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Perspectiva reproductivista

Representantes: Althuser, Bourdieu y Passeron

Considera a la educación como elemento de una formación social


históricamente determinada. La educación es visualizada como una estructura
dinámica y como una instancia de subsunción dentro de otra estructura más
vasta, que la incluye y le explica su desarrollo.
El estudio de la educación se inserta en el análisis de las clases sociales
y en el papel de dominación económica, política, cultural e ideológica de la
clase dominante. La escuela es, según esta corriente de interpretación, un
espacio ideológico cuya función es propiciar la reproducción de las relaciones
de producción existentes.
Este paradigma coincide con Durkheim y con los estructurales
funcionalistas en que la función principal de la educación es la de socializar al
ser humano. Pero a diferencia del sociólogo francés y de Parsons, devela el
carácter de la socialización, explicándola en el conjunto del sistema de las
relaciones sociales clasistas.
En la concepción marxista, las abstractas necesidades sociales de
supervivencia, homogeneidad, estabilidad normativa, selección, etc., se
convierten en necesidades concretas de las clases dominantes para
mantenerse y reproducirse como tales.

La escuela tiene por función la formación de la fuerza de trabajo y la


inculcación de la ideología burguesa a través de dos redes opuestas y que
desembocan en caminos divergentes: la educación superior para la burguesía
y la educación acorde con las demandas objetivas de la producción para el
proletariado. La escuela se diversifica en esas dos vertientes, no por las
abstractas necesidades sociales mencionadas por Durkheim ni por vocaciones
u orientaciones, sino conforme a la división social del trabajo.
La socialización se convierte así en el conjunto de actos y creación de
mecanismos conducentes a moldear a los individuos de una sociedad dada,
para renovar las situaciones que hacen posible la reproducción del sistema
capitalista vigente.
Algunos autores denominan a esta perspectiva de interpretación de los
fenómenos educativos, "Teoría de la Reproducción", porque la educación y la

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escuela juegan un papel decisivo en la dinámica propia de la reproducción de
las relaciones sociales de la producción de bienes materiales y simbólicos; y la
clase dominante puede definir e imponer su modelo de individuo y de sociedad,
así como seleccionar y controlar los medios por los cuáles la educación los
realiza.
La definición de los modelos sociales y culturales de la clase dominante
se lleva a cabo a través de la imposición del saber burgués, universalizando
sus contenidos y omitiendo deliberadamente otros modelos de hombre y de
sociedad.
Es Althusser el principal representante y el iniciador de la teoría de la
reproducción. Su influencia predomina en los otros autores.
Althusser intenta ampliar la teoría del estado marxista, que es el soporte
de su interpretación del lugar que ocupa la escuela en la superestructura social.
Para hacer progresar la teoría del estado marxista, introduce la distinción entre
"poder del estado y "aparatos del estado". El poder del estado es el objetivo de
la lucha de clases, en cambio los aparatos son instituciones que cumplen una
función que concierne al poder.
Los aparatos del estado son de dos categorías: por una parte, los
represivos que funcionan con violencia (no necesariamente con violencia
física), y por otra, los aparatos ideológicos, que funcionan a base de ideología.
Empíricamente, los aparatos represivos del estado comprenden al
gobierno, la administración, el ejército, la policía, los tribunales, etc.; y los
aparatos ideológicos son instituciones especializadas como, por ejemplo, el
sistema religioso, familiar, escolar, jurídico, político, cultural, informativo, etc.
Para Althusser, la acción educativa encarnada en la escuela, viene a ser
uno de los tantos aparatos ideológicos del estado, porque más que por la
coerción (aparatos represivos del estado), la escuela renueva las relaciones de
producción existentes, a través de la introyección del discurso ideológico de la
clase dominante, condición necesaria pero no suficiente para la reproducción
de la fuerza de trabajo y las relaciones de producción.

El aparato ideológico de la escuela sólo se distingue de los otros


(aparatos ideológicos) por constituirse en el dominante de la sociedad
capitalista. Las normas, valores, actitudes y prácticas que enseña, aunque se

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aprenden también en la familia, a través de los medios de comunicación, así
como por otros medios, son trasmitidos predominantemente por la escuela,
pues ningún aparato ideológico del estado dispone de asistencia obligatoria, ni
del número de horas diarias, ni de los años con que cuenta la escuela para su
práctica ideológica.

La escuela acoge a los niños de todas las clases sociales y a través de sus
métodos propios les inculca las "habilidades", envueltas en la ideología
dominante durante los años en que son más maleables, a través del aparato
del estado, familiar y del aparato del estado escolar.
Althusser termina destacando que la mayoría de los maestros,
principales protagonistas de la acción y práctica ideológica educativa, no
sospechan la índole de su trabajo y no imaginan que contribuyan con su
dedicación a estructurar y a nutrir la representación del mundo de la burguesía.

Pierre Bourdieu, hijo ilegítimo de Durkheim, Weber y Marx, sostiene que


la sociología de la educación asume el papel específico que le corresponde,
cuando se considera a sí misma como la ciencia de las relaciones entre la
reproducción social y la cultura.
Es decir, para Bourdieu, quién se detiene fundamentalmente en el
análisis de la reproducción cultural, la sociología de la educación tendrá por
objeto el estudio de las leyes que determinan la tendencia de las estructuras a
reproducirse a sí mismas, mediante la producción de agentes que engendran
prácticas mediadoras entre la reproducción social y la reproducción cultural.
El problema de la pobreza cultural y, consecuentemente de la desigual
posesión de los instrumentos necesarios para descifrar los códigos simbólicos
complejos, comienza en el hogar y continúa con el sistema selectivo que la
escuela aplica en sus diferentes niveles; por ejemplo: la enseñanza de la
lengua, en la educación media y superior, contrasta con la que se lleva a cabo
en la escuela primaria. Aunque en los dos niveles de escolaridad el código
utilizado sea el mismo, la modalidad de transmisión adquiere características
diferentes.

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A modo de conclusión

Los análisis de la escuela que hemos denominado teoría de la


reproducción, los funcionalistas y los estructural - funcionalistas, tienen muchos
puntos de coincidencia a nivel descriptivo. Las tres corrientes identifican a la
educación como un fenómeno histórico - social; coinciden en atribuirle una
función social y socializadora; reconocen su carácter selectivo, etc.
No obstante, hay diferencias. Por lo pronto podemos anotar que del
cuerpo teórico del funcionalismo y del estructural - funcionalismo se desprende
una concepción de la sociedad como un todo armónico y equilibrado, cuyas
partes comparten los mismos requisitos funcionales, que se traducen en la
misma necesidad de supervivencia, de adaptación e integración de sus
miembros y estabilidad normativa. La educación y la escuela concurren a
cubrir estas necesidades con un carácter neutral respecto a las fuerzas
sociales. Ahora bien, esta neutralidad es tajantemente negada por la teoría de
la reproducción, e inserta su análisis de la escuela en las relaciones de
producción clasista, destacando la heterogeneidad conflictiva de las partes que
conforman el todo.
Esta última corriente enfatiza el fenómeno de la introyección del saber y
la ideología dominantes, no se detiene profundamente en los mecanismos de
su internalización, problema muy desarrollado por los estructurales -
funcionalistas, que canalizan el problema de la ideología hacia la cultura, la
normatividad, los valores, etc.
El funcionalismo y el estructural - funcionalismo " se detienen" en el
inquirir "del cómo" (descripción) y "para qué" (función).
La teoría de la reproducción efectúa un avance decisivo para el carácter
de las respuestas, al agregar una interrogación más. Al apuntar hacia el "por
qué" (explicación) da cuenta del conjunto de preguntas, con respuestas que
producen una fisura teórica irreconciliable entre estas contestaciones a la
problemática de la sociología de la educación.

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TEORIA DE LA REPRODUCCION

Las teorías de la reproducción son un conjunto de teorías educativas


desarrolladas en el marco de la sociología de la educación que entienden que
la educación es un medio por el cual se reproducen o perpetúan las relaciones
sociales desiguales vigentes. A diferencia de las teorías pedagógicas que
proyectan intervenciones sobre la educación, las teorías de la reproducción
solo intentan describir y explicar el funcionamiento de la escuela, destacando
fundamentalmente su papel reproductor.

Estas teorías surgieron en los '60, '70 y '80 principalmente


en Francia y Estados Unidos, aunque su influencia se extendería al resto del
mundo. El marco teórico en que se sitúan es el marxismo, u otras corrientes
críticas de las desigualdades del capitalismo. Un aspecto interesante es que
provienen de varios campos disciplinarios, como la filosofía, la economía,
la sociología o la antropología cultural.

Los principales exponentes de esta corriente son Louis Althusser con su


teoría de los aparatos ideológicos de Estado, Christian Baudelot y Roger
Establet quienes ofrecen datos empíricos para sostener la teoría de Althusser
con investigaciones acerca de las "dos redes de escolarización" en Francia, los
estadounidenses Samuel Bowles y Herbert Gintis con su "teoría de la
correspondencia" y Pierre Bourdieu, Jean-Claude Passeron y Basil
Bernstein quienes ponen el énfasis en la "reproducción cultural".

Críticas a las teorías de la reproducción

Partiendo del reconocimiento del aporte de estas teorías para contemplar la


influencia de las relaciones económicas y las desigualdades entre las clases
sociales en el éxito escolar, han surgido diversas críticas a este enfoque.

Las críticas más recurrentes son aquellas que refieren a la imposibilidad,


derivada de una elección metodológica estructuralista, de reconocer la
capacidad de los sujetos (tanto educandos como educadores) de reaccionar
contra las imposiciones del modelo dominante. Esta postura "reduccionista"
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impediría observar las contradicciones constantes en las instituciones
educativas, ignorando que también la educación es un ámbito de la lucha de
clases. Otra crítica común, efectuada como extensión de la crítica general al
marxismo, es la del "economicismo" o determinismo económico, por esto se
entiende la tendencia a explicar todos los fenómenos sociales como causados
por las condiciones económicas.

Como respuesta a estas teorías reproductivistas han surgido las llamadas


teorías de la resistencia, que pretenden introducir las contradicciones que el
estructuralismo no señalaba. Sus principales exponentes son Paul Willis, Henry
Giroux, Michael Apple y Angela McRobie.

Reproducción social

¿A qué nos referimos cuando afirmamos que la escuela es “Reproductora del


orden social”? ¿Qué significa “Capital cultural”? Para poder responder a esas
preguntas, transcribo casi textualmente al Sociólogo Emilio Tenti Fanfani, que
aborda la temática con claridad:

Es apropiado pensar la sociedad como un espacio organizado de acuerdo con


múltiples sistemas de valoración. ¿Qué es entonces lo que determina la
posición de un individuo o un grupo de individuos en el espacio social? La
posición de una persona en el espacio social viene, en efecto, definida por la
valoración de sus atributos y posesiones. Lo que determina esta valoración es
no sólo el volumen sino también la estructura de sus posesiones. En otras
palabras, para definir una posición social no basta con conocer cuánto poseen
los individuos o grupos que la ocupan, sino cuánto de qué cosa.

Transportando la terminología característica de la economía política, llama-


remos capital a las posesiones socialmente valoradas. Existen tres formas ele-
mentales de capital, es decir, tres sistemas de valoración que no pueden ser
reducidos a los términos de otros sistemas de valoración: el capital económico,

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el capital cultural y el capital social. El capital económico corresponde al con-
junto de las posesiones necesarias para producir bienes o servicios intercam-
biables. El capital cultural se relaciona con el conjunto de habilidades y dispo-
siciones necesarias para producir y apropiarse de bienes simbólicos. El capital
social corresponde al conjunto de vínculos que, en la forma de obligaciones o
créditos, lealtades y afinidades, permiten a un individuo o grupo contar con la
cooperación voluntaria de otros individuos o grupos.

Esta clasificación de las formas de capital tiene, entre otras virtudes, la de


contener y combinar los tres principios de estructuración social
tradicionalmente propuestos en el pensamiento social y político de Occidente
desde Platón, pasando por Montesquieu, hasta nuestros días. Estos principios
son: la riqueza, que corresponde al capital económico, la virtud, que
corresponde al capital cultural, y el honor o reconocimiento, que corresponde al
capital social.

La educación como estrategia de reproducción


Cuando hablamos de reproducción de la sociedad nos estamos refiriendo tanto
a la reproducción biológica de sus integrantes como a la reproducción de los
principios de estratificación que permiten clasificarlos. Desde el punto de vista
de los miembros de una sociedad, la reproducción equivale al mantenimiento
de la posición que ocupan en el espacio social. Para mantener su posición, los
actores sociales deben desarrollar estrategias que les permitan, al menos,
conservar y, en lo posible, acrecentar el valor de los capitales que poseen. Los
vehículos fundamentales de estas estrategias son la transmisión familiar o
herencia y la institución escolar.

A través de las prácticas educativas intencionales y de los resultados educa-


tivos de otras prácticas hogareñas, el capital cultural familiar se transmite de
padres a hijos. Las presentaciones en sociedad, los ritos de iniciación, las
fiestas y ceremonias familiares, entre otras estrategias intencionales y no
intencionales sirven para conservar, a través de la transmisión, el capital social
de las familias. Finalmente, el capital económico se transmite a través de la

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herencia y otras instituciones legalmente sancionadas.

El capital cultural tiene tres formas de existencia. El capital cultural existe como
disposición o habilidad incorporada, en la forma de saberes y aptitudes; el
capital cultural existe como propiedad objetivada, en la forma de textos,
herramientas, máquinas, y objetos de arte; finalmente, el capital cultural existe
como insignia institucionalizada, en la forma de títulos, credenciales, licencias y
habilitaciones. Así como debemos invertir trabajo para apropiarnos de capital
económico y debemos invertir energías afectivas y morales para proveernos de
capital social o de "relaciones", la incorporación del capital cultural requiere de
una significativa inversión de tiempo y esfuerzo personal (además de la
inversión monetaria requerida para adquirir las herramientas necesarias para
realizar esa apropiación). Cuanto mayor es el beneficio que podríamos esperar
por la inversión de este tiempo en otras actividades productivas, mayor es la
privación relativa que supone el esfuerzo de incorporación del capital cultural.
Esta privación resulta menos onerosa en la medida en que pueda ser
solventada por colaboraciones familiares. Las familias que disponen de
mayores volúmenes de capital económico son quienes están en mejores
condiciones para "comprar" el tiempo necesario para prolongar la educación de
sus hijos. De este modo, la transformación del capital económico en capital
colabora en la reducción de los costos de transmisión para las familias mejor
ubicadas. Al consagrar el capital cultural en la forma de títulos, diplomas y
distinciones, la institución escolar valida y legitima esta transmisión.

Ahora, como ocurre con otras formas de capital, el costo de apropiación de una
unidad adicional de capital cultural es menor cuanto mayor sea el volumen de
capital cultural que ya poseemos.
La aptitud escolar, no consiste en otra cosa que en capacidad para incorporar
capital cultural. Típicamente, la institución escolar distribuye recompensas de
acuerdo con los resultados del aprendizaje, independientemente de las
distintas combinaciones de aptitud y esfuerzo involucradas en estos resultados.
Puesto que la capacidad de incorporar capital cultural depende del volumen de
este capital previamente acumulado, y dado que la capacidad de acumular
capital cultural es mayor para quienes disponen de mecanismos domésticos de

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transmisión de este capital, la distribución de recompensas de la institución
escolar colabora con la reproducción de las diferencias de posición social de
las familias.

Las instituciones escolares son una herramienta que los distintos grupos
esgrimen en sus estrategias de defensa de su posición social. Esto no quiere
decir que la escuela sea garantía de inmovilidad social o que no haya podido
servir, como ha servido en el caso argentino, al menos en el origen, para
avanzar políticas democratizantes e igualitarias. En efecto, las instituciones
educativas son, por un lado, una entre varias estrategias que los actores
sociales llevan adelante en su disputa por la apropiación de los bienes sociales
y, por otro lado, pueden a veces convertirse en el terreno en el cual se
desarrollan esas disputas
Teoría de la reproducción de Pierre Bourdieu

En primera instancia es relevante señalar que la “Teoría de la reproducción”


destaca la importancia de la educación en la gestación del capital cultural
heredado, específicamente a la reproducción social y cultural que elaboran las
bases educativas de esta teoría, cuya clave del éxito está básicamente en la
escuela.

Para Bourdieu la reproducción y la estructuración de las diversas relaciones de


poder y relaciones simbólicas entre las clases, está directamente relacionado
con los procesos de educación, poniendo absoluta atención en la importancia
del capital cultural el cual se hereda en la familia como clave del éxito en la
escuela, de esta forma el análisis que plantea Bourdieu se centra en los
principios tradicionales que rigen el currículum educacional y de evaluación
escolar, es por este motivo que el análisis del sistema educativo se centra
fundamentalmente en la forma de evaluación de las escuelas, las que
generalmente son guiadas por un sistema escolar que genera o forma un
habitus, aceptando ilegitimidad de su propia cultura en donde se enseña la
cultura de un grupo o clase social determinado, de este sentido se puede
desprender claramente que el alumno acepta sin objeción lo que se le esté
transmitiendo, perturbando sus capacidades de pensamiento, criticas, en

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sí de expansión personal, debilita básicamente el incentivo propio de querer ser
mas, adoptando una actitud “cómoda” y “conveniente”, pues sólo se queda con
lo transmitido a su persona, en este sentido la educación legitima ciertos
saberes culturales que inmersos dentro del contexto de la educación se ven
absolutamente reproducidos.

En este sentido se fundamenta que el sistema escolar forma en las personas


un proceso de adoctrinamiento el cual es la base de la reproducción cultural y
social, en este sentido los que no adquieren esta formación son “excluidos” o
“discriminados”, ya que el sistema les impone una cultura dominante, lo que
implica renunciar a su propia cultura, en otras palabras someterse a un
conjunto de reglas, valores y creencias que muchas veces no son
concordantes con su estilo de vida.

Para P. Bourdieu la escuela posee una función cultural e ideológica, es la que


rutiniza la cultura escolar dado que transmite, inculca y conserva la cultura sin
aceptar ningún tipo de opinión, siguiendo esta lógica Bourdieu cree que la
escuela enseña una cultura de un grupo social determinado que ocupa una
posición de poder en la estructura social (Posiciones divergentes), la que se
reproduce a través de una acción pedagógica, las que tienden siempre a
reproducir la estructura de la distribución del capital cultural ante esos grupos o
clases, contribuyendo a la reproducción de la estructura social, definida como
la reproducción de la estructura de las relaciones de fuerza entre las clases, lo
cual se vería fomentado fuertemente en la escuela.
A modo complementario del párrafo anterior Bourdieu entiende que la acción
Pedagógica se refiere a la autoridad del profesor el cual posee una función
inculcadora, pues es este el encargado de transmitir la cultura actuando de
esta manera como un mediador visto además como autoridad institucional, por
lo que ostenta poder, por ende es él quien transmite los conocimientos y/o
conceptos correctos, es él quien tiene la legítima razón. El docente ejerce su
función mediante sus acciones pedagógicas.

De esta forma Bourdieu considera que el hecho de que perduren los sistemas

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socio económicos de la sociedad moderna está ligado con la reproducción
cultural arbitraria, la que a su vez contribuye a la reproducción social.
La escuela tiene la misión de inculcar, transmitir y conservar la cultura
dominante, al imponer un paradigma cultural, en este sentido la educación
intenta reproducir la estructura social y sus relaciones de clase además de
esconder su falta de libertad al enmarcar sus ideologías de acuerdo al régimen
imperante.
La educación para lograr su finalidad reproductora se sirve utilitariamente del
profesor el cual no es más que producto inconsciente del sistema, que es la
instancia más directa de transmisión cultural, la responsabilidad de formador y
autoridad pedagógica como señalábamos párrafos más arriba. Este que ejerce
sus funciones mediante sus acciones pedagógicas, pero todas ellas dominadas
y sometidas a las clases dominantes, donde se enseña arbitrariedad cultural
(Cultura determinada impuesta por el estado o país), los que son instrumentos
de dominación y de reproducción, así la cultura se reproduce y toda acción
pedagógica se convierte en violencia simbólica entendiendo por violencia
simbólica la acción pedagógica impuesta, en otras palabras, poder que logra
imponer significados y los impone como legítimos. Por ejemplo la escuela
impone su violencia simbólica sobre sus alumnos.

Bourdieu define a la violencia simbólica como la acción pedagógica impuesta,


en otras palabras, poder que logra imponer significados e imponerlos como
legítimos, legítimos en el sentido de aceptar una realidad sin mayores
cuestionamientos.

El sustento principal del ejercicio de la violencia simbólica es la acción


pedagógica, la imposición de la arbitrariedad cultural, la cual se puede imponer
por tres vías: la educación difusa, que tiene lugar en el curso de la interacción
con miembros competentes de la formación social en cuestión (un ejemplo del
cual podría ser el grupo de iguales); la educación familiar y la educación
institucionalizada (ejemplos de la cual pueden ser la escuela o los ritos de
pasaje).

Por lo tanto, la escuela nos enseña a obedecer, a ser leales con el sistema al

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legitimizar los hábitos, prácticas, valores y un conjunto de normas catalogadas
de válidas. Debe procurar el capital cultural del estudiante, que es el que tiene
que ver con todo aquello que el régimen quiere que interne.
Bourdieu dice que los profesores están siempre atentos al lenguaje que utilizan
sus alumnos, el que muchas veces difiere de la lengua universitaria, el que sí
tiene importancia en el mercado cuando un joven lo domina, este lenguaje es,
en definitiva, lo que establece una relación entre el origen social y el éxito
social. En otras palabras, en la medida que poseamos más conocimientos
universitarios y sepamos cómo utilizarlos, dominando el capital cultural
impuesto, podremos ascender de clase social y tener éxito. Para poder llevar a
cabo las nociones planteadas por Bourdieu, creo que puede ser factible
siempre que exista una sociedad, en donde un régimen nos imponga un capital
cultural, que generalmente se hereda de generación en generación hasta que
se genera una crisis que en definitiva cambia el sistema económico y social por
otro, muchas veces mejor como por ejemplo la revolución industrial.

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