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MEMORIAS

SOBRE LAS

REVOLUCIONES DE AREQUIPA

DESDE 1834 HASTA 1866.

POR EL

LIMA: 1874.
IMPRENTA DE LA
OPINION NACIONAL, CALLE DE JUXIN NUMERO GC.
Por Mariano Murga.
2 5 OCT1971
Arequipa á 20 de Junio de 1873.
S. Dr. D. Francisco Garcia Calderon:
Lima.
Mi querido Francisco:
Te remito el borrador de las Memorias que te
ofreci, para su publicacion. El cariño que te pro
feso desde tu niñez, y la gratitud y estimacion
que me has demostrado siempre por el cuidado
que he tenido de tu educacion, te hacen acree
dor á que yo te dedique este trabajo. Acéptalo
como una pequeña ofrenda de mi puro afecto
hácia ti, y de la ternura de padre y amigo agra
decido con que te recuerda siempre, tu
Valdivia.

,
PROLOGO.

Este libro contiene la narracion de todo lo acontecido en


la politica del pais desde 1834. Principia con la revolucion
de Gamarra y Bermudez. y termina con la victoria del glo
rioso 2 de Mayo.
El autor de estas Memorias no se ha propuesto hacer un
trabajo literario : su objeto ha sido solamente consignar los
hechos que pueden servir de baseá la historia de la Eepú
blica, y poner de manifiesto la parte que ha tenido Arequi
pa en la marcha politica del pais.Al pueblo de Arequipa,
aplaudido por los unos, y temido por los otros, suele mi
rarsele como dispuesto siempre á lanzarse en las revueltas,
sin que hayan motivos que justifiquen su conducta.
Para desvanecer ese falso concepto se dan á luz estas
Memorias. El autor de ellas quiere rendir este tributo al pue
ble de sus afecciones ; y se ha decidido á publicarlas, porque
vé que hasta ahora nadie se ha tomado el trabajo de reco
ger datos sobre estos hechos. Leyendo este libro, dice el
mismo autor : "la posteridad admirará y respetará al pue
blo que se ha sacrificado siempre en defensa de las leyes y
de las garantias nacionales. Si alguna vez Vivanco bas
tardeó los nobles sentimientos de Arequipa ; el que pene
tre en el fondo de las cosas reconocerá que ese pueblo, aun
en sus errores, motivados por ambiciones miserables, apa
rece con la dignidad y con el heroismo de los tiempos his
tóricos."
En cuanto ú la exactitud de los datos que estas Memo
rias contienen, bastará decir que el autor ha tenido parte
activa en casi todos los acontecimientos que en ellas se
mencionan ; y que los refiere con la imparcialidad que le da
. la independencia nunca desmentida de su carácter. Si para
esto ha sido preciso que hable de si mismo muchas veces,
se verá no obstante que no ha tenido por objeto buscar el
engrandecimiento de su persona; pues si por una parte
manifiesta la estimacion que ha merecido de elevados per-
sonages, por la otra se le vé desempeñando comisiones que
podia haber desdeñado, y prestando servicios agenos de la
posicion que ocupaba. Siempre generoso y desprendido i
ha buscado solo el bienestar del pais, y nada ha pretendido,
ni pretende ahora mismo para sí, apesar de que sus impor
tantes servicios en la politica y en la educacion de la juven
tud lo hacen acreedor á la estimacion general. Xo se pue
de, por consiguiente, hacerle cargo de que hable de su per
sona ; y por el contrario el pais debe agradecerle que haya
consignado en este libro hechos importantes, que nadie pue
de referir mejor que el que ha tenido parte en ellos.
El pueblo de Arequipa, sobre todo, á los muchos deberes
que ya tiene para con él, le debe la publicacion de estas
Memorias, que tienden á vindicarlo de reproches inmere
cidos.
Lima, á 2S de Abril de 1874.
CAPITULO I.
Revolución hecha en Lima, por los Generales Gamarra y
Bermndez, contra el Presidente Provisorio, General
Luis José Orbegoso, y contra la Convención Nacional
en Enero de 1834.
La Convencion nacional del Perú se instaló para refor
mar la constitucion en Septiembre de 1833. El Presidente
de la Eepública General Gamarra, habiendo observado que
la opinion pública y la de la Convencion eran explicitas para
no continuarlo en el mando, se dirijió al Presidente de la
Convencion por nota de 18 de Diciembre de 1833, expre
sando:—que por la paz de sus conciudadanos y por obe
diencia á la ley habia tolerado el mando hasta ese tiempo ;
y queestaba decidido á no prolongárselo un momento mas
allá del 18 de Diciembre: que este era su propósito irrevo
cable : que al dia siguiente lo anunciaria asi á la Nacion; y
que se sirviese ponerlo en conocimiento de la convencion.
La Convencion expidió un decreto en 20 de Diciembre de
1833, resolviendo primero: que la Convencion procederia á
elejir un Presidente provisional de la Eepública; y segun
do: que el Presidente provisional desempeñaria el poder
ejecutivo hasta que fuese elejido el propietario, con arreglo
á la reforma constitucional.
2
Firmado el decreto por el Presidente de la Convencion
D. Francisco Javier de Luna Pizarro y por los secretarios
D. José Luis Gomez Sanchez y D. Pedro J. Granados, se
pasó al Presidente Gamarra, quien le puso el cúmplase en
la misma fecha.
En su virtud el mismo dia 20 de Diciembre de 1833 la
Convencion nacional expidió otro decreto resolviendo, que :
en conformidad de lo decretado en esa fecha, la Convencion
Nacional de la Eepública Peruana nombraba Presidente
Provisional de la Eepública al General don Luis José Orbe-
goso: y que para ejercer el cargo prestaria el juramento
respectivo ante la Convencion en la sesion del diasiguiente.
Esa resolucion se pasó al Presidente de la Eepública, y
en el mismo dia 20 le puso el cúmplase.
Los Generales Gamarra y Bermudez se preparaban para
apresar al Presidente provisorio Orbegoso en la noche del
3 de Enero de 1834, en la funcion que debia darse en el
teatro en celebridad de la eleccion del General Orbegoso;
pero éste tuvo aviso oportuno por medio de persona á quien
debia dar crédito.
El castillo se hallaba á las órdenes del General Vargas;
y éste, como los demas jefes del ejército, pertenecia de un
modo absoluto á Gamarra y Bermudez. El dia 4 de Ene
ro de 1834 el Presidente Orbegoso hizo llamar a Vargas;
y cuando éste llegó, le dijo Orbegoso muy cortesmente: —
"he hecho llamar á Ud. para que tenga la bondad de acom
pañarme á un paseo en que me será Ud. muy útil." Var
gas aceptó la invitacion.
El coche del Gobierno estaba listo, y el cochero preveni
do del camino que debia tomar. Partió el coche, escoltado
por diez hombres de la guardia, en direccion al Callao.
Cuando se hallaba fuera de la ciudad, Orbegoso preparo
una pistola, y poniéndola al pecho de Vargas, le dijo: "co- *
" nozco muy á fondo sus intenciones, y estoy intimamente
" persuadido de su proceder y del de los facciosos; este es
" el último momento de su vida, si Ud. de buena fé no me
" declara la verdad: mi intencion es posesionarme de loá
" castillos, ya que las circunstancias lo exijen: el momento
" es critico; y Ud. no podrá decirme una sola palabra con-
" traria a lo que yo sé."
Vargas guardó silencio absoluto; y el coche llegó al Ca
llao á las ocho y media de la noche. Antes de desmontar,
Orbegoso dió orden a Vargas para que no se separase de
su lado ni una pulgada. Al entrar Orbegoso al castillo, lo
recibió la guardia con la formacion debida: reunió la fuerza
del castillo, y despues de un saludo cortés, preguntó si lo
reconocian por legitimo Presidente de la Eepública, y si
estaban prontos á defender la Constitucion y las leyes.
Un grito unisono resonó afirmativamente. Entónces Or
begoso, con voz imponente, dijo: "el que sea de opinion
" contraria puede retirarse inmediatamente; que no leinfe-
" riré perjuicio alguno." La tropa vivó repetidas veces al
General Orbegoso, ofreciendo morir por él, en defensa de la
Constitucion y de la libertad. Orbegoso cambió inmediata
mente algunos jefes y oficiales. El General Vargas intentó en
la noche conspirar contra Orbegoso. Este, que tuvo aviso de
lo que obraba Vargas, lo hizo traer inmediatamente á su
presencia, y le dijo:—"Es Ud. un infame: no merece Ud.
" otra pena que la que va Ud. á sufrir. Vaya Ud. á unirse
" con los inicuos facciosos." Y lo hizo arrojar inmediata
mente de los castillos.
Luego que Gamarra y Bermudez llegaron á tener noticia
de la retirada de Orbegoso, mandaron disolver con tropa
la Convencion Nacional. Asi consta del parte que dió D.
Francisco Garusatigui en 4 de Enero de 1834, á los Secre
tarios de la Convencion: en él se dice:
"A esta hora, que son las once del dia, acaban de pose
sionarse de la casa de la Convencion dos compañias del ba
tallon "Piquisa," al mando de los tenientes D. N. Castañe
da y D. Mariano Carmelino; atrepellando y desarmando
violentamente la guardia civica que la resguarda, hasta el
extremo de inferir varias heridas al bravo soldado Juan
Eios, que se hallaba de centinela en la puerta, y les resis
tió con denuedo. Han allanado esta secretaria y todas las
salas de la casa. Uno de los oficiales presentó la lista de
los diputados que debia apresar, entre los cuales estaban
los nombres del Presidente de la Convencion Francisco
D.
Javier Luna Pizarro, de Vijil, Leon, Zabala, Mariátegui,
Eodriguez Piedra, Guaicochea, y de veinticinco mas."
Los diputados de la Convencion, reunidos clandestina
mente, expidieron y firmaron la siguiente protesta:
"Los diputados de la Convencion que suscriben,—consi
derando:—1.° que la fuerza armada se ha sobrepuesto á
la Constitucion, nombrando por Jefe de la Eepública al Ge
neral de Brigada D. Pedro Bermudez; cuya atribucion no
le corresponde por la carta,ni por razon alguna politica:—
2.° que con
este paso escandaloso ha violado el articulo
146 de la ley fundamental, que la prohibe deliberar, y la
hace esencialmente obediente:—3.° que ha desobedecido
al Presidente Provisorio, nombrado legitimamente por la
Convencion :—4.° que en la mañana del dia de la fecha, á
la misma hora en iban
quereuniéndose los diputados en la
casa de sesiones, ha sido forzada la guardia de la Conven
cion por dos compañias del batallon "Piquisa" ó Segundo
Ayacucho ; herido mortalmenfe el centinela que defendió la
entrada ; y allanado el local, con el objeto de aprehender á
muchos diputados, cuyos nombres constaban en una lista
que llevaba el oficial encargado de una de las compañias :
—5° que por estas razones la Capital de la Eepública se
halla invadida, y sin Gobierno legal que pueda sostener las
deliberaciones de esta Asamblea, y con quien ella pueda en
tenderse :—6.° que continuando la Convencion sus sesio
nes, podria entenderse que consentia y aprobaba tácita
mente esta conducta ; lo que sin duda eó contra el voto de
los pueblos, decidido
por el orden y las leyes ; y ofenderia
el decoro y dignidad de la Eepresentacion Nacional, que ha
marcado cada uno de sus pasos con la prudencia y circuns
peccion propia de sus altas funciones: —
"Declaran : —1. ° Que protestan de la violencia que se
ha cometido por la fuerza armada ; á cuyos jefes hacen
responsables, ante la Nacion y ante el mundo civilizado,
de todos los males que ha de traer á la Eepública el paso
violento que han sostenido, contra la opinion pública, con
tra la Constitucion del Estado, contra sus Ordenanzas par
ticulares, y contra todas las leyes:—2. ° que suspenden
asistir á las sesiones; interin no se restablezca el orden le
gal. En fé de lo cual extendieron esta protesta en la via
legal mas conveniente, y la firmaron en la Ciudad de Li
ma á cuatro dias del mes de Enero de 1834 años.—Francis
co Javier de Luna Pizarro, Diputado por Arequipa, Presi
dente de la Convencion.—Mañano José de Ureta, Diputado
por Arequipa.— Siguen las firmas de los diputados de la Con
vencion ; y la autorizan José Luis Gomez Sanchez, Diputado
por Arequipa, Secretario.—Pedro Joaquín Granados, Dipu
tado por Jauja, Secretario."
Los diputados á la Convencion por el Departamento de
Arequipa dirijieron á las provincias que los elijieron una
manifestacion de lo sucedido, y de la conducta que ellos y
los mas diputados de la Convencion habian observado, pro
testando contra el atentado cometido por los Generales Ga-
marra, Bermudez y la tropa contra el Presidente provi
sorio Orbegozo, y contra la Convencion. Ese manifiesto,
firmado en Lima en 7 de Enero de 1834, por los Señores
Javier de Luna Pizarro, Francisco de Paula Gonzalez Vi-
jil, Manuel Hurtado Zapata, Ildefonso de Zabala y Anselmo
Quiroz, se publicó en la imprenta del Gobierno en el Callao,
por Nemesio Iparraguirre.
El mismo 4 de Enero se invistió el General Bermudez
con la denominacion de Jefe Supremo ; nombrando de Mi
nistro de la Guerra al General D. Juan Salazar, y de Pre
fecto de Lima al Comandante D. Manuel Ignacio Vivanco.
Ambos admitieron esos empleos.
El 5 de Enero se expidieron órdenes de destierro para los
diputados Luna Pizarro, Presidente de la Convencion, Vi
— 6 —
jil, Gomez Sanchez, Telleria, Zapata, Eodriguez Piedra,
Mariátegui, Macedo, Jaramillo, Zavala, Evia, Freire, Ba-
mirez y Arellano.
Los pasaportes se entregaron al Coronel Lastres, nom
brado Suprefecto de Lima, para que los entregara en las
casas de los diputados referidos ; pero Lastres no admitió
el empleo de Subprefecto ; expresando en su renuncia que
Sayans era - Suprefecto Constitucional, y que debia conti
nuar en su destino : que por su parte no aceptaria ni ese
cargo ni otro alguno, mientras no fuese de orijen legal.
El 7 de Enero se entregaron los pasaportes en las casas
respectivas de los que se desterraba, á excepcion del pasa
porte expedido á don José Luis Gomez Sanchez, que fué
retirado por empeño del Dr. D. José Andres Martinez que
se plegó á los traidores Gamarra y Bermudez.
De los diputados desterrados ninguno salió al extrange-
ro ; porque unos se ocultaron, y otros se fueron al Callao.
Desde el 4 de Enero no se tocó en Lima una sola campa
na : tan general fué el sentimiento del atentado cometido
por los revolucionarios. Ese silencio duró hasta el 29 de
Enero, en que Bermudez y los suyos fugaron de Lima. Los
revolucionarios publicaron muchos bandos para que se pre
sentasen al servicio hombres, caballos y armas ; y para
que regresasen los que estaban en el Callao, señalando dia
para sitiarlos ; y convocando á Congreso y á nuevas elec
ciones para diputados.
A la Corte Superior, que no quiso asistir al recibimiento
de Bermudez, ni aun reunirse para despacho, se le obligó á
esto último con fuertes amenazas. Esa Corte tuvo que re
conocer á Bermudez, á excepcion del Dr; D. Santiago Gar
cia Paredes, que se opuso tenazmente, y tuvo que salvar su
voto.
El Prefecto Vivanco fué á prestar el juramento ante la
Corte Superior ; y despues de ese acto, dijo al salir al Dr.
D. Santiago Garcia Paredes : "me han hecho hacer un ju
ramento que no he de cumplir ; pero en la revolucion un
juramento mas ó menos nada importa." Vivanco obligó
despues de algunos dias á la Municipalidad a que lo fuese
á cumplimentar, mandando decir á los municipales que si
no iban, los pondria presos.
El Consejo de Estado no se reunió desde el 5 de Enero ;
y cuando por amenazas de Bermudez se le obligó á la reu
nion, y á que designase hora para recibir el juramento á
Bermudez ; sentó una acta en la cual se negaba á recibir
el juramento; y acordó ponerse en receso, como lo veri
ficó.
Desde la noche del 3 de Enero hasta el 8 en que sacaron
á toda la tropa á la Legua, para sitiar el Callao, dormian
en el cuartel de la Chacarilla el Jefe Supremo Bermudez,
el General Gamarra y la muger de éste, Doña Francisca
Subiaga ; y se dijo que Gamarra la primera noche fué al
cuartel vestido de muger.
Hasta el dia que salió la tropa para sitiar el Callao, la
tenian encerrada en los cuarteles, y solamente por la noche
salian algunas patrullas.
Por la noche se iban al castillo del Callao bandadas de
hombres de todas clases, ya oficiales, ya paisanos, ya per
sonas de primera clase, ya jóvenes, y aun mugeres ; extra
viando caminos.
En todo ese tiempo no hubo corrida de toros, ni come
dias, ni paseos de ninguna clase, ni fresquerias ; y se man
daban al Callao con abundancia viveres, caballos, armas y
dinero. Lima manifestó en esa época tanta decision en de
fensa del Presidente de la Convencion y de las leyes, é hizo
tantos sacrificios en contra de los revolucionarios, como los
ha hecho despues el memorable 2 de Mayo contra la escua
dra española invasora.
El General Gamarra mandaba la linea de sitio contra
el Callao. El General Bermudez pasaba el dia en Lima
con sus ayudantes, sin que nadie lo visitase ; y á las cin
co de la tarde se retiraba al campamento.
El Prefecto Vivanco era en la noche Jefe Supremo por
ausencia de Bermudez ; y los oficiales y empleados lo reco-
nocian por tal, en virtud de las notas que les pasó Vivaneo.
Al General Vargas lo mandó Bermudez con 80 hombres
á Chancay contra el Coronel Loyola ; pero Orbegoso man
dó á Huacho al Coronel Quiroz con una fuerte partida en
ausilio de Loyola, cuando éste habia ya derrotado al gama-
rrano Artasa, y tomádole su fuerza.
Gamarra, luego que supo la salida de Quiroz por mar,
salió en la noche del 22 de Enero con cuatrocientos hom
bres para Chancay. En lugar de Gamarra obligaron al
General l~busquiza á que se encargase del mando de la li
nea sitiadora ; y por su negativa lo subrogaron con el Ge
neral Aparicio, que tambien se negó.
Orbegoso mandó por mar al General Necochea con tropa
para que ausiliase á Quiroz ; y reunido con éste, formaron
seiscientos hombres de infanteria de linea, doscientos de
caballeria y cuatrocientos infantes mas entre oficiales y
paisanos, mandados por el Coronel Pallardeli. Al Gene
ral Necochea se le unió tambien el Coronel Loyola, el Ca
pitan Eios y otros oficiales de crédito.
El 27 de Enero, antes que se reuniese Necochea, batió
Quiroz la bizarra compañia de ciento cuatro hombres que
mandaba el Mayor Espinosa : le tomó los equipajes, dos
cientos cincuenta pesos, y 24 prisioneros.
En lca, el Coronel Valle tomó de la balija del correo la
correspondencia del Gobierno, y la llevó á Orbegoso.
Los extrangeros tomaron mucho interes por el General
Orbegozo y por la Convencion ; pues los Cónsules hicieron
protestas y reclamos ; y el Enviado de Estados Unidos reti
ró toda comunicacion con los revolucionarios.
El 24 de Enero llegaron á Lima las proclamas del Sr.
General D. Domingo Nieto, y la noticia de la protesta so
lemne de Arequipa en contra de la revolucion -de Gamarra
y Bermudez. Ese dia limeños y arequipeños hicieron en
Lima una fiesta general. La opinion se propagó aun á la
tropa de Gamarra, á la cual se le introdujeron algunas pro
clamas del General Nieto ; asi es que, el 28 de Enero por
la mañana, de la linea sitiadora se pasó al castillo el ofi
cial Lujan con treinta hombres de caballeria, llevándose u
la grupa á seis hombres de infanteria. Los revolucionarios
temieron tanto, que en el mismo dia principiaron á retirar
el sitio ; y las calles, plazas y portales, que de antemano
estaban en silencio, se llenaron de pelotones de gente.
Eran las cinco y media de la tarde cuando se veia toda
la ciudad en movimiento ; y saliendo 30 hombres de pala
cio, rompieron el fuego á bala, de orden del Prefecto Vivan-
co, contra las gentes de la plaza, y contra las que estaban
en las azoteas. El pueblo, que se hallaba desarmado, hu
yó velozmente á buscar armas ; y regresaban poco á poco
á la plaza y calles circunvecinas, contestando al- fuego de
los soldados como podian en los portales, ventanas y azo
teas. Aumentaron el número de soldados para que hicie
ran fuego ; pero de ellos se pasaron cinco armados ; y al
gunos otros arrojaban los fusiles.
Como á las ocho de la noche llegó Bermudez de la Le
gua, con 550 hombres de infanteria y caballeria, y pasó las
calles haciendo fuego, y sufriéndolo, hasta la plaza donde
distribuyó su fuerza, haciendo fuego sobre las calles y pro-
tejiendo la salida de sus cargas. El fuego por ambas par
tes duró hasta las doce y media de la noche ; y antes que
terminase se oyó un repique general de las campanas, que
habian enmudecido tantos dias. Llegaron en esos momen
tos los montoneros del Callao que persiguieron á los que
huian. -
A la misma hora forzó el pueblo las puertas de Palacio,
destrozó las habitaciones, los ministerios y los archivos.
El pueblo y los montoneros destrozaron tambien la casa de
Gamarra, el Colegio Militar y la habitacion de Vivanco.
Solo se contaron al dia siguiente catorce muertos. Hu
bieron muchos heridos, fuera de los que habian recojido en
la noche de las calles. Entre los heridos se hallaba el Dr.
D. Santiago Garcia Paredes, que murió poco despues.
— 10 —
En la mañana del 29 de Enero entró á Lima el Presi
dente Orbegoso con repiques generales ; y aparecieron los
diputados que se habian ocultado y los que se fueron al
Callao.
De 400 hombres que sacó Gamarra de la linea y sesenta
mas que se reunieron de los dispersos de Espinosa, se le
separó el Comandante Suarez con 75 hombres de caballe
ria ; llevándose ademas seiscientas bestias entre caballos y
mulas; y quedando Gamarra en su fuga para Jauja casi
sin mobilidad.
CAPITULO II.

PROTESTA Y PRONUNCIAMIENTO DE AREQUIPA CONTRA LA RE


VOLUCION DE GAMARRA Y BERMUDEZ.
El 4 de Enero de 1834, á las cinco y media de la tarde,
llegó á la Ciudad de Arequipa el correo de Lima, con la
noticia de que la Convencion habia elejido Presidente Pro
visorio de la Eepública al General D. Luis José de Orbe-
goso. Los republicanos liberales guardaron silencio, por
que sabian que Gamarra haria la revolucion : pero los ser
viles temblaron.
El General D. Domingo Nieto y su intimo amigo el Dr.
D. Juan Gualberto Valdivia se reunieron en reserva, en
casa del Dr. D. Pedro Barriga, á tratar sobre la conducta
que se debia observar. Se acordó que ninguno de los ami
gos escribiese á Lima ni a los Departamentos : que todos
los liberales, desde esa misma noche, se pusiesen en guar
dia, para no ser apresados en sus casas : que el General
Nieto previniese á sus amigos militares de la guarnicion,
no faltasen de sus cuarteles á ninguna hora, y se pu
siesen de acuerdo para no permitir que los relevasen ó los
apresasen : que por la imprenta se publicase un articulo
decoroso, aconsejando al pueblo la union y la tranquilidad:
que el Dr. Valdivia, por medio de un francés amigo suyo,
escribiese al Sr. Luna Pizarro, para que el Presidente Or-
begoso nombrase al General Nieto de Comadante General
del Departamento de Arequipa ; y si era posible, tambien
de los de Puno y Cuzco.
— 12 —
El Dr. Valdivia propuso que, en virtud de la confianza
que él y el Dr. Barriga tenian con el General Prefecto D.
Juan José Salas, fuesen juntos á saber qué era lo que ha
bia en realidad.
Ambos fueron inmediatamente donde Salas ; y despues
de saludarlo, le dijo Valdivia:—"la confianza que Ud. nos
ha inspirado, nos obliga á venir donde Ud. ; porque tene
mos datos fehacientes de que á la eleccion de Orbegoso se
habrá hecho revolucion en Lima, por los Generales Gamar-
ra y Bermudez. Como yo soy uno de los mas comprome
tidos, porque sabe Ud. que he ganado en esta Ciudad en
el mes de Marzo del año pasado las elecciones para los di
putados á la Convencion, contra todo el poder de Gamar-
ja, del Prefecto Tristan y de todas las categorias de esta
poblacion, exijo de Ud. francamente que no me oculte las
órdenes que debe Ud. haber recibido con respecto á mi; se
guro de que Ud. no obrara contra mi, faltando á la pala
bra que me ha dado, y constándole que toda la parte libe
ral de Arequipa me pertenece; y que, en cualquiera caso,
yo me pondria en salvo, y Ud. correria gran peligro. Si
Arequipa protesta contra la revolucion, como lo hará, la
persona de Ud. será respetada; porque sabe Ud. que soy
leal amigo, ó enemigo declarado."
El General Salas quedó demudado y en silencio ; y re
haciéndose, contestó :—"soy un caballero : sé con quiénes
hablo ; y faltaria á Uds., mis amigos, si les exijiera reser
va." Volvió atras, tomó una carta abierta, y la pasó al
Dr. Valdivia. En ella decia Bermudez al General Salas :
—"que en el momento que la recibiese, prendiese al Padre
Valdivia, á Pedro Barriga y á Pablo Vera, y los embarcase
para Chile : que aumentase la fuerza como pudiese, y que
por expreso mandase inmediatamente las comunicaciones
que le incluia para Puno y Cuzco ; y que. sucesivamente le
mandaria propios con las órdenes necesarias: que vijilase
los pasos del General Nieto, sin darle motivo de queja."
El Dr. Valdivia devolvió la carta al General Salas : le
— 13 —
dió las gracias : le aseguró que seria respetado, pero le
aconsejó que obrase con suma prudencia; y se despidieron.
Del patio regresó Valdivia y dijo á Salas: —"General:
Ud. debe permitirme que, siendo el General Nieto otro yo,
no deba ocultarle lo que Ud. me ha confiado." Salas con
testó :—"Obre Ud. como le parezca; porque Nieto es tam
bien mi amigo y un caballero."
El Dr. Valdivia fué en busca del General Nieto, y le re
firió todo lo ocurrido. Nieto dijo entónces:—"Yo debo ir
inmediatamente donde Salas, para agradecerle personal
mente esta fineza ;" y marchó al momento.
Muchos amigos ocurrieron donde Nieto y Valdivia para
saber lo que habia en realidad ; y se les contestó que de-
bian estar tranquilos, sin dejar de prepararse para el caso
de la revolucion, que se habia anunciado por tantos con
ductos : que la Convencion habia elejido á Orbegoso ; y que
el mismo Gamarra habia puesto el cúmplase á esa deter
minacion de la Asamblea.
Al dia siguiente apareció la proclama que habia dado
Gamarra al dejar el mando; y los gamarristas hicieron co
rrer la voz de que el Presidente elejido era un borracho.
Esa calumnia contra el General Orbegoso fué de Gamar
ra en el año de 1829, porque Orbegoso se separó entónces
del Ejército, con motivo de la deposicion que Gamarra hi
zo del Presidente legitimo, General La-Mar, despues de la
derrota del ejército peruano en el portete de Tarqui.
El Dr. Valdivia, con motivo de esa voz que circulaba
contra Orbegoso, sin darse por entendido de ella, publicó
un impreso en favor de la conducta personal, militar y pú
blica del Presidente Provisorio, del Sr. Luna Pizarro y de
los Diputados liberales de la Convencion ; manifestando á
la vez, que los Generales Orbegoso y Nieto habian mereci
do el sufragio de Arequipa y de otros muchos pueblos del
Perú, como candidatos liberales para la Presidencia de la
Eepública.
El 7 de Enero de 1834 corrió la noticia de que el Gene
— 14 —
ral Salas, por enfermedad, habia entregado el mando de la
Prefectura al Alcalde D. José Maria Masias. Nieto y Val
divia pasaron inmediatamente á visitar á Salas ; y por el
progreso de la conversacion, comprendieron que Salas to
maba ese pretesto ; y que la causa era el conocimiento que
tenia de la verdadera situacion de la tropa y del pueblo.
El General Nieto le dijo :—"que en las circunstancias en que
se encontraba la Nacion, no era el Alcalde Masias ¿propó
sito para la tranquilidad de Arequipa, y que reasumiese el
mando." Salas, contestó que él habia ofrecido servir la
Prefectura, solamente por el tiempo que mandase Gama-
rra ; y que su propósito era irrevocable." Salas, al dejar la
Prefectura, habia encargado de la Comandancia Militar al
General Nieto; y como éste le daba razones para no admi
tirla, Salas, molesto, le dijo :—''me pondrá Ud. en la nece.
sidad de encargar la Comandancia a un subalterno, y que
crea Arequipa que he desairado á Ud." Y en voz amistosa
añadió:—"Suplico á Ud. acepte la Comandancia; que lo
celebrará mucho la guarnicion y tambien el pueblo."
El 4 de Enero de 1834, dia en que llegó la noticia á Are
quipa de la eleccion de Orbegoso, se habia hecho la revo
lucion en Lima, y proclamádose Jefe Supremo el General
Bermudez.
El 12 de Enero, poco despues de las seis de la tarde, llegó
como propio de Lima el Teniente Coronel D. Manuel Val
divia ; y con lo que dijo en el patio de la Prefectura á los
ayudantes del General Salas, salieron éstos en busca de él
á diferentes casas. Uno de esos ayudantes fué donde el
General Nieto, y le dió la noticia de la llegada del propio
Valdivia y de la revolucion hecha en Lima. El General
Nieto mandó á su ayudante diciéndole :—"tráigame al Co
mandante Valdivia, llamándolo á nombre del Comandante
Militar de la plaza, General Nieto ; Ud. viene con él preci
samente." Eegresó el ayudante con el Comandante Valdi
via; y Nieto dijo á éste :—"solamente exijo que Ud. me
entregue las comunicaciones que vienen dirijidas para el
— 15 —
Comandante Militar del Departamento : las demas entre
guelas á sus titulos."
El Dr. Valdivia, que se hallaba á la sazon en casa de D.
Mariano Benavidez con D.
Pedro Barriga y D. Jose Eive-
ro, fué con éstos á casa del General Nieto. Este habia
mandado las comunicaciones que recibió del Comandante
Valdivia al General Salas, sin abrirlas ; y Salas se las de
volvió tambien cerradas. Eran las siete de la noche ; y
Nieto las abrió á presencia de las referidas personas.
La nota era del Coronel Allende, datada en Lima á 4 de
Enero. En ella se prescribia, que en los Departamentos
se reconociese por Jefe Supremo de la Eepública al Gene
ral D. Pedro Bermudez, á quien se le habia reconocido ya
en la Capital, con motivo del atentado de Orbegoso, que se
habia marchado al Callao, dejando preparado en Lima el
estallido de una revolucion contra los militares ; para la
cual se habian dado armas al populacho acaudillado por
oficiales reformados : que las tropas se mantuvieron en sus
cuarteles, sin tener de quién recibir órdenes ; y que estan
do en acefalia la Eepública, habian ocurrido al General Ber
mudez para que se encargase del mando, bajo la denomina
cion de Jefe Supremo.
.Como el General Nieto fué quien leyó la nota, la tiró a
distancia, diciendo lleno de indignacion :—"picaros : quie
ren asesinar nuevamente una patria, que nada les ha cos
tado. Con mi lanza vengaré este ultraje. Mis amigos, es
llegada la hora que
de hagamos conocer al mundo lo que
valen los verdaderos republicanos. Perezcamos, antes que
ser esclavos. Puede ser que nos quedemos solos; pero
nada importa, será mayor nuestra gloria. Que la posteri
dad llore nuestra desgracia, si la fortuna nos abandona ;
pero cumplamos el sagrado deber de defender la patria
contra los infames, que no se avergüenzan de asesinarla.
Compañeros y amigos : mios
desde este momento no per
tenezco sino á la patria." Tomó su pañuelo, y enjugó las
lágrimas que le bañaban el rostro.
— 16 —
Los patriotas que lo acompañaban le dijeron á una voz:
—"General, puede Ud. ya mandar lo que debemos hacer.
O salvamos la patria y el honor de Arequipa, ó sepultémo
nos juntos luchando por ella : nosotros lo juramos en este
momento solemne." Valdivia continuó, y dijo al General :
"Ud. conoce que sabemos cumplir nuestros compromisos:
una misma será nuestra suerte."
El General, dirijiéndose á todos, se expresó asi :— "Seño
res, mi resolucion es incontrastable, pero debo consultar la
opinion del pueblo." Y dirigiéndose al Dr. Valdivia, le di
jo: "ponga Ud. al momento una nota, trascribiéndole al
Prefecto la que, como Comandante Militar, he recibido ; y
pidiéndole que haga reunir las corporaciones á las nueve
del dia de mañana."
Se pasó la nota al Prefecto, y una orden al Jefe d« dia,
Comandante Mendez, para que cuidase de la Compañía de
Cazadores, y la municionase, y que al Capitan de ella, Te-
ran, lo mandara del General. Se ordenó tambien que
de la Compañia del Eejimiento Dragones se encargara el Ofi
cial D. Marcelino Inoj osa; y que el Capitan Frias, que la man
daba, fuese á casa del General. A Inoj osa se le ordenó en
reserva que tuviese confianza en el Sarjento Buenaventura
Mota ; y que á éste se lo dijese asi á nombre del Gene
ral.
El cuartel de Pohcia, que corria á cargo del Capitan
cuzqueño Pacheco, se encargó al Comandante D. Juan
Montenegro. Contra Pacheco habia dos hechos graves :
el uno la imputacion de haber descargado en Lima, de no
che, un terrible golpe de sable en la cabeza del Coronel
Iguain, con el cual lo derribó en tierra, y del que se salvo
defendido por un paquete de impresos que acababa de reci
bir, y habia puesto dentro de su somb El otro hecho
era, que el Capitan Pacheco, cuando el pueblo de Arequipa
iba en la noche del dia de las elecciones, con música, á feli
citar al Dr. D. José Luis Gomez Sanchez, elejido en Are
quipa diputado á la Convencion, cargó con su tropa y lan
— 17 —
ceó al pueblo, el 5 de Marzo, en la calle del Dr. Eguiluz,
cerca del primer pilon de la Eancheria.
Se ordenó tambien por el General Nieto, que algunos
Jefes y Oficiales fuesen á su casa, para que emitiesen con
libertad sus opiniones ; porque no queria servicio forzado
de nadie. Los que concurrieron eran tan entusiastas, que
hicieron una acta, y la firmaron; exijiendo que se publica
ra. Durante ese acto, se dió noticia al Doctor Valdivia de
que el General Salas trataba de reasumir la Prefectura y la
Comandancia Militar.
El Dr. Valdivia comunioó esa noticia á todos los concur
rentes. El Comandante Montenegro opinó que el Gene
ral Nieto no solo retuviese la Comandancia General, sino
que se encargase de la Prefectura, para dar unidad á las
operaciones, porque era probable que en pocos dias mas
enviase tropas Gamarra ; pues Bujanda en el Cuzco y San
Eoman en Puno, ambos serviles y gamarristas, tenian tro
pas á su disposicion, y tendrian órdenes apremiantes, des
de que Gamarra y Bermudez habian tenido desde atrás la
precaucion de no dejar fuerza alguna en Arequipa, cuya
opinion les habia sido tan adversa en las elecciones.
El General Nieto le dijo :—"conozco la fuerza de su ar
gumentacion ; pero entienda Ud., Comandante, que ahora,
ni jamás, tomaré mando alguno del que no me encargue el
pueblo, cuando pueda hacerlo en uso de su derecho ; ó la
autoridad competente." Y volviendo hacia Valdivia, le di
jo :—"vaya Ud. á ver al General Salas, puesto que á Ud.
nada le ha reservado."
El Dr. Valdivia partió inmediatamente y dijo á Salas :—
"acabo de tener tal noticia (la dicha antes) ; y si es ver
dad, le digo á Ud. francamente, como amigo, que nos expo
ne Ud. á una tragedia. El General Nieto, la guarnicion y
los que acaudillamos al pueblo hemos renunciado á nues
tros deberes de familia, y jurado solemnemente salvar la
patria ó perecer todos. Tal vez á Ud. lo han engañado; infór
mese Ud. de sus amigos honrados. Lo que Ud. debe esperar
3
— 18 —
es que Nieto y yo estamos comprometidos á salvar la per
sona de Ud. con dignidad, como amigos leales de Ud. y
correspondiéndole á la confianza con que nos ha tra
tado."
El General Salas contestó: que lo que habia dicho era
que temia que de la reunion de corporaciones tal vez resul
tase, que lo obligasen á reasumir el mando politico y mili
tar. Valdivia le repuso :—"si tal sucediese, seria Ud. obe
decido por Nieto, por mi y por el pueblo. Ud. deberia
aceptar, y daria Ud. de ese modo un alto testimonio de su
amor á la patria, de su respeto á la Convencion Nacional y
á las leyes, y de gratitud á la Nacion que lo ha honrado con
el Generalato, para defenderla y no para ultrajarla." Sa
las, contestó:—"estaré definitivamente por lo que acuerde
el pueblo, que no será otra cosa, sino ló que Uds. quieran,
que son los que lo acaudillan."
El Dr. Valdivia regresó donde el General Nieto, y éste le
contó lo mucho que habia trabajado para contener á Mon
tenegro y á los demas Jefes y Oficiales, que habian ya pac
tado prender al General Salas.
El Dr. Valdivia invitó á varios amigos para citar perso
nalmente á los señores de la Corte, á los de ambos Cabildos
Eclesiástico y Secular y á las personas notables del pais, á
fin de que concurriesen á la reunion á la sala del Cabildo, y
emitiesen libremente sus opiniones, sobre lo que creyesen
mas conveniente para salvar al pais. Cuando regresó á su
casa, le dijeron que el Comandante Valdivia lo habia bus
cado, para avisarle que se marchaba á Puno con las co
municaciones que habia traido de Lima para San Eoman ;
y aconsejarle que procurase no ser envuelto en las locuras
de Arequipa. Era ya muy tarde de la noche. El Dr. Val
divia tomó caballo, y volvió á casa de Nieto, y le dió el avi
so. Se mandaron propios en alcance del Comandante Val
divia, pero no lo encontraron por ninguno de los caminos.
Los amigos del General Salas y de Gamarra se repartie
ron en la noche á solicitar el voto de los que debian concur
— 19 —
rir a la reunion, para que obligasen al General Salas a
aceptar la Prefectura y Comandancia Militar.
Al dia siguiente, muy temprano, fué el Dr. Valdivia don
de el General Salas ; y éste le dijo, que Nieto le habia man
dado decir con Javier Panizo, que lo que le convenia era
irse á lca, á su hacienda de la Macacona ; y que él le ha
bia contestado, que no la diese de Quijote; y que le man
dase pasaporte para Chile.
El Dr. Valdivia fué de Nieto para acordar lo con
veniente, pues se acercaba la hora de la reunion. Llegó
entónces Panizo, con la respuesta del General Salas, que
no admitia pasaporte sino para Chile. Nieto dijo :—"le
daré el pasaporte, para que se vaya al punto que él quiera
elejir."
Nieto, como se acercaba la hora de la reunion, se vistió
de paisano, salió de su cuarto, se acercó al Dr. Valdivia y
le dió un abrazo enternecido, diciéndole:—"no estoy enga
ñado : con Ud. y con el pueblo heroico de Arequipa tengo
esperanza en Dios de que salvaremos la patria." Luego
que el pueblo, que se hallaba reunido en la plaza, divisó al
General, vivó en voz de trueno repetidas veces al mismo
General, á la Eepública, á la Convencion y á los libres de
Arequipa ; y lo llevaron oprimido convivas sucesivos, hasta
el alto del Cabildo.
Entró al salon, y halló á las corporaciones reunidas.
Estas le exijieron que las presidiera como Prefecto y Coman
dante Militar del Departamento. Nieto se negó obstinada
mente, miéntras no se hiciera una discusion pública y fran
ca, en que tomasen la palabra todas las personas respeta
bles ; y ofreció que él respetaria y haria respetar lo que se
acordase por las corporaciones y el pueblo. Levantó la
voz, y muy conmovido dijo :—"Señores: deseo que calculen
bien la gravedad del asunto que nos reune en este momen
to, y de lo que puede venir sobre este heroico pueblo, que
puede quedarse solo en la contienda. Arequipa no tiene
mas fuerza que 150 hombres de la guarnicion: no cuenta
— 20 —
con armas, ni tiene recursos pecuniarios. Los revolucio
narios tienen todo el ejército preparado con anticipacion.
Todas las probabilidades están en su favor. No cuenten
Uds. con solo el patriotismo del pueblo, con mi patriotismo
y con los pocos militares que hay, resueltos desde luego á
morir por la Eepública y por este pueblo. Exijo de Uds.
que mediten y resuelvan sin precipitacion. Uds., con su
voto, van ó á salvar la patria ó á hundir á este heroico pue
blo en las cenizas."
Como el Alcalde Masias no se hallaba presente, su hijo
el Dr. D. Manuel, tomó la palabra y dijo :—"que extraña
ba, que estando su señor padre de Prefecto, las corporacio
nes, sin estar presididas por él, hubiesen acordado que lo
fuera el Sr. General Nieto ; muy digno desde luego, á quien
respetaba y por quien daria tambien su voto, en su caso,
para Prefecto y Comandante Militar del Departamente." In
clinó entónces la cabeza hácia las corporaciones, volvió
atrás y'se retiró bruscamante.
El Dr. Valdivia salió en su alcance, y deteniéndolo en el
portal, le dijo:—"querido amigo : si Ud. tiene confianza
en mi, óigame y haga lo que le diga, sin réplica. En los
grandes sucesos y en las revoluciones hay misterios que
no deben revelarse. La hora es suprema. La patria exi-
je de nosotros un sacrificio. Por ella pido á Ud. que
deponiendo toda razon, vaya Ud. á traer á su Sr. padre,
sin excusa : que presida las corporaciones como Prefecto ;
y cuente Ud. con que yo tendré cuidado de que se respete
su persona y su empleo." Trémulo Masias, contestó : "por
la patria y por Ud., á quien respeto, voy á hacer tamaño sa
crificio. Pronto estaré en el Cabildo con mi Sr. padre."
El Dr. Valdivia regresó á la sala del Cabildo, y le pro
porcionaron asiento al frente del General Nieto : pero él se
pasó á la izquierda de éste.
Llegó el Prefecto Masias con su hijo, y presidió las cor
poraciones. Se leyó por el secretario del Cabildo la nota
del Coronel Allende, en la que daba parte de haberse nom
— 21 —
brado el General Bermudez Jefe Supremo de la Eepública, y
exijia se le reconociera por tal en todos los Departamentos.
El General Nieto tomó la palabra y expuso lacónica y
sencillamente el objeto con el cual habia hecho citar pa
ra la reunion. Se conmovió entónces, y levantando la voz,
dijo:—"Señores: dispensadme la conmocion que en este
momento me entrecorta las palabras. La Eepública acaba
de ser infamada por los que tenian mas deber de respetarla.
Veo la patria, por la cual he derramado mi sangre, al bor
de del precipicio. Conozco el valor de lo que le debo, al
verla deshonrada. Nuestra patria sin leyes, sin Magistra
dos, y cubierta de ignominia á presencia de sus hijos, que
han debido defenderla con sus vidas ; hollada, Señores, por
hijos bastardos, que no tienen medida para el crimen "
El General Nieto quedó sollozando sin poder continuar ;
y el público acompañó en el sentimiento al guerrero que
con su lanza sostuvo en Tarqui el honor de la Eepública.
El público contemplaba en el General Nieto al soldado,
no solo valiente, sino heroico y verdaderamente republica
no. Volvió á tomar la palabra, y suplicó se abriese una
discusion franca y sin reserva : que él, por su parte, estaba
resuelto á obedecer lo que se acordarse, hasta tal punto,
que si se decidia el heroico pueblo de Arequipa á reconocer
y obedecer al General Bermudez como Jefe Supremo, iria
á postrarse á sus piés, cumpliendo sin réplica lo que se
acordase ; pero que asi rendido, se atravesaria el corazon
con un puñal á los piés del tirano ; porque habria llegado
entónces el caso de que el Perú contase con un Caton :
que su objeto, al hacer reunir las corporaciones, habia sido
evitar que la fuerza bruta forzase al pueblo á la obediencia,
y que se publicase, como se hacia de ordinario, que habia
procedido con plena libertad. Que él y sus compañeros de
armas habian jurado en la noche anterior sacrificarse en
defensa de la patria, de las leyes y del pueblo de Arequipa,
si ésta noble Ciudad les exijia ese deber.
Se oyó un grito general en el salon :—"Arequipa protes
— 22 —
ta solemnemente contra la revolucion hecha en Lima por
los Generales Gamarra y Bermudez : reconoce por Presi
dente Provisorio al General Orbegoso, elejido por la Con
vencion Nacional. El pueblo nombra al General Nieto
Prefecto y Comandante Militar del Departamento."
El General Nieto suplicó se procediese con calma, y se
abriese la discusion : que desde que él y el pueblo se decla
raban en defensa de la Constitucion y de las leyes, contra
los revolucionarios que las habian infrinjido, disolviendo á
balazos la Eepresentacion Nacional, no podian proceder
desconociendo la autoridad del Sr. Prefecto Masias, que
presidia ese acto : que como militar solo podria admitir el
servicio propio de su profesion.
El concurso se aquietó y principió la discusion. De ella
resultó que se acordase continuar de Prefecto al Alcalde
Masias ; y al General Nieto de Comandante Militar, autori
zándole plenamente para formar tropas y tomar todas las
providencias conducentes á la defensa de la Nacion.
Salió el General Nieto á la plaza, en medio de vivas :
montó á caballo y arengó al pueblo, con todo el entusiasmo
de un corazon republicano. El pueblo en masa juró salvar
la patria ó perecer en su defensa.
Todo el pueblo, sin indicacion alguna, se formó en bata
llones; y detuvieron al General para que los recorriese.
A caballo, y sombrero en mano, dijo á los cuerpos :—"re
publicanos ilustres: vuestro ardor patrio imita y tal vez
supera al de los Espartanos y Atenienses. Es necesario
moderar el entusiasmo. No todos Uds. pueden entregarse
á las fatigas militares. Muchos tienen familias, á las que
deben asistir á costa del trabajo personal. Yo única
mente admitiré para el servicio, á los que esten libres de
obligaciones forzosas. Aesos designo para cuartel el convento
de San Francisco ; pero exijo á todos, que se den tiempo
para meditar lo que hacen. La empresa que acometemos
me parece superior á la de los Espartanos. Si la conse
guimos, solo será propia del pueblo heroico de Arequipa.
í

— 23 —
Es verdad que una gran parte de la Eepública no solo ad
mirará nuestro patriotismo, sino que nos ayudará con sus
votos ; pero, Señores, desengañémonos: la Eepública se ha
lla oprimida por el peso del ejército y por el crédito militar
de los que han emprendido la revolucion. Vamos á hacer
un sacrificio por nosotros mismos y por esos pueblos her
manos. Yo no soy entre vosotros, sino el mas obligado al
cumplimiento de los deberes que me habeis impuesto."
"Os doy las gracias por tanto honor y porque en este
momento, dais un ejemplo al mundo, de que sois dignos de
llamaros republicanos."
"Eespetables hijos del Misti: voy á hablaros con mi co
razon. Amo mi pais natal, tal vez como nadie : pero en
este momento envidio vuestra suerte, y que la Providencia
os hubiese hecho nacer en este hermoso suelo. De hoy en
adelante una será nuestra suerte." Abrió los brazos y di
jo : "Os estrecho contra mi corazon ;" y volvió rápidamen
te atrás, llevando el pañuelo á los ojos. Eesonó un grito
uniforme de viva la Eepública Viva la Convencion y
el Presidente Orbegoso. ¡ Viva el General Nieto !
A poco se oyó un repique general, y con música marcha
ba la multitud á ocupar el cuartel de San Francisco.
El General se retiró á su casa, y con el Dr. Valdivia acor
dó todas las notas y órdenes que debian expedirse para todo
el Departamento. Se extendieron las notas para el Presiden
te Orbegoso y para el Presidente de la Convencion; y se man
daron expresos á los Departamentos del Sur y sus provincias.
Se formaron los cuadros para los Jefes y Oficiales de los
batallones de infanteria, caballeria y artilleria ; y se man-
-* daron comisiones á los valles para reunir caballos y todo
el armamento que so pudiese.
Se organizó una maestranza de armeros, herreros, car
pinteros, talabarteros, sastres y zapateros : se organizó el
trabajo de fundicion de balas para la artilleria, fusiles y ca
rabinas. No habiendo nitrato de potasa para la pólvora, se
convirtió el nitrato de sosa de Tarapacá en nitrato de potasa,
— 24 —
sacando ésta de las cenizas de los hornos de las panaderias
y de los fogones de las chicherias y de casas particulares.
Las personas notables y el pueblo entregaron fusiles,
carabinas y lanzas, sin recibir precio alguno. Muchos
mercaderes dieron telas para camisas y calzonsillos. Va
rios particulares mandaron reservadamente al General Nieto
algunas cantidades para los primeros gastos. El General
pidió prestado de sus amigos lo que necesitaba para pagar
á los operarios de las maestranzas y comprar las materias
primeras que eran indispensables.
El General Nieto ocupó todo el dia en arreglar con el Dr.
Valdivia todo lo referido : y á las seis de la tarde vino un
comisionado del cuartel de San Francisco á decirle, que los
batallones que se hallaban formados en el cuartel, lo espera
ban para recibir sus órdenes. El General fué inmediata
mente, y encontró mas de tres mil hombres, que apénas ca
bian en el cuartel. Cada batallon tenia un personero que
lo ponia á disposicion del General, y le pasaba la lista y
número de los individuos. Fué necesario encender faroles.
Eeunió en el centro á los personeros de todos los batallones
y les dijo :—''Señores, en las personas de Uds. doy las gra
cias á los cuerpos que representan, á nombre mio y de la
patria. Uds. conocen la escasez del pais ; y no es posible
sostener este ejército. Mi corazon resiste abusar de pa
triotismo tan noble, que solo yo y los que lo presenciamos
podemos creerlo y apreciarlo."
"Suplico á Uds., que conocen á las personas, elijan de
todos los cuerpos solo trescientos hombres para infanteria,
cuyo número compondrá el primer batallon de Libres, y
otros trescientos para el segundo batallon del mismo nombre;
que se retiren los que sean padres de familia, los maestros
artesanos, y los que no gocen de buena salud. Uds. prefie
ran á los que hayan sido soldados y á los jóvenes solteros,
de talla regular. Los que se escojan, pueden quedar aqui
ó retirarse, porque no han comido; y que vuelvan mañana
á las once del dia, para hacer el arreglo de los batallones."
— 25 —
El General levantó la voz, y dirijiéndose á todos, les di
jo :—"Señores, á los que á Uds. representan les he dado la
orden conveniente, y espero que será cumplida. Los revo
lucionarios tienen ejército ; y á la primera noticia que ten-
^ gan de la protesta de Arequipa, lanzarán fuerza sobre no
sotros. Yo no debo descansar un momento, y me retiro al
trabajo. ¡ Viva la Eepública ! ¡Vivan los libres de Arequipa.''
El General regresó firmará las muchas notas y órdenes
que se habian puesto. Como ya se habia nombrado al Co
ronel Althaus para Jefe de Estado Mayor,
y á otros Jefes
y Oficiales para los cuerpos de las tres armas, se les hizo
llamar inmediatamente. Para Jefe de la Brigada de Arti
lleria se nombró al Coronel Alvarez Tomas. Se trabajó
toda la noche, sin haber comido ese dia el General y los
encargados de la Secretaria, hasta que se les llamó al dia
siguiente á las diez de la mañana para el almuerzo.
La falta de dinero puso al General en la precision de
empeñar y aun vender las alhajas de su señora. Como
hubo necesidad de proporcionarle al ex-prefecto
dinero Ge
neral D. Juan José Salas, para que se fuera á lca, y se le
dieron tambien sueldos adelantados y se pagó á sus ayu
dantes con dinero prestado, no habia con qué
pagar á los
batallones y á los artesanos de las maestranzas.
Cuando el General pasó el 14 de Enero al cuartel para
hacer el arreglo definitivo, apenas encontró cuatrocientos
hombres, los cuales
con se formaron los dos batallones de
"Libres;" y fué preciso hacer un prorateo voluntario en
tre los amigos, para poder pagar el diario u la tropa, y al
go á los oficiales.
El jóven agrimensor Bejarano, discipulo del Dr. Valdivia,
formó una compañia de infanteria, con el nombre de "In
mortales," de solo jóvenes de familias distinguidas, entre los
cuales habia muchos practicantes de Derecho y estudiantes
de Instruccion Superior. De esa compañia, sobre la cual so
formó despues el "Escuadron de Inmortales," mandado por
el Coronel D. Eamon Castilla, llegaron á ser Generales D. Pe
4
— 26 —
tiro Diez Cansecoy don Fernando Alvizuri. Toda esajuventud
se vistió al principio á su costa ; y no recibian sueldo alguno.
El General declaró que los dos batallones formasen el
regimiento de Libres ; y se hizo reconocer por Jefe de él al
Coronel Trinidad Moran ; y por Jefe de uno de los batallo
nes, al Comandante Eomero.
Al Comandante Montenegro y Capitan Frias se les man
dó á Tacna, con comunicaciones para el Coronel Camilo
Carrillo, que mandaba el Eegimiento Dragones, de 200 pla
zas. Carrillo estaba comprometido con Nieto para ayudar
lo, si la revolucion se hacia en Lima contra la Convencion.
Se mandó llamar tambien al Coronel Eamon Castilla, que
se hallaba en Tarapacá. El pueblo de Tacna formó una
acta adhiriéndose al pronunciamiento de Arequipa del 13 de
Enero.
El Coronel Castilla, unido al Suprefecto de Tarapacá,
Gonzalez Taramona, dejó varias disposiciones ; y marcho
á Huantajaya. De ese punto mandó Castilla á D. Juan
La Fuente á Chile, á dar aviso á su hermano el General
D. Antonio Gutierrez de la Fuente, de todo lo sucedido en
Lima y en Arequipa. Mandó tambien comisionados á
Cobija, donde se decia que existian algunos fusiles que se
podian obtener.
El Dr. Valdivia interesó al General Nieto para que se
procurase á cualquiera costa un buque, y lo armase como
fuera posible. Se tomó la fragata Libertad, se le equipó, y
se mandó en ella á Panizo en busca del Presidente Orbego-
so. Antes de la salida de la fragata, D. Bartolomé Nieto,
hermano del General, habia hecho salir una falúa para el
Callao, con las primeras notas para el Presidente Orbegoso
y carta para el Sr. Luna Pizarro. Panizo se hizo á la ve
la el 17 de Enero en la tarde. El 22, á medio dia, se en
contró con la goleta Caupolican; y ésta le dió el aviso de
que Orbegoso se habia apoderado del castillo del Callao.
El General Nieto publicó el 13 de Enero la siguiente
proclama :
— 27 —
"Arequipeños : El 4 del corriente ha sido depuesto
8. E. el Presidente Provisorio de la Eepública General de *
Division D. Luiá José de Orbegoso, por una parte de la
fuerza armada, existente en la Capital de la Eepública ; y
reconocido en clase de Jefe Supremo el General de Briga
da D. Pedro Bermudez. Encargado yo accidentalmente de
la Comandancia General del Departamento, por la enfer
medad del Sr. General D. Juan José Salas, defué
mi de
ber transcribir la noticia oficial de este acontecimiento al
Sr. Alcalde encargado del Gobierno politico, suplicán
dole reuniera las corporaciones y sujetos distinguidos
del pais, para oir su dictámen y seguirlo á cualquiera
costa.
"En la mañana de hoy os habeis reunido para deliberar
lo que convenia al honor Nacional, respetabilidad de la
Carta é intereses del Departamento ; y os habeis pronun
ciado libremente y de un modo uniforme porque, en clase
de Comandante General, conserve el orden y tranquilidad
del Departamento, poniéndome en defensiva, hasta que se
reciban órdenes del Jefe Supremo legitimo de la Eepú
blica.
"Me he resignado á este sacrificio, en obsequio á la con
fianza que me habeis hecho y á los deseos de salvar la
Eepública. Cansado he estado de sufrir : habia visto un
horizonte halagüeño con la eleccion de S. E. el General
Orbegoso ; y los militares, que habiamos derramado nues
tra sangre, nos consolábamos con que su eleccion legal se
ria sostenida por todo peruano.
"Es, pues, un escándalo, ála faz de ambos mundos, la
deposicion que se ha hecho, contra la voluntad general de
los pueblos, hollando todas las leyes, hasta las del honor ;
y yo y la tropa de mi mando, consecuentes á vuestro voto,
estamos decididos á restituir á la patria su honor vilmente
ajado ó perecer en su defensa. Arequipeños : yo cuento
con vuestra cooperacion, segun me lo habeis jurado, y que
hareis constar al mundo todo que no hemos nacido para
— 28 —
ser esclavos. El Gobierno Militar que ha suplantado al
de la razon y de la ley, impere sobre escombros y desola
cion ;—que desde el sepulcro será perseguido por mis ma
nes, si la fortuna es capaz de abandonar á los que pelean
por su religion, por su patria y por sus leyes. Arequipa,
Enero 13 de 1834.—D. Nieto."
El 14 de Enero publicó otra proclama.
El General Domingo Nieto a los pueblos de la Ee
pública:—"Ha llegado el dia, en que despues de estar
reducido al aislamiento, vuelva á tomar mi lanza, para
vengar los horrendos ultrajes que la faccion desorganiza
dora del Gran Mariscal Gamarra ha hecho á presencia de
todo el mundo á la Convencion Nacional, nombrada por
vuestros libres votos ; y tambien á S. E. el Presidente Pro
visorio, nombrado por ella para regir al Perú.
"El 4 de Enero corriente mandaron los facciosos una
compañia de cazadores para arrojar á la Convencion de su
sala de sesiones ; y fué burlado el golpe, por la ocultacion
de los diputados. S. E. el Presidente Provisorio serefujió
en el Callao, apoyado en la fuerza de los castillos; y se ig
nora cuál haya sido su suerte.
"El Gobierno Militar es el que vergonzosamente se ha
pronunciado en lugar del de la razon y de la ley. No
dudamos que los rebeldes hayan perseguido á los Conven
cionales para saciar su sed de desolacion en esos héroes,
que á presencia del tirano, defendieron con denuedo los de
rechos de esta cara patria, por la que tanto habeis sufrido
en nuestros propios hermanos, armados para defender nues
tros derechos y no para esclavizaros,
"Una casualidad feliz me colocó por cuatro dias en la
Cemandancia General de este Departamento, por dimi
sion del General Prefecto D. Juan José Salas ; y tenida el
12 en la tarde la noticia de la rebelion, se determinó que el
13 fueran reunidas las corporaciones de esta Ciudad de
Arequipa y todos los sujetos distinguidos, para acordar lo
que conviniera.
— 29 —
"No os podré explicar á qué grado llegó la indignacion
de este pueblo ilustrado, libre y heroico, al oir leer las co
municaciones dirijidas por el General traidor, D. Pedro
Bermudez, denominándose Jefe Supremo. El grito fué
? uno :—Libertad ó muerte.
"Por consecuencia de lo acordado, se presentaron al ser
vicio tres mil hombres en la plaza mayor, con un entusias
mo que quizá desconoció la misma Esparta : me hicieron
jurar defender la Eepública, hasta quedar con ellos en el
campo del honor.—Juré, y juró todo un pueblo salvar la
patria.
"Yo confio que todos los buenos peruanos habrán hecho
ó deseado hacer lo mismo en todos los puntos de la Eepú
blica ; porque los Departamentos se han disputado en sus
elecciones del año anterior de 33 la corona de laurel que
debe ceñir la cabeza de los libres. Yo he protestado ante
mis conciudadanos, y protesto ante todos los pueblos libres
de la tierra, que mi patria será libre, ó mi cadáver será con
fundido con los de los libres que perezcan por vengar la ley.
El grito de union ha resonado en toda la Eepública ; y no
hay ejemplo que haya sido esclavo un pueblo que quiere
Ber libre.
"Peruanos:—Quiero que me excedais en amor á la libertad
y á la ley; y ojalá que, á pesar de mis deseos, no merezca ser
mas que un imitador vuestro. Haced flamear en todas
partes el estandarte de la libertad ; y que los rebeldes se
hundan de vergüenza y de terror. —Arequipa, Enero 14 de
1834.—Domingo Nieto."
Eejistrada el 14 de Enero la maoótranza, no se encontra
ron sino unos pocos fusiles viejos, y barriles con rótulos
"Para Arequipa." El General hizo abrir tres de ellos, y
se les encontró llenos de tierra. Al cañoncito de á cuatro,
se le hizo grabar el nombre de 13 de Enero. A otro se
le grabó el de 5 de Marzo de 1833, en memoria del triunfo
de las elecciones populares en Arequipa. De los fusiles en
tregados por el pueblo, sin precio, se contaron cuatrocien
— SO-
tos y veintitantas escopetas, algunas lanzas y carabinas,
y como 50 tarros de pólvora fina.
El 14 se nombró tambien por Jefe del 2. ° Batallon Li
bres, al Comandante D. Narciso Bonifaz ; sirviendo de base
la compañia de cazadores de Zepita, mandada por el Capi
tan Carpio, única fuerza de infanteria que existia en Are
quipa.
Gamarra y Bermodez habian escrito al General Salas,
que Orbegoso se embarcaria para el extrangero el 5 de
Enero.
Toda la fuerza de Arequipa, inclusos soldados, oficiales y
jefes, tanto de infanteria como de caballeria, á que se pasó
revista el 14 de Enero, era de 147 individuos.
El General invitó al Dr. Valdivia para una entrevista
reservada, á la una de la mañana del 15 de Enero. En
ella dijo á Valdivia : "—Ud. ha visto que no tenemos ele
mentos de ninguna especie para defender á este pobre pais,
que por puro patriotismo ha contraido un compromiso que
puede traerle su ruina. He pensado que seria convenien
te pedir ausilio al General Santa Cruz, Presidente de Boli-
via. El ausilio debe ser cuando minos de 2,003 hom
hres.
Piense Ud. y organice, con toda reserva, las notas para
Santa Cruz, y para el representante del Perú en Bolivia,
Dr. D. Pedro Antonio de la Torre, sobrino del Sr. Luna
Pizarro, por cuyo conducto debe hacerse el tratado de ausi
lio." El Dr. Valdivia le contesto : "aunque yo debo hacer
lo que Ud. me manda, me parece que no proceda Ud. á
este pedido, antes de que Ud. obtenga la opinion favorable
de sus amigos de confianza ; porque puede suceder que
con este paso dé Ud. pretesto á los revolucionarios para
calificar su guerra de Nacional. Ud. sabe que yo el año
29 fui el único que defendi á los jefes que apresaron al
Prefecto y Comandante Militar Eeyes y otros varios, y pol
la prensa sostuve los derechos del Perú, contra la ambi
cion de Santa Cruz, y de los peruanos que en Puno y Cuz
— 31 —
co se adhirieron al proyecto de Santa Cruz. No juzgue
Ud. que
por enemigo de Santa Cruz, 'exijo á Ud. que se
consulte. Le repito que yo debo hacer lo que Ud. me
mande ; y lo haré."
Nieto repuso : "tengo noticias exactas de Puno, Cuzco
y
Ayacucho: en Puno tiene San Eoman el "Batallon Pichin
cha" de linea de 600 plazas, y á principios de este mes de
Enero lo aumentaba con reclutas. Bujanda tenia en el
Cuzco el "Batallon Puntunchara" mandado por Quiroga, un
escuadron de Húsares, reforzado con civicos. Eléspuru y
Frias tenian en Ayacucho el "Batallon 1. ° de Ayacucho,"
del que lograron separar á su Jefe Arguedas, y el otro es
cuadron de Húsares. En Jauja habia
algunas compañias
, de infanteria ; y en lca, una de Caballeria. Vidal y Juan
Crisóstomo Torrico tenian fuerza de ambas armas en Tru-
jillo. En Lima, el "2. ° de Ayacucho" con 800 plazas,
mandado por Eufino Echenique, y dos cuerpos caballeria,
de
" Lanceros del Cuzco" y "Granaderos del Callao." Presentó
á Valdivia en comprobante varias cartas
de Diciembre y
Enero, de personas respetables de todos los Departamen
tos ; y enellas, despues de lo referido, le decian que todo
el clero tambien estaba á favor de Gamarra." Entienda
Ud. pues, dijo á Valdivia, que he tenido razon para juzgar,
que hay necesidad de pedir el auxilio á Bolivia; porque es
toy muy atormentado, contemplando la suerte futura que
Gamarra le destinaria á esta Ciudad tan heroica. Cuando
le he dicho á Ud. que haga las notas para Santa Cruz y
La Torre, ya lo habia consultado con buenos amigos. Le
oculté á Ud. este pensamiento, porque estaba al cabo de La
situacion de Ud. con respecto á Santa Cruz. Estoy segu
ro de que el General Orbegoso me facultará para pedir el
auxilio ; y de que no
yo hagootra cosa, que aprovechar
tiempo ; porque los revolucionarios tienen fuerzas disponi
bles, que las moverán sin darnos tiempo nada.
para La
Eepública debe salvarse ; y viniendo el auxilio por medio
de un tratado, le será fácil á Santa Cruz quedarse en el
— 32 —
Perú. Santa Cruz debe temer el triunfo cíe Gamarra;
porque el delirio de éste es fijar los limites del Perú en
Pilcomayo y Juanambú, los mismos que eran del antiguo
imperio de los Incas. Suplico á Ud. que haga el bo
rrador de las notas, que el tiempo es muy corto para noso
tros."
El Dr. Valdivia procedió al arreglo de las notas, con las
precauciones necesarias. Puestas en limpio, las firmó el
General Nieto ; y se despacharon con un expreso.
Despues dela remision de las notas dijo Nieto á Valdivia:
"recuerde Ud. lo que nos dijo el Sr. Luna Pizarro, antes
de irse de diputado á la Convencion. Que habia meditado
mucho sobre la suerte futura del Perú ; y que veia que á
la larga tendria que formar con Bolivia una confederacion
de tres Estados ; y que si hallaba oportunidad, lo propon
dria en la Convencion, á fin de que los congresos del Perú
y Bolivia la verificasen, evitando de ese modo las guerras
interminables de ambos paises, que no tendrian otro térmi
no que la Confederacion ; pues Bolivia aspiraria constan
temente á obtener el puerto de Arica, porque enclavada me
diterráneamente como se halla, le era imposible sostener su
independencia y aspirar al progreso. Si pedido el auxilio,
el resultado fuese la confederacion, seria menor ese mal que
dejar al Perú entregado á tiranos déspotas, subyugados por
el poder militar. Conozco, amigo mio, que le costará mu
cha sangre al Peru, para poderse libertar de un ejército,
que sin miramiento alguno depone á un Presidente legiti
mo y á los Eepresentantes de la Nación."
No se ha sabido cómo San Eoman iljjó á tener noticia
de haberse pedido el auxilio. Se dijo que de la Paz le ha
bian dado el aviso.
El General Santa Cruz, por via de precaucion, habia
movido algunos cuerpos en direccion al Desaguadero. Ese
movimiento impidió la pronta venida del Coronel San Eo
man sobre Arequipa ; y fué el efecto favorable que se con
siguió por lo pronto, de la peticion del auxilio.
— 33 —
El Coronel Camllo se demoró en salir de Tacna con el
Eegimiento Dragones, hacer por
algunos arreglos, y obte
ner que los Tacneños ausiliasen con un escuadron de civi
cos a las órdenes del ingles D. Carlos Stevenson.
El Coronel Carrillo llegó á Arequipa con 200 dragones, y
Stevenson con un escuadron de civicos lanceros. Moque-
gua mandó 100 hombres para infanteria, armados y vesti
dos y con un mes de sueldo adelantado.
La Provincia de Chuquibamba, mandada por D. Maria
no Gutierrez, se negó á seguir el pronunciamiento de Are
quipa y á prestar los auxilios que se le pidieron.
El Prefecto Masias pidió un empréstito de ciento cin
cuenta pesos;
mil y desde ese dia los gamarristas y los ri
cos principiaron á desacreditar al General Nieto, diciendo
que por su ambicion sacrificaba la Ciudad y el Departa
mento.
El General D. Juan José Salas, faltando á su palabra
de honor, se habia situado primero en Caraveli, y despues
en Acari, para interceptar las comunicaciones.
lca se pronunció en favor del Presidente Orbegoso ; y
aunque el General Gamarra habia dado órdenes á los Ge
nerales Eléspuru y Frias, para que bajasen con parte de
la tropa de Ayacucho; Frias desobedeció esa orden, por cu
brir Ayacucho y mandar refuerzos á Cuzco Puno, y para
invadir á Arequipa.
Quiroga, amigo intimo del General Nieto, entregó la car
ta de éste á Buj anda ; obteniéndose de este modo la certi
dumbre de que Arequipaquedaria solo contra las fuerzas
revolucionarias del Sur.
Como San Eoman tenia fuerza suficiente para ocupar
Arequipa, se preparó para su viaje ; pero la recluta que es
peraba Huancané
de y de las otras Provincias detuvo su
viaje. A la vez el batallon "Puntunchara," en su marcha
del Cuzco para Puno, perdió dos compañias que se suble
varon y dispersaron.
— 34 —
A esos incidentes, á la actividad del General Nieto y de
los Coroneles Castilla, Moran y Carrillo, se debió la orga
nizacion de la pequeña division de Arequipa. De los re
clutas de Cailloma se formaron las cuatro últimas compa
ñias del regimiento Libres : pero como llegaron tarde, y
nuestros indigenas dan mucho trabajo para disciplinarlos,
no pudieron aprender el ejercicio.
D. Mariano Llosa Benavidez formó para el servicio cua
trocientos setenta hombres de civicos agricultores.
Masias dejó la Prefectura, y se colocó en ella al Dr. D.
Manuel Asencio Cuadros. El muy honrado ciudadano D.
Francisco Olázaval pudo reunir tambien trescientos civicos
de caballeria. Para esos chicos se trabajaron mil lanzas,
que se les repartieron.
El Coronel Castilla exijió al General Nieto le diese el
mando del Eegimiento Dragones. Nieto se negó, dicién-
dole, que Carrillo habia entrado con ese contingente de
fuerza, á una empresa tan arriesgada ; y que quitársela se
ria un acto de notable ingratitud. Que le suplicaba no in
sistiese en tal pedido; que de la compañia de inmortales,
como de base, le formaria un buen escuadron ; y que se
encargase de mandarlo y disciplinarlo. Este género de
pretenciones trae de ordinario mil obstáculos á los que
mandan ; y por desgracia son muy comunes entre los mi
litares y empleados. Se le dió el escuadron formado todo
de jóvenes decentes, patriotas y los mas de ellos ilustrados.
Castilla ocultó su resentimiento, tomó el escuadron, se re
tiró con él al campo ; y con un trabajo infatigable lo llegó
á poner en estado de evolucionar como la mejor tropa de
linea.
El General Nieto recibió comunicaciones muy seductivas
de Gamarra y de Bermudez. Las contestó con toda dig
nidad y respeto : pero dándoles lecciones de patriotismo y
de honor. Las cartas y sus contestaciones las hizo publi
car por la prensa.
— 85 —
Recibió tambien correspondencia del General Orbegoso,
por la cual se le nombraba Comandate General de los cua
tro Departamentos del Sur ; y Prefecto al Dr. D. Manuel
Asencio Cuadros, que ya servia accidentalmente ese em
pleo.
El 22 de Febrero recibió el General Nieto una nota del
General Eléspuru, fechada en Vilque el 19, en la cual le
decia; que San Eoman deseaba tener una entrevista con
los Coroneles Carrillo y Castillo en Tincopalca, para ver si
se podia ahorrar la sangre peruana. Nieto se negó absolu
tamente á la propuesta.
El mismo dia 22 recibió Nieto nota de Hermosilla, que
habia fugado del Cuzco, y oficiaba de Orcopampa, dicién-
dole : que sabia que Bujanda, Eléspuru y un Secretario
reservado habian hecho un acuerdo para hacer asesinar al
General Nieto : que Infantas, Suprefecto de Chumbivilcas
se haria el pasado con trescientos hombres y doce mil pe
sos ; y que en esa fuerza vendrian los ejecutores del asesi
nato. Igual noticia se tuvo de Lampa, de donde manda
ron al General Nieto la noticia anónima en un pliego de
papel enrollado, que servia como parte del alma de unas
riendas trenzadas y de una jáquima.
Se recibió el mismo 22 un oficio de D. Pedro Mariano
Villena, en el que daba noticia, que en ese punto existia el
Teniente Coronel D. Casimiro Peralta ; y que le habia oido
á éste, que si el General Nieto lo autorizaba, formaria in
mediatamente una columna en Cotahuasi.
El 25 de Febrero llegó una correspondencia de San Eo
man, y con ella una nota del Dr. D. Pedro Antonio de la
Torre, fechada en la Paz el 17, como Agente de Negocios
del Perú. En ella decia á Nieto que lo facultara para te
ner una entrevista con San Eoman en el Desaguadero :
que entretanto se suspendiesen las operaciones militares :
que él habia visto moverse en direccion al Perú todo el
ejército boliviano : que la recluta era fuerte ; y que se ha
bia dado armamento á la Guardia Nacional. La nota de
— 36 —
La Torre vino abierta. El General Nieto ordenó se con
testase inmediatamente á San Eoman, diciéndole : que si
la entrevista tenia por base reconocer al General Orbegoso
por Presidente legitimo del Perú, autorizaria á La Torre
para ella; y que si no, no. Lo mismo se contestó á La
Torre.
El 27 de Febrero se recibió, por la via de Tacna, comu
nicacion de La Torre, abierta, para el Ministro Villa, ad
junta á la de Nieto, en la cual le decia :—"que él, como
Encargado de Negocios del Perú, se oponia á la peticion
del auxilio : que estaba autorizado para tratar sobre fede
racion, y que bajo de ese supuesto haria el tratado ; y que
en ese caso el auxilio seria ya de peruanos y no de bolivia-
nos." Nieto remitió las notas al Gobierno, sin hacer ob
servacion alguna.
Entretanto se activó en Arequipa la organizacion de los
cuerpos, y se formaron las primeras trincheras en las boca
calles.
Posteriormente se ofició á Orbegoso diciéndole, que San
ta Cruz se negaba á prestar el auxilio pedido ; y que solo
accederia, si se lo pedia el mismo Orbegoso ó las Corpora
ciones de Arequipa. Hasta esa fecha nada se sabia de la
fragata ''Libertad," ni Panizo habia escrito de parte algu
na; y solo se habian recibido las comunicaciones del Ca
llao, por las cuales nombraba Orbegoso de Comandante
General á Nieto, y al Dr. Cuadros de Prefecto.
Se reforzó el "Regimiento Dragones," hasta ponerlo en
tres escuadrones completos, vestidos y equipados con todo
lo necesario.
El General D. Antonio Gutierrez de la Fuente apareció
en Islay, y mandó seiscientos fusiles nuevos, aunque de in
ferior calidad, pólvora de fúsil y de cañon, algunos quinta
les de plomo y corazas. Con esto se cambió todo el ar
mamento desecho.
La Fuente mandó á Iguain con el armamento, y con
el encargo de decir á Nieto, que si éste le daba el mando
de la Division, pasaria á Arequipa. Nieto dijo á Iguain:
—"Soy tan patriota, que serviré hasta de soldado, y jamas
en mi carrera me he empeñado por obtener puesto alguno.
Mi honor me ha impuesto siempre el deber de ocupar el
puesto que se me dé por el Superior, y le servi, desempe
ñando mis deberes de tal modo, que jamas he sufrido un
arresto, y ni se me ha reconvenido por falta alguna. El
pueblo de Arequipa me nombró Comandante General del
Departamento, autorizándome plenamente para la defensa.
El Presidente ha nombrado despues Comandante General
de los cuatro Departamentos del Sur. Lo que me ha pedido
el General La Fuente, puede obtenerlo del Gobierno ; y
tendré yo mucho placer en ponerme á sus órdenes." Como
sucede de ordinario, se resintió el General La Fuente de
tal contestacion.
El General Nieto comunicó al Dr. Valdivia en reserva,
que por indicacion del Coronel Carrillo estaba en disposi
cion de marchar sobre Puno del 12 al 15 de Marzo, antes
que las fuerzas que esperaba San Eoman, se le reuniesen,
Valdivia le dijo:—"Ud. y Carrillo están acostumbrados á
mandar tropa de linea ; pero entienda Ud. que la parte de
tropa de Cailloma, los civicos de Moquegua y Tacna, nada
saben de lo relativo á táctica militar : que lo único con que
debemos contar, son los arequipeños gente racional, pa
triota y entusiasmada. Todo lo demas Ud. ve que es
montonera. Los arequipeños, no están acostumbrados á
marchas, ni al temperamento de la sierra, y menos en
tiempo de aguas y nevadas : le dariamos á San Eoman la
ventaja de presentarle una tropa rendida y diminuta, y de
que él, que conoce bien su terreno, eligiese posiciones ven
tajosas, con tropa veterana, con auxilios de Puno de toda
clase ; y le iriamos á ofrecer una victoria que le costase
muy poco. Entónces si que se diria con razon, que habia
Ud. sacrificado á este pueblo noble y heroico y á la Eepú
blica. La tropa ha estado gustosa, porque la poblacion la
ha auxiliado diariamente con su alimento ordinario y con
— 38 —
la chicha que hace parte de él. No solo los soldados mar
charian de mala gana, sino que sus familias los desalenta
rian con sus lágrimas, acompañadas de ruegos que dicta el
corazon. En caso de un contraste, no podria Ud. salvar
los restos; mientras que esperando á San Eoman en Are
quipa, la tropa sostendrá su entusiasmo, hará prodigios de
valor, nos ayudará el pueblo, con toda clase de recursos,
elegiremos posiciones, y aun nos retiraremos en su caso."
El General Nieto, que era hombre circunspecto y de
buena razon, dijo á Valdivia :— ''pero si estoy sitiado y no
se me da yá ni un peso para la tropa, ¿ qué quiere Ud. que
haga ?—tengo que irme á estrellar contra San Eoman ; y
con mi cadáver en el campo, quedarán contestados los car
gos que se hicieren." Valdivia le dijo :—Nada de deses
peracion, cuando no se juegan intereses pequeños ó pro
pios. La salvacion de la patria es ante todo. Me pa
rece que aunque San Eoman nos ataque con 3 ó 4 mil
hombres, que no lo creo, por que ya ha tenido tiempo para
hacerlo y no lo ha hecho, podemos calcular que algo hay
por el Norte, cuando en tanto tiempo no han reunido las
fuerzas sobre Puno. Note Ud. que Eléspuru ha venido
desde Huamanga ; ha podido traer consigo al General
Frias y las tropas de Ayacucho y las del Cuzco. ¿No opi
na Ud. que no han podido hacerlo ? ¿ y que esa dificultad,
de cualquier especie que haya sido, dió lugar á que Elés
puru pidiese á Ud. la entrevista en Tincopalca ? Si no
podemos resistir á campo razo ni en posiciones ; cerrémo
nos, reforzando las trincheras, con lo cual triplicamos
cuando menos nuestra fuerza. Si no, aun podemos embar
carnos ó retirarnos sobre la costa, mientras que sepamos si
Orbegoso ha salido en busca de Bermudez ó éste ha descen
dido sobre Lima, ó lleguemos á saber con seguridad cual es
esa causa por la cual no se han reunido en Puno, dándonos
tiempo para organizar una division, que hace pocos dias
me dijo Ud., que era la única garantia que tenia el Perú
para salvarse." Nieto se enterneció y dijo :—"Yo juré de
— 39 —
fender este pais, y ciertamente en sus muros ó fuera de
ellos debo responder a la patria ó á este pueblo." Dió in
mediatamente orden para que la division ocupase los cuar
teles de la Ciudad.
> Dió orden al Dr. Valdivia para que pusiese una nota a
San Eoman, diciéndole :—que tenia noticia de que Gamar-
ra y Bermudez no lo auxiliarian, y que ocurria á su pa
triotismo, para que se decidiese por Orbegoso y por la
Convencion ; y que lo haria General, para lo que tenia su
ficiente autorizacion." El conductor fué el ayudante Ino-
josa, á quien 6e le dieron instrucciones verbales muy cir
cunstanciadas. Antes de llegar á Puno adquirió Inojosa
la noticia de que el Batallón 1. ° de Ayacucho se hallaba
en Lampa, y que lo esperaban en Vilque, con cuartel y
con viveres : que Gamarra y Bermudez habian salido en
fuga de Lima, y comunicó al General Nieto todo esto. Lle
gó Inojosa á Puno ; y San Eoman lo puso inmediatamente
incomunicado, dándole impresa una proclama do Bermu
dez, fechada en Tacna el 10 de Febrero. Inojosa regresó
con la contestacion de San Eoman, en la que únicamente
decia quedar cortada toda comunicacion.
En vista de la contestacion de San Eoman, convinieron
Nieto y Valdivia, en que se preparaban seguramente para
expedicionar sobre Arequipa ; y Valdivia dijo á Nieto :—
"mañana mismo salga Ud. con el Coronel Althaus y al
gun otro Jefe 4 reconocer las posiciones desde Chiguata,
Paucarpata y Yumina, por un lado ; y por el otro, desde
Caima hasta Uchumayo; y segun el juicio que formen, ire
mos despues solos á reconocerlas. Dó Ud. orden para re
tirar los ganados de los altos de Chiguata y de todos los
pueblos vecinos. Haga Ud. consumir con toda la caballa
da y mulada las alfalfas de Chiguata, de Paucarpata,
Yumina y Sabandia. Mande Ud. oficiales de confianza
con partidas de observacion á Apo á Carumas y á Pa-
ti, y doble Ud. las avanzadas de Chiguata y del alto del
Carmen. Fijese Ud. en Uchumayo por si hubiésemos
— 40 —
de retirarnos. Dé Ud. órdenes á Islay para que detengan
á cuantos buques lleguen á ese puerto."
El General Nieto comunicó entonces al Dr. Valdivia el
pedido que le habia hecho el General La Fuente y la con
testacion que le habia dado, y añadió :—"tengo órdenes se
cretas de Orbegoso, que no debo ocultarlas á Ud.;" y las
sacó del bolsillo y se las alcanzó á Valdivia para que se
impusiera. Valdivia le dijo:—"Agradezco á Ud. cordial-
mente la confianza que me hace : pero dosde que son ór
denes reservadas, suplico á Ud., por nuestra amistad, me
permita no imponerme de ellas, y decirle que las reserve
Ud. aun de su camisa." Nieto contestó :—"Conociendo el
carácter de Ud., bien he merecido su repulsa. Me servirá
de norma para toda mi vida. No me habia engañado en
confiarle á Ud. mi corazon."
Corrió en Arequipa la noticia de que San Eoman bajaba.
Nieto publicó una proclama, que mandó inmediatamente al
General La Fuente ; y éste la llevó á Lima. El Dr. Val
divia trabajó la proclama á las cinco de la mañana, porque
á las cuatro se tuvo aviso cierto del oficial de avanzada en
Chiguata. El Dr. D. Manuel Toribio Ureta, que se halla
ba á esa hora en casa de Nieto, la escribió, y se encargó de
ir á hacerla imprimir inmediatamente. Su tenor era el
siguiente :
"El General Domingo Nieto al heroico pueblo de Arequi
pa y al ejército de su mando.
Conciudadanos :
Tengo avisos repetidos que las tropas de los rebeldes,
acaudilladas por San Eoman, vienen á profanar vuestro sue
lo. La Providencia las arranca de la morada eterna de las
nieves y del rayo, para entregarlas á vuestra venganza.
En este suelo donde jurasteis ser libres, hareis perecer a
los infames.
Conciudadanos. Al arma.—Que prueben los traidores
lo que valen los libres. Defendeis una causa justa ; y es
— 41 —
sobra valor para forzar la fortuna. La victoria será nuestra.
Soldados.—Estabais preparados á buscar a los infames
facciosos en el asilo de sus cordilleras, para sepultarlos
entre sus hielos. Vuestra fortuna los ha cegado ; y se
adelantan para que los sepulteis al pié de vuestro soberbio
Misti. Este coloso estupendo será testigo de vuestro va
lor, y será la columna que inmortalice vuestra victoria.
Fieles compañeros.—Una va á ser nuestra suerte : ó la
patria es libre, ó levanten los tiranos su solio sobre vues
tros cadáveres.
Soldados.—Al campo de batalla : ahi vereis siempre, en
medio de los riesgos, á vuestro General, compatriota y
amigo.—Domingo Nieto.—Arequipa, Marzo 30 de 1834."
El General Nieto estaba ya desengañado de que Santa
Cruz no daba el auxilio, en los términos que se lo habia
pedido ; pues á mediados de Febrero se le presentó D.
Elias Bedoya, en clase de comisionado por el Presidente
Santa Cruz ; y despues de una conversacion lijera, á pre
sencia del Dr. Valdivia, dijo el General Nieto al Sr. Bedo
ya :—"Tengo una diligencia urgente ; queda autorizado el
Sr. Dr. Valdivia para poder tratar con Ud. sin reserva."
Don Elias Bedoya, despues de un ligero preámbulo, sacó
de su cartera un pequeño pedazo de papel, y se lo pasó al
Dr. Valdivia para que se impusiera de él. El contenido
era el siguiente :
"Señor General Nieto :—Crea Ud. cuanto le diga el Sr.
que le presentará esta credencial, y oiga por su conducto
mis opiniones.—Enero 30. —Santa Cruz."—Una rúbrica.
El Dr. Valdivia conoció que la letra era del General San
ta Cruz.
El Sr. Bedoya sacó entónces de la misma cartera otro
papel, y dijo al Dr. Valdivia:— "Ud. ha oido ya cuanto le
he dicho al Sr. General Nieto ; pero he condensado los
pensamientos principales en este escrito, para que pueda
constar el verdadero tenor de los puntos que deben ser
contestados." Y pasó el papel al Dr. Valdivia.
0
— 42 —
El escrito contenia lo siguiente :—"El Sr. General Pre
sidente de Bolivia, con fecha 30 del mes anterior, (Enero
de 1834) me ha encargado poner en conocimiento del Sr.
General D. Domingo Nieto los siguientes puntos, relativos
al pedimento de tropas, que por nota de 14 del mismo mes
anterior le han sido pedidas por el mismo Sr. General
Nieto."
"Primero : que el llamamiento de auxilios no tiene un
carácter popular ; que seria conveniente que lo hicieran la
Prefectura, las corporaciones y algunas personas notables
del pais : que el mismo Presidente Orbegoso y algunos
convencionales, si se pudieran reunir, lo pidiesen, para no
exponenrse á que sus tropas sean desechadas, despues de
haber contraido el mayor compromiso de pisar el territorio
del Perú."
"Segundo: que seria conveniente que Tacna y Moque-
gua hiciesen pronunciamientos iguales al de Arequipa, y
aun se procurase obtener alguna cosa, en el mismo sentido,
en Puno y Cuzco, para bajar a Bujanda y San Eoman."
"Tercero : que es preciso convenir, que pisando las tro
pas de Bolivia el territorio del Perú, no puedan retroceder,
mientras no se establezca un Gobierno legal, sobre la rui
na de la faccion de Gamarra ; pero que logrado este obje
to, no demorarán un solo dia, sin emprender su regreso á
Bolivia."
"Cuarto: que se dirijan comunicaciones frecuentes al
Sr. Presidente Orbegoso, diciéndole que de ninguna mane
ra abandone el pais ; porque su ausencia daria lugar á le
gitimar otros derechos; que desde el Callao dirija comuni
caciones repetidas y órdenes á la Eepública, contradicien
do las autoridades intrusas."
"Quinto : que se conserve á toda costa la escuadra, ó se
le gane, si no se le tiene, por el partido legal ; y que asi
mismo se procure ganar la opinion de los estrangeros."
"Sesto : que es urgente tomar Puno y Cuzco; lo que ha
— 43 —
rán las tropas de Bolivia tan luego como se allanen los
puntos del articulo primero."
"Séptimo : que aquel Gobierno proporcionará todo lo
necesario para poner en campaña hasta cinco mil hombres:
que el Sr. General Nieto solo se proporcione una caja mi
litar, para no exponerse á carecer de auxilios."
"Octavo : que se dice ya, y lo crée, que Gamarra viene
al Cuzco ; y por lo mismo es preciso no perder tiempo en
allanar los puntos del articulo primero ; y que si tal pudie
ra suceder, antes que llegue el resto del ejército boliviano,
que viene en marcha al Desaguadero, el Sr. General Nie
to salga volando con su division, á reunirse con la van
guardia de aquel ejército, para obrar sobre Puno y ocupar
el Cuzco.—Arequipa, Febrero 11 de 1834.— Elias Bedoya.
—Una rúbrica."
El Dr. Valdivia dijo al Sr. Bedoya, de parte del Sr. Ge
neral Nieto:—"doy á Ud. las gracias por la honrosa comi
sion que se ha prestado á recibir en favor del Perú, y espe
cialmente de Arequipa, que tan noblemente se ha lanzado
en contra de los revolucionarios y en defensa de la Consti
tucion y de su Gobierno legitimo.
"El Sr. General Nieto agradece profundamente á S. E'
el Presidente General Santa Cruz, por el interés que mani
fiesta en protejer tan ampliamente al Perú en tan criticas
circunstancias.
"El Sr. General Nieto está ya nombrado Comandante
General de los cuatro departamentos del Sur por S. E. el
Presidente, General Orbegoso, segun comunicacion del Sr.
Ministro Villa, datada en e! Callao á cuatro de Enero an
terior.
"El Sr. General Nieto dió cuenta oportunamente al Sr.
Presidente Orbegoso del pedido de auxilios hechos á S. E.
el General Santa Cruz, en 14 de Enero. Las circunstan
cias han cambiado ya completamente la situacion.
"El General Nieto tiene á sus órdenes una division res
— -14 —
petable y los recursos necesarios para su dotacion. La Ar
mada Nacional está á las órdenes del Sr. Presidente Orbe-
goso.
"La Capital de la Eepública, en masa, se pronunció con
tra los Generales revolucionarios Gamarra y Bermudez,
que fugaron al interior, aun dejando algunos recursos con
que contaban. Todo el Norte les es adverso ; y es proba
ble que fuerzas de Lima hayan podido salir en persecucion
de los revolucionarios.
"El General Nieto armó en Islay la fragata "Libertad,"
y tiene otro buque mas á su disposicion. No puede, pues,
ya el Sr. General Nieto dar un paso adelante, ni tratar
sobre auxilios. Cuando los pidió eran oportunos, y tenia
seguridad de que ese pedido seria aprobado por el Gobier
no provisorio y por la Convencion.
"Puede Ud. asegurar á S. E. el General Santa Cruz de
la gratitud del Sr. General Nieto y del pueblo arequipeño ;
y que las relaciones futuras internacionales serán tan fran
cas y amistosas, cuales corresponden á repúblicas herma
nas que lucharon juntas por su independencia ; y Ud. Sr.
Bedoya, sirvase aceptar los respetos del Sr. General Nieto
y los mios, por el servicio importante hecho en favor de
nuestra causa Constitucional."
El Sr. D. Elias Bedoya se despidió muy cortesmente ; y
regresó despues á despedirse del Sr. General Nieto.
Como el Coronel D. Anselmo Quiroz llegó de Lima, con
una compañia de cincuenta oficiales, y habia traido la in
tencion de que se le nombrára Jefe de todas las fuerzas de
Arequipa ; se lo propuso al General Nieto, diciéndole, que
S. E. el Presidente Orbegoso se lo habia dicho asi ; y que
los 50 oficiales que habia traido, debian ser colocados en la
division.
El General Nieto le contestó. "Yo he sido nombrado pri
mero por las corporaciones y el pueblo, Comante militar de
este Departamento ; y por el Gobierno, de los Cuatro De
partamentos del Sur. Si Ud. me presenta despacho pos
— 45 —
terior, lo haré reconocer inmediatamente por Jefe de la di
vision ; y como soldado que soy, obediente á mis superiores,
me honraré sirviendo á órdenes de Ud., si tiene Ud. á bien
colocarme en cualquier cuerpo."
Quiróz se embarazó algo con esta contestacion, y exijio
entónces que se le nombrara Jefe del "Eegimiento Libres,''
en lugar del Coronel D. Trinidad Moran.
Nieto le contestó:—"Yo he rogado al Coronel Moran-
para que acepte ese empleo; y él ha abandonado su co
mercio, ha creado el regimiento y ha trabajado sin tregua
para armarlo, disciplinarlo y ponerlo en estado de tropa de
linea, como Ud. lo verá el dia que quiera. ¿ No calcula
Ud. el golpe que daria yo, separando á Moran ; y que se
me calificada justamente de ingrato? Aparte de todo : el
"Eegimiento Libres" tiene confianza en el Coronel Moran,
por su buen trato con los Jefes, Oficiales y tropa. El pue
blo la tiene mucho mas en él ; y permitame Ud. decirle que
Ud. y yo no podemos oponerle tacha á Moran, como solda
do. No le faltará á Ud. colocacion decente."
Quiroz añadió todavia que el Presidente ürbegoso le
habia dicho : que si el General Nieto no le daba la division,.
se le formase otra para él. Nieto le contestó :—"El Gene
ral Orbegoso no conoce Arequipa ; pero Ud. si, y quizá
mas que yo ; y no podrá Ud. negar que para lo que ya
existe de tropa armada, vestida, disciplinada y pagada, ha
hecho este pais sacrificios superiores á su situacion."
Quiróz exijió todavia que se le nombrara Jefe de Estado
Mayor, separando al Coronel Althaus. El General Nieto
le dijo entónces :—"Ud. es arequipeño, y debe Ud. agrade
cer los servicios que ha prestado y presta Althaus, que es
estrangero como Moran. Sobre la base de la Compañía
Sagrada, que Ud. ha traido, forme la fuerza que pueda ;
que yo ayudaré á Ud. y le daré cuanto necesite, para ves
tirla, armarla y pagarla."
Quiróz se molestó, y se despidió.
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El General Nieto fué inmediatamente al cuartel de San
to Domingo, á ver la Compañia Sagrada ; y resultó que
siendo toda de oficiales, como dijo Quiróz, el que hacia la
guardia no supo ni echar armas al hombro. El oficial se
avergonzó, y dijo á Nieto : mi General, no estrañe US. lo
que ha visto," pues aun eso apenas lo han podido apren
der en la mañana."
La compañia era, al parecer, de jóvenes decentes ; y se
les habia ofrecido que todos serian colocados de oficiales en
la division.
Desde mediados de Marzo estaba situada la division en
el llano de Porongoche, término de la pampa de Miradores.
El 26 de Marzo habia recibido el General Nieto nota reser
vada del Presidente Orbegoso, en la cual le decia por se
gunda vez, que iria por mar con mil hombres, en auxilio
de la division de Arequipa. Al final de la nota habia pues
to de su letra el General Orbegoso, lo siguiente : "encargo
á Ud. todo secreto á cerca de mi ida."
El General Nieto tuvo, pues, necesidad de conservar el
secreto, y de hacer el aparato de que salia para Puno con
tra San Eoman ; bien que lo obligaba tambien á ese pro
yecto la falta absoluta de dinero para pagar la tropa.
Eoss, que decian que era español, llegó de Bolivia, donde
habia servido en la Secretaria del Dr. La Torre, represen
tante del Perú en aquella Eepública. Desde ese dia le en
cargó el General Nieto la Secretaria por haberse enfermado
el Dr. Valdivia.
Todo lo referido no ha debido omitirse, aunque con ello
se dejó pendiente la narracion relativa á la llegada de San
Eoman ; y en su virtud, continuamos esa relacion.
Era Domingo, dia de Pascua de Eesurreccion, y el Ge
neral Nieto se vistió de parada para recibir y dar pascuas ;
y dijo al Dr. Valdivia que no se fuera, aunque se hallaba
algo enfermo. Pasado el almuerzo, los Jefes que acompa
ñaron en él al General Nieto en su casa, se preparaban,
en una de las piezas, para jugar rocambor. En tal estado
entró el Dr. Valdivia, y los encontró colocados en bus
asientos principiando á distribuir la baraja. Se indignó
tanto, que arrebató los naipes, rompió parte de ellos y el
resto lo tiró hasta el patio, diciéndoles :—"Señores : es muy
indigno que en casa del General, y despues de la noticia de
que el enemigo pisa las faldas de nuestro volcan, se ocupen
Uds. tan deshonrosamente, debiendo estar cada uno á la
cabeza de sus cuerpos respectivos, por deber, y porque el
pueblo les dá el ejemplo de hallarse ocupado formando
trincheras, y proveyéndose de armas, para ayudarles ú
Uds."
Los Jefes sin decir palabra se marcharon á sus cuarte
les en el instante. Minutos depues llegó un expreso por la
via de Tacna, con una carta de Puno, de D. Manuel Gar
cia Muñoz, en la cual incluia el itinerario de la division de
San Eoman, en su marcha sobre Arequipa, y el detall de
toda la fuerza, que constaba de 2,310 hombres de todas ar
mas, y mas 200 montoneros, de los cuales como una mitad
únicamente venia armada y municionada.
El General Nieto dió aviso inmediato á los Jefes de la
division.
El Limes de Pascua, 31 de Marzo, á las 0 y media de la
tarde, estando el General Nieto con el Dr. Valdivia, llegó
de Chiguata el Mayor Anselmo Abril, y dió aviso de que la
tropa de San Eoman habia acampado en Cachamarca,
a las cabeceras de Chiguata.
El General Nieto dijo al Dr. Valdivia :—"Compañero y
amigo mio : se acerca el momento supremo : que Eoss se
ocupe de la Secretaria ; y Ud. y yo debemos ocuparnos
únicamente de lo relativo á la pelea. Ud. y yo no debemos
separarnos ; y si fuese necesario, debemos pelear hasta
como soldados. Ud. representa á este pueblo, y yo á la par
te militar. O la Eepública y Arequipa se salvan, ó nos se
pultan juntos."
Montaron ambos á caballo, y fueron á recorrer la divi
sion ; y se dieron las órdenes convenientes. Partieron des
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pues en direccion á la Apacheta, con el objeto de recorrer
las posiciones que ya ambos de antemano habian visto ; y
cerca de la Apacheta encontraron al oficial Carpio de In
mortales, aquien se comisionó dias antes con una escolta de
cinco inmortales, para que cuidara en Cangallo, algunos
caballos. Ese oficial dió por noticia que los enemigos los
habian sorprendido, se habian llevado la escolta, los caba
llos y una brigada de mulas.
El General regresó con Valdivia, reunió á los Jefes prin
cipales, y les dió la noticia. Los jefes dudaron de que San
Eoman se hallase en Cachamarca con toda su fuerza, apo
yando su opinion en muchas razones. En tales circuns
tancias les dijo Valdivia: "pues yo mismo voy hasta Canga
llo, y les traeré noticia de lo que haya en verdad;" y partió
al momento con el jóven Gregorio Gallegos que era de su
familia. Cerca de Cangallo, y como á las 8 de la noche,
encontró á dos individuos á pié : se acercó á ellos para re
conocerlos ; y preguntados quienes eran y de donde ve
nian, contestaron que eran de la avanzada sorprendida pol
los de San Eoman, y que cuando los llevaban conduciendo
los caballos y las mulas que tomaron, no pudieron escapar
se : que los presentaron al Coronel San Eoman en Cacha-
marca ; y que despues que les hizo muchas preguntas, los
mandó presos á la caballeria : que ellos no habian visto
mas que la caballeria y un batallon : que San Eoman no
habia bajado por Apo, sino por el camino de Tarucani, y
descendido por la falda del Chachar í. Valdivia y Gallegos
los trajeron á la grupa. Los presentaron al General y á
los jefes; y éstos, sin embargo, opinaban todavia que no
vendria San Eoman, hasta ese punto, sino con el objeto de
cerciorarse si era positivo que Arequipa tenia ya la fuerte
division que se decia.
El General habia puesto la division en linea en Miraflo-
res. La dérecha se apoyaba sobre la casa del Dr. Ballon,
y toda la línea seguia cortando el camino que de Arequipa
sale para Chihuata.
En la derecha estaba el escuadron Inmortales mandado
por el Coronel Castilla. A retaguardia del centro, el regi
miento Dragones, que tenia 300 hombres encorazados,
mandado por el Coronel Carrillo.
El ''Eegimiento Libres" ocupaba el centro, con milj dos
cientas plazas, á las órdenes del Coronel Moran.
El "Escuadron Tacna," á las órdenes de Stevenson, ¡i
retaguardia de la izquierda, con 80 plazas.
Cuatro piezas de campaña estaban interpoladas en la
linea, á las órdenes del Coronel Alvarez Tómas.
A retaguardia de la derecha estaba el Coronel Quiróz,
con la compañia de 50 sagrados y con 300 paisanos volun
tarios, bien armados.
El General dijo al Dr. Valdivia:—"Ud. está enfermo,
recójase y descanse en la noche, que si adquiero alguna
noticia importante, se la comunicaré al momento ; pero
véngase muy temprano, porque no faltará que hacer." Val
divia se retiró y regresó á las seis do la mañana; y el Gene
ral le dijo: "acabo de mandar al Comandante Montenegro
con un escuadron de Dragones, para que se una á Castilla
y Althaus que deben estar sobre la Apacheta ; y le he dado
la orden de que se haga un reconocimiento fuerte, con ca
balleria y 30 cazadores montados, y que Montenegro les
haga de reserva; pues, es necesario saber que es lo que ha
traido á San Eoman."
El Dr. Valdivia pidió permiso al General para ir con
Montenegro ; y el General le contestó : "lo deseaba, por
que tiene Ud. que hacer desde ahora oficio de Jefe de Es
tado Mayor. Nos hemos lanzado jnntos á empresa tan su
perior ; y ambos tenemos que responder del resultado. To
dos los Jefes son amigos de Ud. ; y sepa Ud. que les he
prevenido que en defecto mio me hagan el favor, segun los
casos que ocurran, de consultar con Ud. lo que se ofrezca,
que Ud. está autorizado plenamente por mi para todo."
Valdivia alcanzó á Montenegro ; y encontraron á los
7
— 50 —
Coroneles Castilla y Althaus al fin de la altura de la Apa
cheta, mirando con anteojos ; y la tropa que habian lleva
do, oculta tras un mogote.
Valdivia despues del saludo, dijo: "mis amigos, ¿qué
verán Uds. desde aqui, cuando San Eoman debe haber
ocultado su fuerza como es natural ? El General ha dado
orden a Montenegro para que se haga- un reconocimiento
fuerte, con caballeria y treinta infantes montados, y que
Montenegro cubra la retaguardia.
Althaus dijo entonces á Castilla : "Ud. que conoce bien
ja tropa, elija Ud. de acuerdo con Montenegro la mejor
mitad de caballeria, mientras que yo hago montar á los
infantes, que serán bien escojidos.
Castilla trajo la mitad selecta, y dió órdenes á Montene
gro para que con mucho cuidado cubriese el flanco derecho;
y le dejaron el resto de infanteria y una mitad mas de ca
balleria que habian llevado antes para la observacion.
Acordaron los toques de corneta.
Emprendieron la marcha, Althaus con sus ayudantes,
Castilla, la mitad y los 30 cazadores montados, por el ca
mino directo hacia Cachamarca.
Andarian cerca de una milla ; y como el viento sopla en
la mañana del lado de la sierra, se divisó una polvareda.
Castilla hizo parar la tropa, y ordenó que un soldado mar
chase sobre la izquierda, y de cierta altura viese si era tro
pa ; y que en tal caso levantase la lanza en alto. El sol
dado corrió ; y en el punto señalado levantó en alto la
banderola. Althaus dijo entónces :—"nos han visto, y
puede ser tambien que nos hayan echado tropa por nuestro
flanco derecho. Voy á encargarme de explorar ese lado ;
partió con sus ayudantes hacia la quebrada de Cangallo, se
perdió de vista, y no pareció mas.
Entre la columna de Castilla y la que bajaba de San Eo
man, interceptaba el camino una pequeña lomada : la co
lumna de polvo se acercaba mas y mas.
— 51 —
Castilla, con su genio fulminante, no pudo esperar, y
marchó á galope en direccion á la fuerza que lo buscaba.
Valdivia partió en su alcance, lo detuvo y le dijo : "no se
exponga Ud. ¿ A cuyo cargo deja Ud. esta fuerza, cuando
Althaus se ha ido, con todos sus oficiales ?" Castilla re
gresó, y dijo á los sarjentos de infanteria y caballeria :—
''Para no comprometer la columna, voy ú ver que fuerza
es la que nos busca. Uds. quedan á las órdenes del Sr.
Dr. Valdivia ;" y regresó á galope.
Cuando Castilla llegaba á la lomada, le cargaron á
lanza cuatro soldados y un oficial, separados de la mi
tad de la caballeria de Husares de Junin. Castilla vol
vió rapidamente el caballo, y dejó caer la gorra negra de
nutria con galon de oro, que se habia puesto ese dia.
Como el caballo venia en descenso despues de haberlo es
poliado, no obedecia ya á la rienda ; y observando Valdivia
que venia á estrellarse contra la fuerza que ya habia co
locado en formacion, partió rápidamente en su alcance, y
dió un latigazo tan terrible á la cabeza del caballo, que lo
hizo doblar su direccion sobre la izquierda ; y no pudo ser
contenido hasta mas de seis cuadras. Cuando la mitad de
Husares vió á pié firme la mitad de caballeria, y á su flan
co izquierdo la columnita de infanteria, detuvo su marcha ;
y despues de un rato de parada se regresó.
A Castilla le dió el sargento Bejarano de "Inmortales"
un sombrero ; y dió orden á la columna para marchar en
seguimiento de los Husares. Estos se retiraron hasta el
tambo del Leon, frente de Cachamarca ; y la columna de
Castilla, colocada en buen punto, dió lugar á que la tropa
de San Eoman fuese vista y examinada con anteojo perfec
tamente.
San Eoman hizo bajar de Cachamarca, en auxilio de la
mitad de Husares, una compañia de cazadores ; y Castilla,
llenado su objeto de haber visto los tres batallones de in
fanteria, un fuerte escuadron dp Husares y un grupo de
montoneros y la brigada de artilleria, regresó hasta el alto
— 52 —
de la Apacheta, donde se reunió con el comandante Monte
negro, le dió sus órdenes, y dejó una fuerte columna de
observacion en ese punto.
El Dr. Valdivia á su regreso dió al General Nieto aviso
de que realmente San Eoman traia una fuerte division, su
perior en infanteria á la que habia en Arequipa. El Gene
ral hizo llamar á los Jefes principales, les dió el aviso y las
órdenes correspondientes. El Coronel Althaus llegó poco
despues, y como á Jefe de Estado Mayor le repitió Castilla
las órdenes que ya habia dado.
En el resto del dia se ocuparon el General Nieto, Valdi
via y un ayudante en recorrer nuevamente los altos de
Paucarpata y los de Yumina, bajando hasta Socabaya, y
los cerros que dividen el llano del panteon y las chacras de
Tingo abajo.
Cuando estuvieron en el alto de San Lúcas de Paucar
pata dijo el General Nieto á Valdivia :—"al examinar este
punto con el Coronel Althaus, me habia éste dicho : esta
posicion es bonita, si no fuera dominada por aquel cerro
gordo ; pero podria sostenerse con fuerza doble. Si San
Eoman la toma, como es probable, habria necesidad, si se
pudiese, de quitarle el agua, quebrando la acequia de Lan-
qui en la ladera. Con tal motivo, dijo Nieto, tenia ya dis
puesta la caballeria civica de Paucarpata para que con
lampas y barretas esté lista á las órdenes de su Jefe D.
Manuel Carpio." Pasaron Nieto y Valdivia a recorrer la
acequia en todo su tramo por la ladera, y marcaron los
puntos por donde debia quebrarse, de modo que no la pu
diesen rehacer ni en quince dias. Colocados en Cerro-
gordo, convinieron en que San Roman tenia que descen
der por ese punto y ocupar el alto dó San Lúcas, si no traia
ánimo de pelear en el mismo dia. Pero que aproximando
Nieto su fuerza á la cabecera de la chacra de Porongoche,
podia San Eoman, por la calidad de la fuerza que traia,
descender sobre la loma que divide á Jesus del llano de las
cabeceras de Porongoche.
Valdivia dijo al General Nieto :—"si Ud. me da dos com
pañias de las de preferencia y un buen escuadron do caba
lleria al mando de buenos Jefes, le respondo á Ud. de que
San Eoman no tomará el alto de San Lucas, sino despues
de que yo le haya trozado la acequia en mil partes por la
ladera: ademas como no le hemos dejado forraje en Jesus
ni en Paucarpata, tiene necesidad de descender á las cha
cras mas abajo del molino ; en cuyo caso tomamos el alto
de San Lúcas, lo dominamos, y podemos batirlo con ven
taja. Añada Ud. que tambien le quiebro la acequia infe
rior á la de Langui." Nieto contestó que le daria la fuerza
pedida en su caso.
Eegresaron al campamento, y se tomaron todas las me
didas posibles, contando con que era mas que probable que
el combate fuese al dia siguiente.
La division de Nieto pasó la noche en formacion en Mi-
raflores. El Coronel Mendez sostituyó á Castilla y Monte
negro de observacion en la Alpacheta. Al dia siguiente
como á las diez y media llegó un oficial, y dijo al General
Nieto : Sr. General, baja el ejército enemigo, y lo he deja
do mas acá de Cangallo. El General le preguntó : ¿ Y qué
es del Coronel Mendez? Viene retirándose, contestó, á vis
ta del enemigo. El General mandó al Jefe de Estado Ma
yor Althaus, para que con sus ayudantes fuese á observar
la direccion que tomaba el enemigo.
Llegó Valdivia, y dijo el General: Ya baja San Eoman.
Voy á colocar el ejército en el llano, cabecera de Porongo-
che. He mandado al Coronel Althaus para que observe
la direccion de San Eoman, y me dé avisos repetidos. Val
divia le dijo:—Althaus no conoce el terreno tanto como yo,
ni sabe lo que hemos acordado. Ud. esté á- los avisos que
yó le mandaré; y partió con el jóven Gallegos inmediata
mente.
Cuando Valdivia se acercaba á la Apacheta, divisó una
mitad de Husares, que ya habia descendido y estaba en des
canso. Divisó la polvareda hacia la cabecera de la quebra
— 54 —
(lilla de Santo Domingo, á donde se une la lomada que di
vide Jesus del llano de Porongoche con la linea de cerros
que terminan al pié de Cerro Gordo y cabecera del alto de
San Lúeas de Paucarpata. Valdivia dobló sobre la derecha
al punto en que desemboca la quebradilla de Santo Do
mingo eon la llaella de Paucarpata. Alli encontró al Co
ronel Althaus con sus oficiales. Althaus estaba persua
dido de que San Eoman bajaria á Cerro Gordo y á San
Lúcas. Valdivia le dijo: como la confluencia de estos cerros
de Jesus con los que bajan á Cerro Gordo, no se vé de este
punto, mande Ud. que uno ó dos de sus oficiales suban la
quebradilla de Santo Domingo, y observen cual de las dos
lineas de cerros toma San Eoman. Althaus contestó: No
puedo perder inútilmente esos oficiales; porque esta mitad
de Húsares, que no dista tres cuadras, bajará inmediata
mente, y los oficiales no tienen por donde regresar. Dicho
esto regresó Althaus á gran galope al campamento a dar
parte al General. Valdivia quedó en el mismo punto en
observacion. A poco rato llegó el valiente civico, profesor
de latinidad, D. Pablo Vera, con terciana, porque dias an
tes regresó de Camaná de una comision. Despues de él
llegó el valiente artesano Talavera en una mula en pelo.
Valdivia les narró lo sucedido con Althaus, y les demostró
la necesidad que habia de ir por la quebradilla de Santo
Domingo á observar el movimiento de San Eoman. Des
de que conocierou esa necesidad, les dijo Valdivia : ^ala-
vera debe retirarse, porque en mula no puede libertarse de
la carga que nos den los lanceros. U. Vera está armado y
en buen caballo, y se va Ud. á colocar como una cuadra y
media hacia arriba de este punto. Gallegos queda aqui.
Si los husares se .mueven hacia Ud., dá Ud. un tiro al aire ;
Gallegos lo repite en este punto ; y yo retrogradar, como
un rayo, y me pondré en salvo.
Acordado esto, se metió Valdivia rápidamente quebradi
lla arriba, hasta que vio que San Eoman tomaba la linea
de los cerros que separan á Jesus del llano de Porongoche.
Eegresó rápidamente al punto donde dejó á Gallegos, y se
encontró con Iguain que habia llegado para saber lo que se
hubiese observado difinitivamente. Valdivia le dijo : Vaya
Ud. y digale al General tal cosa. Eran unas palabras que
Valdivia y el General habian concertado para entenderse
entre ambos. Valdivia quedó en el sitio con Gallegos.
Hizo seña á Vera ; y por enfermo le ordenó que se retirara.
Valdivia y Gallegos descendian paralelamente con la
tropa de San Eoman. Este llegó al Alto donde terminan
esos cerros que dividen á Jesus de Porongoche, y principió
íi montar su artilleria. Valdivia y Gallegos quedaron fir
mes al pié del cerro. Pasados como ocho minutos llegó
un oficial y dijo á Valdivia : me manda el Sr. Coronel
Carrillo á decirle que trae una columna á disposicion de
Ud. Valdivia le contestó : Vuelva Ud. y digale que aun
que llega tarde, la traiga al trote.
Llegó el mismo Coronel Carrillo, y dijo ¡i Valdivia. Mi
Dr.: viene una columna á su disposicion, compuesta de
una compañia de cazadores, un escuadron de linea y otro
de civicos. Valdivia le contestó :—"Debiamos tomar aquel
camino de la derecha si hubiese Ud. llegado á tiempo. De
Ud. orden que la caballeria tome ese camino á medio galo
pe, y se sitúe al pié del alto de 'San Lucas. Nosotros te
nemos que pasar con la .compañia bajo los fuegos de San
* Eotiian, porque si no, con aquella compañia que Ud. vt
pasa ^quebradilla de Jesus, y llega al alto de San Lúcas
antes que nosotros . Carrillo dijo :—pues pasemos. Val
divia le dijo :—dé Ud. orden que nos sigan al trote ; y em
prendieron. San Eoman rompió los fuegos de su artille
ria, pero á bala raza ; y colocó una compañia de cazadores
con poco fruto. La compañia tomó el alto de San Lúcas
oportunamente ; se le colocó detras de la cerca de la cha
cra, y se hizo retroceder inmediatamente la columna de
San Eoman, de dos compañias, que subia la ladera. San
Eoman opuso dos compañias ; y obraba tambien con su
artilleria. Se sostuvo el fuego como 20 minutos, y San
— 56 —
Eoman desplegó otras dos compañias para que subiesen la
ladera de San Lúcas.
Castilla habia ido al mando de la caballeria ; cosa que
ignoraba Valdivia. Mandó éste á un ayudante que dijiese
al Jefe de la caballeria, que descendiese con su escuadron
inmediatamente á ocupar una chacra de la quebradilla de
Jesus, y que lancease las compañias que por ese punto tra
taban - de subir y flanquear la infanteria. Castilla dió la
orden, y marchó el escuadron á las órdenes del Comandante
D. Manuel Hurtado ; y él fué á recibir las órdenes de lo
que se debia obrar.
Valdivia sorprendido, le dijo : ignoraba que Ud. hubiese
venido. El objeto es tal. Vaya Ud., ocupe tal punto y
cúbranos ese flanco. Castilla voló por el camino mas corto,
llegó á tiempo y cargó á las compañias. Estas se replega
ron rápidamente á la ladera del cerro que ocupaba San Eo
man. Como en la chacrita habia una casa pequeña con
corrales, hizo Valdivia descender trece hombres, para que
colocados detras de esas paredes tiroteasen á las dos com
pañias que descendian varias veces, y se replegaban cuan
do Castilla les cargaba.
Entre tanto San Eoman por su retaguardia hizo pasar
el batallon Puntunchara al mando de Quiroga; y Valdivia,
luego que notó ese movimiento, cuyo objeto era ocupar Cer
ro Gordo y descender sobre San Lúcas, hizo mover por la
derecha ocultamente el escuadron de civicos destinado á
quebrar la acequia de Langui. Este movimiento se verifi
có cuando ya Quiroga desplegaba dos compañias á sostener
ese flanco. A la derecha del alto de San Lúcas hay un
mogote con unos corrales destinados á cerrar las mulas que
pastan en esas cercanias. Llegó Cornejo con una monto
nera de cuarenta paisanos, y Valdivia los colocó en esos
corrales, para que tiroteasen á las dos compañias que Qui
roga desprendió sobre su izquierda. Esas dos compañias
recibian impunemente los fuegos de los paisanos parapeta
dos ; y Valdivia convirtió los fuegos de la compañia de ca
zadores contra Puntunchara, que descendia de Cerro Gor
do. La fuerza de Quiroga no podia descender la ladera en
formacion ; y poniéndose Quiroga á la cabeza de sus gra
naderos y de otra compañia mas, las metió por el camino
que va de Paucarpata á Jesus, y es cruzado á la cabecera
de San Lúcas por el que de Arequipa va á Yumina.
Quiroga no contaba con que el camino que emprendió es
sembrado de las tunas redondas, de espinas muy elásticas,
que en el pais llaman Chivatillos, porque pisándolas saltan
á diferentes alturas, y se prenden, por lo muy agudas que
son. Este embarazo, y los fuegos que sufria de la compa
ñia parapetada, ponian á sus soldados en retirada y en de
sorden ; y á prevencion Valdivia hizo acercar el escuadron
de civicos para el caso de que avanzase hasta el llano de la
Chacra, y cargarlo en ella. Los soldados que resistian y
que Quiroga á golpe de espada trataba de impulsar, luego
que vieron al escuadron se pusieron en fuga ; replegándose
al resto del batallon que quedó en el alto.
Los fuegos se entibiaron algunos minutos ; y llegó un
ayudante del General Nieto, con la orden de que la colum
na se replegase al ejército, por el camino que llevó la caba
lleria al ir á San Lucas. La orden se cumplió al momen
to ; pero cuando la columna descendió al pié de la quebra-
dilla de Jesus, ya no encontró á Castilla. Habian ya
descendido las dos compañias, que antes peleaban contra
Castilla, y tambien los Húzares. En tal conflicto, Valdivia
dió orden al escuadron de civicos para que se salvase lloclla
abajo, y que la infantería se cargase lo posible sobre la iz
quierda, á salvarse en un maizal.
Húzares y las dos compañias cargaron á la compañia que
se retiraba. Carrillo la puso en formacion y dió su descar
ga , y como pudieron se salvaron ; quedando heridos diez
ó doce soldados, y cinco muertos. Valdivia se hallaba en
mula, porque Carrillo le hizo cambiar el caballo tordillo en
que montaba en el alto de San Lúcas, haciéndole observar
8
— 58 —
que un grupo, de infantes los perseguia tiroteando á solo
ellos ; porque como sabian que Nieto tenia caballo tordillo,
suponian que estuviese alli. No pudiendo por esto retirar
se con seguridad, saltó la cerca del maizal, y por dentro de *
él llegó á la derecha de la linea, en circunstancias que re
trocedian en desorden los Dragones que habian cargado á
Husares y á las dos compañias que habian desplegado á la
derecha de ellos.
Como los Dragones no se replegaban al resto de Dra
gones que estaba á retaguardia de la derecha de la linea, y
tomaban un callejon para ponerse en fuga, Valdiviá colocó
á la entrada del Callejon al Capitan Zereceda, con seis
paisanos de los de Cornejo, (alias el botado) que sostuvo el
alto de San.Lúcas, y contuvo la dispersion. Valdivia pudo
salvar á un capitancito tarmeño, al que de un balazo le
habian metido parte de la coraza dentro del cuerpo. Val
divia se replegó al regimiento Libres, mandado por Moran .
La artilleria estaba interpolada en ese regimiento, y Mo
ran habia hecho cargar unas piezas con bala raza y otras
con metralla. Habia desplegado dos compañias detras de
la cerca vecina á su flanco derecho, únicas que hacian
fuego. - •
Cuando Valdivia estuvo con Moran, recibió orden del
General, que se hallaba ála izquierda, de que rompiera los.
fuegos de infanteria y artilleria sobre los Húsares, jpie esta
ban ya apoyados por un batallon. Como el polvo y el hu
mo no dejaban ver á los enemigos, Moran dijo á sus Jefes
que sin su orden no descargasen un tiro ; y se marchó de
frente á pié, para ver si debia ó no romper los fuegos, y so
bre quién. No pasó un minuto, cuando regresó arrastran
do del cuello á un husar, al que de un salto lo habia baja
do del caballo; y lo entregó preso, y dió órden de romper
los fuegos en toda la linea. Las balas razas abrieron un
cono de luz en medio de esa oscuridad, y de este modo se
vieron los cerros y los claros que hicieron los fuegos en la
tropa.
En la carga de Dragones habian muerto al valiente Co
mandante Montenegro, al sargento de Inmortales Bejara-
no, que fué -el que formó la base de Inmortales, y á un te
niente, jóven salteño; lo que habia dado lugar á esa disper
sion y fuga de Dragones.
El General Nieto se habia puesto á la cabeza de otro es
cuadron de Dragones, y cargó á Húsares ; pero como estos
estaban ya apoyados por infantería, recibieron ventajosa
mente la carga, y volvió atras mas de medio escuadron.
ANietole acompañaron sus ayudantes, Capitanes Inojosa,
Eodriguez, el Mayor Gonzalez Vijil, un sargento antiguo de
Húsares, Eodriguez, otro sargento que tenia sueldo de te-
niente y en el brazo izquierdo una cinta con letras de hilo
de oro en que se leia, uno contra cinco, dos jóvenes de Pau-
carpata de buen cuerpo, y bien montados, y cuatro paisa
nos, jóvenes decentes, con escopetas de dos cañones.
El sargento Eodriguez cargó solo sobre dos compañias de
infanteria, montado en el célebre caballo negro en que el
General Nieto peleó con Camacaro en el Portete, con moti
vo de que éste jefe mandó decir á Nieto que ahorrasen la
sangre de sus Tejimientos, y saliese á pelear con él en medio
de ambas fuerzas, y que quedase la victoria por el que
venciera. Nieto mató á Camacaro, peleando á lanza en el
desafio ; y cuando Camacaro, cayó muerto en tierra, irri
tada bu tropa cargó sobre Húsares bruscamente ; en cuy o
choque Húsares acuchilló y puso en fuga la caballeria de
Camacaro. Pero al retirarse se encontró en el camino único
que tenia que pasar, que el ejército vencedor de Sucre ocu
paba la ladera. Sucre que acababa de vencer en el Portete,
y perseguia al ejército peruano, como verdadero valiente y
caballero habia dado la orden de que no disparasen sobr e
Húsares. Nieto que observó tan realzada conducta, y que
marchaba á la cabeza de Húsares, se quitó el sombrero, sa
ludando al vencedor de Pichincha y de Ayacucbo. Solo los
héroes dan en tales casos tan alta muestra de las almas ele
vadas que los animan.
— 60 —
El sargento Eodriguez regresó despues de la carga con su
lanza ensangretada y un balazo en el brazo : cinco balazos
le habian dado al caballo Camacaro. Al General Nieto lo
cercaron los Húsares ; y lo defendian los que hemos referi
do y cuatro Dragones que no lo habian abandonado. El
Mayor Gonzalez Vijil cayó atierra, por que le habian muer
to el caballo, y apenas pudo salvarse hasta tomar otro; pero
no fué herido. En ese estado llegó el capitan retirado, que
habia sido de Húsares y que solo se agregó el dia de la pelea,
con 10 Dragones, y pudo salvar al General Nieto del cerco
en que lo tenian los Húsares. Con los diez dragones y sus
anteriores compañeros, y un Inmortal, jóven Delgado, hijo
de D. Francisco Delgado, que se agregó, continuó Nieto la
carga ; y á su derecha peleaba el Coronel Castilla á la cabeza
del escuadron Inmortales, tambien en grupos contra Húsa
res que no cedian el campo, á pesar de la constancia con
que se les cargaba y de los muertos y heridos que tenian.
Los Húsares volvieron á cercar á Nieto, porque lo ha
bian conocido; y fué preciso que el Mayor Amézquita, reti
rado tambien y vencedor como el Toro en Junin y Ayacucho,
lo volviese á salvar. Nieto dió orden á Castilla de que reti
rase su escuadron de Inmortales, lo organizase y cargase
con él á Húsares hasta arrojarlo ó acuchillarlo en el cam
po. Castilla habia estado ya herido de un lanzaso que le
rayó la frente y parte de la cabeza. Nieto y Carrillo arregla
ron un escuadron de Dragones, para cargar por la izquierda
á Puntunchara. Se emprendió la carga á la vez. El choque
fué horrible. Castilla puso en completa dispersion á los Hú
sares, y los persiguió hasta el pié de los batallones Pichin
cha y Ayacucho de San Eoman.
El General Nieto y Carrillo pusieron en dispersion á Pun
tunchara. La pérdida fué bastante grande por ambas par
tes. Los de San Eoman se replegaron al cerro que ocupa
ron primero. Nieto dejó una guardia fuerte en el campo
de batalla, y retiró sus fuerzas al llano de Miraflores.
Cuando Dragones huyó en la primera carga, las balas de
— 61 —
la infanteria de la derecha de Húsares continuaron contra
la izquierda donde se hallaba Nieto. Entónces el escuadron
de Tacna, que estaba á retaguardia de la izquierda, se pu
so en fuga, y se dispersó por las chacras y en el pueblo de
Miraflores.
Eetirado Nieto al llano de Miraflores, formó allí la linea
é hizo que se diese rancho á la tropa, se llevasen los enfer
mos al Hospital, se diese agua y forraje á los caballos, y
se tratase de recojer á los tacneños, por quienes tenia mu
cha estimacion, dando orden que nada se dijese de lo suce
dido.
Cuando todo estaba arreglado dijo el Dr. Valdivia al Ge
neral Nieto : estoy muy rendido y me retiro á la pieza inte
rior á recostarme sobre una cantidad de paja que he visto
alli : queda mi caballo al cuidado de mi compañero el jóven
Gallegos : pero si ocurre algo hagame despertar al momento.
Despues de launa dela mañana despertó el mismo General á
Valdivia y le dijo : ' 'El oficial que estaba de avanzada cerca
de la Apacheta se ha venido, y me dá parte de que ha bajado
por alli un cuerpo de tropa enemiga. Valdivia le contestó:
ese oficial falta á la verdad. El oficial se hallaba en la pieza
anterior, y Valdivia al verlo le dijo : Ud. debia quedar arresta
do ahora mismo : pero marcha Ud. conmigo á ocupar su pues
to. Montó á caballo, llevando al oficial con su avanzada-
Llegaron al sitio de donde se retiró, y dejando la avanzada
alli á cargo del sargento, dijo al oficial : Marcha Ud. aho
ra conmigo hasta donde ha quedado situado San Eoman,
despues de su derrota. Emprendieron hasta la misma
Apacheta : y bajaron por la lloclla de Paucarpata hasta el
sitio de la batalla, y encontraron que algunos soldados de San
Eoman recojian los cadáveres proximos á su campamento.
Pasaron adelante, y encontraron al Coronel Carrillo que
con nna columna ocupaba el campo de batalla, y habia he
cho recojer algunos heridos y cadáveres. De ese punto hizo
regresar al oficial al sitio de su avanzada ; y Valdivia vol
vió á donde el General á darle aviso de todo lo ocurrido.
— 62 —
Como á las cuatro de la mañana dió orden el General pa
ra que todo el ejército marchase al campo de batalla, y for
mase la misma linea que el dia anterior.
Ordenó que á la compañía de Zepita que ya era de Libres
se le reforzase ; y con uu escuadron de caballeria á las órde
nes de Castilla, fuese á situarse ocultamente donde indicase
Valdivia, á fin de que si San Eoman no hubiese ocupado
el alto de San Lúcas, lo tomase esa columna oportuna
mente. Ambas cosas se verificaron. El ejército amane
ció formando la linea en el mismo campo de batalla, y Val
divia ocultó la columna en la chacra de Ojeda.
San Eoman no se movió del alto que ocupó la tarde an
terior, á donde se replegó despues de su derrota.
San Eoman habia hecho llamar al Coronel Carrillo poco
antes de que llegase el ejército á formar en el campo de bata
lla. Carrillo habia mandado pedir permiso á Nieto para esa
entrevista, y Nieto se lo concedió. Carrillo pasó á hablar con
San Eoman; y á su regreso dijo á Nieto que. San Eoman
trataba de hacer un acuerdo de capitulacion honrosa para
ahorrar sangre : y que si accedia, la tendrian en el cauce de
la lloclla de Paucarpata, que dividia ambas fuerzas conten
dientes. Nieto se prestó á la entrevista; y dado el aviso
correspondiente á San Eoman, mandó decir ¡i Valdivia
que iban á tener entrevista, y que se mantuviese oculto
hasta nueva orden.
El General Nieto marchó al punto designado, sin espada ,
llevando consigo á Iguain, á Eoss y un ayudante. Cuando
ya se hallaba en el cauce de la lloclla, bajó Sau Eoman con
escolta, la dejó como media cuadra atras, y descendió con
el Capitan Enriquez de la compañia de Granaderos de Pi
chincha, emponchados, y los ayudantes con espada; San Eo
man bajó tambien emponchado. El General Nieto hizo re
tirar ú su ayudante, como á media cuadra atrás, y quedó
con Iguain, que era paisano, en cuerpo y sin arma alguna,
y con Ross que estaba tambien vestido de paisano, en cuer
po, sin arma alguna, y que era ademas buen amigo de San
— 63 —
Eoman. La conferencia duró como tres cuartos de hora.
Eran mas de las nueve y media de la mañana.
Eetirados de la conferencia á sus respectivos campos, el
General Nieto mandó decir á Valdivia, que dejando la co
lumna donde estaba, viniese solo; lo que se verificó. El
Coronel Moran, destinado para mover el ejército al campo
de batalla, habia quedado á retaguardia con un batallón y
un escuadron, despues de haber formado todo lo demas en
la linea: y como se le hubiese avisado que el General Nie
to habia ido á tener conferencia con San Eoman, detuvo
su movimiento con el batallon y escuadron, donde adquirió
la noticia, para no alarmar á San Eoman si continuaba
ese movimiento hacia la linea; pero como San Eoman, lue
go que subió á su campo, despues de la entrevista, dió orden
á su tropa para moverse sobre Cangallo, y Moran no sabia
el resultado de la entrevista, movió rápidamente hacia la
Apacheta el batallon y escuadron, dirijiéndose á ocupar un
punto que dominaba la tropa de San Eoman. Luego
que este observó ese movimiento, detuvo su marcha, y
mandó decir al General Nieto, que estrañaba, despues de
lo acordado, el movimiento de esa Division que le iba á
interrumpir su marcha. Como el General Nieto ya habia
mandado un ayudante, ordenando al Coronel Moran su re
greso ; contestó á San Eoman : que ese movimiento se ha
bia hecho antes de que el Jefe de esa Division tuviese la
orden de retirarse. Que ella existia á precaucion á reta
guardia para el caso de que no hubiese acuerdo. San Eo
man habia pedido en la entrevista ;i Nieto algunos viveres :
y Nieto auu antes de que San Eoman llegase á Cangallo,
le mandó doce cargas de pan, arroz, galleta, vino, chocola
te, azúear y té, de los viveres que Nieto tenia dispuestos
para un caso de retirada.
Valdivia llegó donde el General Nieto. El calor era in
tenso ; y Nieto con lanzas y mantas habia hecho formar
una especie de toldo para sombrearse. Por sil orden el
ejército estaba ya en retirada para Miraflores. Valdivia
— 64 —
desmontó, y sin preguntar cosa alguna al General, le
dijo:—acaban de traerme esta provision de mi casa. Ayer
no hemos comido y vamos a aprovechar este rato. Bajó la
alforja que traia el sirviente, y principiaban á tomar el al
muerzo Nieto, Valdivia, Iguain y Eoss, cuando llegó el Ge
neral Quiróz con dos oficiales; y desmotando, dijo á Nie
to: "¿Qué novedad es esta, que Moran regresa de su
movimiento, y San Eoman se retira con su tropa, despues
de haber sido derrotado ayer?"
El General Nieto le contestó : venga Ud. á tomar algo con
nosotros. Quiróz, repuso : no tomo nada. Deseo saber lo
que hay. Nieto le dijo : Hemos hecho un acuerdo con San
Eoman, bajo palabra de honor. Eeconoce al Presidente
Orbegoso, y le he ofrecido garantias para él y sus compañe
ros. Quiróz, al oh- esto, se tiró fuertemente los bigotes,
volvió atrás y montó á caballo, diciendo en voz fuerte y
airada: "esto no hace un sargento;" y partio hacia su
columna, la encomendó á un Jefe y se fué al pueblo de Mi-
raflores. Alli dió la noticia á D. Pablo Vera y á otros mu
chos, haciendo correr la voz deque el General Nieto los ha-
bia traicionado. Todo el pueblo de Miraflores se puso en
alarma, y la voz corrió hasta la ciudad, dándola el mismo
Quiróz ; quien luego que llegó í\ su casa se vistió de paisa
no y se quitó los bigotes.
Un oficial de Miraflores corrio á dar noticia al General
Nieto del alboroto en que se hallaba el pueblo de Miraflo
res; y Nieto dijo á Valdivia : Vaya Ud. á contener ese de
sorden. Valdivia voló y encontró en Miraflores á Quiroz
de paisano, y al pueblo en gran alboroto. Pudo convencer á
Vera y a los demas amigos para que 1c ay idasen á tran
quilizar al pueblo; como sucedió. A Quiroz fué imposible
reducirlo.
Valdivia regresó donde Nieto, que tomaba varias provi
dencias para aquietar la ciudad. En esos momentos llegó
un oficial de Lima mandado por Orbegoso. El oficial ha
bia tardado diez y ocho dias en el viaje. Orbegoso decia á
— 65 —
Nieto que no iria al Sur, como lo habia pensado, y que
habia hecho marchar las fuerzas á Jauja, para ir en pos
de Bermudez ; y que de ese modo impediria que Gamarra
mandase fuerzas sobre Arequipa, reforzando a San Eoman ;
y que en esa virtud obrase segun las circunstancias.
Como el General Nieto y Valdivia fueron los únicos que
se impusieron de tal comunicacion, Nieto, despues de man
dar arrestado al oficial, dijo á Valdivia :—"Aguardando yo
la venida de Orbegoso en mi auxilio, segun me lo tenia
ofrecido por notas muy reservadas, he hecho el acuerdo con
San Eoman. Yo no debia sino guardar el secreto que se
me ordenaba ; y Ud. ha visto cuanto daño nos ha hecho
la demora del tal oficial en su viaje, y el alboroto que nos
ha causado Quiróz. Pero considero que es necesario co
muniquemos lo sucedido á Iguain y Eoss, que son de
nuestra confianza. Ud. en reserva comuniqueselo á Cas
tilla."
Nieto dió orden a Iguain para que en Miraflores se diese
rancho ala tropa; y á Eoss, para que fuese á poner varias
órdenes. Ambos se marcharon ; y Nieto y Valdivia queda
ron solos.
El General Nieto dijo entónces á Valdivia :—"Orbegoso
no es militar y va á sacrificar la tropa recluta que ha for
mado. Gamarra es militar táctico y estratégico. Bermu
dez es soldado valiente ; y lleva consigo buenos Jefes y
batallones de linea. Lo que nos conviene es obrar, bajo
el concepto de que Orbegoso se pierde, y nos vamos á que
dar solos y en peor estado. Tal vez San Eoman, como es
probable, tenga ya noticía de todo, y temo que ese cholo de
mala fé nos burle y se nos escape para la sierra. Vea Ud.
qué clase de oficiales tenemos, y á quien confió Orbegoso
una nota tan interesante. Estamos, pues, solos ; y con
Quiróz á cuestas, de quien se deshizo Orbegoso para que
viniese á perturbarnos."
Nieto dió orden, luego que llegaron á Miraflores, para
que se reuniese ganado en las chacras vecinas, se compra
— GG-
se arroz, cecinas, té, azúcar, vino, aguardiente y otros arti
culos, y se depositasen en la maestranza.
San Eoman habia ofrecido que al dia siguiente por la
mañana temprano, mandaria sus comisionados á la Ciudad
para acordar el tratado ; y al dia siguiente, pasadas ya las
dos de la tarde, no parecian. El General Nieto habia co
misionado y dado instrucciones para el acuerdo á D. Ma
riano Llosa Benavidez ; y molesto ya por no haber llegado
los comisionados de San Eoman, lrizo llamar á Llosa Bena-
navidez para que fuera á tratar con San Eoman, llevando
consigo á Valdivia para lo que ocurriese, en clase de Se
cretario. Marchó Llosa Benavidez con Valdivia y dos ayu
dantes, hasta el sitio llamado el Contayal, cerca de Canga
llo, donde estaba acampado San Eoman. Del camino se
adelantó un oficial con la nota respectiva para San Eoman,
á fin de que mandase sus comisionados al punto referido.
San Eoman mandó al Dr. Montesinos y al Comandante
La Torre, Jefe de Húzares, y dos ayudantes. Se cangea-
ron los respectivos poderes. Llosa Benavides sacó el apun
te de lo acordado entre el General Nieto y San Eoman ; y
el Dr. Montesinos dijo que no se le habia dado noticia ni
instruccion alguna sobre tal acuerdo, y que pediria instruc
ciones sobre el particular. Puso Montesinos una nota para
San Eoman, y con un oficial la remitió. Como ya era tarde,
dijo Llosa á Montesinos:—"Ya es tarde. Uds. debieron
bajar á la Ciudad, segun lo ofrecido. Podemos irnos y
tratar allá segun lo que conteste su Jefe." Se allanó
Montesinos, y bajaron á Arequipa.
El General Nieto habia ido hasta mas allá de la Apache
ta ; y como se le habia dado aviso de lo sucedido, regresó á
la Ciudad, nombró de Secretario á Iguain, é hizo preparar
alojamiento para los comisionados en la casa de la chacra
de D. José Menaut. Las comisiones fueron á ocupar la
casa preparada. Al principiar el acuerdo volvió á exijir
Llosa se pusiesen las bases acordadas entre ambos Jefes
como preliminar del tratado. Montesinos contestó :—"Los
— 67 —
comisionados son para eso. Haga Ud. sus propuestas, que
yo haré las mias. Lo que se acordó fué hacer un tratado
Si hubiera ya bases acordadas como Ud. lo exije, habria
sido inútil nuestra venida." Iguain refirió entónces á Mon
tesinos, como testigo, las bases que se habian acordado, y
que en esa virtud se habia permitido se retirase San Ro
man. Montesinos insistió en que no podia reconocer tales
bases, sino acordar lo que fuese conveniente. Llosa, diri-
jiendo la palabra á Montesinos, le dijo :—"Queda todo sus
pendido. Permitame Ud., Sr. Montesinos dar parte al Sr.
General Nieto ;" y mandó á Iguain para que fuese á infor
marle de lo ocurrido.
El General Nieto reunió á todos los Jefes. Iguain hizo
la relacion ; y los Jefes convinieron en que San Eoman
habia faltado á las bases acordadas bajo palabra de honor ;
que se apresase á los comisionados de San Eoman, como
garatia; y que los Jefes continuasen en junta de guerra
para discutir y acordar lo que deberia hacerse.
El General Nieto salió de la junta, é instruyó al Dr. Val
divia de todo lo ocurrido, y le dijo :— ''Ud. ocúpese de que
el ejército se prevea de rancho : que la caballada esté bien
cuidada ; y mande Ud. personas de confianza que vayan
con seguridad, y vijilen á San Eoman, porque ese cholo se
nos escapa. Vea Ud. el estado en que se hallan los viveres
y el ganado, y que el ejército esté vijente, y no se des
cuide."
Nieto volvio á la junta de guerra ; y Valdivia se fué á
cumplir todo lo que se le habia ordenado. Valdivia regre
só despues de las diez de la noche á informarse de lo que so
hubiese acordado.
Eeunido el Consejo, Ross se habia propuesto probar que
á los comisionados de San Eoman no se les debia poner
presos: que tal conducta era opuesta al Derecho de Gentes :
que solo entre bárbaros se procedia de ese modo : que pol
la culpa de San Eoman no se debia suponer delito suficiente
en sus comisionados para apresarlos.
— 68 —
La discusion habia sido larga y acalorada. Los Jefes
al fin habian dicho : nuestro voto es uniforme por la pri
sion, desde que el Coronel San Eoman con su conducta dú
derecho para tal procedimiento ; porque hay derecho para
quebrantar la ley contra el que la ha quebrantado de un
modo tan infame. Agregaron que el General Nieto proce
diera como le pareciese ; que Eoss habia hecho perder el
tiempo precioso en una cuestion que quedó ya acordada y
que lo que debia tratarse era lo que convenia hacer, su
puesto que San Eoman habia ya faltado á las bases y colo-
cádose en situacion ventajosa para retirarse, ó para unirse
con Gamarra, que segun se habia ya dicho, venia con tro
pas en su auxilio.
Principió otra discusion ; y sin tomar ya Eoss la pala
bra, acordaron que el ejército marchase sobre Cangallo eu
la madrugada del cinco.
Cuando Valdivia llegó, abrieron la puerta, y el primero
que salió fué el Coronel Althaus ; y preguntado por Valdi
via, le contestó : se ha acordado por unanimidad que el
ejército marche sobre Cangallo, con el objeto de hacer
un amago fuerte contra San Eoman. Valdivia le dijo :
¿ Con que abandonamos esta hermosa pampa, que Dios
nos ha dado, y los auxilios próximos de la poblacion, y las
trincheras que en último caso nos servirán para defender
nos ? Althaus contestó :—"está ya acordado, y voy á cum
plir las órdenes que he recibido del General." Eoss salió
despues; y Valdivia le hizo la misma pregunta. Eoss
contestó :—"no he tenido parte alguna en el acuerdo ; eso
era puramente militar. El mismo General ha callado,
porque ha sido uniforme el acuerdo de los Jefes; y ha dado
las órdenes al Jefe de Estado Mayor Althaus, para que
haga mover el ejército sobre Cangallo, antes de las dos de
la mañana.''
Cuando todos los Jefes se retiraron, entró Valdivia y
halló al General con Iguain ; y despues del saludo, dijo al
General :—"¿En vista del terreno, no habiamos acordado
definitivamente no pasar de la Apacheta para arriba? ¿ No
recuerda Ud. que examinando el campo de Cangallo y sus
alrededores, criticamos severamente á Hoscoso porque lle
vó la tropa á ese punto para pelear con Pumacagua ? ¿Có
mo saca Ud. el ejército, privado de recursos, á un sitio do
minado por San Eoman, que ocupa el ángulo de Cangallo,
formado por el rio y por la quebrada honda ?
El General contestó :—' -No vamos á pelear sino á prac
ticar un amago fuerte que obligue á San Eoman á cumplir
lo que prometió ó á retirarse á nuestra vista ; en cuyo caso
es perdido. Mi Dr. : en estos casos un Jefe, para garantia
de su conducta, reune una junta de guerra, como lo he
hecho ; se discute, y se cumple lo que se acuerda. Los Je
fes quedan mas obligados para cualquier a caso posterior,
que si obraran por orden del que maneja en Jefe."
Valdivia le dijo :—"Ud. conoce mi patriotismo, y cuanto
aprecio á Ud. personalmente ; y que á pesar de mi estado
y de mi enfermedad, solo por la patria y por Arequipa he
hecho sacrificios que no correspondian á un clérigo. Yo
me retiro, porque no quiero tener parte en el sacrificio que
hacen Uds. de la Eepública y de este pueblo jeneroso, que
todo lo ha expuesto confiando á Ud. su suerte." Tomó su
sombrero y salió, aunque el General y el amigo Iguain tra
taron de contenerlo. Se enfermó ; y fué preciso que un
amigo suyo, médico, lo acompañase en la noche.
En la mañana del cinco de Abril, á las cuatro y cuarto,
tocaron luertemente la puerta de la casa de Valdivia, y éste
dió orden que sin abrirla, preguntasen quien era, y le avisa
sen. El qne tocaba contestó : diga Ud. al Sr. Dr. Valdivia,
que el Comandante Gonsalez Taramona viene mandado
por el Sr. General Nieto en comision muy urjente. Valdi
via mandó se le abriese la puerta y entrase.
Gonsalez Taramona entró, y despues de saludar al Dr.
Valdivia, le dijo: El Sr. General Nieto queda con el
ejército al pié de la Apacheta, y me ha ordenado diga á
Ud. que la hora es suprema, y que le suplica, por la pa
— 70 —
tria y por Arequipa, vaya Ud. á unirsele y cumplir el jura
mento que hicieron de no separarse en los peligros y unir
su suerte hasta el sepulcro.
Valdivia llamó al jóven Gregorio Gallegos y le dijo:—
' 'ensilla caballos para ambos, lleva agua y todos los viveres
que puedas en la alforja ;" y principió a vestirse. Salió
con Gonsalez Taramona, y marcharon á galope hasta la
Apacheta. El General Nieto se habia retirado á dos cua
dras en su alcance : le alargó la mano y le dijo :—"Mi
buen amigo : no me engañé al mandar cerca de Ud. á Ta
ramona : póngase Ud. de buen humor para que nadie sos
peche lo ocurrido entre nosotros." Llegaron al ejército ; y
Nieto llamó á Guarda, y le dijo :—"conduzca Ud. el bata
llon donde le indique el Dr." Ya Nieto habia indicado á
Valdivia su plan. Valdivia colocó el batallon donde no
podia ser visto por San Eoman, en direccion del camino
para el alto del volcan.
A los diez minutos llegó el General Nieto, y dijo á Val
divia:—''pase Ud. con este ayudante y el sarjento, y elija
me Ud. un punto ú propósito para cuartel general." Val
divia marchó, y elijip un punto en la ladera, teniendo á la
izquierda la quebrada honda, y de frente Cangallo.
Cuando aguardaba que el General llegase á ese punto,
del cual se descubria todo el campo de San Eoman, se oyó
el ataque de la tropa que Nieto habia mandado sobre Can
gallo, pasando el Ccontayal.
San Eoman habia estado pagando á la tropa, y ésta se
hallaba haciendo rancho. Aunque San Eoman colocó tropa
detrás de las paredes de los corrales, fué desalojada: se le
tomaron las dos piezas de artilleria; y principió á retirarse,
sosteniendo su flanco izquierdo con parte de un batallon,
que era tiroteado por dos compañias á las órdenes de Mo
ran.
El General Nieto y toda la tropa pasaron la quebrada
honda ; y Valdivia no quiso pasarla, á pesar de que Nie
to lo mandó llamar con un oficial. Valdivia hizo regresar
— 71 —
al oficial diciéndole :—"diga Ud. al Sr. General que temo
mucho que el amago fuerte se convierta en una batalla ;
porque diviso que el batallon Ayacucho marcha al trote u
formar la derecha, ocupando la ladera del volcan que nos
domina ; y que la tropa que ha desalojado á San Roman
del tambo de Cangallo, no veo que persiga á San Eoman,
como ha debido hacerlo ; y que cuide de tomar alguna
providencia, porque tal vez se ha ocupado en el botiu.
San Eoman dejó á su izquierda ú los Húsares, con par
te de Puntunchara ; y desplegó en el centro el batallon
Pichincha sobre la loma que cruzaba el camino.
El General Nieto habia dado orden para que la columna
victoriosa de la derecha cargase á la izquierda de San Eo
man. La columna, al cargo del Comandante Grados, se
habia metido en el tambo, donde encontraron la plata so
bre las mesas, y los equipajes ; y los soldados se disputa
ban entre si, y peleaban repartiéndose todo lo que habian
encontrado. El Comandante Grados, cuando recibió la
órden, habia dicho al oficial que se la dió :—yo he pertene
cido á Húsares, y nunca peleare contra ellos.
Althaus habia mandado que Laezequilla con su compa
ñia, y Lagos con la suya de granaderos fuesen á reforzar
la columna de Grados, y batiesen la izquierda de San Eo
man.
Laezequilla marchó y se ocultó con su compañia en la
quebrada honda, al pié de Cangallo. El capitan Lagos
pasó hasta el tambo con granaderos. Los dos centros ene
migos se hallaban fuertemente comprometidos, habiendo
San Eoman reforzado el suyo con Puntunchara ; y la co
lumna vencedora de Cangallo no parecia en el campo.
Meses despues se supo que Lagos habia dado al Co
mandante Grados órden contraria á la que recibió ; y que
cuando Gamarra ocupó á Arequipa, habia producido infor
macion para probar ese hecho, y obtener de Gamarra el
grado de Mayor. Lagos y su compañia tocaron algo del
botin, y se dispersaron con los demas. Laezequilla aban
— 72 —
donó su compañia ; y parte de ella fué traida por los sar
gentos al centro, donde se encontraba el General Nieto
sosteniendo personalmente el ataque.
La izquierda de la linea de Nieto tenia á su flanco iz
quierdo el Misti, y á retaguardia la quebrada honda. Esa
izquierda constaba, á las órdenes de Quiroz, de la compa
ñia de sagrados, de trescientos artesanos, y de una compa
ñia de Libres mandada por el muy valiente Capitan
Otero.
El batallon Ayacucho, que venciendo las dificultades de
la ladera del Misti, ocupó el orijen de la quebrada honda
en la falda del volcan, batia la izquierda de Quiroz.
El Jefe de Ayacucho hizo descender á la quebrada hon
da dos compañias, para ocupar la isla que hay en medio de
la quebrada : llegaron á ella y se tendieron. Valdivia
mandó al jóven Gallegos para que diese aviso al General
Nieto de ese incidente, y volvió atras á traer el escuadron
civico de caballeria mandado por Somocurcio, que aunque
era de lanceros, tenia algunas carabinas. Lo llevó hasta
el borde de la quebrada honda para tirotear á las compa
ñias tendidas ; pero una compañia se desprendió de la la
dera del volcan, y á los primeros fuegos que hizo corrió el
escuadron hasta la Ciudad.
Como en el centro de San Eoman desplegaba en guerri
lla, á mas de su compañia de cazadores, la de granaderos
mandada por Enriquez ; y el centro del General Nieto, ;i
mas de diminuto, era fusilado por los granaderos de Pi
chincha que variaban direcciones ; y la tropa de Nieto era
la menos disciplinada ; hizo Nieto llamar al Capitan Ga
llegos, previniéndole que escojiese la mitad mejor de Drago
nes. Llegó Gallegos y le dijo el General :—"monte Ud. en
ese caballo." Era uno que el cuñado de Nieto, Solis, le
habia comprado en Chile para pelea. Montado Gallegos,
le dijo Nieto : "vaya Ud. á lancear á aquel Capitan de
Granaderos, que nos quema con su compañia, aprovechan
do de la impericia de los movimientos de nuestra tropa.
— 73 —
Marchó Gallegos ; y la compañia de granaderos de Pi-
clúncha, que estaba en guerrilla, se replegó á toque de cor
neta, y recibió la carga de la mitad, á fuego nutrido. Ca
yeron varios de los Dragones ; pero Gallegos atravezó la
linea, y lanceó al valiente Capitan Enriquez. Eegresó y
dijo al General : mi General, queda cumplida su orden.
Dicho esto, su caballo dió un salto y quedó muerto, porque
habia recibido cinco balazos. El General Nieto mando in
mediatamente otras dos mitades, que no llegaron ú verificar
la carga porque ya se desbandó todo el batallon Pichincha.
En vista de esa disolucion, se desbandó tambien Pun-
tunchara que estaba en cuadro. San Eoman fugó y se fué
hasta Tayataya, cerca de Vilque. De los dispersos, unos
se metieron á los maizales del pueblo de Chiguata, otros
tomaron la direccion del camino para Puno, y algunos su
bieron la ladera del volcan, para unirse al batallon Ayacu-
cho.
El batallon Ayacucho peleaba contra Quiroz, que cierta
mente se portó con inteligencia y valor, sin ceder una linea
de su puesto, apesar de hallarse destrozado en parte, con
tropa sin disciplina suficiente, y con solo la compañia de
Libres, mandada por el Capitan Otero, colombiano, vence
dor en Junin y Ayacucho. Este oficial valiente ocupaba
la vanguardia de la columna de Quiroz, y metido dentro de
unos corrales sostuvo los fuegos contra Ayacucho, que era
el primer batallon del ejército peruano, formado de los Je
fes, Oficiales y sargentos que se distinguieron mas en Aya-
cucho.
El General Nieto, deshecho el centro de San Eoman, hizo
llamar á los Coroneles Castilla y Carrillo que con la caba
lleria cubrian la retaguardia de Quiroz. El Jefe de Aya-
cucho hizo que se le reuniesen las dos compañías que ocu
paban la isla de la quebrada honda.
Llegados Castilla y Carrillo, les dijo el General Nieto :—
"Que Quiroz se retire sosteniendo el fuego, á fin de que el
batallon Ayacucho descienda en su persecucion ; y si des
candiese hasta aquel sitio, (que les designó con el dedo),
cárguenlo." Y dirigiéndose á Carrillo, le dijo: "los Drago
nes se han manejado mal en la batalla del 2 en Porongo-
che, y es menester que ese regimiento vuelva por su honor."
La música, sin orden ninguna, por lo que vió, principio
á tocar diana, como signo de victoria.
El General Nieto y Moran, con Guarda y otros Jefes,
reunieron la tropa del centro y la hicieron descansar : se
recojieron los heridos, y se dió orden para que se retirara
la tropa á tomar agua á la quebrada al pié de Cangallo, y
pasara despues á situarse al lado opuesto. Esa tropa se
puso en marcha ; y Quiroz principió á retirarse en orden,
sosteniendo el fuego lentamente sobre Ayacucho.
Cuando las dos compañías de la isla de la quebrada hon
da se unieron á su batallon Ayacucho, el Jefe habia dado
ordenes al corneta que se hallaba á su lado, para que toca
se retirada : pero una bala de las de la columna de Quiroz
le llevó la mano al corneta. En ese momento apareció un
grupo por el camino del botadero del Misti, que descendia
rápidamente á unirse con Ayacucho ; y poco despues se oyo
el toque de llamada general. Algunos de los dispersos,
que estaban próximos, corrian á unirse con Ayacucho; y
enseguida descendió éste audazmente hasta el sitio desig
nado por el General Nieto para que lo cargasen.
Observando el General Nieto que Ayacucho habia des
cendido al punto señalado por él, y que no lo cargaban,
corrió rapidamente hasta la cabeza de la caballeria ; y en
contrando á Castilla, le dijo: —¿por qué no se ha cum
plido mi orden ? Castilla, contestó : General, esta tropa
no me obedece. Nieto dijo: ¿cómo es eso de no me obede
ce ? Paitió hácia donde estaba el sargento guia : lo tomo
de bracete y tlió orden de cargar. Lo siguieron como dos
mitades de diferentes compañias ; y el sargento que obser
vó que no solo su cuerpo, sino el resto del regimiento se
habia puesto en retirada en desorden y á gran trote, se lo
advirtió al General Nieto ; y cuando este volvió atrás, se
.— 75 —
encontro con que los Dragones habian ya atropellado, no
solo la columna de Quiroz de infanteria, sino aun la que
muy despacio, retirada del centro, iba ú tomar agua al pié
de Cangallo.
Varios de los infantes se agarraron de los espinos para
no ser desbarrancados por la caballeria á la quebrada hon
da. El General Nieto corrió á tomar la reserva ; y de las
cuatro compañias que destinó á ese objeto, no halló sino la
de granaderos, al mando del Capitan D. Gabriel Eios. To
mó esa compañia, sin saber quien habia dispuesto, sin su
orden, de las otras tres, y ocupó el portillo del paso de la
quebrada honda, á fin de que algunos infantes y los mis
mos Dragones y parte de los Inmortales pasasen la que-
; brada, pues los fusilaba ya, impidiéndoles el paso, una
compañia de Ayacucho que habia vuelto á ocupar la isla
de la quebrada honda.
Colocado Nieto en el sitio referido, pudo reunir como
cincuenta y mas hombres, con los que so reforzó la com
pañia de Eios, que era de ciento veinte. Ordenó á Eios
que con la mitad de esa fuerza ó poco mas cargase á la ba
yoneta al batallon Ayacucho ; y con el resto fusilaba él á
la compañia de la isla. Se sostuvo de ese modo, hasta que
toda la caballeria pudo pasar la quebrada ; pero Eios en
sus cargas iba perdiendo mucha gente, y ya no le era posi
ble pasar, atacado por Ayacucho y por la compañia de la
isla. Nieto en tal apuro tomó ocho hombres, y poco mas
abajo penetró en la quebrada : pasó al otro lado, y se colo
có en la garganta opuesta á la subida tortuosa de la
quebrada honda. En una chicheria, que habia en ese la
do, se habian metido doce ó quince infantes con los piés
muy hinchados, y se reunieron á los ocho de Nieto ; y cu
biertos con los bordes de la subida de la quebrada, á man-
puesta tirotearon con seguridad, y desalojaron la compañia
de la isla. El muy valiente Capitan D. Gabriel Eios des
cendió á la quebrada acribillado por Ayacucho, aunque
auxiliado por los fuegos de Nieto.
— 70 —
Cuando se unió con el General Nieto, dieron la orden á
esos infantes que pudieron salvarse, se retirasen sobre Can
gallo, refujiándose en los maizales, porque no podian an
dar, ni habia ya caballeria que los protejiese en el llano que
media entre la quebrada honda y el alto de la Apacheta.
A poco que pasó el Capitan Eios, pudo unirse Otero, con
los pies muy hinchados y ahogándose de sed, pues no po
dia hablar una sola palabra.
Como el Dr. Valdivia se sostuvo en ese punto con el
jóven Gallegos, que por mas de media hora sirvió de ayu
dante al General Nieto en el centro, porque lo desampara
ron los ayudantes que eran oficiales del Estado Mayor ;
hizo Valdivia mezclar aguardiente en un vaso de agua,
para darle á Otero, y lo hizo montar en el caballo de Galle
gos, montando éste ¡i la grupa para cuidar á Otero que
apenas podia sostenerse. Se retiraron el General Nieto,
Eios, Valdivia, Otero y el jóven Gallegos ; y poco antes de
llegar al alto de la Apacheta encontraron á Castilla parado,
y con la pierna derecha puesta sobre la cabeza de la silla, y
su lanza á cierta distancia tirada en el suelo.
Nieto preguntó á Castilla : ¿ por qué se ha quedado Ud.
aqui ? Castilla contesto : porque esa canalla se ha ido en
completo desorden. En esos momentos llegó un oficial
mandado por Moran en busca del General Nieto, á decirle :
que él se habia puesto en la garganta de la bajada de la
Apacheta, á pié con dos pistolas en las manos, decidido á
contener á los Dragones en ese punto, ó á que lo lanceasen
y pasasen sobre él. Nieto hizo desmontar al oficial, y or
denó que montase Otero : le dió pistolas y le mandó que
marchase juntamente con Castilla, á quien- ordenó tomase
su lanza, y con Eios que también la tomó. A Valdivia le
dijo : desbarranquese por la derecha, y vaya Ud. á organi
zar lo que convenga en la Ciudad para nuestra retirada ; y
el se marchó á contener á Dragones, como se verificó real
mente ; y los pusieron en formacion en el primer llano al
pié de la Apacheta.
— 77 —
Valdivia descendió como pudo, y pocas cuadras abajo de
la Apacheta encontró que iban á pié el frances D. Teodoro
Moriniere, y otro frances, armados con escopetas de dos
cañones y sus municiones respectivas. Valdivia trató de
hacerlos regresar, despues de haberles narrado lo sucedido;
y no puedo hacerlos retroceder.
Cuando Valdivia llegó al sitio de las carreras de caba
llos, á la extremidad del pueblo de Miraflores, encontró á
D. Pio Tristan que sacaba algunos infantes de las chiche
rias próximas al sitio de las carreras. En esos momentos
llegaba del campo de batalla Quiróz, en una mula con silla
de cajon y pellon colorado, que habia tomado de un chaca
rero, porque su caballo herido no pudo continuar la retira
da. Valdivia bajó á la Ciudad, y encontró en la puerta de
la calle, esquina de la rancheria, á D. Luis Serna. Lo
saludó como amigo suyo que era ; y este le dijo, que pasa
das las dos de la tarde habia visto á Guarda, de lo que in
firió la pérdida en Cangallo.
Valdivia arregló los viveres, los hizo cargar y pasar á la
otra banda de la ciudad, y que lo esperasen los arrieros en
el sitio de Challapampa. Hizo cargar los fusiles útiles, y
alguna pólvora ; y lo que ya no se podia cargar lo hizo bo
tar al rio que estaba fuerte. Mandó los arrieros con seis
soldados, un cabo, un sargento y dos oficiales para que de
tuviesen a los arrieros en Challapampa y á los que lleva
ban ganado, é hiciesen comer las mulas de los arrieros y
el ganado, y tomasen algo para los soldados y peones ; y él
se fué á la pampa de Miraflores, donde al costado izquierdo
del sitio de las carreras, encontró en formacion toda la ca
balleria, que aun pasaba de quinientos soldados, entre Dra
gones é Inmortales. Como el Coronel Carrillo estaba a la
derecha, luego que divisó á Valdivia vino á encontrarlo y
le dijo:—mi Dr. : esta tropa está ya inmoralizada ; el Gene
ral está empeñado cou Castilla en cargar á los vencedores
que ya los tiene Ud. cerca. Como Castilla y Nieto obser
varon el movimiento de Carrillo, Nieto se adelantó, y en
— 78 —
centrando á Valdivia, le dijo : ¿qué le ha dicho ¡i Ud. Car
rillo ? Y como á poco llegó Castilla, Valdivia les refirió lo
que Carrillo le habia dicho. Nieto y Castilla se molesta
ron, y junto con Valdivia corrieron al frente de la caballe
ria. El General Nieto dijo a Castilla :—póngase á la
cabeza de sus Inmortales. Castilla partió á su lugar ; y
Nieto, con una voz de trueno, dijo á los Dragones :—"Dra
gones : estamos en un llano á propósito para que volvais
por vuestro honor. Yo voy á sacrificarme con vosotros en
defensa de la Eepública, del heroico pueblo Arequipeño, y
del honor del ejército peruano, á quien solo nosotros repre
sentamos en este momento. No admito gente forzada : los
que quieran pelear conmigo pasen adelante, y los que no
queden en su lugar." Pasaron adelante como cuarenta
Dragones de diferentes cuerpos. Castilla les dijo : queden
Uds. aqui conmigo. Hizo llamar al Coronel Carrillo, y le
dió orden de que se pusiese en retirada á Challapampa con
los que habian quedado firmes, y que alli aguardase sus
órdenes. A Valdivia le dijo : vayase á Challapampa á cui
dar de los viveres, y á situarme la tropa que lleva Carrillo,
donde juzgue Ud. conveniente ; yo le mandaré avisos repe
tidos.
Carrillo cumplio la órden, y Valdivia marchó rápidamen
te á Challapampa, eligió sitio á propósito para la caballeria,
donde pudiese tomar agua y forraje, y dar algo de alimen
to á los soldados. Cuando llegó Carrillo con su tropa, ya
Valdivia habia preparado forraje, de los maizales que se
hallaban en mazorca, y cerca del agua, donde tambien toma
ron los caballos y soldados : hizo dar pan suficiente á la
tropa, aumentó diez soldados mas ;í los custodios de los
arrieros y del ganado, los hizo marchar hacia Uchumayo, y
él se quedó con Carrillo aguardando las órdenes del General
Nieto. Al entrar ya la noche mandó Nieto un oficial, con
la órden para Carrillo que continuase su marcha en reti
rada para Vitor.
Carrillo se puso en marcha con su tropa, y Valdivia fué
— 70 —
é unirse con los arrieros, para conducir todo cuanto se lea
habia entregado.
Como ya cerró la noche, Valdivia encontró á los arrieros
como á tres leguas lejos de Arequipa. Parte de los arrie
ros habian cortado las reatas, botaron la carga y se huye
ron con' sus mulas. Lo mismo habian hecho algunos de
los que conduelan el ganado, llevándose parte de él, y los
viveres que pudieron. De los soldados se habian ido los
mas. No encontró sino al oficial, al sargento y á tres sol
dados. Valdivia hizo enterrar las cargas de fusiles, po
niendo señales encima; y pudo hacer conducir parte del ga
nado y algunas cargas de pan y de arroz. Como á las ocho
de la noche se encontraron Nieto, Iguain, dos ayudantes y
diez soldados con Valdivia en el alto de Uchumayo. Iguain
habia sufrido un golpe del caballo y se habia lastimado
una pierna. El General Nieto, dijo á Valdivia. En el
grupo que vimos descender del camino del botadero del
volcan habia bajado el español, Coronel Escudero, manda
do por el General Gamarra desde Lampa. No saben si
San Eoman ha muerto en la batalla ó fugó. Escudero es el
que ha bajado con el resto de la fuerza de San Eoman, que
no llegará á seiscientos hombres. Mandó una comision para
capitular ó que al menos no se. hiciese algun saqueo en la
Ciudad. Escudero ha ofrecido que tratará á la Ciudad
con toda consideracion, que por esa parte no se tenga rece
lo ninguno. Yo me he detenido mas de lo preciso, por
asegurar á mi familia, y prestarme algunos pesos para los
gastos indispensables. Valdivia le contó lo sucedido con
los arrieros y con los que conducian el ganado, y le pidió le
dejase algunos hombres de los que iban con él. Le dejó
seis hombres, y Nieto pasó adelante.
Como los arrieros que se desertaron se llevaron las me
jores mulas escojidas, Valdivia llegó al tambo del otro la
do de Uchumayo, y alli encontró al General, para quien
habian estado haciendo comida. Valdivia se acercó á salu
darlo, y el General quiso que se bajara para comer algo.
— 80 —
Valdivia le dijo: con lo que han hecho los arrieros atras, ya
no me separo de los que han quedado. Si me hace Ud.
dar algo de agua caliente le acepto ; y eso á condicion do
que mande Ud. uno de sus buenos ayudantes para que va
ya marchando al cuidado de las cargas. Nieto mandó á
los ayudantes, y Valdivia solo tardó el tiempo necesario para
tomar el té que le sirvieron, y montó á caballo. Al despe
dirse dijo en reserva al General. No sea Ud. confiado ;
porque ó de Arequipa viene una partida de Husares, y lo
toman á Ud.; ó si no va Ud. á la lijera á ponerse con Casti
lla de acuerdo, los Dragones lo amarran. Vaya Ud.; tome
cualquiera desayuno pronto, tome su caballo de tiro y
póngase á la cabeza de Inmortales con los pocos Dragones
que se le unieron en Miraflores en momentos tan supremos.
Asi lo verificó Nieto; y Valdivia llegó con trabajo á Vitor
al amanecer.
Hizo matar reces para los soldados, les proveyó de arroz,
pan y aguardiente, y continuó en busca de Nieto que se ha-
bia alojado mas abajo de donde se alojó Carrillo con Dra
gones.
Proveyó tambien Valdivia con reces y con lo demas ¡í
Inmortales y a los pocos Dragones de la confianza de Nie
to. Pasó despues á verse con Nieto, y encontró a éste con
Quiroz y con D. Gil Espino quehabia regresado de su co
mision á Caraveli, trayendo consigo ocho mil pesos que
habia podido reunir de la Provincia de Camaná.
El General Nieto habia ya separado dinero para pagar á
Dragones y á Inmortales, y destinó tres mil pesos para que
Quiroz y Valdivia se adelantasen á Islay á tomar los bu
ques que hubiesen, hiciesen aguada y comprasen todos los
viveres que fuese posible y los pusiesen á bordo.
Valdivia y Quiroz con mitad de los Dragones fieles, mar
charon inmediatamente para Islay. Llegaron al puerto,
hicieron todo lo que convenia, y prepararon rancho y forra
je para cuando llegase la tropa.
— 81 -
De Arequipa habia salido efectivamente una mitad de
Húsares y otra de gendarmes, y llegaron á Uchumayo dos
horas despues que Nieto habia salido de alli, y no pasaron
adelante, porque se les habia'dicho que toda la caballeria
habia pasado en buen orden. Cuando Nieto llegó á Islay,
halló todo listo. Hizo rancho la tropa, fon-ajeó la caballa
da y mulada. Despues dió orden para que un Jefe, con una
mitad de caballeria y oficiales escojidos condujesen la ca
ballada por la costa hasta Tacna.
El General Nieto y parte de la tropa de confianza, Qui-
róz y Valdivia, Bonifaz y algunos otros Jefes, se embarca
ron en la fragata "Libertad."
La fragata "Libertad" era velera, y sin embargo llegó al
puerto de Arica, despues de los otros buques, porque el di
rector de la fragata era ingles, pero estaba constantemente
beodo, y en las noches daba el General Nieto orden para
salir mar á fuera, por temor de que la fragata se estrellase
sobre la costa. Cuando la fragata echó ancla en el puer
to de Arica, el comandante Bonifaz, que se hallaba con los
demas compañeros sobre cubierta, levantó las manos al
cielo, diciendo : compañeros, demos gracias á Dios, pues
la fragata de puro vaqueana se ha venido al puerto, porque
este borracho ha podido sacrificarnos.
Desembarcada toda la fuerza, nombró el General Nieto
de Comandante del puerto, al Coronel D. Trinidad Moran.
Se encontró en Arica el General Nieto en las indagaciones
que hizo, con seis cañones de bronce, cuatro de á diez y
ocho y dos de á doce, y algunos fusiles en depósito en la
aduana. Nieto dió las órdenes mas activas para montar
los cañones y se hicieron terraplenes aprovechando de la
pared de un templo antiguo caido, que habia sido de la
Merced. Se hallaron algunas balas antiguas de fierro. Se
allanaron los obstáculos de las huertas de la chimba, y tra
bajándose dia y noche, con gente del pais y con parte de la
tropa se pusieron en servicio los cañones, con los bar
riles de pólvora, que Valdivia llevó de la maestranza de
— 82 —
Arequipa, tío trabajaron tarros de oja do lata, con me
tralla de cortadillo de barillas de fierro. Se hicieron
trincheras en todos los puntos convenientes, y se colocó la
fragata entre el puerto y el rio cubriendo ese flanco. Se
halló tambien en la aduana pólvora de fusil en pequeños
barriles y en tarros.
Dejado Arica y él resto del trabajo á cargo de Moran,
para continuar los trabajos acordados, pasó el General
Nieto á Tacna, y le entregó á Castilla toda la caballeria, ú
cscepcion de Inmortales que quedó en Tacna. Se le dió or
den para que tomase Moquegua, se hiciese de algun dine
ro y de caballos, tomase algunos hombres para infanteria,
herrase la caballada y diese avisos repetidos acerca de lo '
que adquiriese de la tropa enemiga.
En Tacna nombró Nieto á Iguain de Subprefecto. Man
dó que le hiciesen una levita; y como Iguain se habia por
tado bien en Arequipa sirviéndole al Dr. Valdivia como de
ayudante, Valdivia habia ya persuadido á Iguain á que
adoptara la carrera militar y le hizo dar con Nieto el grado
de Mayor.
Iguain habia hecho fijura notable como Diputado en el
Congreso, representando á Huanta, Provincia de Ayacucho.
Su talento era distinguido, su valor audaz, y tan filósofo en
todo, que no tenia mas que el vestido del cuerpo. La hon
radez de Iguain era indisputable y á la vez trabajador,
tesonero y patriota liberal como el primero.
Como Suprefecto en circunstancias tan criticas, respe
tando a todo el mundo se hizo respetar. Sostuvo al cuer
po de Inmortales, mandó doscientos hombres de refuerzo
á Moran, los vistió, mandó viveres para la tropa y para los
buques. Iguain no descansó una hora.
En Tacna recibieron á Nieto y á su tropa con un terror
extraordinario. El General Nieto y los DD. Valdivia y Mur-
guia, se alojaron en una casa vacia, que habia dejado Mal-
donado, Juez de 1. 53 Instancia, que se fugó para Moque
gua, con muchos otros, que se habian ido á diferentes puntos.
— 83 —
El General Nieto no encontró en la casa mas muebles,
que una tarima, dos sillas de las antiguas de Cochabamba
y una mesa grande. El ingles Estewenson (D. Luis), her
mano de D. Carlos, Jefe del Escuadron de Tacna, le man
dó á Nieto, cama, una alfombra, seis silletas y comida, para
Nieto, Valdivia y Murguia.
A los Inmortales se les alojó en el tambo ,y sabiendo el
cura arequipeño Dr. D. Manuel Zenteno, el estado en que
habian llegado esos jóvenes de familias decentes, les mandó
camisas, unas arrobas de chocolate, medias, pan, cigarros
y cuatro reales para cada uno.
Don Luis Estewenson y otro amigo le mandaron á Nie
to, la plata que les habia pedido prestada. Nieto le man
dó á Moran, dos mil pesos, azúear, té y algo de ropa para
los soldados.
Castilla dió aviso de Moquegua, que Gamarra y San
Roman, se hallaban cerca, con una fuerte division, pero
que no se retiraria, sino era posible, sin haberlos oontado y
asi lo verificó. A su regreso, acordó el General Nieto, que
Quiróz y Guarda con una mitad de caballeria, internasen la
caballada á Bolivia, para lo cual se adelantó un expreso al
Presidente Santa Cruz. Dispuso que el Dr. Valdivia se
adelantase al puerto de Arica, y acordando con Moran lo
que conviniera, se embarcará para Lima, con el objeto de
instruir al Gobierno de la verdadera situacion del Sur y de
lo que se habia proyectado y dispuesto en Arica para resis
tir á Gamarra, y para el caso de que con pelea ó sin ella
fuese conveniente retirarse.
Antes que Gamarra llegase á Tacna, y cuando en Arica
se ponian varias notas para Lima y cartas para varias per
sonas, que debia conducir Valdivia, se le dió aviso al Gene
ral Nieto,por uno de los Jefes de caballeria, de haber sido
solicitado para una revolucion que tenia por objeto entre
garse á Gamarra. La infanteria, compuesta de reclutas ,
aunque habian sido soldados, llegaba como á trescientos.
— 84 —

hombres, mandados por Moran y Gil Espino. Los sol


dados de caballeria eran mas de cuatrocientos y como no
venta los del escuadron Inmortales.
El General Nieto, acordó con Valdivia, fuese éste á darle
aviso en reserva á Castilla, y le dijese colocase en la plaza
con lanzas el escuadron Inmortales y que dijese tambien á
Moran, que cargando con mucha reserva, sacase la infante
ria y la colocase en tal disposicion en la plaza, llevando
municiones suficientes, y que le mandase una docena de
soldados escojidos con un sargento y un cabo. A la vez
mandó á sus ayudantes, para que fuesen á llamar indivi
dualmente á los Jefes denunciados y á los oficiales compro
metidos. Hizo cargar la guardia y dió orden al oficial para
que reunidos que fuesen los que habia mandado citar, estu-
biese listo para cumplir sus órdenes, sin que la guardia
fuese vista por los llamados.
Fueron llegando los Jefes y oficiales, y el General les
dijo: Señores : los he convocado á UU. para decirles que
tengo conocimiento de la revolucion que tratan hacer, lue
go que el General Gamarra llegue con su division á Tacna.
Estoy al cabo de los medios y recursos, con que UU. se pre
paran. Tal comportamiento es infame y efecto de una
cobardia que no corresponde a los defensores de la Nacion.
Yo he marchado siempre bajo el principio de no separar
me del sendero del honor, reputando muy honroso el pere
cer en defensa de la Nacion y de sus leyes.
Yo debiera poner á UU. ahora mismo en prision ; pero
son compañeros mios de armas, y estoy penetrado del dolor
de la degradacion que seria el resultado de la conducta de
UU. Quiero dar cuerda á mi corazon, que no queden
UU. manchados para siempre. De aqui mismo ó salen
UU. para irse á incorporar á Gamarra, enemigo de su pa
tria, ó se van á Bolivia, que los pasaportes los tengo hechos,
ó van UU. y sus Dragones á tomar fusil y pelear conmigo
contra Gamarra, cumpliendo asi el sagrado deber que nos
corresponde como á soldados.
— 85 —
Todos quedaron atónitos, y despues de bastante rato de
silencio, contestaron, como si hubiesen pactado antes. To
maremos fusil y nos dejaremos matar á la vista de UU.
El General Nieto, tomó el sombrero y su espada, y les
dijo: Señores, á su cuartel, traigan su tropa con lanza que
los espero en la plaza.
El General montó á caballo, halló á Dragones en la pla
za en formacion y lanza en mano ; peroró con calor á la
tropa, y dió orden para que Dragones arrimara las lanzas
á la pared de un costado de la plaza, tomaron fusiles y
quedaron á las órdenes del Coronel Moran y Gil Espino.
El Dr. Valdivia, se embarcó en la noche en un buque
Norte-Americano con direccion á Lima, con las instruccio
nes convenientes para el Gobierno.
El General Nieto, distribuyó su tropa á los lugares res
pectivos de defensa para recibir á Gamarra, que segun se
decia estaria al frente de Arica tal vez al dia siguiente.
En tal estado se presentó el Coronel D. Bernardo Escu
dero, comisionado por el General Gamarra, con el objeto de
hacer propuestas al General Nieto, y éste comisionó por la
suya al Coronel D. Camilo Carrillo y á D. Manuel Eoss.
El Coronel Escudero, propuso por escrito lo siguiente :
"El Coronel que suscribe, á nombre del General en Jefe
de su Ejército, como comisionado para transijir las actua
les desgraciadas desavenencias, propone en uso de su comi
sion la base siguiente, como fundamento del avenimiento
que debe celebrarse."
"Fedérense los departamentos del Sur, Ayacucho, Cuz
co, Puno y Arequipa ; póngase al frente de ellos el Sr.
General D. Domingo Nieto; y en el momento podrá dispo
ner de ambas fuerzas belijerantes, como Jefe de ellas ; te
niéndose entendido que la federacion deberá componerse
de tres estados : Bolivia, Centro y Norte ; y que el Gene
ral D. Andres Santa Cruz los presidirá á todos, y saldrá
garante al mismo tiempo, de cuanto se estipule, bajo esta
base.—B. Escudero.—Baltazar Pierda, Secretario."
— 80 —
Comunicada esta base inesperada al General Nieto, re
dactó el mismo la siguiente contestacion :
"Los infrascritos comisionados del Sr. General en Jefe
del Ejército del Sur, D. Domingo Nieto, en vista de la base
presentada por el Sr. comisionado del Ejército que ocupa
la Ciudad de Tacna, tienen el disgusto de decir en respues
ta, que les es absolutamente vedado por sus instrucciones,
aceptar como base de la negociacion que han sido llamados
á celebrar, toda propuesta semejante á la que ha sido pre
sentada por el Sr. comisionado á quien se dirijen. El Sr.
General Nieto, considera muy circunscripta la esfera de su
poder para osar echar sobre si la enorme responsabilidad
de disponer de los destinos y de la forma de Gobierno de
su patria, en la que cree, no puede hacer por si solo, ni en
su calidad de General, ni como simple ciudadano, mudan
zas é innovaciones, ni de un carácter tan serio, ni de otra
alguna especie."
En vez de la base ya indicada, los comisionados que
suscriben se permitirán ofrecer al Sr. comisionado otra, en
la que reposarán las demas estipulaciones, que sucesiva
mente se acuerden, consultando los intereses de ambas
partes, y ante todo los de la Nacion. Esta base es la si
guiente :
''Eeconózcase, por el ejército que ocupa actualmente la
Ciudad de Tacna á S. E. el Presidente ^Provisorio de la
Bepública; y hagase igual reconocimiento por todas las
fuerzas que ocupan los departamentos de Cuzco, Puno y
Arequipa.—Arica, Mayo 10 de 1834.—(Firmados) —Cami
lo Carrillo.—M. Ross.—Miguel Saldivar, Presidente."
"El Coronel que suscribe, ha visto con placer, que los
SS. comisionados por el General D. Domingo Nieto, cor
respondian á su vez, con una segunda proposicion ; mas
despues de haberse declarado por la negativa de la primera,
no le es ya permitido admitir ninguna otra ; aunque si po
drá hacer presente á su Jefe, no solo aquella á que se con
trae, sino tambien cualquiera otra que se gustase hacerle,
— 87 —
comprometiéndose únicamente por su parto, ;í solicitar todu
clase de transaccion, siempre que no se oponga al lustre y
decoro de sus compañeros de armas, y de la causa que han
abrazado.—B. Escudero."
En fuerza de la negativa del General Nieto, Gamarra y
su division se pusieron en retirada; y Nieto dió orden in
mediatamente al Coronel D. Eamon Castilla, para que en
mulas y en los caballos que pudiese encontrar, emprendiese
marcha rápida por la costa en direccion á la Ciudad de
Arequipa. Nieto embarcó el resto de tropa y todo el equi
po, con direccion al puerto de Islay. Antes de que llegase
al puerto, le vino una lancha en alcance y le dió la noticia
de la reaccion hecha en Arequipa el 20 de Mayo con todas
las fuerzas que Gamarra habia dejado de guarnicion on esa
plaza.
Gamarra se habia separado del General Bermudez para
venir en auxilio de San Eoman contra el General Nieto,
dejando á Bermudez en marcha para reunirse con las fuer
za del General Frias, que de Ayacucho marchaba tambien
en alcance do Bermudez, y se habian reunido en Aco-
bamba.
Orbegoso, que marchó de Lima, en persecucion de Ga
marra, llegó á Huancavelica, y de alli adelantó al General
Miller, hasta los molinos.
El 10 de Abril, el General Bermudez, reunido ya con
Frias, llegó á los molinos, y despues de algunos tiroteos,
regresó Miller á Huailacucho, donde Orbegoso se reunió
«on todas sus fuerzas.
El 17 de Abril de 1834, en la madrugada se movió Frias,
andando dos leguas por las alturas de los cerros, que deno
minan á Huailacucho. Orbegoso tenia tres batallones y
dos escuadrones y lo acompañaban los Generales: La
Fuente, Miller, Cerdeña, Necochea y Otero.
Huailacucho, es un terreno estrecho en que no era posi
ble desplegar la tropa, y completamente dominado por las
fuerzas de Frias, que ocupaban las alturas. Orbegoso su
— 88 —
frió impunemente los fuegos superiores, y al retirarse, co
mo el rio Huancavelica que está al pié de Huailacuchor
estaba cargado y no daba paso franco por cualquiera parte,
perdió Orbegoso los equipajes y muchos soldados, en retira
da en desorden.
El General Frias descendió de la altura, á perorar y de
tener á los soldados de caballeria de Orbegoso, confiado en
que antes habia sido Jefe de ellos por mucho tiempo ; pero
entre los soldados que fugaban á retaguardia, se hallaba un
sargento de caballeria, á quien Frias habia maltratado
cuando estuvo á sus órdenes ; y observando que Frias se
habia adelantado mucho de su tropa, reunido con dos de
sus compañeros, volvió el sargento rápidamente atras con
lanza en ristre ; el General Frias, trató de regresar, pero
rehusó el caballo y se paró de dos piés, en cuya situacion
lo atravesó el soldado con su lanza y cayó muerto. El sar
gento se apeó, le quitó la rica capa bordada con broches de
oro y se puso en salvo.
Orbegoso al otro lado del rio de Huancavelica, pudo reu
nir sus dispersos á beneficio de los fuegos de dos compa
ñias de infanteria que Salaverry (Felipe Santiago) habia
reunido para protejer el paso de los dispersos.
Orbegoso marchó hasta el pueblo de Maquinhuayo, per
seguido por las fuerzas de Bermudez mandadas por Eche-
nique (D. Eufino) que ocupó Huancayo.
Como Orbegoso habia ya recibido la noticia de la derro
ta de San Eoman, verificada en 2 de Abril en la pampa de
Miraflores de Arequipa, pudo conseguir que Echenique le
entregase su fuerza, verificándose en Maquinhuayo el abra
zo de ambas divisiones con las cuales descendió Orbegoso
hasta Lima.
Cuando Gamarra hizo en Tacna el ofrecimiento para que
se declarase Jefe del Sur, el General Nieto, habia tenido ya
noticia del suceso de Maquinhuayo.
Ketirado Gamarra de Tacna con su division, y cuando se
— 89 —
hallaba en marcha entre Torata y Puno, se le revolucionó
la tropa, se le dispersó, y Gamarra, San Eoman y los Jefes,
fugaron á Bolivia.
El General Nieto llegó á Arequipa y fué recibido con un
entusiasmo sin limites. Eecojió las noticias relativas á la
entrada de Escudero á Arequipa en la tarde del 5 de Abril
con la tropa vencedora en Cangallo, que so redujeron a lo
siguiente. Escudero y los restos de tropa de Cangallo, en
traron á la ciudad al anochecer el 5 de Abril, corriendo la
voz, que San Eoman habia muerto en la batalla de Canga
llo; pero ya hemos dicho que fugó hasta Tayataya. La
tropa de Escudero durmió en la plaza mayor y varios sol
dados se desvandaron en grupos para robar.
La familia de Gil Espino, fué estropeada y le saquearon
la casa. Saquearon tambien las casas del Dr. Diaz, la de
los DD. Castro y algunas otras.
Al Dr. Dávila de la Corte, lo desnudaron en la calle de
la Compañia. A D. Jorje Velarde le quitaron siete onzas
de oro, y á su hijo D. Eafael lo hirieron en la cara. Al Dr.
D. José Zuzunaga y á D. Genaro Salas, les quitaron las
capas en la calle y los desnudaron, lo mismo que á D. An-
jel Sanchez, y forzaron á varias mugeres.
El 10 de Abril en la noche, llegó San Eoman á Arequi
pa, pasó partes a Gamarra de dos victorias conseguidas por
él, el 2 y el 5 de Abril, contra las fuerzas del General Nie
to, en las cercanias de Arequipa.
El 12 de Abril, amanecieron dos mugeres muertas por
los soldados. El mismo dia, proclamó San Eoman y exi-
jió que el Prefecto Dr. D. Manuel Asencio Cuadros, publi
case bando, haciendo reconocer á Bermudez por Jefe Su
premo de la Eepública. Cuadros se negó y fué colocado de
Prefecto el Dr. D. Andres Martinez, quien publicó el bando
el mismo dia 12 de Abril, para que se reconociese á Ber
mudez. El reconocimiento lo fundaba Martinez en que la
Convencion no habia tenido facultad para elejir Presidenta
Provisorio.
12
— 90 —
El 13, asistieron las corporaciones al reconocimiento del
General Bermudez, arengando por la Corte el Dr. Luna
Villanneva. Las demas corporaciones, guardaron silen
cio. En la Catedral se celebró una misa solemne de gra
cias.
El 12 de Abril, fusilaron en el cuartel de San Francisco
á uno que le supusieron era espia. El Coronel Escudero,
para contener el saqueo, en los dias 5 y 6 de Abril, habia
hecho fusilar 4 soldados y un sargento, de los que cometie
ron los saqueos y robos referidos.
Apresaron al Dr. D. Manuel Toribio Ureta, lo pusieron
en un calabozo, y se habia acordado le dieran doscientos
palos, de cuyo castigo se salvó por los empeños de varias
personas caracterizadas, y por la proteccion del Capitan
D. Nicolas Coronel, que dió el aviso oportuno y reservado
á la familia del preso.
Como la poblacion habia sido espontáneamente declara
da en contra de la revolucion de Gamarra y Bermudez, la
hostilidad, que principió á manifestarse contra ella, desper
tó su brio y principió á seducir oficiales y entre ellos al ma
yor D. Juan Lobaton. Esto salió el 18 de Mayo con tres
compañias del batallon Ayacucho, y se pronunció en la pla
za mayor por la Convencion y por Orbegoso, vivando al
General Nieto. Como en las noches auteriores, varios gru
pos de la tropa enemiga, habian vivado al General Nieto,
y con esa ficcion prendieron á varios paisanos que les creye
ron y maltrataron á varios de ellos, el paisanaje que ya es
taba en parte dispuesto para la reaccion, se agolpó á la pla
za mayor, con motivo de que los soldados que se hallaban
en ella y algunos oficiales se habian resistido á seguir á
Lobaton en sus vivas.
El pueblo que suponia, que esos vivas de la plaza y esa
resistencia eran finjidas, aprovechó el lance y cargó sobre
la tropa. Desgraciadamente el mayor Lobaton y algunos
soldados cayeron muertos á los primeros tiros del pueblo
— 91 —
El teniente Tirado, que lo fue del primer batallon Libres y
algunas paisanos cayeron muertos, pero la tropa fué rendi
da. El pueblo se apoderó de los cuarteles, apesar de su
resistencia.
El 19 de Mayo, se nombró por el pueblo de Prefecto á
D. Mariano Llosa Benavidez y á D. Pio Tristan de Co
mandante Militar. En ese dia murió de un balazo, el va
liente patriota D. Bartolomé Talavera.
El 20 de Mayo, se tuvo noticia en Arequipa del abrazo
de las tropas de Maquinhuayo. El 22 se supo el pronun
ciamiento del batallon Paruro en Andahuailas.
El 23, volvió la Prefectura al Dr. Cuadros. El General
Nieto, tomó las providencias mas activas, para ocupar Pu
no y Cuzco.
Cuando el Dr. Valdivia llegó al Callao, encontró presos
en el castillo al General D. Pedro Bermudez y al Ministro
Pando, juntos en una misma pieza, y en el alto de uno de
los torreones halló preso al General D. Antonio Gutierrez
de la Fuente, por imputacion de que trataba de revolucio
nar contra Orbegoso.
El Dr. Valdivia, visitó á Bermudez y á Pando, con quie
nes habia contraido amistad anterior en Arequipa. Pasó
despues á Lima, se presentó á Orbegoso y quedó asombra
do al ver que ni se hizo caso de la comision que llevó, ni se
cuidaban de lo que pudiese haber sucedido ontre las divi
siones de Gamarra y Nieto.
Orbegoso, sin tomar providencia ninguna sobre el Sur,
le encargó á Valdivia rejistrase todas las cartas y comuni
caciones oficiales que habia recibido durante su campaña,
todas las cuales estaban cerradas y en un saco. Con tal
motivo pudo imponerse Valdivia de los hechos privados y
públicos, relativos á toda esa época memorable. Entre las
cartas halló una del Coronel de Dragones D. Camilo Carrillo,
en la cual en contestacion á una de San Eoman, le decia á
éste : que si Santa Cruz, le mandaba al General Nieto el
— 92 —
auxilio que le habia pedido, contase con que el regimiento
de Dragones se le pasaria : pero que si no venia tal auxilio
y llegaba el caso de una batalla, los Dragones no pelearian
contra él.
El General Orbegoso, le ofreció al Dr. Valdivia el Eecto
rado de San Carlos y una Canongía en Lima ó Arequipa.
Valdivia le contestó, dándole las gracias y diciéndole que
no habia expuesto su reputacion y su vida por adquirir
empleos : que él se habia propuesto dar el ejemplo de lo
que habia enseñado á sus muchos discipulos y á sus amigos
de servir á la patria, cuando ésta exijiese sus servicios, y
que á él le bastaba su profesion de abogado para subsistir
y conservar -su independencia.
Durante el tiempo que el Dr. Valdivia estuvo en Lima,
lo presentó el General Orbegoso á muchas personas nota
bles, y con tal ocasion adquirió algunas amistades. Valdi
via tuvo datos fidedignos que el General Salaverry trataba
de hacer revolucion, y el mismo Orbegoso le dijo en reserva,
que le habian hecho ya algunas denuncias, pero que no las
creia absolutamente.
Una noche que el General Orbegoso tomaba té con Val
divia, dos de los Ministros y algunos Jetes de confianza,
entró Salaverry, y Orbegoso le dijo : Salaverry, me han di
cho varias personas que trata Ud. de hacerme revolucion.
Salaverry, con aquella risa ferina, que jamás le bañaba el
rostro de placer, contestó : si asi fuese, Sr. General Presi
dente, principiaria fusilando primero á V. E. Algunos de
los circunstantes se rieron : pero el General Orbegoso, no
pudo disimular lo bastante la molestia que le ocasionó tal
insulto.
Como el Dr. Valdia habia adquirido alguna confianza
con Salaverry, en una visita que le hizo á éste, le dijo :
Deveras General, son muchos los datos que hay para po
der creer que Ud. trata de hacer revolucion ; sin duda Ud.
se cuida poco de las personas de quienes se fia. Ud. me
ha dispensado alguna confianza : en virtud de ella, me
— 93 —
atrevo á decirle : que si llega Ud. á verificarla se pierde
Ud., como se han perdido Gamarra y Bermudez, y le su
plico que en tal caso no se meta Ud. con mis paisanos.
Salaverry, riéndose le puso la mano derecha sobre el hom
bro y le dijo : Dr. Valdivia, es Ud. todavia muy recluta en
asuntos de guerra y en politica. Si llegara yo á verificar
la revolucion ¿juzga Ud. que haria caso de sus paisanos?
entienda Ud. que para mi no son otra cosa que unos cotor
ras. No tenga Ud. cuidado alguno, de lo que digan mis
enemigos. Están empeñados en ponerme mal con el Ge
neral Orbegoso, porque me ha hecho General y me prefiere
á todos.
El Dr. Valdivia, regresó a Arequipa y paso á visitar al
General Nieto antes de ir á su casa, y le impuso del verda
dero estado de Lima. Nieto le alcanzó un papel, diciéndo-
le: vea Ud. ese documento que le he conseguido. Lo leyó
Valdivia y era la orden general, por la cual, el General Ga
marra en Arequipa, habia puesto fuera de la ley al Coronel
D. Trinidad Moran, á D. Juan Gualberto Valdivia y á D.
Pablo Vera. Despues de la lectura, rompiendo Valdivia
el papel en pequeños trozos, le dijo á Nieto : A Ud. le cons
ta ya que sé perdonar á mis enemigos y servirlos, y Ud. no
ha debido conservar este documento que podia hacerme
altar á mi propósito lo cual debo á Dios y no á nadie. Oja
lá que llegara ocasion que yo pudiera salvar la vida de
Gamarra, y se despidió.
Pasados algunos dias, el General Nieto, fué á buscar al
Dr. Valdivia y le mostró la nota por la cual le ordenaba
Orbegoso, fuese inmediatamente á Lima á encargarse dela
fuerza ; y en carta privada le suplicaba á Nieto, que como
amigo no se escusára porque su presencia le era necesaria
en la capital, pues tenia que salir para el Sur á organizar-
la del modo mas conveniente. Valdivia le dijo : ya le he
instruido á Ud. de la verdadera situacion de Lima. Sala
verry hace la revolución ; y puede ser que como él adula y
engaña á Orbegoso le haya sujerido la necesidad de que
— 94 —
Ud. vaya, á hacerse cargo de las fuerzas de Lima. Lo
juzgo asi porque conozco á Orbegoso mas que á Ud. y tam
bien á Salaverri. Orbegoso no cree que Salaverry revolu
cione contra él ; y Salaverry debe temer que quedando Ud.
en Arequipa forme tropa, como lo ha hecho Ud. contra
Gamarra y Bermudez. Por lo mismo que Orbegoso trata
de dejar Lima para venir al Sur, Salaverry se ha de llamar
expedito para amarrar a Ud. sino lo engaña. Vaya Ud.
á Lima, si su obediencia lo obliga á ese sacrificio : pero no
extrañe Ud. que yo no le escriba, ni conteste las cartas que
Ud. puede enviarme, porque no me expondré á que Salaver
ry tome carta mia. Estoy seguro que el mismo Sr. Luna
Pizarro está engañado como protector que ha sido de Sala
verry y tuvo parte para que Orbegoso lo hiciera General.
El General Nieto, oyó con calma á Valdivia y se redujo
¡t decirle : como militar he obedecido siempre las órdenes
de mis superiores. Estoy muy enfermo del higado y pa
rece que la venida personal de Orbegoso al Sur, segun me
han escrito tiene por objeto ganarse amigos para que lo
eli jan Presidente Constitucional ; y como en las elecciones
pasadas, en esta Ciudad y en muchas de la Kepública, me
honraron con votos para Presidente, puede ser que Orbe
goso tema que yo haga negocio en el Sur y le haga compe
tencia. He dicho á Ud. y es Ud. testigo de algunos he
chos, que no aspiro al mando y que conozco.'que por mi
honradez, seria sacrificado en ese puesto. Si tuve alguna
ilusion en otro tiempo, le confieso á Ud. cordialmente que
desapareció en mi, desde que Gamarra apresó, depuso y
desterró al muy honrado y muy valiente General La Mar,
aquien debió el Perú en gran parte su Independencia;
pues la batalla se aceptó en Ayacucho como ya le he nar
rado á Ud. varias veces, solo por La llar, á pesar de la re
sistencia del General Sucre. La Mar consiguió la junta
de guerra y conquistó al General Córdova y á los de
mas Jefes para obtener sus votos en la reunion. A mi me
tocó el honor de ser ayudante del General La Mar en esa
— 95 —
batalla y fui testigo de lo que valia el General La Mar.
El General Sucre se obstinaba en su negativa y le decia
fc al General La Mar : si perdemos aqui, se pierde no solo el
Perú, sino tambien Colombia y aparte de la victoria adqui
rirán los españoles tal reputacion, que será difícil arrojar
los despues del territorio.
Las razones con que el General La Mar apremiaba á
Sucre, no eran contestadas por éste. General Sucre, le de
cia : Nuestro ejército es muy inferior al de los españoles.
Hemos perdido en Corpahuaico parte del mejor batallon,
los equipajes y la artilleria. Los españoles han debido
adelantar fuerza, para cortarnos la retirada hácia Huanta»
Los caballos han perdido sus herrajes y la tropa su calza
do. Nuestro ejército tiene que retirarse por pueblos ene
migos y sin descanso. La retirada hasta Lima 6 lca, es de
inmensa distancia y basta para destruirnos.
Los españoles, no se como, han podido ocupar este cerro
elevado de Condorcunca, donde no tienen auxilio de ningu
na clase. Nosotros ocupamos este precioso llano, reducido
eomo para nuestra fuerza pequeña, que ni por su frente,
ni por sus dos flancos pueden acometernos I03 enemigos
en formacion. Tenemos á retaguardia el pueblo de Quinua,
de donde podemos recibir auxilios. Los españoles están
colocados en la dura precision de atacarnos. Nuestro ejér
cito es valiente y no pudiendo el enemigo desplegar toda su
fuerza debemos contar probablemente con la victoria.
Tales razones obligaron á Sucre en definitiva á acceder
á la junta de guerra propuesta por el General La Mar.
Este contaba con el voto de los Jefes peruanos, como Ge
neral en Jefe que era de ellos ; y ocurrió á conquistar al
General Córdoba, Colombiano, amigo suyo. Despues que
el General La Mar le refirió todo lo acaecido con Sucre,
Córdoba que se hallaba sentado dió un salto y abrazó al
General La Mar, diciéndole : mi General, cuente Ud. con
migo y con mis compañeros y que se dará la batalla, y ma
ñana seré General de Division ó estaré en los infiernos.
— 96 —
Habiéndose emitido en favor de la batalla un voto casi
general, se retiraron los Jefes y Sucre le dijo á La Mar :
ha salido Ud. con su intento. Yo deseaba lo mismo y he
estado autorizado por el libertador para aceptar la batalla
donde yo lo tuviese por conveniente ; pero mi responsabili
dad me obligaba á obrar, como lo he hecho. Vaya Ud, á
disponer la linea y que todo esté listo para mañana.
Cuando el General La Mar, vió en la madrugada del dia
siguiente, bajar algunos cuerpos de españoles, nos dijo á
sus ayudantes : hijos, demos gracias á Dios, hoy dia el
Perú será libre. Corrió á caballo donde Sucre y le dijo :
todo está preparado, puede Ud. ir á mandar la linea. Yo
me he elejido la izquierda para tener que vérmelas con el
loco Valdez.
El General Nieto, entristecido en este momento, le dijo
al Dr. Valdivia : cuando á un hombre tan eminente, como
el General La Mar, cuya pericia militar era reconocida por
Canterac, cuya honradez, bondad y cultura, han quedado
gravadas en los corazones de cuantos tuvieron la felicidad
de tratar á ese homhre extraordinario, tuvo Gamarra la
indignidad de prehenderlo y desterrarlo al pais insano de
Costa Eica, donde murió, ¿juzga Ud. que con esa expe
riencia pueda yo aspirar á la presidencia del Perú ? Co
nozco muy bien á Orbegoso y á Salaverry. Ambos aunque
por distinto camino aspiran á la presidencia.
Yo haré un sacrificio por mi honor, cualquiera que pue
da ser mi suerte futura. Obedeció la orden de Orbegoso y
aunque enfermo se marchó para Lima. A su llegada se
le encargó de la fuerza. A poco fué revolucionado el cas
tillo del Callao, por el sargento Becerra ; y se dijo que lo
habia sido en favor del General La Fuente.
Los Generales Nieto y Salaverry atacaron el castillo y lo
tomaron, y Salaverry quedó en el castillo, Orbegoso se ha
llaba en viaje para el Sur.
Castilla se hallaba de Prefecto en Puno. Desde princi
pios de Octubre de 1834, dió aviso por nota oficial al Minia
— 97 —
tro de la guerra que tenia noticias positivas que se trataba
de revolucion en los departamentos de Puno y Cuzco. Por
nota de 15 de Octubre fué 'mas explicito diciéndole al Mi
nistro que se habia certificado de la existencia de un plan
revolucionario que debia desarrollarse muy en breve sien
do el centro de esa operacion la fortaleza del Callao y la
guarnicion del Cuzco. El mismo aviso le dió al Mariscal
Miller, Comandante General del departamento de Arequi
pa, pidiéndole alguna fuerza, para contener á Puno y al
Cuzco si le fuese posible.
Por carta de 8 de Octubre, le dijo Castilla á Orbegoso, en
reserva, que el batallon que mandaba D. Eufino Echenique
en el Cuzco, inspiraba mas cuidados que los prófugos, Ga-
marra y San Eoman existentes en Bolivia : que existia el
plan del General Santa Cruz para separar el Sur del Perú
del Norte. Que se agregaban otras circunstancias, como
las correrias de Echenique por dos provincias de Puno,
bajo diferentes pretextos, y la situacion de dos mil infantes
bolivianos y quinientos de caballeria al otro lado del Desa
guadero. El mismo Castilla, por carta de Puno de 7 del
mismo Octubre, le decia: "me etc." me ratificó en el conte
nido de micarta de ayer. La traicion está organizada en todo
lospuntos de la República. Salaverry, el agraciado y proteji
do por Ud. está á la cabeza de ella. Echenique está encar
gado de hacer y sostener con su batallon la revolucion en
los departamentos del Sur. Santa Cruz debe auxiliarle
como interesado en establecer la federacion.
En Lampa hay varios oficiales, de los cuales ha marcha
do uno al Cuzco, con el objeto de regresar con los datos
del dia, hora y modo que debe estallar la revolucion en
aquella Villa y despues en Puno."
Orbegoso, sin embargo de tales avisos entregó el mando
en Lima, al Presidente del Consejo de Estado D. Manuel
Salazar y Baquijano, de notoria probidad y patriotismo y
marchó al Sur, con un batallon y un escuadron con el ca
rácter de General en Jefe.
13
— 98 —
Orbegoso adquirió en Ayacucho y en el Cuzco, datos po
sitivos de la revolucion, como promovida por los Generales
Gamarra, La Fuente y Salaverry ; pero no podia descubrir
á los que en reserva y por amistad le daban tales avisos.
Se limitó á escribir una carta al General Santa Cruz, Presi
dente de Bolivia, diciéndole que Gamarra asilado en esa
República, tramaba revolucion en el Perú.
Orbegoso, reconvino en el Cuzco al Coronel Bujanda y
al de igual clase Lucio de la Bellota y aun los amenazó.
Bellota se quejó al Consejo de Estado.
Orbegoso, depuso en el Cuzco á dos oficiales y los mandó
á Lima, para que allá prestaran sus servicios ; y el Gobier
no oficialmente le exijió razon motivada de esa deposi
cion.
Orbegoso tuvo en el Cuzco noticia oficial, que antes del
1.° de Enero de 1835 debia llegar clandestinamente al
Callao el General La Puente y que el sargento Becerra ha
bia estallado la revolucion en las fortalezas : que habia sido
sofocada al segundo dia por el General Nieto y que Sala
verry habia sido colocado por el Gobierno, Jefe interino de
las fortalezas.
Algunos SS. del Cuzco le hablaron á Orbegoso con deci
sion sobre la necesidad de establecer el sistema federal por
que la centralizacion en Lima, tenia arruinados á los de
partamentos del Sur. Orbegoso les contestó que la varia
cion de sistema de Gobierno solo puede hacerse legitima-
mente por la Eepresentación Nacional. Cerciorado de esas
opiniones, se marchó para Puno, y mandó para Arequipa
un batallon.
CAPITULO III.
REVOLUCION DEL GENERAL FELIPE SANTIAGO SALAVERRY.
En los primeros dias de Marzo, recibió Orbegoso oficial
mente en Arequipa la noticia de la revolucion de Salaverry,
hecha el 23 de Febrero de 1835, en las fortalezas del Ca
llao, de la expatriacion del General Nieto, para California
en la "Peruviana" y la retirada del Gobierno para Tarma.
Eecibió la autorizacion extraordinaria hecha por el Consejo
de Gobierno el 23 de Febrero de 1835, el articulo 3. ° de-
cia: "si por un desgraciado acaso el Gobierno se halla
oprimido ó depuesto por la fuerza, el General Presidente
de la Eepública, D. Luis José Orbegoso en cualquiera par
te donde se halle reasumirá el mando Supremo." Por el
articulo 1.° se decia: "queda el ejecutivo facultado para
tomar cuantas medidas sean convenientes para restablecer
el orden."
El General Orbegoso, formó del batallon Libres, reforza
do escuadron, guias y dos fuerzas de campaña una division
que, á las órdenes del General Valle Eiestra, hizo embarcar
en Islay para que obrase sobre la capital, debiendo agre
gársele las fuerzas que tenia en lca el General Juan José
Salas. Esa division llevó de repuesto cuatro cientos fusi
les y debia ponerse de acuerdo con el General Necochea,
que con una columna se hallaba en Jauja.
Dió tambien orden para que el Mariscal Guillermo Mi-
11er, marchase del Cuzco sobre Ayacucho con el batallon Pi
— 100 —
chincha y el batallon lanceros, 13 de Enero, debiendo reu
nirse en su marcha al batallon Ayacucho y situarse en Jauja.
Que el batallon Defensores de la Libertad, viniese del Cuz
co para Arequipa y embarcado en Islay se reuniese á la di
vision Valle Eiestra. Que en Arequipa se formase un ba
tallon sobre dos compañias de Ayacucho y se organizase
un escuadron lijero. Dadas tales órdenes debia Orbegoso
irse por mar á mandar personalmente la division Valle
Eiestra.
El 20 de Marzo, tuvo noticia Orbegoso que el 14 del mis
mo habian apresado en el Cuzco al Mariscal Miller y á sus
Jefes. Que en Lampa se habia sublevado el Capitan Bel-
tran el 17 de Marzo y Zubiaga en Ayacucho el 19.
El General Castilla, Prefecto de Puno, mandó contra
Beltran la fuerza que pudo reunir y esa se sublevó en Ca
racote el 22 de Marzo, prehendiendo á su Comandante.
El 23 de Marzo, dimitió Castilla la Prefectura de Puno y
en el mismo dia proclamaron en esa Ciudad el sistema li
beral, noticia que obtuvo Castilla en Vilque en marcha para
Arequipa.
San Eoman, que se hallaba asilado en la Paz, se vino á
Puno inmediatamente, se apoderó de la Prefectura y Co
mandancia General y levantó un batallon.
El General Orbegoso, por medio de su Ministro en Boli-
via ocurrió al Gobierno de esa Eepública, á fin de que evi
tase la evasion de Gamarra ; pero cuando el extraordinario
llegó a Chuquisaca, Gamarra habia fugado ya de Cocha-
bamba en direccion al Perú y fué detenido en Oruro y re
gresado hasta Chuquisaca. Se alojó en la casa del Minis
tro peruano, Dr. La Torre, se entendió con Santa Cruz y
regresó al Perú con permiso del Gobierno de Bolivia, ha
biendo acordado con él, el que declarase independientes los
cuatro departamentos del Sur.
El General Castilla llegó á Arequipa con su Secretario
Dr. Andia y los tenientes Cano y Valverde. El 27 de Mar
— 101 —
zo se presentó al Presidente Orbegoso á presencia del Dr.
D. Manuel Asencio Cuadros, D. Mariano Llosa Benavidez,
D. Pio Tristan y otras personas y despues del saludo con
un arranque de exaltacion propia de su carácter, le dijo al
Presidente Orbegoso : Ud. es la única causa de la ruina de
la Eepública y la suya propia. Le renuncié á Ud. varias
veces el Generalato y la Prefectura de Puno por salvar mi
honor, porque preveia lo que ha sucedido hasta hoy. La
revolucion de Salaverry, Gamarra y demas enemigos de la
Patria, se la ha anunciado á Ud. con anticipacion y repe
tidas veces. Ud. no ha ignorado que Santa Cruz la fomen
taba, y entienda Ud. que tambien ha tenido parte el Minis
tro, Dr. La Torre.
Eecuerde Ud. que en Junio de 1834 le dije á Ud. de ofi
cio y en carta particular muy circunstanciada, que el Coro
nel D. Anselmo Quiroz á su regreso de Bolivia habia veni
do proclamando el plan criminal de agregar el Sur del
Perú á Bolivia ó de que se hiciese la Confederacion de dos
estados del Perú y de Bolivia, bajo la Presidencia del Ge
neral Santa Cruz ; que para esa traicion me habló Quiroz
á nombre de Santa Cruz, ofreciéndoseme el mando del es
tado del centro, recursos metálicos y los demas que se ne
cesitasen ; que Quiroz seria Prefecto de Arequipa donde
decia haber muchos adictos al plan ; que los Comandantes
Coloma y Guarda que de Bolivia llegaron con Quiroz, de
cian lo mismo y que el Ministro La Torre protejia el plan ;
que en su virtud le habia exijido alejase á Quiroz del Sur y
de Lima á Salaverry, porque éste se hallaba en combinacion
con los del Cuzco para revolucionar.
Orbegoso, habló desembarazadamente disculpándose.
Castilla le oyó con impaciencia y se despidió.
Poco despues, pasó Castilla á visitar. al Dr. D. Juan
Gualberto Valdivia y le narró detenidamente su entrevista
con Orbegoso y cuanto sabia relativamente al Perú y á los
planes de Santa Cruz y al final dijo resueltamente. Me
tiene tan fastidiado éste Orbegoso con su nulidad, que estoy
— 102 —
determinado aun á dejar la casaca. Ud., yo y los demas,
que hemos trabajado tanto por este hombre seremos sacri
ficados por él y talvez vergonzosamente.
El Dr. Valdivia le contestó: amigo mio, ya es tarde,
para que Ud. y yo volvamos cara al frente de los peligros
que amenazan á la patria; por ella suplico á Ud. que no
vuelva á decir á nadie lo que me ha dicho. Se diria que
por cobardes nos haciamos los quejosos para salvar nuestra
miserable existencia. Es verdad que solo Arequipa queda
en pié en defensa de la Eepública, sin mas que trescientos
hombres, sin armamento, sin dinero y sin un Jefe de cabe
za y corazon. Temo que tengamos que luchar, contra todo
el Perú y contra Bolivia ; pero nada importa. La buena
causa no depende de las victorias. Perezcamos juntos,
con gloria y que queden los enemigos cubiertos de victoria
infame. Ud. y yo, debemos hacer toda clase de esfuerzos
en defensa de la Bepública, de Orbegoso, como Presidente
legal que es, y de éste pueblo heroico que arde de entusias
mo por la libertad y por las leyes.
Eecuerde Ud. que á pesar de mi fundada resistencia, Ud.
fué, quien á nombre de la patria, me obligó en 1829, á aso
ciarme á militares, cuya amistad habia rehusado siempre; y
que en el memorable año pasado de 34, ni Ud. ni yo, ni
nuestro comun amigo Nieto, hemos reservado sacrificio
alguno para salvar la Eepública y que este pueblo nos ha
dado ejemplo de un patriotismo que igual y no mayor lo
tendrian los griegos en sus célebres épocas.
Por la patria, pues, amigo mio, cuya imájen está graba
da en nuestros corazones, exijo de Ud. el que se presente á
servir de soldado si á ese puesto lo destinase Orbegoso. En
este momento voy á hablar con él ; y se marchó.
El Dr. Valdivia encontró á Orbegoso con algunas visitas,
lo llamó á parte y despues de una larga sesion acordaron,
encargarle al General Castilla la Secretaria y el Estado
3fayor General. Valdivia las tomó y acompañado de un
ayudante se las llevó á Castilla. Este pasó al momento a
— 103 —
dar las gracias á Orbegoso; se abrazaron con demostracio
nes afectuosas y se encargó de ambos empleos.
Examinado lo que habia en la plaza de tropa, se encon
traron trescientos hombres del batallon Ayacucho y unos
pocos reclutas para un batallon Ayacucho y unos pocos re
clutas para un batallon Libres, y esto era el 28 de Marzo.
Como Castilla y Valdivia eran los únicos que podian im
pulsar la formacion de tropa, trabajaron ambos sin descan
so dia y noche, con el Dr. Andia y varios oficiales expi
diendo órdenes, mandando comisiones á todas las provincias,
estableciendo maestranzas, para las armas, para vestuario,
para fabricar pólvora, balas y recojer armamento. Fué
tal la actividad que del 28 de Marzo hasta mediados de
Mayo habian ya en Arequipa, los batallones Ayacucho y
Libres, primero y segundo de la guardia Nacional, los es
cuadrones Huzares de Junin, Inmortales y Lanceros y cua
tro piezas de campaña con cien artilleros. Toda la fuerza
constaba de dos mil quinientos hombres, vestida, armada,
municionada, equipada y con una disciplina regular.
Luego que en el Cuzco se tuvo la noticia que Castilla so
habia retirado de Puno, se preparó el Coronel Lopera para
ocupar Puno; y á la vez que la noticia de su llegada á Lampa
con fuerza de los batallones Defensores Pichincha y Escua
dron Lanceros 13 de Enero, llegó el aviso, que el General
Nieto, habia podido salvarse de su prision á bordo por un
golpe de audacia y que habia desembarcado en Huanchaco
el 28 de Febrero de 1835.
Tal noticia aumentó el entusiasmo de los Arequipeños y
se preparaban para recibir á Lopera, que segun se decia se
hallaba en Vilque ó en Cabanillas, reunidas las fuerzas de
Puno y preparadas para venir sobre Arequipa.
Poco despues, llegó la noticia do la rovolucion hecha en
Pisco por el General Juan José Salas y por os Comandan
tes Coloma y Lanao. Que el General Valle Riestra habia
sido apresado, mandado al Callao y hecho fusilar clandes
tinamente en el Castillo por Salaverry.
— 104 —
El Coronel Trinidad Moran se salvó despues de preso y
trajo la caballada hasta Arequipa.
El General Gamarra, mientras llegaba al Peru, habia
adelantado orden á Lopera, para que pronunciara las tro
pas por Salaverry. Lopera cumplió la orden en Lampa el
5 de Mayo. Gamarra pasó al Perú el 20 de Mayo y se
puso á la cabeza de las tropas sublevadas.
El 31 de Marzo se habia revolucionado el batallon Aya-
cucho en Jauja, dispersando á balazos los escuadrones
Huzares de Junin y el de policia, y desapareció el Gobierno
de Salazar y Baquijano.
El General Orbegoso en 11 de Abril de 1835, mandó al
Dr. D. José Luis Gomez Sanchez á Bolivia suficientemen
te autorizado para pedir al Presidente de esa Eepública,
Capitan General Andres Santa Cruz, un auxilio desde mil
. quinientos hasta tres mil ó mas hombres que podrian venir
con sus respectivos Jefes y General á las órdenes de Orbe
goso, ó á las del que lo subrogase legitimamente en el man
do con arreglo á la Constitucion ; que la fuerza ausiliar vi
niese con su caja militar respectiva al menos para tres
meses : que si el auxilio no pudiese pasar pronto el Desa
guadero en el número pedido, al menos las tropas mas
próximas al Perú ooupasen inmediatamente el departamen
to de Puno y el del Cuzco, si fuese posible debiendo darse
le por el Jefe de la division, previo aviso desde el Desagua
dero para comunicarle las órdenes convenientes.
Que el Perú se hacia responsable de todos los gastos
desde donde se moviesen los cuerpos hasta su regreso, que
seria cuando el Gobierno del Perú lo juzgase necesario,
pero que á juicio de él mismo quedaria una guarnicion res
petable en el Perú hasta la instalacion del Congreso.
En las instrucciones se le autorizó al Dr. Gomez San
chez, por el articulo décimo : que el Presidente Orbegoso
se comprometia á convocar el Congreso luego que se paci
fique el pais, y á iniciar el proyecto de federacion exponien
do al Congreso su necesidad.
— 105 —
Aktes de hacer el acuerdo para pedir el auxilio, Orbego-
so se habia consultado con D. Pio Tristan, con el General
Serdeña y otros, y despues se lo habia propuesto á Castilla
como Secretario General. Este tuvo una larga discusion
con Orbegoso, le habia dicho que era necesario consultar
primero á Gomez Sanchez, porque podia negarse a tal co
mision, y que si se prestaba todo estaria arreglado para el
dia siguiente.
El Dr. Gomez Sanchez se prestó a desempeñar la comi
sion y al dia siguiente hizo llamar Orbegoso á Castilla y al
Dr. Valdivia ; éste llegó primero y estaba tratando con Or
begoso sobre el particular, cuando entró Castilla y le dijo á
Orbegoso: "Exmo. Sr. ya que se halla V. E. con el Dr.
Valdivia á quien mandé llamar por orden de V. E. es me
nester que se acuerde definitivamente lo que se debe hacer.
He dicho á V. E. que sin embargo de que yo seré la vic
tima del General Santa Cruz, porque el año 29 fui el prin
cipal en cruzarle su proyecto de apoderarse del Perú, y á
quien se debió la publicacion del manifiesto que descubrió
su plan, insisto en que si V. E. quiere que Santa Cruz le
preste auxilio debe instruirsele al enviado en sus instruc
ciones y de palabra, que si Santa Cruz exijiese venir perso
nalmente con el auxilio, pueda acceder á esa peticion, por
que]V. E. debe suponer que Santa Cruz no aventurará el
que su ejército se pierda en el Perú, en cuyo caso se pierde
tambien Bolivia.
El General Santa Cruz no ha perdido de vista la espe
ranza de confederacion y de ser el Jefe de ella, y V. E. le
proporciona el venir autorizado y con todo su ejército. —
V. E. esté cierto que sino se le concede el que venga perso
nalmente con su ejército se compondrá con Gamarra, pues
to que éste ha venido al Perú con su permiso. Gamarra,
cuando estuvo en Tacna, propuso al General Nieto ponerse
á sus órdenes con su division, y que se declarase Jefe del Sur
bajo la proteccion de Bolivia. Yo no deseo que venga
Santa Cruz, pero si V. E. pide el auxilio no se lo concede
— 106 —
ra sino con esa condicion. De otra suerte perdemos el
tiempo, y el Dr. Gomez Sanchez va inútilmente á Bolivia.
El General Orbegoso, con voz bastante imperiosa le dijo
á Castilla : Ud. debe hacer lo que yo mando ; el auxilio
debe venir á mis órdenes.
Castilla, perdió su moderacion y replicó : General, se en
gaña Ud. mucho, ¿ cómo cree Ud. que Santa Cruz expusie
ra su ejército y su Eepública confiándole á Ud. el mando
de sus tropas ? Orbegoso con gran molestia, le dijo : le fal
ta á Ud. y mucho. He meditado lo que debo hacer. Har
tos sacrificios tengo ya hechos y estoy resuelto al de mi
vida, apesar de la falta que haré á mis once hijos, que son
prendas tiernas de mi corazon.
Castilla mas exaltado contestó : habla Ud. de sus once
hijos en sus cartas, en proclamas, en arengas y aun en las
tertulias, eso supone que mientras Ud. se ha ocupado en
hacer hijos, yo y los demas patriotas hemos estado traba
jando por la independencia de esta patria, derramando
nuestra sangre en los campos de batalla, y que mas pesar
tiene Ud. por sus once hijos, que por los intereses que le
corresponden como á Presidente. No dude Ud. que Santa
Cruz lo conoce á Ud., y que no le fiará su ejército para
que lo pierda. Orbegoao quedó pálido y un rato en silen
cio, y le dijo á Castilla : Vaya Ud. y haga poner las notas
é instrucciones en los términos que se lo he ordenado, ó si
no las haré poner con cualquier otro inmediatamente.
Se retiró Castilla llevando consigo al Dr. Valdivia; y co
locados en la Secretaria, dictó éste al Dr. Andia las ins
trucciones y notas respectivas en los términos acordados
por el Presidente Orbegoso.
El Dr. Gomez Sanchez marchó á Bolivia y enfermó en
Oruro, cuando el General Santa Cruz se hallaba en camino
de Chuquisaca para la Paz.
Castilla se puso bien con Orbegoso y le suplicó á éste lo
relevase con otro en la Secretaria general, y que si lo tenia
á bien lo colocase en filas, donde serviria con mas prove
— 107 —
oho en su profesion. Orbegoso le dio á mandar la primera
division que era la mas fuerte en número y calidad. Nom
bró al General Serdeña de Jefe de Estado Mayor y le dio
la Secretaria á Quiroz.
Encargado Castilla de la division, la llevó al pueblo de
Quequeña, seis leguas al Sur, lejos de Arequipa. En ese
punto, sin las distracciones de la Ciudad, se contrajo á la
disciplina de la division hasta ponerla en el mejor estado
posible.
La segunda division quedó en los pueblos de Sabandia y
Socabaya á las órdenes del Coronel Moran, que tambien la
disciplinó como á competencia.
El Dr. Valdivia fué á Quequeña á visitar á Castilla ; y
este despues de una larga conferencia le descubrió el plan
que tenia para salvar al Perú de manos de Santa Cruz,
Dicho plan era el de solicitar á Gamarra ó á Salaverry, si
el primero se negaba para reunirse y oponerse á Santa
Cruz, y añadió : solo considero á Moran como un obstácu
lo, aunque yo lo batiria con mi division, que es mas fuerte y
á la vez hay la ventaja de estar la division de Moran divi
dida en Sabandia y Socabaya; aunque batirnos seria lo
peor posible. Ud. tiene mucha amistad con Moran, y exi
jo de Ud. lo explore y me avise inmediatamente.
Valdivia con la misma confianza le dijo : es cosa fatal
tener que solicitar á Gamarra ó Salaverry, que han puesto
la Eepública en tan dificil situacion : pero si Ud. ha cal
culado detenidamente que es el único medio solicitar la
uno ó al otro para salvar el Perú, prometo á Ud. que Mo
ran se pondrá á las órdenes de Ud. ; porque nuestra amistad
con él es de tal naturaleza que no vacilará en hacer
lo queyo le diga. Mas, asi como soy amigo de Ud. lo
soy tambien de Orbegoso y Moran ; y si á Ud. le parece bien
yo debo hablarle á Orbegoso francamente, haciéndole cono
cer su verdadera situacion é intereses, manifestándole que
puede retirarse al Norte con su investidura de Presidente, y
dejándolo á Ud. autorizado con el mando de las dos divi
— 108 —
siones y con instrucciones para poder llevar á cabo el plan,
si la necesidad fuese tan apremiante que nos obligase á so
licitar á uno ó á otro; aunque á mi juicio yo preferiria á
Gamarra, á pesar de que es enemigo mio, muy fuerte.
Si Orbegoso se prestase, todo se habria conseguido sin
perder nuestra reputacion, como la perderiamos haciendo
revoluciones que hemos atacado, y que para combatirlas he
mos llevado nuestros sacrificios hasta donde quizá no nos
obligaba el patriotismo. Castilla vaciló un momento, y le
dijo despues á Valdivia : Haga Ud. lo que le parezca y
aviseme el resultado pronto y con persona muy de nuestra
confianza.
El Dr. Valdivia marchó á verse con Orbegoso, y despues
de una conversacion lijera, le dijo : Vengo á darle á Ud.
una prueba de mis respetos á la autoridad que Ud. inviste
y á la amistad tan franca y cordial que me ha dispensado !
le propuso el plan, despues de haberle hecho conocer su
verdadera situacion, la de la Eepública, el plan y carácter
de Santa Cruz y de la inseguridad en que podria encon
trarse despues en el mismo Arequipa ó con Santa Cruz;
cuya ambicion estaba ya basada en trabajos muy anticipa
dos y en acuerdos con el mismo Gamarra.
El General Orbegoso penetrado de su verdadera situa
cion, convino en retirarse al Norte ; al efecto se contrató
la fragata y se le preparó cuanto exijiópor entónces.
El Dr.' Valdivia dió aviso inmediatamente á Castilla, y
éste que era suspicaz, le contestó : todo puede ser, pero en
tienda Ud. que á Orbegoso se le han pegado Serdeña, Qui-
roz y Tristan ; lo adulan para perderlo, porque los tres
pertenecen a Santa Cruz y lo desanimarán á Orbegoso.
Me pongo á escribir en este momento lo que nos conviene
hacer por precaucion, y pronto tendrá Ud. mi carta con
persona segura. Lo conveniente es que asegure Ud. á
Moran.
Se acordó que la division dejase Quequeña y se situase
en Characato dominando á Sabandia, donde Moran tenia
— 109 —
la infanteria. Valdivia le descubrió todo el plan á Moran ,
y éste le contestó : soy casado en Arequipa, mis hijos son
peruanos y yo me reputo como tal. Varias veces he dicho
á Ud. que no soy politico, y que Ud. debe indicarme lo que
mas convenga para salvar la Eepública marchando siempre
enla buena causa. Puede Ud. asegurarle á Castilla, que en
prueba de mi adhesion á su plan, puesto que no se presen
ta otro para salvar el pais, me de las órdenes que tenga á
bien y que serán inmediatamente cumplidas.
Valdivia fué á Characato, le narró á Castilla su entre
vista con Moran y el allanamiento de éste, y le agregó: he
adquirido tambien noticia, que Orbegoso ha acordado con
Serdeña y Quiroz, quitarle á Ud. la Comandancia y poner
en su lugar en el batallon al manco Gonzalez, que es todo
de Quiroz. Castilla contestó : yo tambien tenia ya esa no
ticia, pero no admitiré tal relevo. Gonzalez, debe ser so
metido á juicio por la tropa de su mando, que ha perdido
en el Cuzco, lo mismo que Casanova ; lo fatal para mi es
que en estas circunstancias se me ha atravesado la Señora
Doña Mercedes Corvacho exijiéndome con eficacia, veri
fique mi matrimonio con su hija Francisca, pues, tiene ya
hechas todas las diligencias y todo está preparado. Esa
Señora tiene tantas deferencias por mi, apesar de cuanto
le he manifestado la inoportunidad ; pero no cede absolu
tamente y nos va á quitar algunos dias.
Pasados dos dias, se le ofició á Castilla para que colocase
en lugar de Bonifax al Comandante Gonzalez. Castilla
hizo observaciones á la órden, y el 4 de Junio se colocó
Serdeña en Characato ; Orbegoso, Quiroz, Casanova, los
Edecanes y otros mas en Sabandia, donde Moran.
El General Serdeña le pasó nota á Castilla datada en
Characato á 4 de Junio de 1835, en la que le decia, que
S. E. le ordenaba, cumpliese en el momento lo mandado
sobre la colocacion del Comandante Gonzalez. Castilla
contestó inmediatamente, que en el acto hacia dimision de
la Comandancia General de la primera division ; pero que
— 110 —
él jamás podria dar cumplimiento ¡i una orden que debia
tener fatales consecuencias : que tambien renunciaba las
insignias de General de Brigada, que valian menos que las
de un Teniente Coronel : que queria quedar en la clase de
simple ciudadano.
La division fué entregada al Coronel D. Domingo Casa-
nova ; se colocó á Gonsalez en el batallon y pidió Castilla
se le sujetase á juicio, sirviendo de cabeza de proceso, laa
notas del Estado Mayor y las contestaciones que había
dado á ellas.
En virtud de tal suceso, y sujeto á juicio Castilla como
lo habia pedido, Moran le mandó un recado á Valdivia para
que se reuniesen en una pieza del teatro. Valdivia ocurrió
á la cita ; se encontró con Moran y el Coronel Mendez, Co
mandante General de la caballeria.
Moran tomó la palabra y dijo : esta reunion tiene por
objeto saber cual es la opinion de Ud., porque mi division
y toda la caballeria están dispuestos á obrar segun lo que
acordemos. Mendez dijo : ya he hablado con Hurtado y
me ha. dicho que él estará á lo que se acuerde.
Moran añadió : le han separado del segundo batallón de
la división Castilla las dos compañias de preferencia, para
que sirvan de guardia á Orbegoso : pero el resto del bata
llon nos pertenece, y los Capitanes están ya de acuerdo con
migo.
Valdivia les contestó : no pude creer, luego que se me
dió el aviso, que Castilla en su carácter se haya portado
con tanta debilidad é inconsecuencia. Es verdad que ad
verti cuando hablaba con él en Characato, que el ma
trimonio y su futura suegra lo tenian vacilante y como
fuera de si. No tenemos Jefe á quien poner á la cabeza en
el caso de emprender. A Moran le clijc : Ud. es extrange-
ro, y á Mendez: Ud. amigo mio no tiene las suficientes cua-
lidades.para tamaña empresa. Tenemos que ceder á nues
tro destino. La patria se pierde; Orbegoso no es el hom
— 111 —
bre que puede salvarla. Ha entregado su confianza á los
amigos de Santa Cruz. A UU. los respetarán, y yo tengo
que ser victima como Castilla ; pero estoy resuelto á todo.
Moran le dijo á Valdivia : Seremos amigos como siempre ;
y supuesto que Ud. juzga que no debemos obrar me separo
ahora mismo del servicio y me voy á mi casa. Se abraza
ron los tres tiernamente, y se separaron.
En la misma noche del 4 de Junio, habia acordado Or-
begoso con Serdeña, desterrar al Dr. Valdivia á Chile, te
miendo que Valdivia con su influencia salvase á Castilla,
haciendo uso de su amistad intima con Moran y prevale-
ciéndose de la opinion que tenian en Arequipa; y de su au
dacia, que cuando se determinaba á obrar no tenia li
mites.
El General Serdeña, llegado á su casa, se encontró con
varios de sus amigos de plena confianza, entre quienes
estaba el Teniente Coronel D. Fernando Eivero, que él y
toda su famiha eran como Serdeña del partido de Santa
Cruz.
El General Serdeña, en confianza, refirió á sus amigos
lo acordado con respecto al destierro de Valdivia. D. Fer
nando Eivero, desaprobando tal acuerdo, se exaltó y le dijo
á Serdeña : Ud. mi General conoce bien la opinion que el
Dr. Valdivia tiene en Arequipa, y que S. E. el General
Presidente no tendria hoy la fuerza respetable de que dis
pone, si el Dr. Valdivia no hubiese comprometido á Casti
lla, á Moran, á los demas Jefes y á todos sus amigos. Ud.
no puede negar que Valdivia convenció al Presidente para
que nombrara á Castilla de Secretario y Jefe de Estado
Mayor, y que Castilla, Moran y Valdivia, sobre la única base
de trescientos hombres que hubo el 28 de Marzo, han pre
sentado en formacion á mediados de Mayo mas de dos mil
quinientos hombres perfectamente organizados. ¿Juzga
Ud., Sr. General, que á vista del atentado de un destierro
y de tal ingratitud se quedaria el pueblo de Arequipa impa-
cible ? lo que yo mismo acabo de decir aqui, voy á decirlo
— 112 —
por todas partes ; voy á decirselo al mismo Presidente y
nada me importa el que me destierren tambien.
Eivero salió furioso á casa del Presidente y le dijo mucho
mas de lo que le dijo á Serdeña ; y en reserva le añadió va
rias noticias que como amigo intimo de Valdivia las habia
adquirido. El Presidente Orbegoso le dijo á Eivero: está
Ud. mal informado y me sorprende su acaloramiento. Pro
meto á Ud. que no se tomará medida alguna contra el Dr.
Valdivia. Conozco los servicios que ha hecho en estos dos
años, y le estoy muy agradecido. Eivero le exijió que le
permitiera visitar al Dr. Valdivia, y asegurarle de lo que
le habia prometido. Orbegoso le dijo: está Ud. acalorado ;
dele Ud. el aviso por medio de algun amigo de confianza :
y asi lo verificó Eivero.
El cinco de Junio por la tarde, mandó el Secretario ge
neral Quiroz, á decirle á Valdivia, que habia sido nombra
do Secretario de la legacion á Bolivia, que se preparase
para acompañarlo, pues él iba de Ministro Extraordinario.
Valdivia le dijo al ayudante : diga Ud. al Sr. Secretario
general, que aunque me hallo indispuesto y en cama, como
Ud. me ha encontrado, haré ese sacrificio, si puedo ser útil
á la Eepública.
El 6 de Junio por la tarde, vino un empleado de la Se
cretaria general, de la que se habia encargado el Dr; D.
Ildefonso Zavala, trayéndole al Dr. Valdivia en un rollo de
papel, diez y ocho pesos en reales cortados, como habita
cion para el viaje, y le presentó para que firmara el recibo
correspondiente. Valdivia leyó el recibo, lo firmó aceptan
do tal insulto, sin inmutarse y obsequió los diez y ocho pe
sos al conductor, que aunque rehusó varias veces, los acep
tó por súplica comedida de Valdivia. A nadie dijo una pa
labra sobre el particular.
El 7 de Junio, se presentó Valdivia en casa de Quiroz, a
las dos de la tarde, que era la citada y sin ver á" Orbegoso,
ni recibir el despacho que se le hubiese expedido de Secre
tario, emprendieron la marcha hasta Cangallo, de donde
— 113 —
salieron en la madrugada del 8 para Puno. El diez llega
ron á Vilque, á las once de la mañana, á la casa de Tobar;
y una hora despues se presentó un Jefe con dos oficiales y
seis soldados, que cubrieron la puerta exterior como de
guardia.
Como á las tres de la tarde salió la comision con esa es
colta hasta Puno; y le señalaron por alojamiento la casa
del Prefecto provisional D. Pedro Miguel Urbina. Este
habló francamente con Quiroz á presencia de Valdivia, di-
ciéndole que el Sr. General Gamarra, Jefe Politico y Mili
tar de Puno y Cuzco, habia venido al Perú, bajo la protec
cion del Presidente de Bolivia, General Santa Cruz : que
éste debia pasar pronto con todo su ejército, para apoyar la
federacion de los cuatro departamentos del Sur, de los que
seria Jefe el General Gamarra; y que en su tránsito hasta el
Desaguadero veria tres mil quintales de cebada, que esta
ban acopiados y distribuidos para forraje, y viveres tam
bien para todo el ejército. Que sin embarazo hiciese su
marcha hasta la Paz : que la escolta que lo habia acompa
ñado desde Vilque existia en ese punto como avanzada; y
que por respeto á su persona lo habia acompañado para
evitarle alguna molestia: que le constaba que él era de la
misma opinion : que se federasen los departamentos del
Sur; y que si le parecia bien él mismo lo acompañaria has
ta el Desaguadero con escolta ó un Jefe, para que le facili
tara todos los recursos por medio de las autoridades, ó se
amitaria á pasar las órdenes convenientes. Quiroz le dió
las gracias y le admitió la última propuesta.
Al dia siguiente muy temprano salió el Ministro Quiroz
para Chucuito, y encontró al Gobernador que lo esperaba
Dn el camino, y lo obligó á que fuese á la casa Municipal.
donde se le habia preparado el almuerzo.
Cuando Quiroz estaba almorzando, se sintió un gran tro
pel en el patio. Salió Valdivia, y contó quinientos fusiles y
doce cargas de pertrechos de guerra. El oficial que condu
cia ese cargamento desde Bolivia, mandado por Santa Cruz
15
— 114 —
para Gamarra, era Eivarola, hermano de San Eoman. Des
montó, entró á saludar á Quiroz, y almorzó con él.
Valdivia se retiró para darles lugar á que hablasen en
reserva. Concluido el almuerzo, continuó la comision su
marcha para Juli.
Cuando llegaron á Laja, pueblo próximo á la Ciudad de
la Paz, encontró la comision al General Herrera y al Coro
nel Ballivian con una division en marcha para el Perú.
Despues de dos horas, en las que habló el General Herre
ra en plena confianza con Quiroz, pasó la comision á la
Paz á donde llegó á las cinco de la tarde del 12 de Junio de
1835. Quiroz se alojó en la misma casa en que estaba el
Dr. D. José Luis Gomez Sanchez, anterior Ministro, envia
do por Orbegoso, que nada pudo conseguir sobre auxi
lios, porque no se le habia facultado sobre la venida per
sonal del General Santa Cruz con su ejército al Perú.
Quiroz á las siete de la noche pasó á visitar á Santa
Cruz. La sesion duró entre ambos en reserva hasta las
doce de la noche, acordando los puntos del tratado y que
dando convenidos en que al dia siguiente, trece, autoriza
ría Santa Cruz, al Dr. D. Mariano Enrique Calvimonte,
Ministro de Eelaciones Exteriores, para que con él se re
dactase el tratado conforme el minutario.
El 14 se reunieron Santa Cruz, Calvimonte y Quiroz
solos á las doce del dia : forjaron el proyecto que pasa
ron en borrador al Oficial Mayor de Relaciones Exteriores,
D. José M. Loza, para que lo hiciera poner en limpio y se
firmase al dia siguiente.
Santa Cruz convidó ese dia u la legacion peruana y á
los Ministros de Gobierno. La comida principió á las seis
de la tarde, y la tertulia duró hasta las diez de la noche.
Como en la noche anterior Quiroz comunicó al Dr.
Gomez Sanchez las bases acordadas para el tratado, éste
sostuvo una discusion muy acalorada, rebatiendo varios
puntos de los convenidos con razones de mucho peso y con
un talento muy distinguido ; pero Quiroz era inflexible en
— 115 —
sus opiniones. Valdivia y Gomez Sanchez, como amigos
intimos, se aflijan de la situacion futura del Perú, y de que
una Eepública de tal categoria, se viese tan humillada y
prosternada ante el Jefe de Bolivia.
En esas circunstancias se habia concluido la impresion
del manifiesto trabajado por el sábio español Mora, que
Santa Cruz iba á publicar, motivando su venida al Perú, de
acuerdo con el Gran Mariscal D. Agustin Gamarra ; pero
habiendo Santa Cruz acordado con Quiroz el 13 de Junio
las bases del tratado con el Presidente Orbegoso, dió orden
para que no circulase ningun ejemplar. Apesar de esa pro
hibicion, el Dr. D. José Luis Gomez Sanchez enviado por
Orbegoso antes que Quiroz pudo conseguir un ejemplar.
El 13 de Junio de 1835 se tuvo noticia en la Paz, por
expreso de Gamarra dirijido á Santa Cruz, de haber decla
rado en el Cuzco la independencia de los departamentos
del Sur del Perú : que habia tomado la division La Arenas
que Salaverry habia mandado para apoderarse del Cuzco ;
y que Iguain habia caido prisionero. Santa Cruz dió la
noticia al enviado Quiroz y á su Secretario Valdivia, aña
diendo: Iguain debe estar ya fusilado. En el mismo dia
recibió tambien Santa Cruz, por Arica, la noticia de que Sa
laverry habia derrotado en el Norte del Perú al General D.
Domingo Nieto, y que lo habia fusilado. El General San
ta Cruz abrió la correspondencia, y despues de haber leido
lo referido, volviéndose hacia Quiroz, le dijo: "Que desgra
cia. El Perú no tendrá ojos suficientes para llorar la pér
dida de ese General, tan valiente y tan honrado." Esa
noticia resultó falsa, pues al regreso la comision á la
Ciudad do Arequipa, supo por el General Orbegoso qtie el
General Nieto se habia salvado del modo siguiente :
Cuando Salaverry hizo poner preso al General Nieto á
bordo del buque que debia conducirlo á la baja California,
la Señora do Nieto, Doña Maria Solis, se habia empeñado
para que se le permitiese siquiera mandar ropa blanca á su
marido; pues habiendo estado enfermo varios dias en ca
ma, no se habia mudado ; y que se le permitiese tambien
mandarle á su sirviente doméstico, para que lo pudiera
acompañar en el pais á donde destinaban á su marido.
Salaverry concedió ambas cosas, y la cama y una cajueli-
ta se condujeron solo por los soldados que debian servir de
escolta en la prision.
La Señora en la pequeña cajita habia acomodado ca
misas, calzoncillos, pañuelos, unas pocas onzas de oro y
envuelto dentro de esa ropa dos pistolas cargadas de ú seis
tiros, que el General Orbegoso habia regalado al General
Nieto, y que tal vez fueron las primeras de su especie que
llegaron al Perú.
Salaverry, ademas de la escolta de su plena confianza,
habia sacado de la prision de Casas Matas á un negro ban
dido: lo perdonó, le dió un obsequio competente, y lo desti
nó para que se constituyera á la puerta del camarote del
General Nieto, vijilándolo sin permitirle salida.
Como el General Nieto continuó enfermo, con el ataque
al higado, se mantuvo á bordo en cama, vijilado por el ne
gro. A los dos dias de navegacion para el Norte determi
nó Nieto mudarse camisa : tomó la cajuela, la abrió para
sacar una camisa : pero observando peso en el interior de
ella, tomó todo el bulto, lo metió dentro de la cama, y reco
noció que eran las pistolas que él tenia cargadas.
Como á las diez del tercero dia hicieron seña en la cu
bierta para el almuerzo, y despues de las voces de ordenan
za oyó el golpe de los fusiles que los soldados arrimaron á
la borda. El negro vigilante salió á recibir su racion. El
General Nieto, en camisa y calzoncillos, se levantó inmedia
tamente, y al centinela de la puerta que miraba hacia la
cubierta le quitó el fusil y lo hecho atras ; poro el oficial do
guardia, que estaba próximo, le descargó á Nieto un terri
ble golpo de espada, que Nieto desvió con la pistola en la
mano izquierda, y con la derecha le disparó el tiro, cayendo
muerto el oficial. El sirviente de Nieto tomó un fusil de
los enfundados, se colocó al lado del General Nieto y en*
— 117 — \

tre ambos rindieron toda la guarnicion y la encerraron en la


bodega. Como Nieto barajó el golpe del olicial con la pis
tola de la mano izquierda, del cañon resbaló la espada y lo
cortó la palma de la mano, cayendo la pistola á gran dis
tancia.
Nieto dejó á su sirviente armado en la puerta ya cerrada
de la bodega, y volvió al camarote á vestirse, y á buscar pa
ños para que el sirviente le atara la mano.
Hizo salir de la bodega al piloto, y le ordenó virara para
tierra : desembarcó en Huanchaco ; y de Trujillo, San Pe
dro, Lambayeque y Chiclayo reunió y armó doscientos
hombres ; y conduciéndolos en mulas, marchó sobre el Co
mandante Eivero Salaverry, hermano natural del General
Salaverry, que se hallaba en Cajamarca con el batallon Le
gion Peruana, que sublevó en favor de su hermano.
El General Nieto estaba enfermo como antes, y contra
jo fiebres. Llegó el 5 de Abril de 1835 y batió al batallon
Legion. Sin pérdida de tiempo reunió la fuerza, y se puso
en marcha con direccion á Jauja : pero el General Salaver
ry salió con tropa del Callao, el 6 de Abril sobre Trujillo,
por mar, en persecucion de Nieto, luego que supo la noti
cia de su evasion.
La tropa del General Nieto, que marchaba precipitada
mente, tuvo noticia de la llegada de Salaverry á Trujillo, y
fué revolucionada por Cabada y otros el 8 de Mayo en Ca-
chapampa ; apresaron al General Nieto y lo condujeron en
tregándolo á Salaverry.
Como el General Nieto tenia noticia de que Salaverry ha
bia dicho en Lima, que lo fusilaria donde lo encontrase, que
dó sorprendido cuando, una legua léjos de Trujillo, se encon
tró con Salaverry que habia salido á su alcance, y lo saludó
con gran cortesia y respeto, alargándole la mano y dicién-
dole : mi General, me parece Ud. muy enfermo. Al conti
nuar la marcha, despues de haberle dicho que no habia
dejado de ser su amigo, le habló con mucho interés para
que se le uniese, dejando á su eleccion el ser Jefe Supremo
— 118 —
de la Eepública o General en Jefe del Ejército: que él solo,
como se hallaba, no podia atender á ambos puestos : que
si Nieto elejia la Presidencia, él tomaria el ejército; y al
contrario. Que considerase que el enemigo perpetuo del
Perú, Santa Cruz, se compondria para lograr su antiguo
plan, con Gamarra ó con Orbegoso. Que felizmente si se
prestaba á su invitacion, tenian la armada, la capital y
todo el Norte, y podian, no solo despejar al Perú de enemi
gos, sino invadir á Bolivia y escarmentarla para siempre
de sus continuas pretenciones.
El General Nieto se negó á todo, prefiriendo que lo
matase ó lo deportase, antes que aparecer manchando su
carácter honrado y patriótico, al lado de un gobierno ilegi
timo. Le dijo que llamase al Sr. Salazar y Baquijano, repo
niéndolo al destino que le correspondia por ley, y que en tal
caso ofrecía cordialmente, que juntos harian la guerra y
servirian bajo sus órdenes, y que tenia la confianza de que
escarmentarian á Santa Cruz. Que no dudase de que la Na
cion entónces proclamaria al General Salaverry, y que él le
ayudaria con toda su influencia.
Tomando entónces Nieto cierto calor, se reanimó y
dijo á Salaverry. "General: le he hablado á Ud. con mi co
razón. Si Ud. no me escucha y no cede á lo que le he dicho,
tengo el fatal presentimiento de que Ud. se pierde y pierde la
Eepública ; y que sobre el cadáver de Ud. hará flamear el
General Santa Cruz, en el Perú, su ignominioso pendon."
La sesion duró gran parte de la noche.
El General Nieto continuó muy enfermo : regresaron al
Callao, y poco despues se embarcó Nieto para Chile.
El 15 de Junio de 1835 se firmó el tratado hecho en la
Paz por Quiroz con el Presidente Santa Cruz. En él, sin
hallarse autorizado, acordó : que Santa Cruz, si lo tuviese
por conveniente, pasase al Perú con su ejército, en cuyo
caso obtendria el mando superior militar de las fuerzas del
Perú y de Bolivia. Este era el punto principal, que causó
la desavenencia entre Castilla y Orbegoso, cuando se trató
— 119 —
de la redaccion de las instrucciones para el Dr. Gomez San
chez el 11 de Abril de 1835.
Firmado el tratado, lo remitió Quiroz al Presidente Or-
begoso, con el Comandante Siles, que salió el mismo dia
15 de la Paz ; y cuando éste llegó al Desaguadero, encon
tró tropas bolivianas que ya habian pasado al Perú, y las
otras próximas á pasar el Desaguadero. Orbegoso leyó el
tratado y lo aprobó inmediatamente.
El 17 de Junio habia dado orden Orbegoso para que,
suspendiéndose la causa que se le seguia al General Casti
lla, saliese éste dentro del término de dos horas para Tara-
pacá. Castilla cumplió la orden, pero se quedó en Tacna
por baber enfermado.
El General Santa Cruz reforzó su ejército, pasó al Perú,
campó en Puno y ofició al General Orbegoso para una en
trevista en Vilque. Orbegoso marchó inmediatamente ; y
despues de una larga conferencia, por una nota datada en
Vilque á ocho de Julio de 1835, el Presidente Orbegoso au
torizó al General D. Andres Santa Cruz, trasmitiéndole las
facultades extraordinarias, para que las ejerciera en todos
los puntos que ocupase el ejército unido Perú-Boliviano.
El General Santa Cruz, por nota fechada en Puno á
diez de Julio de 1835, contestó al General Orbegoso, di-
ciéndole. "He tenido la honra de recibir vuestra carta de
ocho del presente, en la cual me trasmitis la autoridad su
perior militar sobre el ejército peruano, conforme al trata
do celebrado en la Ciudad de la Paz, y tambien la autoridad
politica, con todas vuestras facultades en el territorio que
ocupe el ejército unido."
Nótese que Orbegoso en veintiseis de Junio de 1835 con
vocó á los pueblos del Perú para dos asambleas, una en el
Sur y otra en el Norte, con el objeto de que ambas fijasen las
bases de la futura organizacion de los departamentos del
Sur y del Norte.
Santa Cruz, á mas de la nota referida, escribió á Or
begoso exijiéndole le mandase á órdenes del General Ser
— 120 —
ileña una division con direccion á Lampa, compuesta de
dos batallones, un escuadron y cuatro piezas de campaña.
Quiroz se empeñó en ir en la division, á orden de Ser-
deüa ; y el General Orbegoso accedió á su pedido, pero el
General Serdeña, luego que se le dió noticia, pasó donde
Orbegoso y le dijo : si el Coronel D. Trinidad Moran, no
se presta á ir con la division, yo tampoco voy con ella.
Permitame V. E. le diga con la franqueza de amistad y
con los respetos que le debo : que si como á soldado se me
obliga á que admita á Quiroz en la division, lo fusilo en
Cangallo. Orbegoso contestó : persuada Ud. en tal caso á
Moran, que se ha negado obstinadamente, y vaya Ud. con
él. Serdeña se valió de un amigo de Moran, y se negó és
te absolutamente como antes lo habia hecho á las invita
ciones de Orbegoso.
En vista de la negativa de Moran, acordaron Orbegoso y
Serdeña extender el titulo de General de Brigada en favor
de Moran, y se lo mandaron á éste, con un edecan y con
un recado previo muy comedido. Moran rehusó el reci
birlo.
Entre tanto instó Santa Cruz por la division á órdenes de
Serdeña precisamente ; pues tenia noticia de que Gamarra
tenia ya un ejército no despreciable, y no debia exponerse
al mal éxito de una batalla.
En tal conflicto ocurrieron á la vez Orbegoso y Serdeña
al Dr. Valdivia, con quien se hallaban enemistados desde
que ambos trataron de desterrarlo á Chile, suplicándole se
prestara á persuadir al Coronel Moran. Le mandaron al
efecto á un amigo á quien el Dr. Valdivia estimaba cordial-
mente ; y habiéndose negado, poco rato despues se presen
tó el General Serdeña en casa de Valdivia.
El Dr. Valdivia, cuando vió á Serdeña en el patio, salió
á su alcance á saludarlo ; y recibiéndolo con la cortesia que
era debida, dijo Serdeña : S. E. el Presidente me ha en
cargado vea á Ud. personalmente y le diga á su nombre :
que deponiendo, por ahora, los motivos que han interrum
— 121 —
pido su amistad, esperaba que hiciera Ud. el servicio do
convencer al Coronel Moran, para que se preste á ir con la
division, porque el Presidente General Santa Cruz la pide
con urgencia ; y que confiaba que á los servicios que Ud.
le ha hecho, agregue Vd. este. Que se lo pide por la pa
tria y el pueblo noble de Arequipa.
El Dr. Valdivia contestó. Cuando se trata de los inte
reses dela patria y de Arequipa, nada he reservado jamás,
y estoy cierto que mi amigo el Coronel Moran tal vez me
exede en patriotismo. El sabrá olvidar como yo las ofen
sas personales que se nos han hecho. Yo me habia negado
ii la peticion de mis amigos, porque suponia que procedian
por si mismos ; y temia queel General Orbegoso creyese que
me empeñaba en introducir al Coronel Moran, para que
revolucionara con la division. Ud., señor General puede
decirle al Sr. Orbegoso, que el dia mismo de mañana espe
ro se prestará el Coronel Moran al servicio de la patria,
desde que se le juzga necesario. Pero que entienda, que
apesar de esta prestacion, ni Moran ni yo nos quejaremos
de la conducta que ha observado con ambos y con el Ge
neral Castilla : que nuestra amistad no se reanudará sin
embargo.
Serdeña se retiró, y Valdivia, despues de suplicar á los
amigos que se hallaron presentes, les exijió la mas absoluta
reserva sobre lo ocurrido.
Al dia siguiente fué el Dr. Valdivia donde Moran, y lo
encontró con el plumero en la mano, limpiando los mue
bles de su cuadra de recibo. El Comandante Bonifaz ,¡ se
hallaba con Moran. Luego que éste vió á Valdivia, salió á la
puerta á recibirlo, y le dijo : Apostaria á que Ud. viene de
parte de Orbegoso ; porque no ha mucho rato, despues que
se me habia hablado para que marchara la division y me ne
gué, me mandó el despacho de General de Brigada, que se
lo he devuelto. Valdivia le contestó : vengo ciertamente,
no en nombre de Orbegoso, sino de la patria, de Arequipa
y de nuestra amistad ; y exijo de Ud. que sin réplica, oiga
— 122 —
Ud. á su corazon y al mio. Ud. se ha sacrificado siempre
por la libertad, por las leyes, por la independencia y por la
república. El sacrificio actual es continuacion del que hi
cimos el año pasado de 34. Arequipa quedó sola, en de
fensa de la república, contra los revolucionarios. Arequi
pa continúa de pié con las armas en la mano, sosteniendo
al Gobierno provisorio, á quien defendió el año pasado, y
por quien Nieto, Ud. y yo, sufrimos grandes sacrificios.
¿ Que importa el nombre de Orbegoso, ante la causa que
defendió y defiende este mismo pueblo? Amigo mio, el sa
crificio consiste ahora, en que depongamos nuestros resen
timientos personales. Seria un escándalo que Ud. y yo
no siguiéramos el ejemplo que nos dá Arequipa : que éste
pueblo peleara por la patria, y que Ud. y yo quedáramo s
como miserables desertores, porque Orbegoso nos haya
ofendido tan cruelmente.
Ud. no debe estar con el plumero en la mano. A esa
mano vencedora en tantas batallas le corresponde la espa
da : empúñela Ud. ahora mismo, y no la abandone mién-
tras la patria necesite de su apoyo, como yo no dejaré mi
pluma para defender la Eepública, la libertad y las leyes.
El tiempo tiene mucho que dar.
Moran cambió de color, y trémulo dijo á Valdivia: Ami
go mio, Ud. conoce muy bien la magnitud del sacrificio
que me exije. Es verdad que antes que á nadie, le perte
nezco á la patria. Ha tocado Ud. los recuerdos de nues
tros servicios y de nuestros deberes. Disponga Ud. como
guste de mi persona. Y arrojó el plumero de la mano con
violencia.
Valdivia abrazó á Moran, y dijo á Bonifaz : vaya Ud.
y digale al General Serdeña que disponga del Coronel Mo
ran : que le evite el que pase donde el Presidente Orbego
so ; y que no se le insulte con exijirle que admita el despa
cho de General de Brigada.
Bonifaz partió en busca de Serdeña, y continuaron Mo
ran y Valdivia conversando sobre lo que convenia para en
— 123 —
adelante, sobre los casos que podrian ocurrir. Convinie
ron en que no se escribirian, puesto que tenian previsto
poco mas ó ménos el desenlace final. Calcularon que Ga-
marra no podria, apesar de sus conocimientos militares,
superiores á los de Santa Cruz, sostenerse contra éste, cu
yo ejército reforzado con la division de Arequipa era muy
superior y con Jefes distinguidos que no tenia Gamarra :
Que el General Salaverry, no habiendo logrado interesar
en su favor al General Nieto, no podria, apesar de su auda
cia, sostenerse contra el ejército vencedor de Santa Cruz.
Que éste se apoderaria del Perú y llevaria á cabo su anti
guo plan de federacion. Que Orbegoso, por débil é incon
secuente con los mejores amigos que le habian servido, se
ria despreciado. Que á la larga despertariian los peruanos
de su letargo, y se unirian haciendo causa comun. Que las
repúblicas vecinas, temerian de la ambicion de Santa Cruz;
y que pasado algun tiempo se dejaba divisar un porvenir
muy oscuro.
Se le dió de alta á Moran, y Orbegoso le mandó dar las
gracias con un edecan. Serdeña se empeñó tambien en
que el Dr. Valdivia lo acompañara, y no pudiendo conse
guirlo, le exijió su caballo, diciéndole : este es favor con el
cual me salva Ud. la vida ; porque siendo yo cojo, en caso
de pelea, no tengo otro medio de salvarme sino en un ca
ballo de confianza, y solo el de Ud. me la inspira. Valdi-
divia le contestó : está á su disposicion y lo tendrá Ud. en
su casa, despues de una hora.
La division se componia de los batallones Ayacucho y
Libres, reforzados, Escuadrones de Húsares y cuatro piezas
de campaña, con todo su tren de guerra, y sueldos pagados;
marchó ú Lampa á donde llegó el 22 de Julio de 1885.
CAPITULO IV.
CAMPAÑA DEL EJERCITO UNIDO PERU-BOLIVIANO, AL MANDO DEL
GENERAL SANTA CRUZ, CONTRA EL GENERAL GAMARRA.
El Gran Mariscal Agustin Gamarra habia marchado
del Cuzco, en alcance del General Santa Cruz. Publicó el
8 de Agosto en Pucuto una proclama, tal vez de las mejores
de toda esa época. Gamarra ocupó los altos de Yanacco-
cha; posicion bien escojida.
La batalla se dió en ese punto, el 13 de Agosto de 1835.
Gamarra presentó cerca de cuatro mil hombres y muchos
indios montoneros. Apesar de que el ejército unido era
superior en disciplina y con Jefes selectos, le costó á Santa
Cruz mucha sangre conseguir la victoria. Gamarra fugó
para el Norte. Salaverry no lo admitió, y se fué á Gua
yaquil.
Santa Cruz entró al Cuzco y se detuvo tdli, reorganizan
do su ejército.
El General Orbegoso, luego que adquirió la noticia de la
victoria, publicó una exposicion de las razones que lo
obligaron á solicitar los auxilios de Bolivia. Para ese tra
bajo solicitó al Dr. Valdivia, por medio de una carta supli
catoria, que le envió en reserva, con su hijo D. Pedro Or
begoso.
— 125 —
El Dr. Valdivia trabajó la exposicion, dictándola al re
ferido D. Pedro Orbegoso ; y se publicó en la imprenta de
de D. Francisco Valdez de Velasco. La impresion estaba
al concluirse cuando le llegó á Orbegoso la noticia oficial de
la victoria de Yanaccocha.
Dejamos ya dicho que Orbegoso hizo suspender el cur
so de la causa que se seguia en Arequipa al General Casti
lla, intimándole que en el término de dos horas saliese para
Tarapacá, y que se quedó en Tacna por haberse enfer
mado.
En treinta de Julio de 1835 dió nueva orden Orbegoso,
para que se le intimase á Castilla que en el término de doce
horas saliese de Tacna para Tarapacá. Castilla reclamo
de esa orden, por nota de 6 de Agosto ; y Orbegoso, por la
de 18 del mismo mes, suspendió la orden de 30 del anterior,
puesto que Castilla se hallaba enfermo.
En once de Octubre de 35, el Comandante General de
Tacna, General D. Felipe Brauns, mandó al alojamiento de
Castilla, al Sarjento Mayor del ejército boliviano, D. José
Valle, con una escolta, intimándole quedaba sometido á la
autoridad del Capitan General Santa Cruz, y que se dispu
siese para marchar preso al interior.
El General Castilla, por nota de once de Octubre, recla
mó de esa orden, desconociendo la autoridad de Brauus y la
de Santa Cruz, exponiendo que él, por orden del General
D. Luis José Orbegoso, Presidente del Perú, habia sido
destinado á Tarapacá, y obtenido despues licencia de él
mismo para continuar en Tacna curándose. Que su con
ducta no habia dado lugar para que se le imputasen ofen
sas, ni al General Santa Cruz, ni á nadie.
Brauns contestó el mismo dia : que la intimacion que lo
habia hecho de su orden el Mayor Valle, habia emanado
de la autoridad del Capitan General, investido con las fa
cultades extraordinarias que le habia trasmitido el Presi
dente de la Eepública Peruana. Que á él no le incumbia
examinar los motivos que hubiesen ocasionado la orden de
— 126 —
prision y destierro, y que la nota de reclamo, que le habia
pasado, la dirijia á S. E. sin perjuicio deque debia marchar
á Oruro, porque á él le correspondia cumplir lo orde
nado.
Calculando el General Castilla que Brauns ejecutaria la
órden, fugó con direccion al puerto de Arica. En su fuga,
al llegar a Chacalluta, tarde de la noche, se encontró con
una partida que se habia apostado sospechando su fuga, y
fué perseguido con tenacidad, pues á prevencion se les ha
bian dado á los soldados los caballos del mismo General
Brauns, y un perro galgo de caza. Castilla retrocedió de
Chacalluta ; y saliendo fuera del camino por la costa, pudo
llegar á Sama, protejido por la oscuridad y por el ca
ballo.
En Sama tomó una balsa de los pescadores y en ella se
fué hasta el puerto de Arica, en donde se embarcó en uno
de los buques de guerra de la armada peruana, pertene
ciente á Salaverry. Se pasó despues á la corbeta "Ariad-
na," en la que bajó al Callao.
En el Callao fué bien recibido y solicitado por Salaverry
para que prestara sus servicios en su ejército. Como Cas
tilla advirtió que no se le daria un lugar proporcionado á
su graduacion, porque todos estaban ya ocupados, se escu-
só con frases comedidas, y se fué para Chile, donde publicó
un manifiesto dirijido á sus conciudadanos, fechado en Qui-
llota, á diez de Octubre de 1836, agregándole al fin sesenta
y cuatro documentos importantes que servirán para la his
toria.
El General Santa Cruz, que se hallaba en el Cuzco,
mandó al General Moran, cuyo grado por la victoria de
Yanacocha, aceptó el General Santa ümz, para que con
una division marchara á ocupar Ayacucho.
Ya dijimos que Moran rechazó en Arequipa el grado de
General que le mandó el Presidente Orbegoso ; pero cuan-
dp Moran, se prestó al servicio y salió en la division a las
órdenes del General Serdeña ; Orbegoso llamó al suegro de
— 127 —
Moran y le entregó el despacho, tomada razon de él. en las
oficinas, encargándole que hasta pasado algun tiempo no
le diese aviso á su hijo politico.
Santa Cruz, antes de moverse contra Salaverry,' arreglo
la policía y dejó guarniciones en Arequipa y Tacna.
El año fué lluvioso y se anticiparon los aguaceros. El
General Moran con su vanguardia escojida avanzó hasta
Ayacucho y ofició con repeticion al General Santa Cruz,
diciéndole que habia adquirido noticias positivas de Lima
y de lca de los aprestos que Salaverry hacia en la marina,
que era probable expedicionara sobre el Sur. Que medi
tando en las correspondencias de sus amigos de lca cal
culaba que los aprestos que tambien se hacian en Pisco,
lca y pueblos próximos á la cordillera, no eran como para
todo un ejército, sino como para una division ; y que no le
quedaba duda que Salaverry desprenderia de lea, una divi
sion sobre Ayacucho, y que el resto de su ejército lo diriji-
ria sobre Arequipa ó Islay. Que ese movimiento sin duda
era en suposicion de que el ej ército unido marchase hasta
Ayacucho y Huancayo, para poder en tal caso ocupar Sa
laverry Puno y Cuzco. Que por lo espuesto opinaba se
detuviese el ejército en el Cuzco, se reforzase la division de
Tacna y la de la Paz, y que él debia quedar eu Ayacucho -
para oponerse en su caso á la division que Salaverry des
prendiese de lca para ese punto.
Santa Cruz habia ya hecho marchar algunos cuerpos del
Cuzco para Ayacucho, y en virtud de las noticias comuni
cadas por Moran, dió orden para que se detuviesen en los
puntos donde dicha orden los encontrase. Mandó tambien
varios oficiales á Bolivia, para que en la Paz, Cochabamba
y Oruro se reuniese la guardia nacional, te la armase, y se
le diese la disciplina necesaria.
Salaverry hizo propagar la voz de que saldria para Jauja,
y dirijió órdenes fuertes á las autoridades respectivas para
que le prepararan recursos. Mandó algunos buques de
guerra para Sur y Norte, y verificó un fuerte reclutaje.
— 128 —
Eeforzo el castillo del Callao y lo proveyó de viveres. El
castillo no tenia ya entónces su antigua artilleria de bron
ce, porque toda la vendió Salaverry, y fué á servir en Espa
ña parte ella para los carlistas que la compraron á buen
precio.
El General Nieto, quo se hallaba en Valparaiso, tuvo no
ticia por una carta que recibió el General La Fuente de
Santa Cruz, que éste se preparaba ;'i pasar al Peni, con un
ejército respetable.
Alarmado Nieto con tal noticia., y contando con la pre
tension antigua de Santa Cruz, de apoderarse del Perú, so
licitó varios oficiales emigrados y se embarcó con ellos para
Islay, de donde pasó á Arequipa, llegando á esta Ciudad
el 4 de Agosto de 1835.
Nieto se impuso por sus amigos, que salieron á recibirlo
hasta dos leguas fuera de la Ciudad y por el mismo Orbe-
goso, del tratado hecho con Santa Cruz y de las facultades
extraordinarias que á éste le habia trasmitido.
El General Nieto, haciendo uso de la amistad quo tenia
con Orbegoso, le habló con aquella franqueza que le era tan
caracteristica. General, le dijo : pues, Ud. se ha perdido
y ha perdido la Eepública. Santa Cruz, por razon de su
ejército reforzado con la division que Ud. le ha mandado,
derrota infaliblemente á Gamarra, apesar de la pericia de
éste. Gamarra para salvarse ha debido dejar el Cuzco y
unirse á Salaverry, y entre ambos era probable que derro
tasen á Santa Cruz. Pero conozco demasiado á Gamarra.
que no solo *s ambicioso y falso, sino desconfiado ; y no
se unirá á Salaverry, temiendo su repuesto por él, y Sala
verry temeria lo mismo de Gamarra.
Si Santa Cruz, como no me cabe duda, derrota á Gamar
ra, que no puede tener sino reclutas, el resultado de las
asambleas que Ud. ha convocado va á ser la canonizacion
de los deseos de Santa Cruz; y costará mucha sangre para
arrojarlo del Peni. Preveo, pues, la mina de Ud. y al
persecucion que Santa Cruz hará á todos los peruanos, que
mas tarde tendremos que hacerle oposicion.
A Ud. no le queda mas recurso que procurarse algun
puesto eminente para que en ocasion oportuna, pueda Ud.
salvar la patria y salvarse. Ud. cuente conmigo en todo
caso para pelear contra eso estranjero.
A Ud. le constan los ofrecimientos que me hizo, los que
tambien me hizo Gamarra en Tacna y los que Santa Cruz
hizo á Castilla por conducto de Quiroz. Santa Cruz de
acuerdo con Gamarra, lanzó á éste al Perú, le dió re
cursos bélicos, le ha hecho declarar independiente á los de
partamentos del Sur. Ha hecho despues el tratado con
Ud. : se ha hecho autorizar extraordinariamente ; y con el
mismo ejército que se preparaba para protejer á Gamarra
y batir á Ud., marcha ahora unido á Ud. contra Gamarra.
¿ Ud. ni otro alguno puede tener confianza en Santa Cruz,
con tales hechos ?
¿Piensa Ud. que Santa Cruz deje el Perú, y que despues
no se haga autorizar plenamente con las asambleas que
Ud. ha convocado ? Santa Cruz mientras á Ud. lo nece
site le guardará algunas apariencias de respeto, porque Ud.
tendrá que cumplir las órdenes que le dé. Mientras le sea
Ud. útil, procure Ud. aprovechar algo. Orbegoso no pudo
contestar á las razones de Nieto ; y solo dijo : llegará
amigo la oportunidad de que podamos libertar nuestra pa
tria.
Orbegoso, sin acuerdo del General Nieto, nombró á éste
Jefe de Estado Mayor de la division do Arequipa ; pero
Nieto, luego que tuvo el aviso, pasó donde Orbegoso y le
dijo :—Le agradezco á Ud. el nombramiento que ha hecho
en mi persona, pero estraño que despues de cuanto hemos
conversado, alarme Ud. á Santa Cruz y á sus amigos con
tal nombramiento. Santa Cruz no se convendrá jamás
conmigo, ni con Castilla. Ud. con perder á Castilla,
decretó Ud. su propia ruina. Debió Ud. tolerar ese carác
17
— 130 —
ter terco é indomable, con la seguridad de que habria Ud.
tenido á su lado al único Jefe que respetaba y temia Santa
Cruz.
Ud. tiene la desgracia de oir á los que se le acercan y lo
adulan con bajeza, para arrancarle empleos. Tuvo Ud. la
debilidad hasta de recelar de mi, por la opinion que tenia
en Arequipa y el Sur, y apesar de mi resistencia y de ha
llarme enfermo, me obligó Ud. á ir á Lima, donde como
amigo leal de Ud. le referi en reserva lo que el Dr. Valdi
via, amigo nuestro, á su regreso de Lima me narró, sobre
la futura revolucion de Salaverry.
Ud. tan apasionado de Salaverry, no dió crédito á cuan
to le dije, y le faltó valor para separar á ese General de Li
ma inmediatamente. La salida de Ud. de Lima para el
Sur, ála que me opuse, y la entrega que Salazar y Baquija-
no como Jefe de la Nacion le hizo á Salaverry del castillo
del Callao, habiéndolo yo tomado revolucionado por Becer
ra, me puso en la situacion de hallarme bajo la fuerza
de Salaverry y á su disposicion.
Aunque Salazar y Baquijano era honrado y celoso del
cumplimiento de las leyes, no tenia confianza para acercar
me á él, y hablarle sobre la revoluoion de Salaverry, como
lo hice con Ud. ; y aunque lo hubiese hecho, no me hubie
ra dado asenso, como Ud. no me lo dió. Una de las prue
bas de lo que era Salazar y Baquijano, la tiene Ud. en el
hecho de haberle á Ud. desaprobado la remision de los ofi
ciales á Lima y de las reconvenciones fuertes que Ud. hizo
en el Cuzco á Bujanda.
Me han noticiado los amigos, que está Ud. en entredicho
con el Dr. Valdivia, apesar de que no hallará Ud. mejor
amigo; que lo ha probado con los servicios del año anterior
y del actual. Sin embargo él se ha abstenido de darme
queja alguna sobre el particular.
Aguardemos la noticia de la victoria de Santa Cruz so
bre Gamarra. Van á pelear entre si los dos hombres mas
— 143 —
El Dr. Valdivia se retiró en el alto de Catari, y mandó
oficiales á la casa de ía chacra de los Corvacllos, que do
mina el paso del rio de Congata al pueblo de Tiabaya.
Despues pasó Valdivia á la chacra de Corvacllo, y retiró
á los oficiales, que le dieron aviso de que una partida ocu
paba la chacra de La Jara, frente a la casa de Corvacho.
Poco despues pasaron cuatro oficiales de Salaverry y seis
soldados con carabinas, y se dirijieron al pueblo de Tiaba
ya. Compraron pan, vino, aguardiente, unas pocas ceci
nas, gallinas y papas, y se regresaron, llevándose dos mu-
las del pueblo, cargadas, y un mozo que hallaron escondi
do en un raarto.
Valdivia se colocó despues cerca de la casa de Corvacho,
y mandó dos oficiales de observacion á la casa de la chacra
de D. Mariano Ugarte..
A las cinco de la tarde bajó otra division de Salavsrry á
Congata, cuando ya la primera estaba haciendo rancho.
Como Valdivia tenia buen anteojo, conoció á Salaverry,
que vino con esa segunda division. Como á las seis y me
dia de la tarde bajó á Congata la artilleria y el resto del
ejército. Salaverry colocó una fuerte avanzada en el alto
de la chacra de La Jara, y otra en el alto entre el vado de
Congata y el puente de palo. Valdivia dió á Santa Cruz
sucesivamente todos los avisos respectivos, y se retiró al
alto de la poblacion de Alata. Alli recibió orden de Santa
Cruz, para que dejando en puntos seguros dos oficiales y
tres soldados, y pagando bien á cuatro paisanos, les diese
las instrucciones convenientes para que quedasen vijilan-
do y diesen avisos ; y que él se retirase al Cuartel General
de Challapampa, donde acamparia el ejército.
El Dr. Valdivia cumplió las órdenes : marchó para Cha
llapampa ; y á su llegada no encontró al ejército, sino al
General Infantas con dos oficiales y doce soldados de caba
lleria, quien le dijo : he quedado aqui, de orden del Sr. Ge
neral en Jefe, para esperar á Ud. y que nos retiremos á la
capilla del Señor San José, cerca del panteon de la Apa
— 144 —
cheta. El General en Jefe acampó eu este punto : pero
el General Serdeña, apesar de que apenas podia hablar,
le mandó decir que se retirase en el acto y ocupase el pan
teon del camino de Socabaya, porque Salaverry, descende
ria sobre Congata, y por la Laja se vendria ix Huasacache;
y podia, como el camino es corto, aunque malo, dirijirse ;¡
Yumina ó á Paucarpata.
Infantas y Valdivia llegaron, bien entrada la noche, k
donde Santa Cruz.
Valdivia le instruyó de todo cuanto habia visto, y de los
puntos donde habia colocado á los oficiales que quedaban
de vijilantes. Santa Cruz le hizo servir una tasa de cafe,
diciéndole : Si Ud, no quiere irse a su casa, podemos co
mer aqui algo de lo que se ha podido conseguir. Con tra
bajos y á gran precio he podido conseguir reces para la
tropa, porque Salaverry se habia recojido toda especie de
ganado. Dejé Challapampa y vine á este sitio por indica
cion del buen Serdeña.
El Dr. Valdivia le dijo:—me ha dicho el General Infan
tas que la indicacion del General Serdeña habia sido funda
da, en que Salaverry podia de Congata emprender en la
noche sobre Yumina ó Paucarpata ; en lo que no le falta
razon, pues si Salaverry toma Paucarpata, V. E. quedaria
completamente dominado. Yo habria querido, si hubiese
llegado á tiempo, que V. E. hubiese ocupado el alto de la
Retama, porque Salaverry en tal caso se moveria sobre
Yumina, y V. E. paralelamente ocuparia Paucarpata y el
Cerro Gordo, que domina á Yumina ; y si continuaba su
movimiento sobre Chiguata, y el ejército unido por mejor
oamino ocuparia Ccollomarca y Camarca, siempre dominán
dolo.
Santa Cruz dijo :—ambos ejércitos han trabajado mocho,
y están muy rendidos, porque no han dormido, ni han co
mido desde la retirada del puente de Arequipa.
Salaverry no puede pasar en la noche el camino de la
— 145 —
Laja en desñlada; y con anticipacion di yo orden para que
ese camino fuese inutilizado en varios puntos ; y supongo
que se habrá cumplido mi orden.
Hay necesidad de que el ejército haga rancho y duerma
algunas horas. Tengo una columna de paisanos bien pa
gados, para que vijilen todos los pasos de este lado del rio
Paucarpata; y he mandado una avanzada fuerte á Tingo -
bajo, con el Comandante Hurtado, muy conocedor de estos
lugares y Jefe de mucha confianza.
Vayase Ud. Doctor á descansar, y vengase mañana, an
tes de las nueve; que á esa hora habrá tomado ya rancho
el ejército, y veremos lo que se deba hacer. Yo necesito
dormir, siquiera tres horas.
Santa Cruz dio una escolta á Valdiviá, de seis soldados
y un oficial, diciéndole :—la noche está oscura, y no fie
Ud. mucho de si. Si Ud. quiere, resérvese esa escolta, y
se vendrá Ud. con ella mañana. A la entrada de la Ciu
dad despidió Valdia la escolta, despues de gratificarla.
En su casa habian estado esperando á Valdivia con in
quietud ; y con comida pronta. Valdivia comió poco, y se
acostó, diciendo que no lo despertasen hasta las cuatro de
la mañana : que cuidasen del mismo caballo en que habia
venido, porque de los otros no tenia tanta confianza. Se
levantó á las seis de la mañana, montó á caballo y fué á
ver al General Serdeña, y lo encontró tan hinchado desde
el pecho hasta la cabeza, que era un monstruo. El médi
co frances Forralli le estaba haciendo aplicar multitud de
sanguijuelas, despues de varias sangrias fuertes que habian
precedido. Eegresó á su casa, almorzó á la lijera, con su
compañero el jóven Gallegos se fué á donde Santa Cruz,
que ya habia movido el ejército en direccion á Socabaya en
virtud del aviso siguiente.
El General Salaverry habia dado en Congata la procla
ma que sigue:
"Cuartel General en Congata, á 7 de Febrero de 188G.
—Soldados : ya teneis al frente á los expléndidos vencedo
19
— 146 —
res de Yanococha y á los invasores de vuestra patria. El
Ejército Eestaurador ha visto amanecer este dia de gloria,
y en él recojereis los laureles debidos á los valientes.
Soldados : El puente de Uchumayo intimidó á vuestros
enemigos, porque en él disteis pruebas de vuestro valor; y
buscándolos en su retirada, les obligais á aceptar una ba
talla, de que quisieran alejarse. Bien pronto conocerán su
impotencia, y vuestro valor les arrancará los supuestos lau-
res que recojieron en Yanacocha.
Valientes del Ejército Eestaurador : los extranjeros de
ben ser para vosotros ménos odiosos todavia que los habi
tantes de Arequipa : ese pueblo desnaturalizado, que se ha
convertido en vuestro mas crudo enemigo, es el que mas
merece vuestro rigor ; yo lo entrego á vuestra venganza,
para que experimente todos los males que merece por su
- criminal obstinacion.
. Soldados : la gloria os llama, y un hermoso botin os es
pera en el pérfido pueblo arequipeño. En todas partes
vereis á vuestro lado á vuestro General Salaverry.
Santa Cruz en alta noche habia recibido esta proelama
de uno de los oficiales que quedaron en Alata, el cual ha
bia bajado al pueblo de Tiabaya, donde los cuatro oficiales
de Salaverry que pasaron el rio, habian dejado algunos
ejemplares manuscritos de ella.
Santa Cruz conoció que la intencion de Salaverry era
pelear, y dió las órdenes respectivas para que el ejército
amaneciera listo como para pelear. Pero lo especial es
que á las seis de la mañana habia ya ocupado Salaverry
con su ejército la chacra de la cabecera de Huasacache, y
colocado una pequeña columna de avanzada en el cerro in
mediato.
Al pié de las chacras de Socabaya se hallaba doña Isabel
Eivadeneira, en cama ; y muy temprano mandó á su sir
vienta que se levantara y diera alfalfa á la yegua, porque
tenia que ir á Arequipa á saber del estado de los ejércitos.
La sirvienta salió á dar alfalfa á la yegua, y divisó á los
— 147 —
soldados de Salaverry en el cerro cabecera de Huasacache :
regresó asustada ; y le dijo : señorita, los salaverrinós es
tán al otro lado del rio, en el cerro de la chacra de la Can
delaria de Huasacache. La señora, que como todo el pue
blo de Arequipa temia á Salaverry por los estragos que
habia hecho para retirarse al otro lado del puente, y por la
fama que se le habia dado de sanguinario ; hallándose sola
porque su marido estaba de viaje, dijo á la sirvienta :—vete
al pueblo ; y ellajse puso traje, zapatos y una manta : mon
tó en pelo en la yegua, pasó el rio de Paucarpata, y cuando
corria velozmente cerca del panteon, la tomó la avanzada
y la llevó donde Santa Cruz. Este oyó lo que la señora le
habia dicho, y despues trató de que desmontase y se sose
gara. Ella le suplicó no la detuviera mas tiempo delante
de tantos soldados, cuando se hallaba casi desnuda. San
ta Cruz trató de que la acompañaran, y agradeciéndole ella
ese ofrecimiento, se despidió y continuó su marcha para la.
Ciudad.
Santa Cruz dudó del aviso, desde que el Comandante Hur
tado, que estaba en Tingo-grando al frente de la Laja, no
le daba aviso alguno, pues no era posible que pasando al
frente en la noche todo un ejército, no fuese sentido. Sin
embargo mandó oficiales que fueran á este lado de Huasa
cache, hacia la casa del obispo Goyeneche ; y antes de que
hubiesen llegado á ese punto, vieron que las compañias de
cazadores de Salaverry estaban pasando el postrer rio, ha
cia las chacras del pié de Socabaya.
Con ese aviso movió Santa Cruz el ejército, en direccion
á las primeras chacras de Socabaya, pago de Lara. Val
divia encontró á Santa Cruz al pié de la ladera que des
ciende del mismo alto de la Eetama, y le dijo :—Mi Gene
ral, V. E. va por mal punto, porque al pasar el rio, y en
desfilada, Salaverry con solo su vanguardia lo destroza.
Santa Cruz le dijo :—¿y qué debemos hacer ? Valdivia
contestó :—subir esta ladera, hasta el alto de la Eetama, y
que el ejército marche rápidamente por la lloclla de Pau
— 148 —
carpata ; y suba al mismo alto de la Eetama. V. E. tome
compañias de cazadores y un escuadron, para ir á explorar
del alto el terreno que convenga.
Santa Cruz dió las órdenes respectivas, subió al alto de la
Eetama, y de alli elijió el punto donde debia situarse ; que
fué la cabecera de una pequeña chacra, á la derecha del ca
mino de Humapalca.
Salaverry á la vez, en marcha precipitada, pasó el rio de
Paucarpata, subiendo al cerro que por su derecha tenia el
rio y una lonja de chacra á la orilla ; y por su izquierda,
una ladera pendiente, que terminaba en las chacras del
pago de Lara. Subió y colocó su ejército sobre una especie
de loma, que hacia frente á Santa Cruz.
La loma es el término del alto de Paucarpata. Su ma
yor anchura, de poco mas de tres cuadras : los costados
son laderas pendientes. Salaverry no pudo hacer llegar á
tiempo su artilleria.
Colocados ambos ejércitos, Salaverry desprendió su co
lumna de cazadores, mandada por un Eios que fué el pri
mero que tomó la altura.
CAPITULO V.
BATALLA EN EL ALTO DE LUNA.
El motivo de haber ocupado Salaverry tan forzadamente
el alto de Luna, habia sido una equivocacion que padeció ;
lo que sucede de ordinario á los que no conocen el terreno.
Salaverry consultando con su Jefe de Estado Mayor, que
era un Jefe español muy acreditado ; cuando se hallaban
en el cerro cabecera de Huasocache, y juzgando que el alto
de Luna estaba al otro lado de Arequipa, dió orden al Co
mandante Eios, Jefe de la columna de cazadores, señalán
dole el alto de Luna, para que marchase á ocuparlo y lo
sostuviese á toda costa. Cuando Eios preparaba la colum
na para cumplir la orden, se le acercó uno de los ayudantes
de Salaverry y le dijo :—he estado oyendo la conferencia
del General con el Jefe de Estado Mayor, y lo manda á Ud.
á que [ocupe aquella altura en suposicion de que está á la
derecha del rio. Hágale Ud. presente al General su equi
vocacion porque al pasar el rio nos destroza Santa Cruz.
Eios contestó :—á mi me tienen por cobarde, y yó iré á
cumplir la orden, aunque me cueste la vida. ¿ Ud. por
qué no se lo ha dicho? El oficial dijo:—Ud. sabe lo que
es el General ; yo no me atrevo á decirselo.
Comprometidas las columnas de cazadores de ambos
ejércitos ; la de Santa Cruz era mandada por el Teniente
Coronel Sagarnaga y por el Comandante Buitrago.
— 150 —
Ambas columnas peleaban con bizarria, sin ceder ningu
na de ellas una linea. Santa Cruz, destinó á la izquierda
contra una division de Salaverry al General Ballivian, dán
dole el batallon de la Guardia y el de Zepita. Al General
Anglade lo destinó al centro y derecha, con orden de ata
car á la bayoneta, dándole el batallon Segundo del Gene
ral, y el Cuarto de linea, acompañándole al General O'co-
nor, y ordenando que tres compañias del batallon Arequipa,
recien llegadas, vencedoras en el Gramadal, descendiesen
por la derecha á distancia, para poder auxiliar al General
Anglade en su caso, y atacar el flanco izquierdo de Sala
verry.
El batallon sexto y la caballeria quedaron en reserva,
cerca del campo de batalla, y con fácil acceso.
El General Santa Cruz dió la señal de ataque á las diez
y once minutos de la mañana del siete de Febrero. Los
cuerpos destinados al ataque emprendieron simultáneamen
te sus operaciones.
El General Anglade no rompio sus fuegos hasta cincuen
ta pasos cerca de la linea enemiga. Ambos ejércitos se
sostuvieron con igual ardor ; y la batalla se hizo general.
Dos de las columnas enemigas intentaron flanquear la
izquierda de Santa Cruz, con una serenidad imperturbable.
Ballivian las cargó audazmente con el batallon de la Guar
dia; y no pudiendo rechazarlas, metió tambien á Zepita, y
cargando á la bayoneta se destrozaron reciprocamente, dis
persándose las dos columnas de Salaverry.
Anglade, que se acercaba demasiado á Salaverry, fué
contenido con una repentina y atrevida carga de tres es
cuadrones de Húsares, mandados por el muy valiente Co
ronel Lagomarsino. A la vez Brauns desprendió dos fuer
tes escuadrones de Lanceros contra Lagomarsino, y éste,
despues de haber cargado á la infanteria de Anglade,
cargó á los Lanceros ; y despues de la resistencia de és
tos, muy honrosa, aunque en menor número, volvieron
caras. Lagomarsino, aunque con bastante pérdida, se re
hizo con ánimo de cargar nuevamente á la division de An
glade ; pero fué cargado por otros escuadrones, cuya lucha
los puso á ambos contendientes en la necesidad de reple
garse, porque tuvieron muchas bajas.
Como Anglade avanzaba impertérrito, Salaverry le echó
los tres escuadrones de Coraceros ; y aunque le salieron al
encuentro los Lanceros do Brauns, volvieron éstos atras,
con las lanzas inutilizadas contra las corazas. La infan
teria de Anglade fué puesta en retroceso y lanceada por
coraceros. Anglade con cuatro compañias se pegó hacia
la barranca á un sitio pedregoso.
Cuando la division de Anglade huia, gran parte de ella
en desorden, le dijo un edecan al General Santa Cruz, que
estaba cerca:—Estamos perdidos. Sálvese V. E. Santa
Cruz irritado, le dijo :—yo no huyo ; yo me entrego. Y
metiendo espuelas al caballo Yanacocha, que habia tenido
en falso el herraje de una mano, corrió á contener á los sol
dados que retrocedian, y que en grupos muchos de ellos
peleaban contra los Coraceros, que ya habian tomado va
rios prisioneros. En ese estado de desorden se cargó San
ta Cruz hacia la derecha de la barranca y llegó donde An
glade, y le dijo ¡—General, retirese Ud. para reunirnos en
el punto de reserva y reorganizarnos. Anglade le contes
tó :—Ya no es hora de retirarme ; aquí me hago matar.
V. E. sálvese. Anglade sostenia los fuegos con sus com
pañias ; y en ese instante supremo subieron la ladera las
tres compañias, mandadas por el Coronel Peralta y Co
mandante Siles, y reforzaron las compañias de Anglade.
El General Santa Cruz volvió atras con dos ayudantes y
unos cuantos lanceros que no lo habian desamparado ; pero
como él venia adelante, emponchado, lo atacó un coracero;
y el General con una voz de trueno le dijo :—"Coracero,
dadme esa lanza." . El coracero, que debió conocerlo, con
testó :—Señor General, estoy á sus órdenes ; y continuó al
costado de Sauta Cruz. Este á su regreso encontró al ba
tallon sexto, mandado por Valdez, que del sitio de reserva
— 152 —
se habia ido sin orden alguna al campo de batalla. Santa
Cruz se puso á la cabeza del batallon, y rompió los fuegos
sobre coraceros. El General Brauns, que habia reunido
como dos escuadrones, cargó á la vez á la cabeza de ellos
á medio galope. Los coraceros volvieron atras en desor
den ; y Salaverry, por no fusilarlos, suspendió sus fuegos,
sufriendo en esos momentos el fuego graneado terrible que
de flanco le hacia Anglade. La tropa de Salaverry se des
ordenó completamente, y se declaró la victoria en favor de
Santa Cruz despues de una pelea encarnizada durante cin
cuenta y cinco minutos.
Se les persiguió tenazmente en todas direcciones. La
artilleria de Salaverry, cargada en mulas porque no pudo
llegar á tiempo, fué tomada en las chacras del pago de La-
ra. Tomaron presos doscientos veinte, entre Jetes y ofi
ciales, mil quinientos soldados, el resto del parque y cinco
estandartes.
El ejército de Santa Cruz tuvo doscientos cuarenta y do6
muertos y ciento ochenta y ocho heridos. Entre los muer
tos se hallaron al Comandante Buitrago, á los Comandan
tes Eomero y Sanchez de Zepita, y al teniente Vivanco de
Lanceros del General. Entre los heridos, al Teniente Co
ronel Sagarnaga con catorce heridas, de que felizmente fué
curado, al Capitan Beltran, á los tenientes Cornejo, Yañez
y Pope, y á los alféreces, Beyna, Eoltano, Neyra y Espone-
da. Salaverry dejó mas de quinientos muertos, y trescien
tos cincuenta heridos que fueron asistidos con esmero.
Se distinguieron notablemente en la batalla Anglade y
Ballivian, en primera linea; y despues de ellos el General
O'conor, y los Coroneles Villagra de lanceros, y Valdez del
sexto de linea, á quien propiamente se debió la victoria.
Se distinguieron tambien los Coroneles, Montes, Hurtado
y Peralta. El Teniente Coronel Sagarnaga, Campero, pri
mer Jefe de 'guias, y Guilarte del primero de la Guardia ;
y generalmente la gran mayoria de la oficialidad del ejér
cito.
— 153 —
- Bios, Jefe de la Columna de Cazadores de Salaverry ;
que salió mal herido del campo de batalla, sostuvo algunos
choques parciales en su retirada hasta Congata, donde mu
rió. Salaverry en su fuga, asociado del Coronel Cárdenas,
se desvió del camino para Islay, perdido hacia la derecha
hasta llegar á las Lomas, donde sufrió un golpe que le mal
trató una pierna, y apenas pudo llegar á los Toldos, mas
de una legua arriba de Islay.
Como el General Santa Cruz, antes de llegar á Arequipa,
habia mandado al General Miller, con una columna de ca
balleria al valle de Tambo, para que interceptara las comu
nicaciones de Salaverry con su escuadra, y se colocará en
la quebrada de Guerreros para ese objeto, y para en el caso
de que fuera derrotado Salaverry, poder tomar los disper
sos ; Miller, que era tan á propósito para las comisiones
mas arriesgadas, cumplió las órdenes como se deseaba.
En la noche que Salaverry se retiró de Challapampa
para Uchumayo, tuvo noticia Santa Cruz de que Orbegoao
habia ocupado Luna el 8 de Febrero, y que el Callao caeria
pronto en su poder. El dia de la victoria en el alto de Lu
na tuvo noticia Santa Cruz de que Moran habia tomado el
Callao, y que Orbegoso habia hecho fusilar á los Jefes de
Salaverry, Guillen Llerena, Lujan, un extrangero Goncer
y otros subalternos.
El General Miller tomó á varios Jefes y oficiales en la
quebrada de Guerreros. Iba poco despues Iguain con cua
tro compañeros, y Miller que se hallaba en el olivar, le
gritó diciéndole :—pare Ud. que es mi prisionero. Iguain
le contestó, con una palabra indecente; y dijo á sus com
pañeros :—siganme UU. y no hagan caso de ese gringo.
Apretó espuelas á su caballo, llegó á Islay y logró embar
carse.
Entre los prisioneros estaba el Coronel Mendiburu ; y
Miller lo comisionó para qne fuera á persuadir á Postigo,
Jefe de la Armada para que la entregara. Postigo se negó y
Mendiburu aprovechó de la comision para quedarse á bordo.
20
— 154 —
Salaverry habia fugado en el hermoso caballo "Ni po
oro" que fué del General Salas. El caballo engreido mu
rió en el camino, golpeando á Salaverry. Este que llegó á
los Toldos sumamente estropeado, echado de barriga escri
bió una carta al General Miller contando con garantias.
El General Miller mandó inmediatamente tropa por él
y por Cardenas. Cuando Salaverry llegó al olivar, le dijo
Miller :—A mi no se me ha concedido autoridad para dar
garantia de ninguna especie ; todo lo que podré hacer en
favor de Ud. es suplicar al General Santa Cruz. Miller
poco antes habia permitido al Dr. D. Andres Martinez que
se fuera á su hacienda Caraquen del valle de Tambo, y al
Comandante Gonzales (el manco) qur se fuese á Camaná.
Miller condujo hasta Arequipa á los prisioneros, que
fueron colocados en diferentes cuarteles.
Al General Salaverry lo pusieron solo en la casa que fué
ántes de la Intendencia, al costado de la Compañia.
Santa Cruz, por decreto de 8 de Febrero de 1836, formó
un Consejo Militar permanente, compuesto del General
Francisco Anglade, Presidente, y de los vocales Coroneles,
D. Antonio Vigil, D. Domingo Infantas, D. José Manuel
Hurtado, D. Casimiro Peralta, D. Gil Espino y D. Manuel
Santiago Gomez ; y por suplentes á los Coroneles, D. Julio
Montes, D. Baltazar Caravedo, D. Eafael Grueso y al Te
niente Coronel D. Anselmo Abril.
Por auditor del Consejo, al Dr. D. José Fernandez Dávi-
la, y fiscales, á los Sargentos Mayores, D. Evaristo Ames-
. quita, D. Agustin Mispireta y D. Manuel Céspedes.
Que el juicio contra acnsados ó denunciados debia ser
breve y sumario, arreglándose á las leyes y decretos vigen
tes, y por su falta á las ordenanzas del ejército.
El Consejo condenó á muerte á los Generales, Felipe
Santiago Salaverry y Juan Pablo Fernandini : al Coronel
Camilo Carrillo, á Miguel Eivas, Gregorio Solar, Juan
Cárdenas, Manuel Valdivia, Julian Picoaga y Manuel Mo
— 155 —
ya, todos Jefes ; y fueron fusilados en la plaza Mayor de
Arequipa el viernes 19 de Febrero de 18§6.
Como el Jefe Deustua fué en otro tiempo ayudante del
General Serdeña, éste le mandó una súplica á Santa Cruz,
para que no comprendiera á Deustua entre los que debian
fusilarse. Santa Cruz accedió, diciéndo :—pero que pase
por el susto. Se le avisó á Deustua en su prision ; y lo
llevaron á la plazuela de Santa Marta y lo sentaron en una
silleta como para fusilarlo ; y Deustua dijo al oficial : per
mítame Ud. mandar la tropa para que me dé la descarga.
El oficial entretuvo la tropa hasta que llegó el parte del
Jefe de Estado Mayor, con la orden suprema de suspender
la ejecucion.
Volviendo á los sentenciados, todos ellos se prepararon,
confesándose con los sacerdotes que elijieron. Salaverry
se confesó con el Canónigo Dr. D. Santiago O'phelan.
Salaverry, cuando salió de la casa para ser fusilado, an
daba con trabajo, apoyado en un baston.
Los asientos para las victimas fueron colocados desde la
pila hacia el Portal de Florez. Cerca de la pila ocupaba
el General Salaverry el primer asiento, y seguian á su iz
quierda el General Fernandini y los demas, hasta el último
que era Moya. Todos tenian la cara hacia el Tesoro, y la
espalda daba á la Catedral.
Al frente de los presos, como á doce pasos, estaba la
lineade infantes, de cuatro de fondo, con las armas car
gadas.
Los tres portales de la plaza, sus altos y el piso de la-
derecha de la plaza estaban llenos de gente de ambos séxos
de toda clase. Vendaron á los presos, y cuando se acerca
ron á Moya, que se hallaba sentado con la pierna sobre la
izquierda, tomó el paño blanco con que lo iban á vendar y
lo arrojó al suelo.
Mientras se hacia la operacion del vendaje, el General
Fernandini aprovechó de un descuido del Jefe de la parti
— 156 —
da, y se escurrió por entre la multitud de su derecha, que
íe abrió paso, y se cerró despues para impedir el paso de
los Boldados que lo perseguian.
Fernandini llegó hasta un arco del portal de San Agus
tin, cuyo piso es mas alto que el de la plaza. Todos los
arcos estaban ocupados por mugeres, sentadas en silletas
que ignoraban lo ocurrido ; y cuando Fernandini levantó
un pié para subir al portal, se hallaba arrimado á la colum
na inmediata un chileno que servia en el molino de Teati-
nos, y de cobrador de las regatonas de la plaza : éste tomó
á Fernandini del cuello de la levita á la voz de los soldados,
que atravesando el grupo de los paisanos, gritaban : "To
marlo." Llegó un sarjento y atravezó á Fernandini por la
espalda con la bayoneta, que desprendida del fusil quedó en
el cuerpo de Fernandini. Fernandini cayó ; y sobre caido
le descargó el sargento el fusil y lo mató.
A la vez descargó la linea de infantes sobre los presos
sentados ; y todos cayeron muertos, á ecepcion de Salaver-
ry que se paró, y dando unos pasos atras, hizo ademan con
la mano á los soldados para que no le tirasen, diciendo con
voz gruesa : "La ley me ampara." Descargaron sin em
bargo los soldados, y cayó muerto.
Los cadáveres fueron llevados á diferentes templos ; y el
del General Salaverry al de la Compañia, donde se le puso
una mortaja decente, en férretro, y con velas de cera de
Castilla.
El Dr. Valdivia, por medio de un ayudante del Prefecto,
pudo conseguir la de Salaverry, que era sencilla co
mo de un oficial cualquiera, de paño, con el cuello celeste;
y el Dr. D. Pedro Barriga consiguió el morreon, que era
ordinario como de soldado.
Cuando el General Castilla en el año 1844, el 22 de Ju
lio, derrotó en Arequipa en el alto del Carmen al General
D. Manuel Ignacio Vivanco, y colocó de Prefecto al Gene
ral D. Pedro Cisneros, Valdivia entregó a éste esa casaca
— 157 —
de Salaverry, que mandada al Museo de Lima, se conserva
allí dentro de una urna de cristal.
Los heridos recojidos despues de la batalla del alto de
Luna, desuno y otro ejército, pasaban de mil cuatrocientos,
que fueron asistidos cuidadosamente.
Cuando el Dr. Valdivia tuvo la primera noticia de haber
se formado el Consejo de Guerra, ocurrió á Santa Cruz, y
le dijo :—Señor General, habrá Ud. desconocido que su
victoria ha sido providencial. Hágala Ud. mas gloriosa, y
no la manche con la sangre de tantos peruanos distingui
dos. Observe Ud. que esa sangre fecundará un partido
formidable contra Ud. Sea Ud. generoso, y el Perú le que
dará muy agradecido. Santa Cruz, contestó con lentitud.—
No yo sino la ley será la que los condene. No me hable
Ud. mas Dr. de esto. El Consejo está encargado de juz
gar á los prisioneros, y de decidir á cerca de la suerte de
ellos. Valdivia le dijo entónces :—salve Ud. al menos al
Dr. D. Andres Martinez, cuya familia, como Ud. sabe, está
emparentada con las de alta clase de esta Ciudad. Santa
Cruz se separó á un lado, tomó un cuaderno, se lo alcanzó
á Valdivia, y le dijo :—Váyase á la otra sala á leerlo y de
vuélvamelo. Valdivia se fué al corredor de la Prefectura,
cuya casa ocupaba Santa Cruz.
Valdivia abrió el cuaderno, y era una nota muy larga del
Dr. D. Andres Martínez, que como Secretario General de
Salaverry, por orden de éste, dirijia al General Orbegoso al
Norte, para persuadirle se uniese á Salaverry contra Santa
Cruz. El conductor de esa nota debió ser Iguain.
Eran tantas las razones y tan duro el lenguaje, cuando -
tocaba á Santa Cruz, que sin duda éste se irritó mucho mas
de lo que estaba contra Martinez.
Valdivia devolvió el cuaderno á Santa Cruz, y salió á in
teresar á varios amigos, para que comprometieran al Gene
ral Brauns, que era casado con una jóven Eivero, sobrina
de la muger del Dr. Martinez. El General Brauns se ne
— 158 —
go rotundamente, á pesar de los muchos empeños que se le
hicieron.
Como el General Miller permitió que Martinez despues
de preso en la quebrada de Guerreros, se fuese á su ha
cienda de Caraquen, luego que Martinez llegó á dicha ha
cienda, hizo llamar á D. Felipe Valdivia, hermano del Dr.
Valdivia, para que le ocultase y lo protejiese personalmen
te, sin dar noticia á persona alguna. D. Felipe lo ocultó
en un cañaveral, sin que nadie lo supiera ; y en alta no
che le llevaba todos los auxilios necesarios, hasta que Mar
tinez pudo emigrar a Chile.
CAPITULO VI.
ASAMBLEA DE SICUANI.
Santa Cruz despues de su victoria y recomposicion de su
ejército, del que acantonó la mayor parte en el Cuzco, trató
de la reunion de la asamblea convocada por Orbegoso para
Sicuani. Eeunida la asamblea en ese punto, declaró so
lemnemente la independencia del Estado Sud-peruano,
despues de varios considerandos en los articulos siguientes:
"La asamblea solamante declara y decreta :
1. ° Los departamentos de Arequipa, Ayacucho, Cuzco
y Puno se erijen y constituyen en un estado libre é inde
pendiente, bajo la denominacion de Estado Sud-peruano,
adoptando para su Gobierno la forma popular representa
tiva.
2. ° El Estado Sud-peruano se compromete desde año
ro á celebrar con elEstado que se forme en el Norte y con
Bolivia vinculos de federacion, cuyas bases se acordarán
por un Congreso de Plenipotenciarios nombrado por cada
uno de los tres Estados, que han de concurrir á la gran
confederacion.
3. ° Se confia, por ahora, el ejercicio de toda la suma
del poder público del Estado á S. E. el Capitan General,
Jefe Superior del Ejército Unido, Andres Santa Cruz, bajo
el titulo de Supremo protector del Estado Sud-peruano.
— 160 —
4. ° El Protector del Estado Sud-peruano invitará á los
otros á la confederacion indicada, y no omitirá todos los
oficios que conduzcan á llevarla á su perfeccion, poniéndo
la en armonia con el voto de los pueblos.
5. ° El Protector del Estado, luego que á su juicio lo
permitan las circunstancias, convocará un Congreso que
constituya fundamentalmente el pais.
En fó de lo cual, nos los representantes de los cuatro de
partamentos damos y firmamos á su nombre y el nuestro
la presente declaracion, que la voluntad de nuestros comi
tentes, quienes por si, y nosotros por ellos, nos compromete-
' mos á sostenerla, conservarla y defenderla, con todos nues
tros esfuerzos, empeñando nuestro honor, é invocando la
proteccion del Ser Supremo, y la de nuestra hermana la
Eepública de Bolivia.—En la sala de sesiones de la Villa
de Sicuani, á diez y siete dé Marzo de 1836.—Dr. Nicolas
de Piérola, Presidente, Diputado por Arequipa.—José Ma
riano de Cossio, Diputado por Arequipa.—Cesareo Vargas,
Diputado por Arequipa. —Estanislao de Aranibar, Diputa
do por Arequipa.—Mariano Miguel de Ugarte, Diputado
por Arequipa.—Pedro José Flores, Diputado por Ayacu-
cho.—José M. Mugica, Diputado por Ayacucho.—Pedro
Ignacio Euiz, Diputado por Ayacucho.—Tadeo de Segura,
Diputado por Ayacucho.—Juan Corpus Santa Cruz, Di
putado por Ayacucho. —Ceverino de Valdivia, Diputado
por Ayacucho.—Mariano de Campero, Diputado por el
Cuzco.—Ancelmo Zenteno, Diputado por el Cuzco.^Fran-
cisco Pacheco, Diputado por el Cuzco.—José de Eivas, Di
putado por el Cuzco,—Manuel Torres Mato, Diputado por
el Cuzco. —Diego Calvo, Diputado por el Cuzco. —Bonifa
cio Alvarez, Diputado por Puno.—José Maria Bejar, Dipu
tado por Puno.—Domingo Infantas, Diputado por Puno.
—Andres Fernandez, Diputado por Puno.—Juan Antonio
de Macedo, Diputado por Puno.—Juan Cazorla, Secreta
rio, Diputado por Puno.
Santa Cruz, dió una proclama dirijida al Estado Sud
— 161 —
peruano y á la Nacion, en Sicuani á 20 de Marzo de 188C.
La misma asamblea, en 20 de Marzo de 1836, decretó
que la bandera del Estado Sud-peruano, seria compuesta
de los colores punzó, verde y blanco. Que el punzó ocupa
rá la tercera parte de la bandera al lado de la hasta de
arriba abajo : que el verde y blanco ocuparán las dos ter
ceras partes, dividos horizontalmente por mitad, colocán
dose el verde en la parte superior y el blanco en la inferior;
y que las armas del Estado se colocarian en la tercera par
te que debia ocupar en la bandera el color punzó. El de
creto era firmado por el Presidente Piérola, y autorizado
por el Secretario Cazorla.
Pasado á Santa Cruz, puso éste el ejecútese en Sicuani
á veintidos de Marzo de 1836, autorizando el Secretario
General Andres Maria Torrico.
La asamblea decretó en 20 de Marzo de 1836, que las
armas del Estado Sud-peruano serian un sol radiente, co
ronado de cuatro estrellas colocadas en forma de un arco
de oirculo. Santa Cruz mandó ejecutar ese decreto en Si
cuani, el mismo 22 de Marzo.
La asamblea decretó el sueldo de treinta mil pesos anua
les al Supremo Protector Santa Cruz.
La misma asamblea, en 19 de Marzo de 1836, dió el si
guiente decreto.
La asamblea del Sur del Peru, considerando:
1. ° Que á los esfuerzos que hizo el Presidente Proviso
rio del Perú, General de División, D. Luis José de Orbego-
so, se debe el que los rebeldes no hubiesen consumado sus
atentados y la total ruina del orden legal.
2. ° Que á los auxilios que invocó de Bolivia y su Go
bierno, y á la cooperacion de los valientes quejpermanecie-
ron fieles al Gobierno, se debe tambien el esterminio delas
facciosos que despedazaban el pais, no ménos que la orga
nizacion de estos pueblos bajo las formas adecuadas á sus
deeeos e intereses :
21
— 162 —
Decreta:—1. ° Se aprueba el tratado celebrado entre los
gobiernos del Perú y de Bolina, en 15 de Junio de 1835, y
ratificado en 24 del propio mes y año, y los demas actos
administratorios del Gobierno Provisorio del Perú, relati
vos á este objeto.
Por el articulo 2. ° se votaba una accion de gracias al
General Orbegoso y á los militares que sostuvieron la legi
timidad del Gobierno. Por el articulo 3. ° se nombró al
General Orbegoso Gran Mariscal del Estado Sud-peruano,
y ee dispuso que su retrato fuese colocado en la sala de se
siones. A este decreto se le puso el ejecútese por Santa
Cruz, en Sicuaní á 22 de Marzo de 1836.
La asamblea de Sicuaní decretó su receso en 20 de Mar
zo de 1836, y se le puso el ejecútese en 22 de Marzo.
El General D. Luis José Orbegoso convocó una asam
blea para la Villa de Huaura, en 3 de Marzo de 1836 ; la
que debia constar de Diputados de los departamentos de
Junin, Lima, Libertad y Amazonas ; cuya reunion se fija
ba para 15 de Julio próximo.
La asamblea de Huaura cerró sus sesiones en 11 de
Agosto de 1836, despues de haber decretado, en virtud de
varios considerandos, lo siguiente :
Articulo 1. ° Los departamentos de Amazonas, Junin,
Libertad y Lima se erijen y constituyen en un Estado li
bre é independiente, que se denominará Nor-Peruano, con
federados con los del Sud y Bolivia, bajo la forma de Go
bierno popular representativo.
2. ° El Estado Nor-Peruano reconoce la separacion é in
dependencia del Estado Sud-Peruano.
3. ° El Estado Nor-Peruano confia, por ahora, la pleni
tud del poder público en la persona del Gran Mariscal D.
Andres Santa Cruz, para que lo ejerza con el titulo de Su
premo Protector del Estado Nor-Peruano.
4. ° Cuando el Protector se ausente del Estado, y dele-(
gue el mando en alguna persona ó personas de su confian-
— 163 —
za. la asamblea determina que sea detallando las atribucio
nes que deba ejercer el delegado, sin conferirle la plenitud
del poder público, que en él solo se deposita.
5. ° Puede nombrar igualmente el Protector quien le
sostituya para el caso de muerte.
6. ° La persona que en el caso del articulo anterior sos-
tituyese al Protector, será obligada á convocar dentro de
24 horas la asamblea á esta misma Villa de Huaura ; la
cual, á lo mas en el término de sesenta dias, nombrará á
la persona que deba encargarse del supremo mando, en el
modo que lo demanden las necesidades públicas.
7. ° Tan luego como falte el Protector del Estado Nor-
Peruano, sin haber señalado quien deba sucederle en el
mando, recaerá éste en los miembros de Estado, quienes
formarán un Consejo de Gobierno, presidido por el mas
antiguo.
8. ° El Consejo de Ministros, precisa é indispensable
mente, al subsiguente dia de su formacion promulgará la
convocatoria de la asamblea para la eleccion de Presidente
del Estado y deliberacion de lo demas que juzgue conve
niente al bien general.
9. ° En caso de que no haga la convocatoria en dicho
término el encargado del Poder Ejecutivo, la hará el Presi
dente de esta asamblea, y en su defecto el Vice-presidente,
y en falta de uno y otro, se reunirán por si los Diputados
en esta Villa sin convocatoria, compeliendo los presentes á
los ausentes, hasta que se oompleten los dos tercios, que
formen asamblea, para proceder á lo prevenido en el arti
culo anterior.
10. Un Congreso de Plenipotenciarios nombrados de ca
da uno de los predichos tres Estados, acordará y sanciona
rá las bases de la gran confederacion Perú-Boliviana.
11. La eleccion de los Plenipotenciarios del Estado Nor-
Peruano la hará el Protector ; quedando á su juicio el tiem-
po'de su convocatoria, el lugar de su reunion y el número
d* ellos.
— 164 —
12. Fijadas las bases de la confederacion, se reunirá un
Congreso que conforme á ellas dé y sancione la Constitu
cion politica del Estado Nor-Peruano.
13. El Supremo Protector del Estado dará el reglamen
to que fije el número de los Diputados para el Congreso
Constituyente, el modo y forma de su eleccion, y designará
la época y lugar en que deba reunirse.
14. Para que el Gran Mariscal D. Andres Santa Cruz
obtenga el nombramiento de Supremo Protector de la Gran
Confederacion, emite desde ahora sus votos el Estado Nor-
Peruano, de conformidad con los deseos de todos los pue
blos.
15. El Estado Nor-Peruano mantendrá el mismo pabe
llon, escudo de armas y tipo de moneda que usa hasta el
(lia, con la única diferencia de que se sostituya Estado Nor-
Peruano en lugar de Eepública Peruana, entretanto so de
termina otra cosa por el Congreso de Plenipotenciarios, ó
por el Constituyente del Estado.
Y nos los representantes de los cuatro departamentos del
Norte, que componemos esta Asamblea deliberante, damos
por ley fundamental de su nueva organizacion la presente,
y la suscribimos y firmamos en la sala de sesiones de la
Villa de Huaura, á seis dias del mes de Agosto de mil ocho
cientos treinta y seis años.— Evaristo Gomez Sanchez, Di
putado por Lima, Presidente. —José Modesto Vega, Dipu
tado por Amazonas.—Damian Najar, Diputado por Ama
zonas. —Manuel Castro, Diputado por Amazonas.—Maria
no Ocharan, Diputado por Junin.—Francisco Quiroz,
Diputado por Junin.—Pedro Alvarado, Diputado por Junin.
— Eamon de Echenique, Diputado por Junin y Vice-presi-
dente.—José Simeon Egusquiera, Diputado por Junin.—
Mariano Eosario Córdova, Diputado por Junin. —Pablo
Dieguer, Diputado por la Libertad.—Pedro Delgado y Co-
tera, Diputado por la Libertad.—Manuel de Espino, Dipu
tado por la Libertad. —Manuel Tinoco, Diputado por la
Libertad. —José de Lamas, Diputado por la Libertad. —
— 165 —
Francisco Eodriguez Piedra, Diputado por la Libertad.—
Manuel Escobar, Diputado por la Libertad. —Lúcas Fon-
seca, Diputado por Lima. —Juan Evangelista Vivas, Dipu
tado por Lima.
Por tanto, mando se imprima, publique, circule y se le
dé debido cumplimiento.
Dado en la casa del Gobierno en Huaura a 11 de Agosto
de 1836, dia en que se ha recibido. —Luis José Orbegoso.
—El Ministro de Gobierno, Eelaciones Exteriores, Guerra
y Marina, Mariano de Sierra. —El Ministro de Hacienda,
Juan Garda del Rio.
El General Orbegoso, por nota de 11 de Agosto de 1836,
dirijió la declaracion de la Asamblea de Huaura al General
Santa Cruz que se hallaba en el Cuzco, rogándole acelerase
su viaje á la Capital, donde debia prestar el correspondien
te juramento, antes de tomar posesion del mando.
La asamblea de Huaura, por decreto de 8 de Agosto de
1836, al cual le puso el cúmplase el General Santa Cruz
en Lima en 24 de Agosto del mismo año, autorizado por
D. Pio Tristan, aprobó los tratados celebrados entre el Go
bierno del Perú y Bolivia, en 15 de Junio de 1835, ratifica
dos en 24 del mismo mes y año ; y aprobó tambien los de-
mas actos y decretos expedidos por el Presidente Orbegoso
en ejercicio de las facultades extraordinarias de que estaba
investido.
El General Santa Cruz expidió el decreto siguiente ne
Lima á 28 de Octubre de 1836, despues de varios conside
randos :
1. ° Queda establecida la confederacion Perú-Boliviana,
' compuesta del Estado Nor-Peruano, del Estado Sud-Pc-
ruano y de la Eepública de Bolivia.
2. ° El Congreso de Plenipotenciarios, encargado de fijar
las bases de la Confederacion, se compondrá de tres indi
viduos por cada uno de los tres Estados susodichos, y se
reunirá en la Villa de Tacna el 24 de Enero del entrante
año ; á cuyo fin por la Secretaria General so invitará al
— 166 —
Gobierno de la Eepública de Bolivia y al del Estado Sud-
Peruano, para que nombren los Ministros que á cada uno
corresponden.
3. ° El Secretario General será el órgano preciso para
todas las comunicaciones que hubieren de expedirse ó reci
birse, relativas á la Confederacion Perú-Boliviana.
El Genferal Santa Cruz, en 15 de Noviembre de 1836,
expidió en Lima un decreto autorizado por D. Pio Tristan,
del tenor siguiente:
Considerando :
1. ° Que toda la conducta seguida por la Escuadra Chi
lena desde su aparicion en el Callao, y la declaratoria del
Ministro Plenipotenciario de aquel Estado, sobre que ella
impedirá ó procurará impedir la reunion de nuestros bu
ques de guerra, son bastantes para inspirarnos una justa
desconfianza acerca de sus intenciones y procedimientos
hostiles;
2. ° Que nuestra seguridad exije que tomemos cuantas
medidas de precaucion sujiera la prudencia, para indemni
zarnos de los daños y perjuicios que pueda causar la Es
cuadra Cchilena á las propiedades públicas y privadas ;
3. ° Que el Ministro Plenipotenciario de Chile ha anun
ciado, en oficio de 11 del corriente mes, que puede conside
rarse ya declarada la guerra entre los Estados Nor y Sud-
peruanos y el Gobierno de Chile.
Decreto :
Art. 1. ° Todos los buques chilenos que se encontrasen
en la actualidad, ó en adelante llegasen á los puertos de los
Estados Nor y Sud-peruanos, y todas las propiedades chi
lenas que se hallaren á bordo de los buque3 susodichos,
serán embargados y detenidos, hasta que se sepa el resul
tado de la actual controversia, y se determine en su conse
cuencia si el embargo ha de considerarse bélico ó civil.
Art. 2. ° El Gobernador del Callao y los Capitanes de
puertos de los Estados Sud y Nor-peruanos, inmediata
mente despues de haber embargado algun buque chile
— 167 —
no, darán cuenta con los manifiestos y documentos justifi
cativos al Gobierno, para disponer que todos los articulos
sujetos á deterioro, merma 6 corrupcion se vendan por el
tribunal del consulado, ó por una junta de comercio, á los
precios corrientes de plaza ; llevándose cuenta formalizada
de su producto, y manteniéndolos en depósito ; y para ex
pedir las órdenes necesarias sobre los buques, sus tripula
ciones y demas efectos que no es preciso rendir inmediata
mente.
Art. 3. ° Queda cortada por ahora, é inter duran las
hostilidades de Chile contra los Estados Nor y Sud-Perua-
nos, todo comercio con Chile, por lo que hace á los produc
tos naturales y fabriles de aquel Estado ; y no se recibirán
éstos en nuestros puertos, bajo ningun pabellon, so pena
de ser embargados y detenidos, y sujetos á todas las conse
cuencias del embargo, ya sea que se declare bélico ó yá ci
vil ; entendiéndose que esta prohibicion y pena solo tendrá
lugar paralos buques amigos ó neutrales al cabo de cuaren
ta dias, contados desde la publicacion de este decreto."
Desde la fecha de este decreto se conoció que la guerra
-entre Chile y la confederacion Perú-Boliviana seria inevita
ble, porque los muchos emigrados en Chile, entre los cua
les se encontraba el General Eamon Castilla, empeñarian
á Chile en la guerra, y le ofrecerian toda especie de re
cursos.
El Gobierno de Chile se entendió con el de Buenos Ayres,
para que éste enviase tropa sobre la provincia de Ta-
rija que poseia Bolivia, reclamándola como perteneciente a
la Eepública Argentina.
Santa Cruz que calculó que la guerra seria indefectible,
y que tuvo noticia de los acuerdos entre el Gobierno de
Chile y el de Buenos Ayres, mandó al General Brauns con
algunos cuerpos, para que organizase en Bolivia una divi
sion regular, para oponerse á los argentinos, y batirlos en
el caso de que intentasen apoderarse de Tarija.
Como Santa Cruz expidió tambien un decreto, por el
— 168 —
cual concedia á los buques mercantes extrangeros que lle
gasen á los puertos del Perú, 6in tocar en puerto alguno
del Pacifico, cierta rebaja en los derechos de importacion,
y que se les admitiria el valor de una cuarta parte de los
derechos en documentos de la deuda nacional ; los buques
extrangeros aprovecharon de ese ofrecimiento, y vinieron á
los puertos del Perú sin tocar en ninguno de los de Chile.
Ese decreto causó tales daños á las aduanas de Chile,
adonde, especialmente en Valparaiso, habian hecho los ex
trangeros su depósito de efectos, de modo que los comer
ciantes de todo Bolivia y del mismo Arequipa iban á com
prarlos algo ; que cuando el escritor español Mora tocó en
Chile, al retirarse para España; despues de haber servido
bastante tiempo á Santa Cruz, escribió á éste de Valparai
so, diciéndole que el Gobierno de Chile habia devuelto en
ese puerto á sus dueños varias casas que habia tomado en
arrendamiento para almacenes fiscales, porque ocupados
antes, se hallaban entónces vacios, á causa de que los bu
ques de comercio pasaban á los puertos del Perú, para
aprovechar de la rebaja de derechos, sin tocar en los de
Chile.
Habiendo hablado de Mora, referiremos lo que ocurrió
con él en la casa de la Prefectura de Arequipa, dias des
pues del fusilemiento de Salaverry y sus compañeros. El
Dr. Juan Gualberto Valdivia fué á ver á Santa Cruz, y lo
encontró con el Sr. Mora, de pié, cerca de una mesa sobre
la cual estaba abierta una gran carta geográfica del Perú.
Santa Cruz dijo á Valdivia ,—acerquese Dr., que estamos
tratando de ver lo que mas nos interese. Santa Cruz te
nia en la mano una pluma con cabo largo, y señalando la
linea del rio Apurimac, dijo á Mora :—he dicho á Ud. que
mi proyecto ha sido no pasar de aqui. Cuando el liberta
dor llegó á éste punto con el ejército unido Perú- Colombia
no, en busca del Virey La Serna, dijo : algún dia se partirá
el Perú en este rio. Santa Cruz prosiguió : estos departa
mentos del Sur, una parte de cuya prolongada costa debi*
— 169 —
pertenecer á Bolivia y darle su comunicacion natural con
el mar, tienen comercio intimo con Bolivia, y son pueblos
familiarizados entre si, y análogos en sus costumbres ; lo
que no sucede con los pueblos del Norte.
Ud., Sr. Mora, conoce Lima tanto ó mejor que yo. Li
ma es la Babilonia de América ; los hombres de esa capi
tal urden las revoluciones francamente en los cafées ; y en
esa Ciudad se reunen los que quieren ir á pasar vida hol
gazana en tertulias y diversiones públicas, en el juego y en
amorios. Le digo á Ud. , Sr. Mora, que no tengo ya á que
aspirar : que deseo ardientemente hacer prosperar á éstos
paises. Me siento con poder y con fuerzas, porque es una
vergüenza que estos paises no progresen, con tantos ele
mentos que les ha concedido la naturaleza, y con tanta abun
dancia en todos sus tres reinos ; pero presagio que si paso
de este punto (señalando con la pluma el Apurimac) me
pierdo. Volviéndose á Mora le dijo :—"¿ qué opina Ud.
definitivamente ? Mora contestó : ''que todo ó nada."
Saata Cruz dobló la carta, se puso á pasear y dijo á Mo
ra :—pues vaya Ud. á poner las notas acordadas, y mán
delas para que las firme. Mora salió, y Santa Cruz dijo á
Valdivia : tengo cartas de Trujillo, en las que se me avisa
que el amigo de Ud. , General Nieto, prepara fuerzas para
hacerme la guerra. Pronto le mandaré las cartas, para
que Ud. las conteste : yo he estimado á ese General.
Valdivia se retiró ; y al dia siguiente le mandó Santa
Cruz las cartas de Trujillo, de personas muy caracteriza
das. Valdivia las leyó, y pasó a donde Santa Cruz á pedir
le instrucciones ; y éste le dijo :—digales Ud. que no sean
aprehensivos : que yo estaré á lo que decidan las asambleas
que representarán al Perú, y lo demas que Ud. crea conve
nir. Contestadas las cartas, las firmó Santa Cruz, y orde
nó á Valdivia pusiese una nota para el General Orbegoso,
indicándole que de preferencia hiciese pagar al General
Nieto los sueldos devengados ; la cual concluida la firmó
tambien.
22
— 170 —
Santa Cruz dijo á Valdivia :—piense Ud. ó indiqueino
alguna persona de las que esten en Lima, para encargarle
en reserva la direccion de la asamblea ; con tal que no ten
ga relaciones con Luna Pizarro. Valdivia le contestó :—
no sé que haya persona de algun valer, que no se precie de
respetar y de oir en los casos arduos de politica al Sr. Lu
na Pizarro. Santa Cruz, sonriéndose, le dijo : siento que
sea Ud. tan apasionado de esos dos clérigos, Luna Pizarro
y Vigil.
Santa Cruz, despues que mandó á Brauns á Bolivia, dejó
Lima, con objeto de ir á la Ciudad de la Paz, por Arica
tocando en Islay. Santa Cruz en Lima habia recibido por
los extranjeros noticias fijas de los aprestos que se hacian
en Chile, de tropas y buques, para hacer la guerra al Pe
rú : y escribiendo á Serdeña le decia:—que la invasion la
harian los chilenos al Norte, imitando á San Martin :—que
ocuparian puntos próximos al mar, que hubiesen recursos
suficientes para sostener su ejército; que no vendrian al
Sur á ocupar Tacna ó Arequipa, alejándose del mar, con
un desierto de por medio : que sin embargo arreglase la
guarnicion de Arequipa, y si llegase á ser acometida se re
tirase hasta Torata, á reunirse con la tropa del General
Lopez y con la caballeria que guarnecia Tacna : que al re
tirarse dejase siempre á su retaguardia una columna de
exploracion.
Como en la carta de Serdeña decia Santa Cruz que al
pasar para Arica tocaria en Islay, Serdeña bajó á ese puer
to, comprometiendo para que lo acompañaran á los Docto
res Cuadros, La Torre y Valdivia. Santa Cruz no tocó en
Islay : llegó al puerto de Arica, y rápidamente se fué para
la Paz.
En el puerto de Islay habia una compañia de infantería
á las órdenes del Capitan Zegarra ; y algunos de los ami
gos de éste denunciaron á Serdeña el plan que tenia dicho
Zegarra de apoderarse de Santa Cruz, cuando desembarcase
en Islay. Serdeña y los que le acompañaron regresaron á
— 171 —
Arequipa ; y Serdeña mandó tropa para prender á Zegarra
y sus cómplices. Zegarra trató de fugar. Lo tomaron, y
fué fusilado en Arequipa por Serdeña, con otro de sus com
pañeros.
La invasion de Buenos Ayres se verificó sobre la provin
cia de Tarija ; y Brauns batió á los argentinos en Monte
negro. Como Santa Cruz opinaba que la expedicion chi
lena vendria al Norte del Perú, la mayor parte del ejército
se hallaba desde Cuzco hasta Jauja, y en Lima habia una
regular division al mando del General Moran.
CAPITULO VIL
EXPEDICION CHILENA AL SUR DEL PEBU.
En el mes de Octubre de 1837 apareció la armada chile
na en los puertos pertenecientes á Arequipa ; y el General
Serdeña mandó una partida lijera de observacion al valle
de Vitor, con el Comandante Agustin Jimenez. Ofició rá
pidamente al General Santa Cruz, que se conservaba en la
Paz, y al Jefe del Estado Sud-Peruano residente en el Cuz- *
co, para que hicieran replegar los cuerpos hasta esa Ciu
dad.
El ejército chileno, a las órdenes del General Blanco En
calada, marchó sobre Arequipa sin oposicion ; y Serdeña
se retiró á Puquina con toda la guarnicion, dejando al Co
ronel Montes en Pocsi á seis leguas de Arequipa, con una
fuerte columna de observacion.
El General Serdeña quizo continuar su marcha de Pu
quina hasta Torata; temiendo un asalto, por distar Puqui
na solo quince leguas de Arequipa, y tambien porque asi
se lo habia prevenido el Protector ; y porque no tenia mas
que un batallon pequeño, un escuadron y cuatro piezas de
campaña. D. José Eivero, contando con lo mucho que lo
distinguia Santa Cruz, y con la amistad de confianza que
tenia con Serdeña, se opuso á la retirada hasta Torata.
Como en meses anteriores habia adquirido Serdeña, por
medio de un amigo suyo, extranjero, noticia cierta de los
viveres que el Gobierno de Chile reunia en Valparaiso para
la expedicion sobre el Perú; Serdeña y D. José Eivero hi
cieron llamar al Dr. Valdivia para acordar lo que pudiera
convenir. Como Serdeña y Eivero estaban acordes con la
opinion de Santa Cruz ; despues de una larga discusion,
Valdivia fué de opinion contraria, afirmando que la expedi
cion chilena no vendria al Norte, sino al Sur, dirijiéndose
á Tacna ó Arequipa. Entre otras razones, se fundaba en
que el Gobierno de Chile debia saber que la mayor parte
del ejército estaba escalonado hácia los puntos del Norte ;
que no podia venir al Callao, que estaba armado, y no te
nia donde desembarcar su ejército : que no podia venir á
Pisco é lca, ni á los inmediatos puertos al Norte de Lima,
porque con anticipacion se habian tomado providencias
para no dejarles recursos, y poder ser atacados ventajosa
mente en su desembarco. Que con respecto al Sur; estan
do unidos los Generales La Fuente y Castilla y demas emi
grados peruanos á la expedicion chilena, debian contar con
la opinion del Cuzco y Puno que pertenecieron al General
Gamarra ; y que no era posible dejar de tener deseo de
vengar la pérdida en Yanacocha, donde la mayor parte de
la fuerza fué de esos departamentos, que se hallaban des
guarnecidos y podian ser ocupados por las tropas chilenas.
Serdeña y Eivero obligaron entónces á Valdivia á que fun
dando extensamente su opinion, escribiese á Santa Cruz,
que se hallaba en la Paz. Valdivia se negó, diciéndoles,
que eso era mas propio del General Serdeña ó de Eivero, á
quienes tanta confianza dispensaba Santa Cruz ; pero am
bos suplicaron y obligaron á Valdivia á que pusiese la car
ta ; y Serdeña se encargó de remitirla.
Cuando Serdeña cedió á las razones de Eivero para que
darse en Puquina, obligaron ambos á Valdivia á que escri
biese á Santa Cruz, haciéndole algunas indicaciones sobre
lo que habian oonversado en Puquina ; y Valdivia tuvo que
— 174 —
ceder, escribiendo á Santa Cruz, de letra del hijo del Cuz-
queño D. Anselmo Zenteno ; incluyéndole en la carta un
croquis, que trabajó Zenteno, que dibujaba perfectamente
todo el terreno, desde el rio Grande de Tambo y la cordi
llera hasta el rio de Yura.
Santa Cruz, en virtud de los avisos repetidos, bajó á
Puno á organizar y reunir el ejército, y mandó al General
Herrerra que bajase á Pocsi con una escolta escojida, y se
encargase de la columna de observacion que mandaba.
Montes.
En esos dias adquirió noticia Serdeña que el General
Lopez, que se hallaba en Torata con tropa, la habia revo
lucionado, para irse con ella á revolucionar Bolivia. Par
te de esa tropa se desbandó, y con el resto se marchó Lo
pez para Oruro y Cochabamba. Entonces conoció Serdeña
la ventaja de estar en Puquina, y agradeció á Eivero el que
lo hubiera hecho quedar alli.
El General Herrera, llegado á Pocsi, ofició á Serdeña;
y éste ocultó esa noticia y tambien la próxima bajada de
Santa Cruz por atras de los cerros de Pichu-pichu á Pu
quina.
En virtud de las órdenes reservadas de Santa Cruz mo
vió Serdeña su fuerza en direccion a Pocsi, sin decir su de
signio á Eivero, que era de su total canfianza, ni á Valdi
via que fué á Puquina como emigrado, con su discípulo, el
Dr. D. Manuel Toribio Ureta.
Como Serdeña madrugó con su tropa sin dar aviso algu
no, Valdivia, Ureta y muchos otros emigrados, sin saber
porque se habia hecho tal movimiento, y sin almorzar, sa
lieron en alcance de Serdeña.
Cuando Valdivia estaba cerca de la pampa de Uzuña, vió
la tropa de Serdeña en formacion como para pelea, y las
cuatro piezas de artilleria en una eminencia. Con tal ooa-
sion dijo Valdivia al Dr. Ureta : esta es novedad: acerqué
monos á la ligera.
— 175 —
Llegaron al sitio donde estaba Serdeña con Eivero y al
gunos Jefes, que rodeaban al abogado Navarro, chuquisa-
queño, que emigró de Arequipa y se quedó con el Coronel
Montes en Pocsi. Valdivia dijo al General Serdeña :—veo
la tropa en formacion de pelea, ¿ qué es lo que hay ? Ser
deña le contestó : oiga Ud. al Dr. Navarro. Este se hallaba
montado en un hermoso caballo rocillo ; y dijo á Valdivia :
—todo el ejército chileno ha caido en la madrugada sobre
la columna mandada por el General Herrera y por el Co
ronel Montes, y despues de batirla, se la han tomado.
Valdivia le dijo :—dispénseme Ud., Dr., que suspenda el
juicio sobre quetodoel ejército chileno viniese para batir una
columna tan pequeña, cuyo número de hombres lo sabrán
los chilenos mejor que nosotros. Y volviéndose al General
Serdeña le dijo : —continúe Ud. por precaucion como se ha
lla, aunque éste no es sitio á propósito para resistir fuerzas
superiores. Ojalá se situara Ud. en la ladera de la derecha,
para ponerse en salvo por el camino que de Salinas baja á
Puquina. Yo iré, y volveré inmediatamente á avisarle á
Ud. lo que haya de verdad.
Valdivia á gran galope atravesó toda la pampa de Uzu-
ña ; y hacia su término divisó, á la derecha sobre un mo
gote, un grupo de rabonas de la columna de Montes. Se
fué hacia ellas, y las encontró llorando ; le dijeron en Qui
chua que estaban peleando, y le mostraron la humareda.
La humareda en realidad era gruesa, pero no se oian tiros;
cuyo efecto lo atribuyó Valdivia al viento muy fuerte, que
hay constantemente en la pampa de Uzuña.
Cuando Valdivia regresó á tomar el camino, vió á su iz
quierda que habia pasado un oficial á galope en un caballo
blanco colin. Valdivia continuó su marcha para Pocsi
con velocidad, atravesó el rio Poroto, y á su izquierda vió
en la cumbre del cerro un grupo de soldados. Dejó el ca
mino de Pocsi, y se cargó á la derecha hacia el punto de la
humareda. Cuando salió al alto que llaman de la horca,
conoció que el humo era del rancho que hacian los solda
— 176 —
doa, muy arriba de Pocsi. Se dirijió á ese punto, y encon
tró al General Herrera dentro de unas paredes cubiertas
con mantas sobre lanzas. Eefirió á Herrera lo ocurrido, y
que tambien habia visto al oficial en caballo blanco y su
ponia que iria en aviso á Serdeña.
El General Herrera dijo :—El Dr. Navarro se retiró lue
go que se avistó la primera columna del ejército chileno ; y
ese oficial que Ud. ha visto, debe ser alguno de los que ha
brá escapado de la avanzada de Mollevaya, que estaba á
cargo del Comandante Jimenez, y la tomaron los chilenos
en la madrugada. Yo me retiré con la columna, sin dar
ni recibir un solo tiro. He dejado atrás al Coronel Ma-
- nuel Hurtado con el escuadron, y al Coronel Montes con
una compañia de infantes, con orden de que se retiren en
bu caso ; y nos subiremos á este lado de Horca, hacia la
ladera de Pichu-pichu.
Ese grupo de soldados, que Ud. ha visto al atravesar el
rio, es avanzada que he colocado alli para cubrir ese flanco
y tener noticias. Están bien montados para retirarse sin
riesgo. Descanse Ud. y tomaremos algo del rancho de los
soldados.
Junto con Herrera estaba el Coronel D. Manuel Eivero,
echado de barriga sobro un pellon, |y Herrera le dijo :—
Coronel Rivero, marche Ud. al momento á sacar al Gene
ral Serdeña de la impaciencia eu que debe estar esperando
aviso mio. Eivero le contestó :—Señor General, no pue
do moverme, segun me molestan las almorranas. Valdi
via entonces dijo á Herrera:—General, ninguno ha de llegar
antes que yo. Lo felicito. Se despidió de Herrera y salió
á escape, pero quiso ver primero si los chilenos se habian
retirado ó estaban en Pocsi. Bajó mas de una milla, y de
un alto vió al ejército chileno descansando en la pampa del
pié de Pocsi, y á muchos de ellos que habian subido al pue
blo, sin duda á buscar víveres.
Valdivia tomó el camino de Pocsi, y regresó con rapidez.
A media pampa de Uzuña, á las cuatro y media de la tar
— 177 —
de, vió todo un ejército al trote que ocupaba gran parte da
ese llano. Como Serdeña y Santa Cruz habian divisado á
Valdivia que regresaba velozmente ; dando orden para que
parase el ejército, se adelantaron únicamente los dos en el
alcance de Valdivia. Se saludaron reciprocamente ; y San
ta Cruz, despues de haber oido la relacion de Valdivia, dijo
á Serdeña :—¿A quién creemos ? Serdeña le contestó :—
al Dr. Valdivia por de contado. Y Santa Cruz le dijo :—
pues, haga Ud. retroceder el ejército, y acámpelo con se
guridad. Asi se verificó. El motivo de la duda de Santa
Cruz habia sido, que el oficial de caballo blanco habia dado
casi la misma noticia que el Dr. Navarro.
El ejército ocupó una ensenada a la cabecera de la pampa
de Uzuña, y á un costado una quebradilla por la cual co- '
ria una pequeña cantidad de agua.
Hizo tanto frio en la noche que á pesar de que el tiempo
no era de invierno, y de que el ejército venia de la sierra,
los soldados arrancaron el pajonal para calentarse en fo
gatas.
Con la noticia que le dio el Dr. Navarro, Serdeña habia '
mandado aviso á Santa Cruz, porque sabia que debia de
descender en esa tarde á la cabecera de Puquina ; y Santa
Cruz con tal aviso precipitó el ejército, fuera de camino,
por la ladera y quebradas de Pichu-pichu, hasta llegar al
principio de la pampa de Uzuña, donde Serdeña- estaba
formado.
Santa Cruz pasó la noche dentro de un pequeño toldo ;
y vestido se habia metido dentro del ahnofrez. El General
Serdeña lo acompañaba, echado sobre un pellon.
Santa Cruz, como á las nueve do la noche, mando
llamar al Dr. Valdivia para que le diesen algo de comer.
Valdivia contestó al oficial :—diga Ud. al Sr. General que
tengo necesidad de hacer componer los herrajes de mi ca
ballo, que están en mal estado, y que iré mas tarde. Ee
gresó el oficial y dijo á Valdivia :—el Protector exije que
Ud. vaya ahora mismo ; y dice que todo se hará.
23
— 178 —
El oficial con un soldado hizo llevar el caballo ; y cuan
do Valdivia llegó donde Santa Cruz, le dijo éste :—venga
Ud. Dr. y que le den algo de comer. Ya he dado orden
para que le hagan herrar el caballo, le den agua y pienso
de cebada.
A uno de sus ayudantes le dijo :—tome Ud. algo de ga
llina, tortas, queso y una botella de vino y dele Ud. al Dr.
Valdivia, despues de agradecerle, le dijo :—me permitirá
V. E. llevarme lo que me den, porque tengo un compañe
ro y un sirviente, y debo hacer rancho comun con ellos.
Santa Cruz dijo al ayudante :—triplique Ud. la racion, y
que se la lleven al Dr. A Valdivia le dijo :—vayase Ud. á
descansar. Cuando Valdivia salia, lo llamó Santa Cruz y
le dijo :—Ud. chupaba cigarros largos en Puno : llévese
éstos. Y le alcanzó en un papel dos docenas de cigarros
puros y catorce onzas de oro, diciéndole :—ese pequeño
auxilio sirve de algo en campaña.
Valdivia volvió donde el Dr. Ureta, y encontró que un
oficial con un soldado le habian ya llevado una racion com
petente. Al poco rato llegó un Mariscal, trayéndole el ca
ballo con buenos herrajes ; y Valdivia gratificó al herrador
con dos pesos, le dió una torta, un trozo de jamon y una
botella de vino. Valdivia, Ureta y su sirviente, que no
habian comido todo el dia, tomaron algun alimento confor
table.
A las tres y media de la mañana vino el General Serde-
ña, y dijo á Valdivia :—el Protector está inquieto, por no
haber recibido aviso alguno del General Herrera, que debia
saber que el Protector llegaria á las cabeceras de Puquina ;
y suplicamos á Ud. nos haga el servicio de ir en busca de
Herrera, y traernos noticia efectiva. Santa Cruz, le habia
dado orden para que un oficial y cuatro soldados acompa
ñasen á Valdivia, pero éste dijo á Serdeña :—los soldados
no pueden seguirme, porque yo debo ir á la lijera y volver;
y marchó solo.
Llegó Valdivia hasta el rio Poroto, que ya habia pasado
— 179 —
el Goneral Herrera, colocándose al lado de la pampa de
Uzuña, cerca de un mogote. Valdivia tocó con la avanza
da á cargo del Comandante Hurtado ; y éste lo hizo con
ducir á donde estaba Herrera. Valdivia le refirió todo lo
ocurrido ; y Herrera le dijo que el ejército chileno se habia
regresado, llevándose preso al Comandante Agustin Jime
nez, con la avanzada; que muy temprano volveria áPocsi;
y que el ejército hallaria rancho hecho y toda la provision
necesaria.
El Dr. Valdivia regresó ántes de las cinco de la mañana
y encontró al ejército preparándose para marchar. Valdi
via dió cuenta á Santa Cruz de su comision ; y éste mandó
que preparasen té para Valdivia : pidió el termómetro, que
era doble, centigrado y de Eeaumur. Este último señalaba
3 grados bajo de cero. Santa Cruz dijo :—ni en la sierra
he sentido tanto frio.
Como á las siete de la mañana se puso el ejército en
marcha, y llegó temprano al pueblo de Pocsi. El General
Herrera habia preparado rancho, alojamientos, comida pa
ra el Protector y los Jefes, y cantidad suficiente de for
raje.
El General Santa Cruz se alojó en la casa parroquial.
Los Doctores Valdivia y Ureta en la extremidad del pue
blo, en un rancho con patio y pesebre. El General Herre
ra proporcionó á Valdivia cebada en grano para sus caba
llos ; y Santa Cruz le mandó comida como para tres. La
tropa durmió, despues de colocadas grandes guardias en los
puntos convenientes.
Santa Cruz durmió cuatro horas ; y habia mandado des
pues reunir á los Generales, para acordar definitivamente
el camino que se debía tomar, y el punto que debia ocu
parse.
El General Serdeña se habia fijado en que el ejército
ocupase de preferencia Yumina : los demas hablan opina
do porque ocupase Socabaya, y pasando por Tingo-grande,
ocupase despues los cerros de Sachaca ó mejor los de Ala
— 180 —
ta, como puntos ventajosos para pelear, y con provisiones
para el ejército, interceptando á la vez las Comunicaciones
del ejército chileno con su armada. Aunque la mayoria
estaba por ésta última opinion, Santa Cruz no habia di
cho una sola palabra. Como ya se habia vencido la noche,
dio orden á los Generales para que se retiraran á proporcio
nar rancho á la tropa, y estar listos para la marcha.
A las cinco y media de la mañana llamó un oficial al Dr.
Valdivia á nombre del Protector. Valdivia bajó inmediata
mente, y encontró á Santa Cruz con velas encendidas, to
mando té con los Generales Serdeña, Herrera, O'conor y
tres Jefes mas. Luego que entró, le alcanzó Santa Cruz
una tasa de te. Ya estamos listos, le dijo, para la marcha.
Yo quise que Ud. tomara el té con nosotros, y mandé que
lo llevasen á sus compañeros con una botella de licor.
Concluido el té, dijo á Valdivia el General Santa Cruz:—
Mueva Ud. el ejército. Y dirijiéndose al Genoral O'conor
le dijo:—dele Ud. al Dr. los oficiales y soldados que le
pida.
Salieron Valdivia y O'conor ; y Valdivia dijo á éste:—
deme Ud. únicamente un buen oficial, de la confianza de
Ud., y dos soldados de caballeria con carabina y lanza, con
una banderola ; y que el ejército lleve á la vista ese guia.
El Dr. Valdivia condujo el ejército en direccion á Chi-
guata, por el pié de la cordillera del Pichu-pichu. A las
cuatro y cuarto de la tarde llegaron sin novedad á la cha
cra de la Bedoya. Valdivia mandó al oficial que dijese al
Jefe de Estado Mayor, que en ese punto debia acampar el
ejército. El General Serdeña se encargó de esa operacion.
El proporcionó rancho y forraje, y colocó la artilleria en un
punto á propósito.
Valdivia se presento al General Santa Cruz, se despidio
de él, y se fué á buscar alojamiento ; dando aviso á Serde
ña del punto donde debia buscarlo, si lo necesitaba.
La noche se pasó sin aviso alguno. A las cinco de la
mañana hizo llamar Santa Cruz al Dr. Valdivia, y le dijo :
— 181 —
—continúe Ud. el movimiento del ejército, y que le dé á
Ud. el General O'conor, la fuerza que necesite.
Llegó el General O'conor, á qnien ya Santa Cruz le ha
bia prevenido que podia ser fuesen atacados en marcha ; y
le añadió :—dele Ud. al Dr. la fuerza que le pida.
Se retiraron O'conor y Valdivia ; y éste le pidió dos bue
nas compañias de cazadores , dos mitades de caballeria, tres
oficiales y cuatro soldados bien montados, porque la mar
cha debia ser ya peligrosa.
El Dr. Valdivia regresó á su alojamiento, y ordenó al
Dr. Ureta se quedase con el sirviente á retaguardia : vol
vió á tomar las dos compañias de cazadores y las dos mita-'
des. Dejó el camino corriente : tomó la izquierda de él y
subió á los cerros que bordean ii lo largo el rio de Paucar-
pata.
El dia estaba nublado, y como á las seis y media de la
mañana divisó Valdivia á su derecha, como á las ocho cua
dras, en la majada de los Linares, la gran guardia del ejer
cito de Chile, compuesta de un escuadron y una compañía
de cazadores. Valdivia hizo parar su columna, y dió avi
so á Santa Cruz.
Con tal aviso Serdeña habia hecho mover, hacia la dere
cha, cabecera del llano que ocupaban los chilenos, jin Teji
miento de caballeria y dos campañias de cazadorés. Cuan
do los chilenos vieron esta tropa, se retiraron á la Apacheta,
se detuvieron alli pocos minutos, y continuaron su marcha
hasta Miraflores, donde se hallaba parte del ejército chi
leno.
Valdivia continuó el movimiento de su columna por las
cumbres de los cerros, hasta el cerro gordo, que domina el
alto de San Lúcas de Paucarpata. De ese alto mandó á
un oficial y dos soldados, para que inspeccionasen si habia
alguna fuerza en el llano de Porongoche ; y no observándo
se ninguna, hizo descender la columna hasta el estanque
del alto de San Lúcas. De alli mandó decir al Genera
— 182 —
Santa Cruz y á los Generales Serdeña y O'conor, que ese
ora el punto donde debia acampar el ejército.
Santa Cruz se adelantó con una escolta, llegó al estan
que, echó una mirada, y dijo al Dr. Valdivia :—Nos ha si
tuado Ud. Dr. sobre el balcon de Arequipa : la campaña
está asegurada : le doy á Ud. las gracias ; vayase á descan
sar, y de Ud. aviso al General Serdeña de la casa donde
Ud. se aloje, para lo que pueda ocurrir.
Santa Cruz situó el ejército de acuerdo con Serdeña;
montaron la artilleria y prepararon una columna de caza
dores de seis compañias, para operar al frente del ejército.
Mandaron una columna de infanteria y caballeria á Cerro-
gordo.
Los chilenos mandaron un regimiento de caballeria con
cazadores al llano de Porongoche, frente al alto de San
Lúcas.
Santa Cruz hizo descender al pié de San Liicas un regi
miento de caballeria y la columna de cazadores ; y dijo á
Serdeña :—haga Ud. disparar algunos tiros de artilleria
sobre esos chilenos. Descargaron cuatro piezas de bala raza.
Los chilenos retiraron un escuadron muy á retaguardia, y
al otro lo desplegaron en guerrilla, poniéndole á derecha é
izquierda cazadores ; pero á poco rato se retiraron hasta
Miraflores.
Santa Cruz recorrió todo el alto de Paucarpata, hizo cu
brir el camino que por el pié del pueblo de Paucarpata va
para Yumina, y despues dió orden á Serdeña para que pro
porcionase rancho á la tropa y pagase bien á paisanos de
confianza, para que llegada la noche, vigilasen en diferen
tes puntos y diesen avisos oportunos.
Se proporcionó buen rancho para la tropa, y se consiguió
pan suficiente, del que por las chacras habian traido de la
Ciudad para vender. La noche pasó el ejército por mita
des con el arma en la mano.
Como á las diez de la mañana del dia siguiente fué soli
citado Santa Cruz, por una nota muy comedida, de parte
— 183 —
del General Blanco Encalada, General en Jefe del ejército
chileno, para celebrar un tratado. Santa Cruz aceptó la
solicitud, y nombró por su parte á los Generales de Divi
sion D. Eamon Herrera y D. Antonio Quiroz, y por Secre
tario al Dr. Juan Gualberto Valdivia. Por parte de S. E.
el Presidente de la Eepública de Chile, fueron nombrados
D. Mauuel Blanco Encalada y el Sr. Coronel D. Antonio
Irisarri. Se designó para la reunion una casa en el pue
blo de Sabandia.
El Coronel Irisarri concurrió acompañado de dos oficia
les y cuatro soldados, y el General Herrera con un ayudan
te y el Secretario Valdivia. La conferencia duró mas de
cuatro horas. Irisarri exijió garantia para los Jefes y ofi
ciales peruanos, que habian venido con el ejército, y tam
bien para los paisanos que se habian agregado.
Los Jefes peruanos de mas graduacion eran los Genera
les Antonio G. de la Puente y Eamon Castilla. El prime
ro habia sido investido por uua junta de pueblo en Arequi
pa, con el titulo de Jefe Supremo de la Eepública ; y el
segundo, de Prefecto del Departamento.
Irisarri mandó un oficial con una nota para el General
Blanco, consultándole sobre los puntos en que estaban dis
cordes ; y Herrera mandó al Dr. Valdivia cerca de Santa
Cruz, para que le instruyese de palabra de las dudas que
habian ocurrido.
Sauta Cruz contestó :—no hay necesidad de que el acuer
do concluya hoy : regrese Ud. con un edecan, y entregue
Ud. esta nota al General Herrera. En la nota decia San
ta Cruz al General Herrera ; que era mas acertado que el
Sr. Irisarri tomase memorándum de los puntos de la discu
sion ; que hiciese lo mismo el General Herrera ; y que el
Sr. Irisarri consultase personalmente con el Sr. General
en Jefe : que lo mismo haria el General Herrera con él ; y
que para obviar todo embarazo, se hiciese la reunion al
dia siguiente en Porongoche, en la quinta de D. Pio Tris-
tan ; á donde, si lo tenia á bien, podia el Sr. General Blan
— 184 —
co concurrir personalmente con seguridad, puesto que la
quinta estaba próxima á la Ciudad ; y que se hiciese la
reunion a la hora que indicase el Sr. General Blanco.
En vista de esa nota, de la que tomó copia el Sr. Irisar-
ri, con visto bueno del General Herrera y autorizacion del
Dr. Valdivia, se retiró el Coronel Irisarri á la Ciudad, y el
General Herrera á conferenciar en Paucarpata á presencia
del Dr. Valdivia. El General Santa Cruz hizo llamar para
la discusion al General Serdeña.
El punto de mas entidad era el relativo á los peruanos.
Herrera leyó en su minutario lo siguiente :— Le he dicho al
Sr. Irisarri que respecto á que los peruanos. estaban com
prendidos, como parte que eran del ejército de Chile, en las
garantias concedidas á éste, era innecesario hacer articulo
especial con respecto á éllos ; y el Sr. Irisarri ha insistido
en no retirar el articulo. El General Santa Cruz exijió en
tonces al General Serdeña su opinion ; y éste contestó :—
Yo daré voto en cuanto á mi profesion, en cuanto á lo de-
mas me abstengo siempre de emitir opiniones.
Santa Cruz dijo entonces al General Herrera :—pues si
mañana hay insistencia sobre tal articulo, Ud. conteste que
los peruanos se tengan por no venidos. En cuanto á todo
lo demas pase Ud. por lo que sea equitativo. Yo preveo
que el Gobierno de Chile, que no puede ponerse al alcance
de la situacion en que se ha colocado el ejército chileno, no
aprobará el tratado, desde que vea salvo á todo su ejérci
to. Pero yo quiero dar esta prueba de generosidad. El
General Blanco está bajo de mis fuegos, y no puede reti
rarse con treinta leguas de desierto por medio. Aunque
su ejército sea de confianza no tiene la disciplina que el
nuestro : no está engreido con victoria, y es inferior. Blan
co debe estar fiado en su caballeria, inferior á la nuestra
en número y disciplina. Debe conocer, que sin que yo me
mueva de este punto, lo tengo sitiado, y puedo cortarle su
comunicacion con la escuadra. En fin, el Gobierno de
Chile no conocerá el servicio que el General Blanco le hace
— 185 —
con el tratado. No pensé que en Chile no tuviese ese Go
bierno hombres que le hubiesen aconsejado evitar la cham
bonada de expedicionar al Sur, estando yo en la Paz, tan
próximo para salirles al encuentre. Ud. hará mañana lo
mejor posible ; y concluya la conferencia.
El General Blanco aceptó la indicacion de Santa Cruz
para la quinta de Tristan, señalando la tarde para la con
currencia.
Eeunidos los contratantes en pieza separada, se retira
ron á la inmediata todos los de las comisiones ; pero como
el General Blanco habia sido muy tardo de oido, se oia
todo en la pieza veoina.
El General Herrera escribió el borrador de 'los puntos
acordados ; se puso en limpio por duplicado, firmando los
comisionados General Herrera y Coronel Irisarri, y se re
tiró la comitiva despues de las siete de la noche.
El General Blanco por su parte aprobó el tratado y lo fir
mó ; y Santa Cruz hizo lo mismo.

24
CAPITULO Yin.
TRATADO DE PAUCARPATA, HECHO ENTRE EL GENERAL SANTA
CRUZ Y EL GENERAL MANUEL BLANCO ENCALADA.
En el nombre de Dios Todo Poderoso autor y legislador de las
sociedades humanas.
Deseando los Gobiernos de la Confederacion Perú-Boli
viana y de la Eepública de Chile restablecer la paz y buena
armonia, que desgraciadamente se hallaban alteradas, y
estrechar sus relaciones de la manera mas franca, justa y
mutuamente ventajosa, han tenido á bien nombrar para
este objeto por sus Ministros Plenipotenciarios, por parte
de S. E. el Supremo Protector de la Confederacion, á los
Hustrisimos Señores Generales de Division D. Eamon Her
rera y D. Anselmo Quiroz, y por parte de S. E. el Presi
dente de la Eepública de Chile á D. Manuel Blanco Enca
lada y al Sr. Coronel D. Antonio José de Irisarri, los cuales
despues de haber cangeado sus respectivos plenos poderes,
y haberlos encontrado en buena y debida forma, han con
venido en los artículos siguientes :
Art. 1. ° Habrá paz perpetua y amistad entre la Con
federacion Perú-Boliviana y la Eepública de Chile ; com
prometiéndose sus respectivos Gobiernos á sepultar en el
olvido sus quejas respectivas, y abstenerse en lo sucesivo
de toda reclamacion sobre lo ocurrido en el curso de las de
savenencias que han motivado la guerra actual.
— 187 —
2. ° El Gobierno de la confederacion reitera la declara
cion solemne que tantas veces ha hecho, de no haber jamas
autorizado ningun acto ofensivo á la independencia y tran
quilidad de la Eepública de Chile ; y á su vez el Gobierno
de éste declara que nuuca fué su intencion, al apoderarse
de los buques de la escuadra de la Confederacion, apropiár
selos en calidad de presa, sino mantenerlos en depósito pa
ra restituirlos, como se ofrece á hacerlo en los términos
que en este tratado se estipulan.
3. ° El Gobierno de Chile se compromete á devolver al
de la Confederacion los buques siguientes: la barca "Santa
Cruz," el bergantin "Arequipeño" y la goleta "Peruviana."
Estos buques serán entregados á las ocho dias de firmado
el tratado por ambas partes, á disposicion de un comisio
nado del Gobierno Protectoral.
4. ° A los seis dias despues de ratificado éste tratado por
S. E. el Protector, el ejército de Chile se retirará al puerto
de Quilca, donde están sus transportes, para verificar su
embarque y regreso á su pais. El Gobierno de Chile en
viará su ratificacion al puerto de Arica, dentro de cincuen
ta dias contados desde esta fecha.
5. ° Los Gobiernos de la Confederacion y de Chile se
comprometen á celebrar tratados especiales relativos á sus
mutuos intereses mercantiles ; los cuales serán reciproca
mente considerados, desde la fecha de la ratificacion de es
te tratado por el Gobierno de Chile, cómo los de la nacion
mas favorecida.
G. ° El Gobierno Protectoral ofrece hacer un tratado
paz con el de las provincias argentinas, tan luego como
este lo quiera ; y el de Chile queda comprometido á inter
poner sus bnenos oficios para conseguir dicho objeto, sobre
las bases en que los dos Gobiernos convengan.
7. ° Las dos partes contratantes adoptan como base de
sus mutuas relaciones, el principio de la no intervencion
en sus asuntos domésticos ; y se compromenten á no con
— 188 —
sentir que en sus respectivos territorios so fragüen planes
ile conspiracion, ni ataques contra el Gobierno existente y
las instituciones del otro.
8. ° Las dos partes contratantes se obligan á no tomar
jamás las armas, la una contra la otra, sin haberse enten
dido y dado todas las explicaciones que basten á satisfacer
se reciprocamente, y sin haber agotado antes todos los me
dios posible de conciliacion y avenimiento, y sin haber ex
puesto estos motivos al Gobierno garante.
9. ° El Gobierno Protectoral reconoce en favor de la
Kepública de Chile el millon y medio de pesos, 6 la cantidad
que resulte haberse entregado al Ministro Plenipotenciario
del Perú, D. José Larrea y Loredo, procedente del emprés
tito contraido en Londres por el Gobierno chileno ; y se
obliga á satisfacerla en los mismos términos y plazos en
que la Eepública de Chile satisfaga el referido capital del
empréstito.
10. Los intereses devengados por este capital, y debidos
a los prestamistas, se satisfarán por el Gobierno de la Con
federacion en los términos y plazos convenientes, para que
el Gobierno de Chile pueda satisfacer oportunamente con
dichos intereses á los prestamistas.
11. La parte correspondiente á los intereses del capital
mencionado en el articulo 9. ° , ya satisfechos por el Go
bierno de Chile á los prestamistas, en los dividendos paga
dos hasta la fecha, y que ha debido satisfacer el Gobierno
del Perú segun la estipulacion hecha entre los Ministros
Plenipotenciarios de las Eepúblicas de Chile y el Perú, se
pagará por el Gobierno de la Confederacion en tres plazos :
el primero, de la tercera parte, á los seis meses contados
desde la ratificacion de este tratado por el Gobierno de Chi
le : el segundo, á los seis meses siguientes ; y el tercero
despues de igual plazo.
12. El Gobierno de la Confederacion ofrece no hacer
cargo alguno por su conducta politica á los individuos del
— 189 —
territorio que ha ocupado el ejército de Chile ; y considera
rá á los peruanos que han venido con dicho ejército como
si no hubiesen venido.
18. El cumplimiento de este tratado se pone bajo la ga
rantia de S. M. B. cuya acquiescencia se solicitará por am
bos Gobiernos contratantes.
En fé de lo cual firmamos el presente tratado, los supra-
dichos Ministros Plenipotenciarios, en el pueblo de Paucar-
pata á diez y siete de Noviembre de mil ochocientos treinta
y siete ; y lo refrendaron los Secretarios de las legaciones.
—Manuel Blanco Encalada.—Eamon Herrera.—Anselmo
Quiroz.—Antonio José de Irisarri.—Juan Gualberto Val
divia, Secretario de la Legacion Perú-Boliviana—Juan En
rique Eamirez, Secretario de la Legacion Chilena.
El Protector D. Andres Santa Cruz, puso la aprobacion
siguiente :—Hallándose éste tratado conforme con las ins
trucciones dadas por mi á los Plenipotenciarios nombrados
al efecto, lo ratifico solemnemente en todas sus partes ; que
dando encargado mi Secretario General de hacerlo obser
var, imprimir y publicar.—Dado en el Cuartel General de
Paucarpata, á diez y siete de Noviembre de mil ochocien
tos treinta y siete.—Andrés Santa Cruz.—El Secretario
General, Manuel de la Cruz Méndez.
El Presidente de la Bepública de Chile en Santiago, á
diez y ocho de Diciembre de mil ochociento treinta y siete,
despues de expresar en su tercer considerando que los Ple
nipotenciarios del Gobierno de Chile se habian excedido en
el otorgamiento del tratado de las instrucciones que recibie
ron, declaró : que el Gobierno de Chile desaprobaba el tra
tado hecho en Paucarpata ; y que despues de ponerse esa
resolucion en noticia del Gobierno del General D. Andres
Santa Cruz, debian continuar las hostilidades contra el ex
presado Gobierno y sus sostenedores, en la misma forma
que antes de su celebracion. Dicho decreto era firmado
por el Presidente Joaquin Prieto, y por el Ministro Joaquin
Tocornal.
— 190 —
Al dia siguiente» del tratado de Paucarpata retiró de la
Ciudad de Arequipa el General Blanco todo su ejército á la
otra banda del rio, y continuó su marcha para el puerto ;
y el General Santa Cruz ocupó con el snyo la pampa de
Miraflores.
De la Ciudad salieron comisionados de las Corporaciones
á saludar á Santa Cruz, y á invitarlo para que entrase.
Santa Cruz mandó la division de vanguardia, para que
ocupase el puente de Arequipa, y una fuerte partida á ocu
par los cerros de Tingo. Despues de verificadas esas ór
denes, entró el resto del ejército á la Ciudad, y á retaguar
dia el General Santa Cruz, que fué recibido con repiques
generales.
El ejército chileno, despues do haber vendido los Jefes y
oficiales varios caballos y pellones finos, fué embarcado sin
uovedad alguna.
El General Santa Cruz, despues del descanso de algunos
dias que dió al ejército, lo distribuyó para Puno, Cuzco y
otros puntos.
Santa Cruz, autorizado por las asambleas de Sicuani y
Huaura, reunió el Congreso de Plenipotenciarios del Norte
y Sur del Perú y de Bolivia ; y ese Congreso formó un con
venio parala Confederacion Perú-Boliviana, á 1. ° de Ma
yo de 1837, firmado por Tomas Obispo de Trujillo.—Ma
nuel Telleria.—Francisco Quiroz.—José Maria, Arzobispo
de la Plata.—Pedro Buitrago.—Miguel Maria de Aguirre.
—José Sebastian, Obispo de Arequipa.—Juan José Larrea.
—Pedro José Flores.—Pedro de Vidaurre, Secretario de
la Legacion del Norte.—José Maria Linares, Secretario de
la Legacion de Bolivia.—José Maria Eey de Castro, Secre
tario de la Legacion del Sur. Es? convenio constaba do
cuarenta y cinco articulos ; declarándose por el último, que
el convenio era el pacto y ley fundamental de la Confede
racion.
Por el articulo primero se declaraba que la Eepublica de
Bolivia y las del Norte y Sur del Perú se confederarian en
— 191 —
tre si, bajo la denominacion de Confederacion Perú-Bolivia
na. Por el tercero se declaraba el pacto por ley funda
mental ; y á las tres Eepúblicas obligadas á sostenerlo.
Por el cuarto se declaraba que eran iguales en derechos,
y comun el de ciudadania. Por el quinto, que la religion
era la Católica Eomana. Por el sexto, que cada una ten
dria su Gobierno propio y leyes fundamentales ; y un Go
bierno general.
Por el cuarenta y uno se nombraba á Santa Cruz Jefe de
la Confederacion para el primer periodo, que debia ser de
seis años.
Santa Cruz nombró al General D. Luis José Orbegoso
Jefe del Estado del Norte ; y del Sur al General Herrera.
Como Santa Cruz despues del tratado de Paucarpata, se
fué á la Ciudad de la Paz ; poco tiempo despues se rugia
que el Presidente de Chile habia desaprobado el tratado, y
que buques chilenos hostilizaban ya el comercio del Perú.
Santa Cruz tuvo noticia en la Paz, el 26 de Enero de
1838, de la desaprobacion del tratado, por nota de Irisarri,
que quedó en Arequipa, de 20 del mismo Enero ; despues
que los buques de Chile habian hecho ya varios ataques á
propiedades peruanas.
Santa Cruz, con su residencia en Bolivia, conoció que en
esa Eepública no se habia recibido bien él tratado de Tac
na, y que ni en Bolivia ni en el Perú habia sido aceptado
que Santa Cruz nombrase por si solo los Diputados al Con
greso de Tacna. Para cerciorarse, escribió Una carta con
fidencial al Dr. Valdivia diciéndole en ella, que en virtud
de su carácter franco le dijese cual era la opinion qne ha
bia en el Sur, con respecto al tratado de Tacna. Valdivia
le contestó, diciéndole que no podia responder de la opinion
general, pero que habia oido á varios de sus amigos, que no
podian reputar como ley de un Congreso para formar la
gran Confederacion, la que no habia emanado de Diputa
dos elejidos libremente por los pueblos ; y que lo acordado
en Tacna tenia tambien muchos defectos.
— 192 —
Santa Cruz expidió con tal motivo un decreto en la Ciu
dad de la Paz de Ayacucho, a 13 de Marzo de 1838, auto
rizado por el Secretario General Manuel de la Cruz Men
dez, en el cual despues de tres considerandos seguian dos
articulos. El primero decia : se convoca un uuevo Con
greso de Plenipotenciarios, que se reunirá en la Ciudad de
Arequipa el 24 de Mayo, para los objetos indicados por el
decreto de 28 de Octubre de 1837. Segundo : cada uno de
los Estados Confederados nombrará tres Ministros Plenipo
tenciarios.
Como los chilenos habiau ya llegado con su ejército á los
puertos del Callao y Ancon, y habia pasado el mes de Ma
yo sin la reunion del Congreso convocado para Arequipa ;
Santa Cruz dió un decreto en el Cuzco, á 18 de Setiembre
de 1838, autorizado por el Secretario General Casimiro
Olañeta. Ese decreto constaba de siete articulos, que se
fundaban en el segundo considerando, en el cual se decia :
que con motivo de las ocurrencias del Norte era convenien
te examinar otra vez la voluntad de los Estados que ha
bian formado la Confederacion. El articulo primero, que
es el principal, decia : —luego que el territorio de la Nacion
se halle libre del enemigo que la ha invadido, se reunirán
las representaciones nacionales de los Estados Nor y Sur-
peruanos.
El General Nieto habia llegado á Lima en la noche del
29 de Julio de 1838, con dos batallones y un rogimiento
que habia formado en el Norte ; y la division de Santa
Cruz, que guarnecia Lima á las órdenes del General Mo
ran y del Comandante de la segunda division de la Guar
da, Francisco Paula Otero, se retiró de Lima, porque di
chos Generales rehusaron reunirse á la division de Nieto
para poder resistir á los chilenos, cuya escuadra se aguar
daba de un dia á otro.
Moran y Otero, aunque perdiendo alguna fuerza que se
les desertó, se retiraron para Jauja ; y el General Orbegoso,
bajo el titulo de : El ciudadano Luis José Orbegoso, Gran
— 193 —
Mariscal, Presidente de la Eepública, decretó en 30 de Ju
lio de 1838 : 1.° El estado Nor-Peruano se declara inde
pendiente y libre de toda dominacion extranjera. ... 3. °
El Estado existe en guerra con la Eepública de Chile, en
tre tanto no se haga la paz .... 5. ° Se comunicará á S.
E. el Presidente de Bolivia esta determinacion, tomada por
la absoluta deliberacion de los pueblos del Estado ; y se
remitirá copia de los documentos correspondientes. Auto
rizó ese decreto el Oficial Mayor.—José Dávila.
El General Santa Cruz, por decreto de 11 de Agosto de
1838, autorizado por el General Anselmo Quiroz, nombro
Presidente Provisorio del Estado Nor-Peruano al Gran Ma
riscal José de la Eiva Aguero ; y Vice-Presidente, al Gene
ral Pedro Bermudez, á consecuencia de la defeccion del
Presidente Orbegoso.
El mismo Santa Cruz, por decreto de 12 de Octubre de
1838, dado en Ayacucho, y autorizado por D. Casimiro
Olañeta, nombró Presidente Provisorio del Estado Sud-
Peruano á D. Pio Tristan.
El General Santa Cruz en el 18 de Setiembre nombró
en el Cuzco á los Coroneles D. Manuel Guarda y D. Fran
cisco Javier Panizo, Generales de Brigada ; y de Capitan
de fragata ascendió á Capitan de navio á D. Juan José Pa
nizo : á D. Domingo Valle Eiestra á Capitan de fragata ; á
Coronel á Enrique Pareja ; y á Miguel Saldivar á Capitan
de corbeta.
A fines de Setiembre, desde el Cuzco, ordenó el General
Santa Cruz al General Serdeña, que marchara inmediata
mente de Arequipa con el Dr. Valdivia ; y previno que los
esperaba para abrir la campaña sobre el Norte. Estos lle
garon al Cuzco el 4 de Octubre. Las tropas estaban ya
diseminadas desde el Cuzco hasta Huancayo. Santa Cruz ,
para comprometer al Dr. Valdivia, le dijo en su carta, en
tre otras cosas, lo siguiente :—Aunque despues de la últi
ma campaña me dijo Ud. que habian concluido sus com
promisos personales conmigo .... y aunque Ud. rehusó
— 194 —
cuanto empleo le ofreci .... espero que hará Ud. este ser
vicio por la patria. Y en posdata le decia :—como prueba
de estimacion mando á mi sobrino el Capitan Peña, para que
los acompañe, y á su ida deje preparados alojamientos y
recursos.
Cuando Valdivia visitó á Santa Cruz en el Cuzco, le dijo
Santa Cruz :—no me engañé al escribir á Ud. para que me
acompañara, porque me era Ud.' necesario. Valdivia le
contestó :—pero V. E. me permitirá decirle, que no lo
acompañó sino hasta Lima. Santa Cruz le ofreció que si
entraban á la Capital dispondria entonces de su persona.
Santa Cruz añadió : lo he nombrado á Ud. Vicario Gene
ral del Ejército. Valdivia le agradeció diciéndole :—Haré
los oficios de tal, pero no acepto ese nombramiento ; y su
plico á V. E. que se guarde todo secreto á ese respecto.
Al General Serdeña lo destino para que con una divi
sion quedara en el Cuzco, custodiando los tres departa
mentos del Sur.
Santa Cruz con una division se movió sobre Ayacucho ;
hallándose las restantes en Huancayo, Jauja y Tarma.
Cuando llegaron á Huancavelica, llegó al dia siguiente
el Coronel Pedernera con el Coronel Valerio Arrisueño,
Pedernera y Mendez habian sido Jefes de la caballeria de
Orbegoso, la cual fué dispersada en su marcha para
Pisco.
El Coronel Pedernera refirió á Santa Cruz todo lo suce
dido en Lima con los chilenos y Orbegoso.
El General Santa Cruz, con sus ayudantes y el Dr. Val
divia, se adelantó desde Huancavelica ; y una legua antes
de Huancayo salieron á recibirlo el Suprefecto Allende y
Mendez. Allende refirió algunas noticias á Santa Cruz ; y
entre ellas le dijo, que en Matucana tenian los chilenos una
fuerte columna, á las órdenes del Coronel Juan Crisóstomo
Torrico y del Comandante chileno Sesé, sobrino del Gene
ral Bulnes.
— 195 —
Al dia siguiente pasó Santa Cruz á Tarma, y fué alojado
en la casa del General Otero, argentino. Santa Cruz co
locó los cuerpos del ejército en puntos convenientes, y
mandó espias bien pagados á diferentes partes.
A los dos dias llegaron á Tarma el Mariscal Eiva Agüe
ro y el General Necochea ; y poco despues el General espa
ñol Pardo de Zela. Estos que, á lo que se decia, fueron los
que dirijian á Orbegoso, cruzando los planes del General
Nieto, narraron al General Santa Cruz circunstanciada
mente lo ocurrido antes y despues de la derrota de Orbe-
goso.
De Tarma mandó Santa Cruz al General Otero con cua
tro compañias, para que fuese á sorprender á la columna
chilena de Matucana ; la que en efecto fué sorprendida en
una madrugada. El Coronel Juan Crisóstomo Torrico cor
rió en un caballo en pelo una legua abajo en direccion á
Lima ; pero el chileno Sesé, en medio de los fuegos, metió
su tropa al cementerio ; y parapetado en ese punto y de
tras de las paredes de unas casitas vecinas, rechazó á Ote
ro, despues de un ataque brusco y sostenido por ambas
partes.
Segun la narracion que Eiva Agüero y Necochea hicieron
á Santa Cruz de los sucesos de Lima, y por lo que ha es
crito el General D. Domingo Nieto en un manifiesto, y por
lo que el mismo Nieto refirió años despues al Dr. Valdivia,
compendiando la relacion, puede reducirse á lo siguiente.
Ya hemos dicho que cuando el General Nieto dejó en
Arequipa á Orbegoso y á Santa Cruz, fué nombrado Mi
nistro Plenipotenciario para el Ecuador, y llevó consigo en
reserva el despacho de Prefecto del departamento de la Li
bertad. Nieto á su tiempo, aprovechando de ese despacho
se hizo reconocer en Trujillo por Prefecto Comandante Ge
neral del departamento ; y formó una division de dos bata
llones y un rejimiento lijero de caballeria.
Nieto habia escrito á Orbegoso que tratase de volver por
su honor, libertar al Perú de Santa Cruz, á quien lo habia
— 196 —
entregado. Marchó su division para Lima ; y cuando es
tuvo en Pativiloa, cuarenta leguas al Norte de Lima, habia
recibido oficio y cartas de Orbegoso, de que el "Aquiles"
se habia tomado los buques peruanos del Callao. Ese he
cho convenció á Nieto de que la expedicion chilena sobre el
Perú era indefectible.
Como Nieto dió aviso á Orbegoso de su marcha, éste le
dió orden para que se dirijiese á Chancay ; y le previno que
él iria en su alcance. Asi se verificó ; y juntos formaron
el plan para deshacerse de Santa Cruz. Orbegoso temia
que se sublevase la division de Moran que guarnecia Lima ;
y en efecto a su salida habian tratado en Lima de formar una
junta desconociendo la autoridad de Orbegoso. Pero éste
regresó á Lima, Nieto despues de él ; y ocupó con su divi
sion la plaza de Lima la noche del 29 de Julio.
Como la division de Santa Cruz se retiró á las órdenes
-de Moran y Otero hasta Tarma, Nieto unió á su division la
- poca fuerza que quedó en Lima y en el Callao ; y aunque
quiso perseguir la division de Moran, que poclia batir, se
le opuso Orbegoso ; y el 6 de Agosto de 1838 se avistó
á la cabeza de la Isla de San Lorenzo la expedicion chi
lena.
El General Nieto aconsejó á Orbegoso diese una amnistia
general, restituyendo á sus clases á los empleados y milita
res peruanos ; y que ademas diese una proclama, declaran
do que el Gobierno no reconocia mas enemigo que al Ge
neral Santa Cruz ; y por un decreto declarase á éste la
guerra, sino retiraba sus tropas al otro lado del Desagua
dero, dejando al Perú en su independencia y libertad. Que
nombrase un Plenipotenciario cerca del Gobierno do Chile,
considerando á esa Eepublica como amiga; y un comisio
nado caracterizado cerca del Jefe de la Escuadra Chilena,
para acordar lo que conviniese al buen éxito de ambas Ee
públicas.
Como Orbegoso se hallaba cercado de los amigos de San
ia Cruz, no acepto ninguna de las indicaciones de Nieto ; y
la division chilena desembarcó en Ancon el 8 de Agosto,
ocupando Copacabana, cinco leguas al Norte de Lima.
De parte de Bulnes, Jefe de la expedicion, se intimó á
Orbegoso un ultimátum, conducido por Garrido. Ni las
entrevistas particulares, ni los oficios que se pasaron por
Orbegoso á Bulnes fueron bastantes para obtener resultado
alguno favorable.
El General Nieto pasó á Chacra-grande, y habló con el
General Bulnes ; y tampoco pudo conseguir cosa alguna. To
da propuesta se estrellaba, porque Gamarra, con el carác
ter de director de la guerra, esperaba ser Presidente, y te
nia á Bulnes decidido á no admitir pacto alguno.
Nieto en vista de la negativa absoluta de Bulnes, dijo á
Orbegoso: que el punto principal era salvar la independen
cia y libertad del Perú : que depusiese sus motivos perso
nales, se uniese á la Expedicion Chilena, y marchase con
tra Santa Cruz.
Orbegoso aseguró á Nieto que no pelearia contra los chi
lenos ; y que en una junta de Generales se habia ya acorda
do no comprometerse en pelea ; y que habia esperanza de
una transaccion.
En fuerza de tal aserto, Nieto se fué al Callao á verificar
algunos arreglos en el puerto y en las fortalezas.
A su regreso del Callao, estando en Monserrate, observo
que la vanguardia chilena se movia sobre la Capital, y oyó
algunos tiros que le alarmaron ; poco despues un ayudan
te de Orbegoso le comunicó la orden de que marchase con
los cuerpos hácia el punto de Guia.
Nieto, sin dejar de cumplir la orden, mandó al Comandan- .
te Zavala recordando á Orbegoso lo que le habia dicho que
se acordó en la junta de Generales, y manifestándole que
un ataque tan intempestivo atraeria una pérdida positiva y
funestas consecuencias al Perú.
Orbegoso, con su ayudante el Coronel Echegoyen, man
dó contestar á Nieto que no tuviese cuidado, pues no com
prometeria un solo soldado. La tropa que Orbegoso habia
— 198 —
mandado á Guia, estaba ya en esos momentos dispersa ; y
aunque Nieto quiso buscar á Orbegoso, no se pudo saber
donde se habia ocultado.
Cuando Nieto llegó con su fuerza al puente, de la que
distribuyó parte á sus flancos, y se opuso cuanto le fué po
sible, era tal el desorden de los que huian dispersos y de la
poblacion, que Nieto tuvo que replegarse sobre el Callao.
Las tropas chilenas ocuparon la plaza de Lima, y el Ge
neral Gamarra, con una parte de pueblo que hizo reunir
en la casa consistorial, se hizo aclamar Presidente de la
Eepública Peruana.
Como los Coroneles Guarda y Panizo habian ya recibido
sus despachos de Generales, dados por Santa Cruz, y ha
bian recibido tambien los recursos pecuniarios que éste les
mandó, desobedecieron á Nieto, apoderándose de su fuerza;
y enarbolaron en los castillos el estandarte de la Confede
racion. Nieto se embarcó para Guayaquil ; y Lima y el
Norte reconocieron á Gamarra, y recibian sus órdenes.
Santa Cruz, despues de la pérdida de Otero enMatucana
movió su ejército sobre Lima ; y la ocupó en 10 de Noviem
bre de 1838, retirándose el ejército chileno á vista de Santa
Cruz. Este lo persiguió hasta Copacabana. En la noche
el General Moran atacó en ese punto la columna chilena
que habia quedado en observacion.
Al caer el sol, cuando Santa Cruz marchaba á Copacaba
na, se divisó á la izquierda, en la hacienda de Bocanegra,
la caballeria chilena en retirada para Ancon. Los chilenos
se embarcaron en ese puerto, y tomaron la direccion para
Trujillo, marchando la caballeria por tierra.
El General Santa Cruz fué recibido en Lima, con mani
festaciones públicas, repiques generales, fuegos artificiales,
toros etc.
El Sr. Luna Pizarro, Obispo in partibus de Alalia, visitó
á Santa Cruz, y se retiró desagradado de la recepcion.
Santa Cruz se alojó en un departamento de la casa del
Sr. D. Juan Bautista La Valle ; y en una de las piezas
— 199 —
despachaban, en los diferentes ramos, el Sr. García del
Eio, el Sr. Olañeta y el Sr. Valdivia. Garcia del Eio tenia
á su cargo los ramos de hacienda. Olañeta, relaciones ex
teriores y especiales de Bolivia ; y el Dr. Valdivia los de
Gobierno, justicia, negocios eclesiásticos y parte de la cor
respondencia privada.
Santa Cruz cuidaba mucho del ejército, y de que el Sur
estuviese muy vijilado. Eran tantas las cartas de denun
cias dirijidas á Santa Cruz, de Bolivia y de los departamen
tos del Perú, que Valdivia dijo : Sr. General, me parece
que tantos Señores denunciantes, son sus verdaderos ami
gos, debian ocuparse en desarmar á los enemigos, adquirir
le nuevos amigos, pero no del modo como lo hacen. Le
faltan al respeto, le quitan el tiempo, y lo irritan contra
tantos individuos. Santa Cruz contestó :—tiempo ha que
me tienen en prensa. Ponga Ud. una circular, para dete
ner ese flujo de denudas ; pero cuidando de no resentidos.
Se puso la carta circular ; y poco despues se conoció el
buen efecto de ella.
A Valdivia le designó Santa Cruz dos jóvenes bolivianos
abogados para escribir las cartas particulares reservadas.
Llegó un aviso del Prefecto de Tacna contra el Dr. D.
Francisco de Paula Gonzales Vigil, del que tuvo noticia D.
José Fabio Melgar, y tambien de que Santa Cruz habia
dado orden para que lo desterraran á Chile. Melgar avisó
á Valdivia ; y éste se empeñó con Santa Cruz en favor del
Dr. Vigil. Santa Cruz le contestó secamente :—ya he di
cho á Ud. que siento mucho sea Ud. tan apasionado de
esos dos clérigos, Luna Pizarro y Vigil. Me ha hablado
Ud. tarde. Vigil estará ya fuera del Perú.
Le habian denunciado á Santa Cruz que el Dr. Andres
Martinez estaba oculto en Lima. Llamó al Dr. Valdivia y
le dijo :—Ud. tambien es interesado por el Dr. Martinez :
hágale Ud. prevenir que se oculte mejor ; porque si lo toma
la policía tendré que tomar providencias contra él.—Es
primera noticia que tengo, le contestó Valdivia. Martinez
— 200 —
no me confiaria el secreto de la casa donde está oculto ;
pero le haré dar el aviso por algunos de sus amigos, que
pueden saberlo.
Pasados varios dias dijieron á Valdivia que el edecan de
Santa Cruz, Coronel Carrasco, habia salido con fuerza por
la costa, hácia el Norte, y el General Bermudez con una
division para el cerro de Pasco; y que para el mismo pun
to iba á salir el General Moran con su division.
Como los asuntos de guerra estaban á cargo del General
Quiroz, que despachaba en el palacio; y Quiroz era enemigo
del General Nieto y de Valdivia, no podia éste saber lo
cierto por conducto de Quiroz, y se fué en busca de Mo
ran, á quien preguntó lo que habia en realidad. Moran
descubrió á Valdivia el plan de campaña, reducido á mar
char en busca del ejército chileno hasta donde lo encontra
sen : que varios cuerpos estaban ya en marcha ; y que él
con su division tenia que salir tres dias despues.
Valdivia le dijo :—Ustedes se han determinado á andar
y perder en las marchas lo que los chilenos debian andar
y perder en busca de ustedes. Cansarán el ejército y los
caballos, por caminos pésimos ; y le van á dar al ejárcito
chileno la ventaja de ser atacado, y de que Gamarra elija
posiciones ; que él sabe escojerlas. Piérdanse ustedes, que
yo me iré á Arequipa ; porque en el Cuzco le tomé la pala
bra al General Santa Cruz de que quedariia yo libre en Li
ma para disponer de mi persona. Moran le dijo :—se en
gaña Ud. en pensar que Santa Cruz le haga dar pasaporte.
Valdivia contestó :—Pues, me iré sin él. Moran riéndose
le dijo :—lo haremos volver ; y Valdivia replicó :—seria co
sa buena que Santa Cruz diera este golpe mas, sobre otros
que le han atraido gran número de enemigos.
Valdivia se despidió de Moran, fué á su alojamiento, dió
orden á su sirviente para que hiciera herrar los caballos,
y proveyese las alforjas; y partió á donde Santa Cruz á quien
encontró en Palacio, esperando el despacho de guerra.
Valdivia le pidió pasaporte ; y sorprendido Santa Cruz
— 201 —
le dijo :—Dr. tal vez se ha molestado Ud. por lo de Vigil y
Martinez. Valdivia le dijo :—No Sr. General. He sabido
por el General Moran, que la mayor parte del ejército está
ya en marcha, con el objeto de ir á buscar á Bulnes hasta
donde se le encuentre. Santa Cruz dijo :— pero ese no es
motivo para que Ud. nos deje : precisamente es ahora
cuando mas lo necesito. Valdivia le repuso: exijo el
cumplimiento de la palabra que V. E. me dió en el
Cuzco.
Es verdad, dijo Santa Cruz, pero eso no impide que Ud.
nos hiciera este último favor, de acompañarnos en circuns
tancias tan apremiantes.
Valdivia, con la entereza con que otras veces habia ha
blado á Santa Cruz, le dijo : esas circunstancias apremian
tes, Ud. se las proporciona, Sr. General. Santa Cruz le in
terrumpió :— qué dice Ud. ? Oigame, Sr. General, le dijo
Valdivia ; y éste le repitió, cuanto le habia dicho á Moran.
Santa Cruz le exijió entónces su opinion ; y Valdivia le di
jo francamente. Dejando V. E. asegurado el Callao y la
Capital, el ejército podia situarse en Jauja, Huancayo y
Tarma ; lugares de recursos y de posiciones. Hacer venir
del Sur al General Serdeña con su division, que aumenta
ria notablemente el ejército ; y se aprovecharia del General
Serdeña que vale para pelea. Desde que Gamarra ha he
cho internar al ejército chileno hasta Huaraz, se conoce
que trata de imitar la marcha que hizo el General Bolivar
contra Canterac. Si Gamarra viene sobre el ejército que
se halla ya en Jauja, llega con la infanteria y caballeria
rendidas y sin recursos, que V. E. puede quitárselos del
tránsito.
Llegó en esos momentos ej General Quiroz con el despa
cho ; y Santa Cruz le dijo :—haga Ud. extender para el
Dr. pasaporte para Arequipa. Quiroz regresó a cumplir
la orden ; y Santa Cruz dijo á Valdivia : Dr. no pensé que
me abandonara Ud. ; pero cuente Ud. siempre con mi
amistad.
24
— 202 —
Valdivia se despidió, volvió á su alojamiento, halló los
caballos ensillados ; y entró á Arequipa á los once dias.
Luego que el Dr. Valdivia llegó á Arequipa, le habian
hecho propio á Serdeña, que se hallaba en Lampa, con el
Dr. Ureta que le servia de Secretario. Serdeña que era
cabiloso y desconfiado dijo á Ureta que escribiese á su
maestro exijiéndole le dijera que especie de novedad habia
ocurrido. El General Serdeña se habia alarmado, calcu
lando alguna pérdida, pues no podia creer que el General
Santa Cruz, siéndole necesario Valdivia le hubiese permiti
do retirarse.
El Dr. Valdivia contestó á Ureta que en el Cuzco, a pre
sencia del General Serdeña, le ofreció el General Santa
Cruz, que lo acompañaria hasta Luna, y le dijo que alli
quedaria libre para disponer de su persona.
El General Serdeña sospechó que Santa Cruz tal vez
mandase á Valdivia para vijilar su conducta. Encargó la
division á un Jefe, y fué á Arequipa para hablar con Val
divia. Serdeña no tuvo embarazo para referirle su sospe
cha. Valdivia le dijo :—ofende Ud. gravemente al Gene
ral Santa Cruz, y á mi tambien, Sr. General. No ha he
cho Ud. bien en dejar la division, porque el General Santa
Cruz ha confiado á Ud, la seguridad del Sur. El General
Santa Cruz ha marchado con su ejército en busca de Bul-
nes ; y no pasarán muchos dias sin que sepamos el resulta
do. Serdeña, sin embargo, no quedó satisfecho, ni regresó
u Lampa.
El General Castilla en el Norte habia hecho esfuerzos in
creibles para organizar cnerpos peruanos ; y lo habia con
seguido; haciendo pasar revista al principio de Enero ú
una fuerza casi igual a la del ejército chileno.
Castilla habia dirijido y ejecutado el ataque en Buin el
6 de Enero contra el ejército de Santa Cruz. En ese ata
que salió herido el General Guarda, de parte de Santa
Cruz.
— 20S —
Despues del ataque en Buin, hubo una junta de guerra
en 19 de Enero de 1839, en el cuartel general de San Mi
guel, para decidir si era mas conveniente esperar en esa
posicion al General Santa Cruz, que iba en busca de ellos,
ó si seria mejor buscar á Santa Cruz, y sorprenderlo en
Yungay donde se encontraba. Castilla pudo obtener la
confianza de Gamarra y su opinion ; y como Gamarra era
el director de la guerra, Bulnes cedió gustoso ; y se pre
paró el ejército para buscar á Santa Cruz en sus posicio
nes.
Santa Cruz ocupaba un llano elevado, cortado en su
frente por una quebrada que no daba subida sino por un
camino estrecho á su izquierda. Esa quebrada tenia su
origen en los elevados cerros de la derecha, que solo con
gran dificultad podrian ser practicados. A la izquierda
terminaba el llano con una pendiente desigual ; y á su tér
mino se hallaba el rio de Yungay muy cargado de agua.
Santa Cruz colocó á su derecha el batallon 5. ° manda
do por el Comandante Magariños. En el centro, un bata
llon muy fuerte, con una cerca de piedras por delante ; y
á la izquierda, dos buenos batallones á orden del General
D. Trinidad Moran.
La izquierda era la única que podia dar acceso, por el
camino cortado que del pié de la torrentera ó la quebrada
se dirijia tortuosamsnte al llano alto. En el término de
este llano el camino era de descenso y ascenso difícil.
Santa Cruz con su guardia de caballeria se colocó á re
taguardia del centro, en un punto desde donde se veian
ambos ejércitos. Dejó en reserva, á retaguardia del centro,
el número 1. ° , que era el mas fuerte de todo el ejército en
número y disciplina, mandó por su sobrino Comandante
Fructuoso Peña, y el batallon número 2. ° , á las órdenes
del Comandante Valdez.
La caballeria, fuerte de maa de cuatrocientas plazas,
quedó á la izquierda de la reserva, á órdenes de un General
boliviano.
— 204 —
Esta colocacion estaba ya acordada ; y luego que se tuvo
noticia de la aproximacion del ejército enemigo, se coloca
ron los cuerpos en buen orden en los respectivos lugares.
Al frente de la posicion de Santa Cruz habia un cerrito
pequeño, aislado, denominado Pan de Azúear. No se ha
podido averiguar con certeza quien hizo decidir á Santa
Cruz, contra su primer dictámen, á mandar la columna de
cazadores para que ocupase el Pan de Azúear. Este dis
taba de la posicion del ejército de Santa Cruz como un tiro
de canon de á cuatro. Entre Pan de Azúear y la posicion
habia un llano ; lo mismo que á sus dos costados y á reta
guardia.
Despues del llano de la derecha del cerrito, se llegaba á
la orilla escarpada y matorrales del lio. Por el otro lado,
despues de su llano, principiaban los cerros en cadena.
El General Castilla tenia en el ejército unido Perú-Chi
leno las investiduras de Ministro de la Guerra y Ministro
General del Gobierno provisorio peruano, y Comandante
General de la caballeria del ejército unido Eestaurador.
El General Agustin Gamarra era Director de la guerra ,
y el General chileno Manuel Bulnes General en Jefe del
ejército Eestaurador.
Cuando el General Gamarra observó cubierto con trapo
el Pan de Azúcar, y que éste cerro quedaba incomunicado
y á distancia de la posicion elejida por Santa Cruz, dió or
den para que una fuerza competente atacase bruscamente
la fuerza de Pan de Azúear, mandada por el General Qui-
roz ; y a la vez mandó una compañía por su izquierda, pa
ra que tomando rápida y audazmente la ladera, atacase á
Quiroz por su flanco derecho.
El encargado de atacar el Pan de Azúear fué el Coronel
Ugarteche, quien se lanzó con tal impetu, que destrozó la
fuerte columna de Quiroz; quedando éste muerto en el
sitio.
Para auxiliar la columna de Quiroz, mandó el General
Moran la compañia de granaderos del batallon Arequipa,
— 205 —
mandada por su cuñado, el jóven Capitan Zereceda, la cual
en su paso fué destrozada, y muerto el Capitan, entre la
posicion de Santa Cruz y Pan de Azúear.
La .toma de Pan de Azúear fué como á las diez y media
de la mañana del 20 de Enero de 1839 ; y en su conse
cuencia se empeñó la gran batalla, sostenida con gran va
lor y tenacidad por ambas partes.
Cerca de la una del dia habia obtenido ya Santa Cruz
grandes ventajas, especialmente en el centro, pues habia
vuelto caras en gran desorden sobre su izquierda el regi
miento cazadores de los Andes, que fué mandado en apoyo
del Eegimiento Portales y del batallon Huailas que se ha
llaba muy diezmado.
En tan peligrosa situacion, el General en Jefe del ejérci
to unido, Bulnes mandó suspender el ataque, ordenando la
retirada sobre la posicion de San Miguel, legua y media á
retaguardia del campo de batalla.
En tales circunstancias encontró el General Castilla á
los Coroneles Sesé, del batallon chileno Santiago, y Vivero,
del batallon peruano Huailas, en retirada ; y les ordenó
con imperio volviesen á la pelea. El Coronel Sesé obede
ció, y retrocedió audazmente á sostener el puesto que ha
bia dejado. El Coronel D. Mariano Vivero, que solo tenia
yaparte del batallon Huailas, dijo á Castilla :—la orden de
retirarnos ha sido del General en Jefe del ejército. Casti
lla insistió en que retrocediera á paso de trote ; y Vivero lo
verificó.
Momentos despues se encontraron Castilla y Bulnes.
Castilla le dió parte de lo que habia ordenado. El General
Bulnes despues de una interjeccion militar, le dijo :—nos
han sobado : retirémonos á San Miguel, donde podremos
continuar el ataque. Castilla con el impetu de su genio, y
contestándole con igual interjeccion, le dijo :—ya no esta
mos en ese caso ; y la pampa es muy ancha para que pu
diéramos llegar á San Miguel sin ser destrozados. No nos
— 206 —
queda otro recurso que formar aqui un charco de sangre,
para que se ahogue en él, juntamente con nosotros el ejér
cito de la Confederacion.
El General Bulnes no dijo palabra ; y Castilla, dejándo
lo, corrió velozmente en busca del General Gamarra, le
contó lo sucedido y le preguntó si podria sostener su puesto
un cuarto de hora mas ; añadiéndole :—me basta ese tiem
po para llevar á cabo la maniobra atrevida que me he pro
puesto verificar. Gamarra le contestó con unaenerjia que
jamas se le habia notado :—Vaya Ud. y ejecute su manio
bra, que yo sostendré este puesto una hora, si fuese nece
sario.
Castilla corrió á donde el General Eléspuru, Comandan
te de la primera division, que principiaba tambien su reti
rada, y lo hizo regresar hasta el punto que habia dejado,
apoyándolo con el batallon y escuadron de carabineros, que
se hallaban en reserva á las órdenes del Coronel peruano
Frisancho. Este tambien marchó al trote, de órden de
Castilla.
Dejado en arreglo todo lo dicho ; y tomando Castilla el
batallon Santiago y el escuadron Lanceros, y colocado á su
cabeza, forzó la posicion de Santa Cruz por la boca de la
quebrada de Ancahs.
El General Moran, viéndose flanqueado tan audazmente,
pidió caballeria á Santa Cruz. Este dió órden á la de re
serva para que auxiliase inmediatamente ; y como ésta no
se movió, Santa Cruz le mandó á Moran su guardia.
Moran se puso á la cabeza del escuadron ; y el choque fué
terrible, como entre dos leones. C^mo Castilla no pudo
subir en completa formacion, tuvo que replegarse por mo
mentos : se rehizo, y acometió con tal impetu, que deshizo
completamente la division Moran.
La caballeria de reserva de Santa Cruz no obedeció la
érden ni los batallones 1.'° y 2. ° . El 5. ° se puso en
retirada, lo mismo que los batallones 1. ° y 2. ° . El
— 207 —
fuerte batallon del centro quedó tendido con su Jefe. Los
batallones que se retiraron, lo hicieron en desorden, dis
persándose. La victoria se declaró en favor del ejército ,
unido Eestaurador, á las dos y media de la tarde del 20 de
Enero de 1839.
La caballeria de Santa Cruz, que fué la que se retiró pri
mero, fué á saquear la caja militar y todo el parque en
Yungay. Pocos fueron los derrotados que se salvaron,
porque atorado el puente con los prófugos, se descompuso ;
y de los que atravezaron el rio se perdieron los mas, y la
inmensa mayoria fué prisionera.
Como los chilenos se apropiaron exclusivamente la vic
toria, decantando haber dado la libertad al Perú, sin que
nadie les dijera cosa en contrario ; y á los peruanos emi
grados á Chile en diferentes épocas les afrontaban ese ser
vicio, tratándolos de cobardes ; y sobrellevando éstos en si
lencio deuda de tan inmenso precio ; el Dr. D. Juan Gual-
berto Valdivia, herido profundamente de lo que sufrian sus
paisanos en Chile, llegado el tiempo en que el General Ra
mon Castilla salió de la Presidencia del Perú, y el General
Manuel Bulnes de la de Chile, escribió á éste una carta fir
mada, "Por un peruano," con fecha 20 de Setiembre de
1863, y la hizo publicar en el periódico de Lima titulado
''El Comercio" número 7,924, del lunes 28 de Setiembre
de 1863, en la cual decia al General Bulnes lo siguiente:
"Lima, Setiembre 20 de 1863.—Al Sr. General D. Manuel
Bulnes.—(Santiago de Chile.
La persona que se dirije á U. S. le tiene alto respeto por
sus cualidades distinguidas como ciudadano, y por sus emi
nentes servicios como soldado ; servicios prestados no solo
á Chile, su patria, sino tambien al Perú. Nadie puede ne
gar que al ejército unido Eestaurador Chileno-Peruano de
be el Perú su independencia de la dominacion del General
D. Andres Santa Cruz, á mérito de la memorable victoria
obtenida en Ancahs el 20 de Enero de 1839, en la que le
tocó á V. E. la gloria imperecedera de haber mandado el
— 208 —
Ejército Eestaurador, en clase de General en Jefe, y al Ge
neral Gamarra en la de director de la guerra.
Eindiendo, pues, á U. S. y á su ejército mi humilde re
conocimiento, sin menguar en lo menor su tan distinguida
reputacion ; y por el contrario, confiado en ella, ocurro á
palabra de muy esclarecido caballero, para que, por medio
de la prensa, se sirva exponer la verdad sobre el hecho
principal que voy á exponer. Yo lo reservaba entre mis
apuntamientos históricos, para que saliera á luz mas tarde¡
pero he tenido que ceder á razones de peso, que me obligan
á publicarlo ; porque á la muerte de las personas á quienes
toca, no tendria valor alguno; y tal vez se reputaria por
suposicion falsa.
Me he movido tambien por la experiencia de ver altera
dos por la prensa, aun oficial, algunos hechos notables, y
por la circunstancia de hallarse IT. S. y el General Castilla
fuera del mando de sus respectivas Eepúblicas.
Hé aqui el hecho:
En la batalla de Ancahs era el General Castilla Coman
dante General de la division de Caballeria del ejército uni
do Eestaurador. Despues de tomado el Pan de Azúear,
como á las nueve ó diez del dia, por una columna del ejér
cito Eestaurador, se generalizó el ataque como á las once
del dia. A la una, poco mas ó ménos, el ejército de la
Confederacion habia obtenido grandes ventajas en el cen
tro, hasta el punto de haber hecho retrocedar por uu mo
mento sobre nuestra izquierda al regimiento Cazadores de
los Andes, que habia marchado al trote paja apoyar al re
gimiento Portales y al batallon Huailas, que no habian sido
rechazados en lo mas recio del ataque ; lo que dió lugar á
que V. S. mandase suspender las operaciones, y ponerse
en retirada sobre San Miguel, legua y media á retaguardia
del campo de batalla.
En tales momentos el General Castilla encontró en reti
rada, de orden de V. S. , á los Coroneles Sesé, del batallon
Santiago, y Vivero, agregado á Huailes, y les pre\iuo vol
— 209 —
viesen á la pelea : volvieron sobre la linea á continuar eP
ataque. El Coronel Sesé volvió sin la menor réplica, con
una gallardia digna de elogio : no asi el Coronel Vivero,
que mandaba parte del batallon Huailas, pues le hizo ob
servar al General Castilla que la orden de retirada, dada
por el General en Jefe, era terminante, y que él debia obe
decerla. Sin embargo, insistió el General Castilla en su
mandato, y Vivero marchó con notable denuedo. Poco
despues Castilla se encontró con U. S. en el mismo sende
ro en que habia encontrado en retirada á los Coroneles Se
sé y Vivero. U. S. iba de vanguardia en retirada ; y des
pues de una interjecion militar, le dijo U. S. á Castilla,
que marchaba hacia la línea.—"Nos han derrotado, vamos
a San Miguel á continuar el ataque." Castilla contestó :—
"No estamos en ese caso, ni hemos venido á correr ; el
desfiladero es fuerte, y la pampa muy ancha para poder
llegar sin ser derrotados hasta San Miguel. No nos queda
otro arbitrio que formar un charoo de sangre, para que se
ahogue en él con nosotros el ejército de la Confederacion. "
Incontinenti, Castilla, despues de haber movido sobre la de
recha los batallones referidos y el escuadron Lanceros de
Chile, corrió rápidamente á verse con el General Gamarra,
á quien, á la vez de haberle instruido del suceso, y de lo
que habia dispuesto de acuerdo con U. S. respecto á los
batallones Santiago y Hauilas y escuadron Lanceros, le
preguntó si podian sostenerse en ese punto, que era el del
centro, un cuarto de hora mas ; á lo que contestó él Gene
ral Gamarra, con notable enerjia : que no solo se sosten
dria un cuarto de hora, sino tambien una hora. En se
guida pasó Castilla á dar personalmente órdenes al General
Eléspuru, Comandante General de la primera division, y
al Coronel Frisancho que, cen su batallon y el escuadron
Carabineros de la frontera, era el Jefe de la reserva: pre
vino á ambos Jefes y les designó el lugar de la linea que
debian ocupar, y que marcharan á paso de trote hasta co
locarse en la linea. Luego que el General Castilla hizo
27
— 210 —
ejecutar lo que habia dispuesto, y se rehizo el combate ;
tomando el batallon Santiago y el escuadron Lanceros, for
zó la posicion, muy á la derecha, por la boca de la quebra
da de Ancahs ; y empeñada la linea vigorosamente, en vir
tud de las medidas tomadas, no tardó en alcanzarse ex
pléndida victoria sobre un ejército á quien poco antes se
suponia y era en efecto casi vencedor. La victoria se pro
nunció como á la una y media ó dos de la tarde.
Este hecho que atañe al honor de mi patria, y en el que
son participes chilenos y peruanos, merece ser cumplida
mente exclarecido ; sin que se pueda suponer que se trata
de debilitar el concepto del inclito General Bulnes, cuyo
mérito relevante no se oscurece por exclarecimiento de un
hecho ó de un concepto equivocado, mucho mas cuando
U. S. mismo lo ratificó a la primera advertencia de un
General amigo suyo.
Ojalá que la confianza que Ü. S. me inspira para ocurrir
a su buena fé, la tuviera con otros personajes, para poder
esclarecer otros hechos no menos importantes ; pues que
me he propuesto no dejar apuntamientos históricos que
puedan sufrir censuras.
U. S. me dispensará me haya tomado esta libertad, en
atencion á la gravedad del suceso ; y á que estando vivas
las personas que eito, á ecepcion del infortunado .General
Eléspuru, que rindió la vida en el campo de Ancahs, y del
' General Gamarra, que murió en Ingavi; no se puede juz-
; gar que tengo otro motivo, que el exclarecimiento de la
verdd, única que debe figurar en la historia.
De U. S. su muy atento y obsecuente servidor. — Un
peruano.
A esta nota no contestó el Sr. General Bulnes, ni alguna
otra persona ; quedando por consiguiente en su verdadero
lugar la verdad de los acontecimientos de la batalla de
Ancahs.
Pe Yungay se retiró Santa Cruz' hasta Lima, y despues
— 211 —
hasta Arequipa. Luego que en esta Ciudad se supo que se
hallaba en Vitor, á catorce leguas de Arequipa, el General
D. Blas Serdeña y los Eiveros D. José, D. Fernando y D.
Juan Antonio, amigos intimos del General Santa- Cruz,
movieron la Ciudad y su cercado ; enpavesaron las calles;
y se le hizo á Santa Cruz un recibimiento suntuoso. El
General Serdeña lo alojó en su casa.
Pasados cuatro dias reunieron en la pampa de Miraflores
como seis mil hombres en formacion, y llevaron á Santa
Cruz con gran comitiva y música. Pasó una especie de re
vista en medio de vivas-; y quedó muy complacido.
Dió órdenes despues para que las fuerzas dol Cuzco, Tac
na y Arequipa se reunieran en Puno, y que las de La Paz
y Oruro se acercasen al Desaguadero.
El Dr. Valdivia, que se ocupaba ya en su profesion del
foro, le hizo la visita de etiqueta ; y no le hizo la segunda,
hasta que supo que Santa Cruz se preparaba para salir pa
ra Puno. Al despedirse, Santa Cruz salió con él hacia la
puerta, y le dijo en reserva: veame Ud. mañana antes de
las siete de la noche.
El Dr. Valdivia concurrió á la hora citada, y halló solo
á Santa Cruz ; quien dió orden para que no se permitiese
entrar á persona alguna. Tomaron asiento ; y dijo a Val
divia.—Harto me ha pesado mi condescendencia en dejarlo
á U. venirse de Lima. Debia esforzar mi peticion para
que U. me acompañara á esta desgraciada campaña. Aho
ra quiero verificar lo que entonces no hice. Dr. le he dado
á U. pruebas de estimacion y de deferencia á sus opiniones.
Me hace U. ahora el favor de acompañarme. Le diré a Ud.
mi propósito.
Gamarra y Bulnos me consideran absolutamente perdi
do. La expedicion Chilena es muy gravosa al Perú ; y de
ben embarcarla para su república. Gamarra tiene base de
ejército peruano, y lo aumentará : pero yo tengo fuerzas
que, reunidas en Puno, formarán un ejército competente.
— 212 —
Con él haré una capitulacion honrosa, obteniendo garantias
para las personas comprometidas.
Gamarra no puede arreglar el Norte, mandar la expedi
cion Chilena á su pais, formar ejército peruano regular,
y venir al Sur antes de seis meses ó cuatro cuando menos.
Con el ejército qne hasta entónces pueda formar no puede
atacarme, pues tengo dadas órdenes á Bolivia para movili
zar la guardia Nacional ; y en solo Bolivia tendré antes de
cuatro meses un ejército respetable.
Hecho el tratado, y obtenidas las garantias necesarias,
dejaré garantidas á las personas que tengo en el ejército,
y me ocuparé en adelante de mejorar á Bolivia. Para to
do lo que yo reuna, U. me es necesario. Dejaré para su
familia una cantidad suficiente ; y la suerte posterior de U.
corre de mi cuenta. Espero que U. acceda á mi peticion,
y que me acompañe sin excusa.
El Dr. Valdivia le contestó :—Señor General, he recibi
do pruebas notábles de su estimacion, y le he servido con
lealtad, apesar de que mi compromiso sacrificaba mi pobre
reputacion. Ud. me ha hablado con una confianza que exi-
je de mí nuevos deberes de gratitud ; pero lo veo muy en
gañado. Está Ud. completamente perdido. ¿Será posible
que Ud. no tenga noticia de que Ballivian está revolucio
nado en la Paz, y que la tropa de Ud. , que Serdeña dejó
en Lampa, está ya comprometida con Ballivian, y que aqui
mismo, si Ud. con tiempo no se pone en salvo, de un dia al
otro es Ud. sacrificado?
Santa Cruz sorprendido, se levantó rapidamente ; y po
niéndose al frente de Valdivia, le dijo :—¿Qué me dice Ud.
Dr.? ¿No ha visto Ud. ó sabido la recepcion que me ha
hecho Arequipa, y como me han aclamado mas de seis mil
hombres en Miraflores?
Señor General, oigame, dijo Valdivia : Ud. tiene expe
riencia de que tal vez solo yo le he manifestado y dicho
verdades muy fuertes en público y en secreto. La sorpre
sa con que Ud. me ha hecho su pregunta, me convence de
— 213 —
que á Ud. lo tienen sitiado, para que no llegue á su noticia
su verdadera situacion. Esa recepcion en Miraflores no
lia sido expontánea, sino verificada á muchos esfuerzos de
las autoridades y de la familia de los Eiveros, que tan an
tigua y cordialmente pertenece á Ud.
Santa Cruz repuso :—pero en cuanto á Ballivian lo han
engañado á Ud. Ballivian es amigo mio intimo, y yo de él.
Valdivia contestó :—Sr. General : tengo siempre cuidado
en materias graves, y aun en las que no lo son, de no afir
mar lo que no me conste por datos que garanticen mi pa
labra. Aseguro á Ud. que noticias de tal magnitud no se
las habria dado si no fuesen verdad ; y suponia que Ud.
no pudiese ignorarlas, y que al solicitarme para que lo
acompañe, no tuvo Ud. por conveniente decirmelas.
Santa Cruz exolamó :— ¡Seria posible que Ballivian me
traicionase ! Si tal puede suceder, que me falte él, pero yo
seré consecuente á la amistad firme que le he tenido.
Pasado bastante rato pudo sosegarse ; y aprovechando
el Dr. Valdivia de un feliz momento, dijo al General Santa
Cruz.—No he dejado de respetar á Ud., y le soy muy agra
decido á la bondad con que me ha tratado. Con tal con
fianza le suplico me haga Ud. el favor de acceder á urna
peticion. Ud. debe estar prevenido para todo caso. Fe
lizmente existe en el puerto de Islay una fragata inglesa
de guerra. El cónsul ingles Crompton es amigo de Ud.
Póngale Ud. una carta en reserva, para que allane el con
sentimiento del Jefe de esa fragata, haga que se detenga al
gunos dias, y pueda recibir á Ud. á bordo, si las circuns
tancias lo exijiesen asi. Que marche un oficial de plena
confianza de Ud. con la comunicacion ; y que no vuelva
sin traer precisamente la respuesta de Crompton. Nada
pierde Ud. con esto. Arequipa mismo no me parece que
se halla en buena disposicion. Ofrezco á Ud. esforzar mis
relaciones para averiguar con certeza la verdadera situacion
en que se halla la Ciudad.
Santa Cruz, como que cedia obligado, puso la carta para
— 214 —
Crompton, sin escribir con la velocidad que acostumbraba ;
y pudo mandarse al oficial en la misma noche, con espe
cial encargo de no detenerse en parte alguna, ni decir cosa
alguna acerca de su viaje.
El Dr. Valdivia salió, aunque tarde, á buscar á ciertos
amigos de su confianza, cuya amistad habia conservado
aun en las épocas en que las circunstancias los colocaban
en partidos opuestos. Estos les dieron varios datos del
estado de la revolucion preparada en Arequipa contra San
ta Cruz, hasta el punto de asegurarle que aun la tropa es
taba minada ; y le indicaron que uno de los caudillos prin
cipales era el Dr. D. José Maria Corvacllo.
Al dia siguiente el Dr. Valdivia fué á visitar á Corvacllo,
y le exijió le hablase la verdad acerca del estado positivo
de la revolucion, pues temia se cometiese en Arequipa al
gun hecho contra Santa Cruz, por el pueblo en estado de
efervescencia, y se manchase la reputacion de un pueblo tan
hospitalario, civilizado y moral.
El Dr. Corvacho le hizo narracion franca de todo lo que
se habia dispuesto ; y concluyó con estas palabras :—La
revolucion está hecha, no le quede á Ud. duda alguna.
Valdivia le dijo entónces :—si tiene Ud. tal seguridad, ¿po
drá Ud. permitirme dar aviso al General Santa Cruz ?
Corvacho contestó:—puede Ud. hacer lo que le parezca.
Como á las nueve y media de la mañana salió Valdivia
de casa del Dr. Corvacho, y pasó á la de Serdeña á ver á
Santa Cruz, y encontró á D. José Eivero que salia de ha
blar con él. Conociendo Valdivia la entera confianza que
Santa Cruz tenia en Eivero, dijo á éste :—digale Ud. al
General que la revolucion está hecha, y que estallará hoy
mismo. ' Eivero, asustado, tomó de la mano á Valdivia, lo
condujo hacia el retrete donde estaba Santa Cruz, abrió la
mampara; y dijo á éste:—Mi General: el Dr. Valdivia nece
sita hablar con V. E. en este momento :—Que entre ; dijo
Santa Cruz. Entró Valdivia, y le dió la noticia por exten
so. Dió orden al momento para que le trajesen una com
— 215 —
pañia de guardia, aumentando la que tenia. Mandó llamar
al General Serdeña ; y Valdivia le dijo :—bueno será que
algunos objetos de interés los haga Ud. [pasar inmediata
mente á casa de alguno de sus amigos. Mandó dos petacas
de cuero de Eusia ; y dió orden para que trajesen los caba
llos, y uno de ellos lo llevarán á casa de un amigo.
Serdeña tardó en venir ; y cuando se presentó, le dijo
Santa Cruz :—vaya Ud. y digale al Coronel Larenas que
no se separe del cuartel, y que tenga la tropa lista, con las
armas cargadas, sin hacer alboroto alguno ; y que no per
mita que del cuartel salga soldado ni oficial alguno ; y que
la compañia que he pedido, venga municionada.
Llegó Serdeña, despues de haber dado las órdenes á La
renas ; y Santa Cruz le dijo :—esta noticia me ha dado el
Dr. Valdivia. No perdamos tiempo. Tome Ud. todas las
providencias que juzgue convenientes, y vuélvase; porque
aqui será Ud. necesario.
Llegó la compañia ; y Santa Cruz hizo llamar al oficial ;
y le preguntó si las armas venian cargadas, y [la compañia
con municiones. El oficial contestó que si ; y designado
el sitio para poner la compañia, dijo Santa Cruz :—cuidado
con que se dé un solo tiro sin mi orden. Hizo retirar la
guardia del saguan, ordenando que quedase solo el centine
la. Se volvió á su gabinete ; y dijo á Valdivia :—ayúdeme
á recojer todos estos papeles. Se metieron todos en saco,
y los mandó fuera, á una casa de su confianza.
Serdeña habia mandado donde el Coronel Hurtado, Jefe
del escuadron que se hallaba en Yanaguara, para que reti
rase la caballada de los potreros, ensillase, y tuviese su es
cuadron acuartelado. Serdeña, por no llamar la atencion,
habia mandado á un paisano ; y ya fuese que se demorase,
ó porque el tiempo no fuera suficiente ; cuando Hurtado
mandó por la caballada, ya se la habia tomado el Dr. Zen-
teno, que montado en uno de los caballos, y asociado á va
rios paisanos se trajeron la caballada á la Ciudad.
— 216 —
Como Valdivia salió para su casa á dar algunas órdenes
- a su familia, á su regreso donde Santa Cruz supo que se
habian tomado la caballada, y que una gran multitud de
paisanos se hallaban reunidos en la Iglesia de San Agus
tin, donde peroraban algunos jóvenes entusiástas. Valdi-
divia halló á Serdeña dándole la noticia á Santa Cruz de
que se habian tomado la caballada ; y Valdivia añadió :—
- .una gran pueblada está reunida en la Iglesia de San Agus
tin, oyendo las peroraciones de algunos jóvenes abogados.
Pasaron dos minutos, y entró un ayudante en carrera, y
, dijo á Santa Cruz : Exelentisimo Señor : el pueblo viene
amotinado por la plaza. Santa Cruz dijo á Serdeña y Val
divia: —Vayan Ustedes á contenerlos. Salieron ambos
. hasta la mitad del portal de San Agustin, por el piso de la
plaza, y encontraron la multitud que bajaba vivando la
Ttepública. Los que las acaudillaban eran el Dr. D. Pedro
Carbajal, el cura de Sacacha Carpio, D. Evaristo Uzate-
güi y varios otros jóvenes doctores.
Llegaron á ellos el General Serdeña y Valdivia, y los
amonestaron para que sin desorden dijesen lo que querian
prometiéndoles hacerles conceder lo que pidiesen. El Dr.
Carvajal y otros á la vez dijeron que iban con el objeto de
hacer bajar esa bandera de ignominia para el Perú, que
flameaba sobre la puerta de la casa donde estaba alojado el
tirano.
Continuó el pueblo sus vivas, y bajó hasta el frente dela
casa. Entónces se oyó un grito espantoso :—abajo esa ban
dera ; y le tiraban una multitud de piedras. En tales cir
cunstancias Santa Cruz dió la orden para que bajasen la
bandera : salió ; y parado en la batiente de la puerta de la
calle, saludó cortezmente á la multitud ; y dijo :
Señores :
Nombren Ustedes alguna comision con la que yo pueda
entenderme, y se les concederá todo lo que pidan.—La
multitud designó al Dr. Carbajal y al Cura Carpio.
Los comisionados entraron á la sala de recibo ; y toman
— 217 —
do la palabra el Dr. Carbajal, dijo :—Señor General : el
pueblo exije que se nombre de Prefecto y Comandante del
departamento al Sr. D. Pedro José Gamio, y que Ud. mis
mo lo haga reconocer en el acto. Santa Cruz le contestó :
—que venga, y lo haré reconocer por tal.
Salieron los comisionados, dieron la noticia al pueblo,
vivaron á la Eepública y al General Gamarra, y fueron en ,.
busca de Gamio.
Entre tanto dijo el Dr. Valdivia a Santa Cruz :—mande
Ud. al momento un oficial que lleve el aviso de lo sucedido
á Crompton ; y que otros oficiales se adelanten con caba
llos y con lo que puedan, para esperar á Ud. en Congata y
en el tambo de la Jara ; porque Ud. debe irse por Huasa-
cachi y tomar la Laja, para evitar todo lo que pudiera su
ceder ; y que Serdeña le preparé cuando menos tres guias.
Santa Cruz dijo : Acabo de saber tambien que han asalta
do la maestranza y la han tomado, y que se están armando
en varios puntos.
Llegó D. Pedro José Gamio con gran pueblada y vivas ;
y Santa Cruz le dijo :—el pueblo ha pedido que nombre
á Ud. Prefecto y Comandante General del departamento.
Queda Ud. nombrado por mi ; y espero que tomará Ud.
providencias para conservar el orden ; que yo me retiraré
del pais. Salió Gamio á la calle, y les dijo : vamos á un ,
cabildo abierto.
Santa Cruz dijo á Serdeña:—haga Ud. uso de sus rela
ciones : acompañe Ud. al Prefecto, y dele Ud. oportuna
mente sus consejos. Serdeña fué al Cabildo ; y con mucho
trabajo pudo penetrar hasta la pieza donde se hallaba el
Prefecto. La grita y los vivas eran intolerables ; y pol
las calles corrian los hombres en busca de armas.
Santa Cruz dió orden para que el batallon viniese á la
calle, y sirviese como de su guardia. Derepente se oyó un
trueno espantoso, y cayó un rayo á cuadra y media distan
te de la casa de Serdeña, que destrozó un sauce colosal ; y
principió la lluvia. Santa Cruz se colocó en medio del ba
28
— 218
tallon, cuando ya se oian algunos tiros y gritos del pueblo
en diferentes direcciones. El batallon marchó á paso re
doblado con lluvia fuerte : tomó el camino para el panteon
con orden de ir á tomar la Laja.
Cuando el batallon marehaba por el campo, llevando á
su derecha la acequia de la chacra de la Compañia, y mai
zales á la izquierda ; los paisanos principiaron, de entre
los maizales, á tirotear sobre la cola del batallon. Santa
Cruz dió orden para que les contestasen con tiros al aire.
El aguacero era muy fuerte, los rayos se veian caer á di
ferentes distancias. Sin embargo, Santa Cruz pudo tomar
el camino de la Laja; y adelantándose ya del batallon, lle
gó á Congata, chacra de La Jara.
Debemos consignar aqui un hecho notable de Doña Pe
tronila Herrera y Eivera, mujer de Melendez, vecina de la
calle de la Eancheria, y hermana del maestro de Postas,
D. José Herrera y Eivera. Avisada de lo que habia suce
dido con Santa Cruz, preparó una alforja, y colocó en ella
una gallina sancochada, pan, bizcochos, chocolate, choco
latera, platos, cucharas, trinches, cuchillos, vino, un ana
fe, huevos duros, posillos, servilletas, un par de botas,
un par de medias, un sombrero, cigarros puros y de papel;
y con un mozo experto de los de la posta le mandó ese
auxilio al General Santa Cruz ; que lo habia recibido como
á las dos de la mañana.
Santa Cruz tomado ese lijero desayuno, con sus ayudan
tes y seis soldados de su confianza que lo acompañaban,
salió de Congata poco despues de las cuatro de la mañana,
para el tambo de La Jara, sin ser sentido del batallon, que
se alojó un poco distante de la casa.
Cuando Larenas trató de poner el batallon en marcha se
amotinó éste, mató á Larenas, hirió á otros, y se dispersó.
Lo notable es que este batallon tenia por Jefe inmediato a
un hermano natural de Santa Cruz y los soldados nada
le hicieron. Este se fué á Paucarpata ; y tiempo despues
apareció en la Paz, atendido por Ballivian.
— 219 —
Crompton, con el aviso previo que se le mandó, hizo sa
lir tropa de la fragata de guerra, porque en Islay se habian
ya preparado para prender á Santa Cruz. Crompton con
esa escolta custodió á Santa Cruz, y lo hizo embarcar con
su comitiva.
CAPITULO IX.
PROCLAMACION DEL GENERAL GAMARRA EN AREQUIPA PARA
PRESIDENTE DE LA REPUBLICA.
Arequipa, terminada ya la Confederacion con la victoria
en Ancahs y con la revolucion de Arequipa que expulsó al
General Santa Cruz, proclamó Presidente de la Eepública
al Mariscal D. Agustin Gamarra. Esta proclamacion fué
solemne y con mucho entusiasmo.
Despues de la victoria en Ancahs, los Generales Bulnes
y Castllla marcharon por Pasco con el ejército unido Ees-
taurador hasta Jauja, con el objeto de embarcar al ejército
chileno.
Gamarra quedó en Yungay y se fué por la costa á Lima.
Bulnes y Castilla, en Marzo de 1839, bajaron con el ejérci
to, y lo embarcaron á fines de Abril.
Gamarra pasó al Cuzco, y de alli mandó al General D.
Juan Crisóstomo Torneo á Arequipa, autorizado para arre
glar el departamento, y con orden reservada para fusilar al
Dr. D. Juan Gualberto Valdivia, y apresar á D. Anselmo
Zenteno, sujeto respetable del Cuzco, confinado en Arequi
pa, y á quien Torrico, para sacarle cincuenta mil pesos, lo
hizo azotar en el Cuzco, en la casa de Moneda de la que
Zenteno era director.
— 221 —
La orden contra el Dr. Valdivia la supo éste, porque el
Secretario de Torrico, arequipeño Comandante Salgado, la
comunicó desde Lampa á un amigo suyo, para que con toda
reserva se la diese al Dr. Valdivia.
El Dr. Valdivia, á la llegada de Torrico á la Ciudad de
Arequipa, tuvo nuevo aviso del relojero D. Manuel Alva-
rez, oriundo de Lima, amigo antiguo intimo de Torrico ; y
se ocultó.
Aunque Torrico y los suyos hicieron las exquisitas dili-
jencias, no consiguieron descubrir el paradero de Valdivia;
y éste, á los ocho meses despues de jurada en Arequipa la
Constitucion de Huancayo, fué á su casa, y se presentó en
público.
Luego que lo supo D. Luis Gamio, hermano del Prefec
to D. Pedro José, visitó al Dr. Valdivia, y le entregó un
salvo-conducto, que con nota ministerial habia recibido el
Prefecto. Valdivia rehusó recibir tal documento, agrade
ciendo á D. Luis, y diciéndole :—mi salvo conducto es la
Constitucion de Huancayo, que á pesar de^ser obra del Ge
neral Gamarra, y pésima, tendrán que respetarla sus auto
res, como yo y los demas peruanos.
El Dr. Valdivia se fué á la chacra ; y despues de alguno»
dias fué visitado por dos amigos, el médico Dr. Castro y el
Comandante Uria, ambos amigos intimos de Torrico, que
se hallaba todavia en Arequipa ; y le dijeron que el Gene
ral Torrico habia comisionado á un Coronel Chocano, para
que le hiciera una visita á su nombre, y lo solicitára para
ayudarle con su opinion y con la de sus amigos, para una
revolucion que estaba muy adelantada, y cuyo objeto era
deshacerse del General Gamarra. El Dr. Valdivia les
agradeció el aviso, y les suplicó que, puesto que eran ami
gos tambien del Coronel Chocano, le dijiesen en reserva se
abstuviese de tal comision, porque conociendo el carácter
del Dr. Valdivia, se exponia á pasar por un rato amargo.
Los amigos hablaron con el Coronel Chocano, con la fran
queza que debian hacerlo.
— 222 —
El Coronel Chocano, no pudiendo evitar la visita, la hizo
dos dias despues ; y fué bien recibido por Valdivia. Pero
eoino no se conocian, le hizo únicamente visita de etiqueta,
á nombre del General que le ofrecia sus servicios ; y aña
dió : que sabiendo que era amigo del General Nieto, como
él tambien lo era, habia tenido ánimo de visitarlo, felici
tándolo por hallarse libre de la persecucion que habia su
frido tanto tiempo. El Dr. Valdivia agredeció la visita ; y
Chocano so despidió.
Pasadas algunas semanas se embarcó Torrico para Lima;
y en la primera visita que le hizo al Presidente Gamarra,
á quien encontró con el Dr. D. José Murguía, Diputado
del Congreso de Huancayo y discipulo del Dr. Valdivia,
despues de otras cosas, le dijo :
—En Islay, próximo á embarcarme, tuve noticia de que
el padre Valdivia habia salido de su escondite, y se anda
ba públicamente en Arequipa. Si lo hubiese sabido cuan
do estuve en la Ciudad, se lo habria mandado con una bar
ra de grillos.
El Presidente Gamarra le contestó : habria Ud. hecho
muy mal ; porque á peticion del Sr. (señalando al Dr.
Murguia) le expedi salvo-conducto. Conozco el carácter
del Dr. Valdivia mas que Ud. ; y estoy seguro de que se
mantendrá honradamente. ¡Ojalá los que se precian de
ser mis amigos, le fueran tan constantes como Valdivia lo
es de los suyos !
Pasado algun tiempo Gamarra adquirió datos de la con
ducta del General Torrico ; y éste tuvo que retirarse á
Chile, desde donde continuó tramando revolucion contra
Gamarra.
CAPITULO X.
REVOLUCION HECHA POR EL CORONEL MANUEL IGNACIO YTVANCO
EN AREQUIPA.
A principios de 1841 el Coronel Manuel Ignacio Vivanco
se invistió en Arequipa con el titulo de Jefe Supremo
de la Eepública, con la base de la guarnicion, y con la tro
pa que tenia en el interior el General Miguel San Eoman ;
porque contaba con la confianza de éste en virtud de lo que
habian acordado antes. El pueblo de Arequipa quedó sor
prendido con la revolucion de Vivanco. Hizo aprestos de
guerra, reclutando é imponiendo pensiones, como era de
costumbre en esas épocas ; y esa couducta aumentó el de
sagrado en la poblacion.
Como hemos dicho, contaba Vivanco con la adhesion de
San Eoman y su tropa, y con la de los departamentos de
Puno y Cuzco : pero pasados algunos dias se supo que San
Eoman, faltando á sus compromisos, se habia declarado
contra la revolucion de Vivanco.
Como Arequipa detestaba á San Eoman desde la inva
sion que le hizo en 1834, se alborotó el pueblo en gran ma
nera, y se plegó á la causa de Vivanco. Tales son los inci
dentes inesperados, que se atribuyen á causas diferentes de
— 224 —
las que les han dado origen. A consecuencia de ese cambio
pudo arreglarse una division regular, de la que los Jefes
principales fueron el Coronel Ugarteche, el Comandante
Juan Francisco Balta, y los de igual clase Boza y otros.
La tropa estaba disciplinada y dispuesta á esperar la que
mandaba el Presidente Gamarra para combatirla.
El General Eamon Castilla era Ministro de Hacienda ;
y Gamarra lo comisionó con la expedicion contra Vivanco.
- Castilla llegó al Cuzco, arregló una division fuerte, y con
ella apareció, en el mes de Marzo, en la posicion de Cacha-
marca, cabecera del pueblo de Chiguata, á cinco leguas de
Arequipa.
Vivanco se movió, formando un batallon de paisanos,
sobre Paucarpata. El mando del nuevo batallon se le dió
al Coronel Gabriel Eios. Cuando éste batallon pasaba para
Paucarpata, el Dr. Valdivia, que se hallaba en ese tránsito,.
en una chacra, salió á la puerta de la calle á ver pasar esa
fuerza, que era de mas de trescientos hombres sin unifor
marse. Eios, que era amigo de Valdivia, se detuvo á sa
ludarlo ; y Valdivia le dijo :—¿está Ud. loco, que se mete
en revolucion, y acepta Ud. ser Jefe de esta montonera ?
¿Juzga Ud. que Castilla no trae. fuerza disciplinada, que
batirá á ustedes indefectiblemente? Eios contestó :—por
la amistad me he comprometido. Jamás me he hallado en
victoria alguna. Y basta que me haya metido en esta ja
rana, para que todo se pierda.
Castilla debió presumir que Vivanco habia tomado Pau
carpata, para esperarlo y aceptar batalla. Vivanco cierta
mente hizo en la noche un movimiento atrevido é inespera
do, conducido por guias expertos ; y se colocó á tiro de
cañon en la loma de Ccollailnarca, al flanco izquierdo de
Castilla, con una quebrada por medio ; y al amanecer rom
pió sus fuegos de artilleria sobre Castilla, cuya tropa estaba
descuidada. En medio del desorden de la sorpresa, cuan
do trataba de formarla, dos batallones enemigos habian ya
subido, el de Eios y el de Salgado, y los acribillaban á ba
— 225 —
lazos. Castilla se retiró en desorden por el alto del Cim-
bral, ladera del nevado Pichu-pichu ; y se salvó marchando
hacia el pueblo de Ubinas. Con aquella actividad que lo
caracterizaba, recogió Castilla sus dispersos, y los reorgani
zó en Ubinas.
Despues de la retirada de Castilla, Vivanco se fué á Are
quipa ; y salieron de la Ciudad á recibirlo con gran entu
siasmo ; pero las indias y los cholos del pueblo de Mirafio-
res, contiguo á la Ciudad, decian á gritos : ¿para qué se
viene éste Sr. cuando él mismo debia ir en persona, persi
guiendo al enemigo?
Vivanco habia dado orden para que el Coronel Ugarteche
con lo selecto de la division, se dirijiese sobre Puno, por el
camino de la izquierda de Cachamarca. Ugarteche obede
ciendo la orden, salió al dia siguiente por el camino de Apo
y Pati, y llegó á Cuevillas, sufriendo una fuerte nevada.
El tambo de Cuevillas se halla en una ensenada baja, cir
cundada de cerros no muy elevados. *
Ugarteche habia dado orden para que se limpiase el ar
mamento ; y uno de I03 batallones estaba en esa operacion.
El General Castilla se habia movido de Ubinas en alcan
ce de Ugarteche ; y teniendo noticia de que habia acampa
do en Cuevillas, marchó en la noche, dobló sobre su izquier
da, y al amanecer sorprendió y derrotó la division de
Ugarteche ; y sin perder de vista á los prófugos, se fué de
tras de ellos hasta Arequipa, y acampó en el llano, cabece
ra de Porongoche, poco despues de las cuatro de la tarde ;~
sufriendo un aguacero tan fuerte, que hubo entrada en to
das las torrenteras de la Ciudad y de los suburbios. Des
cansó alli; y el batallon que habia en San Agustin, al man
do del Coronel Manrique, se retiró para Socaboya, en
direccion á Moquegua ; para donde se adelantó Vivanco
con fuerza suficiente para batir á Iguain, que con Gamarra
habia desembarcado en Arica. Castilla mandó una colum
na que dispersó el batallon de Manrique, tomándole algu- -
nos oficiales y soldados.
— 226 —
Vivanco, cuando marchó de Arequipa para Moquegua,
habia adquirido en Puquina, veinte leguas al Sur de Are
quipa, noticia de la derrota y dispersion de Ugarteche en
Cuevillas ; y sin embargo siguió su marcha.
Moquegua era entusiasta por Yivanco ; que fue bien re
cibido en ella ; pero en reserva hizo una junta de guerra,
en la cual, casi por unanimidad se acordó : que Vivanco y
los Jefes emigrasen á Bolivia ; oponiéndose únicamente á
ese acuerdo el Dr. D. Manuel Toribio Ureta. El terror se
habia ya apoderado de la mayoria, y se verificó la fuga.
Sentida ésta por la tropa, principió á desbandarse ; y la po
blacion se vió amenazada de iva saqueo.
El Comandante Salgado, que no habia tomado parte en
el acuerdo, tomó una partida de tropa, y con ella recojió al
cuartel á los insubordinados. Declaró por desertor al Co
ronel Manuel Ignacio Vivanco, y condujo la tropa hasta
Chacahuayo, que es un estrecho á la entrada á Puquina.
Salgado se colocó en esa posicion para pelear contra San
Eoman, que salió de Arequipa en busca suya. La tropa
de Salgado, á la vista de la de San Eoman, se insubordinó
¿' y dispersó, apesar de los esfuerzos de Salgado. Este se
salvó quebrada abajo ; y por Yarabamba fué hasta Arequi
pa, y se ocultó.
Castilla en Arequipa formó un consejo de guerra, que
sentenció á muerte á Vivanco, Ugarteche, Manrique, Boza,
Dr. Ureta y otros.
Pasados algunos dias, el sargento que acompañó al Co
mandante Boza lo denunció por cincuenta pesos que le die
ron ; y él mismo condujo la partida hasta la chacra del
Dr. Valdivia, en cuya casa éste lo habia ocultado. El Co
mandante Boza y el Dr. Valdivia fueron conducidos y
puestos en prision.
Castilla hizo fusilar al Comandante Boza, apesar de las
súplicas de las comunidades religiosas y de las personas
mas respetables de Arequipa. Al Dr. Valdivia lo tuvo in
— 227 —
comunicado quince dias en el cuartel de San Francisco, sin
permitirle le introdujesen ni el breviario para rezar. Du
rante ese tiempo mandó Castilla un Jefe para que se le to
mase declaracion á Valdivia ; y éste rechazó al comisiona
do, desconociendo su autoridad. Mandó despues á otro
-Jefe con igual objeto, y se negó Valdivia como antes.
Irritado Castilla, habia dispuesto se pusiesen grillos al
Dr. Valdivia, y mandarlo en ese estado á Chachapoyas.
El Prefecto D. Luis Gamio, luego que tuvo tal noticia, la
comunicó al Sr. Obispo Goyeneche ; y entre ambos obtu
vieron revocacion de esa orden y la soltura de Valdivia :
pero Castilla habia exijido al Prefecto que se presentase con '
Valdivia, para hacerle una reconvencion.
El Prefecto cumplió dicha orden, presentándose á Casti
lla asociado del Dr. Valdivia.
El General Castilla los recibió de pié, y sin darles asien
to dijo al Dr. Valdivia:—Lo he hecho venir á Lid. para re
convenirle de que habiendo sido Ud. tan patriota, ha ido
Ud. a Bolivia u traer un extrangero pava que humille el
Perú.
Como se hallaban presentes el Prefecto Gamio y el Dr.
D. Juan M. Polar, preguntó Valdivia al General Castilla,
si queria que le contestase á su pregunta delante de esos
dos Señores ; y Castilla con enfado respondió:—si Sr. Dr.
delante de ellos.
Tomaron asiento ; y principió Valdivia del modo siguien
te :—Sr. General, ni esa pregunta, ni otra alguna tiene
Ud. derecho para hacerla n ningun peruano ; y mucho me
nos á mi, que he sido amigo suyo y muy antiguo ; y que
como á tal, siu duda, me ha puesto Ud. quince dias inco
municado en un calabozo, sin permitir, ni la introduccion
del breviario, por haber ocultado á un Jefe desgraciado que
me pidió asilo, y á quien lo di con todo mi corazon ; de lo
que jamás me arrepentiré, aun cuando me atraiga la ene
mistad de Ud. para siempre.
— 228 —
No tiene Ud. derecho para reconvenirnos, siendo Ud. y
sus compañeros militares, destinados por su profesion á la
defensa de la patria, recompensados con sueldos y con esas
charreteras que lleva Ud. sobre sus hombros, los que aban
donaron vergonzosamente la defensa del territorio, que era
de obligacion. Ud. no puede negar, Sr. General, que el
que abandona una victima para que sea presa do una fiera,
no tiene .derecho para reconvenirla, si ella de cualquier
modo pudo salvarse : la victima si tiene pleno derecho é
incontestable para reconvenir á su defensor pagado que
cobardemente la abandonó.
Yo y los demas peruanos fuimos las victimas, y Ud. y
sus compañeros militares, los defensores pagados que nos.
abandonaron. Lo que llevo dicho me bastaria por contes
tacion á su pregunta. Pero ya que Ud. me ha reconvenido
á presencia de tan honorables testigos y amigos nuestros,
debo pasar adelante. Ud. me dirá, Sr. General si es ver
dad lo que yale diga ; y le estimaré mucho me interrumpa
cuando exajere algo, ó me equivoque al referir los hechos.
En primer lugar diré á Ud.; que Ud. es la causa princi
pal de la venida de Santa Cruz al Perú ; y que yo y todo
buen peruano tiene derecho para afrontarle á Ud. esta fal
ta, que me ha imputado. Ud. con su pregunta, apesar del
respeto que tengo á Ud. , me ha puesto en la necesidad de
trasmitir á la historia los hechos de Ud. y la conferencia,
actual.
Cuando Ud., Sr. General, en 1835 fué Secretario General
del Presidente Orbegoso, autorizado extraordinariamente-
para salvar la Eepública, que á excepcion de Arequipa, per
tenecia á Salaverry y á Gamarra, auxiliado éste por Santa
Cruz ; Orbegoso se vió en la necesidad de pedir dos mil
hombres de auxilio de Bolivia, de cuya Eepública era San
ta Cruz Presidente ; y le instruyó á Ud. que el auxilio de
beria venir con sus Jefes respectivos, á las órdenes de Or
begoso, quien debia ser el Jefe del ejército unido.
Eetirado Ud., regresó á esta misma pieza en que actual
— 229 —
mente estamos, y me encontró hablando con el Presidente
Orbegoso, que me narraba lo que le habia ordenado á Ud.
—Ud. dijo al Presidente que insistia Ud. en lo conveniente
que era poner un articulo, en las instrucciones para el
nombrado, Dr. D. José Luis Gomez Sanchez, por el cual se
le autorizase poder acordar que S. E. el Capitan General
Presidente de Bolivia, si lo creyese necesario, pudiese venir
A la cabeza del auxilio, con la fuerza que tuvie ¡'e á bien,
para asegurar un éxito favorable ; y que si se decidia á ve
nir personalmente, mandaria como General en Jefe el ejér
cito unido Pérú-Boliviano.
El Presidente Orbegoso se negó absolutamente á la in
sistencia de Ud. alegando varias razones de algun peso.
Ud. le repuso que no era posible esperar que Santa Cruz
se prestase á dar un auxilio de dos mil hombres, pues ade
mas de que era poca fuerza, no podia confiarla al General
Orbegoso, exponiéndose á que en una pérdida no solo se
perdiese el Perú, sino tambien Bolivia. La discusion con
tinuó acalorada por ambas partes, hasta que irritado Ud.
cuando Orbegoso dijo que él no solo perdia su persona, sino
la de sus once hijos, le afrontó Ud. con gran exaltacion, a
que hablaba de sus once hijos en las proclamas, en las
conversaciones, y que repetia ésto con tanta frecuencia,
que ya los tenia fastidiados á todos ; y que solo probaba con
eso, que mientras Orbegoso habia pasado su vida en goces,
Ud. y sus compañeros habian derramado su sangre por la
independencia, para dar libertad á ésta patria, de la que
era Presidente.
Orbegoso á tal reproche, demudado, le dijo á Ud.—reti
rese Ud. Sr. General, y cumpla lo que le tengo mandado ;
y si Ud. no quiere hacerlo, no faltará quien lo haga.
Volvió Ud. atras ; y estando en la puerta me llamó Ud.
y fuimos á la pieza que está al frente, que servia de Secre
taria : me presentó Ud. las instrucciones dadas por Orbe
goso, y me dijo Ud. :—dicte al Sr. (era el Dr. Andia) las
notas respectivas, pidiendo el auxilio á Bolivia. Las dicté
— ¿30 —
a precensia de Ud. : las firmó el Presidente Orbegoso, y se
pasaron al Dr. D. José Luis Gómez Sanchez, que marchó
con esa comision á Bolivia.
Disgustado Ud, por tal incidente, dijo Ud. á Orbegoso
que dejaria la Secretaria, y que si lo necesitaba como sol
dado, le serviria Ud. en el ejército. Orbegoso nombró á
Ud. Jefe de la primera division. Encargado del mando
de ella, acantonó Ud. el batallon de Bonifaz en Characato,
y con el batallon mas fuerte se retiró Ud. á Quequeña, don
de disciplinó Ud. esa fuerza, de modo que ningun otro ba
tallon se hallaba en tan buena disciplina.
Eecuerde Ud. que fui á visitarlo á Quequeña, y que en
la confianza que teniamos, me .comunicó Ud. su opinion
de que mas convenia que el Perú se salvase por si mismo,
que exponerlo á ser presa de Santa Cruz : que aprovecha
ria Ud. de la circunstancias para realizar el plan que habia
meditado, reducido á unirse con Salaverry ó con Gamarra,
y que entonces juntos podrian batir al revolucionario que
quedase solo, y despues á Santa Cruz, si llevaba adelante
su plan, que fracazó en 1829.
Ud. se inclinaba mas á la union con Gamarra, porque
era Jefe de mas fuste y de experiencia para la guerra ;
mientras que Salaverry, era un jóven atolondrado y san
guinario, que á nadie podia inspirar confianza.
Pensaba Ud. que á Orbegoso, puesto que él expontánea-
mente lo habia proyectado, se le haria ir á la Libertad con
dinero. Y como aquel era su pais, dónde tenia influencia,
sepresentaria, investido de su autoridad suprema, quedan
do Ud. autorizado en el Sur para defender la Eepública.
Me dijo Ud. que habia el inconveniente del Coronel Mo
ran, Jefe de la segunda division, que tal vez no se presta
ria á secundar ese plan; y yo le dije á Ud. que exploraria
á Moran ; que confiaba en la amistad que teniamos y en el
interes que tenia por la Eepública, como el mejor peruano.
Piegresé de Quequeña, hablé con Moran, y se prestó á
— 231 —
mis indicaciones, contando con su paisano D. Gil Espi
no y con Mendez, amigo suyo y mio, ambos Jefes de cuer
pos.
Ud. se vino de Quequeña con su batallon á Characato :
visité á Ud. en ese punto, y le dije que Moran estaba llano
á todo, y que en prueba de su avenimiento le diese Ud. las
órdenes que quisiese, que las cumpliría inmediamente.
Tambien di á Ud. el aviso de que se trataba de quitar el
batallon, y que esa era sugestion hecha á Orbegoso por
Quiroz y Serdeña ; y sin hacer mencion alguna con respec
to á Moran, me dijo Ud. :—estoy tan mortificado con las
exigencias de esta Señora Corvacho (se referia á su futura
suegra Doña Mercedes) que no me deja hora en que no
me mande sus esquelas, para que verifique el matrimonio
con su hija Francisca ; apesar de que le he manifestado las
circunstancias difíciles, estando en campaña y próximos á
pelear, y que se expone á malograr á su jóven hija.
Como la conversacion se prolongaba, le dije á Ud. que
importaba diese órdenes á Moran, y que me avisase Ud.
cuanto ocurriera, que yo haria lo mismo ; y me despedi.
Al dia siguiente, 3 de Junio de 1839, se le pasó á Ud.
orden por Serdeña, para que Ud. entregara el batallon al
Comandante Gonzales. Ud. resistió esa orden ; y el 4 de Ju
nio se constituyó Serdeña en Characato, dejando á Orbego
so y a su escolta á retaguardia en Sabandia, donde estaba
Moran con su division. Habia llegado el momento de que
Orbegoso y los suyos fuesen detenidos sin ruido, con una
palabra que Ud. hubiese trasmitido á Moran.
Serdeña como Jefe de Estado Mayor le pasó á Ud. nota,
datada en Characato á cuatro de Junio, diciéndole que te
nia orden de S. E. para decirle que en el momento cum
pliese Ud. la orden de entregar el batallon de Bonifaz al
Comandante Gonzales, y en el mando de la division al Co
ronel Domingo Casanova.
Ud. entregó el batallon de Bonifaz á Gonzales, y la divi
sion á Casanova ; y se vino Ud. á la Ciudad á contestar los
cargos que se le hiciesen, segun se le habia intimado. De
lo ocurrido no me dió Ud. aviso alguno.
Me toca ahora el preguntarle. ¿ Ud. que con su plan me
obligó á que yo comprometiese á Moran y á otros Jefes,
por qué nos dejó Ud. entregados á discrecion á la mala vo
luntad de Quiroz, á la astucia de Serdeña y á los arrebatos
del Presidente Orbegoso?
_ Con respecto á mi, acordaron desterrarme á Chile, por
temor de mi influencia en Moran, en los otros Jefes, en la
tropa y en el pueblo ; y mucho mas por mi amistad intima
con Ud.
De ese destierro me salvó mi amigo el Comandante D.
Fernando Eivero, que habló á Serdeña y á Orbegoso con
ial entereza y razones, que para alejarme del pais me nom
bró Orbegoso Secretario de mi enemigo Quiroz, comisiona
do á Bolivia para el auxilio ; y sin recibir el nombramiento
de Secretario, que lo'habia tomado Quiroz, tuve que hacer
el viaje á mis expensas.
Llegados a la Paz, Quiroz acordó en el tratado la venida
de Santa Cruz con su ejército. Yo no tuve la menor inter
vencion en los acuerdos. Como fuimos alojados en la mis
ma casa donde estaba el Dr. Gomez Sanchez, éste le hizo
fuerte oposicion á Quiroz, porque entre ambos tenian con
fianza, y Quiroz le habia referido lo acordado con Santa
Cruz en una larga conferencia.
Serñor General : en vista de lo que le he expuesto, co
nocerá Ud. que no ha tenido razon para imputarme el ha
ber traicionado á la patria, suponiendo que yo he traido al
extranjero al Perú para humillarlo.
Castilla vuelto apenas en si, replicó :—pero Ud., Dr., co
mo cómplice en la revolucion de Vivanco, se ha felicitado
de la sorpresa que me hizo en Cachamarca, y de mi retira
da en desorden.
Valdivia le contestó :—siento mucho que un General que
tanto me ha conocido, me haga esta nueva y falsa imputa
— 233 —
«ion. El Sr. Prefecto D. Luis es testigo irrecusable de que
jamás he pertenecido á la politica de Vivanco, y de que har
to aconsejé á mi discipulo el Dr. Ureta para que no se com
prometiera con él. Aprecio personalmente á Yivanco, pero
soy contrario á sus ideas ; porque 4 mi juicio Vivanco no
es republicano. Confiieso que me alegré, y mucho, de su
victoria contra Ud. en Cachamarca, y que le critique su
impericia militar en no haberlo perseguido á Ud. sin tre
gua. Con tal conducta he imitado á un buen padre de fami
lia, que ama tiernamente á su única hija. Ese padre jamás
convendria en que su amada hija se prostituyese, pero si
llega el caso de tal desgracia, queda profundamente herido,
mas apesar de su sentimiento, no convendria jamas en que
su hija fracasase en el parto, y tendria mucho placer en
que se salvase, y aun aceptaria las felicitaciones que le hi
ciesen sus amigos. No ha tenido Ud. razon, General, para
hacerme esta reconvencion, que deja vislumbrar que mi
prision en un calabozo habia sido premeditada, y el efecto
de una venganza ruin, que dispenso á Ud., porque no pue
do variar jamas de mi carácter. Debo á la Providencia el
instinto de perdonar cordialmente á mis enemigos.— Con^
cluyó la conferencia, y se retiró Valdivia.
Pasados algunos dias llegó á Arequipa el General Gamar-
ra, que fué bien recibido ; y Castilla le habla hablado para
que contrajese amistad con el Dr. Valdivia, y le diese una
colocacion honrosa, pues habia hecho bastantes servicios á
la patria durante la guerra de la independencia.
Castilla hizo un convite al Dr. Valdivia, en la casa de sll
suegro D. Manuel Diez Canseco, asociando en la mesa al
Ministro Manuel del Eio, que habia acompañado á Gamar-
ra. Como en la mesa habló Eio de las mejoras que podian
hacerse en el Perú, tocó la de fábrica de paños, haciendo
notar lo mucho que se gastaba en el ejército en ese ramo.
Valdivia le dijo que tenia escrito un proyecto relativo á una
fábrica de paño de estrella y de otras especies burdas, cal-
culado el costo para poderla plantificar en Arequipa, el va
— 234 —
lor de ella en Norte América, el de todos los útiles para la
fábrica, el de las materias primeras, y de lo que se ganaría
en la empresa. Le demostró que el hilado de lana de va
rios colores, que se vendia en el Perú, valiendo en esa épo
ca quince pesos el quintal de lana limpia, producia en hila
do de diferentes colores seiscientos pesos fuertes.
Castilla dijo á Valdivia :—puesto que tiene Ud. escrito
ese proyecto, no lo publique, porque yo formaré una com
pañia con buenos amigos que cuento, y la llevaremos á ca
bo. Tráigame Ud. el proyecto, y lo leeremos con el Sr.
Rio. Valdivia se lo mandó al dia siguiente.
El Ministro Eio, concluida la mesa, se retiró antes del
café ; y Castilla condujo á Valdivia á otra pieza, despues
. ' de pedir el café, para conversar solos ; y le dijo :—hemos
creido que hay necesidad de establecer un periódico, en
oposicion á lo que Santa Cruz ha publicado y hace publicar
en Guayaquil; y Ud. con el Dr. Pedro Antonio de la Tor
re deben de encargarse de la redaccion. Se le ha escrito á
La Torre á Majes, y se ha prestado á la indicacion.
Valdivia le contestó : extraño que conociéndome Ud. tan
to, y sabiendo que mi principio fijo es ser amigo leal y fir
me ó enemigo declarado, y que aun á mis amigos, cuando
hayo oportunidad, los sirrvo con todo mi corazon, sin que
llegue á noticia de ellos, me proponga Ud. que escriba con
tra Santa Cruz.
Castilla, molesto con tal respuesta, dijo :—qué, ¿rehusaria
Ud. escribir contra ese indio cobarde que ha hecho tantos
males al Peni ? Valdivia contestó :—Indio será, como to
dos, que tenemos de esa raza poco mas ó poco menos. Co
barde nó, porque asi como yo he presenciado los hechos de
Ud. en las batallas de Miraflores y Cangallo, ha presencia
do tambien la conducta de Santa Cruz en el combate de
Uchumayo y en la batalla del alto de Luna en Socabaya.
Acompañé á Santa Cruz en ambos hechos de guerra, y lo
vi muchas veces en medio de grandes peligros con un valor
sereno.
— 235 —
Ese indio, que me comprometió con mucho esfuerzo, por
indicacion que le habia hecho el General Quiroz, admitió
las condiciones que le puse para acceder á prestarme á su
servicio. Primera que no le recibiria empleo alguno, por
que me seria indecoroso admitir de él, que era extranjero,
cualquier empleo, cuando lo habia rehusado de mis paisa
nos ; y para dar ejemplo práctico á mis amigos y á mis mu
chos discipulos de las doctrinas que les habia enseñado.
Segunda, que en el periódico que me encomendaba, bajo
el titulo de "El Yanacocha." no permitiese que se me man
dara insertar cosa alguna contra mis amigos, que se halla
ban en destierro, los Generales Domingo Nieto y Eamon
Castilla.
Santa Cruz contestó :—no solo no se escribirá en el perió
dico "El Yanacocha," cosa alguna contra sus dos amigos,
sino que daré hoy mismo la orden para que no se escriba
contra ellos ni en el Perú ni en Bolivia.
Castilla le interrumpió diciendo :—¿ Y qué tendrian que
decir contra mi ? Vaidivia contestó :— algo bueno ó malo
se puede decir de cualquiera persona, desde que el mismo
Jesu-Cristo fué calumniado. ¿ Se reputa Ud. mas inocen
te que ese hombre Dios ? Lo efectivo es que Santa Cruz
cumplió su palabra. Me trató con mucha deferencia, y ja
mas llegó al punto de hacer lo que Ud. siendo mi amigo
tan antiguo ha hecho, apresándome y poniéndome incomu
nicado. Y supe despues que aun estaba Ud. dispuesto á
mandarme con grillos á Chachapoyas. Exijame Ud. lo
que quiera, pero no que aparezca como vil é ingrato.
Castilla dijo entónces :—Para satisfacerlo he dado á Ud-
el convite de hoy, lo he recomendado al General Gamarra,
y tiene Ud. que ir conmigo á visitarlo el dia de mañana.
Gamarra desea ardientemente ser amigo de Ud., como ha
llegado á serlo mio ; y me ha dicho en reserva que está ya
cansado, que yo seré el General en Jefe del ejército cuando
se ofrezca, que trabaje para mi, y que él me presta todo su
apoyo. Ud. pues y yo debemos ser amigos de Gamarra.
— 236 —
Valdivia con su franqueza de costunbre le dijo yo no pue
do ser amigo de Gamarra : ese General es tal cual Ud. me
lo retrató varias veces, y como la experiencia me lo ha he
cho conocer.
Cuando Ud. todavia pertenecia al ejército españolen 1823,
conoci yo á Gamarra como Jefe de una division que desem"
barco en llo, y me agregué á ella. Lo traté entónces, K
conoci su carácter. Dejó despues esa division ; la tomó el
General Santa Cruz, que era el General en Jefe del ejército
que debia penetrar á Bolivia; y Gamarra fué á encargarse
- de la division que desembarcó en Arica y se hallaba en
Tacna. Yo conoci á Gamarra en el Cuzco, cuando estaba
al concluir en el colegio de San Buenaventura el curso de
teologia, y yo principiaba á estudiar filosofía en Junio de
1808 en el mismo colegio, Gamarra pasó despues á San
Francisco, y abrió el curso de canones, que principió el
E. Fray Eamon Málaga; y cuando el General José Manuel
Goyeneche pasó revista del primer ejército de cinco mil
hombres, destinado á batir á los patriotas de Buenos Ay-
res, que penetraron hasta el Alto-Perú, vi á don Agustin
, Gamarra de soldado distinguido en esa revista, que se ve-
•rificó en la pampa de San Sebastian. Conozco, pues, al
General Gamarra, y pido á Ud. en favor que hablemos de
otra cosa.
Valdivia, para variar la conversacion, dijo á Castilla :—
he tenido el sentimiento de saber, que siendo Ud. Ministro
de Hacienda, ha hecho encargos á varias personas para
que cateen en el interior del territorio del Perú, hasta en
contrar minas de guano como el de las islas de Chincha.
Ud. debe saber que el guano, es escremento de aves mari
timas, en su mayor parte de la especie denominada Ardea,
á la que on la costa le llaman pájaro-huanero, y que en in
vierno viene del Cabo en inmensas bandadas, que hacen
sombra como nubes: que guanea tambien el Fenicóptero,
llamado Alcatraz vulgarmente, el Flechero y otras aves
pequeñas. Espero que se abstenga Ud. en adelante, sien
— 237 —
do Ministro del Perú, de hablar en materias que exijen co
nocimientos ajenos de su profesion militar.
Sepa Ud. que el baron de Humbold, cuando estuvo en
Lima á principios de este siglo, mandó el guano de las is
las de Chincha á Vauquelin y Furcroi, para que lo anali
zasen; y desde esa época se conoce por los inteligentes la
naturaleza de la composicion de ese escremento animal.
Cuando vino de Colombia nuestro paisano, quimico Maria
no Eduardo Rivero, discipulo que fué en Paris de célebres
profesores, y recomendado á Bolivar por el célebre The-
narh, analizó tambien el guano y público su análisis. Esta
confianza me he tomado con Ud., porque estimo mucho su
reputacion, y no he dejado de ser su amigo. —Al dia si
guiente fueron juntos Castilla y Valdivia á visitar al Pre
sidente Gamarra, que se alojó en la Prefectura. Castilla
lo presentó y se retiró inmediatamente.
Gamarra recibió á Valdivia con esmerada y estudiada
atencion; y despues de varios lugares comunes, le dijo: —
No he olvidado la situacion de Ud.; y su amigo el General
Castilla ha tomado gran interés por la suerte de Ud. De
acuerdo con él he determinado colocarlo en este Coro, y
tambien de Eector en el colegio de la Independencia; sin
perjuicio de que si á Ud. le ocurre mejor colocacion aqui,
en el Cuzco ó en Lima, se la daré inmediatamente. Valdi
via le agradeció cordialmente el ofrecimiento, y con respe
to le dijo:—Yo paso mi vida con pocas necesidades. Mi
profesion de abogado, cuyo ejercicio me permitió el Con
greso sin peticion mia, para la defensa de causas civiles,
me proporciona de cuatro á cinco mil pesos anuales, y me
permite vivir en mi casa, sosteniendo cómodamente á mi
familia, separado de la politica que me ha atraido tantos
enemigos y molestias. V. E. me permitirá decirle que la
no admision de los empleos que tan benevolamente me
ofrece, no impide mi gratitud á V. E.; y que podré servirlo,
si me ocupa, con tanta lealtad, cuanta por carácter acos
tumbro para servir á los que me honran con una ocupacion
— 288 —
profesional ó con cualquiera otra.—Gamarra dijo: —dese Ud.
tiempo, Dr., para pensarlo, y escribame Ud. á cualquie
ra distancia en que me halle, porque de veras deseo ser
virlo.
Después de pocos dias salió Gamarra para embarcarse
en Islay, y pasó la noche en Tiabaya, dos leguas lejos de
Arequipa, donde lo alojó explendidamente un español muy
respetable, que era cura de esa Parroquia. Allí recibio Ga
marra un expreso, con comunicaciones de Lima y Popa-
yan, se retiró con Castilla á una pieza reservada, se impu
sieron del contenido, y tuvieron varios acuerdos.
El General Castilla al dia siguiente acompañó á . Gamar
ra poca distancia, y se volvió á la Ciudad. Vió al Dr. Val'
divia; y para darle una prueba de que habia restablecido
su antigua confianza con el, le refirió todo lo sucedido, y
le dijo que las comunicaciones principales habian sido del
General Ovando, datadas en Popayan, en las que decia á
Gamarra, que habia llegado la ocasion oportuna de que el
Perú recuperase sus antiguos limites hasta Juanambú; y
que él (el General Ovando) tenia elementos suficientes para
( ayudarle en la empresa: —Que el General Gamarra 'íabia
aceptado el ofrecimiento, y variando el plan acordad..) an-.
teriormente, de ir á Bolivia á recuperar los limites anti
guos del Perú hasta el Pilco-mayo: Que en su virtud em
prenderian primero á verificar el proyecto de Ovando, y
que despues les era mas fácil verificar el de Bolivia.
Que Gamarra lo habia autorizado para que, sobre la ba
se de tropa que tenia en Arequipa, recluíase hasta formar
una columna de novecientos arequipeños bochincheros,
que quedarian en la campaña del Norte, y no volverían á
revolucionar Arequipa, molestando á los gobiernos.
Las circunstancias impidieron hacer la campaña para
Juanambú; y se hizo necesaria la de Bolivia. Se reunió el
ejército en el departamento do Puno; y ante3 de empren
der esa marcha sobre Bolivia, dió orden Gamarra, de acuer
do con Castilla, para que el Prefecto de Arequipa apresase
— 189 —
á D. José Eivero, al Dr. Valdivia y á otros. A Rivero le comu
nicaron de Puno la noticia por un expreso : Eivero ladió ii
Valdivia y álos otros; y se ocultaron todos inmediatamente.
El General Gamarra tuvo inteligencia con el General bo
liviano Ballivian, que se hallaba emigrado en el Perú; y
éste le habia ofrecido ayudarle en la empresa, juntamente
con sus amigos ; y segun se dijo, le mandó de Tacna mu
chas firmas de varias personas respetables de la Ciudad de
La Paz, que deseaban que La Paz se agregase á la Repú
blica peruana ; y que Gamarra habia dado á Ballivian dos
cientos mil pesos, para que por la cordillera de Tacora,
penetrase á Bolivia á preparar el plan acordado.
El General Gamarra penetró por el lado izquierdo .del
Titi-caca, y ocupó con su ejército la ciudad de La Paz ;
pero Ballivian habia reunido la poca fuerza que existia en
La Paz, Oruro y Cochabamba, la aumentó como pudo, y
mandó al Coronel Carrasco á Chuquisaca, para que per
suadiese al Presidente de Bolovia á formar causa comun y
oponerse al ejército invasor de Gamarra. El Coronel Car
rasco cumplió su comision ; y el Presidente, despues de
haberle oido en silencio la explicacion de todo el plan, le .
dijo : —Diga Ud. al General Ballivian que yo no seré el
Orbegoso del Perú : que toda la fuerza de la república y
sus recursos están á su disposicion para la defensa del
pais. El Presidente hizo expedir para Ballivian el despa
cho do General en Jefe del ejército, autorizándolo ademas
para tomar todas las medidas convenientes á la defensa ;
y entregó las tropas á Ballivian ; mandándole entonces y
despues todos los recursos necesarios.
Ballivian investido ya como Jefe, organizó el ejército ; y
so preparaba pava buscar á Gamarra y batirlo. Gamarra'
dejó La Paz, y salió al punto de Incahue ; posicion sin du
da que juzgó á proposito para esperar á Ballivian.
Ballivian continuó su marcha. En los dias inmediatos
á la batalla era General en Jefe del ejército peruano el Ge
neral Castila ; pero los partidos diferentes estaban en el
— 240 —
ejército en discordia ; bien que todas reunidas contra el
mando en Jefe de Castilla ; y se proyectaba ya una revo
lucion para deponerlo. Tal intencion llegó á noticia de
Gamarra, que al recibirla dijo : —será posible que los pe
ruanos, á presencia ya del enemigo, hagan revolucion en
tierra extraña ¡Yo me dejaré matar! Se puso pensativo
un rato : mandó llamar á Castilla y le refirió todos los da
tos que habia adquirido del desorden en que se hallaban
los Jefes del ejército; y le dijo : —espero del patriotismo
de Ud. que hará el sacrificio, para salvar el honor del Pe
ru, de encargarse de la comandancia general de caballeria :
que San Eoman mande la infanteria ; y yo daré órdenes
como General en Jefe. Es el único recurso que nos que
da.—Castilla le contestó : —Acepto Excmo. Señor, el lugar
que me destina ; y habria aceptado aun el puesto de solda
do, si eso conviniese para evitar tanto ignomimia al Perú.
—San Eoman tomó el mando de la infanteria ; y á Casti
lla se le destinó á la derecha, donde habia un llano á pro
pósito para que pudiera obrar la caballeria oportunamente.
Castilla se fué á ocupar el lugar destinado, con orden de
aprovechar los momentos que juzgase oportunos para car
gar con su caballeria.
Ballivian se acercaba á distancia, por la derecha y fren
te de Castilla, desfilando para tomar posición próxima con-
tra el grueso del ejército de Gamarra. Castilla que advir
tió esa falta grave de Ballivian de desfilar á vista del ene
migo en terreno accesible, se preparó para cargarle ; y dio
orden al Coronel Arróspide para que cargara. Arróspide
desobedeció la orden de Gamarra que notó la oportunidad de
cargar, mandó un ayudante de campo para que le indica
se á Castilla la falta de Ballivian, y la oportunidad de car
garlo con la caballeria. Castilla dijo al ayudante :—diga
Ud. á S. E. que el Coronel Arróspide ha desobedecido la
orden que le di oportunamente para cargar, y que Ballivian
ya ha colocado gran parte de su fuerza en posicion donde
la injanteria nuestra tendrá que hacerlo todo.
CAPITULO XI.
BATALLA EN INGAVI.
La batalla principió ; y continuó bastante rato con valor
por ambas partes. Pero cuando nuestra infanteria se ha
llaba todavia en buen estado, San Eoman retiró del campo
de batalla dos batallones integros y algunas secciones de
caballeria, y se puso en retirada para el Perú. No se sabe
ciertamente si esa retirada se emprendió antes ó despues
de la muerte de Gamarra ; que la recibió en su puesto.
San Eoman pasó el Desaguadero y cortó el puente ; im
pidiendo que los dispersos pasasen al Perú, y ocasionando
que todo el resto del ejército fuese prisionero.
Castilla hizo esfuerzos inútiles ; y obstinado se quedó en
la derecha, y se entregó prisionero. Lo llevaron entre los
prisioneros, á pié, en tiempo de lluvia, hasta la Paz ; donde
lo puso Ballivian incomunicado en un calabozo. Impidió
Ballivian que se le introdujesen al calabozo el menaje y
viveres que las personas decentes de la poblacion le manda
ron. Castilla recibió el trato mas infame ; que no podia
suponerse en vencedores de regular cultura.
A los pocos dias, mandó Ballivian que llevasen al Gene
ral Castilla bien escoltado, al reducto de Oruro, donde lo
Colocaron en un calabozo en completa incomunicacion, sin
permitirle, como en la Paz, la introduccion de recurso al
guno.
— 242 —
Pasados muchos dias llegó á Oruro el chileno Escudero,
sujeto de gran valor y de corazon, que acompañó á Santa
Cruz en los ataques contra Salaverry. Escudero no era
de profesion militar, sino ocupado en las minas. Era ca
sado en Arequipa, y tenia hijos : apreciaba al pais, y se
reputaba peruano. Aunque él como amigo de Santa Cruz,
no lo era de Castilla ; considerando que éste era un Gene
ral peruano, y se hallaba en la desgracia de prisionero, y
cruelmente tratado ; suplicó al Jefe del reducto, que era su
amigo, le permitiese, acompañado de él ó de algun oficial
de su confianza, entrar á visitar á Castilla, á fin de que no
se juzgase que su visita tenia otro objeto. El Jefe gene
roso, cuyo nombre desgraciadamente hemos perdido, con
cedio á Escudero hiciese solo la visita, pues nada tenia que
recelar ; sino que muy bien le agradecia compadeciese á
ese General en su desgracia ; á quien su visita le serviria
de algun consuelo ; y alegó que él á pesar suyo, tenia que
cumplir las órdenes que se le habian dado, privando al
preso de los recursos que á porfía querian introducir de la
poblacion.
Escudero entró al calabozo, oscuro y humedo, y halló al
General Castilla con una gruesa barra de grillos, que á pe
nas le permitia movimiento para medio sentarse, arrimán
dose fuertemente sobre el brazo derecho.
A Escudero se le arrazaron los ojos de lagrimas ; y ha-
eiendo esfuerzo dijo al General Castilla.—Señor General :
he llegado recien á esta Ciudad, y sabiendo el estado de su
dolorosa situacion, me he empeñado con el Jefe del reducto,
amigo antiguo mio, para que me permitiera poder saludar
á Ud. Soy Eamon Escudero, casado en Arequipa oon la
Señora Grambel. Me ofrezco á poner en manos de la fa
milia de Ud. la carta que Ud. tenga á bien escribir : servi
rá de mucho consuelo á su familia y amigos el saber que
Ud. existe ; y ademas suplico á Ud. me haga el favor de
aceptarme estas pocas onzas de oro, de las que puedo dis
poner por ahora, hallándome de tránsito en esta Ciudad.
— 248 —
El General Castilla muy afectuosamente le agradeció su
visita y ambos ofrecimientos. No escribió la carta, ni
aceptó las onzas. Se retiró Escudero sintiendo la desgra
ciada situacion en que dejaba al General Castilla, y tam
bien el que no hubiese admitido sus ofrecimientos.
A su salida agradeció al Jefe del reducto el permiso que
le habia dado para poder visitar al General, y le suplicó
relajase en lo posible la severidad con que se le trataba ; y
se despidió quebrantado de dolor.
Poco tiempo despues fué llevado Castilla al interior de
la montaña de Cochabamba, Valle de Misque. Finjieron
cartas de algunos amigos de Castilla, en las que le ofrecian
los medios de evasion segura, para dia determinado. Cas
tilla creyó : hizo uso de los caballos que le proporcionaron,
y emprendió la fuga ; pero en un punto estrecho le habian
colocado una partida que lo tomó y lo apalió discrecional-
mente, hasta botarle á palos los dientes. Casi sin uso de
sus miembros, y contuso todo su cuerpo, lo condujeron al
sitio de su prision, donde no habia recurso de ninguna es
pecie. La Providencia que vela sobre la existencia de los
seres mas microscópicos, le proporcionó la llegada de un
extranjero medico y botánico, que habia penetrado á la
montaña para reconocer cientificamente las varias plantas
que con tanta profusion y lozanía se producen en las mon
tañas de alto y bajo Perú. Ese médico providencial se de
tuvo en la prision de Castilla, haciendo uso de todos los
recursos de su facultad ; y no se movió de su lado, hasta
que lo dejó en pié, y sin riesgo de la vida.
Despues de ese hecho alevoso llevaron preso al Gene
ral Castilla hasta Santa-Cruz, donde sin prisiones quedó
libre en la poblacion, bajo la vijilancia de la autoridad lo
cal.
Cuando se dio la batalla en Incahue, Vivanco, el Dr.
Ureta y algunos de los Jefes emigrados del Perú se halla
ban en la hacienda de Cebolullo, de la propiedad del Ge
neral Ballivian. Vivanco que deseaba regresar al Perú, es
pecialmente ti la Ciudad de Arequipa, teatro y sosten de
sus revolucionarios, consiguió que Ballivian le diese una
pequeña columna de los soldados prisioneros, y con ella
descendió á la cordillera de Tacora, cabeceras de Tacna.
Pasó aviso al Prefecto Manuel Mendiburu ; y con la noti
cia se alarmó la poblacion de Tacna, enemiga de Vivanco;
procurando armarse para batirlo, Mendiburu pudo conte
ner el furor de los tacneños. Vivanco entregó la columna á
Mendiburu y se fué á Arequipa, donde como siempre fué bien
recibido.
Ballivian, despues de su victoria, arregló su ejército, pre
parándose para invadir al Perú. Como en el Perú no habia
quedado ejército, porque todo lo que hubo de útil se lo lle
vó Gamarra para Bolivia ; el Gobierno peruano reunió,
por medio de un reclutaje y recojiendo todas las guarni
ciones de Lima, hasta la de policia, mas de tres mil hom
bres, sin ningun género de disciplina ; mal armados, mal
vestidos y con miserables recursos pecuniarios. Mandó
ésta fuerza por Ayacucho hasta el Cuzco, á las órdenes de
los Generales D. Antonio G. de la Fuente, D. Pedro Ber-
mudez y Vidal.
Para cubrir el Sur, especialmente Arequipa y Moque-
gua, mandó el Gobierno al General D. Domingo Nieto, que
llegó á Arequipa el dia de Inocentes, sin mas tropa que dos
de sus ayudantes y dos soldados ; y se alojó en la casa del
Dr. D. José Luis Gomez Sanchez. Vivanco ocupaba la de
Berenguel. El General Nieto fué reconocido como Co
mandante General del departamento. El Prefecto D. Luis
Gamio de buena fó lo reconoció como tal, pero la fuerza
que guarnecia la plaza estaba en su opinion adicta á la vo
luntad y planes de Vivanco. Habian dos pequeños bata
llones : el uno como de trescientas plazas á las órdenes del
Coronel Eios ; y el mas fuerte á las órdenes del Coronel
Manrique.
Ballivian ocupó el territorio del Perú, pasando el Desa
guadero ; y mandó al Coronel Magariños para que ocupa
— 245 —
se Tacna. El resto de su ejército quedó en los pueblos
principales de Puno.
Ballivian tomó una fuerte escolta, y descendió á Moque-
gua ; donde en los años de su emigracion habia adquirido
muchas amistades.
Vivanco mandó cerca de Ballivian, con la mayor reser
va, al Dr. Ureta y al Coronel Eios, para que Ballivian se
prestara bajo ciertas condiciones á protejer á Vivanco. El
Prefecto D. Luis Gamio tuvo noticia circunstanciada del
envio clandestino de esa comision y de su objeto ; y en re
serva la comunicó al Comandante General Domingo Nieto.
Ese General, á quien por su moderacion, honradez y gran
corazon se le puso por el público el nombre de Segundo to
mo del General La Mar ; y tambien por su respeto á la
constitucion y á las leyes, se le denominó por sus mismos
enemigos el Quijote de la ley ; hizo llamar inmediatamente
al Dr. Valdivia, le narró todo lo ocurrido, y le dijo des
pues : —Yo estimo á éste Vivanco, y deseo, como ya se lo
he dicho, que aspire á la presidencia por medios legales.
Pero su ambicion es ciega, y no conoce su situacion. Ha
ce lo posible para perderse. Es menester salvarlo. Pon
ga Ud. una nota al Gobierno, diciéndole que de mi orden
ha ido esa comision cerca de Ballivian á Moquegua, bo
pretexto de tener que hablarle sobre intereses relativos a
Vivanco : porque conociendo Ballivian que los enviados
eran amigos intimos de Vivanco , y adictos á su causa no
Bospecharia de ellos, como lo haria con cualesquiera otro
que fuesen. De este modo, no solo salvaremos á Vivanco,
sino tambien á nuestros dos amigos Ureta y Eios.
La nota la dictó Valdivia al Capitan ayudante Inojosa :
la recibió Nieto, y mandó llamar á Vivanco, y á solas le
entregó la copia, y le dijo : —me he tomado la confianza
de hacerlo llamar para que me haga Ud. el favor de llevar
se este borrador, y lo corrija Ud. añadiendo ó quitándole
cuanto juzgue necesario : pero me lo devuelve Ud. lo mas
pronto que pueda, para mandar un expreso al Gobierno
— 246 —
antes de que pueda recibir avisos de otra persona. Eeci-
bió Vivanco la copia ; fué á bu casa ; y sin hacer variacion
alguna la devolvió personalmente al' General Nieto, dicién-
dole : —puede Ud. mandarla como está ; y sin darle nin
gun agradecimiento se despidió.
Conociendo Nieto su falsa posicion en Arequipa, tomó
el batallon de Eios y se puso en marcha para Pocsi, en di
reccion á Moquegua ; no determinándose á tomar el de
Manrique, cuyo Jefe y oficialidad eran obstinadamente
adictos á Vivanco.
El General Nieto, que salió en la madrugada de Arequi
pa, al pasar por la chacra del Dr. Valdivia, le tocó la puer
ta de la calle con fuerza. Valdivia, que estaba acostum
brado á estar en pié desde las tres de la mañana, salió el
mismo á ver quien tocaba, y se encontró con Nieto. Este
le dijo : —estoy de marcha : el batallon de Eios ha pasado
ya adelante, y voy con ánimo de estrellarme contra Balli-
vian en Moquegua, antes que estar sufriendo la conducta
de Vivanco en Arequipa. Acompañeme Ud. hasta Chara-
cato ; que hasta ese punto van comprometidos el Coman
dante Agustin Jimenez y mi cuñado Solis, que han pasado
con Eios, Jefe del batallon.
Valdivia hizo ensillar su caballo, se preparó té ; y des
pues de tomarlo, alcanzaron á Jimenez y a Solis que
guardaban en Characato. El batallon habia seguido su
marcha para Pocsi. Como aun no amanecia, Nieto dijo
á los tres :—compañeros : acompáñenme hasta Mollebaya
que está cerca.—Continuaron la marcha, y en Mollebaya
descansaron un rato, conversando en casa de un amigo
» que los obligó á que le aceptasen el té. Montaron á caba
llo ; y Nieto les dijo : —no me dejen solo : vamos siquiera
hasta la cuesta.—En ese punto amaneció ; y cuando los
tres se despedian de Nieto les dijo : —No creo que Ustedes
me abandonen. Hago uso de nuestra confianza recipro
ca ; y ustedes me permitirán la que me tomo. Se volvió
á uno de los ayudantes, y le dijo:—regrese U. á Arequipa, y
— MI —
vaya Ud. á las casas de los tres señores, y diga Ud. que se
han prestado á hacerme el favor de acompañarme hasta
Torata ; y que no tengan cuidado alguno. Tuvieron que
ceder, y marcharon hasta Torata por Omate: Cuando es
tuvieron en Omate, tuvo Nieto noticia de que Ballivian
se habia retirado para Puno, y la division de Margariños
de Tacna para Chucuito, y que la vanguardia de Ballivian
ocupaba Lampa y Azángaro.
Cuando Nieto marchó de Arequipa, habia ya mandado
en reserva un cuadro, para que sobre él se formase un ba
tallon, tomando gente en Majes, Chuquibamba y la Union,
con toda la actividad posible ; y que lo embarcasen por
Quiloa en direccion á llo : para todo lo cual habia dado
con antioipacion y en reserva todas las órdenes nesesarias
y mas apremiantes del caso. En Torata se ocupó de man
dar espias expertos á diversos puntos de Puno ; y como el
Prefecto Mendiburu tomó Tacna luego que se retiró la di
vision de Ballivian, Nieto le ofició para que tuviese lista la
guarnicion, y contratase cierto número de mulas y caba
llos, y aumentase la fuerza en todo lo que le fuera posible.
Cuando todo lo dicho y mucho mas preparaba Nieto con
su actividad proverbial, recibió una nota del Ministro de la
Guerra, Juan Crisóstomo Torrico, en la cual se le ordena
ba que entregase la fuerza de su mando al Prefecto Men
diburu, sin escusa ni demora alguna. Como recibió la no
ta á las cinco de la mañana, Nietó despertó al Dr. Valdivia,
y le hizo alcanzar la nota y luz, diciéndole : —vea Ud, que
ya tenemos revolucion en el Norte, encabezada por Torri
co. Torrico se hallaba emigrado en Chile y seguramente
el clérigo Ministro Charum lo ha hecho nombrar de Minis
tro de la Guerra. Entregaré inmediatamente el batallon
y todo lo demás. Para pelear contra estos traidores con
suetudinarios me basta mi espada y mi lanza.
Hizo llamar al Coronel Eios y le dijo : —Lea Ud. esa
orden. Mañana mismo se pone Ud. en marcha con su
batallon, y lo va Ud. á entregar en Tacna al Prefecto Mea
— 248 —
diburu ; y Ud. dispondrá de su persona como le parezca.
Ya he dado órdenes al Subprefecto de Moquegua y á las
demas autoridades para que auxilien á TJd. con todo lo que
necesite para el batallon.
Todo se verificó. El Comandante Jimenez se fué á Are
quipa con Solis ; y el Dr. Valdivia quedó acompañando
á Nieto. En el progreso del dia recibió Nieto un propio de
Arequipa, en cuya correspondencia se le decia : —que ha
bia llegado á esa Ciudad el Comandante Salgado, manda
do por Torrico, para seducir la fuerza de Nieto, trayendo
consigo despachos en blanco para grados militares y para
empleos civiles, y libranzas para pedir lo que necesitase de
algunos extranjeros y de personas del pais.
Nieto con suma reserva mandó hombres atrevidos y ex
pertos que sorprendieron al Comandante Salgado en su ca
mino para Torata, y lo bajaron preso á Moquegua, donde
se hallaban Nieto y el batallon proveyéndose de lo necesa
rio para su marcha. Trajeron á Salgado de Nieto
que fué alojado por don Tomas, Ordoñez ; Nieto llevó á
Salgado á una habitacion cuya puerta cerró ; y estando ya
solos, dijo : —le exijo á Ud. que bajo palabra de honor me
diga francamente el objeto de su comision, y me muestre
los despachos que ha traido Ud. en blanco, y las libranzas.
Tengo noticia de todo, pero quiero desengañarme ocular
mente, y en lo demas oyéndole á Ud. —Salgado sin alte
rarse, le contestó: —General, desde que Ud. ya no es Co
mandante General del Departamento, no puedo dar á Ud.
respuesta alguna, ni falto al deber ni respeto militar. Co
mo particular tampoco tiene Ud. derecho para exigirme
respuesta. Ud. ha cometido un abuso en hacerme traer
preso como reo. Si le han dado á Ud. noticia tan deta
llada, ha debido Ud. tambien tenerla de que he sido man
dado por el Gobierno, con las órdenes respectivas, expedi
das por el Ministro de la Guerra ; y bajo de ese concepto
mi conducta solo puede ser examinada por el Gobierno
que me ha dado la comision.
— 249 —
El General Nieto, sin alteracion alguna, le oyó ; y asi
que terminó, le dijo : —Mientras yo no haya entregado el
mando de la Comandancia y del batallon que está á mis
órdenes todavia, no he dejado de ser Comandante General
del Departamento y de las fuerzas de esta costa. Ud.
Sr. Comandante no es quien pueda enseñarme mis deberes
como soldado y como ciudadano. Ahora le intimo á Ud. ;
y si antes de diez minutos no me va Ud. á traer de la ma
leta que le han permitido dejar en tal casa, lo que a
Ud. le he exigido, estará Ud. en la eternidad antes de dos
horas.
Llamó á un ayudante con cuatro soldados, y le dijo : —
lleve Ud. al Sr. con toda seguridad á que vaya á sacar
de su maleta unos documentos. Ud. no lo pierda de vista,
y vuelva Ud. con él y los documentos antes de diez minu
tos. Sacó el reloj, le volteo la tapa, mostró la hora al ayu
dante y le dijo : —al trote.
Antes de los diez minutos volvió Salgado con los docu
mentos : se impuso Nieto de ellos, y los devolvió á Salga
do ; y le dijo : —está Ud. en plena libertad, pero antes de
dos horas sale Ud. para Tacna. He ordenado ya al Coro
nel Eios que hoy salga con el batallon y lo entregue al
Prefecto Mendiburu.—Al ayudante le dijo :—retirese que
el Sr. Comandante está en expedita libertad. Y Nieto dió
orden para que Eio3 se pusiese en marcha para Tacna á
cualquier hora, sin excusa ; y asi se verificó. Eios pudo
ir ese dia hasta cerca de la Einconada, donde acampó en
una hacienda para dar rancho al batallon. Y al dia si
guiente continuó su marcha para Locumba. En la noche
de ese siguiente dia obsequiaron los moqueguanos á Nieto
con una comida preparada como les fué posible. Nieto
estaba algo indispuesto, con la molestia que le ocasionó el
asunto de Salgado : concurrió al espectáculo haciendo al
gun esfuerzo, pero se le agravó la indisposicion, salió y fué
á la casa con un cólico tan fuerte que apenas podia tenerse
en pié.
32
— 250 —
Se llamó médico ; y la Señora cuñada de D. Tomas Or-
doñez, ocurrió bondadosamente con sus criadas á prestar
al enfermo la mas racional y exquisita asistencia. El mé
dico no se movió, prescribiendo remedios heroicos, hasta
que lo dejó fuera de peligro. Cerca de las once de la no
che y despues de acervos dolores, cayó Nieto en un profun
do y sosegado sueño. Se retiraron todos; y solo el Dr.
Valdivia quedó vestido, con un sirviente á la cabecera del
enfermo.
Poco despues de la una de la mañana tocaron la puerta
de la calle. Era el 24 de Marzo de 1842. Valdivia que
se hallaba en pié, no quiso despertar al criado, que dormia
sentado en una silla, y salió personalmente á preguntar
quien era y que queria ; y se le contestó :—soy su discipu
lo el Mayor Pacheco :—le abrió la puerta, entró y en voz
baja dijo al Dr. Valdivia :
Señor, el amor y respeto que tengo á Ud. como mi maes
tro, me han hecho venir á buscarlo. Yo y el Comandante
Berenguel vinimos de Arequipa, mandados por el Sr. Co
ronel Vivanco, con carta para el Sr. Coronel Eios, para
que se fuese á Arequipa con su batallon. En Homo ad
quirimos la noticia de que el batallon se habia marchado
para Tacna, y fuimos á su alcance ; y antes de llegar al
Taguay hemos sabido que en ese punto se amotinó el bata
llon, y se vienen dos compañias conducidas por sus sar
gentos á saquear Moquegua. Volvimos atras, aunque des
pacio, porqué las bestias están rendidas. No he querido
regresarme a Arequipa sin dar á Ud. este aviso, para evi
tarle alguna desgracia. Berenguel me espera una cuadra
abajo; y nos retiramos ahora mismo para ponernos en
salvo.—Valdivia entró : sacó una botella de aguardiente,
queso, pan y cigarros y una onza ; y dió todo á Pacheco
agradeciéndole servicio tan recomendable.
Valdivia despertó al General Nieto, y le refirió lo ocurri
do. Nieto se vistió inmediatamente, y dió aviso á D. To
mas Ordoñez, exigiéndole que fuese él mismo á darlo al
— 251 —
Suprefecto Chocano, para que éste hiciera reunir á los ve
cinos notables y á todos los que se pudiese de la guardia
nacional.
Al General Nieto le acompañaban su ayudante Valle,
iqueño, y otro chuquibambino, un sargento de caballoria
y un negrito, cabo de la misma arma. Ordoñez voló á dar
la noticia á Chocano, dando orden á su criado para que se
armase y ensillase los caballos. Como la noticia era tan
alarmante, cuando Nieto, Valdivia y sus ayudantes salie
ron á caballo, encontraron ya en la plaza mas de quinien
tos hombres con sus oficiales y Jefes respectivos, y entre
ellos como veinte armados con escopetas de dos tiros, y
otros con fusiles.
Nieto entresacó á todos los armados ; y con un oficial
los mandó cubrir el Portillo, y mandó á cuatro individuos
bien montados y conocedores del valle, para que fuesen á
explorar y trajesen noticias ciertas, unos despues de otros,
de la direccion y distancia en que estuviesen las compañias
amotinadas ; y [recorrió á los hombres que estaban en for
macion, entusiasmándolo para la defensa.
Nieto dijo en reserva al Dr. Valdivia : yo dejé fusiles
ocultos con municiones en una pieza del hospital de Belen,
pero no los daré á éstos mozos, sino cuando las compañias
sublevadas se aproximen : los que han ido al Portillo están
ya bien municionados.
Eran las tres de la mañana, y se habian recibido dos
avisos de los cuatro que se mandaron á la exploracion. Las
compañias'estaban en marcha sobre Moquegua.
Como Nieto estaba enfermo, fué á casa del Suprefecto y
pidió agua caliente, para tomarla con unas gotas de éter.
Aguardó una hora, y no le trajeron tal agua. En vista de
los avisos, dijo á Valdivia :—vamos á la [plaza á escojer
doscientos hombres, ó siquiera ciento útiles, porque los de-
mas sirven de embarazo. Cuando llegaronla la plaza, co
mo ya habia corrido la noticia entre ellos de los dos avisos,
— 252 —
encontraron únicamente como treinta hombres : los demas
viéndose desarmados, se fueron juntamente con sus oficia
les y Jefes.
Nieto y Valdivia se retiraron á un callejon, para acordar
lo que convenia hacer. Ambos estaban a caballo. La os
curidad era todavia densa. Hablaban en secreto, inclina
dos uno hácia el otro ; y de la tienda de un costado, cuya
puerta estaba entre-abierta, les dieron un tiro á quema ro
pa, pasando la bala por el claro de las dos caras. Nieto
dijo á Valdivia :—retirémonos, y guardemos silencio de este
hecho de canallas ; y se fueron al Portillo. Alli encontra
ron como veinticinco hombres armador con fusil, y como
doce á caballo con armas diferentes.
Minutos antes de las cuatro de la mañana llegó de valle
abajo con precipitacion D. Bernardo Eios, hermano del
Coronel ; y dijo a Nieto :—han tomado el camino de Ho
mo. Las dos compañias marchan en buen orden, y se di-
rijen al valle de Tambo.
El General Nieto mandó al momento que todos los que
estaban á caballo llevasen á la grupa un infante ; y él se
adelantó con el Dr. Valdivia, D. Tomas Ordoñez, el criado
de éste, D. José Maria Vigil, sus dos ayudantes, tres cabos
de caballeria y dos Felipe Eios.
Pasaron el rio : llegaron al pié de la cuesta de Homo, al
romper el dia, veintiocho de Marzo de 1842. En ese pun
to encontraron un mozo, que dijo al General Nieto :—los
soldados sublevados estarán ya una legua léjos.—Con esa
noticia subieron la cuesta con precipitacion, y llegaron al
llano del alto, que á su término tiene un mogote del cual
principia el descenso de la cuesta de Mata-caballo.
Nieto aguardó en el alto á los que lo acompañaron, por
que los demas, con el peso del soldado que traian á la gru
pa, tardaron en llegar. Continuó Nieto con sus primeros
compañeros, y á cierta distancia les dijo.—En el mogote
están los sublevados : deténganse UU. aqui, yo iré solo pa
— 253 —
ra hablar á éstos pobres hombres.—Y se marchó embosado
en una capa azul, como pasó la noche. Una parte de las
compañias habia ya bajado la cuesta de Mata-caballo, de
jando en el mogote en reserva como cincuenta soldados.
Cuando Nieto se acercaba para hablarles, lo recibieron á
balazos.
Nieto retrocedió en carrera, y dijo á la comitiva ''á car
garlos;" y marchó él y la comitiva á paso de carga. Fue
ron recibidos a balazos : cayó á tierra el cabo Ildefonso
Tueros ; pero la bala le habia caido en la hebilla de la for
nitura: se paró, dió un salto, montó al caballo, y alcanzó
á los compañeros que peleaban y dispersaban ya á los su
blevados.
Entre tanto, llegaron los que venian atras. Nieto les
mandó tomar la altura de la derecha del camino, para que
tiroteasen á los que iban reunidos. Por momentos se au
mentaba el grupo de los que atacaban, porque D. Bernar
do Eios, á su paso por las haciendas, habia dado la voz
para que se armasen mayordomos y peones ; y D. Bernar
do llegó con una docena de hombres armados y montados
en caballos en pelo.
Se persiguió á los sublevados, quienes se defendieron en
algunos puntos hasta como las once del dia, hora en que el
calor era muy intenso. Hasta entónces se habian tomado
ya como setenta soldados de los dispersos. El resto en
pequeños grupos, se salvó en los diferentes cerros escabro
sos, en direccion á la pampa de la Clemeci.
El General Nieto entregó al Suprefecto Chocano todos
los prisioneros. A sus ayudantes y soldados que le servian
les dió algunos pesos, diciéndoles :—todos UU. pueden dis
poner libremente de sus personas ; y con el D. Valdivia
bajó á Bo, á la casa antigua que en ese puerto habian
construido los padres del General Nieto.
D. Bartolomé Nieto, hermano del General, que tenia en
Uo la hacienda de Chirivaya y la de Loreto, de sus padres
— 254 —
comunes, le mandó á llo al General, camas y toda clase de
servicio, porque la casa de llo habia estado cerrada mucho
tiempo, sin ser habitada.
Despues de las pocas visitas del dia, se acomodaron en
la noche como pudieron. Nieto se detuvo en ese punto
cinco dias ; y acordó con el Dr. Valdivia el plan que era
conveniente adoptar. Valdivia se dirijió al Coronel Men-
diburu, Prefecto de Tacna, diciéndole que Vivanco estaba
revolucionado en Arequipa ; y que esperaba le dijiese en
contestacion si podria irse á Tacna á residir algun tiempo
sin temor de ser inquietado. El Prefecto le contestó que
fuese con seguridad, que seria respetado.
El plan de Nieto fué irse por mar á Quilca, de alli á Ca-
maná, y por camino extraviado marchar al Cuzco, á unirse
con los Generales Vidal y La Fuente, que habian llegado á
esa Ciudad con los batallones de reclutas del Norte ; y for
mar ejército sobre la base de Lima, que tenia San Eoman.
Nieto emprendió su viaje para el Cuzco y Valdivia el
suyo para Tacna. Mendiburu tenia una pequeña fuerza
de infanteria al mando del Comandante Salgado y de Juan
Salaverry. Pasados algunos dias aparecieron en Tacna
los Coroneles Cisneros y Medina, que se habian separado
del ejército de Vidal.
Luego que los Jefes del ejército del Cuzco tuvieron noti
cia de la revolucion hecha en Lima por el Ministro de guer
ra General Juan Crisóstomo Torrico, reconocieron en el
Cuzco por Jefe Supremo de la Eepública al General Vidal;
y acordaron invitar á Ballivian para hacer un tratado.
Invitaron tambien á Vivanco para que se les uniese con la
fuerza de Arequipa, á fin de defender la Eepública unidos
contra Ballivian. Vivanco aceptó ; y Vidal lo ascendió á
General de Brigada. En el ejército se disputaban el man
do en Jefe de los Generales La Fuente y Bermudez ; y el
General Nieto los encontró en ese estado vergonzoso, que
por desgracia se repite de ordinario entre nuestros milita
res y empleados.
— 255 —
El General Nieto, enemigo de intervenir y aun de pre
senciar pretension tan funesta á la vista de un ejército in
vasor, pidió se le diese una columna de dos compañias y
dos mitades de caballeria, para ocuparse en observacion en
la quebrada de Sicuani, cerca de Santa Eosa. San Eoman
se encontraba á vanguardia de ese punto, terreno del de
partamento de Puno, con la única tropa de linea que tenia
el Perú.
Ballivian accedió á la invitacion ; el tratado se hizo ; y
retiró sus fuerzas al otro lado del Desaguadero. El Ge
neral La Fuente fué á Arequipa, para pasar á Tacna, y re
ducir á Mendiburu, que pertenecia á la faccion de Torrico,
á que se le plegase á la causa de Vidal. Pero Mendiburu se
habia ya embarcado para Lima, llevándose con el Coman
dante Salgado lo mas selecto de la fuerza de Tacna, y de
jando únicamente dos compañias á las órdenes de D. Juan
Salaverry.
El General La Fuente por precaucion llevó de Arequipa
como doscientos reclutas, que habian sido de la provincia
de Cailloma, y un lijero escuadron de caballeria. En Mo-
quegua aumentó poco esa fuerza ; y se detuvo algunos
dias para disciplinar la infanteria.
En tales circunstancias regresó Castilla, en virtud del
tratado que se hizo con Ballivian, viajando sin los recur
sos necesarios, desde Santa Cruz, donde le confinaron,
hasta Tacna. Fué bien recibido por todo el vecindario ;
y á presencia de veintiocho personas, entre las cuales esta
ba el Dr. Valdivia, contó lo que ya se ha narrado antes,
con relacion á la campaña en Incahue y los sucesos de su
prision.
Entre tanto San Eoman se defeccionó con la division de
su mando, y por el despoblado hizo una marcha violenta
de flanco, y se fué hasta Huancayo á unirse con Torrico.
En Tacna se tuvo ¡noticia cierta de que La Fuente iba
preparado á subyugar esa Ciudad, y tomar su guarnicion
del partido de Torrico. Castilla se hallaba alojado en ca
— 256 —
sa del muy honrado francés Hesroc, y los principales de
Tacna ocurrieron á suplicarle que demorase su viaje á Li
ma, para el que ya estaba dispuesto ; y que los defendiese
contra la invasion del General La Fuente. Castilla les
contestó : —yo no pertenezco á ninguno de los partidos
que están asesinando á la pobre patria ; pero si Ustedes
me dan fuerza, en virtud de la súplica de Ustedes haré es
te penoso sacrificio. Le ofrecieron poner á su disposicion
las dos compañias de D. Juan Salaverry, y que reunirian
un escuadron civico de caballeria. Salieron gustosos, y
hablaron á Salaverry ; y éste les dijo : —si el General Cas
tilla ofrece ponerse al servicio del Jefe Supremo General
Torrico, me pondré inmediatamente con mis dos compa
ñias á sus órdenes ; y si no, nó.—Desconsolados los tacne-
ños, dieron la noticia á Castilla, quien les dijo : lo primero
que dije á Ustedes fué, que yo no pertenezco á ningun par
tido, y siento la condicion vergonzosa y atrevida que ha
exigido ese oficial. Estoy listo para mi viaje y me voy
ahora mismo.
Los tacneños que conocian bien el carácter de Castilla,
trataron de quitarle la movilidad y se pactaron entro ellos,
unos á redoblar la súplica de que no los abandonase,
otros á tenerle la casa sitiada y otros á buscar en la Ciu
dad y quebrada arriba hombres, caballos y armamento.
No es creible lo que puede hacer un pueblo, cuando con
patriotismo se propone una empresa. Al dia siguiente for
maron dos compañias de infanteria armadas y municiona
das, y un escuadron de civicos al mando del Comandante
D. Miguel Castañon, al que por ser de muy pequeña esta
tura le denominaban sus paisanos el coronelaso.
La presentaron á Castilla en formacion la fuerza referi
da, con sus respectivos oficiales, sargentos y cabos ; y á la
vez se agregó una compañia de los muchos españoles que
habian quedado en Tacna, armados con escopetas y cara
binas ; de los cuales muchos eran Jefes, Capitanes ó cla
ses. Castilla les pasó revista, y dijo á los tacneños : coa
— 257
este ejemplo de patriotismo no puedo escusarme. Cual
quiera que sea la fuerza que venga contra Tacna, será ba
tida por paisanos que con tanta resolucion defienden su
pais dando un ejemplo no de fácil imitacion.
Los tacneños se prorratearon para pagar la tropa y dar
le buena comida. Les prepararon un convite en Para,
abajo de Tacna, y otro arriba en Piedra-blanca ; y todo el
pueblo, con una actividad y desprendimiento asombrosos,
prestó sin reserva toda especie de socorros y de servicios.
Llegó la noticia de que el General La Fuente habia
acampado en Sama, ocho leguas lejos de Tacna. Castilla
pasó nueva revista : agradeció mucho á los españoles su
prestacion voluntaria, y les dijo : —espero que Ustedes ad
mitan por Capitan de la compañia á un peruano. Los es
pañoles se prestaron gustosos á cuanto Castilla quisiera
disponer de ellos ; y les puso al jóven Capitan Miguel Za-
vala. Eeunió la fuerza, colocando la caballeria en lugar cor
respondiente ; y con las tres compañias referidas subió al
alto, teniendo á su frente la honda quebrada del diablo.
Como ni Castilla, ni los tacneños contaron con las dos
compañias de Salaverry, no se le hizo caso, ni se le dió or
den alguna ; y por esto, avergonzado, llevó su tropa y la
colocó al pié del alto que tomó Castilla, y á la derecha del
camino de la cuesta que desciende á Tacna.
Castilla en el alto colocó á su derecha la compañia de
los españoles, porque por ese lado era accesible el alto que
ocupaba ; pues la quebrada principia muy cerca, teniendo á
su cabecera y costados, llanos sin obstáculo. El General La
Fuente colocó su infanteria frente á Castilla, quebrada del
diablo por medio ; y divido la caballeria á su izquierda y
derecha.
Se rompió el fuego de ambas infanterias ; y la caballe
ria de La Fuente colocada á la derecha, no viendo tropa
alguna de defensa en el camino corriente de la cuesta que
desciende al panteon, principió á bajar. Los tacneños,
personas graves que trabajaron en detener á Castilla y en
33
— 258 —
formar la tropa, haciendo erogaciones de dinero y de todo
recurso : habian quedado á un costado del panteon, para
cumplir algunas órdenes que Castilla les diese ; y compo
nian un grupo de como veinte individuos, los mas de edad
muy provecta, todos montados en mulas, con sillas de ca
jon y pellones grandes azules, con grandes estribos de ma
dera ; y como quince de ellos armados, unos con caravi-
nas, otros con lanzas, espadas y escopetas. Fué cosa no
table que apenas vieron que descendia tropa enemiga por
la cuesta, metieron todos espuelas á sus animales, y se
lanzaron á defender el paso con gritos, vivas y escopeta
zos. Pero á la vez Salaverry, que divisó tambien á los
que bajaban, los hizo tirotear ; y los agresores corrieron
miserablemente en desorden.
La Fuente habia dado orden para que la caballeria de su
izquierda doblase la extremidad de la quebrada, y cargase
sobre la derecha de Castilla : metiendo La Fuente á la vez
eu infanteria á la quebrada, para pasarla sobre la fuerza de
Castilla.
La Fuente contó con que esa gente colecticia no podia
resistir la carga la caballeria que en efecto cargó con mu
cho denuedo ; pero no contó con que la compañia de la de
recha de Castilla era toda de veteranos españoles, que á
pié firme esperaron la carga, y á quema ropa con descarga
cerrada rechazaron á la caballeria en el mas completo de
sorden y con pérdida grave.
Castilla, cuando vió la tropa de La Fuente dentro de la
quebrada, se acercó al perfil superior del alto, y la fusilaba
impunemente. Esa tropa se arrimó en desorden á la bar
ranca del costado de Castilla para no ser fusilada, y fué
prisionera toda ella. La Fuente con la caballeria se puso
en salvo ; y perdió su equipaje en Sama. Castilla marchó
con su fuerza hasta Moquegua ; y alli quedó varios dias.
Los Moqueguanos, de los que muchos acompañaron á La
Fuente, avergonzados de verse dominados por tacneños,
á quienes despreciaban por no pertenecer á la categoria de
— 259 —
Moquegua, estaban sufriendo, sin poder conformarse con
tal humillacion ; pero no tenián recursos para resistir.
Un jóven moqueguano, José Beltran, se propuso em
prender contra los tacneños. Buscó armas, municiones y
dinero ; y llegó á reunir armados en Samegua vientinueve
paisanos. Habló en reserva al Coronel Eios para la em
presa. Eios fué á Samegua ; y encontrando veintinueve
paisanos, se indignó contra Beltran que exponia á esos
hombres y á la poblacion á una catástrofe ; y regresó á
Moquegua.
José Beltran, lejos de desanimarse, peroró á sus veinti
nueve compañeros, armados con carabinas y fusiles ; y en
dia claro se puso en marcha á ocupar la plaza de Moque
gua.
En la plaza habia colocado Castilla, a un costado una
de las compañias, y la otra en el edificio de la cárcel, fren
te á la Iglesia. Llegó á la esquina de la plaza Beltran, y
rompió el fuego sobre la puerta de la cárcel, donde habia
un centinela.
Castilla, que recien se sentaba á la mesa, al servir el
primer plato de sopa oyó los primeros tiros : tomó su es
pada, y corrió á la plaza, siguiéndole cuatro de sus asisten
tes. En el tránsito le mataron dos de ellos ; y cuando en
tró á la plaza á pié apresuradamente para tomar uno de
los cuarteles, concluyeron los tiros sobre él. Una bala le
llevó un bocado de su espada, pero no la aflojó de la ma
no ; otra le llevó la charretera izquierda : otra le horadó la
charretera derecha, le rompió la casaca y camisa, y le hi
rió el hombro, y entonces tomó la espada con la izquierda.
Tres agujeros le hicieron en la levita, pero continuó su
marcha de firme y llegó á la puerta de la cárcel, donde es
taba la compañia, que habia denominado de cazadores.
La puerta tenia abierto solamente el postigo. Un oficial
habia sacado antes una mitad, y con ella peleaba contra
los paisanos de la esquina de Santo Domingo.
Castilla á fuerza do planazos pudo sacar el resto de la
— 260 —
compañia, tiroteada ya dentro del cuartel por los paisanos
que habian tomado los altos. Todos los fuegos eran diri-
jidos al postigo ; y cuando Castilla salió del cuartel con
los últimos soldados, encontró que de los primeros que sa
lieron le habian muerto ya quince, y varios heridos.
Con los pocos que le quedaron marchó, á la cabeza de
ellos, á pié, al otro cuartel de granaderos ; pero éstos des
de el principio del ataque habian atrancado bien la puerta,
y no le abrieron. Castilla tuvo que retirarse, y emprender
su marcha para la Alameda, acosado de los tiradores.
A los primeros tiros el Comandante de caballería] Casta-
ñon, que hacia forrajear su caballada cerca de Moquegua,
ensilló caballos, montó su escuadron y ocupó la Alameda,
tiroteada ya por grupos de paisanos, á quienes cargaba
con mitades, dejando siempre una reserva en la Alameda.
Cuando Castilla llegó á ese punto, era ya acribillado él y
Castañon por todas partes. Castilla montó en el caballo
de un soldado, al que lo echó á la grupa ; y con cargas suc-
cesivas , que daba Castañon, pudieron salvarse fuera del
Portillo. Todos los infantes de Castilla quedaron prisione
ros, con muchos muertos y heridos ; y los magnates tac-
neños que lo acompañaron, prisioneros tambien : pero fue
ron bien tratados todos, por los moqueguanos.
Ese combate sucedió el 29 de Setiembre de 1842. En
ese dia ostentaron el General Castilla y los moqueguanos
el valor y la serenidad de dos combatientes cuya divisa es
el honor.
Por ser un hecho digno de la historia, juzgamos un de
ber consignar los nombres de los que contribuyeron á él.
D. Bernardo Eios habia proporcionado municiones : el
Dr. D. Tadeo Ordofiez, dinero y municiones, y su garan
tia para que -se diera á Beltran y sus compañeros cuanto
pidiesen. D. Mariano Flores ayudó con su persona y mu
niciones, lo mismo que D. Lorenzo Flores, D. Antonio Ta
pia, D. Cayetano Duran y D. José Duran.
D. Juan Fajardo trabajó en el pago de Yaracachi con su
— 261 —
influencia y su persona, y lo mismo D. Pedro Flores, D.
Antonio Gomez, D. Pedro Portocarrero, D. Felipe Mazue-
los, D. Pedro Góngora y D. Mariano Claudio. Cruz Luna
comprometió á los paisanos en Tumilaca y Acango, y Ma
riano Prado en Homo.
D. Antonio Arguedas acometió por la esquina del reloj,
y se posesionó de la esquina del pelon, con siete individuos,
que fueron Manuel Córdova, Carmelo Escobar, José Maria
Alvarez, Andres Vargas, N. Eodriguez, Valentin Pinto y
Santiago Yañez (ojo de abispa,) que salió herido.
De la esquina del reloj batieron once individuos, Maria
no Saguarbru, Francisco Garabito, Guillermo Sanchez,
Marcelino Valdivia, Juan Villanueva, Mariano Zapata,
Gabriel Peñaloza, Mariano Zevallos, que salió herido,
Juan Eeyes, herido, y Manuel Aguayo. José Aleman hizo
prodijios de valor audaz.
Nueve paisanos ocuparon el cementerio, cerca del cua
drante. Estos fueron ; Jacinto Arguedas, Mariano Nar-
barte, Patricio Vargas, José Angulo, Antonio Angulo, Ca
milo Cuadros, Sebastian Zapata, Juan Visconde y José
Vera.
A la esquina del pilón se agregaron José Valdivia, Mi
guel Eyzaguirre, Victoriano Pinto, Estevan Vargas, Maria
no Herrera, Domingo Vargas y Mariano Llosa. Todos
estos fueron tambien por retaguardia y tomaron los altos
del cuartel de cazadores ; agregándoseles D. Manuel Bar
rios San Eoman, que murió, Francisco Castañon, Miguel
Hurtado, Patricio Vera, Pablo Arguedas, Manuel Angulo,
Mariano Eospigliosi, Angel Yañez, Manuel Bleson, Cipria
no Eios, Casimiro Dávila, Francisco Vargas, José Gomez,
Miguel Lopez, Eduardo Villanueva, Gregorio Dávila, Nico
las Vargas y José Ijarro.
Los que batieron la guardia de Castilla, fueron Mariano
Luyos, Francisco Zegarra, Apolinar Pinto, Juan Ampue-
ro, Cipriano Mendoza, José Rosas, que murió, y Manuel
Llanos.
— 262 —
Los que batieron la caballeria, mandada por Castañon,
fueron Manuel Vargas, comisionado por Estuquiña, José
Delgado y Fabian Lira por el pago Yaguay. Pedro Alcá
zar y Juan Alcázar por Chasagua, Juan Vargas por Sa-
megua, Jorje Caucacho, Ignacio Eamirez, que murió, y
Francisco Soto, que tambien muri6.
Quedaron en poder de los moqueguanos, la compañia
integra de granaderos, y muy diminuta la de cazadores, y
los notables que acompañaron á Castilla. Todos fueron
generosamente tratados. Desde entonces Castilla y los mo
queguanos se respetaron reciprocamente en muy alto
grado.
Castilla regresó á Tacna : hizo dar aviso al Dr. Valdivia
al amanecer ; y éste le curó la herida del hombro. La ba
la horadó la charretera, cuyo interior habia sido de hoja de
lata : le trituró la levita de paño y camisa, y le hirió el
hombro, que estaba como molido, amoratado, y tan hin
chado, que no le permitia mover el brazo. Un poco ali
viado, se embarcó para Lima.
Durante el tiempo de la expedicion del General La
Fuente sobre Tacna, el General Vidal habia nombrado en
el Cuzco, General en Jefe del ejército al General D. Do
mingo Nieto. Este arregló como pudo ese ejército de re
clutas y diminuto, y emprendió para el Norte contra el re
volucionario General Juan Crisóstomo'Torrico, cuyo ejército
se aumentó notablemente por la division que le llevó el Ge
neral Miguel San Eoman.
El General Nieto sin recursos de dinero y sin los demas
que eran necesarios llegó á Huancavelica, descansó un po
co en ese punto, formó una columna selecta, y la mandó á
las órdenes del General Suviaga. En ella iba de Jefe el
Coronel Alejandro Deustua, cuya reputacion era tal en el
ejército, que se juzgaba se deberia á él la victoria contra
Torrico.
La columna marchó con direccion á Iscuchaca, para
— 263 —
obrar cubriendo ese flanco, y que Torrico juzgase que era
la vanguardia del ejército que lo buscaba. El General Nie
to con el grueso del ejército descendió rápidamente sobre
lca. Pero Torrico tuvo aviso oportuno del movimiento de
. Nieto ; y temiendo que éste se apoderara de Lima, empren
dió tambien en retirada rápida sobre la capital, dejando
atras una fuerte columna al mando del Coronel Lopera,
quien se situó en la fortaleza antigua de Incahuasi, al sa
ber que Suviaga se le acercaba.
Suviaga y Deustua atacaron á Lopera en su ventajosa
posicion. El combate fué sostenido por ambas partes con
mucho valor. Murió en la refriega el General Suviaga, y
Lopera fugó en la noche con su resto de tropa destrozada.
El oficial que reunió, mantuvo y condujo los restos de la
columna hasta lca, fué el mayor Leyva, que casó con hija
de un hermano de Deustua. Leyva llegó á lca con tres
cientos soldados, sin zapatos, y que no habian comido va
rios dias. El General Nieto gratificó con dos pesos á cada
soldado : á Leyva lo ascendió, y lo hizo Jefe de esa co
lumna.
Nieto en lca repuso su tropa, y llegó á reunir dos mil
trescientos soldados de las tres armas : repuso los caballos
y los herrajes, vistió parte de la tropa como pudo, y se pu
so en marcha hasta la hacienda de Caucato en Chincha.
En ese punto adquirió noticia cierta de que el ejército de
Torrico, de cuatro mil quinientos hombres, venia en busca
suya. Nieto recorrió todos los terrenos próximos a Cauca
to, en compañia únicamente de algunos Jefes y oficiales de
su mucha confianza.
Torrico mandó, cerca del General Nieto, en comision, al
Sr. Leon, vocal de la Corto Suprema, con algunos Jefes y
oficiales ; haciéndole varias proposiciones ventajosas para
que se le uniera ; pero los comisionados llevaron instruc
ciones para seducir á Jefes y oficiales con ofrecimientos
ventajosos. Los comisionados tuvieron una larga confe
rencia con el General Vidal, como Jefe de la Nacion, y con
— 264 —
el General Nieto como General en Jefe ; y como se les dejó
en plena libertad, sedujeron á varios de los Jefes, entre
ellos al colombiano, Coronel Arrieta. La contestacion de
Vidal y Nieto fué absolutamente negativa.
Los comisionados se retiraron ; y Nieto que tuvo noticia
de los Jefes que trataban de entregar el ejército por capi
tulacion, reunió á todos los Jefes para reconvenirlos. Eeij-
nidos en sesion, les dijo :—he tenido el sentimiento de sa
ber que UU. han tenido la debilidad de ceder á las suges
tiones de los comisionados por el General Torrico. Me
avergüenzo de que en el ejército destinado á defender los
derechos de la Eepública, la traicionen de un modo tan
infame los únicos militares que han podido salvarse del
naufragio universal de la revolucion. Señores : los que
defienden una buena causa, no deben calcular jamas sobre
el número mayor de los enemigos. Lo que se tiene á la
vista es el deber que á cada uno le corresponde por su pro
fesion y por su honor propio. Exijo de UTJ. bajo palabra
de honor, me digan con franqueza cual es la causa que los
ha movido á prestarse á una capitulacion. Si la hay, les
prometo que quedarán UU. con plena libertad para des
honrarse, y que yo me retiraré solo, si la desgracia de la
Eacion, llega hasta el punto de no quedarle mas defen
sores.
Los Jefes quedaron en profundo silencio ; y como nadie
tomase la palabra, se paró el Coronel Arrieta y dijo :—Sr.
General, mis compañeros han callado y U. S. me permitirá
contestar á nombre de ellos. Entre otras causas, la muy
principal es que este ejército no tiene cabeza.
El General Nieto se paró, y temblando, dijo con voz
muy imponente :— Señor Coronel Arrieta, se ha avanzado
Ud. mucho en tomar la palabra á nombre de Jefes perua
nos, de cuyo honor puedo responder. Ud. á debido hablar
á su nombre como extranjero. Corta Ud. en paño ajeno y
no propio, y no ha calculado Ud. toda la degradacion de su
respuesta. Mi pequeño ejército tiene cabeza y corazon.
— 265 —
Cabeza para mandar, y corazon para pelear y vencer. Yo
fio en la Providencia, que favorecerá nuestra buena causa.
Con todo mi corazon amo a esta patria, como la aman mis
compañeros peruanos. Ud. debió decir que no tenia cora
zon para pelear por una patria que no es la suya, apesar
de que lo ha honrado con esas insignias que lleva Ud. so
bre sus hombros. Autorizo á Ud. y á los peruanos, si aca
so hay alguno tan cobarde, para que se retiren ahora mis
mo y vayan á aumentar las filas enemigas. Yo y los que
quedemos pelearemos contra los revolucionarios, cumplien
do con nuestro deber. Pueden UU. retirarse ; que yo voy
á dar órdenes al ejército, continuando mi plan de campaña;
que nadie debe saber cual es, sino yo. O salvo el honor de
la Eepública, ó quedará mi cadáver en el campo de batalla,
pero con gloria.
Salió el General Nieto, é hizo retroceder el ejército sobre
Pisco. La escuadra estaba lista de todo en Pisco, para
embarcarse el ejército, y fuera á tomar el Callao y Lima.
Se esperaba ademas que de un dia á otro se le reuniera el
General Yivanco, con novecientos hombres que tenia en
Arequipa ; porque segun el pacto anterior, en virtud del
cual se le ascendió á General de brigada, pertenecia con su
pequeña division á la causa y ejército constitucional. Asi
que el General Nieto llegó á Pisco, llegó el General D. An
tonio Gutierrez de la Fuente, derrotado en el altó de In-
tiorcco en Tacna ; y se hizo correr la voz de que se habia
adelantado por tierra, y que el General Vivanco llegaría
con su division dos ó tres dias despues. El General Nieto
supo por el General Gutierrez de la Fuente, que el General
Vivanco no los auxiliaba; y estaba defeccionado, con la es
peranza de emprender otra vez como Jefe supremo. E 1
General Nieto, sin revelar á nadie su plan, pagó espias dies
tros para que le diesen noticia del dia en que Torrico debia
llegar á Caucato. Ademas habia dejado en esa misma ha
cienda espias ocultos en el monte. Todas sus providen
cias de viveres y de aguada para los buques hicieron juzga r
34
— 266 —
a todos que el ejército se embarcaba para el Callao ; y en
la noche repentinamente puso en marcha el ejército para
Caucato.
Mandó á vanguardia una columna de caballeria en di
reccion á Chincha, para que no permitiese pasar a persona
alguna ; y en marcha forzada, pero en orden, amaneció en
el punto de Agua Santa, al pié de la hacienda de Caucato,
cuando Torrico, sabiendo que Nieto se habia retirado para
Pisco, precipitó la marcha de su ejército por escalones, y
aun en desorden.
Nieto colocó su fuerza del modo siguiente : En el mogo
te de su izquierda, que se halla casi al término de la que
brada de Agua Santa, colocó la artilleria y el batallon Ga-
marra, que era el mas fuerte, a las órdenes del Coronel
Alvarado Ortiz. Del mogote para abajo habia oteros inter
polados, y entre ellos colocó la infanteria. A retaguardia
de los oteros, la caballeria, que podia pasar por los claros
que habia de un otero á otro. A la derecha terminaba la
linea con restos de una antigua fortaleza de los incas ; y en
ese sitio se colocó el Presidente General Vidal.
El ejército reconoció como General en Jefe á D. Antonio
Guetierrez de La Fuente, que era General mas antiguo ; y
como segundo al General Nieto : pero el General La Fuen
te no daba orden alguna.
Como no habia corazas para toda la caballeria, las pocas
que hubo las habia acomodado el General Nieto cu lca,
dando la mitad á cada soldado para cubrir el pecho ; y esa
operacion se ocultaba con unos ponchos pequeños de baye-
tilla roja, que mandó hacer para toda la caballeria.
AI frente de la linea referida habia un hermoso llano,
que por su parte superior terminaba con el bosque de Cau
cato, y por el pié con el mar. De frente estaban, lejos, los
cerros que terminaban el llano.
En alta noche atacó una columna de Torrico por el
frente ; y despues de un tiroteo de algunos minutos, se pu
so en retirada.
— 267 —
Al dia siguiente, á primera luz, apareció el ejército de
Torrico, formando su linea á retaguardia del ejército de
Nieto, al otro lado de la quebrada de Agua Santa ; y la iz
quierda de Torrico se movia para pasar la quebrada, bien
arriba de un mogote acupado por Alvarado Ortiz. El Ge
neral La Fuente quiso que la linea, con un cuarto de con
version, volviese cara en su puesto hacia el ejército de Tor
rico, que colocó su artilleria fronteriza á la de Alvarado
Ortiz ; y que todo el ejército constitucional cargase sobre
la derecha de Torrico, toda su artilleria y parte de su cen
tro. El General Nieto sin alterarse, le dijo :—General,
respeto su opinion, pero manda Ud. ó mando yo. La
Fuente contestó :—Ud. manda ; y Nieto al momento dió
orden para que la division Alvarado volviese cara al frente
Torrico, y rompiese los fuegos ; y al centro y derecha los
hizo mover circularmente, sirviendo de centro del movi
miento la izquierda del centro. El movimiento se hizo con
rapidez, sufriendo los fuegos de los dos batallones enemi
gos, que en parte estaban formados ya, pasada la quebrada
y el resto pasaba con velocidad. La tropa de Nieto llegó,
y cargó sin detenerse un punto. Los dos batallones ene
migos eran apoyados por los fuegos del otro lado de la que
brada. El choque fué terrible ; y notando el General Nie
to que la tropa mandada por Deustua fué en parte desecha,
y retrocedian en desorden, se puso personalmente á la ca
beza de un escuadron, y auxiliado por Pezet, con una co
lumna de infantes, cargó y destrozó la fuerza enemiga,
arrojándola en desorden dentro de la quebrada, y en dis
persion.
A Pezet le mataron el caballo ; y al General Nieto le
dieron un balazo en la frente, que desde alli le hizo una
curva sobre el cráneo, de cuatro dedos de largo ; y le bota
ron el sombrero de paja, bandeado por la bala que salió
por atras. Viendo el General La Fuente que al regreso de
la caballeria no regresaba Nieto, que entró con sombrero
de paja, calculó que lo habian muerto ; y se marchó á la
— 268 —
derecha, donde peleaba Arrieta con valor, sosteniendo su
puesto.
Nieto se habia atado la cabeza con un paño ; y viendo
que á mas de dos batallones fuertes de Torrico que ataca
ban á Alvarado Ortiz, fuera de la artilleria, marchaban ve
lozmente otro batallon contra Alvarado, dió orden á Leyva,
que tenia en reserva su columna, para que con ella fuese á
detener á ese batallon, y no permitiese á cualquiera costa
se reuniese la fuerza contra Alvarado. Leyva marchó ve
lozmente, y cargó á la bayoneta al batallon enemigo, obli
gándolo á replegarse en desorden hasta la izquierda ene
miga.
Ocurrió una cosa notable. Durante el tiempo en que
Leyva cargaba al batallon, y éste se defendia en retirada,
pararon los fuegos de ambos ejércitos, ya sea por no fusi
lar á sus compañeros, ó por el asombro que produce invo
luntariamente el hecho de un valor llevado al mas alto
grado de audacia. Leyva dejó en dispercion á su amigo,
reunió su fuerza, y se incorporo al ejército.
El General Nieto, todo ensangrentado, reunió su infante
ria; y cuando se hallaba en esta operacion, apareció el Co
ronel Deustua, lo vió Nieto, y le dijo :—¿Ud. era el valiente
de quien se esperaba la victoria ?—Deustua, lleno de furor,
le contestó:—General, me dejaré matar. Nieto le dijo :—
eso debió haber hecho Ud. antes, pero vaya Ud., y vuelva
por su honor. Y realmente Deustua no reparó el sacri
ficio.
El centro enemigo existia en pié, sosteniendo un fuego
graneado mortifero; y Nieto compuso un batallon, reforza
do, y ordenó al Coronel Fermin Castillo que atravezase la
quebrada, y que .cargase á la bayoneta sobre esa fuerza.
Castillo contestó: —Señor General: me manda Ud. al sa
crificio, á pelear contra una division.—Nieto indignado le
dijo :—si Ud. no obedece, mandaré á un sargento.—Casti
llo resentido se puso á la cabeza del batallon ; pasó la que
brada, destrozó la fuerza enemiga, huyendo los restos á su
— 269 —
izquierda. El marchó sobre la derecha de Torrico y su ar
tilleria, tomó ésta; y Torrico se puso en fuga ; lo mismo que
habia hecho ya San Eoman,
El General Nieto, con la fuerza que reunió, fué á apoyar
su izquierda ; y no encontrando al Coronel Alvarado Ortiz,
lo juzgó muerto. Se decidió por fin la victoria en favor del
ejército constitucional.
El General Nieto hizo tocar á reunion de Jefes, é hinca
dos todos rézaron el Bendito y Alabado. En la izquierda
de Torrico y derecha de Nieto habia ya fuegos lentos. Nieto
reunió Ja infanteria. La música tocaba diana, cuando ob
servó Nieto que un batallon enemigo aparecia por reta
guardia á distancia. Nieto se adelantó solo en su alcance,
vió que venia á la cabeza el Coronel Quiroga amigo anti
guo de Nieto. Este lo saludó á voz llena, diciéndole:—
Mi amigo Quiroga: ya esto es concluido. —Quiroga, em
ponchado como estaba, le contestó con un tiro de pistola.
Nieto le dijo :—se ha portado Ud. como un valiente.—
Volteó su caballo en carrera, y se fué á la derecha, donde
estaba el General La Fuente ; y le dijo :—ha llegado tarde
por nuestra retaguardia aquel batallón mandado por el Co
ronel Quiroga : mande Ud. un parlamentario autorizado
para que le conceda cuantas garantias pida, y que lo traten
bien : es amigo mio. Arrieta en esas circunstancias se acer
có á Nieto y le dijo:—Señor General: parece que he dado
pruebas de que tengo corazon.—Nieto le contestó :—habrá
Ud. cumplido su deber como soldado : yo se lo agradezco,
á nombre de la patria, que sabe honrar á los que le sirven.
Será Ud. General.
Se le dieron á Quiroga todas las garantias que pidió.
El General Nieto mandó al Coronel Manuel Eivero en al
cance del Presidente Vidal, que habia fugado en direccion
á lca. Rivero llegó rendido á esa Ciudad, por la marcha
rápida que hizo despues de todo un dia de pelea ; y conti
nuó el mayor Valle en alcance de Vidal, á quien alcanzó en
la aguada de los Palos.
— 270 —
El General Nieto tomo parte de la infanteria enemiga ;
y un regimiento de caballeria, mandado por el Coronel
Arancibia, fugo integro hasta Jauja.
Nieto mandó en seguimiento de Torneo un escuadron de
caballeria ; y como estaba bien montado un sargento de
los que lo perseguian, se adelantó con lanza en ristre.
Viendo Torrico el riesgo en que se hallaba, le soltó la ca
pa de paño de dos colores, grana y azul, bordada con hilo
de oro : el soldado se apeó á tomar la capa : y Torrico
corrió hasta el Callao. A sus amigos que lo alojaron, les
dijo : —mis amigos, el Perú tiene ya dos vapores : uno del
Norte y otro del Sur ; haciendo alusion á la fuga de San
Eoman hasta Tayataya en pocas horas.
El General Nieto compró la capa de Torrico al sargento
dejando para este los broches de oro, en seis enzas, para
obsequiarsela al Dr. Valdivia su amigo, como trofeo ad
quirido en la victoria de Agua Santa.
El general Nieto marchó con él ejército a Lima ; Vidal
se encargó del mando ; y aunque Nieto estaba enfermo, co
mo lo era habitualmente, del higado, despues de unos dias
de descanso, lo mandó Vidal con una division sobre Arica,
donde la desembarcó, y pasó á Tacna. A su paso por
el frente de Islay mandó un buque á ese puerto, con una
carta para el Doctor Valdivia, que se hallaba en el valle
de Tambo, en la cual le decia que lo esperaba en Tacna, y
que daria las órdenes convenientes para que hallase todos
los recursos necesarios en su tránsito.
El General Nieto iba autorizado ; y puso de Prefecto en
Tacna al Coronel Lastres. El Doctor Valdivia llegó á
Tacna ; y despues que Nieto hizo varios arreglos, pasó con
la division á Moquegua : la mandaba el General D. Fermin
Castillo. Descansó algunos dias en Moquegua, y pasó á
Arequipa por el pueblo de Omate.
Al pasar el rio grande, antes de Omate, por el puente
colgado, contaba el General Nieto al Dr Valdivia lo bien
— 271 —
que se habia portado en la batalla de Agua Santa un ofi
cial de caballeria de Torneo, llamado Pedro Sevilla ; y que
apasionado del valor de ese jóven, lo habia traido consigo,
para colocarlo oportunamente. A poca distancia vió á la
derecha del camino á un oficial encapado, sentado sobre
tina piedra, á la sombra de un molle, con la rienda en la
mano ; y dijó á Valdivia : —aquel es el oficial de quien he
hablado á Ud. ; acerquémonos para que lo conozca Ud.—
Ese oficial perteneció despues á una de las revoluciones de
Vivanco ; y no sé por que clase de leccion muy notable le
dieron un premio en público en la plaza de Arequipa.
Pasaron adelante; y se ofreció conversar haciendo re
cuerdos del habil Ministro de Santa Cruz, Garcia del Eio,
autor de la biblioteca colombiana, y de otras buenas obras;
y el General Nieto por mas de veinte minutos, repitió al
Dr. Valdivia varias piezas selectas en verso y prosa, que
Garcia del Eio habia publicado en Chile. Valdivia admiró
esa memoria colosal; pues aunque otras veces la habia ob
servado, jamás calculó que llegase á tanta extension.
Con tal ocasion se propuso Valdivia, dentro de si, ha
cer estudiar al General Nieto la historia de Ciceron, escrita
por Mitleton. El General Nieto la consiguió, y se apasio
nó tanto de ella que sus expediciones no cargaba otra cosa
que esa historia en cuatro volúmenes, y una cafetera ; y
poco le importaba el pequeño almofrés con colchon y ca
ma. Pasado un tiempo observó Valdivia que Nieto se ha
bia aprendido toda la historia de Ciceron.
De Omate pasaron á Arequipa ; y Nieto se alojó en la
casa de la suegra del Coronel Mendez. El Dr. Valdivia le
servia en el despacho ; y ambos estaban enfermos. El Dr.
Valdivia se retiró á la chacra, calle de la Eancheria, pasada
la primera torrentera, y se puso en cama para medici
narse.
Al tercero dia fué Nieto á visitar al Dr. Valdivia á las
seis de la mañana. Valdivia luego que lo vió, le dijó : —
visita de Ud. á esta hora, estando enfermo, es de novedad.
— 272 —
—Nieto tomó asiento, y le referió los datos que tenia de la
revolucion, siendo cómplice principal el General Prefecto
Deustua.
Tuvieron una conferencia larga ; y Nieto la concluyó di
ciendo : —yo puedo cortar la trama, pero puede suceder
que hubiera necesidad de derramar sangre, y no me de
termino á este paso: Estoy resuelto á que me amarren :
ha llegado ya la inmoralidad militar á tal estado que me
avergüenzo de llevar Estoy tentado de retirarme
para siempre.—Y se despidió.
Por la noche entró en baño de tina : y uno de los jefes
que no lo dejaba á ninguna hora, adulándolo, fué uno de
los que tuvo parte en apresarlo. La revolucion se hizo en
favor de Vivanco, que se hallaba en el Cuzco con una co
lumna, y á quien por parte del Gobierno se le habia inti
mado su disolucion.
CAPITULO XII.
REVOLUCION EN FAVOB DEL GENERAL D. MANUEL IGNACIO
VIVANCO.
El capitan Melchor Velarde fué uno de los que con su
compañía efectuó la revolucion en su cuartel. A ese ofi
cial lo mandó el General Nieto de Moquegua, para que re
cibiese del Prefecto de Puno, Coronel Saco, dos compañias
con los recursos necesarios, y las condujese á Moquegua,
donde Nieto estaba con la division. Llevó Velarde las dos
compañias, y exigió que por ese servicio se le diese un as
censo. El General Nieto contestó al que vino con el em
peño de parte de Velarde: —ese oficial merecia por esta
exigencia torpe un arresto : —Tal fué la causa de la trai
cion de Velarde en Arequipa.
El Prefecto Deustua fugó á Islay ; y se hallaba en ese-
puerto cuando el Mayor Labro condujo preso, con escolta,,
al General Nieto para hacerlo embarcar. El General Nie
to iba muy enfermo. Deustua, que habia tenido noticia
de la aproximacion del Mayor Labro, reunio algunos hom
bres en Islay, y sorprendió á Labro, y lo puso preso. Nie
to quedó en libertad ; y puesto en cama pudo medicinarse
algunos dias, hasta que pudo embarcarse junto con el Ge
neral Deustua.
35 •
— 274 —
La revolucion do Vivauco progresó ; y él se instaló en
el palacio de la capital con la investidura de Jefe Supremo,
Eegenerador de la Eepública.
El General Nieto, desde que se fué de Islay, se retiró á
una hacienda del cercado de Lima, que habia arrendado ;
y se ocupaba en trabajarla.
El General Vivanco decretó que todos los Jefes y em
pleados le prestasen juramento de obediencia. No lo ve
rificaron el General Nieto y los Coroneles Mendiburu, Cis-
neros y algunos otros. El General Nieto continuaba en
fermo del higado ; y en ese estado se embarcó furtivamente
en el Callao con los Coroneles referidos, aparentando to
dos viaje para Chile.
El buque que los conducia llegó al puerto de Arica ; y
Nieto que iba enfermo en cama, escribió una carta al capi
tan de puerto, diciéndole : —Estoy enfermo, pero si Ud. me
permite salir á tierra, con dos ó tres amigos mas, para des-
canzar una ó dos horas, y nos espera Ud. con buen café,
tendré el gusto de darle un abrazo.—La contestacion fue
que el mismo capitan de puerto, entró á bordo á sacar á
Nieto y sus compañeros en el bote de la capitania. El
General Nieto se vistió, y desembarcó con los dos señores
Mendiburu y Cisneros.
El buque tenia que parar pocas horas en el puerto.
El capitan de puerto los alojó en su habitacion ; y Nieto
le habló francamente, diciéndole : —Amigo mio: nos queda
remos en tierra, si Ud. nos permite tentar algunos medios
para reunir unos pocos hombres y tomar Tacna, donde es
tá de Prefecto el Coronel Baltazar Caravedo, con una pe
queña fueraa.—El capitan de puerto le contestó : —obren
Ustedes ; que yo no me opongo.—Sin mas respuesta que
ésta, Nieto y sus compañeros dieron órden para que de á
bordo les trajesen sus equipajes. Mendiburu mandó ex
presamente un expreso á Tacna á sus amigos : donde te
nia muchos ; y era muy estimado por el pueblo, por que
— 275 —
cuando fué Prefecto, les hizo muchos bienes individuales y
les dejó varias obras públicas ; y lo recordaban siempre
con respeto y gratitud.
Tacna se puso en movimiento : y Nieto, Mendiburu y
Cisneros, con unos pocos hombres que reunieron en Arica
marcharon sobre Tacna.
El Prefecto Caravedo fugó, y el General Nieto y sus
compañeros se posesionaron de la Ciudad en medio de vi
vas y gran concurrencia.
El Coronel Mendiburu se encargó de la Prefectura, y
reunió como quinientos hombres de la guardia nacional.
Se les proporcionaron armas ; y se les daba alguna ins-
trucccion. Se trataba ya de proporcionarse vestidos, cuan
do el Prefecto de Arequipa D. José Eivero, que tenia tro
pa, la mandó inmediatamente sobre Tacna, con orden de ir
á Pachia; cuatro leguas arriba de la Ciudad. Esa tropa
se hallaba cerca; y Nieto movió su fuerza, valle arriba,
hasta cerca de Tacora. A su tránsito por Pachia dejó es
quelas, en poder de varias personas de confianza, para al
gunos oficiales y sargentos.
Llegada la tropa vivanquista á Pachia, descansó alli, y
los encargados entregaron las esquelas de Nieto ; una de
ellas era para el Capitan Feijo. Este revolucionó 1 tro
pa, y la puso á las órdenes del General Nieto.
En Arequipa estaba con tropa el General Guarda : y en
Puno el General Castillo. Esto tuvo avisos positivos de
que los Generales Torrico y San Eoman se hallaban al otro
lado del Desaguadero, con algunos hombres y elementos de
guerra.
El General Torrico ofició al Prefecto Mendiburu para
que le remitiese la tropa que cenia, y lo hiciese reconocer
por Jefe supremo del Perú, Mendiburu se lo propuso al
General Nieto, y .éste le contestó :—Ud. puede disponer de
la tropa como quiera, que yo me retiro á Moquegua.
Mendiburu mandó la tropa á Torrico, que ya habia pa
sado el Desagnadero.
— 276 —
El General Nieto escribió al General Castilla, que se ha
llaba en Tarapacá, dándole noticia de todo lo acaecido, y
diciéndole que reuniese alguna fuerza en Tarapacá, y que
con ella se apoderase de Arica ; y que él se iba á Moque-
gua á formar la tropa que pudiese ; y al final le decia :—
parece que solo yo y Ud. seremos los que tengamos que
pelear, y libertar al Perú de tantos traidores. Tengo la
mas viva fé en la Providencia, que protejerá nuestra buena
intencion. Felizmente TJd. y yo no volveremos nunca ca
ras á estos miserables que inventan los medios de infa
marse.
Torrico y San Eoman, con la fuerza que ellos pasaron y
con la que les mandó Mendiburu, marcharon contra Casti
llo, que iba en busca de ellos, pero que retrocedió luego
que tuvo noticia del auxilio de Tacna, y calculó que no le
era prudente exponerse. Perseguido por Torrico, se retiró
para reunirse con Guarda, que con fuerzas suficientes ha
bia salido de Arequipa en su auxilio, á marchas redo
bladas.
Castillo pasó de Vilque, y pudo reunirse con Guarda.
Torrico y San Eoman ocuparon los altos inmediatos a Vil
que ; y teniendo noticia de la reunion de Guarda, se pusie
ron en retirada ; pero perseguidos con velocidad, se les
dispersó la tropa recluta, y tuvieron que salvarse otra vez
á Bolivia.
Guarda, que era el Jefe de toda esa fuerza, regresó á
Puno para arreglarla ; y con noticia de que Castilla se ha
bia apoderado de Arica, que Cisneros se habia colocado de
Prefecto en Tacna, y que Nieto reunia fuerzas en Moque-
gua, destinó una columna fuerte, á las órdenes del Coronel
Juan Francisco Balta, para que ocupase Tacna y Arica.
El General Nieto adquirió noticia, do Puno, del proyecto
de Guarda, y aun del itinerario de la columna de Balta,
por medio de un amigo que le hizo un expreso, que llegó a
Moquegua habiendo hecho un viaje increible por su ra
pidez.
— 277 —
El General Nieto copió el itinerario, y lo pasó en el acto
á Cisneros y á Castilla ; indicando á éste, que puesto que
se sabia el dia fijo en que Balta debia llegar á Pachia, de
bia él con su fuerza estar en la noche de ese dia precisa
mente en Pampa-blanca, en la hacienda de don fulano, a
tal hora, pero sin faltar un minuto ; y que él se moveria de
Moquegua para estar con Castilla en ese punto á la misma
hora, y que alli acordarian lo que se debia hacer.
Los Generales Castilla y Nieto llegaron al mismo punto
con diferencia de cuatro minutos ; cada cual con su contin
gente de fuerza respectiva. Convinieron en el plan de ata
que ; y Nieto dió á Castilla toda la infanteria, para que con
ella se moviese rápidamente por la derecha, para atacar de
sorpresa á Balta por la retaguardia, pero á ciertahora fija.
El General Nieto con su escuadroncito de caballeria,
media hora antes de la convenida debia hacerse sentir por
Balta de frente, de modo que Balta tuviese necesidad de
salir al encuentro.
El General Nieto cargó con tal impetu, que Balta tuvo,
como se pensó, que salirle al encuentro, poniendose á la
cabeza de su caballeria ; pero Nieto principió á retirarse,
como para buscar terreno de pelea, tiroteando á Balta para
atraerlo constantemente. Balta, que no vió mas que un
escuadron de paisanos, se empeñó en seguir á Nieto ; cuan
do Balta aflojaba un poco su persecusion, Nieto lo ataca
ba audazmente. Colocado ya Balta á cierta distancia, y
llegada la horadeonvenida con Castilla, atacó éste el cuartel
y tomó el batallon de infanteria. A los primeros tiros re
gresó velozmente Balta en auxilio de su cuartel ; y Nieto
lo cargaba sin dejarlo respirar. Balta no pudo volver á su
cuartel, porque ya Castilla lo esperó á cierta distancia, y á
fuego graneado. Balta, con los pocos de caballería que le
siguieron, fugó hasta Puno.
Formada esa tropa, Nieto volvió á Moquegua, Llevando
armamento y municiones para infanteria ; y Castilla quedó
con los prisioneros para reforzarlos.
— 278 —
Pasado no mucho tiendo recibió Nieto aviso de Puno de
que Guarda se movia con su ejército á Ilabaya ; posicion
excelente del pueblo de Torata, donde pelearon los españo
les Valdez y Canterac contra el ejército de la patria, que se
retiró al panteon de Moquegua, y alli fué derrotado.
El General Nieto ofició á Castilla para que, con todos
los elementos de guerra que pudiese, se viniera á Moque
gua inmediatamente. Castilla llegó a Moquegua inmedia
tamente ; y las fuerzas de ambos ascendieron á mil dos
cientos y pico de hombres. La disciplinaron con esmero;
y no teniendo recursos pecuniarios, los vecinos contribuian
para dar rancho diario á la tropa ; y nada mas.
Pasados algunos dias apareció Guarda con su ejército en
Ilabaya, y mandó intimacion á Nieto para que se rindiera
Nieto supo que las órdenes dadas por Vivanco á Guarda
eran terminantes, para no dar á los Generales Nieto, Cas
tilla y su Jefes garantia alguna, ni admitir capitulacion.
El General Nieto con dos compañias y una mitad de ca
balleria se situó en el punto Sanccara, término del camino
corriente de la quebrada de Quilinquilin ; y á Castilla lo
dejó con todo el resto de fuerza en Samegua, listo para mo
verse al punto conveniente al primer aviso del General
Nieto. Este tuvo noticia, por un amigo de Torata, que
Guarda se movia, no por el camino corriente, sino por el
de Tumilaca, para que, pasando el rio, pudiese hacer el
mismo movimiento de los españoles, cuando estos atacaron
al General Alvarado en el panteon de Moquegua.
El General Nieto tuvo un segundo aviso de que el Coro
nel Ugarteche se habia ya movido á vanguardia con la co
lumna de cazadores, para pasar el rio y ocupar el alto de
Tumilaca, y que Guarda seguia esa misma direccion con su
ejército.
El General Nieto dió orden á Castilla para que ocupase
las alturas que desde la cabecera del panteon continúan
hasta Tumilaca : y él iba velozmente á tomar el alto de
Tumilaca, y sostenerlo á cualquiera costa. Llegó al alto
— 279 —
de Tumilaca cuando el Coronel Ugarteche llegaba al otro
lado del rio. La subida del rio al alto de Tumilaca es es
trecha y tortuosa. Todavia no habia amanecido. Nieto
tendió sus dos compañias en el alto situando varios solda
dos ocultos en lo tortuoso de la subida.
En la madrugada se acercaba Ügarteche por el lado
opuesto del rio, que es de poca agua para pasarlo. Cuan
do se acercó á tiro de fusil, una compañia le bizo descarga
cerrada, continuando la otra á fuego graneado. Ugarteche
tuvo que cejar, y correrse por la orilla opuesta, rio arriba,
dejando muertos y heridos ; y poco despues de que Nieto
recojió algunos prisioneros, entre ellos al mayor Labro,
que fué el que de Arequipa condujo á Nieto preso á Islay,
apareció Guarda, avisado ya por Ugarteche de lo sucedido;
y no se atrevió á emprender la toma del alto de Tumilaca,
y siguió el camino de Ugarteche.
El General Nieto se sostuvo en el alto de Tumilaca, y
mandó á retaguardia hombres peritos y bien montados pa
ra que notasen la direccion que tomaba Guarda. Este avan
zó hasta salir al gran llano que se halla al otro lado de [la
linea de cerros, desde el panteon á Tumilaca. Cuando
Nieto tuvo esa noticia, subió al cerro á cuyo pié corre el
rio de Tumilaca, dando siempre avisos oportunos á Casti
lla. El General Nieto con sus dos compañias se movia
por las cumbres, á distancia do Guarda, por si acaso man
daba éste alguna fuerza á tomar el alto de Tumilaca.
Castilla en virtud de los avisos repetidos, andaba por los
cerros sin sacar su tropa encima.
El General Guarda, lejos ya de Tumilaca, hizo descanzar
un rato su ejército ; y poco despues se movió Ugarteche
con su columna de cazadores, para subk á uno de los cer
ros. Castilla que, con hombres que gateaban, estaba'casi
paralelo con ellos, subió rápidamente á la cumbre, y á ba
lazos hizo retroceder á Ugarteche, hasta unirse con su ejér
cito ; y Guarda, no quedándole esperanza de tomar los al
tos, continuó su movimiento hasta las canteras, dos leguas
— 280 —
abajo á la izquierda de Moquegua, y alli pasó la noche, sin
agua y sin ningun recurso, y el ejército sobre las armas.
El General Nieto bajó su fuerza al Portillo de Moquegua,
dió rancho á su tropa, agua y forraje á su caballada, é hizo
dormir la tropa, para aguardar en ese punto al enemigo.
El Portillo tiene seguro su flanco izquierdo por los cerros
de Chenchen, que no permiten subida ; y su frente con mo
gotes sucesivos que solo dan el camino corriente, que ter
mina en el Meadero, y de alli para abajo el gran llano de
San Antonio que termina en la Einconada. Por la dere
cha está el camino que sale de Moquegua para Homo. La
derecha del camino tiene las cercas de las haciendas, y su
izquierda los mogotes desiguales que no dan paso franco.
Al dia siguiente, al amanecer, principió á moverse Guar
da de las canteras, en direccion a Homo, que está casi al
frente. Cuando llegó al llano de San Antonio, mas abajo
-del Meadero, colocó á su derecha la artilleria, apoyada con
parte de caballeria y algunas compañias de infantes. Colo
có como centro el batallon Lima ; y á la izquierda, pero
un poco lejos, el batallon Lanao; y á retaguardia, á distan
cia, la caballeria á las órdenes del Coronel Juan Francisco
Balta y del Coronel Fernando Alvizuri.
El General Nieto fué de opinion que se debia atacar
Guarda inmediatamente. Castilla opinaba que no debian
abandonar la oposicion del Portillo, que era ventajosa para
defenderse contra un ejército mas que duplo, que tenia que
acometerlos. Que en el Portillo tenian todos los auxilios
del pueblo, y que Guarda no podia acometerlos en buena
formacion.
El General Nieto dijo á Castilla :—mi amigo : es hora
en que debemos estar muy unidos, y este no es momento de
abrir discusion. El movimiento de Guarda indica que va
á hacer tomar agua á su ejército por partes. Vea Ud.
cuanta fuerza va cargando sobre la izquierda ; marche Ud.
rapidamente á tomar la casa de Chocano en Homo, y obre
Ud. .segun las circunstancias. Yo con el escuadron y dos
— 281 —
compañias, le respondo de todo lo que vemos al frente.
Castilla corrió, y apesar de la distancia tomó la casa y cor
rales de Homo, cuando Castillo con una division habia pa
sado por el callejon de Homo hasta el rio á dar agua a la
tropa.
El General Nieto, descendió de frente, y aunque atacado
al acercarse por el batallon Lima y la artilleria, destrozó al
batallon, y tomó la artilleria.
Cuando Castillo sintió tiros, regresó en desorden con su
division en carrera, y se encontró con los fuegos terribles
de Castilla, y no pudo poner en formacion su tropa.
La tropa de Castillo, sorprendida, se desbandó ; y Casti
lla, bajo los fuegos, pasó con una pequeña parte.
Castilla dejó la casa de Homo, persiguiendo á Castillo ;
y aprovechando Balta del descenso de Castilla á • un sitio
en que podia obrar la caballeria, se puso á la cabeza de un
escuadron, y cargó. Castilla recibió la carga á fuego nu
trido. Balta fué herido en la mano : cayeron algunos solda
dos, y el resto volvió caras, y corrió hasta unirse con la ca
balleria, que habia quedado distante, al mando de Alvizuri.
El General Castilla vió á distancia al batallon Lanao,
con las armas en descanso ; y corrió rápidamente, solo,
hácia él, y cen una voz de trueno dijo : batallon armar pa
bellones al agua. El batallon formó pabellones, y se fué en
carrera al rio.
Castilla se apoderó de los fusiles, dejó alli parte de su
fuerza, y con el resto marchó hácia donde Guarda, y lo en
contró con Nieto, que trataba de acordar una capitulacion.
Castilla le dijo :—qué capitulacion? Ud. es mi prisionero.
Tomó á Guarda del brazo, y lo entregó á buena custodia.
La caballeria, que en su mayor parte quedó intacta, se
habia apoderado de la caja militar ; y Alvizuri la condujo
hasta Arequipa. Se recojieron los dispersos y todo el tren
de guerra, y regresaron á Moquegua, donde Nieto hizo cui
dar mucho á los heridos de ambas partes, tratando muy bien
á Guarda, Castillo y á todos los Jefes y oficiales.
36
— 282 —
El General Nieto, que desde dias antes estaba muy en
fermo del higado, fué atacado de un constipado tan fuerte
que jamás lo habia sufrido igual en toda su vida.
Castilla organizó el ejército, restituyendo á sus casas á
todos los Moqueguanos que habian tomado el servicio, á
escepcion de los que voluntariamente quisieron continuar.
Aliviado el General Nieto, dió orden para que el ejército
marchase sobre Puno, porque en Moquegna no podia sos
tenerlo un dia mas. En Puno se habilitaron de algun di
nero ; y sin descansar mas que lo necesario, se dirijieron al
Cuzco. El ejército llegó á esa Ciudad por la tarde con un
fuerte aguacero ; y pasando la Ciudad, se dejó en ella á los
enfermos y cansados, y Castilla pasó hasta el cerro de Pic-
cho.
Campó el ejército, se le proporcionó rancho y forraje pa
ra los caballos, y se tomaron las mas serias providencias
para que nadie pasara adelante.
El aguacero continuó en la noche ; y cuando nadie podia
creer que puchese moverse el ejército, salió Castilla con el,
en la madrugada del dia siguiente, sobre el pueblo de Suri-
te. En ese dia arreció mas el aguacero, y sorprendió en
ese punto dos compañias que el Coronel Lopera habia de
jado en observacion, retirándose él con su tropa hasta cer
ca del puente de Apurimac.
Castilla, tomadas las compañias, y sin hacer alto, mar
chó contra Lopera, lo sorprendió, le tomó toda su fuerza ;
y Lopera y algunos Jefes y oficiales pudieron salvarse, mu
chos de ellos á nado. Castilla, sin detenerse, pasó el Apu
rimac, y continuó su marcha hasta decansar en un pueblo
cómodo.
El General Nieto quedó en el Cuzco, enfermo como esta
ba antes, y se agravó por el mucho trabajo en proporcio
nar todos los elementos para el ejército, y con las muchas
visitas, que no le permitieron ponerse en cama y tomar
medicamentos. Se puso malo, y murió tan velozmente que
corrió la voz de que lo habian envenenado.
— 2S3 —
El General Nieto habia dispuesto en su testamento que
su cadáver lo trasladasen á Moquegua, y lo colocasen en el
punto que él designó, como que alli habia concebido el plan
al que se debió la victoria de San Antonio ; juzgando él
que á esa victoria se deberia el escarmiento de los revolu
cionarios consuetudinarios, que tanto han deshonrado á la
patria.
El General Castilla continuó su marcha hasta la ciudad
de Ayacucho. El General Vivanco, con toda la fuerza que
tuvo en Lima, pasó a lca, atravesó la cordillera, y se co
locó en los altos de Chincheros á retaguardia de Castilla,
dejando el mando en Lima á D. Domingo Elias, con or
den de formar un ejército de reserva.
Castilla retrocedió de Ayacucho en busca de Vivanco.
Hubo tiroteos por ambas partes en el puente del Pampas ;
y despues de algunos dias se retiró Vivanco para ei Sur,
dejando una columna en defensa de ese puente.
El objeto de Vivanco era llegar á Arequipa, para defen
derse en esa Ciudad, apoyado en la opinion del pueblo y
en los brazos aguerridos de esos hijos del Misti. Hizo
una marcha penosa hasta llegar á la provincia del Caillo-
mo. De alli mandó al Coronel Lopera sobre Lampa, pa
ra que batiese la pequeña fuerza con que el Coronel Cisne-
ros ocupaba ese departamento. Lopera batió á Cisneros ,
el que fugó hacia el pueblo de Omate, veinticinco leguas al
Sur Este de Arequipa.
Castilla persiguió á Vivanco, apesar de las lluvias y ne
vadas horribles. Vivanco llegó á Arequipa ; y Castilla dias
despues al Valle de Vitor, catorce leguas distante do Are
quipa. Lopera vino á unirse con Vivanco.
El General Castilla avanzó hasta Uchumayo, cuatro le
guas abajo de Arequipa. Vivanco se movio á Tiabaya, dos
leguas abajo de la Ciudad; y Castilla se le apareció al
frente en Congata, con intencion de moverse en la noche
por su flanco derecho, tomando el camino de la Laja, ha
ciendo un movimiento igual al de Salaverry. Pero los pai
— 284 —
sanos que salieron de Arequipa le hicieron fuego sosteni
do del lado de Tiabaya, pasando otros por Tingo abajo, y
le cortaron el camino de la Laja en mil partes. Vivanco
con su ejército estaba de simple espectador.
Castilla, que sin duda no contó con lo que era el pueblo
arequipeño puesto en accion, perdida la esperanza de to
mar el camino de la Laja, regresó en la noche á Uchuma-
yo, destrozando su tropa por lo dificil de la travesia ; y Vi-
vanco, luego que sintio ese movimiento, bajó á ocupar el
pueblo y el alto de Uchumayo, situándose donde antes lo
hizo Santa Cruz contra Salaverry.
Diez y seis dias ocupaban ambos ejércitos sus posiciones
respectivas, con algunos tiroteos, mas ó menos repetidos.
Ambos ejércitos sentian escasez, aunque mucho mas el de
Castilla ; y sufrian tanto el sol terrible del dia, como el
frio y sereno de la noche. Castilla esperaba una colum
na de paisanos que le debia traer de Tacna el Coronel
Iguain.
El General Vivanco se aburrió, y se retiró á las chacras
de las pampas nuevas de Tiabaya; y el intrépido Iguain,
apesar de la resistencia de Castilla, pasó á ocupar el pue
blo de Uchumayo, diciéndo á Castilla : —no crea Ud,, Ge
neral, que el cobarde de Vivanco se atreva á acometerme.
El General Castilla no quiso pasar el puente, sino que
mucho mas abajo atravesó el rio, y tomó el otro lado de la
quebrada de Añashuaico ; y en toda la noche marchó, lle
vando esa quebrada á la derecha, hasta el despoblado atras
del pueblo de Caima : dobló despues sobre su derecha, y
se colocó en la chacra de Tocrahuasi, que domina todo el
pueblo de Caima.
Castilla para cubrir su movimiento dejó una pequeña co
lumna cerca de la Cruz del Intendente, en el mismo cami
no corriente entre Uchumayo y el ejército de Vivanco, la
que en la parte fué tomada cuando Castilla habia ya avan
zado mucho su movimiento. Vivanco amaneció sobre los
oteros de ChaUapampa.
— 285 —
Todos opinaban que habiendo quedado Vivanco domina
do por el ejército de Castilla, se viniese á la ciudad para,
defenderse con ventaja ; pero contra toda probabilidad
marchó á ocupar la plaza de Caima, y subió a la torre con
sus ayudantes, á ver el año y el autor que habia fundido la
campana mayor de esa torre.
Lopera y Pezet, que estaban á vanguardia, recibieron or
den de impedir á Castilla que su caballeria forrajease ; y
que ocupasen la casa y era de Tocrahuasi. Lopera tenia
que superar una andaneria, y hallarse despues con artilleria
colocada en la era, y parte de infanteria detras del para
peto de la pared de la misma era. Lopera y Pezet tenian
que cumplir la orden : acometieron con ardor, pero fue
ron rechazados y desechos, saliendo Pezet gravemente he
rido.
Castilla habia arreglado su ejército para todo caso ;
y por parte de Vivanco se comprometió la pelea, sin
plan alguno y en desorden ; y fué arrollado en todos los
puntos.
Desde las bóvedas de Arequipa se miraba con anteojo y
aun sin él todo lo que pasaba. El Dr. D. Andres Marti
nez, que se hallaba en un alto con varios de sus amigos,
con anteojos de larga vista, les decia : —ya se está retiran
do el mulato para la sierra.—Y uno de ellos le contestó : —
vea Ud. que los fuegos están ya abajo de Caima, y quien
se retira es Vivanco : lo que á Ud. le conviene es ocultarse
inmediatamente.—Y lo hicieron bajar.
Como á las cinco y cuarto de la tarde llegaron á San
Lázaro dos de los paisanos derrotados : y la noticia se es
parció en un momento por toda la Ciudad. Las Señoras
ocurrieron á ocultarse en los monasterios. Los que tuvie
ron caballos prontos se fueron para el valle de Tambo, y
otros para Omate. A las cinco y tres cuartos de la tarde
llegó Vivanco á la plaza mayor, con la caballeria mandada-
por el General Vigil, y algunos restos de batallones. El
batallon mas numeroso era el de Lopez La-Valle.
— 286 —
Fué malamente herido el Comandante Solar. Quedaron
muchos heridos y prisioneros, y dispersos que iban llegan
do en la noche. Vivauco dejó parte de la fuerza en la pla
za, el resto lo llevo á Miraflores, cubriendo el paso del
puente y el de San Lázaro. Castilla ocupó las dos gran
des plazas del pueblo de Yanahuara.
Al dia siguiente Vivauco colocó su tropa sobre el cami
no que por la acequia de la compañia se dirije al panteon,
y con una escolta se situó en la casa de la Palma, donde
estuvo hasta cerca de las doce del dia.
El Comandante Anselmo Abril le dio aviso que Castilla
bajaba de Yanahuara para el puente, y Vivanco empren
dió su retirada para el panteon de la Apacheta.
Castilla atravesó la Ciudad por la plaza y calle de Mer
caderes, tomó la calle de la Eancheria, y marchó á ocupar
el alto de la Eetama, quedando Yivanco dominado al pié
en las inmediaciones del panteon. Castilla mandó al Dr.
D. Juan Manuel Polar para que tratara con Vivauco, con
el fin de ahorrar sangre, concediéndole algunas garantias.
Vivanco se negó á todo ; y entrada la noche se puso en fu
ga, abandonando la tropa sin haber conseguido par i ella
garantia de ninguna especie. Vivanco se embarcó ¡ r el
puerto de Islay. La infanteria se dispertó en parte, y la
caballeria se fué por la costa para el Norte.
En Islay habia algunos buques de la Nacion, y los tomó
un buque de guerra inglés, bajo el pretexto de cierta queja
que tenia contra el Gobierno de Lima.
Castilla oficio á Elias que tenia el mando de la capital, y
tambien al Jefe que estaba con una division en Jauja. Ese
Jefe ofrecio entregar la division a Castilla ; y de hecho la
entregó.
Castilla trató de mandar á la montaña de Carabaya á los
Jefes y oficiales prisioneros. Uno de ellos era el tacueño
Mayor Gomez. Este escribió al Dr. Valdivia para que
salvase de ese confinamiento, pues estaba comprometido á
— 287 —
casarse con una jóven paisana suya, hermana del Coman
dante Saturnino Zavala; y tenia el plan de retirarse del
servicio y contraerse á trabajar en una huerta en Lima,
vendiendo todos los bienes que él y su futura esposa tenian
en Tacna.
El Dr. Valdivia visitó al General Castilla para verificar
el empeño, proponiéndose no solo salvar á Gomez, sino á
todos sus compañeros ; y tuvo con Castilla una larga con
ferencia sobre el particular. Valdivia hizo ver á Castilla
la necesidad de ensayar una conducta diferente de la de
persecucion, que hasta entonces se habia observado por
los vencedores. Le manifestó que entre los vencidos, tan
to militaras como empleados y paisanos habian buenos y
malos- Que algunos se habian comprometido con Yivan-
co, por mera aficion á su persona, otros por interés de as
censos, otros por amistad, y otros por haber sido persegui
dos por el Gobierno.
"Ud. los ha vencido, le dijo : —Aislados nada pueden
hacer. Si Ud. los confina, emponzoña Ud. á esos hom
bres, que tratarán de vengarse como puedan ; y esa ven
ganza la hace Ud. trascendental á las familias de todos
ellos, y á sus amigos, y á todos los del partido Vivanquis-
ta. Desde que entre ellos hay hombres útiles y honrados,
aproveche Ud. de ellos, y colóquelos segun sus aptitudes,
y deje Ud. á los aventureros y de mala condicion que bus
quen el pan como puedan. Si alguno de los que Ud. ocupe
falta gravemente u sus compromisos ó á sus deberes, entre
guelo Ud. á toda la severidad de la ley."
''Una de las causas de nuestras revoluciones, aparte de
las ambiciones individuales y del mal comportamiento de
los mandatarios con los pueblos, es precisamente la perse
cucion tenaz á los vencidos. El matar, el desterrar, el
oprimir no son los medios de impedir las revoluciones
Santa Cruz fusiló á Salaverry y á sus buenos Jefes compa
ñeros, juzgando que con ese golpe de terror consolidaria su
usurpacion del Perú. Desterró á multitud de Jefes y ofi
— 288 —
ciales á las montañas insalubres de Mojos y Chiquitos, de
donde unos fugaron para el Brasil, otros para Buenos Ay-
res, y los que no pudieron ni evadir, ni soportar su situa
cion, se entregaron á la bebida. Los desterrados á Chile
fueron sus mayores enemigos. Apelo á la conciencia de
Ud. mismo y á la de sus compañeros de infortunio.",
"Ud. nada tiene de cobarde ; y con la confinacion de
tantos Jefes y oficiales daria Ud. motivo para que se juz
gase que el temor de ellos obligaba á Ud. á guarecerse de
su venganza. Se habla Ud. próximo á ser el Jefe de la
Eepública. Haga Ud. que su primer escalon sea un acto
de generosidad."
Castilla oyó en silencio cuanto se le dijo ; y en contesta
ción se limitó á decir :—yo solo no puedo resolver sobre el
particular. Me ha dejado Ud. inpresionado. He sufrido
mucho, y sé compadecerme de los desgraciados. Hablaré
con San Eoman y con Iguain.—Valdivia al retirarse le di
jo :—ambos hemos sufrido fuertes persecuciones, y tam
bien las ha sufrido San Eoman. Algo temo del carácter
duro de Iguain, pero confio en que Dios va á iluminar á
ustedes.
Castilla al dia siguiente hizo llamar al Dr. Valdivia, y le
dijo :—de comun acuerdo se ha revocado la orden de confi
nacion, y he mandado que el primero que sea puesto en sol
tura sea su recomendado Gomez.
El Dr. Valdivia le agradeció mucho el servicio que habia
hecho á tantos desgraciados, y añadió :—en la noche he
recibido una carta del tacneño Dr. Osorio, y espero que Ud.
haga extensiva á él la soltura que ñ los demas. Castilla un
poco molesto contestó :—sepa Ud. que cuando el General
Brauns me hizo perseguir en mi fuga de Tacna, Osorio,
como secretario, redactó y firmó sentencia de muerte con
tra mi.—Valdivia le repuso :—lo ignoraba ; pero esa es la
mejor razon que, ahora que lo sé, alego para que Ud. acce
da á mi pedido. Ojalá tuviera Ud. muchos lances como
este, para que yo pudiera verlo con toda la grandeza deco
— 289 —
razon que le deseo. Dé Ud. gracias á Dios que le propor
ciona este lance tan feliz. En este momento me pone Ud.
el salvo-conducto para Osorio.
Castilla se acercó á la mesa y puso una carta dirijida al
Dr. Valdivia, cuyo tenor es el siguiente :
"Mi querido Dr.—Puede Ud. hacer llegar á noticia de
los que se hallan ocultos ó prófugos, por haber pertenecido
á la causa de Vivanco, que pueden ocuparse libremente en
sus negocios, que no sufrirán reconvencion ni molestia de
parte de la autoridad.—Su amigo.—Castilla."
El Dr. Valdivia recojió la esquela, le dió las gracias, y le
dijo:—En virtud de esta autorizacion, voy á traer esta no
che al Dr. D. José Gregorio Paz Soldan, y espero que la
recibirá Ud. bien.
Castilla contestó :—no se moleste Ud. en venir con
él. Puede venir despues de las siete de la noche. No hay
necesidad de que aparezca con padrino.—Valdivia compro
metió á Paz Soldan para que hiciera esa visita sin descon
fianza. Castilla recibió bien á Paz Soldan, pero no asi
á Iguain.
Castilla marchó con su ejercito por tierra hasta Lima.
Fué despues elegido Presidente de la Eepública. Empleó
sin distincion de partido á los que á su juicio tenian apti
tudes. Nombró Ministro al mismo Dr. Pardo, que fué de
los mas adictos á Vivanco ; y en los seis años de su mando
reinó la paz, se rehizo el Perú en todos sus ramos, protejió.
la ilustracion como ningun otro mandatario, y principió á
conocerse lo que era la riqueza del Perú, cuando sus hijos
se entregan en tranquilidad y con entera confianza á sus.
especulaciones.

87
CAPITULO XIII.
PRESIDENCIA DE LA REPUBLICA DEL GENERAL D. JOSE RtTINO
ECHENIQUE.
El General D. Roman Castilla, al concluir el periodo de su
mando, convocó para elecciones de Presidente de la Eepúbli
ca. Los principales candidatos fueron los Generales José Eu
fino Echenique y Manuel Ignacio Vivanco. En Lima fué
muy disputada la eleccion por ambos partidos. El de Eche
nique se presentó armado, y ganó la eleccion despues de
algunos ataques parciales. En Arequipa fué uniforme en
favor del General Vivanco, ú escepcion de dos votos en fa
vor de Echenique.
El General Echenique repartió en la Eepública mucha
plata, y llegó á obtener la mayoria de los votos ; y el Con
greso lo proclamó Presidente de la Eepública en Abril de
1851. El General Castilla le entregó el mando, y se retiró
al pueblo de Chorrillos.
Como en Arequipa fueron derrotados los echeniquistas
en las elecciones, festejaron tumultuosamente la Presiden
cia de Echenique; y el Coronel Lopez, que vivia en la ala
meda, colocó una bandera sobre su casa el 21 de Abril de
1851. Los paisanos vivanquistas principiaron á gritar :
"abajo esa bandera;" y le tiraban pidras. Corrió la noti
cia de la colocacion de esa bandera, y se agolpó una mul
titud de hombres, ocupando el puente y la cuadra anterior
de la Cruz Verde.
— 291 —
Luego que el Prefecto, General Alejandro Deustua, tuvo
noticia de lo que sucedia, mandó al Coronel Arróspide, con
parte de caballeria, para que fuese á averiguar la verdad, y
con prudencia hiciese retirar á los paisanos.
Arróspide atravezó por entre la multitud de paisanos,
exigiéndoles que se retiraran. Llegó al otro lado del puen
te, y viendo á un paisano parado en la puerta de su casa
le preguntó que motivo habia para esa novedad : el paisa
no le contestó : Sr. Coronel, si Ud. no hace bajar esa ban
dera que ha colocado el Coronel Lopez, puede haber algu
na novedad, por que el pueblo ha recibido como un grave
insulto esa colocacion. El Coronel Arróspide, molesto le
dijo : ¿ quien es Ud, atrevido, que viene á prescrivirme lo
que debo hacer ? Y le metió el caballo, levantándo la espa
da para darle un golpe. El paisano, huyó el cuerpo, y
se metió dentro de su tienda.
En vista de este hecho se oyó un grito general "abajo la
bandera, y atras el sordo Arróspide."
Destua bajó con un piquete de caballeria, dejando el res
to en la esquina de la plaza, y se metió por entre la multi
tud, diciendo afablemente :— retirénse UU. que se les con
cederá lo que quieren. La contestacion á una voz fué :—
que se baje esa bandera y nos retiraremos.—Deustua en
voz muy alta les dijo :—retirense UU. y haré bajar la ban
dera.—Y el pueblo gritó :—si primero no la bajan no nos
retiraremos.
Mientras Deustua estaba en este altercado, un paisano
quiso entrar al portal fronterizo á la Catedral, y como los
soldados de caballeria embarazaban el tránsito, el paisano
dió un bofeton al hocico del caballo que embarazaba el pa
saje, y el soldado le atravezó el costado con la lanza. En
el momento corrió la voz "los soldados están lanceando h
los paisanos : armarse!
Llegó la noticia á la Cruz Verde, y en el instante lanza
ron una lluvia de piedras cor.tra la bandera, y de una pe
— 292 —
drada tambien lo votaron la gorra á Dcustua, oyéndose un
grito terrible :—á armarse.
El pueblo principió á dispersarse con una rapidez increi
ble. Deustua, á quien un paisano le alcanzó la gorra que
le votaron, regresó ; y como estuviese en su ventana la
madre de los Masias, sabiendo Deustua que Diego y sus
tres hermanos tenian gran partido en el pueblo, dijo á la
Señora:—Haya Ud., mi Señora, que sus hijos tomen par
te en contener este desorden.—La Señora le contestó :—el
desorden ha provenido del imprudente que ha colocado la
bandera, para insultar con ella al pueblo, y de Ud. que no
ha hecho bajarla inmediatamente, apesar de que el pueblo
se lo ha pedido con repeticion, y de sus soldados que están
lanceando á paisanos indefensos.
El Prefecto Deustua se retiró á la Prefectura, y mandó
traer la division que se hallaba en Socabaya, á las órdenes
del Coronel Suarez y del Coronel Manuel Diez Canseco ;
pero no le mandaron sino un escuadron de caballeria, á las
órdenes del Comandante Somocurcio, y unas compañias de
infanteria.
La policia y la tropa que vino componian algo mas de
seiscientos hombres. Se colocó la tropa en la Prefectura,
en la casa siguiente, que era cuartel de policia, y en la
maestranza, forzándose las tres guardias.
Los paisanos, como hemos dicho, desaparecieron, pero
varios de ellos desde las doce del dia se iban agrupando,
desarmados, al frente de la prefectura y policia. Deustua
les mandaba con repeticion recados para que se retirasen.
Los paisanos se quedaban como estatuas, y se iban aumen
tando en número.
Como á las cuatro de la tarde supo Deustua que los pai-
nos que se reunian en San Lázaro estaban formando una
rinchera, y mandó un piquete de infantes á la torre y bó
veda de San Francisco.
Como á las cinco de la [tarde mandó Diego Masias cua-
— 293 —
renta hombres bien armados á San Lázaro, al mando de
Martin Valdivia ; quedándose Masias en su casa con otros
tantos.
Cu ando Martin Valdivia llegó á San Lázaro, encontró la
trinchera hecha, ocupada por paisanos armados, á las ór
denes del Mayor Fermin La Fuente. Sabiendo que la po
licia ocupaba los altos de su cuartel, y parte de ella los de
San Francisco, salió La Fuente de la trinchera con una
partida de paisanos hacia la plazuela de San Francisco,
cuando á la vez habia mandado Deustua un piquete de in
fantes para que inspeccionasen lo que habia en San Láza
ro. Esas dos partidas principiaron el ataque.
A la detonacion de los primeros tiros, los paisanos que
se conservaban al frente de la prefectura y policía corrie
ron para la plaza mayor tiroteados por los que estaban en
los altos de San Francisco.
La guardia de la cárcel habia subido á los altos, despues
de atrancar la puerta. Algunos paisanos se habian colo
cado detras de las columnas del portal de San Agustin, y
les hacian fuego. Como á las seis de la tarde estaba algo
empeñado el ataque contra los soldados de los altos de San
Francisco y de la policia. Tambien se oian algunos tiros
contra los que el Coronel Lopez habia colocado sobre su
casa, sosteniendo la bandera.
Llegada la noche paró el fuego, y Deustua reunió la
faerza dentro del portal de San Agustin. A las cuatro de
la mañana principiaron los tiros. Los paisanos se habian
ocupado en la noche fundiendo balas, haciendo cartuchos
y reuniendo fusiles y escopetas.
Al amanecer Deustua habia tomado la casa de la Señora
Lopez, esquina opuesta diagonalmente á la de los Masias ;
y de los altos de esa casa y de las dos calles laterales del
pié atacó la fuerza de Diego Masias. Esta se defendió vi
gorosamente, hasta que le faltaron las municiones ; y so
dispersó por los altos de las casas vecinas.
— 294 —
El audaz Diego Masias abrió la puerta de la calle y sa
lió, con animo, sin duda, de ir por la calle de Eumi-rumi á
incorporarse con la fuerza de San Lázaro, pero un sargen
to de caballería se lanzo en su persecucion ; y de la Cruz
Verde dobló Masias sobre su izquierda, y viendo entre
abierto el postigo de la puerta de la casa del Dr. Dávila, se
metió adentro, y cerró el postigo, cayendo el lanzaso sobre
la puerta.
Aparecieron por la cuadra arriba de Mercaderes algunos
paisanos capitaneados por el bachiller Pedro Gárate, otros
por la cuadra de la Merced, unidos al sordo Chañarse, y
Martin Valdivia, ya solo, ya acompañano, haciendo fuego
por diferentes partes.
Deustua [puso tropa en los altos de la Catedral. Como
á la una del dia pasaron los del Coronel Lopez de la Ala
meda, y se unieron con la tropa de Deustua en la plaza
mayor. Mucho rato se ocuparon en vivas al Presidente
Echenique, contando ya con haber escarmentado al pueblo
como decían.
Un escuadron que recorria algunas calles, pasaba por la
cuadra de Eumi-rumi. Algunos paisanos que se habian
reunido en casa de Medina de esa cuadra, habian hecho un
paredon de sillares y lo empujaron sobre el escuadron. Va
rios soldados y caballos fueron maltratados. El escuadron
corrió á unirse á la plaza mayor.
Se dió aviso á Deustua que se estaban reuniendo algunos
paisanos en la esquina de Jerusalen, y mandó al escuadron,
pero los paisanos habian bajado las cadenas, que cruzadas
en las calles contenian los faroles, y las ataron á las rejas
de las ventanas de ambos lados. Cuando el escuadrón
emprendio á galope, se encontraron con las cadenas, y su
frieron impunemente los tiros de los paisanos ; y tuvo que
replegarse á galope á la cuadra lateral. Cuando el escua
dron retrocedió tomando la calle que hacia ángulo recto con
1 a anterior, las sirvientas y muchachos de una casa les
— 295 —
echaron una andanada de piedras de sobre una boveda, de
las que habian desempedrado de la calle.
El escuadron recibió orden de replegarse á la plaza ma
yor ; y conociendo Deustua que la única fuerza reunida del
pueblo era la de San Lázaro, dividió la suya, mandando
parte de ella para que fuese por el callejon de la tercera or
den de San Francisco, y él con la mayor parte marchó de
frente desde la plaza para Santa Catalina.
La fuerza que mandó por la tercera orden llegó primero,
y rompió sus fuegos audazmente. Los paisanos sostenian
la trinchera con serenidad y valor, y habian colocado sobre
las casas laterales vecinas paisanos ocultos, para que obra
sen cuando se les diese la señal.
Deustua llegó al pié de la torre de Santa Catalina, y de
all imandó á un Jefe que continuase la marcha, y atacase de
frente apoyando á los que fueron por la tercera orden. La
infanteria pasó adelante, y la caballeria quedó en la cuadra
que hacia ángulo recto con la calle de Santa 'Catalina.
Fermin La Fuente sostuvo vigorosamente el ataque. A
su tiempo hizo la señal á los que estaban ocultos sobre las
casas laterales, y los soldados no solo fueron atacados de
frente, sino tambien con los fuegos laterales, y algunos aun
por retaguardia.
La infanteria de Deustua sufrió muchas bajas, y tuvo
que ponerse en retirada desordenadamente. Deustua, que
estaba defendido por la torre, se escapó por la calle de las
Barras, hasta la esquina de la casa del General Quiroz,
reunió la fuerza en la calle de la prefectura, y regresó á la.
plaza mayor.
Los paisanos fueron bajando de San Lázaro, á situarse
abajo de la Compañia, en la Merced y en San Camilo, para
impedir á Deustua su retirada á Socabaya. Mientras que
Deustua descanzó en la plaza mayor, é hizo recojer á sus
heridos, los paisanos formaron trincheras en la esquina
arriba de los Ejercicios, en la esquina del Pilon de la Mer
ced y en la esquina de D. Jorje Yelarde.
— 296 —
Cuando Deustua estaba en la plaza lo tiroteaba Martin
Valdivia desdo la esquina del teatro, y Pedro Gárate por
otro lado.
Entonces largó Deustua contra Valdivia tres soldados y
un sargento de los de mas confianza, para que lo matasen .
Los soldados partieron á media carrera. Martin Valdivia
corrió, calle abajo, y á la media cuadra se le cayó el som
brero de paja que tenia, y el sargento que llevaba la delan
tera de sus compañeros se detuvo para levantar el sombrero
con la lanza. Entretanto Martin Valdivia llegó al postigo
de la puerta de San Juan de Dios, entró por él y se cerró.
Deustua mandó tropa contra la trinchera de la esquirla
de los ejercicios, hecha con sillares y con las cargas de al
falfa que Deustua habia pedido para su caballada. El per
sonalmente con una partida se propuso desalojar á los de
la esquina de Velarde. Mandó infanteria suficiente, con
órden de que marchase hasta la trinchera ; y se metió él á
retaguardia cOn un piquete de infanteria y caballeria.
Deustua estaba montado en el magnifico caballo del Dr.
Campos. Le mataron el caballo ; y él quedó con una pier
na debajo del caballo. La infanteria fué dispersada : dos
soldados de caballeria se desmontaron, y á grande esfuerzo
lo pudieron sacar, dejando el botin debajo del caballo. Cor
rió, y volteando la esquina pudo montar, de la patilla de la
ventana de Doña Juana Valdivia, en el caballo que le dió
un sargento. Llegó á la calle de la Compañia, y encontró
en la puerta de la casa que fué antes prefectura al Coronel
Eivarola, hermano natural del General San Eoman ; y éste
le proporcionó botines y pistolas.
Como los paisanos ocurrieron á la defensa de la trinche
ra de la esquina de Velarde, dejaron desamparada la de la
esquina del pilon de la Merced, y por alli pudo fugar Deus
tua con sus restos apresuradamente, y tomó el camino de
la acequia de San Gerónimo. Los paisanos se metieron á
las chacras, y de [los maizales lo persiguieron á balazos
hasta cerca del panteon.
— 297 —
Los paisanos esperaban que la division de Socabaya vi
niese sobre la Ciudad, y formaron trincheras en todas las
avenidas, ayudados aun por las mugeres y los muchachos.
Fundieron balas ; hicieron cartuchos, recojieron armamen
to, y formaron parapetos sobre algunos altos. De los pue
blos mandaron fusiles, carabinas, escopetas y municiones,
y vinieron muchos paisanos á incorporarse.
Cuando Deustua se retiró, muchos paisanos ocurrieron á
la cárcel, donde Deustua habia puesto presos á algunos de
los que tomó : encontraron los cadáveres de los soldados de
la guardia y el armamento de ella.
*Los presos salieron á la plaza y se juntaron al rededor
de la tasa de la pila á tomar agua ; y allí rompieron los
grillos á tres ó cuatro de ellos, y se dispersaron todos.
A las cinco y media de la tarde subió de la calle del Res
balon, donde habian hecho tambien una trinchera, un pai
sano corpulento, como de cincuenta años, con un fusil, y
cojeando.
Llegó á la esquina de la tienda de mercancia de las
Arróspides, que tenia dos puertas, una para el lado del Co
legio de San Agustin, y otra para el otro lado. Alli se en
contró con tres paisanos desarmados, conversaron un rato,
y los paisanos se acercaron al gran arco del cementerio de
la Catedral, que tenia en lugar de puerta un paredon de si
llares sobrepuestos. Cada uno de ellos se echó un sillar
al hombro, y los descargaron con fuerza contra la puerta de
la tienda, que daba á la calle de la puerta del Colegio : los
volvian á levantar, y los arrojaban de nuevo. Pero á poco
se oyeron tiros sobre la puerta del otro lado, la deschapa
ron, y por dentro abrieron la otra puerta.
A poco rato principiaron 4 arrojar á la calle los géneros
de la tienda, y aparecieron unas cuantas mugeres que esco-
jieron lo que les parecia bien ; y se fueron. Antes de las
oraciones pasaron algunos hombres, calle abajo de San
Agustin, con baules al hombro, y uno encapado, con un
bulto debajo, que marchaba á penas. En la noche se sintió
38
— 298
como hasta las ocho, que unos pocos haciau sus viajes. La
noche fué muy oscura.
Como á las tres de la mañana el Dr. Valdivia, Eector del
Colegio, oyó un tiroteo, que le pareció ser contra la casa de
D. José Maria Benavidez, situada al costado de la iglesia
de San Agustin : subió á los altos, y el viento de la sierra
era tan fuerte, que se veian tiros sin poderse calcular en que
direccion eran. Algunos le pareció que eran en la plaza; y
como estimaba u su benefactora Doña Getrudis Garzon,
temiendo fuese atacada su tienda de comercio del portal de
San Agustin, salió á la calle, y encontró que la tienda de
las Arróspides ardia de tal modo, que salian las llamas con
gran violencia, y el suelo se veia como una hoguera. Pasó
al portal de San Agustin, hasta la tienda dela Señora Gar
zon, y no encontró á persona alguna. Le pareció oir algu
nos tiros, por la calle del Seminario ó de Mercaderes; y
efectivamente habian saqueado la tienda de un chileno, y la
del sastre Antonio Morales.
Al dia siguiente, 23 de Abril, fué el Doctor Valdivia á
su casa para saber el estado de su familia ; y encontró
que se habian refugiado en ella la Señora Doña Maria
Benavidez y algunas otras personas, parientes de Eche-
nique.
Como en su habitación del Colegio le habian confiado al
Dr. Valdivia, la Señora Garzon y el comerciante Zuazua,
algunos depósitos, regresó luego de su casa, y encontró al
rededor de la taza de la pila del colegio un grupo de pai
sanos, entre los cuales se hallaba Diego Masias, el Doctor
Genaro Talavera y otros caudillos. Se acercaron al Dr.
Valdivia muy entusiasmados con su victoria, y le pidieron
consejo sobre lo que les convendria hacer. Despues de
una conferencia detenida, les aconsejó que no llevaran ade
lante la resistencia, y que mandaran personas caracteriza
das para que hicieran venir al Prefecto Deustua, y acorda
ran con él las garantias necesarias para el pueblo : acce
dieron á ese consejo, y comisionaron al Presbitero Chile
— 299 —
no Taforó ; el que se prestó á ir con otras personas, y re
gresó con el Prefecto Deustua, que fué bien recibido por el
pueblo.
Los caudillos acordaron con Deustua que él mandase
por su parte una persona á Lima, y que ellos por la suya
designarian otra. Deustua mandó á D. José Eivero, y los
caudillos al Dr. Juan Gualberto Valdivia.
Los enviados llegaron á Lima y pasaron á la casa de
Gobierno, donde fueron recibidos por el Ministro General
D. Juan Crisóstomo Torneo. Este conversó algunos mi
nutos en voz baja con D. José Eivero, y poco despues un
ayudante se acercó al Dr. Valdivia, y le dijo : —Ud vénga
se conmigo.—Valdivia salió con el ayudante al primer pa
tio de palacio y alli lo hicieron montar en un coche, en el
que ya habia estado el intendente de policia Mayor Boza.
Partió el coche, y Valdivia fué entregado en el convento de
Eecoletos descalzos al Guardian y á un Coronel que no se
separaba de la celda en que lo colocaron.
Al dia siguiente el Señor Arzobispo, Dr. Francisco Ja
vier de Luna Pizarro, mandó un familiar para que dijese
al Dr. Valdivia, que habia tenido el pesar de saber que se
hallaba preso, y que le dijese lo que podia necesitar en tal
estado. El Doctor Valdivia, agradeciéndole su ofrecimien
to, le pidió únicamente el poder celebrar ; y el Señor Arzo
bispo le mandó licencia para todo.
Como el Dr. Valdivia fué conducido sin equipaje, ni re
curso alguno, su discipulo y amigo, el Dr/D. Toribio Ure-
ta, le proporcionó toda especie de recursos, y viajaba dia
riamente á pié (porque en esa época no habia coches para
el público,) para saber lo que podia nesesitar su maestro.
El ex-presidente General Castilla hizo llamar al Minis
tro Gama, y lo comprometió para que obtuviera la libertad
del Dr. Valdivia. Por ese empeño se le puso en soltura á
los seis dias.
El Dr. Valdivia, despues que el General Castilla lo obli
gó á estar con él en Chorrillos algunos dias, pasó ú vivir
— 300 —
juntamente con el Dr. Ureta, Diputado al Congreso. Don
José Eivero regresó de Prefecto á Arequipa ; y por parte
del Gobierno se negó el pasaporte al Dr. Valdivia para su
regreso.
Pasados pocos dias llegaron á Lima muchos presos de
Arequipa, entre ellos, el Dr. D. José María Perez, el Mayor
D. José Anselmo Abril, el Dr. D. Genaro Talayera y otras
personas caracterizadas. A ocho de los presos se les permi
tió alojarse en un hotel, y á los demas, que pasaban de
cuarenta, los llevaron al cuartel de Barbones, donde los hi
cieron trabajar diariamente como á peones de jornal.
El General Vivanco mandó á los presos de Barbones pon
chos serranos de abrigo ; y el Dr. Ureta les mandó plata
para todos, despues de haber alojado en su casa á cuatro de
los notables que quedaron en un hotel. El Dr. D. Pedro
Paz Soldan proporcionó para estos cuatro una parte de los
muebles que necesitaban.
Diariamente mandaba el Dr. Ureta á los presos, con el
Dr. D. Mariano Delgado, viveres y cigarros, fuera de auxi
liarles con zapatos y camisas.
El Presidente Echenique, por varios empeños que se le
hicieron, y por los informes que recibió del trato ruin que
se daba á los presos, fué personalmente al cuartel de Barbo
nes, y los puso en libertad, despues de cuarenta dias de
prision.
Los presos arequipeños dieron las gracias al Presidente:
salieron juntos en formacion, y se fueron al rio : se baña
ron, lavaron su ropa, hicieron una seca, pescaron como dos
canastas de camarones, y se fueron donde una chichera
arequipeña del otro lado del puente : comieron alli, y baja
ron juntos á la huerta de la Vireina, donde se hallaba Vi
vanco, desde que salió de la prision del castillo de Santa
Catalina. Vivanco los recibió afectuosamente, y pasaron
alli el resto del dia hasta la noche.
Como el Presidente les concedió que pudieran regresar á
Arequipa cuando quisieran, se detuvieron algun tiempo en
— 301 —
Lima para solazarse ; y como los vivanquistas tomaron por
insignia un pedazo de cinta roja, ó botones rojos en el cha
leco, todos ellos compraron botones de ese color, y en gru
pos se paseaban las calles y hoteles con esa insignia.
El Congreso, desgraciada y vergonzosamente adicto a^
Presidente Echenique, como ha sucedido otras veces para
descrédito de ese cuerpo, dió la ley llamada "de represion,"
por la cual se concedia al Gobierno el poder sacar de su do
micilio á cualquier peruano de quien tuviese recelo, y con
finarlo al punto de la Eepública que tuviese á bien, sin pré-
vio juicio. Esta ley, de suyo tan inicua, pero propia de un
Congreso sin dignidad, constituyó al Gobierno legalmente
en clase de tirano ; aunque es verdad que el General Eche-
nique la aplicó en muy pocos casos.
La prensa quedó aterrada y en silencio, y solo escribia el
Dr. Toribio Pacheco Eivero, adicto al tirano legal, en un
periódico semi-oficial, audaz é insolente, que impunemente
atacaba á los individuos, con la seguridad de que nadie le
habia de contestar.
El Gobierno con algunas providencias ¿lió lugar h que se
diese por ofendido D. Domingo Elias, que habia obtenido
el carguio del huano en las Islas de Chincha.
Elias, entre las piezas que publicó en contra del Gobier
no de Echenique, atacó su administracion por el reconoci
miento de documentos indebidos de la consolidacion, ase
gurando que en las islas no habia ya huano suficiente ni
para cubrir las deudas legitimas del Estado, y mucho me
nos para la enorme deuda fraudulenta reconocida por
Echenique.
El General Echenique, para vindicarse, mandó á las Is
las á reconocer y medir el huano existente á D. José Cas-
tañon, á D. Fermin Asencios, á D. Francisco Cañas, á los
quimicos D. José Evoli y D, Antonio Eaymondi, al inge
niero D. Munuel C. San Martin y al Ministro Dr. D. Nico
las de Piérola.
— 302 —
El Ministro Piérola dió su informe en 10 de Octubre de
1853 y los comisionados peritos en 30 de Noviembre del
mismo año, acompañando detallamente sus operaciones y
tres planos topográficos de las islas y de los sitios del Ima
no.— Trabajo ciertamente muy honroso á los comisio
nados.
De esa operacion resultó que en la isla del Norte de las
Chinchas habia cuatro millones ciento ochenta y nueve mil
cuatrocientas setenta y siete toneladas de Imano, y en las
del medio y Sur ocho millones, ciento oehenta y seis mil,
seiscientas veintitres toneladas ; componiendo ambas can
tidades doce millones, trescientas setenta y seis mil, cien
toneladas, que calculadas á solo treinta pesos tonelada
(cuando se ha vendido tonelada á cuarenta y cinco pesos)
importaban mas de trescientos sesenta millones.
El público y los acreedores extranjeros quedaron satisfe
chos, y continuaron sus negociaciones con el Gobierno.
Echenique continuó con el reconocimiento de documen
tos indebidos de consolidacion, acreciendo la deuda, y emi
tiendo vales que alarmaron á la Eepública.
D. Domingo Elias público muchos hechos graves de la
Administracion Echenique, probando el derroche de la
Hacienda pública, por el reconocimiento de documentos
falsificados y de otros indebidos, cuya publicacion desper
tó en la Eepública contra el Gobierno una indignación ge
neral.
Echenique trató de prender á Elias ; y este se ocultó.
El Gobierno, queriendo uniformar la opinion, se indis
puso con Bolivia; temiéndose una guerra próxima. Los
datos eran tales, que hasta los hombres considerados como
politicos la juzgaron inevitable ; pero habia sido todo apa
rente, pues á pesar de lo que se escribia en el periódico se-
mi-oficial, escribió una carta el Ministro Juan Crisóstomo
Torneo á un amigo suyo, burlándose de que hubiese crei
do que se tratrase de hacer tal guerra á Bolivia.
— 803 —
Como la nacion se alarmó tanto con los documentos pu
blicados por Elias, despues de la caida de Echenique man
dó un sucesor, General Castilla, reconocer los documentos
de la deuda que se decia frauduleuta en 1855, por la comi
sion fiscal, compuesta de los Señores Manuel Ferreyros,
José Fabio Melgar, Tomas Vivero y Toribio Sanz.
Se pasaron á esa comision los documentos de consolida
cion, reconocidos por el Presidente Echenique, resultando
tachados como indebidamente reconocidos, ciento cuaren
ta expediente ; y por cantidad de deuda fraudulenta, reco
nocida, doce millones ciento ochenta mil, ciento setenta y
dos pesos cinco reales.
La Convencion reunida en 1855 nombró una comision
para examinar esa deuda ; y del informe que expidió en
Julio de 1856, resultó como deuda fraudulenta, por la cual
expidió vales Echenique, doce millones ciento ochenta y
dos pesos : y como Echenique reconoció tambien algunos
documentos legitimos, el total de ambas deudas, legitima
y fraudulenta reconocidas, pasaba de diez y nueve millo
nes de pesos.
Elias, cuando estaba oculto, perseguido por Echenique,
deseaba tener una entrevista con el General Castilla, que
se retiró á Huacho á explotar una mina ; y habiendo veni
do á Lima á fines de Diciembre, por ver á su familia, lo
hizo citar Elias para una conferencia en casa del Señor
Espantoso.
En la conferencia ofreció Elias al General Castilla su
partido y los recursos de guera que tenia preparados para
la revolucion, exigiéndole se proclamará Jefe Supremo de
la Eepública. El General Castilla se negó absolutamente,
diciéndole : —supuesto que Ud. cuenta con los recursos ne
cesarios y con amigos de mucha confianza para la revolu
cion, emprenda Ud ; y si no quiere denominarse Jefe Su
premo, forme Ud, una junta de Gobierno de tres sujetos
honorables, siendo Ud. uno de ellos. La conferencia que
dó terminada con esa contestacion.
— 304 —
Elias de antemano habia estado de acuerdo con el Gene
ral D. Trinidad Moran, residente en Arequipa, para que él
fuera Jéfe del Ejército revolucionario. Pero cuando Mo
ran hizo viaje á Lima para acordar con Elias lo relativo á
la revolucion, Echenique lo ganó, ofreciéndole hacerle reco
nocer sus grados de General de brigada y de division con
el Congreso, de cuyos grados estaba dado de baja por ha
ber servido á Santa Cruz. De hecho Moran fué reconoci
do por el Congreso, de General de division ; y quedó com
prometido al servicio de Echenique.
Elias, que nada esperaba ya de Moran ni de Castilla,
salió oculto de Lima, para lca ; y se pronunció contra el
Gobierno de Echenique. Como lca está próximo á Lima,
Echenique, mandó fuerzas por mar y tierra, y la tropa de
Elias fué completamente derrotada en Saraja.
El General Castilla temió ser preso por Echenique, y es
cribió á sus amigos de varios puntos de la Eepública, es
pecialmente á los de Arequipa, á quienes escribió diez y
seis cartas de su letra, de las cuales una era para su cufia
do Coronel Don Pedro Diez Cansetío, otras eran para Don
Diego líaioLu y sus Iiuí hermanos, para el Coronel Alvi-
zuri, para el Comandante Bonifaz y otros Jefes.
En Arequipa hicieron la revolucion contra el Prefecto
José Eivero y la fuerza de policia, los señores Diego Ma
sias y sus tres hermanos, Eernando Alvizuri, Domingo
Gamio y algunos artesanos. Despues de medio dia ataca
ron francamente al Prefecto y u la policia ; y Rivero con
los restos fugó para Puquina.
El cuñado de Castilla, D. Pedro Canseco, que se halla
ba en Tiabaya, fugó con el Comandante Bonifaz y otros
para irse á reunir al Prefecto Eivero ; y Alvizuri, que se
hizo Prefecto, los hizo prender en Characato, y los trajeron
á la Ciudad. Diego Masias y Domingo Gamio se invistie
ron de grados de Coroneles, y dieron varios grados á sus
compañeros de revolucion ; pero Gamio y Masias princi
piaron á formar la base para dos batallones. La gran di
— 305 —
¿cultad estaba en proporcionarse armamento, y -dinero pa
ra los gastos que exijia la formacion rápida de fuerza com
petente para la defensa.
El General Pezet estaba en Puno con una buena divi
sion, y mandó al Coronel Buendia para que los revolucio
narios de Arequipa volvieran al orden, ofreciéndoles garan
tías. Llegó Buendia, y con su talento y buenas maneras
trató de convencer á los caudillos. El que aconsejaba á
estos era el Dr. Manuel Francisco Benavides, pariente de
los Masias, jóven de valor, de talento y de resolucion cons
tante.
Alvizuri era aconsejado por su primo el Doctor Pedro
José Bustamante, honrado y de paz. Este habia aconse
jado al Prefecto Alvizuri aceptase las garantias ofrecidas
por Buendia á nombre de Pezet. Diego Masias y su
primo Benavide3 eran opuestos á la aceptacion ; y convi
nieron en ocurrir á lo que dijese el Dr. D. Andres Martí
nez. Citado el Dr. Bustamante, expusieron á Martinez el
estado de la situacion. Martinez oyó á todos, y se decidió
porque no aceptasen las propuestas hechas por Buendia ;
y como la sesion fué muy acalorada entre Bustamaute y
Martinez : dijo éste ti Bustamante : detengo á Ud. en casa
para que se refresque. —Y lo detuvo de hecho, á pesar su
yo ; pero los Masias y Francisco Benavidez y la mayoria
agregaron á su opinion el peso de la de Martínez.
Poco despues de tal conferencia llegó la noticia de que
Moran, al servicio de Echenique, habia llegado con tropa
á Islay, para sofocar la revolucion ó para resguardar el
puerto hasta que Pezet bajase de Puno con su division a
sofocarla. Tal noticia inclinó á la mayoria de los caudi
llos á la aceptacion de la3 proposiciones de Buendia, a ex
cepcion de Diego Masias y el Dr. Benavides que erar»
opuestos. Los caudillos que estaban por la aceptacion, es
pecialmente el Prefecto Alvizuri, estaban ya acordando la
forma de la Acta, en cuya circunstancia, entrada ya la
noche, llegó el jóven Doctor José Domingo Eosel, que per
39
— 306 —
ienecia á la revolucion, y les ayudaba en cuanto ocurria.
Se impuso de que se trataba de formular el acta ; y como
tenia amistad de confianza con el Prefecto Alvizuri, lo lla
mó en reserva para darle razones de lo mal que harian en
formular acta de aceptacion, sin que entrasen todos los
comprometidos, especialmente los Masias y Benavidez,
que tenian fuerza y amigos, y que podrian hacer resisten
cia armada, y todo era perdido. Que se diesen alguna es
pera, para saber lo que habia de verdad con respecto á la
fuerza de Moran, que seria poca, y no se atreveria á venir
contra Arequipa, á cuyo pueblo conocia él mejor que a otros.
Alvizuri, con la fuerza de razones de Eosel, se limitó á
contestarle : —si un amigo nuestro me ha dicho que aun
el maestro de Ud., el Sr. Dean Valdivia, es de parecer
que se acepten las proposiciones del Coronel Buendia. Eo
sel le repuso inmediatamente : —Imposible. Conozco á
mi maestro y se que hace mucho tiempo que no pertenece
á la politica. El que le ha dicho á Ud. tal cosa, lo ha en
gañado ; y para que Ud. se desengañe, ahora mismo va
Ud. conmigo donde mi maestro.—Alvizuri le contestó : —
dispenseme Ud., que no puede ir donde él, porque desde
los primeros dias le mandé un recado suplicatorio con un
amigo de respeto, diciéndole, que esperaba que en los ca
sos de necesidad se prestaria á darme sus consejos, y la
contestacion suya fué que él no podia pertenecer ya á revo
lucion alguna, y que ni lo viese, ni le consultase nada.—El
Dr. Eosel le dijo : el caso actual es decisivo para la situa
cion de Arequipa, y puesto que U. ha- hecho hincapié en
la opinion de mi maestro, quiero que U. se desengañe per
sonalmente, y vea que á Ud. lo han engañado.—Alvizuri
cedió ; y como á las ocho de la noche partió con Eosel para
la casa del Dr. Valdivia. Llegaron á la esquina abajo de la
Compañia: la noche era muy oscura; se paró Alvizurí, y
dijó á Eosel:—Ud. y yo conocemos á su maestro; eviteme
Ud. un desaire : vaya Ud. solo, que yo lo aguardo en la
puerta de los Huérfanos, frente á la maestranza.
— 307 —
El Dr. Eosel fué á la casa del Dean Valdivia, lo hallo
9 solo, y despues de saludarlo, le dijo ; —mi venida especial
tiene por objeto saber la verdad. Veniamos, yo y el Señor
Prefecto Alvizuri, pero el se ha detenido media cuadra le
jos de aqui, porque Ud. le habia mandado decir, que ni
personalmente, ni por escrito le consultase cosa alguna.
Le han asegurado al Prefecto que Ud. es de opinion que se
acepten las proposiciones que el Coronel Buendia ha hecho
á los caudillos de la revolucion, como comisionado por el
General Pezet.—El Dr. Valdivia le contestó : —puede Ud.
asegurar al señor Prefecto Alvizuri, que con nadie he ha
blado sobre el particular, y que estoy pronto á que se me
afronte, sea por quien fuere, si me ha oido una sola pala
bra; añadiéndole que hasta este momento en que Ud. me
ha hecho la relacion de lo que ocurre, no tenia noticia al
guna de tales acuerdos.
Eegresó Eosel : varió de dictámen Alvizuri, y se plegó á
la negativa de los Masias y del Dr. Benavides. Apresura -
* ron todos el armamento, y se propusieron defenderse á
cualquiera costa. Se construyeron trincheras ; y el pueblo
trabajó dia y noche, buscando fusiles, haciendo pólvora y
balas ; y no se daban un momento de descanso.
Entre tanto el General Castilla habia fugado de Lima,
se embarcó en un vaporcito pequeño, y saltó á tierra en la
caleta próxima al valle de Atico, en compañia del Mayor
Juan Corrales Melgar, del Italiano Tirabantti, y dos ó tres
mas. Todos ellos echaron sus monturas y pequeño equi
paje individual al hombro y marcharon á pié por esos are
nales, hasta la antigua posta de Atico. Castilla hizo reco-
jer todas las bestias necesarias para su marcha, pagándo
las bien ; y deteniéndose pocas horas en Ocoña para remu
dar bestias, llegó rápidamente al otro lado del rio de Ca-
maná, que se hallaba caudaloso.
En Camana estaba de Sub -prefecto al servicio de Eche-
nique el Coronel D. Manuel Manrique, y de Gobernador
el honrado y valiente D. Jacinto Pastor. Este en la no
— 308 —
che hacia pasar las balsas á la orilla del lado del pueblo :
y como Castilla llegó de noche, se encontró sin balsas.
Abajo del pueblo de Camaná habia una partida de tro
pa Echeniquista, á las órdenes del Comandante Zereceda.
El General Castilla hizo gran diligencia para hallar
quien pasase el rio a nado, y todos se negaban, porque la
noche era oscura, porque el rio estaba muy crecido, y por
que temian ser apresados al otro lado, segun las órdenes
que tenian dadas el Suprefecto y el Gobernador.
Castilla con una fuerte suma de oro persuadió á un va
deador para que pasase á nado. A este le puso dentro de
una oreja un pedasito de papel, en el cual escribió "Casti
lla" y su firma ; y le ordenó, sin decirle quien era, que lue
go que pasase al otro lado; dijese á los que cuidaban las
balsas, que habia llegado un propio del Presidente Echeni-
que, que pasasen las balsas, y que serian bien gratificados:
que si se negaban, buscase gresca con ellos para que pu
diesen llevarlo preso á donde el Gobernador, y que cuando
estuviese ante este, le entregase el papelito que le habia
puesto en la oreja.
Los que cuidaban las balsas se negaron á toda propues
ta, á pesar de que el vadeador los hacia responsables de la
demora del propio ; y los obligó á que lo llevasen á donde
el Gobernador, despues de haberlos provocado gravemente
con insultos. Lo llevaron efectivamente, y hallaron al Go
bernador acostado, pero despierto y con luz.
Pastor recibió el papelito, conoció la firma de Castilla, y
marchó al vado inmediatamente. Pasó el mismo con las
balsas, saludó á Castilla, lo pasó con sus compañeros y los
condujo a su casa. Impuesto Castilla de la partida que
existia en una chacra cuidando los caballos, mandó á sus
compañeros con un guía, los que sorprendieron al Jefe Ze
receda y á su partida.
Castilla ordenó á Pastor mandase llamar al Suprefecto
Manrique, diciéndole que ocurria un caso urgente del ser
vicio.
— 309 —
Vino el Suprefecto Manrique, y Castilla lo reprendio
fuertemente porque no se hubiese puesto á las órdenes de
su yerno el Prefecto de Arequipa, Coronel D. Fernando Al-
vizuri. Le dió sus órdenes, lo continuó en el destino, to
mó bestias, y se puso en marcha rápida para Arequipa.
Desde el valle de Vitor adelantó aviso al Prefecto Alvizu-
ri ; y salieron en su alcance muchas personas hasta Uchu-
mayo.
Llegó á Arequipa, y el mismo dia llegó tambien el Gene
ral Pezet, de Puno, con su division á Cangallo, cuatro le
guas antes de Arequipa.
El General Castilla comió en casa de los Masías, donde
conversó largamente con el Coronel Buendia, comisionado
por Pezet, y le ordenó se fuese a Cangallo, y diese á Pezej
la noticia de su llegada.
Al dia siguiente apareció Pezet al pié de la Apacheta, una
legua al Norte de Arequipa ; y Castilla colocó en las trin
cheras los ochocientos hombres de que constaban los dos
batallones de "Libres." Pezet no acometió á la Ciudad, y
se fué al alto de San Lúcas de Paucarpata.
Dias despues llegó el General D. Juan Crisóstomo Torn
eo, y tomó el mando de la division de Pezet.
El General Castilla dió orden para que los batallones sa
liesen al llano, cabecera de la chacra de Landazuri, para
ver el número, el armamento y el estado de disciplina. Hi
zo colocar un blanco para que tirasen. Se contaron los
ochocientos hombres de toda arma con rifles, fusiles y ca
rabinas, todos voluntarios, aunque sin disciplina necesaria.
El General Castilla conoció que toda la tropa era de are-
quipeños, valientes tiradores y entusiastas, y que para de
fenderse detras de trincheras eran suficientes, aun cuando
fuese mayor la division de Torrico. Calculó que las muni
ciones no eran suficientes, é hizo trabajar cartuchos y lan
zas, y componer el armamento. Solo habia un escuadron
lijero de paisanos.
— 310 —
Torrico despues de algunos dias hizo descender su ejérci
to al llano de Porongoche, continuacion de el de Miraflores.
ostentando todo el aparato de ataque.
El General Castilla mandó tocar generala, distribuyó la
infanteria en las trincheras, dejando una reserva con la ca
balleria en dos de las plazuelas. Dió orden para que nadie
saliese fuera de trincheras, se vistió de parada, y con sus
ayudantes y un anteojo subió á la torre de San Camilo á
observar la fuerza enemiga, y el movimiento que pudiera
hacer.
Castilla, en su transito para San Camilo, encontró dos
paisanos respetables, echeniquistas, que armados con esco
petas de dos cañones, seguidos de sus sirvientes tambien
armados, marchaban á gran paso á colocarse en las trin
cheras ; como lo verificaron. Castilla se admiró, conocien
do que cuando Arequipa era atacado ; hacen sus hijos cau
ca comun en su defensa. Castilla los saludó cortesmente,
ellos le inclinaron la cabeza, y continuaron su marcha.
Cuando Castilla subió á San Camilo, divisó una partida
de paisanos, que colocada detras de la cerca de una chacra
con uno que a vanguardia sostenia en alto un gran palo
con un trapo rojo, rompia los fuegos contra la tropa de Tor
rico, á la que éste pasaba revista, para arredrar á los are-
quipeños con su número y buen armamento de las tres
armas.
Torrico, molestado, desprendió dos compañias de caza
dores contra los que le atacaban, y á distancia un escua
dron de caballeria.
Pasada la revista, que duró cincuenta y cinco minutos,
hizo retirar Torrico su ejército al alto de San Lucas, perse
guido por el tiroteo de los paisanos.
Al dia siguiente dijo el General Castilla al Dr. Valdivia,
despues de referirle todo lo acaecido el dia anterior :—ami
go mio, estoy pesaroso, porque conozco que habiendo ocu
pado yo la plaza, no es Torrico el hombre que se atreva á
atacar á los arequipeños. Ayer mismo, apesar de mis ór
— 311 —
denes, le ha dado un grupo de paisanos una jtequeña lec
cion de valor y de entusiasmo, que él no conoce. Yo de
seaba ardientemente que nos hubiese atacado, porque de
ese modo me habria evitado una campaña penosa y muy
larga. Estoy cierto que habria huido Torrico, porque él
no sabe lo que es esta plaza, defendida por hombres que
se presentan voluntariamente con sus armas. Torrico es
retira y tengo que ir á buscarlos hasta Lima. Ellos no pe
lean sino cerca de su escuadra, para ponerse en salvo; y
no dejarán al Perú, hasta que no lo limpien como á una
patena.
Torrico dias despues emprendió su retirada por todo el
alto de Paucarpata, para Socabaya, perseguido de lluvia y
de rayos, y estando toda la Ciudad sin nubes, alumbrada
por el sol.
Una partida de paisanos, que organizó el italiano Tira-
bantti, con el nombre de "Cazadores de la Muerte," fué la
que, sin orden de Castilla, habia ido á tirotear la retaguar
dia de Torrico, avanzándose hasta donde pudo ser atacada
por un escuadron de caballeria. Algunos fueron heridos,
y cayeron prisioneros un jóven hijo de D. Francisco Llosa
y un italiano que hacia figuras de yeso.
Castilla sacó sus fuerzas hasta el panteon de la Apache
ta, camino para Socabaya.
Torrico continuó su retirada para Islay y Quilca. Casti
lla comisionó al jóven Manuel Peña, para que marchase á
Camaná rápidamente con cien paisanos, armados con dife
rentes armas : le dió municiones y dinero y dos cañoncitos
de á dos con artilleros, una mitad de caballeria civica y la
brigada de mulas suficientes para todos.
El jóven Peña iba á sorprender la caballeria de Torrico,
que, á juicio de Castilla, debia marchar por tierra y ser dete
nida en Camaná, porque estando el rio crecido, debia estar
defendido el vado en el lado opuesto por el Comandante
Segura y por D. Jacinto Pastor. Indicó al jóven Peña el
— 312 —
punto tle Camaná donde habia de llegar ; y de palabra le
dió todas las instrucciones convenientes para los diferentes
casos.
Torricó embarco su infanteria, y mandó la caballeria por
tierra, con las mulas y caballos de los Jefes y oficiales. La
caballeria llegó á Camaná, y encontró defendido el lado
opuesto del vado con buena trinchera de palizada, y paisa
nos armados á las ordenes de Segura y de Pastor ; y tuvo
que detenerse, esperando que Torneo, que en un vapor de
bia llegar á una caleta mas alta de Camaná, desembarcase
tropa que atacase por retaguardia á Segura y Pastor, y pu
siese expedito el vado. Pero entre tanto la avanzada, que
el Jefe de caballeria habia puesto valle arriba, le dió noti
cia de que habia aparecido tropa de Arequipa con artilleria.
El Jefe calculó que Castilla con su fuerza habia marchado
para apoderarse de la caballeria. El Jefe de ésta retroce
dió rápidamente hasta Quilca, y en una quebrada hizo fusi
lar toda la caballada y mulas, y se embarcó con la tropa.
Castilla, luego que mandó al jóven Peña para Camaná,
marchó con las fuerzas de Arequipa para Chuquibamba y
Cotahuasi.
En su marcha separó del servicio á dos Jefes discolos ; y
continuó para el Cuzco.
En Arequipa dejó, con instrucciones, en clase de Secre
tario, con notas firmadas en blanco para los casos urgentes,
al Dr. D. Pedro José Bustamante. Este puso varias órde
nes, relativas á cambios de jueces y á varios asuntos de
guerra.
Se supo que habian llegado de Chile, y se hallaban en
Tacna, los Generales Manuel Ignacio Yivanco y Miguel
San Eoman, y que los tacneños Cesáreo Vargas, Inclan y
otros, habian formado una columna para aumentar la tro
pa de Castilla, y la habian puesto á las órdenes de San
Eoman ; pero como se necesitaba dinero para los gastos y
conduccion de esa fuerza hasta el Cuzco, ocurrió Cesáreo
Vargas al Secretario autorizado Dr. Bustamente, solici
— 313 —
tando de éste orden para vender cascarilla, que existia en
depósito en Tacna, perteneciente al Gobierno de Bolivia, y
embargada por orden del Presidente Echenique desde que
se interrumpió la armonia entre Bolivia y el Perú. El Dr.
Bustamante tuvo á bien consultar ese pedido con el Dr.
Valdivia ; y éste fué de parecer que, lejos de apropiarse la
cascarilla depositada, debia devolverse libremente al Go
bierno boliviano, para que dispusiese de ella como suya ;
indicándose á los peticionarios los recursos que debian pro
porcionarse ; y que de esa disposicion se diese el aviso cor
respondiente al cónsul boliviano, residente en Tacna, y por
su conducto al Gobierno de Bolivia.
Adoptada esa medida, la pequeña division fué puesta en
aptitud de moverse para el Cuzco, á las órdenes de San Bo-
man.
El General Vivanco habia llegado á Tacna, despues de
varios años de emigracion en Chile, haciendo entender con
su venida que su objeto fuese tomar parte en la revolucion
contra Echenique.
El General Castilla lo concibió asi, lo mismo que la gene
ralidad de los buenos patriotas que habian emprendido la
revolucion ó agregádose á ella. Pero todos se engañaron,
puesto que Vivanco era incapaz de soportar siquiera la idea
de militar subordinado á órdenes de Castilla, cuando creia
que la revolucion debia haber sido hecha para él, y no para
otro.
Se limitó, pues, Vivanco, sabiendo que Castilla estaba
autorizado con la plenitud del poder público por Arequipa
y por otros pueblos, á quejarse amargamente contra el Ge
neral Castilla, y contra los amigos de éste, y á querer des
virtuar la opinion decidida de Arequipa en favor de Casti
lla, suponiendo que éste traidoramente se la habia apro
piado, engañando a sus amigos.
Su conducta dió lugar á que la autoridad de Arequipa
diese cumplimiento á las órdenes del General Castilla, para
f . - 40
— 314 —
alejar á Vivanco del pais, puesto que se habia negado a
servicio, y alteraba la unidad de opinion, tan necesaria pa
ra el buen éxito de la empresa que tan audazmente habia
inaugurado á costa de inmensos sacrificios el pueblo heroi
co de Arequipa.
El General Vivanco, pagado de sus sueldos, se retiró á
Islay ; y alli publicó un manifiesto en Agosto de 1854, en
el que descargaba su ira contra Castilla y contra los perso
najes que habian desdeñado su ambicion, por conocer su
ineptitud como militar y como Jete Supremo que habia si
do de la Eepública. Ese folleto fué recibido por el público
con el desden que le era merecido.
Castilla, por conducto de un francés, á quien segun pare
ce Be le dieron cincuenta mil pesos, ocurrió por fusiles a
Bolivia. El francés llegó á la Paz, donde se hallaba el
Presidente de Bolivia, General Belzu, con el que habia. te
nido intima amistad. Belzu le permitió que pudiera com
prar fusiles de los paisanos ; y no pudo encontrar sino muy
pocos, y malos. Belzu se puso en marcha para Cocha-
bamba, con direccion á Chuquisaca. En Cochabamba ha
bia decretado el tribunal la expatriacion del Obispo, por ha
ber desobedecido los autos de la Corte, que habia declarado
haber hecho fuerza el Eclesiástico. Toda la poblacion de
Cochabamba se habia combinado para recibir á Belzu con
todo el aparato posible, y exigirle en un gran convite la re
vocacion de la orden contra el Obispo.
El frances habia seguido á Belzu á Cochabamba ; y en
terado de la combinacion popular, aprovechó interesar á sus
amigos para que se le hiciese á Belzu el pedido en favor del
Perú, contando con que Castilla, á la cabeza de la revolu
cion, derribaria á Echenique enemigo de Bolivia, preparado
ya [para hacerle la guerra ; y que Castilla habia ya hecho
devolver á ese Gobierno la cascarilla de gran valor que
Echenique habia embargado. Se aprovechó tan felizmente
la oportunidad, que Belzu, despues de la queja que dió de
no haber recibido de Castilla siquiera una carta de insinua -
— 315 —
cion sobre tal asunto, dió al francés fusiles, municiones, ar
tilleria y la caballada de su tropa.
Como en Arequipa se supo la negativa que Belzu hizo
en la Paz al francés, el Secretario Dr. Bustamente ocurrió
á las casas de comercio extrangero á sacar libranzas, para
mandar á Chile para la compra de fusiles. El Jefe de la
casa de Jack puso la condicion de que daria la libranza si
se mandaba como comisionado á un amigo suyo, inglés.
Bustamante tuvo que ceder, y el inglés marchó á Chile con
las libranzas. El comisionado inglés habia tenido un ex
pediente de demanda por miles de pesos, que el Gobierno
del Perú habia rechazado por no estar aprobada la deuda.
Llegó á Chile, realizó las libranzas, se hizo pago de los mi
les de pesos que suponia debérsele, y con el resto compró
paño ordinario granee, y unas corazas y sables : hizo de
sembarcar todo eso en la planchada de Ocoña ; y él se pasó
para Guayaquil.
El Comandante Segura tomó de ese cargamento los sa
bles, las corazas y paño que necesitaba para su escuadron;
y el resto lo mandó para la columna que se estaba forman
do en Arequipa. En Arequipa se fundieron cañones de
bronce, de calibre de á ocho, de los cuales dos fueron tala
drados. Se hizo pólvora ; y á falta de plomo se fundieron
balas de zinc.
El francés tomó todo el cargamento de guerra, y lo con
dujo para el Desaguadero. El Comandante Loza, echeni-
quista, que tuvo noticia de la próxima llegada de ese carga
mento, habia preparado en reserva una columna armada,
para apoderarse del armamento y arrojarlo á la laguna del
Titicaca.
El Prefecto de Puno D. Miguel Garcés, antes vivanquis-
ta, pero entónces plegado como patriota honrado á la revo
lucion de Arequipa y al General Castilla, Jefe del ejército,
y que habia desdeñado la invitacion que le habia hecho Vi-
vanco desde Arequipa ; tuvo noticia del proyecto de Loza ;
y no teniendo fuerza alguna de que disponer, comprometió
— 316 —
a sus amigos, y armándose todos como pudieron, con un
patriotismo y una rapidez de que tal vez no hay ejemplo,
marcharon sin tregua ; y Loza fué sorprendido, batido y
dispersado en Titihuichincca. Garcés recogió cuantos caba
llos y mulas pudo, tomó el cargamento, y lo remitió al Cuz
co. El General Castilla admiró el genio audaz y laborioso
de Garces, le dió las gracias, equipó sus batallones, montó
su caballeria, arregló la artilleria ; y sin esperar la fuerte
columna de Tacna, marchó hasta el rio Pampas, donde en
contró al General Fermin Castillo, que con el ofieial Martin
Valdivia y una pequeña columna sostenia vigorosamente el
puente del Pampas, contra la vanguardia de Echenique,
mandada por el General Alejandro Deustua.
Deustua, en una proclama que publicó en Ayacucho con
tra la revolucion y sus adeptos, decia entre otras cosas, que
pronto tendria el placer de atrepellar con su caballo, en el
campo de batalla, el cadáver del General Castilla.
El General Castilla descansó en Andahuailas y Chinche
ros, para hacer herrar los caballos y limpiar el armamento;
y despues marchó en busca de Deustua. Este se puso en
retirada, sin que Castilla pudiera darle alcance, y se reple
gó hasta Huancayo, donde se hallaba Echenique con el
grueso de su numeroso y bien equipado ejército.
Castilla mandó, á su flanco derecho sobre la provincia de
Pampas, una columna de observacion ; dejó la caballeria
en Acobamba, donde habia forraje para la caballada, y pa
só con el ejército á Huancavelica. Hizo avanzar la van
guardia con el General Castillo, hasta el pueblo inmediato
del desfiladero del pié de Iscuchaca.
Cuando el General Castilla estaba en el Cuzco, llegó á
Arequipa D. Mariano Ignacio Prado, y visitó al Dr. D.
Juan Gualberto Valdivia, para que lo recomendase al Ge
neral Castilla. Valdivia le preguntó el grado militar que
tenia, y Prado le contestó que en su pais, Huánuco, habia
sido Sargento Mayor de civicos. Valdivia escribió á Casti
lla recomendando á Prado ; y Castilla dió orden para que
— 317 —
el Coronel Alvizuri lo colocara en la tropa que estaba for
mando en Arequipa. Alvizuri no dió cumplimiento á la
orden, diciendo que no habia vacante alguna ; en cuya vir
tud el Dr. Valdivia escribió á Castilla para que le diese co
locacion en el ejército ; y Prado marchó en alcance del Ge
neral Castilla. Este, por expreso que hizo al Prefecto de
Arequipa, contestó al Dr. Valdivia de Acobamba diciéndole
que colocaria á Prado, de preferencia, en la columna de sa
grados, compuesta de oficiales para quienes no hubo y»
colocacion en el ejército.
Prado alcanzó al ejército ; y Castilla lo colocó de Jefe
de la columna de sagrados ; y destinó esa columna para
que cubriese el puente de Iscuchaca, sirviendo de observa
cion y dando los avisos oportunos. Para reforzar esa co
lumna, mandaba de su vanguardía el General Castillo una
compañia, que era relevada con otra cada tantos dias.
Como el Presidente Echenique tenia noticia de la calidad
y poca fuerza de la columna de Iscuchaca, y de que el ejér
cito de Castilla estaba en escalones desde Iscuchaca hasta
Acobamba, movió su ejército para atacar á Castilla antes
de su reunion.
Como era preciso despejar el paso del puente de Iscucha
ca, destinó Echenique al Coronel Salaverry Eivero, con
trescientos infantes escogidos, para que batiese la avanzada
de Iscnchactt. Siendo aa, fuerza mas que suficiente para
el objeto, Echenique no tuvo embarazo para mover todo
su ejército hasta los cerros inmediatos al desfiladero que
conduce á Iscuchaca.
El Coronel Juan Salaverry Eivero, con el Mayor a quien
decian Juan Cañon, de valor muy acreditado, atacó á la
columna de Iscuchaca, mandada por Mariano Ignacio Pra
do. El ataque fue audaz y sostenido : murió Juan Cañon,
y Salaverry huyó derrotado, tomándole Prado armamento,
y prisioneros, y municiones que le faltaban.
Prado dió aviso oportuno y rápido al General Castillo, y
éste lo pasó al General Castilla que estaba en Huancaveü
— 318 —
ea. Castilla dió orden á la caballeria de Acobamba, para
que se pusiese en marcha inmediata. Movió la de Huan-
eavelica, para unirse á la vanguardia, y él con algunos
ayudantes y una escolta se unió al General Castillo.
Salaverry derrotado llegó donde se hallaba el ejército de
Echenique en marcha para Iscuchaca. Echenique se irri
tó fuertemente con la noticia, y metió una division por el
desfiladero ; pero Prado, reforzado con los fusiles y muni
ciones que tomó, y parapetado en Iscuchaca, sostuvo con
vigor y confianza el nuevo ataque inesperado, y derrotó
tambien á la division, poniéndola en completa fuga. Esco
gió varios de sus compañeros, y persiguió a los derrotados
que con su llegada aterraron al ejército ; el cual en vez de
retroceder sobre Huancayo, dobló sobre su izquierda, en
desorden, para la provincia de Pampas.
Prado tomó algunos restos de hombres y de equipajes:
regresó á Iscuchaca y dió el segundo parte de su victoria.
El General Castilla reunió todo su ejército y la vanguar
dia, conservó á Prado con su columna en Iscuchaca, y mo
vió su ejército para Moya.
Echenique reunió su ejército, y lo condujo á Huancayo,
pasó el rio de Iscuchaca, y se colocó en un terreno bastan
te militar, con el Iscuchaca á la izquierda y con acceso di
fícil por su derecha, y por frente un llano que se extendia
hasta el pié de los cerros que van en gradacion hasta
Moya.
En tal estado estuvieron ambos ejércitos varios dias, poi
que Castilla esperaba la division de San Eoman, reforzada
y equipada en el Cuzco. Castilla mandó un Jefe para ace
lerar el movimiento de San Eoman ; pero éste estaba ya
insubordinado, y esperaba con seguridad que Castilla seria
derrotado, y que él obtendria despues de Echenique gran
des ventajas.
Desengañado Castilla de la insubordinacion de San Eo
man, resolvió, con la audacia que le era caracteristica, mo
verse por el flanco derecho de Echenique.
— 319 —
Al iniciar ese movimiento, escribió al Dr. Valdivia lo
-siguiente :— ''Mi querido amigo. Con el pié al estribo, le
escribo á Ud. ésta. San Eoman se me ha defeccionado en
el Cuzco, cuando yo esperaba esa division para batir á
Echenique, que estaba orgulloso con sus Generales gen
darmes, confiado en lo fuerte de sus tropas. Me he re
suelto á hacer un movimiento de flanco, tan cerca del ene
migo, que por lo atrevido de la empresa y la rapidez con
que lo ejecutaré, ni seré sentido por Echenique, ni él ni sus
gendarmes lo creerán. — Tengo confianza que batiré á
Echenique, regresaré en busca de San Eoman, lo batiré
tambien, y lo fusilaré para escarmiento de traidores.—Su
amigo. —Castilla. ' '
El movimiento se verificó, sin que Echenique lo sintiese.
Castillo con su vanguardia ocupó el flanco derecho de
Echenique, y sorprendió á éste con los fuegos de sus caza
dores. Echenique atravesó el rio de Iscuchaca en desor
den y tiroteado ; y marchó rapidamente para la Oroya, te
miendo que Castilla, con su ejército, se adelantase y toma
ra la capital. Castilla se movió en direccion á Yauli : eli
gió una posicion, esperando á Echenique : limpió el arma
mento : dió rancho á la tropa, y mandó exploradores á di
ferentes puntos.
Adquirió Castilla noticia que Echenique habia hecho
marchar su ejército velozmente hasta la quebrada de Ma-
tucana. Mandó la vanguardia en su persecucion, y esta
logró tomar en Yauli un batallon completo. Castilla lle
gó á Yauli, y de un extranjero que trabajaba minas en ese
punto, consiguió dinero para auxiliar á su ejército.
En Yauli recibió el General Castilla la noticia de la der
rota de Elias por el General Trinidad Moran en el alto del
Conde, abajo de Moquegua, y de la derrota de los Genera
les Trinidad Moran y Manuel Ignacio Vivanco en Arequi
pa en Diciembre de 1854.
De Yauli regresó Castilla con su ejército á Huancayo,
donde supo que el Dr. D. Manuel Toribio Ureta, que estu
— 320 —
vo emigrado en Guayaquil, habia desembarcado en Pisco
con el Coronel Lopez La-Valle y otros, y que habia atrave
sado la cordillera en direccion á Huancavelica. En efecto
el Dr. Creta, La-Valle y sus compañeros llegaron á Pisco
en un buque extranjero, dejaron sus vestidos y tomaron
los de los chinos; se ensuciaron con carbon las caras y ma
nos, y con fardos al hombro desembarcaron en Pisco mez
clados con los cargadores. Se metieron en la casa de un
amigo que les proporcionó bestias, y en la noche tomaron el
camino de la cordillera.
El Dr. Ureta adquirió noticia que San Eoman habia lle
gado á Huamanga con su division, con la esperanza de la
derrota de Castilla y de reforzarse con sus restos ; y dejan
do su direccion á Huancayo se fué para Huamanga con el
objeto de perseguir á San Eoman amistándolo con Castilla *
El Dr. Ureta tuvo feliz éxito y consiguió marchar con San
Eoman hasta Huancayo, donde Castilla y su ejército re
cibieron k San Eoman con manifestaciones muy patrióti
cas.
En Huancayo, á pesar de la oposicion de varios jefes, el
General Castilla expidió el despacho de Sargento Mayor de
ejército al que solo lo habia sido de civicos, Nariano Ignacio
Prado : desde entónces continuó su proteccion, hasta que
mas tarde lo hizo Coronel de ejército,
El General Castilla consiguió en Huancayo, Jauja, Tar-
ma y Pasco, pueblos á los que habia tratado mal Echeni-
que, fuertes cantidades de plata, con las que pagó su ejér
cito.
Cuando el General Castilla se hallaba en Moya al frente
del General Echenique que ocupaba la posicion de Chupa-
ca, el General Trinidad Moran u.vOedicionó sobre Arica pa
ra atacar á D. Domingo Elias, que se hallaba en Moque-
gua con una columna regular de infanteria y caballeria.
Elias, amenazado por Moran, pidió auxilio de fuerza al Pre
fecto de Arequipa Don Francisco Lloza y el Comandante
militar Coronel D. Pedro Canseco. Se la mandó la única
— 321 —
fuerza que habia de paisanos armados y uniformados de
cerca de trescientos hombres.
Elias fué invitado para que se retirase á Arequipa : pero
se obstinó en esperar á Moran y sufrió una derrota com
pleta. Fugó hasta Arequipa seguido de unos pocos solda
dos arequipeños y Moran reforzó su tropa con los muchos
prisioneros que tomó.
En Arequipa no habia mas que un escuadron de civicos
y como 200 paisanos infantes con diferentes armas y sin
municiones á las órdenes del Comandante cuzqueño Barra,
y 40 de los cargadores emigrados del puerto de Islay que
se pusieron á órdenes del capitan Martin Valdivia.
Se supo que Moran habia salido de Moquegua en direc
cion para Arequipa y que el General Vivanco en combina
cion con él, habia salido de Islay con dos compañias de in
fanteria y dos piezas de á cuatro, tomando el camino del
Valle arriba de Tambo para reunirse con Moran en Pocsi,
seis leguas lejos de Areguipa. Con tal noticia determinó
el comandante militar Coronel Canseco retirarse con su
pequeña guarnicion para Chuquibamba, preparó la movi-
vilidad y le mandó al Prefecto Llosa un macho de carga
para su almofrés.
Los arequipeños, al saber la determinacion del Coronel
Canseco, se acercaron á D. Domingo Elias que estaba au
torizado por el General Castilla, y le exigieron que se en
cargase del mando de la guarnicion, se atase á Vivanco
antes de su reunion con Moran y que despues se ofresian
á defender la Ciudad sin reserva de sacrificios. Elias que
era valiente aceptó las proposiciones del pueblo; y Canseco
tuvo que ceder á pesar de que no veia sino un sacrificio in
fructuoso dimanado del entusiasmo ciego popular.
Un vecino de Yarabamba dió la noticia que Vivanco ha
bia pasado para el pueblo de Quequeña donde pasaria la
noche. Se le isntruyó á Elias de todo lo conveniente, y
contando con la audacia de los arequipeños se determinó
sorprender á Vivanco ; y al efecto se mandó al Comandan
— 322 —
te Barra designándole el camino que debia hacer, y dándole
guias muy expertos. Barra debia sorprender á Vivanco
antes de las cuatro de la mañana. De Mollebaya debia
seguir de frente segun las instruciones. Llegado á ese
punto temió andar por cerros sin camino franco, y dobló
sobre su derecha hasta tomar el camino corriente, que sale
de Arequipa desde Humapalca hasta el pié de Yarabamba,
habiendo llegado al amanecer al pasto muy abajo de Que-
queña.
Cuando Barra pasó por Sabandia para Mollebaya, el
ayudante de Sabandia se habia adelantado á darle aviso á
Vivanco de la fuerza que habia salido de Arequipa contra
«1, y poco despues tuvo la noticia de la llegada al pasto de
la tropa de Barra.
Vivanco movió su tropa aunque rendida por el camino
largo y malo que habia hecho desde Tambo; y marchó has
ta colocarse en los cerros del costado del pueblo de Pocsi,
perseguido por Barra casi á la vista.
El Comandante Barra tomó el llano al pie de Pocsi y de
los cerros ocupados por Vivanco. Barra calculó que con
los pocos infantes cívicos mal armados que tenia, no le era
posible atacar dos compañias de ejército, colocados en bue
na posicion ; y pensaba, despues de dar descanso á su tro
pa, retirarse antes que el General Moran, que debia llegar
ese dia á Pocsi, lo pudiese atacar.
El Capitan Martin Valdivia, que supo la determinacion
de Barra, se decidió con los cargadores de su mando á em
prender el ataque ; habiéndosele unido veinte y tantos de
los ariqueños, un oficial chileno con una mitad de caballeria
y el jóven Melgar de Paucarpata, con diez ó doce paisanos
de ese pueblo que habian ido armados con escopetas y cara
binas, y á caballo.
Martin Valdivia dió orden á Melgar para que con los su
yos fuese á retaguardia de Vivanco, y obrase segun las cir
cunstancias ; y protejido por la mitad de caballeria em
prendió audazmente el ataque contra Vivanco. Logró ma
— 323 —
tar al ayudante de Vivanco, matar y herir algunos soldados;
y lo cargó á fuego graneado, hasta poner en fuga á Vivanco
y sus compañias, que corrieron á ocupar la ladera de los
nevados de Pichu-pichu.
Martin Valdivia, en persecusion de Vivanco, llegó al ca
mino que de Pocsi sale para Puquina ; y no encontrando
en ese punto al jóven Melgar, dejando á Vivanco sobre su
izquierda, continuó su marcha por el camino para Puqui
na, avisado por un paisano que Melgar habia pasado el rio
Porato á la pampa de Usuña, para tomar las cargas que
con la artilleria y rifles encajonados y municiones habia
mandado Vivanco para Puquina. Martin Valdivia encon
tró á Melgar que regresaba con las cargas, y bajaron á
Pocsi donde Valdivia pensó encontrar al Comandante Bar
ra ; pero éste se habia ido á la Ciudad ; y con el aviso que
le dió Valdivia de la presa que habia hecho, se atribuyó la
victoria contra Vivanco, á pesar de que sus soldados llega
ron rabiando porque les habia privado de ese triunfo.
Martin Valdivia llegó á la Ciudad cerca de las oraciones,
y se celebró el triunfo con vivas y repiques toda la noche.
La presa constaba de dos cañones nuevos de bronce con
sus respectivas cureñas, trescientas balas y sus municiones
respectivas, y trescientos rifles nuevos con sus municiones.
Los paisanos se armaron con los rifles, se compusieron
las trincheras y se puso Arequipa en estado de defensa.
Elias gratificó pobremente á los vencedores, y trabajó sin
permitirse un momento de descanso, ni de dia ni de no
che.
Llegaron Moran y Vivanco; descansaron en Paucarpata.
El Sr. Belaunde, concunado del General Vivanco, fué á
Paucarpata para ver si podia evitarse el derramamiento de
sangre ; diciendo á Vivanco que seguu la situacion en que
se hallaba Arequipa, seria difícil que la tomasen.
El 1. ° de Diciembre de 1854, por la tarde, bajó Moran
de Paucarpata, y á tambor batiente atacó por S. Antonio
Guañamarca y San Lázaro, porque tenia tropa sufi c
— 324 —
para todo, vencedora y orgullosa, bien armada, con dos
Generales, exelentes Jefes y oficiales. El fuego se sostuvo
desde la seis de la tarde hasta despues de las nueve de la
noche. A esa hora aflojó por ambas partes el combate ; y
á ratos se renovaba por diez ó doce minutos.
La distribucion de la fuerza defensora la hizo el Coronel
Canseco. El cañon denominado bocanegra fué colocado
en un alto, en el chorro de Santa Teresa, servido por un
artillero ingles que trajo Elias, y protejido por infantes á
las órdenes del Mayor Alarco ; el que murió en Lima cuan
do José Galvez y los revolucionarios atacaron al General
Castilla en su casa.
La trinchera de San Lázaro estaba defendida por el Co
mandante Eeyna, Iqueño, compañero de Elias. Contra esa
trinchera peleaba Moran con artilleria, infanteria y un es
cuadron de caballeria á retaguardia.
La trinchera de la Eancheria estaba á cargo de Manuel
Masias ; y la de San Camilo encomendada á Martin Val
divia.
Elias durante el combate y en toda la noche recorria a
caballo las trincheras, auxiliando á los combatientes con lo
que necesitaban ; y á ratos se iba á casa de su amigo D.
Mariano Aróstegui, que le esperaba con té.
El Coronel Canseco estuvo en la habitacion del ayudan
te Zegarra en San Camilo, y despues en la casa del Prefec
to D. Francisco Llosa.
Como á las dos de la mañana supo¡Elias que una parti
da enemiga formaba trinchera al otro lado del puente. Cor
rió y tomó los dos cañoncitos de San Lázaro ; y como no
habian soldados, los hizo tirar con muchachos. Se le plega
ron algunos paisanos con escopetas, y tomaron la esquina
de la Cruz verde. Fueron tiroteados mientras formaron alli
un parapeto ; pero los paisanos no pudiendo sufrir ser fu
silados impunemente, cargaron sobre la trinchera enemiga,
la tomaron y dispersaron esa partida, que habia estado á
las órdenes del manco Coronel Lopez y del temible ladron
Antesana.
Elias mandó al jóven José Manuel Gallegos para que
persiguiese á los que habian abandonado la trinchera ; y
éste logró dispersarlos completamente. Elias devolvió las
dos piezas á la trinchera de San Lázaro.
Poco antes de las cuatro de la mañana principió el tiro
teo. El Coronel Canseco montó á caballo para recorrer las
trincheras ; y como la de San Camilo no habia sido ataca
da, ordenó al Capitan Martin Valdivia que recomendo con
su fuerza todas las trincheras, desde la de Santa Eosa, re
forzase la que á su juicio encontrase débil. Valdivia pasó
por las trincheras de Santa Rosa y de San Antonio, que
estaban sin fuegos enemigos, á la del chorro de Santa Te
resa, que aunque atacada con vigor, era bien defendida por
el mayor Alarco con el canon boca negra y con suficiente
número de paisanos. En esa trinchera habia estado el
Dr. D. José Maria Quimper con el hermano del mé
dico Dr. San Martin ; al jóven San Martin le bandearon la
pierna.
Viendo el capitan Valdivia que esa trinchera no necesi
taba de su refuerzo, pasó á la de Guañamarca, y encontró
que la tropa que la defendia se retiraba en desorden, por
haber quemado todos sus cartuchos. Valdivia los obligó
á retomar la trinchera : dió aviso al Prefecto Llosa, y este
mandó algunas municiones.
La trinchera de Guañamarca ocupaba el vértice del án
gulo formado por la calle de Guañamarca y el callejon de
Velis, y era atacada ventajosamente por ambos lados. Val
divia llegó cuando los enemigos iban á ocupar la trinche
ra : rompió los fuegos sobre ellos, que se replegaron en de
sorden. Valdivia pasó la trinchera, y cargó sobre la tropa
no rehecha. Vivanco recibió un balazo en la cabeza ; y
su tropa se dispersó en diferentes sentidos. Valdivia se
reforzó con los prisioneros de la derrota en Moquegua, á
— 32G —
quienes habian puesto á vanguardia, y con las municiones
y rifles, que aprovechó para armar y municionar á todos
los suyos.
El General Vivanco mal herido fué auxiliado en San
Antonio por unas pobres mugeres, retirándose despues á
Sabandia. >
Martin Valdivia arregló su fuerza, y subió a la chacra de
los Valdivias Alarcones, y se colocó tras la pared de la
cerca para observar á Moran, y atacarlo por donde le fue
se mas ventajoso; y como la caballeria de Moran estaba
en reserva en el cauce de la lloclla de San Lázaro, al pié
de la chacra de los Valdivias, Martin logró tirotearla im
punemente, y la caballeria corrió lloclla arriba ; y debiendo
tomar el camino de la derecha para Miraflores, de cuyo
modo se habria puesto en salvo, tomó el de su izquierda
para las canteras, exponiéndose, como sucedió, á quedarse
sin salida expedita.
El General Moran, con el aviso de la herida y retirada
de Vivanco, dispersion de esa fuerza y fuga de su caballe
ria, suspendió su ataque contra la trinchera de San Láza
ro, y se retiró á la Quinta de Landázuri, donde lo sitió
Valdivia y le exigió á Moran le rindiese la espada. Moran
le contestó que su espada la daria á un Jefe, no á él. Es
taban en esas contestaciones, cuando apareció el Prefecto
Llosa, á quien Moran entregó su espada. Valdivia desar
mó las compañias prisioneras : cerró al General Moran en
una pieza, y le puso de centinela al jóven Manuel Benavi-
dez, á quien su misma madre, Doña Justa Eetamoso, lo
habia entregado, con su sirviente Mariano Vera, á Martin
Valdivia para que defendiesen la Ciudad.
Al Coronel Rivas lo cerró en otra pieza ; y por la venta
na suplicó éste, llorando, se le salvase la vida. Valdivia y
el pueblo se lo ofrecieron asi.
El Coronel Gabriel Eios se salvó por las chacras hasta
Yanaguara, ocultándose en la casa de D. Manuel Viscarra
Zenteno.
A poco rato de la prision de Moran llegó Elias : hizo al
gunas reconvenciones á Moran, y se retiró ; y poco des
pues vinieron el escribano y un confesor, mandados por
Elias. Moran se confesó, hizo su testamento, lo sacaron
á la plaza mayor, y fué fusilado por una partida mandada
por el Comandante Eeyna.
El General Vivanco fué casado en Sabandia por el Dr.
D. Mariano Vargas : el Dr. Martinez le dió caballo, y se
retiró con algunos oficiales para Islay. Elias habia man
dado una partida en persecucion de Vivanco ; y descon
fiando de ella salió él mismo con otra, para tomarlo y fusi
larlo donde lo encontrase, como el mismo Elias se lo dijo-
al Dr. Valdivia al dia siguiente : pero en Sabandia dijeron
á Elias que habian pasado ya muchas horas desde que Vi
vanco salió de ese pueblo, y Elias no continuó su persecu
cion.
Elias atribuyó al pueblo de Arequipa la muerte de Mo
ran en un manifiesto que publicó : pero el suegro de Mo
ran, Dr. Buenaventura Zereceda, desmintió á Elias, publi
cando un impreso en el cual decia que nueve dias antes del
primero de Diciembre de 1854 le presentó á Elias en la.
prefectura una carta de Moran, delante de varios Jefes y
otras personas, en la cual Moran le hacia á Elias varias
propuestas para evitar la efusion de sangre : que Elias la
leyó á presencia de los circunstantes en voz alta ; y que
despues le dijo al Sr. Zereceda : digale Ud. á Moran que
se rinda ; porque de otro modo no se le dará cuartel si cae-
prisionero, y será fusilado ó ahorcado cinco minutos des
pues que se le tome. Que prisionero ya Moran en la casa
de Landazuri, y cuando Elias iba ya á verlo, lo alcanzaron
varias personas respetables, entre ellas el Dr. D. Ezequieí
Eey de Castro, quienes en voz baja le dijeron que tratase
de salvar á Moran, y que Elias en voz fuerte les contestó:
ni Cristo lo salva : dentro de una hora será fusilado. Que
Doña Francisca Vargas, muger del Comandante General,
Coronel D. Pedro Canseco, fué á suplicar á Elias para que
— 328 —
Moran no fuera fusilado, y que Elias le contestó : Señera
pidame Ud. otra cosa para que yo tenga el gusto de ser
virla.
El General Castilla, habiéndosele unido San Eoman con
su division, pagado su ejército y provisto de todo lo nece
sario, descendió á la quebrada de Lurin. El ejército de
Echenique ocupaba el llano desde Monte Eico hasta el ca
mino de Lurin á Lima.
El General Castilla, despues de un ligero descanso, se
movió rápidamente, aparentando atacar á Echenique, pero
con ánimo de ocupar el Callao, para tomar artilleria gruesa
y poder contrarestar á la mucha que tenia Echenique : pe
ro éste se le interpuso, tomándole la Huaca Juliana, y Cas
tilla fué detenido en el pequeño pueblo de Miraflores.
CAPITULO XIV.
BATALLA DE LA PALMA.
El General Castilla eu Miranores quedo privado de re
cursos, y aun le quitaron la mayor parte del agua. Eche-
nique arrimó la escuadra a la ensenada de Chorillos, y el
ejercito de Castilla quedó bajo los fuegos de artillería de su
flanco izquierdo, y de los de frente de la artillería gruesa
de la Huaca.
La posicion de Echenique era dificilmente atacable, de
fendida por fuerte y numerosa artilleria, y por su ejército,
muy superior en las demas armas.
En uno de los ataques parciales fueron gravemente he
ridos, de parte de Castilla, el Coronel La Puerta y otros
jefes.
El General Castilla con San Eoman recorrieron los pun
tos de su derecha, y acordaron retirarse á la hacienda de
la Palma, para evitar los fuegos de mar, y arrancar á
Echenique de la Huaca, haciéndole temer un movimiento
sobre Lima por la pampa del pino y Barbones.
El Dr. D. Manuel Toribio Ureta era Jefe de estado ma
yor general, y quedó una noche vigilando el ejército, mien
tras Castilla y San Eoman se habian retirado á dormir,
porque no lo habian hecho muchas noches. El Dr. Ureta
42
— 330 —
habia tenido bien pagada á una negra vieja de Miraflores
que llevaba comida para vender á los soldados de Echeni-
que, y ésta le dió aviso de que los enemigos habian hecho
derribar las paredes de las puertas de las huertas de la es-
tremidad del pueblo de Miraflores. Con tal noticia fué el
Dr. Ureta á despertar á San Eoman, y juntos pasaron á
despertar á Castilla, despues de haber puesto en movimien
to al ejército en direccion á la Palma.
El General Castilla estaba como una milla atrás, y tan
entregado al sueño, que fué preciso moverlo para que des
pertase. Montó á caballo y los tres partieron á incorpo
rarse con el ejército. En la Palma colocó Castilla á San
Roman á la derecha, detrás de una tápia que hacia costa
do al camino, y casi frente á un callejon en dirreccion á
Lima. En el centro habia un gran estanque, en cuyo
borde hizo Castilla colocar la artilleria. A su izquierda,
detrás de otras tapias, colocó batallones. La caballeria
quedó muy á retaguardia, por el embarazo de las muchas
tápias, al mando del Coronel Fernando Alvizuri.
Como en el ejército de Echenique se supo el movimien
to de Castilla, el General Pezet con la vanguardia penetró
á Miraflores, y juzgando que la retirada era para Chorri
llos, tomó ese camino; y encontrando en él la columna de
Castilla, que retirada de Chorrillos marchaba para la Pal
ma, la tomó, y retrocedió velozmente hasta tomar un cami
no paralelo al que recorrió Castilla. Desde la pampa del
Pino dobló para la casa' de la Palma ; y como Castilla no
habia colocado todavia su artilleria, mandó al capitan Ma
nuel Velarde para que sostuviese el callejon que traia Pezet,
á toda costa.
El General Pezet, fué atacado de frente, y de pronto no
podia desplegar mas fuerza que la que le proporcionaba el
ancho del camino. Dividió su fuerza, pasando las tápias
de ambos costados y sufriendo ya los fuegos de San Eo
man : pero Velarde no cedió el puesto del callejon hasta
que la artilleria de Castilla rompió sus fuegos.
— 831 —
Entre tanto apareció en el centro el General Pedro Cis-
neros, y detrás de las tápias destrozaba el centro de Casti
lla. Un cuzqueño, Jefe de uno de los batallones de Casti
lla, fugó : ese batallon se puso en desorden. Castilla me
tió el batallon del viajero Bustamante y otro de arequipe-
ños con Domingo Gamio, con orden de cargar á la bayone
ta. Lo verificaron asi y dispersaron al centro enemigo.
La derecha de Echenique, á las órdenes del General
Deustua, tenia amplio camino, y se metió Jfbr él ostentan
do un lujo de valor. Al General Castilla se le incendió á
poca distancia, a su retaguardia, su parque de municio
nes, donde murió quemado el Coronel Montes y otros va
rios.
La batalla tomó mucho incremento con el ataque de
Deustua': pero habiendo sido éste herido de muerte, y car
gados los restos de esa division por el valiente Coronel Se
gura, principió á declararse la derrota del General Eche
nique.
No quedaba en formacion mas que la fuerte reserva al
mando del General Guarda, que se situó en los cerros del
costado del llano de San Borja. El General Castilla man
dó de parlamentario al Mayor Caballero, quien, á pesar de
la señal del toque de corneta, fué recibido á balazos, y mu
rió al tercero dia en el hospital.
La caballeria Echeniquista, tan numerosa, se retiró sin
haber hecho cosa notable. Es sensible decir que desde que
desapareció el regimiento Húsares de Junin Ayacucho,. el
Perú no ha vuelto á tener caballeria que pueda contar un
hecho regular de armas. Los gastos crecidos que ocasio
nan los regimientos de caballeria, nos han traido única
mente la vergüenza de la fuga en Ingavi, la de Dragones
en Cangallo, y la de la Palma ; y nos traerá desgraciada
mente otras muchas.
El General Castilla ocupó la capital ; y con arreglo al
poder público con que fué investido por las actas popula
— 332 —
res, declaró la absoluta libertad de I0s negros, indemni
zando su valor á los propietarios ; y convocó á Ios cuerpos
electorales para eleccion de diputados que debian formar la
Convencion Nacional.
Desde el tiempo del General San Martin se inició una
especie de libertad de los negros, maleada por los gobier
nos, los congresos y los amos ; y ese honor de destruir la
esclavitud completamente en el pais, fué debido al General
Castilla y á su eminente Ministro Jefe de Estado Mayor
en esa batalla Dr. Manuel Toiibio Ureta.
Eeunida la Convencion, se dió por ella una ley proviu
cial, que sirviese de base á las operaciones de los poderes
respectivos, mientras se sancionaba la constitucion.
El Presidente Castilla nombró una comision compuesta
de los Señores Manuel Ferreyros, Melgar, Vivero y Toribio
Sanz, con el nombre de "junta de examen fiscal, para re-
'. visar los expedientes de consolidacion, reconocidos por el
Presidente de la Eepública General D. José Eufino Eche-
nique ; de cuyo examen resultó que se habian reconocido
por ese gobierno documentos indebidos, que importaban
doce millones, ciento ochenta y cuatro mil, novecientos
ochenta y dos pesos fuertes.
La Convencion trató de cerciorarse de la exactidud de los
trabajos de esa comision, y nombró otra compuesta de los
Diputados Juan Gualberto Valdivia, Pedro Galvez y San
tiago Távara, los que, despues de un trabajo sério, encon
traron que la cantidad indicada era la reconocida ilegitima-
mente, con pequeña diferencia.
La comision examinó tambien lo que se habia amortiza
do de la deuda ilegitima reconocida, y resultó amortizada,
hasta esa fecha, la cantidad de diez millones, docientos do
ce mil, doscientos cincuenta y ocho pesos ; quedando por
amortizarse únicamente un millon, novecientos setenta y
dos mil, seiscientos veinticuatro pesos.
La comision formuló su dictamen, y lo pasó a la Conven
cion en Julio de 1856.
— 333 —
La comision de exúmen fiscal concluyó sus trabajos en
siete de Julio de 1855 ; y se mandaron imprimir en 1857,
á fin de que la nacion toda se impusiera de la verdad de
los hechos, puesto que el examen era garantido por perso
nas tan caracterizadas, de notoria aptitud y honradez, co
mo lo eran los señores referidos Ferreyros, Melgar, Vivero
y Sanz.
El General Castilla suponiendo que la deuda ilegitima
reconocida no estuviese amortizada, expidió un decreto
prohibiendo su amortizacion, hasta que se hiciese de ella el
examen conveniente. Pero los interesados en los expedien
tes indebidos idearon la conversion de la deuda interna.
Por la ley de 9 de Marzo de 1848, se mandó reconocer,
como crédito nacional pasivo, todas las cantidades debidas
desde la época de la independencia, no pagadas por el Es
tado ; designádose un interés anual y una amortizacion -
determinada ; y emitiéndose en favor de cada acreedor un •'
vale por el monto de su crédito.
Conforme á esa ley de consolidacion se emitieron vales
por el Presidente Castilla durante su administracion, que
terminó en Abril de 1851, hasta la cantidad de cuatro mi
llones ochocientos setenta y seis mil, setecientos pesos ; y
por la administracion del General Echeniqüe, desde Abril
de 1851, hasta Octubre de 1852, la cantidad de diez y nue
ve millones ciento treinta y dos mil, trescientos pesos.
Esa emision tan fuerte, en su mayor parte debida á opera
ciones expúreas, conocidas del público, dió lugar á la revo
lucion de 1854.
Los interesados en la deuda ilegitima criticaron fuerte
mente el decreto del General Castilla de 1855, que sus
pendia el pago de intereses y de amortizacion de esos vales;
apoyándose en que la deuda estaba convertida, y en que los
compradores de esos documentos reconocidos, eran compra
dores de buena fó ; y no consideraba que la Nacion tiene
derecho para recuperar lo que acredite que se le hubiese
quifado fraudulentamente.
El decreto de suspension no recaia sobre los documentos
legales, pues esos debian pagarse con sus respectivos rédi
tos ; pero no tenian igual derecho los reconocidos ilegal-
mente, provenientes de falsificaciones y operaciones espú
reas.
Un vale de consolidacion es un documento de obligacion
del Estado, por cantidad debida en favor de persona deter
minada. El vale es una obligacion idéntica á la de un
particular, que reconoce á otro un crédito determinado, pa
ra pagárselo bajo de cierta forma.
El vale no es letra al portador, en que se prescinde de
la persona acreedora y de la causa de la deuda, para recaer
solo sobre la firma del que lo emite. Es endosable y ena-
genable como toda obligacion y propiedad ; pero la cuali
dad de endosable, no cambia su naturaleza.
Nadie pues, sino el Congreso que dió la ley, podia cam
biar la forma de los vales de consolidacion.
Hay obligaciones indebidas, si al firmarlos se padeció
equivocacion ó engaño ; y por las mismas causas hay tam
bien vales indevidos ; y asi como un particular que expidió
una obligacion indebida tiene derecho de anularla, y de
perseguir al autor del fraude para la aplicacion de la pena,
lo mismo tiene el Estado para resistir el pago de vales in
devidos, y perseguir a los falsificadores y fraudulentos.
Una obligacion indebida no se mejora porque haya pa
sado del dominio de una persona á otra ; y sean cuales
fuesen sus tenedores no se hace legitima la que no lo fué
en su origen.
El Estado debe pagar lo que legitimamente debe ; y no
está obligado á pagar lo que en realidad no debe ; sean
quienes fuesen los que se presenten como acreedores.
Con esas obligaciones indebidas sucede lo que con to
das las especies de libre enajenacion, en las que el compra
dor tiene derecho contra el vendedor para el saneamiento
de la cosa vendida : pero en esa cuestion entre contratan
tes, nada tiene que ver el Estado contra quien se han for
— S35 —
jado créditos fraudulentos. Mas corno la deuda consolida
da se trasladó, han juzgado que esa traslación legitimó las
deudas fraudulentas, y que el Estado estaba obligado á re
conocerlas y pagarlas.
La traslacion de la deuda consolidada interna consistió
en el contrato celebrado por el Gobierno del General Eche-
nique con dos casas extrangeras, para que ellas entregasen
en la caja peruana de consolidacion los vales de ella, y
que el Gobierno en cambio emitiese en Europa, á la orden
de esas casas extrangeras, igual cantidad de vales ó bonos,
pagables en Londres y Paris con parte de los productos del
huano vendido ó que se vendiese en Inglaterra y Francia.
Esos bonos, en lugar del seis por ciento de intereres anual
que ganaban en Lima los vales de consolidacion ; debian
ganar en Europa el cuatro y medio por ciento ; y en lugar
de la amortizazion indeterminada que tenian en «1 Perú
los vales de consolidacion, en derechos de aduana, reden. . „ -
cion de censos y compensacion de ciertas deudas fiscales,
debian tener en Europa el fondo fijo de amortizacion del
uno por ciento, que se elevó despues al cuatro por ciento.
Lo que hay que examinar es el carácter de los documen
tos pagados en Europa, y que eran en sostitucion de igual
cantidad pagable por la caja de consolidacion.
En virtud del contrato con las casas Urribarren y Mon-
tané, se obligó el Gobierno á darles eu Europa igual canti
dad de bonos á las que dichas casas entregasen en Lima
en vales de consolidacion. De suerte que estas casas eran
responsables de la especie que entregaban ; y el Gobierno
les respondia por los bonos emitidos en Europa ; resultan
do que la deuda contraida con Urribarren y Montané no
ha sido deuda externa, sino interna trasladada.
La deuda trasladada no ha perdido con su traslacion su
carácter de deuda interna, y en la Bolsa de Inglaterra no se
le reconoció como deuda inglesa, pues dijeron que no traia
su origen de empréstito en el mercado ingles, ni de ningun
arreglo de los tenedores de bonos, sino de una conversion
— 336 —
de cierta parte de la deuda interna del Perú en bonos es-
terlinos, sin el consentimiento de los tenedores de bonos an
tiguos ; lo cual era un acto sin precedente, injustificable y
perjudicial al Perú.
Los directores de la Bolsa dieron, para no admitir bonos-
trasladados ¡como deuda inglesa, la razon de no dudarse
que esos bonos de la deuda interior era emitidos por medios
fraudulentos, y que serian revisados por la administracion
que sucediera, cualquiera que fuese.
Ni los extranjeros, pues, desconocieron la fraudulencia,,
ni la autoridad para revisar los vales por una futura admi
nistracion ; asi es que tanto el Gobierno como la Conven
cion procedieron, en uso de su derecho, a revisar esos do
cumentos, y reconocer los que eran indebidos, no pagables
por el Estado.
En tal situacion se tuvo noticia de que por parte del
Presidente Castilla, y por conducto del Ministro D. Do
mingo Elias, se habia dado orden al Encargado en Paria
para que se amortizasen los bonos de la deuda convertida.
La Convencion suspendió el proyecto de ley, mientras se
averiguaba ese hecho ; y como el Diputado Valdivia era
miembro de la comision, pasó á Chorillos, donde se halla
ba el Presidente Castilla, para averiguar la verdad. En
contró al General Castilla en despacho con los dos minis
tros Mar y Melgar, y á presencia de ambos preguntó á
Castilla lo que habia sobre el particular. Este le contestó
que luego que tuvo él la primera noticia, pidió esa nota al
comisionado en Paris, para verla y desengañarse: que
cuando se la mandaron y la vió, conoció al momento que
la firma era falsificada, porque él tenia mucho cuidado de
no omitir en su firma cierta señal que no estaba en la firma
de esa nota :—Que en prueba de que no habia firmado tal
nota, ni dado orden alguna para ella, contaba que Elias le
habia hablado en Chorrillos para que se diese esa orden, y
que él se negó rotundamente ; y que habiéndole hablado
segunda vez Elias en el mismo sentido, no solo se negó
como la primera vez, sino que dijo á Elias :—si Ud. insiste
otra vez en tal propósito, deje Ud. el ministerio ; y que
Elias no volvió á hablarle mas sobre el particular.
El Diputado Valdivia dijo entónces al General Castilla :
—Señor General, el asunto es muy grave : ¿si llega el caso
podria yo decir que V. E. me ha asegurado delante de los
dos Señores ministros, que la firma de la nota no es suya,
y que se la han falsificado ? El General Castilla contestó:
—Dr. autorizo á Ud. para poder decirlo en público, si se
ofreciese.
La Convencion celebró sobre el particular una sesion se
creta muy acalorada, y tuvo á bien suspender todo proce
dimiento relativo al proyecto de ley que se habia formu
lado.
La Convencion despues de mucha demora, dió la consti
tucion de 1856, que por razon de ser la mas conveniente al
Perú, fue atacada fuertemente, y reformada por la de 1860.
El General Manuel Ignacio Vivanco se hallaba en Chi
le ; y sus adeptos se revolucionaron en Arequipa á princi
pios de Noviembre de 1856.

43
CAPITULO XV.
«EVOLUCION EN AREQUIPA A FAVOR DEL GENERAL D. MANUEL I.
YIVANCO EN 1854.
Los revolucionarios eu Arequipa invocaron á Vivanco
por Jefe Supremo de la Eepública: le escribieron á Chile,
y á los pocos dias se colocó á la cabeza de la revolucion ;
plegándosele la mayor parte de la escuadra, y como Jefe
de ella D. Lizardo Montero.
Al estallar la revolucion en Arequipa, se hallaban en el
puerto de Islay el General San Eoman y el General Ler-
zundi. En Islay habia una pequeña fuerza de infanteria;
y con ella se fué San Eoman al valle de Tambo. Pero te
miendo que esa fuerza se sublevase, ó que la sublevada de
Arequipa fuese á atacarlo, dejó á Lerzundi en Tambo, y se
fué á Puno, por Vitor y Yura, á organizar una division.
El General Vivanco contaba con la opinion del Callao y
Trujillo ; y se embarcó con su tropa, con el doble objeto de
apoderarse de las Islas de Chincha, y probablemente del
Callao ; pero la Convencion, para evitar la toma de las Is
las, por resolucion de 13 de Mayo de 1857, autorizó al Con
cejo de Ministros, y éste al de Eelaciones Exteriores Ma
nuel Ortiz Zeballos, para una convencion dd referendum
con los Encargados de Negocios de S. M. B., Enrique
— 339 —
Stewen Sulivan, y el de S. M. el Emperador de los france
ses, Alberto Huet, á fln de que dichos representantes reco
nociesen, á nombre de sus gobiernos, el derecho de la Ee-
pública del Perú, en virtud del cual no autoriza, consiente,
ni permite que se explote, cargue, exporte, enagene, ni ex
penda huano de dichos depósitos, sino en virtud de los con
tratos legalmente celebrados, que regian en esa actualidad
ó que en lo sucesivo celebrase el Gobierno Nacional recono
cido que exista ; ni autorizaba, consentia, ni permitia en
las Islas de Chincha, de Lobos, Puertos, Bahias ó Caletas
de otras huaneras que en lo sucesivo se exploten, buques
mercantes destinados á cargar y exportar huaao, sin las li
cencias especiales del Gobierno reconocido, que exijan las
leyes ó reglamentos vigentes. Dicha Convencion se hizo
en Lima á 21 de Mayo de 1857, y fué firmada ; quedando
el huano bajo la proteccion de las dos naciones expresadas,
No pudo, pues, Vivanco apoderarse del huano de Chin
cha, pero había vendido antes algunas cantidades del hua
no del Pabellon. El Gobierno apresó algunos buques que
despues fueron á exportar mas cantidad de ese punto ; y
el reclamo de esas presas costó fuerte cantidades al Peru
por los buques de Norte América, y no asi por los de In
glaterra, cuyo Gobierno conoció el buen derecho del Perú
para apresarlos.
Vivanco llegó al Callao, de cerca del muelle se hizo lle
var un buque de particulares peruanos, cargado de efectos
de comercio. El General Castilla impidió que se hiciese fue
go al buque raptor, á fin de que se hiciera mas odiosa y
pública la conducta de Vivanco. Con la confianza de ha
berse llevado impunemente ese buque, volvió el raptor por
otro, y Castilla mandó romper el fuego de artilleria sobre
él. El buque raptor fué notablemente averiado ; y Vivan
co se abstuvo de cometer otro atentado en la bahia.
Mientras Vivanco estaba en el Callao, se revolucio
nó en su favor en Huanta un General colombiano y
Castilla tuvo que mandar contra él al Coronel Segura, y al
— 340 —
de los Andes. Estas fuerzas a las ordenes del General Pe
dro Diez Canseco, batieron al colombiano revolucionado en
el mismo Huanta.
Vivanco se retiró del Callao para el Norte, á ocupar
Trujillo y los valles de la costa. Cuando se hallaba en
Trujillo, se acercaba contra él una columna, á las órdenes
del Coronel Lopez La Valle ; y Vivanco, con los suyos, se
Coronel Espinosa, que se denominaba él mismo el soldado
embarcó en Huanchaco, y fué á unirse á su division en
Chiclayo y Lambayeque. El Comandante Mariano Igna
cio Prado, de orden de su Jefe Lopez La Valle, atacó á la
fuerza defensora de Trujillo, y tomó la Ciudad.
El General Castilla se embarcó en el Callao en un vapor
viejo, que solo servia para conducir caballos ó de ponton.
La infanteria, caballeria y artilleria iban apiñadas y ex
puestas, en un buque de poco andar, á ser tomadas por la
escuadra de Vivanco. Sin embargo llegaron al Norte, de
sembarcaron con grandes peligros en esa mar tan brava,
y se pusieron en marcha contra Vivanco. Este, sorpren
dido con noticia tan inesperada y con hecho tan atrevido,
emprendió su fuga para Piara, perseguido por Castilla.
El Coronel Lacotera, que con una guarnicion se hallaba
de Prefecto en Piura, se declaró neutral.
Vivanco con su tropa se embarcó en Paita ; y ¡Castilla,
que no pudo alcanzarlo ni tenia buques, se quedó esperan
do el vapor de la linea.
Vivanco, habiendo dejado á Castilla á tanta distancia, y
sabiendo que no tenian tropas suficientes Lima y el Callao,
llegó á este puerto, que estaba á cargo del General Plaza
con una pequeña guarnicion y algunos cañones que se
montaron sobre el muelle.
Vivanco se quedó á bordo en seguridad, y mandó su di
vision á tierra, á las órdenes de los Generales Juan Anto
nio Vigil y Manuel Vargas Machuca y del Coronel Lopera.
La division desembarcó en la nonche, al Norte del Callao,
— 841 —
sin ser sentida hasta que se aproximó á la poblacion. A la
llegada de Vivanco al Callao bajó de Lima con un batallon
el General Manuel Diez Canseco.
Cuando los agresores ocuparon las primeras calles del
Callao, y corrió la voz de "los enemigos están aden
tro," el General Plaza montó á caballo, y al pasar por
la plaza del castillo lo mataron de un balazo. Canseco su
po la muerte de Plaza cuando los enemigos estaban ya muy
adentro de las calles, y tomó la direccion hacia el templo de
Santa Eosa.
El Jefe de la bateria del muelle, Coronel Eudecindo Bel-
tran, que no recibia orden alguna, teniendo noticia de que
los enemigos se hallaban en la calle principal de la Prefec
tura, dejó la bateria, y con la fuerza que tenia á su cargo
corrió hacia los enemigos, y trabó un combate desesperado
á ménos distancia que un tiro de pistola. El Coronel Lo-
pera cayo muerto : Vigil y Machuca quedaron tendidos con
las piernas rotas. Canseco por otro lado se hallaba com
prometido hasta llegar á las manos. Los Vivanquistas, en
su mayor parte arequipeños, no cedieron el puesto hasta
quemar sus últimos cartuchos, dando y recibiendo cargas
sucesivas á la bayoneta. Quedó muerto el Comandante José
Manuel Zeballos, llamado el Sosegon ; y casi muerto el
Comandante Sebastian Valcárcel ; ambos arequipeños. Ca
si todos quedaron muertos, mal heridos ó prisioneros en las
mismas calles ; y los pocos que trataron de embarcarse, se
encontraron sin lanchas, porque se habia dado orden de re
tirarlas. El triunfo fué completo por parte del Gobierno ;
y Arequipa perdió en ese combate la flor de su juventud.
Vivanco se retiró con su escuadra á Islay ; y cuando na
die esperaba que, con la noticia de haber sacrificado la
preciosa juventud de Arequipa, fuera recibido en esta Ciu
dad, lo fué y con ternura ; dando esa prueba los hijos del
Misti de cuan superiores son en los contrastes á lo que cal
culaban los que se preciaban de politicos. Arequipa no
solo recibió á Vivanco asociándose á su desventura, sino
— 342 —
que, con aquel patriotismo y actitud de que ha dado prue
bas repetidas, improvisó un ejército, lo disciplinó y lo sos
tuvo á costa de inmensos sacrificios, hasta ponerlo en esta
do de honrosa defensa de su territorio y de la causa que
habia proclamado.
El General San Eoman, entre tanto, habia formado una
preciosa division, y bajó sobre Arequipa á batir la tropa de
Vivanco. San Eoman que conocia bien las posiciones de
Arequipa, eligió la de Yumina. Vivanco, dejando la Ciu
dad que estaba atrincherada, fué en busca de San Eoman,
y se colocó en el alto de Paucarpata, teniendo por frente el
rio y la posicion de Ean Eoman. El 29 de Junio de 1857
ocupó Vivanco el Cerro Gordo con la artilleria, dominan
do la posicion de Yumina. Ni Vivanco ni San Eoman po
dian pasar de frente uno contra el otro ; y como San Ro
man [sufria los fuegos de artilleria gruesa, que no podia
contestar con sus piezas de á cuatro, tomó el camino de
Yumina para Sabandia, á fin de ocupar una parte del ter
ritorio de Paucarpata con la infanteria, y mandó la caba
lleria para que descendiendo por el alto de la Eetama, su
biese por la lloclla arriba de Paucarpata, cayendo á reta
guardia de la ala derecha de Vivanco.
Como la fuerza de Cerro Gordo hacia mucho daño á la
reserva que San Eoman dejó en Yumina i las órdenes del
Coronel Freire, el Coronel, Jefe de un batallon, contra las
órdenes de Freire se lanzó contra el Cerro Gordo, pasando
el rio y teniendo que subir una ladera difícil. Colocado en
el fondo del rio, inutilizó los fuegos de artilleria, pero el
Jefe Vivanquista Carlos Diez Canseco, atacó al batallon que
subia con trabajo y sin formacion, lo destrozó y dispersó
completamente.
San Eoman no pudo llegar á situar su tropa hasta po
nerla en orden de buena pelea, y despues de pequeños en
cuentros tuvo que retirarse llegada la noche, lo mismo que
hizo Vivanco, satisfecho de haberle dado una buena leccion
Sáan Román. Pero éste que no era tonto, luego que supo
— 343 —
que Vivanco se Labia retirado hasta la Ciudad, reunió su
tropa, y ocupó el alto de Faucarpata, donde amaneció, atri
buyéndose justamente la victoria ; como se le supone á to
do ejército que, despues de haber peleado, aparece ocupan
do el campo de batalla.
Cada uno de los beligerantes se atribuyó el triunfo, que
en realidad no lo obtuvo ninguno de ellos. San Román se
retiró despues á Quequeña, con el objeto de colocarse á cu
bierto de una sorpresa.
El General Castilla, enfermo todavia del golpe de un ca
ballo, se embarcó con la tropa que tenia, aventurándolo
todo, y exponiéndose á ser tomado por la escuadra enemi
ga. Se lanzó mar á fuera, recaló sobre el puerto de llo, y
desembarcó su fuerza sin ningun contratiempo. Pero co
mo habia traido piezas de grueso calibre, que le era impo
sible conducir por tierra, las hizo colocar sobre toscas tari
mas, remolcadas por lanchas, con el objeto de que fuesen
baradas en la brava playa del valle de Tambo. Los lan
cheros, por temor á los buques enemigos se apegaron mu
cho á tierra, y una gran oleada arrojó las tarimas con las
piezas de artilleria sobre la punta de Ccorio, en medio de
unas peñas, donde era muy difícil el descenso, y donde en
la pleamar eran batidas las piezas por las fuertes mareja
das.
Castilla por tierra pudo conducir su tropa hasta reunirse
con el General San Eoman en Quequeña ; y dió orden para
que sin reserva de trabajo ni de gasto se sacasen las piezas
á la playa. La empresa pareció á muchos imposible, pero
no lo fué para los tambeños y para el jóven gobernador
Manrique. Los cañones fueron sacados á tierra, y condu
cidos por bueyes hasta el pueblo de Sachaca, una legua al
pié de Arequipa, donde Castilla puso su cuartel general.
El General Castilla, montó las piezas sobre el cerro que
se halla detras de la Iglesia de Sachaca, y cañoneaba la
Ciudad. Los Jefes de Vivanco se esforzaron en disciplinar
su tropa, y en reforzar las trincheras, que jamás se habian
— 344 —
puesto en igual pié. La tropa era mantenida á costa de
exacciones violentas ; y para realizarlo se ordenó la prision
de personas notables, y aun se puso guardia á los enfermos
en sus camas, y se negó á los presos toda especie de ali
mento, aun el agua. El Prefecto Berenguel y el Jefe de
nominado ''el bayetillero" ejecutores de tales órdenes, de
jaron en Arequipa la memoria mas execrable.
El ardor de los Arequipeños, apesar de ser ya proverbial
para los combates, fué llevado entónces hasta la exagera
cion. Sin orden de Vivanco salian gruesas partidas á pe
lear contra las avanzadas de Castilla. Los mas dias se
traian á la Ciudad cuatro ó seis muertos, y muchos heridos
al hospital ó á sus casas. Los paisanos habian reunido
muchos féretros, y hacian á sus compañeros exequias pom
posas, conduciendo los cadáveres con música hasta el pan
teon de Miraflores.
Los ataques eran tan frecuentes y tan obstinados, que
Castilla tuvo que destinar á San Eoman, con una division
compuesta de las tres armas, para sostener el punto avan
zado desde los arrayanes hasta Challapampa. Se nos ha
asegurado que en vista de los muchos paisanos que morian
suplico á Vivanco la Señora Margarita La Torre que impi
diese que los paisanos saliesen á esos combates, y que Vi
vanco contestó : "cada muerto es un chichero menos."
Castilla no atacaba, por hallarse ocupado en disciplinar
su ejército, y en dar tiempo á que las exacciones que sufria
Arequipa, hiciesen odiosa la causa de Vivanco. Armó tam
bien partidas de paisanos, á quienes los de la Ciudad, por
traidores á su pais, les dieron el odioso nombre de macea
mamas, palabras del quechua, que quiere decir, pegadores
de su madre.
El General Castilla arrazó varias cercas y terrenos de
ehacras, para pasar por su derecha, ya á Paucarpata, ya á
Miraflores, hasta que se situó en Paucarpata, y proyectó la
formacion de una acequia para conducir el agua de Pau
carpata hasta el llano de Miraflores.
— 345 —
Como Vivanco conoció ya ese plan, hizo fosos al pié de
las trincheras, y formó otras desde los altos de Santa Eosa
hasta Santa Teresa. A los de los altos, frente y late
rales de San Pedro se les denominó Sevastopol. Castilla,
para pasar los fosos y tomar los altos, mandó hacer plata
formas fornidas para tirarlas, y escaleras.
Mientras Castilla se ocupaba en la empresa de atacar á
Vivanco, mandaba en Lima el Concejo de Ministros, com
puesto del Dr. Mar, del Dr. Ortiz Zevallos y del General
Eaygada ; pero los verdaderos mandatarios eran Mar y Or
tiz Zevallos.
La Convercion estaba funcionando. Algunos Jefes se
reunieron en sesiones privadas para disolverla á balazos,
contando con el apoyo de los descontentos, y con la aprob-
cion del Consejo de Ministros, ó por su orden segun se dijo.
Era Presidente de la Convencion el Dr. Manuel Toribio
Ureta y Vice-Presidente el Diputado por Arequipa Dr.
Juan Gualberto Valdivia. Al ir el Dr. Ureta á la Conven
cion, se le acercó un amigo en la calle, y le dió aviso del
acuerdo de los Jefes para disolver la Convencion con la
fuerza armada.
El Dr. Ureta llegó á la casa de la Convencion, y sacando
una cartera de su bolsillo, la dió al Dr. Valdivia para que
eyese el apuntamiento que con lápiz habia hecho del aviso
que se le dió, en el cual constaban los nombres de los Jefes
la casa y la hora en que se habia hecho el acuerdo. Val
divia preguntó á Ureta las providencias que pensaba tomar;
y Ureta le eontestó :—"Ninguna."—Voy á abrir la sesion ;
y esperemos como Eomanos la muerte en nuestras sillas.
Llamó á uno de los ayudantes de la Convencion, y le dijo :
—"quede Ud. al cuidado de la guardia :" entró al salon,
ocupó su silla, tocó la campanilla ; y la sesion quedó
abierta.
Se estaba dando cuenta de la sesion anterior ; y se notó
la conmocion y espanto de los individuos de la barra, que
saliero n con estrépito : se oyeron gritos en la guardia, y
44
— 846 —
los golpes con que cargaban los fusiles. Los Diputados se
alarmaron, y principiaron á salir por donde pudieron. En
tró un oficial al salon, con tropa que traia los fusiles pre
parados ; y en voz de mucho tono, levantando su espada,
dijo : señores, a fuera. No quedaron en el salon, mas que
el Presidente Ureta, en su puesto, y en sus sillas respecti
vas, el Vice-Presidente Valdivia y los Diputados Francisco
Quiroz y el General Lizarzaburu.
Ese hecho escandaloso era el segundo, á ejemplo del que
se ejecutó en 1834, de orden de los Generales Gamarra y
Bermudez.
El Dr. Ureta salió de frente, sin alterarse, increpando al
oficial y tropa la deshonra de su profesion y la fealdad del
acto que habian cometido. Valdivia, Quiroz y Lizarzabu
ru salieron por la izquierda á la primera antesala, y se en
contraron con soldados á bayoneta calada conducidos por
un oficialito muy jóven, quien tambien les dijo : señores, ú
fuera. Valdivia le contestó :— ''hijo mio, con hecho muy
infame principias tu carrera." El oficial repuso :—yo obe
dezco lo que me mandan.—Cuando Quiroz y Valdivia lle
garon al saguan, vieron fuera de la batiente de la puerta de
la calle, á caballo con espada desnuda, al moqueguano Co
mandante Arguedas. Montaba el tal Comandante un her
moso caballo tordillo, que pocos dias antes le habia dado
prestado el Dr. Ureta, con mas setecientos pesos que le pi
dió. Esta es la conducta de varios de nuestros mili
tares.
El Dr. Ureta dió la queja al Ministro de Gobierno Mar,
para que tomara las providencias convenientes ; y prescri
biéndole concurriese á dar cuenta á la Convencion, que se
reuniria al dia siguiente. La Convencion se reunió, resuel
ta ya á que la fusilasen en el salon. Concurrió el Ministro
Mar, y dijo :—que como no habia mas fuerza de la que
pudiese hacer uso el Gobierno, se habia limitado á ver per
sonalmente al Comandante Arguedas en su cuartel, y advir
tiendo que estaba borracho, se habia abstenido de pasar
— 347 —
adelante, para examinar lo que debia saber el Gobierno :
que sin embargo procuraria hacer lo posible para garanti
zar el respeto y libertad de la Conveneion.
Los Diputados se retiraron, convencidos de que nada fa
vorable podia esperarse del Gobierno ; y [desengañados por
noticias y hechos posteriores de la proteccion del Gobierno
al criminal Arguedas, formularon una protesta el nueve de
Noviembre de 1857, declarando despues de varios conside
randos.
Que protestaban de la violencia que se habia cometido
por la fuerza armada contra la representacion nacional,
haciendo á los autores de tan horrible atentado, responsa
bles de cuantos males sobreviniesen á la República.
Que suspendian su asistencia á las sesiones, confiando
en que mediante el patriotismo y dignidad de los pueblos
del Perú, y el honor y deber de los militares fieles á la cau
sa de la libertad, se salvarian las instituciones, y se conse
guiria que la nacion fuese reparada del escarnio hecho á su
soberania y decoro el dia 2 del expresado Noviembre.
El acta fué firmada por el Presidente, Vice-Presidente y
cincuenta y seis diputados mas.
Los Jefes honrados del ejército de Castilla, que no pu
dieron sobrellevar con disimulo la indignacion por tal aten
tado, se separaron del ejército. Tal honor cupo al Coro
nel Mugaburu, Jefe de caballeria, y al Comandante Eodri-
djiguez de la misma arma, cuyos respetables nombres no
olvidará jamás la patria agradecida.
El infame Comandante Arguedas ha sido ocupado des
pues, ya mandando batallones, ya de Jefe politico. Tal es
la vergonzosa situacion de la República Peruana. A la
caida del Presidente Balta ha sido tambien disuelto el Con
greso por la fuerza armada.
El General Vivanco, invitado por San Eoman para que
cediese de su propósito y ahorrase tanta sangre, y que re
conociese la Constitucion, ofreciéndole que Castilla seria
separado del mando, nombrándose una junta de Gobierno.
— 348 —
compuesta de San Eoman, Vivanco y Ureta ; accedió á to
do, ménos á reconocer la Constitucion.
El General Castilla á los ocho meses se determinó á ata
carl á Vivanco por el lado de San Antonio de Miraflores.
El sábado 6 de Marzo de 1858 se situó el General Castilla
con su ejército en el pueblo de San Antonio y pampa de
Miraflores, como á las cuatro de la mañana. Sus gruesos
cañones, arrastrados por bestias, los situó al pié de la igle
sia de San Antonio, al frente de las trincheras de la casa
de San Pedro. Castilla tomó el centro, destinando á su de
recha al Coronel Pedro Bustamante. Este tomó la casa
del presbitero Mateo Valdivia Alarcon ; y la fuerza de San
Eoman ocupó la izquierda, por la calle Grande de Miraflo
res, como tambien buena parte del centro, apoyando la ar
tilleria.
Los fuegos se rompieron poco despues de las cinco de la
mañana. Cuando al General Vivanco se le dió el aviso
respectivo de la aproximacion de Castilla, contestó : "No
ataca : como el correo para Lima está próximo, hace ese
amago para mandar noticias. ¡Ojala que nos atacara ; pe
ro no soy tan feliz!" Y no salió de su casa, que era la que
tenia en arrendamiento la viuda del Dr. D. Andres Marti
nez. Esa Señora mantuvo al General Vivanco y á su
gran comitiva con esplendor, habiendo quedado la familia
adeudada en muchos miles.
Vivanco no salió de su casa hasta las ocho de la mañana
y Corrales Melgar, que se hallaba en su casa, viendo pasar
á Vivanco, lo reconvino por su demora. Vivanco contestó
casi lo mismo que hemos dicho antes. Vivanco, sin com
prometerse, regresó á su casa, pensando siempre en que
Castilla se retiraria poco despues, á pesar de que hasta esa
hora la pelea fué tan encarnizada, que pocas veces se ha
ostentado por ambas partes mas valor y obstinacion. La
pérdida de ambos ejércitos era ya tan grande, que por la
acequia que baja de Santa Marta para la Palma corria san
gre desde poco despues de las 11 de la mañana.
— 349 —
Castilla logró tomar el fuerte del alto de San Pedro y a
gran trinchera de la calle y del costado. A todo eso le lla
maban Sevastopol. Subió al alto, y con el anteojo recorria
la serie de trincheras de los altos y bajos de toda la exten
sion, desde San Pedro hasta el chorro de Santa Teresa.
Una bala de fusil le quitó el anteojo de la mano, pero él
continuó sobre la bóveda, y alcanzaron otro anteojo. Cas
tilla habia dado orden á San Eoman para que tomase la
parte del Monasterio de Santa Eosa, fronteriza al Palacio
del Buen Eetiro, rompiese la pared, entrase al Monasterio
por la huerta, y á cualquiera sacrificio batiese la tropa que
ocupaba el alto de la Iglesia de Santa Eosa. Como San
Eoman, por sostener otro ataque, no hubiese ejecutado
pronto la orden qne se le-dió, Castilla que no sabia perder
los momentos, precipitó al Coronel Eeingolea, diciéndole :
"Antes de 20 minutos espero verlo á Ud. sobre aquel alto
que nos hace fuego tan mortifero." Beingolea desempeñó
la comision : penetró al Monasterio sin ser sentido, y por
las mismas escaleras por donde habian subido los vivan-
quistas, subió con parte de sus fuerzas, despejó las bóvedas
á balazos, no sin dificultad. Alli murieron muchos desbar
rancados. Fué atacado también en los altos por la tropa
situada sobre la bóveda inmediata de la iglesia de Santa
Marta, y cuando él se acogió á la torre de Santa Eosa, cu
yos arcos estaban cubiertos con un enrejado de madera, su
frió tambien. los fuegos de la trinchera puesta en la bóveda
de la casa de los Garzones. Biengolea, acosado en cierto
modo por dos fuegos, y con poca tropa, por haber dejado
parte de la suya en el patio del monasterio para que abrie
se la puerta atrancada y saliese á la calle, (la que tambien
fué batida por la tropa de una trinchera baja,) tuvo que
hacerse llevar los colchones de las monjas, para atrinche
rarse con ellos por dentro y por los lados de la torre.
Castilla, que seguramente reconoció el riesgo en que se
hallaba Beingolea, le mandó un pequeño refuerzo, que sir
vió oportunamente, y Beingolea logró despejar las fnerzas
— 350 —
enemigas que lo batian, pero sin poder pasar adelante, co
mo lo habia hecho, si no hubiese quedado tambien imposi
bilitado, y se limitó á conservar su puesto.
A pesar de tales pérdidas y de la muerte de varios Jefes
y de muchos oficiales, continuó todo el dia la defensa y el
ataque sin tregua, hasta que llegó la noche, muy oscura.
La tropa de Vivanco, á pesar de que en el dia pidió re
petidas veces viveres y agua especialmente, no recibia tales
auxilios, ni aun las municiones que faltaron en varios pun
tos. Cuando se le hacian los pedidos á Vivanco, los remi
tia donde el Prefecto Berenguel el que cuanto fué impasi
ble en sll crueldad para exigir contribuciones, fué de cobar
de en esa ocasion ; pues desde temprano se habia pasado á
la otra banda del rio para fugar á Bolivia, como lo verificó;
y murió en la Ciudad de la Paz.
Desde la tarde se apercibió la poblacion del mal estado
en que se hallaba el ejército defensor, y por la noche, D.
Basilio de la Fuente y otras personas respetables fueron
donde Vivanco á decirle que se habia ya derramado mucha
sangre, y que por los datos que habian adquirido estaban
perdidos : que salvase á la Ciudad, y á ese resto de tan ha
roicos defensores.
Vivanco, con resistencia, cedió á las muchas y sentidas
razones de los peticionarios, y mandó una esquela al Mi
nistro Plenipotenciario de Chile, que se hallaba en Socaba-
ya, legua y media lejos de la Ciudad, para que hiciese el
servicio de venir y hablar con Castilla, y obtener un armis
ticio, á fin de llegar á un acuerdo definitivo.
El Sr. Irarrázabal, Ministro de Chile, que habia salido
de Lima con pausible objeto de interponer sus buenos ofi
cios, á pesar do hallarse enfermo, partió inmediatamente á
verse con el General Castilla. Este lo recibió con el res
peto que merecia su alto empleo, y con la cordial amistad
que habian cultivado desde tiempo atras. El Sr. Irarráza
bal, sujeto de gran capacidad y de finisimos modales, esforzó
su pedido cou muchas y buenas razones ; pero Castilla le
— 351 —
contestó rotundamente : "mucha sangre se ha derramado
por la ambicion terca de ese hombre vano. Ya soy dueño
de la plaza ; no le queda otra cosa que rendirse á discre
cion."
Al amanecer del domingo 7 de Marzo se rompieron los
fuegos con el mismo brio que el dia anterior, y se sostuvo
el ataque hasta cerca de las 11 del dia, en que concluida la
municion de los defensores, y tomadas por Castilla todas
las trincheras fronterizas á Santa Marta, se retiraron de
fendiéndose como pudieron. Vivanco se habia ya asilado
en una casa extranjera de comercio, sin haber dejado orden
alguna. Castilla, y San Roman herido, ocuparon la Ciu
dad. Castilla pasó á la otra banda, ocupó la casa de Ea
mos, para dictar providencias y mandar propios á todas
partes.
Vivanco, de quien Castilla no hizo caso, porque no quiso
-que lo sacasen del asilo en donde se hallaba, se fué á Chile,
á la tierra de sus afecciones, como él decia. A bordo, en
Arica, dijo á una persona respetable : que iba escarmenta
do, y que no volverá á meterse con esos chicheros que lo ha-
bian traicionado.
Castilla al terminar su Gobierno protegió la candidatura
del General Miguel San Eoman. Este salió elejido, en compe
tencia del Dr. Mar. Los candidatos para primero y segundo
Vice-Presidentes fueron los Generales Pezet y Canseoo,
que tambien fueron elegidos. Las elecciones se ganaron
en Lima á balazos, gastándose en la capital más de cuaren
ta mil pesos, por parte de Castilla, y tambien mucha plata
por los opositores.
En los dias que el Congreso se ocupaba del escrutinio
para Presidente y Vice-Presidentes, hizo sacar Castilla la
artilleria, compuesta de los 40 cañones rayados que poco
antes por ensargo suyo fueron traidos de Europa, y se fué
á ensayarlos á las pampas del Sur de Lurin.
Uno do sus amigos Diputados le dió aviso de que la ma
yorla del Congreso trataba de anular las elecciones de Jau
ja, que favorecian al General Pezet. Castilla regresó a Li
ma, y lo fueron á visitar 12 de sus amigos Diputados, á
quienes preguntó cuales eran las causas de la mala dispo
sicion de los Diputados para no elegir á Pezet. Los Dipu
tados amigos al verlo tan irritado callaron, hasta que, exi
gidos para dar contestacion, tomó la palabra D. Pedro So
lar y le dijo : "Las causas principales son las siguientes :
La primera, que hay en el Congreso un partido compacto
de oposicion que estaba en minoria, pero que ayudado por
los pretendientes que han trabajado sin intermision, nos
han ganado muchos de los que eran nuestros. Segunda,
que V. E. por su parte no ha hecho gestion alguna para
conservar los amigos y ganar á los enemigos, como lo han.
hecho los pretendientes y los amigos de éstos, con empeños,
convites y súplicas repetidas» Tercera, que en los Ministe
rios, y esta es la causa mas decisiva, han recibido y trata
do bien á los enemigos y les han despachado de un modo
favorable sus expedientes, y á los nuestros los han recibido
siempre mal, hasta con desatencion, y les han negado cuan
to han pedido.
Castilla les dijo : "Ustedes son doce ; cada uno de Uste
des va á conquistar otro, ofreciéndole lo que pida, sin re
serva. De ese modo, mas ó ménos, podemos contar con
24. Ustedes y los que ganen no asistan mañana á la se
sion. Todo lo demás corre de mi cuenta." Los Diputados
en mayoria, luego que supieron la llegada de Castilla, se
habian puesto de acuerdo para decidir al dia siguiente en
escrutinio en contra de Pezet, á fin de no dar tiempo á Cas
tilla para que trabajara ; pero á la hora de sesion se notaba
la falta de muchos Diputados : se mandó a los ayudantes
del Congreso a citarlos, y no fué posible reunirlos. La
Ciudad se puso en conmocion, y calculó que el plan era de
Castilla.
En las tres sesiones siguientes fueron proclamados San
Eoman, como Presidente ; Pezet y Canseco, como primero
— 353 —
y segundo Vice-Presidentes. Se nombró una comision por
parte del Congreso para Arequipa, donde se hallaba San
Eoman con una division ; y Castilla preparó los buques de
guerra para la comision, y para que San Eoman y su divi
sion se embarcasen en Islay. Con respecto á la eleccion
de Sau Eoman, fué el placer general en la Eepública, por
que aun los Jefes de la oposicion, Generales Eufino Eche-
nique, Vivanco y los demás, como amigos de San Eoman,
esperaban mucho de él, y se libertaban de Castilla.
San Eoman llegó con su division á Lima, y se le hizo un
recibimiento extraordinario. Se alojó en la casa del Mar
qués de Torre Tagle. Eecibia en las noches á los concur
rentes de todos los partidos, con tanta afabilidad, que los
perdidos ostentaban mas placer que los que habian ga
nado.
El General La Puerta fué candidato para la Vice-Presi-
dencia, y habia trabajado para si y para San Eoman, aso
ciado al Sr. Mariatigui, Presidente de la Corte Suprema, y
al Dr. D. José Maria Quimper, autor de todas las publica
ciones y lector de toda la correspondencia para la Eepúbli-
ca. La Puerta, aparte de sus muchos amigos, hizo los gas
tos en su mayor parte.
Aunque La Puerta perdió la Vice-Presidencia, él y sus
amigos habian ganado con la eleccion de San Eoman ; y
como amigos intimos de éste dejaron que se agolpasen los
visitantes dia y noche, á visitar á San Eoman, reservándo
se ellos una hora para visitarlo en reserva, con la confian
za de amigos intimos ; pero antes de verificar esa visita su
pieron que San Roman habia llamado al Dr. José G. Paz
Soldan, designándolo para Ministro, Presidente del Con
sejo, que él mismo debia formar.
Con tal noticia se decidió el Dr. Quimper á felicitar a
San Eoman ; pero éste, haciendo uso de la amistad, quiso
detenerlo, hablándole de Ministerios. El Dr. Quimper,
6in detenerse en la visita, le dijo : "Ya sabemos que Ud.
lia nombrado á Paz Soldan, y autorizándolo para que ej
45
— 354 —
designe las personas que deben ocupar los Ministerios. Me
permito decirle que no me verá Ud. mas en su presencia,
porque ni yo, ni los que hemos sido amigos de Ud., y nos
hemos comprometido por defender su candidatura, nos he
mos de deshonrar, asociándonos á Paz Soldan ;" y se re
tiró.
Pasadas algunas horas, se presentó el General La Puer
ta, amigo de mucha confianza del Presidente San Boman.
Este lo recibió con toda la atencion y cariño que merecia,
ya por la amistad antigua, ya por lo mucho que con sn
persona, dinero y amigos le habia servido en favor de su
candidatura, ;y le ofreció el Ministerio de guerra. El Ge
neral La Puerta lo felicitó por la presidencia, le agradeció
su ofrecimiento y le dijo : "desdo que con la eleccion de
Paz Soldan nos ha dado Ud. á todos los amigos con un
trapo sucio en la cara, no espere Ud. que lo admitamos em
pleo alguno, ni nos acerquemos mas á verlo. Tomó su
sombrero, y con una inclinacion de cabeza que le hizo á
San Eoman, se retiró secamente.
Pocos sabian cual fuese la causa que obligase á San Eo
man á nombrar por primer Ministro al fiscal de la Supre
ma Dr. José Gregorio Paz Soldan. El Gobierno dió< a
San Eoman en propiedad la casa del Estado que se halla á
la vuelta del Museo y biblioteca pública, que servia para la
escuela de gramática latina que corrió á cargo del director
extranjero, Sr. Perez, gramático muy distinguido y autor
del arte de gramática latina, que sirve de texto, en lugar
del antiguo Nebrija, á quien ilustró Perez.
Esa casa, ya antigua, estaba desmejorada, y San Eoman
habia encargado á Paz Soldan el cuidado de componerla, y
de ponerle piezas en el alto, que no tenia. Paz Soldan con
su dinero recompuso la casa, le hizo un buen departamen
to en los altos, la aseó toda ella, empapelándola y ponién
dole las pinturas correspondientes. San Eoman, grato á
-. ese servicio, sin consultar á los amigos que tanto habian
-trabajado y comprcmetidose para elevarlo á la presidencia,
— 355 —
nombró por Ministro á Paz Soldan, sin prever el gran
disgusto que con esa eleccion causaba á sus mejores ami
gos.
La eleccion do Paz Soldan desagradó tambien á la Ee
pública, no por razon de su capacidad y conocimientos,
que los tiene suficientes, sino por sus maneras, y por que
no ha sabido concillarse la opinion pública.
San Eoman pudo retirar á Paz Soldan como lo hizo el
Eey Aguis con David, á quien le dijo : "no eres del gusto
de los Sátrapas. Vete en paz, para no incomodar con tu
vista á los Sátrapas." San Roman sintió profundamente
la separacion de sus dos tan buenos amigos, á pesar de la
nube de los enemigos de Castilla, que se le plegaron y lo
circundaban, oprimiéndolo con peticiones de todo género.
El mismo Castilla, que tanto habia hecho para colocar á
San Eoman en la presidencia, recibió de éste fuertes de
sengaños. Los Doctores Valdivia y Polar, pasados no
muchos dias, fueron juntos á visitar al General Castilla, y
lo encontraron en su casa, en aquella soledad espantosa
que sucede de ordinario á los dias y tiempo de los que han
ocupado las altas regiones del Gobierno. El General Cas
tilla los recibió y los condujo á la bella pieza del alto, para
conversar alli en plena confianza. Castilla se quejó del mo
do como lo trataba San Eoman ; habiendo motivos para
juzgar que los enemigos de Castilla hubiesen influido en el
ánimo de San Eoman para perder á Castilla mas ó menos
tarde.
San Eoman, que jamás habia gozado do mejor salud,
con acasion de los repetidos convites y malas noches, vol
vió á sufrir algo de su antigua enfermedad de la orina, y se
agravó á pocos meses. Por consejo de los médicos que
principiaron á curarlo se retiró á Chorrillos, aunque alli
trabajaba constantemente en el despacho con los Minis
tros.
El General Castilla estaba tambien en Chorrillos, donde
— 356 —
muy pocos lo visitaban algunas veces ; y se le dió aviso de
que San Eoman habia dado orden para que lo apresaran.
Castilla no hizo caso alguno de tales avisos, y poco salia
de su casa.
Mas de doce médicos curaban á San Eoman, y se agrava
ba su enfermedad notablemente. Despues de quince dias,
que ya estaba en cama y los médicos tenian consultas re
petidas, conocieron que la enfermedad era distinta de la
que habian primero calificado, y que la enfermedad ver
dadera era del higado y de los riñones, y que no tenia ya
remedio.
Corrió la voz de que el Presidente San Eoman estaba de
muerte. De Lima fueron á Chorrillos todos los Generales
y Jefes y muchas personas notables, de suerte que la capa
cidad de la casa del enfermo no bastaba para los concur
rentes. El General Castilla se anticipó á visitar á San
Eoman, y aunque sabia el mal estado, por lo que habian
dicho los médicos, lo encontró tan entero y tan satisfecho
que quedó admirado. Sin embargo le habló con claridad,
y le dijo :—General San Eoman, yo no debo ocultarle á
Ud. el verdadero estado en que se encuentra. Estimo á
Ud., y no vengo á visitarlo por mera etiqueta, como tantos
otros. Lo que á Ud. le conviene es arreglar con tiempo su
conciencia y sus asuntos. No pierda Ud. minuto. —Cas
tilla le habló con tal interés, que San Eoman quedó con
vencido, y dió orden para que le llamaran al Cura de la
parroquia. De Lima se le mandó al E. Fray Pedro Gual
religioso de los descalzos franciscanos. San Eoman se con
fesó, y autorizó al Padre Gual para que publicara su re
tractacion de haber pertenecido a la logia Fracmasónica ; y
murió el 3 de Abril de 1863, uno de los últimos dias de la
semana santa.
A la muerte de San Eoman temblaron los enemigos de
Castilla, juzgando que se apoderaria del mando. Los cré
ditos bajaron, huvo pánico en todo el comercio, mucho ma3
— 357 —
cuando el General Guarda, que mandaba el ejército, lo pu
so á disposicion de Castilla. Este aceptó el mando, y pu
so todo en tranquilidad. El contra almirante Salcedo no
quiso ponerse á las órdenes de Castilla, pero éste, sufrien
do con prudencia tal desacato, hizo poner todas las órde
nes convenientes para el primer Vice-Presidente General
Pezet, que se hallaba enfermo en Paris, y para el segundo
Vice-Presidente General Pedro Diez Canseco, que se halla
ba en Arequipa, á fin de que éste fuese inmediatamente á
encargarse del mando hasta la llegada del General Pezet.
El General Canseeo llegó á Lima, y se encargó del man
do de la Eepública. Castilla entregó el ejército, y se retiró
á su casa de Chorrillos.
El General Canseco se contrajo á verificar el pago de lo
que se debia á los arrieros y vecinos de Arequipa, por el
tiempo que el General Castilla les tomó viveres, animales
etc. en el sitio de Arequipa, ocupada con tropas por el re
volucionario General Manuel I. Vivanco. El- General
Guarda, como Ministro de Guerra, trabajó incesantemente
en su despacho, hasta dejar expedito todo lo que de ante
mano habia atrasado.
Durante el mando del segundo Vice-Presidente Canseco
llegó á Chile la expedicion española, denominada cientifica;
y el General Vivanco, que se hallaba en Chile en clase de
representante por el Perú, trató con los Jefes de dicha ex
pedicion, sin poderles rastrear nada del verdadero objeto
de ella.
Poco tiempo despues llegó el General Pezet y so encar
gó de la Presidencia, y durante su administracion tomaron
los españoles bajo diferentes pretextos, las Islas huaneras
de Chincha, el 14 de Abril de 1864. Uno de los pretextos
fué la grave calumnia del español comisario Mazarredo,
que imputó a los peruanos el que hubiesen asesinado en la
hacienda de Talambo á varios españoles trabajadores.
Prescindiendo de todos los hechos relativos á esa época, de
lo que se trata en otra parte, diremos que el General Pezet
— 35S —
nombro al General Vivanco, para que tratase con el espa
ñol almirante Pareja, y de hecho se ajustó el tratado infa
me de 27 de Enero de 1865, denominado Vivanco-Pareja,
que fué aprobado inmediatamente por Pezet y sus minis
tros.
Con motivo de lo que sucedió en el Callao con los espa
ñoles, que desembarcaron libremente despues de ese trata
do, y de los que fueron á Lima para ver una corrida de to
ros, la que dió lugar en la noche á algunos gritos de paisa
nos en la plaza de Lima contra los españoles, y de que
Pezet para reprimir esa grita hizo echar bala contra los
grup'os desarmados ; el General Castilla pasó comedida
mente á reconvenir á Pezet, por el atentado de haber he
cho fusilar al pueblo indefenso ; del que resultaron varios
muertos y muchos heridos. Como la reconvencion fué á
presencia de dos de los Ministros del Gobierno, se acaloró
la discusion ; y Pezet hizo poner preso al General Castilla
en la policia, donde era custodiado á la vez por ésta y por
su mismo cuñado, el Coronel D. Francisco Diez Canseco.
Despues de pocos dias de prision sacaron á Castilla con es- -
colta, y lo embarcaron en un buque contratado para el efec
to, y lo desterraron á la baja California, sin que la familia
de Castilla lo auxiliase ni con una camisa.
A bordo se le tuvo incomunicado, sin permitirsele papel
ni tintero. El buque, para proporcionarse lo que le falta
ba, recaló al puerto de Tumbes ; y de allí le mandaron á
Castilla algunas camisas. El General Castilla estaba en
fermo antes de que lo pusiesen preso, y á bordo se le agra
vó el asma y los ataques cerebrales intermitentes. Llegó
al puerto de Acapulco de la Eepública de Mejico, y de alli
tomando los viveres necesarios marchó el buque á un puer
to de Portugal, á donde lo desembarcaron.
El General Castilla enfermo, sin recursos y con un sir
viente que se le dió de la tropa que lo llevó preso, tuvo que
irse á Londres ; y al desembarcar, el sirviente le robó el re
loj, única prenda de valor que tenia.
— 359 —
En Londres le ofrecieron recursos, que no quiso aceptar,
y con los que le proporcionó el Dr. Irigóyen, Eepresentan
te entónces del Perú en Bélgica y Prusia, pasó Castilla al
territorio de Francia. El Emperador Napoleon III, lo in
vitó para que fuera á Paris, haciéndole varios ofrecimien
tos de proteccion ; agradeció al Emperador sin admitirle su
ofrecimiento, y se fué á Bélgica, donde se hallaba la Seño
ra Doña Mercedes Canseco, esposa del referido Sr. Irigó
yen.
Con la noticia de la caida de Pezet y de la victoria en el
Callao contra los españoles el 2 de Mayo de 1866, regresó
Castilla á Lima, donde fué bien recibido por el Dictador
Coronel Mariano Ignacio Prado ; pero queriendo evitar
compromisos, se retiró á su pais, Taracapa, con el objeto
de ocuparse de la explotacion de minas. Asi se expresó el
General Castilla á su amigo de confianza el Dr. Juan Gual-
berto Valdivia, Eector entónces del Colegio de San Carlos,
en la visita de despedida que le hizo Castilla ; lo que le re
pitió tambien cuando el Dr. Valdivia lo acompañó el dia de
su embarque.
El General Castilla llegó á Taracapá, y trataba de darse
baños á propósito para su enfermedad, ocupándose ya del
negocio de minas y del proyecto de dar agua á la pampa
del Tamarugal, cuando inexperadamente fué apresado por
el Comandante Fermin La Fuente, enviado de propósito
por Prado para esa objeto. La Fuente condujo preso al
General Castilla en el vapor de la mala, y á su llegada ai
Callao el Jefe del vapor se resistió á entregarlo, y lo tras
bordó á un buque de guerra extranjero, que lo condujo á
Valparaiso.
El General Castilla, irritado del procedimiento de Prado
á quien de Mayor de civicos elevó primero á Mayor de ejér
cito y despues hasta Coronel, consiguió en Valparaiso fusi
les, municiones, dinero y unos cuantos hombres y algunos
Jefes peruanos : se embarcó con todo su equipo, desembar
có en Pisagua, y pasó á Taracapá, donde arrojó una peque
— 360 —
ña columna. De Iquique se mandó fuerza contra Castilla,
que no pudo hacerle daño alguno. La opinion de Arica y
de Arequipa era decidida por Castilla ; y contando con la
fuerza de Arequipa y de sus Jefes mandó Castilla de Tara-
capá á Beingolea con una columna, para que se apoderase
de Arica, como lo verificó. Castilla marchaba á - retaguar
dia con los recursos de guerra, acompañándole el General
Eivas y otros Jefes. Como él estaba enfermo desde antes,
en el camino desierto se sintió en mal estado, se ba
jó del caballo, se recostó sobre un pellon, y murió en un
punto denominado Tilibiche pocos minutos despues ; ates
tando lo que se puede esperar por los hombres que se han
hallado en la cumbre del poder, de los beneficiados á quie
nes pródigamente se les alarga la mano.
Su cadáver fué trasladado á la Ciudad de Arica, donde
quedó colocado en una pobre arca, y en olvido, hasta que
su cuñado el General D. Pedro Diez Canseco y su Minis
tro el Dr. D. Juan M. Polar, como Vice-Presidente el pri
mero, que volvió á ocupar la silla presidencial, despues de
haber derrotado en Arequipa al Presidente Mariano Igna
cio Prado el 27 de Diciembre de 1867, hizo llevar el cadá
ver de Castilla á Lima ; y despues de las funciones fúne
bres fué solemnemente depositado en el Pateon general de
Lima.
Cuando llegó á Lima la noticia de la muerte del General
Castilla, se manifestó en la poblacion un duelo general ; y
el Dr. Valdivia hizo publicar su necrologia en el periódico
"El Comercio." De ese modo desapareció el General pe
ruano mas notable, que difícilmente será reemplazado por
otro en esa profesion.
No habiendo dejado bienes el General Castilla á su falle
cimiento, despues de haber mandado tantos años la Eepú-
blica en el tiempo de su mayor riqueza ; para el pago de
sus deuda?, contraidas en sus últimos dias en defensa del
honor Nacional, le embargaron los acreedores á su viuda
la Señora Doña Francisca Canseco, la casa de su habita
— 361 —
cion. Algunos de sus acreedores rebajaron generosamente
parte de los réditos. Tal ha sido la suerte del mandatario
honrado que murió en campaña, sin quejarse de ninguno
de sus enemigos, dando el ejemplo que debe dar el buen
soldado que sacrifica su vida por la Patria.

40
CAPIULO XVI.
MEMORIA SOBRE EL COMBATE Y VICTORIA DEL 2 DE MAYO DE 186G
CONTRA LA ESCUADRA ESPAÑOLA EN EL CALLAO.
1.—Como nuestro objeto es popularizar los hechos rela
tivos á esa victoria que salvó el honor del Perú, es menes
ter tomarlos desde su origen. Vencido el ejército de los
españoles en Ayacucho el 9 de Diciembre de 1824, se acor
daron en la capitulacion celebrada en el campo de batalla
18 articulos, entre el vencedor, General en Jefe del ejército
unido libertador Antonio José de Sucre, y el General en
Jefe del ejército español José Cánterac. por hallarse herido
y prisionero el virey José de la Serna. Por el primer ar
ticulo se entregaba al ejército unido libertador el territorio
del Perú hasta el Desaguadero, con los parques, maestran
zas, los almacenes militares, los restos del ejército español,
bagages, caballos de tropa, guarniciones y objetos pertene
cientes al gobierno español.
2.—Por el articulo 8. 6,5 pidió el General Canterac se re
conociese la deuda contraida hasta esa fecha por la hacienda
del gobierno español ; y el General Sucre estableció que el
Congreso del Perú resolveria sobre ese articulo lo que con
viniese á los intereses de la Eepública. La capitulacion se
ratificó en el campo de batalla el 9 de Diciembre de 1824,
y la firmaron. —José Canterac.—Antonio José de Sucre.
3.—El Congreso dió la siguiente ley en 22 de Agosto de
— 363 —
1831.—El ciudadano Andres Eeyes, Presidente del Sena
do y Encargado provisionalmente del Poder Ejecutivo.—
Por cuanto el Congreso ha dado la ley siguiente:
El Congreso de la Eepública Peruana. —Teniendo en
consideracion, que por las capitulaciones de Ayacucho se
reservó al Congreso el reconocimiento de la deuda nacional
interna, contraida en el tiempo del gobierno español.
Dá la ley siguiente:
Art. 1. M La nacion reconoce las imposiciones y depósi
tos hechos bajo el gobierno español, en el estanco de taba
cos, tribunal del consulado, cajas que se nombraron reales
y demas oficinas del Estado.
Art. 2. 6 Su pago se efectuará despues de satisfecha la
deuda contraida en tiempo de la Independencia del Perú.
Art. 3. 6,1 Las deudas activas y pasivas contraidas en
tiempo del gobierno español, serán compensadas, si los in
teresados fuesen acreedores y deudores directos, sin que
haya lugar respecto de las compradas ó cedidas.
Art. 4. 6 1 Se incluyen del reconocimiento los capitales ó
fondos que voluntaria, expresa ó directamente hubiesen si
do entregados ó impuestos en tiempo del gobierno español,
para sostener la guerra contra la independencia.
Art. 5. 6n Tampoco se reconocen los pertenecientes á
subditos del rey de España, entre tanto reconoce la Inde
pendencia del Perú, y entra en relaciones con nuestro go
bierno.
Comuniquese al Poder Ejecutivo para que disponga lo-
necesario para su cumplimiento, mandándola imprimir,
publicar y circular.—Lima, Agosto 22 de 1831.—Nicolas
Aranibar, Vice-Presidente del Senado.—José Patricio Ipar-
raguirre, Vice-Presidente de la Cámara de Diputados.—
José Freire, Senador Secretario.—José Goycochea, Dipu
tado Secretario.
Por tanto mando se imprima, publique y circule, y se le
dé el debido cumplimiento. —Dado en la casa de Gobierno.
— 364 —
en Lima á 25 de Agosto de 1831.—Andrés Reyes.—Por
-orden de S. E., Manuel Pérez Tudela.
4.—Por la ley del Congreso de 9 de Marzo de 1850,
mandada ejecutar en 16 del mismo mes y año por el Presi
dente General Eamon Castilla, y autorizada por el Minis
tro José Fabio Melgar. —Ley denominada de la consolida
cion, se ordenó en su articulo 2. ° , lo siguente.—La deuda
interna del tiempo del gobierno español, continuará por
ahora, en el estado en que la colocó la ley de 25 de Agosto
de 1831.
5.—Elegido el General José Eufino Echenique Presiden
te de la Eepública en 1851, se decia que el Congreso que
lo proclamó, trataba de decretar el pago de la deuda espa
ñola, y que varios peruanos que contaban con el apoyo del
Presidente, habian comprado muchos millones de deuda
española, á razon del 6.p§ cuando mas. La proposicion
se hizo realmente en el Congreso ; pero los Diputados de
la oposicion pudieron impedir con buenas razones, se ele
vase el proyecto al estado de ley.
6.—El Presidente Echenique reconoció documentos ta
chables de consolidacion, que pasaban de 12.000,000 de
pesos fuertes. Eevolucionada la Nacion por ese reconoci
miento indebido, y por otras causas, y depuesto Echenique
del mando, le sucedió el General Castilla en la Presidencia;
y durante su Gobierno tuvo noticia cierta, pero muy reser
vada, de que varios de los individuos que compraron los
documentos de la deuda española, habian podido conseguir
se exigiese su pago al Perú por medio de la fuerza. Para
llevar á cabo ese plan y algun otro, se ideó mandar una es
cuadra bajo el pretexto de expedicion científica.
7. — Cuando el Presidente Castilla pudo asegurarse de la
verdad del proyecto ; y de que otro de los objetos era tam
bien apoderarse de las islas guaneras de Chincha, sin per
juicio de intentar la reconquista del Perú, pidió autoriza
cion al Congreso para fortificar las Islas, y comprar buques
— 365 —
de guerra. El Congreso se negó al pedido, y el General
Castilla se limitó, en reserva, á mandar hacer la liquida
cion de la deuda española, comisionando al muy inteligen
te y honrado Vazquez. Este verificó la liquidacion ; que-
hizo archivar el General Castilla en el Consulado.
Habiendo dejado el mando el General Castilla, llegó á
Chile la expedicion cientifica, mandada por Pinzon. En
tales circunstancias se hallaba en Chile, como representan
te del Perú, el General Manuel Ignacio Vivaneo ; y por
muerte del Presidente de la Eepública General Miguel San
Eaman, y ausencia del Vice-Presidente General Pezet en
Francia, desempeñaba la Presidencia el segundo Vice-Pre
sidente General Pedro Canseco.
9.—Antes de todo esto el Presidente Castilla, durante su
primera administracion, recibió aviso del Ministro Perua
no en Londres, que el General ecuatoriano Juan José-
Flores, habia salido de Madrid para Victoria, de donde de
bia pasar á Santander á embarcarse con tropas de españo
les, en número de 1,700 hombres, con el objeto de venir á
ocupar la Eepública del Ecuador. El Presidente Castilla
recibió esa noticia oficialmente, aparte de otras comunica
ciones reservadas, por las que supo que el General ecua
toriano tenia contratados buques en Inglaterra, y gente en
ganchada en Irlanda ; y que ademas se decia, estaba com
prometido en un plan de gran extension el Presidente de
Bolivia General Ballivian, y algunos otros personages. El
General Castilla, fundado en la noticia oficial, por conduc-
del Ministro de Eelaciones Exteriores José Gregorio Paz
Soldan, pasó circular a los Gobiernos de América en 9 de
Noviembre de 1846, dándole parte de la conducta del go
bierno español; irregular é invasora á las Eepúblicas Ame
ricanas, é invitándolas para reunirse y hacer oportunamen
te la oposicion conveniente ; habiendo datos de que sus
tendencias eran á mayores y funestos proyectos ; y que el
Gobierno Peruano no podia ser frio expectador, sin unir
sus votos y esfuerzos á los de todos los pueblos de América t
— 366 —
para sostener la independería comun y la identidad de
principios y de instituciones.
10.—El mismo Presidente General Castilla, en una cir
cular de 24 de Agosto de 1861, dirigida á los Gobiernos de
América, protestó tambien de la anexion de Santo Domin
go á la España, hecha traidoramente por el General Santa
Ana.
11.—Presidente el General José Eufino Echenique, nom
bró cerca del gobierno de la reina de España Isabel DI á
D. José Joaquin de Osma, Enviado Extraordinario y Mi
nistro Plenipotenciario ; y la reina, por su parte, nombró al
Ministro de Estado D. Angel Calderon de la Barca. Am
bos Ministros acordaron un proyecto de tratado en 24 de
Setiembre de 1854, en la silla de Madrid, constante de 17
articulos, cuyas ratificaciones debian ser cangeadas en di
cha Corte, en el término de un año ó ántes, si fuese posi
ble. Ese tratado no fué admitido por el General Echeni
que ; y por conducto del Ministro de Eelaciones Exteriores
Dr. José G. Paz Soldan, se le remitieron al Sr. Osma las
observaciones, en nota de 25 de Noviembre do 1853, que
á mas de otras, se hacian las especiales á los articulos 3. °
5. ° y 8. ° ; pues por el 3. ° se concedia amnistia á los
ciudadanos del Perú, por la alta interposicion de S. M. C;
lo que, suponia culpables á los peruanos, por haber procla
mado su independencia, y que neoesitaban del generoso
perdon de la reina Isabel.
12.—Al final del articulo 5. ° se decia : ''En el caso de
que en el término de dos años, no fuese sancionada y pro
mulgada la ley de consolidacion, se hará un convenio espe
cial por lo que toca á los créditos de súbditos españoles. "
El Ministro Paz Soldan dijo : siendo la base en todo trata
do la igualdad, debia pactarse tambien, que la España se
comprometiese á indemnizar los daños y perjuicios ocasio
nados á los ciudadanos del Perú, no solamente allá, sino
tambien aqui; porque ésta ha sido la norma que han segui
do el Congreso y el Gobierno, y que han practicado, reco
— 367 —
nociendo la ley de consolidacion todos los daños, perjuicios,
secuestros, sub-ininistros etc., tomados de los españoles por
el ejército independiente, y era justo que la España, adop
tase el mismo principio. Que iguales observaciones re
caian sobre el articulo 8. ° . El mismo Ministro, por nota
de 12 de Diciembre de 1858, hacia otras muchas y graves
observaciones relativas al articulo 8. ° expresando, que
mientras no se establezca la reciprocidad de indemnizacion,
todo tratado con España era imposible.
13.—La España, profundamente resentida por las pro
testas del Presidente Castilla contra la expedicion Flores y
contra la anexion de Santo Domingo, y por In repulsa del
tratado Osma-Calderon de la Barca, y azuzada por los
acreedores, compradores de los documentos de la deuda es
pañola, inventó el recurso de expedicion científica, en cu
yo objeto nadie creia, conociendo el atraso de la España
en conocimientos cientificos y en recursos pecuniarios ; cal
culándose un objeto de ambicion, ó al menos do apoderarse
de la riqueza de las Islas guaneras de Chincha.
14.—La Expedicion cientifica llegó a Chile, y el comisio
nado por el Gobierno del Perú, Enviado Extraordinario y
Ministro Plenipotenciario en aquella República, General
Manuel Ignacio Vivanco, en nota de 1. ° de Junio de 1863
dió aviso de que, segun datos muy probables, debió haber
salido de Valparaiso la cañonera española "Covadonga,"
conduciendo á su bordo á la comision cientifica, que presi
dida por el Sr. D. Patricio Paz, se dirigia al Perú, con el
objeto de emprender importantes estudios sobre la Histo
ria Natural, y que desembarcaría en Arica ó en Islay, para
hacer un viaje por tierra hasta la Capital.
15.—Conviene recordar que el Presidente Castilla en
Enero de 1863 rehusó reconocer por Cónsul de la España
en el Perú á D. José Merino Ballesteros, por cuanto no era
de la confianza del Gobierno un individuo con que sus her
manos habia sido redactor en España de piezas muy ofensi
— 368 —
vas contra el Perú y su Gobierno, causando mala inteli
gencia entre la España y el Perú.
16.—La expedicion cientifica llegó al Callao. El Pre
fecto mandó felicitar á la comision, ántes que ésta hubiese
cumplido el deber de saludar al Jefe politico del puerto.
17.—En Lima fué tratado el Contra Almirante español
Pinzon por el Gobierno, por las autoridades y por el ve
cindario, con las mas exquisitas consideraciones.
Se acercaba el 28 de Julio, dia en que se celebra la jura
de la Independencia del Perú, y la escuadrilla española,
para no presenciar tal celebridad, dejó las aguas del Ca
llao se fué a California; recorriendo la costa de Mejico, y
ancló en Acapulco.
19.— Se tenia noticia de que un agente español, D. Eu-
sebio Salazar Mazarredo, recorria de incógnito varios lu
gares del Perú, poniéndose en comunicacion con sus pai
sanos, para recoger datos contra la conducta del Gobierno
y de las autoridades peruanas.
20.—En 20 de Marzo de 1864 pasó una nota datada eu
Lima, con el carácter de confidencial, al Ministro de Eela-
ciones Exteriores, en la cual le decia, que su Gobierno le
habia conferido una mision especial cerca de la Eepública,
y que deseaba entregarle la comunicacion del primer se
cretario de Estado ; y que se le designase dia y hora para
la entrega. El Sr. Eibeyro, Ministro de Eelaciones Exte
riores, le designó la una de la tarde del miércoles 30 de
Marzo.
21.—Mazarredo concurrió al dia y hora designados, y
presentó una comunicacion del primer ministro de España,
Sr. Lorenzo Arrazola, dirigida al Ministro de Eelaciones
Exteriores del Peni, por la cual le rogaba se sirviese aco
ger favorablemente, á D. Eusebio de Salazar y Mazarredo,
como Comisario Especial ; quien, por sus cualidades, po
dia contribuir á estrechar los lazos que debian unir á los
dos Estados.
— 36!) —
22.—El Ministro Eibeyro, por nota de 1.° de Abril de
1864, ofició á Mazarredo diciéndole : que como por la nota
de 18 de Enero de 1864, era acreditado en un caracter pu
ramente confidencial, y tal denominacion no estaba confor
me con las reglas y usos diplomáticos, lo aceptaba bajo de
esa denominacion.
23. —Mazarredo contestó, por nota de 12 de Abril, des
pues de expresar, que en la que habia recibido rechazaba
el Gobierno el titulo de Comisario Especial, por no estar
conforme con las reglas y usos diplomáticos, decia que el
memorandum, que habia dirigido á los representantes de
las naciones aliadas, y del que adjuntaba una copia, expli
caria al Sr. Ministro la significacion que daria el Gobierno
de S. M. al procedimiento del Gobierno de la Eepública en
las circunstancias criticas en que estaban. Que una de
las' últimas sesiones de la Comision Permanente se habia
contraido al pensamiento de contratar un empréstito de
70.000,000 de pesos; cuyo objeto era, sin duda, adquirir
medios para oponerse á las justas exigencias de Es
paña.
Que esperaba que el Gobierno del Perú respetaria, duran
te su ausencia, á los subditos de la reina ; y que, si desgra
ciadamente, se cometiesen exesos, las represalias serian
prontas, enérgicas y decisivas ; pues la España moderna
estaba firmemente resuelta a no consentir que se le atrope-
llase ú sus hijos, ni se mancillase su bandera.
24. —Mazarredo, en su largo memorandum, refiere los
hechos del Presidente Castilla, y otros calumniosos; y en
tre ellos, el de Talambo. Supone, que en 4 de Agosto
de 1863, hallándose 18 vascongados en casa de la ha
cienda de Manuel Salcedo, desarmados, entraron 60 hom
bres armados, y se arrojaron sobre los españoles, de
los que murió Ormazabal, y fueron heridos Quíner, Sorazú,
Fano, Arteaga ; que la casa del muerto fué saqueada, y
que su hijo fallecio á los pocos dias. Que de los colonos
que se sometieron á las nuevas exigencias del contratista,
— 370 —
falleció el 20 p.§ á pesar de que todos eran de constitucion
robusta.
25.—Del juicio que se siguió sobre el hecho en Talambo,
resultó ; que los españoles provocaron con armas, atacaron,
hirieron y maltrataron á peruanos indefensos ; y que toda
la culpabilidad recaia en ellos ; quedando completamente
vindicado D. Manuel Salcedo, con documentos, y con de
claraciones de muchos testigos abonados.
26.— Se embarcó Mazarredo en el Callao, se unió á Pin
zon, y éste pasó una nota en 14 de A.bril de 1864 del tenor
siguiente:
Exmo. Señor:
Tengo la honra de poner en conocimiento de V. E., que
la conducta del Gobierno peruano respecto de España me
ha obligado á tomar posesion de las Islas de Chincha has
ta que el de S. M. determine, bajo las condiciones expues
tas en la declaracion diplomática que adjunta acompaño.
—Conservo en rehenes varios Jefes y oficiales de la mari
na peruana, que responderán de cualquier atropello que se
quiera cometer con los súbditos españoles.—En las Islas
de Chincha espero su respuesta ; y aprovecho esta oportu
nidad, para ofrecer á V. E. las seguridades de mi distin
guida consideracion. —B. L. M. de V. E.—Luis H. Pin
zon.
27.—En la declaracion de 14 de Abril de 1864, hecha
en Chincha por Pinzon y Salazar Mazarredo, firmada por
ambos, se dice : que la propiedad de las Islas de Chincha
puede revindicarse por el Gobierno de S. M. como revin-
dicó de la Gran Bretaña las Islas de Fernando Pó. Que la
escuadra de S. M. se apoderará de todas los islas pertene
cientes al Perú y de los buques de guerra.
28.—El Ministro Eibeyro, luego que supo la ocupacion
de las islas, ofició á Pinzon, y entre otras cosas le dijo :
que el Gobierno del Perú rechazaba la injuria hecha al pa
bellon de la Eepública con el apresamiento de uno de sus
— 371 —
buques de guerra, y la violacion armada de una parte de
su territorio. Que protestaba solemnemente de esos actos
atentatorios.
29. —Llegada á Tacna la noticia del atentado de Pinzon,
el Prefecto y Comandante General del departamento de Mo-
quegua, Coronel Mariano Ignacio Prado, en una proclama,
que dirigió á los soldados, decia : ved compañeros que llora
nuestra patria. —Llora de rabia y vergüenza ; porque no
murieron cien de sus hijos, que custodiaban las islas.—
Porque el Gobernador entregó su espada, sin hundirla en
su pecho, ó en el pecho de Pinzon.
30.—Despues de la ocupacion de las islas, y autorizado
el Vice-Presidente Pezet para un empréstito de 50 millones,
habiendo él pedido autorizacion solamente para doce, ocur
rió á Inglaterra por atilleria gruesa, por buques blindados,
y por otros objetos de guerra. No se atrevió á declarar la
guerra, ni á batir el resto de la escuadra española, que que
dó en las islas después que se quemó una de las mejores
fragatas de ella.
31.—En 28 de Diciembre de 1864 nombró Pezet al Ge
neral Vivanco, en clase de Enviado Extraordinario y Mi*
nistro Plenipotenciario para celebrar un arreglo preliminar
con el General español, José Manuel Pareja, Camandante
en Jefe de las fuerzas de S. M. C. en el Pacifico, para po
ner término al conflicto que existia entre el Perú y Es
paña.
32.—El tratado preliminar de paz y amistad se acordó
en 8 articulos, entre Pareja y Vivanco, en la fragata '"Villa
de Madrid", al ancla en el Callao, en 27 de Enero de 1865;
y el Vice-Presidente Pezet lo aprobó, con acuerdo unánime
de los Ministros, en 28 del mismo Enero.
33.—Por el primer articulo se devolvian las Islas de
Chincha.
Por el segundo se obligaba el Gobierno del Perú á acre
ditar un Ministro cerca de S. M. C.
— 372 —
Por el tercero, que la reina pondria en Lima, y el Go
bierno del Perú recibiria un comisario especial, para ges
tionar por el suceso de Talambo.
Por el quinto, que por un tratado en España se estable
cerian las bases para el pago de lo debido á subditos espa
ñoles, con tal que los documentos reunan las condiciones
de origen, continuidad y actualidad españoles.
Por el sexto, que la liquidacion se haria eu virtud de
pruebas documentadas, auténticas y oficiales, y no de prue
bas testimoniales, ni de ninguna otra clase.
Por el sétimo, que si ocurriese duda para la liquidacion
ó reconocimiento de algunas cantidades de las reclamadas,
se decidiria por una comision nombrada por ambas partos.
Por el octavo se obligó el Perú á indemnizar á España
de los tres millones defuertes españoles, que se habia visto
obligada a desembolzar para cubrir los gastos hechos, des
de que el Gobierno de la Eepública desechó los buenos ofi
cios de un agente de otro Gobierno, amigo de ambas nacio
nes, negándose á tratar con el de S. M. C. en estas aguas ;
y rechazando de este modo la devolucion de las Islas de
Chincha, que espontáneamente se le ofrecia.—Que el tra
tado seria ratificado por el Presidente del Perú y por S.
M. C, y las ratificaciones cangeadas en Madrid, dentro del
término de 90 dias.
34.—Como para pagar los tres millones de pesos fuertes,
se dieron libramientos por £ 600,000 se reclamó por la di
ferencia de ménos ; y se agregaron ciento veinte mil pesos
mas, que tambien los recibió Pareja.—Es bastante notable
que en un tratado hubiese exijido el raptor de cosa ajena,
se le pagase lo que gastó en su injusta retencion ; y que
hubiese Comisionado y Gobierno que se obligasen á ello, y
verificasen el pago.
35.—Por nota del Ministro de Chile, D. José Nicolas
Hurtado, de 17 de Junio de 1864, por la ds 8 del mismo,
por el contenido de una conferencia confidencial y reserva
— 373 —
da del martes 3 de Junio de 1864, tenida á las 8 de la no
che, en casa del Ministro Eibeyro, con asistencia de los
encargados de Negocios de Inglaterra y Chile, comisionados
por el cuerpo, aparece ; que el Sr. Hurtado deseaba saber
si el Gobierno del Perú estaba dispuesto á convenir en
aceptar la restitucion de las cosas, al estado que tenian an
tes del 14 de Abril, entregando los Señores Almirante y
Comisario las islas, y saludando el pabellon peruano, y en
vio á Madrid, por parte del Gobierno, un Ministro con
plénos poderes para celebrar tratado, y arreglar todas las
diferencias.
El Ministro Eibeyro contestó en 11 de Junio de 1864 :
que el Sr. Hurtado sabia que el Gobierno estaba en el de
ber de sostener como principio invariable de su politica,
que jamás trataria con la España, sino despues de haber
obtenido una amplia reparacion de la honra nacional, al
tamente ofendida en su pabellon, y despues de recobrar su
propiedad violentamente arrebatada, y añadió : sin embar
go, si ellos, volviendo sobre sus pasos, sin que por nuestra
parte se les proponga nada, salvando á su nacion de un
borron en su historia militar, y alejándose de las aguas del
Perú, dejan á la Eepública en plena posesion de sus dere
chos, satisfaciéndola de los agravios que gratuitamente le
han irrogado, habrá cambiado la situacion difícil en que es
tán colocados ; aproximando asi a las dos naciones para
entenderse de una manera compatible con su dignidad. En
consecuencia, sin desatender el honor de la Eepública, con
fiado á su cuidado, no se escusaria de negociar, cuando se
hubiesen salvado los fueros nacionales.—Y últimamente en
nota de 26 de Junio dijo el Sr. Eibeyro al Sr. Hurtado :
parece excusado entrar ya en las apreciaciones de la nota
de 17, y en una de las notas con que la acompaña, que
aunque de hechos relativos á conferencias de carácter pura
mente confidencial, bien merecian la pena de ser explica
das, para evitar equivocaciones ulteriores.
36.—Por el tenor de las notas se vé, que nada hubo ofi
— 374 —
oial en lo relativo a devolucion de las islas, sino confiden
cial y secreto. De esto resultó que la critica general, y la
indignacion de toda la Eepública, que calificó de infame al
tratado Pareja Vivanco, se fundaba, entre otras cosas, en
que la indemnizacion de mas de tres millones exigida al
Perú y concedida, era un reconocimiento escandaloso, que
habian hecho el Ministro representante del Perú y el Go
bierno, suponiendo que los españoles Pinzon y Mazarredo,
raptores con fuerza armada de las Islas de Chincha, del
buque de guerra, y apresadores de los encargados de cui
dar de esas propiedades, tenian derecho pleno é indisputa
ble para ser pagados de los gastos que emprendió la nacion
española para hacer ese robo inicuo, y por los que hizo pa
ra retenerlo.
37.—Sin embargo, aprobado el tratado por el Gobierno,
y puestos los españoles en franca comunicacion con el Ca
llao y Lima, ocurrió en el Callao, en 5 de Febrero, un su
ceso desagradable, del que dió parte el Prefecto del Callao,
General Medina, al Ministro de Gobierno, por nota de 6 de
Febrero de 1865, trascribiéndole el oficio que le habia pa
sado el Suprefecto de la provincia, Bernardo Galindo, en
el cual decia éste : que el dia 5 á la una parte del pueblo
exitado, arrojaba piedras sobre algunos individuos de la
tripulacion de la escuadra española. Que el Prefecto salió
a contener el desorden ; y que ordenó que los gendarmes
protegiesen la seguridad individual de cada uno de los es
pañoles, y que asi sucedió ; pues la fuerza trajo escoltados
á muchos de ellos, que se embarcaron por la escala prefec-
tural. Que el pueblo seguia vivando y tirando piedras, y
que el Prefecto hizo traer un batallon de la division de Be-
llavista.—Que en la tarde el pueblo arrojó piedras sobre los
trenes que marchaban á Lima, á las cuatro y cuarto de la
tarde : que se le contuvo con la fuerza, y se hizo venir el
resto de la division. Que las partidas del pueblo atacaron
algunas tiendas, la panaderia española, y la casa de un Sr.
Arana; y que el Coronel Lezama y otros Jefes apresaron
— 375 —
á varios de los amotinados ; resultando la muerte de un
español, y de dos paisanos, y 9 heridos : que se decia ge
neralmente que los españoles de la tripulacion estuvieron
armados ; y que ellos ocasionaron un pleito, por la segun
da cuadra del peligro, que dió lugar á todo el desorden.
38.—Averiguado el hecho resultó : que habian desem
barcado mas de ciento cincuenta españoles, muchos de
ellos armados ; y que una parte de ellos se dirigió a la ca
pital, para ir á presenciar una corrida de toros, y los que
quedaron en el Callao, se diseminaron en grupos por las
calles, y en los establecimientos públicos.
39.—Que al pasar uno de esos grupos cerca de un mu
chacho que fumaba, uno de los marineros se dirigió á pe
dirle fuego ; y el muchacho lo miró, sin responderle : que
el español insistió en su pedido, y el muchacho arrojó su
cigarro al suelo : que indignado el español, tiró una piedra
al muchacho, y lo derribó privado de sentido.
40.—Que á vista de tal hecho, juzgando el pueblo que el
muchacho habia muerto, persiguió al español asesino ; le
vantándose un grito general contra los españoles. Feliz
mente la fuerza armada pudo defenderlos, y los vecinos
que los ocultaban en sus casas. Los españoles, sin em
bargo, injuriaban y retaban á los peruanos ; y un español,
á quien un fletero rehusó darle su bote para irse á la escua
dra, se arrojó, puñal en mano, sobre el fletero, hiriéndolo,
lo mismo que á otros, que no le habian hecho ofensa algu
na. Ese español mató á un mejicano, que era mero es
pectador. En vista de tales hechos, el pueblo enfurecido
mató a ese español. De todos ellos fue el único que no re
gresó a la escuadra: los demas se salvaron, por la protec
cion de la fuerza peruana y de los vecinos.
41.—La noticia del suceso llegó á Lima, y oficiales y
marineros españoles, amenazados por el pueblo en la Ciu
dad, se asilaron en el palacio de Gobierno y en las legacio
nes : pero todos regresaron á sus buques, escoltados por
fuerza peruana.
— 376 —
42.—Dos muertos y nueve heridos huvieron en la pobla-
cionde Lima por la policia ; y los españoles no perdieron
mas que al que les mataron en el Callao.
43.—El almirante Pareja, con su insoportable orgullo,
pretendió la suspension de las leyes de la Eepública, la ex
clusion de sus tribunales, y una pronta y plena satisfac
cion á sus demandas.
44.—El Gobierno, cuando estalló el movimiento en Li
ma, dió orden para dispersar al pueblo ; y la fuerza de in
fanteria y caballeria cargó al pueblo desarmado en el por
tal, y dentro del hotel fronterizo á la Catedral, donde ma
taron á uno, é hirieron á otros, encarcelando á varios, y
proscribiendo á multitud de personas, sin consideracion á
las leyes ni á los fueros de la civilizacion.
45.—El Presidente del Senado fué apresado y lanzado a*
destierro. Se cerró y selló la imprenta que corria bajo la
direccion del Dr. D. José Maria Quimper : se le apresó á él
y otras personas distinguidas y se les arrojó del pais. Tal-
vez el mismo Pareja, en su furor, no habria hecho tanto
como el Vice-Presidente, General Pezet. Fué depuesto el
General Medina de la Prefectura del Callao, á peticion de
Pareja ; y éste reclamó por los daños que habian sufrido loa
subditos españoles del Callao, valuándolos en 17,000 pesos
fuertes ; y se le dieron 6,000 pesos para la viuda del cabo
de la fragata «Eesolucion» Estevan Fradera, que fué el es
pañol muerto en el Callao ; y en cuanto á lo demas, se pa
só la reclamacion de Pareja á la autoridad judicial del
puerto, para que administrase pronta y estricta justicia á
los españoles perjudicados.
46. —La Nacion, que ya no podia soportar las demasias
del Gobierno de Pezet, y la deshonra del tratado inicuo Vi-
vanco-Pareja, esperaba que estallase la revolucion en cual
quiera punto, para secundarla y vindicar el honor Na
cional.
47.—El 28 de Febrero de 1865 estalló la revolucion en
— 377 —
la Ciudad de Arequipa, encabezada por el Prefecto del de
partamento Coronel Mariano Ignacio Prado. Conociendo
los pueblos de la Eepública que Arequipa era el centinela
avanzado, defensor de la constitucion, del honor Nacional,
y de las garantias individuales ; y que, sola ó acompañada,
sostenia sus pronunciamientos con constancia y valor ja-
mis desmentido, divisó la aurora de un porvenir, que no
solo escarmentaria á los Gobiernos despóticos del Perú, si
no tambien á los raptores públicos de la España Moderna,
que no escarmentados con la humillacion solemne que su
frieron en Ayacucho, conservaban todavia varias esperan
zas de reconquistar la América, y de llamarse dueña de
ella ; porque la robaron, la saquearon, la asesinaron y la
desterraron, por mas de 300 años ; como si una iniquidad
tan enorme, ni al principio, ni en el progreso de la deten
tacion, ni por miles de siglos, pudiera conferir derecho al
guno, para justificar posesion legitima, siendo notoriamente
invasores, raptores y ladrones públicos del territorio y de
los bienes de los americanos.
Ni las leyes naturales, y mucho menos las de la religion
católica, eximen de crimen al raptor y al asesino feliz, pa
ra que pueda justificar, con la sola detentacion, los críme
nes que detesta la moral y condena la conciencia pú
blica.
48.—Arequipa, pueblo inteligente y moral, lanzó pues el
primer grito de indignacion, contra el tratado 27 de Ene
ro, contra el Gobierno que lo aprobó, y contra los españo
les raptores de las Islas de Chincha, y de los caudales pe
ruanos; formulando el acta de 1. M de Marzo de 1804, en
la que declaró :
49.—Primero, que el General Pezet, habia cesado en el
mando de la Eepúbica, por haber violado la Constitucion y
las leyes en la celebracion del tratado de 27 de Enero.
Segundo, que el General Pezet y sus Ministros eran reos
de alta traicion á la patria, con arreglo al articulo 65 de la
Constitucion y 108 del Código Penal.
48
— 378 —
Tercero, que mientras el designado por la ley se ponia
expedito se encargase del poder público y militar, el Sr.
Coronel D. Mariano Ignacio Prado, con la suma de facul
tades necesarias para el objeto, sometiendo esta resolucion
al juicio de los demas departamentos de la Eepública.
Firmaron el acta como 10,000 personas.
50.—Manifestaron su adhesion á esa acta, Moquegua en
el mismo mes de Marzo ; Islay y Cailloma, el 2 ; Lampa ,
Huancane y Azangaro, el 3 ; Tacna con la gendarmeria y
el batallon Legion, el 4; Condesuyos y Castilla, el 5; Canas,
Canckis y la Union, el 5 ; Camaná, el 7 ; - Cuzco y sus
fuerzas, el 9 ; Puno con los gendarmes y el batallon Gra
naderos del Callao, el 10; Huancayo, Jauja, Huamalies y
Huánuco, el 18 ; Canta, el 18 ; Ayacucho y sus provincias,
el 20; Cajamarca y sus provincias, el 31 de Marzo; Hualga-
yoc, Chota, Encañada y San Miguel, el 1. ° de Abril; Ce-
lendin, Bambamarca y Jesus, el 2 de Abril ; Santa Cruz,
el 3; San Pablo, el 4; Cajabamba y Jaen, el 6 ; Ascope,
el 7 ; Chiclayo, el 12 ; Lambayeque, Huamachnco y Otus-
co el 7.
51.—Difícil será presentar un hecho mas clásico y signi
ficativo de la opinion nacional, en aprobacion del voto de
Arequipa. En pocos dias se formó la base de un ejército,
que al atravezar las capitales en triunfo, era reforzado con
recursos de todo género, y con el entusiasmo que engendra
la justicia de una causa, sostenida por la voluntad general.
Solo el Gobierno que habia infamado su administracion se
obstinaba en desconocer el grito universal.
52.—Apareció una proclama impresa, á nombre del se
gundo Vice-Presldente, que residia en Lima, General Pe
dro Canseco, en la cual se aprobaba la revolucion ; y el
Ministro de Gobierno, Evaristo Gomez Sanchez, ofició al
General Canseoo, en 22 de Marzo de 1865, exigiéndole di
jera si esa proclama era suya ; y como hubiesen pasado
tres dias sin contertarles repitió otra nota, en 25 del mis
mo, en la cnal le decia que el silencio era sospechoso, y
— 379 —
que le exigia una respuesta categórica, si era suya ó nó.—
El General Canseco, el 28 de Marzo, pasó uua nota a la
Comision Permanente, protestando contra los procedimien
tos del Gobierno, y exigiendo tomara las providencias con
venientes.
53.—La Comision Permanente pidió informe al Gobier
no, pero el General Canseco, que se habia asilado en una
legacion, se puso en salvo, se embarcó y saltó en el puerto
de Chala : de alli pasó á Ayacucho, y en 23 de Junio de
1865 avisó al Coronel Mariano Ignacio Prado, que en cum
plimiento de la ley y del mandato popular habia ido á en
cargarse, como segundo Vice-Presidente, del mando de la
Nacion.
El Coronel Prado en contestacion, por nota fechada en
Ayacucho á 24 de Junio, entregó el mando.
Canseco asumió el ejercicio del Poder Supremo de la
Eepública, hasta que pacificado el pais, se eligiese al Presi
dente segun las leyes ; y nombró el 27 de Junio al Coronel
Prado, de Ministro general, en el mando en Jefe del ejér
cito.
54.—Entretanto el Almirante Pareja, despues de humi
llar al Perú y robarle mas de tres millones de pesos fuer
tes, se fué á buscar otra victima. Los españoles tenian al
gunas reclamaciones pendientes contra la Eepública de
Chile, y el representante de España cerca de ese Gobierno,
pidió explicaciones acerca de ellas. El Gobierno Chileno
las dió ; satisfactorias á juicio del representante español,
pero el pueblo chileno, habia manifestado públicas simpa
tias por el Perú, y en desaprobacion por los procedimien
tos de Pinzon, en apropiarse las Islas de Chincha, como
por derecho de revindicacion, y por el tratado Vivanco.Pa-
reja, de 27 de Enero. Algunos chilenos tambien habian
vendido sus depósitos de carbon de piedra, sin reservarlos
para la escuadra española, que tenia necesidad de ese arti
culo. Ademas, el Gobierno Chileno habia protestado contra
— 380 —
la ocupacion de las Islas de Chincha ; habia vendido caba
llos al Perú, y determinado cuales eran los articulos que
reconocia por contrabando de guerra.
55.—El Almirante Pareja se presentó con su escuadra
en el puerto de Valparaiso, y reclamó de todo lo referido,
desconociendo la conformidad del representante español
con las explicaciones hechas por el Gobierno, y declaró el
bloqueo de todos los puertos de Chile, que llegan como
á 60.
56.—En virtud del reclamo del cuerpo consular extran -
gero, se redujo el bloqueo á pocos puertos, y al fin se limitó
a Valparaiso, y á los mas notables. Los puertos de Chile
estaban indefensos, y la Eeptíblica no contaba mas que con
la corbeta ''Esmeralda", de construccion antigua, de ma
dera.
57. —Pocos dias despues la ''Esmeralda" apresó á la
"Covadonga", y mando á la Capital 160 marinos españoles
prisioneros. A la primera noticia de tal suceso, se suicidó
el Almirante Pareja, castigando el mismo con sus manos
los crimenes contra el Perú. Dios castiga siempre los cri
menes que no pueden castigar los hombres.
58.—El ejército restaurador, mandado por el Coronel
Prado, llegó al valle de Lurin, siete leguas al Sur de Lima;
sitio de donde pocos dias antes se habia retirado el ejército
de Pezet, para acampar cerca de Lima, desde la hacienda
de Monte Eico, hasta la cabecera de las haciendas de Cho-
rillos. El ejército restaurador descansó algunos dias en
Lurin, y se le juzgaba perdido, si acometia al de Pezet que
constaba de tropa veterana, de caballeria muy superior en
número, y de 60 piezas de artilleria rayada. No era extra
ño que Pezet y sus adeptos contaran con el triunfo, contra
un ejército de paisanos en su mayor parte, con mal arma
mento, y sin los recursos de guerra necesarios para una
batalla.
59. —Canseco y Prado, conociendo que su ejército indi
— 381 —
ciplinado y con mal armamento, no era á propósito para
buscar de frente al ejército de Pezet, se decidieron á veri
ficar un movimiento, que por ser tan audaz, no pudo ser pre
visto por Pezet, ni por sus generales. El ejército restau
rador se movió de Lurin, tomando la izquierda, por la
orilla del mar, en direccion á Chorrillos. Adelantó una
columna para que tomase la guarnicion de ese pueblo, y se
apoderase de los trenes de la estacion, por si estuviesen
preparados para dar aviso.
60.—Chorrillos tenia una guarnicion de 300 civicos ar
mados, á las órdenes del Coronel Gamero, Comandante y
Gobernador de ese punto. En Chorrillos se hallaba enfer
mo en las piezas interiores de la casa del Sr. Ofelan, Obis
po de Ayacucho, el Sr. Calienes, Obispo de Arequipa, y dos
dias antes que la columna del ejército restaurador tomase
á Chorrillos, fué de Lima el Dr. J. G. Valdivia á visitar al
Obispo Calienes. Despues de su visita, pasó á saludar al
Coronel Gamero, que vivia en el principal de la casa, y en
contró k dicho Coronel con su suegro ; y ofreciéndose so
bre la situacion de ambos ejércitos, dijo el Dr. Valdivia al
Coronel, que con la clase de gente que tenia, estaba expues
to á ser sorprendido ; porque calculaba, que el ejército res
taurador formado de gente indisciplinada, aunque entu
siasta, no podia emprender por el llano, de frente, contra
el ejército de Pezet, mucho mas, cuando éste tenia tanta
artilleria rayada, con la que lo destrozaria aun ántes de
que pudiera acercarse á distancia de pelea ; y que, si ha
bia tránsito por la orilla del mar, se vendria tal vez por
alli, y tomaria los cerros que dominaban á Chorrillos. El
Coronel Gamero contestó : que con tubos de fierro habia
atrincherado las calles fronterizas á la hacienda de Villa, y
que no era posible que el ejército pudiese venir en desfila
da, sin ser sentido por las avanzadas del ejército de Pezet.
El suegro del Coronel dijo : yo conozco toda esta parte
próxima al mar, y bien puede ser que el ejército de Canse-
co tenga necesidad de tomar ese camino ; que, aunque no
— 382 —
es amplio, no tiene obstaculos para una marcha forzada.
El Dr. Valdivia le dijo á Gamero :—si Pezet no coloca una
division que cuide de éste flanco, le digo a Ud. que está
Ud. muy expuesto á ser sorprendido ; y se despidió. Eeti-
rado á Lima, teniendo que dar aviso al Sr. Tordoya, Obis
po in partibus de Tiberiópolis, del estado de la enferme
dad del Sr. Calienes, le contó el Dr. Valdivia su conversa
cion con Gamero ; y el Sr. Tordoya le dijo : que él tambien
conocia todo ese [lado de la costa, y que bien podia hacer
ese camino, aun de noche, el ejército restaurador.
61.—Tomado Chorrillos por la columna de Canseco, con
débil oposicion de parte de la fuerza de Pezet, los adeptos
de éste tiraron algunas lagrimillas, como signo convencio
nal de aviso. Los de Canseco hasta repicaron las campa
nas en Chorrillos, y quemaron muchos coetes chinos. Uno
de los Jefes, próximos á Chorrillos, corrió á caballo, y dió
el aviso ¡al General Mendiburu Jefe de Estado Mayor del
ejército de Pezet. Mendiburu, reputando por falso el avi
so, dijo al mensajero :—digamelo Ud. por este otro lado ;
inclinándole el otro oido ; y con voz imponente le ordenó :
—vuélvase Ud. á examinar lo que sea cierto despues que
Ud. lo haya visto.—Sin embargo, destacó inmediatamente
una partida de inspeccion.
62.—Debe notarse que quedó al cuidado de la Capital el
Ministro de Gobierno, Evaristo Gomez Sanchez ; y que és
te tapió con pared gruesa la portada de Guadalupe, cami
no para Chorrillos ; colocó la artilleria de Santa Catalina
hacia ese costado, y tambien puso artilleria, en la barranca
de Viterbo, por si, por el lado opuesto del rio, descendia de
la quebrada de Matucana la fuerza del Coronel Herencia
Zevallos, que en dias anteriores habia derrotado á una co
lumna del Coronel Segura. A prevencion hizo tambien
que el Mayor Sebastian Varcárcel llevase á Lima la colum
na de gendarmes del Callao, de como 300 hombres. A los
gendarmes y celadores de Lima, los colocó, parte en la bar
ranca, y parte sebre el palacio de Gobierno. En la misma
— 383 —
noche que Chorrillos fué tomado, dió orden á Valoárcel pa
ra que se colocase sobre la muralla de la portada de Gua
dalupe, cubriendo todo el frente del camino carretero de
Chorrillos, y del camino del tren del ferrocarril. Tubo
aviso de la llegada de tropa á Villa, y él recorrió la Ciudad,
con aquella actividad y valor que lo hizo en todo ese tiem
po : tomó, en una de las calles á un antiguo Diputado de
Huari Sr. Arana que pertenecia al ejército de Canseco ; y
preguntándole con que motivo se hallaba á esas horas en
la Ciudad, le contestó :—porque el ejército restaurador está
próximo, y me he adelantado por ver á mi familia. El
Ministro lo entregó preso á la guardia que habia en Santo
Tomas, dió nuevas órdenes al Jefe del castillo de Santa
Catalina, al Coronel Prefecto Canseco, y al Comandante
Gonzales, ¡que quedaban á cargo de la defensa del Palacio,
y partió para Monte Eico, á dar el aviso á Pezet.
63.—El ejército restaurador pasó de Chorrillos ; y el ge
neral Canseco se adelantó para tomar la Huaca Juliana,
donde pensaba acampar, y dar en ese punto la batalla. El
Coronel Prado marchaba conduciendo el ejército y llegó al
fuerte de la -Huaca. Como hasta ese punto no habian sido
sentidos, Canseco vió el reloj, y le dijo á Prado :—ya que
no hemos sido sentidos hasta aqui, tenemos tiempo para
avanzar hasta Lima. Prado convino ; y el ejército llegó
hasta el pié de la muralla de Guadalupe. En el camino,
de la hacienda de la Victoria, hicieron dejar al ejército las
mochilas, y á la caballeria la hicieron mover sobre la izquier
da, para que no impidiese á la infanteria, y si pudiese to
mara la portada de Juan Simon.
64.—El ejército restaurador sufrió algunos tiros de arti
lleria del castillo; no pudo penetrar por la portada de
Guadalupe, y entró por la puerta del ferrocarril, que la
abrió su portero, obligado por la fuerza. Valcárcel, que
debió ocupar la muralla, se quedó en la plaznela de la Pe
nitenciaria ; hizo una resistencia débil á los primeros bata
llones, y se puso en retirada, hasta San Francisco, aunque
— 384 —
tomo prisionero al Coronel Máximo Abril, Jefe del bata
llon Libres, y otro Jefe mas : pero como á paisanos y ami
gos, pues eran arequipeños, los dejó en la tienda de uu za
patero, de donde volvió despues Abril á su cuerpo.
65.—El ejército restaurador ocupó la Capital ántes de
las 6 de la mañana, y fué bien recibido, con vivas por la
poblacion. Los tenderos italianos dieron á la tropa pan y
licor, tan discrecionalmente, que á las 8 de la mañana ha
bia por las calles soldados dispersos y enbriagados. Pero
contando con que Pezet vendria pronto, por la portada de
Barbones, se empeñó la pelea contra el palacio, que se de
fendió con mucho vigor. El Coronel Lacotera cargó con
una compañia, y tomó las piezas del arco del puente. Pra
do se colocó en la calle de Bedegones, puso artilleria en el
portal de Petateros.
Un batallon peleaba en el portal fronterizo á la Catedral.
El Comandante Martin Valdivia, observando que el Jefe
que mandaba un batallon situado en la plazuela de Santo
Domingo, no movia su cuerpo, despues que se le dió la or
den para ello, se lanzó con su batallon ; y despues que con
kerosene se quemó parte de la puerta del palacio que da á
la plaza, y que la artilleria la habia tambien ya dañado, lo
gro Valdivia penetrar al palacio ; y fué tal la resistencia
de los que la defendian, que fué necesario tomar sala por
sala, á fuego y bayoneta. Será perpetuamente honrosa pa
ra el paton Gonzales la defensa heroica que hizo de pala -
cio, aun que en tan mala causa. Cuando por razon de la
mucha pérdida, ordenó el Prefecto Canseco á Gonzales que
suspendiera los fuegos, desobedeció la orden, continuó con
mas esfuerzo. Eeducidos á muy pocos, un sargento le di
jo: mi Comandante, ya no tenemos con quien pelear; y
Gonzales le destapó los sesos. Es difícil llevar á mas al
tura la obstinacion de un Jefe en sostener la orden que se
le dió. El Ministro Gomez Sanchez le habia dicho :—Ud.
me sostiene el palacio, hasta que yo vuelva con el ejér
cito.
— 385 —
66.—El Coronel Fermin La Fuente tomó el cuartel de
policia, en cuyos altos está situada la Prefectura ; y á ca
ballo subió á los altos, y apresó al Prefecto y á varios ofi
ciales. El que conozca la dificultad de esa escala, no po
dria creer que por ella subiese y bajase montado el Coronel
La Fuente.
67.—Tomado el palacio, colocó Prado la tropa disponible
sobre la muralla de Barbones, con la artilleria que pudo.
68.—El General Pezet, á pesar del aviso del Ministro
Gomez Sanchez, se movió tarde de Monte Eico : llegó á la
pampa del Pino, y de alli destacó dos divisiones mandadas
por los Coroneles Eios y Leyva. Al acercarse éstos á la
muralla próxima al pié de Barbones, observaron que con
pura infanteria, y al descubierto, no podian atacar á la
tropa parapetada y apoyada con artilleria ; y se regresaron
colocándose á cubierto de los fuegos enemigos.
69.—El General Frisancho, que los reconvino por no
haber cumplido la orden de ataque, no satisfecho con la es
cusa, los calificó de insubordinados. Es verdad que no era
prudente el ataque, como se les habia prescrito : pero es
muy estraño que esas divisiones no se hubiesen cargado á
su izquierda, pudiendo penetrar sin daño, y antes bien pro-
tejidas por la artilleria fuerte de Santa Catalina, por el ca
llejon que de las chacras pasa por el costado del castillo :
en tal caso podia por ose mismo punto penetrar á la Ciu
dad, y por el pié del castillo, á la vez todo el ejército de
Pezet.
El Dr. Valdivia, rector de San Carlos, que observaba
los movimientos del mirador de su colegio, lo calculó asi,
y lo indicó á uno de sus amigos. Mas Pezet se movió so
bre su derecha, á respetuosa distancia del enemigo, para
reunirse con la division del Coronel Tomás Gutierres, que
se retiraba de Santa Clara ; y reunidos, retrogradaron á
distancia suficiente, bajándose todo el ejercito por detras
de la hacienda de Santa Beatriz, en direccion al Callao,
con el objeto de sacar de ese puerto artilleria gruesa,
49
— 386 —
para abrir brecha eu la muralla de Lima. La tropa de
Prado fué cubriendo sucesivamente la muralla hasta des
cansar sobre todo el fronterizo á los caminos del Callao á
Lima.
70.—Pezet emprendió con su ejército sobre Lima, y des
cansó á cierta distancia de la muralla. Prado le mandó, do
acuerdo con Canseco, al Coronel Juan Salaverry, para que
le hiciese propuestas equitativas, ahorrándose sangre her
mana.
71.—Los Jefes reunidos con Pezet se decidieron por en
tregar el ejército, y sacar garantias. Cuando el ejér
cito supo ese acuerdo, se desesperó ; y hasta los soldados
quebraron los rifles ; y principió la dispersion. Obser
vado ese desorden, Pezet y varios Jefes se embarcaron y
mucha parte del ejército fué entregada á Canseco. Fué ob
jeto de critica el que Pezet hubiese dicho á Salaverry, qne
se le diese el sueldo de ese mes. Salaverry, por honra del
Jefe que habia mandado la Eepública, no hizo tal pedido
á Canseco.
Tranquilizado el pais, el General Canseco, sin acuerdo
de Prado, nombró los ministros, y expidió órdenes á la
Eepública, como Vice-Presidente de ella. Debemos recor
dar que Canseco, por decreto de 27 de Junio de 1865, es
pedido en Ayacucho, ascendió á General de Brigada, al Co
ronel Mariano Ignacio Prado ; y que éste, por nota de 2 de
Julio del mismo año, fechada en Huancavelica, renunció
ese grado.
72. —El General Canseco, que no habia cuidado de cap
tarse, como Prado, la opinion del ejército, y que habia
nombrado por ministros, personas que no gozaban ni de
la opinion pública, ni de la del ejército ; entre otros decre
tos, expidió el de convocatoria á los colegios electorales, en
12 de Noviembre de 1865, para que nombraran municipa
lidades, diputados á Congreso, Presidente y primer Vice-
Presidente de la Eepública ; y que el Congreso extraordi
nario, proclamara ó eligiese esos altos mandatarios, segun
— 387 —
el articulo 81 de la Constitucion, continuando, por supues
to, él de segundo Vice-Presidente.
73.—El pueblo y el ejército observaron que el decreto
expedido para elecciones, suponia una paz octaviana; pues
nada se habia decretado con respecto á la guerra contra
España, que por la usurpacion de las islas y el infame tra
tado de 27 de Enero habia ocasionado la revolucion contra
el Gobierno de Pezet, y la derrota de éste ; que no se con
taba con la Eepública de Chile, amiga del Perú, expuesta
á correr la mala suerte que el Perú, con las exigencias in
justas que se le hacian ; y tanto el ejército como la parte
patriota de Lima se decidieron á la deposicion de Can-
seco, y al nombramiento de Prado como Dictador ; cuyo he
cho fué aceptado por toda la Eepública.
74.—El Dictador Mariano Ignacio Prado, autor de la
revolucion en Arequipa, y que la elevó al mas alto grado,
inspirado del sentimiento nacional de vengar el ultraje he
cho á la Eepública por la armada española y por Pezet,
con la mayor rapidez logró verificar el tratado de alianza
ofensiva y defensiva entre el Perú y Chile, firmado en Li
ma el 5 de Diciembre de 1865, entre los ministros, por par
te del Perú, el Secretario de Eelaciones Exteriores D. Tori-
bio Pacheco, y por Chile, el Dr. D. Domingo Santa Maria,
y aprobado por el Dictador Prado el 12 de Enero de 1866;
y despues de aprobado por el Gobierno de Chile, se can-
gearon las ratificaciones en Lima, el 14 de Enero de 1866.
75.—En consecuencia de la ratificacion y cange del tra
tado, declaró Prado la guerra á España, por el solemne de
creto siguiente, que se publicó con toda la pompa que cor
respondia al voto comun de la Eepública.
Mariano Ignacio Prado Jefe Supremo Provisorio de la
Eepública.
Considerando, que independientemente de los motivos
especiales que tiene el Perú para exigir del Gobierno de Es
paña, la reparacion de las graves ofensas que le ha irroga
— 388 —
do, ha debido reputar y reputa como suya la cuestion que
63e Gobierno La promovido á Chile ; y en consecuencia se
ha firmado, aprobado y ratificado un tratado de alianza
ofensiva y defensiva entre ambas Eepúblicas, con el objeto
de preservarse mutuamente y preservar á la América de las
injustas y violentas agresiones de la España.
Decreta :
Art. 1. 61 So declara á la Eepública en estado de guerra
coa el Gobierno de España.
Art. 2. El Secretario de Eelaciones Exteriores cuidará
de comunicar esta declaracion á las naciones amigas, con
el correspondiente manifiesto de las causas que la han mo
tivado.
Los Secretarios de Estado, cada uno en la parte que le
corresponde, quedan encargados de la ejecucion de este de
creto, y de hacerlo publicar con la solemnidad debida.
Dado en la casa de Gobierno en Lima, el 14 de Enero
de 1866.—Mariano Ignacio Prado.—El Secretario de
Guerra y Marina.—José Galvez.—El Secretario de Eela
cione Exteriores. — T. Pacheco.—El Secretario de Gobier
no. —José María Quimper. —El Secretario de Justicia.—
José Simeon Tejeda.—El Secretario de Hacienda y Co
mercio.—Manuel Pardo.
76. —En 30 de Enero de 1866 la Eepública del Ecuador
formó alianza ofensiva y defensiva con las Eepúblicas del
Perú y Chile.
El Gobierno de Bolivia, por conducto de su Ministro de
Eelaciones Exteriores, se dirigió al Gobierno del Perú, por
nota de 10 de Febrero de 1866, datada en la Paz, recono
ciendo por suya la cuestion, haciendo causa comun con el
Perú y Chile, y aceptando á la par de ambas todas las
emergencias y resultados que pudiera ofrecerles, cualquiera
que fuese su éxito final.
77. —En virtud del tratado de alianza, mando Pra
— 389 —
do buques de guerra en proteccion de Chile. Estos, des
pues de haberse perdido la fragata peruana "Amazo
nas" en el Archipiélago de Chiloé, se metieron en Abtao,
donde el 7 de Febrero de 1866 fueron atacados por las fra
gatas españolas "Villa de Madrid" y "Blanca." En ese
apostadero de Abtao se hallaban por parte del Perú, la fra
gata "Apurimac" y las corbetas "América" y "Union" á
las órdenes del Comandante Manuel Villar ; y por parte de
Chile, el vaporcito "Covadonga". Despues de un comba
te de dos horas, se retiraron los agresores en mal estado.
El Dictador Prado expidió un decreto, en 11 de Marzo
de 1866, concediendo á los vencedores en Abtao una meda
lla de honor ; debiendo ser la inscripcion en el anverso y
reverso : A los vencedores en Abtao, 7 de Febrero de 1866.
Cincuenta cañones contra noventa y dos.
78.—El Almirante español Pareja declaró la guerra á
Chile en 18 de Setiembre de 1865 ; y el Jefe de la escuadra
española, que le sucedió por el suicidio de Pareja, notificó
al Gobierno de Chile, que su Gobierno juzgaba haber lle
gado el momento de tomar por si las justas satisfacciones
que le debió el de Chile, procediendo á bombardear el puer
to de Valparaiso.
El Jefe de la escuadra, Casto Mendez Nuñez, hizo esa
notificacion el 27 de Marzo de 1866, indicando que debia
romperse el fuego sobre la plaza de Valparaiso el 31 deL
mismo Marzo. Protestaron contra el bombardeo los mi
nistros de los Gobiernos aliados, los ministros diplomáti
cos de Honduras y Guatemala, el Ministro de Estados -Uni
dos, Kilpatrick, y los cónsules de 17 Naciones.
79.—El 31 de Marzo rompió la escuadra sus fuegos so
bre Valparaiso, y los sostuvo por tres horas, desde las nue
ve de la mañana. Las pérdidas fueron inmensas, y la del
comercio extrangero se calculó, en ocho millones y tres
cientos mil pesos.
80.—El bombardeo de Valparaiso, como dijo el Presiden
— 390 —
te de Chile, José Joaquin Perez, en su proclama de 29 de
Marzo de 1866, seria el escándalo del mundo en el siglo
XIX. El asolamiento de una plaza comercial, desprovista
de muros que la protejan, y cañones que la defiendan, im
portaba un atentado contra la civilizacion. Los que tris
temente huyeron de Abtao, buscaban la venganza, ensa
ñándose contra los edificios de una Ciudad que no podia ha
cer resistencia. Tal era la prueba que venia á dar la anti
gua arrogancia española de la virilidad de la España
Moderna. El pueblo Chileno reprimió su justa ira, ha
ciendo notable el contraste entre los actos brutales del es
pañol que bombardeaba, y la conducta noble de un pueblo
culto.
81.—El Jefe de la escuadra española, Casto Mendez Nu-
ñez, despues de su hazaña de haber bombardeado á Val
paraiso, sin recibir un solo tiro en contestacion, se dirigió
al Callao con el mismo objeto, empeñado en exceder á sus
antecesores Pinzon y Pareja; pues el primero se habia
llenado de gloria, apoderándose sin oposicion de las Islas
huaneras de Chincha, á titulo de revindicacion ; y el se
gundo, de mas de tres millones de pesos, por los gastos que
la España habia hecho durante el tiempo que permaneció
su comision cientifica, con el robo público de las islas del
Perü.
82.—El Callao se hallaba sin la fuerza necesaria para
poder luchar contra la escuadra mas poderosa que habia
aparecido en el Pacifico.
83.—Mendez Nuñez, Jefe de la escuadra anclada en el
Callao, dirigió un manifiesto al cuerpo diplomático residen
te en Lima, datado á bordo de la fragata blindada "Nu-
mancia," el 27 de Abril de 1866, con el objeto de que du
rante el plazo de 4 dias, contados desde esa fecha, pudiesen
poner á salvo sus intereses.
84. —Diez y ocho representantes del cuerpo consular pro
testaron contra esa hostilidad.
— 391 —
85.—El Gobierno Peruano, desde que declaró la guerra
á la España en 14 de Enero, mandó los buques de su es
cuadra en auxilio de Chile ; y esa escuadra peruana, aun
que diminuta, venció en Abtao á las fragatas españolas
"Villa de Madrid" y "Blanca." A pesar de esa falta de
buques, se preparó á la defensa, con la esperanza de que
llegarian á tiempo de su viage de Londres el monitor
"Huascar y la fragata blindada "Independencia."
86.—El bombardeo de Valparaiso significaba lo que po
dia esperar el Perú de la España Moderna ; y en defecto
de buques, se determinó á construir velozmente en el Callao
el vaporcito "Victoria", y el blindado "Loa"; buques de
tan raquitica especie, que sirvieron para' excitar, antes de
la pelea, la hilaridad de los españoles.
87.—Intimado el bombardeo del Callao( esforzó el Minis
tro de Guerra, José Galvez, la construcción de las baterias
de la playa, ayudado, durante el término concedido, por
mas de tres mil paisanos voluntarios, que trabajaron dia y
noche sin exigir sueldo alguno, fuera de los quinientos
hombres pagados, que desde el mes anterior tenia el Go
bierno en el trabajo de las baterías.
88.—Era necesario ser testigo ocular, para valorizar e-
entusiasmo con el que, sin darse tregua, trabajó ese inmenT
so pueblo, haciendo los gastos de su propio peculio, no solo
para sostenerse, sino para comprar los elementos que se
necesitaban. Publicamos con satisfaccion que los comer
ciantes extranjeros del Callao vendieron á los paisanos, á
precio de factura, los sacos, género para los mismos, las
herramientas, la madera, y cuanto se les pidió.
89.—De Lima mandaron gratis los pulperos italianos
carretadas de pan, jamones cocidos, vino, cerveza, y otras
provisiones. «
90.—La bandera nacional se izó sobre el frontis del pa
lacio de Gobierno, en todos los establecimientos públicos,
en las casas de los particulares, y aun en las puertas pe
— 392 —
querías de las tiendas. Se abrieron los templos, y lujosa
mente alumbrados, estaba el Santisimo descubierto, con
música de órgano y de instrumentos. El público velaba á
su Magestad, sin intermision, para obtener sus misericor
dias.
91.— El ejército se vistió de parada, para colocarse entre
el Callao y Lima. Aun los militares retirados se presenta
ron á ocupar el lugar que se les destinase.
92.—Los militares presos por causas politicas, pidieron
su libertad para asistir á la pelea, ofreciendo volver otra
vez ú la prision. Se les concedió el pedido, y cumplieron
su palabra.
93.—Las compañias de bomberos italianos, franceses y
peruanos se uniformaron lujosamente para apagar los in
cendios. Las monjas de la caridad, y varias señoras pe
ruanas, los fisicos y los estudiantes de medicina se prepa
raron con todos los útiles, para asistir en el hospital de san
gre que se preparó á conveniente distancia del Callao.
94.—La escuadra española, ciertamente imponente, se
hallaba al frente del Callao, compuesta de los buques si
guientes :
95.—Fragata blindada "Numancia", capitana de la es
cuadra, mandada por el Almirante Casto Mendez Nuñez ;
su dotacion 40 cañones.—Fragata "Villa de Madrid", al
mandode Alvaro Gonzales, de 56 cañones.—Fragata "Al-
manza", á las órdenes de Navarro, de 52 cañones.—Fraga
ta "Eesolucion", su comandante Valcárcel, de 42 cañones.
—Fragata "Blanca", su comandante Topete, de 88 caño
nes.—Fragata "Verenguela", su comandante Pezuela, de
36 cañones. —Corbeta "Vencedora", comandante Patero,
3 cañones.— ''Consuelo", comandante Alonso, 2 cañones.
—"Victoria", 2 cañones. —"Conusiño", 2 cañones.—"Mau
le, 2 cañones.—Por todos, 275 cañones. Los cañones de
mayor calibre, en las fragatas de madera, eran de á 68.
96.—El Dictador Mariano Ignacio Prado expidió, á pre-
— 393 —
vencion, un decreto el 30 de Abril de 1866, declarando pri
mero, que en el caso de muerte del Jefe Supremo, los Se
cretarios de Estado debian formar un Consejo de Gobierno»
y convocar dentro de 15 dias, a elecciones para Presidente
de la Eepública; y segundo, que quedaria organizado el
mismo Consejo, si fuese herido el Jefe Supremo, ejercien
do el Consejo el poder público mientras durase ese impedi
mento.
97.—El miércoles 2 de Mayo atacaron los españoles á las
doce y catorce minutos del dia, durando el ataque hasta las
4 y cincuenta minutos de la tarde.
98.—La escuadra española principió á dar vapor á las
fragatas, que estaban sin él, á las 9 de la mañana. A las
once se formó en dos divisiones. La primera constaba de
la fragata blindada "Numancia", y dos fragatas de madera;
cuya direccion era sobre las baterias del Sur del Callao ; y
la otra, sobre las del Norte.
100.—El movimiento de los buques fué muy en orden. La
poblacion del Callao durante los tres dias anteriores se ha
bia retirado en su mayor parte a Lima ; y el resto, aterra
da en esa mañana, y en confusion, dejando sus casas con
su menaje y efectos de comercio, se retiró abandonando sus
propiedades, para que fuesen devoradas por el incendio,
como se habia amenazado. La mayor parte de los extran
jeros se retiraron con tiempo, salvando los efectos que pu
dieron por medio de trenes repetidos, que marchaban dia y
noche.
101.—La mayoria de los marinos extranjeros, inteligen
tes en la materia, estaban conformes en que los peruanos
con 50 cañones colocados en baterias indefensas, formadas -
á la ligera, varias de ellas por el pueblo, aun cuando hicie
sen esfuerzos de valor, tendrian que sucumbir antes de
media hora de ataque. El mismo Mendez Nuñez habia
convidado á varios individuos de los buques extranjeros,
para tomar cerveza en la Prefectura del Callao, 20 minutos
despues de principiado el ataque.
— 394 —
102. —El Dictador Prado, acompañado del Coronel manco
Gonzales, del Coronel Ignacio Gárate, de sus ayudantes y
de algunos soldados, estaba recorriendo á caballo las bati
rias del Sur, cuando recibió el recado que le mandaron los
Generales y Jefes, colocados en el castillo desarmado que
servia de aduana, para que fuese á reunirse á ellos ; pues
en ese punto debian recibirse y darse por él las órdenes
convenientes. Prado tuvo que ceder, y fué al castillo, pa
ra acordar con ese Consejo de Generales lo que exigiesen
los casos emerjentes.
103.—Por nuestra parte, la defensa estaba reducida á 4
cañones de Armstrong pareados, en dos torres blindadas,
una en el Norte, y otra en el Sur de nuestra linea, y cuatro
- cañones de Blackley ; defendidos con parapetos de tierra, y
colocados entre cada una de esas torres y el Callao.
104.—En las baterias, al raso, teniamos 44 cañones de
á 32, repartidos en 7 baterías de tierra : dos en la parte
Norte del puerto, 4 en la parte Sur ; y una á retaguardia
de las baterias del Sur, hacia la mar brava, para el caso de
ser atacados por ese lado.
105.—Nuestro centro fué confiado á los pequeños ba
ques, el blindado "Loa", con un cañón de á ciento diez, el
blindado ''Victoria", con un cañon de a sesenta y ocho, y
el "Tumbes", de madera, de dos cañones rayados de á
treinta y dos. Un cañon Blackley fué montado precipita
damente por el pueblo, bajo la direccion del norte-america
no, dueño de la herreria de la calle del Sauce, en los dos
dias últimos, que por no bien establecido, se inutilizó al
primer tiro.
106.—Las baterias del Sur esperaron para romper sus
fuegos, segun la orden del Secretario Galvez, que se halla
ba en la torre blindada Mercedes, á que los buques españo
les se acercasen, para dirigir todos los fuegos sobre la ''Nu-
mancia".
107.—La division de la escuadra del Sur hizo alto, y la
— 395 —
"Numancia" rompió los fuegos, que fueron contestados in
mediatamente, generalizándose el ataque en ambas lineas.
La carga de nuestros cañones de mayor calibre era dificil, y
por lo mismo lenta.
108.—Despues de una hora de combate hubo una explo-
cion en la torre blindada Mercedes, que hizo volar á cuan
tas personas se encontraban en ella, hirió y mató á muchas
otras, que se hallaban cerca, quedando inutilizados los dos
,cañones Armstrong. Murieron desgraciadamente, el Secre
tario Galvez, el ingeniero Cornelio Borda, y muchos Jefes,
oficiales y soldados.
109.—A pesar de esa pérdida se retiraron las fragatas
del Sur, fuera de tiro de nuestros cañones, hasta que refor
jadas por una de las fragatas de la division del Norte, ca
ñonearon audazmente contra las baterías del Sur y contra
los buques del centro.
110.—Despues de mas de 2 horas hizo señal la "Numan
cia", para atenuar el cañoneo, mientras se disponían para
un fuego uniforme y activo de proyectiles sólidos y de pro
yectiles huecos incendiarios, dirigidos contra las baterias,
contra los buques, contra la poblacion y contea los almace
nes de la Aduana. Ese fuego horrible y sin tregua fué sos
tenido hasta cerca de las 5 de la tarde. A esa hora cesó el
cañoneo de la escuadra, y principió su retirada, sufriendo
los fuegos de nuestros monitorcitos y de parte de nuestras
baterias. La escuadra se retiró hasta el cabezo de* la isla
de San Lorenzo.
111.—En la parte del Norte pelearon la "Villa de Ma
drid", "Eesolucion", "Berenguela" y corbeta "Vencedora",
las que rompieron sus fuegos á las doce y un minuto. Noso
tros teniamos en el Norte dos cañones de Blackley del cali
bre de cuatrocientas cincuenta libras, al mando del Sar-
jento Mayor Felipe Crespo, y del Sarjento Mayor Guiller
mo Smith, siendo el Jefe de ese fuerte el valiente Teniente
Coronel Cáceres,
— 396 —
112.—La bateria Pichincha, tenia cinco cañones de á 32
a las órdenes del Coronel Melchor Delgado, siendo Jefes
de las fuerzas, el Capitan Mariano Villegas, el Teniente
Guillermo Guerrero, el Teniente Pedro Bermudez, el Sub-
Teniente José Antonio Savio, y el Teniente Eugenio Cara-
vedo. Ayudante de esa bateria era el Sarjento Mayor José
Agustin Bedoya.
113.—En la bateria de la Independencia habian 6 caño
nes de á 32, á la orden del Teniente Coronel Mariano Del
gado de la Flor.
114.—Luego que empezaron los fuegos del enemigo, dis
puso el Comandante, Jefe de la linea, Coronel José Joa-
quien Inclan, fuesen contestados por las baterias del fuerte
de Ayacucho, donde estaba enarbolado el pabellon Nacio
nal, que flameaba. El fuego se rompió con aclamaciones
de entusiasmo, contestando á los primeros fuegos de la es
cuadra, y sin pérdida de tiempo se generalizó el combate
en toda la linea.
115. —La bateria de Pichincha sostuvo un fuego nutri
do, con buen éxito durante el combate.
116.—En la torre de Junin, contra la cual se esforzó la
division española, no hubo daño alguno notable, á pesar
de haber recibido varios proyectiles que mellaron el blinda-
ge. Los tiros de la torre fueron lentos, pero muy certeros ;
entre ellos, uno dirigido por el Mayor Iglesias, Jefe de la
torre, que rompió la caldera de la "Villa de Madrid"; y
otro por el Capitan de corbeta Domingo Eeyes, que cayó
en la toldilla de otra fragata, rompiéndole parte de la mesa-
na, y derribando la bandera. Esa torre arrojó 29 proyec
tiles. Contribuyó mucho al acierto, y al buen servicio de
las piezas, el jóven ingeniero Felipe Arancibia.
117.—En la bateria de la Independencia, que sufrió ma
cho daño, y tambien lo hizo cuando se acercaron las fraga
tas, se lanzaron 153 balas esféricas. •
118.—Los hechos circunstanciados en las baterias del
— 397 —
Sur, de la que era Comandante en Jefe, el Coronel Manuel
Lacotera, son los siguientes:—Cuando la "Numancia" dió
la señal del combate con los dos primeros cañonazos, man
dó Lacotera contestarlos inmediatamente con una de las
grandes piezas de Blackley, que sirvió tambien de señal
convenida para que las baterias del Sur rompiesen los fue
gos, cuando las fragatas se hallasen á distancia convenien
te. Se conoció que el Almirante español se habia propuesto
apagar los fuegos de las baterias al Sur, desde que á
la blindada le asoció las fragatas de su mayor confianza,
mandadas por Jefes muy distinguidos.
119.—Lacotera se situó en la bateria de Santa Eosa,
sosteniendo con su vigilancia los fuegos de las baterias
Maipú, Chacabucó y Provisional.
120.—A los 17 minutos de iniciado el ataque perdió su
nivel uno de los cañones Blackley del fuerte de Santa
Eosa.
121.—La bateria de Abtao suspendio sus fuegos, por
que el enemigo no se hallaba al alcance de sus pequeñas
piezas.
122.—La bateria de Zepita, situada hacia la mar brava,
no tomó parte en el combate : pero recibió por retaguar
dia las balas enemigas, que sobrepasaban la linea de ata
que.
123.—Con respecto á la explosion en la torre Mercedes,
D. Juan A. Fuentes, despues de haber estado algunos dias
privado de conocimiento por las heridas que recibió en el
incendio, siendo el único que sobrevivió á esa fatal catás
trofe, refirió los hechos siguientes :
124.—Que el dia dos de Mayo se nombró á cierto núme
ro de individuos para pasa-cartuchos, y se dejó en reserva
otro número para desempeñar las comisiones que ocurrie
sen. D. Juan A. Fuentes mandaba el cañon de la derecha,
y el de la izquierda, el capitan Juan José Salcedo. La
"Numancia" y la "Blanca" se dirigieron contra la torre
— 398 —
Mercedes, hasta la distancia de 800 metros ; y los dos pri
meros tiros de la ''Numancia" fueron contestados con
acierto por el cañon de Fuentes : los compresores de ese
cañon se entorpecieron, sin que se pudiese volver á hacer
lo entrar en hatería, á pesar de muchos esfuerzos. El ca
ñon de la izquierda lo cargaron, riéndose y chanseandose
con el cabo de cañon Sarjento Mayor Solar.
125.—El Capitan Salcedo dirigió tamhien sus fuegos con
acierto : pero al segundo tiro fué herido en la mano y
pierna derecha por el montage de su misma pieza ; y ha
biéndosele ordenado bajase á curarse, se negó diciendo que
los ojos del corazon estaban buenos.
12C.—Mientras que los del cañon de la derecha, manda
do por Fuentes, hacian esfuerzos inauditos para ponerlo
en ejercicio, el Sr. Montes, Jefe de la torre, habia dado or
den para que condujeran saquetes, que cada uno de ellos,
tenia 45 libras de pólvora, á fin de que estuvieran listos pa
ra la carga ; y de ellos colocaron uno en la plataforma, y
dos en la galeria exterior. El buen ingeniero Borda se
hallaba en el empeño de poner expedito el cañon de
Fuentes.
127.—El Secretario José Galvez ;: que tenia á su cargo el
ramo de guerra y marina, los pasa-cartuchos, el Teniente
Daniel Eisco, el alfarez Juan Villamar, el sub-teniente
Abel Galindes y el Coronel Enrique Montes, ocupaban el
primer cuerpo de la torre. En la parte inferior estaban los
ayudantes del Secretario Galvez, el Coronel Toribio Zava-
la, el Teniente Coronel Zegarra, el Coronel Odria, el Capi
tan Toribio Zavala, y como pasa-cartuchos, los Señores
Serrano, Gonzales y Eublet.
128.—Cuando se ocupaban con mas esmero los unos en
componer el cañon, y los otros en dar tiros con el que es
taba expedito, y todos contentos, cada cual en su oficio,
una bomba del enemigo se introdujo por la porta de la de
recha, que la arrojó á distancia de 200 metros ; y el cho
que de la bomba produjel incendio y la explosion o de los
— 399 —
saquetes de polvora, j, D. Juan A. Fuentes quedó sin senti
do, perdió el ojo izquierdo, y recibió diez heridas.
129.—El vaporcito "Tumbes" de madera, tiró 250 bom
bas, portándose bien en el combate, á las órdenes de su Co
mandante Juan José Eaygada. A ese buque se agregaron
sin pertenecer á él, el Coronel Pitot, Teniente Chavez, Ei
cardo Pareja, Jorje Mendiola, Justo Varela, Froylan Mar-
chena, Manuel Carbajal, Manuel Raygada, Manuel Delga
do, Francisco Forcelledo, Juan M. Garrido, Federico Lar-
rañaga, Carlos Sologuren y Manuel Calvo, quienes presta
ron servicios importantes durante la pelea.
130. —El monitor "Victoria" á las órdenes de Juan A,
Valdivieso, se desempeñó bien durante todo el combate ;
lo mismo que el vaporcito "Sachaca" á las órdenes de To-
ribio Eaygada, y el vaporcito "Colon", á las de Patricia
Iriarte.
131.—Las compañias de bomberos sirvieron oportuna
mente en los incendios del Callao,
132.—Los individuos que murieron en el combate del 2
de Mayo, fueron : el Secretario de Guerra, Coronel José
Galvez, Coronel Enrique Montes, Coronel Miguel Zamora,
Coronel Miguel Baquero, Capitan de corbeta Eaymundo
Cárcamo, Ingeniero Cornelio Borda, Sarjento Mayor Fran
cisco Bolivar, los Capitanes Andres Vigil, Juan José Sal
cedo, Dionisio Cortés, Pedro J. Valdez, Nicanor Vazquez
y un Moron. Los Tenientes Florencio Olaso, Jorje José
Ojeta y Jorje Payva : los sub-tenientes Abel Ordoñes, Abel
Galindez, Manuel Cortés, Julio Guillen, Dámaso Quispe y
N. Paredes : los alfereces Isaac Cornejo y Juan Antonio
Villamar.
133.—De los individuos de tropa murieron, el sarjento
primero, Eamon Ascárate y segundo Faustino Castañeda;
los cabos Julio Guillen, Martin Chiclia, Manuel Canchali,
Marcelino Torres ; los soldados Pedro Escobar, Donato
Duma, Eamon Zeballos, Santiago Servantes y Antonio Vi
— 400 —
lla-creai ; el cabo de matricula Jacinto Gonzales, los mari
neros Francisco Hurtado, Jacinto Loreto, Miguel Bolan-
chudo, y el celador Nicola3 Beltran.
134.—De ciudadanos murieron, D. Juan Antonio Alar-
co, D. Timoteo Negra y 23 individuos mas, cuyos nombres
se ignoran.
135.—Como el voto de los Jefes de buques de guerrade
naciones extranjeras es imparcial y concienzudo en estos
casos, citaremos algunos trozos de las cartas que escri
bieron.
136.—El Almirante Pearson, que presenció el combate,
escribió á Chile al Ministro Norte-Americano Kilpatrick lo
siguiente :
Bahia del Callao.—A bordo de el "Pohatan, Mayo 4 do
1866.—A S. E. J. Eilpatrick, Ministro de Estados Unidos.
Señor :
Quizas quiera Ud. saber algunos detalles sobre el comba
te que tuvo lugar el 2 del presente, entre las baterias pe
ruanas y la escuadra española, compuesta de fragatas
6 y
una cañonera. Comensó á medio dia, y terminó á las cin
co, con la completa retirada de la escuadra española
á la
isla de San Lorenzo.
El Almirante y el Capitan de la "Eesolucion" fueron he
ridos, mas no mortalmente. Un tiro dió en el ventilador
de la "Numancia", cuyos pedazos hicieron al Almirante 8
heridas. La "Villa de Madrid" fué puesta fuera de com
bate 20 minutos despues de haber comenzado éste, habien
do le penetrado un balazo en el canastillo del vapor, matan
do como trece, é hiriendo 20 hombres.
137.—"Se desplegó gran valor por parte de los peruanos
y de los españoles. El combate ha sido glorioso para am
bos, pero especialmente para los peruanos. . . . Los blinda
dos peruanos ayudaron á las baterias, acertaron muchos ti
ros en esta importante y heroica accion.
— 401 —
138.—"La flota española se componia de la "Numan-
cia", "Villa de Madrid", "Vencedora", "Berenguela", "Ee-
solucion", "Blanca" y "Almanza". Dificultosisimo es es
timar las pérdidas habidas por ambas partes : pero por los
datos que tengo, presumo que sean aproximativamente
iguales.
Un tiro de la flota española acertó un proyeotil sobre una
de las baterias, el que estalló, matando al Ministro perua
no de Guerra, y ademas á muchas otras personas .... so
bre si la escuadra española hará ó- nó otra tentativa, nada
se sabe. Yo, sin embargo, me inclino á creer que en las
actuales circunstancias no se decidirán á ello.
Tengo el honor de repetirme de Ud. sumas respetuoso y
obediente servidor.— Y. Pearson, actual Almirante y Co
mandante de la escuadra en el Pacifico."
139.—Carta del Sr. T. H. Nelson.—Lima, Mayo 3 de
1866.—E. Dr. Trumbull, Valparaiso:
"¡Gloria á Dios en las alturas!
La batalla se ha peleado, y se ha ganado, y los godos
han sido muchachos, hasta hacerles morder el polvo. El
combate de ayer marca una época en la historia del mun
do. Las consecuencias morales y politicas serán incalcu
lables.
Presencié todo el combate y segui con ansiedad profun
da el efecto de cada uno de los tiros. Mi punto de observa
cion fué la cubierta del buque de guerra de los Estados
Unidos "Pouhatan, y no podia haber deseado mejor sitio
de observacion.
A las doce en punto del dia de ayer la flota española se
puso en movimiento, y abanzó al ataque, en forma de una
V con la base dirigida hácia la poblacion.
A la derecha marchaba la fragata almirante ''Numan-
cia", seguida de las fragatas "Eesolucion" y "Almanza".
La linea de la izquierda la componian las tres fragatas
51
— 402 —
siguientes : la "Berenguela" al frente, y en pos de ella, la
"Villa de Madrid", y la "Blanca", en tanto que la "Vence
dora" formaba el eje de la flota.
A las doce y quince minutos la "Numancia" llegó á tiro de
cañon á Santa Eosa, y rompió el fuego con su bateria de
estribor, é inmediatamente le contestó el fuerte.
La "Almanza" y la "Eesolucion" entraron en combate,
y éste se hizo general en la derecha de los españoles.
A los pocos minutos me pareció que habia ocurrido una
explosion en una de las baterias de tierra, y se creyó por el
momento que habia reventado uno de los cañones Blackley
de la torre blindada. La torre se quedó en silencio, y no
renovó posteriormente sus fuegos.
Al mismo tiempo el buque de vanguardia de la izquierda
habia hecho fuerza de vapor hácia la derecha de los perua
nos, y se creia que buscaba las baterias. Una de éstas
de cañones pequeños, rompió el fuego. La "Villa de Ma
drid" disparó su bordada, viró, y se disponia á lanzar su
bordada de babor, cuando recibió una bala de grueso cali
bre, en el centro del buque, y por el escape de vapor por
sus escotillas se calculó inmediatamente que habia sufrido
una averia considerable. Mas tarde se averiguó que la ba
la le habia entrado á la caja de vapor, y penetrado hasta
las hornillas, en donde mató 16 hombres, é hirió 20. En
el acto hizo señales, y la "Vencedora" se le acercó al costa
do, y le dió remolque hasta ponerla fuera de tiro.
La "Berenguela" entró entónces al fuego, y recibió
los disparos de las baterias. A los pocos minutos se
.vió que éste buque comenzaba á recular, y á la una se reti
ró del combate. Me pareció que habia sufrido averias con
siderables, y vi á algunos hombres ocupados en sus costa
dos en tapar agujeros. Era evidente que estaba yéndose
á pique ; y habiendo venido en su auxilio el paquete "Mau
le", fuébarada en la isla de San Lorenzo, en donde perma
nece todavia.
— 403 —
La ''Blanca" entró entónces á medir sus fuerzas con las
baterias, pero recibió unos cuantos balazos y se retiró.
Por fin la "Vencedora" se puso á tiro ; una bala enorme
cayó cerca de ella, se retiró tambien, y durante el resto del
dia ningun buque español volvió á ponerse á tiro de cañon
de la derecha de los peruanos.
A eso de las dos de la tarde, cuatro buques españoles es
taban fuera de combate : pero de éstos la "Eesolucion" y
la "Blanca", volvieron á entrar al fuego, y junto con la
"Numancia" y la "Almanza", siguieron sosteniendo el
combate con vigor, contra Santa Eosa. El fuerte contes
tó sus fuegos con brio, hasta que a los 20 minutos los bu
ques se retiraron, hasta quedar á tiro lejano ; en cuya si
tuacion continuaron el duelo hasta las cuatro y 46 minutos
de la tarde, hora en que pusieron término al combate.
En el acto bajé á tierra, y despues de felicitar cordial-
mente al Presidente Prado, por su distinguido triunfo,
acompañé al General Flove á ofrecer los servicios de los
cirujanos para los heridos. Luego visité todas las baterias
y me sorprendi al encontrar el poco daño que se les habia
hecho.
La explosion de la torre blindada se supone por algu
nos que fué causada por la caida casual de una granada :
por otros se atribuye á una granada de la "Vencedora'".
Todos los que se encontraron en la torre fueron muertos
instantáneamente ; y los que se encontraban en las inme
diaciones, seriamente heridos. Varios oficiales distinguidos
cayeron aqui, entre ellos el Secretario de Guerra, Galvea<
Los muertos y heridos en tierra ascienden á 180.
140.—Los peruanos se cubrieron de gloria, y su heroi
ca resistencia destruye de un solo golpe todos los falsos ,
juicios con respecto á su patriotismo y valor, y los coloca
en su verdadera posicion en el mundo.
Los daños causados en el Callao son escasamente apre--
ciables ....
— 404 —
Las baterias ocuparon tan continuamente á la escuadra,
que no hubo tiempo para bombardear la Ciudad.
Es imposible estimar el daño causado en los buques :
pero por los trozos de madera barados en la playa, es evi
dente que sufrieron seriamente.
La pérdida en muertos y heridos, sufridas por los godos,
solo puede calcularse aproximadamente. Se estima con
variedad, desde ciento ochenta, hasta dos cientos cin
cuenta.
141.—El Almirante Casto Mendez Nuñez fué herido
gravemente en las primeras horas del combate ; se dice
hoy que se le amputó anoche la pierna derecha, y esta tar
de se dice, que ha muerto.
No hay indicios de una renovacion del combate por la
escuadra española, y no es probable que dispararán un ca
ñonazo mas.
Los buques extranjeros, considerando la victoria como
decidida, se preparan á colocarse en sus fondeaderos cerca
del muelle.
Las baterias están completamente preparadas y ansiosas
de renovar la pelea (Dios las bendiga); y el pueblo está
tan lleno de entusiasmo patriótico, que comprende comple
tamente toda la grandeza del triunfo.
143.—Asi concluyó uno de los combates mas interesan
tes de la historia ; y sus consecuencias se sentirán en el
mundo entero. La agresion europea ha sido rechazada, y
el republicanismo americano vindicado por la boca de los
cañones.
Muy de veras su amigo.—T. H. Nelson."
144.—Carta del primer maquinista del monitor "Pou-
handoc".
Vapor de los Estados-Unidos.—Callao, Mayo 2 de 1866.
"Mi querido :
Desde el domingo no hemos ido á tierra, esperan el ata
— 405 —
que de la escuadra española, que tuvo lugar hoy, y que du
ró cuatro horas y media. Los españoles fueron zurrados
por los peruanos, que pelearon bien en sus baterias. Los
últimos tiros fueron del monitor peruano "Victoria, y los
del blindado ''Loa". Este es un glorioso dia para ellos.
Nosotros estábamos cerca, pero fuera de tiro. Mendez Nu-
ñez debe estar muy apesarado esta noche, porque se le ha
dado una buena leccion, que no la olvidará nunca, despues
de haber bombardeado una Ciudad indefensa, con la furia
de un leon. Si alguna vez hubo una escuadra derrotada
completamente, esta ha sido la de ellos. La ''Villa de Ma
drid" recibió uno de los grandes balazos de a trescientos,
en costado, antes de haber estado en accion 20 minutos,
cortándole el tubo de vapor de la máquina ; y la "Vence
dora" tuvo que remolcarla hacia á fuera, como 18 hombres
muertos y 20 heridos. Era horrible la escena á bordo, por
los muertos y escaldados : nos pidieron el auxilio de nues
tros médicos, y el Dr. Pech fué á bordo de la "Villa de
Madrid" con algunos otros, y los del "Pouhatan, fueron á
las baterias de tierra para ayudarles, en lo posible, á curar
los heridos de ambas partes.
145.—La pérdida de los españoles es grande ; pero no
sabemos de la de tierra, porque nuestro bote no ha vuelto
aun. La "Berenguela" recibió un balazo á proa, que le
abrió un agujero de dos y medio piés de ancho ; y tuvo que
trabajar con todos sus hombres para llegar hasta la isla de
San Lorenzo, donde hasta ahora está tratando de cerrar el
agujero, y tendrá que ir á algun dique seco antes que pue
da salir al mar con mar gruesa.
Vino una bomba á reventar sobre la popa de la ' 'Alman-
za", que debe haber muerto á su Capitan, porque se retiró
lentamente del combate, á media asta, y tirando muy des
pacio, lo que hace tres grandes fragatas en retirada y con
averia. Los peruanos vivaban, y seguian tirando con fu
ria contra el resto del enemigo, que era la ''Numancia",
"Blanca" y "Eesolucion", las que tuvieron cuidado de
— 406 —
mantenerse a una respetuosa distancia ; porque el fuego
era muy nutrido en las baterías. Sin embargo, á las cin
co de la tarde pasóla "Numancia" cerca de nosotros, en
retirada, y le vimos grandes huracones por proa, y le con
tamos 9 balazos. La ''Resolucion" tuvo muchos muertos.
El monitor peruano fué el último que tiró, mientras que
la escuadra española se retiraba derrotada; y mientras los
peruanos vivaban desde tierra.
Mendez Nuñez está mal herido, y tambien el Capitan de
la "Eesolucion".—Y. 2. ° A. Dezegler.
146.—Es bien notable que el primer buque blindado que
pasó el estrecho de Magallanes en 1865, viniese á ser der
rotado en el Callao, cuando los españoles tenian la confian
za de que ese buque, á la cabeza de la escuadra, barreria
los buques de las Eepúblicas del Pacifico ; y que éstas que
darian, ó sojuzgadas, ó cuando menos humilladas y multa
das en cantidades fuertes de dinero, y con las condiciones
gravosas ya premeditadas.
147.—El segundo blindado que pasó Magallanes en el
mismo año fué el monitor "Monandoc" de los Estados Uni
dos de Norte América. En el mismo año pasó el "Pou-
hatan, de la misma nacion. Despues el monitor peruano
"Huáscar" y la fragata blindada peruana "Independencia",
en Junio de 1866.
148.—El Almirante Mendez Nuñez dió un parte atribu
yéndose la victoria del 2 de Mayo en el Callao. Ese parte
se publicó en el periódico "El Comercio" de Lima, del
viérnes 17 de Agosto de 1866.
149.—Puede importar se sepa que cuando el Perú, esca
so de buques para defenderse, mandó á Chiloé su pequeña
escuadra, compuesta de las fragatas "Apurimac", Amazo
nas" y otras, perdió en ese archipiélago el "Amazonas",
quedando únicamente "Apurimac" con las dos corbetas
blindadas ; y que ocurrió tambien el incidente, que en los
primeros ensayos del blindado "Loa", fué encallado en la
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punta del Callao cerca de la mar brava por su Jefe Odria-
zola ; y que en el reconocimiento que se hizo, por orden del
Gobierno, para sacarlo y ponerlo á flote, se perdió la es
peranza, y se le dejó abandonado; pero el Secretario
encargado del ramo, de Gobierno, D. José Maria Quimper,
contra la opinion de todos, eligió un ingeniero, y afuer de
su caracter, consiguió arrancar el monitor- y lo hizo com
poner de modo que en el combate prestó importantes ser
vicios el 2 de Mayo. La construccion de ese blindado es
tan especial, que no le pudieran dañar las balas, y el único
riesgo que corria, en caso de acercarse mucho á la "Nu-
mancia", era el que la sumergiesen, poniéndolo debajo de
su quilla.
150.—La capital del Perú y toda la Eepública celebró
con entusiasmo y pompa la victoria del 2 de Mayo contra
la escuadra española, que se tenia por invencible.
151.—La Ciudad de Arequipa, que inició con su Prefec
to Mariano Ignacio Prado la revolucion contra el Gobierno
del General Pezet, por el tratado infame de 27 de Enero y I
por la ocupacion de las islas, celebró con . extraordinaria
pompa y entusiasmo la victoria del 2 de Mayo, al recibir la
noticia, á la vez que el pabellon peruano que flameo en ese
dia en la bateria de Santa Eosa, roto por dos balazos, y
que le remitió el Dictador Prado como un monumento de.
su gratitud al pueblo, que le elevó hasta merecer la alta
gloria de vencedor de la escuadra española en el Callao.
El Coronel Prado, que capitaneó en Arequipa esa revo
lucion el 28 de Febrero de 1865, recordó sin duda que Are
quipa lo invistió, por medio de una acta solemne, con la
plenitud del poder público para la defensa nacional contra
los españoles agresores injustos ; y si bien el Coronel Pra •
do, proclamado Presidente de la Eepública, cometió la fal
ta de atacar á la Ciudad de Arequipa, desconociendo lo que
vahan los hijos del Misti cuando son agredidos, esa man
cha de ser derrotado por un pueblo valiente no disminuye
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el alto mérito que contrajo en defender la Bepública, y de
jar en la historia del Perú la victoria del Callao de perpe
tua memoria.
152.—Prado decretó la ereccion de un monumento con
sagrado á perpetuar la memoria del 2 de Mayo. Ese de
creto se expidió en el Callao el 3 de Mayo de 1866. El
monumento se ha hecho, y el Presidente Pardo ha puesto
la piedra fundamental, en el sitio donde ya se está colocan
do en el año corriente de 1873.
153.—El mismo Dictador Prado expidió el 3 de Mayo
otro decreto, por el cual donó á la viuda é hijos del finado
Secretario de Guerra y Marina Coronel José Galvez, muer
to en la torre Mercedes en el combate, la suma de cincuen
ta mil soles. Por otro decreto de la misma fecha ordenó
que, en las revistas de comisario, el batallou de artilleria
de plaza considerase en la plana mayor, como su primer
Jefe, al benemérito Sr. Coronel José Galvez.
154. —Por decreto de 2 de Junio 18 de 1866 se decretó una
medalla de honor en conmemoracion del triunfo del 2 de
Mayo á los Generales, oficiales, individuos de tropa del
ejército y mUrinas cirujanos y capellanes que tuvieron colo
caciones, y se encontraron en el Callao el 2 Mayo de 1866,
y á todos los paisanos que combatieron en las baterias ó
buques de la armada nacional. La medalla debia tener la
forma de una estrella de cinco puntos de esmalte rojo, y un
circulo en su centro, de esmalte blanco, con realce de plata
figurando un castillo, y en su circunferencia la siguiente
inscripcion :—Callao 2 de Mayo de 1866. En el reverso, la
siguiente: Cincuenta cañones contra trecientos. Las direc
ciones de la medalla, para Generales y Jefes, 15 milimetros
de diámetro el circulo, y 12 de largo el de cada punta de
la estrella. Para la de los oficiales, trece milimitros do
diámetro el circulo, y diez en largo de cada punta. Para
la de las clases y tropa, once milimitros el diámetro del cir
culo, y ocho el largo de cada punta. La medalla debia ser
mandada fabricar por el Gobierno.
— 409 —
155.—El Almirante español Casto Mendez Nuñez, al
despedirse, publicó la siguiente carta :
Comandancia General de la escuadra de S. M. C. en el
Pacifico.—Fragata, "Numancia", bahia del Callao, Mayo
9 de 1866.
Muy Señor mio :
Castigada por las fuerzas navales de mi mando la provo
cacion injusta del Gobierno del Perú, con el bombardeo del
Callao y ataque contra sus fortificaciones, de cuyos nume
rosos y gruesos cañones solo tres respondian últimamente
a los de esta escuadra, al regresar á su- fondeadero el in
frascripto tiene la honra de participar al H. Sr. D. Juan
Bartton, que desde esta fecha queda levantado el bloqueo-
del Callao,
dejando dicha escuadra las aguas del Perú ; y
asi mismo que si el Gobierno de la Eepública ejecuta ó to
lera tropelias contra los súbditos españoles en ella residen
tes, las fuerzas navales de S. M. C. vendran otra vez á es
tas aguas á vengarlas.—El infrascripto aprovecha de esta*
ocasion para reiterar al Sr. Bartton la seguridad con de su
sideracion y estima.—Gasto Mendez Nuflez. .
156.—El Dictador Prado decretó en Lima,- á 11 de Mayo*
de 1866, con autorizacion del Secretario de Gobierno,
Quimper, que desde esa fecha se prohibia á los súbditos es
pañoles ingresar al territorio de la Eepública, la pena
bajo
de ser juzgados y condenados como espias. Se declaró
peruanos de nacimiento á los españoles residentes en el
Perú desde antes de 28 de Julio de 1821. A los españoles
que hubiesen ingresado al territorio nacional, ó al de las
Eepúblicas aliadas despues del 28 de Julio de 1821 y an
tes del 1.° de Enero de 1850, y que residiesen actualmen
te en el Perú, se les consideraba como peruanos por natu
ralizacion, siempre que bajo juramento
de renunciasen su
condicion de súbditos españoles ante las respectivas mu
nicipalidades, y asumiesen la de ciudadano del Perú ; de
biendo verificarlo en el término de 60 dias, contados desde
la publicacion del decreto.
52
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Que los españoles que hubiesen ingresado al Perú des
pues del 1. ° de Enero de 1850, debian dejar el territorio
en él término de 30 dias ; y que los infractores serian con
finados perpetuamente á las montañas del Pozuzo : que
podrian asumir el caracter de peruanos por naturalizacion
los reverendos padres misioneros destinados á la conver
sion de infelices, que hubiesen ingresado al pais antes del
1. ° de Enero de 1864. .
167.—La escuadra española, desde el 2 de Mayo, estuvo
ocupada en el cabezo de la isla de San Lorenzo, . despues
de enterrar sus muertos, en recompener sus buques, para
lo cual deshizo uno de los que tenia apresado ; y devolvió
dos de éstos en el Callao, para que los entregasen á sus pri
mitivos dueños, y se puso en marcha, en direccion á las
islas Filipinas, temerosa de encontrarse con los buques pe-
ruaños que debian llegar de Europa, monitor" "Huáscar" y
blindado "Independencia".
158.—Si nuestra escuadra vencedora en Abtao, reunida
en Valparaiso con el monitor "Huáscar" y fragata blinda
da ''Independencia", hubiese obedecido las órdenes del
Presjdente Prado, que mandó á Túker para que se en
cargase de la escuadra, como Comandante en Jefe de ella,
con el objeto de ir á tomar la "Numancia" y otras fra
gatas de la escuadra española, que se hallaban en una isla
recomponiéndose, se habria completado el triunfo del 2 de
Mayo, y escarmentándose completamente, por la débil Re
pública del Perú, á la orgullosa España moderna.
Los Jefes que desobedecieron á esa orden del Presidente
Prado serán responsables ante la Eepúblico y ante la his
toria.
; INDICE...
Pág.
Dedicatoria
Prólogo *
Cap I.—Eevolucion hecha en Lima, por los Genera
les Gamarra y Bermudez, contra el Presidente Pro
visorio, General Luis José Orbegoso, y contra la
Convencion Nacional'en Enero de 1834 . : . . , ;J
Cap II.—Protesta y pronunciamiento de Arequipa
contra la revolucion de Gamarra y Bermudez. . ¿. . 11
Cap III. —Eevolucion del General Felipe Santiago Sifcv
laverry 99
Cap IV. —Campaña del ejército unido Perú-Boliviano,
al mando del General Santa Cruz, contra el Gene
ral Gamarra 124
Cap V.—Batalla en el alto de Luna . , 149
„ VI.—Asamblea de Sicuani • . 159
„ VII.—Expedicion chilena al Sur del Perú ........ 172
,, VIII.—Tratado de Paucarpata 186
" IX.—Proclamacion del General Gamarra en Are
quipa 220
Cap X.—Eevolucion hecha en Arequipa por el Gene
ral Vivanco 223
Cap XI.—Batalla de Ingavi 241
,, XII.—Eevolucion en favor del General Vivanco. . 273
„ XIII.—Presidencia de la Eepública del General
Echenique 290
Cap XIV.—Batalla de la Palma 329
„ XV.—Eevolucion de Arequipa á favor del General
Vivanco en 1854 338
Cap XVI.—Memoria sobre el 2 de Mayo de 1866 . . .

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