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”
Existe un espacio sagrado en el corazón
del hombre que es una dimensión
intemporal de la conciencia en donde
todas las cosas son posibles en el aquí y
el ahora si podemos saber y si nos
atrevemos a entrar en este espacio
sagrado...
Bien, este Instituto de Investigación ha descubierto que el corazón tiene su propio cerebro... Con sus
células cerebrales y todo lo que forma a un cerebro, un cerebro pequeño, con tan solo cuarenta mil células,
pero es todo lo que el corazón necesita... Hoy los científicos pertenecientes a dicho instituto, saben que el
corazón es inteligente... Además han descubierto que el corazón produce un campo de energía
electromagnética, mucho más poderoso que cualquier otro órgano de nuestro cuerpo, incluyendo nuestro
propio cerebro dentro del cráneo.
En las matemáticas del corazón, el mal que yo veo en los demás es solamente parte del mal que llevo en
mi, porque la vida en mi entorno es solamente un reflejo de mi interior... Si estoy ciego y sordo, insensible y
dormido a lo que me dicta el corazón, entonces no he aprendido a ser un matemático del corazón y
solamente me dejo llevar por la lógica de la mente que es una paradoja en la justicia del mundo, pues no
somos capaces de comprender el todo al vivir enfocados sólo en las pequeñas partes.
En las matemáticas del corazón, no hay lugar para las ecuaciones del divisionismo, pues al hablar el mismo
lenguaje, veo a todos los seres humanos como a mis hermanos y al planeta Tierra como nuestra única casa;
los idiomas terrestres, los territorios, las fronteras, las costumbres, el mar, los ríos, las ciudades, no nos
dividen porque somos parte de una sola humanidad y hermanos en un mismo hogar...
Seguir las matemáticas del corazón es
la respuesta a la vida, ignorarlas es el
camino a la muerte... Las matemáticas
del corazón es comunicarnos desde el
espacio sagrado del corazón, la ciencia
de la mente es comunicarnos con el
lenguaje del cerebro y con miles de
idiomas y lenguas que sólo provocan
divisionismo y confusión, que a la larga
causan desacuerdos y violencia.
Si nos atrevemos a realizar ese viaje todos volveremos a hablar el mismo idioma y la verdad comenzará a
asomarse en nuestras vidas, podremos salvar a nuestro planeta de la contaminación física, mental y
emocional a la que le hemos sometido, y
no encontraremos motivos para pelear y
conquistarnos entre nosotros mismos,
pues hablaremos el idioma del amor...
Las ramas de un árbol no son tan tontas
como para pelearse entre sí mismas,
¿por qué los humanos lo hacemos?
¿Acaso somos más tontos que los
árboles?