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Comunidades aborígenes

Artículo principal: Aborígenes Cubanos.

Aborígenes cubanos (representación)

Los primeros habitantes de la isla de Cuba llegaron alrededor del 10 000 a. n. e. En


medio de muy diferentes condiciones climáticas, con mayor cantidad de tierras
emergidas en el área de Centroamérica que en la actualidad, diversos grupos de
indios de la Gran Isla de Bahamas, existente en el aquel período, y, luego, del sur
del Mississippi y la Florida, bajaron hacia Cuba, asentándose en ella. Más tarde,
oleadas procedentes de Venezuela, ya fuese vía Nicaragua-Honduras, o a través del
archipiélago antillano, arribaron a la Isla, trayendo sus costumbres araucas originales.

Resulta bastante compleja la denominación asignada a cada grupo aborigen por los
estudiosos de diferentes épocas. En líneas generales, puede decirse que estos han
sido llamados guanahatabeyes, ciboneyes o taínos, según, algunos; taínos o
subtaínos, según otros; y cazadores, pescadores-recolectores, protoagricultores y
agricultores, en estudios más veraces y recientes, en función de su estadío de
desarrollo. Lo importante, en verdad, estriba en precisar que los primitivos pobladores
del archipiélago no llegaron a este de una vez por todas, sino que aún continuaban
asentándose en el mismo a fines del siglo XV, y la conquista y colonización españolas
paralizó su evolución cultural en Cuba.

Dichas culturas estuvieron muy lejos de alcanzar el grado de desarrollo y complejidad


observables en Tierra Firme. Ciertos grupos conocían de antiguo la agricultura y la
cerámica; todos utilizaban el fuego y se ocupaban de la caza, la pesca y la
recolección de alimentos. El maíz, el tabaco, y sobre todo, la yuca, constituían parte
fundamental de su producción agrícola. Los más avanzados vivían en aldeas de
pequeño tamaño, en casas construidas en lugares firmes, o a orillas del mar y de los
ríos.

Los historiadores estiman que a la llegada de Cristóbal Colón a Cuba, la isla estuvo
habitada por unos 300 mil indios. Estos grupos estaban llegando, en 1492, a un grado
superior de vida, anímica, con una superestructura que ya incluía enterrar a sus
muertos, y una incipiente división interna de las funciones dentro del grupo, entre el
jefe (cacique) y el resto de la población, de la cual se destacaba el individuo
encargado de las funciones religiosas, llamado behique. La elaboración de
pictografías y ciertos juegos (batos) y bailes (areitos) reflejan la complejidad anímica
que muy lentamente alcanzaba la sociedad aborigen de la región oriental cubana a la
llegada de los españoles. Cinco siglos después, la toponimia insular debe mucho aún
a estos primeros pobladores.

El clima noble, la variada flora con abundantes alimentos naturales desde frutas
hasta tubérculos que aún hoy forman parte de la dieta de los cubanos como
el boniato y la yuca así como la inexistencia de animales peligrosos, favorecían de
manera especial la vida de los pobladores originales del archipiélago. Entonces sólo
los huracanes ―cuyo paso desde luego era imposible de pronosticar― constituían
una amenaza a la vida, pero aún frente a ellos existía el amparo protector de las
cuevas.

Aunque la cultura aborigen fue prácticamente exterminada, se reconoce aún su


presencia en comidas típicamente criollas, como el ajiaco, un cocido
de carnes, tubérculos y vegetales; y el casabe, una especie de torta de yuca. Su
lengua se mantiene aún para denominar lugares de la ciudad de La Habana, como
Uyanó (en la actualidad Luyanó), nombre con el cual se designa un arroyo y un barrio
habanero; Guasabacoa, nombre de una de las ensenadas de la bahía habanera; y
Guanabacoa, territorio que en la lengua aborigen significa poblado entre colinas y
manantiales, y en donde quedan muy pocos de sus descendientes mezclados con
otras culturas posteriores.

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