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LIBRO DE ESDRAS
SEMINARIO BIBLICO 3 SEM – JUNIO 2019
ANÁLISIS DEL LIBRO DE ESDRAS
Temas Principales:
El regreso de los judíos de su cautiverio de Babilonia
La reconstrucción del Templo
La inauguración de reformas sociales y religiosas.
Situación histórica
El rey persa Ciro, a quien Isaías se refiere llamándolo "pastor" y "ungido" de Jehová
(Is 44.28; 45.1), promulgó en el primer año de su reinado (538 a.C.) un edicto, por
el cual los judíos exiliados en Babilonia quedaban en libertad de regresar a su patria
llevando consigo el encargo expreso de edificar «la Casa a Jehová, Dios de Israel
(él es el Dios), la cual está en Jerusalén» (2 Cr 36.22–23; Esd 1.3). Casi cincuenta
años habían transcurrido desde el día en que los caldeos (o "babilonios")
incendiaron el Templo, derribaron el muro de Jerusalén y prendieron fuego a todos
sus palacios (2 Cr 36.17–19). En aquella ocasión, la mayoría de los que lograron
salvarse fueron llevados «cautivos a Babilonia» (2 Cr 36.20).
A partir del punto en que Reyes y Crónicas finalizan su relato, los libros de Esdras
y Nehemías toman el hilo de la historia de Israel. Su aportación es de inapreciable
valor, dada la escasa documentación disponible acerca del período siguiente al
decreto de Ciro. Fue entonces cuando no solo regresaron muchos desterrados a
Jerusalén, sino que allí restablecieron el culto (Esd 3.1–7), iniciaron la
reconstrucción del Templo y la restauración de los muros de la ciudad (Esd 3.8–13;
6.13–15; Neh 2.11–7.4) y se dispusieron a crear una nueva comunidad nacional,
auténticamente regida por la ley de Dios (Neh 8–10).
Contenido del libro
La primera sección de las dos en que se divide el libro de Esdras (cap. 1–6) ofrece
una detallada información sobre el tiempo que siguió al retorno a Jerusalén de los
judíos exiliados. Bajo la supervisión y la dirección de Sesbasar y Zorobabel, los
repatriados llevaron importantes riquezas (2.66–69) y, lo que es más significativo,
«los utensilios de la casa de Jehová que Nabucodonosor se había llevado de
Jerusalén» (1.7). Sin embargo, la alegría del regreso fue efímera, pues no tardó
mucho en verse ensombrecida con problemas y dificultades. En cierto momento
llegó a cundir tanto el desánimo entre los trabajadores, que hasta la reconstrucción
del Templo quedó suspendida (4.24). Finalmente, la personal decisión de Zorobabel
y de otros responsables, unida a la palabra profética de Hageo y Zacarías (5.1; cf.
Hag 1.1, 12–15; Zac 4.6–9), posibilitaron que el año 516 a.C. se celebrara la
dedicación del santuario único de Jerusalén.
La segunda parte del libro (cap. 7–10) se refiere a la actividad desarrollada por el
propio Esdras hijo de Seraías, un sacerdote y escriba (cf. 7.6, 10, 21) descendiente
de Aarón por la línea de Sadoc, hombre piadoso e ilustrado, que gozó de gran
prestigio incluso en la corte real de Babilonia. Lo demuestra la confianza que en él
depositó el rey Artajerjes al comisionarlo para «visitar a Judea y a Jerusalén» y
transportar allá los utensilios destinados al servicio del Templo, además de oro,
plata, ganados y provisiones (7.10–26). Y que el rey se sintió identificado con la
misión de Esdras, resulta evidente por el entusiasmo con que ordenó: «Todo lo que
es mandado por el Dios del cielo, sea hecho puntualmente» (7.23).
El sacerdote Esdras reaparece en los cap. 8–10 del libro de Nehemías. A oídos del
pueblo, reunido «en la plaza que está delante de la puerta de las Aguas» (Neh 8.1),
Esdras leyó la Torá, la ley mosaica; y después de haber escuchado la lectura y de
haber hecho confesión general de pecados, todos, bajo la firma de sacerdotes y
levitas (Neh 9.38), se comprometieron por escrito a guardar la Ley.
Composición del libro
Esdras y Nehemías