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BALANCE DE LO INVESTIGADO

MALTRATO Y ABUSO INFANTIL: ``RESPÉTAME SOY UN NIÑO``

ANGHY BRIDYEY CONTRERAS RAMÌREZ

SEXTO C

UNIVERSIDAD SANTO TOMÁS


FACULTAD DE DERECHO
VILLAVICENCIO
2019
CONCEPTUALIZACIÓN DEL MALTRATO INFANTIL

El maltrato infantil en los Estados Unidos es definido generalmente en términos de daño o riesgo
de daño al niño por acción u omisión, que ejerce el cuidador impidiendo un buen desarrollo físico
y mental del menor. Otros países como Uganda o Nigeria, lo definen como: comportamientos
abusivos de una manera que integran los requerimientos de lo conveniente de los derechos del niño
y prácticas tradicionales centradas que son dañinas y opresivas a la vulnerabilidad de los niños.
Mientras los factores de riesgo para maltrato están asociados con el niño.
Antecedentes de los padres y variables del medio ambiente son indicadores de riesgo primario
para el maltrato en Uganda y Nigeria, (Fakunmoju, et al., 2013).
En general, se define el maltrato infantil, como una forma de violencia ejercida contra los niños,
que implican pautas de crianza desde el abandono hasta la muerte, o la “muerte emocional” que se
deriva de la falta de afecto de la que sufren muchos niños (UNICEF, 1998).
Según la consejería Nacional de Construcción de Paz y convivencia Familiar Haz Paz (2001) “el
maltrato infantil es toda omisión que interviene negativamente en el sano desarrollo físico, mental
o emocional de un menor de edad, causado por un adulto a cuyo cuidado se encuentra un menor.
Así mismo el maltrato no puede explicarse únicamente por la maldad de los padres, en realidad el
fenómeno es mucho más complejo y su entendimiento requiere tener en cuenta una multitud de
factores” (Gutiérrez et al., 2003, p, 19).
El Department of Health and Human Services, Administration on children, Youth and families
(2006) define el maltrato infantil como: El comportamiento hacia un niño que a) está fuera de las
normas de conducta, y b) significa un riesgo sustancial de daño físico o emocional. Los
comportamientos incluidos, consisten en acciones y omisiones, unos intencionales y otros no.
Generalmente se conocen cuatro tipos de maltratos: abuso físico, abuso sexual, negligencia y
maltrato emocional.
El Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses (2005) señala que el maltrato infantil
es toda acción u omisión que entorpece el desarrollo integral de una persona menor de 18 años,
causada de forma voluntaria por parte de los padres o adultos responsables o cualquier otra persona
con quien tenga relaciones de subordinación, produciendo lesión con o sin discapacidad.
Según Wekerle, Miller, Wolfe y Spindel (2007), el maltrato infantil es una afrenta única: es una
conducta correctiva innecesaria y voluntaria que da por
resultado el perjuicio físico y psicológico del niño. Los sentimientos ocultos, pueden afectar de
manera persistente el sentido del yo, la confianza y comodidad del niño en desarrollo, sus
emociones, ideas acerca de la vida y como vivirla.
El modelo ecológico de Belsky (1993), propone que el estudio del maltrato infantil debe
contemplar diferentes aspectos relacionados con el desarrollo del individuo en cuanto a su historia
personal, su microsistema (características y relaciones familiares), su ecosistema (trabajo, clases
social y vecindad) y su macrosistema considerando las características culturales. Por lo tanto, la
respuesta de abuso sería una consecuencia tanto de la propia historia de la infancia de los padres,
como de los valores y prácticas de crianza infantil que caracterizan a la sociedad o subcultura en
la cual el individuo, la familia y la comunidad se encuentran inmersos. Los factores de riesgo del
maltrato infantil son según el modelo sociointeraccional de Belsky: 1) Desde el desarrollo
ontológico (Individuo): la historia de malos tratos, historia de desatención severa, rechazo
emocional y falta de calor afectivo en la infancia, ausencia de experiencia en el cuidado del niño,
ignorancia sobre las características evolutivas del niño y sus necesidades, historia de desarmonía
y ruptura familiar. 2) Desde el Microsistema (Familia): problemas psicopatológicos, depresión,
alcoholismo, drogodependencia, falta de capacidad empática, poca tolerancia al estrés, estrategias
de imitación inadecuadas de parte del padre/madre. La prematurez, el bajo peso al nacer, poco
responsivo, apático, temperamento difícil, hiperactividad en el niño. La interacción Madre-Padre-
Hijo desadaptada, ciclo ascendente de conflicto y agresión. Los Conflictos maritales: el desajuste
de la relación, estrés permanente, violencia y agresión, número de miembros en la familia, hijos
no deseados. 3) Desde el Ecosistema (Sociedad): el desempleo, la falta de dinero, el
destronamiento, la autoestima baja, el estrés marital, la insatisfacción laboral, la tensión en el
trabajo. El aislamiento, la falta de soporte social y la clase social. Desde el macrosistema (cultura):
la crisis económica o energética, la alta movilidad social, la actitud hacia la infancia, actitud hacia
la familia, la mujer, la paternidad, maternidad (Miranda, 2004).
SANCION A LOS HIJOS-Jurisprudencia constitucional
SC-368 DE 2006
Para reprender al niño no es necesario causarle daño en su cuerpo o en su alma. Es suficiente
muchas veces asumir frente a él una actitud severa despojada de violencia; reconvenirlo con
prudente energía; privarlo temporalmente de cierta diversión; abstenerse de otorgarle determinado
premio o distinción; hacerle ver los efectos negativos de la falta cometida. La eficacia de la sanción
no estriba en la mayor intensidad del dolor que pueda causar sino en la inteligencia y en la firmeza
con que se aplique, así como en la certidumbre que ofrezca sobre la real transmisión del mensaje
implícito en la reprensión. En tal sentido, no se trata de ocasionar sufrimiento o de sacrificar al
sujeto pasivo de la sanción sino de reconvenirlo civilizadamente en aras de la adecuación de sus
posteriores respuestas a los estímulos educativos. El uso de la fuerza bruta para sancionar a un
niño constituye grave atentado contra su dignidad, ataque a su integridad corporal y daño, muchas
veces irremediable, a su estabilidad emocional y afectiva. Genera en el menor reacciones
sicológicas contra quien le aplica el castigo y contra la sociedad. Ocasiona invariablemente el
progresivo endurecimiento de su espíritu, la pérdida paulatina de sus más nobles sentimientos y la
búsqueda -consciente o inconsciente- de retaliación posterior, de la cual muy seguramente hará
víctimas a sus propios hijos, dando lugar a un interminable proceso de violencia que
necesariamente altera la pacífica convivencia social.

DERECHO DE LOS NIÑOS, NIÑAS Y ADOLESCENTES A NO SER OBJETO DE


NINGUNA FORMA DE VIOLENCIA-Especialmente de violencia sexual.
Sentencia T 843/2011
El artículo 44 superior reconoce que los derechos de los niños son fundamentales y les otorga un
lugar privilegiado en el ordenamiento constitucional. En particular, esta disposición, además de
consagrar derechos de los niños como a la integridad física y a la salud, resalta la obligación del
Estado, la sociedad y la familia de proteger a los niños “(…) contra toda forma de abandono,
violencia física o moral, secuestro, venta, abuso sexual, explotación laboral o económica y trabajos
riesgosos.” A partir del artículo 44 de la Carta, en concordancia con los artículo 19-1, 34, 35 y 36
de la Convención sobre los Derechos del Niño, es posible afirmar la existencia en nuestro
ordenamiento del derecho de los niños, niñas y adolescentes a no ser objeto de ninguna forma de
violencia, especialmente de violencia sexual. El reconocimiento de este derecho se fundamenta
además en la importancia que un entorno de crianza respetuoso y exento de violencia tiene para la
realización de la personalidad de los niños y para el fomento de ciudadanos sociales y responsables
que participen activamente en la comunidad local y en la sociedad en general.

VIOLENCIA SEXUAL CONTRA LAS NIÑAS-Conlleva vulneración de otros derechos


fundamentales
Teniendo en cuenta la perspectiva de género y otros factores sociales, como contextos de conflicto,
la violencia sexual contra las niñas, además de lesionar su derecho a no ser objeto de ninguna
forma de violencia, puede llegar a constituir también una vulneración de otros derechos
fundamentales, como el derecho a la libertad sexual, a la igualdad, a la integridad, a la seguridad
personal, a la vida y a la salud, entre otros; por ello es proscrita por múltiples instrumentos del
derecho internacional de los derechos humanos, como la Declaración sobre la Eliminación de la
Violencia contra la Mujer y la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la
Violencia contra la Mujer (Convención de Belem do Pará). Además, como ha indicado el Comité
encargado del seguimiento de la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de
Discriminación contra la Mujer (CEDAW), esta Convención, al proscribir la discriminación contra
las mujeres, también condena la violencia como forma de discriminación.

PROTECCIÓN ESPECIAL A PERSONAS VULNERABLES DENTRO DEL ÁMBITO


DOMÉSTICO. Niños, niñas y adolescentes.
Sentencia C 368 de 2014.
Niños, niñas y adolescentes. Frente a este grupo poblacional existe el deber de protección especial
por parte del Estado, la sociedad y la familia, en razón a la condición de debilidad manifiesta y
extrema vulnerabilidad en que se encuentran por su condición de ser humano en proceso de
formación y desarrollo (C.P. art. 13). Este imperativo se relaciona con el carácter prevalente de los
derechos de los niños, como lo señala el artículo 44 de la Constitución Política, aspecto
ampliamente desarrollado por esta Corporación en numerosa jurisprudencia
En particular frente a situaciones de abuso, ordena la norma constitucional en cita que: “Serán
protegidos contra toda forma de abandono, violencia física o moral, secuestro, venta, abuso sexual,
explotación laboral o económica y trabajos riesgosos.”
Normas que integran el bloque de constitucionalidad también reconocen de manera especial los
derechos de los niños, niñas y adolescentes: la Declaración de Ginebra de 1924 sobre los Derechos
del Niño, la Declaración de los Derechos del Niño adoptada por la Asamblea General de las
Naciones Unidas el 20 de noviembre de 1959, y reconocida en la Declaración Universal de
Derechos Humanos, el Pacto internacional de Derechos Civiles y Políticos (en particular, en los
artículos 23 y 24), el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (en
particular, en el artículo 10) y los estatutos e instrumentos pertinentes de los organismos
especializados y de las organizaciones internacionales que se interesan en el bienestar del niño.
En especial la Convención sobre los Derechos del Niño, adoptada por la Asamblea General de las
Naciones Unidas el 20 de noviembre de 1989, y posteriormente aprobada en Colombia a través de
la Ley 12 de 1991, en su artículo 3-2 que “los estados se comprometen a asegurar al niño la
protección y el cuidado que sean necesarios para su bienestar, teniendo en cuenta los derechos y
deberes de sus padres, tutores u otras personas responsables de él ante la Ley…”.
(…)
Frente a la obligación de proteger a los niños, niñas y adolescentes en el ámbito doméstico, es
preciso resaltar que las autoridades están obligadas a intervenir frente a modelos pedagógicos o
pautas de crianza que involucren violación de sus derechos fundamentales o formas de maltrato.
En la sentencia C-371 de 1994, dijo la Corte:
“Para reprender al niño no es necesario causarle daño en su cuerpo o en su alma. Es suficiente
muchas veces asumir frente a él una actitud severa despojada de violencia; reconvenirlo con
prudente energía; privarlo temporalmente de cierta diversión; abstenerse de otorgarle determinado
premio o distinción; hacerle ver los efectos negativos de la falta cometida. La eficacia de la sanción
no estriba en la mayor intensidad del dolor que pueda causar sino en la inteligencia y en la firmeza
con que se aplique, así como en la certidumbre que ofrezca sobre la real transmisión del mensaje
implícito en la reprensión. En tal sentido, no se trata de ocasionar sufrimiento o de sacrificar al
sujeto pasivo de la sanción sino de reconvenirlo civilizadamente en aras de la adecuación de sus
posteriores respuestas a los estímulos educativos.
El uso de la fuerza bruta para sancionar a un niño constituye grave atentado contra su dignidad,
ataque a su integridad corporal y daño, muchas veces irremediable, a su estabilidad emocional y
afectiva. Genera en el menor reacciones sicológicas contra quien le aplica el castigo y contra la
sociedad. Ocasiona invariablemente el progresivo endurecimiento de su espíritu, la pérdida
paulatina de sus más nobles sentimientos y la búsqueda -consciente o inconsciente- de retaliación
posterior, de la cual muy seguramente hará víctimas a sus propios hijos, dando lugar a un
interminable proceso de violencia que necesariamente altera la pacífica convivencia social.”
REFERENCIAS

 Corte Constitucional. (2014). Sentencia de 2006. [Blog] . Recuperado de


http://www.corteconstitucional.gov.co/RELATORIA/2014/C-368-14.htm.
 García, C. (Marzo de 2015). Diseño de un instrumento lúdico de cribado para riesgo de
maltrato infantil: físico, psicológico y por negligencia. [Blog] . Recuperado de
https://repository.ucatolica.edu.co/bitstream/10983/2192/1/Maltrato%20Infantil%20Nov%20
23-2-%20ACTAS-Postgrados.pdf
 Gutiérrez, F., Herrera, D. y Pineda. S. (2003). Programa para la intervención del maltrato
infantil, Atención y prevención en el centro asistir. Bogotá: Universidad Católica de
Colombia, (Tesis).
 Instituto Colombiano de Bienestar familiar. (2011). Ficha de análisis de Jurisprudencia. Delito
Violencia Intrafamiliar. [Blog]. Recuperado de
https://icbf.gov.co/cargues/avance/docs/f_sc368_14.htm
 Ministerio de Salud. (2011). Sentencia 843. [Blog]. Recuperado de
https://www.minsalud.gov.co/sites/rid/Lists/BibliotecaDigital/RIDE/INEC/IGUB/sentencia-
t-843-11.pdf.

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