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FACULTAD DE DERECHO
GASTOS PUBLICOS
PROF. CP HECTOR M. FROIZ
I- CONCEPTO Y CARACTERISTICAS
Cuando el Estado adquiere bienes y servicios para llevar a cabo las funciones ó
servicios que satisfacen las necesidades públicas ( ó sea los fines del estado tanto los
que se le atribuyen como los que dimanan de su propia existencia); efectúa erogaciones;
dichas erogaciones, constituyen los gastos públicos.
Contablemente; las erogaciones que no incrementan los bienes físicos son gastos
que se registran mediante cuentas de resultado que se vuelcan en el cuadro de resultado
mientras que para las erogaciones que representan incremento de bienes se emplean
cuentas patrimoniales que integran el balance general.
Los gastos públicos se materializan cuando el estado emplea riqueza con destino
a la adquisición de elementos materiales y humanos para llevar a cabo las funciones y
servicios públicos que satisfacen necesidades públicas. Considerando para las
necesidades públicas el concepto amplio por el cual la sociedad considera que el Estado
debe asumir su satisfacción ( necesidades públicas primarias y necesidades públicas
secundarias sean estas últimas colectivas ó individuales que el Estado decide satisfacer
por sí).
Se sabe que los estados modernos regulan su actividad mediante normas legales.
La actividad financiera estatal se rige integramente por leyes ( leyes de presupuestos,
leyes impositivas, leyes de contabilidad pública, principios constitucionales, etc). Por lo
tanto, otra características de los gastos públicos es que están sustentados en leyes; estas
leyes tanto pueden ser las de presupuesto como las que dan origen a los entes
jurídicamente distintos del estado pero que aparecen en el presupuesto cuando el estado
les efectúa aportes para su constitución, para su ampliación ó para cubrir déficit de
explotación.
La ciencia de las finanzas públicas, que no puede disociar medios de fines, debe
investigar cuáles gastos se deben hacer y los procedimientos para realizarlos en las
mejores condiciones posibles. Es imposible considerar el fenómeno de los ingresos al
margen de los gastos. El costo de la actividad estatal no se puede determinar en abs-
tracto, sin tener en cuenta lo que el Estado devuelve a los contribuyentes y a la
comunidad en general bajo la forma del gasto público.
II – a- CLASIFICACIONES ECONÓMICAS
Cuadro Sinóptico:
a)Servicio –contraprestación
1)Consuntivos, de
G consumo ó de b1)de reparto
A servicios b) Servicio sin contraprestación
S b2) reales
T Gastos de fun-
O cionamiento, 2)De transferencia ó traslativos
Corrientes u
P Operativos
U 3)Servicio de la deuda pública
B
L
I
C Gastos de capital,
O Inversión ó patrimoniales
Esta moderna clasificación tiene en cuenta una visión macroeconómica del gasto:
Se denominan bienes de consumo a los que producen utilidad con su primer uso.
Calificar a un gasto como de consumo puede significar que produce utilidad con su
primer uso y que allí termina su efecto.
Por ello es menester señalar el aporte de las modernas teorías financieras que
han postulado la existencia de gastos calificados como de consumo o consuntivos pero
que su utilidad no solo se limita al primer uso, sino que adquiere carácter instrumental
(o sea de instrumento o medio para el logro de fines mediatos).
Caso típico es el de la instrucción, no solamente tiene por objeto dar
conocimientos a quien la recibe sino también obtener un verdadero capital humano apto
e instruido para la producción de bienes y servicios eficientes y capaz de usar
procedimientos y tecnologías refinadas.
Nota: cabe diferenciar entre tarifa y precio público: la tarifa es un importe que se
fija como contraprestación de un servicio, cuyo valor se determina en forma aleatoria
siguiendo una idea directriz; esa idea puede encubrir una forma de subsidio, un aliento
al consumo, un desaliento al mismo, factores políticos, etc. la tarifa puede inferior, igual
ó superior al precio siendo un importante elemento del uso extrafiscal de los recursos y
de la facultad discrecional del Estado para el cumplimiento de metas.
El Precio, infiere una idea de costos el valor del servicio se establece en virtud
de los costos de producción; la única discrecionalidad en su aplicación radica en la
ganancia; ó sea si se fija sin ganancia (costo neto) ó con mayor o menor ganancia. Si
aplico un costo integral ó un costo variable y no considero la amortización de capital
por ya considerarlo un costo hundido.
Esta clasificación tradicional se vincula con la teoría clásica y tiene mas que nada
valor histórico. Dicha teoría considera que los gastos ordinarios deben solventarse con
recursos ordinarios y que los gastos extraordinarios deben afrontarse con recursos
extraordinarios; y entiende como recursos ordinarios a los obtenidos de gravámenes
periódicos establecidos anualmente, mientras que recursos extraordinarios son los
obtenidos mediante endeudamiento del estado (bonos, empréstitos, letras de tesorería),
venta de bienes (privatizaciones), concesiones de explotación ( servicios públicos) y a
través de gravámenes establecidos para una ocasión ( ej. el INEA 1970, Grav. Extraord.
Sobre Prop. Inmueble de 1967, etc).
Por el contrario, hubo países que para evitar que los gastos extraordinarios dieran
lugar a fenómenos de inflación, recurrieron a impuestos periódicos.
Si se parte del punto económico donde se aceptan los fines establecidos para el
estado; todos los gastos son productivos en la medida en que se realizan para cumplir
con su misión.
Si se parte desde fuera del sistema económico del estado y con una visión que
sólo incluye el interés de los particulares, el gasto será improductivo en la medida en
que el particular no esté de acuerdo con los fines establecidos para el estado.
Gastos que producen recursos: Los que obtienen bienes que pueden
aportar recursos al estado: carreteras con instalaciones de cobro de
peajes, instalaciones portuarias que se alquilan, etc.
De todas formas, hay que tener presente que a veces puede dejar de tener
utilidad si se tiene en cuenta que en ocasiones los montos de los cánones y de los
alquileres ó precios se fijan con criterio político y que – suele ocurrir- no alcanzan a
cubrir los gastos de explotación ó mantenimiento; se han dado situaciones muy
particulares donde el alquiler resultó irrisorio comparado con el valor de la explotación
Ej. Parque de la Ciudad; Parque Sarmiento, explotaciones en el parque 3 de febrero,
peajes, etc.
Por otro lado puede ocurrir que un edificio para uso administrativo origina
recursos porque en él se cobran tasas, contribuciones, etc. ó un cuerpo de inspectores de
la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP); por el cual se producen
erogaciones en sueldos, determinan y evitan evasiones varias veces superiores a sus
haberes.
Desde este punto de vista, las legislaciones son proclives a realizar diferentes
distinciones entre gastos públicos., de las cuales mencionamos las principales:
Como hemos dicho, la parte del presupuesto asignada a cada uno de los
departamentos del Estado u órganos principales de los poderes recibe el nombre de
“Jurisdicción”. Estos órganos y departamentos, a su vez, se dividen, en escala
descendente, en las diferentes direcciones y oficinas. Reiteramos que se suele destinar
un apartado especial para las obligaciones generales del Estado (servicio de la deuda
pública, obligaciones a cargo del Tesoro, subsidios y subvenciones).
Según el primer criterio (constancia), son gastos fijos los que no dependen de una
mayor actividad o del aumento de rendimiento de los entes dedicados a la prestación de
servicios divisibles, y, son gastos variables los directamente vinculados con la mayor
actividad o producción. Esta clasificación tiene importancia en cuanto a los presu-
puestos de las entidades de objeto comercial, industrial o financiero (empresas del
Estado).
Esta clasificación sirve para consolidar los gastos fijos, como ocurre en Inglaterra,
donde el pronunciamiento y examen minucioso del Parlamento sólo recae sobre los
gastos variables.
II – c - OTRAS CLASIFICACIONES
El presupuesto del estado considera los gastos y los recursos por su incidencia
pecuniaria y tiende a lograr, en lo posible, el equilibrio entre ambos rubros. Pero en
relación con los gastos, su inclusión presupuestaria tiene un peculiar alcance jurídico:
representa una instrucción obligatoria relativa a los conceptos y límites de los fondos
de los cuales el gobierno podrá disponer en el ejercicio que abarque el presupuesto.
Dicha resolución señala como conveniente, por regla general, que recursos
permanentes financien gastos permanentes, recursos transitorios financien gastos
transitorios y recursos por única vez financien gastos por única vez.
En todos los países del mundo los gastos del Estado han tendido a incrementarse.
En períodos cortos se puede observar estabilizaciones o descensos, pero,
considerándolos en períodos largos, la curva parece siempre ascendente.
Para Griziotti, entre los motivos provocantes del aumento de los gastos públicos,
se debían distinguir las causas aparentes (p.ej., variación del signo monetario y
evolución de las reglas presupuestarias), las relativas (p.ej., anexiones territoriales o
aumentos de población, de producción o de renta nacional) y las reales (p.ej., gastos
militares o burocráticos).
Algo similar ocurre con las causas relativas, ya que se hallan compensadas en sí
mismas puesto que los aumentos de los gastos ocurren paralelamente al crecimiento de
los recursos. Lo que realmente interesa, entonces, es examinar las verdaderas y
auténticas razones (causas reales) por las cuales los Estados, en general, han observado
la tendencia señalada.
Los autores mencionan el incremento de los gastos militares, el aumento
internacional del costo de bienes y servicios, la expansión de las actividades del Estado
y la creciente burocracia.
Ante tales ideas, no fue de extrañar que se incrementaran las erogaciones públicas.
De ahí en adelante, se advierte una estabilización puesto que en el año 1995 los
incrementos se hacen menores y en algunos casos comienzan las reducciones.
Observando la reforma del Estado que llevaron a cabo los países latinoamericanos,
nos encontramos con que dicho proceso contó con cuatro elementos básicos:
privatizaciones, desregulación, desmonopolización y descentralización. Con
velocidad diferente, pero con tendencia progresiva, se empezaron a observar
privatizaciones en empresas y en servicios públicos. La desregulación intentó atacar
directamente el gigantismo burocrático del Estado regulado, tratando de buscar racio-
nalidad en la gestión pública mediante la reducción de la ineficiencia y la
burocratización en los organismos del gobierno.
Los pueblos orientales, como China, Thailandia, Malasia, Camboya, etc. (Japón
hoy día representa una exepción a la regla por su alto grado de occidentalización),
tienen otro concepto del estado y de la solidaridad social; en aquellos paises no existe
prácticamente ni el sistema jubilatorio ni la asistencia social; cada individuo hace de
una actividad diaria su modo de vida como una forma de ser solidario con la
comunidad; donde la existencia humana es una mera circunstancia y no lo principal; lo
principal es el sistema, el estado, el emperador ó el rey.
Como vemos en ambos ejemplos el ser humano no es lo mas importante; esto dio
lugar a lo que muchos colegas han llamado “dumping social”, ya que sus productos no
contemplan costo por asistencia alguna a la población; lo que hace que los mismos sean
mas competitivos en el mercado mundial desplazando a la producción occidental. Tal
situación llevó a la necesidad de disminuir los gastos públicos en el mundo occidental
para poder competir.
Lo cierto es que esta lucha se torna difícil puesto que es la propia sociedad la que
le asigna al Estado preponderantes deberes de protección.
Los alimentos que come han merecido el pleno beneplácito del gobierno:
inspección de la leche y vigilancia para que los alimentos y medicamentos sean puros.
Ve que su hija no puede ingresar en la escuela pública mientras no cuente con una
prueba sobre tuberculosis ordenada por los servicios de salubridad. Su camino hacia la
oficina está protegido por la vigilancia de la circulación mientras atraviesa la vía
pública.
No obstante lo dicho, no podemos cerrar los ojos a la realidad de que hay otra
abundante serie de causas reales para que los gastos públicos se eleven, algunas de las
cuales merecen atención especial:
1) Gastos militares. Una de las principales causas del aumento que estudiamos ha
sido la guerra en general y, en particular, las dos guerras mundiales. Lo que a los países
intervinientes costó la Segunda Guerra Mundial fue unas diez veces más de lo que costó
la anterior conflagración, cuyos gastos habían superado a todo lo anterior. Los gastos
bélicos no terminaron con el fin de la contienda armada, pues exigieron una segunda
etapa de servicios y concesiones a los veteranos. Además, en cuanto acaba una guerra,
hay que comenzar a prepararse para la siguiente.
Incluso, y sin que sea necesario hablar de las guerras, es notorio que el
equipamiento racional de las fuerzas armadas modernas exige sumas que se
incrementan por las tensiones internacionales, los conflictos parciales, los nuevos
descubrimientos científicos en armamentos cada vez más sofisticados, etc. De descuidar
este aspecto, se pasará a ser un país indefenso, fácil presa de vecinos codiciosos o de
lejanas naciones ávidas de sus riquezas.
No hay ni qué decir que ninguna nación puede disfrutar más de lo que produce, ya
sea privadamente o colectivamente. Esto resulta muy sencillo de enunciar, pero muy
difícil de llevar a la práctica.
Lo cierto es que parece imposible establecer límites "a priori" a los gastos
públicos, ya sea en su conjunto o individualmente considerados. Ello se debe a que,
según la realidad demuestra, no se trata de un problema que pueda ser resuelto mediante
análisis económicos, porque, en definitiva, se trata de una cuestión de naturaleza
política.
Si esto es así, resulta difícil fijar la real utilidad de fórmulas rígidas de limitación
estableciendo, por ejemplo, determinada proporción del gasto en relación con la renta
nacional o con el producto bruto interno. No obstante, ése ha sido el método elegido en
la Argentina por el Congreso de la Nación mediante la llamada ley de “convertibilidad
fiscal”.
Los autores modernos sostienen que los gastos públicos pueden llegar hasta aquel
límite en el cual la ventaja social que brindan se compensa con los inconvenientes de las
detracciones efectuadas al ingreso de los particulares.
Sostiene este autor que ciertos gastos se deben limitar, y ellos son los gastos de
mera administración, los gastos improductivos de trasferencia y las sustituciones
onerosas del Estado con respecto a aquellas actividades que resultan menos gravosas en
manos de particulares.
Sin embargo, las opiniones señaladas expresan meros ideales teóricos. Más allá de
todos los postulados impregnados de sensatez que los expertos puedan efectuar, es poco
lo que se puede decir acerca de la capacidad de los gobiernos para cobrar impuestos y
hacer gastos.
Por su parte, Harold Groves establece que los límites al. incremento de los gastos
públicos pueden tener en cuenta aspectos psicológicos, políticos, económicos y
jurídicos. Concluye que con tantos elementos variables en el cuadro resulta muy dudoso
que se pueda determinar una cifra como límite para toda clase de gastos en un país de
economía libre. Esto, empero, no equivale a decir que no pueda haber límites.
Principio del multiplicador: cuando alguien gasta hay otro que recibe un ingreso.
Cuando el estado gasta, sus agentes ó proveedores reciben ingresos; estos a su vez
consumen parte de sus ingresos y, en consecuencia, el consumo de los agentes y
proveedores del estado genera ingresos para otros individuos.
El principio del multiplicador dice que un gasto público crea ingresos que se van
multiplicando en función de la propensión marginal al consumo.
Desde luego que tiene mucha importancia la velocidad con que se desarrollan las
sucesivas transacciones, porque ella puede aumentar ó disminuir; para un período
considerado, el incremento de los ingresos.
Se formularon varias críticas a las teorías de Keynes. Por ejemplo, que si los
ingresos generados a través de los gastos estatales son empleados por la población para
adquirir bienes importados, cesa el efecto multiplicador.
En relación con el tema del multiplicador está el del efecto acelerador y el del
combinación del acelerador con el multiplicador. El acelerador es un instrumento
teórico que dice en qué medida varía la inversión frente a una variación en el
consumo.
Supongamos un nivel de consumo de 100 y una existencia de equipos
productivos, que trabajan a pleno, de 100. También supongamos que el nivel de
consumo no varía; entonces la inversión en equipos nuevos se limitará a la reposición
de los desgastados (amortización); supongamos pues que esa reposición sea del 5%, o
sea $5.-.
Se criticó la postura como inflacionaria, pero hay que tener en cuenta para qué
circunstancias y para que países fue formulada; además Hansen hablaba de déficit
controlados, transitorios y concentrados en inversiones de alto impacto social y
generadores de riqueza; en definitiva hablaba de inflación con crecimiento, siendo
mayor el efecto del crecimiento que de la inflación.
Aquellos países que tienen una gran masa de ahorro y un mercado de capitales
fuerte (países industrializados); la acción estatal utilizando los efectos del multiplicador
y del acelerador, a través del gasto público sirve para aumentar el ingreso nacional,
evitar depresiones, mantener plena ocupación y atemperar excesos de consumo que
originarían inflación.
En este último caso, la actividad financiera del estado debería ser sustraer recursos
de manos de los particulares que se destinan al consumo ( no así los que se destinan al
ahorro y formación de capitales) para emplearlo en gastos públicos de inversión para
crear infraestructura y bienes instrumentales que podrían generar un mayor crecimiento
económico.
Obviamente esta situación solo puede darse en una sociedad donde puede
reducirse el consumo, pero que aún reduciéndolo la población goza de las necesidades
básicas satisfechas; en una sociedad que debe comprender que dicha reducción es
transitoria ya que las medidas adoptadas permitirán un mayor crecimiento y rápido
recupero del standard de vida, para lo cual debe existir confianza en los gobernantes.
Debe existir una sociedad que acepte reducir su consumo sin tocar el mercado de
capitales y el ahorro de los que tienen (situación reñida con la solidaridad y la
redistribución de riqueza) ya que de esta forma los alienta a invertir y así aumentar el
gasto en infraestructura y el crecimiento.
Debe existir una sociedad que tenga gobernantes que destinen tal sacrificio de la
sociedad a los fines establecidos sin dejarse tentar en gastar lo recaudado en bienes de
consumo ya que de lo contrario no solo se pierden los objetivos sino que la situación es
la esquilmación de riqueza de unos para beneficio de otros.
Para darse cuenta de los efectos que producen los gastos públicos se debe partir de
la base de lo importante que resulta el volumen de los gastos en relación con el
producto bruto interno.
Conforme a las cifras que hemos visto anteriormente, y aun en países altamente
industrializados, el gasto público suele exceder largamente el 30% del PBI. La sola
existencia de un gasto de semejante magnitud tiene considerable influencia sobre la
economía, y cualquier modificación en su cuantía -tanto si se trata de un aumento como
de una disminución- tiene un inevitable efecto económico, así como también la tiene
cualquier modificación de los diversos elementos que integran el gasto.
Así, mediante su política de gastos públicos (en unión con la correspondiente a sus
recursos) el Estado puede actuar sobre la renta nacional, las rentas individuales y el
producto bruto interno; puede incrementar el consumo de la comunidad ó tratar de que
éste sea menor; puede alentar la inversión privada o, al contrario, disminuirla
incentivando el ahorro; puede intentar mejorar el pleno empleo de los recursos disponi-
bles; puede influir en los precios de las mercaderías, en las remuneraciones de los
servicios y en las tasas de interés.
En términos generales, nadie duda de que los gastos públicos son capaces de
producir importantes alteraciones en la actividad económica, con inevitables efectos en
el orden social.
Hay una importante diferencia entre el impacto del ingreso y el del gasto en lo que
respecta a los efectos que estamos analizando. Las consecuencias del recurso no
siempre se advierten en forma rápida, debido especialmente al proceso de repercusión
de los impuestos y a su influencia no tan inmediata sobre el mecanismo de los precios.
En cambio, la incidencia del gastos públicos se percibe velozmente, lo cual permite, a
veces, medir su verdadero alcance.
Por otra parte, se debe tener en cuenta que los efectos de los gastos públicos no se
limitan al impulso momentáneo que se puede percibir con prontitud en la economía, ya
sea en forma de una disminución de la desocupación o de un incremento de la actividad
industrial.
Claro está que las consecuencias dependen en gran medida de la naturaleza de los
gastos que se realizan o se aumentan. Como dice Duverger, realizar inversiones
productivas es más eficaz que desarrollar los armamentos; acrecentar el poder de
compra de las clases pobres es más eficaz que aumentar aún más el de las clases ricas.
Por tal razón, no debe sorprender que la aplicación de medidas que dieron buenos
resultados en algunos países haya fracasado en otros, entre ellos el nuestro, produciendo
efectos inflacionarios que desplazaron las inversiones en actividades productivas y las
llevaron a perjudiciales actividades especulativas. El catastrófico resultado final ya lo
conocemos.
Por estas razones, el estudio de los efectos de los gastos públicos se ha tomado
más técnico, al advertir la diferencia de situaciones y de resultados según una serie de
divergencias entre los distintos países.
c) los medios o recursos con los cuales se habrán de financiar tales gastos
públicos.
Sólo teniendo presentes estos factores se sabrá cuáles son las políticas de gastos
adecuados para producir los efectos deseados en la economía.
La ruptura de la regla de oro que, “ los gastos no deben superar los ingresos”, la
conducta antisocial de la evasión impositiva; el misoneísmo fiscal de la población ante
cambios constantes en la legislación tributaria; el pensamiento antinacional de
considerar al Estado como un ente ajeno al conjunto de la sociedad con la creencia
irracional que los gastos y errores de la administración no los paga nadie; la
incapacidad, populismo y tentación de los gobernantes, han llevado a muchos países
(Argentina entre ellos) a una aplicación errónea de la teoría de Hansen, y a efectuar
mayores gastos que los ingresos reales provocando fuertes déficit fiscales.
En economías con alta inflación, los individuos sustituyen el dinero por otros
activos en la financiación de sus transacciones. El uso de tales instrumentos
(tarjetas de crédito, cheques diferidos, etc) impone la absorción de costos fijos
que solo son posibles de absorber para individuos de ingresos relativamente
altos ó bien mediante el cobro de un sobreprecio el que a su vez genera mayor
inflación.
Sin embargo tal situación además de abarcar los excedentes monetarios abarca a las
transacciones de bienes de mayor valor, trasladándose muy raramente a los bienes de
poco valor, como alimentos, transporte, etc. los que al comercializarse en la moneda del
país sus precios se incrementan a medida que se desvaloriza la moneda.
Otros ejemplos, quienes visitan una provincia se benefician con las rutas y
protección policial existente en la misma; el tratamiento de aguas servidas de una
ciudad evita la contaminación de agua potable de otra; la conservación de bosques de un
estado impide las inundaciones del estado vecino; las villas miserias e un estado
incrementan los problemas de delincuencia en los estados vecinos.
Estas incidencias de la acción de un estado sobre otros, se denominan:
Externalidades, las que pueden ser positivas ó negativas.
Las prioridades las fijarán en virtud de sus necesidades, si una sociedad desea
realizar un determinado nivel de una actividad, aunque parte de ese beneficio se exporte
y por ende el gasto será mayor, se determinará hacerlo por el factor preferencia y esta
reacción es comparable a la del efecto ingreso que produce en un individuo, un cambio
en el precio de un factor.
Si los residentes de una jurisdicción, tomaran sus decisiones con respecto a los
gastos, teniendo en cuenta los beneficios para todo el país, no habría problema; pero
esto no es la realidad.
Para alcanzar la meta propuesta, el subsidio lleva a un aumento en los gastos que
financian la actividad. Cualquier subsidio de un nivel de gobierno a otro puede producir
tanto un efecto ingreso como un efecto sustitución; es importante que el efecto
sustitución sea mayor que el efecto ingreso.
Es inevitable que el efecto ingreso induje al estado que lo recibe a una rebaja de
sus recursos impositivos, contradiciéndose con el logro del objetivo, pero también
puede producir el efecto sustitución que es el incrementar los gastos financiados con sus
propias fuentes, en vez de reducirlos. El efecto neto depende de la elasticidad de la
demanda del servicio, con la opinión que al respecto tenga el gobierno que recibe el
subsidio. Si le da una prioridad alta el gasto total subirá, si es baja el gasto disminuirá
(cuanto mas elástica es la demanda, mas baja el gasto).
El subsidio debe brindarse ofreciendo incentivos para que el receptor gaste más
y eliminando penalidades al gasto. La técnica para alcanzar el objetivo es la “Regla de
Equiparación”: el receptor debe igualar el gasto con los fondos asignados, de lo
contrario debería perder el subsidio. La Regla de Equiparación se ajusta sobre la base de
los beneficios, tanto internos como externos, de ahí que los subsidios puedan ser
abiertos ó fijos.
En los subsidios abiertos, los gastos incurridos se igualan con los beneficios
internos y externos que aumentan, al hacerlo los gastos. En cambio en los subsidios
fijos, se estima que las Externalidades positivas terminan en un cierto límite y aunque
aumente el gasto los beneficios no aumentan más ó no aumentan en proporción al
mayor esfuerzo incurrido.
Este tema resulta de vital importancia en nuestro país atento que somos un
Estado Federal, que las Provincias son anteriores a la Nación y las mismas se han
reservado las atribuciones que no han delegado a la Nación.
Es así como a raíz de las inundaciones de 1987, se asignaron partidas para dichas
obras, que luego la hiperinflación, los sueldos de comisiones creadas para el problema y
estudios creados al respecto y los cambios de gobierno se encargaron de diluir sin
cumplir los objetivos; las inundaciones de 1993 tomaron al litoral sin las obras y otra
vez debió asistirse a las provincias.
Algunas como Santa Fé realizaron las obras, otras como Formosa y Entre Ríos
las realizaron parcialmente y otras como Corrientes y Chaco directamente desviaron
nuevamente los fondos a otros fines.
Si bien todos los gobiernos inferiores recibirán subsidios, en los mas pobres será
mayor, acrecentándose la capacidad fiscal de todos estos gobiernos inferiores y
eliminando la desigualdad en las fuentes de recursos.
Otro riesgo es que los subsidios perpetúen la pobreza en áreas que han perdido
sus bases económicas; como áreas donde se agotaron los recursos mineros, forestales, se
cerraron fábricas, etc. (Ej Hispasán; Río Turbio, Alemanía, Villa Guillermina, Palpalá,
etc)
El mejor empleo de los recursos podría exigir que la gente y los gobiernos
encuentren vías alternativas de producción ó abandone esas regiones; en cambio con el
subsidio las personas permanecen en ellas (Ejemplo típico de esta situación lo tenemos
con los subsidios para planes de familia desocupados ó planes trabajar sin crear fuentes
genuinas de trabajo).
Muchas veces las regiones pobres para eliminar esta situación, basta con la
introducción de medios calificados para un mejor aprovechamiento de los recursos, en
ese caso el subsidio pasa a ser útil en lugar de la emigración.
Dice León XIII "... el Estado debe velar por el bien común como propia
misión suya...," "aunque todos los ciudadanos, sin excepción alguna, deban
necesariamente contribuir a la totalidad del bien común,..., no todos pueden
aportar lo mismo ni en igual cantidad".
"La equidad exige que las autoridades públicas prodiguen sus cuidados al
proletario para que este reciba algo de lo que aportan al bien común, como la casa,
el vestido y el poder sobrellevar la vida con mayor facilidad.
"...hay muchas cosas en el obrero que se han de tutelar con la protección del
Estado, y, en primer lugar, los bienes del alma..."
Como dice Juan Pablo II en 'Centesimus Annus' "El Papa insiste sobre un
principio elemental de sana organización política, a saber, que los individuos,
cuanto más indefensos están en una sociedad tanto más necesitan el apoyo y el
cuidado de los demás, en particular, la intervención de la autoridad pública" (CA
10).