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En marzo de 2019 Editorial Popular publicó mi libro sobre la actual ola

reaccionaria mundial en ascenso, a raíz de esta publicación la editorial me hizo una


entrevista sobre el libro que también publicó en su sección de Blog. Con su permiso
difundo dicha entrevista que se puede ver a continuación.

EP ¿Por qué crees que ahora es tan necesario un libro como el que has
escrito?

JSR La existencia de partidos, personalidades e ideologías de la actual ola


reaccionaria data de incluso varias décadas en Europa, sin embargo es en los últimos
años cuando asistimos a un salto espectacular en cuanto empiezan a tener victorias
políticas importantes como las de Orbán, Salvini, Trump o Bolsonaro, por citar algunas
de las más importantes.

Entonces, el auge de esta ola reaccionaria plantea problemas de entendimiento


sobre sus causas como paso previo necesario para poder hacerla frente y evitar que

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acabe con toda una serie de conquistas progresistas y democráticas levantadas en las
últimas décadas. Ese es el objeto de este libro, describir de un lado la situación actual y
analizar, de otro lado, las causas y consecuencias de esta ola.

Existen algunas obras que han tratado aisladamente partes de esta ola
reaccionaria, pero creo que ésta es la primera que hace un análisis global de la misma
señalando su carácter mundial desde una visión amplia.

EP ¿Qué diferencias y similitudes ves en este momento expansivo de posturas


totalitarias o populistas con otros que hemos vivido a lo largo de la
historia?

JSR En el libro hay varios capítulos dónde se realizan diferentes comparaciones


históricas. La más importante de todas es la que se hace con relación a los fascismos de
las décadas de los 30 y 40 del siglo pasado. Brevemente podemos apuntar que las
enormes diferencias de condiciones históricas entre aquella época y la actual son las
responsables de la aparición de fenómenos políticos que, aunque tienen puntos de
contacto, se distinguen por responder a causas diferentes. En el fascismo clásico
concurren tres elementos, como las secuelas de la primera guerra mundial, los ensayos
exitosos o no de revoluciones socialistas, y el expansionismo territorial, que no existen
hoy, pero también es verdad que la ola de entonces y la de hoy responden a un
ultranacionalismo, apuestan por formas de Estado autoritarios o totalitarios, y apelan a
líderes carismáticos.

EP ¿Cuál crees que ha sido el germen que ha hecho florecer este fenómeno
con tanta fuerza en estos momentos, pasando de ser un movimiento marginal
a alcanzar cotas de poder?

JSR Se pueden señalar dos elementos precipitantes del salto que ha


experimentado este fenómeno, teniendo en cuenta que, efectivamente, ya existía
anteriormente como una amenaza no demasiado preocupante. El primero sería la crisis
desatada en 2008, que agudizó algunos de los problemas ya planteados por la
globalización. Para los "perdedores de la globalización" se agravaba su situación con la

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crisis y la izquierda fue derrotada con su programa de salida no neoliberal a la misma,
es tras esta derrota de la izquierda cuando la derecha radical populista xenófoba se pone
a la cabeza del malestar existente contra el establishment. En Europa estas derrotas son
las de Syriza, los sindicatos franceses o el fuerte retroceso de Podemos, en EE.UU. es
la derrota de Sanders frente a Hillary Clinton.

El segundo elemento ha sido las crisis migratorias, elemento especialmente


explotado por las formaciones o líderes de la derecha radical en Europa y EE.UU., en
este caso utilizando lo que se ha denominado la "ansiedad cultural" o temor a la pérdida
del modo de vida o valores tradicionales ante la presencia de culturas diferentes.

En el caso de España o Brasil en el súbito ascenso de esta derecha radical han


intervenido otros factores propios. Vox se ha apoyado en la exacerbación del
nacionalismo español provocado por el conflicto catalán. Bolsonaro, por su lado, se ha
apoyado en sentimientos anti-establishment por los casos de corrupción que han
afectado a todos los partidos brasileños, el problema de la violencia callejera, y el peso
de las iglesias evangélicas.

EP La clase obrera, que generalmente ha apoyado a la izquierda, se


presenta como una parte del electorado perfectamente accesible a esta derecha
radical, ¿cómo crees que ha podido suceder este viraje?

JSR En primer lugar hay que señalar el fuerte retroceso de la izquierda, incluso
la socialdemócrata, al menos desde el hundimiento del socialismo real, este fenómeno
ya indicaba la retirada de los vínculos históricos de la clase obrera con estos partidos.
Tras la derrota mencionada de la izquierda en su enfrentamiento por la crisis desatada
en 2008, los partidos de la derecha radical populista xenófoba se dirigen a la clase
obrera con dos mensajes para atraerla, el mensaje del "chovinismo del bienestar" o
"preferencia nacional", prometiéndoles que los beneficios sociales no serían repartidos
con la población inmigrante; el segundo mensaje es la canalización del malestar de la
clase obrera, y en general de las clases populares, contra el establishment, que pueden
ser las élites políticas nacionales o de Bruselas, y las elites culturales o económicas,
pero también contra las poblaciones inmigrantes.

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En el mismo sentido es necesario subrayar que en las últimas décadas se ha
asistido a un desplazamiento del eje clásico de posicionamiento político entre derecha e
izquierda a otro eje de tipo socio-cultural. Así, en la disputa por el apoyo de la clase
trabajadora, la derecha radical apela a propuestas reaccionarias de defensa de valores
tradicionales, políticas de "ley y orden", y rechazo del multiculturalismo, a la vez que
promete la defensa de los beneficios sociales de los trabajadores no contra la burguesía
nacional sino contra los inmigrantes.

EP No todos los partidos que forman parte de este fenómeno son iguales,
¿cuáles crees que tienen más posibilidades de triunfar sobre los otros?

JSR Efectivamente, dentro de esta heterogénea familia de partidos algunos ya


han alcanzado el gobierno, bien como socios minoritarios de coaliciones políticas, bien
como partidos principales del gobierno, pero también existen caso de retrocesos a la
marginalidad como en Gran Bretaña, Bélgica o Rumanía.

Los que tienen más posibilidades de triunfar no son los más radicales sino
aquellos que maniobran para romper los "cordones sanitarios" a su alrededor, los que
disimulan los aspectos más radicales de sus programas para atraer más apoyos, y los
que encuentran unas circunstancias propicias para avanzar y saben aprovecharlas.

EP ¿Crees que nuestra sociedad actual realmente podría soportar un gobierno


de derechas radical?

JSR La respuesta a esta pregunta ya ha sido respondida en la práctica, Polonia,


Hungría, Italia, EE.UU. y Brasil son países que ya están siendo gobernados por partidos
o personajes que forman parte de la ola reaccionaria actual, en algunos de ellos, como
en Hungría o Polonia, incluso han renovado mandatos, y en ninguno de ellos se ha
producido una reacción social o política de fuerte oposición a sus políticas. Digamos
que las sociedades actuales dónde actúan los partidos de la derecha radical primero
aceptaron normalmente su presencia en el escenario político, y luego su presencia en el
gobierno. Ello indica el triunfo más peligroso de estos partidos, conseguir que amplias
capas sociales consideren aceptables sus proyectos y se conviertan en una presencia

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estable con capacidad de desmantelar
paulatinamente el conjunto de valores políticos y sociales democráticos y progresista
que se han venido conquistando en las últimas décadas.

EP ¿Qué panorama dibujas para un futuro cercano teniendo en cuenta lo


que está sucediendo?

Hemos visto como esta ola reaccionaria ha ido progresando en los últimos años,
ganando apoyos sociales y electorales y accediendo a posiciones de poder, y no parece
que esta tendencia vaya a sufrir una inflexión. Se podría pensar que su paso por los
gobiernos les desgastaría al confrontar sus proyectos con la realidad pero, como hemos
señalado, en Hungría y Polonia han renovado mandatos, en Italia La Liga ha subido en
las encuestas desde que está en el gobierno, y Trump parece estar despejando algunas
incógnitas, como la trama rusa, para posicionarse de cara a su reelección dentro de año
y medio.

En los últimos capítulos del libro hay, justamente, una reflexión sobre cómo
podría enfrentarse este ascenso de la ola reaccionaria mundial y cuáles serían las
matrices de fuerzas internacionales que podrían enfrentarla y las conclusiones,
desgraciadamente, no son muy optimistas. En principio porque no parece existir una
conciencia clara del peligro que esta ola representa para los valores democráticos y
progresistas, y de ello se deriva ya no solo la ausencia de una acción común contra
dicha ola, sino que muchos partidos de la derecha se encuentran cómodos colaborando
políticamente con esta derecha radical populista xenófoba, como está ocurriendo en
España con Vox, porque previamente han sido contaminados por los valores y
programas de ésta.

Así, el peso principal de la oposición a esta ola reaccionaria recae en los partidos
socialdemócratas y de izquierdas, sin minusvalorar algunos partidos, medios de
comunicación o intelectuales liberales, pero su peso e influencia está pasando por un
momento de reflujo que tampoco les convierte en un dique efectivo.

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