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MARTÍN EMILIO BELTRÁN QUINTERO

Magistrado ponente

SL560-2018
Radicación n.° 56715
Acta 05

Bogotá, D. C., siete (7) de marzo de dos mil dieciocho


(2018).

Decide la Sala el recurso de casación interpuesto por


GLORIA IBET CORDOBA URIBE, contra la sentencia
proferida por la Sala Laboral de Descongestión del Tribunal
Superior del Distrito Judicial de Bogotá, el 31 de enero de
2012, en el proceso ordinario laboral que instauró la
recurrente contra la CAJA DE PREVISIÓN SOCIAL DE
COMUNICACIONES -CAPRECOM EN LIQUIDACIÓN y
SONIA STELLA CIFUENTES RODRÍGUEZ.

Se acepta el impedimento manifestado por la


Magistrada Dolly Amparo Caguasango Villota.

Se reconoce personería al abogado Juan Guillermo


López Celis, como apoderado judicial de la Caja de Previsión
Social de Comunicaciones –Caprecom en liquidación, en los

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términos y para los efectos del poder que obra a folio 80 del
cuaderno de la Corte.

I. ANTECEDENTES

La citada accionante Gloria Ibet Córdoba Uribe, en su


calidad de cónyuge supérstite, demandó a la Caja de
Previsión Social de Comunicaciones -Caprecom y a la señora
Sonia Stella Cifuentes Rodríguez, en su condición de
compañera permanente, con el fin de que se declare que tiene
derecho «a que se le reconozca el cien por (100%) ciento de la
PENSIÓN DE SOBREVIVIENTE QUE PERCIBÍA EL CAUSANTE,
la cual está pendiente o suspendida de cancelar». Pidió, en
consecuencia, que se condene a su pago a partir del 9 de
diciembre de 2005, fecha en que falleció su cónyuge Teófilo
Cabrera Castro; la indexación o los intereses moratorios; y
las costas.

Como fundamento de sus peticiones, manifestó que el


21 de agosto de 1998 contrajo matrimonio con el señor
Teófilo Cabrera Castro, quien era beneficiario de una pensión
de jubilación reconocida por la Caja de Previsión Social de
Comunicaciones, mediante Resolución n° 002978 del 21 de
septiembre de 1984; y que ella dependía de su cónyuge, que
adicionalmente ejercía su profesión de abogado.

Sostuvo que por escritura pública n.o 607 del 31 de


marzo de 2004, ante la Notaria Primera del Circuito de Neiva,
de forma libre y voluntaria resolvieron liquidar la sociedad
conyugal existente, pero el vínculo matrimonial continuó

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vigente; que el señor Cabrera Castro falleció el 9 de diciembre


de 2005; que el día 14 de ese mismo mes y año solicitó ante
la Caja aquí demandada la sustitución pensional, petición
que también elevó la señora Sonia Stella Cifuentes
Rodríguez, bajo la supuesta condición de compañera
permanente del pensionado fallecido; que la entidad
accionada negó el derecho a ambas reclamantes; y que
convivió con su esposo hasta el momento de su deceso.

La Caja de Previsión Social de Comunicaciones, en su


escrito de contestación a la demanda, se opuso a las
pretensiones. En cuanto a los hechos, aceptó el vínculo
matrimonial, la liquidación de la sociedad conyugal, el
fallecimiento del señor Teófilo Cabrera Castro, la solicitud de
pensión elevada por la actora y la negativa de la entidad a
reconocer la prestación; negó los restantes supuestos
fácticos e indicó que el propio pensionado, a través de oficio
n.o 021466 del 17 de agosto de 2005, le informó a la AFP de
la liquidación de la sociedad conyugal y dispuso como
beneficiaria a la señora Sonia Stella Cifuentes Rodríguez.
Como excepciones propuso las de inexistencia del derecho y
aplicación de las normas legales.

Como fundamento de su defensa, expresó que según


declaración juramentada del señor Teófilo Cabrera Castro,
éste se separó de la cónyuge demandante desde principios
del año 2003 y semanas después efectuó la liquidación de la
sociedad conyugal, de allí que para el momento de su deceso
no convivía con Gloria Ibet Córdoba Uribe.

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La demandada Sonia Stella Cifuentes Rodríguez, al


contestar la demanda, se opuso a todas las pretensiones. En
cuanto a los hechos, aceptó la calidad de pensionado del
fallecido y la fecha de su deceso, el matrimonio del causante
con la señora Córdoba Uribe, la reclamación de la sustitución
pensional elevada y la respuesta por parte de la empresa
accionada. Respecto de los demás supuestos fácticos, dijo no
ser ciertos. Como excepciones previas propuso las de falta de
competencia y falta de legitimación en la causa por pasiva.
Como de fondo la de carencia total del derecho.

Como razones de su defensa, manifestó que en este caso


era evidente que entre ella y el pensionado había existido una
convivencia real y efectiva en calidad de compañeros
permanentes y, de otro lado, que la convivencia del causante
con su cónyuge solo fue por espacio de tres años.

Por otra parte, la señora Sonia Stella Cifuentes


Rodríguez presentó demanda ante el Juzgado Quinto Laboral
del Circuito de Bogotá, contra la accionante Gloria Ibet
Córdoba Uribe y la Caja de Previsión Social de
Comunicaciones, con el fin de que condene a esta última
entidad al reconocimiento y pago de la pensión de
sobrevivientes por el fallecimiento de su compañero Teófilo
Cabrera Castro, solicitó que se ordenara el pago de las
mesadas adeudadas, los intereses moratorios, la indexación
y las costas.

Como hechos relevantes, adujo que fue compañera


permanente del señor Teófilo Cabrera Castro «durante más

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de veinte años desde 1972»; que de dicha unión nacieron


Sandra Liliana, Sonia Patricia y Linda María Cabrera
Cifuentes, quienes son mayores de edad; que su compañero
percibía una pensión de jubilación reconocida por Caprecom
a través de resolución n.o 002978 de diciembre de 1984, el
cual, en agosto de 1998, contrajo matrimonio con la señora
Gloria Ibet Córdoba, y de quien se separó en abril de 2003
por causa de los malos tratos que ésta le propinaba; y que
dichos cónyuges liquidaron la sociedad conyugal el 31 de
marzo de 2004, protocolizando además la separación legal de
cuerpos.

Expresó que tras la separación, el señor Cabrera Castro


reanudó su relación de hecho con la señora Cifuentes
Rodríguez, la cual se mantuvo hasta el momento de su
deceso, hecho ocurrido el 9 de diciembre de 2005; que su
compañero, mediante comunicación del 8 de agosto de 2005,
la inscribió ante Caprecom como beneficiaria de la pensión;
que también la afilió como beneficiaria en salud, situación
que derivó en que su cónyuge Gloria Ibet Córdoba promoviera
acción de tutela a fin de continuar disfrutando de los
servicios médicos, la cual fue fallada a favor de esta última,
decisión que fue impugnada por el pensionado; y que la
separación de la señora Córdoba era evidente y pública, al
punto que no estuvo en el funeral. Agregó que el 15 de
diciembre peticionó la pensión de sobrevivientes ante
Caprecom, prestación que le fue negada mediante resolución
n.o 0326 del 23 de febrero de 2006, determinación que
recurrió sin éxito.

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La Caja de Previsión Social de Comunicaciones, al dar


respuesta a la demanda presentada por Sonia Stella
Cifuentes Rodríguez, no se opuso a las pretensiones. En
cuanto a los hechos, aceptó el reconocimiento de la pensión
de jubilación al señor Teófilo Cabrera Castro y la data de su
deceso, la liquidación de la sociedad conyugal que este tenía
con la señora Gloria Ibet Córdoba Uribe, la inscripción de la
señora Cifuentes Rodríguez como beneficiaria de la pensión
de sobrevivientes y su afiliación al sistema de salud. Así
mismo aceptó la solicitud de pensión elevada por la
compañera y la negativa de la entidad. De los restantes
supuestos fácticos manifestó que no le constaban. Como
excepciones propuso las de inexistencia de las obligaciones
demandadas y cobro de lo no debido.

Como razones de su defensa expuso que las pruebas


allegadas por la compañera demandante al momento de
elevar la solicitud del reconocimiento y pago de la sustitución
pensional, daban cuenta que el tiempo de convivencia de ésta
y el señor Cabrera Castro fue de 3 años, periodo insuficiente
para acceder a la prestación conforme lo prevé el artículo 13
de la Ley 797 de 2003.

Gloria Ibet Córdoba Uribe, en el escrito de contestación


a la demanda presentada por Sonia Stella Cifuentes
Rodríguez en su contra, se opuso a la totalidad de las
pretensiones. En cuanto a los hechos, aceptó la calidad de
pensionado del causante y la fecha de su muerte, la
reclamación de sustitución pensional por parte de ambas
solicitantes y la negativa de la entidad. Respecto de los demás

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supuestos fácticos dijo que unos no le constaban y que otros


no eran ciertos. Como excepción previa propuso la de pleito
pendiente y como de fondo la que denominó ausencia del
derecho reclamado. En su defensa, adujo que ella, Gloria Ibet
Córdoba Uribe, como esposa, convivió con el causante hasta
el momento de su deceso.

A través de auto proferido el 8 de julio de 2008, el


Juzgado Doce Laboral del Circuito de Bogotá resolvió
acumular el proceso seguido por la señora Sonia Stella
Cifuentes Rodríguez ante el Juzgado Quinto Laboral del
Circuito de Bogotá con el aquí promovido por Gloria Ibet
Córdoba Uribe contra la Caja de Previsión Social de
Comunicaciones y otra.

II. SENTENCIA DE PRIMERA INSTANCIA

El Juzgado Doce Laboral del Circuito de Bogotá,


mediante sentencia proferida el 26 de febrero de 2010,
absolvió a la Caja de Previsión Social de Comunicaciones –
Caprecom, de la totalidad de las pretensiones incoadas por
las señoras Gloria Ibet Córdoba Uribe y Sonia Stella
Cifuentes Rodríguez. Impuso costas a cargo de la parte
demandante.

III. SENTENCIA DE SEGUNDA INSTANCIA

Al resolver el recurso de apelación interpuesto por la


cónyuge y la compañera permanente, la Sala Laboral de
Descongestión del Tribunal Superior del Distrito Judicial de

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Bogotá, mediante fallo del 31 de enero de 2012, confirmó la


decisión de primer grado:

En lo que interesa al recurso extraordinario, el ad quem


manifestó que el problema jurídico a resolver se contraía en
establecer, a la luz de la Ley 797 de 2003, si alguna de las
demandantes ostenta la condición de beneficiaria de la
pensión de sobrevivientes, con ocasión del fallecimiento del
señor Teófilo Cabrera Castro.

Pasó a transcribir un pasaje de lo dicho por la Corte


Constitucional en sentencia CC T-471-1992 y expuso:

Ahora bien teniendo en cuenta los recursos de cada uno de los


apelantes y de acurdo(sic) a cada una de sus inconformidades que
las hacen consistir sino en el hecho de cada uno manifiestan que
sus representadas tienen derecho a que CAPRECOM les reconozca
como beneficiarias de la sustitución pensional del señor TEOFILO
CABRERA CASTRO (q.e.p.d.) desde ya se deberá confirmar el fallo
apelado, pues de las pruebas aportadas al proceso de(sic) deduce
que ninguna [de] las reclamantes reunió los requisitos de
convivencia de los cinco años anteriores al fallecimiento con el
causante, como se establece que el causante dejo(sic) generado el
derecho para que se accediera al(sic) la pensión de sobreviviente
solo queda por establecer si el derecho se generó en cabeza de
algunas de las demandantes, si se observa en el plenario que se
acredito(sic) la convivencia con la señora GLORIA IBETH
CORDOBA RODRIGUEZ con el causante hasta el 31 de enero de
2004, tal como lo manifiesta el causante y como consta a folio 568
del expediente, así mismo manifiesta que en la actualidad 08 de
Agosto de 2005 tiene como compañera permanente a la señora
SONIA STELLA CIFUENTES RODRIGUEZ, documento dirigido a la
jefe de pensiones y nominas, documente este, junto con las demás
pruebas aportas al proceso crean un grado de certeza como lo
acoto(sic) el a-quo, que las señoras GLORIA IBETH CORDOBA
RODRIGUEZ y SONIA STELLA CIFUENTES RODRIGUEZ no
acreditaron el requisito de haber convivido la totalidad de los cinco
años anteriores al fallecimiento del causante tal como es requerido
en el artículo 47 de la ley 100 de 1993 modificado por la ley 797
de 2003 y teniendo en cuanta(sic) que no reúne[n] los requisitos
esto es que no dio cumplimiento a lo ordenado por el artículo 177
del código de procedimiento civil aplicable al proceso laboral por
integración de normas autorizado por el artículo 145 del código

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procesal del trabajo y la seguridad social.

De lo anterior se puede afirmar que el requisito de la convivencia


exigida no está dado por tanto, se confirmara(sic) la sentencia
apelada

IV. RECURSO DE CASACIÓN

Interpuesto por la cónyuge demandante Gloria Ibet


Córdoba Uribe, concedido por el Tribunal y admitido por la
Corte, se procede a resolver.

V. ALCANCE DE LA IMPUGNACIÓN

Pretende la recurrente que la Corte case totalmente la


sentencia impugnada para que, en sede de instancia,
revoque el fallo del Juzgado y en su lugar se acceda a la
totalidad de las súplicas incoadas por la señora Gloria Ibet
Córdoba Uribe, en calidad de cónyuge supérstite.

Con tal propósito formula tres cargos, por la causal


primera de casación, que fueron replicados por la compañera
Sonia Stella Cifuentes Rodríguez. La Sala resolverá en primer
lugar el tercero dirigido por la senda de los hechos, y luego
los dos restantes de forma conjunta, por cuanto están
encaminados por igual vía, se valen de similar
argumentación y persiguen un mismo fin.

VI. CARGO TERCERO

Acusa la sentencia recurrida de infringir la ley


sustancial por la vía indirecta, en la modalidad de aplicación

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indebida, de los artículos «46 y 47 de la ley 100 de 1993,


subrogados por los artículos 12 y 13 de la ley 797 de 2003,
de los artículo 7, 9, 10 y 11 del Decreto 1889 del 2004; en
relación con los artículos 1°, 2°, 6°, 15, 16, 29, 53, 83, 93, 228,
229 y 230 de la Constitución Política; Artículos 1°, 9°, 4°, 9°,
13, 14, 18, 19, 20, 21 del Código Sustantivo del Trabajo;
artículos 51, 61 y 151 del Código Procesal del Trabajo y de la
Seguridad Social; Artículos 27 y 28 del Código Civil; artículos
1° , 2° y 8° de la ley 153 de 1887».

Sostiene que el Tribunal incurrió en un error evidente


de hecho, consistente en «no dar por demostrado, estándolo,
que la señora GLORIA IBET CÓRDOBA URIBE para la fecha
del fallecimiento del TEÓFILO CABRERA CASTRO, contaban
con más de cinco años de convivencia con el causante, para
ser beneficiaria de la pensión de sobreviviente en su calidad
de cónyuge supérstite».

Como pruebas mal apreciadas relaciona las siguientes:


i) registro civil de matrimonio de Gloria Ibet Córdoba Uribe
con Teófilo Cabrera Castro, del 21 de agosto de 1998; ii)
registro civil de defunción del señor Teófilo Cabrera Castro
del 9 de diciembre de 2005; iii) solicitud enviada por el
causante a CAPRECOM nombrando como sustituta de la
pensión de jubilación a la demandante Gloria Ibet Córdoba
Uribe; y iv) escritura Pública n.o 607 del 31 de marzo de 2004
de la Notaría Primera de Neiva.

El recurrente en la demostración del cargo afirma que


no controvierte la fecha del matrimonio civil de la

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demandante con el causante el 21 de agosto de 1998, la


muerte del pensionado el 9 de diciembre de 2005 en la ciudad
de Neiva y que la liquidación de la sociedad conyugal de
bienes se efectuó el 21 de marzo de 2004.

Afirma el censor que el yerro fáctico del ad quem surge


en que apreció erróneamente las pruebas que se mencionan
en el cargo, pues de ellas coligió que la cónyuge demandante
«no había hecho vida marital con el causante durante los
últimos cinco años antes de su fallecimiento».

Aduce que del «sólo cotejo de la fecha del matrimonio -21


de agosto de 1998- de la demandante con el causante (Folio
10) y la fecha de fallecimiento de éste último - 9 de diciembre
de 2005, (folio 11) se determina que dicha relación
matrimonial, no disuelta, duró mucho más de cinco años»; y
que incluso si la contabilización se efectúa hasta el momento
de la liquidación «de la sociedad conyugal de bienes, más no
del vínculo matrimonial -31 de marzo de 2004», es forzoso
concluir que ese vínculo matrimonial para esta última fecha
llevaba más de cinco años.

Refiere que la intención del causante para liquidar la


sociedad conyugal de bienes, no era otra que la de proteger a
su cónyuge legitima de posibles futuras reclamaciones
económicas de los hijos habidos en anteriores relaciones
sentimentales y dejaran en la orfandad a su legitima esposa,
pues de no haber sido así «el causante como abogado que era,
en la misma escritura de liquidación de la sociedad conyugal
de bienes habrían firmado el divorcio, pero no lo hicieron

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porque siguieron compartiendo sus vidas en común y'


protegiéndose mutuamente».

Resalta que el señor Cabrera Castro falleció en la ciudad


de Neiva el 9 de diciembre de 2005, en donde residía y
compartían techo con su cónyuge, por lo que resulta falsa «la
afirmación que se hace en el expediente de que el causante
hubiese vivido en el barrio Quinta Paredes de Bogotá con la
señora SONIA STELLA CIFUENTES RODRÍGUEZ».

Finalmente indica que acorde a la valoración correcta


de las pruebas enlistadas en el cargo, la cónyuge
demandante cumple con las exigencias previstas en el literal
b) del artículo 13 de la Ley 797 de 2003, sin que sea necesario
demostrar que la convivencia con el causante se mantuvo
hasta el momento de su deceso, por presentarse en el sub lite
un caso de convivencia simultánea.

VII. LA RÉPLICA

Expone la compañera Cifuentes Rodríguez que en el


cargo no está demostrado error alguno por parte del
Tribunal, en la medida que las mismas pruebas del proceso
acreditan que la cónyuge recurrente no convivió con el
causante cinco años con antelación a la data de su
fallecimiento. Agrega que el ataque hace alusión a asuntos
jurídicos que no pueden ser cuestionados por el sendero
elegido de los hechos.

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VIII. CONSIDERACIONES

Previo a dilucidar lo anterior, pertinente es recordar,


que el error de hecho en materia laboral «[…]se presenta,
según el caso, cuando el sentenciador hace decir al medio
probatorio algo que ostensiblemente no indica o le niega la
evidencia que tiene, o cuando deja de apreciarlo, y por
cualquiera de esos medios da por demostrado un hecho sin
estarlo, o no lo da por demostrado estándolo, con incidencia
de ese yerro en la ley sustancial que de ese modo resulta
infringida» (sentencias CSJ, 11 feb. 1994, rad. 6043,
reiterada en la SL5988-2016, 4 may. 2016, rad. 43354 y
SL5132-2017, rad. 46162), además para que se configure, es
indispensable que venga acompañado de las razones que lo
demuestran, y como lo ha dicho la Corte, que su existencia
aparezca notoria, protuberante y manifiesta.

En el sub lite, conforme se desprende de lo planteado


en el cargo, debe decirse que desde la órbita de lo fáctico, la
censura le endilga al Tribunal un único yerro consistente en
«no dar por demostrado, estándolo, que la señora GLORIA
IBET CÓRDOBA URIBE para la fecha del fallecimiento del
TEÓFILO CABRERA CASTRO, contaban con más de cinco años
de convivencia con el causante», pese a ello, vista la
motivación de la sentencia de segundo grado, se advierte sin
esfuerzo alguno que el colegiado en ningún momento
desconoció la existencia de ese tiempo mínimo de convivencia
de cinco años, pues expresamente el ad quem sostuvo que
fue acreditada hasta el 31 de enero de 2004, habiéndose
iniciado la misma el 21 de agosto de 1998 cuando celebraron

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matrimonio, cuestión diferente es que considerara que como


la convivencia no se mantuvo hasta el preciso momento del
fallecimiento del causante que aconteció el 9 de diciembre de
2005, no era posible el reconocimiento del derecho a la
cónyuge demandante, razonamiento este último que es
eminentemente jurídico.

Por otra parte, es claro para la Corte que las pruebas


denunciadas por el recurrente de modo alguno muestran que
la convivencia con la esposa se extendió más allá de la data
fijada por el ad quem, esto es, 31 de enero de 2004, ni
tampoco acreditan que para el momento de la muerte del
causante existía algún tipo de vínculo afectivo, de
comunicación, solidaridad y ayuda mutua con éste, que
permitiera considerar que los lazos familiares entre cónyuges
siguieron vigentes, condición esta última que, como se
explicará con posterioridad al resolverse los cargos
orientados por la senda directa, es un requisito para el
reconocimiento del derecho pensional a la cónyuge supérstite
que estaba separado de hecho, pero con vínculo matrimonial
vigente.

En efecto, del examen objetivo de las pruebas acusadas


en el orden propuesto por el censor, es claro que el fallador
de alzada no distorsionó el contenido de los medios de
convicción, ni les hizo decir algo que de su texto no se
coligiera, como a continuación se pasa a detallar:

El registro civil de matrimonio lo único que acredita es


la fecha en que se contrajo tal vinculo y si bien de allí se

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desprende que aquel se mantuvo hasta el momento en que


falleció el pensionado, esta situación no fue desconocida por
el Tribunal, quien echó de menos fue que durante los últimos
cinco años de vida de la pareja no conviviera hasta la muerte
del pensionado, conclusión que no se altera con esta prueba
pues la misma no indica que existiera o no una convivencia
efectiva y tampoco desvirtúa la separación de hecho que tuvo
por acreditada el ad quem.

Respecto al registro civil de defunción, tal documento lo


que certifica es que el señor Teófilo Cabrera Castro falleció el
9 de diciembre de 2005 en la ciudad de Neiva, situación que
en momento alguno estuvo en discusión. Ahora bien,
pretender derivar de dicha prueba una convivencia efectiva
resulta totalmente equivocado, en tanto tal probanza no da
cuenta del lugar en donde residía el difundo y, menos aún,
que lo fuera con su cónyuge Córdoba Uribe.

En lo que tiene que ver con la escritura de liquidación


de la sociedad conyugal, tal medio probatorio no revela cosa
distinta a que la pareja decidió dividir los bienes y asumir de
manera independiente el manejo económico de sus haberes,
pero ello no muestra que la intención fuera precaver futuros
problemas con los hijos del pensionado y su cónyuge, como
lo propone el recurrente, pues en tal acto no se da cuenta de
los motivos internos que llevaron a los suscribientes a su
celebración.

Por otra parte, si lo que perseguía el censor era acreditar


que la demandante seguía compartiendo su vida en común y

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protegiéndose mutuamente con el pensionado fallecido,


debió como primera medida denunciar la prueba en que se
fundó el Tribunal, esto es, la obrante a folio 568 del
expediente, que corresponde a un escrito dirigido por el señor
Teófilo Cabrera Castro a la Jefe División Pensiones y Nómina
de Caprecom, en el que le informa que liquidó la sociedad
conyugal conformada con la señora Gloria Ibet Córdoba
Uribe, que desde el 31 de enero de 2004 se produjo una
separación de hecho, que «no existe ya ningún vínculo que me
obligue en alguna forma con la citada señora», y que en la
actualidad su compañera permanente es la señora Sonia
Stella Cifuentes Rodríguez; probanza esta que fue la que
sirvió a la colegiatura para respaldar su conclusión fáctica, y
como quiera que no atacó su contenido, dicha inferencia que
soporta la decisión impugnada, se mantiene incólume.

En ese orden de ideas, de las pruebas denunciadas no


es dable colegir que después de la separación de la aquí
demandante y el señor Cabrera Castro, que tuvo por
acreditado el juez de apelaciones y no fue desvirtuado, se
mantuviera entre los cónyuges una relación afectiva y
espiritual, esto es, que, pese a la liquidación de la sociedad
conyugal, continuaran vigentes los lazos afectivos,
familiares, la comunicación, solidaridad, socorro y ayuda
mutua, para efectos de tener en cuenta la convivencia de
cinco años en cualquier tiempo, a fin de satisfacer este
requisito. Incluso, como lo reconoce la misma demandante
en el hecho quinto del libelo genitor, su cónyuge pensionado
la había retirado del sistema de salud, al punto que debió
acudir a una acción constitucional para obtener

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nuevamente su afiliación, que fue decidida a su favor,


determinación esta que fue objeto del recurso de
impugnación por parte del señor Cabrera Castro (f.o 39 a 49
y 77 a 80), escrito en el cual el afirmó que se encuentran
separados de hecho y que se retiró del hogar para protegerse
de las amenazas de la accionante, aseveraciones estas que
desvirtúan el espíritu de socorro y auxilio mutuo en forma
permanente que es lo que reclama la seguridad social.

Así las cosas, es claro que desde la órbita de lo fáctico,


el juez colegiado no cometió yerro alguno, de allí que el cargo
no prospera.

IX. CARGO PRIMERO

Acusa la sentencia por vulnerar directamente la ley


sustancial, por aplicación indebida de las siguientes
disposiciones:

artículo 47 de la ley 100 de 1993, subrogados(sic) por el artículo


13 de la ley 797 de 2003; de los artículo 7, 9 y 10 del Decreto 1889
del 2004; en relación con los artículos 1º, 2º, 6º, 15, 16, 29, 53, 83,
93, 228, 229 y 230 de la Constitución Política; Artículos 1º, 9º , 4º,
9º, 13, 14, 18, 19, 20, 21 del Código Sustantivo del Trabajo;
artículos 51, 61 y 151 del Código Procesal del Trabajo y de la
Seguridad Social; Artículos 27 y 28 del Código Civil; artículos 1º ,
2º y 8º de la ley 153 de 1887.

En la demostración del cargo expresa que en atención a


la vía elegida, no controvierte los siguientes supuestos
fácticos: i) la fecha del matrimonio civil de la demandante con
el causante, que lo fue el 21 de agosto de 1998; y ii) que el
señor Teófilo Cabrera Castro falleció el 9 de diciembre de

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2005.

Sostiene que el cuestionamiento se contrae a que el


Tribunal aplicó indebidamente el literal a) del artículo 13 de
la Ley 797 de 2003, cuando lo correcto era definir el asunto
bajo lo dispuesto en el inciso 3º del literal b) de la misma
disposición, en razón a que el aparte normativo empleado por
el ad quem regula son los eventos en los cuales no existió
convivencia simultánea por parte del causante con su
cónyuge y con la compañera permanente.

Expone que cuando «existe convivencia simultánea,


como se deduce de la sentencia del Tribunal al negarle la
pensión de sobreviviente tanto a la cónyuge como a la
compañera permanente», lo norma que regula el asunto es el
inciso 3º de literal b) del artículo 13 de la Ley 797 de 2003,
de allí que la situación de la cónyuge «separada de hecho, que
no convivió con el causante hasta el final de sus días, y la
señora SONIA STELLA CIFUENTES RODRÍGUEZ, se dirime
otorgando una pensión proporcional al tiempo convivido con el
causante, salvo que para el caso presente, la única recurrente
en casación es mi poderdante GLORIA IBET CÓRDOBA URIBE,
en calidad de cónyuge supérstite del causante».

Explica que la cónyuge demandante no tenía que


acreditar el requisito de convivencia exigido por el juez
colegiado, pues tal razonamiento va en abierta contradicción
con los requerimientos plasmados en la norma llamada a
regular la situación fáctica de los cónyuges separado de
hecho; al punto que, sostener lo contrario, sería restarle valor

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a la consagración jurídica de la pensión obtenida en forma


proporcional al tiempo convivido con el causante y
desconocer con ello lo dicho por la Corte Constitucional en
sentencia CC C-1035 de 2008 y lo adoctrinado por la Sala
Laboral en decisión CSJ SL, 29 sep. 2011, rad. 40055, de la
cual transcribió un pasaje; y a modo de conclusión expone:

[…] la inaplicación del inciso 3 del literal b) del artículo 13 de la ley


797 de 2003, resulta arbitraria e injusta, pues se está
desamparando a un grupo poblacional (cónyuges separadas de
hecho) del resguardo que libremente el Sistema Pensional dispuso
y aplicó exegéticamente el literal a) del citado artículo 13; en cuanto
se le tomó para exigir a la cónyuge separada de hecho, la
demostración de vida marital o convivencia con el causante al
menos 5 años antes de la muerte; errónea aplicación que condujo
a la errónea interpretación de la norma acusada.

X. CARGO SEGUNDO

Acusa la sentencia por vulnerar directamente la ley


sustancial, por infracción directa del mismo elenco
normativo que denunció en el primer cargo, al que adiciona
el artículo 11 del Decreto 1889 de 2004, por lo que se hace
innecesaria su transcripción.

En el desarrollo del cargo, expone los mismos


argumentos contenidos en el anterior ataque, haciendo
énfasis en que el ad quem se equivocó al exigirle a la cónyuge
del causante haber convivido con este al menos cinco años
continuos con antelación al momento de su muerte.

En dicho sentido transcribe apartes de lo dicho por


Corte Constitucional en sentencia CC C-1035 de 2008 y lo
expuesto por la Sala Laboral en decisión CSJ SL, 29 sep.

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2011, rad. 40055, y finaliza manifestando lo siguiente:

Conforme a la jurisprudencia citada, en relación con el citado


artículo 13, la o el cónyuge separado de hecho no está obligado (a)
a demostrar convivencia con el causante pues le asistía derecho a
la pensión de sobrevivientes. Cuando existe convivencia
simultánea, como se deduce de la sentencia del Tribunal al negarle
la pensión de sobreviviente tanto a la cónyuge como a la
compañera permanente, la norma que regula tal situación la
resuelve el inciso 3º del literal b) del artículo 13 de la ley 797 de
2003, de donde el evento concreto de existencia de cónyuge
separada de hecho, que no convivió con el causante hasta el final
de sus días, y la señora Sonia Stella Cifuentes Rodríguez, se
dirime otorgando una pensión proporcional al tiempo convivido con
el causante, salvo que para el caso presente, la única recurrente
en casación es mi poderdante Gloria Ibet Córdoba Uribe, quien
obra en calidad de cónyuge supérstite del causante, la única que
tendría derecho a la pensión que se reclama por haber formulado
este recurso extraordinario.

XI. LA RÉPLICA

Fue presentada una sola oposición frente a estos dos


cargos dirigidos por la vía directa, para lo cual la réplica
señala, básicamente, que el censor parte de un supuesto
errado al considerar que el ad quem tuvo por probado, que
se presentó una convivencia simultánea, cuando de la
lectura de la sentencia se desprende que ello no fue colegido
por el juez de segundo grado. Por otra parte, sostiene que la
jurisprudencia que sirve de soporte para edificar el ataque no
resulta aplicable al sub lite.

XII. CONSIDERACIONES

El Tribunal determinó que la norma aplicable al caso


era la vigente al momento del fallecimiento del pensionado
que se produjo el 9 de diciembre de 2005, esto es, la Ley 797

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Radicación n.° 56715

de 2003, la cual establece que quien pretenda el derecho a la


pensión de sobrevivientes, debe demostrar haber convivido
con el causante durante los últimos cinco años anteriores al
deceso, sin embargo llegó a la conclusión de que ninguna de
las pretendidas beneficiarias no eran acreedoras de la
pensión de sobrevivientes derivada del fallecimiento del señor
Teófilo Cabrera Castro, por cuanto una ni la otra acreditó que
hubiera convivido con el causante durante los últimos cinco
años anteriores al fallecimiento del pensionado.

La censura en los dos cargos formulados sostiene que


el Tribunal aplicó una norma que no regía el caso en
concreto, con lo que dejó de definir el asunto bajo la
disposición que legalmente correspondía, en tanto para la
cónyuge recurrente, al existir convivencia simultánea del
causante entre un cónyuge y una compañera permanente,
hecho que a su modo de ver tuvo por probado el Tribunal,
solo debía acreditar que convivió con el causante por cinco
años o más en cualquier tiempo. De allí que afirma que el
derecho pensional se debe repartir entre ambas solicitantes
de forma proporcional al tiempo convivido, al amparo de lo
consagrado en el inciso 3 del literal b) del artículo 13 de la
mencionada normatividad, pese a ello, aduce que en atención
a que la única recurrente en casación es la señora Gloria Ibet
Córdoba Uribe en su calidad de cónyuge, es a esta a quien se
le debe otorgar la totalidad o el 100% de la prestación.

Ahora bien, a fin de dar respuesta a los


cuestionamientos jurídicos, debe decirse que conforme al
examen de los medios probatorios se tienen por acreditados

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Radicación n.° 56715

los siguientes supuestos de hecho: i) que tanto la compañera


permanente como la cónyuge, no demostraron que hubieran
convivido con el causante durante los últimos cinco años
inmediatamente anteriores a su muerte; ii) que el
fallecimiento del pensionado Teófilo Cabrera Castro se
produjo el 9 de diciembre de 2005; y iii) que la cónyuge en
los últimos años no convivió con el fallecido, pero si acreditó
cinco años de convivencia en cualquier tiempo.

De entrada advierte la Sala que es cierto que incurrió


el Ad quem en un yerro jurídico, cuando exigió a la cónyuge
supérstite, para efectos de acceder a la pensión de
sobrevivientes deprecada, la demostración del requisito de
convivencia con el causante al momento preciso de la
muerte.

En efecto, si bien la Corte en la interpretación del literal


a) del artículo 13 de la Ley 797 de 2003 ha establecido como
presupuesto esencial para el reconocimiento de la pensión de
sobrevivientes, el requisito de la convivencia efectiva, real y
material entre la pareja, exigencia que la Sala ha entendido
como el «[…] acompañamiento espiritual permanente, apoyo
económico y con vida en común que se satisface cuando se
comparten los recursos que se tienen, con vida en común o aún
en la separación cuando así se impone por fuerza de las
circunstancias, ora por limitación de medios, ora por
oportunidades laborales», conforme se dejó adoctrinado en la
sentencia CSJ SL, 31 ene. 2007, rad. 29601 y CSJ SL5640-
2015. Lo cierto es que a partir de una interpretación
armónica con el inciso 3º del literal b) ibídem, la Corporación

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Radicación n.° 56715

ha sostenido que, en caso de separación, la cónyuge con


vínculo matrimonial vigente, como ocurre en el presente
caso, no pierde el derecho pensional si se acredita la
convivencia de los cinco años en cualquier tiempo, siempre y
cuando, pese a la separación se haya mantenido el
acompañamiento espiritual permanente, los lazos del
compromiso de apoyo efectivo y de comprensión mutua hasta
la muerte, sin que se requiera la existencia de una
convivencia simultánea. Así lo sostuvo la Sala en sentencia
CSJ SL12442-2015, rad. 47173, cuando manifestó:

2.- Precisado lo anterior, es menester señalar que la labor del juez


no se reduce a la simple aplicación mecánica de la ley, sino que en
su función trascendente subyace el imperativo de hacer efectivo el
bien jurídico protegido, que no se realizaría si se acogiera una
interpretación exegética del inciso 3º del literal b) del artículo 47
de la Ley 100 de 1993. Una lectura sistemática atendiendo la
teleología del precepto conduce a su armonización con lo previsto
en el artículo 46 ibídem, en el sentido que para ser beneficiario de
la pensión de sobrevivientes se exige ser miembro del grupo
familiar del pensionado o afiliado que fallezca. En otras palabras,
el amparo se concibe en la medida en que quien reivindica el
derecho merezca esa protección, en cuanto forma parte de la
familia del causante en la dimensión en que ha sido entendida por
la jurisprudencia de la Sala, referida en el caso de los cónyuges, a
quienes han mantenido vivo y actuante su vínculo mediante el
auxilio mutuo -elemento esencial del matrimonio según el artículo
113 del C.C.- entendido como acompañamiento espiritual
permanente, apoyo económico, aún en casos de separación y
rompimiento de la convivencia (CSJ SL, 10 de may. 2005, rad. nº
24445.

Más adelante, en la misma providencia asentó la Corporación:

El artículo 47 de la Ley 100 de 1993 al establecer que el cónyuge


o compañero permanente supérstite son beneficiarios de la
pensión de sobrevivientes, los equipara en razón a la condición
que les es común para ser beneficiarios: ser miembros del grupo
familiar. No significa ello que se desconozca la trascendencia de la
formalización del vínculo en otros ámbitos, como para la filiación
en el derecho de familia, o para quien lo asume como deber
religioso por su valor sacramental, sino que se trata de darle una
justa estimación a la vivencia familiar dentro de las instituciones
de la seguridad social, en especial la de la pensión de

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Radicación n.° 56715

sobrevivientes, que como expresión de solidaridad social no difiere


en lo esencial del socorro a las viudas y los huérfanos ante las
carencias surgidas por la muerte del esposo y padre; es obvio que
el amparo que ha motivado, desde siglos atrás, estas que fueron
una de las primeras manifestaciones de la seguridad social, es la
protección del grupo familiar que en razón de la muerte de su
esposo o padre, o hijo, hubiesen perdido su apoyo y sostén
cotidiano, pero no para quien esa muerte no es causa de
necesidad, por tratarse de la titularidad formal de cónyuge
vaciada de asistencia mutua.

Una comprensión distinta orientada por la aplicación fría y


exegética del artículo 47 de la Ley 100 de 1993, que en el caso del
cónyuge separado de hecho, por la sola existencia del lazo
matrimonial, sin la presencia de ese vínculo dinámico y actuante
de solidaridad y acompañamiento espiritual o económico, aún en
la separación, permitiera el beneficio de la prestación periódica por
muerte, dejaría vacía de contenido la protección de la familia que
la ley verdaderamente quiere amparar. En esa medida aquel
cónyuge a quien se le dispense el derecho a pesar de haber cesado
la vida en común con el causante al momento del fallecimiento,
además de la convivencia por un lapso no inferior a 5 años en
cualquier tiempo, deberá demostrar que se hace acreedor a la
protección, en cuanto efectivamente hace parte de la familia del
pensionado o afiliado fallecido, y por esa razón su muerte le ha
generado esa carencia económica, moral o afectiva, que es la que
busca atender la seguridad social y que justifica su intervención.

No se trata de excluir el amparo bajo el concepto de cónyuge


culpable, sino que quien lo reclama debe hacerse acreedor a él,
pues la protección de la seguridad social en la medida en que
ambos regímenes tanto el de prima media como el de ahorro
individual, implican un esfuerzo colectivo y solidario, debe acoger
al verdadero titular, porque de lo contrario se generaría inequidad,
cuando frente al bien jurídico protegido el reclamante resulte ajeno
a él.

Ese supuesto de la pervivencia de la condición del ser miembro de


la familia del causante en los términos precisados por la
jurisprudencia, no obstante la separación de hecho, debe ser
probado por el cónyuge que reclama la prestación, salvo que
demuestre que esa pertenencia al grupo familiar no ha perdurado
por situaciones ajenas a su voluntad.

Criterio que fue reiterado en la decisión CSJ SL16949-


2016, rad. 46478, en la cual se dijo:

Primero que todo se ha de advertir por la Sala que, de conformidad


con el artículo 47 de la Ley 100 de 1993, modificado por el artículo

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Radicación n.° 56715

13 de la Ley 797 de 2003, los cinco años que prevé la norma no,
necesariamente, deben cumplirse con anterioridad al momento del
fallecimiento; así lo tiene asentado la jurisprudencia de esta Corte,
verbigracia en la sentencia CSJ SL 12442 de 2015, donde se dice:
[…]

De tal suerte, que, a pesar de resultar el cargo fundado en el


sentido de que el juez de alzada no atendió la confesión de la
demandante de la cual se deriva una interrupción en la
convivencia bajo el mismo techo en los años 1987 y 1988 en un
periodo por establecer, en instancia se llega a la misma decisión,
puesto que, conforme a la postura de esta Corte frente a la
interpretación del precitado artículo 47 con la modificación del
2003, no se requiere que los cinco años de convivencia sean
previos al día del fallecimiento del pensionado, sino que se han de
tomar los años compartidos en comunidad de pareja en cualquier
tiempo, pero no inferiores a cinco; eso sí, siempre y cuando, ante
la falta de convivencia al momento de la muerte, el solicitante
demuestre que se hace acreedor a la protección, en cuanto, tras la
separación de hecho, efectivamente siguió haciendo parte de la
familia del pensionado o afiliado fallecido, y, por esta razón, su
partida definitiva le ha generado esa carencia económica, moral o
afectiva, que es la que busca atender la seguridad social y que
justifica su intervención

Lo anterior significa que si bien se ha admitido


jurisprudencialmente que esos cinco años pueden cumplirse
en cualquier tiempo, en los casos en que el vínculo
matrimonial se encuentre vigente, ello solamente tiene
cabida cuando tras la separación de hecho, efectivamente los
esposos continuaron permanentemente con lazos afectivos,
morales, de socorro y ayuda mutua.

En ese orden de ideas, se equivocó el Tribunal cuando


exigió el requisito de la convivencia por parte de la cónyuge
supérstite al momento de la muerte del pensionado, sin tener
en cuenta el criterio jurisprudencial reseñado sobre la
posibilidad de cumplir esos cinco años en cualquier tiempo,
bajo los condicionamientos allí especificados, sin embargo,
ello no lleva a la prosperidad del ataque, por cuanto, en sede

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de instancia, prontamente encontraría la Sala que la


cónyuge demandante no tiene derecho a la pensión de
sobrevivientes, toda vez que pese a que la señora Gloria Ibet
Córdoba Rodríguez convivió con el señor Teófilo Cabrera
Castro durante cinco años, no aparece acreditado que
después de la separación se mantuvo «el compromiso de
apoyo efectivo y de comprensión mutua existente entre la
pareja al momento de la muerte de uno de sus integrantes».

En efecto, tal como se expuso al analizar las pruebas


denunciadas en el ataque enfilado por la vía de los hechos,
lo que aparece demostrado es que con posterioridad a la
separación de hecho de la pareja, hubo una ruptura total
entre los cónyuges, al punto que el mismo pensionado a
través de la comunicación remitida a Caprecom dio cuenta
de ello e informó que convivía para ese momento era con su
compañera, la señora Sonia Stella Cifuentes Rodríguez (f.o
567), incluso buscó evitar que su cónyuge fuera afiliada en
salud como su beneficiaria, para lo cual impugnó el fallo de
tutela por esta promovido y en el cual se le ordenó a la EPS
en la cual se encontraba afiliado como pensionado, tener a la
señora Córdoba Uribe como su beneficiaria, escrito de
apelación en el cual sostuvo que su cónyuge «ha dedicado
todo su tiempo a buscar la manera de “castigar” el hecho de
que me haya visto obligado a salir corriendo de la que fue mi
casa, para protegerme de las amenazas», y que de ser
necesario «pondré en conocimiento de la Fiscalía no solo las
amenazas recibidas de tiempo atrás sino las que profiere cada
vez que se presenta en mi oficina a hacer “shows” a voz en
cuello». Se colige entonces que el pensionado buscó

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Radicación n.° 56715

desprenderse de las obligaciones matrimoniales.

Además de lo anterior obra copia de una declaración


extraproceso rendida por el señor Teófilo Cabrera Castro, en
la que afirma que se encuentra «realizando los trámites para
obtener el divorcio de GLORIA IBET CÓRDOBA URIBE», que no
convive con su cónyuge y que fijó su domicilio principal en la
ciudad de Bogotá (f.o 81), pruebas estas que guardan plena
correspondencia con lo manifestado por los declarantes
Edilberto Cabrera Castro, quien en su condición de hermano
del fallecido manifestó que este se encontraba separado de
su cónyuge y estaba buscando obtener el divorcio, incluso,
cuando se le preguntó al deponente «Dígale al Despacho
aquello que conozca sobre los sentimientos que tenía Teófilo
Cabrera hacia Gloria Ibeth», éste contestó: «Esos sentimientos
eran de absoluto distanciamiento entre Gloria y Teófilo,
incluso de odio o muy cercano al odio según entendí, en ese
momento era un rompimiento total […] », (f.o 1196 a 1203). De
forma similar la señora Carmen Helena Cabrera Saavedra,
en su condición de hija del pensionado, dio cuenta de la
separación existente e informó que su padre le manifestó que
su cónyuge le pegaba, por lo que tuvo que huir de la casa (f.o
1204 a 1209).

Por otra parte, si bien no desconoce la Sala que existe


otro grupo de testigos que informan que los cónyuges
mantuvieron vigentes los lazos familiares, al punto que
afirma que no hubo separación alguna (f.o 661 a 674 y 1210
a 1216), sus manifestaciones carecen de credibilidad y fuerza
persuasiva, en la medida que entran en abierta contradicción

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con lo expresado por el mismo señor Teófilo Cabrera Castro.


Incluso se oponen a lo expresado en unas declaraciones
juramentadas con fines extraprocesales que la misma Gloria
Ibet Córdoba Cifuentes allegó a Caprecom a fin de obtener el
reconocimiento de la sustitución pensional (f.o 1062 a 1065),
en las cuales los señores Javier Castillo Díaz, Ángel María
Franco Montenegro –quien rindió testimonio dentro del
proceso-, Rosalba Escobar Perdomo y María Esmeralda
Rodríguez Mora, manifiestan al unísono que el señor
«TEOFILO en el momento de su fallecimiento no residía en la
casa de su esposa».

Así mismo, la existencia de un contrato preexequial (f.o


24), resulta insuficiente para demostrar que la ayuda y el
socorro mutuo existieron hasta el final de los días, en tanto
tal acuerdo fue suscrito el 30 de noviembre de 2000, esto es,
antes de la separación de hecho y así se hubiera renovado en
los años 2004 y 2005, tal actuación la realizó fue la señora
Córdoba Uribe, quien fungía como titular, luego no se
desprende que concurriera la voluntad del pensionado
fallecido en continuar como beneficiario del mismo, gastos
funerarios que por demás fueron asumidos fue por el señor
Héctor Iván Cabrera Saavedra (f.o 653 a 655) y de todas
maneras, un acto aislado de solidaridad, no significa que se
ha mantenido el espíritu de socorro y auxilio mutuo en forma
permanente que es lo que reclama la seguridad social.

En suma, resulta forzoso concluir, que la cónyuge


demandante no acreditó, pese a que le correspondía hacerlo,

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que después de haberse separado de hecho del señor Teófilo


Cabrera Castro, siguieron vigentes y actuantes los lazos
familiares, por haber permanecido entre ellos como pareja la
comunicación, solidaridad y ayuda mutua, lo que hace que
no pueda obtener la pensión de sobrevivientes reclamada.

Por todo lo expuesto, aunque los cargos son fundados,


la acusación no prospera.

No se causan costas en el recurso extraordinario, dado


que la acusación fue fundada parcialmente.

XIII. DECISIÓN

En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de Justicia,


Sala de Casación Laboral, administrando justicia en nombre
de la República y por autoridad de la ley, NO CASA la
sentencia proferida la Sala Laboral de Descongestión del
Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá, el 31 de
enero de 2012, en el proceso ordinario laboral que instauró
GLORIA IBET CORDOBA URIBE contra la CAJA DE
PREVISIÓN SOCIAL DE COMUNICACIONES -CAPRECOM
EN LIQUIDACIÓN y SONIA STELLA CIFUENTES
RODRÍGUEZ.

Costas como se indicó en la parte motiva.

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Notifíquese, publíquese, cúmplase y devuélvase el


expediente al tribunal de origen.

MARTÍN EMILIO BELTRÁN QUINTERO

DOLLY AMPARO CAGUASANGO VILLOTA


(Con impedimento)

ERNESTO FORERO VARGAS

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