey", etc.) que la persona a quien nos dirigimos
no conoce o no tiene a mano. Todos sabemos la difi-
cultad que entraña pretender enterarse de algo que
se encuentra disperso en varios libros y la inseguri-
dad en que nos deja semejante empresa: "¿habré en-
contrado lo substancial?".
EDITORIAL SALTERRAE