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La corrupción en Colombia supero los niveles descaro “se pasó de hacerle trampa
a la ley a incluir la trampa en la ley”, así lo señaló el senador Jorge Enrique Robledo en su
más reciente libro, La corrupción en el poder, y es que los fenómenos que enlodan el sector
público están por todos lados, atentando de forma directa contra la democracia.
Dahl (1999) considera que la democracia se presenta como el sistema político más
aceptable, debido a que garantiza ventajas sobre otros sistemas políticos de gobierno por
lo siguiente: a) evita la Tiranía; b) garantiza derechos esenciales; c) otorga libertad general;
d) promueve la autodeterminación; e) proporciona autonomía moral; f) incentiva el
desarrollo humano; g) protege los intereses personales esenciales; h) fomenta altos grados
de igualdad política; i) produce la búsqueda de la paz y j) genera prosperidad en las
sociedades.
Si bien es cierto durante las últimas décadas han surgido múltiples mecanismos de
participación ciudadana, abordando diferentes espacios, tales como: las juventudes (Ley
375 de 1997), la cultura (Ley 387 de 1997), de justicia (Ley 297 de 1996), la agenda de paz
(Ley 434 de 1998), los espacios escolares (Ley 115 de 1994); encaminando al desarrollo
local en la creación de veedurías ciudadanas, organizaciones sociales, consejos de cultura
y paz, comités de vigilancia, entre otros.
Razonar que las municipalidades son por su creación la parte fundamental del
Estado, algo así como la piedra angular del territorio por ser el gobierno más próximo a la
población, siendo sin lugar a dudas su trabajo ejecutor el que incide de manera directa en
la calidad de vida de la gente, en el bienestar y en el desarrollo local; el estado social de
derecho debiera encontrar entonces en la participación ciudadana el mejor aliado para
materializar la justicia, la igualdad y la libertad, logrando una sana convivencia y el respeto
por los derechos humanos y del territorio.
Entonces hacer hincapié en que los ciudadanos comunes, los ciudadanos de a pie
participen en el gobierno de su ciudad, comprendiendo el grado de corresponsabilidad y de
igualdad a la hora de ejercer su competencia política proyectará en sus territorios locales
espacios de educación, de deliberación, de discusión y de consenso público, siempre con
la disposición de aprender, reaprender y reformarse, aumentado la capacidad de resiliencia.
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Artículo. La Participación Política como generadora de educación cívica y gobernabilidad. Revista
Iberoamericana de Educación. No. 12
entonces el conocimiento de los territorios con la sapiencia del saber, fundirlo en uno solo
es prerrequisito para el desarrollo municipal y se convierte en un reto presente de la
administración pública.
En un sentido más pragmático los territorios más poderosos del mundo son aquellos
que cumplen dos condiciones, los mejor administrados y los que cuentan con ciudadanos
empoderados, que inciden en las políticas trascendentales.
Los territorios y en especial los municipios de sexta categoría dentro del Estado
Colombiano carecen mucho más de espacios participativos y de deliberación, temas como
el desempleo y la falta de oportunidades que impiden a los jóvenes educarse, son
problemáticas bastante ambiguas en el tiempo sin resolución, por lo siguiente reconocer el
territorio, sus fortalezas geográficas y climáticas, así como sus debilidades proporcionarán
diagnósticos reales y con ello soluciones concretas. Pues la gente no se desplaza sin
motivación alguna, los campos no quedan solos por que sí, todo tiene una razón y no sólo
es la inoperancia del señor Estado, sino también la improductividad democrática de las
comunidades.
Y es que articular las acciones de los agentes participantes no es una tarea sencilla
ni fácil de realizar, por pequeños que sean los municipios, lograr incluir la democracia
representativa y participativa se convierte en una meta, máxime cuando los niveles de
clientelismo o las relaciones de poder viciadas inundan las decisiones políticas, que
debieran tener un tono más democrático.