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El Reglamento Interno de Trabajo, siempre que no afecte los derechos mínimos del trabajador, es
una herramienta indispensable para resolver los conflictos que se llegaren a presentar dentro de la
empresa, y es tan importante que si no existiera, sería muy difícil sancionar a un trabajador por algún
acto impropio, puesto que no habría ninguna sustentación normativa o regulatoria que ampare una
decisión sancionatoria.
El reglamento interno del trabajo está reglamentado por los artículos 104 a 125 del código sustantivo
del trabajo, considerando, claro está, las derogatorias que hizo el la ley 1429 de diciembre 29 de
2010.
Resulta pertinente recalcar la importancia del Reglamento Interno de Trabajo, puesto que este será
el que sirva de guía y de herramienta para mantener el orden dentro de la empresa.
No hay que olvidar que el empleador no puede imponer una sanción no prevista en el reglamento
interno de trabajo, y si no hay reglamento no habrá posibilidad de sancionar a un empleado.
NOTAS ACLARATORIAS:
El artículo 116 del código sustantivo que contenía esta obligación fue derogado de forma expresa
por la ley 1429 de 2010, por lo tanto el reglamento interno de trabajo ya no requiere aprobación del
ministerio de la protección social.
El reglamento interno de trabajo para que tenga validez y aplicabilidad, debe estar aprobado por el
ministerio de la protección social, más exactamente por la división de trabajo [Artículo 41 del
decreto 2145 de 1992].
Así lo dispone de forma expresa el artículo 116 del código sustantivo del trabajo:
a) Los patronos que realicen sus actividades en la capital de la República o que tengan
dependencias en varios departamentos deben presentar los proyectos de reglamento
directamente al departamento nacional del trabajo (hoy dirección regional del trabajo), y
b) Los demás patronos deben presentar los proyectos de reglamento a la respectiva
inspección del trabajo para su remisión al departamento nacional del trabajo.
Un reglamento interno que no esté aprobado por el ministerio de la protección social, es inaplicable,
nada de lo que disponga ese reglamento se podrá aplicar, sencillamente resulta inocuo cualquier
disposición o procedimiento allí contemplado.
Esto resulta especialmente grave por cuanto la empresa se queda sin la principal herramienta para
procurar una convivencia sana, un adecuado comportamiento y desempeño de sus trabajadores.
Sin reglamento interno no habrá como manejar los conflictos que se presenten en la empresa, y bien
sabemos que los conflictos son inevitables en cualquier organización, máxime si ésta está
conformada por muchos trabajadores.