Sei sulla pagina 1di 6

EL PODER DE LAS PALABRAS

POR: Daniel Esteban Gómez Henao, estudiante de quinto semestre en

Licenciatura Básica con Énfasis en Educación Física, Recreación y Deporte.

“Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para

hablar, tardo para airarse; porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios”

(La Biblia, trad. 1960)

El presente ensayo, surge a partir de la lectura de la novela escrita por J.M.

Coetzee, titulada Desgracia (2012), la cual se enfoca en la historia de David Lurie,

un profesor de cincuenta y dos años, que al ser descubierta su relación con una

alumna, renuncia a su puesto y se va a vivir en una granja con su hija Lucy. Es

allí, en la que un día como cualquier otro, tres ladrones irrumpen su tranquilidad,

violando a Lucy y robando el carro de David; una desgracia que “matará” a Lucy

produciendo amargura y dolor.

Al observar los intentos de David por resucitar a Lucy a través de sus

palabras, se origina la pregunta: ¿tienen poder las palabras para construir y

destruir? Antes de responder, es importante entender que el término palabra,

viene del hebreo dabár, que además de ser una materia de la que se habla, es un
hecho, es decir, es una acción (Chávez, 1992), y si las acciones violentas como

los golpes destruyen a una persona, de igual forma las palabras (acción) tienen el

poder para destruir o construir, dependiendo el sentido que se le dé. Para

defender esta tesis, se desarrollarán una serie de argumentos simples, que abrirán

paso a la segunda instancia del ensayo, centrado en las fallas de la comunicación

entre Lucy y David, para darle peso a la tesis. Finalmente, se hará una breve

conclusión.

De la misma manera que la tesis planteada, David Lurie pensaba que

las palabras tienen poder, hecho que se refleja en la pregunta que se hace

a sí mismo, al ver a su hija sufrir en silencio: “¿cómo encontrar las palabras,

cómo encontrar la música que traiga de vuelta a los muertos?” (Coetzee,

2012, p.195) Igualmente, El Rey Saúl en la biblia, sabía que las palabras

que su siervo David decía en sus cantos, eran las únicas que podían traer

paz a su alma cuando más se sentía afligido. También, Hitler comprendía la

importancia de las palabras, por ello, instaló parlantes en los que

constantemente el pueblo Alemán, escuchaba palabras de aliento y

fortaleza al régimen nacionalsocialista. Inclusive, en el evangelio de Mateo,

se define a Jesús como la palabra de vida, que hace de las cosas invisibles

cosas visibles. De ahí que, el hombre durante la historia ha entendido que

las palabras se traducen en hechos más poderosos de lo que se puede

imaginar, ya que basta con observar, como se nombró, las palabras que

alentaron la Segunda Guerra Mundial.


Ahora bien, se podría decir que las palabras se las lleva el viento, es

más, se podría afirmar, que aunque se diga mil veces ¡voy a ser millonario!,

no pase nada en absoluto. Sin embargo, la postura planteada en el

presente ensayo, se centra en que las palabras tienen poder para

construir o para destruir, como lo explica el Pastor Jim Staley en el

siguiente ejemplo: “En medio del matrimonio, las palabras que uses con tu

conyugue son sumamente importantes, porque, si solamente estás

lanzando palabras ofensivas, degradantes, abusivas, más rápido de lo que

pienses le destruirás, por el contrario, si le hablas a tu pareja con palabras

de amor, gozo y paz, crearas un ser completo que fortalecerá a su vez la

relación” (2013). Por consiguiente, las palabras pueden construir relaciones

interpersonales o llevarlas a la ruina.

Un segundo aspecto, que vale la pena resaltar es la falla en la

comunicación entre Lucy y David, porque, aunque parece claro que David

Lurie procura alentar a su hija Lucy con sus palabras, e incluso guiarla por

un “buen camino”, nunca logran comunicarse adecuadamente, problema

que Lucy define, en una carta que le escribe a su padre, así:

No me has prestado atención1 […] Esto es algo que no

alcanzas a entender, y no sé qué más podría hacer para conseguir

que lo entendieras. Es como si hubieras elegido adrede estar en un

rincón al que no llega la luz del sol (Coetzee, 2012, p.201)


1
La negrilla es mía, no se encuentra en la fuente citada.
Ciertamente, Lucy afirma que hay un problema y se debe a la falta de

atención de su padre, en otras palabras, a que su padre no la escucha.

Nuevamente, se observará el Diccionario de Hebreo Bíblico Moisés Chávez

para definir que es escuchar (1992), la palabra en hebreo para escuchar es

Shema y significa “oye y obedece, porque el corazón que escucha, es una mente

entendida”. Esta definición, por supuesto, hace más profundo el significado de

escuchar, pasando de ser un acto pasivo de solo oír a una acción como el

obedecer. Por consiguiente, la falla en la comunicación entre Lucy y David, no

solo es el acto pasivo de escuchar, sino de hacer u omitir acciones que respalden

la comunicación, por no tener una mente que la entienda.

Ahora bien, si para escuchar es necesario estar en silencio, y si estar en

silencio es no decir ninguna palabra, entonces escuchar es no decir ninguna

palabra. No obstante, se puede mantener la boca cerrada mientras alguien habla,

pero no escuchar, ya que la mente está en otro lugar, como le suele ocurrir a los

estudiantes en una clase que no les llama la atención. Para confirmar la objeción,

se retoma el siguiente texto:

Sé que es una palabra ambigua (silencio) y tengo que admitir pues

esa ambigüedad, pero si uno cree ¡qué el silencio es no hablar! Pues

entonces se acabó. No hay nada que decir. El silencio es otra cosa. El

silencio es amor, porque sólo hay amor cuando hay silencio. Sólo hay amor
cuando hay presencia y el silencio es el que nos hace presentes a los

demás; cuando no hay esas condenas, esos juicios, esas comparaciones y

todas esas otras cosas… pues hay amor. (Moratiel, N/F)

Esto quiere decir, que el silencio, realmente es escuchar atentamente, y

como lo dice el profesor universitario Josué Ardila Duarte, el escuchar

atentamente es uno de los actos de mayor respeto hacia el otro.

Finalmente, argüí en este ensayo que al menos hay buenas razones para

entender que las palabras tienen poder para construir o destruir, sin embargo,

parece que no basta con producir palabras a la ligera, para resucitar a los

“muertos” como Lucy, sino que es necesario escuchar, como un acto de amor a la

otra persona, para poder hallar las palabras adecuadas, que aunque no

garanticen evitar la desgracia, por lo menos son un buen comienzo para afrontar la

crisis y traer restauración. Por otra parte, queda por delante indagar que tipo de

palabras podrían construir y destruir, o incluso si realmente estas palabras pueden

restaurar a un ser humano herido. Por ahora, vale la pena intentar escuchar y

hablar constructivamente.
BIBLIOGRAFÍA

Chaves, M. (1992) Diccionario de Hebreo Bíblico, recuperado el 4 de


mayo de 2016, del sitio Web de Iglesia Reformada:
http://www.iglesiareformada.com/Chavez_diccionario_hebreo_biblico.
pdf

Coetzee, J.M. (2012) Desgracia. Barcelona: Debolsillo.

Moratiel, J. (N/F) La palabra y el silencio. Recuperado el día 4 de


Mayo de 2016, del sitio Web Dominicos:
http://www.dominicos.org/manresa/silencio/Imprimibles/EnDibujoLaP
alabraYElSilencio%20Edici%C3%B3n.htm

La santa biblia antiguo y nuevo testamento, (1960), Santiago 1:19-


20, Corea, Sociedades Bíblicas Unidas.

Staley, J [Pasión por la verdad] (11/05/2015), Shalom en el hogar -


parte 1, [archivo de video] Disponible en:
https://www.youtube.com/watch?v=F4fpNxf2z-Y

Potrebbero piacerti anche