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LOPEZ, Ximena; SIEDE, Ma. Virginia1.

Introducción a las categorías de Estado y Política


Social en el marco del desarrollo capitalista. Mimeo. UNLu. 2014.2

Introducción
El texto que aquí presentamos tiene por objetivo acercar a los estudiantes de Introducción
al Trabajo Social algunas reflexiones y análisis en relación a las categorías de Estado y Política
Social. Ambas imprescindibles para la comprensión de los orígenes y desarrollo del Trabajo Social
como profesión en el marco de las relaciones sociales capitalistas, ya que históricamente su
principal empleador ha sido (y es) el Estado y el lugar por excelencia de su inserción laboral la
ejecución de la política social.
Esta relación fundante de la profesión con el Estado y la Política Social nos lleva a la
necesidad de preguntarnos sobre sus significados ya que no hay definiciones univocas en torno a
estas categorías.
Es común que se confunda al Estado con la figura del gobierno y se comprenda
equivocadamente a la política social como “ayuda del Estado3” o se la reduzca a los planes
sociales. Estas formas de comprender al Estado y a la Política Social no son más que expresiones
ligadas al sentido común que llevan a enmascarar las funciones sociales, políticas y económicas
que cumplen.
El Estado organizado de la forma en que lo conocemos hoy, no existió siempre y lo mismo
puede decirse de la política social. El Estado moderno tiene sus orígenes vinculados a la propia
formación del capitalismo y ha redimensionado sus funciones en los distintos momentos de este
modo de producción como consecuencia de las diferentes configuraciones que la lucha de clases
adquiere en cada momento histórico.

Capitalismo: introducción a su proceso histórico.


El modo de producción capitalista se consolida en el siglo XVIII y encuentra en la relación
capital/trabajo una particular concretización de las relaciones sociales. Su principal relación de
producción es el trabajo asalariado consagrando así el carácter privado de la apropiación de la
riqueza socialmente producida: “el conjunto de los productores libres (los trabajadores) crea un
enorme excedente que es apropiado por los dueños de los medios de producción (los capitalistas)”
(Netto y Braz; 2009:165).
Esta relación estructuralmente contradictoria entre las clases se expresa en la
mercantilización de los medios de subsistencia (los bienes materiales necesarios para la propia

1
Docentes de Introducción al Trabajo Social, Licenciatura en Trabajo Social – UNLu.
2
Material didáctico elaborado para ser utilizado en la disciplina Introducción al Trabajo Social, Licenciatura en Trabajo
Social – UNLu.
3
Cuando en este texto hacemos afirmaciones entrecomilladas (sin referencia a ningún autor que estemos citando)
estamos poniendo en duda la veracidad de la afirmación entrecomillada.
1
reproducción de los hombres- comida, vivienda, vestimenta, etc.- pasan a valorizarse como
mercancías) y, en consecuencia, aquellos que no cuentan con los medios de producción están
obligados a vender lo único que les pertenece, su fuerza de trabajo, a cambio de un salario (que les
permita comprar los bienes materiales necesarios para su reproducción). Este proceso histórico
lleva a que los trabajadores pasen a constituirse, también, en una “mercadería” intercambiable en
el mercado.
Es así que, la relación capital/trabajo no sólo organiza la producción (cómo y qué se va a
producir en cada momento histórico) sino que envuelve y determina todas las esferas de la vida
social (el mercado es el gran regulador de la vida cotidiana y el dinero lo que mide y determina las
relaciones entre los hombres).
Como venimos viendo, el modo de producción capitalista tiene como objetivo último la
acumulación y valorización del capital; por lo que, a lo largo de su desarrollo se fueron instaurando
cambios en la lógica de organización de la producción (organización del trabajo e incorporación de
nuevas tecnologías) que determinaron cambios y reconfiguraciones de las relaciones socio-
políticas.
En el desarrollo histórico del modo de producción capitalista podemos identificar un primer
momento que se inicia con la acumulación originaria y que va hasta mediados del siglo XVIII: el
capitalismo comercial. Este proceso tiene su génesis en el marco de la crisis de la sociedad
feudal cuando comienza a extenderse la separación entre el productor (trabajador) y los medios de
producción (tierra) así como la transformación de un tipo de vida rural a un tipo de vida cada vez
más urbano. Es, en este contexto, que la actividad comercial toma relevancia y el descubrimiento
de nuevas rutas comerciales no sólo posibilita ampliar las fronteras del mundo sino que, también, la
ubicación de nuevos mercados para los cuales era necesario ampliar la producción de bienes. En
el transcurso de este largo proceso se van delineando las dos clases sociales fundamentales del
modo de producción capitalista: burguesía y proletariado.
Un segundo momento que va desde mediados del siglo XVIII hasta el último tercio del siglo
XIX: el capitalismo competitivo. En este período la burguesía, que ya tenía en sus manos el
control de la actividad económica, avanza en la búsqueda de consolidarse como poder político
debiendo para ello enfrentarse con la nobleza y la Iglesia para eliminar los privilegios de sangre4.
La expresión histórica más emblemática de este proceso es la Revolución Francesa en 1789 con
sus banderas de Libertad, Igualdad y Fraternidad.
En términos económicos la expresión más contundente de este período es la Revolución
Industrial y la consolidación de los procesos de urbanización. Los avances científico tecnológicos
que permitieron transformar radicalmente el proceso productivo no solo se evidenciaron en la

4
Es en este sentido que Marx se refiere al papel revolucionario cumplido por la burguesía en el derrocamiento
del orden feudal.

2
producción sino que estas transformaciones impactaron en la totalidad de la vida cotidiana de los
sujetos. Dos nuevos lugares pasan a ser determinantes en esta organización social: la fábrica y la
ciudad5. Se consagra la creación del mercado mundial intensificando las relaciones comerciales
entre los países y se internacionaliza la división social y técnica del trabajo en trabajos
especializados que se conectan y relacionan en un proceso de trabajo colectivo que ensambla la
maquinaria productiva global.
En síntesis, este es el período en que la burguesía accede al poder del Estado y lo limita a
garantizar el desarrollo de la economía y el crecimiento de la misma sin intervenciones directas de
éste. Es decir, el Estado representa los intereses del capital y su función es la de Estado
Gendarme para garantizar la libre circulación en el mercado y reprimir cualquier manifestación en
contra del orden. Pero, contradictoriamente, es el período en el que irrumpe la clase trabajadora en
el espacio político y público demandando mejores condiciones de vida y trabajo. Esto da cuenta de
la toma de conciencia de los trabajadores que buscan en las luchas obreras la representación de
sus propios intereses dado que las condiciones de sobreexplotación y la ausencia de protecciones
vinculadas al trabajo evidencian las condiciones de deshumanización y dominación del capital
(ejemplo de esto son los movimientos del luddismo y cartismo6 y, luego, la organización de los
sindicatos y partidos políticos de masas que manifiestan el proceso de consolidación del
movimiento obrero).
El tercer momento que podemos identificar en el proceso histórico desarrollado por el modo
de producción capitalista se extiende desde finales del siglo XIX hasta nuestros días y se lo
denomina capitalismo monopólico7.
Las características fundamentales del período se expresan en el proceso de
monopolización de la economía, las transformaciones en la organización del proceso

5
La centralidad puesta en la máquina (en detrimento de las herramientas) determina que el lugar de trabajo es el lugar
donde la máquina se encuentra; así organizada la estructura productiva con la lógica fabril, se desencadenan procesos
de urbanización ya que los trabajadores deben trasladarse a los alrededores de las fabricas para poder ofrecer su fuerza
de trabajo conformando así los grandes centros urbanos que estructuran la vida socio económica hasta nuestros días.
Queda así estructurada una lógica organizativa de la vida cotidiana donde se separa lugar de trabajo y lugar de vivienda
y donde el tiempo pasa a valorizarse al compás del ritmo de la producción siendo entonces una herramienta de control de
la vida cotidiana de los trabajadores.
6
Es importante destacar que la clase obrera emerge como resultado del proceso de separación del productor de los
medios para producir. Es decir, las clases fundamentales (burguesía y proletariado) del modo de producción capitalista
están determinadas por la propiedad o no de los medios de producción. Si bien, existe clase obrera desde los orígenes
del capitalismo “… debemos dejar bien aclarado que el movimiento obrero como tal, sólo aparecerá en épocas más
tardías. Las primeras organizaciones en las cuales participan obreros aparecen en el siglo XVIII y las primeras
verdaderas organizaciones obreras lo harán en medio de la revolución industrial, en Inglaterra y a principios del siglo XIX”
(Pla, 1984:5). Claramente, a medida que los trabajadores fueron tomando conciencia de sus propios intereses, estos
forjaron sus organizaciones y reivindicaciones por mejores condiciones de vida y de trabajo. El Luddismo es una de las
primeras organizaciones obreras. Los obreros ingleses en 1811 entienden que el desarrollo industrial y las maquinarias
que se incorporan en el proceso de producción son las que provocan el aumento de la desocupación y por lo tanto, su
reacción va dirigida a la destrucción de las máquinas. Asimismo, entre 1837 y 1848, emerge una nueva organización
obrera: el Cartismo, llamado así por defender lo que se denominó la Carta del Pueblo. Dicha carta contenía 6 puntos en
los que se reclamaba por el sufragio universal (no solo restringido a propietarios), el voto secreto, la renovación anual en
el parlamento, el pago a los miembros del parlamento y la nivelación de representantes por distritos.
7
En este texto vamos a centrar nuestro interés en los inicios de este periodo, es decir, finales del siglo XIX y principios
del siglo XX, quedando para más adelante el desarrollo posterior a esta etapa que será trabajado con otra bibliografía.
3
productivo, el avance organizativo del movimiento obrero y la reconfiguración del Estado
que reconoce la necesidad de otro tipo de intervención ante la cuestión social.
El plano económico está determinado por el surgimiento de los monopolios: “grupos
capitalistas nacionales controlando ramas industriales enteras, empleando enormes contingentes
de trabajadores e influyendo decisivamente en las economías nacionales alteró de modo
extraordinario la dinámica económica. En pocas décadas, esos gigantes monopolios…
ultrapasaron las fronteras nacionales, extendiendo su dominio sobre enormes regiones del globo8”
(Netto y Braz; 2009:177-178). Dando como resultado una mayor concentración y centralización del
capital en menos manos.

Los cambios en la economía no se restringen sólo al proceso de monopolización del capital,


también, se altera la organización del proceso de trabajo en el pasaje a la producción fordista.
Este patrón de producción en masa se organiza en una producción en serie, homogénea y
verticalizada y que divide en diferentes tareas a grupos de trabajadores posibilitando la reducción
del tiempo de trabajo y el crecimiento de los ritmos de producción.
Este proceso de crecimiento industrial provoca en los trabajadores condiciones de
pauperización y aumento de la pobreza por lo que los reclamos organizados de la clase
trabajadora durante el siglo XIX ponen en evidencia las desiguales condiciones de vida y las fallas
que expresa el modo de producción capitalista9.
Es en el marco del capitalismo monopólico que la función del Estado se reconfigura
pasando de ser un Estado Gendarme (sin intervención en lo económico y con intervención solo
represiva en lo social) a ser un Estado Interventor en cuestiones económicas y sociales,
constituyéndose así en un espacio contradictorio donde la lucha de clases también se expresa.

El Estado como espacio contradictorio.


Para trabajar la categoría de Estado vamos a fundamentar nuestro análisis en el
pensamiento de Antonio Gramsci10.
Al observar el Estado de principios del siglo XX, Gramsci analiza que el mismo no puede ser

8
Este proceso de centralización del capital se expresa, por ejemplo, en el surgimiento de las Sociedades
Anónimas.
9
Para señalar un ejemplo de organización y lucha del movimiento obrero, el 1° de mayo de 1886 se organiza una huelga
de trabajadores reclamando el cumplimiento de la jornada de ocho horas laborales. Las manifestaciones obreras
fueron brutalmente reprimidas; asesinando y llevando a prisión a varios de sus líderes sindicales. A Albert Parsons
(estadounidense, 39 años, periodista), August Spies (alemán, 31 años, periodista), Adolph Fischer (alemán, 30 años,
periodista), Georg Engel (alemán, 50 años, tipógrafo), Louis Linng (alemán, 22 años, carpintero), A Michael Swabb
(alemán, 33 años, tipógrafo) , Samuel Fielden (inglés, 39 años, pastor metodista y obrero textil) y Oscar Neebe
(estadounidense, 36 años, vendedor) se los recuerda como los Mártires de Chicago y se conmemora el 1° de Mayo como
Día Internacional de los Trabajadores en homenaje a la lucha por mejores condiciones laborales.
10
Antonio Gramsci (1891-1937) fue un importante intelectual italiano, fundador del Partido Comunista en su
país y activo militante social y político.

4
entendido sólo como un aparato coercitivo (represivo) sino que también hay que entenderlo en su
función generadora de consenso. Así plantea su idea de Estado ampliado compuesto por la
Sociedad Política más la Sociedad Civil.
La Sociedad Política se materializa en los aparatos de coerción estatal a través de los
cuales las clases dominantes ejercen su función de “dominio directo”. Para Gramsci es este
“aparato de coerción estatal que asegura “legalmente” la disciplina de los grupos que no
“consienten, ni activa ni pasivamente... a la dominación.” (1991:11) La sociedad política es el
ámbito donde las clases dominantes ejercen una dictadura, o sea, la dominación sin consenso.
Forman parte de esta sociedad política no sólo el aparato represivo estatal en cuanto a fuerzas
policiales y militares, sino también la legislación, el derecho, etc11.
Por su parte la Sociedad Civil está materializada en los “aparatos privados de hegemonía”
que es el lugar donde las ideologías se elaboran y se difunden en la construcción del consenso
para los proyectos político- económicos de las clases sociales fundamentales (burguesía y
proletariado)12. De este modo, forman parte de la sociedad civil todas aquellas instituciones
privadas a las cuales los individuos adhieren y participan de forma voluntaria en su cotidiano, como
es el caso de las iglesias, los partidos políticos, los sindicatos, los movimientos sociales, las
organizaciones empresariales, etc13.
En este sentido y considerando las características de la Sociedad Civil, Gramsci explica que
“en una determinada sociedad nadie es desorganizado y sin partido, desde que se entiendan
organización y partido en un sentido amplio y no formal.” (1980:151). Es decir, en una sociedad los
sujetos participan en una o más de estas instancias organizativas de manera activa (militando,
profesando los cultos, etc.) o de una manera más pasiva a través de la adopción de ideas y valores
vehiculizados por estas organizaciones que se difunden como válidas y necesarias para toda la
sociedad14.

11
Nos referimos a todas aquellas dimensiones represivas (efectivas o potenciales) que desarrolla el Estado frente a las
amenazas de “desorden”. En esta dimensión se encuentran no solo las fuerzas represivas efectivas (policía, ejército, etc.)
sino también aquellas expresiones represivas potenciales como son las leyes (que determinan penas frente a su
incumplimiento).
12
Para Gramsci ideología es una visión, una concepción de mundo que contiene normas de conductas que se le
corresponden; en otras palabras se trata de formas de entender el mundo y que determinan nuestras acciones cotidianas
en función de esa explicación del mundo a la cual adherimos.
13
Analizando la sociedad civil hoy podemos incluir en esta dimensión a los medios masivos de comunicación
(cuyo desarrollo era escaso en la época de Gramsci) que se constituyen hoy en lugares privilegiados para la difusión de
ideologías.
14
Por ejemplo, la reproducción mecánica de ideas provenientes del sentido común, son expresión de la
adopción de valores e ideas que se transmiten en el ámbito familiar, educativo, social y mediático que, respondiendo a
los intereses de clases de quienes los emiten, son apropiados acríticamente por sectores de la población que los
entiende como única explicación de la realidad posible. Un ejemplo de esto es la afirmación según la cual los pobres
tienen hijos “irresponsablemente” ya que luego “no pueden mantenerlos y los abandonan o los hacen trabajar.”

5
A la Sociedad Civil corresponde la función de hegemonía, y aquí es importante destacar el
significado del concepto de hegemonía entendido como el “... consenso espontáneo dado por las
grandes masas de la población a la orientación impresa por el grupo fundamental dominante a la
vida social.” (Gramsci: 1991:11)
Vemos como la Sociedad Civil adquiere fundamental importancia en la medida en que da
cuenta de otra dimensión de la dominación de un grupo social (clase) en la sociedad, que
trasciende el dominio coercitivo, ejercido a través del aparato represivo y jurídico materializado en
la sociedad política. Es decir, la burguesía, teniendo el poder del Estado (en sentido ampliado) no
solo es clase dominante ya que dispone de los medios represivos frente a la clase trabajadora sino
que, en la medida en que consigue que su ideología se sostenga y difunda como única ideología
válida entre los trabajadores, se constituye también en clase dirigente.
En síntesis Gramsci entiende que el Estado se manifiesta más allá del aparato
coercitivo (sociedad política) incorporando la dimensión de consenso (sociedad civil).
En estas reflexiones sobre el Estado Ampliado (Sociedad Política + Sociedad Civil)
adquieren relevancia los intelectuales en la difusión de las ideologías y la preservación o
destrucción de una determinada hegemonía.
Para Gramsci, todos los hombres son intelectuales en la medida en que cualquier
actividad, hasta la actividad práctica más simple, requiere de una elaboración intelectual,
entretanto, no todos los hombres cumplen la función social de intelectuales en el marco de las
relaciones sociales. Y aquí Gramsci no está pensando en la figura de los grandes intelectuales
(escritores, filósofos, etc.) sino que incluye aquellas personas cuya función social es dar coherencia
interna y difusión a las concepciones de mundo de cada una de las clases sociales (burguesía y
proletariado).
Distingue dos tipos de intelectuales: los intelectuales tradicionales y los intelectuales
orgánicos.
Los intelectuales tradicionales son aquellos que no se relacionan directamente con las
clases sociales del modo de producción capitalista (burguesía y proletariado) ya que no fueron
colocados en la función intelectual por ninguna de estas clases en su desarrollo histórico. Un
ejemplo de intelectual tradicional son los eclesiásticos, que desempeñan la función social de
intelectuales (es decir de organizadores y difusores de ideología) antes del surgimiento del modo
de producción capitalista15.

15
En el modo de producción feudal la función intelectual por excelencia estaba en manos de la Iglesia Católica ya que la
sociedad se regía por el dogma religioso, es decir, todo aquello que sucedía en la naturaleza y la sociedad era explicado
a partir de entenderlo como voluntad de dios. Este tipo de intelectual no fue colocado en su función social de intelectual
por la burguesía o el proletariado en su proceso de constitución como clase, sin embargo, aún cuando es un resabio de
una formación socio económica anterior, ambas clases (burguesía y proletariado) tienen interés en sumar a estos
intelectuales tradicionales a la adopción y difusión de su propia visión de mundo. En este sentido y considerando si se
vinculan a una u otra clase fundamental, los intelectuales tradicionales podrán venir a ser intelectuales conservadores,
(es decir que trabajen en la preservación de la hegemonía burguesa) intelectuales revolucionarios (vinculados a los
6
El segundo tipo de intelectuales caracterizado por Gramsci es el intelectual orgánico que es
aquel que es puesto en su función social de intelectual en el marco de las relaciones sociales
capitalistas, por una de las dos clases sociales (burguesía o proletariado) en su propio proceso de
constitución y consolidación como clase social.
Estos intelectuales están orgánicamente vinculados a una de estas dos clases sociales.
“Cada grupo social, naciendo en el terreno originario de una función esencial en el mundo de la
producción económica, crea para sí, al mismo tiempo, de un modo orgánico, una o más camadas
de intelectuales que le dan homogeneidad y conciencia de la propia función, no apenas en el
campo económico, sino también en el social y en el político.” (Gramsci, 1991:3). De este modo, hay
intelectuales orgánicos de la burguesía e intelectuales orgánicos del proletariado16.
La importancia de los intelectuales orgánicos de cada clase social reside en que es a través
de éstos que las ideologías, las concepciones de mundo de estas clases sociales se organizan y
difunden en la disputa por la conquista de la hegemonía en la sociedad; es en la sociedad civil
donde mayoritariamente operan los intelectuales.
De esta manera y entendiendo al Estado ampliado como un espacio contradictorio donde la
lucha de clases también se procesa, a la hegemonía que tiene la burguesía se le opone (aunque a
veces de manera esporádica o episódica) el intento de construcción de una contra hegemonía que
exprese los valores, ideología y proyectos de la clase trabajadora en la disputa ideológica en la
sociedad. Es decir se vuelve necesario que las clases subalternas puedan establecer una postura
crítica sobre la concepción de mundo que incorporan de forma acrítica y mecánica y, a partir de un
proceso dialéctico de educación entre intelectuales – masa, puedan construir una visión de mundo
propia, disputando el terreno de la hegemonía, en cuanto la creación de un consenso a su proyecto
político, social y económico.

La Política Social como expresión de la lucha de clases


Hay una multiplicidad de perspectivas teóricas para entender la política social, como ya
dijimos en nuestra introducción es común que cuando se habla de política social se haga referencia
a aquellas “acciones llevadas adelante por el Estado con la finalidad de amortiguar y disminuir las
desigualdades sociales”. Esta referencia a la política social suele reducirla a su identificación con
los planes sociales o acciones de “ayuda” asistencial que lleva adelante el Estado que se presenta
así como responsable de un supuesto “bien común”.
El Estado, interpelado por la clase trabajadora para dar respuesta a la cuestión social, no
puede encaminar sus intervenciones considerando a la cuestión social como siendo producto del
orden capitalista, ya que de hacerlo de esa manera, pondría en jaque el propio sistema que lo

intereses y proyectos de las clases subalternas).


16
En este punto es necesario destacar que gran parte de las reflexiones gramscianas están direccionadas en el sentido
de entender al Partido Político (Comunista) como intelectual orgánico colectivo de las clases subalternas.
7
sostiene. En consecuencia, sus acciones se encaminan como un conjunto de dispositivos que
transformados en bienes y servicios se presentan como respuestas ante los llamados “problemas
sociales”, que así entendidos permiten fragmentar y sectorizar la cuestión social y encaminar
acciones que “aparecen” como independizadas unas de otras. Así, la política social aparece
transformada en su plural -las políticas sociales- con el fin de dar tratamiento particular y específico
según tipo de “problema” (Pastorini, 2000).
Al presentarse una heterogeneidad de “problemas a ser atendidos” (desnutrición, analfabetismo,
déficit habitacional, etc.) y de “áreas de intervención” (salud, educación, vivienda, entre otras) el
Estado instrumenta formas institucionales para organizar y materializar sus acciones. De esta
manera, podemos identificar que las políticas sociales han ido variando y han diferido según las
realidades socio-históricas en cada país en función de los procesos de fragmentación que en cada
coyuntura el Estado ha realizado.
Independientemente de estas transformaciones, persiste una forma de organización de la
política social en tres modalidades de intervención predominantes y que conviven de manera
simultánea: la seguridad social, el seguro social y la asistencia. En cada una de ellas están
presentes modos de canalizar e instrumentar respuestas en torno a las manifestaciones de la
cuestión social.
La seguridad social se construye desde el principio de universalidad partiendo del
reconocimiento de derechos ciudadanos sin ningún tipo de restricción para su acceso (por ejemplo,
la educación pública o la salud pública).
El seguro social se organiza en torno a la figura del trabajador asalariado, quien aporta con
un porcentaje de su salario parte del financiamiento de la política social (ejemplo de esto, son las
cajas de jubilación o las obras sociales).
La asistencia se basa en una lógica de acceso restringido dirigida a aquella población que
no puede garantizar su reproducción material a través del mercado y se materializa bajo la forma
de transferencia de bienes materiales y/o monetarios (por ejemplo, subsidios, asistencia
alimentaria).
Si sólo nos quedáramos en esta descripción superficial, el Estado aparece como proveedor
de bienes y/o servicios hacia la población en general y hacia los sectores más postergados en
particular. De esta manera, los “beneficiarios” de una acción estatal son reconocidos en su
condición de ciudadanos en igualdad de oportunidades regido por el principio del “bien común y el
bienestar general”, anulando la condición de clase y las desigualdades políticas y económicas que
presenta la propia estructura de organización capitalista.
Como ya vimos, el Estado es un espacio contradictorio donde la lucha de clases también se
expresa y las distintas intervenciones estatales ante las expresiones de la cuestión social no son el
resultado de la decisión de un Estado “benefactor” sino producto de la lucha entre las clases

8
sociales para obtener reconocimiento y respuesta a sus propios intereses.
De la misma manera que entendemos que estas intervenciones no son producto de un
Estado preocupado por el “bien común”, debemos prestar particular atención a evidenciar como se
financia esta política social.
En relación a la modalidad de financiamiento, se omite la desigualdad económica
(expresada en la contradicción capital/trabajo) como origen de las desigualdades sociales (y de las
relaciones de explotación) y se colectiviza el financiamiento de la política social a partir de la
contribución impositiva. “La riqueza social existente, fruto del trabajo humano, es redistribuida entre
los diversos grupos sociales bajo la forma de distintos rendimientos: el salario de las clases
trabajadoras, la renta de aquellos que detentan la propiedad de la tierra, el lucro en las distintas
modalidades (industrial, comercial) y los intereses de aquellos que detentan el capital [financiero].
Parte de la riqueza socialmente generada es canalizada para el Estado, principalmente bajo la
forma de impuestos y tasas pagadas por toda la población. Así, parte del valor creado por las
clases trabajadoras y apropiada por el Estado y por las clases dominantes es redistribuida a la
población bajo la forma de servicios… Es así, que tales servicios, en su realidad sustancial, no son
más que una forma transfigurada de la porción del valor creado por los trabajadores y apropiado
por los capitalistas y por el Estado, que es devuelto a toda la sociedad (y en especial a los
trabajadores, que de ellos más hacen uso) bajo la forma transfigurada de servicios sociales”
(Iamamoto; 1997:107).
La recaudación estatal, vía impuestos, es el instrumento utilizado por el Estado para
recaudar fondos y así redistribuir bienes y servicios a la población que no logra satisfacer sus
necesidades en el mercado. Todos somos llamados a pagar nuestros impuestos y de esta forma se
socializa la responsabilidad de los costos de reproducción de aquellos que “menos tienen”.
Así, la política social se presenta como una forma de reparación de los “errores no
deseados” del modo de organización capitalista y como vía para mejorar las condiciones de vida de
la población; la redistribución de la renta es el recurso genuino para restablecer un “cierto equilibrio
social” y disminuir las desigualdades sociales. Lo que esta forma de entender la política social
oculta es que las fallas del modo de producción capitalista son constitutivas del mismo y que su
origen se encuentra en la distribución de la riqueza socialmente producida y expropiada a los
trabajadores a través de la plusvalía; es decir, se propone una estrategia de redistribución sin
poner en cuestión que el problema está en la distribución de la riqueza.
Así, la cuestión social es deseconomizada y deshistorizada y convertida en “problemáticas
puntuales a ser atendidas” concibiendo a dichos problemas como siendo del “ámbito privado” y
responsabilizando a los sujetos que los sufren. Falsamente se divorcia la producción de la
reproducción social; entendiendo que la reproducción material pertenece al mundo privado. Ésta
desvinculación y la lógica redistributiva de la renta social son mecanismos que ocultan la función

9
económica y política que cumple la política social, lo que nos lleva a poner en evidencia las
relaciones antagónicas entre las clases sociales.
De esta manera la política social cumple, además de la función social vinculada a propiciar
la reproducción material de los trabajadores, otras dos funciones cuya existencia queda
invisibilizada para un análisis menos atento: la función política y la función económica.
“Al presentarse frente a los individuos [haciendo referencia a la política social] como
mecanismos institucionales tendientes a «disminuir las desigualdades», «redistribuyendo» los
escasos recursos en un sentido contrario al del mercado: quien menos tiene será quien más
recibirá de las políticas sociales. Pero este sistema de «solidaridad social» no es otra cosa que la
cáscara, la punta de un iceberg, que encubre y oculta él «carozo» de la cuestión; en este caso sus
funciones políticas y económicas” (Pastorini, 2000:216).
Su función política se expresa en que la política social opera como mecanismo
neutralizador del conflicto entre las clases. La prestación de bienes y servicios habilita ciertas
condiciones de legitimidad y consenso social hacia el propio Estado y hacia el capitalismo como
forma de organización general. “De esta forma, las políticas sociales participan de la reproducción
de la estructura política, económica y social (reproducción de las condiciones de dominación y
subordinación y de las desigualdades sociales) y contribuyen para obtener la aceptación y la
legitimidad necesarias para la manutención del orden social” (Pastorini; 2000:219)
Su función económica se da por el abaratamiento de los costos de la reproducción de la
fuerza de trabajo a través de la socialización de dichos costos (como ya dijimos todos pagamos
nuestros impuestos; por lo tanto, todos subsidiamos los servicios que el Estado presta) y para
contrarrestar la tendencia al subconsumo: “Esto es posible gracias a la existencia de políticas
sociales como por ejemplo las de salud (que mantiene al trabajador sano para la producción), de
educación (capacitándolo según las exigencias del proceso productivo), aquellas destinadas a la
prevención de accidentes de trabajo, los programas de asistencia de guarderías (principalmente
cuando el trabajo femenino es requerido) etc., de tal forma que posibilite asegurar los requisitos
necesarios para la valorización del capital” (Pastorini; 2000:218)
Considerando las funciones políticas y económicas que cumple la política social en nuestra
sociedad no podemos reducir las intervenciones estatales a una relación bipolar en donde el
Estado otorga un “beneficio” a aquellos que para satisfacer sus necesidades no ingresan al circuito
de compa-venta de mercancías en el mercado y son receptores de la acción estatal.
Las relaciones entre las clases sociales y el Estado debemos entenderlas como relaciones
tensas, conflictivas y que expresan intereses contradictorios en pugna que se sintetizan en el
proceso de demanda-lucha-negociación-otorgamiento. Es decir, “no se trata de una relación
unilineal en la cual las clases subalterna ‘conquistan’ y el Estado ‘concede’, sino de un proceso
conflictivo atravesado por luchas de clases, donde diferentes grupos insertos obtienen ganancias y

10
pérdidas, al mismo tiempo que luchan y presionan (…) Así este complejo proceso tiene como punto
de partida las necesidades de los sujetos, parte de las cuales se transforman en demandas que
serán reivindicadas frente a los organismos e instancias competentes, valiéndose de las
movilizaciones y presiones de los sectores interesados, constituyendo de esta forma, verdaderas
luchas entre diferentes clases sociales y sectores de clases en pugna y enfrentados en la defensa
de intereses diversos y hasta antagónicos. Ese proceso atravesado por las luchas de clases,
conduce a una instancia de negociación, momento en el cual cada una de las partes involucradas
obtienen ganancias y pérdidas” (Pastorini; 2000:227-228).
En este sentido, la política social debe ser comprendidas como producto de las relaciones
conflictivas entre las clases sociales, pudiendo afirmar que como mecanismo regulador de
dichas relaciones, de manera contradictoria, garantizan el proceso de reproducción de los
intereses del capital (en relación al abaratamiento de los costos de producción y la socialización
de dichos costos) y la provisión de medios que responden a las necesidades de las clases
trabajadoras (para la reproducción de la población ocupada y desocupada).

A modo de síntesis:
En el marco del desarrollo histórico del capitalismo y cuando éste alcanza su fase
monopólica, no sólo se reestructura la lógica de organización del proceso productivo sino que, en
función de la clara delimitación de las clases sociales en su enfrentamiento concreto, el Estado
debe reconfigurar el papel que históricamente había cumplido para pasar a intervenir en términos
económicos y sociales (no solo represivos) ante las expresiones de la cuestión social.
Estas condiciones socio-históricas son las que determinan la necesidad de la intervención
estatal vía Política Social. Tanto la demanda del capital como del trabajo llevan a reconfigurar el
papel del Estado como regulador de las relaciones entre las clases y como interventor directo en
las relaciones económicas y sociales.
Este proceso determina la implantación de medidas de protección social para los
trabajadores y sus familias incorporando sus demandas a la agenda estatal pero, devolviéndolas
en acciones fragmentadas y puntuales por tipo de problema. A saber, se llevan a cabo medidas de
legislación laboral y se estructuran servicios sociales colectivos; pero, manteniendo los pilares
fundamentales en las relaciones de producción y reproducción social. Es decir, se establecen
niveles de consenso otorgando ciertos beneficios pero sin alterar las bases de sostenimiento del
modo de producción capitalista (siempre ligado al lucro y a la acumulación).
Las políticas sociales son producto del desarrollo de múltiples tensiones y luchas sociales
determinadas social e históricamente. Afirmamos, entonces, que sólo cuando el Estado pasa a
intervenir de manera sistemática sobre las manifestaciones de la cuestión social es que
puede comprenderse el origen y desarrollo de la política social.

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En síntesis, podemos afirmar que, los cambios en el proceso de producción en su fase
monopólica y los reclamos del movimiento obrero llevan a una nueva configuración de las
relaciones sociales que se vehiculiza en formas institucionales de intervención social y económica
por parte del Estado. Sólo cuando el Estado pasa a intervenir sobre las manifestaciones de la
cuestión social es que se crean las condiciones socio-históricas para que una profesión como el
Trabajo Social sea socialmente necesaria. El Trabajo Social, así, surge, en la división social y
técnica del trabajo, como ejecutor terminal de políticas sociales.

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