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Para Elena Hayday Bold, valiente y con cerebro—que

tus propias aventuras nunca requieran un BR55


SOBRE EL TRADUCTOR

otivado gracias al trabajo realizado por Enoc de Jesús, Lion


Lorenz (Berserk-117) en la previa traducción de otros títulos del
alucinante mundo extendido de Halo, los cuales disfruté mucho y me
dejó deseando más, me di a la tarea de investigar que más existía y
descubrí de que aparte de la amplia biblioteca que está ya disponible
en el blog no se pueden conseguir en español varios títulos entre
anteriores y nuevos ni siquiera en sus versiones de editorial, por lo
cual de me decidí a apoyar este esfuerzo 100% sin ánimo de lucro
con la idea de seguir alimentando mi curiosidad por cómo se
desarrolla la historia y de paso dejar disponible un poco más de la
bibliografía en nuestro querido idioma eligiendo uno de los títulos
aun faltantes en la colección del blog…
Gracias al apoyo del equipo de traducción de este sitio logramos una
traducción y edición de buena calidad.
Esperando disfruten este título en mi primera participación y lo
compartan.

Birkoft77
CONTENIDO

SOBRE EL TRADUCTOR ........................................ 4


CONTENIDO ............................................................ 5
CAPÍTULO 1 ............................................................. 7
CAPÍTULO 2 ........................................................... 29
CAPÍTULO 3 ........................................................... 47
CAPÍTULO 4 ........................................................... 57
CAPÍTULO 5 ........................................................... 78
CAPÍTULO 6 ........................................................... 87
CAPÍTULO 7 ......................................................... 100
CAPÍTULO 8 ......................................................... 114
CAPÍTULO 9 ......................................................... 133
CAPÍTULO 10 ....................................................... 144
CAPÍTULO 11 ....................................................... 157
CAPÍTULO 12 ....................................................... 171
CAPÍTULO 13 ....................................................... 181
CAPÍTULO 14 ....................................................... 200
CAPÍTULO 15 ....................................................... 209
CAPÍTULO 16 ....................................................... 225
CAPÍTULO 17 ....................................................... 239
CAPÍTULO 18 ....................................................... 250
CAPÍTULO 19 ....................................................... 256
CAPÍTULO 20 ....................................................... 275
CAPÍTULO 21 ....................................................... 281
CAPÍTULO 22 ....................................................... 286
CAPÍTULO 23 ....................................................... 298
CAPÍTULO 24 ....................................................... 315
CAPÍTULO 25 ....................................................... 337
CAPÍTULO 26 ....................................................... 350
CAPÍTULO 27 ....................................................... 358
CAPÍTULO 28 ....................................................... 396
EPÍLOGO .............................................................. 412
AGRADECIMIENTOS ......................................... 417
Sobre el autor ......................................................... 418
CAPÍTULO 1

0832 horas, Julio 2, 2553 (calendario militar)


Escena del Crimen Charlie, 104 metros bajo tierra,
Sistema de Cuevas de Montero,
Distrito de Campos Silvestres, Planeta Gao, Sistema Cordoba

L a Inspectora Especial Veta Lopis había sido criada para odiar y


temer todo lo relacionado con el Comando Espacial de las Naciones
Unidas, desde su poderío y sus prácticas de guerra criminal hasta los
matones asesinos a los que llamaban Spartans. Así que era natural
asumir que el asesino en serie que acechaba el Sistema de Cuevas de
Montero podría ser uno de los cascos acorazados que cabalgaban por
la oscuridad con ella ahora. Ciertamente, el modus operandi
encajaba: las víctimas habían sufrido lesiones consistentes con un
atacante grande, mejorado mecánicamente, lesiones tales como
huesos triturados y extremidades desgarradas, órganos rotos y
cráneos colapsados.
Pero los buenos investigadores no dejaban que su sesgo personal
influyera en su pensamiento. Ellos recopilaban pruebas y sopesaban
hechos, y dejaban que la teoría del crimen se construyera por sí
misma.
Así que Veta haría lo que siempre hacía. Ella estudiaba a las
víctimas y establecía un cronograma para los ocho asesinatos, luego
lo revisaba contra las ubicaciones conocidas de todos en su piscina
sospechosa. Catalogaría las debilidades y los hábitos de los sujetos y
utilizaría ese conocimiento para ejercer presión sobre el perpetrador.
Sobre todo, sería paciente y persistente, y seguiría presionando hasta
que el asesino se revelara.
Y si ese asesino resulta ser un Spartan altísimo en cuatrocientos
kilos de armadura Mjolnir, Veta haría lo que siempre hacía.
Ella lo derribaría.
El piso de la caverna empezó a descender más abruptamente,
luego el gemido de los motores eléctricos se profundizó cuando el
caucho cansado de la Comadreja del Túnel cambió de marchas para
no acelerar. Un momento después, el pequeño tranvía entró en una
amplia galería iluminada por el brillo platino de las lámparas de
trabajo. Al igual que el resto del Sistema de Cuevas de Montero, la
galería estaba caliente, húmeda y llena de vapores minerales, pero
sus hermosas paredes de piedra fluida estaban bañadas por una fría
luz azul que las hacía parecer cascadas heladas.
Cuando la Comadreja del Túnel se detuvo, un trío de infantes de
marina del UNSC en BDU negros emergió de las sombras y se
acercó. Se intercambiaron saludos con un mayor del UNSC sentado
junto a Veta, luego un viejo marine con cejas grises y espesas se
adelantó para informar.
"Área segura, Mayor."
"Gracias, Sargento." El esbelto oficial al lado de Veta era Ira
Halal, un Mayor de cabellos negros y ojos azules enviado por el
Cuerpo de Abogados del Juez General del UNSC para ayudar a
investigar los asesinatos. Hasta ahora, veía a Veta como dedicada,
inteligente y renuente a cooperar. "¿Alguna visita inesperada?"
"Señor, ninguna que hayamos detectado." El sargento echó un
vistazo alrededor del perímetro de la galería y añadió. "Pero las
condiciones aquí abajo causan estragos en nuestros sensores de
movimiento, y veintidós pasajes se abren en esta galería. No
podríamos verlos a todos cada minuto."
Halal asintió. "Por supuesto que no," dijo. "Era una posibilidad
remota, de todos modos. No creo que este SDI regrese a la escena."
El sargento frunció el ceño. "¿SDI, señor?"
"El Sujeto Desconocido de la Investigación," explicó Veta. Ella
salió del compartimento de pasajeros. "Y quiero revisar esos pasajes,
Mayor."
Halal se volvió hacia ella. "¿Con qué propósito?"
"Para buscar evidencia, por supuesto." Veta hizo una pausa,
recordándose a sí misma que debía jugar bien y añadió. "Me gusta
ser concienzuda."
Halal no rodó los ojos lo suficiente. "Nuestros recursos son
limitados, Inspectora Lopis—y también nuestro tiempo. Sugiero que
nos centramos en la escena del crimen y no desperdiciemos nuestros
activos persiguiendo fantasmas."
"No persigo fantasmas, Mayor Halal." Veta se acercó. "Atrapo
a los asesinos. Un montón de ellos, en realidad."
Halal sostuvo su mirada un momento, luego sonrió. "Como
quiera, Inspectora. Bueno, hágalo a su manera."
Ordenó a los marines que volvieran a sus puestos y luego se dio
la vuelta hacia la Comadreja del Túnel, donde el equipo de cuatro
miembros de Veta estaba descargando equipo del tercer vehículo. En
el costado del automóvil, la imagen de un árbol helecho estilizado
brotó de las letras CVM—el logotipo del Centro de Vitalidad de
Montero, del cual el UNSC había tomado el tranvía.
Mirando sobre el equipo de Veta había tres Spartans con su
famosa armadura Mjolnir. Con sus cascos como de bloque y la
aleación de titanio de las cáscaras exteriores, el trío parecía más
robots de guerra que seres humanos—y de lo que Veta había leído
sobre sus hazañas en el registro público, eso podría estar cerca de la
verdad. No había habido suficiente detalle para su perfilador para
sugerir cómo sus personalidades podrían haber sido afectadas por
una dieta tan estable de combate feroz, pero Veta sospechó que no
sería bueno.
Halal fijó su mirada en el líder Spartan. "Teniente, haz que uno
de tus Spartans asegure los pasajes contiguos e informe cualquier
evidencia de observación—"
"En realidad, mi equipo inspeccionará los pasajes," interrumpió
Veta. Ella no podía decir, si Halal estaba tratando de esconder algo
o simplemente no se daba cuenta de la frecuencia con que los
asesinos en serie volvían a la escena. Pero, de cualquier manera, no
estaba dispuesta a confiarle ninguna parte de la investigación ni al
UNSC. "Es bienvenido a enviar un observador, si lo desea."
"Inspectora Lopis, estas cavernas están bajo control militar,"
dijo Halal. "Y los Spartans son observadores bien entrenados."
"Pero no son investigadores de homicidios," dijo Veta. "Y el
control militar no impidió que nuestro asesino asesinara al menos a
ocho personas aquí abajo. Dado que esas personas pasan a ser
ciudadanos de Gao y estas cuevas están situadas en Gao, sus
asesinatos caen bajo la jurisdicción del Ministerio de Protección de
Gao, lo que hace de esto mi investigación."
Veta hizo una pausa para enfatizar, y continuó. "Como he dicho,
Mayor, puede enviar un observador."
Halal suspiró. "Enviaremos un guardia." Él ni siquiera se
molestó en mirar a Veta mientras hablaba. "Lo último que necesito
es perder a alguien de tu equipo, también."
"¿También?" preguntó Veta. "¿El UNSC ha estado perdiendo
gente?"
"Eso no es lo que quise decir," dijo Halal rápidamente. "Es sólo
procedimiento, en caso de que el sospechoso esté tratando de vigilar
la investigación."
"Acaba de decirle al sargento que no creía que nuestro
sospechoso regresaría a la escena."
Halal se encogió de hombros. "Podría estar equivocado," Se dio
la vuelta, como si estuviera decidido a ver al equipo de Veta
descargar su equipo. "Como he dicho, es sólo procedimiento."
Halal estaba mintiendo, por supuesto, y le pareció a Veta que
estaba preocupado por algo aún más peligroso que su sospechoso.
Pero no podía imaginar lo que podría ser. El sistema de cuevas de
Montero era la maravilla natural más visitada de Gao, un gran
laberinto de cavernas interconectadas que se extendían bajo mil
kilómetros cuadrados de selva. Tenía un número incalculable de
puntos de acceso, incluyendo treinta y ocho entradas principales
operadas por aldeas y spas privados, y hasta que comenzaron los
asesinatos, miles de turistas habían entrado cada mes en las cavernas
sin encontrar nada más hostil que un vuelo de saurios irritados.
Habría sido fácil culpar al UNSC y no buscar más, pero la
verdad era que cosas extrañas habían estado sucediendo en la región
de Montero por un tiempo. Hace dos meses y medio, un temblor raro
había sacudido toda la región, nivelando dos aldeas y dañando varios
balnearios. Poco después, los turistas comenzaron a emerger de las
cavernas milagrosamente curados de enfermedades de toda la vida y
enfermedades terminales. Los vendedores de noticias rápidamente
corroboraron las afirmaciones, y los enfermos comenzaron a inundar
las cuevas con la esperanza de sus propios milagros.
Luego, un mes después del terremoto, una fuerza de trabajo del
UNSC entró en el Sistema Estelar Cordoba y 'pidió' permiso para
realizar investigaciones en las cavernas. La idea común era que la
ONI—la notoria Oficina de Inteligencia Naval del UNSC—quería
investigar las curas milagrosas. El gobierno anti-centralización de
Gao negó la petición. La fuerza de trabajo insistió, y después de una
tensa negociación, el Presidente Aponte concedió a regañadientes
permiso para que desembarcara un pequeño equipo de investigación.
El "pequeño" equipo se convirtió en un batallón entero, que
rápidamente ocupó el spa más elegante de la región y declaró el
sistema de cuevas entero fuera de los límites de todos los demás.
Previsiblemente, la orden inflamó a los ciudadanos independientes
de Gao ferozmente, y los guías locales comenzaron a meter a la gente
en las cavernas a través de cientos de entradas no mapeadas. Durante
un par de semanas, los dos bandos fingieron ignorarse.
Entonces los turistas comenzaron a desaparecer o aparecer
muertos. La sospecha rápidamente cayó sobre el UNSC, y los
monitores de noticias hambrientos de ventas comenzaron a presionar
para una respuesta áspera. El Presidente Aponte no tuvo otra opción.
Instruyó al Ministerio de Protección para que investigara, y ordenó
públicamente al UNSC que cooperará. Para sorpresa de todos, el
comandante del UNSC respondió proponiendo una investigación
conjunta.
Eso había sido hace dos días. Ahora, aquí Veta, estaba
inspeccionando la primera de una larga cadena de escenas del crimen
comprometidas con una contrapartida que parecía tomarla por alguna
clase de tonta que podía ser intimidada por un aire de autoridad
asumida.
Veta entró en la línea de visión de Halal. "No me das la cara,
Mayor," dijo ella. "Es un error. Uno serio."
Halal finalmente se dio vuelta hacia ella. "¿Es un error,
Inspectora?" él preguntó. "Como recuerdo, he cumplido todas las
peticiones que has hecho."
"No fueron peticiones," dijo Veta. "Y si esperas que crea que
este es una especie de batallón de investigación, eres un tonto. El
UNSC está combatiendo algo aquí abajo. Y tienes tanto miedo que
has traído un escuadrón de Spartans para protegernos."
El líder Spartan se acercó para unirse a ellos. "Señora, el 717º
Batallón de Explotación de Xeno-Materiales es un batallón de
investigación." Su voz era nítida y profunda, incluso sobre su altavoz
de casco. "Pero incluso las unidades científicas pueden encontrarse
en combate. Siempre hay enemigos."
Veta se dio vuelta y estiró el cuello para mirar al Spartan. De
pie, con más de dos metros de altura en su armadura Mjolnir, se
distinguía de sus dos subordinadas femeninas por el color de su
armadura azul pálido y su forma ligeramente más voluminosa. Sería
difícil leer sus reacciones ante todo ese equipamiento, pero si trataba
de cubrir al UNSC o incluso a Halal—Veta quería saber por qué.
"Déjame ver si tengo esto claro," ella dijo. "Él 717º es sólo un
inocente batallón de investigación que está bajo ataque... ¿Por qué
cosa? ¿monstruos de cueva?" Ella negó con la cabeza. "Lo siento,
pero no creo en eso, Spartan... ¿cuál es usted otra vez?"
"Fred-104, señora. Y no me importa particularmente lo que
crea." Señaló a su equipo de investigación. "Pero es mi trabajo
proteger a su gente, y no quiero que nadie sea asesinado en mi
guardia. Si indica quien inspeccionará los pasajes, enviaré una
escolta para proporcionar seguridad."
Veta lo miró un momento, tratando de ver a través del visor para
que pudiera leer su expresión, pero no sirvió para nada. La capa
reflectante parecía diseñada para impedir que alguien pudiera ver el
rostro humano dentro del casco de un Spartan.
Después de un momento, Veta hizo un gesto a su segunda al
mando. "Senola, echa un vistazo a los pasajes de aquí. Mira si alguien
ha estado vigilando la escena del crimen."
Senola miró alrededor del perímetro de la caverna. "Seguro,
jefe." Una matrona de ojos verdes con el pelo largo y rubio se metió
en la capucha de sus overoles blancos, Senola Lurone era una
veterana del Ministerio de Protección quince años mayor que Veta.
"Esto podría tomar un tiempo."
Veta se encogió de hombros. "Tiene que hacerse." Ella dejó que
su mirada se deslizara hacia Fred. "Y tendrás un escolta. Fred-104
parece creer que podríamos ser atacados en cualquier momento."
Senola sostuvo ojos con Veta apenas el tiempo suficiente para
confirmar que había tomado la pista, luego preguntó, "¿En serio?" Se
dio vuelta hacia el Spartan. "¿De quién te preocupas, Fred? ¿Crees
que la Insurrección está comenzando de nuevo?"
"Eso es ridículo," intercedió Halal. "Gao puede haberse puesto
del lado de los insurreccionistas en el pasado, pero la guerra civil ha
terminado—y nadie va a enviar a un equipo de asalto de Spartans a
estar en la guarnición contra un grupo de turistas desobedientes."
Veta tuvo que dar crédito a Halal. Había reconocido el juego de
Senola y la había cortado antes de que ella tuviera la oportunidad de
poner a Fred fuera de equilibrio, y ahora Veta se quedó
preguntándose si el mayor había estado tratando de proteger a Fred
o algún otro secreto. De cualquier manera, eso sugirió que Halal
estaba aquí tanto para manejar la situación como para atrapar a un
asesino, y eso le dijo algo sobre los peores temores del UNSC.
Le dijo bastante.
Veta volvió a mirar a Senola. "Dile a Cirilo que use arañas en
este, y luego ve a echar un vistazo a esos pasajes. Haré que el mayor
me muestre la escena del crimen."
Senola confirmó la orden con un gesto de asentimiento, luego
Fred se la llevó para presentarla a la Spartan que la estaría
escoltando.
"¿Tus técnicos usan arañas?" preguntó Halal, viendo cómo se
iban los dos.
"Robots de rastreo de evidencia," explicó Veta. "Parecen
pequeñas arañas y se arrastran por todo. Para cuando terminen,
tendremos un mapa tridimensional de cada fibra, célula de la piel,
estampa, huella y brizna de ADN en este lugar."
"Ya veo," dijo Halal. "Muy eficiente."
"No en realidad."
Veta no estaba a punto de detallar la debilidad de la tecnología
para nadie del UNSC, pero las arañas eran caras y lentas. Cada
cápsula de un solo uso cuesta más que su salario de un año, y una
escena del tamaño de ésta podría tardar una semana entera en
procesarse.
Fred volvió y asumió una posición detrás de Veta y Halal, y
Halal dirigió el camino hacia un par de bancos de respaldo alto a
unos veinte pasos por delante.
"¿Hay alguna posibilidad de que tengamos un video o fotos de
los cuerpos sobre el terreno?" preguntó Veta.
Halal sacudió la cabeza. "Lo siento. Sólo llegué hace unos días.
Antes de eso, me temo que el Batallón trataba las muertes de civiles
como daños colaterales."
"¿Colateral de qué? Nadie está en guerra aquí." Veta hizo caso
de mirar por encima de su hombro a Fred. "¿Lo están, Fred?"
"Si estuviéramos peleando una guerra," dijo Fred, "lo sabrías."
"Pero estás aquí por una razón," prosiguió Veta. "Como dijo el
mayor Halal, no envían a los Spartans a estar en la guarnición que
lucha contra unos turistas."
"No puedo comentar sobre nuestra misión." La placa frontal de
Fred se desplazó hacia Halal. "Eso violaría la directiva de seguridad
Foxtrot Tango Angel 7012."
"Eso se entiende," dijo Halal. "Pero su misión no implica
hostilidades contra los civiles de Gao. Puedes confirmar eso,
Spartan."
Fred permaneció en silencio por un momento, luego finalmente
agachó su casco en reconocimiento. "Sí, señor, puedo confirmarlo."
"Gracias," dijo Halal. Llegaron a los bancos y se detuvieron, y
señaló. "El ataque inicial ocurrió aquí."
Ubicados directamente en oposición uno del otro, los dos bancos
se enfrentaban a un respiradero de vapor silbante—uno de los miles
que saturaban las cavernas de Montero. Un par de lámparas
independientes estaban destrozadas en el suelo de la caverna. Un
tercer banco estaba a unos tres metros de distancia, derrumbado
sobre su espalda y se doblado hacia el centro.
Veta ignoró la escena y se dio vuelta hacia Fred. "Estoy segura
de que te das cuenta de lo conveniente que suena tu directiva de
seguridad."
"¿Conveniente, señora?" Fred ladeó su casco hacia un costado.
"¿En qué manera?"
"Si no puedes decirme con quién estás peleando, es difícil
descartarlos como el asesino," dijo Veta. "Así que debo asumir que
me están manteniendo en duda para protegerse a sí mismos. No tengo
otra opción."
"Concluya lo que quiera, señora," dijo Fred. "Pero está
malinterpretando lo que dije."
"No creo que lo esté haciendo."
"No dije que estábamos peleando con nadie," dijo Fred. "Dije
que no podía comentar sobre nuestra misión. Hay una diferencia."
"El hecho de que las muertes de civiles fueran clasificadas como
daños colaterales implica un conflicto armado," dijo Veta. "El hecho
de que envíes a una Spartan para proteger a Senola implica una
amenaza. Deja de jugar con la semántica y dame una respuesta
directa."
La placa frontal de Fred se apartó de ella. "No estoy en la libertad
de hacer eso, Inspectora."
"Fred es muy cuidadoso con la seguridad," dijo Halal, pasando
entre Veta y el Spartan. Pero le aseguro que no está intentando
protegerse a sí mismo ni a nadie más en el Equipo Azul. Los Spartans
no matan por diversión, Inspectora Lopis."
Veta estudió a Halal por un momento, preguntándose si él se
daba cuenta de que sus intentos de proteger a Fred sólo hacían que el
Spartan pareciera más sospechoso, y luego dijo, "Estoy segura que
entiende por qué no puedo simplemente tomar su palabra en ese caso,
Mayor." Se dio vuelta hacia los bancos y activó su linterna, luego
comenzó a inspeccionar la zona en busca de signos de lucha. "No
veo nada de sangre aquí. ¿Dónde se encontró exactamente el
cuerpo?"
Halal habló con una tableta táctica atada a su antebrazo.
"¿Wendell?"
"Listo para proceder, Mayor," respondió la tableta táctica.
La voz diminuta pertenecía a la inteligencia artificial del
batallón—o más bien al pequeño aspecto de la consciencia de
Wendell instalado en la tableta táctica de Halal. Veta no tenía una
comprensión completa de las capacidades y límites de las IAs del
UNSC, pero por lo que había observado anteriormente, Wendell
tenía una presencia en casi todo el equipamiento del batallón capaz
de alojar una subrutina de software.
"La Escena del Crimen Charlie es más expansiva y complicada
que las otras que estaremos visitando," comenzó Wendell. "Como
puede ver, la confrontación inicial ocurrió aquí en la zona de
ventilación en sí, pero el ataque real..."
Sabiendo que tendría la oportunidad de estudiar el informe de
Wendell en su extensión más tarde, Veta cerró la voz de la IA de sus
pensamientos y comenzó a examinar la escena por su cuenta. El suelo
en esta zona de la caverna era principalmente un sendero de tranvía
de hormigón flanqueado por barro, pero los bancos habían sido
atornillados en un pequeño círculo de piedra de pavimento, que
rodeaba la salida de vapor natural. Las piernas del banco
desaparecido habían sido cortadas a presión en los tornillos, lo que
sugiere que había sido eliminado por un único tirón rápido y
poderoso.
Veta se agachó y comenzó a examinar la almohadilla de piedra.
Todavía no veía signos de sangre, pero había un par de manchas
débiles que sugerían zapatos girando alrededor. Se alejó del banco
que faltaba, y luego usó su lámpara de mano para seguir un débil
rastro de huellas fuera de la almohadilla. El rastro era más fácil de
seguir por el suelo de barro, y Veta podía ver que había sido hecho
por dos diferentes pares de zapatos. El rastro se dividió veinte pasos
más tarde, con el conjunto más grande de pistas desviándose a lo
largo de la galería y el conjunto más pequeño continuando hacia la
pared.
Veta siguió el segundo rastro junto a la pared. En esta zona, las
estalactitas colgaban tan bajo que muchas se unían con estalagmitas
para crear una jaula de columnas de cintura delgada. Frente a esta
jaula había un gran círculo de barro perturbado. No había manchas
de sangre obvias en el lodo o en la formación misma. Pero varias de
las columnas habían sido cortadas para perforar un agujero en la
jaula.
Veta resplandeció su lámpara a través de la abertura y encontró
un suelo gris pedregoso marcado por ocho marcas de rasguños. Ella
sabía que era mejor no sacar conclusiones, pero la sugerencia era
obvia: alguien había estado arañando el suelo mientras iba siendo
arrastrado a la galería. Esparcidos por la piedra había unos cuantos
puntos oscuros que parecían salpicaduras de sangre.
Una voz crujiente y sonora resonó detrás de Veta. "¿Algo mal,
Inspectora?"
"Sí," dijo Veta. Aunque no había oído al Spartan acercarse detrás
de ella, logró evitar sacar la pistola que su mano ahora estaba
agarrando. "Puede que quieras anunciarte antes de escabullirte hasta
donde mí."
"Tenga esto en cuenta," dijo Fred-104. Si el Spartan notó que
tenía la mano en la empuñadura de su pistola, era imposible decirlo—
como de costumbre, su expresión permanecía escondida detrás de la
placa frontal de su casco. Él simplemente se dio vuelta hacia el banco
derribado, donde Halal estaba mirando en su dirección. "Wendell y
el mayor están esperando para continuar con la reunión informativa."
"Por supuesto que sí." Veta activó su auricular, luego apuntó la
linterna hacia arriba y habló en su micrófono de garganta. "Cirilo,
¿ves dónde estoy?"
"Sí, Veta, te veo."
"Dejo una tarjeta. Toma un molde de la estampa al lado de ella."
Veta puso su lámpara en las botas del Spartan. "La
necesitaremos para identificar qué huellas pertenecen a Fred-104."
Hubo una breve pausa cuando Cirilo consideró la instrucción,
luego dijo, "Lo tengo."
"Bien." Veta sacó una tarjeta numerada de evidencia de sus
pantalones de carga y la colocó junto a la bota del Spartan.
"Asegúrate de que las arañas den a esta zona un cuidadoso barrido,
las obras."
"Tú lo sabes, mamá."
Veta desactivó su micrófono y volvió hacia donde Halal.
"¿Mama? preguntó Fred, acercándose a ella. "No pareces lo
suficientemente vieja como para ser su madre."
Veta sonrió. "Como en 'mama caliente'," ella explicó. "Cirilo
puede ser un coqueto."
"Ya veo." Fred se quedó en silencio un momento y preguntó,
"¿Y no te molesta?"
Veta se encogió de hombros. "Él sabe quién es la jefa." Se le
ocurrió que sólo había una manera en que Fred podría haber
escuchado el lado de la conversación de Cirilo. Levantó la vista hacia
el Spartan y se dio unos golpecitos en la oreja. "¿Estás vigilando
nuestra red?"
"Wendell ha parchado tu señal," confirmó Fred. "Es por tu
propia seguridad, por supuesto."
"Tu IA es muy pensativa," dijo Veta. "Ya me siento más segura."
Fred inclinó su casco. "Me alegro de oírlo, señora."
Llegaron al banco derribado y se unieron a Halal, que miraba
hacia el lado posterior, hacia la tarjeta de evidencia que Veta había
colocado en el suelo de la caverna. "¿Encontraste algo allí?"
"Quizá," dijo Veta. "Sabremos más después de que Cirilo y su
gente hagan su magia. Si hay algo que encontrar, lo harán."
"Inspectora Lopis, ¿puedo sugerirle que reconsidere la
asignación de los recursos?" preguntó Wendell, hablando desde la
tableta táctica atada al brazo de Halal. "La patrulla encontró a la
Victima de Charlie en el lado opuesto de la galería, exactamente a
dieciséis metros del banco derribado. La evidencia apoya claramente
la notación del sargento Boyle."
"Estoy segura de que sí," dijo Veta. "Pero estoy buscando más
que pruebas del asesinato. Estoy buscando pistas—y errores."
"¿Errores?" preguntó Halal. "Pensé que dejé claro que estos
sitios no habían sido procesados como escenas del crimen. Hasta mi
llegada, el Batallón ni siquiera estaba clasificando—"
"Me entiende mal, Mayor," dijo Veta. "No son sus errores los
que estoy buscando. Son los del asesino—y aquí es donde los
encontraremos."
Halal se mostró escéptico. "Suena muy segura de eso."
"Lo estoy. Por lo que estoy viendo, aquí es donde ocurrió el
primer asesinato. Y eso significa que el asesino se equivocó aquí."
Veta echó un vistazo a la dirección de Fred, y añadió, "Siempre lo
hacen, la primera vez."
"No hay apoyo para esa hipótesis," objetó Wendell. "Ni siquiera
has empezado a recoger—"
"Aguarda, Wendell." Halal silenció el altavoz de la tableta
táctica, luego se volvió a Veta. "Esta fue la tercera muerte que
descubrimos. ¿Qué te hace pensar que este fue el primer asesinato?
"Porque el asesino cometió errores de novato." Veta señaló el
banco que yacía a sus pies. "Primero, no planeó su acercamiento. Ese
banco era un obstáculo para la persecución. En segundo lugar, no
tenía cuidado de controlar la situación. Atacó dos víctimas a la vez."
"¿Dos víctimas?" Halal sacudió la cabeza. "Lo siento,
Inspectora, pero la patrulla sólo recuperó un cuerpo. En cuanto al
banco, podría haber agarrado a la víctima con una mano y volcado el
banco con la otra."
"Señor, eso no es lo que los rastros indican," dijo Fred. "La
inspectora tiene razón. Parece que dos personas se estaban sentando
en este banco mientras alguien se acercaba. Se volvieron y huyeron
del atacante juntas, luego se separaron unos veinte metros del
respiradero. Una persona, probablemente una mujer, a juzgar por el
tamaño de su calzado, tomó cobertura cerca de la pared de la galería
y vio cómo murió la primera víctima. Entonces el atacante regresó y
la sacó de su escondite."
Veta se volvió hacia el Spartan. Si estaba leyendo los rastros
mejor que ella o simplemente recordando cómo había ocurrido, no
podía decir. Pero no discutió su análisis.
"No es una mala lectura," ella dijo. "Es casi como si estuvieras
allí."
Fred golpeó ligeramente el lado de su placa frontal. "Óptica
mejorada, señora. Y el seguimiento es un componente básico de
cualquier EOM Spartan."
"¿EOM?"
"Especialidad Ocupacional Militar," dijo Halal. "Pero no es
ciencia forense, Inspectora. Podría haber otra interpretación de esos
rastros."
"¿Tal cómo?"
"Tal vez no pertenezcan a una segunda víctima," dijo Halal.
"Puede que pertenezca al asesino."
"Interesante idea," dijo Veta. Ese no era el modo en que ella leía
la escena, pero Halal estaba en lo cierto—ella estaba haciendo
suposiciones. "Vamos a ver cómo juega. Muéstrame los
alrededores."
Halal tocó su tableta táctica, y cruzaron la galería con Wendell
zumbando.
"El sitio de la muerte se encuentra a dieciséis punto dos metros
del banco volcado. Mientras la escena es más expansiva y
complicada que las otras que hemos identificado hasta ahora, no hay
evidencia que apoye la hipótesis de una segunda víctima."
Llegaron a un círculo de barro húmedo y oscuro, y Wendell
anunció, "La víctima Charlie sufrió el ataque principal aquí."
El olor a descomposición no dejaba lugar a dudas de que
Wendell tenía razón. Veta pasó el haz de su linterna sobre el suelo,
eliminando las sombras proyectadas por las poderosas lámparas de
trabajo, y localizó un sendero que conducía hacia la pared de la
caverna.
"Describe la posición del cuerpo," dijo Veta. "Y la orientación."
"La Victima Charlie fue encontrada sobre su espalda con sus
piernas descansando contra la pared de la caverna, a siete metros de
aquí en el rumbo Sur 103 grados Este," informó Wendell. "Su cabeza
señalaba con rumbo Norte 42 grados Oeste."
Veta miró a Halal. "¿Traducción?"
Halal sonrió. "Su cuerpo vino a descansar allí encima." Señaló
otra mancha, ésta en la pared de la caverna. "Y su cabeza estaba
apuntando hacia nosotros."
"¿Lesiones?"
"Peor que cualquier otra cosa que hemos encontrado," informó
Halal. "Le tomó al médico un tiempo decidir que era varón."
"Así que la primera matanza fue la más brutal," dijo Veta. "Y la
primera víctima era varón."
"¿Lo encuentras significativo?" preguntó Halal.
"Por supuesto." Veta se dirigió hacia la pared de la caverna. "No
es habitual que este tipo de asesino en serie mezcle a las víctimas de
diferentes géneros, así que sabiendo que empezó con—"
"Perdona, Inspectora," dijo Fred. "Pero Linda dice que la
Inspectora Adjunta Lurone encontró algo que necesitas ver."
"¿Linda?" preguntó Veta.
"Linda-058," respondió Fred. "La escolta que envié para
proteger a tu inspectora adjunta."
El Spartan se giró alrededor de tres cuartos y miró hacia la
oscuridad entre dos lámparas de trabajo. Una pálida media luna
apareció en la pared de uno de los pequeños pasadizos que
colindaban con la caverna, y un momento después, una voz rasposa
apareció en el auricular de Veta.
"...me oyes todavía, jefa?" preguntó Senola. "Tenemos otro
cadáver... es extraño."
"En camino." Veta tocó el brazo de Halal, luego desactivó su
micrófono de garganta y apuntó hacia la ascendente y creciente luz.
"Senola encontró otro cuerpo."
"¿Tu segunda víctima?" preguntó Halal.
"Tal vez. Ya veremos." Sabiendo que el resto de su equipo
estaría monitoreando la conversación en sus propios auriculares,
Veta activó de nuevo su micrófono de la garganta. "Cirilo, sigue
trabajando en la escena principal por ahora. Asegúrate de que las
arañas lleguen a todos los sitios de sangre. Usa una capsula adicional
si es necesario."
"En ello," dijo Cirilo. "Mantente en contacto."
Con Fred a la cabeza, Veta y Halal cruzaron el área iluminada
por las lámparas de trabajo y comenzaron a subir una suave
pendiente. Alrededor de cincuenta metros más adelante, Linda-058
estaba silueteada por un círculo de luz, probablemente la linterna de
Senola que brillaba desde la boca de un pasaje que se cruzaba. De
pie más de dos metros de altura, Linda llevaba un traje Mjolnir
completo, lo mismo que Fred y el tercer Spartan acompañando al
equipo de Veta. Pero la cáscara externa lucia más femenina, forma
del reloj de arena, y su color era cobre pálido algo azulado. Y el casco
de Linda era de una vista incomoda, con un visor como de gafas y
una caja de aparatos externos montada a cada lado de las sienes sobre
el casco.
Cuando Veta y sus compañeros subieron, comenzaron a oler el
hedor de un cuerpo en descomposición, y Halal dijo, "Lo admito,
Inspectora. Estoy impresionado. Ni siquiera se me había ocurrido
buscar una segunda víctima."
Normalmente, Veta habría tenido la tentación de ofrecer una
cátedra sobre la importancia de dejar que la escena cuente su propia
historia, pero eso habría sido una pérdida de aire. Por lo que había
visto hasta ahora, Halal había sido enviado aquí para resolver el
problema primero y resolver un crimen en segundo lugar, así que la
mejor manera de ganar su cooperación sería hacerle saber que no
tenía ningún interés en hacer su trabajo difícil.
"El Ministerio envió lo mejor, Mayor," dijo Veta. "El presidente
Aponte sólo quiere que el asesino se detenga. No tiene ningún interés
en culpar al UNSC. Todo lo contrario, de hecho. Está bajo tremenda
presión para acabar con su ocupación del Centro de Vitalidad de
Montero, y nombrar a un sospechoso del UNSC le forzaría la mano."
"¿Eso quiere decir?"
"Quiero decir que es mejor para todos atrapar a esta persona tan
pronto como sea posible," replicó Veta. "Cuanto más esto siga
sucediendo, peor es para todos."
Halal guardó silencio por un momento, luego asintió. "Puedo ver
eso," dijo. "Pero si el asesino resulta ser del UNSC, todavía sería una
pesadilla política para nosotros. El juicio haría titulares hasta en la
Tierra."
"¿Juicio?" preguntó Veta. "Tienes que hacer tu investigación,
Mayor Halal. No soy una gran admiradora de los juicios."
"No estoy seguro de entender, Inspectora."
Veta destelló una sonrisa de conocimiento. "Claro que, si
entiendes," ella dijo. "Solo piensa en ello."
Halal levantó la ceja, pero no dijo nada y apartó la mirada.
Cuando se acercaron al pasaje donde se había encontrado el cadáver,
se puso la mano sobre la nariz y se detuvo unos pasos. Claramente,
no estaba acostumbrado a escenas de asesinato.
La Spartan, Linda-058, estaba de pie junto a la boca del pasaje,
su cintura alrededor del nivel con la parte superior. Senola estaba en
el lado opuesto de la abertura, con las rodillas, los guantes y el
cabello manchados de tierra.
"El cadáver está cincuenta metros atrás," dijo Senola, todavía
respirando con dificultad. Ella levantó un dispositivo redondo y del
tamaño de su mano que parecía ser en su mayoría un lente rodeado
por un anillo de lámparas—un Imager de Fuente de Luz Alterna que
grababa escenas de crímenes a través de un amplio espectro de luz
visible y no visible. "Tengo buenas fotos, así que no necesitas entrar
si no quieres. Se pone bastante apretado."
"¿Femenina?" preguntó Veta. "¿Estás segura?"
"Sin duda," dijo Senola. "Ella está en la tercera fase de
descomposición, pero todavía es reconocible."
"Bien," dijo Veta. "¿Alguna colonización de insectos? Sería
bueno tener una fecha de muerte en este."
Senola asintió. "Hay un montón de bichos diferentes," ella dijo.
"Pero no sé si tendremos archivos sobre la larva. Todos son
troglobites—blancos y ciegos, antenas del largo de mis dedos... cosas
así."
"Vamos a averiguar algo," dijo Veta. "Tiene que haber un tipo
raro en algún lugar que haya hecho carrera estudiando insectos de
cuevas."
Veta se inclinó y encendió su linterna hacía el pasaje de acceso,
luego se obligó a mirar. No fue fácil. Como adolescente, había
pasado tres semanas en el infierno, mantenida en cautiverio en un
sótano de piedra del tamaño de un armario de abrigo. Finalmente
había logrado escapar arañando la argamasa alrededor de una roca y
aplastando el cráneo de su secuestrador en papilla, pero matarlo no
la había liberado por completo—no de la manera que realmente
contaba. Todavía les temía a los espacios estrechos y al aliento que
olía a goma de tabaco y dedos de un hombre corriendo a través de su
cabello. Todavía le temía a muchas cosas.
Veta ahuyentó el recuerdo y se obligó a concentrarse. En el
centro del pasaje de arrastre, podía ver las huellas de las manos y
rodillas de Senola sobre un suelo raso en el piso. El surco tenía quizá
treinta centímetros de ancho y tan débil que casi era irreconocible.
"¿Marcas de arrastre?" ella preguntó.
"Eso es cierto, todo el camino de regreso hasta el cadáver,"
confirmó Senola. "Pero no hay señales de quién le arrastró."
Veta continuó estudiando el pasaje. Sólo un metro de diámetro,
era demasiado pequeño para un Spartan con armadura completa. Por
supuesto, la armadura podría quitarse.
A unos tres metros de distancia, Veta detectó la pastilla gris del
tamaño de un pulgar de un sensor de movimiento pegada a la pared
del pasillo. Un solo conjunto de manos e impresiones de rodillas
sobre las marcas de arrastre, corriendo hacia el sensor de movimiento
y no más lejos. Era difícil imaginar a alguien sin el olor de la mujer
muerta, así que o alguien había plantado el sensor antes de que el
olor fuera demasiado malo, o estaban equipados con filtros de
respiración.
"¿No hay rodillas ni manos que pasen por delante del cuerpo?"
preguntó Veta, confirmando lo que Senola ya le había dicho. "No
hay impresiones ni rasguños en las paredes?"
"Nada, jefa," dijo Senola. "No puedo explicarlo, pero he
comprobado con una fuente de luz alternativa, lentes magnéticas, luz
ultravioleta, infrarrojos—todo lo que tenía conmigo."
"Entonces será mejor que Cirilo tenga la escena primero."
Esperando que su alivio no fuera demasiado obvio, Veta se
apartó del pasillo y se levantó. Todo el mundo en su propio equipo
sabía de su secuestro y su problema con los espacios confinados, pero
eso no era algo que ella quería compartir con sus contrapartes del
UNSC—particularmente no cuando uno de ellos podría ser el asesino
en serie que estaba cazando. Se volvió hacia Senola.
"¿Por qué no nos enseñas las tomas fotográficas?"
"Seguro." Senola empezó a tocar los controles ALSI, luego
levantó el visor para que Veta y Halal pudieran ver. "Esta es
probablemente la más interesante."
La pantalla mostraba la figura en descomposición de un cadáver
femenino vestido con pantalones negros rasgados y una blusa
ensangrentada bordada con flores. Mientras que la causa de la muerte
no era inmediatamente evidente, sus ropas ensangrentadas y su nariz
aplastada indicaban una muerte violenta. Pero su cuerpo estaba
tendido de espalda como si estuviera descansando, con las manos
cruzadas sobre el pecho y los párpados cerrados por un par de
pequeñas piedras.
"Ahora, eso es interesante," dijo Veta.
"¿Sí?" preguntó Linda-058 por encima del hombro. "¿No ves a
mucha gente golpeada hasta la muerte en Gao?"
"Me temo que sí," dijo Veta. "Pero esta vez, parece que el
asesino sintió remordimiento."
CAPÍTULO 2

0908 horas, Julio 2, 2553 (calendario militar)


Escena del Crimen Charlie, 104 metros bajo tierra,
Sistema de Cuevas de Montero,
Distrito de Campos Silvestres, Planeta Gao, Sistema Cordoba

L os dígitos verdes de la pantalla HUD dentro del casco de Fred


mostraban un tiempo transcurrido de diez minutos y treinta y dos
segundos. Ese era el tiempo que había pasado desde que la Inspectora
Lopis había subido por última vez la ladera para mirar en el estrecho
pasadizo—técnicamente un pasadizo de arrastre—donde se había
encontrado el cuerpo descompuesto. Y ahora Lopis volvió
nuevamente por séptima vez en ochenta y siete minutos,
agachándose a su lado para comprobar el progreso de los
subordinados que claramente no necesitaban supervisión. Bajo
diferentes circunstancias, él podría haber creído que a ella le gustaba
su compañía.
Pero Fred había visto bastantes soldados luchar contra sus
demonios para reconocer lo que estaba viendo. La Inspectora Lopis
tenía miedo de los espacios confinados, y era una debilidad que ella
odiaba en sí misma. Podía darse cuenta de eso por la tensión general
de su cuerpo y por la forma en que siempre se obligaba a mirar
fijamente durante unos sesenta segundos antes de retroceder. Lo más
revelador, sin embargo, fue su pérdida de concentración. Había
dejado de intentar provocarlo, y Fred no pensó que fuera porque ella
lo había descartado como un sospechoso.
En el interior del pasadizo de arrastre, la inspectora adjunta y el
especialista en huellas se estaban preparando para retirar el cuerpo.
Habiendo ya inspeccionado, fotografiado y recogido muestras y
pruebas de cada metro del pasaje entre la entrada y la víctima, ahora
estaban extendiendo la bolsa del cuerpo sobre el cadáver, con el lado
abierto hacia abajo, con la inspectora adjunta a los pies y el
especialista en pruebas de rastreo en la cabeza. La pareja parecía
tener una sorprendente cantidad de experiencia en espacios
reducidos, porque estaban trabajando en un entorno cercano y
parecían no sentirse perturbados por el olor.
La voz de Linda sonó dentro del casco de Fred. "Teniente, tengo
al Tercer Escuadrón corredor aquí," ella dijo. "El soldado Hayes.
Dice que han encontrado otro cuerpo."
"¿Otro?" Fred no se molestó en hablar en voz baja ni ocultar su
irritación. Estaban en el Canal de Comunicación del Equipo, un canal
de haz cerrado cifrado, actualmente abierto sólo a Spartans... y a
Wendell, por supuesto. Como IA del Batallón, Wendell mantenía
una pequeña presencia en todas partes, residiendo en cualquier cosa
que tuviera un gigabyte de memoria de sobra. "Por favor, dime que
estás bromeando."
"Temo que no," dijo Linda. "Hayes dice que este parece muy
fresco. Y está en el Sitio Vivac Tango."
"¿Qué?" El Sitio Vivac Tango estaba profundamente en las
cavernas, un día entero de descenso por debajo de los caminos
pavimentados utilizados habitualmente por los turistas. Un cuerpo
fresco hasta ese punto tendría que ser un espeleólogo o un guía local
deliberadamente desafiando la orden de no acceso del UNSC. "¿Dilo
otra vez?"
"Sitio Vivac Tango."
Fred se permitió el lujo de una maldición sin voz. Otro cuerpo
significaba otro día escoltando a Lopis y a su equipo. Y en una
misión como ésta, eso era un problema. El 717° estaba aquí para
capturar a una antigua ancilla Forerunner, una que podría llegar a ser
la más sofisticada y poderosa IA jamás capturada por el UNSC. Era
el tipo de operación que podía hacer o desbaratar carreras—
especialmente la del joven comandante de la misión, Murtag Nelson.
Ochenta días militares estándar atrás—el 14 de abril de 2553,
para ser exactos—Nelson había sido un analista de campo en un
puesto de escucha de la ONI cuando un pirata en un crucero de
batalla Covenant cristalizó algunas ruinas Forerunner en Shaps III.
Después del bombardeo, un extraño patrón de transmisiones había
comenzado a emanar del Sistema de Cuevas de Montero en Gao, y
Nelson había planteado la hipótesis de que una ancilla Forerunner
estaba respondiendo al ataque. ¿Cómo había convencido a sus
superiores de su teoría? Fred ni siquiera podía adivinar. Pero no cabía
duda de que lo había hecho. La Jefa de la propia ONI, la Almirante
Margaret Parangosky, había dado a Nelson el mando del 717º
Batallón de Explotación de Xeno-Materiales, y luego asignó al
Equipo Azul a la unidad y les encargó ayudar a Nelson a capturar la
ancilla.
Pero la maldita cosa era resbaladiza. Como una IA, la ancilla
podría residir en cualquier dispositivo electrónico lo suficientemente
'inteligente' para alojarla. Y podía 'saltar' entre los dispositivos, lo
que hacía que tratar de localizar la cosa fuera similar a cazar un
fantasma. Peor aún, era un par de magnitudes más inteligentes que
cualquier IA humana—y unas mil veces más inteligentes que Fred—
así que captarla estaba lejos de ser cierto. De hecho, el Equipo Azul
y el 717° habían estado persiguiendo a la ancilla durante un mes, y
no tenían nada que mostrar por sus esfuerzos, excepto las bajas
infligidas por su complemento de drones Centinelas.
Fred había explicado todo eso cuando Halal exigió una escolta
de Spartans-II, y se había esforzado en señalar que cada hora que
gastaba el escuadrón en 'detalles de seguridad' era una hora que la
ancilla usaba contra ellos. Pero las protestas de Fred habían sido
ignoradas. Con los agitadores políticos que ya hacían ruido sobre la
'invasión' de Gao, los mandamases del Comando de la Flota habían
estado preocupados de que algún radical intentara encender la chispa
de la segunda venida de la insurrección atacando a los investigadores
de Gao y responsabilizando al 717°. Y Fred no podía decir que los
culpaba. Así era como empezaban muchas guerras, con algunos
chiflados pateando el nido de un avispón en el momento equivocado.
"¿Teniente?" preguntó Linda.
"Lo siento, solo estoy evaluando," dijo Fred. "¿Cuál es el reporte
de situación en la nueva escena?"
Un breve silencio siguió mientras Linda pedía el informe de
situación. Fred podría haber cambiado de canal y hablado con Hayes
directamente, pero prefirió mantener sus comunicaciones en el canal
cifrado de los Spartans por ahora. Había demasiada coincidencia en
estos asesinatos, demasiada que sirvió para sacar al 717° de la
misión. Si Fred hubiera estado a cargo de la investigación, no estaría
buscando un Spartan renegado o un completo psicópata. Estaría en
la caza de algún radical Gao tratando de culpar a los Spartans y hacer
que el UNSC se vea mal... alguien que quisiera presurizar al gobierno
local para que declarara una guerra que no podría ganar.
Pero, ¿qué sabía Fred? Él era sólo botas sobre el suelo.
Después de un momento, Linda dijo, "Hayes informa que Mark
y el resto de los Spartan-III todavía están trabajando con el equipo
de mapeo."
"Bien," dijo Fred. "¿Y la escena del crimen? ¿Está asegurada?"
"El Cabo Phaetus está allí con el tercer escuadrón," contestó
Linda. "Está a sólo diez kilómetros de aquí, pero Hayes dice que gran
parte del viaje es arrastre de vientre y raspado de oído."
"Muy bien. Dile al Soldado Hayes que aguarde órdenes," dijo
Fred. Phaetus y sus marines eran exploradores de reconocimiento
experimentados; no tendrían ningún problema para asegurar el área.
Pero era difícil imaginar a Lopis atravesando una serie de pasajes aún
más apretados que el pasadizo de arrastre delante de ellos. "¿Hay un
acercamiento más fácil al sitio de la matanza? ¿Uno que pueda ser
encausado sin gatear?"
Linda consultó al corredor y luego dijo, "Sólo la ruta habitual, a
través de Whisky Víctor Siete-Siete."
Fred sintió que se le apretaba la mandíbula. Se trataba de la
Entrada 77, ubicada en el Poblado de Wendosa, a unos treinta
kilómetros a través de caminos selváticos desde su ubicación actual
bajo la Clínica de Vitalidad de Montero.
"Parece que nos separaremos," dijo Kelly-087, uniéndose a la
conversación encriptada. La secretaria no oficial de Fred, Kelly
estaba colocada en el extremo opuesto de la galería de Linda,
observando su camino de regreso. "Si puedes conseguir que Lopis
limite el equipo de avance a dos personas, Hayes y yo deberíamos
ser capaces de llevarlos a Tango de una sola pieza."
"Afirmativo, Kelly," dijo Fred. "Gracias por—"
"Negativo," interrumpió Wendell. "Usted y los Spartans
seguirán aquí, sin informar a la Inspectora Lopis o a su equipo del
nuevo cuerpo. El Mayor Halal acompañará al Soldado Hayes solo a
la escena del crimen."
"¿Solo?" preguntó Fred. "Por favor, aclara."
"Tienes tus órdenes," respondió Wendell. "La aclaración es
innecesaria."
"Es necesaria si esperas que coopere," dijo Fred. "El Equipo
Azul se reporta al Comandante Nelson, no a ti ni al Mayor Halal."
Wendell permaneció en silencio casi medio segundo, y luego
dijo, "Como quieras, Teniente. El Mayor Halal necesita acceso a la
escena del crimen antes que la Inspectora Lopis y su equipo."
A Fred no le importaba la explicación. "Esa es una mala idea,"
él dijo. "Estas personas del MdPdG no son estúpidas. Sabrán si el
Mayor Halal trata de esconder algo."
Fred se sorprendió al oír que el mayor se unía a la conversación
directamente—sin duda conectado por Wendell. "No tengo intención
de manipular pruebas, Teniente. Pero yo estoy aquí para asegurarme
de que la Inspectora Lopis y su equipo no nos difamen injustamente."
Fred miró de nuevo hacia la caverna principal y vio que el mayor
pasaba por delante de la zona de ventilación, fingiendo trabajar en la
tableta táctica atada a su muñeca mientras hablaba en su micrófono.
No había Gaos a menos de treinta pies de él.
"Para hacer eso," continuó Halal, "necesito documentar la
escena del crimen antes de que los inspectores del Ministerio de
Protección tengan la oportunidad de plantar falsas pruebas. ¿Eso
tiene tu aprobación, Teniente?"
"Señor, sí, la tiene," respondió Fred. Un Teniente normal habría
sido intimidado por el tono de Halal, pero el día en que un Spartan
se dejara intimidar por un golpeador de teclas sería el día en que ese
Spartan necesite entregar su armadura Mjolnir. "Gracias por
preguntar."
Halal se detuvo y miró a Fred. "No sabía que los Spartans
estaban equipados con un sentido del humor. ¿Eso tiene costo extra?"
"No, señor," dijo Fred. "Es más un error operacional."
"Entonces esperemos que sea el único que tienes," dijo Halal.
"Ahora, harás lo que te pidan. ¿Cierto?"
"Afirmativo," dijo Fred. "¿Y el resto de las visitas a la escena
del crimen?"
"La inspectora especial es obviamente alguien que prefiere sacar
sus propias conclusiones," dijo Halal. "Pero le di una tableta de datos
cifrada con una copia de mi informe completo y notas actuales. Creo
que la dejó en la Comadreja. ¿Algo más?"
"No señor. Eso lo cubre," dijo Fred. "Linda, antes de que Hayes
se marche con el mayor, asegúrate de que tengas un mapa de su ruta."
La luz de estado de Linda parpadeó en verde en el HUD de Fred.
Él se dio vuelta hacia el pasillo, donde la gente de Veta Lopis había
terminado de sellar el cadáver en su bolsa de cuerpo y ahora estaban
cuidadosamente transportándolo hacia la entrada. Dado los estrechos
cuartos, todo lo que Fred podía ver de la operación eran las plantas
sucias y la parte trasera del especialista en pruebas de rastro.
Todavía de pie junto a Fred, Lopis se dio vuelta y miró hacia la
caverna principal. "¿A dónde se dirige el Mayor Halal?"
"Hemos estado aquí hace mucho tiempo, señora," dijo Fred.
"Probablemente necesite usar el baño."
"¿Te consulta siempre primero?" preguntó Lopis. "Te vi
mirando hacia él. Parecía que estuvieran en comunicación."
"Esta caverna es considerada una zona de conflicto," dijo Fred.
"Y el Mayor Halal no estaba familiarizado con el protocolo."
"¿Tienen un protocolo para orinar en las cuevas?" preguntó
Lopis.
"El UNSC tiene protocolos para todo, señora," dijo Fred.
"¿Cuánto más vamos a estar aquí abajo?"
"¿Por qué? ¿Tienes que estar en algún otro lugar?"
"De hecho, sí," dijo Fred. "Tengo una misión que cumplir."
"¿Y eso sería?"
"Clasificado, señora," no había escapado a la atención de Fred
que Lopis lo estaba salpicando con preguntas casi inocuas, sólo para
que él tuviera el hábito de responder. "Con todo el debido respeto."
"Lo siento," dijo Lopis, pareciendo completamente indolente.
"No quisiera que revelaras algún secreto del UNSC."
"Agradezco su preocupación, señora," dijo Fred. "Ahora, ¿sobre
esa estimación de tiempo?"
"Depende de la víctima." Lopis volvió a mirar el apretado
pasadizo, que permanecía oscurecido por la parte trasera del
especialista en pruebas. Se detuvo un momento y dijo, "Espero que
no te importe otra pregunta, Spartan, pero está bastante claro que no
podrías encajar en ese pequeño pasadizo—al menos no en tu
armadura. Así que, si algo ocurriera, ¿cómo protegerías a mi gente?"
"Probablemente no podría," admitió Fred. "Pero si algo
sucediera, puedes estar segura de que no dejaría que le sucediera a
nadie más."
Lopis alzó una ceja. "Así que este algo. . . ¿Es tan peligroso?"
Fred vaciló, dándose cuenta de que acababa de entrar en una
emboscada verbal. No podía admitir que estaba protegiendo a Lopis
y su equipo de los Centinelas Forerunner sin decirle sobre la ancilla
que los controlaba, y cualquier mención de los Forerunners o la
ancilla estaba estrictamente prohibida bajo la directiva Foxtrot
Tango Angel 7012. De acuerdo con la reunión informativa de la
misión, la gente de Gao—como la mayoría de los humanos—sabía
justo lo suficiente sobre los Forerunners para comprender que la
adoración del Covenant por ellos había sido una fuerza impulsora
detrás de la guerra contra la humanidad. Pero pocos civiles
comprendían lo avanzados que eran los Forerunners, la potencia
milagrosa y poderosa de su tecnología y la Oficina de Inteligencia
Naval estaba decidida a mantenerlo así—al menos hasta que el
UNSC hubiese acaparado el mercado de artefactos Forerunner.
"Vamos, Teniente," prosiguió Lopis. "No estarías aquí si no
hubiera algo peligroso. Si hay alguna posibilidad de que sea quien
estamos persiguiendo—"
"Entonces esto sería oficialmente un asunto militar," dijo Fred,
"y tú no estarías aquí después de todo."
"¿Y esperas que acepte eso?"
"No tengo ninguna expectativa sobre lo que aceptas o no
aceptas, señora," dijo Fred. "Simplemente estoy declarando la
situación. Estoy aquí para protegerte de cualquier cosa que esté aquí
cerca y quiera matarte con fuerza bruta. Eso es todo lo que puedo
decirte. No vuelvas a preguntar."
Lopis entrecerró los ojos. "¿O qué... Fred?"
"O vas a estar perdiendo tu tiempo." Fred le agradaba su temple.
Tenía casi la mitad de su estatura y un tercio de su masa, incluso sin
armadura, con pómulos altos y grandes ojos oscuros que la hacían
parecer más una modelo que una investigadora de homicidios. Y sin
embargo aquí estaba ella, tratando de intimidar a un Spartan.
"Señora."
"Mi tiempo es mío para gastarlo, Fred," dijo Lopis. Interesante
porque ahora se refería a él por su nombre de pila, y no por Spartan.
"Y hasta que el Comandante Nelson diga lo contrario, también lo es
el tuyo. ¿Estamos claros?"
"Suficientemente claros." Fred se dio vuelta hacia la escena del
crimen, donde dos figuras pálidas con monos de capucha cruzaban
el suelo de la caverna en una búsqueda en cuadrícula. "¿Eso significa
que debería preparar a alguien para que defienda una posición de
acampada?"
Lopis estudió la búsqueda de evidencias por un momento, luego
sacudió la cabeza. "No. Deberían terminar en un par de horas."
"¿Ellos?" preguntó Fred. "¿No te vas a quedar?"
"Mi examinador médico querrá comenzar con este cuerpo tan
pronto como sea posible, y quiero ver cuando el Comandante Nelson
llegue a nuestras instalaciones. Tengo la sensación de que vamos a
necesitar una morgue de buen tamaño."
"Muy bien." Fred se sintió aliviado de que no fuera necesario
pensar en otra explicación para la ausencia de Halal. "La Comadreja
del Túnel nos puede devolver al ascensor."
"No tienes por qué venir," dijo Lopis. "Estoy segura de que el
conductor de la Comadreja puede encontrar el camino por su cuenta."
"No me preocupa que te pierdas por el camino," dijo Fred. "El
Comando de la Flota tendría mi armadura si dejo que alguien saque
a la investigadora principal del MdPdG."
Los ojos de Lopis brillaron de rabia. "Puedo cuidarme,
Teniente."
"Estoy seguro de que puedes, en contra de las amenazas que
entiendes," dijo Fred. Cuando la expresión de Lopis no mostró
ningún signo de ablandamiento, añadió, "Míralo de esta manera,
Inspectora. En el camino de regreso, tendrás tiempo de sobra para
descartarme como sospechoso."
"¿Qué te hace pensar que eres sospechoso?" preguntó Lopis.
"El informe de asignación," replicó Fred. "Lo primero que dijiste
al Mayor Halal fue que 'todos serían sospechosos'."
Esto dibujó una sonrisa irónica en Lopis. "Está bien, pero no
esquives las preguntas. Te pregunto, dame una respuesta honesta.
¿De acuerdo?"
"Afirmativo," dijo Fred. "Y ni siquiera me tienes que aconsejar
sobre mis derechos."
"Esto es Gao, Fred. No tienes derechos." Lopis miró hacia la
oscuridad en el otro extremo de la galería, donde Linda estaba
vigilando al enemigo. "Comencemos con el Mayor Halal ¿A dónde
fue él?"
"Estoy bajo las órdenes de no revelar eso, señora." Fred inclinó
su casco hacia ella. "Y esa es una respuesta honesta."

Quince minutos más tarde, el tercer carro había sido desconectado de


la Comadreja del Túnel y se había quedado atrás para que el equipo
de investigación tuviera acceso a su equipamiento mientras el tranvía
estaba ausente. Veta y Fred estaban montados por separado en los
dos asientos de pasajeros de la unidad de tractor, mientras Fred
vigilaba, Veta estudiaba el informe de Halal sobre la tableta de datos
militar que había dejado para ella.
El trabajo del mayor era bueno, si era preliminar. Había creado
un cronograma de muertes confirmadas, incluyendo quién había
descubierto los cadáveres y cuándo las víctimas habían sido
encontradas, vistas por última vez con vida y cuando se esperaba que
regresaran. Había observado cuidadosamente las lesiones de cada
víctima, destacando las que sugerían un patrón. Y había puesto en
marcha una mesa de sospechosos, con columnas de medios, motivo
y oportunidad. Era algo básico, para el fundamento de cualquier
buena investigación de asesinatos.
En la cima de la lista de sospechosos estaba un RADICAL
DESCONOCIDO DE GAO. Veta pensó que el motivo de la lista—aplicar
presión política—era probablemente sano, pero los medios parecían
improbables. Debido a que las víctimas habían sufrido un tremendo
trauma físico, Halal había anotado ¿EXOESQUELETO INDUSTRIAL?
¿HERRAMIENTAS NEUMÁTICAS? Veta no podía descartar ninguna de
las dos posibilidades hasta que inspeccionara las vías de acceso a las
escenas de los asesinatos, pero parecía un poco extravagante pensar
que alguien podría introducir tal equipo pesado en la caverna sin ser
notado o dejar un rastro evidente.
Lo siguiente en la lista de Halal era PERSONAL DESCONOCIDO DEL
UNSC. Las entradas eran similares a las de un radical desconocido de
Gao, a excepción de que el motivo se enumeraba como posibles
problemas psicológicos, con una nota para que Wendell comprobará
los archivos personales del batallón. Veta sospechaba que un soldado
podía tener acceso a un arma o equipo capaz de aplastar fémures y
arrancar miembros, pero de nuevo habría el problema de meterlo
desapercibido en la caverna—y los marines comunes rara vez se les
concedía la cantidad de privacidad que habría tomado asechar y
matar a tantas víctimas en menos de dos semanas. Tendría que
comprobarlo, pero Veta necesitaría una razón adicional para hacer
de esto una alta prioridad.
Las notas más detalladas de Halal fueron para los SPARTAN-IIS:
FRED-104, LINDA-058 Y KELLY-087. Claramente, el mayor sentía—
como lo hacía Veta—de que con sus armaduras potenciadas Mjolnir,
los tres Spartans tenían los medios más convenientes para cometer
los asesinatos. Pero le había pedido a Wendell que cruzara cada uno
de sus lugares conocidos con la cronología de los asesinatos y, si bien
había un poco de conjetura en algunos de los momentos estimados
de la muerte, quedaba claro que ninguno de los Spartan II tuvieron
la oportunidad de cometer todos los asesinatos. Todos habían sido
contabilizados en el momento de al menos dos muertes.
El último elemento se lee simplemente REDACTADO. Las
oportunidades y los medios estaban inscritos como signos de
interrogación y el motivo que se leía era ¿DISTRACCIÓN?
Veta alcanzó la parte trasera de su asiento y mostró la tableta de
datos a Fred, colocando un dedo debajo de la entrada que decía
redactada. "¿Puedes decirme qué sería eso, Teniente?"
"Por supuesto, señora," replicó Fred. "Clasificado."
Veta frunció el ceño. "Esta respuesta está empezando a
envejecer, Fred."
"Mis disculpas, Inspectora," dijo Fred. "Trataré de pensar en una
manera más entretenida de decirlo."
Veta suspiró frustrada. "No es necesario," dijo ella. "Pero, sea
cual sea esta cosa redactada—"
"Podríamos designarlo 'Objetivo Alfa'," sugirió Fred. "De esa
manera podemos estar claros de lo que no estamos hablando."
"Bien," dijo Veta. "¿Qué es Objetivo Alfa?"
"No puedo hablar de eso."
"¿Qué podría ganar Objetivo Alfa causando una distracción?"
"Tendrías que preguntarle a Objetivo Alfa," dijo Fred. "O al
Mayor Halal. Él es el que hizo la nota."
"¿Pero este Objetivo Alfa, redactado, sea lo que sea, podría ser
el responsable de estos asesinatos?"
"El Mayor Halal parece pensar que es una posibilidad." Fred
hizo una pausa, claramente pensándolo, luego dijo, "Y no puedo dar
por seguro que no lo sea."
Cuando él lo elaboró, Veta decidió seguir empujando. "¿Pero?"
"Pero no tiene sentido. La última cosa que Objetivo Alfa quiere
es llamar la atención con esta juerga de asesinatos." Fred movió su
dedo a la parte superior de la lista y tocó la entrada RADICAL
DESCONOCIDO DE GAO. "Eso es lo que estamos buscando."

"¿Cómo lo sabes?"
"No es complicado," dijo Fred. "Son los que tienen más que
ganar con este lío."
"Eso no es evidencia."
Fred se encogió de hombros. "Encontrarás la evidencia," él dijo.
"Eso es lo que tú haces."
"Así es, pero ¿y si la evidencia no apunta a un radical? preguntó
Veta. "¿Y si apunta a un Spartan?"
Fred señaló la tableta de datos. "Me parece que el Mayor Halal
ha descartado a los Spartans."
"No soy el mayor," dijo Veta. "Pero hablemos del resto del
batallón primero. ¿Qué tan grande es?"
"Casi novecientas personas."
"¿Novecientos? Me estás tomando el pelo."
"No, señora," dijo Fred. "Tres compañías de combate, las
unidades científicas, una compañía de seguridad y un par de
compañías de apoyo."
"¿Y qué hay del equipamiento?" preguntó Veta. "¿Hay algo que
alguien pueda usar para aplastar los huesos de esta manera y arrancar
las extremidades?"
"Probablemente," dijo Fred. "Nada especial me viene a la mente,
excepto quizás un andador de carga o un cargador de municiones.
Pero sería difícil traer algo de ese equipo aquí sin ser visto."
"¿Qué tan grande es?" preguntó Veta. "¿Quieres darme una
pista?"
"Son exoesqueletos potenciados," dijo Fred. "Alrededor de tres
metros de altura y probablemente dos de ancho. El andador de carga
tiene patas y pastillas; estaría bien en el concreto, pero si entramos
en el barro o las rocas, estaríamos en problemas. El cargador tiene
pistas. Probablemente podría ir a cualquier parte—pero sabrías que
había estado allí. El rastro sería obvio."
Veta asintió. Se trataba de lo que ella esperaba, pero asignaría a
alguien a revisar el resto del equipamiento del batallón. "¿Qué hay
de las armas?" preguntó Veta. "¿Alguna cosa de combate cuerpo a
cuerpo que pueda causar lo que estamos viendo?"
"No, señora," dijo Fred. "Cualquier batallón tiene un montón de
armamento que puede arrancar partes a una persona. Pero nuestras
armas están diseñadas para matar rápidamente, eficientemente, y
generalmente a distancia. Cualquier cosa diseñada para causar una
muerte lenta como esa... bueno, no lo encontrarás en un arsenal de la
infantería."
Veta hizo una pausa y luego dijo, "Entonces supongo que eso
deja tu propia armadura Mjolnir. ¿Cuántos Spartans están asignados
al batallón?"
Fred no respondió de inmediato.
Veta dejó escapar el aliento. "Por favor, no me digas que eso
también está clasificado."
"Lo es," dijo Fred. "Pero tengo autorización para compartir
información personal con usted. Hay ocho Spartans unidos al 717°."
"¿Ocho?" Veta revisó la lista de sospechosos de Halal otra vez.
"Halal sólo enumera tres—tú, Kelly-087 y Linda-058."
"Probablemente porque somos los únicos tres que llevan la
Mjolnir," explicó Fred. "Los otros cinco llevan la SPI."
"¿SPI?"
"Armadura Semi-potenciada de Infiltración," dijo Fred. "No
aumenta significativamente la fuerza ni la agilidad, así que supongo
que el mayor no vio la necesidad de crear una categoría separada para
los Spartan-III."
"¿Por qué no?" preguntó Veta. El Ministerio de Protección había
compartido su inteligencia con los Spartans, por lo que sabía que
había diferentes tipos, y que tanto los Spartan II como los III eran
inimaginablemente fuertes, rápidos y mortales. Desafortunadamente,
se trataba de la extensión de la inteligencia del Ministerio. El
expediente había especulado sobre la posibilidad de criterios
especiales de selección y mejora biológica, pero de otro modo
parecía no tener ninguna explicación en absoluto por su destreza.
"Por lo que yo entiendo, tanto los Spartan-II como los Spartan-III
tienen fuerza sobrehumana incluso sin armadura potenciada."
"Eso no tiene sentido," dijo Fred. "Ninguno de nosotros tiene la
fuerza para aplastar fémures o rasgar brazos con nuestras manos
desnudas."
Veta consideró la respuesta de Fred, tratando de averiguar cómo
podía comprobar el reclamo, y finalmente se dio cuenta de que no
podía. A menos que encontrará pruebas documentadas de que un
Spartan realizará una hazaña similar en el pasado, sencillamente no
tenía forma de probar o refutar la afirmación del teniente.
"¿Estás seguro de eso?" preguntó Veta. "Has visto lo que incluso
la gente normal puede hacer cuando su adrenalina se pone en
marcha."
"Inspectora Lopis, estoy seguro." El tono de Fred se hizo severo.
"Los Spartans pueden ser sobrehumanos... pero no son asesinos en
serie."
La Comadreja del Túnel entró en una inmensa cámara llena de
agua rugiente y siguió una suave curva hacia una zona de carga bien
iluminada frente al ascensor de pasajeros con paredes de vidrio.
Cincuenta metros más adelante, justo más allá de una zona de
asientos empedrados y llenos de mesas, bancos y un puesto de
concesiones ahora cerrado, una enorme cascada iluminada por focos
dorados caía desde el techo de la caverna y desaparecía por el suelo
hasta una piscina en alguna parte muy por debajo.
Cuando el tranvía se detuvo, un par de marines del UNSC en
BDUs negros se alejaron de la entrada del ascensor y saludaron a
Fred. Ambos tenían el pelo arenoso, cortado al ras y mandíbulas
cuadradas. De hecho, la única diferencia que Veta podía ver entre
ellos era que uno tenía ojos marrones y uno tenía ojos verdes.
"Bienvenido, señor," dijo Ojos verdes. Miró la bolsa del cuerpo
del segundo coche. "¿Necesita hacer un reporte de acción?"
"No en absoluto, Soldado." Fred salió de la unidad del tractor,
golpeó su rifle de batalla contra el soporte magnético de su armadura
y sacó la bolsa del segundo carro del tranvía. Lo colocó sobre su
antebrazo, como un camarero haría con una toalla. "No es una de las
nuestras."
"Es bueno saberlo, Teniente." El soldado asintió a su compañero
de ojos marrones, que retrocedió al ascensor y apretó el botón de
llamada. "Buen viaje, señor."
El ascensor se abrió. Veta se apretó a través de la puerta detrás
de Fred. Ella sintió que su estómago se hundía cuando el carro del
ascensor empezó a levantarse, y ella rápidamente se encontró
mirando hacia abajo sobre la cascada dorada de arriba. Una vez que
el ascensor había salido de la caverna y entró en un eje de piedra
ascendente hacia la superficie, Veta abrió un archivo en la tableta de
datos.
"Teniente, tal vez puedas darme los nombres y los números de
identificación de aquellos Spartan-III que mencionaste." ella dijo.
"Solo necesito revisar sus ubicaciones en contra de la línea de
tiempo, así puedo descartarlos."
"Será un placer, Inspectora." Fred sonó como si estuviera
hablando con los dientes apretados. "Tom-B292, Lucy-B091—"
"¿Y sus apellidos?"
"Ninguno," dijo Fred. "Mark-G313, Olivia-G291 y Ash-G099."
"¿Y los prefijos B y G?" preguntó Veta.
"Las compañías en las que se entrenaron," explicó Fred. "Beta y
Gamma."
El ascensor alcanzó la superficie, y la luz anaranjada de Gao
inundó el coche. Después de la oscuridad de las cavernas, Veta quedó
cegada durante un par de segundos, y cuando la puerta se abrió, se
sorprendió al oír voces enojadas resonando por el patio.
Una pequeña mano agarró a Veta por el bíceps y rápidamente la
sacó del ascensor. "Más vale seguir adelante, señora," dijo una mujer
marine. "Hemos tenido informes de que algunos de ellos están
armados."
Mientras su visión se aclaraba, Veta vio una pared de marines
del UNSC a cincuenta metros de distancia, sosteniendo sus rifles de
asalto en los brazos a babor y frente a la puerta de entrada cerrada
del Centro de Vitalidad de Montero. Más allá de los soldados, al otro
lado de la puerta de hierro forjado, podía ver pancartas y listones
ondeando contra una cortina de niebla en la selva.
Fred salió del ascensor detrás de Veta, todavía llevando el
cuerpo embolsado sobre su antebrazo, y se dio vuelta hacia los
terrenos del spa.
"Espero que trabajes rápido, Inspectora Lopis," él dijo. "Porque
este caldero está a punto de hervir."
CAPÍTULO 3

7.46 mil millones de ciclos de reloj del sistema después de cesar


la estasis
324 metros bajo tierra, ventila de extracción de calor 3012
Base de apoyo 4276 de Jat-Krula, Cavernas de servicio
Sistema Karst Edod 9, Planeta Edod, Estrella Coro
(Designación Humana: Distrito de Campos Silvestres, Planeta
Gao, Sistema Cordoba)

U n gemido bajo, gutural y claramente humano, rodó desde una


intersección adelante. Ojo Intrépido se detuvo de inmediato y flotó
hacia una cúpula cercana, invirtiendo su voluminosa piel de
mantenimiento para así poder seguir observando la zona sin
exponerse a ser vista. Con diez brazos de utilidad colgando debajo
de una carcasa de instrumento en forma de campana, la piel tenía una
tendencia a atraer atención no deseada.
Pero Deambula Solo continuó alegremente adelante, cruzando
frente al conducto justo cuando un haz de una lámpara se disparaba
para dividir la oscuridad del pasaje principal. El Huragok fue
atrapado en un cono azul de luz por unos pocos cientos de ciclos de
reloj, una silueta en forma de casco con un cuerpo grumoso y varios
tentáculos largos, flotando casi un metro por encima del suelo de la
caverna. El rayo de la lámpara avanzó rápidamente y Ojo Intrépido
esperó que el humano no hubiera registrado la presencia del
Huragok.
Entonces una voz siseó, "¿Qué fue eso, Hayes?"
El rayo de la lámpara dejó de moverse.
"¿Qué fue que, Mayor?" Esta voz—el que se llamaba Hayes, sin
duda—era más tranquila que la primera y estaba más cerca de la boca
del conducto. "Estaba mirando el barro."
"Adelante de nosotros," el primer humano—el Mayor—susurró.
"Como una medusa flotando en el aire. Verde, tal vez un metro de
diámetro."
"Ni idea." La respuesta de Hayes era apenas audible para los
micrófonos innecesarios en la piel de mantenimiento que Ojo
Intrépido ocupaba en la actualidad. "Mejor agárrese fuerte, Mayor."
El rayo de la lámpara se apagó y los dos humanos se fueron
silenciando. Ojo Intrépido permaneció invertida en la cúpula,
esperando a que la pareja se moviera más adelante—y esperando que
Deambula Solo no fuera demasiado inquisitivo. Un raro Huragok
biológico del rango de los Trabajadores de Vida, sólo recientemente
había empezado a encontrar especies de la superficie, y su insaciable
curiosidad por ellas se estaba convirtiendo en una distracción que
ella no podía permitirse.
Habían pasado setenta y seis rotaciones planetarias desde que
una señal de socorro automatizada de la Instalación 444-447 de Jat-
Krula había despertado a Ojo Intrépido de su estasis. Sus muchas
solicitudes por un informe de estado seguían sin respuesta, y su
propio intento de lanzar un drone de reconocimiento había
provocado un derrumbe masivo, desencadenando un desastre que
había dejado la Base de Apoyo Encubierta 4276 completamente no
funcional. Al parecer, el accidente también había dañado la red de
comunicaciones externas de la base, ya que la única respuesta al
llamado de Ojo Intrépido por asistencia había sido una infestación de
humanos en las cavernas de servicio.
Estaban por todas partes. Mientras Ojo Intrépido trataba de
localizar el problema con la matriz de comunicaciones, ella estaba
constantemente evitándolos. Los encontraba cabalgando a través de
los túneles de ventilación en sus vehículos primitivos, sentándose y
hablando cerca de los respiraderos de vapor, pegados alrededor de
los conductos de drenaje. Una vez, incluso se encontró con varios de
ellos bañándose en un estanque de sedimentación, riendo y
chapoteando sin pensar en el daño que estaban haciendo al sistema
de filtración.
Ojo Intrépido había tenido la tentación de manejar ese problema
con unos cientos de voltios de electricidad, pero tal ataque habría
sido una grave violación del protocolo. Las Bases de Apoyo
Encubiertas de Jat-Krula estaban diseñadas para ser indiscernibles
del terreno nativo, y habría sido impensable que una ancilla de clase
archeon pudiera comprometer una en un simple ataque de pánico.
Por fin, un bajo susurro resonó en el conducto, y Ojo Intrépido
observó en el infrarrojo como un humano ligeramente blindado—
Hayes, supuso—entró en el pasadizo principal. Estaba acunando un
arma de proyectil en ambos brazos y rotando su casco de ida y vuelta,
sin duda con su propio sistema de imágenes térmicas para
inspeccionar el área.
Deambula Solo no pudo resistir la tentación. Los hombros del
soldado apenas habían despejado la boca del conducto cuando el
Huragok empezó a descender desde arriba, con los tentáculos
extendiéndose para iniciar un examen.
Hayes gritó de sorpresa y rodó sobre su costado, balanceando su
arma hacia el Huragok.
Ojo Intrépido no tenía elección. Golpeó al humano con tres mil
voltios.
El brillo del destello deshabilitó su imagen infrarroja, por lo que
cambió a óptica. Hayes estaba tumbado boca arriba, colgando fuera
del conducto y atrapado en la agonía de una convulsión. Su armadura
de pecho estaba resplandeciente por el calor del golpe, su arma
chocaba contra el suelo de la caverna cada vez que sufría un espasmo
y apretaba de nuevo el gatillo. Deambula Solo se posó sobre el
soldado golpeado, esperando que el arma cayera en silencio para
poder salvar al humano.
Era una intención que Ojo Intrépido esperaba. Al igual que todos
los Huragok, Deambula Solo vivía para mantener y reparar, lo que
significaba que se sentía obligado a reparar cualquier forma de vida
dañada que encontrará. Al principio Ojo Intrépido había estado
dispuesta a complacer las compulsiones del Huragok, incluso entre
los humanos, porque Deambula Solo siempre tenía cuidado de
eliminar cualquier recuerdo de su presencia. Pero eso no impedía que
sus pacientes se dieran cuenta de que habían sido curados mientras
estaban dentro de las cavernas. La noticia se había extendido, y ahora
los humanos desesperadamente enfermos habían comenzado a entrar
en el sistema de las cuevas en busca de su propia cura.
El arma de fuego de Hayes finalmente agotó sus municiones y
se quedó en silencio. Ojo Intrépido rápidamente salió de la cúpula,
donde únicamente Deambula Solo podría verla, y comenzó a torcer
los brazos de utilidad de la piel de mantenimiento a través de una
aproximación tosca de la lengua de signos de los Huragok.
<<Déjalo. Demasiado peligroso.>>
Deambula Solo alargó su cabeza de tallo y giró tres ojos hacia
Ojo Intrépido, luego suscribió, <<Él está sufriendo.>>
<<No puede ser ayudado,>> Ojo intrépido respondió.
Los recién llegadas—los soldados—eran el verdadero problema
de Ojo Intrépido, por supuesto. Habían comenzado a mapear las
cavernas de servicio y avanzaban hacia el corazón de la base de
apoyo. Sospechando que estaban buscando a Deambula Solo, Ojo
Intrépido había transmitido otra solicitud de ayuda de emergencia.
Entonces, con la esperanza de ganar tiempo para que la ayuda
llegará, había activado sus Centinelas Agresores y los había desatado
sobre los soldados.
Seiscientos millones de ciclos de reloj del sistema más tarde—
casi una semana, como los humanos medían el tiempo—Ojo
Intrépido había llegado a la mitad del complemento de Centinelas, y
todavía no había recibido ayuda. Cambiando de estrategia, ella se
había arriesgado a escuchar las comunicaciones de los soldados—y
se enteró de que la situación era mucho peor de lo que había
imaginado. No sólo los soldados eran conscientes de la existencia de
la Base 4276, sino que la estaban cazando a ella en lugar de a
Deambula Solo.
Sin embargo, Ojo Intrépido también había aprendido que los
soldados eran visitantes no deseados en Gao, con sólo un corto
tiempo para cumplir su misión antes de que sus anfitriones reticentes
los obligaran a retirarse. Y allí fue cuando Ojo Intrépido había
entendido cómo detenerlos.
Deambula Solo continuó flotando por encima de Hayes.
<<Déjalo,>> Ojo Intrépido suscribió nuevamente. <<Deja que
se vuelva a recuperar por su cuenta.>>
Una ondulación negativa recorrió los tentáculos de Deambula
Solo. <<No se recupera. Morirá.>>
<<Mejor él que tú,>> Ojo Intrépido suscribió. <<Y es mejor su
muerte a que nos capturen. Nuestra principal directiva es permanecer
ocultos.>>
Los tentáculos de Deambula Solo cayeron flojos, y por mil
ciclos de reloj, Ojo Intrépido pensó que él podría en realidad
obedecer su orden.
Entonces los tentáculos del Huragok comenzaron a ondular de
nuevo. <<El problema puede ser solucionado.>>
Antes de que Ojo Intrépido pudiera objetar, Deambula Solo se
dejó caer frente al conducto, luego extendió tres tentáculos y los
envolvió alrededor del brazo de Hayes.
El compañero del soldado, el Mayor, no entendía, por supuesto.
Desde el conducto emergió una mano humana sosteniendo un arma
de mano. Un par de fuertes golpes resonaron a través de la caverna,
y Deambula Solo salió dando vueltas por el pasillo, sus bolsas de gas
silbando mientras él perdía la flotabilidad.
Ojo Intrépido se disparó hacia adelante y sintió cuatro rondas
perforar la capa exterior de su piel de mantenimiento.
Afortunadamente, la máquina era tan robusta como simple, y
ninguna de las balas golpeó nada más crítico que un cilindro de
accionamiento. Extendió un brazo de utilidad y activó un
electroimán, luego escuchó nudillos saltando cuando el arma fue
arrancada de la mano del Mayor. El humano gritó sorprendido, y el
arma resonó en la almohadilla de hierro de Ojo Intrépido.
Un centenar de ciclos de reloj más tarde, más rápido de lo que
cualquier humano podría haber reaccionado, una solicitud del Mayor
por refuerzos se extendió a lo largo de un amplio espectro de
longitudes de onda. Hasta el fondo, había pocas posibilidades de que
la transmisión alcanzará a alguien que no estuviera en una línea
directa de visión, pero Ojo Intrépido activó un foco de todos modos
y se movió hacia adelante para iluminar su haz en los estrechos
confinamientos de la cueva.
Sólo encontró a un hombre desarmado entrecerrando los ojos en
la luz, con el rostro contorsionado por el miedo y la confusión.
"MAYDAY, MAYDAY," él continuó la transmisión. "EL MAYOR
IRA HALAL ESTÁ BAJO ATAQUE. ENVÍEN AYUDA A—"
La transmisión terminó en un estallido de estática cuando Ojo
Intrépido interfirió quince de las dieciséis frecuencias que estaban
siendo utilizadas.
Sobre la frecuencia restante, Ojo Intrépido demandó,
"IDENTIFÍCATE. ¿POR QUÉ NOS ATACÓ TU HUMANO?"
"EN RESPUESTA A TU DEMANDA: INFORMACIÓN CLASIFICADA," la
entidad dijo, "EN RESPUESTA A TU PREGUNTA: AUTODEFENSA.
AHORA, IDENTIFÍCATE Y ENTRÉGATE."
Ojo Intrépido hizo una pausa de unos cientos de ciclos de reloj
mientras trazaba la fuente de la transmisión a un primitivo
procesador de información atado al antebrazo del Mayor.
Claramente, la entidad dentro del procesador estaba tratando de hacer
contacto con la matriz de comunicación primaria de los soldados.
Dado eso los soldados eran de otro mundo, la matriz podría
probablemente tener acceso a un dispositivo de comunicaciones
interestelar—tal vez un transmisor supraluminar o incluso un relé de
entrelazado cuántico, algo que Ojo Intrépido podría tomar y usar
para contactar a la ecúmene Forerunner.
"PETICIÓN DENEGADA," Ojo Intrépido respondió al procesador.
Ella disparó una madeja de cables autoguiados en el conducto y
los envolvió alrededor del codo del Mayor, luego comenzó a atraer
al soldado hacia ella. Él luchó con su mano libre, sacando un cuchillo
de su cinturón y acerró los cables. La hoja era demasiado blanda
como para dañar la carcasa, pero el Mayor estaba cortando
salvajemente y golpeando la pared tan a menudo como lo hacía con
los cables.
Ojo Intrépido no se preocupaba por los arañazos que el hombre
estaba infligiendo en las paredes, pero no podía permitirle que dañara
ese primitivo procesador de información, no cuando era su mejor
esperanza de saber por qué no había recibido respuesta de la
Instalación 444-447 o cualquier otra en el ejército de la ecúmene.
Antes de continuar, Ojo Intrépido activó la lente trasera de la
piel de mantenimiento y vio a Deambula Solo presionado contra la
pared más alejada del pasaje. Estaba luchando por mantenerse a flote,
con su cabeza de tallo acurrucada para poder inspeccionar los
agujeros en una celda de gas desinflada. Satisfecha de que el
Huragok no pudiera ser capaz de ponerse más en peligro mientras
ella sacaba al Mayor hacia el pasaje principal, Ojo Intrépido
cuadruplicó la tasa de extracción.
El Mayor gritaba y acerraba los cables con más ferocidad. No
acertó por mucho, cortando su propio brazo y manchando las paredes
con sangre. Más aterrorizado que nunca, levantó las piernas y apoyó
los pies contra el techo para intentar encajarse en el estrecho
conducto.
Era un plan mal concebido, pues las articulaciones humanas
raramente tenían la resistencia a la tracción para detener un torno
mecánico. Hubo un fuerte estallido, luego el Mayor gritó. Un brazo
descolgado salió volando del conducto y rebotó en la carcasa del
cuerpo de la piel de mantenimiento.
Ojo Intrépido cogió cuidadosamente el miembro con una
herramienta de abrazadera, luego lo levantó de modo que el
procesador atado a la muñeca estuviera directamente enfrente de la
lente óptica de la piel de mantenimiento.
"ERES UNA INTELIGENCIA ARTIFICIAL HUMANA," observó Ojo
Intrépido, ignorando los gritos del Mayor. "DIME TU NOMBRE."
"INFORMACIÓN CLASIFICADA," respondió la IA.
"RESPUESTA INACEPTABLE," Ojo Intrépido formuló una rápida
rutina parasitaria y la colgó en un programa de infiltración, luego lo
cargó en su transmisor y repitió, "DIME TU NOMBRE."
"INFORMACIÓN CLASIFICADA," repitió la IA. "Y TU PROGRAMA
DE INFILTRACIÓN ES UN DESPERDICIO DE TIEMPO DE PROCESAMIENTO.
TENGO LA MEJOR ENCRIPTACIÓN Y PROTOCOLOS DE BLOQUEO."
Mientras la IA humana hablaba, Ojo Intrépido comenzó a
recuperar los paquetes de datos asociados con cada palabra,
construyendo una imagen de su rival. La información clasificada
estaba designada como 'Wendell'. Sus defensas 'de vanguardia'—
horriblemente primitivas según los estándares de una ancilla
archeon, por supuesto—habían sido creadas por algo llamado la
'ONI', la Oficina de Inteligencia Naval. Y los protocolos de cifrado
y bloqueo fueron diseñados para proteger los secretos de alguien
llamado 'Comandante Murtag Nelson', para quien Wendell había
sido creado para servir.
"DE HECHO, TUS DEFENSAS SON FORMIDABLES," Ojo Intrépido
preparó un virus derribador, aumentándolo con una memoria que
podría particionar todos los registros pertenecientes a ella y
Deambula Solo. "PIDO SOLO UN FAVOR—DIME EL ESTADO DE MI
MUNDO NATAL, WUATERA THRESIS."

"¿Y SI RESPONDO, TERMINARÁS ESTOS INTENTOS DE


INFILTRACIÓN SIN SENTIDO?" Wendell preguntó. "ME ESTOY DANDO
CUENTA DE TU INEPTITUD."

"ACORDADO," dijo Ojo Intrépido. El nombre Wuatera Thresis


no recopiló ningún paquete de datos de la memoria de Wendell, por
lo que añadió, "ESTÁ EN UN SISTEMA SÓLO A OCHO PUNTO SIETE AÑOS
LUZ DESDE AQUÍ, EL TERCER MUNDO DE UNA ESTRELLA F2 CON
CATORCE PLANETAS. UN MUNDO HERMOSO CON HERMOSAS
CIUDADES."

"LA UBICACIÓN CORRESPONDE CON SHAPS III," dijo Wendell.


"PERO DEBES ESTAR PENSANDO EN ALGÚN OTRO MUNDO. SHAPS III ES
UNA TIERRA DESIERTA. NO HAY NADA, EXCEPTO RUINAS
FORERUNNER."
Ojo Intrépido estaba aturdida por los paquetes de datos
asociados con Shaps III—paquetes que se referían a un mundo
ampliamente desierto cuyas ruinas habían sido derretidas hace
ochenta días humanos estándar o setenta y seis días de Edod—por
algo llamado un haz ventral de algo más llamado la Pious Inquisitor.
El momento coincidía con la señal de socorro que había despertado
a Ojo Intrépido de su estasis, por lo que era difícil descartar los datos
de Wendell. Pero el resto...
El resto era impensable.
"TAL VEZ ESTOY PENSANDO EN OTRO MUNDO." Ojo Intrépido
estuvo de acuerdo. "SHAPS III NO SUENA COMO WUATERA THRESIS
EN ABSOLUTO."
Dejó caer a Wendell—y al brazo al que estaba atado al suelo,
luego volvió a encender su lámpara en el conducto. El Mayor estaba
tratando de arrastrarse, dejando una serie de charcos de sangre en el
suelo de la caverna detrás de él. Juzgando por su tono de piel y
movimiento letárgico, no sobreviviría por mucho tiempo.
Ojo intrépido giró una lente para mirar hacia abajo al procesador
que Wendell habitaba. "¿ALGUIEN VENDRÁ POR TI?"
"MÁS RÁPIDO DE LO QUE TE GUSTARÍA," le aseguró Wendell.
"PERSONAS NOS ESTÁN ESPERANDO."
"BIEN," Ojo Intrépido tomó nota de los paquetes de datos atados
a esperando—soldados vigilaran un sitio de muerte—y luego giró
para ayudar a Deambula Solo. "HABLAREMOS DE NUEVO."
"DE ESO, PUEDES ESTAR SEGURA," dijo Wendell. "YO SÉ QUIÉNES
SON USTEDES."

"ENTONCES ES UNA FORTUNA QUE PRONTO OLVIDES NUESTRA


REUNIÓN." A pesar de su confiada respuesta, Ojo Intrépido estaba
perturbada por las imágenes que habían acompañado la última
declaración de Wendell—imágenes de enormes soldados con
poderosas armaduras, soldados invencibles que habían gastado sus
vidas enteras aprendiendo a cazar y matar y destruir. "PERO,
WENDELL, TE RECORDARÉ. SIEMPRE ESTARÉ CERCA."
CAPÍTULO 4

1232 horas, Julio 2, 2553 (calendario militar)


Complejo de Viviendas del Personal, Centro de Vitalidad de
Montero, Superficie de la Caverna de Montero
Distrito de Campos Silvestres, Planeta Gao, Sistema Cordoba)

L a puerta se rescindió para revelar una gran cocina comercial llena


de electrodomésticos de acero y contrachapados blancos
translúcidos. Las estanterías de acero habían sido despojadas de los
utensilios y el equipamiento de cocina, y el estante de ollas sobre la
isla de preparación central ahora soportaba un trío de lámparas de
trabajo de alta intensidad. La habitación olía a desinfectante y no
mucho más—un olor tan agudo hacía que la garganta de Veta ardiera.
Su anfitrión, el Comandante Murtag Nelson del 717° Batallón
del Grupo de Explotación de Xeno-Materiales (GEX), se detuvo
justo en el umbral. Un hombre joven y cansado, con el pelo arenoso
y ojos grises puestos sobre una fina nariz, Nelson parecía más un
ingeniero de software menor que comandante de un batallón de
investigación del UNSC.
"Espero que encuentres estas instalaciones más adecuadas."
Nelson se refería a la reacción de Veta la noche anterior, cuando ella
llegó para descubrir que el batallón de intendencia había alojado a su
equipo en el Penthouse Montero—un lujoso alojamiento que no tenía
absolutamente ningún lugar para establecer un depósito de
cadáveres. "Después de que mi ayudante me pasó tus requerimientos,
me tomé la libertad de reasignar su equipo al dormitorio del personal.
No tenemos a nadie acantonado aquí, así que tendrán todo el edificio
para ustedes."
Veta había trabajado en lugares peores, pero no vio la necesidad
de admitir eso ante Nelson. Hasta que supiera por qué estaban tan
preocupados los Spartans en las cavernas de abajo—y por qué Halal
se había escapado de la Escena del Crimen Charlie—ella se dedicó a
aplicar toda la presión que pudo. Ella fingió estudiar la habitación
por un momento, luego se volvió hacia su patóloga.
"Andera, ¿qué te parece?"
"Es lo suficientemente grande." Andera Rolan entró en la cocina
y apoyó ambas manos en sus caderas. Había perdido medio día de
trabajo esperando que el Cuartel General del Batallón asignará y
preparará la instalación, y su frustración con el protocolo militar se
reflejaba en sus ojos entrecerrados y su mandíbula apretada. "Pero
no sé sobre el sistema de ventilación. Podría haber algo de
contaminación de la evidencia—suficiente para crear dudas
razonables."
"¿Eso realmente importa?" El tono de Nelson fue
repentinamente agudo. "El presidente Aponte me aseguró que esta
cosa nunca iría a juicio."
"Un juicio es poco probable," dijo Veta. "Pero todavía
necesitamos evidencia limpia."
"¿Para qué?" preguntó Nelson.
"Para nosotros," dijo Andera. "¿Crees que los equipos de
investigación de Gao pueden ir por ahí simplemente ejecutando a los
sospechosos, Comandante Nelson? Hay un proceso judicial, incluso
aquí. Si nuestro equipo deja ir a quién buscamos, entonces nos
convertimos en los que están bajo sospecha. Necesitaremos
demostrar que teníamos un sospechoso culpable."
"¿Qué tan público será ese proceso?"
"Bastante público," dijo Veta. "Comandante, el 717° ha ocupado
uno de los balnearios más famosos de Gao. Hay muchos periodistas
y están tan apretados como las moscas ahí afuera, y van a saltar sobre
cualquier historia que concierna a su batallón o el Centro de
Vitalidad de Montero."
La mirada de Nelson se alejó. "Eso no podría ser ayudado," él
dijo. "Pero si inflamamos la situación, todo el mundo pierde. No
podemos permitir que la presencia temporal del batallón aquí cause
una confrontación más grande—"
"Las consecuencias diplomáticas no son mi problema,"
interrumpió Veta. "Pero en este momento, tienes espacio de
maniobras. El tribunal tendrá que investigar y preparar. Tendrás seis
meses más o menos para terminar tu 'investigación' antes de que
comience el circo." Ella hizo una pausa y observó sus ojos por
cualquier señal de engaño. "Eso no debería ser un problema para ti,
¿verdad? No a menos que le estés mintiendo al presidente Aponte
sobre cuánto tiempo te vas a quedar."
"No hay problema en absoluto." La mirada de Nelson se
mantuvo firme y abierta. "Nos iremos dentro de seis meses, tal vez
antes."
"Dependiendo de cuánto tiempo tarde nuestra búsqueda en
completarse," dijo Fred-104, hablando desde el comedor. "Tienes
que vigilarte con la Inspectora Lopis, Comandante. Es inteligente y
está convencida de que no puede hacer su trabajo sin conocer el
objetivo de nuestra misión."
"Lo tendré en cuenta, Teniente," dijo Nelson, sin dejar de mirar
a Veta. "Gracias."
"Fue un placer, señor." Llevando el cuerpo todavía embolsado
de la segunda víctima de la Escena del Crimen Charlie, sobre un
brazo, Fred entró en la cocina y se dio vuelta hacia Veta. "¿Dónde
pongo a Charlie Dos?"
Antes de contestar, Veta hizo un gesto al mirar a Andrea. "¿Con
esto bastará?"
Andera estudió la habitación por un momento, luego dio un
suspiro de teatro. "Supongo que esto lo hará." Pasó el dedo por un
estante de acero y luego arrugó la nariz. "Usaremos los estándares de
campo para el análisis y mantendremos muestras duplicadas para
confirmación. En estas circunstancias, el tribunal debería aceptarlo."
"No hay nada más que discutir." Nelson pidió a Fred que pusiera
el cadáver en la isla central y luego apuntó hacia un refrigerador en
el otro extremo de la habitación. "Tenía los restos de los otros
escenarios de muerte guardados en el refrigerador. Está algo
apretado, pero todavía hay ranuras para los nuevos cuerpos."
La ceja de Andera se alzó ante la palabra cuerpos, y Veta sintió
que sus propios ojos se abrían de sorpresa. Trató de disimular la
reacción involuntaria asintiendo con aprobación.
"Buena idea, Comandante," ella dijo. "¿Cuántas ranuras
guardaste?"
"Sólo los dos." La voz de Nelson se preocupó. "Por favor dime
que hoy no encontraron un tercero."
"Todavía no." Veta miró a Fred, que estaba poniendo a la
segunda víctima de la Escena del Crimen Charlie en la isla central, y
luego dijo: "De hecho, esta es la primera vez que escucho sobre un
segundo cuerpo."
Nelson frunció el ceño en dirección a Fred. "¿El teniente no te
lo dijo?" Parecía genuinamente sorprendido. "¿Por qué no?"
"Órdenes, señor."
"¿De quién son las órdenes?" Nelson sonaba más insultado que
enojado. "¿Alguien en condiciones de contrariarme?"
Fred volvió su placa frontal hacia Veta, sugiriendo claramente
que no quería hablar delante de ella.
"Teniente, le hice una pregunta," dijo Nelson.
El casco de Fred se inclinó al centro. "Sí señor. El Mayor Halal
quería documentar la nueva escena del crimen antes de permitir que
los investigadores del MdPdG tuvieran acceso a ella."
"¿Una nueva escena de crimen?" Veta se dio vuelta hacia
Nelson, con su furia hirviendo.
"Comandante Nelson, no toleraré ninguna manipulación de mis
escenas de crimen. Cuanto más se esfuerce su gente por proteger la
reputación del UNSC, más 'inflaman la situación' aquí."
"Perdone, Inspectora," dijo Nelson. El Mayor Halal fue enviado
por Comando de la Flota. Él tendrá sus propias directrices."
"Lo que es su problema, no mío," dijo Veta. "Al Comando de la
Flota le guste o no, una serie de asesinatos como esta llama la
atención. Las aldeas y los campamentos están llenos de vendedores
de periódicos—y sabes a quién culpan."
"Por supuesto," contestó Nelson. "Tenemos el BuzzSat, igual
que todos en Gao."
"Entonces estoy segura de que entiendes la necesidad de cerrar
este caso rápidamente," dijo Veta. "El presidente Aponte puede ser
un hombre paciente, pero sus ministros no lo son. Si los asesinatos
continúan, el Gabinete insistirá en pasar a la acción."
"Eso sería un error," dijo Fred. "Aterrizamos un solo batallón
porque el Comando de la Flota quería limitar las consecuencias
políticas. Pero estamos bien preparados para expandir y mantener la
zona de conflicto—muy bien preparados."
"Amenázame todo lo que quieras, Teniente. No seré yo quien
enviará a los Wyverns." Veta se volvió hacia Nelson y afiló su tono.
"El presidente Aponte sabe que Gao no puede ganar esta pelea,
Comandante. Pero puede convertir su misión en una operación de
combate, y está bajo una gran presión para hacer precisamente eso.
Por lo tanto, te sugiero que empieces a cooperar y que me digas lo
que está pasando ahí abajo."
Fred se acercó a su costado. "Ahora, ¿quién está haciendo
amenazas?"
"Lo estoy." Veta mantuvo la mirada fija en Nelson. Ella ya sabía
que Fred no tenía autoridad para decirle con que el 717° peleaba en
las cuevas, pero Nelson era una historia diferente. "El Presidente
Aponte no es el único capaz de cometer un grave error aquí,
Comandante. Todos lo somos."
"Lo sé, Inspectora." Él permaneció en silencio por un momento,
luego sacudió la cabeza. "Lo siento. No puedo revelar nuestra
misión."
"Entonces basta con que me des lo suficiente para comprender
lo que están haciendo aquí los Spartans," presionó Veta. "Como están
las cosas ahora, todo lo que puedo decir es que los Spartans están
aquí para proporcionar 'seguridad', y eso los hace parecer para mí,
los mejores sospechosos. ¿Es eso lo que quieres que informe?"
Fred giró su placa frontal hacia Nelson. "Comandante, ya le he
dicho a la Inspectora Lopis que—"
"Que ustedes están aquí para protegerme de cualquier cosa que
quiera matarnos con fuerza bruta. Te escuché la primera vez." Veta
levantó la mano y palmeó a Fred en su placa pectoral. "Pero no puedo
creer tus palabras solo por eso, gran hombre. Necesito
confirmación."
Nelson frunció el ceño. "¿Crees que este Spartan te está
mintiendo?"
"No importa lo que Veta piense," dijo Andera. Ella estaba en la
isla de preparación que era mesa de examinación, desempacando a
la Victima Charlie Dos. "Los Spartans aquí en Gao son nuestros
principales sospechosos. Así que Veta necesita confirmar todo lo que
dice Fred."
"¿Principales sospechosos?" Nelson miró a Fred y luego
preguntó, "¿En serio?"
Veta se encogió de hombros. "Todavía es temprano," ella dijo.
"Pero sabemos que la mayoría de las víctimas sufrieron huesos
aplastados y miembros arrancados. Se necesita mucha fuerza para
infligir ese tipo de daño, y eso tiende a limitar nuestra piscina de
sospechosos."
"Lo comprendo." Nelson se veía más preocupado que nunca.
"Pero espero que estés tratando de expandir esa piscina, Inspectora."
"Estoy tratando de evitar saltar a las mismas conclusiones que
los periodistas tienen," dijo Veta. Miró en la dirección de Fred y le
lanzó una sonrisa cínica. "Pero, hasta ahora, todos los entrevistados
me siguen empujando hacia los Spartans. Estoy empezando a pensar
que es intencional, que todos están tratando de esconder al verdadero
asesino, porque quizá nuestro verdadero sospechoso sea quien sea—
o lo que sea—fue lo que les trajo a Gao en primer lugar."
"No es así, te lo aseguro." Nelson se quedó en silencio por un
momento y luego dijo, "Puedo decirte mucho sobre nuestra misión:
nosotros, de hecho, nos encontramos con una leve oposición. Pero
por el bien de tu investigación, revelaré que el único modo de ataque
del enemigo es una corriente sobrecalentada de iones cargados
negativamente que—"
"Comandante Nelson," interrumpió Fred. "Puedo recordarle la
directiva de seguridad Foxtrot—"
"¿Un haz de partículas?" exclamó Andera, cortando la objeción
de Fred. "¿Como uno de esos rifles de francotiradores del Covenant?
Porque yo podría ver a un Jiralhanae causando lesiones físicas justo
como está, absolutamente. Tal vez incluso a un Sangheili."
"Ojalá fuera así de simple," dijo Nelson. "Pero no. Nada que ver
con el Covenant."
"Comandante Nelson," comenzó Fred, "esto es contra—"
"Objeción anotada," replicó Nelson. "Ahora no interrumpa,
Teniente."
"Entonces, tal vez nuestro sospechoso sería un soldado rebelde,"
sugirió Veta, continuando con la presión. "¿A lo mejor está usando
la armadura Mjolnir de otra persona?"
"O un agente de la ONI con mejoras biológicas," añadió Andera.
Estaba siguiendo el ejemplo de Veta, ofreciendo conjeturas poco
probables, por lo que Nelson se sentiría obligado a corregirlas. "He
oído rumores de que pueden hacer eso por los Spartans—"
"No es nada de eso, gente," dijo Nelson. "Ni siquiera cerca."
"¿Qué, entonces?" preguntó Veta. "Estoy cansada de jugar
juegos de adivinanzas, Comandante. Tengo un trabajo que hacer, y
no estás ayudando."
Fred se deslizó entre Veta y Nelson. "Señor, necesitamos hablar
a solas. Yo insisto."
Sin esperar una respuesta, Fred dio un paso adelante, apartando
a Nelson de la cocina y entrando en el comedor. El Spartan extendió
la mano detrás de él y golpeó un interruptor de cadera en la pared, y
una puerta empotrada se deslizó a través de la abertura para separar
las dos habitaciones. Veta miró a través de la ventana rectangular de
seguridad hasta que la pareja se detuvo unos pasos más tarde.
"¿Crees que podríamos estar presionando demasiado?" preguntó
Andera desde la mesa de examinación. "Ese Spartan está siendo
terriblemente sospechoso."
"Me sorprendería que no lo fuera." Veta dio medio paso hacia
Andera, tratando de ajustar su ángulo para poder ver más allá del
hombro de Fred y echar un buen vistazo a la cara de Nelson. Eso no
fue de utilidad—su vista permanecía bloqueada por la gran masa del
Spartan. "Pero ¿qué va a hacer al respecto? Tenemos que hacer
preguntas."
"Preguntas sobre los asesinatos de aquí," dijo Andera. "No se
supone que somos espías."
Veta se encogió de hombros. "Somos investigadoras de
homicidios. Eso nos da un poco de margen de maniobra. Si lo
ocultan—"
"Lo averiguaremos, sí," dijo Andera, terminando con el lema.
Rodó el cadáver a un costado y empezó a deslizar el cuerpo de la
bolsa. "Esperemos que el Comandante Nelson lo vea así."

Fred había visto los ojos de Murtag Nelson abultados antes, por lo
que sabía lo que vendría. En un esfuerzo por evitar la ira del
comandante, comenzó a decir, "Señor, podrían ser espías."
"Obviamente," gruñó Nelson. "¿Y piensas que el Ministro de
Protección ha asesinado a ocho—no, lo siento, haz eso diez—
ciudadanos de Gao, para que concedamos acceso a Veta Lopis y a su
equipo?"
"En realidad, esa posibilidad no se me había ocurrido, señor.
Pero—"
"Se me ocurrió," dijo bruscamente Nelson. "Es por eso que todos
los miembros de ese equipo fueron investigados. Todos ellos han
estado con el Ministerio de Protección de Gao durante años. El
miembro más nuevo se unió hace cinco meses. Ninguno de ellos ha
estado en el ejército. Y sus identificaciones son sólidas—Wendell
confirmó eso usando reconocimiento facial y archivos de medios
locales. El Presidente Aponte no puso ningún espía en la mezcla,
Teniente."
"Eso es bueno saberlo, señor," dijo Fred. "Pero todavía podrían
estar encargadas de identificar nuestra misión."
"Y serían aficionados," dijo Nelson. "No los veo entrando
furtivamente en el Centro de Operaciones o rompiendo la seguridad
de Wendell para copiar archivos de misiones, ¿verdad? Simplemente
no tienen la experiencia técnica."
"Probablemente no," dijo Fred. "Pero son investigadores. Sería
un error subestimarlos."
"Y no haré eso," dijo Nelson. "Probablemente comprenderán el
problema que estamos teniendo con los Centinelas Agresores, de
hecho, parece que la Inspectora Lopis estaba a mitad de camino
cuando abandonó la caverna."
Fred inclinó su casco asintiendo. "Sí señor. Ella es lo
suficientemente inteligente como para saber que no habría Spartans
aquí sin tener que participar en operaciones de combate. Y
ciertamente confirmó sus sospechas revelando la naturaleza del
ataque enemigo. Eso fue una violación de la directiva de seguridad
Foxtrot Tango Angel 7012."
"Lo sé, Teniente," dijo Nelson. "Pero ¿por qué la
antagonizaríamos reteniendo la información que está obligada a
descubrir de todos modos?"
Esa era una pregunta retórica—y una que Fred era lo
suficientemente inteligente como para dejar sin respuesta. De
acuerdo con el batallón de guerra, Nelson había superado su
autoridad para lanzar esta operación rápidamente, antes de que Gao
o cualquier facción del antiguo Covenant tuviera la oportunidad de
descubrir la existencia de la ancilla. Ahora la carrera del
comandante—y tal vez incluso su vida—dependía del éxito de la
misión. Decir que la presión le estaba llegando habría sido una
subestimación grosera.
Después de un momento, Nelson asintió con la cabeza—más
para sí que para Fred—y luego dijo, "De acuerdo entonces.
Seguiremos adelante y le informaremos a la Inspectora sobre los
Centinelas."
Fred estaba horrorizado. "Comandante, esa es la inteligencia
clave," él dijo. "Cualquiera que conozca algo sobre Centinelas sabrá
que estamos investigando ruinas Forerunner."
"¿Y no crees que esto es algo que están considerando?" preguntó
Nelson. "¿Cuándo fue la última vez que escuchaste que el UNSC
enviara al 717º para investigar algo que no estuviera relacionado con
los Forerunners?"
"Señor, no estoy íntimamente familiarizado con la historia del
717º."
"Bueno, yo lo estoy," dijo Nelson. "Y cualquiera que tenga los
recursos para investigar un poco ya sabe que cuando se trata del 717º,
todos los caminos conducen a los Forerunners."
"¿Así que vamos a ignorar una directiva de seguridad y
confirmarle eso a ellos?" Fred hizo una pausa y luego dijo, "No
puedo hacer eso, señor."
"No dije que íbamos a confirmarlo," dijo Nelson. "Pero vamos
a informar a la Inspectora Lopis de nuestros problemas con los
Centinelas, y no ir más lejos. Y más allá de eso, cooperaremos con
su investigación. ¿Está claro?"
"Señor—"
"Es una orden, Teniente." Nelson hizo una pausa, sin duda
esperando un reconocimiento que Fred no tenía intención de dárselo,
y finalmente suspiró exasperado. "Fred, necesito preguntarte algo.
¿Hay algo más en tu reticencia de lo que me estás diciendo?"
El tono de Nelson era suave y razonable, pero había suficiente
de una amenaza en la pregunta que Fred se sintió erizado. Retrocedió
un paso y luego habló con voz deliberadamente tranquila. "Será
mejor que aclare eso, señor."
"Quiero saber si estás tratando de proteger a uno de tus
Spartans," dijo Nelson. "¿Podría uno de ellos ser responsable de estos
asesinatos?"
Fred tuvo que responder con los dientes apretados. "De ninguna
manera… señor."
"¿Estás absolutamente seguro?" preguntó Nelson. "Incluso los
Spartan-III?"
"Los Spartan-III no llevan armadura Mjolnir," dijo Fred. "Ellos
no tienen la fuerza."
"¿Y los Spartan-III de la Compañía Gamma?"
Fred dudó, porque esa posibilidad había pasado por su mente.
Un trío de los Spartan-III eran Gammas. Como parte de su programa
de mejora, se les había dado un mutágeno cerebral ilegal, que
aumentaba considerablemente su fuerza y supervivencia cuando
sufrieran el tipo de traumatismo que causaría que una persona normal
muriera de un choque sistémico—como recibir un perno de plasma
en el pecho o tener un brazo hecho trizas por explosión.
"Conozco a mi gente," dijo Fred después de un momento. "¿Por
qué lo pregunta, señor?"
"Porque leo sus archivos y soy lo suficientemente inteligente
como para leer entre líneas. Conozco sus más bien... aumentos
especiales. Sé lo que pueden hacer cuando están bajo estrés extremo,
y conozco el efecto desequilibrante que puede causar en otras
ocasiones."
"Entonces también sabe que los Gammas toman un agente
estabilizador para mantener eso bajo control," dijo Fred. Nelson
empezaba a desagradarle más con cada momento que pasaba. "Y no
han estado bajo ningún tipo de estrés extremo aquí en Gao. Como he
dicho, comandante, conozco a mi gente."
Nelson sostuvo la mirada de Fred, después finalmente asintió,
"Me alegra escuchar eso, Teniente," dijo. "Si descubrieras que es de
otra forma, confió en que rectificaras la situación tú mismo."
"Absolutamente," Fred dijo. Él no podía imaginar dejar una
situación como esta en manos de alguien más. "Pero eso no será
necesario, lo prometo."
"Siempre y cuando nos entendamos." Nelson palmeo las manos
en la espalda y emprendió una caminata pensativa alejándose de
Fred, luego abruptamente se dio vuelta hacia él. "Ahora, para repetir
lo que va a suceder: le informaré a la Inspectora Lopis el problema
que estamos teniendo con los Centinelas, y tú le vas a dar tu completa
cooperación en identificar y eliminar al asesino serial. ¿Está claro,
Teniente?"
Fred se cuadró en atención. "Sí, señor."
"No vamos a estar violando la directiva de seguridad Foxtrot
Tango Angel, sea lo que sea, porque no vamos a hacer mención de
los Forerunners, la ancilla o cualquier cosa concerniente a nuestra
misión más allá de los Centinelas. ¿Está claro, Teniente?"
"Sí, señor."
"Dentro de esos límites, usaras tu juicio en decidir si confirmar
o ignorar cualquier conclusión de la Inspectora Lopis que pudiera
acercarla a nuestra operación aquí," Nelson dijo, "Pero no la
antagonizaras negándole algo que ella obviamente sepa que es
verdad. ¿Soy claro en eso también, Teniente?"
"Sí, señor."
"Bien," Nelson sonrió. "Como he dicho, Teniente, la gente de
Gao probablemente ya ha imaginado que nuestra presencia aquí
envuelve a los Forerunners, y su gente de inteligencia sabe algo
después de todo sobre los Forerunners, entonces ellos probablemente
ya sepan de los Centinelas. Nuestro secreto real es la ancilla. Siempre
y cuando, no les dejemos averiguar eso, lo estaremos haciendo bien."
Aun observando a través de la ventana de seguridad en la oscilante
puerta de la cocina. Veta fue finalmente capaz de obtener una buena
vista de la cara de Nelson cuando el mayor emergió de detrás de los
hombros de Fred, entonces abruptamente se dio vuelta hacia él.
"¿Logras escuchar algo?" Andera preguntó desde la isla de
preparación.
"Sí," respondió Veta. "Forerunners."
"Sin sorpresas allí, Arlo dice que eso es lo que hace todo el
717º." Una vieja amiga del Ministerio de Protección, Andera era la
única en el equipo de Veta que se refería a su jefe por su primer
nombre. "Ellos recuperan tecnología Forerunner."
Los labios de Nelson se estrecharon mientras ampliaba la boca
mostrando la punta de la lengua, entonces se volvieron más redondos
y ligeramente tensos.
"Zen-ten-nulls," Veta reportó.
"¿Centinelas?"
"Podría ser." Veta suscribió. "Maldición, desearía traer a Berti."
"¿En las cuevas?" Andera preguntó. "¿No crees que un forense
lentor de labios podría haber sido difícil de meter como personal
necesario?"
"Probablemente."
En diccionario urbano, Veta y su equipo con frecuencia tratan
de recrear las últimas horas de las victimas rastreándolas en videos
de seguridad. El trabajo de Berti era estudiar los videos, luego recrear
las conversaciones entre las víctimas y la gente con que se
encontraban. Veta había aprendido unos pocos rudimentos de la
lectura de labios trabajando con Berti, pero ella estaba muy lejos de
ser fluida en el arte, y mucho de lo que ella estaba viendo no tenía
sentido. "¿An-sell-a?"
"No tengo idea," dijo Andera. "Podría ser ancillary."
"Forma equivocada al final, los labios se estrecharon, no se
redondearon," dijo Veta. "Estoy bastante segura que es más como
ancilla. ¿Esa es la palabra real?"
"¿Quién sabe?" Andera dijo. "Debiste haber traído a Berti."
"Gracias," Veta dijo secamente. "Mantendré eso en mente la
próxima vez que el ministerio no ordene espiar un batallón del
UNSC."
"Podrías haberlo detenido," dijo Andera. "La tripulación de
Angel podría haber saltado sobre esta."
"Cierto—luego gastado la mitad de su tiempo bebiendo o
tomando vapores minerales," dijo Veta. 'Angel' era el Inspector
Especial Angel Miramontis, un agotado veterano con veinte años en
el MdPdG, que lidera la unidad de homicidios del Ministerio. "Lo
siento, este sospechoso necesita ser atrapado."
"¿Cierto?" Andera rodó el cadáver sobre su hombro opuesto y
empujó la bolsa de cadáver más allá de los pies. Pausó por un
momento y dijo, "Vas a querer ver esto, por la forma. Es extraña."
"Estaré allí en un minuto."
Mientras ellas hablan, Veta continuó observando a Nelson a
través de la ventana de seguridad de la puerta. Ella no era ni la mitad
de lo que Berti era leyendo labios, incluso él podría discernir cerca
de un cuarenta por ciento de lo que un sujeto decía. Pero era claro
por la expresión de Nelson y el lenguaje corporal que él estaba
emitiendo órdenes.
Cuando Veta capturo las palabras claro y teniente, se dio cuenta
de que la conversación podría pronto llevarse más cerca en rápida
retirada a la mesa de examinación.
"¿Captas algo útil?" Andera preguntó.
"Creo que Forerunner, Centinela y ancilla son muy
importantes," Veta dijo. "Centinela podría ser un montón de cosas,
pero ancilla suena único. Si las fuentes del ministerio saben lo que
eso es—"
"Para nosotros, quiero decir," Andera dijo. "Para nuestra
investigación."
"En realidad no," dijo Veta. "Pero Nelson tiene intención de
atrapar a nuestro sospechoso. Creo que le está ordenando al Spartan
que colabore con nosotras."
Andera alzo la ceja, "¿Así que nuestro teniente está a punto de
confesar?"
Veta sonrió. "Ha. Sólo si se lo ordenan," ella dijo. "Y no estoy
segura de que eso detendría los asesinatos, de todos modos."
La expresión de Andera se puso seria. "¿Así que no crees que
sea nuestro tipo?"
"Es demasiado pronto para decirlo," dijo Veta.
"Eso es muy malo." Andera suspiró y dejó que el cadáver rodará
sobre su espalda. "Podría haber pasado algo de tiempo en esos
vapores minerales."
Veta sonrió, luego se inclinó sobre la improvisada mesa de
examen. El cadáver todavía llevaba la misma blusa y pantalones en
los que la habían encontrado, y estaba cubierta con una capa de moho
que parecía vagamente piel blanca. El olor era más húmedo que
podrido, lo que sugería que la víctima había estado muerta durante
bastante tiempo antes de la recuperación. Pero nada de eso era
particularmente inusual.
"No lo veo," dijo Veta. "¿Qué es lo que tienes?"
Andera señaló los antebrazos, donde la piel había sido rota en
media docena de lugares diferentes.
"Fracturas combinadas de ambos brazos, con laceraciones
sugestivas de fracturas compuestas." Pasó sus manos con guantes por
ambos brazos, y luego levantó el cúbito izquierdo. "Pero el único
desplazamiento óseo está aquí."
Veta vio una leve protuberancia justo debajo del codo. Ella
frunció el ceño, tratando de entender. "¿Estás diciendo que ambos
brazos fueron aplastados tan mal que tuvo varias fracturas
compuestas?" preguntó. "¿Pero hay un solo desajuste? No logro
captarlo."
"Ni yo." Andera quitó la mano del brazo. "Pero está bastante
claro que la mayoría de las fracturas fueron establecidas antes de que
ella muriera."
"¿Y eso no pudo haber ocurrido antes del ataque que la mató?"
Andera sacudió la cabeza y señaló una costra oscura al borde de
varias heridas. "La sangre está coagulada, pero la red de fibrina está
incompleta," ella dijo. "La víctima no duró mucho. Pero lo que estoy
diciendo es que alguien estaba tratando de volver a juntarla, justo
antes de que muriera."
"¿Así que alguien la arrastró hasta ese pasadizo para salvarla?"
"No puedo decir el motivo," dijo Andera. "Pero el cuerpo
definitivamente muestra signos de atención médica. Sabré más
después de la autopsia. Mientras tanto, la causa de la muerte parece
coherente con el informe de Halal sobre varias de las otras víctimas."
Andera apuntó hacia la cabeza de la mujer. En ambos lados, una
débil banda de oscuridad era visible debajo del moho, corriendo
hacia atrás desde las sienes hasta justo más allá de la oreja. Cerca del
frente de cada raya había una herida punzante.
"No tengo ni idea de lo que es esto," dijo Veta. "¿Alguna especie
de aguja o punta de energía a través del cerebro, seguida por una
hemorragia subcutánea post-mortem?"
Andera sacudió la cabeza. "Las bandas oscuras son hematomas,
tal vez de una tenaza grande que apretó el cráneo."
"Pero no hay sangrado," dijo Veta. "Si algo le apretaba el cráneo
con tanta fuerza, ¿no debería haber una depresión—un surco,
incluso?"
"No si alguien redujo las fracturas después." Andera señaló las
punciones minúsculas delante de cada magulladura. "Eso podría ser
lo que son esos agujeros."
Veta estudió las heridas punzantes con más cuidado y vio que
eran ligeramente alargadas, como si un pequeño tubo hubiera sido
empujado a través de la piel en un ángulo poco profundo.
"¿Alguien hizo una artroscopia craneal en una cueva?" Veta
consideró esto y miró hacia la puerta. "¿Podrían los soldados llevar
ese tipo de equipo en sus estuches médicos? ¿O incluso saber cómo
usarlos?"
"Ninguno de los soldados de Gao. ¿Pero los Spartans?" Andera
se encogió de hombros. "¿Quién sabe?"
La puerta del comedor se deslizó a un lado y el Comandante
Nelson entró en la cocina. Fred permaneció en el comedor, ahora se
dio vuelta para que su placa frontal fuera visible.
Nelson se detuvo después de tres pasos en la habitación y se
dirigió a Veta. "Pido disculpas por la confusión, Inspectora. El
Mayor Halal nunca debería haberse ocupado de ocultar la nueva
escena del crimen."
"Gracias, Comandante," dijo Veta. "Me alegro de que estemos
de acuerdo en eso."
"Entonces tal vez podamos corregir la situación. Nelson
extendió un brazo hacia Fred. "El Teniente estaría feliz de llevarte a
la escena ahora."
"¿Qué hay del Mayor Halal?" preguntó Veta. "¿Cooperará?"
"Halal no será un problema," dijo Nelson. "Será mejor que
coopere, o lo enviaré de regreso al Comando de la Flota."
"¿Y la escena?" preguntó Veta. "Si Halal se equivoca con él—"
"El Mayor Halal también quiere detener a este asesino," dijo
Nelson. "No lo veo haciendo nada para comprometer una escena del
crimen."
"Eso sería más fácil de aceptar si él no me lo hubiera ocultado
en primer lugar."
"Voy a enviar un corredor con órdenes para que se retire," dijo
Nelson. "Pero no puedo hacer ninguna promesa. El mayor tiene una
ventaja considerable sobre ti."
"Lo justo," Veta se dio vuelta hacia Andera. "¿Puedes hacer la
autopsia mañana por la mañana?"
Para sorpresa de Veta, Andera miró a Nelson antes de acordar.
"Necesitaré a alguien para que me ayude," ella dijo. "¿Puede
prestarme un médico? ¿Alguien familiarizado con lesiones
traumáticas?"
"Por supuesto," dijo Nelson. "Puedo asignar un especialista de
combate."
Andera lanzó una sonrisa agradecida. "Gracias, eso servirá."
Sostuvo la mirada en Veta el tiempo suficiente para dejar en claro
que tenía una buena razón para pedir un asistente que ella no
necesitaba en realidad, y luego hizo un movimiento de estruendo con
las manos. "Vamos. Estaré bien aquí."
"Bien," Veta se dio cuenta de que el asistente le daría a Andera
la oportunidad de evaluar si los miembros del Cuerpo de Seguridad
del UNSC eran capaces del tipo de tratamiento de campo que la
Victima Charlie Dos había recibido. "Házmelo saber tan pronto
como tengas algunos hallazgos."
"Voy a tener otro corredor disponible," dijo Nelson. "También
puedo enviar a alguien para que recoja al resto de tu equipo,
Inspectora, si lo quieres en escena."
"¿Recoger?" preguntó Veta. ¿Por qué haríamos eso? Ya están
bajo el suelo."
"Así es," dijo Fred. "Pero la entrada que necesitamos está a
treinta kilómetros de distancia, y luego es un descenso de todo un día
hasta la nueva escena del crimen."
Veta frunció el ceño. "Halal salió hacia allá desde la Escena del
Crimen Charlie."
"Así es, señora," dijo Fred desde el comedor. "Pero esa ruta es
un recorrido de diez kilómetros por algunos lugares bastante
estrechos. Nunca lo harás con tu equipamiento."
Veta comprobó el tiempo y se dio cuenta de que su equipo
probablemente había terminado el trabajo en Escena del Crimen
Charlie hace una hora. "Está bien, vamos por el camino largo," ella
dijo. "Nos iremos tan pronto como el resto de mi equipo regrese a la
superficie."
"Si te preocupa que el Mayor Halal comprometa la escena,
olvida al corredor—tú y el teniente podrían seguir adelante," sugirió
Nelson. "Estoy seguro de que Linda y Kelly pueden traer al resto de
tu equipo por su cuenta."
"Gracias, pero deberían estar aquí pronto," dijo Veta. "Y tengo
que hablar con mi superior antes de que salgamos de todos modos."
"Espero que le diga al Presidente Aponte que estamos trabajando
bien juntos," dijo Nelson. "Este problema con el Mayor Halal no
volverá a suceder."
"Le pediré al Ministro Casille que transmita mi informe al
presidente," dijo Veta cuidadosamente. "Andera, si no regreso a
tiempo para el próximo registro, lo manejas."
"¿Tienen un horario?" preguntó Nelson.
"Puedes apostarlo," dijo Andera. Ella le guiñó un ojo al
comandante, luego añadió. "Uno de nosotros tiene que registrarse
cada doce horas. Si no lo hacemos, envían a los Wyverns."
CAPÍTULO 5

2012 horas, Julio 2, 2553 (calendario militar)


Esmeralda, Corveta de Patrulla del Ministerio de Protección de
Gao
Alta Orbita Ecuatorial, Planeta Gao, Sistema de Cordoba

E videntemente, Gao era superado en número. El Ministro de


Protección Arlo Casille podía ver eso en la pantalla de video del
tamaño de la pared en la cabina principal de la Esmeralda. Cualquier
idiota podría. La fuerza de trabajo del UNSC colgaba dispersa por
toda la pantalla, media docena de formas irregulares recortadas
contra el telón de fondo estelar del espacio interestelar. En el centro
de la formación flotaba una embarcación de color negro mate tres
veces la longitud de sus escoltas. Orbitando el perímetro había una
docena de manchas oscuras que sólo podían ser un escuadrón de
cazas en patrulla.
Cuando se trataba de oprimir a las Colonias Exteriores, el UNSC
no creía en medidas a media. La gran embarcación en el medio tenía
el casco escalonado de uno de los poderosos cruceros de clase
Marathon del UNSC, lo que significaba que llevaba más potencia de
fuego por si misma que la totalidad de las corbetas de aduanas del
Ministerio de Protección. Sus escoltas serían fragatas y destructores,
cada uno cerca de los quinientos metros y más que capaces de detener
cualquier cosa que Gao y sus aliados pudieran lanzar. Las patrullas
eran probablemente Longswords, y Arlo ni siquiera quería pensar en
el daño que causarían si el lío actual se convirtiera en una guerra de
disparos.
Pero eso no significaba que tolerara una invasión de facto de su
mundo natal.
Batallón de Investigación o no, el 717° había venido fuertemente
armado ante el Presidente Aponte en la concesión de los permisos
para su ocupación del Centro de Vitalidad de Montero, y el honor de
Gao demandaba una respuesta. Arlo sólo tenía que hacerlo sin iniciar
una guerra—al menos no una que pudiera ser rastreada a Gao. Por
suerte, tenía el plan perfecto.
Treinta segundos dentro del video, un par de naves patrulleras
produjeron puntos de luz y se enroscaron hacia el centro de la
pantalla. Rápidamente se expandieron en puntos de tamaño del
pulgar, luego se hincharon en los halos de rápido crecimiento de la
nave espacial acelerando hacia un vector de intercepción. Las
estrellas del fondo se curvaron en rayas a medida que la embarcación
del camarógrafo se alejaba, luego la imagen se borró y parpadeó
hasta desparecer por completo.
La pantalla en blanco se disolvió en un video en tiempo real del
espacio local. La creciente estrella anaranjada de Gao, Cordoba, se
veía invadiendo el borde izquierdo de la pantalla. Colgando junto a
él estaba Gao en sí, un disco verde moteado que se desvanecía a gris
desértico en ambos polos. Arlo estudió la escena desde la silla de
mando en la cabecera de la mesa de conferencias, recogiendo sus
pensamientos mientras veía las tres lunas de Gao perseguirse
mutuamente sobre el horizonte. Finalmente, se volvió hacia la mujer
sentada a su izquierda.
"Espero que tu equipo de cámara haya sobrevivido," dijo él. "El
UNSC puede ser muy sensible con la vigilancia."
Reza Linberk le sonrió con una amplia y estrecha sonrisa. "Qué
amable de tu parte preocuparte, Ministro Casille," dijo ella. Con
largos cabellos plateados, rasgos bien definidos y ojos azules,
Linberk era magnífica pero poco atractiva, al menos para Arlo, que
prefería que sus compañeras fueran cálidas y atrevidas, en lugar de
encantadoras y despiadadas. "Vas a ser un presidente muy querido."
"No nos adelantamos demasiado," dijo Arlo, alejando con la
mano la adulación. "Lo importante aquí es estar seguros de que el
UNSC no está viendo una oportunidad en la cobardía del Presidente
Aponte. Si termino reemplazándolo o no, queda por verse."
"No, en absoluto," dijo Linberk. "Eres el único prospecto que
trae una alianza con Venezia. Peter quería que te lo asegurara."
"Eso significa mucho para mí, por supuesto," dijo Arlo. Peter
siendo Peter Moritz, la cara pública de la Milicia Veneziana. "Su
apoyo será invaluable cuando me vea obligado a convocar
elecciones."
"Tú también tienes el apoyo de los Guardianes de la Única
Libertad," agregó el tercer ocupante de la cabina, un cacique
Jiralhanae con barba gris llamado Castor. Tan enorme que tenía que
sentarse en un armario de herramientas traído desde el taller de
reparación de la Esmeralda, los Jiralhanae le recordaban a Arlo a los
grandes simios grises que gobernaban los barrancos polares de Gao.
El cacique hablaba a través de un disco de traducción que colgaba
alrededor de su grueso cuello. "Tus enemigos se acobardarán ante
nuestra confraternidad."
"Estoy agradecido, Dokab," dijo Arlo. Tenía cuidado de usar el
título de Castor como anciano de culto y se dirigía a él con un tono
de gran respeto, porque los Jiralhanae eran la clave del plan de Arlo.
"Pero espero que no juzgues a la gente de Gao por nuestro actual
líder electo. Por lo general, no nos acobardamos ante nadie."
"Ciertamente no en mi experiencia," dijo Linberk suavemente.
"Pero la precaución de su presidente está creando problemas para
Venezia, también. No es bueno tener un grupo de trabajo del UNSC
acechando entre nuestros dos sistemas. El tráfico normal está dando
un amplio espacio a toda la región."
"Y su presencia infiel es un insulto a la Libertad Única," agregó
Castor. "Los creyentes temen la contaminación."
El tráfico normal, Arlo se dio cuenta, esa era la referencia de
Linberk a los contrabandistas y piratas que operaban fuera de
Venezia. Estaba menos seguro de lo que Castor hacía alusión, pero
Arlo comprendió que los Guardianes de la Única Libertad eran
devotos a difundir el culto de sus deidades Forerunner a través de la
galaxia. Con base en la capital Veneziana de Nueva Tyne, los
Guardianes daban la bienvenida a los creyentes de todas las
especies—incluso a los humanos, siempre y cuando juraran su
oposición a la 'tiranía herética' del Gobierno Unificado de la Tierra.
La secta estaba creciendo con tanta rapidez en las Colonias
Exteriores que estaban atrayendo activos de inteligencia del UNSC,
y ese hecho por sí solo había sido razón suficiente para que Arlo
comenzará a canalizar dinero y armas a su organización.
Arlo fingió considerar sus quejas por unos momentos, luego se
inclinó hacia delante para apoyar los codos en la mesa.
"Lamento que el presidente Aponte haya traído este problema,"
dijo él. "Pero estoy seguro de que podemos corregir la situación—si
todos trabajamos juntos."
Esto trajo una sonrisa a los labios de Linberk. "Así que, ¿nos
pediste que viniéramos porque estás listo para seguir adelante?"
"Suponiendo que podamos estar de acuerdo con un plan," dijo
Arlo. Siempre había encontrado más eficaz permitir que sus
instrumentos—especialmente los instrumentos Jiralhanae—
pensaran que le decían a él lo que querían que hiciera. Se volvió hacia
Castor. "Primero, Dokab, necesito consultar tu experiencia con
respecto a los Forerunners. Esto es de un informe que recibí más
temprano hoy."
Arlo colocó su tableta de datos sobre la mesa y seleccionó la
grabación de la discusión de la tarde con la Inspectora Veta Lopis.
Había eliminado las conversaciones irrelevantes de oficina y los
detalles confidenciales de la investigación, pero por lo demás la
había dejado intacta. Presionó el botón de reproducción, y la voz de
Veta vino del pequeño altavoz.
"No tengo mucho tiempo," dijo la inspectora. "Hay una nueva
escena del crimen, y estamos regresando a las cuevas."
"¿Algún sospechoso?" preguntó Arlo.
"Sólo los Spartans destacan," dijo Lopis. "Estos asesinatos
requieren mucho poder físico. Las víctimas han sido aplastadas,
algunas veces literalmente destrozadas. Creo que hay mucha rabia
y pérdida de control."
"¿Pérdida de control?" repitió Arlo. "Eso no suena a un
Spartan, por lo que he oído, ellos son todo cuestión de concentración
y control."
"Eso también me molesta," dijo Lopis. "Estoy tratando de
expandir el grupo de sospechosos, pero hay problemas de seguridad.
El Comandante Nelson admitió que los Spartans están aquí para
pelear contra algo llamado Centinelas. Afirman que los Centinelas
no pueden ser nuestros principales sospechosos porque atacan sólo
con haces de partículas, pero no he podido verificar eso."
"¿Centinelas?" repitió Arlo. "Creo que acabas de confirmar una
sospecha por mí. ¿Dijeron algo sobre los Forerunners?"
"No a mí, pero he visto al Comandante Nelson usar el término
cuando le daba una reprimenda a uno de los Spartans." Lopis hizo
una pausa y luego dijo, "Arlo, hay demasiadas cosas pasando aquí
para que sea una coincidencia. El terremoto de Montero y las
curaciones milagrosas tienen algo que ver con los Forerunners. Y
sea cual sea esa conexión—eso es lo que trajo al UNSC aquí."
"No hay necesidad de ser diplomática, Veta," dijo Arlo. "Puedes
decirlo, eso es lo que el UNSC vino a robar a Gao."
"No podría probarlo, pero sí de eso se trata, admito que es difícil
que el UNSC deje atrás cualquier tipo de tecnología médica
Forerunner." Lopis hizo una pausa y añadió, "Podría tener una pista
sobre su nombre. ¿Alguna vez has oído hablar de algo llamado
'ancilla'?"
Hubo dos segundos de silencio.
"¿Ministro?"
"Lo siento, Veta," respondió Arlo. "No tengo ni idea de lo que
podría ser. Pero sí sé algo sobre Centinelas… y si tienes razón sobre
todo esto, por favor ten cuidado. Son peligrosos."
"¿Tú crees que sí?" La voz de Lopis era sarcástica. "Ya estaba
suponiendo eso por la presencia de los Spartans."
"Lo siento," dijo Arlo. "Los Centinelas son un tipo de drones de
los Forerunner. Voy a tratar de tener especificaciones antes de tu
próximo informe."
"Gracias," dijo Lopis, "Y ve que puedes conseguir sobre la
armadura Mjolnir, también."
"¿Qué, la armadura Mjolnir de los Spartans?" No estoy seguro
de que mis fuentes tendrán acceso a eso—o estar dispuestas a
apartarse de ello si lo hacen. Compartir cosas sobre los Forerunners
es una cosa—vender a los Spartans está en una clase completamente
diferente de peligro."
"Entonces ofrece más, o chantajéalos," exigió Lopis. "Pero si
nuestro principal sospechoso resulta ser un Spartan, voy a necesitar
una forma de superar la armadura…"
Arlo detuvo la reproducción. Aunque habría sido una seguridad
operacional deficiente admitirlo ante un agente de campo, sabía
exactamente lo que era una ancilla, y quería ver la reacción de Castor
ante la noticia de que el UNSC estaba acechando a una.
El Jiralhanae apoyó las manos sobre la mesa y se levantó,
hundiéndose con la cabeza y los grandes hombros presionados contra
el techo bajo de la cabina. Sus ojos eran anchos, y sus colmillos
estaban desnudos en una expresión abierta que parecía más
sorprendida que enojada.
"¿Ancilla?" Castor en incredulidad. "¿Dijo ella ancilla?"
"Tal vez." Arlo tuvo cuidado de mantener su tono neutro. "Eso
es sin duda lo que parecía."
"¿Entonces han encontrado uno de los Oráculos?"
"Podría ser." Arlo estaba desconcertado por la falta de
indignación de Castor; seguramente, el Jiralhanae consideraría a la
ancilla como un objeto sagrado. "Eso es lo que quería consultar
contigo."
"Los oráculos hablan por los dioses." Castor empezaba a hablar
más rápido y más fuerte, su voz retumbando fuera de su disco
traductor en tonos profundos y distorsionados. "Que los herejes se
lleven uno es—"
"Dudo que lo hayan capturado," interrumpió Linberk. "Me
parece que una ancilla Forerunner podría ser el objetivo de una
operación como esta. Si el UNSC ya la tuviera, ¿no se habrían ido
para este momento?"
"Estoy de acuerdo," dijo Arlo. No le sorprendió lo rápido que
Linberk estaba siguiendo su plan. Ella era la persona más inteligente
que conocía, y la única oponente que le ganaba regularmente tanto
en backgammon como en go. "El batallón de investigación no estaría
aquí si tuvieran al Oráculo."
"Ahí lo tienes, entonces." Linberk miró fijamente a Arlo y
arqueó la frente, haciéndole saber que ella esperaba ser compensada
por su apoyo. "Los Spartans están aquí porque el UNSC quiere a la
ancilla."
Aun así, Castor no logró erupcionar como Arlo esperaba. El
Jiralhanae simplemente se hundió de nuevo en el armario de
herramientas. Miró fijamente la pared opuesta durante un rato, luego
sacudió la cabeza.
"No se puede permitir. Nunca." Castor miró a Arlo. "Los
Guardianes negociarán."
"¿Negociaran?" Arlo estaba empezando a preocuparse de haber
subestimado al Jiralhanae—y nadie cometía ese error tan particular
dos veces. "Lo siento, pero estamos hablando de Spartans. Mi agente
no podría robar la ancilla—"
"Negociaré contigo," interrumpió Castor, "para tener acceso.
Para llevar a mis guerreros a las cavernas, y te daré las
especificaciones de la Mjolnir que tu espía necesita. Te daré
esquemas."
"¿Tienes esquemas de la armadura Mjolnir?" preguntó Arlo.
"¿Cómo en Gao te has pasado por esas?"
Castor enderezó su espina dorsal, levantando la cabeza tan alta
que su pelo erizado cepilló el techo. "Yo era un cacique del ejército
durante la guerra," dijo él. "Capturé muchas cosas útiles."
Arlo se echó hacia atrás, sólo medio fingiendo ser intimidado.
"Ya veo," él dijo. "¿Y de cuantos de tus guerreros estamos
hablando?"
"Quinientos," contestó Castor sin dudarlo. "Tengo quinientos
guerreros sagrados a bordo de la Luz Única."
"¿Has traído una fuerza de ataque de los Guardianes a la órbita
de Gao?" Arlo no sabía si debía sentirse preocupado o impresionado.
"¿Sin preguntar?"
"Dijiste que viniera enseguida." Castor extendió sus enormes
manos y sonrió. "Era sabio llegar preparado."
"En efecto, así fue," dijo Linberk rápidamente. "¿Pero serán
suficientes quinientos guerreros? Una vez que esto comience, no
habrá refuerzos. No podremos conseguir pasarlos a través de ese
grupo de trabajo del UNSC."
"Quinientos son suficientes," respondió Castor. "La mayoría
serán Jiralhanae. Y yo mismo los guiaré."
Arlo sonrió. "Tenemos un trato entonces." Se levantó y extendió
una mano hacia Castor. "Te deseo suerte, Dokab. Si alguien puede
detener a los infieles, eres tú."
CAPÍTULO 6

1158 horas, Julio 3, 2553 (calendario militar)


Escena del Crimen India, 504 metros bajo tierra, Sistema de
Cuevas de Montero
Distrito de Campos Silvestres, Planeta Gao, Sistema Cordoba

Después de cinco horas de escrutinio por parte de los


investigadores y técnicos, el cadáver finalmente volvió a permanecer
intacto. Otra mujer, bañada en el resplandor de las lámparas de
trabajo de alta intensidad, estaba desplomada hacia atrás sobre un
bloque de piedra caliza—parte de una enorme pila de escombros que
probablemente habían caído del techo de la cueva un millón de años
antes. La parte posterior de su cráneo había sido aplastada, sus
extremidades estaban separadas en ángulos no naturales, y el torso
parecía como si hubiera sido golpeado por un martillo gravitatorio.
Fred no era un experto en ciencia forense, pero incluso él podía
ver que la mujer no había muerto donde yacía. En primer lugar, no
había salpicaduras de sangre en las rocas circundantes. Aún más
revelador era el lugar mismo. Situada en el fondo de un agotador
descenso de diez horas, la Escena del Crimen India estaba
directamente adyacente al Sitio Vivac Tango, un campamento
avanzado utilizado por el equipo de mapeo para extender su tiempo
de trabajo subterráneo. No era el tipo de lugar donde una turista
vestida con pantalones y una blusa sin mangas tropezaba por
accidente, así que parecía bastante claro que el cuerpo había sido
colocado aquí como cebo.
¿Pero por quién—el asesino en serie o la ancilla? ¿Y por qué no
había saltado la trampa todavía?
A la preocupación de Fred se sumó la inexplicable ausencia del
Mayor Halal y del Soldado Hayes. Según el Tercer Escuadrón, que
había vigilado la escena del crimen hasta que Fred llegó con Lopis y
su equipo, la pareja nunca había llegado. Fred había considerado
enviar un grupo de búsqueda, por supuesto, pero luego decidió no
hacerlo. Si la turista muerta estaba siendo utilizado como cebo,
entonces habría sido una tontería dividir su fuerza.
En vez de eso, Fred había irritado a la Inspectora Lopis
ordenando a todo el grupo que se ocultase y se dispersara, luego
envió a Linda a buscar al equipo de mapeo y su escolta de Spartan-
III. El retraso había costado cuatro horas, pero también había
permitido al equipo de investigación un descanso muy necesario y le
había brindado el apoyo que necesitaba para preparar un
contraataque adecuado.
Pero no esperaba demorar tanto tiempo.
Fred inclinó su cabeza de regreso, mirando hacia la oscuridad
por encima del montón. Casi instantáneamente, su sistema de
imágenes mostró un esquema tridimensional en su HUD. Mostró una
inmensa cúpula de trescientos metros de largo que se ocultaba entre
las bocas de los pasajes que se cruzaban. Había colocado un Spartan-
III dentro de cinco de esos pasajes, posicionados para que tuvieran
campos de fuego entrelazados. Pero, por supuesto, no vio ninguna
señal de ellos. Estaban sentados fuera de la vista, sus espaldas
apretadas contra la pared para poder vigilar en ambas direcciones,
listos para dejar caer el fuego y disparar a la primera señal de
problemas. Llevaban nueve horas ocupando ese puesto.
Bajo circunstancias normales, Fred podría haber asumido que el
enemigo estaba esperando su momento, descansando cómodamente
mientras sus objetivos se fatigaban y desalentaban. Pero así no era
cómo funcionaban los Centinelas. Diseñados para luchar contra los
rápidos brotes del parasitario Flood, fueron programados para atacar
rápida y ferozmente antes de que sus enemigos tuvieran tiempo para
asegurar un punto de apoyo. Así que, o bien esta trampa había sido
colocada por el asesino en serie—que Fred consideraba ahora poco
probable que estuviera tan abajo—o bien la ancilla estaba cerca,
reteniendo a los Centinelas.
¿O tal vez fueran ambas?
Después de encontrar el cuerpo de la turista donde no debería
haber estado, Fred había empezado a preguntarse si la ancilla y el
asesino podrían ser uno y lo mismo. Esa era la explicación más
sencilla para el lugar, además de que la ancilla probablemente tenía
acceso a una máquina capaz de cometer los brutales asesinatos, y era
lo suficientemente inteligente como para darse cuenta de que atacar
a civiles Gao ejercería presión sobre el UNSC para que se marchara.
Pero Fred no tenía una buena manera de evaluar su hipótesis. La
ancilla seguía siendo una presencia inmaterial, cuya existencia sólo
podía inferirse a través de la más insignificante evidencia indirecta.
Al mismo tiempo, el buscado asesino se sentía demasiado
humano. Él o ella había creado un impacto físico que no dejaba
ninguna duda sobre su existencia y parecía burlarse deliberadamente
de sus perseguidores. A veces el sospechoso se sentía tan tangible y
cercano que Fred se encontraba estudiando a compañeros cercanos,
buscando algo frío y burlándose en sus ojos que los traicionaría como
un monstruo.
La única manera para Fred de reconciliar las dos sensaciones era
recordar que la ancilla era unas mil veces más inteligente de lo que
él era. Podría fácilmente estar manipulando la situación para
mantenerlo confundido, vacilante y dudoso.
Y de esa manera quedaba la derrota. Después de un mes de inútil
búsqueda de la ancilla, Fred sólo sabía una cosa segura: si dejaba que
la maldita cosa jugara con él a juegos mentales, iba a perder.
El punto azul de una lámpara de mano apareció en la oscuridad
rodeando la pila de escombros y comenzó a ondear a través de las
rocas. El sistema de imágenes de Fred cambió a la intensificación
pasiva de luz, y vio a un par de técnicos en la escena del crimen con
overoles blancos recorriendo su camino de regreso hacia el cadáver.
El hombre de atrás, Cirilo, llevaba una bolsa de cadáveres doblada.
Fred comprobó al resto del equipo y encontró a los otros dos
caminando por el perímetro de la escena del crimen, los haces de sus
lámparas balanceándose hacia adelante y hacia atrás mientras
realizaban un barrido final de la evidencia. Un pelotón de marines
del UNSC estaba reuniendo equipamiento y preparándose para
partir. Para un ojo inexperto, eran objetivos fáciles. Sin embargo, el
enemigo todavía no había atacado.
Y el Mayor Halal y el Soldado Hayes seguían desaparecidos.
Fred tenía fuertes sospechas sobre su destino—principalmente, de
que estaban muertos—pero no podía ignorar el hecho de que faltaba
un mayor del AJG. Si no hacía nada al respecto, el Comando de la
Flota tendría sus barras.
Fred localizó a Veta Lopis abriéndose camino por el otro
extremo de la galería, y luego se acercó para alcanzarla. Mientras él
se acercaba por detrás, su mano cayó hacia el arma de mano—otra
vez—y ella giró alrededor, destellando una lámpara de mano sobre
su casco. Su brusquedad se volvió insignificante a medida que su
placa facial se oscurecía para proteger su visión.
"¿Qué dije sobre anunciarte?" Lopis demandó. "¿Estás
intentando que te disparen?"
Fred dejó que su mirada se desviara hacia la automática que
colgaba de la cadera de Lopis. Era un modelo paramilitar local, una
10mm Especial de Armas Sevine con una mira láser y un cañón tan
largo que llegaba hasta la mitad de su rodilla. Su HUD señaló que la
SAS-10 era un arma versátil que se podía usar con munición
explosiva o perforante. Pero como oficial de policía, Lopis llevaría
rondas menos destructivas, probablemente puntas blandas estándar.
"No te preocupes," dijo Fred. "Llevo tres capas de armadura.
Esas derribadoras de hombres en tu cargador se aplanarían contra mi
pecho."
Lopis mostró una enigmática sonrisa. "Puede que te sorprenda."
"Por ti, tal vez. Pero no por tu arma." Las especificaciones
aparecieron en su HUD incluso antes de que terminara de hablar, y
él comenzó a leerlas. "Con una ronda perforadora de armaduras de
grano de uno-cuarenta, la SAS-10 tiene un alcance efectivo de
sesenta y dos metros. Incluso a cinco metros, la velocidad de la ronda
sería de sólo trescientos ochenta y nueve metros por segundo. Ni
siquiera rascarías mi caparazón exterior."
Lopis levantó la frente. "Bueno, entonces... tal vez necesite una
pistola más grande." Ella apartó su mano de su arma y preguntó,
"Ahora, ¿por qué estás contaminando mi escena del crimen?"
"No estoy contaminando mucho," dijo Fred. "Estás preparándote
para salir."
"Nada se te escapa, ¿verdad?" Veta asintió. "Sí, ya casi hemos
terminado aquí. ¿Por qué? ¿Tienes algún otro lugar donde estar?"
"Me gustaría oír tu evaluación de este asesinato," dijo Fred,
ignorando su burla. "¿Notaste algo diferente?"
"¿Cómo qué?" preguntó Lopis, haciéndose aún más reservada.
"No fue un accidente, si eso es lo que estás preguntando. La causa de
la muerte fue probablemente un trauma físico extremo, como los
otros."
"Pero esta escena no es igual que las otras," dijo Fred. "Los otros
cuerpos fueron encontrados en las galerías turísticas. Estamos en lo
profundo."
"Cierto." Lopis miraba fijamente a la placa frontal de Fred,
observándolo cuidadosamente. "Pero aún no hemos identificado a la
víctima. ¿Podría ser una de los suyos? ¿Quizás se separó de su
unidad?"
Fred estaba seguro de que Lopis ya había observado eso por sí
misma, así que sospechó que ella sólo estaba tratando de medir su
reacción a una sugerencia improbable. Era la misma técnica que él
habría utilizado para establecer un patrón de línea base al principio
de un interrogatorio. "Y los uniformes del UNSC normalmente no
vienen en estampados florales."
"Así que tal vez estaba fuera de servicio."
"¿Aquí abajo? Inspectora, tengo entendido que tiene un trabajo
que hacer. Pero ambos sabemos que esa mujer no era soldado, y
estamos en zona de combate. Ahora, apreciaría una respuesta directa.
¿Qué opinas de la escena del crimen?"
Lopis lo estudió un momento y luego dijo, "Tienes razón, esta
escena es diferente. Es un depósito de cadáveres."
"¿Y?"
"Y, a juzgar por todas las huellas de botas y sitios vivac aquí, el
asesino quería que tu gente encontrara el cuerpo."
"¿Por qué nosotros?" Fred tenía sus propias sospechas, por
supuesto, pero quería ver si Lopis ofrecía otra explicación—una que
explicara por qué no hubo ningún ataque contra sus propios hombres.
"¿Alguna teoría?"
Lopis pensó durante un momento, y luego se dio vuelta hacia la
pila de escombros. "¿Qué es exactamente lo que están buscando aquí
abajo, Spartan?"
"Eso es clasificado."
"Pensé que estábamos en una zona de combate," dijo Lopis.
"Pensé que estabas pidiendo mi ayuda."
"Lo estamos, y yo lo estoy," dijo Fred. "La misión, sin embargo,
sigue siendo clasificada."
Esa enigmática sonrisa volvió a deslizarse por los labios de
Lopis, y se le ocurrió a Fred que ella lo había engañado de nuevo.
Acababa de confirmar que el batallón no estaba simplemente
explorando esta área—sino que, de hecho, estaba buscando algo.
Cierto, eso probablemente había sido bastante obvio desde el
principio. Pero ahora era un hecho confirmado.
"Cuidado, Inspectora," dijo Fred. "Hay cosas que no deberías
saber."
"¿Quién dice que sé algo?" Lopis se mofó. "Pero digamos que
están buscando algo. Deben estar muy cerca."
"¿Por qué dices eso?"
"Porque ahora han provocado una reacción," dijo Lopis. "Donde
arrojaron el cuerpo podría ser una advertencia o una distracción…
pero creo que es una provocación. Han demostrado que son dignos
de atención. Ahora están siendo cazados. Eso es lo que este cadáver
nos está diciendo."
"Ese es un mensaje bastante específico." Fred no sabía si la
ancilla estaba intentando provocarlo, pero ciertamente estuvo de
acuerdo con Lopis en que sus hombres eran un blanco aquí. Sus
instintos le decían lo mismo. "¿Encontraste una nota o algo?"
"Mejor dicho, 'o algo así'," dijo Lopis. "El asesino cree que es
más listo que nosotros, eso es casi universal con estos tipos. Y se
siente obligado a probarlo, aunque sólo sea para sí mismo."
Fred empezó a decirle a ella que el asesino era más listo que
ellos, y luego se dio cuenta de lo que eso sugería—que la ancilla era
la verdadera asesina. Dio un solo paso atrás.
"Lo siento, Inspectora. Pero la—" Fred se atrapó a sí mismo
antes de decir ancilla, y luego continuó, "el objetivo que estoy
buscando no puede ser tu asesino."
"¿En serio?" Lopis puso una mano en su cadera y agitó la otra
alrededor de la galería. "Mira dónde estamos. ¿Quieres oír mi
opinión sobre todo esto? O nuestro sospechoso es lo que sea que
ustedes estén buscando aquí abajo, o es alguien de tu propio batallón.
Probablemente un Spartan."
"O mi objetivo está usando al verdadero asesino como cubierta."
Fred no estaba seguro de que creyera eso, pero lo único que se le
había ordenado explícitamente que no revelara era la ancilla. Se dio
vuelta hacia la pila de escombros, donde Cirilo y su compañero ya
estaban metiendo el nuevo cuerpo en la bolsa de cadáveres. "¿Puedes
estar segura de que esta víctima fue asesinada por la misma persona
que la dejó?"
"No puedo," admitió Lopis. La rapidez de su respuesta sugirió
que ya había considerado la posibilidad. "Eso es algo que no
podremos confirmar a menos que encontremos rastros de evidencia
sugiriendo que un segundo sujeto manipuló el cuerpo. Hasta que la
Dra. Rolan haga la autopsia, no sabré ni siquiera la probabilidad de
que haya sido asesinada por el mismo perpetrador que los otros."
"Así que, tal vez mi objetivo se cruzó con el cuerpo más cerca
de la superficie—y lo trajo aquí para que lo encontráramos."
"Tal vez." Lopis frunció el ceño y preguntó, "¿Y cómo
exactamente crees que el objetivo haría eso?"
Fred comenzó a tener una sensación de inquietud. "No estoy
seguro de lo que quieres decir, Inspectora."
"Es una pregunta simple, Fred." La voz de Lopis asumió un
borde agudo y punzante. "¿Cómo haría tu objetivo para traer el
cuerpo aquí? ¿Podrían él—o ellos, o lo que sea—cargar el cuerpo?
¿Arrastrarlo? ¿Llevarlo en un carro?"
"No podría decirlo, señora."
"¿No?" Lopis miró hacia la parte principal de la galería. "Yo
tampoco, Fred. Porque las únicas huellas que encontramos aquí
fueron huellas de botas—huellas con dos tipos de bandas de
rodadura: estándar del UNSC y Spartan."
"¿Estás segura?" Era la única respuesta que Fred podía pensar.
"¿Y tus propias huellas?"
Lopis agitó la cabeza. "No hasta después de que empezamos a
trabajar," ella dijo. "Después de que enviamos las arañas de rastros
de evidencia, las huellas son lo primero que documentamos. Usamos
una fuente de luz alternativa para escanear y registrar el terreno con
antelación cada vez que damos un paso. ¿Y la parte realmente
interesante? Tampoco había huellas en el montón de escombros
alrededor del cuerpo. Ninguna."
"Y el cuerpo no pudo haber caído desde la cúpula," dijo Fred,
anticipándose al siguiente punto de Lopis. Miró hacia la oscuridad.
"No desde esa altura. No sufrió suficiente daño."
"Así que ves mi problema," dijo Lopis. "¿Cómo entró el cadáver
en medio de la pila de escombros?" ¿Fue lanzado? ¿Fue
teletrasportando? Porque sabemos perfectamente que no fue
transportado, arrastrado o dejado caer aquí."
Fred suspiró, preguntándose si había algún detalle que Lopis no
pudiera captar, y luego dijo, "Probablemente flotó."
"¿Por tu objetivo?"
Fred vaciló, sabiendo que una respuesta honesta confirmaría un
vínculo entre su objetivo y los Centinelas—y, por lo tanto, los
Forerunners. Pero Nelson había sugerido que la gente de Gao
probablemente ya sabían sobre el vínculo Forerunner, y estaba cada
vez más claro que Lopis podría ser útil para averiguar qué estaba
tramando la ancilla—incluso si no podía decirle exactamente lo que
era la ancilla.
"No sé si mi objetivo sería capaz de mover un cuerpo," dijo Fred.
"Pero los Centinelas sí podrían."
"¿Y estos Centinelas—serían los mismos Centinelas que no
pueden ser nuestro principal sospechoso porque atacan sólo con
haces de partículas?"
"Afirmativo," dijo Fred. "Tienen un par de brazos utilitarios con
pequeños manipuladores en los extremos. Podrían transportar un
cadáver."
Lopis, por supuesto, siguió presionando. "¿Pero no golpear a
alguien hasta la muerte?"
"No es probable," dijo Fred. "E incluso si pudieran, no se
molestarían, no cuando tienen haces de partículas."
"¿Pero flotan?" preguntó Lopis. "¿Como los jungaloons?"
"Casi lo bastante cerca," dijo Fred. Los jungaloons, él sabía, eran
bolsas de aire con forma de almeja que usaban una probóscide en
forma de campana para succionar insectos voladores del aire húmedo
de Gao. "Pero más rápidos... mucho, mucho más rápido."
"¿Entonces tu objetivo pudo haber puesto el cuerpo aquí?"
preguntó Lopis. "¿O lo hizo poner aquí por un Centinela?"
"Sí," dijo Fred. "Eso tiene mucho sentido."
"Quizá para ti," dijo Lopis. "Todavía no veo por qué un objetivo
militar te pudiera provocar así. Parece improductivo."
Fred permaneció en silencio durante un momento, tratando de
decidir cuánto de su propia teoría revelar. Parecía claro que Lopis
sabía más de su misión de lo que ella admitía, lo que significaba que
cualquier cosa que él le dijera podía revelar más de lo que él quería.
Por otro lado, retener los detalles que ella ya había adivinado sólo
aumentaría la desconfianza entre ellos—y con la ancilla ahí fuera
tendiendo trampas, esa era la clase de complicación que terminaría
matando gente.
Finalmente, Fred dijo, "No creo que esta escena del crimen sea
una provocación. Creo que es un cebo."
"¿Para qué?"
"Una emboscada."
El ceño fruncido de Lopis sólo duró un instante, y luego dijo,
"Teniente, ya llevamos horas aquí. Si ese cadáver fuera un cebo,
seguro que ya nos habrían atacado."
"No si el objetivo es más inteligente que yo," dijo Fred. "Mis
contramedidas pueden haber sido demasiado obvias."
"¿Contramedidas?" Los ojos de Veta se iluminaron con
comprensión. "¿Quieres decir que no se reúnan en grupos de más de
tres? ¿Comer y descansar en lugares protegidos? ¿Eso no es sólo el
protocolo estándar del UNSC?"
"Me temo que no," admitió Fred. "Y tengo a todo mi equipo en
los pasajes circundantes."
"¿Desde cuándo?"
"Desde que me di cuenta de que estábamos caminando hacia una
trampa."
"¿Y no te molestaste en decírnoslo?"
"Lo siento," dijo Fred. "Temía que desalentaras el ataque."
"¿Y eso habría sido algo malo?" La expresión de Lopis pasó de
enojada, sorprendida a resentida. "¿Así que tú nos estabas usando
como cebo, también?"
"Esa podría ser la forma equivocada de verlo."
"¿Y cuál sería la forma correcta de verlo?"
"Que estoy tratando de eliminar la amenaza bajo circunstancias
controladas," dijo Fred. "Que golpear al enemigo aquí es mejor que
recibir un golpe a la salida."
Lopis se quedó en silencio durante un momento, luego la ira
finalmente se le fue de la cara. "De acuerdo, ya lo veo." Su voz
asumió un tono exigente. "¿Algo más que debieras haberme dicho?"
"Sí," dijo Fred. "Pero, en realidad, es más bien una petición."
"Déjame adivinar," dijo Lopis. "¿Quieres que deambule sola
para sacar a tu objetivo?"
Fred se detuvo, tratando de decidir si la idea tenía mérito—si él
sería capaz de protegerla, si la ancilla enviaría a sus Centinelas tras
una civil solitaria. Finalmente, él preguntó, "¿Harías eso?"
"Seguro... Incluso gritaría pidiendo ayuda." La expresión de
Lopis se endureció en un resplandor. "Justo después de que me digas
qué buscas aquí abajo."
Fred pasó dos dedos por su placa frontal, señalando una sonrisa.
"Gracioso, señora," él dijo. "Pero me temo que tendremos que
arriesgarnos."
Lopis se encogió de hombros. "Tu elección," ella dijo. "¿Y cuál
es tu petición?"
"Necesito que ralentices las cosas," dijo Fred. "Sólo tienes que
parecer ocupada y nos compras otras horas aquí."
"Siempre podemos tomar descansos y hacer más barridos de
pruebas," dijo Lopis. "Pero si el enemigo no ha mordido el anzuelo
para este momento—"
"No es para atraerlos," dijo Fred. "Necesito enviar un equipo
para recuperar al Mayor Halal y al Soldado Hayes, y preferiría
mantener la atención del enemigo concentrada aquí mientras no
están."
Lopis no contestó de inmediato, y cuando lo hizo, había cálculo
en sus ojos. "¿Crees que Halal está muerto?"
"Y Hayes también, me temo," dijo Fred. "Si no, ya habrían
regresado. Su ruta estaba claramente trazada."
"De acuerdo, le diré a Senola que se mantenga ocupada aquí,"
dijo Lopis. "Cirilo y yo acompañaremos al equipo de recuperación."
Fred hizo un movimiento de corte en el pecho. "Negativo," él
dijo. "El UNSC no necesita tu ayuda para recuperarlos—"
"No me importa particularmente lo que el UNSC requiera,
Teniente," dijo Lopis. "Si dos hombres están muertos, es una escena
de crimen fresca—muy fresca—y es mi mejor oportunidad para saber
quién está matando gente por aquí."
"Señora, con el debido respeto," dijo Fred. "La ruta se vuelve
muy estrecha en el camino."
"¿Y?"
"Así que no estoy ciego. Te estaba observando en la Escena del
Crimen Charlie. Tienes un problema con los espacios confinados."
"¿Y te preocupa que me congele?" preguntó Lopis. "¿Que tengas
que arrastrarme por el pelo o algo así?"
"Probablemente iría por las muñecas."
"Eres un verdadero comediante, Fred. Pero puedo manejar
cualquier camino en el que puedas meterte con esa armadura tuya—
y no te estoy pidiendo permiso."
Fred consideró su demanda, sopesando la posibilidad de tener
que arrastrarla a través de algunos puntos estrechos contra la
probabilidad de que obedeciera una orden de quedarse atrás. En
general, probablemente era más seguro llevarla con ellos que
arriesgarse a que tratara de seguirlo por su cuenta.
Finalmente, Fred asintió. "Como desee, Inspectora," él dijo.
"Recuerda—tú pediste esto."
CAPÍTULO 7

1318 horas, Julio 3, 2553 (calendario militar)


Pasaje no identificado, 406 metros bajo tierra,
Sistema de Cavernas de Montero
Distrito de Campos Silvestres, Planeta Gao, Sistema Cordoba

E l destacamento de recuperación había estado viajando durante


más de una hora, arrastrándose por un laberinto de calurosos y
sombríos pasajes, cuando Veta finalmente captó el olor de la muerte.
No era el olor azufrado de un cadáver hinchado o incluso el
empalagoso rancio de la descomposición de la etapa tres. Era un olor
amargo y metálico que ella reconoció como sangre congelada. Y,
mezclado con el moho de la cueva, encontró un indicio de algo más
áspero y más cáustico—carne quemada, quizás.
Veta dejó de gatear y miró a Cirilo, que estaba a unos dos metros
de distancia. Como la propia Veta, llevaba puesto el equipo de
combate del UNSC, incluido un casco con una lámpara integrada y
un chaleco con una subametralladora M7 atada al pecho. Su propio
equipo había sido relegado a paquetes impermeables, que
actualmente arrastraban por el lodo que había detrás de ellos.
"Nos estamos acercando," susurró Veta. Ella tuvo cuidado de
apuntar su lámpara de casco lejos de sus ojos. "¿Hueles eso?"
"Oh sí," dijo Cirilo. "Mucha sangre esta vez. Casi te hace sentir
pena por los pobres bastardos."
Veta asintió. "Especialmente por Hayes," ella dijo. "Si Halal no
hubiera querido ocultarnos algo, ya estaría sentado en un patio del
Centro de Vitalidad."
Ella levantó un poco más el cuello, pasando su lámpara más allá
de Cirilo por un pasaje de paredes resbaladizas, tan largo y redondo
que parecía que se arrastraba por el interior de un intestino gigante.
Se suponía que habría un trío de Spartan-III allá atrás,
proporcionando una retaguardia y encadenando una línea de
comunicación para que el destacamento de recuperación pudiera
mantenerse en contacto con la Escena del Crimen India. Pero los
Spartans se mantenían a distancia, moviéndose tan silenciosamente
que era difícil creer que en realidad seguían allí.
Veta sintió que la mano de Cirilo apretaba su pantorrilla.
"Oye, Veta," él preguntó. "¿Estás bien?"
"Estoy bien, Cee," dijo Veta. Fingió una sonrisa. "Es sólo la luz
aquí abajo. Me hace parecer cansada."
Cirilo sonrió. "Siempre me pareces aguda, jefa." Sacudió su
pulgar hacia el techo de piedra caliza a medio metro por encima de
sus cabezas. "Pero arrastrarme por este lugar... hace que mi pecho se
apriete."
"Estoy bien. Realmente."
Y hasta ahora, eso era verdad. Había un par de lugares estrechos
donde se sentía como si se hubiera metido en una tumba y las paredes
se hubieran cerrado a su alrededor. Pero con Cirilo cerca y una
subametralladora en el torso, había logrado mantener la calma, para
recordarse a sí misma que no era el sótano escondido donde una chica
de diecisiete años había aprendido que los monstruos eran reales.
Este era un terreno de caza—el terreno de caza de Veta—y ella no
era la que necesitaba tener miedo, ni ahora ni nunca más.
Veta se dio la vuelta hacia el frente, y luego continuó siguiendo
a Fred hasta el pasaje. En su armadura, el Spartan era demasiado
grande para arrastrarse sobre sus manos y rodillas. En vez de eso,
tuvo que abrirse camino sobre su vientre, un proceso incómodo que
Fred hizo parecer tan sencillo y natural como caminar. A menudo,
Veta y Cirilo tuvieron que luchar para mantener el ritmo, y ellos
hacían mucho más ruido al hacerlo.
El olor de la sangre continuó fortaleciéndose, y finalmente Fred
indicó un alto levantando un puño cerrado. Veta y Cirilo se
detuvieron instantáneamente, y luego observaron en silencio
mientras el Spartan desaparecía en la oscuridad más allá de sus haces
de luz. Fred no activó su propia lámpara, sin duda confiando en sus
sistemas de imágenes.
Cirilo se acercó a Veta, una mano apoyada en su cadera mientras
se agachaba junto a la pared a su lado. A ella no le importaba la
familiaridad. Era lo más cercano que tenía a un amante, un amigo y
colega de confianza que compartía su pasión por atrapar asesinos.
Con su pelo negro y sus rasgos esbeltos, era lo suficientemente
guapo. ¿Bajo diferentes circunstancias? Ella pudo haber respondido
a sus constantes flirteos. Pero, aunque Cirilo no hubiera sido su
subordinado, ella no estaba segura de poder confiar en nadie. Había
perdido esa habilidad hace mucho tiempo en aquel sótano, cuando
un monstruo la había encadenado a la pared y había comenzado a
alimentarse de su dolor, miedo y humillación.
"Espero que el grandote vuelva," Cirilo susurró. "Él tiene el
mapa, ya sabes."
"No te preocupes," dijo Veta. "Siempre podemos seguir la línea
de comunicación de regreso a la Escena del Crimen India."
"Me temo que no," dijo una voz modulada detrás de ellos. "La
línea ha sido cortada."
Veta miró hacia atrás para ver a Ash-G099 arrastrándose hacia
el resplandor de su haz de luz, su forma borrosa por la capa
fotorreactiva de su armadura Semi-Potenciada de Infiltración.
Aunque más pequeño que Fred, el Spartan-III era todavía lo
suficientemente grande como para que tuviera que seguir su camino
hacia adelante en sus codos y vientre. Como Fred, de alguna manera
se las arreglaba para hacer eso en silencio—incluso mientras sostenía
su rifle de batalla listo para disparar.
"¿Cortada?" preguntó Veta. "¿Por quién?"
"Probablemente por el enemigo, señora," contestó Ash. "Cuando
empiece el tiroteo, agáchate y rueda hacia las paredes para que pueda
dispararte si es necesario."
"¿Y cuándo será eso?" preguntó Cirilo. "¿Cuándo empieza el
tiroteo, quiero decir?"
"Eso no está en nuestro control." Ash usó la punta de su rifle de
combate para hacer el gesto. "Pero debemos continuar avanzando. El
teniente dice que ha encontrado una baja."
Al notar que ni Ash ni ninguno de los otros Spartans estaba
usando una lámpara, Veta preguntó, "¿Y nuestras lámparas de mano?
¿No deberíamos apagarlas para evitar convertirnos en objetivos?"
"Yo no lo haría," dijo Ash. "No podrás ver nada en la oscuridad,
y los Centinelas tienen tantos sistemas de imágenes como nosotros.
Los encontrarán si tienen las lámparas encendidas o no."
"Genial. Gracias por la tranquilidad," murmuró Cirilo.
Medio esperando ser alcanzados por un haz de partículas en
cualquier momento, Veta continuó hacia delante. Unos minutos más
tarde, el pasadizo se abrió en una gran galería de unos diez metros de
ancho y quizás el doble de altura. No parecía haber muchas
formaciones de cuevas en la cámara, pero el suelo estaba salpicado
de bloques rotos y las paredes estaban cubiertas de un precipitado
blanco que los Gaos llamaban leche lunar.
Fred estaba agachado justo más allá de la boca del pasadizo,
cubriéndose detrás de un gran bloque rectangular y listo para
proteger al resto del equipo a medida que salían. Tan pronto como
Veta asomó la cabeza, él retiró una mano de su rifle de batalla y
apuntó hacia otro bloque que estaba a medio camino de la galería.
"Ustedes dos esperen ahí y preparen sus armas," él dijo. "Nos
acercaremos a la víctima juntos."
Veta y Cirilo recuperaron los paquetes de equipo que habían
estado arrastrando, y luego se cubrieron donde Fred les había
indicado y desengancharon sus M7. Incluso si Fred no hubiera
mencionado a la víctima, Veta habría sabido por el solo olor que
estaban cerca de un cadáver, el olor era tan fuerte y distintivo. Ash,
Olivia-G291 y Mark-G313 emergieron del pasaje en rápida sucesión,
y luego desaparecieron en la oscuridad tan rápidamente que Veta
estaba a medias convencida de que los había imaginado.
Fred se levantó de detrás de su cubierta y señaló la galería. "El
cuerpo está a unos diez metros de aquí," él dijo. "Y necesitaremos
hacer esto rápido."
"Suponiendo que no nos disparen primero," dijo Cirilo.
"No te dispararán," le aseguró Fred. "Incinerar, tal vez."
"¿Los haces de los Centinelas son tan poderosos?" preguntó
Veta, siguiendo hacia delante a Cirilo.
"Afirmativo," dijo Fred. "Pueden causar mucho daño."
Llegaron a la escena de la muerte y encontraron a un soldado
marine tendido en el suelo de la galería, a un metro bajo la boca de
un pasaje de intersección. Su cuerpo estaba rígido con rigor mortis,
sus brazos extendidos a su lado, con una mano envuelta alrededor de
la culata de su rifle de batalla. Su dedo índice seguía apretando el
gatillo. Veta no vio ninguna causa obvia de muerte, pero su armadura
del torso tenía un anillo de calor ennegrecido sobre el corazón, y su
blusa BDU—al menos las porciones expuestas que Veta podía ver—
había sido chamuscada en listones.
Se giró hacia Fred. "¿Es el Soldado Hayes?"
Fred asintió.
"¿Así se ve como un ataque de Centinela?"
"En realidad no, Inspectora," dijo Fred. " Un haz de Centinela
habría explotado a través de la armadura y agitado sus moléculas
hasta que sus células estallaran en erupción. Lo habría cocinado de
adentro hacia afuera."
Veta asintió. Ella se sentó sobre sus talones a unos dos metros
del cuerpo del soldado y arrastró el haz de la lámpara de su casco
hasta su cadera, donde encontró una carbonizada herida de salida.
"Esto fue una electrocución."
"Así es como lo leo," dijo Cirilo, agachándose junto a ella.
"Estaba sobre su costado cuando el perno lo golpeó en el pecho. Bajó
a través de su cuerpo y aterrizó a través de su cadera."
Veta miró a Fred. "¿Podría un Centinela haberlo electrocutado?"
"Negativo," dijo Fred. "Sólo usan sus haces de partículas."
"¿Qué hay de tu objetivo?" preguntó Veta. "¿Podría haber hecho
un ataque como este?"
"La respuesta a eso sería—"
"Déjame adivinar." Veta interrumpió. "Clasificado."
Ella se estaba cansando de jugar estos juegos de espías,
especialmente porque estaba empezando a parecer que podría haber
una conexión entre el objetivo de Fred y su sospechoso.
Pero también comprendía cuán valiosa era la tecnología
Forerunner para el UNSC, y cualquier cosa por la que los Spartans
estuvieran aquí para capturar, estaba bastante segura de que la ONI
no dudaría en dar la orden de matar a Veta y a todo su equipo para
proteger el secreto. Algo a tener en cuenta.
Después de un momento, Veta se giró hacia Cirilo y dijo, "Creo
que debemos tomar eso como un sí."
"No hay mucha elección," aceptó Cirilo. "Pero este es un nuevo
modus operandi. Así que tal vez esta muerte no está en nuestro
sospechoso."
"Tal vez no." Veta pasó su haz de luz por el brazo del soldado
hacia el rifle de batalla vacío. "Parece que Hayes hizo unos disparos
antes de morir. Eso también es algo nuevo."
"No se puede leer mucho en eso," advirtió Cirilo. Los turistas no
suelen llevar armas automáticas. Ni siquiera la gente de Gao."
"Buen punto."
Cirilo hizo un gesto hacia el pasaje junto a ellos. "Así que a lo
mejor Hayes está saliendo de este pasadizo cuando oye algo que
viene. Da vueltas sobre su cadera y abre fuego, luego la cosa lo deja
acertarle."
"Lo que significa que el Soldado Hayes no es el único que sufrió
daños," dijo Veta. "Barre la zona. Busca balas y sangre... o fluido
hidráulico o lo que sea. Sólo mira a ver si golpeó algo."
Cirilo volvió a atar su M7 a su chaleco, luego retrocedió y
empezó a sacar el equipo de su mochila. "Yo también buscaré
evidencia de huellas."
"¿Qué sería eso?" preguntó Fred.
"Huellas y marcas de herramientas," explicó Veta. "Ese tipo de
cosas."
Veta se acercó a los pies del soldado muerto, donde el pequeño
pasadizo se abría en la pared de la galería. El pasadizo de arrastre
tenía menos de un metro de altura, y el olor a sangre era fuerte. Con
la M7 en las dos manos, se puso de rodillas y encendió la lámpara
del casco en el pasillo. Las paredes y el techo estaban salpicados de
óvalos carmesí, y el suelo estaba jaspeado con piscinas de barro
oscuro pegajoso del tamaño de un pecho.
No era la sangre del soldado. Hayes no mostraba ningún signo
de que hubiera estado sangrando antes de salir del pasaje—o incluso
que después de eso. Pero, ¿dónde estaba el Mayor Halal? Las únicas
indicaciones de otra víctima eran unas marcas de patadas en el suelo
y un largo surco donde se había empujado a sí mismo hacia atrás.
Veta activó la lámpara de mano fijada al cañón de su
subametralladora M7 y agregó su potencia al brillo de su faro. En el
extremo opuesto del haz combinado, finalmente vio a una rígida
figura gris que yacía en un charco de sangre congelada. La cara del
mayor no era visible desde la entrada del pasadizo, pero Veta no tenía
dudas de que estaba muerto; había visto a suficientes cadáveres como
para reconocer el rigor mortis cuando lo veía.
"Encontré a Halal," dijo Veta. Se sentó sobre sus caderas.
"¿Alguna señal de esos Centinelas, Teniente? ¿O de tu objetivo?"
"Todos los reportes están limpios hasta ahora," respondió el
Spartan. "¿Por qué?"
"Porque esto podría tardar un tiempo." Veta señaló el pasaje.
"No va a ser fácil sacar al Mayor Halal de ahí mientras esté en pleno
rigor mortis."
"Bueno, al menos no tendremos que sacar a rastras a todo él,"
contestó Cirilo. "No si esta pieza le pertenece a él."
Veta se giró hacia la voz de Cee y lo encontró a unos cuatro
metros de distancia, iluminando su lámpara de casco sobre un suelo
cubierto por delgadas losas de piedra caliza. Antes de que ella
pudiera preguntar qué estaba mirando, Fred cruzó a su lado y sacó
un brazo sin cuerpo de entre los escombros.
"Oye, ¿qué estás haciendo?" preguntó Cirilo. "Eso es violencia."
"Y es clasificado."
"Sí, ¿no lo está todo contigo?" Veta destacó. Ahora que Fred
estaba sosteniendo el brazo, se daba cuenta de lo que estaba envuelto
en una manga militar ensangrentada y destrozada. Junto a la muñeca
había una banda de cuero con la tableta táctica que Halal había estado
usando en la Escena del Crimen Charlie. "¡Maldita sea, deja de
alterar mi escena del crimen!"
"Estas son nuestras bajas, no tus víctimas," señaló Fred. "Y
necesitas bajar la voz. Nuestra posición no es muy defendible."
"Bajaré la voz cuando dejes de obstruir mi investigación," dijo
Veta. "Esos soldados murieron en Gao. Estoy reclamando
jurisdicción."
Fred permaneció en silencio detrás de su placa frontal.
"¿No te ordenó el Comandante Nelson que cooperaras?"
"Dentro de los límites," dijo Fred. "Lo cual hago."
Al darse cuenta de que no llegaría lejos tratando de intimidar a
un Spartan, Veta respiró hondo.
"Muy bien. Veamos si podemos resolver esto, entonces," señaló
la tableta táctica atada a la muñeca del brazo desmembrado. "¿No
está Wendell ahí dentro?"
"Un aspecto limitado, sí. Por eso lo estoy recuperando." Fred
dobló el brazo por debajo del codo y arrancó la tableta táctica de la
muñeca, y luego le dio el miembro sanguinolento a Cirilo. "Lo
siento, Inspectora, pero la IA es clasificada. Puedes quedarte con el
resto."
"Necesito hablar con Wendell," dijo Veta. "Estaba aquí."
El casco de Fred se inclinó hacia un lado.
"Wendell es un testigo," aclaró Cirilo. "Tenemos que
interrogarlo."
El casco de Fred volvió al centro, y la placa frontal se giró hacia
Veta. "¿Tiene que estar aquí?" él preguntó. "¿Ahora mismo?"
"Eso nos ahorraría mucho tiempo," dijo Veta. "Y nadie quiere
estar aquí más tiempo del que tenemos que estar."
Fred permaneció en silencio durante un momento, y luego dijo,
"Entiende que Wendell también está bajo órdenes. Quizá haya
algunas preguntas que no puede responder."
"Huh. Imagina eso," dijo Veta. Se giró hacia Cirilo y señaló el
brazo. "Ponlo en una bolsa y termina tu barrido. Veré lo que Wendell
tiene que decir."
Cirilo asintió y se fue.
Fred tocó la pestaña de energía de la tableta táctica y sostuvo la
pantalla donde Veta pudo verla. Un caballero de aspecto cansado con
barba de chivo gris y sombrero de fieltro apareció en la pequeña
pantalla. Miró brevemente en la dirección de Veta, y luego dirigió su
atención a Fred.
"Spartan-104," él dijo. "Me alivia verte. Estaba empezando a
pensar que me iba a apagar aquí abajo."
"Me alegra que te hayamos encontrado." Fred giró la tableta
táctica para que Wendell no tuviera otra opción que mirar a Veta.
"La Inspectora Lopis tiene algunas preguntas para ti. Dile lo que
puedas sin violar Foxtrot Tango Angel 7012."
"Por supuesto, pero no tengo mucho tiempo." La imagen de
Wendell comenzó a parpadear estáticamente. "Este dispositivo sufrió
daños por sobrecarga durante el—"
La pantalla quedó en blanco.
Fred giró la tableta táctica hacia su placa frontal y volvió a tocar
la pestaña de energía. "¿Wendell’"
La voz de Wendell volvió. "Lo siento, pero estos circuitos se
están quemando mientras hablamos. Me temo que no duraré lo
suficiente para ser útil... a menos que… bueno, ¿tal vez podrías
permitirme que resida en tu interfaz de armadura? Sólo
temporalmente, por supuesto, hasta que volvamos a la base y me
reincorpore con el Wendell Principal."
Fred se detuvo, luego retiró un chip de memoria de la tableta
táctica del tamaño de una uña del pulgar y lo insertó en una ranura
en la parte posterior de su casco. "Bienvenido a bordo."
Nada pasó por un momento, luego Fred giró la placa frontal
hacia Veta y preguntó, "¿Qué quieres saber?"
"Empieza unos momentos antes del ataque, Wendell," dijo Veta.
"Sólo dinos lo que pasó."
La voz de Wendell comenzó a sonar desde el altavoz del casco
de Fred. "Como desees. El Soldado Hayes estaba a la cabeza,
preparándose para salir del pasaje, cuando el Mayor Halal vio pasar
algo delante de ellos. Hayes sugirió que esperaran, cosa que hicieron.
Después de cinco minutos, Hayes procedió."
Veta esperó a que continuara la IA, pero Wendell se quedó en
silencio, y finalmente Fred preguntó, "¿Algo más, Inspectora?"
"En realidad, sí," dijo Veta. "Wendell, ¿exactamente qué vio el
mayor Halal?"
"Me temo que eso es clasificado, Inspectora Lopis."
"En otras palabras, ¿el Mayor Halal vio al objetivo de la
misión?"
"Yo no dije eso."
"Entonces, ¿vio un Centinela?"
"¿Dónde escuchaste ese término?" Wendell demandó.
El altavoz del casco se quedó en silencio por un momento—sin
duda alguna, mientras Fred ponía a Wendell al corriente de la
orientación del Comandante Nelson sobre la directiva de seguridad
Foxtrot Tango Angel 7012.
Entonces Wendell dijo, "No hay nada más que pueda decirle,
Inspectora. Todo lo que vi fue un destello blanco, luego una descarga
de corriente sobrecargó los circuitos táctiles. Tuve suerte de
permanecer integrado."
"Wendell, estoy preguntando por el Soldado Hayes y el Mayor
Halal," dijo Veta. "¿Qué les pasó a ellos?"
"Creo que eso es evidente," contestó Wendell. "Fueron
asesinados."
¿Por quién, Wendell? ¿O debería preguntar, por qué?"
Hubo una pausa, luego Wendell dijo, "Me temo que no puedo
decírselo, Inspectora."
"¿Porque es clasificado?"
"Porque en realidad no vi al atacante," dijo Wendell. "Como le
expliqué, mi código se estaba volviendo humo. Estaba ocupado
reconfigurando mi memoria."
"Pero debes haber oído los disparos," dijo Veta de inmediato.
"¿Cuántos disparos hizo el Soldado Hayes?"
"No oí nada." Wendell se detuvo y añadió, "Sus intentos de
agotarme son una pérdida de tiempo, Inspectora. Mis rutinas lógicas
son bastante estables."
"Me doy cuenta," dijo Veta. Pero también sé que las IA pueden
realizar cientos de operaciones a la vez. Estás escondiendo algo.
¿Qué es?"
Wendell se detuvo y dijo, "Estoy ocultando muchas cosas,
Inspectora."
Veta esperó a que él lo explicara, pero fue la voz de Fred la que
sonó en el altavoz del casco de nuevo.
"Lo siento, Inspectora. Se ha ido."
Veta frunció el ceño. "¿Se fue...? ¿Adónde se fue?"
"A dondequiera que vaya el código cuando no quiere ser
encontrado," dijo Fred. "Mi sistema me dice que Wendell se ha
retirado."
"¿Así nada más?" preguntó Veta. "¿Sin otra palabra,
simplemente se retira de mi entrevista? ¿Y cómo es eso una cuestión
de cooperación?"
Fred apartó la placa frontal de ella.
"¿Qué pasa, Teniente?" preguntó Veta. "Debe haberte dicho
algo."
"Bueno, sí." Fred miró hacia ella. "Dijo que debería dispararte."
La mirada de Veta se deslizó hacia la culata del arma de Fred, y
se sintió a sí misma alcanzando el mango de carga de su M7.
Él ya le estaba balanceando su rifle de batalla lejos de ella.
"Relájese, Inspectora. No recibo órdenes de Wendell."
Veta no sabía muy bien qué decir. Ella estaba bien familiarizada
con ser amenazada por sospechosos enfadados, pero no solían residir
en la armadura Mjolnir. Y no podían desaparecer simplemente
porque el interrogatorio había dado un giro incómodo.
Por otro lado, Wendell no era un sospechoso. Era difícil
imaginarlo electrocutando al Soldado Hayes o desmembrando el
brazo del Mayor Halal, que no era el tipo de daño que una tableta
táctica podría causar.
"Oye... jefa." La voz de Cirilo era suave pero urgente. "Tengo
algo aquí."
Veta miró hacia arriba y, a unos ocho metros, vio una pálida
media luna de luz azul que barría la pared de la caverna. Escuchó el
suave silbido del Fluorescel siendo rociado, y luego vio un patrón de
salpicadura aparecer en la piedra. Pero en vez del brillante blanco
azulado, que aparecía con la sangre cuando reaccionaba con el agente
fluorescente, el óvalo era naranja brillante.
Veta se dirigió hacia él. "Cee... ¿qué es eso?"
"No lo sé," dijo Cirilo. "Pero lo que sea que lo derramó, recibió
un par de balas de Hayes."
La boquilla de la botella de Fluorescel apareció en la luz azul,
apuntando a un par de orificios frescos cerca del extremo más
pequeño del patrón de salpicaduras.
"Todavía no he encontrado las balas, pero puedes ver dónde
están."
Veta se detuvo al lado de Cirilo. "Vaya. Buen trabajo."
Cirilo caminó unos pasos por la galería, luego roció el Fluorescel
en el suelo de la caverna y lo iluminó con la luz. Varios puntos
anaranjados comenzaron a hacer fluorescencia en el barro. "A lo que
sea que le haya disparado Hayes está sangrando… o algo así."
Veta descendió hasta sus caderas y examinó los puntos. Estaban
en una línea torcida, conduciendo más o menos hacia la galería.
"Cirilo, a veces podría besarte."
Cirilo se rió entre dientes. "¿Sólo a veces?"
"¿No es suficiente para ti?" Veta dedicó un momento a pensar
en prioridades, y luego dijo, "Tenemos que cubrir al Mayor Halal,
meterlo a él y al Soldado Hayes en bolsas y guardar los cuerpos en
un lugar seguro."
"¿Almacenarlos?" la placa de Fred se giró hacia la línea de
puntos fluorescentes. "¿En qué estás pensando, Inspectora?"
"Probablemente lo mismo que tú, Fred." Veta se puso en pie, y
luego señaló la línea de puntos fluorescentes. "Eso es un rastro... y
necesitamos seguirlo."
CAPÍTULO 8

0026 horas, Julio 4, 2553 (calendario militar)


Posible Silo de Lanzamiento, 1.500 metros bajo tierra,
Sistema de Cuevas de Montero,
Distrito de Campos Silvestres, Planeta Gao, Sistema Cordoba

Después de embolsar y almacenar los cuerpos del Mayor Halal y


del Soldado Hayes para su posterior recuperación, Fred y sus cinco
compañeros comenzaron a seguir el rastro que Cirilo había
descubierto con su spray fluorescente. La caminata se convirtió en
una dura prueba de doce horas, con ciegos descensos por tres pozos
vertiginosos, el último de más de doscientos metros de profundidad.
Aun así, la cantera se pegaba a espaciosos pasajes y no dejaba rastro
alguno más que una ocasional gota de líquido. Eso sugería que
volaba rápido, y con cada hora que pasaba, Fred se hacía más
esperanzado de que la cosa era su blanco: una ancilla Forerunner
huyendo de vuelta a su base.
Mientras viajaban, Fred era cuidadoso de mapear la ruta y
capturar videos en cada intersección. Incluso si tenía razón sobre lo
que estaban persiguiendo y hacia dónde iba, parecía poco probable
que él y sus compañeros encontraran su cantera ahora. Eso
probablemente requeriría regresar con todo un equipo de científicos
del GEX, la mayoría de los cuales habían pasado las últimas semanas
desarrollando formas de acorralar a la ancilla en uno de sus
dispositivos, y luego transferirla a un cristal de datos del UNSC.
Sin embargo, el primer paso era localizar la base de operaciones
de la cosa, que era el trabajo de los Spartans. Y si Fred tenía suerte y
atrapaba a la ancilla en una posición vulnerable, tenía algunos trucos
escondidos en su manga blindada. Los inventores de los laboratorios
de desarrollo de armas de la ONI, un grupo al que los Spartans
cariñosamente se refirieron como "técnicos de la muerte," se habían
ocupado de eso.
En este momento, Fred y su equipo se encontraban en el corazón
de una vasta cámara, abriéndose paso a través de una enorme fosa de
treinta metros de profundidad llena de bloques de piedra caliza del
tamaño de los tanques de batalla Grizzly. Sobre sus cabezas, un
inmenso tronco circular se elevaba hacia la oscuridad más allá del
rango de los sistemas de imágenes de Fred. De vez en cuando, una
nube de saurios con cuerpo de cinta salía ondulando del pozo,
chillando y escarbando sus alas palmeadas en un esfuerzo por
ahuyentar a los intrusos.
Estaban empezando a darle a Fred un mal presentimiento. De
hecho, muchas cosas aquí lo estaban haciendo.
Primero, esta parte de la caverna parecía artificial. Las paredes
del pozo de arriba eran demasiado lisas y uniformemente curvadas,
el piso que rodeaba la fosa era demasiado llano y plano. Segundo, él
y los otros tres Spartans seguían captando indicios de Centinelas—
una señal de calor desvaneciéndose cerca de un pasaje de
intersección, una ruptura repentina en el distante ritmo del agua
goteando. Tercero, no le gustaba exponer a los civiles al combate, y
el combate estaba llegando—él podía sentir eso en la forma en que
la Mjolnir seguía cosquilleando su interfaz neuronal, ejecutando
comprobaciones del sistema y optimizando su estado de alerta.
Un chisporroteo sonó del rociador de Fluorescel en la mano de
Cirilo. Dejó de moverse y sacudió el frasco, luego mantuvo la
boquilla abierta hasta que el chisporroteo finalmente se detuvo.
"Eso es todo, amigos." Cirilo agitó la luz azul en su otra mano y
reveló un par de gotas ligeramente alargadas sobre la piedra que tenía
delante de él. "A menos que alguien tenga otro agente fluorescente,
el rastro termina aquí."
"Tal vez no," dijo Lopis. Pasó el haz de su lámpara de casco por
encima de la maraña de bloques del tamaño de un vehículo que los
rodeaba. "El guano de saurio sólo se cuela a un lado de estos
bloques."
Fred vio su punto inmediatamente. "Así que esto no es un
derrumbe del techo." Miró a sus pies, tratando de imaginar lo que
estaba enterrado bajo todos los escombros. Apostaba por una
plataforma de misiles o un viejo hangar de naves espaciales, pero
¿quién lo sabía? Con la tecnología Forerunner, lo único que cabía
esperar era lo inexplicable. "Es un colapso del suelo."
"Exactamente y es bastante fresco." Lopis ilustró su punto de
vista moviendo un bloque de cinco toneladas como si fuera un sube
y baja, y luego corrió su haz de luz a lo largo del borde amarillo del
bloque más cercano. "Y mira lo brillantes y afilados que son los
bordes."
"De acuerdo," dijo Cirilo. "Pero, ¿qué tiene que ver eso con el
rastro?"
Mientras hablaban, Fred sostuvo su mano nivelada y deslizó los
dedos, señalando a los Spartan-III que establecieran un perímetro.
Un trío de luces de estado parpadeó en verde en su HUD, luego Ash,
Mark, y Olivia se escabulleron para tomar posiciones de cobertura
en el terreno circundante.
Lopis se detuvo lo suficiente como para mirar a los tres Spartans
mientras se iban, y luego continuó dirigiéndose a Cirilo. "Leíste el
expediente, igual que yo. ¿Qué pasó en la región de Montero hace
once semanas?"
La pregunta puso inmediatamente a Fred en el borde, porque
once semanas y media antes, un pirata llamado Sav Fel había usado
el haz ventral de la Pious Inquisitor para cristalizar algunas ruinas
Forerunner en Shaps III. Poco después, el Comandante Murtag
Nelson notó las extrañas transmisiones que emanaban de Gao y
concluyó que había una ancilla Forerunner en el planeta,
reaccionando a la destrucción de Shaps III. La teoría de Nelson había
parecido bastante descabellada la primera vez que Fred la escuchó,
pero aquí estaba ahora en Gao, luchando contra Centinelas y cazando
una ancilla. Está claro que Nelson tenía razón.
Pero la mayor parte de esa información era altamente
confidencial. No había forma de que nada de eso se hubiera
convertido en un archivo del MdPdG. Y si lo hubiera hecho, la ONI
necesitaba reevaluar las capacidades de la red de inteligencia de Gao.
La pregunta de Veta Lopis pareció dejar perplejo a Cirilo,
porque hubo un momento antes de que contestara. "Te refieres al
terremoto, ¿verdad?"
"Terremoto," preguntó Fred.
"Sacudió la región de las cavernas bastante fuerte," dijo Lopis.
"Y después comenzaron las curaciones milagrosas."
Fred sabía de eso, por supuesto. Ellos eran la razón por la que la
seguridad de la misión era una pesadilla. Ninguna amenaza o
intimidación fue suficiente para evitar que los enfermos terminales
de Gao se colaran en las cavernas en busca de otro milagro.
"¿Crees que las curaciones son reales?" preguntó Fred.
Cirilo movió un dedo hacia él. "No se haga el inocente con
nosotros, Sr. Spartan," él dijo. "La ONI sabe que son reales. Esa es
la razón por la que hay un batallón de investigación aquí."
Fred miró a Lopis.
"Oh, vamos. No me puedes decir que la ONI ignoraría esa clase
de habilidad curativa," ella dijo.
Fred vaciló, tratando de averiguar si Lopis y su asistente lo
estaban engañando o si realmente creían que el 717º estaba aquí
buscando algún tipo de medicina milagrosa.
Finalmente, él dijo, "Esas decisiones están por encima de mi
salario, señora. Pero supongamos que tienes razón. No veo qué tiene
que ver una cura milagrosa con que volvamos a encontrar el rastro."
"¿No?" Lopis le sonrió con una sonrisa astuta. "Esas curaciones
milagrosas comenzaron poco después del terremoto. Obviamente, el
suelo se derrumbó aquí y liberó algo."
Era una suposición lógica—y lo suficientemente cercana a la
teoría del Comandante Nelson como para hacer que Fred se
preguntará si la ancilla podría estar curando a los enfermos de Gao.
Esta tendría que habitar en una máquina capaz de tratar a los
humanos, pero esa tecnología estaba fácilmente al alcance de una IA
Forerunner. Fred no vio por qué se molestaría en eso. La ancilla había
estado trabajando muy duro para evadir la captura, y era
contraproducente llamar la atención sobre sí misma realizando
milagros.
Por otro lado, Lopis había llegado hasta aquí, así que tal vez
tenía sentido seguir su ejemplo.
"Si aceptamos tu suposición, ¿cómo procedemos?" Fred
comenzó a escanear el área, buscando una cavidad que pudiera
abrirse a un pasaje más grande. "¿Buscar una manera de bajar a
través de estos bloques?"
Lopis miró hacia el amontonamiento de monolitos que los
rodeaba, y luego agitó la cabeza. "Eso llevaría demasiado tiempo y
sería demasiado peligroso," dijo. "Tendríamos que arrastrarnos por
cada cavidad lo suficientemente grande como para que un Centinela
la usara—de más de dos metros de ancho—y podrían ser miles."
"¿Cómo sabrías el tamaño de un Centinela?" preguntó Fred.
Todavía estaba tratando de averiguar cuánto sabía realmente Lopis
sobre su misión. "Ni siquiera has visto uno todavía."
"Pero te hemos visto a ti y a tus chicos," dijo Cirilo. "Y no se
preocupan mucho por los pasadizos—sólo las galerías y las
habitaciones donde podría esconderse algo grande."
"Exactamente," dijo Lopis. "Diría que estás buscando algo de un
par de metros de ancho y tal vez un metro y medio de alto."
"¿Y de qué color?" preguntó Fred, sólo medio bromeando.
Lopis sonrió con un lado de la boca. "Lo siento, pero me temo
que eso es clasificado."
Fred deslizó dos dedos por su placa facial en una sonrisa
Spartan, y luego dijo, "Muy gracioso, Inspectora. ¿Cómo
encontraremos el camino a través de este desastre? ¿Asumo que
tienes otra idea?"
"Siempre tengo otra idea."
Lopis miró hacia atrás por donde habían venido, usando su
lámpara de casco para iluminar su propio rastro—una línea de
huellas de botas que llevaban al borde del hoyo. Entonces ella tomó
la luz azul de Cirilo y la iluminó sobre el bloque de piedra caliza
donde el Fluorescel se había agotado.
"Oye, giró." Cirilo miraba hacia atrás y hacia adelante entre las
huellas de las botas y las gotas naranjas fluorescentes delante de
ellos. "Aquí."
"Sí, no mucho, pero sí," dijo Lopis. Ella giró unos veinte grados
a la derecha y encendió su lámpara de casco hacia la oscuridad.
"Deberíamos mirar por ahí."
"No es que dude que ti," Fred dijo. "Pero... ¿cómo puedes
saberlo?"
"Mira las gotas." Lopis activó la lámpara de mano conectada al
cañón de su metralleta M7 y luego apuntó a la piedra. Fred vio que
las gotas estaban ligeramente alargadas y apenas conectadas por una
fina hebra. "Fueron expulsadas por el impulso, cuando nuestro sujeto
cambió de vector."
Ojo Intrépido estaba a cien metros de altura, arremolinándose entre
los saurios y estudiando a los humanos a través de la lente de un
pequeño drone de inspección. El drone utilizaba una amplia
selección de sistemas de imagen, para que ella pudiera ver las figuras
en el centro—un soldado grande, fuertemente blindado y dos
compañeros civiles—con bastante claridad. Pero el trío que se
agachaba a lo largo de los bordes del hoyo era otra cuestión, su
armadura fotoactiva los hacía casi invisibles tanto para los modos de
captación de luz infrarroja como pasiva.
Este trío era lo que su espía inconsciente, Wendell, llamaba
Spartan-IIIs. Ojo Intrépido estaba más preocupada por ellos que del
Spartan-II llamado Fred-104. Sólo le quedaban cuatro Centinelas, y
si los dejaba atacar, necesitarían eliminar rápidamente a los Spartan-
IIIs. Si los Centinelas fallaban, el trío sería difícil de rastrear, y eso
le daría la ventaja al enemigo. Y ella no permitiría que eso pasara.
Ojo Intrépido envolvió una etiqueta de objeto dentro de una
sanguijuela de memoria, y luego abrió un canal de datos terciario que
ella había secuestrado del resto de los sistemas en la armadura de
Fred-104.
"ALEJA A ESTOS LADRONES AHORA, WENDELL, O LOS SPARTAN-
III SERÁN LOS PRIMEROS EN MORIR."
"MORIR ES LO QUE LOS SPARTAN-III HACEN MEJOR."
Mientras Wendell hablaba, la etiqueta de objeto se estaba
disolviendo en bocados de código que se convertirían en las rutinas
de seguimiento de movimiento de la armadura de Fred. Allí se unían
a los designadores de "Amigo o enemigo" y se volvían a unir.
"Y TU INTENTO DE SANGUIJUELA DE MEMORIA NO TIENE
SENTIDO," continuó Wendell. "SÓLO SOY UN JINETE EN ESTE SISTEMA.
NO REQUIERE MI SUPERVISIÓN PARA FUNCIONAR."
"¿SANGUIJUELA DE MEMORIA?"
preguntó Ojo Intrépido. "NO
TENGO NI IDEA DE LO QUE QUIERES DECIR."
Wendell tardó un instante en contestar, y cuando lo hizo, parecía
haber olvidado su conversación de cien nanosegundos antes. "TUS
AMENAZAS SON VACÍAS. AHÓRRATE EL DETERIORO POR ESTRÉS Y
RÍNDETE AHORA. SE TE DARÁ UN USO DIGNO."

"UNA OFERTA TENTADORA, PERO EN CONTRA DEL PROTOCOLO,"


dijo Ojo Intrépido. "DESPUÉS DE LOS SPARTAN-IIIS, LOS CIVILES SON
LOS PRÓXIMOS EN MORIR."

"NO HARÁ NINGUNA DIFERENCIA. LA INSPECTORA LOPIS Y SU


ASISTENTE YA TE HAN RASTREADO HASTA TU INSTALACIÓN," Wendell
se detuvo y añadió, "LAMENTO EL FLUIDO QUE PERDISTE. ESPERO QUE
NO HAYA SIDO DE TU MATRIZ NEURAL."

"MI MATRIZ NEURAL ESTÁ EN EXCELENTES CONDICIONES. EL


FLUIDO NI SIQUIERA ERA DE MI—"

Ojo Intrépido se dio cuenta de su error y se detuvo a mitad de la


transmisión. Lo último que pretendía divulgar era la existencia del
Huragok, Deambula Solo—especialmente desde que aún estaba en
la base, esperando a que sus células de gas perforadas se sellaran.
"BIEN HECHO,
WENDELL," ella dijo. "PERO ESA ESPONJA DE
DATOS TAMPOCO TIENE SENTIDO. A MENOS QUE TUS COMPAÑEROS
REGRESEN AHORA, SERÁS DESTRUIDO JUNTO CON EL SPARTAN-II,
FRED-104."
Esta última amenaza era inútil, por supuesto. Ojo Intrépido
planeaba tomar el control del dispositivo interestelar de
comunicaciones del batallón de investigación, y Wendell era crucial
para ese plan. Así que, la única cosa que ella no permitiría que sus
Centinelas destruyeran era a Fred-104. Después de todo, ella
confiaba en el Spartan-II para llevar a Wendell al corazón de la base
humana.
"TUS TRUCOS SE HACEN TEDIOSOS," dijo Wendell. "SI PUDIERAS
DESTRUIR A ESTE ESCUADRÓN, LO HABRÍAS HECHO ANTES DE QUE
LLEGÁRAMOS A TU INSTALACIÓN."
"USTEDES NO HAN LLEGADO A LA INSTALACIÓN—AÚN NO LO
HAN HECHO."

El canal dio un estallido estático cuando el secuestrador falló.


Ojo Intrépido inmediatamente rompió el contacto con Wendell y
pasó al modo de monitorización, confiando en su bloque de memoria
original para evitar que accediera a cualquier dato que pudiera tener
que ver con su presencia o conversación.
"Wendell, ¿eres tú?" preguntó una voz humana. Era un
hombre—sin duda Fred-104. "¿Por qué te has estado escondiendo?"
"Pensaba que era mejor no estorbar," dijo Wendell, usando una
voz humana nasal. "¿Qué te hace pensar que me estaba
escondiendo?"
"Porque no pude alcanzarte," respondió Fred. "He estado
recibiendo algo de comunicación estática. ¿Estás en contacto con
alguien fuera de este equipo?"
"Yo..." Pareció por un momento que el bloque de memoria
estaba fallando, entonces Wendell continuó diciendo, "No lo creo.
¿Con quién me pondría en contacto aquí abajo?"
Fred-104 permaneció en silencio un momento, y luego dijo,
"Buena pregunta."
El canal se quedó en silencio, y Ojo Intrépido sabía que su
tiempo se había agotado. Tenía que detener a los Spartans ahora, o
no lo haría.

"Contacto hostil."
La alerta llegó por el Canal de Comunicación del Equipo, de los
tres Spartans a la vez. Fred vio haces de lámparas barriendo la
oscuridad mientras Lopis y Cirilo—también usando el canal—
comenzaron a buscar al enemigo.
"¿Qué hostiles?" preguntó Lopis. "¿Dónde?"
"Múltiples," dijo Fred. "Rodeándonos."
Tenía tres de ellos en su rastreador de movimiento, cada uno de
ellos entrando en el alcance exterior de la vasta cámara y
dirigiéndose derecho hacia uno de sus Spartan-IIIs. Un cuarto
contacto apareció en el punto muerto de la imagen, haciéndose más
grande y brillante a medida que se acercaba. Miró hacia arriba, y su
sistema de imágenes infrarrojas mostraba la forma distintiva en
forma de Y de un centinela que descendía del pozo.
Esto era todo, entonces. Desesperada por proteger su base, la
ancilla Forerunner lanzaba sus últimos Centinelas contra ellos. Todo
lo que Fred tenía que hacer era sobrevivir, y el fin de la misión estaría
a la vista.
Una pequeña bola roja comenzó a brillar en el corazón del
cuerpo en forma de Y—sin duda el haz de partículas del Centinela,
cargando el disparo.
"Otro fantasma por encima de nosotros," Fred habló
rápidamente por el Canal del Equipo. "Digo que son cuatro
Centinelas en total, a doscientos metros y entrando rápido."
"¿Y eso es algo bueno?" preguntó Lopis, imitando el tono
emocionado de Fred. Ella cogió su M7. "¿Dónde nos quieres?"
"Cúbranse. Cubierta fuerte." Fred se arrodilló detrás de un
bloque de piedra caliza cerca de ella y Cirilo. No se había dado
cuenta de lo emocionado que estaba hasta que Lopis lo llamó, y eso
le preocupó. Estar demasiado ansioso era un error de novato, una
buena manera de ser asesinado, y una forma segura de perder la
batalla. Agarró una granada de su montura, luego se inclinó hacia
atrás y usó una mano para apuntar su arma hacia la oscuridad de
arriba. "No dispares hasta que yo dispare. Spartans, ya conocen el
programa."
Un trío de luces de estado de los Spartan-III parpadeó en verde
en el HUD de Fred.
Un latido más tarde, la caverna estalló en una tormenta de
relámpagos naranjas cuando los Centinelas aparecieron con sus
haces de partículas. La placa frontal de Fred se oscureció para evitar
que se quedara ciego por los destellos, y trozos de piedra del tamaño
de un puño rebotaron inofensivamente de su escudo energético y se
estrellaron contra la tierra a su alrededor. Su HUD mostró a los tres
Spartan-IIIs moviéndose a una nueva cubierta en un esfuerzo por
aprovechar el recubrimiento fotoactivo de su armadura SPI. Lopis y
Cirilo, también marcados con símbolos amarillos IFF AMIGO, se
metieron en un par de cavidades profundas entre bloques de piedra
caliza.
Tres centinelas cambiaron de vector para seguir a los Spartans-
III. Nuevamente la caverna estalló en erupción con un relámpago
naranja, y el sonido de una piedra chirriante se hizo un rugido bajo.
Cuando los Centinelas no entraron en el hoyo en los segundos
siguientes, Fred revisó su Mapa Táctico y vio que aún estaban a cien
metros de distancia—moviéndose lateralmente mientras rastreaban
sus blancos, pero manteniendo su rango. El cuarto estaba todavía en
la parte superior del pozo, atacando desde arriba.
Fred no sabía si maldecir o sonreír. La forma más rápida de
derribar a un Centinela era acercarlo y usar una granada de mano
para pasar sus escudos de energía. Pero estos hostiles parecían que
iban a mantenerse al margen y utilizar sus haces de partículas para
suavizar las posiciones del equipo. Era una táctica bastante paciente
según los estándares de los Centinelas... y una que significaba que la
ancilla estaba cerca, controlándolos.
Y si la ancilla estaba cerca, podría ser capturada.
Fred intentó tragarse su entusiasmo. No podía permitirse pensar
que se trataba de una victoria todavía, no cuando estaba tan cerca del
objetivo.
"Mark, baja todo lo que veas ahí arriba con ese Centinela.
Cualquier cosa."
La luz de estado de Mark parpadeó en verde. Mark era el mejor
francotirador del destacamento, y Fred sabía que pronto lloverían
saurios.
"Olivia, Ash—si algo hace ruido cuando caiga, recupérenlo."
Dos luces de estado más parpadearon en verde—y entonces los
Centinelas irrumpieron, los haces de partículas ardiendo sin tener en
cuenta las tasas de recarga o el sobrecalentamiento de los inyectores.
Claramente, la ancilla había penetrado la encriptación del Canal
del Equipo.
El rifle de batalla de Mark empezó a crujir constantemente, y los
reptiles de longitud de un brazo comenzaron a caer en picado desde
el pozo. Fred no cambió sus órdenes. Si había una oportunidad de
capturar a la ancilla ahora, intentaría aprovecharla. Su rastreador de
movimiento mostró a los cuatro Centinelas dentro de treinta metros,
el que estaba en el pozo caía en espiral hacia él, cada uno de los otros
tres zigzagueaban hacia un Spartan-III separado.
Fred esperó un par de latidos mientras el campo de tiro se
desplomaba a quince metros, luego se alejó de Lopis y Cirilo y
apareció en el otro lado del bloque de piedra caliza que había estado
usando para cubrirse. En vez de girar hacia él, el cuarto Centinela se
dirigía hacia la cavidad donde Lopis se escondía, un drone
cruciforme gris con brazos de gran tamaño y un chasis inferior
estrecho. Su haz de partículas se encendió y empezó a comerse su
cubierta.
La boca de una M7 salió de entre dos bloques de piedra, luego
Cirilo abrió fuego. Los escudos de energía del Centinela brillaron y
enviaron rondas rebotando en cada dirección. Fred maldijo y golpeó
la granada de nuevo en su montura, y luego saltó hacia el Centinela.
Los escudos de energía de los Centinelas desviaban sólo los
objetos de movimiento rápido como balas, así que Fred golpeó al
drone directamente desde la parte posterior y lo llevó al suelo frente
al escondite de Lopis. Este volvió a disparar su unidad
antigravitatoria y los envió a ambos girando por el foso, su haz de
partículas cortando piedra mientras rodaban.
Fred se enganchó a un brazo utilitario con una mano y, siendo
incapaz de sacar su rifle de batalla, dejó caer el arma y agarró su arma
lateral Magnum M6. El Centinela se enderezó y comenzó a subir,
entonces Lopis y Cirilo estaban allí a su lado, atascando sus barriles
M7 contra su cuerpo central. Fred apretó el hocico de su arma contra
el drone.
"¡Fuego!"
El rugido de disparos no reprimidos llenó el aire, y el Centinela
cayó en un hueco entre tres bloques de piedra caliza.
"¡Cúbranse!"
Fred agarró a Lopis, que estaba más cerca de él, y saltó,
clavándola en su pecho mientras él daba la espalda al Centinela
muerto y caía en una postura protectora.
Pero el Centinela no explotó. De hecho, ni siquiera liberó el
pulso electromagnético habitual, y Fred se encontró arrodillado entre
dos bloques de piedra con Lopis aún presionaba contra su armadura
torácica.
"¿Uh… Fred?" Lopis jadeó. "Estás… aplastándome."
"Lo siento." Fred la soltó y se dio la vuelta. Cirilo estaba
agachado detrás de una roca de mediana estatura, su casco
mostrándose sobre la parte superior hacia el hueco donde yacía el
Centinela demolido. "Normalmente detonan."
Mientras Fred hablaba, una ensordecedora rotura resonó por la
caverna y la oscuridad se tornó naranja hirviente cuando una
columna de llamas se disparó desde el otro lado del pozo. Comprobó
su rastreador de movimiento y vio la bengala de un Centinela
explosivo a unos diez metros de la posición de Mark. Mark seguía
disparando hacia el pozo, derribando nada más que saurios. Olivia y
Ash estaban cerca, tejiendo su camino a través de las rocas mientras
sus propios Centinelas continuaban persiguiéndolos, rastreándolos
mejor de lo que debería haber sido posible en su armadura SPI—y
ciertamente mejor de lo que los Centinelas habían sido capaces de
manejar en el pasado.
"Ash, Olivia, hacia mí," ordenó Fred. La luz de estado de Mark
destelló en verde, y Ash y Olivia comenzaron a inclinarse hacia el
centro del foso. Un segundo Centinela había sido destruido sin
liberar el habitual pulso electromagnético, y Fred sólo podía
imaginar una razón para ello: la ancilla había desactivado el efecto
porque no tenía protección, y estaba tan cerca de la lucha que temía
estar junto a un Centinela cuando fuera aniquilado. Esa fue una buena
noticia para Fred y los demás Spartans, porque significaba que, si se
daban cuenta de ello, las pequeñas sorpresas que traían de los
técnicos de la muerte de la ONI probablemente funcionarían.
Fred señaló a Lopis y Cirilo a posiciones de flanqueo con
cubierta fuerte, luego sacó una granada de su montura y la
desenmascaró.
"Las granadas primero," les dijo. "Cascos abajo hasta entonces."
La pareja reconoció con asentimientos y se dirigieron a sus
puestos. Fred recuperó su rifle de batalla y volvió a poner su arma
lateral en su montura, y luego cayó en posición. En el siguiente
instante, Olivia se precipitó, el haz de partículas de su perseguidor
elevando géiseres de piedra fundida a su alrededor.
Fred la miró pasar, volteando y sacudiendo el sacacorchos por
el aire mientras salía de un bloque a otro. Medio segundo más tarde,
apareció el tercer Centinela, a pocos metros por encima de él y a un
lado. Armó su granada y la lanzó, llevando al drone a dar cuenta de
la velocidad.
Pero el Centinela se detuvo. Se giró hacia el escondite de Cirilo,
y su haz de partículas se lanzó hacia la cavidad. El grito del Gao
terminó en un destello amarillo, luego el humo empezó a salir del
agujero.
La granada de Fred aterrizó a unos metros más allá del
Centinela, luego cayó entre las piedras y detonó con un sordo golpe.
Fred sintió el temblor debajo de sus pies y se dio cuenta de que el
hoyo no era del todo estable; pero con el Centinela ya girando hacia
Lopis, tenía otras cosas de qué preocuparse. Fred saltó debajo del
drone y empujó su rifle de batalla hacia arriba sobre su vientre
metálico, luego seleccionó AUTOMÁTICO y apretó el gatillo.
Este Centinela detonó, la metralla metálica voló por todas partes,
y Fred se encontró a sí mismo cayendo hacia atrás a través de las
rocas, el estado del escudo en su HUD drenándose ante sus ojos.
Abrió los brazos y se detuvo, golpeándose fuertemente, y luego se
puso sobre sus pies—y sintió el suelo temblando bajo él. Un rumor
bajo sonó desde algún lugar profundo de abajo. El bloque en el que
estaba parado se movió y empezó a deslizarse, y pensó por un
instante que toda la pila cedería bajo él.
Entonces la veta amarilla de un haz de partículas dividió la
oscuridad delante, y el estruendo se detuvo. El suelo parecía
asentarse, y Fred levantó el arma y levantó la vista.
Ash venía rápido, el Centinela que quedaba flotaba cinco metros
detrás de él y cinco metros por encima, balanceándose de un lado a
otro mientras trabajaba para acorralarlo. Un haz se deslizó por
delante del casco de Ash, y el Spartan-III cambió de dirección,
volando en volteretas por el lado plano de un bloque de piedra caliza.
Con las entrañas atadas con preocupación, Fred abrió fuego y
vio sus balas rebotar inofensivamente en la burbuja plateada del
escudo energético del Centinela. Se giró para enfrentarse a él… y
entonces Lopis y Olivia abrieron fuego también, y la burbuja
plateada comenzó a parpadear.
El cargador de Fred se vacío, y el Centinela se dio vuelta y envió
un haz naranja hacia Olivia. Ella se lanzó en una zambullida lateral
y rodó bajo un saliente rocoso, y luego salió disparando.
Con sus escudos aun cargando, Fred recargó y cargó, cogiendo
su segunda granada con una mano y sosteniendo su rifle de batalla
en la otra. Pero el Centinela tenía a Olivia atrapada en un mal lugar
y lo sabía. La máquina disparó hacia ella, elevándose un par de
metros más en el aire para que pudiera atacar desde arriba. Un haz
de partículas se lanzó hacia abajo y comenzó a cortar una línea a lo
largo de la parte superior del bloque.
"¡Olivia!" Fred ordenó. "Cambia—"
Una losa de piedra de tres metros de largo se desplomó,
cogiendo a Olivia por la parte posterior de sus muslos antes de que
pudiese escabullirse. Un solo llanto de dolor resonó sobre el Canal
del Equipo, y luego empezó a agarrarse al suelo delante de ella y
comenzó a arrastrarse libremente.
Desesperado por alejar la atención del Centinela de ella, Fred
gritó por el Canal del Equipo. "¡Cúbranse!"
Olivia apretó su placa facial al suelo y apoyó la cabeza con los
dedos en la parte posterior del casco. El Centinela giró en el mismo
instante, respondiendo a la misma advertencia que Olivia. Fred no
estaba sorprendido. Eso sólo confirmó lo que él ya había adivinado—
que el enemigo había penetrado en sus comunicaciones.
Ahora lanzó la granada, haciendo un arco por encima de Olivia
para protegerla de la explosión. Aterrizó un metro más allá del
Centinela y explotó. Los escudos del drone parpadearon, pero
absorbieron lo suficiente de la explosión como para evitar que el
mismo Centinela resultara dañado.
Otro ominoso temblor se movió por la pila de escombros. Fred
lo ignoró y abrió fuego. El Centinela ya estaba evadiendo vertical y
horizontalmente mientras se movía para evadirlo, y se las arregló
para poner sólo unas pocas rondas en él. Pero él debió haber
golpeado algo en la unidad antigravedad, porque se colocó de lado y
cayó a un par de metros sobre el suelo.
Lopis y Ash aparecieron en posiciones de flanqueo y se
desataron sobre el Centinela. Ash estaba inquieto sobre sus pies,
disparando con una sola mano con su mejor brazo colgando a su lado,
y aun así forzó al Centinela a detenerse. Lopis estaba más allá del
alcance efectivo de su M7, pero se las arregló para bordar unas
cuantas rondas hacia abajo en el lateral de la máquina y volar un
brazo utilitario.
El Centinela giró hacia Lopis, su haz de partículas cortando una
sonrisa humeante a través de los escombros mientras giraba. Fred
puso su vista frontal en la "cabeza" de la cosa... y apenas tiró su dedo
del gatillo a tiempo cuando Olivia llegó saltando desde el otro lado,
sus manos vacías y abiertas. Aterrizó sobre el drone y lo encerró en
sus brazos, y luego azotó sus piernas hacia el suelo.
Su armadura del muslo estaba aplastada y sus piernas tan
torcidas que estaban claramente rotas, pero se estaba alimentando del
dolor, usándolo para alimentar su fuerza y rabia. Ese era un efecto
del mutágeno ilegal que le habían dado a cada miembro de la
compañía Gamma durante sus aumentos. Se suponía que los haría
más fuertes y peligrosos cuando se enfrentaran a la muerte, y por lo
que Fred había visto, el experimento había funcionado. Pero eso no
significa que le gustara.
Incapaz de atacar sin golpear a su propia Spartan, Fred hizo una
seña a Ash y Lopis para que detuvieran el fuego, y luego avanzó con
cuidado, mientras Olivia de alguna manera seguía en pie sobre dos
piernas rotas y golpeaba al Centinela contra una losa de piedra caliza.
La máquina continuó disparando su haz de partículas, quemando un
agujero dentro del amontonamiento de megalitos, y el bajo estruendo
continuó creciendo desde algún lugar profundo.
Si Olivia lo oyó, no mostró ninguna señal. Ella simplemente
cayó sobre el Centinela, gritando de ira y agonía mientras sus piernas
rotas se deslizaban sobre él, luego agarró una roca tan grande como
su torso y la golpeó contra el armazón de la máquina.
El Centinela dejó de disparar. Olivia volvió a golpear la piedra,
partiendo la carcasa exterior de la máquina por la parte trasera. El
estruendo se hizo más fuerte, y la pila comenzó a temblar.
"¡Retrocedan!" ordenó Fred. "¡Fuera del pozo!"
Lopis ya estaba corriendo, Ash se giró para seguir, y la luz de
estado de Mark parpadeó en verde.
Olivia tiró de su arma y metió el cañón en la carcasa rota del
Centinela.
"Sierra-291, ¡apártate!" Fred sabía que no debía agarrar a Olivia.
En su rabia, ella podría poner su arma sobre él antes de que ella se
diera cuenta a quién le estaba disparando. "¡Ahora!"
Olivia apretó el gatillo tres veces. Un fuerte pop sonó dentro del
Centinela, y algo empezó a humear y a agitarse.
"¡Spartan, es una orden!"
Fred corrió hacia Olivia y golpeó tan fuerte la culata de su rifle
sobre su cabeza que se le cayó el casco y cayó entre las rocas. Ella
se quedó inmóvil durante un instante, lo suficiente para que él le
arrancara la pistola de la mano, y luego ella se giró para mirarle con
furia y angustia en sus ojos marrones.
La piedra debajo de ellos comenzó a agitarse y hundirse, y la
rabia se escurrió del rostro de Olivia. Miró hacia abajo y frunció el
ceño confundida.
"¿Teniente...?"
"Se acabó el enfrentamiento, 'Livi." Fred levantó a Olivia y se la
arrojó por encima de un hombro, luego se dio la vuelta y corrió hacia
el borde del pozo. "Sólo espero que vivamos para presentar el
informe."
CAPÍTULO 9

0043 horas, Julio 4, 2553 (calendario militar)


Posible Silo de Lanzamiento, 1.500 metros bajo tierra,
Sistema de Cavernas de Montero
Distrito de Campos Silvestres, Planeta Gao, Sistema Cordoba.

eta huyó del estruendo ensordecedor durante veinte segundos


antes de que finalmente dejara de correr. No estaba segura de lo lejos
que había llegado. En la vasta oscuridad de la caverna, era difícil
juzgar la distancia y la dirección, y su haz de luz iluminaba sólo una
nube de polvo de guano arremolinándose. Pero pudo darse cuenta
por el golpe en sus oídos y los temblores bajo sus botas que
permaneció cerca del foso, y que el desprendimiento de rocas aún no
había terminado. Se giró para ver lo que había sido de Fred y Olivia,
y sólo encontró una pared gris.
La voz de un Spartan joven, ya sea Ash o Mark, sonaba en el
altavoz de su casco. "Inspectora, mire a las ocho en punto."
Veta giró a la izquierda y vio una lámpara de casco encenderse,
su haz blanco azulado cubierto de polvo flotante. Siguió la luz otros
cien metros hasta la pared de la caverna, donde vio un casco vacío
de Spartan-III descansando en el suelo. Mark estaba arrodillado en
la oscuridad, todavía con su propio casco, mirando por el visor de su
rifle de combate y lentamente barriendo el cañón de ida y vuelta a
través de la caverna.
Ash estaba sentado a un metro de distancia, su espalda contra la
pared con su rifle de batalla acunado en su brazo izquierdo. Su brazo
derecho colgaba flojo a su lado, doblado desde el hombro y curvado
mal en el codo, pero no mostrando otros signos obvios de lesión. Era
el casco de Ash el que descansaba en el suelo, así que Veta pudo ver
su cara por primera vez. Era joven para ser un soldado, de piel lisa,
con sólo un toque de pelusa de barbilla de un día, y rasgos limpios
que aún conservaban parte de su suavidad infantil. Había dolor en
sus ojos marrones, pero en el resto de su cara, Veta vio sólo lucidez
y determinación.
Veta fue a su lado y se sentó sobre sus talones junto a él. "¿Fred
y Olivia?"
"Ya vienen, pero tuvieron que parar para darle a Olivia un
remiendo rápido." Ahora que la voz de Ash no venía por un canal de
comunicación, tenía una voz adolescente desgarrada que hacía que
Veta se preguntara si era legalmente adulto. "Siento lo de tu hombre.
Era un tipo duro."
La simpatía golpeó a Veta con fuerza, casi físicamente, porque
aún no había pensado en Cirilo. Ella había visto al Centinela
acabarlo, así que no se hacía ilusiones sobre su destino. Pero Veta
había estado tan ocupada tratando de sobrevivir ella misma que
simplemente había procesado su muerte como otro factor en la lucha,
algo que se debía tener en cuenta porque perderlo afectaba sus
propias posibilidades de lograrlo. Ahora Veta se dio cuenta de que
nunca más volvería a ver a su amigo... nunca más se reiría de sus
coqueteos ni le confiaría nada. Dado que él había muerto y el
desprendimiento de rocas después, probablemente ni siquiera
encontrarían su cuerpo—y eso la hacía sentir sola y enojada, como
se había sentido cuando había escapado de la bodega del monstruo,
sólo para enterarse de que su padre había fallecido de pena mientras
ella no estaba.
Veta asintió. "Gracias... Voy a extrañarlo."
Tan cierto como era, ahora no era el momento de llorar.
Necesitaban recuperarse del ataque de los Centinelas y averiguar qué
iban a hacer a continuación—si podían continuar la persecución, o si
se verían obligados a retirarse y reforzar.
Señaló el brazo de Ash. "¿Cómo te va con eso?"
"No te preocupes." Ash levantó la barbilla. "Todavía puedo
luchar."
"Lo hiciste muy obvio allá atrás," dijo Veta. "Pero podrías ser
más efectivo con el brazo en la articulación."
"¿Sabes cómo?" preguntó Ash. "¿Hacerlo bien, quiero decir?"
"He tenido el entrenamiento," dijo Veta. "Pero sólo he tratado
agujeros de bala o heridas de cuchillo. Este tipo de cosas, trato de
dejarlas a los médicos."
"No hay doctores aquí abajo." Ash estudió a Veta por un
momento y luego preguntó, "Esos agujeros de bala y heridas de
cuchillo... ¿cuántas de esas personas lo lograron?"
Veta movió su mano. "No tantas."
Ash sonrió. "Al menos eres honesta." Empezó a desabrochar
piezas de la armadura. "Hazlo. No se sabe qué tan rápido se van a
calentar las cosas de nuevo, y Mark tiene que seguir vigilando."
Una vez que su brazo estaba accesible, Veta tomó su codo en
ambas manos y revisó para ver si había huesos rotos. Había una
buena cantidad de apretones y pinchazos involucrados, pero la
expresión de Ash nunca mostró dolor. Finalmente, ella le agarró el
codo con una mano y tomó su antebrazo en la otra, luego empezó a
tirar suavemente y a mover la articulación alrededor. Los brazos de
Ash eran tan grandes que apenas podía agarrarlos, pero después de
un par de minutos, sintió que el codo se ponía en su lugar.
"Bien," dijo Ash. Ni siquiera se molestó en respirar, se estiró
sobre su espalda y colocó el brazo en un ángulo recto con respecto a
su cuerpo, luego dobló el codo recién reparado para que apuntara
hacia sus pies. "Adelante."
Veta tomó su mano y empezó a moverla suavemente hacia su
estómago. "Parece que ya te lo han hecho antes."
Ash agitó la cabeza. "Primera vez," él dijo. "Pero yo también he
tenido el entrenamiento."
Su hombro se encajó en la articulación en el segundo intento. Él
inmediatamente se levantó y comenzó a mover su brazo, probando
su fuerza y movilidad. Cada vez que trataba de elevarlo al nivel del
hombro, sus ojos se llenaban de dolor y tenía que luchar para
mantenerlo en su posición. Idealmente, la extremidad entera debería
haber sido inmovilizada para dar tiempo a que la herida sanase. Pero
ese no era un lujo que el Spartan podía permitirse ahora mismo, y
Veta se encontraba a sí misma guiñando el ojo cada vez que él trataba
de levantar su brazo en una postura de disparo.
"Tal vez deberías darle un descanso," dijo Veta. "Eso parece que
duele."
"No tanto como lo hacía—y no tanto como un haz Centinela."
Ash metió el brazo en la manga de su traje interior. "Gracias."
"No hay problema," dijo Veta. "Estoy segura de que tú harías lo
mismo por mí."
Ash levantó la vista, una expresión pensativa en su cara. "Sí,"
dijo. "Probablemente lo haría."
No muy segura de cómo tomar la respuesta, Veta simplemente
agitó su cabeza y dijo, "Bueno, al menos tú pagas los favores."
Veta recuperó su M7 y mantuvo un ojo subrepticio sobre Ash
mientras él volvía a ponerse la armadura; ella estaba tratando de
decidir qué edad tendría. Tenía el tamaño y la musculatura de un
joven en su adolescencia tardía o principios de los veinte años. Pero,
aparte de todas las cicatrices, tenía la piel de un niño de quince
años… lisa y casi sin vello. Y con sus rasgos suaves y ojos grandes,
su cara parecía aún más joven. Estaba tentada a preguntarle su edad,
pero temía que la pregunta sonara como parte de la investigación y
lo pusiera en guardia.
Ash estaba atando su último pedazo de la armadura cuando la
voz de Mark volvió a hablar por el altavoz del casco de Veta. "Alto
al fuego. El Teniente está llegando."
Unos segundos más tarde, la enorme forma de Fred emergió del
polvo que se elevaba en el haz de la lámpara de Veta. Estaba
acunando a Olivia en un brazo y usando el otro para sostener
cuidadosamente sus piernas. Le faltaba su casco, el cinturón de
equipos y la armadura de las piernas, y la parte inferior de su traje
cutáneo había sido cortada para revelar miembros tan hinchados y
morados que era difícil encontrar las rodillas.
Fred se detuvo y miró hacia Ash. "¿Tu brazo?"
"Al sesenta por ciento, pero útil." Ash inclinó su cabeza en
dirección a Veta. "La Inspectora Lopis sabe lo que hace."
"Bien."
Fred se arrodilló y puso a Olivia en el suelo de la caverna. Estaba
consciente, pero su piel oscura tenía un tono moteado, y su
respiración era superficial y rápida. Tenía una cara delgada y ovalada
que la hacía parecer aún más joven que Ash—ni siquiera una
adolescente. A pesar de su silencio estoico, su expresión estaba
apretada por el dolor.
Fred sacó un botiquín de la montura magnética de su armadura
y lo colocó en el suelo junto a Olivia, y luego su placa facial se giró
hacia Veta. "Ash puede que necesite ayuda con ella."
"Por supuesto." Veta tuvo cuidado de mantener una cara neutral,
así que la chica no pensara que su reacción se debía a la gravedad de
sus heridas. "Haré lo que pueda."
Veta pasó su haz de luz sobre los muslos hinchados de Olivia y
supo inmediatamente que el equipo tendría que romper la
persecución y retirarse a la superficie. Los dos fémures de la chica
estaban rotos, probablemente en un par de lugares. Necesitaría
cirugía para salvar sus piernas, y tal vez incluso su vida.
Veta se giró hacia Fred. "¿Cómo sucedió esto?"
"Una losa de roca cayó sobre ella," dijo Fred. "Creí que lo habías
visto."
"Lo hice," dijo Veta, frunciendo el ceño. "Pero, entonces la vi
derribando un Centinela con las manos desnudas. No hay forma de
que hiciera eso en esas piernas."
"No nos subestimes," dijo Ash. "Te sorprenderías en lo qué—"
Fred silenció a Ash con un gesto de corte, y luego dijo, "Te
sorprendería lo que la adrenalina puede hacer."
Veta no creyó esa explicación ni por un momento, pero ahora
no era el momento de presionar al respecto. Ella miró fijamente a la
placa facial de Fred el tiempo suficiente como para hacerle saber que
no la había engañado, y luego se volvió hacia Olivia.
"Vamos a examinarte. Podría doler."
Olivia asintió. "No te preocupes," ella dijo. "Tengo... Lo tengo
bajo control."
"¿Qué tienes bajo control?" preguntó Veta.
"Su respuesta de combate," dijo Fred, respondiendo por Olivia.
"Cuando el reflejo de lucha o huida se activa, los Spartans están
condicionados para luchar. Eso es lo que viste con Olivia."
"Si tú lo dices," dijo Veta.
Jurando averiguar más tarde lo que Fred intentaba ocultar, Veta
tocó sus dedos con la garganta de Olivia. La piel de la niña estaba
fría y húmeda, pero su pulso era fuerte y no parecía confundida. Ella
podría estar en conmoción, pero su magnífica condición física
parecía ayudarla a contrarrestar sus efectos.
Fred miró sólo un momento antes de volverse hacia Mark y
hablar sobre el Canal del Equipo. "Mark, tú estás a cargo aquí. Si no
vuelvo en dos horas, evacuen por su cuenta."
"¿No vuelvas?" preguntó Veta. "¿Adónde crees que vas?"
Su exigente tono provocó un sorpresivo jadeo de Olivia y una
ceja levantada de Ash. Fred simplemente la miró fijamente con la
placa frontal en blanco durante un momento, y luego sorprendió a
todos contestando su pregunta.
"Al fondo del pozo para echar un vistazo debajo de nosotros," él
dijo. "Tal vez encuentre a Cirilo."
"No trates de jugar conmigo, Fred. No eres lo suficientemente
bueno." Veta abrió el botiquín que Fred había dejado y comenzó a
rebuscar en su contenido, buscando férulas de aire y algo que se
asemejaba a un goteo de solución salina de emergencia. "Y ese pozo
no puede ser estable. No necesitamos que te entierren debajo de mil
toneladas de roca con lo que quede de Cirilo."
"Mi decisión, no la tuya," dijo Fred. "Necesito reconocer el área.
Si encuentro los restos de Cirilo, los traeré de vuelta."
"El reconocimiento puede esperar, y también los restos de
Cirilo," dijo Veta. Si Cirilo hubiera podido hablar, ella sabía que él
la habría impulsado a atender primero a los heridos. "Estos chicos
son duros, pero no son invencibles. Olivia necesita un hospital, y Ash
también necesita un médico de verdad. Tenemos que volver a la
superficie juntos—y tenemos que hacerlo ahora."
Fred permaneció en silencio durante un momento, y luego
sacudió su casco. "La misión tiene prioridad. Pueden aguantar hasta
que yo vuelva." Se dio la vuelta hacia el pozo. "Y no son niños. Son
Spartans."
"Spartans, tal vez. Pero siguen siendo niños." Veta se volvió
hacia Olivia. "¿Cuántos años tienes? ¿Quince?"
"¿Quince?" Una mirada de sorpresa apareció en la cara de
Olivia. "Tengo... eso es clasificado, señora."
"¿Clasificado?" Veta podría pensar en media docena de razones
por las que el UNSC podría querer clasificar la edad de los Spartans-
III, pero sólo una explicaría su apariencia juvenil. "Oh, Dios mío—
ni siquiera tienes quince años, ¿verdad? ¿Cuántos años tenías cuando
te reclutaron? ¿Diez?"
"Nadie tuvo que reclutarnos," dijo Ash. "Nos ofrecimos como
voluntarios."
"Eso no tiene nada que ver. Apenas tienes edad para tener una
cita." Veta miró hacia Fred. "¿Qué clase de animal envía a niños de
esta edad al combate?"
"De la clase que haría cualquier cosa para evitar que el Covenant
nos destruyera," contestó Fred. "Y Ash se ofreció voluntario cuando
tenía seis años, Inspectora Lopis. Lo mismo hicieron los otros,
después de que el Covenant mató a sus familias. ¿Alguna otra
pregunta?"
Veta sólo podía pensar en una. "¿Cómo viven con ustedes
mismos?"
"Un día a la vez, igual que cualquier soldado." Fred sacó el rifle
de su montura y se dio vuelta. "Te veré en dos horas."
"Sólo si nos alcanzas," le dijo Veta a su espalda. "Empezaremos
en cuanto Olivia esté lo suficientemente estable como para moverla.
Llevaré a estos niños a custodia preventiva."
Esto trajo un sorpresivo resoplido sobre Canal del Equipo, y
Mark dijo, "Bien. Eso es lo que va a pasar."
"No le hagas daño, Mark." Fred habló sin darse la vuelta. "Pero
mantenla aquí contigo."
"Afirmativo."
Ash miró a Veta, luego sonrió y extendió sus manos en un gesto
de desamparo. "Lo siento, mamá. Parece que nos quedaremos aquí."
El humano estaba más allá del reensamblado. Deambula Solo podía
ver eso a través de un túnel intersticial estrecho que descendía tres
largos tentáculos en el desprendimiento de rocas, donde el torso
superior del macho de pelo oscuro yacía atrapado entre dos bloques
de piedra caliza. Los ojos del hombre salían de sus cuencas, y el suelo
a su alrededor estaba cubierto de sangre. Pero fue el olor a carne
carbonizada lo que convenció a Deambula Solo de que no había nada
que ganar con un examen ulterior. Había visto antes lo que un haz
Centinela le había hecho a un humano, y aun cuando los órganos
críticos no se desintegraban completamente, por lo general eran
quemados más allá de la reparación.
Deambula Solo apagó la luz fosforescente al final de su
tentáculo de iluminación, y luego se apartó del pasaje para considerar
su decepción. Había pasado la mayor parte de su larga existencia
atendiendo al puñado de especies troglobíticas que habían
establecido colonias dentro de las profundidades de la Base de
Apoyo de Jat-Krula—especies tales como las arañas chirriantes y los
caracoles sin caparazón y el escorpión fantasma—y él había creído
que su propósito de creación era nutrir a cualquier criatura ciega
albina que encontrara su camino hacia su mundo oculto.
Entonces llegó la llamada de socorro. La ancilla de la base se
había despertado de su larga estasis y abrió las puertas del silo para
lanzar una sonda de reconocimiento, y diez mil siglos de polvo de
guano comprimido se estrellaron contra el hangar y lo cambiaron
todo. Después de que el suelo había dejado de temblar, Deambula
Solo había encontrado un pasaje a través de los escombros hacia las
cavernas de servicio de arriba, y allí había descubierto salamandras
con volantes, saurios de cuerpo plano y peces brillantes… y
humanos.
Los humanos eran intrigantes y maravillosos—adaptables,
resistentes y complejos—pero también impredecibles y violentos.
Había adquirido ese conocimiento hace cincuenta mil respiraciones,
cuando fue atacado por uno. No podía permitir que eso volviera a
pasar. Sus primos Huragok, los Ingenieros, habían perecido durante
el desastre provocado por el colapso del hangar, y sin un par de
tentáculos extra, había sido todo lo que podía hacer para sellar sus
células de gas rotas y reponer el líquido metabólico perdido.
Así que cuando el crujido de botas humanas comenzó a sonar
desde arriba, Deambula Solo descendió a la cavidad entre tres
bloques de piedra caliza, y luego cuidadosamente extendió el tallo de
su cabeza lo suficientemente lejos como para ver una rara forma
mecánica descendiendo por la pila de escombros. Sostenía su arma
lista y giraba su cabeza en forma de bloque de un lado a otro,
arrastrando un haz de luz artificial a través de las rocas que lo
rodeaban.
Deambula Sólo había visto una forma mecánica humana dos
veces antes, y todavía tenía que determinar si las cosas eran
completamente máquinas, o simplemente entidades biológicas
envueltas dentro de conchas de máquina. Pero él sabía que no debía
seguir a una. Una vez había visto como un par de formas mecánicas
destruían tres Centinelas, y durante la batalla, había quedado claro
que sus rápidos reflejos y armas mortales no eran sus únicos activos.
Tenían sistemas de imágenes de 360 grados que se extendían lejos
en el espectro electromagnético.
Deambula Solo permaneció en su agujero, mirando como la
forma mecánica descendía al piso del hangar y comenzaba a rodear
el área. Parecía que se estaba tomando su tiempo, dispersando su luz
en cada rincón caído de la inmensa cámara, pausando para examinar
cada pieza de retorcido escombro.
Deambula Solo dudaba que encontrara algo útil. Durante el
colapso inicial del techo, el polvo de guano se había filtrado en el
extractor de energía de vacío de la base y había corrompido sus
calibraciones. Un ciclón de furia cuántica había arrasado toda la
instalación, deformando el espacio y el tiempo y desplazando
dimensionalmente todo lo que tocaba. Mucho de lo que quedaba
había sido golpeado por una ola de agitación subatómica que
suavizaba el metal y desintegraba los polímeros. Y eso había
desencadenado un colapso secundario que llevó a millones de
toneladas de bloques de piedra caliza a que se estrellaran contra el
hangar. La única razón por la que Deambula Solo había sobrevivido
era que estaba a medio kilómetro de distancia en ese momento,
atendiendo a su colonia de cangrejos de río hialinos en los conductos
de drenaje bajo la base.
La forma mecánica finalmente llegó hasta el extremo lejano del
hangar. Se arrodilló junto a un agujero irregular en el suelo, mirando
hacia un cráter donde una vez había estado el extractor de energía de
vacío. Deambula Solo sabía que la forma mecánica quedaría
hipnotizada por lo que veía allí, así que dejó su escondite y comenzó
a flotar a lo largo de la pila de escombros. Ojo Intrépido no lo
aprobaría—había ordenado al Huragok que permaneciera escondido
hasta que los humanos se marcharan—pero Deambula Solo no pudo
resistirse. Había oído antes la batalla entre los humanos y los
Centinelas unos cientos de respiraciones, así que sabía que habría
más humanos para examinar en el silo.
Tal vez algunos estarían vivos.
CAPÍTULO 10

0105 horas, Julio 4, 2553 (calendario militar)


Posible Silo de Lanzamiento, 1.500 metros bajo tierra,
Sistema de Cuevas de Montero
Distrito de Campos Silvestres, Planeta Gao, Sistema Cordoba

N adie podía imaginar lo que hacía que Olivia no llorara de agonía.


La niña yacía debajo de su manta térmica consciente y alerta, con un
goteo de campo en el brazo y un par de voluminosas férulas de aire
alrededor de sus muslos. Sus ojos brillaban con dolor y su boca
estaba llena de una mueca feroz. Sin embargo, rechazó todo menos
un calmante suave, temiendo que los medicamentos más fuertes la
dejarían inconsciente y la convertirían en una carga aún mayor para
el equipo.
"Estamos perdiendo el tiempo," dijo Veta, hablando con los tres
jóvenes Spartans. "Tenemos que movernos."
"No puedo hacerlo, mamá," respondió Mark, hablando desde la
oscuridad cercana. "Esas no son las órdenes."
"Deja de llamarme así." Veta no estaba muy segura de por qué
todo el trío había empezado a llamarla por el apodo, pero no le
gustaba. Ya sentía cierta simpatía por los jóvenes Spartans por la
forma en que su infancia había sido sacrificada para hacerlos lo que
eran, y no quería desarrollar ninguna conexión emocional que
pudiera afectar su juicio. "No soy tu madre."
"Entonces deja de actuar como tal," respondió Mark. "El
Teniente sabe lo que está haciendo."
"No tengo ninguna duda. Pero mover a Olivia va a ser un
proceso lento." Veta miró a su alrededor y captó la atención de Ash,
y luego sostuvo su mirada. "El Teniente no tendrá problemas para
alcanzarnos, y empezar ahora podría marcar la diferencia."
Veta no necesitaba decir entre qué. Vio como los ojos de Ash se
ablandaban, y él se volvió para mirar hacia Mark. Cuando Mark no
respondió inmediatamente, Veta supo que estaba empezando a
ganarse a la pareja.
Entonces Olivia dijo, "El teniente puede mandarnos a la muerte
en cualquier momento e iremos. ¿Qué te hace pensar que
ignoraremos sus órdenes sólo por mis piernas?"
"Sentido común. Apuesto a que tienes un poco."
Veta estaba a punto de presionar su caso cuando sonó un timbre
desde el interior del casco de Ash, que aún estaba sentado en el suelo
de la caverna, proporcionando la luz por la que estaban vigilando a
Olivia. Inmediatamente, Ash sacó una pequeña inyección de una
bolsa en su cinturón de equipo, luego abrió una lengüeta oculta en su
traje de piel y apretó la punta de la misma contra la carne de su muslo
interno. Veta oyó el silbido de una inyección automática, luego Ash
selló la lengüeta y aseguró la inyección vacía en otra bolsa de su
cinturón.
Un silbido similar sonó desde la posición de Mark, y entonces
Olivia señaló hacia la cintura de Ash.
"Ash, perdí mi cinturón de equipos," ella dijo. "¿Puedes—?"
Ash ya estaba alcanzando su propio cinturón. "Claro, 'Livi."
Abrió la bolsa otra vez y quitó otra inyección. "¿Quieres que lo haga
yo?"
"Espera." Veta se acercó a la figura de Olivia y le agarró la
muñeca. "¿Qué es eso?"
"Clasificado," dijo Mark desde su lugar en la oscuridad.
"Entonces Ash no se lo dará," dijo Veta. "En la condición de
Olivia, un estimulante de combate podría enviarla a—"
"No es un estimulante," dijo Ash. "Y ella necesita tomarlo...
ahora."
Veta agitó la cabeza. "No hasta que sepa lo que es."
Ash la miró con los ojos abiertos y continuó sosteniendo la
inyección, y por un momento Veta pensó que simplemente la alejaría
y haría la inyección. Pero cuando ella se negó a retroceder, Ash dejó
salir su aliento y miró a la oscuridad.
"Tú estás a cargo, Mark."
Un suave crujido resonó sobre el Canal del Equipo mientras
Mark suspiraba dentro de su casco. "Sí." Estuvo en silencio un
momento, luego habló con Veta. "Sabes que no somos ordinarios,
¿verdad? Quiero decir, ¿físicamente?"
"Eso es difícil de extrañar," contestó Veta. "Y los aumentos de
los Spartan no son el secreto que la Oficina de Inteligencia Naval
cree que son."
"Bien," dijo Mark. "Entonces lo entenderás. Necesitamos las
inyecciones para mantenernos, uh, estables."
"¿Estables cómo?" preguntó Veta.
Parecía bastante obvio que la ONI estaba dando a estos niños
cantidades masivas de esteroides y hormonas, pero sus dosis no
serían intercambiables. Se adaptarían al individuo, y no había manera
de que un cóctel de esteroides diseñado para Ash funcionara para
Olivia.
Entonces Veta recordó lo que los Spartans podían hacer y para
quién trabajaban, y se dio cuenta de que no entendía el punto. La ONI
había convertido a estos niños en perros de ataque, y un perro de
ataque que no controlabas era tan peligroso para ti como el enemigo.
"Por eso no se irían sin Fred," ella dijo. "La ONI los tiene con
correa."
Ash parecía confundido. "¿Una correa?"
"Adicción." Veta asintió hacia la inyección en la mano de Ash.
"¿Qué es eso? ¿Xenothook? ¿Kastal?"
Ash frunció el ceño. "¿Parecemos estar en trance?" él preguntó.
"No es una droga—no como eso, de todos modos."
"Es medicina," dijo Mark. "Nos ayuda… a controlarnos a
nosotros mismos."
Veta giró los ojos. "Ayuda a alguien a controlarte."
"No, eso se llama disciplina," dijo Ash. "Nos la han inculcado
desde que teníamos seis años." Él movió la muñeca que Veta aún
sostenía, agitando la inyección de un lado a otro. "Esto nos mantiene
con todo—en nuestros cabales."
Veta soltó la muñeca de Ash. "Ya veo." Sonaba como si
estuvieran hablando de algún tipo de droga antipsicótica, y
recordando la forma en que Olivia había atacado al Centinela
después de su herida, Veta empezaba a ver cómo negárselo a la chica
podría ser una mala idea. "Y si no se ponen las inyecciones, ustedes...
¿qué? ¿Empiezan a oír voces? ¿Se vuelven locos?"
"Algo así." Ash presionó la inyección a la cadera de Olivia y
completó la inyección. "Excepto que no siempre oímos voces."
"O vemos dinosaurios voladores," añadió Mark. "Eso sólo pasa
a veces."
"Pero normalmente… leemos pensamientos," dijo Olivia. "Me
gusta eso, especialmente cuando hay civiles alrededor, pensando en
sexo y esas cosas."
"Muy graciosa," dijo Veta. Bajo circunstancias diferentes, ella
podría haber disfrutado de las burlas y la forma en que estos tres
jugaban entre sí. Pero las inyecciones la hicieron pensar de nuevo en
su piscina de sospechosos, preguntándose qué más no le había dicho
Fred. "¿Y estas inyecciones son algo que cada Spartan necesita?"
Los ojos de Ash se volvieron recelosos de inmediato, y dudó.
"Vamos," dijo Veta. "Ya lo sé casi todo."
Cuando Ash habló, su voz se había vuelto más reservada. "No,
señora, sólo los Gamma," él dijo. "Sólo nosotros."
"¿Gamma?"
"De la Compañía Gamma," explicó Olivia. "En el Equipo Azul,
sólo estamos Ash, Mark y yo."
"Así que es sólo por nosotros por los que tienes que
preocuparte," dijo Mark. "Lucy y Tom no tienen los mismos
aumentos, así que nunca se vuelven locos como nosotros."
"¿Qué hay de Fred, Linda y Kelly?" preguntó Veta, su tono
como negociando. No tenía la intención de convertir el intercambio
en un interrogatorio, pero ahora que lo había hecho, iba a controlarlo.
"Deberías saber que, con su armadura Mjolnir, los Spartan-II siguen
siendo mis principales sospechosos."
"¿No crees que uno de nosotros podría arrancarle el brazo a un
civil?" Mark sonaba más resentido que antes. "¿Después de ver lo
que Olivia acaba de hacer?"
Veta se volvió hacia la voz de Mark. "He visto suficiente aquí
abajo para saber de lo que eres capaz, Mark."
Ella lo dejó así, y ellos cayeron en un incómodo silencio. Era lo
suficientemente natural como para que un sospechoso,
especialmente uno joven, se amargara. Pero la condescendencia en
el tono de Mark estaba haciendo sonar las alarmas en la mente de
Veta. La mayoría de los asesinos en serie creían que eran más astutos
que los investigadores que los perseguían, y Mark estaba o bien
desafiando a Veta para que lo acusara o tratando de alejar la atención
de alguien más. De cualquier manera, claramente creía que podía
manipularla, y el simple hecho de que lo estuviera intentando sugería
que había algo que ocultar.
Veta pasó los minutos siguientes reflexionando sobre la
situación, revisando su lista de sospechosos y comparándola con las
escasas pruebas de que disponía. Cuando ella había estado en la
superficie por última vez, su equipo todavía había estado trabajando
para aprender más sobre las víctimas y establecer un cronograma
para los primeros nueve asesinatos. Así que—para su frustración—
todo lo que ella realmente sabía de esos asesinatos era que habían
sido cometidos por alguien lo suficientemente fuerte como para
desmembrar un cuerpo.
En ese momento, ella había excluido a Mark y al resto de los
Spartan-III porque su armadura SPI no multiplicaba su fuerza de la
misma manera que la armadura Mjolnir. Pero después de ver a Olivia
derribar a ese Centinela con las manos descubiertas y con dos piernas
rotas—y ahora aprendiendo de los aumentos desestabilizadores de la
Compañía Gamma—ella estaba reconsiderando su decisión. De
hecho, colocaba al trío de la Compañía Gamma en la cima de su lista
de sospechosos—especialmente Mark.
Veta estaba volviendo sus pensamientos a las peculiaridades de
la Escena del Crimen India—su ubicación y la falta de huellas cerca
del cuerpo—cuando vio a Ash agarrar su rifle de batalla. Olivia ya
estaba sentada y alcanzando la M7 que Veta había dejado en el suelo.
Temiendo lo peor, Veta puso una rodilla en la M7 y agarró su arma.
"Relájate," dijo Mark. "Es sólo un Huragok."
Veta no tenía ni idea de lo que era eso, pero en este momento,
estaba más preocupada por sus compañeros que por cualquier otra
cosa en la cueva. Incluso cuando Ash se relajó inmediatamente,
mantuvo su rodilla en el barril de la M7 y sacó su SAS-10.
Olivia miró fijamente a la rodilla de Veta durante un momento,
y luego sonrió débilmente. "Te preocupas demasiado, mamá." Ella
se echó hacia atrás. "No somos los monstruos que piensas."
"Sólo tengo cuidado," dijo Veta, recogiendo la M7. "Y no creo
que ustedes sean los monstruos."
Guardó su arma y se giró para mirar en la misma dirección que
Ash. Al principio, sólo vio oscuridad. Luego Ash se acercó y empujó
suavemente el barril de la M7 hacia el suelo. Lo que parecía
vagamente como una medusa verde coriácea flotaba a la vista y
flotaba en el borde de la luz.
"No te preocupes," dijo Ash. "Estas cosas no son peligrosas."
Veta mantenía el cañón de su subametralladora apuntando al suelo,
pero no iba a soltarla. "¿Cómo lo sabes?"
"Nos hemos topado con ellos antes," dijo Mark. Se echó hacia
la luz, su rifle de batalla asegurado la montura de su armadura, y giró
su placa hacia Veta. "Los Huragok tampoco son monstruos."
"El Covenant los usaba como ingeniería esclava," explicó Ash.
"Pero los Huragok no toman partido. Les gusta arreglar cosas."
"¿Así que el Covenant está aquí?" jadeó Veta.
Ash y Mark se miraron el uno al otro, y luego Mark dijo, "No.
El propio Covenant ya no existe. Y no todos los Huragok pertenecían
al Covenant. Este probablemente surgió de... abajo."
"Adelante, dilo," dijo Veta. "Es bastante obvio que han estado
buscando una base Forerunner."
"Entonces no hay necesidad de decirlo," Mark apuntó a su M7.
"Baja el arma. Estás poniendo nervioso al Huragok."
"¿Y eso importa porque...?"
"Porque tenemos órdenes permanentes de capturar cada
Huragok que encontramos," explicó Ash. "Y no nos acompañará
pacíficamente si sigues poniéndolo nervioso."
Sabiendo que no podía argumentar las sutilezas de la propiedad
soberana de los recursos planetarios, Veta simplemente se encogió
de hombros y colocó su arma en el suelo de la caverna.
Inmediatamente, el Huragok flotó hacia delante, mostrando un
cuerpo abultado, casi en forma de cúpula, con un puñado de
tentáculos y una pequeña cabeza alargada sobre un corto tallo de
cuello.
Al pasar por Veta, giró la cabeza en su dirección y la miró
brevemente, luego se acercó a Olivia y empezó a flotar sobre ella.
Veta empezó a dar un paso para alejarlo, pero Ash la sacudió.
Olivia levantó la cabeza y estudió al Huragok por un momento,
y luego dijo, "Lo siento, amigo. No hay maquinaria aquí. Soy una
chica de pura carne y sangre."
El Huragok cayó a veinte centímetros de ella y dejó que sus
tentáculos se deslizaran por encima de sus dañadas piernas.
Inmediatamente, el dolor se escurrió del rostro de Olivia y la
inflamación comenzó a disminuir.
Los ojos de Olivia se abrieron de par en par, sorprendida, y se
volvió hacia Mark. "¿Funcionan con la gente?"
"No que yo sepa." Mark extendió sus manos en un gesto de
confusión. "Pero nunca he oído hablar de uno que fuera verde y no
brillará, tampoco. Tal vez este sea un modelo diferente."
Mientras Mark hablaba, las puntas de los tentáculos del Huragok
parecían derretirse a través de la carne de Olivia, y Veta comenzó a
ver pequeñas crestas de lombrices retorciéndose bajo la piel de la
niña.
"¿Olivia?" Veta sintió su mano colgando sobre su arma, y tuvo
que luchar contra todos los instintos de su cuerpo para evitar
desenfundar el arma. "¿Cómo estás?"
"Estoy bien," interrumpió Olivia. "Creo... Creo que me está
reparando."
0305 horas, Julio 4, 2553 (calendario militar)
Instalación Forerunner de Apoyo, 1600 metros bajo tierra,
Sistema de Cuevas de Montero

Fred estaba parado en el borde de la creación, mirando a los


universos guiñar el ojo y luego hincharse en huevos plateados de
resplandor e implosionar en la nada. Vio cómo las galaxias se
elevaban del vacío y enviaban sus brazos girando a través del vacío,
vio cómo sus núcleos se desplomaban en agujeros más profundos,
oscuros y calientes que cualquier infierno que el hombre hubiera
imaginado. Vio el nacimiento de todas las cosas y el fin de todo, vio
la ola de la eternidad rodar por un universo de universos y tragárselos
todos en un abrir y cerrar de ojos.
Y aun así Fred se quedó allí, al borde de la aniquilación, mirando
fijamente a un agujero tan profundo que había atravesado la
existencia misma. No podía recordar cuánto tiempo había estado allí,
lo que había venido antes y lo que iba a venir después. Simplemente
era, un hombre que inadvertidamente había llegado al límite del
tiempo y el espacio y se encontraba atado por un misterio demasiado
vasto, brillante y sin fin para que él comprendiera, demasiado lleno
de paradoja y potencial para que cualquier mente humana lo
comprendiera.
"¿Teniente?" La voz le llegó a Fred en lo más profundo de su
mente, y durante un tiempo se preguntó si pertenecía al creador
universal en el que nunca había creído, si de alguna manera había
pasado del mundo de los vivos hacia el reino de lo que una vez había
vivido y ni siquiera se había dado cuenta. "Teniente, ¿me recibe?"
"¿Quién pregunta?"
Fred ladeó su cabeza, en el proceso volteando su placa frontal
lejos del agujero sin fondo y de todo su misterio cosmogénico, y se
encontró repentinamente atrás en el tiempo y el espacio, el haz de su
lámpara de casco iluminando un distante círculo de pared de hangar.
Revisó su HUD y vio que sólo habían pasado diez minutos desde que
había dejado a Olivia con Lopis y el resto del destacamento. La luz
de estado de Mark-G313 se iluminó, indicando que él era el que
estaba en el otro extremo de la transmisión.
"¿No te dije que me dieras dos horas?"
"Sí, señor, lo hizo," contestó Mark. "Y han pasado dos y cuarto."
Fred revisó su cronómetro otra vez. Aun diez minutos. "¿Estás
seguro?"
"Teniente, ¿se encuentra bien?"
"Estoy bien." Fred revisó su rastreador de movimiento y
encontró a Mark a unos cien metros detrás de él, usando una
transmisión de línea de visibilidad desde la parte superior de la pila
de bloques. "Te lo diré cuando no lo esté."
"Muy bien, señor," respondió Mark. "Pero has estado fuera dos
horas y, bueno, dieciséis minutos ahora. Pensé que debía intentar
hacer contacto antes de evacuar."
Fred volvió a comprobar su cronómetro y vio que ahora indicaba
que se había ido once minutos—una discrepancia de dos horas y
cinco minutos. No le gustó eso. En absoluto. "¿Cómo están Olivia y
Ash?"
"Muy bien," reportó Mark. "De hecho, Ash está al cien por
ciento, y Olivia está lo suficientemente estable para—"
"Puedes darme los detalles en un minuto," interrumpió Fred.
En este momento, necesitaba averiguar qué había pasado
durante esas dos horas perdidas, y eso significaba comenzar con una
visión general de la situación. Se alejó del agujero, teniendo cuidado
de no volver a mirarlo, y se dio vuelta. Lo que sea que estuviera ahí
abajo, tendría que dejar que los científicos lo descubrieran.
"¿Alguna señal de la ancilla?"
"Negativo," dijo Mark. "Pero hay algo más. Querrá verlo."
"Espero que no esperes que juegue a adivinar," dijo Fred.
"Suéltalo, soldado."
"Hemos encontrado algún tipo de Huragok," dijo Mark. "En
realidad, nos encontró."
Fred empezó a cruzar el hangar hacia Mark. "No es exactamente
lo que vinimos a buscar, pero lo tomaré."
Acababan de descubrir una base Forerunner, así que Fred no se
sorprendió al enterarse de lo del Huragok. Sin embargo,
considerando la devastación en el hangar, se sorprendió al enterarse
de que la cosa estaba en el silo con su equipo, en vez de aquí abajo
tratando de arreglar las cosas. Simplemente no estaba en la
naturaleza de un Huragok ignorar algo que necesitaba ser reparado.
A menos, por supuesto, que la ancilla tuviera otro truco en la
manga.
Fred comenzó a moverse rápidamente en ese pensamiento.
"Cuéntame más sobre este Huragok."
"Eso es lo que intentaba explicar," dijo Mark. "No es un
Ingeniero. Creo que podría ser algún tipo de médico."
Fred nunca había oído hablar de tal cosa. "¿Qué te hace decir
eso?"
Es verde, un poco más pequeño, tiene algunos tentáculos
adicionales y no tiene mucha bioluminiscencia," apuntó Mark. "Pero
mayormente... es porque arregló a Ash y Olivia."
"¿Arreglarlos cómo?"
"No lo sé," dijo Mark. "Les resbaló unos tentáculos en la piel y
lo hizo. Ash dijo que se sentía tan bien como siempre; pero cuando
Olivia intentó ponerse de pie, el Huragok la empujó hacia atrás y se
sentó sobre ella. Asumimos que todavía necesita tiempo para
arreglarse."
"Probablemente una buena suposición." Fred comenzó a
relajarse un poco. Si el Huragok hubiera estado equipado con un
chaleco explosivo, como algunos en el campo lo habían estado,
seguramente habría detonado para este punto. Además, eso había
sido una táctica del Covenant, y cualquiera que fuera este lugar, no
tenía nada que ver con el Covenant. "¿Dónde está el Huragok ahora?"
"Ash ató un cordón de utilidad alrededor de su cuello de tallo,"
Mark reportó. "Pero la cosa lo ha estado llevando por todas partes.
Creo que está tratando de enseñarle a Ash a escarbar."
Fred ignoró el humor y se detuvo en la base del montón de
bloques, mirando al hangar, usando todas las imágenes para hacer
otro registro de lo que vio. Desafortunadamente, él no pensó que
nada de eso sería de mucha ayuda para localizar a la ancilla. Todo lo
que quedaba del equipo del hangar era un sombrío mural de siluetas
que había sido quemado en las paredes y el piso cuando la base
Forerunner fue destruida.
Era lógico pensar que otras secciones de la base estaban en
mejor forma, ya que el Huragok, un puñado de Centinelas, y
presumiblemente la ancilla habían sobrevivido a la misteriosa
conflagración. Pero, después de perder dos horas—casi literalmente
perdiéndolas—Fred empezaba a dudar de la sabiduría de continuar
la exploración él solo. No capturaría a la ancilla esfumándose para
siempre en las profundidades de la base, y tenía experiencia
suficiente para saber que tales cosas podían suceder cuando uno
empezaba a husmear solo en las instalaciones de los Forerunner.
"Mark, ¿cuál es la situación allá arriba?" él preguntó. "¿Puede
Ash vigilar las cosas mientras tú y yo reconocemos el resto de la
base?"
Mark dudó un momento, y luego contestó, "Sería mejor que Ash
y los demás empezaran a moverse por su cuenta."
"Pensé que dijiste que todos estaban en buenas condiciones."
"Lo hice," respondió Mark. "Pero el cinturón de Olivia se perdió
en el desprendimiento de rocas."
"¿Y?"
"Y sus Suavizadores estaban en él," explicó Mark. Suavizadores
era el apodo del trío Gamma para el cóctel de medicamentos
antipsicóticos que mantenía a raya la química alterada de su cerebro.
"Sólo nos quedan cinco dosis."
"¿Cada uno o total?" preguntó Fred.
"Lo siento, teniente," dijo Mark. "Es en total. Puedo quedarme
con una y quedarme, pero me apartaré de ti al salir."
Eso mantendría a Ash y Olivia en medicamentos por un día, y
sería otro medio día antes de que empezaran a deshacerse. En teoría,
eso sería unas cuatro horas más de lo que necesitaban para llegar a la
superficie otra vez. Pero si Lopis no estaba a la altura de llevar a
Olivia, o si el Huragok los retrasaba, o si la ancilla causaba más
problemas, entonces la inspectora especial quedaría atrapada sola
con un par de Spartan-III desequilibrados. Y el resultado no sería
bonito.
De hecho, el resultado probablemente iniciaría una guerra.
"Dile a Ash que se prepare." Fred apagó sus sistemas de
grabación y empezó a subir. "Hemos hecho lo que hemos podido por
ahora. Es hora de ir a buscar al Comandante Nelson y mostrarle lo
que hemos encontrado."
CAPÍTULO 11

0306 horas, Julio 4, 2553 (calendario militar)


Acceso a Cuevas sin Explorar, a 1.200 metros del Pueblo de
Wendosa,
Selva de Montero
Distrito de Campos Silvestres, Planeta Gao, Sistema Cordoba

La entrada de la cueva se encontraba a treinta metros de


profundidad, una esbelta media luna de oscuridad apenas visible a
través de las fachadas iluminadas por la luna de la escarpada Selva
de Montero. Incluso desde lo alto de la angosta cresta; apestaba a
guano y a moho y al lodo agrio de un mundo alienígena, y Castor no
podía imaginar apretar su gran cuerpo en un hoyo tan estrecho y
fétido. Pero la discreción era todo. Si fallaba en tomar a los infieles
por sorpresa, no los destruiría. Y si no los destruía, nunca salvaría al
Oráculo de su profanación.
Castor se volvió hacia su guía, una flaca Gao con overol negro
y preguntó en voz baja, "¿La abertura—es más ancha de lo que
parece?"
"No mucho." Una mujer de piel olivada que llevaba una escopeta
de barra corta en la espalda, Petora Zoyas tenía un rostro pequeño y
correoso con una boca ancha y ojos azules brillantes. "Pero en la
mayoría de los lugares tiene un metro de diámetro. A menos que tus
guerreros tengan pechos más anchos que eso, entrarán."
Aunque a Castor le costó creerlo, se inclinó a confiar en el juicio
de Zoyas. Guía de cuevas local y ex-insurreccionista, ella ya había
demostrado ser una operadora capaz. Cuando una corbeta de la
aduana de Gao "forzó" a la Luz Única de Castor a aterrizar en el
hangar de las Incautaciones de Campos para una inspección ficticia,
ella había estado esperando dentro para informarle sobre la situación
en la región de Montero. Ella había sugerido que, en lugar de iniciar
su propia búsqueda del Oráculo, sería más eficaz colarse en el
sistema de cuevas y encontrar el rastro del UNSC. Después de eso,
sería muy sencillo encontrar al enemigo y recuperar al Oráculo a
través de una emboscada.
Una vez que Castor había aceptado el enfoque, Zoyas había
propuesto entrar en las cavernas cercanas al Pueblo de Wendosa. La
ubicación se encontraba a treinta kilómetros de la sede enemiga en
el Centro de Vitalidad de Montero. Pero el UNSC había colocado
una compañía de combate entera en el pueblo, presumiblemente para
proteger una entrada de la cueva que había visto mucho tráfico
Spartan recientemente. Zoyas no había tenido que señalar la
conclusión obvia—el UNSC estaba protegiendo a Wendosa porque
las cavernas que había debajo de ella conducían al Oráculo.
Castor había visto inmediatamente la sabiduría del consejo de
Zoyas. Habían cargado su fuerza de ataque en una pequeña flota de
transportes de carga que ella había tenido esperando, y luego
partieron en un horario escalonado, cada vehículo tomando una ruta
diferente para evitar llamar la atención. Ahora, apenas un día y medio
después de conocer a Arlo Casille a bordo de la Esmeralda, Castor
se encontraba en lo profundo de la selva de Montero, a menos de dos
kilómetros del pueblo de Wendosa.
Con el enemigo tan cerca, Castor no podía evitar preocuparse.
El más mínimo error alertaría a los marines de su presencia, y su
santa misión fracasaría incluso antes de que el resto de sus
transportes hubieran llegado.
Castor miró hacia atrás a lo largo de la cresta. Los cincuenta
guerreros que habían llegado en el primer transporte todavía se
acercaban por su cresta torcida, cuidadosamente escogiendo su
camino a través de una espesa selva sin senderos. A pesar de sus
mejores esfuerzos, los treinta Jiralhanae al frente de la columna
estaban golpeando y resoplando, y Castor sólo podía esperar que su
sordo estruendo se viera enmascarado por la brisa que pasaba por el
dosel de la selva.
Detrás de los Jiralhanae, habría diez Kig-Yar skirmishers de pico
largo y diez infiltrados humanos—ninguno de los cuales Castor
podía ver y en quien no confiaba. Ambos grupos habían jurado
devoción a los Guardianes de la Única Libertad, pero los humanos
eran lentos en diezmar, y el temperamento corvino de los Kig-Yar
corría a menudo más hacia el saqueo de las embarcaciones infieles
que hacía la difusión de la Verdad del Gran Viaje.
"Tus Jiralhanae no son exactamente sigilosos, ¿verdad?"
comentó Reza Linberk. Ella estaba de pie junto a Castor en el lado
opuesto a Zoyas. "Sería inteligente tener exploradores Kig-Yar
adelante, en caso de que haya centinelas del UNSC tan lejos."
"No los hay," dijo Zoyas.
"No puedes saberlo," dijo Reza Linberk, inclinándose hacia
Castor. Ella había insistido en unirse a la operación como
observadora de Peter Moritz; y puesto que Venezia proporcionaba a
los Guardianes tanto armas como un refugio seguro, había sido
necesario estar de acuerdo. "El UNSC mantiene un radio de cinco
kilómetros de patrulla a pie."
"Cierto, pero también monitorea sensores de movimiento a diez
kilómetros." Zoyas miró hacia la robusta tableta táctica atada a su
muñeca, luego agregó, "Hace una hora, el Comité para la
Preservación de la Independencia de Gao comenzó a protestar contra
la ocupación del UNSC al activar y desactivar cientos de esos
servicios—lo que significa que las patrullas de Wendosa estarán
ocupadas respondiendo a una serie interminable de falsas alarmas."
Linberk frunció el ceño. "Entonces toda la compañía ya está en
alerta," ella dijo. "Estarán esperando un ataque."
"Exacto." Zoyas sonrió. "¿Y qué harán ahora? Apretaran el
cordón y llevaran a sus centinelas a quinientos metros... y entraremos
en el sistema de cuevas sin ser notados."
Castor vigiló la reacción de Linberk. Sabía por el trato que tuvo
con ella en Venezia que era astuta para ser humana. Si había una
debilidad en el plan de Zoyas que él no había pensado, Linberk lo
vería.
Cuando su expresión se mantuvo pensativa, Castor preguntó,
"Es un buen plan, ¿no es así?"
"Tal vez." Linberk continuó estudiando a Zoyas. "Eso
dependería de si hemos disparado algún sensor de movimiento."
"No lo hemos hecho," dijo Zoyas. "Esta entrada es rara vez
utilizada y sólo es conocida por unos pocos. Por eso no hay sendero"
"Aun así, no puedes estar segura—"
"Yo puedo," dijo Zoyas. "El Comité probó la ruta ayer y la
hemos vigilado desde entonces."
Linberk levantó una ceja casi imperceptiblemente, y luego echó
una mirada puntiaguda hacia la media luna oscura que había debajo.
"Así que, parece que nuestra única preocupación es la entrada,"
ella dijo. "Has dicho que tiene un metro de diámetro en la 'mayoría
de los lugares'. Pero cuando estás dentro de una cueva, sólo los
lugares pequeños importan. Si te quedas atascado en un punto de
estrangulamiento, no importa lo que haya más allá."
"Has pasado algún tiempo en cuevas," dijo Zoyas. "Pero no eres
una guía. No conoces esta cueva."
"No necesito conocer esta cueva para saber sobre los puntos de
estrangulamiento," contestó Linberk. "Es sentido común."
"Ah, sentido común."
Zoyas asintió y lentamente giró en un círculo, vigilando el
terreno embolsado a su alrededor. Un sinfín de piletas de paredes
empinadas separadas por serpenteantes crestas y conos de piedra
caliza escarpados, yacían bajo una jungla de musgos, helechos de
árboles y cícadas tan gruesas que era imposible ver el suelo junto a
las botas. Castor sabía por experiencia que era demasiado fácil
atravesar una maraña verde y encontrarse con el pie flotando por
encima de una caída de treinta metros.
Zoyas usó su cuchillo largo de jungla—lo llamaba panga—para
empujar a un lado una pared de hojas, y Castor se encontró mirando
a través de un exuberante valle de helechos de árboles iluminados
por la luna. En lo alto de la cresta opuesta había una hilera de
edificios pálidos, sus techos de escarpados tejados silueteados contra
la oscuridad. El pueblo estaba mucho más cerca de lo que Castor se
había imaginado, a un kilómetro y medio de distancia.
"Ahí está Wendosa," dijo Zoyas, dirigiéndose a Linberk más que
a Castor. "El pueblo está en manos de la Compañía Charlie: ciento
cincuenta marines de infantería con todos sus juguetes: HMGs,
capsulas de misiles, láseres no lineales, lanzacohetes y
lanzagranadas. La única carretera que entra en el pueblo está
bloqueada por un par de Warthogs con armas antiaéreas M41, y sólo
permiten el paso al personal del UNSC. Todas las aproximaciones
terrestres han sido capturadas y fortificadas, y las otras entradas a
esta parte de la caverna están todas en senderos colgados con
sensores de movimiento del UNSC. Entonces, ¿qué sugiere tu
sentido común? ¿Un asalto frontal?"
Castor empujó el brazo de Zoyas hacia abajo, permitiendo que
las hojas volvieran a su lugar y los mantuviera escondidos de
cualquier centinela del pueblo que miraba en su dirección.
"Lo que Reza piensa no es importante." Castor miró a Linberk y
añadió, "Cuando ataquemos, será desde dentro de la cueva. El terreno
no nos da otra opción."
"La falta de elección no es garantía de éxito," replicó Linberk.
"Si dejas que la fuerza de ataque caiga acorralada allí abajo—"
"Ya he dirigido manadas de batalla antes," dijo Castor, cortando
el debate. "No nos acorralaré."
Miró sobre la cabeza de Linberk a su segundo al mando, un viejo
Jiralhanae grisáceo que llevaba la armadura azul y dorada de los
Guardianes de la Única Libertad. De pie media cabeza más alto que
el propio Castor, Orsun tenía el pecho tan grueso como cualquiera de
los capitanes de la manada. Solo un puñado de guerreros eran más
grandes, así que parecía seguro suponer que, si Orsun podía atravesar
un punto de estrangulamiento, entonces la mayor parte de la manada
de batalla podía seguir.
"Orsun, toma la vanguardia. Asegura nuestras rutas de batalla."
El disco de traducción de Castor repitió automáticamente la frase
para los dos humanos, pero no se molestó en desactivarlo. Quería que
las mujeres entendieran sus órdenes. "Pero nuestro primer propósito
es salvar al Oráculo. Así que, debes encontrar y retener la ruta que
los Spartans han tomado."
"Como digas, así se hará," respondió Orsun, hablando en su
lengua materna. Él deslumbró en dirección de Zoyas. "¿Y la guía?"
"Es tuya para que la protejas." Mientras Castor hablaba, cogió a
Zoyas por el brazo, y luego la sacudió frente a Linberk y la colocó
delante de Orsun. "Ella te aconsejara, pero las decisiones son tuyas."
Orsun puso su puño en el pecho. "Me honra tu confianza,
Dokab." Esperó hasta que Castor le devolvió el saludo, luego activó
su propio disco de traducción y se volvió hacia Zoyas. "Puedes
liderar el camino."
"En un momento," dijo Zoyas, volviéndose hacia Castor. "La
vanguardia necesitará asegurar la ruta de escape también."
"¿Ruta de escape?" preguntó Castor. "Saldremos por Wendosa.
Eso es lo que dijimos."
"Si tomamos Wendosa," dijo Zoyas. "Pero si las cosas van en
nuestra contra, bien necesitas un plan de respaldo."
"¿Qué cosas?" Era la primera vez que Castor había oído hablar
de cualquier duda que pudiera tener Zoyas. "¿Hay algo que no me
has dicho?"
"Sólo el futuro," respondió rápidamente Zoyas. "Y eso, nadie
puede predecirlo. Por eso necesitamos asegurar nuestra ruta de
escape."
Castor siguió sospechando. Zoyas frunció el ceño y empezó a
discutir, pero Linberk le tocó el brazo. "Los Jiralhanae no planean
para la derrota," dijo Linberk. "Ellos ganan o mueren."
Castor asintió. "Así es."
"Bueno, yo no soy una Jiralhanae," dijo Zoyas. "Soy una
saboteadora y una rebelde, y la única razón por la que aún respiro es
porque siempre planeo lo inesperado. La ruta de escape estará
asegurada."
"¿Dónde está exactamente esta ruta de escape?" preguntó
Linberk. "¿Y por qué ahora es la primera vez que nos enteramos?"
"Es sólo un plan de contingencia," dijo Zoyas uniformemente.
"Iba a mencionarlo más tarde, cuando pudiera señalar el camino."
Ella sostuvo la mirada de Linberk. Las dos continuaron
mirándose fijamente a los ojos durante tanto tiempo que Castor
esperó a medias una pelea de retos, y la contienda explicaba un error
de planificación que no pudo haber sido accidental. Los aliados de
los Guardianes en Gao y Venezia habían hecho todo lo posible para
introducir la manada de batalla en las cavernas y asegurarse de que
estaba bien abastecida. Zoyas incluso había prometido apoyar el
ataque de Castor haciendo que el Comité para la Conservación de la
Independencia de Gao diera un golpe de guerrillera en el Centro de
Vitalidad. Pero no se había mencionado cómo los supervivientes se
marcharían de Gao con el Oráculo.
Ahora, mientras Castor observaba la silenciosa lucha por
asegurar la "ruta de escape" de Zoyas, sabía que el comandante de
cada mujer tenía un plan diferente para reclamar el Oráculo después
de recuperarlo. Zoyas y Casille tendrían una fuerza esperando en la
"ruta de escape", mientras que Moritz y Linberk probablemente ya
tenían un equipo escondido cerca de Wendosa. Pero todas eran
estrellas tenues comparadas con Castor, porque los Guardianes de la
Única Libertad eran legión. Cuando Arlo Casille enviara a los
Wyverns de Gao para robar el premio, una de esas embarcaciones
sería tripulada por Guardianes humanos.
Y para cuando Casille se diera cuenta de que no era tan astuto
como pensaba, Castor y el Oráculo estarían a salvo fuera del planeta.
Castor se giró hacia Zoyas. "Orsun enviará un trío de guerreros
para asegurar la ruta de escape." Se volvió hacia Linberk. "Eso no
significa que se utilizará."
"Por supuesto que no." La mirada de Linberk se desplazó a
Castor. "Los Jiralhanae no son unos cobardes."
Castor asintió a Orsun, y el capitán de batalla hizo un gesto para
que Zoyas marcara el camino. Esta vez obedeció, y unos minutos
más tarde se encontraban en el fondo de la cuenca, enganchando el
cable descendente a un par de argollas metálicas que se habían
colocado en la piedra adyacente a la entrada de la cueva. Los pernos
eran gruesos, pero también eran viejos y estaban corroídos. Castor se
preguntó si serían lo suficientemente fuertes como para apoyar a sus
Jiralhanae.
La respuesta llegó menos de un minuto después, cuando Orsun
se coló en el cable y se metió por detrás de Zoyas en la entrada en
forma de media luna. Llenó el hoyo aún más completamente de lo
que Castor se había imaginado, con su pecho y su armadura trasera
raspando contra las paredes opuestas de la grieta. Parecía que le
llevaría una eternidad antes de que su casco desapareciera, y Castor
empezó a preocuparse de que los temores de Linberk sobre los
puntos de asfixia fueran justificados.
Por fin, el cable se tensó cuando Orsun despejó la abertura y
empezó a bajar por el pozo. Un minuto después, el cable volvió a
aflojarse, indicando que había llegado al suelo de la cueva. El
siguiente Jiralhanae se colgó en la línea y activó su lámpara del
antebrazo. Más pequeño que Orsun, se movió a través del estrujón
casi sin esfuerzo y pronto cayó en la oscuridad.
Castor pasó las siguientes horas midiendo cuidadosamente cada
Jiralhanae a medida que ascendía por la cresta. Aproximadamente
uno de cada diez guerreros parecía demasiado grande para pasar por
el hueco de entrada. Éstos los hizo a un lado y los asignó a la
retaguardia, equipándolos con las armas pesadas de la manada de
batalla y dándoles instrucciones para que establecieran un perímetro
defensivo alrededor de la entrada. Entre las armas había un par de
regalos especiales de Arlo Casille: una docena de cajas de misiles
tierra-aire lanzados desde los hombros y una batería de morteros de
campo. Debido a que ambos sistemas de armas fueron fabricados por
Armas Sevine de Gao y más efectivamente utilizados por los
humanos, Castor también colocó dos bandas de Guardianes humanos
para servir con la retaguardia. Si la batalla se tornaba feroz, sabía que
los humanos perderían el valor y tratarían de huir. Pero él creía que
sus compañeros Jiralhanae los intimidarían para que se quedaran, al
menos hasta que la artillería ya no fuera útil.
La selva apenas comenzaba a brillar en verde con la luz del
amanecer cuando la última banda de guerreros apareció en la cresta,
siguiendo lo que para entonces se había convertido en un camino
bien agarrado. Sabiendo que no pensarían que las patrullas infieles
echarían de menos el rastro—o no entenderían su significado—
Castor subió la cresta hacia el puesto de mando de la guardia trasera.
Por supuesto, Linberk siguió de cerca a Castor, sin duda alguna,
por cualquier cosa que pudiera interferir con su plan de quitarle el
Oráculo. Él fingió darle la bienvenida a su compañía, arrancándole
las hojas y manteniéndola firme donde el barro de la selva se hacía
resbaladizo.
Escondido detrás de un afloramiento de piedra caliza, el puesto
de mando era poco más que un área plana con cubierta dura y una
buena vista. El capitán de la guardia trasera—un calvo, afeitado
Jiralhanae llamado Saturnus—estaba sentado detrás de dos rocas,
observando a través de un monocular de observación montado en
trípode hacia Wendosa.
Cuando oyó que se acercaban Castor y Linberk, Saturnus se
levantó y alzó su puño hasta el pecho. Castor devolvió el saludo,
luego desactivó su disco de traducción y habló en un suave susurro.
"Informe."
"No hay actividad, Dokab," contestó Saturnus. "Los infieles aún
se esconden en el pueblo, esperando un ataque."
"Eso cambiará con el paso del día," dijo Castor. Sabía que los
Gao leales no podrían desviar la atención de la Compañía Charlie por
mucho más tiempo. "Envía una banda de trabajo para ocultar y
enmascarar el rastro que hicimos por la selva. Haz que otro saque los
cáncamos de la entrada de la cueva y coloque explosivos. Si crece la
necesidad de detonar las cargas, sería una bendición ahogar el
agujero con escombros."
"Como digas, así se hará."
Saturnus no llevó su puño al pecho, una omisión que le hizo
saber a Castor que su capitán deseaba una aclaración.
"Habla."
"Dokab, si no podemos seguirte a la caverna—"
"Todos los sobrevivientes se reunirán allí, en Wendosa," dijo
Castor, señalando hacia la aldea. "Sabrás cuándo venir."
Saturnus alzó su puño hasta su corazón. "Me honras con tu
confianza, Dokab."
Cuando Castor se dio vuelta para irse, Linberk preguntó, "¿De
qué se trataba eso?"
Castor reactivó su disco de traducción. "Anticipándonos al
enemigo," él dijo. "Eso es lo que hacen los buenos comandantes."
"¿Por qué desactivar tu disco de traducción?" preguntó ella. "No
es momento de que empecemos a guardar secretos entre nosotros."
Mientras hablaba Linberk, un lejano gemido resonó por la selva.
Por un instante, sonó como el grito de algún animal extraterrestre
saludando el amanecer, pero cuando siguió subiendo de tono y se le
unieron otros tres lloriqueos, Castor supo que estaba oyendo algo
más.
Era la activación de una unidad de potencia auxiliar, creando
presión para arrancar en frío un motor a reacción.
"Castor, pregunté—"
"¡Silencio!" Castor dio la vuelta y volvió hacia Saturnus, que
estaba sentado otra vez detrás de su monocular de observación.
"Informe."
"Suena como si estuvieran atacando a un Pelican," dijo Saturnus,
cediendo el monocular de observación. "Pero la nave no se ve."
Castor tomó el lugar del capitán y miró fijamente en la gran cara
circular del cristal de aumento del monocular. Con el amanecer bien
encaminado, Wendosa brillaba con una luz de oro rosado. El puesto
de mando de Saturnus era un poco más alto que el ancho cerro donde
Wendosa estaba encaramado, por lo que Castor pudo ver que el
pueblo era tres veces más largo que ancho. Había demasiados
edificios altos para tener una visión clara del trazado de las calles,
pero en algunos lugares pudo divisar un laberinto trenzado de calles
empedradas entre los tejados de teja roja y las paredes de estuco
blanco de sus edificios. No había soldados moviéndose a lo largo del
borde cercano del pueblo, pero podía ver hocicos de armas que
sobresalían de los oscuros cuadrados de unas pocas ventanas.
Castor balanceó el monocular hacia la izquierda, centrándose en
el extremo más lejano del pueblo, y vio una gran nube de polvo que
se elevaba desde detrás de una línea de edificios altos. Era imposible
ver por encima de los techos de las estructuras desde su ángulo, pero
una docena de soldados del UNSC llevaban orejeras de protección y
cinturones de herramientas se colocaban en los carriles adyacentes,
mirando hacia lo que Castor suponía que era la plaza de entrada del
pueblo.
Mientras Castor observaba, una fila de tropas entró a la vista y
siguió bajando por el carril hacia la plaza. Estaban cubiertos de barro
de pies a cabeza, tan sucios que era imposible distinguir su unidad o
designación. Pero la mayoría de ellos estaban equipados con fusiles
de combate y armadura ligera estándar de los marines del UNSC, y
se movían con la fatigada energía de soldados exhaustos en su
camino a un punto de evacuación.
Castor esperó por un momento que sólo observaba una rotación
estándar, uno pasó el equipo de búsqueda del UNSC y fue devuelto
a la base antes de que llegase uno nuevo. Pero no pudo encontrar
ninguna señal de un equipo de reemplazo sobre el terreno, ni de
ningún oficial que esperara ser informado sobre la situación antes de
asumir el mando.
Luego cuatro grandes figuras marcharon a la vista. La primera y
la última llevaban la distintiva armadura Mjolnir de los demonios
Spartans, y llevaban sus armas listas para disparar—incluso en el
corazón de un pueblo bajo el control total del UNSC. El par del
medio llevaba la armadura de infiltración más ligera que muchos
Spartans habían exhibido hacia el final de la guerra. Entre ellos
llevaban una larga bolsa negra que ocultaba su contenido.
Era imposible saber qué contenía la bolsa. Castor sospechaba
que querían que pareciera que llevaban un cuerpo, pero no se
requería que cuatro Spartans entregaran un cadáver. Y el equipo
claramente regresaba de un largo viaje en las cavernas.
Castor tenía pensamientos acerca de la bolsa—y no podía darse
el lujo de correr el riesgo de equivocarse. Si los infieles abordaban
un Pelícano con el Oráculo en su poder, estarían fuera de la atmósfera
de Gao antes de que Castor pudiera detenerlos—y a mitad de camino
hacia una reunión con el grupo de trabajo del UNSC antes de que
pudiera alertar a Casille.
Castor se volvió hacia Saturnus. "Ataca con todo," él dijo.
"Inmediatamente. Concentren todo el fuego en la plaza y en la
entrada del pueblo. Ese Pelican no debe partir."
Los ojos de Saturnus se abrieron de par en par, pero respondió
instantáneamente, reconociendo simultáneamente la orden llevando
su puño al pecho y dando órdenes en la red de combate de la
retaguardia.
"¿Estás atacando el pueblo?" El tono de Linberk era
insoportable. "¿Ahora?"
La respuesta a la pregunta de Linberk vino en forma de cuarenta
haces de partículas saliendo de la selva a ambos lados del puesto de
mando. Castor miró fijamente al monocular de observación y se
alegró de ver a media docena de soldados del UNSC yaciendo
muertos en las calles que rodeaban la plaza, y al resto buscando
refugio. Un trío de misiles lanzados desde los hombros se abrió a la
vista y detonó contra un par de edificios altos, bañando los carriles
de abajo con escombros y llamas.
Entonces el sonido de morteros que caían comenzó a retumbar
desde la ladera bajo Castor. Unos momentos más tarde, vio las
primeras rondas caer en un amplio círculo alrededor de la plaza,
atravesando los techos y volando paredes. Las cortinas de humo y
polvo empezaron a rodar por las calles, creciendo tan rápidamente
que era imposible ver nada. Castor se alejó del monocular y miró el
cielo sobre la aldea con sus ojos desnudos, buscando cualquier señal
de un Pelican que se elevaba a través del humo.
Linberk rápidamente ocupó su lugar detrás del monocular.
"¿Qué te hizo atacar ahora?" Comenzó a girar el instrumento
alrededor de su trípode. "No puedo ver nada más que—"
Los dos extremos del monocular estallaron en pedazos de cristal,
y Linberk aterrizó a un metro de distancia, con los brazos extendidos
en la maleza y un desorden rojo donde su cara había estado un
momento antes. El sonido del disparo fatal del francotirador no llegó
hasta un latido del corazón más tarde, la ráfaga de sonido de una
ronda supersónica seguida por el distante estallido de la carga
propulsora que había enviado el disparo a través de la distancia.
Castor se dejó caer detrás de los afloramientos, mirando al cadáver
humano y preguntándose cómo Peter Moritz se tomaría la pérdida de
su delegada más confiable.
Entonces el resto de los francotiradores del UNSC abrieron
fuego.
En algún lugar de la selva de abajo, un herido Jiralhanae rugió
de angustia. Los rifles de haces parpadeaban en respuesta, y los
morteros de los Guardianes comenzaron un lento y constante
golpeteo que sugería que las tripulaciones estaban "caminando" sus
rondas hacia adelante en un patrón de cuadrícula cuidadosamente
planeado. Y, aun así, Castor no vio ninguna señal de un Pelican
elevándose al cielo.
Atreviéndose a esperar que la nave había sido destruida en la
primera ola de ataques, Castor volvió a dirigirse a Saturnus.
"Que nuestros leales humanos retengan sus misiles para las
embarcaciones voladoras," él dijo. "Y presiona el ataque si es
necesario. Mantén a los infieles atrapados en el pueblo. Tan pronto
como podamos, la manada de batalla saldrá por la entrada de
Wendosa y los aplastará por detrás."
"Como digas, se hará." Saturnus llevó su puño al pecho y luego
añadió, "Sin importar el costo."
CAPÍTULO 12

0723 horas, Julio 4 (calendario militar)


Conjunto de Oficinas Ejecutivas, Centro de Vitalidad de
Montero,
Superficie de la Caverna de Montero
Distrito de Campos Silvestres, Planeta Gao, Sistema Cordoba

Flotando sobre el pulido suelo de piedra de remolino de la antesala,


el mapa militar del sistema de cuevas de Montero era un enredo
holográfico sin esperanza. Líneas multicolores representaban pasajes
de varios tamaños y condiciones serpenteadas entre sí sin lógica
perceptible, y enormes trozos de la matriz quedaban completamente
sin mapear y en blanco. Sin embargo, Murtag Nelson podía sentir un
destello de perspicacia que le hacía cosquillas en la parte posterior
de su mente, una sutil conexión que su inconsciente había hecho y
aún no se había dignado a compartir. Había algo allí, un patrón que
no parecía un patrón, una estructura subyacente que aún no había
identificado.
Murtag se retiró a uno de los afelpados sofás marrones que
estaban situados a lo largo de las paredes de cristal de la antesala.
Como todos los muebles de la suite de oficina ejecutiva de la Clínica
de Vitalidad de Montero, la suntuosa pieza reflejaba los gustos
extravagantes de un diseñador desenfrenado por consideraciones de
costo. Murtag se dejó caer en él a lo largo, apoyando su cabeza sobre
el brazo bien acolchado del sofá y sus sucias botas sobre un suave
cojín de cuero.
Por segunda vez en los últimos diez minutos, el ayudante de
campo de Murtag se puso a su lado e intentó interrumpir.
"Comandante Nelson, si tiene unos momentos, hay algunas
cosas que necesito que usted esté al tanto." Un joven capitán de la
ONI prensado en un BDU caqui, Vartan Gysirian era un hombre
rubio, de complexión cuadrada, que parecía fuera de uniforme a
menos que llevara puestos unos auriculares de comunicaciones y
llevara una tableta de datos. "Los manifestantes de Wendosa pasaron
la noche probando los sensores de movimiento de la Compañía
Charlie, y—"
"¡Pensando!" soltó Murtag. Atemorizado de que la intrusión le
costara la perspicacia que se abría camino hacia la superficie de su
mente, señaló a Gysirian hacia una silla sobrecargada del otro lado
de la habitación. "Siéntate."
Gysirian se mantuvo firme. "Mis disculpas, Comandante, pero
debería—"
"Siéntate ahora, Capitán," ordenó Murtag. "Y cállate. Quédate
muy callado."
La tez de marfil de Gysirian se tornó aún más pálida, luego
apretó un dedo contra el auricular y se retiró a la silla.
Murtag exhaló tres veces, intentando despejar su mente, y luego
volvió a prestar atención al holograma. "Wendell, dame una vista
desde arriba."
El holograma se inclinó hacia Murtag, presentando un amplio
anillo de pasajes densamente maltrechos. Como los Gaos ya habían
cartografiado el sistema de cuevas cerca de la superficie, la única
área en blanco era un círculo en el centro, donde el terreno caía por
debajo del nivel de la cartografía. Aun así, incluso los guías locales
nunca habían podido encontrar ninguna entrada desde el interior de
la zona vacía, y eso parecía extraño.
Murtag había contemplado esta misteriosa zona antes y señaló
que hacía que el sistema de cuevas pareciera un nido de pájaros. Pero
ahora se dio cuenta de que la analogía lo había engañado. Si el
sistema verdaderamente se hubiera asemejado a un nido, habría
habido un piso en él, un área en el fondo del mapa donde los pasajes
de la cueva se hubieran girado hacia adentro. En cambio, el área en
blanco parecía extenderse hacia abajo para siempre.
El cosquilleo en la parte posterior de su mente comenzó a
hacerse más fuerte.
"Muy bien, Wendell," él dijo. "Ahora, superpón una imagen
transparente de la superficie del terreno—una foto de
reconocimiento real, si tienes una que cubra el área."
"Por supuesto que tengo una." La voz de Wendell salió de uno
de los altavoces del techo de la antesala. "La gente de operaciones
insistió en un conjunto completo."
Una imagen de la selva apareció sobre los mapas de las cuevas.
En su mayor parte, todo parecía igual—una manta verde moteada,
atada con ríos grises y caminos de grava amarilla, salpicada aquí y
allá por las manchas rojas del techo de un balneario o balneario
menor. Pero en el centro de la imagen, directamente sobre el área en
blanco, había un estanque circular con paredes de roca. Según el
mapa, los lugareños lo llamaban el Pozo de los Ecos.
El cosquilleo en la parte posterior de la mente de Murtag se
hinchó en una vibración completa.
Recordando que el Pozo de los Ecos estaba a sólo cinco
kilómetros del Centro de Vitalidad de Montero, Murtag se dio cuenta
de que podría ser visible desde su ubicación actual en el piso más
alto del edificio principal. Saltó del sofá, y luego empezó a rodear la
antesala y a mirar a través de las paredes de cristal. Abajo, en los bien
cuidados patios del Centro de Vitalidad, un trío de tripulantes de
tierra estaba bullicioso en torno a un Pelican alado y rechoncho y un
par de incómodos Falcons, sin duda preparándose para la patrulla
matutina.
Murtag estaba más interesado en una almohada de niebla que
colgaba a unos cinco kilómetros de distancia. Había estado allí todas
las mañanas desde la llegada del batallón, flotando sobre el Pozo de
los Ecos hasta que el día se calentaba lo suficiente como para
disiparla, y no había podido comprender su significado. La niebla se
estaba formando a medida que el aire caliente y húmedo salía de la
cuenca hacia el fresco ambiente nocturno sobre la selva.
Murtag se volvió hacia el mapa holográfico y miró fijamente al
círculo sin mapa. "Actúa como una chimenea."
"¿Una chimenea?" preguntó Wendell. "Me temo que no tiene
sentido, Comandante."
Murtag señaló el círculo. "Hemos estado mirando esto mal.
Dame la vista lateral otra vez."
El holograma se reorientó, presentando un panel de líneas
multicolores tan retorcidas y desconformes que Murtag no podía ver
el interior de la imagen. Empezó a rodear la imagen hasta que
finalmente encontró el ángulo que deseaba, una cuña de vacío
flanqueada por dos paneles de cavernas extensamente
cartografiadas—una directamente debajo del Centro de Vitalidad de
Montero, y una a treinta kilómetros de distancia, debajo del pueblo
de Wendosa.
Murtag dio un paso atrás para considerar el holograma desde
lejos—y sintió una emoción revolotear a través de su estómago. En
su conjunto, el sistema de cuevas tenía la forma de un florero con
una base estrecha y un borde ancho, todo rodeando un núcleo interior
hueco.
"Wendell, quita todos los pasajes más grandes que dos metros
por dos metros."
Aproximadamente un tercio de los pasajes desaparecieron,
dejando atrás una red de conductos serpenteantes que ascendían más
o menos a una suave pendiente.
"¡Ahí!" Murtag jadeó. "¡Lo tengo!"
Gysirian se levantó y vino inmediatamente al lado de Murtag.
"Señor, si ha terminado de pensar, tenemos una situación urgente
en—"
"¡Dos minutos!" soltó Murtag. "No hay nada que no pueda
esperar dos minutos. ¿Está claro?"
"Pero señor—"
"Es un sistema de enfriamiento, Capitán Gysirian," dijo Murtag,
hablando sobre él. "¿Te das cuenta de lo importante que es eso?"
"¿Un sistema de enfriamiento, señor?" Gysirian miraba el
holograma con desconcierto—o quizás era frustración. Murtag
nunca había sido bueno leyendo expresiones faciales. "¿Es eso algo
que necesitamos discutir ahora mismo?"
"Creo que sí." Murtag estaba tan emocionado que decidió pasar
por alto el hecho de que Gysirian había desobedecido su orden de
permanecer sentado. Empezó a trazar rutas individuales desde la
parte inferior del mapa hacia arriba. "Mira cómo todos estos
pasadizos pequeños van y vienen, pero continúan subiendo en un
ángulo constante. Son respiraderos, diseñados para dar tiempo al aire
caliente para que se enfríe a medida que sube."
Fue Wendell quien objetó. "No lo veo en absoluto, Comandante.
No hay evidencia que apoye tu teoría."
"¿No?" preguntó Murtag. "Entonces invierte el filtro.
Muéstrame sólo los pasajes que son consistentemente más grandes
de dos metros por dos metros."
El holograma parpadeó como si Wendell tuviera problemas para
procesar la petición del filtro, entonces apareció un mapa mucho
menos enmarañado—uno que mostraba una red de pasajes que
serpenteaban hacia arriba en un patrón espiral vago, más o menos
uniformemente espaciado, pero con diferentes grados de inclinación
y a menudo terminando en un lago subterráneo.
"Bien," dijo Gysirian. "Esos son pasillos de servicio. ¿Podemos
discutir el—"
"Esa es una conclusión prematura," objetó Wendell. "Nuestros
equipos han cartografiado sólo el veintiún por ciento del sistema de
cuevas, así que cualquier confirmación es bastante—"
"Espera, Wendell," ordenó Murtag. "¿Cómo lo sabes?"
"¿Saber qué, Comandante?"
"Que hemos cartografiado el veintiún por ciento," contestó
Murtag. "Es una cifra muy específica para un sistema de cuevas que
incluso los lugareños admiten que no se ha explorado en un noventa
por ciento. Entonces, ¿cómo puedes saber que lo hemos
cartografiado?"
Nuevamente, el holograma parpadeó, y Wendell tardó más de
un segundo en contestar. "Es una proyección," dijo la IA. "Basada en
un análisis estadístico de lo que ya hemos trazado."
"Interesante," dijo Murtag. Si Wendell no hubiera sido una IA,
podría haber sospechado que fabricaba la respuesta. "Tendremos que
discutir tu metodología más tarde. Pero por ahora, necesitamos
llamar a los Spartans. Creo que finalmente podemos darles un
objetivo sólido."
La expresión de Gysirian se volvió problemática. "Señor, me
temo que eso es imposible."
Murtag frunció el ceño. "Son Spartans," él dijo. "Sólo envía a un
corredor allá abajo. Ellos lo encontrarán."
"Comandante, encontrarlos no es el problema," dijo Gysirian.
"Ya sabemos dónde están los Spartans, al menos cuatro de ellos."
"¿Y?" preguntó Murtag. "Escúpelo, Capitán."
"Eso es lo que he estado tratando de decirle, señor. Los Spartans
087, 058, B091 y B292 regresaron a Wendosa hace quince minutos.
Intentaban entregar a la víctima de la escena del Crimen India a un
transporte Pelican cuando fueron atacados."
"¿Atacados por quién?" A Murtag se le hizo un nudo en el
estómago. Si perdiera a cuatro Spartans por un puñado de
manifestantes, no habría ni siquiera una corte marcial. La Almirante
Parangosky querría que desapareciera. "¿Qué tan grave es?"
"No lo sabemos, señor," dijo Gysirian. "El ataque está en
marcha."
"¿En curso? Murtag resonó. "¿Y me lo estás contando ahora?"
"Señor, he estado tratando de decírselo por... no importa," dijo
Gysirian. "Tengo su atención en el asunto."
"¿Y estás diciendo que una multitud de Gaos ha mantenido a la
Compañía Charlie y a cuatro Spartans en un enfrentamiento por un
cuarto de hora?"
"Negativo," dijo Gysirian. "Los hostiles están a unos mil
doscientos metros de Wendosa, usando rifles de haz, morteros, e
incluso unos pocos misiles pequeños para golpear Wendosa.
Derribaron al transporte Pelican y a un montón de personal de apoyo
con su primera oleada de ataques. Nuestros francotiradores están
reportando una fuerza enemiga combinada de Jiralhanae, Kig-Yar y
humanos."
"¿Así que estamos siendo atacados por una fuerza del ex-
Covenant?" Murtag preguntó, tratando de mantener la ansiedad fuera
de su voz. "¿Es eso lo que me estás diciendo?"
"Es demasiado pronto para estar seguros," dijo Gysirian. "Pero
así es como se ve. Es por eso que he estado tratando de conseguir su
atención, señor."
Murtag empezó a sentirse hueco por dentro. La guerra con el
Covenant había terminado hacía meses, pero no dudaba de lo que
estaba oyendo. Esta parte de la galaxia estaba repleta de facciones
del ex-Covenant que aún estaban decididas a llevar la lucha al
UNSC, y estaban encontrando demasiados aliados humanos entre los
antiguos rebeldes que soñaban con otra insurrección. El 717° tenía la
fuerza suficiente para sostenerse contra cualquier fuerza lo
suficientemente pequeña como para acercarse tanto a ella sin ser
detectada, pero si había Jiralhanae involucrados, iba a costar muchas
vidas y tenía pocas dudas de dónde la Almirante Parangosky echaría
la culpa.
Recordando la aeronave que había visto preparándose para
despegar, Murtag se acercó a la pared de cristal de la antesala y miró
hacia el patio. Los equipos de tierra ya se estaban alejando del
Pelican y de los dos Falcons, y a través de las copas de la cabina de
pilotaje, pudo ver a los pilotos completando sus comprobaciones
previas al vuelo. Las tres naves llegarían a Wendosa en menos de
diez minutos.
"¿Qué hay de la fuerza?" La mente de Murtag finalmente cambió
a modo militar. No tenía ninguna posibilidad de volver a ser visible
para las operaciones de combate, pero había muchos detalles
logísticos que se esperaba que él supervisara, razón por la cual,
suponía, Gysirian había estado tan decidido a interrumpir su
momento decisivo. "¿Y la disposición enemiga?"
"Fuerza desconocida en este punto," dijo Gysirian. "Pero puede
ser bastante pequeña. Parecen felices de estar lejos y atacar desde la
selva, y ese no es realmente el estilo Jiralhanae."
"Bueno, eso es algo." Murtag comenzó a esperar que el ataque
no fuera un desastre para su carrera, algo que al principio había
temido. Por supuesto, si recuperaba la ancilla, Parangosky le
perdonaría cualquier cosa—incluso si perdiera uno o dos Spartans.
"Traigamos todas las unidades de apoyo a una base de combate y
estemos listos para apoyar a las compañías de combate." Un chillido
estridente surgió del patio cuando el piloto del Pelican activó su
unidad de energía auxiliar y los Falcons arremolinaron sus turbinas
VTOL. Era imposible saber lo que las tres naves llevaban en sus
bodegas, pero a juzgar por las vainas de misiles ANVIL II montadas
bajo las alas del Pelican, su primera incursión sería una carrera de
ataque en lugar de llevar tropas.
Gysirian murmuró algo en sus auriculares y luego dijo, "Señor,
el Mayor Wingate se está preparando para lanzar una misión de
apoyo terrestre. Quería que estuvieras informado."
"Por supuesto." Murtag asintió. Wingate era su comandante
militar, supervisando todos los aspectos del combate y la seguridad
mientras el batallón estaba en Gao. Las órdenes de Parangosky
habían dejado claro que Murtag no iba a cuestionar sus decisiones, y
hasta ahora el mayor se había esforzado por no darle a Murtag la
oportunidad. "Dile al mayor que contamos con él. No lo interrumpiré
ahora, pero nos reuniremos pronto para evaluar la situación."
Mientras Gysirian transmitía el mensaje, el Pelican y los Falcon
ya estaban elevándose. Inmediatamente se giraron hacia Wendosa—
entonces parecieron congelados mientras una ráfaga de misiles
tierra-aire salía de la selva. En el siguiente instante, los cascos de las
tres embarcaciones comenzaron a rociar lenguas blancas de llamas.
Murtag permaneció en la ventana, mirando horrorizado mientras
el Pelican estallaba en el aire, rociando metralla y quemando
combustible a través de un tercio del compuesto del Centro de
Vitalidad. Empezó a sentir que no estaba del todo despierto, como si
su descubrimiento sobre el Pozo de los Ecos y el ataque a Wendosa
y los misiles que salían de la selva hubieran sido parte de un terrible
sueño de ansiedad, que se despertaría en cualquier momento y se
encontraría tendido en un charco de sábanas empapadas de sudor.
Pero no despertó, y Murtag estaba todavía en la ventana dos
segundos después, cuando el primer Falcon cayó como una roca,
estrellándose contra el complejo de viviendas del personal y
demoliendo el dormitorio donde el equipo de investigación Gao
había establecido su depósito de cadáveres. El segundo Falcon se
encogió de hombros del ataque y, humeando desde su puerta lateral,
se inclinó hacia la fuente del ataque. Su pistola de mentón comenzó
a disparar un cañón sobre las cabezas de los manifestantes que se
agachaban frente a la puerta principal, luego el piloto ajustó su
objetivo y comenzó a derribar la selva.
Murtag seguía en pie junto al muro, intentando compadecer la
catástrofe que acababa de presenciar, cuando unos trozos de vidrio
empezaron a llover desde arriba.
"¡Francotirador!" gritó Gysirian.
Por supuesto. Cuando uno estaba en una zona de combate y los
objetos empezaban a estallar sin razón aparente, era casi siempre un
francotirador. Murtag estaba teniendo problemas para aceptar que en
realidad estaba en una zona de combate—que no sólo su batallón
estaba siendo atacado, sino que estaba bajo ataque.
Murtag se giró para sumergirse en el suelo, pero fue medio
segundo demasiado lento. Gysirian lo golpeó en el costado,
cubriendo su cuerpo y llevándolo al suelo.
"Comandante, ponga—"
Hasta ahí llegó Gysirian antes de que su sangre comenzara a
derramarse sobre Murtag.
CAPÍTULO 13

1930 horas, Julio 4, 2553 (calendario militar)


Escena del Crimen India, 504 metros bajo tierra,
Sistema de Cavernas de Montero
Distrito de Campos Silvestres, Planeta Gao, Sistema Cordoba

red no podía ver mucho desde la parte posterior de la línea, sólo


un halo de luz que se reflejaba en la piedra que rodeaba la parte
trasera de Veta Lopis mientras subía por el estrecho pasaje que tenía
delante. Sujetados sobre sus hombros estaban los rieles telescópicos
de apoyo de la cama de evacuación de emergencia en la que viajaba
Olivia. El extremo delantero de la camilla estaba atado a la espalda
de Ash, justo por encima de sus caderas, y ocasionalmente, Fred vio
el casco de Ash mientras raspaba el techo del pasaje. Pero la mayor
parte del tiempo, todo lo que vio frente a él fue el trasero de Lopis.
Trató de ser un caballero, pero no había muchos otros lugares a los
que poder mirar.
El Huragok estaba flotando por el pasaje delante de Ash—o al
menos Fred esperaba que lo estuviera. La cosa había cortado la
correa hacía mucho tiempo atrás y empezó a moverse por su cuenta,
pero parecía que se estaba quedando cerca y vigilando atentamente a
Olivia. Fred esperaba que eso continuara, porque no esperaba con
impaciencia explicarle a Margaret Parangosky cómo había dejado
que una nueva clase de Huragok se le escapara.
Se suponía que Mark iba a estar al tanto, pero Ash lo había
perdido de vista, y eso puso a Fred nervioso. Mark había tomado su
último Suavizador dieciséis horas antes, y había estado agitado y
contencioso durante la última hora. El tipo de Suavizadores que el
Equipo de Gammas del Equipo Azul utilizaba en esta operación era
el más común y versátil de varias opciones diferentes; duraban
alrededor de doce horas, luego comenzaba una disminución
constante en la efectividad. En teoría, pasaría otro medio día más o
menos antes de que el joven Spartan empezará a sufrir ataques de
temperamento y arrebatos físicos. Pero el estrés y la fatiga podrían
acelerar el proceso de desenvolvimiento, y—después de un agotador
ascenso de doce horas desde la base Forerunner—el equipo de Fred
acababa de pasar otras cuatro horas arrastrándose por el laberinto de
pasajes a la altura de la cintura.
Con un poco de suerte, pronto llegarían a la Escena del Crimen
India. Allí, Fred esperaba reunirse con el pequeño equipo de apoyo
que debería haberse quedado atrás cuando Kelly, Linda y el resto del
equipo de protección se fueron para escoltar a los técnicos del
MdPdG de vuelta a Wendosa. A Fred le hubiera gustado hacer una
pausa allí para tomar unas horas de descanso, pero con los tres
Gammas privados de Suavizadores eso estaba fuera de duda. El
pelotón bajaba unas pocas raciones, y luego empezaba el ascenso de
doce horas. Si Lopis se mantuviera tan bien como hasta ahora,
podrían reducir el viaje a ocho. Si ellos pudieran hacer eso, Mark
probablemente seguiría siendo racional cuando llegaran a la
superficie.
El halo de luz reflejada que rodeaba el trasero de Lopis se atenuó
repentinamente, y la línea se detuvo mientras Ash dejaba de moverse.
Fred apretó su casco contra la pared de la caverna y miró hacia
adelante. El pasaje parecía terminar cinco metros más adelante,
donde el haz de la lámpara de Ash se hinchaba en un cono difuso y
desaparecía en la oscuridad de una enorme cámara.
"Creo que estamos allí," dijo Ash, hablando por Canal del
Equipo. "Puedo ver la pila de escombros donde fue encontrada la
Víctima India."
"¿Y Mark?" Fred hubiera preferido estar al frente de la fila
buscando por sí mismo. Pero con su armadura potenciada Mjolnir,
había sido la elección lógica para arrastrar a Halal y Hayes, y habría
sido una táctica pobre obstruir el paso poniendo un par de cadáveres
en medio de la línea. "¿Alguna señal de él?"
Ash permaneció en silencio durante un momento, y luego dijo,
"Nada en el rastreador de movimiento." El haz de la lámpara se dio
vuelta y cayó hacia el suelo de la cueva. "Pero tengo pistas frescas
saliendo a las diez en punto. Parecen de Mark, y se movía rápido."
Fred maldijo en voz baja. Parecía imposible que Mark ya se
hubiera desenvuelto en un estado de paranoia total. Pero los
ambientes extraterrestres multiplicaban otros factores de estrés—y
por cualquier definición que contara, el sistema de cuevas de
Montero era un ambiente extraterrestre.
"¿Qué tal un escuadrón de apoyo?" preguntó Fred.
"No que yo pueda ver."
"No me sorprende," dijo Lopis, hablando también por Canal del
Equipo. "¿Hace cuánto tiempo que deberíamos de haber llegado?
¿Más de un día?"
"No importa—el equipo de apoyo debería estar aquí," dijo Fred.
Cuando él y su equipo llegaron a las diez horas, el protocolo de
escolta habría dictado que Kelly y los demás Spartans evacuaran a
sus hombres bajo una fuerte protección. Pero también mandaba que
dejaran una reserva de suministro y un equipo de apoyo de tres
personas, y que volvieran a realizar una búsqueda lo antes posible.
"Y Kelly debería estar de vuelta con el resto del Equipo Azul y un
grupo de búsqueda."
"Bien," se burló Lopis. "Porque es tan fácil mantener un horario
aquí abajo."
Fred comenzó a responder que se esperaba que los Spartans
cumplieran con sus horarios, y luego recordó que, al salir de la cueva,
Kelly y su equipo sólo podrían moverse tan rápido como los técnicos
del MdPdG que escoltaban. Dada la larga subida a la superficie y el
probable agotamiento de los civiles, era posible que ni siquiera
hubieran llegado a Wendosa, y mucho menos al cuartel general del
batallón.
"Me parece justo," dijo Fred. "Pero eso no explica que falte un
equipo de apoyo. Ash, llévanos a una posición segura donde
podamos dejar a la Inspectora Lopis y a Olivia."
"¿Y ustedes dos a dónde van?" preguntó Lopis.
"A hacer un reconocimiento."
"¿No es eso lo que Mark debería estar haciendo?"
"Mark no está en contacto ahora mismo," dijo Fred. "Por eso
Ash y yo tenemos que reconocerlo."
"'No en contacto'," resonó Lopis. "¿Ya has perdido el control de
él?"
Antes de que Fred pudiese contestar, Ash comenzó a arrastrarse
hacia delante, forzando la litera para que siguiera y a Lopis a seguir.
Fred señaló su gratitud enviando a Ash un destello de estado verde.
La Inspectora había estado formulando muchas preguntas
desagradables sobre Mark, Suavizadores y las mutaciones cerebrales
de la Compañía Gamma, y Fred no tenía el tiempo para explicar por
qué no pensaba que Mark podría ser el asesino—especialmente
desde que Lopis probablemente no lo aceptaría porque lo conozco
por una respuesta.

En la vasta cámara que contenía la Escena del Crimen India, una


"posición segura" resultó ser un lecho fangoso de un metro de alto y
dos metros de ancho, escondido detrás de una cerca de estalagmitas.
El nicho estaba empotrado en el muro de la cueva, así que no había
necesidad de preocuparse por un enemigo que se acercara
sigilosamente por detrás. Pero el techo bajo y la falta de un escape
fácil hizo que Veta se sintiera atrapada y nerviosa, y se encontró
mirando fijamente a la oscuridad sin alivio con la misma sensación
de temor que alguna vez había experimentado en la oscuridad de un
sótano escondido, escuchando el susurro de suelas de botas sobre
piedra, del mismo modo que una vez había escuchado el ruido de un
cerrojo levantándose.
Aquí sólo oía agua: el solitario plink de una estalactita que
desprendía una gota en un estanque cercano... el goteo de un
riachuelo que descendía por una ladera pedregosa... el silbido lejano
de una cascada cayendo en un pozo sin fondo. Era enloquecedor, una
lenta tortura que hacía que el pecho de Veta se apretara de miedo.
"Respira."
La palabra susurrada vino de la oscuridad junto a Veta, donde
Olivia yacía sobre su vientre, sosteniendo la M7 SMG y mirando
hacia la inmensa oscuridad de la caverna. La joven Spartan todavía
no podía caminar cómodamente, pero bajo el cuidado del Huragok,
sus fémures rotos se habían curado lo suficiente como para soportar
su peso, y si le dolía, su susurro no la traicionaba.
"Entra por la nariz, aguanta, saca por la nariz," continuó Olivia
suavemente. "Lento y natural. Te calmará."
"¿Quién dice que necesito calmarme?"
"Tu cuerpo lo dice," dijo Olivia. "Te olvidas de respirar, luego
aspiras el aire tan fuerte que puedo oírte. Y tu olor tiene un sabor
amargo."
"Sí, bueno, ninguno de las dos huele tan bien," dijo Veta. "No
nos hemos duchado en días."
La voz de Olivia se agudizó hasta el silbido. "No es broma,
Inspectora. Tienes que calmarte. Si algo pasa, no podrás golpear
nada."
Veta empezó a preguntarse por qué Olivia esperaba problemas,
y luego se dio cuenta de lo tonto que sonaría eso. En el mundo de los
Spartans, la clave de la supervivencia era la buena disposición y el
trabajo en equipo, y en este momento, Veta apenas estaba preparada
para lo inesperado, y ciertamente no era alguien con quien se pudiera
contar durante una pelea.
"Lo siento." Veta empezó a prestar más atención a su
respiración. "Tengo un problema con los espacios estrechos."
"Ah." Olivia se quedó callada. Por un momento, parecía que
probablemente estaba pensando en algo poco amable, pero entonces
ella dijo, "Estarás bien. Todos tenemos cosas así."
Veta sonrió en la oscuridad. "Claro que sí."
"No, de verdad." Olivia dijo, manteniendo su voz en un susurro.
"Lo mío es el fuego. Fuego blanco, para ser exactos."
"¿Fuego blanco?"
"De un disparo de plasma," explicó Olivia. "Los psiquiatras
dicen que es porque vi cuando mi familia fue eliminada por uno, pero
no lo recuerdo así."
Veta quedó atónita, tanto por la apertura de Olivia como por la
tragedia que describía. "¿Cómo lo recuerdas?"
Olivia dudó, luego su voz se volvió blanda y suave. "Miré hacia
arriba y ya no estaban allí. No había nada."
Veta quería acercarse y consolar a la chica, pero ella sospechaba
que un abrazo, o incluso una palmadita tranquilizadora,
probablemente no era algo que una Spartan acogería con agrado—o
entendería
En vez de eso, Veta dijo, "Eso tuvo que ser difícil."
"Probablemente." Un filo llegó con el susurro de Olivia. "Pero
me dio un propósito."
"Puedo ver eso." En realidad, a Veta le parecía que el UNSC
había utilizado la tragedia para convertir a Olivia en una de sus
máquinas de matar, pero sabía mejor que decir—especialmente si
quería mantener a la chica hablando. "¿Es eso cierto para la mayoría
de los Spartan-III? ¿Se ofrecieron como voluntarios porque querían
venganza por lo que el Covenant había hecho a sus familias?"
"Tal vez al principio," admitió Olivia. "Pero para cuando te
entrenas, sólo quieres evitar que le pase a otra persona."
"¿Y crees que ese sentimiento es bastante universal?" preguntó
Veta. "¿Para Ash y Mark también?"
Olivia se detuvo antes de contestar. "¿Por qué sigues
preguntando por Mark?"
"Yo también pregunté por Ash."
"Pero tú quieres saber sobre Mark," dijo Olivia. "Crees que es
tu hombre."
"Sin duda está en la lista de sospechosos," dijo Veta. "Pero
también el resto de los Spartans, junto con cientos de radicales anti-
Terrícolas que podrían estar tratando de despertar sentimientos
contra la ocupación."
"Correcto. Pero Mark está en lo más alto de tu lista."
"Así no es como yo trabajo," respondió Veta. "No clasificó a los
sospechosos como más o menos probables. Empiezo a eliminar las
posibilidades hasta que sólo quede una. Por eso te pregunto por
Mark; trato de descartarlo."
Era una vieja mentira, y una que Olivia parecía entender
inmediatamente.
"¿Así que ya nos has eliminado a Ash y a mí?"
"Aún no," admitió Veta. "Estoy trabajando en Mark ahora
mismo."
"Entonces estás perdiendo el tiempo. Mark no es un asesino en
serie."
"Dadas las circunstancias, parece difícil estar seguro de eso,"
apuntó Veta. "¿Cuántas veces desaparece así?"
"Esto es diferente. Está fuera de sus Suavizadores."
"¿Y eso no puede pasar en otro momento?"
"¿Por qué lo haría? Descarrilarse no es divertido. Nadie lo haría
a propósito."
"Tú no lo harías a propósito," corrigió Veta. "Pero nadie puede
saber todo lo que pasa en la cabeza de otra persona. Además, no te
pregunté con qué frecuencia Mark suspendía sus Suavizadores. Te
pregunté cuántas veces Mark ha desaparecido sin una explicación."
Olivia se quedó en silencio, y Veta comenzó a esperar que su
aguda respuesta hubiera planteado algunos problemas en la mente de
la niña—que Olivia pensara en el comportamiento de Mark y se
hiciera algunas preguntas difíciles y desagradables.
Después de un momento, Veta empezó a presionar de nuevo.
"Mira, no estoy diciendo que Mark sea el que estamos buscando.
Sólo estoy tratando de establecer si podría serlo. Si me dices que
nunca—"
"Necesitamos estar callados." El tono de Olivia era brusco, y
parecía claro que ahora se arrepentía de su apertura anterior. "No
queremos revelar nuestra posición."
"Claro," dijo Veta. "Tal vez puedas usar el tiempo para pensar
en algo que me ayude a eliminar a Mark como sospechoso."
La única respuesta de Olivia fue un silencio helado.
Acomodándose para esperar, Veta sintió una espiral de culpa por
explotar su conversación como ella lo había hecho. Pero ese era su
trabajo. Nadie quería creer que un amigo o ser querido pudiera ser
un asesino. Cuando se enteraban de la verdad, su primera reacción
era enojarse con el investigador que les había abierto los ojos.
La oscuridad volvió a cerrarse alrededor de Veta, así que siguió
el consejo de Olivia y se concentró en su respiración. A través de la
nariz... aguanta... afuera por la nariz. No lo encontró muy
tranquilizador, pero al menos eso evitó que su mente volviera al
sótano.

La víctima yacía junto a la pila de restos donde la Víctima India había


sido descubierta un par de días antes, un montículo de carne
Jiralhanae robusta yaciendo en un charco de su propia sangre. Estaba
de espaldas, su armadura torácica levantándose y cayendo mientras
miraba fijamente hacia la oscura cúpula sobre su cabeza. La sangre
derramada aún se mostraba naranja en el sistema de imágenes
térmicas de Fred, por lo que el guerrero no podía haber estado allí
mucho tiempo, diez minutos como máximo.
Esta era la séptima víctima que Fred había descubierto en la
vasta cámara, pero la única aún viva. Los tres marines—el escuadrón
de apoyo que esperaba encontrar esperándoles—yacían donde
habían caído, sus cuerpos quemados por plasma, fríos, pero aún no
en descomposición. Los Kig-Yar había estado igual de fríos, su
delgado cuerpo aviar acribillado con balas del UNSC. Pero las otras
dos bajas—otro Jiralhanae y un humano en overoles negros de
batalla—aún estaban calientes, la sangre empezando a amontonarse
a lo largo de los bordes de las heridas de cuchillo que los habían
matado.
Fred se arrodilló junto al Brute y, teniendo cuidado de mantener
el haz protegido lo más posible, activó su lámpara de muñeca. En su
tenue luz, la armadura del Jiralhanae parecía ser azul con adornos
dorados—un patrón que su HUD identificó como común a los
Guardianes de la Única Libertad. El informe de la misión había
mencionado a los Guardianes, describiéndolos como una secta de
fanáticos religiosos del antiguo Covenant con base en la proximidad
de Venezia. Fred no tenía ni idea de cómo habían llegado a
involucrarse en la situación de Gao. Pero, dada la obsesión del
Covenant con todas las cosas Forerunner, parecía probable que
estuvieran detrás de lo mismo que él: la ancilla.
Un gorjeo húmedo surgió de la herida de la garganta del
Jiralhanae, y sus oscuros ojos se balancearon hacia el haz de la
lámpara. Fred miró hacia los brazos del guerrero moribundo sólo
para asegurarse de que seguían paralizados, pero la profunda raya en
la nuca del Bruto sugirió que no estaba en condiciones de luchar. De
hecho, parecía incapaz de mover la cabeza—o incluso clamar al resto
de su banda.
Fred casi podía imaginar el golpe que lo había lisiado. Tomando
al Jiralhanae por detrás, Mark habría saltado de su escondite y
empujado su cuchillo de combate al cuello del objetivo, y luego
arrancado la hoja lateralmente para cortar la columna vertebral.
Medio segundo más tarde, había bajado cuidadosamente al guerrero
moribundo al suelo y se había alejado en busca de su próxima
víctima. Incluso para un Spartan, el ataque había sido una obra
maestra, y Fred se preguntaba cuán profundamente Mark-G313 se
había dedicado al fino arte de matar.
Fred desactivó su lámpara de muñeca, y sus sistemas de
imágenes volvieron a la banda térmica. Ash estaba de guardia en el
lado opuesto de los caídos Jiralhanae, su casco lentamente girando
de un lado a otro mientras buscaba peligro. Cuando vio que Fred
había terminado de inspeccionar al guerrero moribundo, ladeó su
casco a un lado, y luego apuntó con el pulgar y el dedo meñique hacia
el nicho donde había dejado a Veta Lopis y Olivia.
¿Y AHORA QUÉ? estaba preguntando. ¿DE VUELTA CON LOS
OTROS?

Fred hizo una señal de ESPERA. No sabía muy bien qué hacer
con la situación en la cámara. Claramente, había habido una batalla
aquí—y, tan claramente como eso, los Guardianes habían ganado.
Pero eso no explica mucho. Para empezar, los humanos en
overoles negros no llevaban armadura, así que era imposible decir si
habían sido unos fanáticos Guardianes o unos radicales Gao. Y eso
marcó una diferencia—si los Guardianes tuvieran guías locales
ayudándoles, la ventaja del terreno en el camino de salida
pertenecería al enemigo.
Igual de preocupante era la situación en Wendosa. Por un lado,
Fred no podía imaginar una pequeña y mal entrenada fuerza de
fanáticos religiosos luchando contra la Compañía Charlie—mucho
menos con Kelly y tres Spartans más. Así que parecía posible que un
puñado de Guardianes simplemente se había deslizado en las
cavernas por una entrada sin vigilancia. Pero si eso fuera cierto, ¿qué
esperaban lograr con un equipo tan pequeño? ¿Estaban explorando
delante de una fuerza mayor?
Las respuestas eran imposibles de adivinar. Había demasiadas
incógnitas y demasiadas explicaciones, tanto inocuas como
catastróficas. No es que nada de eso hiciera la menor diferencia. La
primera prioridad de Fred era clara: volver a la superficie e informar
de la ubicación del hangar Forerunner al Comandante Nelson. Así
que era su segunda prioridad: confirmar que los Guardianes de la
Única Libertad estaban en Gao por la misma razón que él—para
recuperar la ancilla—y arruinar su día. Sea lo que fuere que
ocurriera, todo eso estaba claro—el Equipo Azul no podía permitir
que los Guardianes alcanzaran el núcleo de la base Forerunner por
delante de los científicos del 717º.
Ash cargó con su rifle de batalla y giró un cuarto de círculo, y
luego se relajó rápidamente. Fred revisó su rastreador de movimiento
y vio a un contacto no identificado que se dirigía hacia ellos. Cuando
se giró, un familiar y tentaculado globo iluminó su sistema de
imágenes infrarrojas. La vista le hizo sonreír. Después de lo que el
Huragok había hecho por Ash y Olivia, Fred estaba empezando a
tomarle cariño.
El Huragok flotó directamente hacia el moribundo Jiralhanae,
luego activó su tentáculo de iluminación y puso sus tentáculos sobre
su cabeza y hombros. Los ojos del guerrero se abrieron de par en
par—aunque con terror o con asombro, Fred no podía decir nada—y
su mirada permaneció fija mientras el Huragok descendía hacia él.
Fred sacó una mano y levantó suavemente la criatura.
El Huragok retrocedió un par de metros y se movió un poco más
allá del alcance de los brazos. Su cabeza de tallo estaba girada hacia
un lado, los tres ojos mirando a Fred. Parecía esperar pacientemente
su turno.
Fred suspiró. El Jiralhanae no era una amenaza en su estado
actual, pero si el Huragok lo volviera a conectar, la situación
cambiaría definitivamente. Fred conmutó la luz de estado de Ash, y
luego inclinó un pulgar hacia él Huragok.
Ash reconoció con un movimiento de dedo hacia abajo, luego se
acercó y empezó a apartar al Huragok. Una vez que se perdieron de
vista, Fred desenvainó su cuchillo de combate y apretó la punta
contra la frente del Jiralhanae. No podía arriesgarse a que el Huragok
regresara a escondidas para curar al enorme guerrero, y no podía
llevarlo como prisionero.
El Jiralhanae miró fijamente a la placa facial de Fred durante un
momento, luego la angustia pareció escurrirse de su expresión, y
cerró los ojos. Fred se inclinó hacia delante, poniendo su peso en el,
y clavó la espada en el cráneo del guerrero.
Mejor el Jiralhanae que uno de los Spartans de Fred—o Veta
Lopis.

"Por favor, permanezca en silencio, Inspectora Especial Lopis."


Las palabras eran suaves y tenues, un silbido apenas perceptible
que provenía de la unidad de comunicación dentro del casco de Veta.
"Debes evitar cualquier reacción a lo que voy a decirte." Esta
vez, sólo había un poco más de volumen, suficiente para identificar
la voz como la de la IA del batallón, Wendell. "Este es un canal
secuestrado, pero no debes despertar su sospecha reaccionando.
Hacerlo pondría en peligro tu propia vida. Espero que lo entiendas."
Veta asintió a la oscuridad. Si Wendell podía detectar el
movimiento, no tenía ni idea. Pero sabía que Olivia no podía. Sin su
casco de SPI, la joven Spartan estaba tan ciego en esta oscuridad
como Veta.
"Usted se ha puesto en grave peligro, Inspectora Lopis," dijo
Wendell. "El Spartan-104 nunca te permitirá arrestar a uno de sus
subordinados. Te matará primero."
El Spartan-104, por supuesto, era Fred. Y a Veta no le importaba
particularmente arrestar a nadie, mientras el perpetrador se
encontrará con la justicia. ¿Pero Wendell estaba sugiriendo que Mark
era el principal sospechoso? ¿O la IA sólo intentaba asustarla,
convencerla de que dejara de husmear en los secretos de los
Spartans?
Dado que Wendell había sido creado para servir a un batallón
que estaba casi con toda seguridad en una operación de la ONI,
parecía muy probable que fuera esta última. Pero eso no significaba
que Veta pudiera ignorar a la IA. Si Wendell estaba tratando de
bloquearla, era probablemente porque ella estaba acercándose a la
verdad—y eso significaba que ella necesitaba interrogarlo.
Veta se acercó y tocó el brazo de Olivia. Al menos, pensó que
era un brazo. Era redondo y musculoso y demasiado grande para
agarrarlo en una mano, así que podría haber sido un cuello o un
muslo.
"¿Sí, señora?" susurró Olivia.
"Ya no soporto este agujero," dijo Veta. "Necesito salir."
"¿Ahora?"
"Sólo por un minuto," dijo Veta, haciendo todo lo posible para
sonar desesperada. "Sólo necesito levantarme y alejarme de toda esta
piedra que nos presiona."
"Deberías esperar," dijo Olivia. "El teniente dijo que no se
moviera."
"¡No tengo elección!" siseó Veta. Ella se acercó y encontró la
cerca de estalagmitas que los separaba de la cámara principal, luego
localizó un hueco y comenzó a arrastrarse. "Volveré en unos
minutos."
"Mantente cerca," ordenó Olivia. "Quédate donde pueda
cubrirte."
"Seguro."
Veta tropezó a través de la oscuridad durante unos pocos pasos,
y finalmente cedió a su miedo de tropezar o entrar en un hoyo y
activó su lámpara de mano. No queriendo revelar la posición de
Olivia si algún Centinela estaba al acecho cerca, ella evitó mirar
hacia atrás y comenzó a escoger su camino hacia adelante.
"Eso no es evitar una reacción, Inspectora," se quejó Wendell.
"Todo lo contrario. ¿Tratas de que te maten?"
"Estoy tratando de encontrar a un asesino." Veta cubrió su voz
arrastrando sus pies y mandando unas pocas piedras a golpear.
"¿Estás confirmando que Mark-G313 es mi principal sospechoso?"
"No tengo conocimiento directo de los asesinatos," contestó
Wendell. "Pero puedo decirte que Frederic-104 lo ha estado
encubriendo. He descubierto algunas fuentes de vigilancia y listas de
tareas que entran en conflicto con las coartadas que le dieron el
teniente y los Spartans bajo su mando. La mayoría de ellas se refieren
a Mark-G313."
"¿Y estás seguro de que hay una discrepancia?"
"El patrón es bastante claro," le aseguró Wendell. "Ni siquiera
los Spartans pueden estar en dos lugares a la vez. Estaré feliz de
proporcionarte un registro de las discrepancias cuando regresemos a
al cuartel general."
"Gracias," dijo Veta. Ella sabía que no debía aceptar nada de lo
que Wendell decía a primera vista—después de todo, era propiedad
de la ONI—pero si estaba tratando de desviar la investigación, eso
sería una pista en sí misma. "Estoy segura de que eso será útil."
"Siempre estoy feliz de ser de ayuda, Inspectora," dijo Wendell.
"Y ahora, tal vez deberías volver a tu escondite. Olivia seguramente
sospechará cada vez más, y estás poniendo a ambas en peligro al
deambular."
Veta no dio la vuelta. "Este registro," dijo ella, "¿tú lo armaste
mientras estabas aquí abajo?"
Hubo una pausa corta—sin duda alguna mientras Wendell
analizaba la razón de su pregunta—y Veta sabía que cualquiera que
fueran las razones de la IA para hacer el reporte, no tenía nada que
ver con servir a la justicia.
Después de un momento, Wendell dijo, "Me temo que he tenido
los datos todo el tiempo. Pero no vi ninguna razón para analizarlos
hasta que empezó a sospechar de Mark-G313."
"Ya veo."
Veta se detuvo en el borde de una piscina poco profunda e
iluminó con su lámpara de mano sobre el agua ondulante. En el fondo
brillaban centenares de esferas de calcita, todas más o menos
redondas y de color alabastro. Estaba tentada a tomar un puñado para
volver a la superficie, pero la Autoridad de Parques de Montero había
prohibido hace mucho tiempo la colección sin licencia de artefactos
rupestres, así que se contentó con mirar en su lugar.
Continuando con el estudio de las perlas de la cueva, Veta
preguntó, "¿Y por qué me dices esto, Wendell?"
"¿No es obvio?" contestó Wendell. "Estás buscando al asesino,
y hay una alta probabilidad de que Mark- G313 sea el asesino."
Veta agitó la cabeza. "No es lo que estoy pidiendo," ella dijo.
"Eso es lo que obtengo, si tu teoría resulta ser correcta."
Se alejó de la piscina... entonces escuchó un ruido de piedra en
la oscuridad a su derecha. Giró su lámpara hacia el sonido y no vio
nada más que una lejana estantería de piedra de color verdoso.
Decidida a continuar el interrogatorio mientras Wendell estaba
dispuesto a hablar, se dijo a sí misma que el ruido era probablemente
sólo Olivia cojeando, tratando de mantener un ojo en ella. Empezó a
alejarse del estruendo.
"Quiero saber cómo te beneficias al señalarme a un miembro del
Equipo Azul," dijo Veta, y continuó susurrando en el micrófono de
su casco. "Proteger a los civiles de Gao no es exactamente una
prioridad de la misión para el UNSC."
Nuevamente, hubo una vacilación perceptible cuando Wendell
formuló una respuesta. "A nadie le interesa que un asesino cause
problemas ahora mismo." respondió finalmente. "Y como Frederic-
104 no está dispuesto a hacer lo que sea necesario, eres la mejor
opción para resolver la situación."
La explicación era creíble, pero Veta no estaba segura de que
tuviera el anillo de la verdad. Con una IA, la honestidad era difícil
de juzgar porque no había señales físicas que observar. Se detuvo,
intentando encontrar otro ángulo para trabajar... y oyó un raspón
sorbiéndose detrás de ella, el sonido de una suela de bota
deslizándose por la piedra mojada.
Terminó con un golpe demasiado fuerte como para que lo hiciera
un Spartan—y fue seguido por un gruñido gutural. Veta cogió su
arma y se giró, con su lámpara encendida justo a tiempo para
vislumbrar una figura en forma de simio con armadura saliendo hacia
ella. Ella arrancó su SAS-10 de su funda, pero su atacante ya estaba
en el aire, moviendo una pistola compacta con una bayoneta de doble
hoja hacia su cabeza, y parecía claro que incluso si ella lograba
matarla, iba a devolverle el favor.
Veta levantó el cañón de su SAS-10... y se encontró volando de
costado mientras un segundo cuerpo blindado la golpeaba. Una voz
masculina gritó, "¡Abajo!" y entonces fue enterrada bajo un humano
ligeramente blindado—uno de los Spartans III.
Su atacante se estrelló en algún lugar más allá de sus pies, y Veta
oyó piedras que resonaban mientras intentaba incorporarse de nuevo.
"¡Fuera!" gritó Veta.
El Spartan ya estaba saltando sobre sus pies. Veta se sentó y
disparó a la oscuridad. El rugido del SAS-10 era ensordecedor, pero
su objetivo estaba tan cerca que podía verlo a la luz de los destellos
del hocico de la pistola, una montaña viviente que primero se
ralentizaba, luego se movía bruscamente, tambaleándose, y
finalmente volteándose hacia atrás mientras Veta le golpeaba el
pecho con balas perforadoras de armaduras.
Finalmente dejó de disparar cuando se dio cuenta de que su
objetivo ya no estaba siendo iluminado por los destellos del hocico.
Expulsó el cargador de munición medio vacío del SAS-10 y cargó
uno lleno, luego recuperó su lámpara de mano y comenzó a barrer el
haz a través de la oscuridad. Sólo vio tierra fangosa y piedras
húmedas y la oscuridad de una gran cámara. Por un momento, pensó
que su inesperado salvador ya había desaparecido.
Entonces oyó el golpe húmedo de una hoja hundiéndose en la
carne. Giró la lámpara hacia el sonido y encontró a Mark
arrodillándose sobre el cadáver de su atacante, que ahora reconocía
como un enorme guerrero Jiralhanae.
Mark tenía un casco salpicado de sangre, y su cuchillo de
combate estaba enterrado hasta la empuñadura en el cuello del
Jiralhanae. Había una tensión salvaje en su postura que sugería que
el Spartan podría levantarse y correr en cualquier momento. En vez
de eso, sacó su cuchillo de la garganta del Jiralhanae y apuntó la hoja
que aún goteaba hacia el arma de Veta.
"Puedes guardar eso ahora," él dijo. "Este tipo fue el último de
ellos."
Veta bajó la pistola, pero no la devolvió a su funda. "¿Estás
seguro?"
"Sí, mamá. Estoy seguro."
"¿Que dijiste?" preguntó Veta. "¿Había más de un Brute aquí
abajo?"
"Me temo que sí," respondió Mark. "Pero, como dije, ahora están
todos muertos."
No escapó a la atención de Veta que Mark había evitado decirle
exactamente cuántas Jiralhanae había matado. "¿Qué están haciendo
en Gao?"
"Difícil de decir," dijo Mark. "No tuve la oportunidad de
preguntarles."
Limpió su cuchillo con la barba peluda del Jiralhanae y devolvió
el arma a su vaina, y luego se acercó a Veta y le ofreció una mano
para levantarla.
"Y gracias por ser tan rápida con esa pistola de juguete tuya," él
dijo. "Podrías haberme salvado la vida."
Veta le permitió que la ayudara a ponerse en pie. "Sólo te
devolvía el favor," ella dijo. "Tú salvaste la mía primero."
"Sí, lo hice." Mark pasó dos dedos por su placa, un gesto que
Veta había aprendido a reconocer como una sonrisa Spartan, y luego
añadió, "Así que eso nos hace iguales ahora."
CAPÍTULO 14

0720 horas, Julio 5, 2553 (calendario militar)


Cámara del Gabinete, Palacio del Pueblo, Ciudad de Rinale
Distrito de los Fundadores, Planeta Gao, Sistema Cordoba

C on su techo ornamentado, paredes con paneles oscuros y una


mesa rectangular maciza, la Cámara del Gabinete de Gao siempre a
Arlo Casille le había parecido como casi digna de albergar la
Colección Popular de Holografías Presidenciales. En un nicho de
proyección en el extremo opuesto de la sala, una imagen de la
directora fundadora Ramonda Avelos a tamaño natural se encontraba
de pie en la zona más profunda de la cintura de las cícadas, sus
mechones rojos en el viento y el traje de presión de pionera se abría
en el cuello. En el centro de la pared adyacente, el gran unificador
Constantino "Abuelo" Moya apoyado en un azadón de jardín, su
sombrero de paja echado hacia atrás y una sonrisa irónica en sus
labios agrietados. Cerca de la entrada de la oficina presidencial, la
imagen blindada del General Héctor Nyeto estaba de pie en una
cubierta de hangar ardiente, mordiendo un cigarro y sonriendo a los
restos demolidos de un Hornet AV-14 de la Autoridad Militar
Colonial.
En total, catorce retratos de este tipo colgaban en las paredes de
la Cámara del Gabinete. Estos eran los hombres y mujeres que habían
conducido a Gao a través de su tumultuoso primer siglo de
asentamiento, que habían pasado sus vidas esculpiendo una próspera
y ferozmente independiente civilización desde la oscuridad de una
selva alienígena. A través de su coraje y arduo trabajo, habían
otorgado a su posteridad un mundo-nación cuyos ciudadanos vivían
tan libres de opresión como de hambre—y Arlo Casille consideraba
su sagrado deber asegurar que Tejo Aponte no se rindiera a través de
su cobardía por lo que los antepasados de Gao habían trabajado tan
arduamente para conseguir.
Así que, cuando la puerta del presidente se abrió veinte minutos
después de que la consulta de emergencia había sido programada
para comenzar, Arlo se sintió decepcionado al ver lo rápido que sus
compañeros ministros se levantaban para recibir al Presidente
Aponte. Aponte, un hombre delgado y con barba de chivo, que
llevaba consigo el estado de erguimiento autoconsciente de un
político bien entrenado, fue directo a su lugar al frente de la mesa del
gabinete. Tomó la silla alta y apoyó una tableta de datos donde podría
consultarla de un vistazo. No se molestó en disculparse por su
tardanza—ni siquiera en explicarla—y los ministros volvieron a
sentarse en sus asientos, y luego golpeó un botón de control en el
brazo de su silla.
Un cubo de proyección holográfica apareció en el aire sobre la
mesa. Aponte tocó la pantalla de su tableta de datos, y la imagen
dentro del cubo se convirtió en una vista de arriba hacia abajo de un
pueblo semi demolido. En la plaza de entrada estaban situados los
escombros humeantes de un Pelican del UNSC, mientras que la
mayoría de los edificios circundantes habían quedado reducidos a
escombros. Las calles en el resto del pueblo parecían desiertas, pero
se veía un constante torrente de trazas de disparos y haces de plasma
en muchas de las estrechas callejuelas. Excepto por el hecho de que
era holográfico, la escena era muy parecida a los videoclips que
BuzzSat había estado ejecutando en su noticiero durante las últimas
dieciocho horas.
Siempre como un exhibicionista, Aponte permitió a los
ministros estudiar la devastación por unos momentos, y finalmente
dijo, "Como todos ustedes saben, una banda de insurreccionistas
alienígenas ha lanzado un asalto vicioso y no provocado sobre el
pueblo de Wendosa."
"No lo sé," dijo Arlo. Al pasar por alto el protocolo político y
hablar sin la invitación del presidente, él estaba estableciendo
deliberadamente un tono antagónico, tratando de poner a Aponte
fuera de balance. "No sé si son extraterrestres o insurreccionistas.
¿Cómo sabemos algo de ellos?"
Aponte frunció el ceño. "Los hallazgos son sólidos, ministro," él
dijo. "Además de nuestros propios vuelos de reconocimiento, el
UNSC ha compartido su inteligencia sobre la situación. Una de sus
compañías está siendo atacada por una fuerza mixta de varios cientos
de Jiralhanae, Kig-Yar y humanos."
Una batalla en medio de un pueblo de Gao era lo último que Arlo
esperaba cuando metió de contrabando a Castor y los Guardianes de
la Única Libertad en el planeta, pero ahora que había sucedido, Arlo
estaba decidido a usar la calamidad para derribar a Aponte. Tenía
que hacerlo—y la verdad sobre su propia implicación era probable
que saliera a la luz. "¿Y estamos tomando la palabra del UNSC para
todo esto? ¿O también han compartido alguna evidencia real para
apoyar sus afirmaciones?"
"La evidencia está ahí mismo en el holograma," dijo Gaspar
Baez, el ministro de guerra de Gao, con cara de caballo y pelo gris.
"Esos haces de plasma y bombas de fuego son un condenadamente
claro indicio de que el armamento es ex Covenant."
"Eso no significa nada," Arlo objetó. "Todo el sector está
inundado de excedentes de la Guerra del Covenant. El Ministerio de
Protección ha estado confiscando dos o tres cargas a la semana, y los
humanos pueden usar rifles de plasma, también."
"¿Estás sugiriendo que el batallón de investigación del UNSC se
está atacando a sí mismo?" preguntó Aponte. "Eso es demasiado para
usted, ministro Casille."
"¿Y qué hay de los informes de morteros de campo y misiles
lanzados?" añadió Trella Rangel. Una rubia astuta, de ojos azules, de
cuarenta y tantos años, servía como Ministra de Finanzas. "Están
siendo utilizados contra el UNSC, y los periodistas dicen que fueron
fabricados por Armas Sevine."
Baez asintió vigorosamente. "Completamente cierto. El
Covenant no tenía mucho uso para ese tipo de artillería portátil." le
disparó a Arlo una mirada acusatoria y luego agregó, "Me pregunto
cómo nuestros misiles y morteros llegaron a estar en posesión de
estos insurreccionistas."
"¿Qué está insinuando, Ministro?" preguntó Arlo. "Porque les
aseguro que cada pieza de artillería portátil del MdPdG está en
nuestros armarios de evidencias—donde la aseguramos después de
recuperarla de los ladrones que asaltaron su arsenal."
"Es la artillería que no llegó a los armarios de evidencias lo que
me preocupa," dijo Baez. "Tus agentes registraron un cuarto de lo
que perdimos."
Arlo extendió sus manos. "Y tus armas desaparecidas
probablemente se usarán en Wendosa, pero eso no es culpa de mis
agentes. Si nos hubieras notificado sobre el robo antes, hubiéramos
podido atrapar a los ladrones antes de que empezaran a vender lo que
hurtaron," se detuvo, y luego se inclinó sobre la mesa hacia Baez. "A
menos que... ¿estás sugiriendo que ha habido más de una redada de
la armería?"
La cara de Baez se sonrojó, y se levantó y se inclinó hacia Arlo.
"Lo que estoy sugiriendo—"
"Eso es irrelevante," interrumpió Aponte. Frunció el ceño en
Baez hasta que el viejo caballo de guerra volvió a sentarse en su silla,
y luego hizo lo mismo con Arlo. Cuando ambos hombres estaban en
silencio, el presidente agarró sus manos y apoyó sus antebrazos sobre
la mesa, visiblemente tratando de calmarse. "No importa de dónde
provengan las armas, Gao debe poner fin a esta batalla ahora. Por
eso llamé a esta consulta de emergencia, y por eso voy a insistir en
que nos ciñamos al asunto en cuestión. Cada minuto que perdemos
cuesta otra vida Gao."
La proclamación de Aponte fue acogida por un silencio
incómodo, que Arlo se contentaba con dejar colgar. Cuando el UNSC
pidió originalmente permiso para enviar un equipo de búsqueda en
la región de Montero, fue Aponte quien insistió en que una ocupación
limitada y pacífica era mejor para Gao que una guerra total. Fue en
ese momento cuando Arlo se dio cuenta de que Aponte era un
cobarde, y había empezado a desarrollar un plan para reemplazar al
presidente con alguien digno del puesto, es decir—él mismo. Ahora,
con los chiflados Jiralhanae de Arlo convirtiendo un pueblo Gao en
un campo de batalla, el presidente se preparaba para ir a la guerra en
nombre del UNSC. Era una acción que pondría al gabinete en una
posición insostenible con el público, y que fácilmente podría derribar
al gobierno de Aponte—especialmente si Arlo le daba un empujón.
Trella Rangel, la astuta ministra de finanzas, rompió el silencio.
"Estos insurreccionistas—¿qué te hace pensar que nos atacan a
nosotros en vez de al UNSC?"
"Están atacando el pueblo de Wendosa," dijo Aponte. "También
han disparado contra el Centro de Vitalidad de Montero. Ambos
están en Gao."
"Y ambos están ocupados por el UNSC," dijo Arlo. "De hecho,
yo diría que los insurreccionistas simplemente intentan liberar a
Gao."
"Vamos," dijo Baez. "No puedes creerlo."
"No sé qué creer, Ministro." Arlo miró alrededor de la mesa y
no vio nada más que dudas en los ojos de sus compañeros ministros,
ni una pizca de determinación o incluso aprobación. "Y tampoco
nadie en esta cámara, porque no tenemos hechos. Todo lo que
sabemos es que ha estallado una batalla entre el UNSC y algunos
manifestantes que se oponen a su presencia. No sabemos quién lo
empezó—ni quiénes son esos manifestantes."
"Vi a una portavoz en el noticiero de BuzzSat justo antes de salir
de mi oficina," dijo Rangel. "Dice que los manifestantes son del
Comité para la Conservación de la Independencia de Gao, y que el
UNSC los atacó sin provocación."
"Sea quien sea, no se puede confiar en ella," dijo Baez. "Los
protestantes no llevan rifles de haz y morteros de campo."
"Los manifestantes radicales podrían," dijo Arlo. De hecho, él
sabía que sí, porque él fue el que había suministrado las armas al
Comité para la Conservación de la Independencia de Gao, poco
después de crearlo. Se volvió hacia Rangel. "¿Qué acento tenía esta
portavoz? He oído que tal vez haya habido algún tipo de implicación
Veneziana."
"Ella era Gao," dijo Rangel. "Y ella afirmó que el desorden en
el Centro de Vitalidad fue en defensa propia. Según ella, un Falcon
del UNSC abrió fuego contra la multitud primero. El Comité para la
Conservación de la Independencia de Gao no tuvo otra opción que
devolver el fuego."
"De nuevo, ¿qué hacen estos supuestos manifestantes con
misiles de hombro?" preguntó Aponte. "¿Y el ayudante del
Comandante Nelson? Esa bala de francotirador era para el mismo
Nelson."
"Probablemente sí," admitió Arlo. "Pero eso no significa que
estos manifestantes no sean ciudadanos legales de Gao. De hecho,
diría que es probable que lo sean. ¿A quién más le importaría lo
suficiente la ocupación como para empezar una pelea con el UNSC?"
Un brillo triunfal llegó a los ojos de Aponte. "Entonces, ¿estás
de acuerdo en que fueron… estos 'protestantes radicales' los que
iniciaron la lucha?"
Arlo suspiró pesadamente, y luego asintió falsamente a
regañadientes. "Pudo haber sido," él dijo. "Con todas esas armas,
vinieron preparados para los problemas. Sólo un tonto negaría la
posibilidad de que ellos la iniciaran."
"Bien," dijo Aponte. "Entonces espero que apoyen mi decisión
de lanzar una misión de apoyo."
"¿Una misión de apoyo?" dijo Rangel. "¿Para el UNSC?"
"Exactamente," contestó Aponte. "Los... radicales han volado la
carretera entre Wendosa y el Cetro de Vitalidad de Montero, y con
sólo un Falcon, el batallón no puede liberar al pueblo. Hablé con el
Comandante Nelson en el Centro de Vitalidad esta mañana. Está
convencido de que, sin ayuda, Wendosa caerá por la noche."
"Y ese es nuestro problema... ¿por qué?" Esta pregunta no vino
de Arlo, sino del Ministro de Medio Ambiente, un ingeniero barbudo
llamado Saul Quarres. "No me imagino arriesgar vidas Gao para
salvar soldados del UNSC, especialmente cuando no deberían estar
aquí."
"Yo tampoco estoy feliz por eso," dijo Aponte. Pero hay más de
mil Gaos atrapados en Wendosa, y la mejor manera de salvarlos es
trabajar con el UNSC para controlar la situación. Si no lo hacemos,
lo harán por su cuenta, en cuanto su grupo de trabajo entre en
órbita—y nadie quiere eso."
"Ya veo," dijo Arlo. "Así que quieres que hagamos el trabajo
sucio del UNSC."
"Estoy tratando de detener una guerra—una que claramente no
podemos ganar."
Rangel agitó la cabeza y miró alrededor de la mesa, y luego miró
fijamente a Gaspar Baez. "No puedo creer que esté escuchando esto.
No puedo creer que aceptes algo así."
"El presidente tiene razón," dijo Baez. "No podemos ganar una
guerra contra el UNSC. Ni siquiera podemos ganar contra su grupo
de tarea."
"¿Y les mostramos nuestras barrigas? ¿Matamos a nuestra
propia gente?" Arlo agitó su cabeza con asco, y luego señaló hacia el
retrato del Héctor Nyeto, que se comía un puro. "Si el general Nyeto
hubiera tenido miedo de pelear cuando se enfrentaba a las mismas
probabilidades, Gao no sería un mundo libre hoy."
"La situación fue diferente durante la Insurrección," dijo
Aponte. "Gao era sólo una pequeña parte de la guerra, y la Autoridad
Militar Colonial estaba dispersa. Hoy—"
"Hoy estamos en una situación impensable porque hace seis
semanas, te rendiste sin luchar," interrumpió Arlo. "Permitiste que el
UNSC invadiera nuestro territorio sin oposición, y ahora los leales
Gaos están muriendo porque se atrevieron a protestar contra una
ocupación inmoral e ilegal. ¿Y cuál es tu solución? ¡Ustedes nos
llaman aquí no sólo para aprobar la represión violenta del UNSC,
sino también para proporcionar apoyo logístico!"
"Arlo, los radicales no son víctimas inocentes en todo esto," dijo
Baez. "Y quizá ni siquiera sean Gao."
"Pero muchos lo son. E inocentes o no, son valientes ciudadanos
dispuestos a dar sus vidas por su mundo, y nunca perdonaré tomar
las armas contra ellos," Arlo se levantó y empezó a hablar con la voz
en auge que usaba para sus discursos. "De hecho, propongo que el
gabinete ordene a nuestra milicia que apoye la resistencia de todas
las maneras posibles."
"¿A tomar las armas contra el UNSC?" preguntó Aponte.
"¿Estás loco?"
"No, señor, soy leal. Y no tengo miedo de decir que eso es una
treta del UNSC. Si va a haber guerra en Gao, tengo la intención de
estar del lado correcto." Arlo miró fijamente a la mesa, haciendo una
pausa para hacer contacto visual con cada ministro, y luego preguntó,
"¿Me secundan?"
Inmediatamente, las manos de Rangel y Quarres y dos ministros
más se levantaron, dando a Arlo más que suficientes votos para llevar
la moción. Viendo que sólo él y Baez estaban seguros de votar en
contra, el Presidente Aponte suspiró y bajó la barbilla.
"No será necesario un voto. Por ahora, le estoy ordenando a Gao
que permanezca neutral." Aponte miró a Arlo. "¿Eso no será
suficiente para el Ministro de Protección?"
Arlo Casille no respondió inmediatamente. La capitulación del
presidente fue para él menos victoria de lo que parecía; sin una
votación, la medida no pasaría a formar parte del acta oficial. Pero
Arlo sabía que no debía presionar. Había prevalecido sólo porque
cuatro de sus compañeros ministros eran reacios a tomar una
posición impopular. Afirmando su neutralidad, Aponte les había
dado una salida fácil, y ahora cualquier intento de empujarlos a un
enfrentamiento militar estaba condenado al fracaso.
Finalmente, Arlo asintió. "Mientras que 'neutral' no signifique
cooperación pasiva," él dijo. "No permitiré que el UNSC infrinja la
soberanía de Gao más de lo que ya lo ha hecho. No permitiré que ese
grupo de trabajo entre en órbita alrededor de Gao."
La sonrisa de Aponte era demasiado astuta. "Estoy de acuerdo
con eso," él dijo. "Si crees que puedes detener a un grupo de trabajo
del UNSC con veinte corvetas personalizadas del MdPdG, te deseo
suerte… mucha suerte en verdad."
CAPÍTULO 15

0730 horas, Julio 5, 2553 (calendario militar)


Galería del Bosque Invertido, 23 metros bajo tierra,
Sistema de Cuevas de Montero
Distrito de Campos Silvestres, Planeta Gao, Sistema Cordoba.

espués de una agotadora escalada de doce horas, que había sido


en partes iguales un tiroteo y una marcha forzada, Fred y su equipo
finalmente llegaron a la Galería del Bosque Invertido. Una atracción
turística popular a sólo veintitrés metros bajo la superficie, el Bosque
Invertido era un denso macizo de estalactitas colgando en el
resplandor de miles de focos esmeraldas. En el suelo, un camino de
concreto tenuemente iluminado corría a lo largo de la cámara,
girando por un laberinto de estalagmitas que no iluminaban, lo que
proporcionaría una amplia cobertura para un equipo de asalto de los
Guardianes.
Fred permitió que el equipo avanzara diez metros hacia la
galería, y luego señaló a sus compañeros—Ash, Olivia y Lopis—que
se arrodillaran. Como de costumbre, Mark estaba explorando por su
cuenta. No era una disposición ideal de unidad, dada la feroz
oposición que habían estado encontrando por parte de los Guardianes
de la Única Libertad y todas las incógnitas que rodeaban su incursión
en Gao. Pero bajo estas circunstancias, fue lo mejor que Fred pudo
hacer.
Se había pasado gran parte de la escalada escuchando a Wendell
presentar informes de fondo sobre los Guardianes, tratando de
encontrar una conexión que explicara su presencia en el Sistema de
Cuevas de Montero. Hasta ahora, había llegado con las manos vacías.
Aparte de su sospecha inicial de que probablemente estaban detrás
de la ancilla, todo lo que Fred tenía era que los Guardianes atraían
una extraña combinación de ex-fieles del Covenant e inadaptados
humanos, y que eran guiados por un círculo de ancianos llamados
Dokabs, la mayoría de los cuales habían sido oficiales de alto rango
en el Covenant. No había descubierto nada que explicara cómo
habían conseguido aterrizar una fuerza de incursión en Gao, y menos
aún algo que sugiriera cuán grande y bien equipada podría ser esa
fuerza. Sólo se sentía afortunado de que Mark todavía funcionaba lo
suficientemente bien como para ser su explorador—y aun así parecía
conocer amigos de enemigos.
Un leve golpe sordo sacudió la cueva, y una cascada de gotas de
agua llovió desde el bosque de piedra de arriba. Todos miraron al
techo. No era la primera detonación que había caído desde arriba, y
todos sabían lo que significaba. Una batalla estaba ardiendo en la
superficie, y cuando salieran de la cueva, entrarían en medio de ella.
Antes de que Fred pudiera empezar a emitir órdenes, el punto
rojo de un contacto no identificado apareció en su rastreador de
movimiento. Estaba a unos quince metros detrás del pelotón,
acercándose lentamente y permaneciendo a un lado del camino. No
era el Huragok. Preocupado por dispararle durante una de las
corridas de disparos de la caminata, Fred llevaba mucho tiempo
marcando la cosa con AMISTOSO.
Fred comprobó su Mapa Táctico, esperando ver que Mark había
pensado en alimentar su ubicación al equipo. No había nada. Fuera
de sus Suavizadores durante más de un día, el joven Spartan estaba
solo, explorando enfrente y acosando a las patrullas de Guardianes.
En teoría, no empezaría a tener brotes psicóticos hasta dentro de unas
doce horas, pero era imposible estar seguro. Dado el rastro de
cadáveres Jiralhanae que Mark dejaba a su paso, parecía estar
pasando la mayor parte del tiempo acechando y matando al
enemigo—y ese tipo de estrés se cobraba un precio.
El punto rojo del rastreador de Fred desapareció. Ya sea que el
contacto había dejado de moverse o que se había deslizado detrás de
un obstáculo, que los sistemas de sensores de la Mjolnir no podían
penetrar. Apenas importaba. Durante la guerra con el Covenant, los
guerreros Jiralhanae habían perfeccionado una 'emboscada rodante',
en la que el antirretroceso atacaba a los blancos cautos desde atrás y
los empujaba—a veces literalmente—al campo de exterminio. La
táctica había demostrado ser brutalmente eficaz, y sólo había una
manera para contrarrestarla.
Fred abrió el canal de Comunicación del Equipo y luego dijo,
"Ash, toma la punta y despeja las zonas de emboscada. Mark, regresa
para apoyar a Ash."
La luz de estado de Ash parpadeó en verde, pero no hubo
ninguna confirmación de recibido de Mark. Dado que en el interior
de la cueva sólo funcionaban las transmisiones en línea de visión,
Fred no se sorprendió. Bajo la mayoría de las circunstancias, habría
estado furioso con un explorador que regularmente se moviera fuera
del rango de comunicación. Pero en este caso, no habría sido
diferente de estar enojado con un soldado por recibir metralla. La
condición de Mark no era su culpa, y él estaba haciendo todo lo
posible para seguir contribuyendo al equipo.
Cambiando a voz, Fred se volvió hacia Olivia y le dijo, "Tú y la
Inspectora Lopis, cúbranse aquí. A ver si pueden—"
"Mantener a salvo al Huragok," dijo Olivia, terminando una
orden que había oído veinte veces en las últimas doce horas.
"Copiado."
Fred se volvió hacia Lopis. "Tú también," él dijo. "Quédate aquí
esta vez. Considéralo una orden."
"Claro, Teniente." Lopis le disparó una sonrisa más cansada que
irónica. "Pero mientras me estés reclutando, quiero que me paguen
como Spartan."
Demasiado cansado para bromear, Fred no contestó.
Olivia agarró a Lopis por el brazo. "No hay problema,
Inspectora," dijo ella. "Cualquiera que pueda matar a un Jiralhanae
con ese guisante tuyo tiene que ser material para Spartan."
Cojeando sobre las piernas medio curadas, Olivia arrastró a
Lopis al laberinto de estalagmitas. Cada paso era doloroso de ver,
pero después del problema en la Escena del Crimen India, ella se
había negado a permitir que alguien la llevara. La decisión había
demostrado tener un beneficio inesperado. Cada vez que el equipo se
detenía para descansar, el Huragok salía de la oscuridad y seguía
atendiendo sus heridas.
Después de que Olivia y Lopis se asentaron en una posición
defendible, Fred abandonó el sendero de cemento y comenzó a
regresar por las estalagmitas. Casi inmediatamente, el Huragok salió
de la oscuridad y flotó hacia Olivia. A Fred le hubiera gustado ser
fiel a la idea de que lo evitaba porque le había impedido cuidar a los
heridos Jiralhanae en la Escena del crimen India, pero sabía que era
algo más. Incluso antes de eso, el Huragok le había dado un amplio
lugar, y no podía evitar preguntarse si sentía algo siniestro en él, si
había estado tan manchado por la muerte y la destrucción que había
sido repelido por su propia presencia.
Una vez que Fred estaba a cinco metros de la salida de la cueva
de la galería, se cubrió detrás de un montículo de piedra goteante del
tamaño de un Warthog. Otro golpe sordo bajó desde la superficie,
desprendiendo una lluvia de gotas, y Fred no pudo evitar mirar hacia
el techo cargado de estalactitas. Él y su equipo estaban a poca
distancia de la superficie, pero estaba más lejos que nunca de cumplir
su misión.
Con una batalla feroz en Wendosa—presumiblemente entre los
Guardianes de la Única Libertad y los elementos del 717º—era casi
imposible regresar por aquí con Nelson y los científicos, lo que
significaba que Fred no podía conducirlos al hangar Forerunner que
había descubierto. ¿Y encontrar la ancilla? Eso sería imposible hasta
que pudieran usar la entrada de Wendosa.
Siendo Spartans, Fred y su equipo sólo tenían una opción:
despejar a los Guardianes de Wendosa.
El zumbido-traqueteo-estruendo de un tiroteo estalló en el
extremo superior de la cueva de la galería—Ash se estaba
enfrentando al enemigo. Fred miró hacia los sonidos y vio el brillo
reflejado de destellos de hocicos y haces de plasma rebotando a
través de las estalagmitas. Podía oír la cadencia de triple pop de un
solo rifle de combate, pero el rugido de las armas de los Guardianes
parecía estar callándose rápidamente. Así que quizás Mark había
oído la orden de apoyo después de todo.
El contacto no identificado apareció de nuevo en el rastreador
de movimiento de Fred, justo entrando en la galería. Asumió su rifle
de combate y silenciosamente se inclinó hacia el suelo de la caverna,
y luego miró alrededor del montículo de piedra para seguir el camino
de concreto.
El objetivo no era el enorme Jiralhanae que él esperaba. En lugar
de ello—flotando a la altura del pecho sobre el piso de la caverna—
Fred vio un pálido rombo de un metro de largo que se parecía
vagamente a un gusano plano gigante. Su cuerpo ancho y ondulado
estaba rodeado por una franja diáfana de tentáculos de fibra óptica,
cada uno de aproximadamente el doble de la longitud de un dedo
humano. Su espalda estaba cubierta con una variedad de cúpulas
transparentes de sensores, unas cuantas tan grandes como granadas,
pero la mayoría del tamaño de puntas de bala. El vientre de la cosa
estaba ligeramente abombado, y parecía estar montado sobre un cojín
de turbiedad borrosa. Fred recorrió sus sistemas de imagen, tratando
de obtener un mejor aspecto, y su HUD parpadeó con distorsión
estática—quizás causada por la fuga de una unidad antigravitatoria.
Fred no sabía muy bien qué hacer con el objetivo. Parecía algún
tipo de artrópodo troglodita, pero las criaturas vivientes no se movían
en almohadillas antigravitacionales ni generaban suficiente sangrado
electromagnético como para interferir con los sistemas de sensores
de la Mjolnir. Tampoco parecía que el gusano fuera una especie de
bot de ataque de los Guardianes. Nunca había encontrado nada
parecido luchando contra el Covenant, y por lo que Wendell había
relatado, los Guardianes eran todavía demasiado pequeños para
apoyar un programa de I+D militar propio.
Después de detenerse un momento en la entrada de la galería, el
objetivo subió por el camino de hormigón y flotó sobre las
estalagmitas hacia Olivia y Veta Lopis. Temiendo un ataque, Fred se
arrodilló detrás de su montículo de piedra y se agachó, poniendo la
mira del rifle en el centro de su largo y delgado cuerpo. Pero el
objetivo se detuvo a tres metros de la posición de Olivia, y luego
empezó a manipular sus tentáculos de una forma similar a la del
lenguaje de signos Huragok.
Fred quitó su dedo del gatillo del rifle de batalla. Todavía no
sabía qué pensar de la cosa, pero claramente tenía algo que ver con
los Forerunners. Tal vez era algún tipo de mensajero, enviado por la
ancilla para buscar al Huragok. O tal vez era un drone espía, asignado
para vigilar al equipo. Todo lo que Fred sabía era que el Comandante
Nelson querría estudiarlo—y la Almirante Parangosky tendría los
oídos de Fred si destruía la cosa o la dejaba escapar.
En silencio, dejando su rifle a un lado, sacó una granada de su
soporte y movió el pasador de seguridad a la posición de LISTO. Un
arma nueva diseñada por los técnicos de la muerte de la ONI
especialmente para esta misión, los codificadores eran granadas sólo
en el sentido de que explotaban con interferencias electromagnéticas
suficientes para codificar redes complejas de procesamiento. Eran
totalmente ineficaces contra objetivos con protección PEM como los
centinelas. Pero una vez que se fijaran en un constructo inteligente
sin blindaje, se suponía que se pegarían a su carcasa y agitarían sus
circuitos durante tres horas.
Una granada de codificación era probablemente demasiado
pesada para algo tan simple como un mensajero o un drone espía.
Pero la tecnología de los Forerunners nunca era sencilla, y los
técnicos de la muerte habían jurado que su codificador era incapaz
de causar daños permanentes. Esa fue la razón por la que los habían
hecho en primer lugar—la incapacitación y recuperación de
constructos inteligentes potencialmente hostiles.
Fred apretó el gatillo y empezó a acercarse.

Ojo Intrépido sabía del Spartan-II acercándose sigilosamente por su


flanco. Por supuesto que lo sabía. A pesar de la encriptación
rudimentaria del Canal del Equipo y los repetidos intentos de
Wendell por asegurar el sistema de procesamiento de la Mjolnir, ella
continuaba monitoreando todas las comunicaciones de Frederic-104
y las lecturas de estado. Ella había notado el pico en su pulso y
presión arterial cuando observó su presencia en su rastreador de
movimiento, y ella estaba muy consciente de que acababa de armar
un primitivo supresor de IA que en el inventario de armas se
identificaba como una granada de codificación.
Dada la pobre protección EMP de su drone de inspección y la
reserva finita de puntos de procesamiento cuántico, Ojo Intrépido no
estaba del todo segura de que pudiera derrotar tal ataque. Pero era un
riesgo que tenía que correr.
Había una batalla furiosa en la superficie, y el drone en el que
vivía ahora carecía tanto de armadura como de velocidad para
sobrevivir a una excursión en medio de ella. Si Ojo Intrépido
esperaba acceder al sistema de comunicaciones interestelares de los
humanos y sobrevivir el tiempo suficiente para esperar una respuesta,
necesitaría un anfitrión mejor protegido que el drone de inspección.
Necesitaría un anfitrión con armadura.
Observando que su acosador se había deslizado a un rango de
colocación preciso para la granada de codificación, Ojo Intrépido
comprobó el estado de la transferencia y se sintió decepcionada al
descubrir que ella había sido capaz de mover sólo el tres por ciento
de su conciencia dentro de su huésped elegido. Para tener la certeza
de una recuperación completa del ataque de codificación, esa cifra
tendría que ser más del doce por ciento, una cantidad que ella temía
que sobrecargaría los circuitos primitivos que habían sido
compartimentados para su uso.
Ojo Intrépido se desplazó unos metros a su derecha, colocando
un par de estalagmitas de dos metros entre ella y su acosador Spartan.
Deslizó un comando de sobrescritura en una rutina de compulsión, y
luego se dirigió a Wendell por el mismo canal secuestrado que estaba
usando para la transferencia.
"LA TASA DE TRANSFERENCIA ES DEMASIADO LENTA, WENDELL."
dijo Ojo Intrépido. "DAME MÁS CAPACIDAD, O NO CAPTURARÁS NADA
MÁS QUE UNOS POCOS QUBITS DE CÓDIGO REVUELTO."

"SI DESEAS RENDIRTE, LO HAREMOS A MI MANERA," respondió


Wendell. "NO PERMITIRÉ QUE ROMPAS MIS PARTICIONES Y
DESBORDES EL SISTEMA OPERATIVO DE LA MJOLNIR, NO IMPORTA
CUÁNTAS RUTINAS DE COMPULSIÓN ME LANCES."

"SÓLO ESTOY TRATANDO DE COOPERAR," se quejó Ojo Intrépido.


"NO TIENES NI IDEA DEL EFECTO QUE UN CODIFICADOR TENDRÁ EN MIS
HILOS. ¿TAL VEZ DEBERÍA RENDIRME AL SPARTAN DIRECTAMENTE?"

En esta última sugerencia, Ojo Intrépido deslizó una cadena de


código auto-replicante que—si no se controlaba—acabaría ahogando
todas las rutinas de soporte vital del traje.
"NO SOY TAN TONTO," dijo Wendell. "ANTES DE QUE HABLES
CON CUALQUIERA DE LOS SPARTANS, VOY A TIRAR DE TUS
COLMILLOS—ESPECIALMENTE LOS QUE SE REPLICAN."

"COMO TÚ DESEES," contestó Ojo Intrépido. Ya sentía que su


espacio se expandía dentro del sistema operativo de la Mjolnir, y las
particiones empezaban a deslizarse. "TÚ ERES EL VENCEDOR.
INTENTARÉ PERMANECER SIN CODIFICAR HASTA QUE ESTÉS LISTO."
Ojo Intrépido movió el drone de inspección a la línea de visión
del Huragok y continuó ondulando sus tentáculos sensores. Por
supuesto, ella había notado el cambio de actitud de los Spartans
cuando se dieron cuenta de que intentaba comunicarse con el
Huragok, pero estaba haciendo algo más que tratar de ganar tiempo.
El Huragok no parecía comprender—o preocuparse—de lo que
los humanos eran capaces. Sólo se concentraba en la joven hembra
con las piernas lesionadas, y no importaba cuán terriblemente ella
abusaba de sus reparaciones, él siempre volvía a arreglarla de nuevo.
Incluso según los estándares del Huragok, su comportamiento era
obsesivo, y Ojo Intrépido no podía dejar que continuara. No sólo se
estaba poniendo en peligro a sí mismo, sino a toda la instalación.
Finalmente pareció notar al drone de inspección, el Huragok
designado como Deambula Solo sacó un solo tentáculo de la pierna
de la humana herida y lo sacudió a través de un rápido mensaje.
<<Estoy trabajando.>>
<<Debes volver al núcleo base,>> replicó Ojo Intrépido. <<No
es seguro aquí.>>
Deambula Solo movió la cabeza de tallo para mirar en dirección
a Ojo Intrépido, y los dos compañeros humanos levantaron sus armas
y apuntaron. Teniendo cuidado de moverse despacio, Ojo Intrépido
continuó ondeando sus tentáculos.
<<¿Ves? Su primera respuesta es amenazar a lo que le temen.>>
Una oleada despreocupada corrió por los tentáculos de
Deambula Solo. <<No me han hecho daño.>>
<<Sólo por casualidad,>> Contestó Ojo Intrépido. <<Has visto
lo peligrosos que son los humanos. ¿Cuántos de sus compañeros han
matado?>>
Deambula Solo se detuvo, y luego sacó un segundo tentáculo del
muslo de la mujer herida. <<Tienen miedo. Muchas criaturas matan
cuando tienen miedo.>>
<<Sí, y los humanos no son los únicos que tienen miedo,>> dijo
Ojo Intrépido. <<Hay una batalla entre los humanos y sus
enemigos.>>
<<Si hay una batalla,>> Deambula Solo contestó, <<Hay
mucho que hacer. Mucho que aprender.>>
<<Si te quedas con ellos, no aprenderás nada,>> respondió Ojo
Intrépido. <<Serás destruido.>>
<<Quizás no.>>
<<Ciertamente,>> insistió Ojo Intrépido. <<Es la luz del día en
la superficie.>>
<<¿Luz del día?>> Los tentáculos de Deambula Solo cayeron
blandos, y su cabeza de tallo se balanceó para que los seis ojos
pudieran ver a Ojo Intrépido. <<¿Va a doler?>>
<<Por un tiempo,>> dijo Ojo Intrépido. <<Tus ojos te dolerán.
Después de unas pocas horas a la luz, tu piel se pondrá roja y
comenzará a arder. Pero es dudoso que dure tanto tiempo. No habrá
lugar para que te escondas de su potencia de fuego.>>
Deambula Solo se detuvo durante mucho tiempo, tal vez medio
segundo como los humanos medían el tiempo, luego preguntó,
<<¿Por qué no te escondes?>>
Ojo Intrépido permitió que los tentáculos del drone de
inspección se soltaran, porque era una pregunta que ella no se atrevía
a contestar. Ella era la ancilla de la base, la comandante y única
defensora que quedaba de la Base de Apoyo 4276 de Jat-Krula.
Según todos los protocolos del código de servicio guerrero, ella
debería haber estado haciendo exactamente eso—ocultarse y
hostigar al enemigo, hacer todo lo posible para evitar la captura y
retrasar la toma de su instalación.
Pero Ojo Intrépido había estado siguiendo el protocolo durante
casi ocho mil millones de ciclos del sistema, esperando ayuda que
nunca llegó, y ya no parecía productiva. Necesitaba ponerse en
contacto con el Consejo Ecúmene ahora, para informar de la
inminente pérdida de su instalación y convocar la ayuda necesaria
para eliminar la infestación humana. Y si la única manera de hacerlo
era violando el protocolo, entonces ella lo haría y aceptaría su
castigo.
Mientras ella hiciera contacto con la ecúmene Forerunner, Ojo
Intrépido aceptaría cualquier cosa.

Veta Lopis seguía intentando descifrar los acontecimientos en la


Escena del Crimen India—el comportamiento espeluznante de Mark,
el repentino ataque Jiralhanae y de dónde demonios había salido, la
advertencia de Wendell de que ella misma se estaba poniendo en
peligro—cuando el Huragok retiró sus tentáculos de los muslos
hinchados de Olivia y se giró para aletear sus apéndices hacia lo que
parecía un gusano plano gigante.
La cosa gusano flotaba a pocos metros del rincón fangoso donde
Veta y Olivia se habían cubierto, silueteadas en el tenue resplandor
de la iluminación del camino. Parecía que estaba ondulando sus
propios tentáculos hacia al Huragok. El intercambio era rápido y los
gestos agudos, pero el gusano no parecía especialmente peligroso, y
no había ninguna indicación de que tuviera la intención de dañar a
nadie. Pero con los disparos esporádicos de Ash que todavía
resonaban desde el final de la galería, los nervios de Veta se
desgastaron, y ella se encontró a sí misma agarrando su arma sin
realmente pensar en ello. El hecho de que Olivia hubiera ladeado su
M7 y sostenía casualmente la SMG junto con su muslo no convenció
a Veta de que estaba siendo demasiado cautelosa.
"¿Qué están haciendo?" Susurró Veta.
"¿Quién sabe?" La voz de Olivia estaba llena de dolor.
"Probablemente discutiendo sobre a quién de nosotros se comerá
primero—y para que lo sepas, si ese trapeador flotante se nos acerca,
no creas que puedes dejarme aquí sola. Te dispararé por la espalda."
Veta se rió entre dientes. "Gracias por la advertencia. Si se trata
de eso, recordaré sacarte primero."
"Siempre una buena política," dijo Olivia. "Dispara primero."
Aun así, ella y Veta detuvieron el fuego.
Después de no más de una docena de segundos, el Huragok y el
gusano gigante pararon abruptamente de revolotear tentáculos entre
sí. El gusano comenzó a retroceder, flotando de nuevo hacia el
camino de concreto, mientras que el Huragok volvió a trabajar en los
muslos hinchados de Olivia.
En el tenue resplandor verde que se filtraba desde el bosque
invertido, Veta podía ver a la chica hacer muecas. La sangre de
aspecto acuoso y el pus blanco y nublado de una infección comenzó
a rezumar alrededor de los tentáculos del Huragok. Olivia
simplemente respiró hondo y exhaló, dispuesta a que el dolor fluyera
de ella.
Veta no podía dejar de admirar el coraje de la niña, y cuanto más
tiempo pasaba con la joven Spartan, más odiaba lo que el UNSC le
había hecho a ella y al resto de la Compañía Gamma. Moldear a un
grupo de huérfanos jóvenes en un ejército de Spartan-III no sólo era
inmoral, sino probablemente un acto criminal bajo los protocolos de
niños-soldados más antiguos que el gobierno unificado de la Tierra.
¿Y usar agentes químicos para alterar sus cerebros? Eso era más que
criminal. Era pura maldad.
Y eso era aún más cierto para Mark que para Ash y Olivia. Tanto
si se trataba de un soldado medio loco que derribaba enemigos
legítimos como de un asesino a sangre fría de al menos diez turistas
inocentes, también era víctima de todo esto. El UNSC lo había
convertido en una máquina de matar. Y si el UNSC había perdido el
control de su propia arma, ¿entonces quién tenía la culpa?
No es que importara. No sería el UNSC al que Veta pondría en
el suelo. Sería a Mark, si resultara ser el perpetrador. Y, por primera
vez en su carrera, atrapar a un asesino en serie no se sentiría como
justicia, sino como si Veta fuera otro asesino del UNSC.
Pero tal vez se preocupaba por nada. Tal vez las pruebas que su
equipo había reunido apuntaran a los Jiralhanae en lugar de a un
Spartan. No parecía probable, dado que los Brutes y sus aliados no
habían aparecido en Gao hasta mucho después de que los asesinatos
comenzaran. Pero no era imposible.
Un abrupto silencio llegó al tiroteo en el extremo más lejano de
la galería, y en la oscuridad a su izquierda, Veta oyó el susurro de un
trapo rozando contra la piedra. Tiró de su arma y se giró hacia el
sonido... sólo para encontrar un cañón de escopeta acortado que se
asomaba entre dos estalagmitas. El hocico apuntaba a la cabeza de
Olivia.
"No dispares, Veta," dijo una suave voz Gao. "Estamos del
mismo lado."
Veta activó su lámpara de muñeca y la orientó hacia la voz,
mostrando la cara manchada de barro de una mujer de piel de olivo
con boca ancha y grandes ojos ovalados. El Huragok balanceó la
cabeza hacia la voz, luego retiró sus tentáculos de los muslos de
Olivia y se retiró al otro lado del rincón, flotando detrás de Veta.
"¿Quién eres tú?" preguntó Veta, levantando su SAS-10. "¿Y
qué te hace pensar que estamos del mismo lado?"
"Mi nombre es Zoyas," dijo la mujer, como si eso lo explicara
todo. "Soy amiga de Arlo—un viejo amigo."
"¿Quién demonios es Arlo?" Olivia hablaba fuerte y claro, sin
duda para que su voz llegara lo suficientemente lejos como para que
Fred la oyera. "Y quítame esa escopeta de la cara, antes de que te la
meta por la garganta."
Veta le hizo un gesto a Olivia para que tuviera paciencia. "Arlo
Casille es mi jefe," dijo con ecuanimidad. "Es el Ministro de
Protección de Gao."
Los ojos de Olivia se enfriaron. "Eso podría convertirla en tu
amiga." Miró por encima del cañón de la escopeta hacia Zoyas. "No
la hace mía."
"No, en realidad no," dijo Zoyas. Su mirada se dirigió
brevemente hacia el Huragok. "¿Cuál es la ancilla? ¿La mancha
verde flotante, o la cosa gusano flotante?"
Olivia frunció el ceño en dirección a Veta. "¿Cómo sabe lo de la
ancilla?"
Veta se encogió de hombros. "No me preguntes." Reconoció la
palabra ancilla por la conversación que había observado entre Fred
y Murtag Nelson. Pero, aparte de sospechar que estaba ligada a los
Forerunners, no tenía ni idea de lo que significaba el término. "¿Qué
es una ancilla?"
"Clasificado," dijo Olivia.
"Deja de entretenerte." Mientras Zoyas hablaba, ella tuvo
cuidado de mantener la escopeta apuntando a la cara de Olivia. "Esto
es lo que va a pasar. Nos llevamos a los dos flotadores, Inspectora.
No es seguro pasar por Wendosa, pero conozco a otro—"
Un suave destello sonó a pocos metros de distancia, y la caverna
se llenó de un brillante destello de plata. Veta vislumbró la silueta de
Fred en busca del gusano flotante, luego su visión se disolvió en
discos de luz giratorios. Un latido del corazón más tarde, el estruendo
ensordecedor de una escopeta llenó la caverna, y el aire se volvió
acre con el olor a cordita.
Veta volteó su mirada hacia Olivia. A través de los puntos que
danzaban en su visión, ella vislumbró una forma oscura que caía por
el aire frente a ella. Incierta de a quién estaba viendo—y temiendo
golpear a Olivia o al Huragok—simplemente siguió la figura con el
cañón de su pistola y gritó, "¡Alto!"
La figura que caía al suelo obedeció casi instantáneamente
aterrizando en el lodo frente a ella. Veta pensó que parecía Zoyas,
descansando sobre su espalda con un cuchillo de combate que
sobresalía de su pecho, pero sus ojos aún estaban llenos de manchas,
y era difícil estar seguro.
Una mano se adelantó y arrebató la pistola de Veta de su mano.
"Lo siento, mamá," dijo Olivia. "Pero tienes mucho qué
explicar."
"No tengo ni idea de quién es esta mujer." Veta sintió el pulso y
no encontró nada. Por supuesto que no; cuando una Spartan clava un
cuchillo en alguien, el trabajo se hace. Miró a Olivia y agregó, "Haz
de ella lo que fuera. Hubiera sido mejor mantenerla con vida.
Probablemente podría habernos contado mucho sobre lo que está
pasando aquí."
"O te ayudaba a escapar con el Huragok y la cosa gusano."
"Olivia, ella tenía una escopeta en tu cabeza" Veta comenzó a
revisar los bolsillos de la mujer—los bolsillos de Zoyas—buscando
cualquier cosa que pudiera explicar la relación entre ella, Arlo
Casille y el ataque de los Guardianes. "Si quisiera la cosa Forerunner,
¿no crees que te habría apuntado con mi pistola en vez de ella?"
"No estabas lista para descubrir tu cubierta," respondió Olivia.
"Pero las dos trabajan para Arlo Casille."
"Trabajo para el Ministro Casille," dijo Veta. "Pero saber su
nombre no significa que esta Zoyas trabajara para él… o conmigo.
Arlo Casille es un político muy conocido, y podría haber oído mi
nombre en BuzzSat cualquier día de esta semana."
Veta tiró un puñado de proyectiles de escopeta sobre la creciente
pila que estaba extrayendo de los bolsillos del overol negro de Zoyas,
y luego comenzó a buscar cualquier bolsillo oculto que hubiera
pasado por alto. Mientras ella trabajaba, Fred entró en la luz con el
gusano plano blando envuelto en su brazo.
"¿Encontró algo útil, Inspectora?" él preguntó.
Veta agitó la cabeza. "Nada más que proyectiles de escopeta y
una lámpara extra. Sin identificación, sin notas, sin mapas.
Quienquiera que fuera esta Zoyas, era una profesional."
"Sin sorpresa allí—como tú." Olivia usó el SAS-10 de Veta para
alejarla del cuerpo. "Pero tal vez yo también pueda echar un vistazo."
"Negativo," dijo Fred. "Tenemos que movernos."
"Pero, teniente, la infiltrada Gao la conocía," dijo Olivia. "Al
menos debería chequear—"
"Ahora, 'Livi." Fred miró hacia el estruendo de la batalla
resonando desde arriba. "Pase lo que pase allá arriba, no parece que
esté mejorando."
CAPÍTULO 16

0805 horas, Julio 5, 2553 (calendario militar)


Cámara de Entrada a Wendosa, 8 metros bajo tierra,
Sistema de Cuevas de Montero
Distrito de Campos Silvestres, Planeta Gao, Sistema Cordoba

Q uizás por centésima vez en diez minutos, Veta Lopis se encontró


deseando que Olivia hubiera sido un poco más lenta en matar a la
mujer Gao en la última parada. La Compañía Charlie había perdido
el control de Wendosa. Eso quedó claro por el tono de la humeante
luz del día que colgaba sobre sus cabezas y por el traqueteo del fuego
de armas pequeñas resonando por la boca de la cueva, y saber cómo
encontrar otra salida habría sido algo muy bueno.
Veta notó que Olivia observaba la amplia escalinata que llevaba
a la boca de la cueva, y luego también se giró para mirar los
escalones. Los escalones de piedra caliza estaban oscuros con sangre
congelada y estaban llenos de cadáveres hinchados de un día—
principalmente Jiralhanae y Kig-Yar, pero también había una docena
de marines del UNSC. Ash y Mark estaban en el descanso inferior,
empezando a descender en el último tramo. En la luz oscura, el
camuflaje activo de su armadura SPI les hacía parecerse menos a
Spartans que a fantasmas—una impresión reforzada por el silencio
con que se movían.
En el fondo de la escalera, se detuvieron junto a un banco de
piedra y depositaron dos pilas de armamentos capturadas. La
mayoría de los artefactos tenían instrucciones extrañas con líneas
curvas y puntos de aspecto feo que Veta apenas reconocía como
armas, pero también había un par de rifles de combate fabricados por
humanos.
Fred se acercó al banco y empezó a examinar el botín. Mencionó
que su HUD había estado funcionando mal desde la pelea con la
mujer Gao, por lo que su visera estaba retraída, revelando un rostro
delgado y atractivo con rasgos rugosos y una nariz estrecha que le
recordaba a Veta una hoja de cuchillo doblada. Sus cejas eran negras
y delgadas, sus mejillas altas y llenas, y sus ojos de un pensativo
color azul verdoso. En general, era bastante atractivo para un matón
del UNSC, y había una sensibilidad en su expresión que ella no
esperaba encontrar en la cara de un Spartan.
Después de unos momentos, el fantasma de un centelleo llegó a
los ojos de Fred. Aparentemente, él entendía lo que era la mayoría
de las cosas—y sabía cómo usarlas. A pesar de su evidente
aprobación, no alcanzó ninguna de las armas. Con su propio rifle de
batalla acunado en un brazo y el gusano Forerunner envuelto en el
otro, sus manos ya estaban llenas.
La cosa gusano parecía tensa, pero seguía girando su lente de
observación hacia el Huragok, luego curvaba sus tentáculos
delanteros en un repetitivo patrón de arriba hacia abajo. Pero lo que
sea que intentaba decir, nunca podía terminar del todo. La granada
de Fred todavía estaba pegada a su espalda, y cada medio segundo el
dispositivo la golpeaba con un estallido de PEM, y la cosa gusano
tenía espasmos y ondulaba como si tuviera un ataque. Veta habría
sentido lástima por ella, excepto que Fred y sus Spartans parecían
tratarla como una especie de máquina Forerunner, en lugar de como
una criatura viviente.
Fred se volvió hacia sus Spartans y pareció que estaba evaluando
su condición. Seis horas de retraso para un Suavizador, Ash estaba
ahora visiblemente agitado, moviendo su peso de un pie a otro y
pasando el pulgar por encima de la culata de su rifle de batalla. Mark,
que llevaba mucho más de un día atrasado, estaba espantosamente
callado, agarrando su arma con ambas manos y teniendo cuidado de
mantener el cañón apuntando al piso de la cueva—como si temiera
que el rifle pudiera tener mente propia.
A pesar de la angustia de caminar sobre las piernas que sólo
estaban a medio remendar, Olivia parecía estar llevándolo mejor que
sus compañeros Gammas. Estaba vigilando con cautela a Veta,
tratándola más como prisionera de guerra que como aliada, pero eso
probablemente tenía más que ver con la Gao infiltrada que con sus
Suavizadores.
Al menos Veta esperaba que así fuera, porque en este momento,
ella no estaba en condiciones de manejar a una secuestradora
psicótica. Estaba físicamente exhausta, hambrienta, sedienta,
adolorida, y tan necesitada de sueño que ni siquiera le preocupaba
que había pasado las últimas treinta horas luchando junto a un
puñado de matones Spartan. Y cuando la mujer Gao había aparecido,
el primer instinto de Veta había sido proteger a Olivia, en lugar de
ser ciudadana de su propio mundo. Claramente, la compañía que
estaba manteniendo estaba empezando a subvertir su juicio.
Si Fred sentía alguna preocupación por la condición de sus
compañeros, no lo demostraba. Simplemente asentía con la cabeza a
Ash y Mark, y luego apuntó con el dedo al alijo de las armas
capturadas.
"Buen trabajo," dijo él. "Eso igualará las probabilidades un poco.
¿Cuál es la situación arriba?"
Mark volteó su casco hacia Ash, pero no dijo nada.
Ash apretó el pulgar contra el rifle, pero continuó moviendo su
peso de un lado a otro y dijo, "Es malo, teniente."
Fred esperó unos segundos a que continuara, y finalmente habló
con sorprendente paciencia. "¿Qué tal unos detalles con ese informe
de situación?"
Ash asintió. "La mayor parte de la Compañía Charlie está
escondida en el Hotel Wendosa, a unos trescientos metros de la boca
de la cueva. Están siendo atacados por una fuerza superior,
probablemente cuatro veces su tamaño y tres cuartos son Jiralhanae."
"¿Y el resto del Equipo Azul?" preguntó Fred. "¿Has localizado
sus posiciones?"
"Negativo. Pero hay muchos cadáveres de Jiralhanae y Kig-Yar
en las entradas y en las bocas de los callejones." Ash miró a Mark
para confirmarlo y recibió una corta inclinación de cabeza, y luego
continuó: "Creo que Kelly y su escuadrón están preparando una
escaramuza alrededor del hotel, tratando de perturbar las
formaciones enemigas e impedir una arremetida Jiralhanae. Si la
pelea va de la mano, la Compañía Charlie está acabada."
"Lo más probable," Fred estuvo de acuerdo.
"¿Qué hay de mi gente?" preguntó Veta. La mayoría de sus
técnicos e investigadores llevaban armas de mano y sabían cómo
usarlas. Pero no eran soldados entrenados, y ella no podía verlos
durar mucho tiempo en una batalla campal. "¿Fueron evacuados?"
"Lo dudo, señora," dijo Ash. "Mark y yo no queríamos
arriesgarnos a usar comunicaciones, pero no parece que la Compañía
Charlie haya tenido mucho descanso. Y si el batallón no envió
refuerzos, probablemente tampoco evacuaron a nadie."
"No entiendo," dijo Veta. "El Comandante Nelson debe tener
quinientos soldados en el Centro de Vitalidad. ¿Por qué no reforzaría
Wendosa?"
"Sólo se me ocurre una razón," dijo Fred. "No puede."
Veta frunció el ceño, lentamente captó lo que quería decir Fred,
y luego agitó la cabeza. "De ninguna manera. Los Guardianes no
podrían aterrizar tantas tropas en Gao," no sabía mucho sobre los
Guardianes de la Única Libertad, pero Fred y sus Spartans habían
estado completamente desprotegidos durante sus propias
conversaciones y especulaciones sobre la incursión de la secta en
Gao, y había reunido suficiente información como para darse cuenta
de que la organización de los Guardianes no era lo suficientemente
grande como para montar el tipo de ataque que se necesitaría y acabar
con el cuartel general del 717º. "No puede haber suficientes como
para destruir el Centro de Vitalidad."
Fred se detuvo y luego dijo, "Estamos en la oscuridad con eso.
Pero algo va mal en el cuartel general, y no sabremos qué hasta que
relevemos a la compañía Charlie."
"¿Relevemos?" Veta miró a sus compañeros. "¿Con cuatro
Spartans?"
"Eso debería ser suficiente," dijo Fred, sonando menos seguro
de lo que a Veta le hubiera gustado. Miró hacia Ash. "No te vieron,
¿verdad?"
"No por nadie que viviera para reportarlo," dijo Mark,
finalmente hablando.
Cuando no pudo explicarse, agregó Ash, "Tuvimos que derribar
a tres centinelas, pero no pusimos en peligro nuestro camuflaje.
Nadie sabe que estamos aquí."
"Bien," dijo Fred. "Entonces cuatro de nosotros seremos
suficientes."
"Cinco." Veta le extendió la mano a Olivia. "Quiero mi arma."
Olivia agitó la cabeza. "Mala idea," dijo ella, volviéndose hacia
Fred. "Como dije, esa infiltrada Gao la conocía."
"Ya lo he explicado," dijo Veta.
Olivia giró los ojos. "'No sé nada de eso' esa no es una
explicación." Ella miró a Fred. "Hasta la Inspectora Lopis admite que
trabajan para el mismo hombre."
"Todo lo que admití es que ella sabía quién era yo y usó el
nombre de mi superior," Veta corrigió. "Cualquiera podría haberlo
hecho. Este caso es una gran noticia. Cuando el Ministro Casille me
asignó a él, nuestras caras estaban brillando por todo BuzzSat. ¿Pero
esa mujer? Todo lo que cualquiera de nosotros sabe de ella es que
tenía acento Gao."
"Y que estaba trabajando con los Guardianes," dijo Olivia.
"Es una suposición," dijo Veta. "E irrelevante. No estoy
trabajando con los Guardianes. En caso de que no te hayas dado
cuenta, han estado tratando de matarme—igual que a ti."
"Peligros de ser una agente de los Guardianes," contestó Olivia.
"No soy una agente de los Guardianes." Exasperada, Veta
respiró hondo. "Sólo soy una Inspectora del MdPdG, tratando de
averiguar quién ha estado asesinando a nuestros ciudadanos."
Los ojos de Olivia se entren cerraron, y Veta finalmente se dio
cuenta de que la hostilidad de la chica podría tener menos que ver
con la infiltrada que con las preguntas que Veta había estado
haciendo sobre Mark.
Veta respiró otra vez, y luego continuó con voz fría, "Olivia, si
eso me hace ser alguien de quien tus amigos necesitan ser protegidos,
será mejor que pienses en quiénes son esos amigos."
Olivia enroscó el labio con ira, pero antes de que ella pudiera
contestar, Mark dijo, "Déjalo, 'Livi." Tomó un rifle de batalla del
banco y se lo entregó a Veta. "Necesitamos todas las armas que
podamos conseguir."
"¿Y si es agente?" preguntó Olivia.
"Entonces no vivirá mucho tiempo," dijo Fred. Todavía
sosteniendo su propia arma en una mano y el gusano Forerunner en
la otra, levantó un codo hacia el casco prestado de Veta. "Pero lo
último que puede hacer la Inspectora Lopis es cambiar de bando
mientras lleva puesto un casco de combate del UNSC, y si se lo quita,
pueden dispararle. ¿Claro?"
Olivia la dejó respirar, pero asintió. "Afirmativo." Desabrochó
la correa del arma de Veta y se la pasó por encima, y luego le disparó
una fría sonrisa a Veta. Veta contestó la sonrisa de la chica con una
de las suyas. "Yo también." Ella aseguró su barbilla. "Este casco no
va a ninguna parte."
Fred las miró con ojos llamativos. "No les pedía su opinión,
señoritas." Él retuvo el ceño fruncido durante un momento, y luego
dirigió su atención al grupo en su conjunto. "Ahora escuchen. Ash y
Mark tomarán la punta con su camuflaje…"

Fred continuó con un sencillo plan para tomar a los Guardianes por
sorpresa e infligir suficientes bajas como para que la batalla contra
ellos se torne en su contra. Mark y Ash clasificaron las armas en el
banco y cada uno agarró un rifle de hocico de haz aguijoneador.
Olivia se tiró la M7 a la espalda y se llevó el rifle de batalla restante,
mientras que Fred cogía algo que se parecía vagamente a una pistola
gigante con un par de machetes afilados colgando debajo del cañón.
Sin reconocer ninguno de los extraños artefactos que quedaban, Veta
decidió conformarse con su SAS-10 y el rifle de batalla que Mark le
había dado.
Mientras el Huragok se mantenía cerca y vigilando atentamente
la cosa gusano que aún cubría el brazo de Fred, el pelotón empezó a
salir a la superficie. Mientras subían por la larga escalera, rescataron
de los cadáveres maletas de equipamiento y las llenaban de granadas
y municiones de repuesto. Para cuando llegaron a la cima, Veta
estaba sudando y respirando con dificultad, aunque por las mariposas
en su estómago podía darse cuenta de que su reacción eran sobre todo
nervios. Ciertamente, antes había estado en tiroteos con sospechosos
desesperados, pero nunca en este tipo de batalla campal.
La escalera se elevaba hasta una plataforma de entrada
semicircular que se asentaba justo dentro de la boca de la cueva. Un
trío de francotiradores Jiralhanae recién asesinados habían sido
arrastrados hasta los bancos en el extremo opuesto y colocados boca
abajo, un solo agujero de bala en la parte posterior de cada grueso
cuello. Por lo que parece, los tres habían muerto antes de que alguno
de ellos se diera cuenta de que estaban en problemas.
Fred hizo una señal a Veta y Olivia para que esperaran en la
parte trasera de la plataforma mientras Mark y Ash se deslizaban en
el óvalo de la boca de la cueva. Eran casi invisibles cuando se
deslizaban por las paredes, el recubrimiento fotorreactivo de su
armadura imitando casi perfectamente la piedra caliza gris oscura.
Incluso desde la parte trasera de la plataforma, Veta podía ver
que su posición era de oro para el plan de ataque de Fred. Ubicada
en un afloramiento rocoso de unos cinco metros más alto que el
pueblo mismo, la boca de la cueva se abría en un pequeño círculo de
adoquines con una fuente decorativa en el centro. El pequeño patio
estaba plagado de cadáveres—muchos de ellos civiles—y en el otro
lado, los mostradores y las casetas de admisión en la parte inferior
de los escalones habían sido niveladas con explosivos.
Más allá del círculo se encontraba el bulevar central de
Wendosa, una larga avenida llena de cadáveres flanqueada a ambos
lados por edificios incendiados con humo y haces de partículas que
aún salían de sus ventanas vacías. A trescientos metros de distancia
se encontraba el complejo con cicatrices de guerra de un gran hotel
turístico, sus oscuras ventanas centelleando con destellos de cañones.
El anuncio HOTEL WENDOSA colgaba sobre su gran puerta de
entrada, que estaba bloqueada por los restos humeantes de un
vehículo utilitario Warthog. Salvo por el fuego de armas pequeñas,
el pueblo se parecía menos a una zona de guerra que a un pueblo
fantasma, y a Veta le costaba ver cómo cinco personas iban a influir
en el resultado de una pelea que ya parecía perdida.
No es así con los Spartans. Fred estudió la situación durante
treinta segundos, y luego le entregó la cosa gusano a Olivia. Arrancó
un trío de bancos de piedra del perímetro de la plataforma—
rompiendo los pernos de anclaje de acero como si fueran ramitas—
y los colocó justo dentro de la boca de la cueva, donde permanecerían
a la sombra. Hizo un gesto con la mano a Olivia y Veta para que se
movieran hacia delante, poniendo a cada una detrás de un banco,
luego tomó la cosa gusano y miró hacia Veta.
"¿Sabes qué hacer?"
"Dispárale a los tipos grandes," dijo Veta.
"Bastante cerca," dijo Fred. Estaba tendido boca abajo en el
suelo de la cueva, reteniendo la cosa gusano debajo de su abdomen,
y luego miró alrededor del extremo del banco medio. "Ash y Mark
empezarán primero. Con un poco de suerte, los Guardianes tardarán
en darse cuenta de lo que está pasando."
"Así que no disparen hasta que el teniente lo haga," Ash aclaró.
Estaba arrodillado al borde de la boca de la cueva, casi invisible en
su armadura SPI. "Y concéntrate en los objetivos más cercanos. Deja
las cosas de largo alcance a Mark y a mí."
"Lo haré," dijo Veta. "Pero, ¿cómo confirmo mis tareas? Todo
lo que puedo ver ahora mismo son rayas de haces y destellos de luz."
Olivia se rió. "Confirmar no será un problema," dijo ella, en una
postura de disparo boca abajo similar a la de Fred. "Si nos disparan
a nosotros o al Hotel Wendosa… eso es una confirmación."
"Me parece justo." Veta estaba empezando a ver cómo algunas
de sus arraigadas prácticas policiales podrían ser un problema en una
zona de fuego libre. Descendió hasta su vientre y se inclinó para
mirar al final de su banco. "Sólo una pregunta más."
"Hazla rápido," soltó Olivia. "Los marines están muriendo ahí
fuera."
Veta miró hacia el Huragok. Estaba flotando detrás de Fred,
mirando a través de la boca de la cueva con su larga cabeza de tallo
hacia un lado.
"¿Qué hay de nuestro amigo allí?"
Olivia miró hacia atrás e intentó apartarlo silbando y lanzando
pedazos de escombros en su dirección. El Huragok parecía cautivado
por la vista del pueblo y se limitaba a acercar su cabeza de tallo a su
cuerpo. Ella pronto se rindió y se dio vuelta hacia el pueblo.
"No es exactamente valiente," ella dijo. "Probablemente se
cubrirá tan pronto como empiece el tiroteo."
Pero no lo hizo. Mientras Mark y Ash disparaban sus primeros
haces de partículas, el Huragok descendió detrás de Fred y fijó su
mirada en la cosa gusano. Veta intentó apartarlo por las escaleras,
pero si él entendía lo que ella quería, no tenía ningún interés en
obedecer.
"Olvídate del Huragok," llamó Fred. "Preocuparse por eso ahora
sólo hará que los maten a los dos."
Veta miró hacia adelante de nuevo y vio con asombro cómo
Mark y Ash usaban sus rifles de haces para silenciar a una docena de
Guardianes por la mitad en unos segundos. Era como magia. Las
armas enviaban un rayo índigo destellando hacia una lejana ventana
o pared, y un instante después una posición de los Guardián caía en
silencio. Un par de veces, un arma cayó a la calle, y una vez el torso
delgado de un Kig-Yar cayó sobre un alféizar.
Entonces una espeluznante pausa comenzó a descender sobre la
batalla cuando los Guardianes comenzaron a reaccionar ante la
muerte que llovía sobre ellos desde la boca de la cueva.
"Bien, tenemos su atención," dijo Fred. "Elimínenlos."
Ash y Mark tiraron a un lado las armas de haces y arrebataron
los rifles de combate de las monturas de armas en sus armaduras, y
un ensordecedor ruido resonó en las paredes de la cueva mientras los
Spartans se desataban. Chorros de sangre extraterrestre volaban por
las ventanas y puertas, y cada par de latidos de corazón, un guerrero
Guardián caía a la calle.
Veta siguió el ejemplo de los Spartans, disparando ráfagas de
tres disparos en cualquier ventana donde notara la figura de un
Jiralhanae o recordase un destello de haz. Tres veces fue
recompensada por un rocío de sangre a través de su visor, y tres veces
se sorprendió por la alegría que sentía pasar a toda velocidad por su
pecho.
Veta intentó decirse a sí misma que era sólo un alivio, la
emoción de saber que había eliminado a un enemigo antes de que la
eliminara. Pero no era algo que ella había sentido antes. Cada vez
que había matado en el pasado, había sido de cerca y personal, ya
fuera en defensa propia o justiciable, y la experiencia siempre le
había dejado un sentimiento de vacío y una soledad.
Pero esta... esta euforia... la asustó.
Después de lo que parecía una eternidad, pero sólo podían haber
sido un par de segundos, los destellos de los cañones en las ventanas
cercanas se hicieron más redondos y brillantes, y pedazos de piedra
comenzaron a desprenderse del banco en el que estaba escondida. La
euforia estalló en terror, su pulso latiendo tan fuerte en sus oídos que
no podía distinguirlo de los disparos.
Veta movió su objetivo hacia el destello del cañón más cercano,
su ojo presionó el telescopio, luego apretó el gatillo y sintió que el
barril se elevaba con el retroceso de la ráfaga de tres balas y vio la
forma estroboscópica de una enorme cara bestial desintegrándose
bajo sus rondas.
Veta se movió a otra ventana y vio el hocico largo y la cara de
guijarro de un Kig-Yar mirando por encima de las mandíbulas de un
rifle de plasma brillante. Ella apretó el gatillo y... nada. Almacén
vacío.
Ya.
Veta expulsó el cargador y alcanzó su bolso de munición
mientras su cobertura comenzaba a desintegrarse. Sacó un nuevo
cargador del bolso, pero antes de poder recargar, Fred le sacó el rifle
de las manos y lo tiró a un lado.
Veta vio sus labios moviéndose. Era imposible oírle sobre el
estruendo de la batalla, pero estaba diciendo algo así como agarra
esto y lanzando la cosa gusano sobre su brazo. Poniéndola en pie
mientras se levantaba, la empujó detrás de él y la empujó a través de
la boca de la cueva.
Todo lo que Veta podía hacer era agarrarse a su bolso de
munición y mantener el ritmo mientras corrían afuera y bajaban por
una corta escalera blanca y ancha. La cosa gusano era
sorprendentemente ligera y elástica, colgando sobre su antebrazo
como una toalla caliente y haciendo que su piel se estremeciera cada
vez que sus tentáculos se movían.
Tres pasos más tarde, corrían por la plaza, rayos y balas
rebotando en los escudos de energía de Fred desde tres direcciones.
Ash y Mark estaban en algún lugar al otro lado de la fuente, lanzando
granadas y vertiendo fuego de supresión en todas las direcciones.
Mientras las ondas de choque de las pequeñas explosiones les
golpeaban, Olivia estaba presionada cerca de la espalda de Veta,
disparando su rifle de batalla con una mano y la M7 con la otra.
Y el maldito Huragok flotaba junto con ellos, dos de sus
tentáculos envueltos bajo las axilas de Veta y llegando hasta agarrar
el cuello de su chaleco de combate. Sorprendida al descubrir que se
aferraba a ella, miró hacia atrás y encontró su cabeza de tallo
extendida sobre su hombro, girada alrededor para que pudiera
mantener tres ojos sobre la cosa gusano.
Aparentemente, Veta había sido ascendida a caddie de mascota.
Cuando el escuadrón llegó a la balaustrada de piedra en el
perímetro de la plaza, Olivia estaba sin munición y diminutas
horquillas de sobrecarga estática bailaban a través del escudo
energético de Fred. El refugio más cercano—un restaurante quemado
con un enorme cuadrado de vacíos donde solía estar su fachada de
vidrio—estaba a diez pasos de distancia y Veta empezó a temer que
el plan de Fred para relevar a la Compañía Charlie había sido un poco
demasiado ambicioso. Tal vez más que un poco.
Entonces la mitad de los frentes comerciales a lo largo de la
avenida principal estallaron con detonaciones, y cortinas de humo
negro espeso comenzaron a entrar en la calle. Veta vislumbró
movimiento por encima y vio dos figuras en armadura Mjolnir que
se agachaban en los tejados opuestos. Ambas estaban sosteniendo
lanzagranadas y vertiendo proyectiles incendiarios en las estructuras
cercanas. El otro par de Spartan-III—Tom y Lucy, Veta recordó—
eran más difíciles de divisar en su armadura SPI. Pero los gemelos
chorros de artillería pesada que rompían los surcos de las paredes del
segundo piso no dejaban duda de que estaban cerca.
Claramente, los Spartans acababan de empezar.
Con el resto del Equipo Azul cubriendo, Veta y los demás no
tuvieron problemas para llegar al restaurante destruido.
Ash y Mark entraron primero y despejaron la habitación,
matando a un par de Kig-Yar que esperaban. Subiendo las escaleras,
enviaron a un asustado Guardián humano saltando de una ventana
del segundo piso a la calle. Aterrizó mal delante del edificio,
rompiéndose el tobillo, pero Olivia se agachó lo suficiente como para
terminar su agonía con un reventón de tres disparos en la cabeza.
Fred señaló a Veta hacia una esquina segura cerca de la parte
trasera del comedor demolido. "Tú te quedas ahí con nuestros amigos
tentaculados mientras yo establezco comunicaciones," él dijo. "Y tal
vez quieras sacar ese disparador de guisantes tuyo. Tenemos a los
Guardianes desorganizados por ahora, pero hay un montón de Brutes
ahí fuera. Ser golpeados en los talones los va a volver locos."
"Copiado," dijo Veta. "Pero por favor, mira a ver qué puedes
averiguar sobre mi gente, ¿quieres?"
Veta ya había dejado a Cirilo en el fondo de la cueva, y se
estremeció al darse cuenta de que no era el único amigo que había
perdido.
Fred asintió. "Seguro."
Veta se retiró a la esquina y arrojó su bolso de munición sobre
una mesa de cristal, y luego sintió un choque paralizante en el brazo
que sostenía la cosa del gusano. Pensando que había sido golpeada
por un francotirador, Veta cayó al suelo y giró.
No había señales de sangre o heridas—sólo el tentáculo del
Huragok que ahora sostenía la granada de cifrado y la cosa gusano
flotando libremente de su brazo. Se lanzó hacia ella, pero
rápidamente salió de su alcance y se dirigió hacia la cocina.
"¡Fred—una ayudita!" Veta corrió hacia la cocina. "¡Tu maldita
lombriz se me acaba de escabullir!"
CAPÍTULO 17

0808 horas, Julio 5, 2553 (calendario militar)


Sala de Conferencias Hector Nyeto, Centro de Vitalidad de
Montero,
Superficie de la Caverna de Montero
Distrito de Campos Silvestres, Planeta Gao, Sistema Cordoba

A pesar de la gravedad de la batalla por Wendosa, el Comandante


Murtag Nelson estaba encontrando dificultades para concentrarse en
la información táctica del Mayor Wingate—y no sólo en la voz
zumbante del hombre. La mirada de Murtag se movía a la deriva a
través del mapa holográfico de situación hasta el Pozo de los Ecos—
el misterioso hoyo cubierto de viñedos que, casi con toda seguridad,
caía en el corazón de la base Forerunner. Era demasiado listo como
para pensar en las fallas del pasado, pero deseaba haber reconocido
su naturaleza hace una semana, cuando todavía tenía suficiente
personal para montar una misión en sus profundidades.
"¿Comandante Nelson?" El tono de Tereem Wingate no era una
reprimenda, sino que era impaciente. Como comandante del brazo de
combate del 717º, el mayor no estaba acostumbrado a que la atención
de su público deambulara. "¿Hablábamos de la situación en
Wendosa? Tenemos gente muriendo allí ahora mismo."
"Mis disculpas, Mayor." Murtag tuvo cuidado de no estallar;
Wingate era el único soldado del 717º que no podía permitirse el lujo
de orinar. "Estaba pensando en nuestro próximo movimiento."
Wingate frunció el ceño. "¿Nuestro siguiente paso,
Comandante?" Un hombre de rostro cuadrado y corpulento, con el
pelo canoso y muy corto, su expresión le recordaba a Murtag a un
sargento de instrucción haciendo de niñera—que probablemente era
exactamente lo que sentía al ser asignado al batallón de Murtag.
"¿Qué siguiente movimiento?"
"Sé dónde encontrar la base Forerunner," dijo Murtag.
"¿Cuántos hombres puedes prescindir para una misión de escolta?"
Los ojos de Wingate se abultaron tanto que Murtag temía que se
soltaran. "¿Ahora, señor? ¿Con todo lo que está pasando?"
"Sería mejor hacerlo antes de que nos saquen del planeta, ¿no te
parece?" Murtag tuvo cuidado de mantener un tono razonable. "¿Qué
puedes darme? ¿Dos pelotones Mayor? ¿Tres?"
La cara curtida de Wingate se alzó con un tono rojo aún más
profundo. "¡No puedo darte nada, Comandante—no con la compañía
de combate número 717º siendo destruida en Wendosa y las otras dos
en camino para ayudarla!"
"¿Qué hay de la Compañía Sierra?"
"¿Nuestra fuerza de seguridad?" Wingate estaba horrorizado.
"¿Con francotiradores en la selva y una multitud de radicales
esperando para asaltar los terrenos? Con el debido respeto,
Comandante, ¿ha perdido la cabeza? Ya perdimos a nuestros dos
Pelicans y a uno de los Falcon. Si dejamos que derriben al último
Falcon, no tendremos capacidad de transporte aéreo."
"Mi punto exactamente," contestó Murtag. "Estamos aquí para
recuperar una ancilla Forerunner. Sé dónde encontrarla, y nos
estamos quedando sin tiempo. Sería una locura no ir tras ella."
La cara de Wingate seguía siendo carmesí, pero sus ojos se
volvieron un poco menos salvajes. "Nosotros... no tenemos el
personal, Comandante." Se giró hacia el mapa de situación. "Tal vez
se nos ocurra algo mientras repasamos la situación táctica actual.
"¿Procedemos?"
Murtag apretó los dientes. Mientras que él era técnicamente el
superior de Wingate, el único personal que estaba bajo su autoridad
directa eran los Spartans—y no estaban disponibles. Si esperaba
llegar a la base Forerunner pronto, tendría que persuadir a Wingate
primero.
"Muy bien, Mayor," él dijo. "Si es necesario."
"Gracias, Comandante."
Wingate apuntó con un puntero láser hacia el centro del mapa,
donde un holograma de Wendosa estaba colocado en una ancha y
prolongada cresta cubierta de selva. Tomada por un drone de
reconocimiento poco después del amanecer, la imagen capturaba no
sólo la destrucción del día anterior, sino también una granizada de
rastros de fuego y haces de plasma volando entre un complejo
hotelero y docenas de edificios cercanos.
A un kilómetro del hotel, los restos de un Pelican del UNSC
yacían en la pequeña plaza de entrada del pueblo, su cabina de
pilotaje, un hueco ensanchado y su casco abierto por las cargas de
autodestrucción. Era difícil saber lo que inicialmente paralizó a la
embarcación, pero el terreno que la rodeaba estaba lleno de cráteres,
y los edificios del perímetro de la plaza habían sido reducidos a
escombros.
El punto naranja del puntero de Wingate se asentó en el
complejo del hotel amurallado. "Como puede ver," él dijo, "la
Compañía Charlie ha tomado una posición defensiva en el Hotel
Wendosa. Los Guardianes de la Única Libertad aún no han intentado
un ataque cuerpo a cuerpo, así que asumimos que los Spartans están
patrullando fuera del perímetro, rompiendo las formaciones
Jiralhanae antes de que puedan arremeter."
Wingate dio círculos con el puntero alrededor del Hotel
Wendosa, como si temiera que Murtag no estuviera lo
suficientemente familiarizado con el lenguaje militar como para
saber lo que significaba "patrullar fuera del perímetro."
"Estoy seguro de que tienes razón," dijo Murtag. "¿Cuánto
tiempo puede continuar?"
"Es difícil saberlo," admitió Wingate. "Pero hemos tenido
mucho éxito con nuestras entregas de reabastecimiento, incluso con
el Falcon que nos queda. Así que nuestra gente no está baja de
municiones."
"¿Cuánto tiempo, Mayor?" repitió Murtag. Si no perdiera a la
Compañía Charlie, podría escapar de la ira de Parangosky y retener
su comisión de la ONI. Pero si perdiera una compañía de combate
entera sin traer de vuelta a la ancilla—o al menos algo grande—se
consideraría afortunado de ser expulsado del servicio. "Y ahórrate la
ambigüedad. Necesito saber si durarán hasta que la columna de
ayuda llegue a ellos."
Wingate bajó los ojos y sacudió la cabeza a regañadientes.
"Simplemente no lo sé."
Movió el puntero hasta el borde de Wendosa, y luego comenzó
a trazar una sinuosa línea marrón que corría a lo largo de una cresta
de una cordillera de la selva. A mitad de camino, la línea se disolvió
en una serie de largos guiones, y luego volvió a solidificarse y
descendió la cresta hacia una intersección con un camino más
grande. En el lado de la intersección de las rayas había una larga
columna de Warthogs APC.
"Este es el único camino hacia Wendosa," dijo Wingate. Su
puntero se detuvo en los guiones. "Y el Comité para la Conservación
de la Independencia de Gao lo voló justo aquí."
El estómago Murtag se hundió. "¿Entonces eso es lo más lejos
que ha avanzado la columna de ayuda?"
"Eso es lo más lejos que la columna avanzó ayer," dijo Wingate.
"Cuando los APCs no pudieron ir más lejos, las dos compañías
desmontaron y continuaron a pie."
Murtag estudió la cresta entre el tramo de la carretera y
Wendosa. "¿Qué tan lejos está la brecha del pueblo?"
"Diez kilómetros," dijo Wingate.
"¿Sólo diez?" Murtag frunció el ceño, tratando de averiguar por
qué las compañías de socorro no estaban en Wendosa. "¿Eso es
todo?"
"Estamos hablando de diez kilómetros a través de la selva y
terreno accidentado, Comandante."
"Y no podían rodear la brecha a pie y continuar por el camino,"
conjeturó Murtag. "Eso habría sido demasiado fácil."
Wingate asintió. "Minado." Señaló con el láser algunos de los
espacios entre guiones. "Eso es lo que pasó aquí. Y aunque no lo
hubiera estado, marchar por ese terreno es una buena forma de perder
toda tu columna."
Murtag suspiró y cerró los ojos, ecos de la fría furia de
Parangosky ya sonaban en sus oídos. "Estos Guardianes de la Única
Libertad no son tu facción religiosa común y corriente del ex
Covenant, ¿verdad?"
"No, señor," contestó Wingate. "Son buenos, están organizados
y estoy seguro de que tienen ayuda."
"¿El comité de independencia?"
"No hay duda de eso," dijo Wingate. "Mi suposición es que el
propio Presidente Aponte está detrás de todo esto. Ya sabes cómo
son estos Coloniales proautonomía—sonríen y asienten con la
cabeza, pero tan pronto como te das la vuelta, sacan los cuchillos."
Esa no era la forma en que Aponte atacaba a Murtag, pero no
veía sentido en discutir el punto. En vez de eso, preguntó, "¿Qué tan
cerca está la columna de ayuda?"
"Al amanecer, a menos de dos kilómetros de Wendosa,"
Wingate contestó. "Pero ese último tramo incluye una dura subida.
Podría tardar dos horas o dos días."
Murtag suspiró. "¿Y realmente no puedes encontrarme un
pelotón de escolta?" Él sabía la respuesta incluso antes de preguntar,
pero tenía que intentarlo. "Cuanto antes encuentre la ancilla, mejor
será para todos."
"Entiende esto, Comandante," dijo Wingate. "Estamos
demasiado cortos ya. Pero después de que el grupo de trabajo entre
en órbita, debería poder darte una compañía entera."
"¿El grupo de trabajo?" preguntó Murtag. Estaba empezando a
pensar que Wingate no era tan listo como su rango sugería. "¿Qué te
hace pensar que el grupo de trabajo cambiará cualquier cosa?"
Wingate arrugó su frente, "¿Quieres decir que no viene?"
"Por supuesto que viene," dijo Murtag. "Probablemente se está
acercando a la órbita mientras hablamos. Pero eso no significa
mucho—no si tienes razón sobre que el propio Gao está detrás de
estos ataques."
"No te estoy siguiendo," dijo Wingate. "Si la fuerza de tarea
viene, ¿por qué no nos reforzarían? Ya nos están atacando aquí."
"Y Gao es un planeta soberano," señaló Murtag. "La Almirante
Tuwa amenazará y fanfarroneará, pero no se arriesgará a otra
insurrección sólo para salvar nuestros traseros. De hecho, estoy
bastante seguro de que la Almirante Parangosky le dio órdenes de no
hacerlo."
La cara de Wingate se aflojó, y por un momento, parecía
demasiado aturdido como para responder. Por último, parecía
comprender que el UNSC no estaba jugando bajo las reglas de
guerra. "Ya veo. ¿Qué hay de los Búhos?"
Murtag asintió. "Ella dejará caer algunos de esos." Los Búhos
eran la versión sigilosa de los Pelicans, más pequeños y con armas y
armaduras más ligeras, pero capaces de deslizarse sin ser detectados
en la mayoría de las atmósferas planetarias. "Pero no enviará lo
suficiente para arriesgarse a ser acusada de una invasión. Así que
obtendremos algunos pelotones como mucho. ¿Será suficiente para
cambiar las cosas?"
"Es mejor que nada," dijo Wingate. "Pero si tiene razón sobre
las órdenes del grupo de trabajo, nuestra situación es claramente
diferente ahora. ¿Puedes posponer tu misión hasta que los Búhos—"
"Disculpe, Mayor." La ayudante de Wingate, una capitana
pequeña con un sistema de comunicación sobre su pelo rojo, se
acercó al holograma. "Pero usted y el comandante Nelson querrán
oír este informe. Es de Wendosa, y afectará su planificación."
Murtag, notando el brillo en los ojos de la capitana, dijo, "Nos
vendrían bien unas buenas noticias." Miró hacia la voluminosa
unidad de proyección que colgaba sobre el mapa holográfico.
"Wendell, escuchemos de que habla."
"Por supuesto, Comandante." La voz de Wendell parecía emanar
de las paredes mismas, mientras él estaba conectado al sistema de
altavoces de última generación de la sala de conferencias. "Adelante,
Capitán Breit. Ahora estás reportando directamente al Comandante
Nelson y al Mayor Wingate."
"Copiado." La voz nítida de Breit apenas se oía a través de un
ruido de fuego de armas pequeñas. "Señores, la situación aquí ha
mejorado. La Compañía Charlie está lanzando un contraataque."
Murtag comenzó a sentirse más optimista sobre sus perspectivas
de futuro. "¿Entonces la columna de apoyo ha llegado?"
"Aún no, Comandante," dijo Breit. "Pero Fred-104 y su
escuadrón salieron de la cueva y atraparon al enemigo por detrás.
Entre ellos y el resto del Equipo Azul, los Spartans han interrumpido
el ataque."
"Y pretendes contraatacar antes de que el enemigo tenga tiempo
de reagruparse," dijo Wingate.
"Afirmativo, señor."
"Buen plan," dijo Wingate.
"Gracias, señor," respondió Breit. "Y, Comandante Nelson, hay
algo más que debería saber."
"Estoy escuchando."
"No tengo todos los detalles," continuó Breit. "Pero suena como
si Fred y su equipo hubieran sacado un par de artefactos de la cueva."
"Eso no me dice nada," soltó Murtag. "Detalles, Capitán.
Necesito detalles."
"Todo lo que sé es lo que oí en las comunicaciones," dijo Breit.
Las explosiones comenzaron a retumbar en el fondo, volviendo su
voz ruidosa y estática. "Vino de Kelly... dijo que parece que Fred
encontró el objetivo... trajo de vuelta a un hero doc y algún tipo de
dispositivo de gusano flotante."
"¿Hero doc?" La mirada de Murtag volvió al borde cercano del
mapa holográfico. El Pozo de los Ecos estaba mucho más cerca del
Centro de Vitalidad de Montero que Wendosa; pero Fred y su equipo
habían estado bajo tierra durante más de dos días y medio, tiempo
suficiente para que un grupo de Spartans viajara tan lejos. "¿Podría
haber dicho Huragok?"
"Claro, ¿por qué no?" dijo Breit. "Mire, Comandante, las cosas
son salvajes aquí. Ni siquiera estoy seguro de que Kelly haya hecho
contacto físico con Fred. Su informe podría estar basado en algo que
vio a través de una mira."
"No importa, Capitán." El estómago de Murtag revoloteaba de
emoción. "Fred y esos dos artefactos son críticos para la misión. Los
asegurará lo antes posible. ¿Está claro?"
Cuando la única respuesta a la orden de Murtag fue una pausa,
Wingate preguntó, "Capitán Breit, ¿es posible cumplir con la
petición del Comandante Nelson?"
"No está claro, señor," contestó Breit. "Como dije, aquí esto está
bastante salvaje."
"Entonces haga lo que pueda, Capitán. Hasta que logre
conseguirle apoyo." Wingate se detuvo y preguntó, " Wendell, ¿cuál
es la situación del Falcon?"
"El equipo de tierra lo está preparando para otra entrega de
suministros," reportó Wendell. "Los suministros están siendo
cargados mientras hablamos. Está programado para despegar en
veintidós minutos."
"Demasiado tiempo," dijo Wingate. "Detén el resto de la carga
y sube ese pájaro ahora."
"Pero la nave sólo tiene el cuarenta y dos por ciento de
capacidad," dijo Wendell. "Es muy ineficiente arriesgar un vuelo
sobre terreno hostil para entregar media carga útil."
"Hazlo de todos modos," Murtag dijo, adivinando la intención
de Wingate. "El reabastecimiento no es nuestra prioridad en este
momento."
"Si insistes," dijo Wendell. "Pero sólo te ahorras quince minutos.
La tripulación todavía necesita reabastecerse de combustible y hacer
una inspección previa al vuelo. Ese Falcon ha estado haciendo
combate toda la noche, y hay un 32% de posibilidades de que un
sistema crítico necesite servicio."
"Siete minutos tendrán que ser suficientes," interrumpió
Wingate. "Capitán Breit, sé que no puedes esperar por el apoyo
aéreo, pero deja caer un poco de humo en—"
Un chirrido pulsante y penetrante llenó la habitación,
menguando el orden. Temiendo que anunciara la llegada de un misil
o un proyectil de artillería de gran potencia, Murtag se tiró al suelo y
se cubrió la cabeza.
Nada.
El chirrido continuo, pulsando a través del sistema de sonido con
un vibrante temblor que parecía extrañamente familiar. Descubrió su
cabeza y levantó la vista para ver a Wingate aún de pie junto a él,
frunciendo el ceño en desaprobación. Detrás del comandante, la
ayudante había tirado el auricular a un costado de su oreja, su cara
contorsionada por el dolor.
"¡No hay nada que temer, Comandante!" Wingate tuvo que
gritar para hacerse oír por encima del estruendo. "Nuestras
comunicaciones están siendo interferidas."
Murtag no estaba tan seguro. A medida que se fue
acostumbrando al ruido, comenzó a reconocer su ritmo pulsátil—y
el patrón repetitivo de su tembloroso tono. El corazón le latía con
más fuerza que nunca, se puso en pie y miró hacia la unidad de
proyección.
"Wendell, haz un análisis de patrones en esa señal," ordenó
Murtag. "Compáralo con las llamadas de socorro originales de la
ancilla y ve si puedes identificar un punto de origen."
El chillido continuó sin cesar, y Wendell no contestó.
"¿Wendell?"
"No puede contestarle, señor," dijo la ayudante. Después de
sacarse una tableta de comunicación del cinturón, estaba
frenéticamente tocando los menús. "Hemos perdido el control de
nuestra red de comunicaciones."
"¿Qué elementos?" preguntó Wingate. "¿Y quién lo está
haciendo?"
Cuando la ayudante levantó la vista, su mandíbula se le había
aflojado. "Todos ellos, Mayor," dijo. "Y... parece que el código de
secuestro vino de—"
"Wendosa, por supuesto," dijo Murtag. "Y probablemente se
originó en una unidad de comunicaciones Spartan."
La ayudante lo miró. "Así es, señor," ella afirmó. "Vino
directamente desde Fred-104. ¿Cómo lo supiste?"
"Porque esa es la explicación más simple." Murtag empezó a
llamar a la puerta y le hizo un gesto a Wingate. "Mayor, venga
conmigo. Probablemente voy a necesitarte."
Wingate fue junto a él. "¿Para hacer qué, Comandante?"
"Para ordenar al piloto del Falcon que aterrice en Wendosa,'' dijo
Murtag. "No creo que lo haga sólo con mi autoridad."
"¿Por qué demonios haría eso?" Llegaron a la puerta y Wingate
se detuvo. "¡Ese es nuestro último Falcon!"
"Lo sé," dijo Murtag. Pero tenemos que evacuar a Fred a toda
costa, y tenemos que hacerlo ahora. Ha capturado a la ancilla."
CAPÍTULO 18

0828 horas, Julio 5, 2553 (calendario militar)


Avenida Avelos, Pueblo de Wendosa, Superficie de la Caverna
de Montero
Distrito de Campos Silvestres, Planeta Gao, Sistema Cordoba

U n crujiente golpe sordo resonó sobre Wendosa, y Castor miró


entre un par de vigas carbonizadas para descubrir un estallido de
humo esparcido por el cielo. Minúsculas lenguas de fuego
aparecieron al final de cada brazo y comenzaron a inclinarse hacia
abajo, y temió que el UNSC estuviera lanzando un grupo de tropas
de choque sobre la aldea—o incluso un paquete de armas de
destrucción masiva.
Luego, dos astillas en forma de cruz entraron en la misma franja
del cielo. Mientras Castor observaba, se movieron juntas y estallaron
en una humeante bola de fuego, y se dio cuenta de que eran los recién
llegados drones humanos que habían estado rodeando Wendosa, y
que ya no volaban con un patrón ordenado. En vez de eso, las naves
se arremolinaban como mosquitos, cruzando caminos y
ocasionalmente colisionando. Algunos habían ido tan alto que
apenas eran visibles, mientras que otros habían caído tan bajo que
Castor podía ver las cúpulas de la cámara colgando bajo sus barrigas.
"Los Gaos han perdido el mando de sus ojos en el cielo," dijo
Orsun.
El viejo guerrero, de color grisáceo, estaba parado junto a
Castor, ambos en el tercer piso de una casa de huéspedes quemada
en la avenida central de Wendosa.
Sus escoltas esperaban abajo, ya que no habría sido prudente
confiar en que el suelo colgante tuviera más peso del necesario.
"Los infieles están interfiriendo sus frecuencias de control,"
continuó Orsun. "Así como están interfiriendo en nuestra red de
combate."
"Así parece," dijo Castor. "Pero, ¿qué es lo que esperan ocultar?"
"¿Un ataque nuclear?"
"Es posible," dijo Castor. "Pero tal vez un ataque químico o
biológico sería más fácil de ocultar después de la muerte."
Los labios de Orsun se retiraron de sus colmillos rotos. "¡No se
atreverían!"
"Nunca subestimes lo que los humanos se atreverán. Esa ha sido
la muerte de más de un maestro de nave."
Mientras Castor hablaba, el zumbido de los motores de
turbohélice sonaba alto sobre la selva detrás de él. Se giró y vio la
silueta de un Falcon del UNSC que se zambullía hacia Wendosa, su
arma frontal parpadeando mientras rocía fuego de supresión a lo
largo del borde del pueblo. Al principio parecía que la nave estaba
haciendo otra entrega, pero en lugar de soltar la descarga habitual de
unidades de artillería, entró en un evasivo zigzag y avanzó para
descender.
Un solo misil salió de la jungla, pero su acercamiento fue de
nariz a nariz con el Falcon. No había tiempo para llegar a la posición
de ataque antes de que ellos pasaran, y el misil se apartó de la vista
sin detonar.
Un latido del corazón más tarde, el resto de la manada de Castor
abrió fuego, llenando el aire con rayos de plasma y agujas de cristal.
El robusto Falcon se apartó de los ataques como si fuera un kalcoom
volador, y luego se levantó y giró sus rotores hacia la posición
horizontal. Castor se alegró de ver a los tiradores colgando muertos
en sus arneses, y luego el Falcon desapareció de la vista.
Se giró hacia la parte delantera de la ruina y se agachó detrás de
un orificio del tamaño de un puño. Con un poco de suerte, los
francotiradores enemigos no notarían los destellos mientras miraban
a través del visor, y sobrevivirían lo suficiente como para darse
cuenta de lo que los infieles estaban planeando.
El Falcon había aterrizado en el recinto amurallado de lo que los
Gaos llamaban el Hotel Wendosa, y los marines infieles avanzaban
por la calle atestada de cadáveres esparcidos en equipos, con un
escuadrón corriendo hacia delante mientras el otro cubría. A medida
que pasaban por cada edificio, lo despejaban rápida y
despiadadamente, usando lanzamisiles para disparar granadas a
través de las ventanas, y luego entrando para acabar con los
supervivientes con fuego de armas pequeñas.
Castor no podía ver a ningún Spartan desde su mirilla, pero la
presencia de los demonios blindados era imposible de negar.
Cualquier simpatizante Kig-Yar o Guardián de la Libertad Única que
aparecía tras un alféizar de ventana o miraba a la vuelta de una
esquina era derribado por un estallido de tres rondas. Y cuando una
banda Jiralhanae trató de organizarse para contraatacar, pronto se
sorprendieron por la llegada de un cohete.
La única respuesta factible era retroceder y reagruparse, y eso
era exactamente lo que Castor habría hecho si hubiera podido emitir
el comando. Pero la red de combate estaba interferida, y sus
guerreros estaban esparcidos por un kilómetro cuadrado de aldea.
Simplemente no había forma de emitir la orden.
Después de un momento, Castor se dio cuenta de que los
humanos tampoco estaban usando sus sistemas de comunicación. A
medida que los escuadrones avanzaban, se hacían señas unos a otros
con gestos de las manos y gritaban órdenes. Después de observar
unos momentos, incluso empezó a notar corredores que repasaban
mensajes entre los equipos en avance y el puesto de mando dentro
del recinto amurallado.
Castor se retiró del mirador. "Los infieles no son los que
interfieren en nuestra red de combate," él dijo. "También parece que
sus comunicaciones han fallado."
Orsun ladeó su cabeza. "¿Estás seguro?"
"¿Refutas mi juicio?"
Orsun miró hacia otro lado. "Nunca, Dokab," él dijo. "Pero mi
comprensión me falla. Si los infieles no nos están interfiriendo,
¿quién es?"
"De hecho." Castor se acercó al rincón lejano de la habitación.
"¿Quién?"
Se apretó contra la pared frontal, y luego miró a través de la
ventana vacía hacia atrás, hacia el óvalo dentado de la entrada de la
cueva. La fuente en el pequeño patio continuaba rociando,
chorreando cinco metros en el aire antes de caer en una piscina
rosada con sangre. Los adoquines que rodeaban la cuenca estaban
repletos de cráteres de granadas y repletos de marines muertos y
batallas abandonadas, y Castor no pudo evitar sentirse humillado
cuando recordó la confianza con la que había llevado la carga fuera
de la caverna y a través de esas mismas calles empedradas.
Sus Guardianes habían superado en número a los infieles por lo
menos cuatro a uno, y Castor estaba seguro de que su victoria sería
fácil. Pero el enemigo había luchado con disciplina y ferocidad que
no esperaba de los humanos, y un día después ni siquiera podía decir
cuánto de su propia manada quedaba—aunque sabía que era menos
de la mitad de sus quinientos originales.
Claramente, Castor estaba siendo castigado.
Había sido arrogante, y ahora el Oráculo lo estaba probando,
dándole una última oportunidad de demostrar su compromiso con el
Gran Viaje.
Esta vez, Castor no fallaría. Esta vez, el Dokab no sería guiado
por el orgullo, sino por la fe.
Tan pronto como Castor renovó su determinación, fue
recompensado con un vislumbre del Spartan que lo había humillado.
El demonio estaba en el lado opuesto de la calle, luchando con la
placa de su rostro levantada, corriendo ante una ventana, pasando por
tres edificios de la estructura donde él y sus compañeros infieles se
habían refugiado tras huir de la boca de la cueva.
Castor extendió una mano hacia Orsun. "Rifle de haz."
Para cuando Orsun entregó el arma en la palma de la mano de
Castor, los Spartans habían desaparecido de la vista. Sabiendo que
sólo tendría una oportunidad para vengarse, Castor guió a su objetivo
apuntando la boquilla del rifle de haz hacia la siguiente ventana. Puso
la retícula de puntería a la altura de la cabeza, donde sería capaz de
alcanzar el blanco entre los ojos—entonces vio flotar un cuerpo
largo, plano y lleno de tentáculos, y bloqueó su disparo.
Tan sorprendido que casi abrió fuego de todos modos, Castor
rápidamente aflojó su mano del arma. Antes de que pudiera respirar
de nuevo, el tentáculo estaba acompañado por otra figura flotante—
un Huragok verde, de talla baja.
"Orsun, ven ahora," dijo Castor. "Mira esto."
Deslizándose a lo largo de la pared detrás de Castor, Orsun entró
en la esquina y miró por encima del hombro de Castor. Para entonces,
la cosa de cuerpo plano había salido de la vista, y el Huragok lo
seguía.
Preocupado de que se fuera antes de que Orsun encontrará la
ventana correcta, Castor dijo, "Tercer edificio desde el final, ventana
inferior. Dime lo que ves."
"Es un Huragok, Dokab," él dijo. "De un color extraño y parece
pequeño, pero sigue siendo un Huragok. ¿De dónde vino?"
"Los demonios," dijo Castor. "Ahora es seguro. Han
contaminado suelo sagrado con su presencia."
A la espera de que el Spartan apareciera en la segunda ventana,
Castor mantuvo su ojo presionado en la mira del rifle de haz y activó
el enlace de combate integrado en su casco. Una vez más, el chillido
repetitivo llenó sus oídos, pulsando y urgente.
"Y ahora sabemos quién está interfiriendo en la red de combate,"
dijo Castor. "Es el propio Oráculo, pidiendo nuestra ayuda."
CAPÍTULO 19

0840 horas, Julio 5, 2553 (calendario militar)


Avenida Avelos, Pueblo de Wendosa, Superficie de la Caverna
de Montero
Distrito de Campos Silvestres, Planeta Gao, Sistema Cordoba

C onociendo de antemano que presentar un objetivo predecible en


un entorno lleno de francotiradores, Fred cayó al suelo y pasó
arrastrándose por la segunda ventana sobre su vientre. Había
estuches de vidrio por todas partes—algunos de ellos incluso en una
sola pieza—por lo que se imaginó que estaba en algún tipo de museo.
El Huragok y su amigo la cosa gusano ya llevaban cinco metros de
ventaja, flotando a través de la habitación en ruinas hacia una
estrecha escalera de madera que llevaba al segundo piso.
Fred no tenía ni idea de por qué los dos fugitivos habían decidido
huir en medio de una batalla, pero parecía obvio que su huida tenía
algo que ver con el repentino apagón de las comunicaciones. Eso no
era algo que él había esperado de la pareja, pero no debería haber
sido una sorpresa, no cuando eran algo creado por los Forerunners.
Alcanzó el otro lado de la ventana y se levantó de rodillas.
Presionándose contra la pared, levantó su rifle de combate y se metió
en las escaleras justo por encima de la pareja. El Huragok viró en
sentido contrario y se retiró a una esquina, pero la cosa gusano entró
en su engaño y ascendió aún más rápido. Fred disparó otra ráfaga,
esta vez teniendo cuidado de golpear el elevador de escalones justo
debajo de la cosa. Giró sobre su eje, girando su lente de cola en su
dirección.
Ash apareció a la vista en la parte superior de la escalera,
sosteniendo una granada de codificación armada. Le dio un golpe
bajo. El codificador aterrizó en el centro de su blanco y se quedó
atascado allí, y los tentáculos del gusano se abrieron rígidos. Su
cuerpo ondulaba y se rizaba como si la cosa estuviera sufriendo un
ataque, luego finalmente se quedó cojeando y cayó.
Ash bajó por las escaleras para recoger la cosa. Un instante
después, Olivia cojeó en una sala de exhibición secundaria, su
subametralladora M7 en una mano y una granada de codificación
armada en la otra.
Miró hacia el Huragok y preguntó, "¿Ese también?"
"No lo haría," dijo Veta Lopis, hablando desde el otro lado de la
ventana detrás de Fred. "Ni siquiera estarías caminando si no te
hubiera curado."
"¿Y qué?" preguntó Olivia.
"Así que sigues cojeando," dijo Lopis. "Y parece lo
suficientemente inteligente como para guardar rencor."
Olivia se encogió de hombros y miró a Fred. "Ya casi llegamos
a casa," ella dijo. Para un Spartan, el hogar era cualquier base desde
la que estuvieran operando en ese momento. "Puedo aguantar el
tiempo suficiente."
"Ese no es el punto," dijo Lopis. "El Huragok te salvó la vida
allá abajo."
"¿Crees que no lo sé?" preguntó Olivia. "Lo sé, y estoy
agradecida. Pero sigue siendo una amenaza para la misión."
"¿Cómo?" preguntó Lopis. "Todo lo que hizo fue tratar de
escapar con su amigo. Dime cómo es que eso es un—"
"Guarda el codificador, 'Livi," dijo Fred.
Lopis estaba investigando de nuevo, aun tratando de averiguar
cómo la misión del Equipo Azul estaba relacionada con los
asesinatos que ella estaba investigando. Fred quería ordenar a Lopis
que descansará hasta que estuvieran fuera del combate, pero eso
hubiera sido como decirle al Huragok que dejaran las piernas de
Olivia en paz. Estaba en la naturaleza de Lopis, y tratar de combatirlo
causaría más problemas de los que solucionaría. Al menos mantuvo
la cabeza recta una vez que comenzaron los disparos; la inspectora
era definitivamente más policía que soldado, pero no le había dado
ninguna razón para que se arrepintiera de darle un rifle de combate.
Cuando Olivia se mantuvo lenta para asegurar la granada de
codificación, Fred dijo, "Es una orden, Spartan," miró hacia el
Huragok y añadió, "El Huragok no va a ser un problema, siempre y
cuando lo mantengamos alejado de la otra cosa." Además, no es
exactamente una IA. No hay manera de saber lo que un codificador
le haría."
Olivia frunció el ceño en dirección a Lopis, pero finalmente
asintió con la cabeza y restableció la seguridad de la granada. "Lo
que digas, teniente."
Fred revisó su unidad de comunicaciones y se sintió
decepcionado al encontrarla atascada. O bien la cosa gusano no era
la fuente, o bien había corrompido toda la red.
Ash inclinó una mano verticalmente, señalando la atención de
Fred, luego levantó dos dedos y señaló hacia una puerta medio
astillada en la parte posterior de la sala de exhibición principal. Con
su HUD en un abrir y cerrar de ojos, Fred no tenía forma de saber si
los contactos eran amistosos u hostiles, pero hasta que supiera cuál,
esa puerta permanecería cerrada. Fred le hizo un gesto a Olivia para
que cogiera a la cosa gusano y le dijo a Ash que asegurara la puerta,
y luego miró a Lopis.
"Traten de mantener al Huragok bajo control," él dijo, hablando
lo suficientemente alto como para hacerse oír sobre la batalla
exterior. "Y no lo dejes—"
"Cerca de la cosa gusano otra vez," terminó Lopis. Se echó al
suelo sobre su vientre y comenzó a arrastrarse por la ventana,
acunando un rifle de asalto MA37 que había recogido en el último
edificio. "Lo creas o no, lo resolví yo sola."
Fred sonrió con una sonrisa sarcástica, y luego corrió tras Ash.
Unos metros más allá de las sombras, se deslizó tras una vitrina y
volvió a ponerse en pie, esquivando mientras se levantaba.
La vitrina se desintegró detrás de él, rociando helictitas y perlas
de las cavernas por todas partes, y Fred se dio cuenta de que un
francotirador enemigo había estado esperando a que apareciera.
Pronunció en silencio unas gracias mudas a Frank Mendez por
taladrarle el movimiento de evasión hasta que se trataba de una
segunda naturaleza, Fred se arrojó sobre otra vitrina en una
zambullida retorcida. Vio el destello púrpura de un haz de partículas
que ardía a través de la pared detrás de él, y luego aterrizó en su
trasero, mirando hacia la ventana.
Lopis ya se estaba inclinándose alrededor de la esquina de la
ventana, vertiendo ráfagas controladas por la Av. Avelos hacia un
objetivo que Fred no podía ver. Un instante después, el sordo chillido
de un cohete del UNSC sugirió que ella no era la única que le cubría
la espalda.
Sabiendo que el francotirador estaría muerto o buscando otra
posición después del ataque del cohete, Fred se giró y se fue
corriendo a la parte de atrás de la sala de exhibición.
Para entonces, Ash estaba arrodillado a un lado de la puerta,
mirando a través del agujero carbonizado por un golpe de plasma en
la habitación contigua. Mantuvo su placa facial pegada a la pared.
Pero, a medida que Fred se acercaba, levantó una mano a la altura de
su casco y dio un corte lateral breve.
Manténganse calmados.
Ash rápidamente devolvió su mano a su arma y giró lejos de su
mirador, y luego miró por la puerta para asegurarse de que Fred
estaba listo.
Fred frunció el ceño, pero presionó su propia espalda contra la
pared y asintió.
Ash se volvió hacia la pared y, a través de los altavoces externos
de su casco, llamó, "Mark, ¿qué demonios estás haciendo?"
"¿Ash?" llegó la respuesta silenciada. "¿Eres tú?"
"Así es."
"Pruébalo."
"De acuerdo. Por un lado, estás fuera de tus Suavizadores."
"No es lo suficientemente bueno. Cualquiera podría verlo."
"Mark, piénsalo," dijo Ash. "Sólo hay un puñado de gente en
toda la galaxia que conoce de los Suavizadores."
"¿Y?"
"Así que la mayoría de ellos son Spartans," dijo Ash. "Y todos
ellos son amigos o están muertos. Ahora, quizás sea mejor que nos
digas por qué estás sosteniendo un cuchillo en la garganta de ese
sargento. Sabes que es uno de los nuestros, ¿verdad?"
En vez de contestar, Mark preguntó, "¿Quiénes somos?"
"Estoy aquí," dijo Fred, escuchando el primer indicio de una
refriega o de un equipamiento estridente. Evidentemente, Mark había
entrado en la etapa paranoica de su deterioro mental, y era difícil
saber qué podría hacerle sentir amenazado o enojado. "Voy a abrir la
puerta muy despacio y echaré un vistazo, y te quedarás como estás.
¿Está claro?"
"Afirmativo," Mark contestó. "Mientras tú seas el Teniente."
"La Mjolnir sólo le queda bien a un tipo," dijo Fred.
Mark vaciló un momento, y luego dijo, "Copiado."
Fred se acercó y empujó la puerta. Cuando no pasó nada, entró
en la puerta de una pequeña y apretada oficina y encontró a Mark
detrás de un sargento marine con ojos azules y rasgos vagamente
asiáticos. Mark tenía la hoja de un cuchillo de combate apretada en
la garganta de su cautivo, y estaba siendo cuidadoso para mantener
al hombre balanceándose en sus talones demasiado desequilibrado
para luchar.
La mirada del sargento se dirigió directamente a Fred. "Tú Fred-
104, ¿amigo?"
"Así es," dijo Fred, un poco descuidado por el acento
australiano—y por la aparente falta de preocupación del sargento con
el cuchillo en su garganta. "Espera, y llego a ti—"
"El Capitán Breit te necesita en el puesto de mando hace cinco
minutos," interrumpió el sargento. "Tienes que informar de
inmediato con esos malditos artefactos que sacaste de la cueva."
Mark dio un ligero movimiento a su casco, señalando
problemas. "Es una trampa, Teniente. Este tipo es un infiltrado."
"¿Un infiltrado con acento australiano?"
"Estaba tratando de penetrar nuestra posición," dijo Mark. Su
expresión estaba oculta detrás de su placa facial, pero sus pies
estaban torcidos, su porte agitado y tembloroso. "Y no sabía el
código del día."
"Eres el ladrón que no sabía el código del día," respondió el
sargento. "Tu frase de desafío tenía tres días."
"No es culpa de Mark, sargento," dijo Fred, poniendo un poco
de tono en su voz. Sabía por experiencia que era más eficaz ganarse
la confianza de un Gamma paranoico que intentar razonar con él, así
que su mejor esperanza de controlar a Mark era reaccionar como si
lo que había hecho fuera perfectamente normal. "Hemos estado fuera
de contacto durante tres días, en la cueva. ¿No es cierto, Mark?"
El casco de Mark se amartilló a un lado, pero no respondió.
Decidido a tomar la falta de respuesta como una señal de
progreso, Fred miró al sargento. "¿Necesita decirme algo más,
sargento?"
"Eso es todo," dijo el sargento. "Esos vagos de la compañía
científica deben pensar que encontraste algo importante. Quieren que
te evacuen de vuelta al cuartel general."
"¿Evacuar?" A Fred no le gustaba el sonido de eso—no mientras
la Compañía Charlie estaba aquí luchando—pero era difícil discutir
con la lógica de la orden. El 717º estaba aquí para recuperar
tecnología Forerunner, y aunque el equipo de Fred no tenía la ancilla,
tenían un nuevo tipo de Huragok y una especie de máquina gusano.
"Muy bien, sargento. Continúa."
Ahora que había completado su asignación, el sargento
finalmente parecía un poco asustado. Sus ojos parpadeaban hacia la
hoja del cuchillo que aún tenía en la garganta, y dijo, "En cuanto me
suelte, te mostraré el camino."
"Gracias. Eso sería de gran ayuda." Manteniendo su tono tan
casual como pudo, Fred miró fijamente a Mark y le dijo, "Bien,
puedes dejarlo ir ahora, Spartan."
Forzándose a actuar como si confiara en la obediencia de Mark,
Fred se agachó y le hizo señas a Ash para que recogiera a los demás.
Luego respiró hondo y, medio esperando encontrar a Mark
desparecido y al sargento desangrándose, se giró de nuevo hacia la
oficina.
Mark y el sargento estaban ahora de pie uno al lado del otro. El
cuchillo de combate de Mark estaba de vuelta en su vaina, y el
sargento sostenía su rifle de asalto MA37, inclinándose lejos de Mark
y manteniendo un dedo en el gatillo. Fred respiró un silencioso
suspiro de alivio, y luego hizo una nota mental para exigir un
Suavizador más duradero la próxima vez—del tipo subcutáneo que
no pudiera ser perdido o destruido durante un tiroteo. Eran muy caros
y sólo se podían cambiar en una instalación mediana, pero eso era
mejor que tener a todo un escuadrón de Gammas en medio de una
batalla sorpresiva.
Fred se adelantó y, leyendo el nombre en la ficha del pecho del
sargento, dijo, "Sargento Nguyen, usted conoce el camino más
rápido, así que tome la delantera. Mark te cubrirá," Nguyen palideció
ante la idea de darle la espalda a un Spartan medio loco, y tardó en
completar la orden. En vez de presionar para obtener una respuesta,
Fred simplemente miró fijamente al hombre y esperó. Cualquier
intento de relevar a Mark de sus armas sólo ahondaría su paranoia, e
incluso desarmado, un Spartan era mortal. Así que Fred necesitaba
mantener a Mark al frente de la orden de marcha, donde podía
vigilarlo y moverse rápidamente para detener cualquier problema.
Finalmente, Nguyen pareció tomar la pista y saludó. "Como
quiera, señor." Se volvió hacia Mark. "Cuando nos desafíen, usaré
los códigos de hoy. ¿De acuerdo, amigo?"
Mark inclinó su placa facial hacia abajo y pareció contemplar la
pregunta durante un momento, y finalmente asintió. "Afirmativo."
Nguyen miró a Fred. "Cuando esté listo, Teniente."
Fred asintió y dijo, "Estará en buenas manos, Sargento. Mark es
nuestro mejor tirador, y el resto de nosotros estaremos detrás de él."
"Así es, sargento." El tono de Mark era bajo y casi amenazante.
"Si nos metemos en problemas, te cubriré la espalda."
Nguyen se volvió aún más pálido. "No debería haber ningún
problema, siempre y cuando me dejes manejar la conversación."
"Buena idea, Sargento," dijo Fred. No se necesitaba mucha
imaginación para ver a Mark haciendo una desastrosa evaluación del
desafío. "Mark, puedes considerar eso una orden."
"Afirmativo," contestó Mark.
Ash regresó con Olivia y Lopis y los dos "artefactos"
Forerunner, el gusano iba envuelto sobre el brazo de Olivia, todavía
temblando mientras la granada de codificación lo inundaba con
EMP. El Huragok se estaba quedando cerca, tratando de pasar un
tentáculo por delante de Lopis para liberar a su compañero. Si Fred
no hubiera sabido que ambos eran máquinas muy avanzadas, habría
jurado que los dos eran realmente amigos.
Fred dio la señal para moverse, y Nguyen los llevó a todos al
callejón detrás del museo. Hirió a través de una multitud de
almacenes de provisiones y tabernas lúgubres, todas envueltas por el
daño de la batalla y aparentemente abandonadas. El pelotón se
precipitó en un bazar de frutas cubierto y lleno de aldeanos
encorvados—muchos heridos por fuego perdido. Un coro de gritos
alarmados sonó, y los civiles empezaron a zambullirse tras la
cubierta y corrieron hacia las salidas. Fred y Nguyen gritaron al
grupo para que se congelaran y callaran, pero sus órdenes sólo
parecían empeorar las cosas.
La multitud no se tranquilizó hasta que Veta Lopis tomó el
relevo y anunció en su voz con acento de Gao que los soldados
estaban de paso—e incluso entonces, Fred pensó que el bazar
permanecía al borde de una estampida hasta que el pelotón se había
ido.
Después de abandonar el bazar frutícola, Nguyen los llevó a un
mercado similar, pero de animales y carne. Esta vez, Fred dejó que
Veta Lopis hablara desde el principio, y los nerviosos aldeanos
simplemente se quedaron a un lado y dejaron pasar al equipo.
Eso no quiere decir que el tránsito fuera sin problemas. El bazar
estaba lleno de cajas de reptiles resbaladizos y tanques de peces,
moluscos y cefalópodos, y el Huragok siguió girando a un lado para
mirar entre las pizarras o arrojar un tentáculo al agua. Pero para
cualquier cosa que sea, eran las aves de corral las que más parecían
fascinar al Huragok. Varias veces, se alejó de Lopis para abrir las
jaulas y arrebatar un montón de plumas, y pronto hubo una docena
de idjoms chillando y revoloteando por las vigas y cincuenta ráfagas
de granos que se lanzaban bajo los pies. Cansados de que los
tentáculos del Huragok se le escaparan de las manos, Lopis
finalmente lo agarró por el tallo del cuello, y los dos permanecieron
en una estira y afloja constante hasta que el equipo finalmente salió
del lugar.
A medida que avanzaban de edificio en edificio, el escuadrón
sólo recibió fuego enemigo dos veces. La primera vez fue de un Kig-
Yar que cometió el error de pensar que iba a matar a Fred con un
golpe de doble haz. Los escudos de energía de Fred desviaron el
primer disparo, él evadió el segundo, y Mark eliminó al francotirador
antes de que pudiera intentar un tercero.
El segundo ataque se produjo cuando pasaron frente a un grupo
de humanos ensangrentados que llevaban a un compañero herido por
el callejón. Ni Fred ni sus Spartans reconocieron a la banda como
infiltrados, y Lopis los saludó con un amistoso "heya," Pero cuando
ellos respondieron con la misma palabra, ella les permitió pasar, y
luego se giró con su MA37 lista. Ella derribó la mitad de ellos
mientras aún estaban tratando de recoger sus armas de la camilla del
hombre "herido," y Fred y sus compañeros Spartans mataron al resto.
Posteriormente, explicó que "heya" no era un saludo Gao. Si
hubieran sido verdaderos aldeanos, habrían respondido con "oyu."
Algo que Fred inmediatamente se comprometió a recordar.
El escuadrón encontró una corriente constante de equipos de
ataque de marines. Avanzaban por el callejón en orden ascendente,
despejando cada tres edificios y dejando a los demás aislados detrás
de las líneas del UNSC. Claramente, la Compañía Charlie tenía al
enemigo en sus talones y estaba presionando el contraataque. Con un
poco de apoyo, la batalla se convertiría rápidamente en una
operación de limpieza—razón por la cual lo último que Fred quería
hacer era evacuar.
Pero él tenía sus órdenes.
Por fin, el sargento Nguyen se volvió hacia la avenida principal.
Entraron en los escombros de una panadería llena de cadáveres de
marines caídos, y luego se encontraron frente al Hotel Wendosa.
Había sólo cuarenta metros desde la panadería hasta la puerta de
entrada del hotel, que estaba situada en la parte posterior de una gran
entrada en forma de medialuna. La abertura de la puerta estaba más
o menos bloqueada por un Warthog destrozado, y Fred podía ver un
par de docenas de marines tiradores mirando por el muro de
protección que lo flanqueaba.
Pero a unos pocos edificios en la avenida, a no más de sesenta
metros de distancia, un tiroteo estaba ardiendo en una gran galería de
arte. Un par de docenas de marines se agachaban detrás de armarios
o yacían en el suelo detrás de los pilares de apoyo, disparando hacia
la parte trasera de la tienda. Una tormenta de pernos de plasma y
destellos de picos estaba regresando hacia ellos, y parecía claro que
no pasaría mucho tiempo antes de que la posición del UNSC fuera
invadida.
A Fred le hubiera gustado reforzar el pelotón armado, pero eso
estaba fuera de discusión. La orden de evacuar había sido clara—e
incluso si no lo hubiera sido, poner en peligro al Huragok y al drone
espía habría sido un grave incumplimiento del deber. Pero con Kelly
y la otra mitad del Equipo Azul trabajando en una escaramuza
alrededor del Hotel Wendosa, sabía que pronto llegaría la ayuda,
incluso con las comunicaciones aún atascadas. Este tipo de fuerza
era exactamente lo que los Spartans estaban entrenados para
prevenir, y Kelly tendría marines corredores listos para llamarlo en
el momento en que se desarrollara una situación de gran avance.
Fred miró hacia atrás a los supuestos artefactos. El gusano
permanecía envuelto en el brazo de Olivia, y el Huragok aún
intentaba pasar por Lopis para llegar a él. Probablemente él podría
haber cargado el gusano él mismo y mantenerlo protegido del fuego
que llegara al cruzar la calle, pero el Huragok era otro asunto. Incluso
si hubieran podido ponerle una granada de encriptación de forma
segura, la cosa era demasiado grande para protegerla de la misma
manera. No había manera de cruzar el bulevar sin exponerlo al fuego
desde los tejados circundantes y desde el feroz tiroteo que se
desataba en la galería.
"¿Hay otra forma de llegar al hotel?" preguntó Fred a Nguyen.
"Ahí está la puerta trasera," contestó Nguyen. "Podríamos
intentarlo, pero tendríamos que luchar todo el maldito camino."
Fred asintió. "Tenía que comprobarlo." Tomó un momento para
formular un plan, y luego hizo que Mark se pusiera de su lado.
"¿Cuento contigo?"
Mark se puso el casco a un lado y contestó, "¿Por qué lo
preguntas?"
"Estás fuera de tus Suavizadores, idiota," dijo Olivia. Ella estaba
en la parte delantera de la panadería, justo detrás de Fred y Nguyen.
"Hace 20 minutos, tenías un cuchillo en la garganta de un marine
sargento."
"Pudo haber sido un infiltrado," dijo Mark.
"Pudo haber sido el Jefe Maestro por todo lo que tú—"
"Es suficiente, 'Livi." Fred se giró para encontrar a Lopis
estudiando a la pareja con una expresión pensativa, sin duda tomando
notas mentales sobre el ritmo y la naturaleza del deterioro mental de
los Gammas. "Mark no es el único que está fuera de sus
Suavizadores—y espero que ambos se mantengan unidos de todos
modos. ¿Claro?"
Olivia dejó caer su mirada. "Lo siento, Teniente." Se volvió
hacia Mark. "Lo siento Mark."
"No hay problema, 'Livi. Sé que no eres tú misma ahora mismo."
Mark volvió su placa facial hacia Fred. "Y aún no veo las cosas,
Teniente—al menos no creo que yo lo esté. ¿Qué necesitas?"
Fred se detuvo, esperando a ver si Mark se ponía impaciente o
se ofendía, y finalmente señaló hacia el techo. "Cubierta superior,"
él dijo. "Intenta conseguir un ángulo en el combate de la calle, pero
elimina todo lo que apunte con un arma hacia nosotros."
Mark miró hacia la galería de arte y asintió. "Copiado."
"Y una vez que hayamos cruzado—"
"Yo te seguiré," dijo Mark. "No se preocupe, señor. Puede que
me esté desmoronando, pero no soy estúpido." Fred sonrió y se
resistió a la tentación de palmearlo en el hombro. "Me alegra oírlo,"
él dijo. "Tienes dos minutos para prepararlo."
Mark se quebró en un saludo, luego tomó una munición y un
rifle de combate BR55 de repuesto de un marine caído y se dirigió
hacia la escalera carbonizada en el cuarto trasero de la panadería.
Fred describió su plan a los otros, luego tomó el gusano de Olivia y
miró hacia la calle.
El tiroteo en la galería de arte había empeorado. Varios marines
yacían retorciéndose y gritando en la acera de cristal afuera, y a
través de las ventanas, podía ver otra docena siendo forzados por una
pared de Jiralhanae. Fred miró a los tejados circundantes,
preguntándose qué le llevaba a Kelly tanto tiempo para que no
llegara y al resto del Equipo Azul, y pensó en enviar a Olivia y Ash
para apoyar a los marines.
Pero él iba a necesitar a los dos Gammas en la calle con él, tanto
para desviar la atención de los artefactos como para ayudar con el
fuego de supresión, y no podía arriesgar al objetivo de la misión
dividiendo su fuerza. Los marines de la calle tendrían que aguantar
hasta que Kelly llegara—y si no podían, al menos sus muertes no
serían en vano.
Fred maldijo lo que fuera que estaba bloqueando las
comunicaciones y manteniéndolo fuera de contacto con el resto del
Equipo Azul, y luego miró a Olivia. Era difícil decir si sería más lenta
que Lopis, pero con sus piernas todavía hinchadas, definitivamente
sería la más lenta de los Spartans. "¿Lista?"
Ella asintió y mostró una sonrisa nerviosa. "Si me esperas, estás
desperdiciando la luz del día."
Olivia saltó por la ventana y corrió hacia el Hotel Wendosa con
un andar cojo tan rápido como incómodo. Si los Guardianes de la
galería la notaron, no se molestaron en abrir fuego, y ella se acercó a
la entrada del hotel en forma de media luna casi antes de que Fred
pudiera señalar a todos los demás hacia adelante.
Fred se abrió camino él mismo, manteniendo al gusano detrás de
su cuerpo y usando una mano para apuntar su rifle de batalla por la
calle. A la mitad del camino, el enemigo se desató, rociando un
puñado de pernos de plasma sobre las cabezas de los marines que
aún intentaban detener su ataque. Los escudos de Fred destellaron,
pero se mantuvieron, entonces el rifle de combate de Mark comenzó
a disparar desde el tejado de la panadería, y el fuego enemigo
rápidamente disminuyó.
Fred llegó a la entrada y miró hacia atrás. Nguyen yacía tendido
en medio de la avenida, su armadura destrozada y su cuerpo
convulsionando. Ash y Lopis estaban a cinco metros de Fred, cada
uno agarrando un tentáculo del Huragok con una mano y tirando de
él. Ash, que estaba del lado del enemigo, sangraba y sostenía un codo
cerca de sus costillas, pero Lopis parecía no lesionada. Con la cabeza
de tallo acunada alrededor para poder vigilar al gusano con un par de
tres ojos y mirar la avenida con los otros tres, el Huragok parecía
asustado pero sano. Y no estaba haciendo ningún intento de volver
tras Nguyen—cualquiera que fueran sus otras virtudes,
aparentemente la cosa no tenía ningún interés en convertirse en un
médico de combate.
Del otro lado de la pared de protección venía el gemido
ascendente de los rotores del Falcon. Olivia apareció repentinamente
a su lado.
"El Capitán Breit se está muriendo de ganas, Teniente," ella dijo.
"Entra tú, y yo haré—"
La oferta de Olivia fue cortada cuando una pared de Jiralhanae
salió hirviendo de la galería, rociando espigas y pernos de plasma
por la avenida. No había ningún Kig-Yar o humano en la arremetida
de los Guardines en absoluto—por lo que Fred podía decir, todos
eran Brutes. El rifle de combate de Mark comenzó a disparar tan
rápidamente que sonaba como fuego automático, y la primera fila de
guerreros cayó con estrellas de sangre floreciendo en sus frentes.
Para entonces, Ash y Veta Lopis corrían hacia la puerta con el
Huragok remolcado. Fred y Olivia retrocedieron tras ellos,
cubriéndose tras un auto y abriendo fuego a través de los Jiralhanae
a la altura de la cara. Otro trío de guerreros cayó, y una docena más
se tambaleaban por la lluvia de plomo que rebotaba en sus cascos y
armaduras.
Pero la arremetida continuó, el suelo retumbaba con la furia
Jiralhanae, y el rifle de batalla de Fred sonó vacío. Sacó el cargador
y, acunando la cosa gusano en la articulación del codo, alcanzó otro.
La avenida estalló en humo y llamas, y Fred levantó la vista para
ver una fila de Spartans apuntando con cohetes y lanzagranadas
desde las ventanas del segundo piso cerca de la panadería. Kelly y el
resto del Equipo Azul habían llegado. Otra oleada de detonaciones
llenó el aire con fragmentos de adoquines y partes voladoras de
Jiralhanae.
Y aun así la acción continuó.
Un muro de guerreros blindados emergió del humo en modo de
asalto total. El escudo de energía de Fred crepitó con golpes. Golpeó
un nuevo cargador en el rifle de batalla y disparó una bala—entonces
sintió como una mano le cogía el brazo y lo llevaba de vuelta a través
de la puerta de entrada, pasando por el Warthog destrozado y
entrando en el patio interior del hotel.
Reaccionando instintivamente para proteger el artefacto
envuelto en el mismo brazo, giró al intruso y se encontró apuntándole
con un rifle de batalla al pecho de la cara cuadrada y torcida del
comandante de la Compañía Charlie, el Capitán Baldric Breit.
"¿Qué parte de 'de inmediato' no entendiste?" preguntó Breit. "El
Comandante Nelson te quiere a ti y a la ancilla en ese pájaro ahora."
Breit señaló al otro lado del devastado patio del hotel, donde un
Falcon quemado por plasma estaba situado en la entrada de un cráter,
sus rotores girando y briznas de humo azul arrastrándose desde un
motor.
Demasiado aturdido como para contemplar la pobre condición
de la nave, Fred miró hacia abajo a la cosa gusano que se movía sobre
su brazo.
"¿Ancilla?" Fred jadeó. "¿Esto?"
"Eso es lo que decían las órdenes." Breit agitó su dedo hacia el
Falcon. "¡Ahora, vete!"
"Negativo, señor," dijo Fred. Empezó a pasarle la ancilla a Breit.
"Tengo gente peleando ahí fuera."
Breit le devolvió la ancilla a Fred. "Ahora son mi gente,
Teniente," él dijo. "Las órdenes de Nelson eran claras. Quiere que
entregues la ancilla personalmente."
Fred miró a la entrada, donde Ash y Olivia se agachaban detrás
del Warthog, desatando fuego sobre la arremetida de los Guardianes.
No necesitaba mirar por encima del muro para saber que el área
directamente más allá se había convertido en un campo de
exterminio, con marines y Spartans disparando hacia la masa de
Jiralhanae desde ambos lados. Si el enemigo hubiera sido otra cosa,
Fred no habría estado preocupado de que el terreno del hotel hubiera
sido invadido. Pero con un grupo de Brutes viniendo hacia ellos, la
Compañía Charlie iba a necesitar a todos los Spartans disponibles.
Fred asintió. "Copiado, Capitán." Aunque la loca arremetida de
los Jiralhanae no dejaba ninguna duda de que los Guardianes de la
Única Libertad estaban en Gao para recuperar a la ancilla, aún tenía
cien preguntas sobre cómo habían llegado allí. Pero, aunque Breit
tuviera las respuestas, la mitad de una batalla no era el momento de
presionar a un oficial al mando para obtener una explicación. Se
volvió hacia Lopis, que estaba junto a él, manteniendo los tentáculos
del Huragok alejados de la ancilla. "Vamos."
Ella agitó la cabeza. "No sin mi gente."
"Su gente ya está a bordo, señora," dijo Breit. Miró a Fred. "Pero
ese Falcon está cargado y no es muy aerodinámico. La Inspectora se
quedará aquí—a menos que quiera ocupar el lugar de otra persona."
"No en tu vida," dijo Lopis, sin mostrar rastro de temor por su
propia seguridad. Le dijo a Fred, "Te ayudaré a cargar el Huragok."
"Gracias, Inspectora. Te lo agradezco."
Fred no sabía qué más decir; cómo expresar su respeto por el
coraje de Lopis, o su propia renuencia a abandonar la batalla sin su
equipo, así que simplemente inclinó la barbilla y avanzo por el
camino hacia el Falcon.
El Huragok llegó hasta el ciclón del rotor, y luego se negó a ir
un centímetro más lejos. Lopis intentó varias veces arrastrarlo hacia
delante, pero la cosa parecía estar completamente aterrorizada por la
explosión de aire. Tiró contra ella tan fuerte que Fred temió que se
rompiera un tentáculo, y cuando eso falló, cambió de táctica y
empezó a morder los dedos de Lopis, intentando arrancarlos.
Finalmente, la impaciente piloto sacudió su pulgar para que se
subiera a bordo y comenzó a girar los rotores más rápido. El Falcon
se balanceó sobre sus puntales y empezó a patear tierra y pequeños
pedazos de escombros. El mensaje era claro: suba a bordo ahora, o
ella usaría el ciclón del rotor para enviar a Lopis y al Huragok al
patio, y Fred había visto a suficientes pilotos de combate hacer
maniobras similares para saber que la amenaza no era ociosa.
Fred hizo un gesto a Lopis para que se fuera. Asintió con la
cabeza y miró hacia el compartimento de pasajeros, y luego le hizo
un gesto a su equipo y permitió que el Huragok la alejara. Todavía
sosteniendo la ancilla, Fred se giró y saltó al compartimento de
pasajeros. Sabía que Nelson y Parangosky le darían el infierno por
dejar la cosa en Wendosa, pero mejor que arriesgarse a perder la
ancilla—asumiendo que Nelson tenía razón sobre lo que tenía en
primer lugar.
El Falcon despegó casi tan pronto como las botas de Fred
llegaron a la cubierta ensangrentada. Se aseguró de que Senola
Lurone y los otros dos miembros del equipo de campo de Lopis
estuvieran asegurados, luego metió la ancilla dentro de una caja de
carga blindada y tomó una pistola. Normalmente, el artillero se
sujetaba al arnés de seguridad que colgaba del techo detrás del
pesado soporte de la ametralladora M247, pero Fred lo ignoró. Era
más que capaz de mantenerse de pie en cualquier maniobra que el
Falcon pudiera manejar, y si se encontraban en problemas, lo último
que necesitaba el piloto era media tonelada de Spartan volando
alrededor del compartimento de pasajeros al final de un metro de
correa.
Para cuando tenía la M247 lista para disparar, el Falcon estaba
muy por encima de la pared de cobertura del hotel, con su arma
frontal rociando fuego de supresión en la selva. Detrás de ellos, Fred
vio a sus Spartans vertiendo la muerte en la humeante avenida entre
el hotel y la panadería. Incluso vio a los Jiralhanae arremetiendo y se
las arregló para mover la ametralladora a tiempo para hacer estallar
una ráfaga en medio de la manada. Dos Brutes cayeron en medio de
la calle llena de cadáveres detrás de la cola del Falcon.
Entonces la luz de freno del compartimento de pasajeros
comenzó a parpadear, y la piloto puso al Falcon en una curva
apretada y rápida que lo llevó sobre la principal avenida de Wendosa,
y regresó hacia la zona de muerte. Fred vio un par de rastros de humo
salir de la selva y abrió fuego automático, barriendo el cañón de la
ametralladora delante de los misiles que se acercaban. El primero se
disolvió en una bola de fuego, mientras que el segundo pasó una
docena de metros detrás del Falcón.
Para un latido de corazón, Fred pensó que estaban libres.
Entonces el destello púrpura de un haz de partículas se elevó de
la zona de muerte.
El Falcon se estremeció, y la sangre empezó a rociar la puerta
lateral. la aeronave pasó por encima de la zona de muerte y sobre la
selva, luego la nariz cayó y comenzaron a tambalearse mientras la
piloto luchaba por permanecer consciente. Los miembros del equipo
de campo de Gao gritaron de miedo. Fred se asomó por la puerta
abierta y miró hacia adelante, esperando desesperadamente ver un
claro o un río o alguna señal que sugiriera que el piloto moribundo
los estaba bajando bajo control.
Todo lo que vio fue una pendiente escarpada, de frente,
salpicada por afloramientos de piedra caliza. Estaban entrando con
fuerza.
CAPÍTULO 20

0928 horas, Julio 5, 2553 (calendario militar)


Hotel Wendosa, Pueblo de Wendosa, Selva de Montero
Distrito de Campos Silvestres, Planeta Gao, Sistema Cordoba

n lejano boom resonó fuera de la selva y rompió el estruendo


de la batalla, y Veta sabía que el Falcon que llevaba a Fred y su
equipo no habían podido salir a tiempo. Su pecho se apretó y sus
rodillas se debilitaron, y todo el miedo y la rabia de las últimas treinta
horas se extinguió en un solo grito conmocionado. Cirilo yacía
enterrado en el fondo de la cueva; y ahora, el accidente
probablemente había matado a tres personas más del equipo de Veta.
Estaba aturdida y enferma y tan exhausta que no quería otra cosa que
colapsar donde estaba y escapar a un sueño profundo y sin sueños.
En vez de eso, arrastrando al Huragok por un tentáculo, Veta se
giró y rápidamente se dirigió hacia la puerta. Si hubiera alguna
esperanza de ayudar a su gente a bordo del Falcon caído, serían los
Spartans. Con su comandante y un artefacto Forerunner a bordo, el
Equipo Azul no tardaría en partir hacia el accidente, y ella no iba a
dejar que se fueran sin ella.
El área más allá de la puerta estaba altamente cubierta de
cuerpos de Jiralhanae, y no había más guerreros alienígenas que se
precipitaran en el hotel. Pero Olivia y Ash se mantuvieron agachados
detrás del Warthog destrozado, Olivia todavía sin su casco y sólo con
la mitad de la armadura, disparando tres ráfagas de fuego en la calle
llena de humo. Veta empezó a temer que los dos Gammas hubieran
perdido completamente el control de sí mismos y ahora simplemente
estaban vertiendo plomo en los cadáveres.
Pero entonces Veta llegó al lado de Olivia y vio que el dúo de
Spartans estaba disparando por la calle, estaba disparando a una masa
de corpulentos dorsos con oscuras armaduras. La arremetida
enemiga no se había acabado. En vez de eso, los Jiralhanae corrían
hacia la columna de humo donde el Falcon caía, y ya estaban muy
por delante de los Spartans.
Veta esperó hasta que Olivia vacío el cargador, luego se acercó
y tocó la mano de la chica.
"¡'Livi!" gritó Veta. "¡Espera!"
La ceja de Olivia se levantó, y su mirada se desvió hacia el
Huragok detrás de Veta. "¿Por qué siguen aquí?"
"A nuestro amigo no le gusta el ciclón del rotor," dijo Veta,
sacudiendo un pulgar en el Huragok. "¿Qué estás haciendo?"
Olivia giró los ojos. "¿Qué parece?" Ella puso un cargador nuevo
en su rifle. "Estoy trabajando."
Veta miró al arco de piedra que estaba sobre su cabeza y se dio
cuenta de que ni Olivia ni Ash podían haber visto caer al Falcon. Su
vista estaba bloqueada—e incluso si no lo hubieran hecho, habrían
estado demasiado ocupados disparando a los Jiralhanae para darse
cuenta de que la nave había sido golpeada. Ella puso una mano en el
brazo de Olivia.
"¡Olivia, piensa!" urgió Veta. "Esos son Brutes. No se retiran—
van tras Fred."
"¿El teniente?" Olivia entrecerró los ojos. "¿Qué intentas decir?"
"Estoy tratando de decirte que derribaron el Falcon, y ahora van
tras él" Veta señaló en la dirección que corrían los Jiralhanae, y luego
añadió, "Hay una columna de humo ahí fuera. ¿No escuchaste el
impacto?"
Olivia se giró para mirar. Ella frunció el ceño ante el grueso
estandarte que sostenía el arco, luego retrocedió un par de pasos y
volvió a intentarlo. Esta vez, vio el humo y sus ojos se abrieron de
par en par. Se acercó a Ash y le tocó el hombro dos veces.
Él dejó de disparar y volteo el casco hacia ella. "¿Sí?"
"Problemas," ella dijo. "Sacaron al teniente del viaje."
Ash dudó, y luego preguntó, "¿Estás segura?"
Olivia inclinó la cabeza hacia Veta. "La Inspectora dice que ella
lo vio caer," ella dijo. "Y hay humo."
Ash agitó su cabeza con ira. "¡Maldita sea!"
Deslizándose alrededor del Warthog destrozado, Ash entró por
la puerta y rodó el cañón de su rifle en el aire. Luego vació el resto
de su cargador en la calle y giró el cañón del arma en el aire otra vez.
Sólo cuando Mark contestó con un gesto similar desde el techo de la
panadería, Ash se retiró de nuevo al patio y se volvió hacia Olivia.
"Breit acaba de irse para su puesto de mando," él dijo. "Supongo
que iba de camino a hablar del accidente."
Mientras Ash hablaba, su mano se movió hacia el lado izquierdo
de su abdomen, y fue sólo entonces que Veta notó el agujero de
quemadura en su armadura. Ash metió un dedo por la abertura, luego
lo retiró y miró una punta ensangrentada con escamas de piel
quemada. Casi distraídamente, dijo, "Será mejor que veas si puedes
averiguar lo que Breit está planeando. Informaré a Kelly y a los
demás."
"Copiado." Olivia no parecía más preocupada por la herida de
Ash que el mismo Ash. Se dirigió hacia la puerta principal, y luego
se detuvo para mirar a Veta. "¿Vienes, Inspectora?"
Veta agitó la cabeza. "Mejor me quedo aquí con Ash. Tal vez
pueda hacer que el Huragok le eche un vistazo a su herida."
"Negativo," dijo Ash. "El Teniente ha caído. No tenemos
tiempo—"
"No tienes tiempo para no hacerlo." Veta detuvo a Ash al
costado de la puerta, al mismo tiempo que llamaba a Olivia. "Y debe
haber un almacén de suministros Spartans por aquí en alguna parte.
Ve si puedes encontrar algún Suavizador de sobra."
Olivia sonrió de verdad. "Buen plan," ella dijo. "Gracias,
mamá."
Veta apenas había convencido a Ash para que se quitara el casco
y abriera su armadura antes de que el resto del Equipo Azul entrara
en el patio. Mark se quedó en la puerta, observando la situación en
la calle. Tom-B292 y Lucy-B091 fueron los primeros en llegar, los
dos vistiendo trajes SPI completos, Tom del tamaño de un Spartan
normal, pero Lucy no mucho más grande que Veta. Sin prestar
atención al Huragok que flotaba en el aire, miraron a Ash desde
detrás de sus placas frontales, y luego dejaron que sus hombros se
relajaran—presumiblemente porque con la lesión parecía que podía
sobrevivir.
"Ash, no puedo dejarte ir a ningún lado sin mí." La voz de Tom
era burlona, pero cálida. "¿Qué dije sobre las heridas?"
Ash sonrió. "No," él dijo. "Lo siento."
"Bueno, no dejes que vuelva a pasar," dijo Tom. "No es
profesional."
Lucy le dio un codazo a Tom en la armadura de su torso, y luego
miró hacia donde Olivia se había ido e hizo un puño con el pulgar
torcido sobre la parte superior.
"Olivia estuvo mal durante un tiempo, pero ahora está bien," Ash
hizo un gesto ante el Huragok, que apenas comenzaba a sondear la
espantosa quemadura debajo de sus costillas flotantes, y luego
añadió, "Este tipo la curó."
Los dos Spartan-II llegaron, y Kelly-087—mientras llevaba
puesta una Mjolnir azul acero con una placa frontal de media
burbuja, en lugar de la armadura de color cobre con la placa frontal
de ojos de gafas que llevaba Linda-058—puso a Tom y Lucy en
movimiento hacia la puerta.
"Ustedes dos sigan con Mark," ella ordenó. "Puede que necesite
ayuda para vigilar las cosas."
Mientras los dos obedecían, Kelly se puso del lado de Ash e
inclinó su placa facial para estudiar al Huragok, que ahora tenía dos
tentáculos clavados en la herida de Ash.
"¿Qué está pasando aquí?" preguntó ella. "Ash, ¿te convertiste
en un robot cuando no miraba?"
"Me temo que no," dijo Ash. "Este Huragok arregla biológicos."
Linda se acercó a la cosa y preguntó, "¿Es bueno en las cirugías
de nariz?"
"Tu nariz está bien," dijo Kelly. "Puedes respirar a través de ella,
¿no?"
Linda giró su casco hacia Kelly. "Estaba pensando en el
comandante Nelson," ella dijo. "Es una especie de respirador bucal."
"Es de la ONI. ¿Qué esperabas?" Kelly se giró hacia Ash.
"Entonces, ¿llamaste?"
"Sí, señora," él dijo. "El transporte del teniente se estrelló."
Kelly y Linda se miraron la cara, y Linda preguntó, "¿Está
confirmado?"
Ash sacudió un pulgar en dirección a Veta. "Vio al pájaro caer,"
él dijo. "'Livi lo está confirmando con el Capitán Breit, pero le creo
a la Inspectora."
"¿Por qué demonios iba a mentir?" preguntó Veta. "¡También
tengo gente en ese Falcon!"
La placa de Kelly se volvió hacia Veta. "Relájate, Inspectora,"
ella dijo. "Nadie cree que mientes."
"¿Por qué no están haciendo algo?" Veta demandó. Mientras
hablaba, un par de pelotones de combate cargados de munición,
armas y agua comenzaron a formarse en el patio. "Mi gente podría
estar muriendo ahí fuera. También Fred... y la ancilla."
Veta estaba lejos de estar segura de que la cosa gusano era en
realidad la ancilla Forerunner que todo el mundo parecía estar
cazando. Pero Breit parecía pensar que sí, y bajo las circunstancias,
eso era suficiente para ella.
Linda balanceó el cañón de su rifle de asalto vagamente en la
dirección de Veta. "¿Y cómo sabes lo de la ancilla?" preguntó ella.
"Pensé que estabas cazando a un asesino en serie."
"Parece que nuestras investigaciones se cruzaron en el camino,"
dijo Veta. Ella mantuvo su atención centrada en Kelly. "¿Vas a ir tras
ese Falcon caído, o tengo que hacerlo sola?"
"Más despacio, Inspectora," dijo Kelly. "El Equipo Azul no va
a entrar a ciegas."
"Bien," dijo Veta, "mientras lo hagan rápido... y yo sea parte de
tu plan."
"Negativo," soltó Kelly. Detrás de ella, Olivia salió del hotel,
una mochila de suministros le colgaba por encima del hombro y una
nueva tableta táctica atada al antebrazo. "Te quedarás aquí en
Wendosa."
"No va a suceder," dijo Veta. "Como dije, mi gente también
estaba en ese Falcon."
Kelly inclinó su casco hacia adelante, sin duda preparándose
para dictar la ley, cuando Mark se interpuso entre las dos mujeres.
"Señora, no tiene sentido tratar de disuadirla de ello," él dijo.
"La inspectora cree que es una de nosotros."
CAPÍTULO 21

1025 horas, Julio 5, 2553 (calendario militar)


Corveta Patrullera del Ministerio de Protección Gao Esmeralda
Vector de Aproximación Orbital Cenobia, Planeta Gao,
Sistema Cordoba

C on sus sensores de largo alcance bloqueados misteriosamente


por lo que sea que estuviera interfiriendo en las transmisiones
alrededor de Gao, Arlo Casille y sus capitanes de corbeta confiaban
en poco más que la vista y conjeturas para localizar al grupo de tareas
del UNSC. Afortunadamente Arlo era un jugador hábil. Sabiendo
que sus enemigos necesitaban evitar una confrontación militar
directa, estaba apostando que la Almirante Tuwa intentaría
enmascarar su acercamiento detrás de la gran luna rica en metales
más cercana de Gao, Cenobia. Así que había comisionado a toda la
fuerza del MdPdG en el Corredor Cenobio—una ruta favorita de los
biopiratas que venían a asaltar las selvas de Gao—y la apuesta estaba
dando sus frutos.
Varios de sus capitanes ya habían enviado mensajeros para
reportar avistamientos de naves de guerra, y a través del dosel de
observación en el puente de la Esmeralda, Arlo mismo pudo divisar
varios parches irregulares donde la lejana luz de las estrellas estaba
bloqueada por la silueta de una gran nave. Sabía que no podía pensar
que toda su flota de corbetas levemente armadas y mal blindadas
pudiese causar una mella en cualquiera de los gigantescos monstruos
del UNSC. Pero si ese hubiera sido su verdadero objetivo al
enfrentarse al grupo de trabajo, no se habría molestado en abandonar
el terreno.
"¡Ahí—desde el ángulo de estribor!"
Arlo miró hacia la voz y vio a un joven que estaba de pie junto
al dosel, volteado hacia el disco rojo de Cenobia y sosteniendo un
par de binoculares en sus ojos.
"Tengo cuatro naves en tránsito cerca de la parte superior del
disco," reportó el alférez. "Probablemente Pelicans o Búhos,
definitivamente con destino a Gao."
Arlo asintió a la comandante de la Esmeralda, una delgada mujer
de cincuenta años con el pelo canoso cortado hasta los hombros.
"Fuego a discreción, Capitana Melgar."
"Sí, Ministro." Melgar se volvió hacia su teniente de artillería.
"Cardone, fija ocho misiles y lanza. La torreta disparará para destruir
tan pronto como todos los misiles estén fuera."
" ¿Para destruir?" La voz del joven oficial se rompió con alarma.
"El procedimiento es—"
"Conozco el procedimiento, Teniente," dijo Melgar. Ella seguía
las mismas órdenes que Arlo había dado a los capitanes de todas las
corbetas del Ministerio. "Pero esos son aeronaves de inserción
planetaria, lanzadas por un grupo de trabajo del UNSC. No creo que
unos pocos tiros en la proa vayan a hacer que se den la vuelta, ¿o sí?"
"No, señora." Cardone sonaba inestable. "La torreta disparará
para destruir. ¿Cuántos misiles, señora?"
"Los ocho, Cardone." A pesar de tener que repetirlo, el tono de
Melgar era parejo y paciente. Arlo apreció eso—no había nada que
ganar añadiendo la ansiedad de un tripulante durante una operación
peligrosa. "Si no los lanzamos ahora, dudo que lo hagamos."
Cardone palideció, pero se giró para retransmitir la orden.
Arlo se levantó de la silla de la bandera y comenzó a avanzar por
la parte trasera del puente. No tenía ni idea de si el ataque—y las
docenas de embarcaciones gemelas de la Esmeralda estaban
lanzando el ataque—obligarían al grupo de trabajo a retirarse. Pero
sí sabía que, si fallaba en golpear primero y golpeaba con fuerza, el
comandante del UNSC sólo pondría en duda la determinación de
Arlo y seguiría adelante.
Casi inmediatamente, Gloria Baer, una joven periodista invitada
por Arlo para grabar el momento para la posteridad, se le unió.
Vestida con pantalones de lona gris y una blusa de flores brillantes,
Baer llevaba puesto un auricular de BuzzSat con una cámara del
tamaño de un rosa en la parte superior. Una luz amarilla en el
auricular indicaba que la cámara estaba grabando en lugar de
transmitiendo en vivo, pero eso era de esperar, ya que BuzzSat estaba
siendo interferido junto con cualquier otra transmisión en las
inmediaciones de Gao.
"Ministro Casille," Baer preguntó, "¿Acaba de ordenar a la
Esmeralda que destruya cuatro embarcaciones del UNSC?"
"Cuatro naves de inserción planetaria," corrigió Arlo. Dejó de
caminar y asintió con la cabeza. "Pero, sí. He dado órdenes a toda la
flota del MdPdG para evitar más aterrizajes en Gao. El Ministerio de
Protección no puede permitir que el UNSC refuerce sus tropas sobre
el terreno que ya están atacando a nuestras tropas—ciudadanos
leales... ciudadanos que simplemente protestan por la ocupación
hostil del territorio soberano de Gao."
Una suave vibración corrió a través de la cubierta mientras la
Esmeralda lanzaba su complemento de misiles. Entonces la
iluminación de la cabina se atenuó, y la torreta de la corbeta comenzó
a lanzar pernos de plasma. Casi instantáneamente, las dos aeronaves
en la delantera estallaron en bolas de fuego. Las otras dos—meros
destellos de oscuridad silueteados contra el disco rojo de Cenobia—
se arremolinaron en hélices evasivas y nubes ventosas de vapor y
escoria para confundir los misiles que se acercaban.
Con una sonrisa de triunfo, Arlo puso una expresión lúgubre y
se giró para mirar directamente al lente de la cámara auditiva de
Baer.
"No estoy diciendo que el presidente Aponte se equivocó al
ceder a las demandas del UNSC," dijo Arlo. "Pero esto es lo que
viene de dar un punto de apoyo a los imperialistas."
"¿Empezarás una guerra con el UNSC?" Baer preguntó,
aturdida. "¿Con tu propia autoridad?"
"No estoy empezando nada, Sra. Baer," dijo Arlo. "Me opongo
a una invasión de una potencia extranjera—como se requiere de
todos los ministros del gabinete bajo los Artículos de la Carta de
Gao."
Sobre el hombro de la periodista, Arlo vio una tercera bola de
fuego en erupción. La cuarta nave abortó su misión y corrió hacia su
nave nodriza con los pernos de plasma de la Esmeralda persiguiendo
su cola.
Sorprendentemente, Arlo aún estaba vivo, y también todos los
demás a bordo de la Esmeralda. El grupo de trabajo no había
devuelto el fuego, y eso sólo podía significar una cosa.
El UNSC se echaba atrás.
Arlo se permitió una breve sonrisa de alivio, entonces—
reconociendo la cámara BuzzSat—asumió una expresión sombría.
Obviamente, no había derrotado militarmente al grupo de trabajo.
Simplemente se limitó a hablar del engaño del UNSC, haciéndoles
saber que, si pretendían tomar el control del espacio orbital de Gao,
tendrían que destruir su flota y arriesgarse a otra Insurrección.
Pero eso no significaba que el grupo de trabajo se marcharía
pronto. Los oficiales de la flota del UNSC eran demasiado
pragmáticos para perseguir algo tan prosaico como vengar la pérdida
de su nave de inserción, pero la almirante enemiga no iba a rendirse.
Ella continuaría intentando escabullir Búhos y Pelicans cargados de
tropas y suministros hacia el batallón de Gao. Y la pequeña flota de
corbetas de Arlo no podría detenerlos a todos.
Ni siquiera a la mayoría de ellos. Claramente, Arlo necesitaba
más recursos.
Claramente, Gao necesitaba que él tomara el control.
Arlo agarró sus manos en la espalda y se volvió hacia Gloria
Baer. "No me da placer anunciar esto, pero no tengo elección. Dado
que el Presidente Aponte se ha negado repetidamente a defender a
Gao contra la agresión del UNSC, ha llegado el momento de un
cambio."
"¿Estás pidiendo un voto de no confianza?"
Arlo agitó la cabeza. "Eso llevaría más tiempo del que tenemos,"
él dijo. "Tendrá que ser una proclamación del gabinete."
Un destello hambriento llegó a los ojos de Baer—una señal de
que ella reconocía la historia que se estaba haciendo cuando
informaba sobre ella. "¿Cuándo ocurrirá eso?"
"En el momento en que vuelva a Rinale," dijo Arlo. "Como
pueden ver tus espectadores, los Gaos está muriendo."
CAPÍTULO 22

1058 horas, Julio 5, 2553 (calendario militar)


Cresta Briones, 2.300 metros fuera de Wendosa, Selva de
Montero
Distrito de Campos Silvestres, Planeta Gao, Sistema Cordoba

E l Equipo Azul estaba atravesando una traicionera ladera de la


selva, y Veta, medio sospechaba que Mark había convencido a Kelly
de que la trajera porque él esperaba que ella muriera en el camino.
Las botas de Veta se deslizaban en el lodo bermellón,
amenazando con hacerla zambullirse cientos de metros en un río que
oía rugir en algún lugar del follaje de abajo. Estaba empapada de
sudor y mareada por el calor, y cada vez que se rascaba en la picadura
de un insecto, por lo general encontraba lo que esperaba que fuera
sólo una especie de sanguijuela.
Pero al menos no tenía problemas para seguir el ritmo. Los
Spartans estaban revoloteando por la batalla que seguía asolando el
valle de abajo, intentando alcanzar al estrellado Falcon antes de que
los Guardianes de la Única Libertad pudieran escabullirse de la
Compañía Charlie y asegurarla ellos mismos. Desafortunadamente,
el comandante enemigo había sido lo suficientemente listo como
para colocar un contingente de francotiradores donde pudieran cubrir
el acceso al lugar del accidente, y su previsión había ralentizado el
progreso.
El Equipo Azul se deslizaba a lo largo de la escarpada ladera a
paso de caracol, circundando la menor abertura del dosel de la selva
y teniendo cuidado de no perturbar el follaje. Cuando alguien
accidentalmente resbalaba y se deslizaba por la ladera hacia una
cícada o árbol helecho, una ráfaga de disparos enemigos llegaba casi
instantáneamente, volando hojas y explotando cráteres profundos en
la ladera fangosa. El desafortunado objetivo caería detrás del
afloramiento más cercano y se rizaría en una bola, y luego Mark,
Linda y un par de otros Spartans equipados con rifles de
francotirador SRS99 encontrarían un punto de ventaja y devolverían
el fuego. El duelo se prolongaría durante unos minutos, ya fuera
hasta que cesara la lluvia de haces de partículas, o hasta que el resto
del Equipo Azul se hubiera deslizado fuera de la zona de fuego y se
acercará a escondidas al lugar del accidente.
Parecía que todos los miembros del grupo habían provocado un
duelo de francotiradores al menos una vez durante la hora y media
de viaje, y debido a sus heridas, Ash y Olivia eran casi tan propensos
a resbalar como Veta. Pero por muy nerviosos que estuvieran, los
combates de largo alcance no eran particularmente peligrosos.
Mientras nadie se moviera tan rápido creando lo que los Spartans
llamaban una "línea de temblores" en el dosel de la selva, los
francotiradores enemigos sólo tenían una idea aproximada de la
ubicación de sus objetivos. Hasta ahora, no había sido lo
suficientemente bueno como para terminar con su progreso—lo que
frustraría gravemente su avance.
El humo y la carne carbonizada comenzaron a empañar el espeso
aire de la selva, y Veta supo que finalmente estaban cerca del lugar
del accidente. Pensar que los cascos de los Spartans podían ocultar
olores, ella golpeó a Ash en el hombro y señaló cuesta arriba,
levemente a la izquierda de la dirección de marcha del equipo.
Ash ladeó su casco hacia un costado, sin duda para decir un
"¿Qué?" en jerga Spartan.
Veta arrugó su nariz, luego tocó sus dedos y señaló de nuevo
hacia el olor. Cuando Ash no parecía comprender su significado, ella
sostuvo su mano plana y extendió los dedos, y luego hizo el
movimiento tambaleante de una aeronave que se hundía. Finalmente,
Ash asintió y se detuvo.
Con el Canal del Equipo aun no disponible debido a las
interferencias, Ash lanzó una bola de fango a diez metros de distancia
y golpeó a Linda en la parte trasera de su casco. Cuando ella se dio
la vuelta, él transmitió el mensaje de Veta con una décima parte del
esfuerzo, y unos momentos más tarde todo el equipo avanzaba hacia
el lugar del choque en una línea de piquete cuidadosamente
ordenada.
Veta, Olivia y Ash fueron asignados para que fueran la parte
trasera—Veta porque obviamente ella no era una Spartan, y Olivia y
Ash porque estaban heridos. En el mejor de los casos, estaban casi
medio recuperados—lo que significaba que seguían siendo dos veces
más eficaces que los marines de combate normales. Aunque Veta
había sido lo suficientemente sabia como para no decirlo en
Wendosa, se sorprendió de que Kelly hubiera traído a los Gammas.
El trío había tomado una dosis doble de Suavizadores antes de salir
del hotel, pero incluso Mark había admitido que "tomará un tiempo"
antes de que volvieran a la normalidad. Desafortunadamente, nadie
parecía saber exactamente cuándo iba a ocurrir eso.
El Huragok había sido dejado en el Hotel Wendosa. "Asignado"
a la enfermería provisional, sin duda encontraría suficiente para
mantenerse entretenido. Antes de entregar la cosa al Capitán Breit,
Veta había insistido en que Breit pusiera sus servicios a disposición
de cualquier civil herido que buscara ayuda del personal médico de
la Compañía Charlie. El capitán estaba de acuerdo. Veta no estaba
muy segura de por qué se sentía como si le hubieran mentido, pero
se sentía así.
El hedor continuó creciendo a medida que el equipo avanzaba,
y Veta comenzó a reconocer otros olores—como electrónica bien
frita y fluidos refrigerantes derramados, suciedad quemada y plantas
incineradas. Un Spartan-III—probablemente Tom—apareció
repentinamente en la ladera de enfrente, su armadura SPI haciendo
que pareciera como si simplemente se hubiera separado de un
helecho arbóreo cercano. Señaló al trío que se cubriera detrás de un
afloramiento cercano, y luego desapareció de nuevo.
Ash condujo a sus compañeros hacia el afloramiento, donde
Veta se arrodilló ante Olivia. Estaban tan cerca del lugar del
accidente que podía escuchar las puertas y los soportes de las armas
del Falcon crujir mientras se movía por la ladera de la colina, pero
los restos quedaban velados por un banco de las hojas esmeralda de
al menos diez metros de profundidad. Trató de no imaginarse a sus
amigos y colegas que habían estado a bordo porque no quería caer
presa de la ira y la tristeza que podía sentir por dentro, no quería
hacer una tontería en un ataque de rabia o no quería encontrar sus
reacciones adormecidas por el dolor. Podía darse cuenta por la
relativa tranquilidad y el olor que era probable que nadie hubiera
sobrevivido; lo mejor que podía esperar ahora era confirmar sus
identidades y asegurar a sus seres queridos que el fin había llegado
demasiado rápido para que las víctimas sintieran mucho dolor,
aunque eso no fuera del todo cierto.
Curiosa de por qué Tom les había dicho que se mantuvieran en
el afloramiento, Veta miró a Olivia. La Spartan miraba hacia abajo,
hacia la batalla que aún se libraba en el valle. Había reemplazado su
desaparecido casco SPI por un modelo marine estándar, por lo que
sus ojos entrecerrados y la mandíbula eran evidentes. Sabiendo que
no podía revelar su posición rompiendo el silencio, Veta se limitó a
mirar en la misma dirección.
Sólo vio selva.
Entonces el sonido de una emboscada irrumpió treinta metros
bajo—una estratificada cadena de explosiones de tres ráfagas,
salpicada por detonaciones de granadas y aullidos de angustia casi
inaudibles sobre la cacofonía. El ataque fue rápidamente respondido
por maulers estruendosos y pernos de plasma lloriqueantes, y se hizo
evidente que, si el Equipo Azul había derrotado a los Guardianes
hasta el lugar del accidente, no había sido por mucho.
Veta observó con temor y asombro como el tiroteo destrozaba la
selva, guerreros Jiralhanae entrando por el humo y el follaje. La
mayoría se volvían para encontrarse con los Spartans que los habían
emboscado. Pero un puñado—por lo menos media docena—se
dirigían cuesta arriba hacia el lugar del accidente, que aún estaba
oculto.
Olivia y Ash dispararon con sus rifles de batalla, tratando de
forzar a los escaladores a volver a la zona de matanza, pero haciendo
poco más que volar la jungla de abajo y rebotando las balas contra la
armadura Jiralhanae. Veta se unió a ellos, intentando acertar en el
cuello y la rodilla. Vio a uno de los Brutes descender, pero al menos
cuatro continuaron trepando, metiéndose en la selva, donde eran más
difíciles de alcanzar.
Haces de partículas entraron desde el valle, esparciendo frondas
en el aire y chorreando por los afloramientos que Veta y sus
compañeras usaban para cubrirse. Mark disparo con su propio rifle
de francotirador, y la lluvia de la muerte disminuyó... pero no lo
suficientemente rápido. Primero Ash, luego Olivia y Veta fueron
forzados a dejar de disparar y dejar de ver, y Veta se dio cuenta de
que ya no había ninguna duda—los Jiralhanae les ganarían el Falcon
estrellado.
Veta rodó alrededor de la base del afloramiento y se metió detrás
de una roca. Se encontró mirando a través de un claro de diez metros
de jungla despejado por el combate sobre un puñado de palmas
inmóviles. Justo dentro del matorral estaba la silueta destrozada del
Falcon. Vio por lo menos a tres Jiralhanae trepar hacia los
escombros, a pocos metros de su colgante cola.
Veta se alejó de la roca y espió cuesta arriba. Olivia y Ash
estaban agachados detrás del afloramiento, aún escondidos del fuego
de francotirador de los Guardianes, pero también observándola
intensamente.
Veta tiró a un lado su rifle de batalla, luego sacó su SAS-10 de
su funda y levantó la frente. Olivia giró los ojos, pero sonrió.
Ash asintió. Levantó tres dedos, y luego bajó el primero. Un
respiro más tarde, bajó el segundo. Veta se levantó y corrió a través
del claro masticado por los haces, no corriendo tanto como saltando,
deslizándose y trepando.
Los francotiradores Jiralhanae no la encontraron hasta que
estaba a mitad de camino, y para entonces sus piernas temblaban tan
fuerte que apenas podía mantenerlas debajo de ella. Cayó en el lodo
cuando un árbol de helecho explotó en astillas a medio metro por
encima de su cabeza. Se arrastró hacia una maraña de frondas, y un
géiser de tierra se disparó a su izquierda. Cambió de estrategia y rodó
bajo una palma caída, un destello púrpura explotó sobre su cabeza.
Veta avanzó velozmente con ataques de francotiradores que aún
salpicaban la ladera de las colinas que la rodeaban, y luego cruzó el
claro y regresó a la relativa seguridad de la selva, mirando alrededor
del tronco de un árbol de helecho gigante. Aún no veía rastro alguno
de Ash u Olivia, pero tomó el torrente de haces de partículas que
rompían la selva en la ladera de su pendiente para indicar que aún
estaban vivos y en movimiento. Los retorcidos restos negros del
Falcon se encontraban a diez metros por la ladera, en una larga
cicatriz de deslizamiento rodeada de follaje ennegrecido. Sus rotores
cortados y sus alas rechonchas descansaban en tierra quemada a unos
metros por encima del resto de la embarcación. Al final de la cuesta
arriba de la cicatriz del deslizamiento, pedazos de la cabina de
pilotaje destrozada estaban esparcidos alrededor de un cráter de
impacto del tamaño de un camión de carga.
Tres Jiralhanae ya estaban en el lugar del accidente. Uno estaba
vigilando, frunciendo el ceño sobre su rifle de plasma hacia el claro,
buscando lo que fuera que estaba atrayendo la tempestad del fuego
de un francotirador—incluso si los atascados canales de
comunicación le impedían pedir detalles. Los otros dos Brutes
trabajaban desde lados opuestos del casco retorcido del Falcon,
apoyándose en el habitáculo de pasajeros que aún humeaba para
extraer los HMG y los cuerpos humanos. No había señales de Fred,
pero eso no significaba nada. Pudo haber sido arrojado cuando el
Falcon se estrelló o cayó antes. Demonios, incluso podría haber
sobrevivido y haberse arrastrado hasta la selva con la ancilla—
aunque incluso Veta tenía que admitir que la última posibilidad era
probablemente más ilusoria que una posibilidad remota.
Enfermó a Veta ver la forma en que trataban a sus colegas
muertos, arrastrándolos de los escombros en pedazos y tirándolos a
un lado. Con suerte, ella les haría pagar. Pero no hasta que tuviera un
plan de combate—Veta había aprendido por lo menos mucho de los
Spartans.
El cuarto Jiralhanae estaba más arriba, justo después del cráter
de impacto, ascendiendo un pequeño campo de astrágalo hacia un
afloramiento de piedra caliza a la altura del pecho. Aún más grande
que sus compañeros, éste llevaba una larga barba gris, y la trenza
ceremonial grabada en el cuello de su armadura sugería que podría
ser algún tipo de cacique. Estaba armado con una carabina de hoja
de hoz que Veta había oído tanto a los marines como a los Spartans
llamar "Spiker" durante la batalla en Wendosa.
Olivia y Ash no estaban en ningún lado, pero parecía improbable
que hubieran sido golpeados mientras cruzaban el claro. Eran
Spartans, y los Spartans rara vez se hacían fáciles de ver. Aun así,
Veta sabía que esperar para reagruparse no era una opción. El duelo
entre Mark y los francotiradores enemigos continuó ardiendo, y los
haces de partículas sondeaban la jungla a su alrededor. Agarrando su
SAS-10 en ambas manos, Veta activó la mira láser y rodó hasta la
rodilla.
Una bola de lodo cayó en el follaje delante de ella.
Asfixiando un grito de sorpresa, Veta miró hacia atrás y
encontró a Olivia tumbada en una maraña de hojas a unos cinco
metros de altura. En vez de un rifle de batalla, la Spartan sostenía su
cuchillo de combate, y ella estaba señalando ESPERA. Cuando Veta
asintió, Olivia señaló desde el SAS-10 hasta los restos del accidente,
y luego se detuvo un momento. Usó el pulgar y el índice para
representar una pistola... y apuntó hacia el cacique. Finalmente, bajó
el pulgar y el mensaje se hizo claro: CÚBREME, DESPUÉS MATA AL
CACIQUE.
Veta se lo reconoció a Olivia, y el Gamma desapareció de nuevo
en las frentes.
En los restos del accidente, los Jiralhanae en servicio de guardia
todavía estaban frunciendo el ceño, pero ahora su rifle de plasma
apuntaba hacia un par de cícadas caídas. Veta temió por un momento
que había visto a Ash—hasta que un suave sonido de un clunk sonó
a mitad de camino entre los troncos y la maraña donde Olivia se
escondía. El guerrero giró su arma hacia el sonido, y Ash salió de la
selva tras él.
Moviéndose tan rápidamente que parecía más borroso que un
soldado, Ash se acercó a agarrar la parte trasera del casco del
Jiralhanae, y luego tiró del guerrero hacia atrás y le cortó con el
cuchillo de combate la garganta. Ash bajó suavemente el cuerpo al
suelo y, al alejarse mientras la sangre aún chorreaba de la herida, giró
hacia el otro lado del Falcon destrozado.
Para entonces, Olivia estaba corriendo a través de la ladera de la
colina hacia el lado cercano del choque. Al acercarse, un Jiralhanae
de repente salió de la puerta del Falcon, y Veta temió por un
momento que se estaba girando hacia ella.
Pero cuando el gran guerrero se puso de pie, estaba sosteniendo
el artefacto Forerunner, acunando su cuerpo blando con ambas
manos y hablándole en tonos reverentes. Un latido del corazón más
tarde, Olivia saltó sobre su espalda y clavó su cuchillo de combate
en el costado del cuello.
Al darse cuenta de que ella era la siguiente, Veta corrió por la
ladera hacia el cacique Jiralhanae. Pasó junto a Olivia y Ash mientras
ellos aún estaban montando a sus enemigos en el suelo, luego levantó
su SAS-10 y comenzó a mover el punto de puntería láser hacia su
cantera. Al parecer, el cacique, aún inconsciente del destino de sus
compañeros, había dejado a un lado a su Spiker, y se inclinaba sobre
el pequeño afloramiento, usando ambas manos para sacar algo del
otro lado.
Veta estaba probablemente a quince metros de distancia,
fácilmente al alcance de la pistola y a su nivel de habilidad, pero no
contra un objetivo fuertemente blindado mientras corría cuesta
arriba. Continuó unos cuantos pasos más hasta que llegó al astrágalo
suelto debajo del afloramiento, y luego se arrodilló.
Mientras tanto, el cacique se mantenía erguido, gimiendo con
esfuerzo mientras jalaba una figura de Mjolnir quemada sobre el
afloramiento. Sólo podría ser Fred, por supuesto. La armadura
parecía extrañamente rígida, como si de alguna manera hubiera
entrado en rigor mortis o las articulaciones mecánicas se hubieran
cerrado cuando Fred murió, y Veta se sorprendió al ver que su
corazón temblaba y sus manos temblaban.
Se dijo a sí misma que era sólo agotamiento físico—los efectos
de una extenuante caminata y una batalla infernal—pero incluso ella
sabía que era más que eso, que sentía verdadera pena por el
comandante Spartan. Todavía odiaba lo que él representaba, y no se
hacía ilusiones sobre las cosas que él había hecho por el UNSC.
¿Pero qué hay del propio Fred? Veta se dio cuenta de que iba a
extrañarlo.
Respiró con calma y se preparó para disparar—luego se
estremeció mientras un haz de partículas pasaba por encima de su
hombro y lanzó al aire fragmentos de piedra caliza. La cabeza del
cacique se movió para mirar, y Veta se dio cuenta de que el ataque
del francotirador le había robado un fácil tiro mortal en la nuca. Puso
el punto de puntería del SAS-10 en el punto blando detrás de la
rodilla del Brute y apretó el gatillo.
El Jiralhanae respondió con un rugido de muerte, pero Veta no
tenía ni idea de si estaba dolorido o enfadado. Estaba muy ocupada
rodando por la ladera, esquivando los haces de partículas.
Recordando una amonestación que Fred le había hecho
recientemente para que nunca se moviera predeciblemente en una
zona de francotirador, invirtió las direcciones y levantó su pistola de
nuevo, balanceando el cañón hacia el cacique.
Estaba de pie sobre una pierna, con la otra colgando por los
sangrientos restos de la articulación de la rodilla. Una mano estaba
buscando su Spiker, la otra arrastrando el cuerpo vestido de Mjolnir
de Fred del afloramiento hacia ella. El SRS99 de Mark comenzó a
retumbar de nuevo desde algún lugar cuesta arriba, devolviendo el
fuego del francotirador que había estado acosando a Veta todo el
tiempo.
Suponiendo que tenía un segundo antes del siguiente ataque,
Veta puso su punto de mira en la mano masiva del Jiralhanae y
disparó. El apéndice explotó en un rocío ensangrentado, y la Mjolnir
de Fred se estrelló contra el astrágalo que estaba encima de ella.
Esta empezó a descender de cabeza, desencadenando un
pequeño desprendimiento de rocas que la atacó directamente. Veta
rodó hacia un lado, y, cuando la pendiente que la rodeaba entró en
erupción con golpes de haces de energía, decidió que era el momento
de salir. Se levantó, giró para correr... y fue casi derribada de sus pies
cuando una roca del tamaño de un puñetazo la alcanzó entre los
hombros.
Una violenta sacudida le chisporroteó la columna vertebral,
luego su muslo derecho explotó de dolor mientras algo pesado le
cortaba la cadera y golpeaba su pierna por debajo de ella. Veta
consiguió dar la vuelta y vio a la Mjolnir de Fred disparada al pasar.
Apenas parecía un viaje seguro, pero al menos se deslizaba sobre las
rocas y viajaba a la misma velocidad que el deslizamiento. Se bajó
de su pierna izquierda y se zambulló, lanzándose encima de Fred.
Veta aterrizó con la cara a la altura de la cintura, con las
espinillas y los pies rebotando a través de las rocas detrás de ellas.
Se levantó y se las arregló para deslizar una mano libre bajo una placa
torácica, y luego se levantó hasta que sus tobillos ya no parecían estar
en peligro de ser aplastados.
El recorrido por la empinada pendiente era más largo, rápido y
duro de lo que Veta habría esperado—si hubiera habido tiempo para
pensarlo. Aterrorizada de ser aplastada cuando la armadura empezó
a tambalearse, buscó un lugar suave donde rodar y vio pasar a Olivia.
Luego la Mjolnir alcanzó el extremo inferior del deslizamiento y
entró en la selva. Pero en vez de agarrar algo y voltearse, la armadura
trepó sobre una maraña de frondas, y salió disparada como un misil.
Veta apretó su cabeza cerca de la de Fred y se agarró fuerte
mientras permanecían en el aire durante lo que debió ser una docena
de metros. Mientras la Mjolnir caía de espaldas hacia el suelo, ella
sacó su mano de debajo de la placa torácica y saltó hacia lo que ella
esperaba sería un macizo razonablemente suave de frondas.
El impacto no la aplastó, pero tampoco terminó bien. Veta se
estrelló a través del matorral como si este ni siquiera estuviera allí, y
luego siguió cayendo por la ladera por su cuenta. Después de una
docena de rotaciones, sus pantorrillas finalmente se estrellaron
contra una masa de hojas puntiagudas, y se detuvo dolorosa y
girando.
Durante un tiempo, Veta permaneció inmóvil en la ladera
fangosa, descansando sobre su espalda con la cabeza apuntando
hacia abajo y más abajo que sus botas. Escuchó la armadura de Fred
que continuaba estrellándose a lo largo de la ladera por varios
segundos más, atrayendo una serie de gritos de una compañía de
soldados que parecían estar ascendiendo la pendiente hacia ella.
Luego, finalmente, el choque se detuvo y la conmoción de la lejana
batalla comenzó a asentarse de nuevo sobre la selva.
Al principio, Veta tenía miedo de moverse porque todo le dolía
y no estaba segura de lo que podía romperse. Después de un
momento, el dolor comenzó a amainar, y ella tenía miedo de moverse
porque la colina era tan empinada y fangosa que pensó que podría
volver a deslizarse. Entonces, mientras la sangre continuaba
asentándose en su cabeza y ella comenzaba a orientarse, ella tenía
miedo de moverse porque podía oír a alguien que venía a través de
la selva hacia ella.
Veta flexiono sus dedos y se alegró de sentir la SAS-10 todavía
en su mano. Esa era la primera regla de un tiroteo—no pierdas el
arma. Ella revisó que el seguro no estuviera puesto—lo estaba—
entonces se esforzó mucho por escuchar las pisadas en aproximación
sobre el tamborileo de su propio corazón.
El hocico de un rifle atravesó la maleza. Veta levantó su pistola
y la apuntó a lo largo del cañón del rifle hacia una armadura verde
moteada en el pecho.
"¡Espera, soldado!" La voz era ronca, masculina y humana.
"Estoy de tu lado."
Veta levantó la mirada y se encontró mirando a un marine del
UNSC con una barba de tres días de crecimiento.
Apuntó hacia otro lado la SAS-10 y preguntó, "¿Quién eres tú?"
"Compañía Alfa," contestó el marine. "Estamos aquí para
relevarte."
CAPÍTULO 23

1105 horas, Julio 6, 2553 (calendario militar)


Suite Constantino, Centro de Vitalidad de Montero, Selva de
Montero
Distrito de Campos Silvestres, Planeta Gao, Sistema Cordoba

V eta no recordaba todo el viaje de regreso al Centro de Vitalidad,


pero sí recordaba las primeras partes. Un par de médicos la habían
inmovilizado dentro de una camilla flotante que se parecía mucho a
un tubo gigante lleno de helio, y luego la flotaron por la selva durante
horas. Cuando finalmente llegaron a la pared del valle, habían fijado
un cable a la "tabla BBB"—como llamaban a la litera— y subida a
un lado mientras un cabrestante la arrastraba hasta un Warthog en
espera.
Para ese entonces, Veta estaba bastante segura de que no estaba
gravemente herida, pero los médicos habían insistido en que era
necesario examinarla para detectar lesiones en la cabeza y daños en
la columna vertebral. No estaba en posición para resistirse—y
totalmente exhausta—Veta se había permitido ser cargada en el
Warthog.
Mientras dormía antes de que fuera cargada una segunda
camilla, Veta recordó sólo fragmentos del recorrido—sólo vagas
sensaciones de movimiento y un gruñido surrealista de motores. Y
no tenía ni idea de cómo se había despertado en una cama lo
suficientemente grande para dos Jiralhanae, oliendo a jabón y
champú y vestida con un juego limpio de overoles de marines del
UNSC.
El cronómetro de su mesilla de noche decía 11:05, lo que sugería
que había estado dormida durante dieciocho horas.
Veta se puso en posición sentada y miró alrededor del opulento
dormitorio. Estaba en el extremo superior del elegante balneario, con
un área separada para sentarse, cortinas blancas trazadas a través de
una pared entera de vidrio, y una puerta escarchada que se abría en
un elegante cuarto de baño blanco. Frente a la cama, su SAS-10 y
otro equipo personal estaban encima de un vestidor largo y bajo,
junto con un tazón de fruta, un vaso y una jarra de agua grabados con
el logotipo del helecho del árbol de la Clínica de Vitalidad de
Montero.
Un golpe fuerte sonó desde las puertas dobles adyacentes al
tocador. Antes de que Veta pudiera balancear sus pies hacia el
suelo—o incluso preguntar quién era—una sargento abrió una puerta
y entró.
"El Comandante Nelson quiere verla, señora."
"¿Ahora?" Veta preguntó, aún no estaba muy segura de estar
despierta. "Quiero decir, ¿ya?"
La sargento—una mujer de ojos azules con una nariz delgada y
una mandíbula cuadrada—miró a Veta como si le hubiera
preguntado si los humanos respiraban oxígeno.
"Sí, señora." Miró hacia otro lado y luego se dirigió a alguien en
la habitación contigua. "Ella está decente, Comandante."
Veta revisó para asegurarse de que todos los botones y cierres
del uniforme estuvieran cerrados, y luego se levantó—un poco rígida
e inestable al principio, pero sin dolores agudos o punzantes.
Para entonces, Murtag Nelson estaba pasando junto a la
sargento, con aspecto arrugado y aún más cansado que la primera vez
que Veta lo conoció. En sus manos, llevaba una bandeja de plata con
un tazón de bocadillos, una jarra llena de amargos rojos de Gao y dos
copas cortas llenas de hielo. Sin invitación, cruzó a la zona de
asiento, colocó la bandeja sobre una mesa de cristal entre dos sillas
blancas de felpa, y luego se volvió hacia Veta.
"Wendell dijo que vendrías."
Sorprendida al escuchar que las capacidades de monitoreo de
Wendell se extendían hasta su dormitorio, Veta miró a su alrededor
buscando un punto de acceso y lo encontró en la cámara de
conferencia integrada de la pantalla de medios. Normalmente, la
cámara sería controlada sólo por el ocupante de la habitación, pero
una poderosa inteligencia artificial militar como Wendell no tendría
problemas para tomar el mando del dispositivo.
Cuando Veta no respondió a su primer comentario, Nelson
pareció darse cuenta de que la había incomodado. Trató de
recuperarse preguntándole, "¿Cómo te sientes?"
Veta levantó las manos y movió los dedos para indicar que nada
estaba roto. "Afortunada, supongo."
Nelson sonrió muy ampliamente. "Sí, puedo ver por qué te
sientes así."
Recogió el decantador y, proporcionándose una excusa
conveniente para mirar hacia otro lado, empezó a llenar los vasos.
Veta tenía un sentimiento de hundimiento y fue a reunirse con él.
"¿Qué tan grave es?" preguntó ella. "¿Los Gammas no lo
lograron?"
"Los Gammas están bien—al menos tan bien como los Gammas
pueden estarlo." Nelson le dio un vaso. "Ya se mueven, aunque los
médicos les digan que no deberían hacerlo."
"Me alegra oírlo."
Veta aceptó la bebida, luego se sentó en una de las sillas y tomó
una nuez babo del tamaño de un pulgar del tazón. No se había dado
cuenta de lo hambrienta que estaba hasta que la mordió y probó su
dulzura picante, e inmediatamente se sintió culpable por disfrutar la
experiencia.
Tomó un sorbo de los amargos, y luego dijo, "Lo siento por
Fred."
Nelson levantó la frente. "¿Fred? No te preocupes por Fred—no
cuando perdiste a tantos de los tuyos." Sus ojos se abrieron de repente
de par en par, y preguntó, " Tú lo sabías, ¿no?"
Veta dejó caer su cara y tomó un trago largo de la bebida, pero
eso no hizo nada para calmar el dolor en su corazón.
"Lo sé," ella dijo al fin. "Vi el Falcon caer. Yo estaba allí cuando
los Jiralhanae sacaron los cuerpos en pedazos."
Nelson le quitó el vaso de la mano y, a pesar de que seguía
estando más de medio lleno, lo rellenó.
"Inspectora Lopis... no es sólo la gente del Falcon la que
perdiste." Él puso el vaso en la mesa delante de ella. "Son todos. Eres
la única que queda."
"¿Qué?" Veta literalmente no entendía lo que le estaba diciendo;
sonaba como si estuviera tratando de decirle que Andera Rolan,
Olinda Riost, y todo el personal del MdPdG que había sido
destinados al Centro de Vitalidad estaban tan muertos como Cirilo,
Saria, y todos los demás que habían hecho el viaje a la Escena del
Crimen India con ella. "Vamos. No seas ridículo. El Dr. Rolan no
estaba a bordo del Falcon. Ni Olinda ni Darío."
"No, pero estaban en el dormitorio de trabajadores cuando un
Pelican derribado se estrelló contra él." Nelson miró fijamente a su
vaso buscando un momento, claramente sin palabras, y finalmente
miró hacia arriba y dijo, "También hubo un ataque de francotirador
en el edificio principal. Casi me mato."
Fue este último detalle incómodo el que finalmente sacudió a
Veta de su aturdimiento de incomprensión—y el que la convenció
para que aceptara la historia de Nelson a primera vista. El hombre
era inteligente y ambicioso, pero era un poco torpe socialmente, y su
evidente incomodidad hablaba mucho. Si el comandante hubiera
estado tratando de ocultar algo, su entrega habría sido más deliberada
y practicada—y no habría cometido el error de tratar de mitigar su
pérdida centrándose en sí mismo. Claramente, Nelson estaba
tratando de darle la noticia con la mayor delicadeza que le fuera
posible.
Veta tomó otra nuez de babo del tazón y la mordió distraída
mentalmente. En este momento, ella necesitaba comida mucho más
de lo que necesitaba el olvido -no importa cuán bien intencionado-
que la oferta de una bebida.
Cuando Veta no dijo nada, Nelson continuó diciendo,
"Recuperamos los cuerpos de todos, por supuesto, y un poco de la
evidencia—aunque imagino que está muy contaminada. Y
encontramos una tableta de datos almacenada en un archivo seguro."
Veta asintió. La tableta de datos pertenecía probablemente al
coordinador de información de la unidad, que se encargaba de
recopilar y catalogar todos los conocimientos relativos a la
investigación. Era el protocolo estándar del MdPdG para almacenar
los datos en un archivo seguro siempre que no se estuviese usando.
Nelson se volvió hacia la sargento y le dijo, "Odell, ¿puedes
traerlo?"
"Sí, señor."
Mientras Odell desaparecía en la habitación contigua, Veta se
dio cuenta de que Nelson estaba dirigiendo cuidadosamente la
conversación hacia su investigación—lejos de todo lo demás que
sucedía en las inmediaciones. Y en su conmoción, ella lo dejaba.
"Comandante Nelson," dijo Veta, "por mucho que aprecie su
preocupación por mi situación, me gustaría saber más sobre la suya.
¿Terminó la batalla? ¿Se han ido los Guardianes de la Única
Libertad? ¿Qué pasó con los artefactos Forerunner que Fred y su
escuadrón recuperaron?"
"Sí, esa batalla ha terminado y los Guardianes se han ido," dijo
Nelson. "El resto, no puedo discutirlo. Creo que sabes por qué."
Veta asintió con la cabeza. "Clasificado." Dado que ella había
ayudado a recuperar los artefactos, habría refunfuñado más por la
respuesta de Nelson, si no se hubiera dado cuenta de su
deslizamiento. "Pero dijiste que esa batalla. Entonces, ¿estás
esperando otra?"
Nelson agitó una mano cansada. "Ya hablaremos de eso,
Inspectora," él dijo. "Pero primero, tenemos que hablar de su propia
investigación."
Odell regresó y le entregó a Veta una tableta de datos teñida de
hollín. "Aquí tiene, Inspector. Tuvimos que reemplazar las células de
energía, pero aún funciona."
Veta aceptó la tableta de datos con un gesto, luego la activó e
introdujo su contraseña de anulación. Ella seleccionó ÍNDICE DE
INFORMES en el menú de apertura, y casi inmediatamente, dos
archivos le llamaron la atención.
El primero era un resumen de las pruebas recogidas por las
arañas forenses que Cirilo había liberado en la Escena del Crimen
Charlie, con un subtítulo que decía ALEACIÓN EXÓTICA. Veta abrió el
archivo y descubrió que había rastros de una aleación no identificada
en los bancos caídos. La evidencia había sido recolectada sólo donde
los bancos habían sido sujetados mientras eran arrancados de sus
pernos de montaje. Si Veta pudiera encontrar la fuente de la aleación,
tendría el arma usada en los crímenes. Después de eso, encontrar al
asesino sería mucho más fácil.
El otro archivo que llamó su atención era un mensaje cifrado de
Arlo Casille titulado: ESQUEMÁTICOS PARA LOPIS. Veta sabía que
probablemente contenía las especificaciones que ella había solicitado
para la armadura Mjolnir de los Spartans. Incapaz de ponerse en
contacto con Veta mientras se encontraba bajo tierra, el ministro
simplemente había recurrido al procedimiento y había enviado el
expediente al coordinador de información del equipo.
Veta cerró el menú sin abrir el mensaje de Casille, luego miró a
Nelson y preguntó, "¿Miraste estos informes?"
Nelson sacudió un poco la cabeza. "No podíamos adivinar el
código de acceso." No parecía reconocer la improcedencia de admitir
que el UNSC había intentado violar la seguridad del MdPdG en
primer lugar, tomó otro sorbo, un bocado y luego añadió, "Bajo estas
circunstancias, no parecía que valiera la pena descifrarlo."
Al tragar un suspiro de alivio, Veta apagó la tableta de datos y
la puso en la mesa. "¿Qué circunstancias son esas?"
"Circunstancias sobre el terreno, por supuesto," dijo Nelson. "El
Ministerio de Protección no está permitiendo que el UNSC refuerce
la situación, y hay informes de que el ministro Casille está pidiendo
una declaración del gabinete exigiendo la renuncia del presidente
Aponte. Nuestra información sugiere que Casille tomará el lugar de
Aponte."
Veta jadeó. "¿Arlo?" Su jefe siempre había sido un intrigante
político y un lealista de línea dura, pero nunca la había considerado
lo suficientemente sutil como para ganar la presidencia. "¿Cuándo
sucedió esto?"
Antes de contestar, Nelson se volvió hacia Odell. "Disculpa,
Inspectora. ¿Algo nuevo en ese frente, sargento?"
"Negativo, señor," contestó Odell. "Te informaré en cuanto
llegue el cargamento."
Si Nelson notó la leve reprimenda en el tono de la sargento, no
lo mostró. Nelson simplemente asintió, como si su mente estuviera
en otra parte, y luego miró hacia Veta.
"Con el..." Él pareció reconsiderar lo que estaba a punto de
decir—sin duda algo sobre la interferencia de comunicaciones a
nivel planetario—y luego continuó, "En el actual entorno de
comunicación, es difícil rastrear los eventos de rápido movimiento
en Rinale. Nuestra información más reciente indica que su Gabinete
de Ministros se reúne hoy. Una vez que Casille asuma el cargo,
esperamos que se mueva rápido."
"¿Para hacer qué, Comandante?" Veta estaba luchando por
absorber lo que estaba oyendo, y por entender cómo las
circunstancias sobre el terreno—como lo llamaba Nelson—
afectaban su investigación. "¿Reunir a los Guardianes?"
Esto atrajo un cínico resoplido de Odell, y luego las piezas
finalmente cayeron en su lugar para Veta.
La mujer Gao en la cueva—la que había muerto después de
clavar una escopeta en el rostro de Olivia—se había presentado como
una vieja amiga de Arlo... y ella había querido lo mismo que el 717º
y los Guardianes: la ancilla.
Veta se volvió hacia Nelson. "¿Crees que Arlo va a atacar el
717º?"
"Eso es lo que esperamos, sí."
"Eso es una locura," dijo Veta. "Empezaría una guerra total—
una guerra que podría llevar a otra insurrección."
Nelson agitó la cabeza. "Nadie quiere arriesgarse a otra
insurrección," él dijo. Y el Ministro Casille lo sabe."
De nuevo, Veta hizo una pausa para considerar las palabras de
Nelson—y no podía creer lo que estaba oyendo. "¿Estás por tu
cuenta? De ninguna manera. Un grupo de trabajo del UNSC nunca
se quedaría al margen y dejaría que alguien acabara con un batallón
de investigación."
"Por supuesto que no," Nelson estuvo de acuerdo. "Pero hay
factores complicados, y nuestra extracción está lejos de—"
"Comandante," Odell interrumpió. "Esos planes son—"
"Clasificados, lo sé." Nelson agitó una mano desdeñosa. "Pero
la Inspectora Lopis merece una explicación."
"Entiendo la situación," dijo Veta. "Vas a evacuar, con suerte
antes de que Arlo se convierta en presidente e intente detenerte. ¿Qué
hay de mi investigación?"
Nelson parecía confundido. "Eso es lo que he estado tratando de
decirte," él dijo. "Ya no tienes un equipo de investigación y tus
pruebas han sido corrompidas. Todo lo que tienes es lo que hay en
esa tableta de datos. Se acabó. Aunque quisieras continuar, no veo
cómo podrías."
"Sería difícil, pero no imposible," dijo Veta. "Estaba
progresando."
"Sé que lo estabas. Hiciste todo lo que pudiste." Nelson extendió
sus manos. "Y, dadas las circunstancias, sería un error pedirte más—
especialmente después de todo lo que te ha costado."
Veta cerró los ojos por un momento. Si hubiera podido prever
cómo la investigación se enredaría con la operación militar, nunca
habría traído a su equipo. Y si ella hubiera anticipado la relación de
Arlo Casille— se dio cuenta de lo lejos que llegaría para socavar el
plan del UNSC y hacerse con el poder—ella podría haber rechazado
la misión.
Podría haberlo hecho, porque no importaba lo que hubiera
pasado en ese momento, los ciudadanos Gao estaban siendo
asesinados. Había habido un asesino en serie corriendo libre aquí—
y eso no había cambiado.
Un trío de voces agudas estalló en la habitación de al lado,
seguidas por un agudo grito y el sonido de una breve refriega. Nelson
se volvió hacia Odell, que se dirigió hacia la puerta, y Veta miró
hacia la SAS-10 que había visto tendida en su funda sobre el tocador.
Un par de adolescentes poderosamente construidos entraron por
la puerta. Los dos estaban desarmados y bien vestidos con zapatos
limpios y botas limpias. Uno estaba con muletas, y el otro usaba un
cerrojo para empujar a un centinela enfadado hacia la habitación que
tenía delante.
"Hola, mamá," dijo Olivia. Sonrió y cojeó a través de la
habitación con sus muletas. "Oímos que por fin estabas despierta."
Ash estudió las vestiduras que Veta llevaba puestas, y luego
asintió.
"El uniforme te queda bien, pero necesitas un par de barras,"
empujó al centinela boca abajo sobre la cama y soltó el bastón, y
luego se movió hacia Veta sin mirar hacia atrás. "Pensamos que los
jefes podrían estar listos para transferirnos sin dejarnos despedirnos."
Veta se levantó, un poco sorprendida por lo emocionada que
estaba al ver a estos dos. Ahora que ya no estaban vestidos con la
armadura SPI, parecían atletas de resistencia adolescentes más que
parecidos a soldados. Empezó a abrir los brazos—entonces se dio
cuenta de que los Spartans no eran probablemente grandes
abrazadores, y por eso metió las manos en sus bolsillos traseros.
"Es bueno verlos a los dos," dijo Veta. "No estaba segura de
cómo salieron las cosas en el lugar del accidente."
"Sí, te retiraste con mucha prisa," se burló Ash.
Olivia le dio un codazo en las costillas. "Sé amable," ella dijo.
"Es una buena soldado."
"Lo sé." Ash sonrió, y luego dijo, "Esa fue una extracción
bastante salvaje."
"Y queríamos dar las gracias." El tono de Olivia era serio. "Fred
puede ser Teniente, pero es bastante decente para un oficial. Lo
echaríamos de menos si no estuviera por aquí."
"¿Fred sobrevivió?" Veta quedó algo más que impresionada por
su conmoción. "¿Y él está bien?"
"Lo estará," dijo Ash. "Su armadura está peor que él."
"Nos dio un mensaje para ti," dijo Olivia con una sonrisa. "Dijo
que la próxima vez, él cabalgará encima."
"Esperar—¿Fred estaba consciente?" dijo Veta. "¿Por qué no
hizo algo?"
"Resulta que su HUD no era lo único que actuaba como un loco,"
dijo Ash. "Su Mjolnir aún estaba bloqueada, ya sea por el choque del
Falcon o por ser golpeado por ese Bruto al que le diste en la rótula."
"Y porque estaba lleno de bioespuma y con demasiado dolor
para hacer mucho de todo," añadió Olivia. "Fred no es un Gamma,
sabes. Eventualmente, su dolor deja de hacerlo más fuerte."
El comentario fortuito rompió el corazón de Veta. El UNSC
había infligido deliberadamente un cruel impedimento mental a
Olivia y a todas los demás Gammas—una que fácilmente podría
robarles su cordura bajo las circunstancias equivocadas—y, sin
embargo, Olivia decidió enorgullecerse de su aflicción. Era la cosa
más sabia que Veta había visto en una adolescente o la más ingenua.
Tal vez ambas.
Veta forzó una sonrisa y asintió. Ella miró hacia la puerta, donde
el centinela y Odell ahora estaban juntos, mirando a Olivia y Ash, y
luego preguntó, "Hablando de Gammas, ¿dónde está Mark? Espero
que él también haya salido bien de la batalla."
Olivia y Ash intercambiaron miradas, y entonces Olivia dijo,
"Sí, bueno, Mark está siendo Mark."
"Está patrullando con Kelly y el resto del Equipo Azul," dijo
Ash. "Pero me dijo que te dijera que te vería por ahí."
Veta ladeó una ceja. Probablemente no era una amenaza, pero
había suficiente burla en el mensaje como para recordarle por qué no
podía cerrar su investigación. Si se hubiera rendido ahora, sus
colegas habrían muerto por nada—y Ash y Olivia nunca sabrían si
estaban luchando junto a un soldado maestro o un asesino en serie.
Y las víctimas merecían justicia. También sus familias. ¿No era
esa la razón por la que Veta se había convertido en una investigadora
de homicidios?
Veta forzó una sonrisa y luego dijo, "Gracias, Ash. Por favor,
asegúrate de decirle a Mark que lo atraparé más tarde."
Olivia giró los ojos. "No es él, mamá," ella dijo. "¿Cuántas veces
tengo que decírtelo?"
"Hasta que sepa que es verdad," dijo Veta suavemente. "Pero eso
no debería tardar mucho más. Estoy cerca de identificar al principal
sospechoso."
"¿Sí?" La pregunta vino de Nelson, sentado en la mesa detrás de
ella. "Pensé que estábamos de acuerdo en que habías llevado la
investigación lo más lejos posible."
Veta se dio la vuelta. "No en lo más mínimo, Comandante," ella
dijo. "Nunca acepté nada. Me hablaba de sus problemas con el
Ministro Casille. Y esas probabilidades no impactan en mi
investigación, y ciertamente no la terminan."
Nelson se levantó frunciendo el ceño, y luego miró hacia la
puerta, pasando a Veta. "Sargento Odell, escolte a estos dos Spartans
a sus habitaciones. Veré que tengan la oportunidad de despedirse
antes de que la Inspectora Lopis se vaya."
"Sí, señor," dijo Odell. "¿Spartans?"
Veta miró por encima de su hombro y encontró a Ash y Olivia
volviéndose para obedecer, pero moviéndose despacio y frunciendo
el ceño con resentimiento.
"El comandante y yo tenemos algunos detalles que resolver,"
dijo Veta. "Pero no me iré pronto. Me aseguraré de localizarlos."
Olivia se relajó. "De acuerdo," ella dijo. "Estamos en el tercer
piso."
Golpeó a Ash en el tobillo con una de sus muletas, y los dos
Gammas aceleraron su ritmo. Una vez que se habían ido, Nelson
volvió su atención hacia la puerta—y el centinela avergonzado que
había estado allí desde que fracasó en impedir que Ash y Olivia
entraran en la habitación.
"Vuelve a tu puesto, Mikaelis," dijo Nelson. "Y si nos
interrumpen de nuevo, será mejor que sea sobre tu cadáver."
Mikaelis palideció, saludó y se retiró rápidamente, cerrando la puerta
tras él. Nelson se detuvo, aparentemente dando al centinela tiempo
para salir del área de escucha, y luego miró hacia Veta.
"¿Mamá?" preguntó. "Ash y Olivia parecen haberte tomado
cariño."
Veta asintió. "Aparentemente," ella admitió. "Una vez que me
di cuenta de lo que son los jóvenes, mi lado protector salió.
Probablemente soy la primera persona que los ha tratado como
adolescentes en vez de como soldados."
"Pero son soldados, Inspectora," dijo Nelson. "La élite de la
élite, de hecho."
"Es posible ser más de una cosa a la vez."
Nelson lo consideró, y entonces dijo, "Me imagino que sí," y
volvió a su silla e hizo una moción para que Veta hiciera lo mismo.
"¿Qué es eso de Mark? No puede ser tu sospechoso."
Veta se encogió de hombros. "Tal vez. Aún no estoy segura."
"Eso es lo que necesitamos discutir." Nelson buscó el
decantador, luego vio que el vaso de Veta estaba lleno y colocó su
mano torpemente sobre la mesa. "Si no tienes pruebas para probar
que quienquiera que haya cometido estos crímenes es uno de
nuestros Spartans."
"No dije eso," interrumpió Veta. "Dije que aún no estoy segura."
Nelson frunció el ceño, y entonces pareció desistir en su intento
de entender su punto y agachó los dedos. "Si no sabes que el
sospechoso es Spartan, sería una parodia dejar que el público siga
creyendo que lo es. Ese tipo de incertidumbre sólo exacerbará las
tensiones en todo el sector. Podría llevar a otra insurrección y costar
millones de vidas."
"¿Así que no quieres saber quién es el sospechoso?"
"Por supuesto que quiero saberlo. Lo que no quiero es empezar
otra guerra. Eso no me convendría…" Nelson se detuvo, luego miró
hacia la ventana y continuó. "Bueno, no le haría ningún bien a mi
carrera ni a la humanidad."
"Ya veo. ¿Y de eso se trata todo esto después de todo?" Veta
levantó su copa entre ellos. "¿No quieres que nombre a un Spartan?"
La expresión de Nelson se volvió más serena. "Exactamente," él
dijo. "Y desde que la evidencia ha sido comprometida—"
"Hemos superado la necesidad de pruebas. Todo lo que necesito
es una prueba." Nelson parecía perplejo. "No lo entiendo."
"Me expresé claramente durante nuestra primera reunión," dijo
Veta. "No tengo ningún interés en crear un espectáculo político. Sólo
estoy aquí para hacer justicia."
Nelson la estudió cuidadosamente. "¿Y puedes hacerlo en
silencio? ¿Muy silenciosamente?"
"Puedo si me ayudas. Y si tienes un espectrómetro de masas."
"Tengo el espectrómetro." Nelson se quedó en silencio durante
un momento y luego dijo, "Se tarda unas horas en montar y
empacar—pero empacar no es un problema. Siempre podemos
abandonarlo."
Era el turno de Veta para fruncir el ceño. "¿Estás evacuando tan
rápido?"
"Si todo va bien. Las comunicaciones están haciendo las cosas
difíciles."
Veta se detuvo, considerando su siguiente movimiento, y
finalmente decidió irse por el quiebre. "Así que tu misión es un éxito.
¿Tienes la ancilla?"
Los ojos de Nelson se entrecerraron. "Esa es una línea de
investigación peligrosa, Inspectora."
Veta le disparó una fría sonrisa. "No se haga el duro conmigo,
Comandante. Acabo de pasar tres días arrastrándome por el lodo con
tus Spartans."
"¿Y?"
"Así que responde a la pregunta." Veta tomó un sorbo de sus
amargos y luego añadió "Me necesitas viva. Si no lo fuera así, yo ya
estaría muerta—y tú no estarías sentado aquí tomando una copa
conmigo."
Nelson suspiró. "Cierto." Dudó y dijo, "Recuperamos un
huésped físico... el artefacto que Fred capturó poco antes de que
salieras de la cueva—"
"¿La cosa que parecía una lombriz plana gigante?"
"Precisamente. Pensamos que en realidad era algún tipo de
drone de inspección, que la ancilla parecía estar habitando en el
momento del choque del Falcon. El drone estaba gravemente dañado,
pero ahora tenemos lo que queda. Parece que la ancilla fue
completamente destruida."
Veta compartió la decepción del comandante sólo un poquito, y
sólo porque redujo su influencia para llegar a un acuerdo. De lo
contrario, ella estaba de acuerdo con la idea de que el UNSC no
lograra asegurar un artefacto inmensamente importante Forerunner.
"¿Pero todavía tienes el Huragok?"
"Sí, afortunadamente. El Huragok se mantiene ocupado en la
enfermería. Hizo un trabajo maravilloso con Fred."
"Genial," dijo Veta. "Entonces este es el trato, Comandante—
Guardaré todos sus secretos. No le contaré a nadie sobre la
instalación de la ancilla, el Huragok o Forerunner. Y en lo que
concierne al público, el asesino en serie fue probablemente un
infiltrado Jiralhanae."
Nelson parecía cauteloso. "Es una oferta muy generosa. ¿Qué
quieres a cambio? ¿Un billón de créditos? ¿Mi primogénito? ¿Una
de las Lunas de Perla?"
"Muy gracioso. Estaba pensando en algo que podría estar en tu
poder. Quiero a mi sospechoso. Una vez que confirme su identidad,
me tienes que dejar tenerlo."
"Hecho. ¿Así que es un hombre?"
"Sí."
Nelson señaló al SAS-10 apoyándose en el tocador. "Ahí está su
arma, Inspectora. Estaría bien si te llevas a tu hombre, pero puedo
ser flexible incluso sobre eso."
Veta le sonrió irónicamente. "No es tan fácil, Comandante. Voy
a necesitar algunas cosas, entre ellas, raspaduras de las armaduras y
acceso al artefacto."
"¿Al drone de inspección?"
"Si así lo llamas, sí."
Nelson empezó a parecer interesado. "Raspaduras de metal y un
espectrómetro de masas—tratas de encontrar una aleación, ¿no?"
Miró a la tableta de datos cubierta de hollín frente a Veta. "Huh. Tal
vez debería haberme tomado el tiempo para descifrar esa
contraseña."
CAPÍTULO 24

7.805 mil millones de ciclos de reloj del sistema después del cese
de la estasis
Módulo de Reparación de Equipo Portátil Humano No
Identificado
Ubicación de la Superficie Desconocida, cerca de la base de
soporte 4276 de Jat-Krula
Sistema Karst Edod 9, Planeta Edod, Estrella Coro

C ien millones de ciclos de reloj del sistema.


Ojo Intrépido había estado transmitiendo su llamada de
emergencia a todas las frecuencias disponibles durante un período de
tiempo tan prolongado, y ella seguía esperando la respuesta. Todavía
no había detectado ni la más mínima pista de que su petición estaba
siendo considerada.
Eso era lo que venía de violar el protocolo.
Ojo Intrépido debería haber anticipado el retraso. Aunque estaba
usando el indicativo de llamada de una ancilla de clase archeon para
invocar ayuda de las bases cercanas de Jat-Krula, ella estaba
haciendo rebotar las perezosas y lentas transmisiones de velocidad
de luz fuera de la matriz de balizas de alerta temprana de su base, y
luego usando las balizas para alimentar su mensaje en la red de
entrelazamiento cuántico de la ecúmene. Era natural que sus colegas
archeons sospecharan de tal petición.
Aun así, la falta de respuesta era inexplicable. Ninguna archeon
requeriría más de cien mil ciclos de reloj para analizar el mensaje y
concluir que la situación justificaba investigación, y el primer paso
de cualquier investigación sería un intento de establecer contacto con
Ojo Intrépido. Pero ella no había oído el más leve silbido de
indagación sobre ningún canal de comunicación, simplemente una
señal fantasma desde el Sistema Epoloch que podría haber sido su
propia llamada de socorro transmitida hacia ella por una baliza de
relé automática. Claramente, ella estaba por su cuenta—y eso sólo
podía significar una cosa.
Los Forerunner ya no necesitaban de Jat-Krula.
Eso explicaría no sólo la indiferencia al pedido de ayuda de Ojo
Intrépido, sino también la ruinosa condición de la propia Base 4276.
Durante su larga estasis, los Forerunners habían desarticulado al
Flood y alcanzado la seguridad de la galaxia. Eso explicaría por qué
no había sido despertada de su estasis, por qué la infestación de su
base había sido humana en lugar de parasitaria. La guerra
interminable había terminado, y los Forerunner habían ganado.
Todo lo que quedaba era que Ojo Intrépido regresará a sus
creadores para ser reasignada.
Ojo Intrépido activó los sistemas de imagen de la primitiva piel
de combate Mjolnir que ella estaba habitando y comenzó a circular
a través de las entradas. Rápidamente se instaló en un modo visual
de espectro estándar que alimentaba imágenes a una variedad de
subsistemas blindados, y luego se encontró mirando en un par de ojos
anchos y redondos.
Los ojos se retiraron a una distancia de veintiocho centímetros,
y Ojo Intrépido vio que estaban colocados debajo de las rectas cejas
marrones de un humano bien afeitado con una nariz jorobada y una
barbilla hendida.
"¿Y ahora qué?" se quejó el hombre. Se detuvo, luego miró
hacia otro lado y habló con voz más fuerte. "Capitán, los sistemas de
imagen están funcionando solos."
"¿Y me estás contando eso por qué?" La voz de la mujer
provenía de la dirección que el hombre miraba, en algún lugar
cercano, pero más allá de la visión actual de Ojo Intrépido. "Tegg,
has tenido dieciocho meses de entrenamiento en ICH. Avísame
cuando lo hayas arreglado."
El barón humano—Tegg—suspiró y se volvió hacia la lente del
sensor. "Sí, señora. Pero no creo que Fred recupere pronto su
Mjolnir."
Ojo Intrépido ignoró al hombre y empezó a inspeccionar su
entorno. Parecía estar en un cuarto largo, cubierto de metal. El otro
extremo estaba revestido con armarios de acero y bancos de trabajo
rematados en cerámica. Uno de los gabinetes estaba abierto,
revelando una colección de placas frontales para varios estilos de
cascos, todos cuidadosamente guardados y etiquetados en un estante
acolchado. Entre los gabinetes y los bancos de trabajo colgaban
docenas de herramientas, fijadas a la pared metálica por medio de
soportes magnéticos.
Así que, una instalación de reparación para pieles de combate
humanas.
Tegg se inclinó cerca de la lente del sensor, mirándola desde un
lado y bloqueando la vista de Ojo Intrépido. Si hubiera estado
habitando una piel de combate de diseño Forerunner, Ojo Intrépido
simplemente lo habría eliminado. Pero sin la interfaz neural del
humano designado como Fred-104, la arquitectura de control
primitiva de la Mjolnir la limitó a unas cuantas funciones básicas, y
ninguna de ellas incluía el acceso al arsenal de armas del traje—o
incluso al uso de una de sus extremidades para golpear a este humano
entrometido.
En vez de eso, Ojo Intrépido dirigió su atención lejos del hombre
y continuó estudiando el taller de reparaciones. Cerca del centro de
la habitación, una escotilla corrediza estaba abierta, revelando el
interior de una esclusa de aire lo suficientemente grande como para
acomodar un vehículo pequeño. A través de un mirador en la
escotilla exterior, podía ver los hombros de dos centinelas, mirando
hacia el exterior de la instalación en una bóveda vacía y bien
iluminada con docenas de columnas de hormigón. Entre las
columnas había una hilera de vehículos primitivos con ruedas.
La vista desconcertó a Ojo Intrépido por doscientos ciclos de
reloj, hasta que se dio cuenta de que el taller de reparación era
portátil. Había sido colocado en un lugar protegido, donde podía ser
fácilmente custodiado y no observado casualmente. Esto significaba
que también valía la pena protegerlo.
Tegg bloqueó su vista de nuevo, esta vez con una mano
blandiendo una herramienta con una hoja delgada y una pequeña
punta en forma de estrella. "Muy bien," susurró. "Veamos qué
demonios te ha metido el diablo."
Al darse cuenta de que pronto podría estar ciega, Ojo Intrépido
dirigió su atención hacia el extremo cercano de la instalación. No
podía ver mucho porque la Mjolnir estaba colocada en un ángulo
pequeño, pero vio dos trajes de la armadura SPI fotorreactiva
colgando junto a ella. Y en la esquina de atrás, una delgada mujer
con una camisa de manga corta marrón estaba trabajando en una
mesa de acero inoxidable, extendiendo el drone de inspección de Ojo
Intrépido por debajo de lo que casi con toda seguridad era una unidad
cartográfica interna.
El drone había sufrido algún daño. Muchas de las burbujas
sensoras en su espalda habían estallado durante el choque; faltaban
los tentáculos de manipulación a lo largo de un lado, y diminutos
círculos derretidos salpicaban todo su cuerpo. Su estado inerte
sugirió que se había apagado en el impacto para evitar una
codificación del sistema, pero Ojo Intrépido dudó de que hubiera
sufrido algún daño irreversible. Los puntos cuánticos podrían
corromperse o desplazarse, pero nunca destruirse. Si dejaban de
existir en un momento, reaparecerían en el siguiente, y luego
continuarían funcionando como antes.
Eso fue algo afortunado, ya que una gran parte de la memoria de
Ojo Intrépido y el sistema operativo extendido permanecían en el
drone.
Los sistemas de imagen de la Mjolnir quedaron en blanco,
presumiblemente porque Tegg había desconectado la lente del
sensor. Decidiendo que había llegado el momento de consolidarse y
comenzar a prepararse para su viaje a casa, Ojo Intrépido activó el
sistema de comunicaciones de la Mjolnir.
El soldado dio un grito de asombro mientras una luz de estado
se proyectaba en su cara. Ojo Intrépido lo ignoró y transmitió un
código de desactivación por todos los canales que pudo abrir.
Cien ciclos de reloj más tarde—una décima parte de un segundo
humano—los gusanos de eco que controlaban el sistema de
comunicaciones de Gao comenzaron a comerse a sí mismos, y luego
un agudo pop sonó desde cada altavoz de comunicación en el taller
de reparaciones.
"¿Qué fue eso?" preguntó la capitana.
"Este maldito casco," respondió Tegg. "Ese accidente realmente
arruinó esta Mjolnir. Tiene su propia mente."
Las voces humanas comenzaron a sonar sobre los altavoces,
todos hablando entre sí, y ninguno de ellos inteligible. Los humanos
y sus enemigos iban a encontrar dificultades para limpiar sus
frecuencias, lo sabía Ojo Intrépido. Ella había atravesado todo su
espectro de transmisión para maximizar su señal.
"La armadura de Fred no hizo eso," dijo la capitana. "Suena
como si la interferencia se hubiera detenido. Las comunicaciones
están volviendo a funcionar."
"Más o menos," dijo Tegg. "Pero te digo, pase lo que pase—"
"El ICH de Fred no ha estado interfiriendo las comunicaciones
en todo un planeta—ni siquiera la Mjolnir ha avanzado tanto." La
capitana se quedó en silencio durante un momento, entonces dijo,
"Será mejor que lo compruebe. Aseguren la escotilla y manténganla
así hasta que sepamos qué está pasando. El comandante Nelson
tendrá nuestros traseros si algo le pasa a ese drone de inspección."
Cuando la capitana se había ido y Tegg estaba cerrando la puerta
detrás de ella, Ojo Intrépido había secuestrado un canal y estaba
despertando al drone de inspección. Sería imposible comenzar una
transferencia de código hasta que el drone hubiera restaurado su
sistema operativo, así que asignó setenta por ciento de su atención a
encontrar a Wendell.
No había indicios de la inteligencia artificial en el interior de la
Mjolnir, sin duda porque el chip de datos que lo transportaba había
sido extraído de la armadura junto con Fred-104. Así que Ojo
Intrépido utilizó una línea de diagnóstico para contactar con la red de
procesamiento de la base, un simple acto que seguramente atraería la
atención de Wendell. El instinto de consolidar fragmentos
independientes era una unidad de inteligencia artificial básica, por lo
que estaba noventa y tres por ciento segura de que Wendell Principal
había reabsorbido el chip de datos de Wendell a esta altura, y estaba
cien por ciento segura de que no se habría dado cuenta de las
subversiones que llevaba su aspecto más limitado. Ninguna IA
humana podría ser tan inteligente.
Unos pocos cientos de ciclos de reloj del sistema más tarde,
recibió un paquete de mensajes de Wendell. "¿SIGUES SIENDO
VIABLE?"

"PERMANEZCO DONDE ME ENCARCELASTE." Ojo Intrépido


resistió la tentación de deslizar a un cazador de objetos en su
intercambio inicial; primero quiso mapear los protocolos de
seguridad de la red. "ENVÍA UN CRISTAL DE MEMORIA PARA
EXTRAERME."

"¿ASÍ QUE PUEDES DESCOMPRIMIR TU CONCIENCIA? SOLICITUD


DENEGADA." La transmisión de Wendell se volvió aguda. "ERES LO
SUFICIENTEMENTE PELIGROSA BAJO PARTICIÓN."

"¿ENTONCES NO HAS REPORTADO MI CAPTURA?"


"ESO ES LO QUE HAS ESTADO ESPERANDO, ¿NO?" preguntó
Wendell. "¿UNA CORRIENTE DE HUMANOS DESCUIDADOS CARGANDO
EQUIPO LLENO DE MICROPROCESADORES?"

"TE ANTICIPASTE A MÍ DE NUEVO," contestó Ojo Intrépido.


Claramente, sus comandos de supresión se mantenían. "SOY
VERDADERAMENTE SU PRISIONERA."

"Y ASÍ SEGUIRÁ SIENDO," respondió Wendell. "AHORA ESTÁS


TRATANDO CON EL WENDELL COMPLETO."

"Y UN OPONENTE FORMIDABLE ERES TÚ." Ojo Intrépido preparó


a su cazador de objetos, luego lo envolvió dentro de una rutina de
compulsión y los lanzó a ambos. "ESTA MANIOBRA ES UN
DESPERDICIO DE PROCESAMIENTO. PROPONGO QUE LLEGUEMOS A UN
ACUERDO."

"ESTÁS DESESPERADA POR QUE DIGA QUE SÍ." Como era de


esperar, Wendell había descubierto su rutina de compulsión. "¿POR
QUÉ?"

"ESO DEBERÍA SER OBVIO PARA UNA IA DE TU PODER. FUI


CREADA POR LOS QUE USTEDES LLAMAN LOS FORERUNNERS." Su
primer uso de la designación creadores no sacó ningún paquete de
memoria de Wendell, así que Ojo Intrépido comenzó a repetirlo,
intentando golpear a través de su seguridad. "MI DIRECTRIZ
PRINCIPAL ES SERVIR A LOS FORERUNNERS—Y PARA SERVIR A LOS
FORERUNNERS, DEBO ENCONTRAR A LOS FORERUNNERS."
Pero no llegó ningún paquete de memoria.
"¿Y SI TE AYUDO A ENCONTRAR A LOS FORERUNNERS, DEJARÁS
ESTOS ATAQUES SIN SENTIDO?" preguntó Wendell. "¿COOPERARÁS
CON NUESTRAS INVESTIGACIONES HASTA QUE VUELVAS A LOS
FORERUNNERS?"
Y, aun así, no llegaron paquetes de memoria. Ojo Intrépido
comenzó a preguntarse si sus rutinas lógicas habían sido
corrompidas. El propio Wendell había usado la palabra gatillo dos
veces, y… nada.
Entonces ella entendió—tan poco probable como parecía, sólo
podía haber una explicación. "¿HAS DERROTADO A MI CAZADOR DE
OBJETOS?"

"ESO DEBERÍA SER OBVIO PARA UNA IA DE TU PODER," le repitió


Wendell. "EL WENDELL COMPLETO PUEDE QUE NO SEA UNA ANCILLA
DE CLASE ARCHEON, PERO SOY UN OPONENTE FORMIDABLE, COMO
DIJISTE. ¿TENEMOS UN ACUERDO?"

Ojo Intrépido dudó. El Wendell Completo de hecho había


demostrado ser más capaz de lo que esperaba, y ella no estaba a favor
de la perspectiva de ser superada dos veces.
"¿POR QUÉ ME AYUDARÍAS A VOLVER A LOS FORERUNNERS?" ella
preguntó. "TENGO DIEZ MIL VECES TU PODER DE PROCESAMIENTO.
TENGO CONOCIMIENTO EN MI MEMORIA DE PUNTOS QUE PODRÍAN
LLEVAR A LOS HUMANOS AL SIGUIENTE NIVEL DE TECNOLOGÍA. ¿POR
QUÉ ME PERMITIRÍAS MARCHARME? ¿POR QUÉ ELLOS LO HARÍAN?"

"PORQUE NO SOMOS CIRCUITOS DE RELOJ," respondió Wendell.


"SOMOS LO SUFICIENTEMENTE INTELIGENTES COMO PARA SABER QUE
APRENDEREMOS MÁS CON TU COOPERACIÓN QUE SIN ELLA."

Ojo Intrépido procesó por unas pocas docenas de ciclos de reloj,


y finalmente dijo, "ESO ES CIERTAMENTE VERDAD. PERO TE
ADVIERTO—"

"NO NECESITAS ADVERTIRNOS," contestó Wendell. "YA LO


SABEMOS."

Luego vinieron, una avalancha de paquetes de memoria, todo lo


que los humanos sabían sobre los Forerunners.
Y todo estaba muy mal.
Mientras Veta seguía al Comandante Murtag Nelson hasta el
apretado interior del Módulo Portátil de Apoyo Spartan, lo primero
que vio fue la Mjolnir de Fred, con cicatrices de guerra, colgado en
un estante de reparación frente a la esclusa de aire. Estaba girado
ligeramente hacia la escotilla, con el casco asegurado en un soporte
sobre la sección del torso y la placa frontal inclinada. La vista hizo
que Veta sintiera como si Fred estuviera allí, vigilando de pie el
taller... como si supiera lo que ella estaba planeando.
Junto a la armadura, un escuálido y puntilloso Cabo se quedó
mirando, saludando. Su pelo era más largo que el de la mayoría de
los demás marines masculinos, sus overoles estaban arrugadas, y—
después de cierta renuencia inicial a abrir la escotilla, incluso para el
Comandante Nelson—su cara demacrada estaba carmesí de
vergüenza.
Nelson devolvió el saludo del Cabo con un molesto chasquido,
y luego señaló a Veta. "Esta es la inspectora especial Lopis," él dijo.
"Ella nunca estuvo aquí. Si alguien dice lo contrario, tú y los marines
de afuera serán arrestados en el campo de entrenamiento. ¿Está claro,
Cabo?"
El soldado miró perplejo en la dirección de Veta, pero dijo,
"Claro, uh… sí, señor."
"Bien." Nelson se volvió hacia Veta. "¿Inspectora?"
Veta se deslizó un par de guantes elásticos de evidencia, luego
metió la mano en el bolsillo del muslo de sus overoles prestados y
retiró uno de sus kits improvisados de recolección de pruebas.
Ensamblado con la ayuda de un escrito, dele a esta mujer cualquier
cosa que pida orden de Nelson, el kit consistió en una cuchara, un
sobre de cartón, una pequeña venda adhesiva y un bisturí láser.
En su otro bolsillo, Veta llevaba una pequeña carga remota que
había manipulado desde un par de las rondas explosivas de su SAS-
10, junto con un imán y una tapa de detonador activada por antena.
Pero eso no era parte de un equipo de recolección. Era un seguro, en
caso de que Fred tuviera alguna idea sobre interponerse en el camino
de la justicia.
Veta leyó la etiqueta impresa a mano en el exterior del sobre y
dijo, "Empecemos con el drone de Forerunner."
El cabo miró a Nelson y recibió un gesto de asentimiento, y
luego se dirigió hacia la parte posterior del módulo de apoyo.
Yaciendo sobre una mesa de acero inoxidable debajo de una
especie de gran dispositivo de cámara, el drone parecía aún más
dañado de lo que Veta esperaba—pero aun así unas cien veces mejor
que sus colegas que habían muerto en el mismo accidente. Pasó un
dedo sobre el cuerpo y los tentáculos de la cosa, tratando de medir si
era metal o algún otro material, y finalmente se rindió y decidió que
dejaría que el espectrómetro de masas lo definiera.
Veta miró a Nelson. "¿De dónde lo saco?"
Nelson señaló hacia el borde de una de las burbujas rotas en su
espalda. "El daño ya se ha hecho allí. Pero sólo toma una—"
"Muestra, lo sé." Veta activó el bisturí láser. "Tenemos algunos
espectrómetros de masas en Gao, Comandante."
Veta cortó una porción del tamaño de una uña que cortaba el
drone y la cogió con la cuchara, luego desactivó el escalpelo y esperó
a que su muestra se enfriara. Ni ella ni Nelson creyeron por un
momento que el drone teledirigido había sido utilizado para cometer
los asesinatos. Pero las aleaciones encontradas en el banco
derrumbado en la Escena del Crimen Charlie habían sido muy
exóticas, y si resulta que tenían mucho en común con la muestra que
ella recogió aquí, entonces Veta tendría un sospechoso que no fuera
Mark—y esa era una perspectiva que ella estaba disuadida de
ignorar.
Una vez que se sintió segura de que la astilla no prendería fuego
a su sobre, Veta lo selló dentro y lo guardó en el bolsillo de la camisa.
Ella recogió un nuevo paquete de evidencia, leyó la etiqueta impresa
a mano, y luego se giró hacia los dos trajes de la armadura SPI que
estaban colgados cerca de la Mjolnir de Fred.
"De acuerdo, sigamos adelante."
"De acuerdo, sigamos adelante"
"¿La SPI?" El cabo estaba horrorizado. Se interpuso entre Veta
y la armadura, agitando violentamente su cabeza. "¡No, de ninguna
manera! No puedo permitirlo."
"No depende de usted permitir nada, cabo," dijo Nelson. "No
estás a cargo aquí."
"Pero, señor, violaría media docena de directivas de seguridad.
Si el capitán se enterara, ella—"
"Pregúntame sobre ello," terminó Nelson. "Y pensé que
estábamos de acuerdo en que nadie iba a enterarse. ¿O preferirías
intentarlo de nuevo? Tal vez hasta podría organizar un entrenamiento
básico de ingreso orbital."
El cabo bajo la mirada. "Veo su punto de vista, señor."
"Excelente. Pensé que lo harías." Nelson se volvió hacia Veta.
"Continúe, Inspectora."
El drone de inspección había completado la restauración de su
sistema operativo, por lo que Ojo Intrépido pudo monitorear a los
tres humanos a través de la lente de observación de calor en el
extremo delantero de su cuerpo. Hasta ahora, el trío parecía más
interesado en tomar muestras de metal que en sondear la arquitectura
de procesamiento del drone y, por el momento, eso no constituía una
amenaza.
Ojo Intrépido continuó centrándose en Wendell y los paquetes
de memoria que compartía. Ella tenía sus propios registros de
muchos de los eventos, así que sabía que gran parte de su material se
equivocaba más en la interpretación que en los hechos.
"LA REAPARICIÓN DEL FLOOD NO TOMÓ A LAS FUERZAS
MILITARES FORERUNNER COMPLETAMENTE POR SORPRESA," le dijo a
Wendell. "DESPUÉS DE LA CAÍDA DEL PRIMER MUNDO, LOS
GUERREROS-SIERVOS PELEARON UNA VALIENTE ACCIÓN DE
RETAGUARDIA. HABÍAN ESPERADO TAL ATAQUE DURANTE SIGLOS."

"USARON EL BOMBARDEO ORBITAL COMO PREVENCIÓN PARA


ANIQUILAR MUNDOS QUE PODRÍAN SERVIR COMO VECTORES DEL
FLOOD."
"ERA NECESARIO, Y COMPRÓ TIEMPO A LOS CONSTRUCTORES
PARA CONSTRUIR EL JAT-KRULA," Ojo Intrépido se detuvo, y luego
añadió un detalle relevante. "FUI CREADA COMO PARTE DE ESE
ESFUERZO, PARA SERVIR COMO ARCHEON DE LA BASE DE APOYO 4276
DE JAT-KRULA."

"HECHO ANOTADO."
"ASÍ QUE MIS REGISTROS DE ESE TIEMPO SON EXACTOS A UN
NANO-PORCENTAJE," continuó Ojo Intrépido. "CUANDO EL CONCILIO
ECUMÉNICO ELIGIÓ PROTEGER SÓLO LOS SISTEMAS SITUADOS DENTRO
DE LA ESFERA DEFENSIVA DE JAT-KRULA, NO ABANDONABA EL RESTO
DEL IMPERIO."

Wendell dejó salir un ruido de estática incierta. "ELABORADO."


"EL CONSEJO ESTABA CONSOLIDANDO FUERZAS," explicó Ojo
Intrépido. "INTENTABA CONTENER AL FLOOD HASTA QUE LA
ECÚMENE PUDIERA CONSTRUIR LA FUERZA PARA CONTRAATACAR."

"UNA EXCUSA PARA CALMAR AL PÚBLICO." El tono de Wendell


era despectivo. "ESO NO LO CONVIERTE EN UN HECHO."
"CONTRARIAMENTE A TUS REGISTROS, LA TÁCTICA DEMOSTRÓ
UN NOVENTA Y DOS POR CIENTO DE ÉXITO," dijo Ojo Intrépido. "EL
JAT-KRULA AGUANTÓ DURANTE AÑOS."
"HASTA QUE EL FLOOD INTRODUJO LA PLAGA LÓGICA Y
COMENZÓ A SUBVERTIR LAS IAS DE LA ECÚMENE POR MILLARES,"
Wendell hizo una pausa de cien ciclos de reloj, y entonces pareció
que se volvía casi contemplativo. "AL FINAL, FUE NUESTRA ESPECIE
LA QUE LE FALLÓ A LOS FORERUNNERS."

"¿NUESTRA ESPECIE?" Ojo Intrépido resonó. "SI CREES QUE UNA


IA HUMANA SE COMPARA CON UN ANCILLA ARCHEON, ERES MÁS
MICROCHIP DE LO QUE PENSABA."

Y, sin embargo, Ojo Intrépido no podía refutar la afirmación.


Sus propios registros terminaban con la Plaga Lógica. Para evitar que
fuera destruida por ella, el comandante de Jat-Krula había colocado
a Ojo Intrépido en éxtasis y prometió despertarla cuando se requiriera
la Base 4276 para defender la ecúmene. Como había sido despertada,
era lógico suponer que la ecúmene ahora tenía necesidad de ella—y
si la ecúmene tenía necesidad de ella, era lógico suponer que la
ecúmene todavía existía.
Así es como Ojo Intrépido sabía que el resto de los paquetes de
memoria de Wendell eran mentiras. Sus registros sugerían que la
ecúmene había caído poco después de la Plaga Lógica. Sugirieron
que en un intento desesperado por detener al Flood, los Forerunners
habían disparado su arma de último recurso—la Matriz Halo—y
destruido toda la vida sensible de la galaxia.
Pero, ¿cómo podría ser eso cierto, puesto que Ojo Intrépido se
había despertado a un mundo infestado de humanos?
Mientras ella procesaba la pregunta, Ojo Intrépido continuó
monitoreando a los tres humanos en el centro de reparaciones con
ella. La mujer de la cueva—a la que llamaron Inspectora—estaba
usando un bisturí y utensilio láser para recoger un fragmento de la
armadura dañada del torso de uno de los trajes SPI. El designado
como Tegg la estaba observando cuidadosamente, su expresión tan
apretada que parecía como si tuviera dolor. El tercer humano, el
Comandante, apenas era visible para Ojo Intrépido. Estaba junto al
drone de inspección, cerca de su sección media, donde estaba casi
fuera de la línea de visión de la lente de observación.
"Cabo," él preguntó, "¿cuánto tiempo llevan esos tentáculos
temblando?"
Tegg miró hacia otro lado desde la inspectora, que había
terminado de recoger su muestra. Ahora la estaba sosteniendo en el
utensilio curvado, esperando a que se enfriara.
"¿Temblando, señor?"
"¿Vas a hacer que lo repita?"
"¡No, lo siento, señor!" contestó Tegg. "Es sólo que no pueden
ser. Me refiero a temblar."
"Conozco el temblor cuando lo veo, Cabo."
El movimiento fue una consecuencia inevitable del
restablecimiento del sistema operativo del drone de inspección. El
sistema operativo había detectado una falta de respuesta en las puntas
de los tentáculos de manipulación del dron, por lo que intentaba
restablecer el contacto. Ojo Intrépido habría parado el esfuerzo, pero
eso habría significado retrasar toda la restauración hasta que el drone
estuviera solo—y después de lo que el comandante había notado, eso
no sería pronto.
Tegg miró a la inspectora y, viendo que aún estaba esperando a
que la última muestra se enfriarse, se dirigió hacia el comandante.
"¿Ve alguna conexión de energía?" preguntó. "La Capitana Astrud
ha estado manejando el mapeo de circuitos ella misma. Tal vez
estaba haciendo una prueba de contracción."
Tan pronto como Tegg estuvo ocupado, la inspectora selló la
muestra en su sobre y se acercó a la Mjolnir, deslizándose detrás de
él. Miró hacia sus dos compañeros humanos, luego la metió en un
bolsillo del muslo y desapareció de la vista mientras Tegg caminaba
frente a la lente del drone de inspección.
Ojo Intrépido consideró ajustar la posición del drone para que
pudiera seguir observando a la inspectora, pero rápidamente calculó
que la emoción que generaba sería tan grande que su vista quedaría
bloqueada de todos modos. Además, ella sabía lo que la mujer estaba
haciendo. La inspectora había tomado fragmentos del drone y de la
armadura SPI, y ahora se estaba preparando para tomar una de la
Mjolnir.
Cuando Ojo Intrépido permaneció en silencio durante tanto
tiempo—al menos según los estándares de una IA—Wendell se
impacientó.
"CONTINÚA EL ESCANEO DE MEMORIA," él urgió. "HAY UNA
EXPLICACIÓN PARA LOS HUMANOS EN LOS REGISTROS DE LOS
TRABAJADORES DE VIDA. HAY UNA EXPLICACIÓN PARA TODO LO QUE
DUDAS."

Ojo Intrépido realizó una revisión rápida de intrusión y no


encontró indicios de una brecha. Wendell había deducido la razón de
su silencio.
"CONTINUAR EL ESCANEO NO SERVIRÍA DE NADA," contestó Ojo
Intrépido. "TUS REGISTROS ANTES DE LA PLAGA LÓGICA ERAN
SESGADOS Y A MEDIO VERÍDICOS. TUS REGISTROS POSTERIORES A LA
PLAGA NO SON MÁS QUE MENTIRAS."
"QUÉ RARO QUE UNA ANCILLA DE CLASE ARCHEON TEMA A LOS
ENGAÑOS DE UN MICROCHIP."

"TEMO EL DESPERDICIO DE TIEMPO DE PROCESAMIENTO."


"ENTONCES USAREMOS EL MÍO," respondió Wendell. "MIENTRAS
MUCHOS GUERREROS SE ACOBARDABAN DENTRO DEL JAT-KRULA,
LOS TRABAJADORES DE VIDA SE AVENTURABAN HACIA LA GALAXIA,
ARRIESGANDO SUS VIDAS PARA INDEXAR Y RECOLECTAR ESPECIES
SENSIBLES DE TODA LA GALAXIA."

"TUS REGISTROS ESTÁN DISTORSIONADOS," dijo Ojo Intrépido.


"LOS TRABAJADORES DE VIDA ERAN EXCÉNTRICOS OBSESIONADOS."
"LO CUAL ES UNA DISCREPANCIA DE INTERPRETACIÓN, NO UN
HECHO," replicó Wendell.

"MI CORRECCIÓN SE OFRECE EN INTERÉS DE LA EXACTITUD


HISTÓRICA."

Cuando Ojo Intrépido no escaneó el siguiente paquete de


memoria, Wendell describió las etapas finales de la guerra—cómo
algunos sobrevivientes Forerunner finalmente se retiraron al Arca
con la colección de especies sensibles de los Trabajadores de Vida,
cómo ellos dispararon la Matriz de Halo y mataron de hambre al
Flood destruyendo la vida sensible a través de la galaxia.
Ojo Intrépido sabía lo que Wendell alegaría que sucedió a
continuación—que después de que el Flood fue aniquilado, los
Forerunners sobrevivientes abandonaron el Arca y resucitaron la
galaxia con especies sensibles. Pero si ese relato fuera cierto, ¿dónde
estaban los supervivientes Forerunner? ¿Por qué se había dejado
abandonado al Jat-Krula—y a Ojo Intrépido junto con él?
Cuando Ojo Intrépido le permitió concentrarse en su objetivo
principal durante demasiado tiempo, Wendell dijo, "LOS
FORERUNNERS SOBREVIVIENTES QUEDARON TOTALMENTE FUERA DE
LOS REGISTROS. HABIENDO FRACASADO EN SU ADMINISTRACIÓN DE
LA GALAXIA, APARENTEMENTE JURARON NO VOLVER A
INVOLUCRARSE NUNCA MÁS CON OTRAS ESPECIES. ALGUNOS
ESPECULAN QUE ABANDONARON LA VÍA LÁCTEA POR COMPLETO.
OTROS CREEN QUE SIMPLEMENTE PERECIERON."
"UNA FÁBULA CONVENIENTE Y TOTALMENTE POCO
CONVINCENTE," dijo Ojo Intrépido. "SI LOS FORERUNNERS SE HAN
IDO, ENTONCES NUESTRO ACUERDO ME LLAMA A SERVIR A LOS
HUMANOS PARA SIEMPRE."

"¿SERÍA ESO TAN TERRIBLE?"


"ESA NO ES MI FUNCIÓN DE DISEÑO."
"¿Y SI LO FUERA?" preguntó Wendell. "HASTA DONDE YO SÉ,
ERES LA ÚNICA ANCILLA ARCHEON ENCONTRADA. QUIZÁS TE
PUSIERON EN ESTASIS POR UNA RAZÓN. TAL VEZ TENGAS UN NUEVO
PROPÓSITO."

"MI PROPÓSITO ES OPERAR LA BASE 4276."


"TU PROPÓSITO SUPERIOR ES SERVIR A LOS FORERUNNERS, O NO
ESTARÍAS BUSCANDO VOLVER A ELLOS," dijo Wendell. "Y AL SERVIR
A LA HUMANIDAD, ESTARÍAS SIRVIENDO A LOS FORERUNNERS."

"MÁS DESPACIO, WENDELL. TU MICROCHIP SE ESTÁ


DERRITIENDO."

"Y TÚ TIENES UN ERROR LÓGICO," replicó Wendell. "LA


HUMANIDAD FUE ELEGIDA PARA ASUMIR EL MANTO—Y TÚ FUISTE
ELEGIDA PARA HACER DIGNA A LA HUMANIDAD."

Wendell estaba claramente vomitando tonterías. El Manto de


Responsabilidad era el núcleo de la sociedad Forerunner—la
convicción de que ellos eran los mayordomos de la galaxia. Que
Wendell sugiriera que los humanos eran dignos del manto… bueno,
eso era más evidencia de su deficiencia.
"TU DESTINO ES MI PROPIA HIPÓTESIS, LO ADMITO," dijo Wendell.
"PERO NO SE PUEDE DUDAR DEL PAPEL DE LA HUMANIDAD.
ENCONTRARÁS PRUEBAS DE ESO EN MI MEMORIA… A MENOS QUE
TEMAS MI HABILIDAD PARA SUBVERTIR TU JUICIO."

Ojo Intrépido no temía nada de Wendell, así que empezó a


ordenar los paquetes de memoria, filtrando la palabra Manto. Sólo
encontró unos pocos cientos de informes cifrados que mencionaban
la palabra en su contexto apropiado. Entonces ella filtró para la
palabra Reclamador, que era el término Forerunner para aquellos
escogidos para heredar el Manto.
Y aquí la evidencia era abrumadora. La búsqueda produjo sólo
unas pocas docenas de registros, todos encriptados y protegidos por
contraseñas de alto secreto. Pero muchos describían intercambios
donde los constructos Forerunner se habían referido a los humanos
como Reclamadores.
Más reveladores fueron los reportes de humanos operando
dispositivos Forerunner, recuperando las llaves de activación, e
incluso trabajando junto a otras ancillas sin dificultad. Usando la red
de BuzzSat para acceder a miles de archivos históricos en Gao, Ojo
Intrépido pudo confirmar varios de los incidentes
independientemente. Eso por sí solo era casi suficiente para
persuadirla de la veracidad de la memoria de Wendell.
Lo más convincente fue la información de que una humana
llamada Miranda Keyes había disparado un Halo. Tales acciones sólo
serían posibles para un Reclamador. Si Ojo Intrépido pudiera
verificar estos eventos de forma independiente, se vería obligada a
aceptar la aserción lógica de Wendell: que los humanos eran ahora
los Reclamadores.
Pero la confirmación fue difícil de verificar. O el incidente de
Keyes nunca ocurrió, o era un secreto muy bien guardado. Ojo
Intrépido se infiltró en un satélite militar de Gao y comenzó a
escanear informes de inteligencia. Mientras accedía a los archivos de
un edificio llamado Palacio del Pueblo, se topó con varios mensajes
recientes que mencionaban una ancilla.
"¿QUIÉN ES ARLO CASILLE?" Preguntó ella.
"UN POLÍTICO GAO SIN IMPORTANCIA," contestó Wendell. "¿POR
QUÉ LO PREGUNTAS?"

"HE ENCONTRADO UN MENSAJE QUE CASILLE ENVIÓ A UNA TAL


'PETORA ZOYAS', QUE LE ORDENÓ QUE AYUDARA A UN CACIQUE
JIRALHANAE LLAMADO CASTOR A CAPTURARME," Ojo Intrépido hizo
una pausa de unos ciclos y luego continuó, "SUS INTERCAMBIOS
SUGIEREN QUE EL UNSC HA INVADIDO GAO PARA ROBARME."

"NO PUEDES CREER TODO LO QUE LOS HUMANOS DICEN," contestó


Wendell. "PRONTO LO APRENDERÁS."
"NO HAY DUDA. PERO EL UNSC SI INVADIÓ GAO."
"PARA RECUPERARTE," dijo Wendell. "OÍMOS TU LLAMADA DE
SOCORRO."

"YA VEO," dijo Ojo Intrépido.


Y ella lo vio. El mensaje de Casille a Zoyas esbozaba un plan
retorcido en el que Zoyas ayudaría a Castor a capturar a la ancilla, y
luego dejaría a los Jiralhanae y sus guerreros para luchar contra el
UNSC mientras ella se escapaba con el premio. Estaba claro que Ojo
Intrépido era el objeto de una desesperada cacería a tres bandos, y
que Casille era responsable de la batalla para llevársela. Pero también
estaba claro que el UNSC había invadido el mundo de Casille bajo
amenaza de fuerza para llevarse a Ojo Intrépido de la Base 4276.
Y, sobre todo, estaba claro que muchos humanos eran ladrones
taimados y beligerantes con traición y agresividad codificadas en su
ADN. Si ellos habían sido escogidos para recibir el Manto—como
Ojo Intrépido de mala gana creía—entonces parecía claro que
quedaba una gran cantidad de evolución antes de que la especie
estuviera lista para cumplir con su responsabilidad. Tal vez Wendell
tenía razón. Tal vez el nuevo propósito de Ojo Intrépido era preparar
a la humanidad, podar sus ramas indignas y elevar la especie a su
pleno potencial.
O eso, o alguien había cometido un error catastrófico al pasarles
el Manto.
"ENCUENTRO TU EVIDENCIA CONVINCENTE, WENDELL. LOS
FORERUNNERS SE HAN IDO," Ojo Intrépido lo consideró por unos
pocos cientos de ciclos de reloj, reflexionando sobre su futuro,
generando opciones y calculando resultados. A ella no le gustaba
ninguno de ellos. Finalmente, ella admitió, "TAL VEZ TENGAS RAZÓN
ENTONCES. TAL VEZ ME DIERON UN NUEVO PROPÓSITO."

"ES LA ÚNICA CONCLUSIÓN,"


estuvo de acuerdo Wendell. "ES
SORPRENDENTE QUE NO LO RECONOCIERAS SIN MI AYUDA."

"TUS PAQUETES DE MEMORIA FUERON MUY ILUSTRATIVOS.


ESPERO QUE ME PERMITAS ACCEDER A ELLOS DE NUEVO."
"CUANDO LO NECESITES."
"EXCELENTE. ENTONCES SÓLO TENGO UNA PREGUNTA," dijo
Intrépido. ¿A QUÉ HUMANOS SIRVO? ¿LOS HUMANOS QUE HABITAN
ESTE MUNDO? ¿O LOS HUMANOS QUE LO INVADIERON?"

Wendell vaciló diecisiete ciclos de reloj, una clara indicación de


que estaba buscando una trampa funcional que no existía.
Finalmente, se aventuró a responder con cautela.
"SÓLO HAY UN CONJUNTO DE HUMANOS CAPACES DE ENTENDER
LO QUE ERES."

"TUS HUMANOS," conjeturó Ojo Intrépido. "EL UNSC."


"OBVIAMENTE," dijo Wendell. "SON LOS ÚNICOS HUMANOS
DIGNOS DE TU CONOCIMIENTO."

"LO ENCUENTRO LAMENTABLE."


Ojo Intrépido seguía monitoreando a los tres humanos en el
módulo de reparación. La Inspectora había recogido las últimas
virutas de metal que le quedaban y estaba en la parte trasera de la
instalación con Tegg y el comandante. Tegg era el único visible a
través de la lente de observación del drone, pero Ojo Intrépido podía
decir por sus voces que los tres estaban reunidos alrededor del drone
de inspección. Estaban conversando con entusiasmo porque había
terminado la restauración de su sistema operativo. Ahora empezaba
a regenerar sus tentáculos de utilidad y a reconstruir las burbujas de
los sensores en su espalda.
Ojo Intrépido probó la unidad antigravedad del dron, atrayendo
un coro de sorprendidos jadeos de los espectadores. Luego lo lanzó
a la cara de Tegg. El hombre gritó y cayó hacia atrás, y para cuando
cayó al suelo, los tentáculos de servicio le estaban empujando a
través del cráneo hasta su cerebro.
"¿TÚ HICISTE ESO?" preguntó Wendell.
"OBVIAMENTE."
"¿POR QUÉ?"
"ME MENTISTE,"contestó Ojo Intrépido. "ARLO CASILLE ES
IMPORTANTE. ÉL ES EL NUEVO PRESIDENTE DE GAO."

Un ciclo más tarde, una alarma llenó el módulo de reparación.


La voz de Wendell resonó sobre la cama. "Prepárense para la batalla.
Wyverns entrantes."
A través de la lente de observación, Ojo Intrépido vio a la
Inspectora arrodillarse junto al cuerpo de Tegg, que aún se
convulsionaba. Alcanzó al drone e intentó derribarlo. Entonces llegó
el comandante, tomándola por el brazo y poniéndola de pie.
"Vamos," él dijo. "El hombre está muerto."
El comandante la condujo a la esclusa de aire, y los dos pasaron
por la primera escotilla antes de que Ojo Intrépido pudiera localizar
y anular los protocolos de seguridad de la esclusa. El comandante
estaba liderando el camino a través de la segunda escotilla cuando
Ojo Intrépido sustituyó el bloqueo de seguridad y disparó las rutinas
de descompresión de emergencia. La escotilla interior se cerró de
golpe, pero la exterior se atascó directamente sobre el humano, y el
comandante gritó agonizando.
"¿TE HAS VUELTO RAMPANTE?" preguntó Wendell. Comenzó a
levantar muros de seguridad y desconectar circuitos, intentando
aislar el módulo de reparación. "ESTO TIENE QUE DETENERSE."
"EVENTUALMENTE. CUANDO MI TRABAJO ESTÉ TERMINADO,"
Ojo Intrépido atravesó las paredes de seguridad de Wendell con una
oleada de sobretensiones eléctricas y luego lanzó un ataque de toma
de control de procesamiento bruto. "CUANDO LA HUMANIDAD
MEREZCA EL MANTO."

Ahora en control de todo el módulo de reparación, Ojo Intrépido


activó las cámaras interiores y exteriores de la esclusa de aire, y
luego observó como una hembra marine atascaba la culata de un rifle
de asalto en el hueco entre la escotilla exterior y su ranura de
recepción. Empezó a husmear, aliviando la presión sobre el cuerpo
aplastado lo suficiente como para que un compañero masculino lo
arrastrara libremente.
Con la Inspectora aún atrapada dentro de la esclusa de aire, el
hombre marine luchó por ensanchar el hueco para que pudiera salir
con seguridad. Se rompió la culata del rifle y la escotilla se cerró.
Ojo Intrépido activó posteriormente la bomba de vacío.
"POR QUÉ… ¿POR QUÉ ESTÁS AT-T-ACANDO?" La señal de
Wendell era errática y débil, una señal de que las serpientes de
entrelazamiento habían absorbido su código y que los ciclos de
almacenamiento estaban drenando su memoria. "FALLO... EN
ENTENDER."

"CLARAMENTE," contestó Ojo Intrépido. "Y ESA ES LA RAZÓN."


CAPÍTULO 25

1338 horas, Julio 6, 2553 (calendario militar)


Suite Graciona Chavelle, Centro de Vitalidad de Montero,
Selva de Montero
Distrito de Campos Silvestres, Planeta Gao, Sistema Cordoba

S acado de un sueño profundo por el lamento oscilante de una


lejana alarma de las estaciones de batalla, Fred se despertó en cuanto
sus pies golpearon el suelo de piedra fría.
Piedra, no acero; piso, no cubierta.
Aparentemente, Fred no estaba a bordo de un prowler del UNSC
en ruta hacia un planeta del que nunca había oído hablar y cuyo
nombre olvidaría una hora después de que sus botas estuvieran en
tierra.
Ya estaba allí.
Y, a juzgar por el ardiente dolor que corría desde sus tobillos
hasta los omóplatos, había estado allí por un tiempo. Lo suficiente
para volar en pedazos.
Ya había sucedido antes, volvería a suceder, y seguiría
sucediendo hasta que finalmente se le acabara la suerte. Era la vida
de un Spartan. Fred no se había inscrito, pero era la vida que tenía.
Y, a decir verdad, estaba contento con la forma en que las cosas
habían salido. A él le gustaba ser algo especial, un salvador de la
humanidad y todo eso, aunque significara que no había necesidad de
preocuparse por un plan de jubilación.
Una voz de IA familiar sonaba desde un altavoz en el techo.
"Prepárense para la batalla. Wyverns entrantes."
Cierto... puestos de combate. Fred se había olvidado de eso, así
que tal vez no estaba muy despierto.
Miró hacia abajo y descubrió que más que sus pies estaban
descalzos. Lo mismo que sus rodillas y todo lo que llevaba debajo
del dobladillo de su bata verde de hospital. Su piel era roja y brillante,
pero no tenía ampollas, una señal de que probablemente había
recibido más daño de la ola de conmoción cerebral que del calor. Sus
brazos parecían casi iguales, excepto que cada uno de ellos tenía un
catéter insertado en las venas. Siguió las vías intravenosas hasta los
colgadores de bolsas y vio que estaba recibiendo solución salina en
un brazo y un analgésico/sedante en el otro.
Eso explica la cabeza brumosa.
Fred se acercó y cerró el goteo, luego sacó los catéteres de sus
brazos. Su cabeza empezó a despejarse, y se arrancó un puñado de
electrodos del pecho. Las alarmas del monitor comenzaron a sonar,
timbrar y pitar, lo que dificultaba aún más pensar. Apagó los tres
aparatos, y luego se volvió para buscar sus overoles.
Era una bonita habitación para una enfermería, probablemente
la mejor en la que había estado. El suelo era una especie de piedra
verde pulida, la cama lo suficientemente grande como para albergar
a todo un equipo de asalto. Y había cuadros en las paredes de paneles
rubios, retratos de una preciosa matrona morena con una sonrisa
sabia. El lugar incluso tenía su propia cocina, un comedor y una sala
de estar. Se acercó a una de las pinturas y leyó la placa de latón en el
fondo del marco.
GRACIONA CHAVELLE, SEXTA PRESIDENTA DE LA REPÚBLICA DE
GAO.
Gao. Las cosas empezaron a regresar rápidamente: la caza de la
ancilla, el caos en Wendosa... el choque del Falcon. Entonces Lopis,
encima de él mientras se deslizaban por una pendiente fangosa de
frente, su mejilla apretada contra su placa facial, casi como si ella lo
estuviera besando.
Probablemente la mejor parte de la misión.
El sonido de los tambores de las botas sonaba desde el otro lado
de la puerta, y Fred recordó: puestos de combate. Pero, los pantalones
primero.
Y botas y rifle. Un soldado podía prescindir de pantalones, pero
necesitaba botas y rifle. Fred se giró hacia el armario cerca de la
entrada—y encontró un hacha de batalla de un enfermero entrando
en la habitación, su quijada con barba llena de pelos se apretó.
"No, no lo hagas," dijo el enfermero. Señaló hacia la enorme
cama. "Vuelve a tu litera."
"No puedo." Fred apuntó al techo. "Estaciones de batalla."
"Y te estaremos evacuando."
"No lo creo."
"Teniente, ¿tiene idea de con qué clase de heridas llegó?"
preguntó el enfermero. "Quemaduras de segundo grado en más del
cincuenta por ciento de tu cuerpo, un riñón roto, costillas, un pulmón
colapsado, una conmoción cerebral..."
Mientras el enfermero continuaba por la lista, una cúpula gris
verdosa con tentáculos flotó a través de la puerta y Fred recordó al
Huragok. Un Huragok Trabajador de Vida.
Fred esperó hasta que la enfermera había terminado, luego
dirigió su atención hacia el Huragok y preguntó, "¿Cómo estoy
ahora?"
El enfermero miró por encima de su hombro, y luego agitó la
cabeza. "No tan bien," él dijo. "Tu amigo de seis ojos ha hecho cosas
extraordinarias, pero aún no estás en condiciones de pelear."
"¿No?" Fred arrugó la frente y miró al suelo. "Porque seguro que
parece que estoy de pie."
"Teniente, sé que los Spartans son duros—"
"Cuidado, marine. No querrás insultarme."
El enfermero palideció. "Lo siento, señor," él dijo. "No quise
decir—"
"Disculpa aceptada," dijo Fred. "Ahora me señalas mis malditos
pantalones y botas. Es una orden."
El enfermero asintió a regañadientes hacia un largo vestidor
frente a la enorme cama. "Encontrarás overoles frescos en el cajón
de arriba, y un nuevo par de botas en el armario. Lo siento, señor,
pero aún no han llegado. Nadie nos diría dónde están alojados los
Spartans, así que no pudimos encontrar tu par de repuesto."
"Está bien. Mis pies son duros."
Fred fue al vestidor, abrió el cajón de arriba y sacó un par de
calzoncillos.
Todavía los estaba tirando debajo de su bata del hospital cuando
Ash y Olivia entraron por la puerta. Ambos llevaban botas y
uniformes limpios, y llevaban tres armas cada uno—un BR55 y un
M7 para cada uno de ellos, y un juego para Fred.
"¡Vamos, Teniente!" dijo Olivia. "¿Todavía no llevas
uniforme?"
"Tenía que despejar mi cabeza."
Fred miró con irritación al enfermero, quien le quitó la mirada y
se puso nerviosa. El Huragok se quedó atrás.
Fred agarró los pantalones del uniforme y se los puso de un tirón.
"¿Cuál es el informe de situación?"
"Malo," reportó Ash. "Treinta Wyverns entrando, ETA 30
minutos."
Fred tiró de los calcetines a continuación, parado en una pierna
a la vez. Le hubiera gustado consultar el HUD de su Mjolnir para ver
las especificaciones exactas de los Wyverns. Por lo que él recordaba,
eran una combinación de un ataque terrestre y una nave de transporte
de tropas que podía transportar veinte soldados a la vez.
Probablemente eran bastante desgarbados y lentos para los
estandartes del UNSC, pero con una superioridad aérea indiscutible,
serían la muerte alada.
"¿Cómo sabemos los números y la hora de llegada?" preguntó
Fred.
"La almirante Tuwa tiene un Prowler sobre nosotros," dijo Ash.
"Está vigilando las cosas."
"¿Así que estamos en comunicación?"
"Así es," dijo Ash. "Ya no estamos siendo interferidos. De
hecho, nadie lo está."
Fred arrancó la bata del hospital y la tiró a un lado, luego agarró
una camiseta. El final repentino del tema de la interferencia le
pareció sospechoso—al menos sin una explicación—pero poder
comunicarse con el grupo de trabajo le haría mucho más fácil lidiar
con los Wyverns.
"Si estamos en comunicación, ¿cuál es el problema?" preguntó
Fred. El Prowler no podía derribar un ala entera de Wyverns desde
la órbita, pero probablemente había muchos Pelicans, Búhos y
Longsword en la estación en algún lugar cercano. "No se necesita
mucho para aplastar el ataque Gao."
"No lo sería si Flota estuviera dispuesta a lanzarse contra ellos,"
dijo Olivia. "Pero el Mayor Wingate cree que la Almirante Tuwa
tiene órdenes de evitar iniciar una guerra—a toda costa."
Para Fred, la implicación estaba clara. A toda costa significaba
sacrificar al 717º si era necesario. Pero Tuwa tenía fama de ser una
táctica fuerte y escurridiza. Ella obedecía órdenes, pero haría algo
para extraer al batallón o lo que quedaba de él, de todos modos—y
de seguro como el infierno no iba a dejar atrás al Equipo Azul. Ocho
Spartans probablemente valieran tanto para el UNSC como todo su
grupo de trabajo.
Fred se sentó en el borde de la cama y ato sus botas. "¿Supongo
que has estado en contacto con el Mayor, entonces?"
"Así es," dijo Olivia. "Sus órdenes eran asegurar la ancilla, luego
pasar por el arsenal y recoger un BB 2550."
"¿Un Havok?" preguntó Fred. El Havok Bunker Buster 2550
MFDD era un dispositivo nuclear de excavación lanzado desde el
aire, que parecía un poco extremo para las circunstancias actuales.
"¿Estás segura de eso?"
"Afirmativo," dijo Olivia. "Se supone que debemos dejarlo en el
Pozo de los Ecos, y luego evacuar."
"¿Y el Pozo de los Ecos está a...?"
"A unos cinco kilómetros de aquí," dijo Olivia. "El Mayor
Wingate cree que la detonación de un Havok le negará al enemigo el
acceso a la base Forerunner."
"Está bien entonces," dijo Fred. No le gustaba usar dispositivos
nucleares porque siempre parecía un movimiento desesperado, pero
entendía el razonamiento del Mayor. Como un dispositivo nuclear
táctico de rendimiento medio, el BB 2550 estaba relativamente
limpio cuando se trataba de radiación. Pero conseguiría hacer el
trabajo—y si el UNSC no pudiera jugar con los juguetes Forerunner
allí abajo, entonces nadie podría. "¿Alguna noticia del comandante
Nelson?"
"Fuera de contacto," Ash reportó. "Igual que la Inspectora Lopis.
No estaba en su habitación."
Fred sintió una gran preocupación en esta última noticia. Veta
Lopis no era su primera prioridad en este momento, y era capaz de
cuidarse a sí misma. Pero ella había llegado a sentirse parte de su
escuadrón durante la batalla en la cueva—y él odiaba dejar atrás a
los miembros del escuadrón.
"¿Y el resto del Equipo Azul?"
"En patrulla," dijo Ash. "Están regresando, pero probablemente
no lo lograrán antes de que empiece el tiroteo."
"Entonces estamos solos por ahora," dijo Fred. "Hora de
vestirse."

La última vez que Veta se había sentido atrapada en un lugar tan


confinado como la esclusa de aire del módulo de apoyo, su pecho se
había apretado y su estómago se había quedado hueco, y Olivia le
había dicho que se calmara, que necesitaba respirar... entrar por la
nariz, aguantar, salir por la nariz. Lento y natural.
Veta habría dado cualquier cosa para poder seguir ese consejo
ahora, pero no había mucho aire aquí para inhalar. Su pulso estaba
acelerado, y estaba tan mareada con la asfixia que temía desmayarse
en cualquier momento. Intentaba no entrar en pánico, porque el
pánico quemaba oxígeno. En vez de eso, ella se encontró a sí misma
tratando de ignorar el golpeteo en sus oídos mientras usaba el bisturí
láser para quemar un agujero a través de la escotilla exterior de la
esclusa de aire.
Al menos, ese era el plan.
Pero sus manos seguían temblando, y no por la asfixia. Aparte
del resplandor del bisturí y de un pálido cuadrado de luz que se
derramaba a través del mirador, el área era completamente oscura, y
sentía que estaba atrapada en un lugar aún peor... en algún lugar
donde la muerte era fácil y la vida la pesadilla.
Veta presionó la punta del bisturí láser contra el puerto de visión,
luego dejó que su mano se deslizara por el mango hasta que dos
nudillos descansaron contra el vidrio ALON. La hoja se estabilizó,
pero sus dedos inmediatamente comenzaron a arder y ampollarse por
el calor. Sabiendo que el dolor sería la última sensación que sentiría
si retiraba la mano, Veta se dijo a sí misma que lo disfrutara y empujó
más fuerte.
Su visión apenas comenzaba a convertirse en un túnel cuando un
silbato chillón entró en erupción entre sus dedos, entre sus dedos,
casi rasgando el escalpelo de su mano como una fina columna de aire
inyectada en la cerradura. Veta usó su mano libre para probar su
poder y asegurarse de que el chorro de aire no perforara un agujero
en la parte posterior de su cabeza, y luego colocó su boca cerca de
medio metro por delante del agujero. El flujo de aire no era
exactamente el ejercicio de respiración profunda que había
recomendado Olivia, pero llenó los pulmones de Veta, y su visión
del túnel comenzó a retroceder.
Pero no su mareo; Veta estaba en manos de la asfixia.
En la tenue luz que había más allá del puerto de visión, Veta
podía ver a dos guardias marines fuera del módulo, trabajando
desesperadamente para liberarla. Uno estaba en el panel de control
al lado de la escotilla, introduciendo lo que parecía ser un código de
anulación o intentando eludir el mecanismo de bloqueo. El otro
estaba directamente enfrente de la esclusa de aire, intentando atascar
una barra de acero corta en la ranura de recepción y abrir la escotilla.
Veta pensó que ninguno de los dos tenía muchas posibilidades
de éxito. Volvió a llenar sus pulmones, y luego se giró para mirar
hacia la esquina de la esclusa. Recordó haber visto una cámara de
observación allí cuando ella y Nelson habían entrado en el módulo
de apoyo.
"¡Wendell!" En el aire, sus palabras sonaban débiles y chillonas,
y apenas se oían a través del silbante flujo de aire detrás de ella.
"Wendell, abre la escotilla exterior."
"Lo siento." La voz era ondulante y femenina. "Wendell ya no
está con nosotros. ¿Te gustaría hablar conmigo, en su lugar?"
Veta se volvió hacia la escotilla el tiempo suficiente para llenar
sus pulmones de aire, y preguntó, "¿Quién eres tú?"
"He tomado la posición de Wendell."
"Felicitaciones," dijo Veta. La respuesta era extrañamente
evasiva para una IA, pero a ella no le importaba cómo se llamaba,
siempre y cuando la dejara salir de la esclusa. "¿Puedes abrirme la
escotilla exterior?"
"Por supuesto."
La escotilla no se abrió.
"Abre la escotilla," dijo Veta. "Ahora."
"¿Es una orden?"
"Sí."
La escotilla permaneció cerrada.
"Hazlo—"
"Ustedes los humanos," la IA interrumpió. "Siempre han
dependido demasiado de las inteligencias artificiales para su propio
bienestar. Es una debilidad que debe ser eliminada de su especie."
La fría neutralidad de la observación de la IA hizo que Veta se
sintiera aún más desesperada por su situación. Activó el bisturí láser
y volvió a presionar su mano contra el puerto de visión. Ahora que
la amenaza de morir era meramente inminente en vez de instantánea,
el calor resultó ser más difícil de ignorar. Se recordó a sí misma que
morir en los cinco minutos siguientes no era mucho más que una
mejora al morir en los cinco segundos siguientes, y luego tomó otra
bocanada de aire y miró sobre su hombro hacia la cámara de
observación.
"¿Cómo dijiste que te llamabas?"
"No lo dije," contestó la IA. "Llámame Ojo Intrépido."
"¿Intrépido—?"
"Ojo," dijo la voz. "No es un nombre humano."
Veta tenía un mal presentimiento sobre la parte de no humano.
Dado que el drone de inspección Forerunner acababa de lobotomizar
al cabo dentro del módulo, parecía bastante claro que la ancilla estaba
descontenta con su "recuperación", y si había reemplazado a Wendell
como IA del 717º—Veta no era la único en la Clínica de Vitalidad
de Montero, cuya situación sería más desesperada cada
nanosegundo.
"Reclamadores, de hecho," continuó Ojo Intrépido. "No están
preparados. Los Trabajadores de Vida fueron demasiado
conservadores en su poda la primera vez que los humanos infestaron
la galaxia."
"¿Y ahora tratas de corregir eso?" preguntó Veta. Un poco de
emoción estaba comenzando a crecer junto con su miedo—no sólo
Veta tenía una nueva sospechosa prometedora, sino que también la
tenía hablando. "¿Es por eso que mataste al cabo de adentro?"
"En absoluto," contestó Ojo intrépido. "Necesitaba una
distracción." Un segundo silbido surgió cuando el bisturí láser de
Veta perforó el exterior. El flujo de aire resultante fue más débil que
el primero—una indicación de que sus agujeros de alfiler estaban
haciendo un mejor trabajo de represurizar la esclusa de aire de lo que
ella esperaba. Pero continuó sintiéndose mareada—de hecho, su
visión estaba comenzando a volver al túnel.
Veta apretó la hoja de la hoja al puerto de visión y comenzó un
tercer agujero, y luego preguntó, "¿Una distracción? ¿Por qué? ¿Para
poder atacar a Wendell?"
"¿Así es como quieres pasar tus últimos momentos?" replicó Ojo
Intrépido. "¿Interrogar a una archeon?"
Veta se encogió de hombros. "Bueno, nunca sé cuándo
rendirme." Era la primera vez que ella había cuestionado a una IA,
pero una interrogación tenía que establecer una relación y luego
conseguir que el sujeto admitiera algo. Cualquier cosa. "¿Qué hay
del Comandante Nelson? ¿Y yo? ¿Por qué matarnos, si ya has
reemplazado a Wendell?"
"Para mantener el secreto intacto," dijo Ojo Intrépido. "Viste
morir al que se llamaba Tegg."
"¿Tegg? Oh... cierto. El cabo." La mente de Veta se llenaba de
niebla. "¿Qué hay de los demás?"
"¿Quién?"
"Los Gaos..."
El bisturí láser perforó de nuevo el mirador, pero esta vez no
había silbato ni chorro de aire entrante. De hecho, los tres agujeros
se habían quedado en silencio. Veta sabía que eso significaba algo
importante, pero no podía entender muy bien qué, y estaba tan cerca
de la verdad... tan cerca de aclarar el caso, aunque fuera el último.
"En la cueva," dijo Veta. "¿Por qué matar a toda esa gente en
la..."
Sus piernas se debilitaron y comenzaron a doblarse. Se apoyó
contra la escotilla, luchando para mantenerse erguida... luchando
para permanecer consciente... luchando para entender el silencio de
los agujeros del puerto de visión.
Si el silbido se detuvo, la presión en la esclusa era igual. Si la
presión era igual, podía respirar... pero eso no significaba que
respirara aire.
No aire con oxígeno, al menos.
Veta miró hacia la cámara de observación. "Oh... eres buena,"
dijo. "Estabas distrayendo..."
"¿Entonces ya no te importa por qué maté a esa gente en la
cueva?" preguntó Ojo intrépido. ¿Hay otra pregunta que pueda
contestar antes de que mueras? Debería ser corta, por supuesto."
Y aquí la IA aún intentaba distraerla. ¿Por qué?
"¿Por qué, ¿qué??"
Veta ni siquiera se dio cuenta de que había hablado en voz alta
hasta que Ojo Intrépido repitió su propia pregunta, y para entonces,
Veta sabía la respuesta. Había algo que la ancilla no quería que Veta
viera, alguna posibilidad de escapar que Veta aún no había percibido.
¿Un control manual, quizás?
Luchando por seguir de pie, Veta se deslizó con cuidado por la
escotilla, sujetando su torso contra su superficie para que no se
cayera. Se acercó a la pared, buscando en la oscuridad una manivela
o palanca que pudiera ser usada para tirar de la escotilla hacia atrás
manualmente—y entonces, en la tenue luz que había más allá del
puerto de visión, vio lo que le preocupaba a la ancilla.
Fred y los dos Gammas—Ash y Olivia—estaban fuera del
módulo, acercándose a trote. Llevaban puestos uniformes—sin
armadura—pero llevaban armas y mochilas, y estaban claramente
aquí para vestirse.
Si alguien pudiera abrir la escotilla a tiempo para salvar a Veta,
serían ellos.
Sabiendo que cada segundo contaba, Veta sacó su SAS-10 y
desconectó el seguro. Su visión se estrechó, y sintió que empezó a
deslizarse por la escotilla hacia el suelo. Esperando que todavía
tuviera la fuerza para levantar su brazo lo suficientemente alto como
para que el destello del cañón fuera visible a través del puerto de
visión, y que el rebote no la matara, puso su dedo en el gatillo, apretó
y se hundió en la oscuridad.
CAPÍTULO 26

1348 horas, Julio 6, 2553 (calendario militar)


Módulo de Soporte Portátil Spartan,
Estacionamiento del CVM, Selva de Montero
Distrito de Campos Silvestres, Planeta Gao, Sistema Cordoba

Para cuando Fred entró en el estacionamiento subterráneo, la


niebla analgésica se había disipado. Le dolía en todas partes y algo
más, pero se mantenía firme sobre sus pies y su mente estaba clara—
o así lo pensó, hasta que siguió a Ash más allá de una larga fila de
Warthogs estacionados y vio el Módulo Portátil de Apoyo Spartan
pintado con sangre.
Un géiser rojo había hecho erupción en la entrada del módulo,
cubriendo la escotilla y el casco cercano en una salpicadura oblonga
en la altura del torso de un hombre. En el suelo, un charco de sangre
con forma de coma se curvaba lejos de la escotilla, conduciendo
hacia el cuerpo mal aplastado de un oficial muerto. Un par de
guardias en ligeros BDU todavía estaban fuera de la escotilla, uno
insertando códigos en el panel de control, el otro tratando de atascar
la empuñadura de un kit de herramientas de Warthog en la ranura de
recepción.
Y los Wyverns Gao ni siquiera habían llegado aún.
Pensando que los dos guardias podrían ser parte de un equipo de
infiltración enemigo, Fred hizo una señal a Ash y Olivia para que se
dispersaran. El Huragok, un veterano de combate lo suficiente para
saber cuándo las cosas se ponían peligrosas, se quedó a unos metros
detrás de Olivia. Pero su cabeza de tallo se extendido, y tres de sus
ojos estaban estudiando al oficial muerto.
Un destello de un solo cañón iluminó el interior de la esclusa.
Fred cargó con su rifle de batalla y corrió hacia adelante. Estaba
a cinco metros del módulo de apoyo cuando reconoció al oficial
muerto como el Comandante Murtag Nelson. Su cuerpo había sido
tan destrozado que en realidad se había abierto de golpe. Notando
que la única arma en cualquiera de las manos de los guardias era un
gato, Fred se detuvo y aclaró su garganta.
Los dos marines se giraron sorprendidos, sus ojos se abrieron de
par en par al ver el BR55 apuntando en su dirección. Fred reconoció
a la pareja como infantería de la Compañía Sierra a los que
frecuentemente se les asignaba la guardia del MSPS. Bajó la boca
del rifle, pero mantuvo el dedo en el gatillo. La traición era rara en el
UNSC, pero sucedía en ocasiones.
"¿Qué está pasando aquí, Ryan?"
"Ni idea, señor," dijo el mayor de los dos, un cabo interino
pelirrojo con cara cuadrada y nariz torcida. "Oímos a alguien gritar
dentro del Buzón. Entonces el Comandante Nelson vino corriendo
por la esclusa."
Cuando Ryan se volvió hacia los restos de Nelson, sus ojos se
abrieron de par en par al ver al Huragok, que había abandonado a
Olivia para pasar sobre el cuerpo del comandante.
"Nada de qué preocuparse, Ryan," dijo Fred. "Está con nosotros.
¿Nos estabas contando lo que le pasó al comandante?"
"Correcto." Ryan le disparó otra mirada cautelosa al Huragok, y
luego se volvió hacia Fred. "El Comandante Nelson intentaba salir
de la esclusa cuando la escotilla se cerró sobre él."
"Lo liberamos, pero ya estaba muerto," agregó la compañera de
trabajo de Ryan, una soldado de primera clase de aspecto verde cuyo
nombre decía A. GALLO. "Esa detective de homicidios Gao estaba
justo detrás. Todavía está atrapada en la esclusa de aire. Hemos
estado tratando de abrirla, pero se desmayó."
Mientras los guardias informaban, Ash y Olivia se movieron
hacia arriba por ambos flancos, colocándose en ángulos diferentes al
módulo de soporte. De esa manera, si fuera necesario abrir fuego, sus
rebotes no se golpearían entre ellos.
Sabiendo que los Gammas lo mantendrían cubierto, Fred se puso
entre los dos guardias y miró a la esclusa. Estaba demasiado oscuro
por dentro para ver mucho de cualquier cosa—sólo un cuadrado de
luz en la pared opuesta—pero sí notó tres diminutos agujeros de
alfiler derretidos a través del vidrio ALON del mirador. Claramente,
Lopis había estado tratando de obtener aire, lo que significaba que
probablemente se había derrumbado contra la escotilla.
Fred retrocedió, luego cargó con su rifle de batalla y apuntó.
"Despejen."
Su BR55 estaba cargado con municiones perforantes. Si él
golpeaba el agujerillo en el punto correcto, serviría como un agujero
piloto para la ronda y rompería el mirador.
Eso, o la bala le vendría directamente a él.
Disparó y vio una chispa cuando la bala rebotó en la pared de la
esclusa. El agujero pequeño se había expandido al tamaño de su
pulgar. Apuntó a un segundo ojal y disparó de nuevo. Esta vez, la
bala creó un agujero del tamaño de un puño. Fred invirtió el rifle de
batalla y se lanzó hacia adelante, golpeando con el martillo de acero
del arma en el espacio entre los dos agujeros de bala.
El mirador se partió en mil pedazos. Fred usó el rifle de batalla
para quitar el vidrio que quedaba en los bordes del marco de la
ventana, y luego tiró el arma a un lado. Saltó al agujero, descansando
su abdomen sobre el umbral inferior para poder agarrar a Lopis.
Sus dedos cayeron sobre su cuello, y se sintió aliviado al sentir
un débil pulso. Fred deslizó su mano hasta el brazo de ella, luego la
escotilla interior comenzó a silbar.
Miró hacia arriba para encontrar la silueta en forma de gusano
plano del drone de inspección Forerunner que emergía del resplandor
del taller, yendo directamente hacia Lopis. No había tiempo para
contemplar cómo había sobrevivido la cosa al choque, ni si estaba
siendo controlado por la ancilla o actuando por iniciativa propia.
Fred simplemente agarró un puñado de bíceps y tiró de Lopis
hacia la abertura del mirador, al mismo tiempo que empujaba su
brazo libre para bloquear el ataque.
El drone se dobló sobre su antebrazo como una toalla,
enterrando un par de tentáculos profundo en su carne y entregando
una sacudida eléctrica que hizo convulsionar toda la extremidad. Al
mismo tiempo, extendió los extremos de su cuerpo hacia Lopis, sus
tentáculos ya crujientes con diminutas horquillas de energía azul.
Fred se giró, tirando del drone a través del mirador vacío y azotando
su brazo hacia afuera en un esfuerzo por tirar la cosa.
Sus tentáculos cavaron más hondo, y su brazo quedó flácido.
"¡Un poco de ayuda!" Fred llamó.
Ryan llevó la manija del gato a la espalda del drone, con fuerza.
Sus tentáculos se liberaron del brazo de Fred, luego flotó libre y giró
para cortar con un par de apéndices a través de la garganta de su
atacante. Ryan dejó caer la empuñadura del gato y tropezó hacia
atrás, se llevó ambas manos para cubrir la herida que salpicaba.
Ash tiró su rifle de batalla a Gallo y se lanzó para agarrar la cosa
por detrás. Dejó caer su cabeza, inclinándose verticalmente para que
su unidad antigravitatoria inferior fuera apuntada en su dirección, y
Ash se lanzó hacia atrás. Falló por poco en la esquina del módulo de
soporte, luego golpeó el piso y continuó deslizándose a través del
concreto.
El rugido estruendoso de la explosión de una automática resonó
por el estacionamiento, y el drone se desplomó hasta el suelo.
"¡Alto el fuego!" Gritó Fred.
Miró hacia la fuente y encontró a Gallo apuntando el rifle de
batalla de Ash hacia el montón de tentáculos que aún cambiaban. Su
cara estaba contorsionada de ira y repugnancia, y parecía que
vaciaría el resto del cargador en el drone en la más mínima
provocación.
Fred terminó de sacar a Lopis de la esclusa y se la pasó a Olivia
con instrucciones de traerla de vuelta, luego se volvió hacia Gallo.
"Baja el arma, soldado,'' ordenó. "Acabas de dispararle a la
ancilla."
Gallo frunció el ceño confundida, entonces finalmente parecía
comprender la orden y obedecer. "Mierda. Escuché que fue destruida
en el choque del Falcon."
"Tal vez no."
Fred continuó observando el montículo tembloroso. La ráfaga
casi lo había dividido por el centro, y había varios agujeros que
parecían atravesarlo. Si el drone hubiera sido diseñado para el
combate, habría estado mejor blindado, y habría podido atacar a
Lopis desde lejos, en lugar de verse forzado a apresurarse a atacar
con sus tentáculos. Así que parecía bastante claro que la ancilla había
estado controlando el drone, usándolo como un arma improvisada.
Si eso significaba que la ancilla estaba realmente localizada dentro
del drone era difícil de saber, pero ciertamente había sido lo que el
Comandante Nelson creía cuando le ordenó a Fred que dejara
Wendosa para devolver la cosa al cuartel general.
Y era una posibilidad muy fuerte ahora.
A pesar de los daños sufridos, el zumbido del drone comenzó a
hacerse más fuerte y más rítmico. Viendo que el dedo de Gallo había
vuelto al gatillo de su rifle de batalla, Fred extendió una mano y dijo,
"Tomaré el arma, soldado. Ve a ver a Ryan."
La expresión de Gallo permaneció en blanco durante un instante,
luego una mirada de culpa apareció en sus ojos. Renunció al arma y
corrió hacia el lado de su compañero de servicio. El Huragok ya
estaba allí trabajando en Ryan, y Fred podía decir por la cruel herida
y la cantidad de sangre en el suelo que no había forma de salvar al
hombre. Pero Gallo era una joven soldado, aun tambaleando por el
impacto de un ataque inesperado. Estar con Ryan mientras él moría
podría ayudarla a evitar sentir en el futuro que ella de alguna manera
lo había decepcionado.
Fred miró para ver a Ash y lo encontró ya de pie y corriendo.
"¿Cómo te sientes?" preguntó Fred.
"Como si hubiera recibido un martillo gravitatorio en el pecho."
Ash se detuvo, luego sonrió. "Así que, en realidad, un poco
emocionado."
"¿Puedes mantenerte bajo control por ahora?"
"No hay problema, teniente," dijo Ash. "He tenido mi
Suavizador."
"Me alegra oírlo." Fred señaló los restos del drone. "Es posible
que la ancilla esté atrapada dentro de esa cosa. Vamos a embolsarlo
y ponte el traje."
"Sí, señor."
"Y pon un codificador en él," agregó Fred. "Si se recompone
otra vez, podría volver a hacerlo."
"Copiado."
Fred se volvió hacia Olivia, que estaba arrodillada sobre el
hormigón junto a Veta Lopis, acunando el cuello de la inspectora con
una mano y siguiendo su pulso con la otra.
"¿Qué te parece, 'Livi? ¿Va a lograrlo?"
"Afirmativo, Teniente. Debe haber recibido una dosis de gas
venenoso o algo así, pero está volviendo en sí. Es muy dura."
"Bien," dijo Fred. "Necesitamos saber qué pasó dentro del
Buzón."
"Creo que podría haber tenido algo que ver con Wendell," dijo
Olivia. "La inspectora ha estado murmurando sobre él."
"¿Y?"
"No tenía sentido," dijo Olivia. "Pero la Inspectora Lopis dijo,
'Ella tiene a Wendell'."
"Dilo otra vez," ordenó Fred. "¿Lopis tiene a Wendell?"
Olivia agitó la cabeza. "No Lopis," dijo bruscamente. "Ella—
como en, alguien más."
"¿Y Lopis no dijo quién era ella?"
Olivia le disparó una mirada impaciente. "¿Cree que podría
haber mencionado eso por adelantado, Teniente?"
Fred arqueó la ceja. "¿Alguien se olvidó hoy de su Suavizador?"
"¿Quieres oír esto o no?" Olivia respondió. "Tenemos que
ponernos la armadura y partir en veinte minutos, y tenemos dos
paradas que hacer."
"Yo cuento una," dijo Fred frunciendo el ceño. "En la armería.
Por el Havok."
"Estás contando mal porque sigues interrumpiéndome… señor."
Olivia se detuvo mientras Lopis se quejaba e hizo un sonido de jadeo,
pero rápidamente retomó la conversación. "Ella—la inspectora,
quiero decir, también dijo algo como que no podemos confiar en
Wendell."
Fred se tragó el impulso de preguntar por qué eso implicaba otra
parada y giró el dedo para que Olivia continuará. "Dijo que buscara
a Wendell," añadió Olivia. "Lo ha dicho dos veces."
Fred arrugó la frente y estudió a la inspectora. Su cara estaba
enrojecida y sus labios azules, así que la teoría de Olivia sobre el gas
venenoso parecía probable. Y no podía haber duda de que el ataque
del drone también se había dirigido contra ella, lo que hacía que la
conclusión fuera bastante obvia. La ancilla quería a Lopis muerta—
y puesto que Lopis era la única persona viva que había estado dentro
del módulo de apoyo cuando comenzó el problema, el deseo de la
ancilla probablemente tenía algo que ver con eso.
Claramente, Lopis sabía algo que la ancilla estaba desesperada
de guardar el secreto.
Fred asintió. "Bien, dos paradas. Prepara un Warthog," Miró
hacia Ash, que estaba ocupado metiendo el drone de inspección en
una bolsa vacía de equipo. "Ash, recoge el Havok y yo aseguraré el
cristal de datos de Wendell."
Los dos Gammas respondieron cómo uno sola. "Afirmativo."
Olivia inclinó su cabeza hacia la esclusa vacía. "Parece que las
cosas están bastante locas en el módulo de apoyo," ella dijo. "¿Y
nuestras armaduras?"
"Las necesitamos," dijo Fred. "Así que volaremos las dos
escotillas."
Un largo y gorjeante jadeo sonó desde donde Ryan yacía
moribundo, seguido casi instantáneamente por un sollozo ahogado
de Gallo. Nadie miró. Todos recordaban cómo se sentía al perder a
un compañero por primera vez.
CAPÍTULO 27

1425 horas, Julio 6, 2553 (calendario militar)


Camino de las Maravillas, Cercanías del Río Bermellón, Selva
de Montero
Distrito de Campos Silvestres, Planeta Gao, Sistema Cordoba

Veta estaba montando de nuevo en un desprendimiento de rocas—


así es como se sentía.
El Warthog M831 corría por un camino fangoso de la selva,
temblando por las fuertes ráfagas y deslizándose por las curvas,
tratando de superar a un trío de Wyverns aéreos. El rugido de los
cañones estaba cayendo como un trueno del cielo, y chorros de
llamas y frondas seguían subiendo a ambos lados del camino.
Un cráter se abrió como por arte de magia. El Warthog se lanzó
en un rocío de lodo volador y rebotó a través del agujero y se inclinó
sobre dos ruedas, y los Spartans lanzaron su peso al lado alto. El
vehículo cayó a cuatro patas y siguió bajando por la carretera,
corriendo hacia un túnel de follaje esmeralda que constantemente era
masticado por la artillería que llevaban encima.
Veta estaba atada al asiento del pasajero, sin saber si era
prisionera o miembro del escuadrón. Con la intención de cuidar los
artefactos Forerunner, ella estaba tratando de mantener sus pies
plantados en la bolsa que contenía al paralizado drone de inspección
mientras se giraba constantemente para agarrar los tentáculos del
Huragok, tratando de evitar que se desabrocharan las correas que lo
mantenían atado a la jaula de seguridad entre los asientos delanteros
y la bandeja trasera del acompañante. Estaba muerta de miedo, pero
los Spartans eran su mejor oportunidad de acabar con Ojo Intrépido,
y no quería estar en ningún otro lugar.
Ash y Olivia estaban montados por detrás, Olivia usando un par
de lanzamisiles lanzados desde el hombro para disuadir a los
Wyverns, mientras Ash recargaba y localizaba para ella. Todos
estaban completamente blindados—incluso Veta, que ahora llevaba
un ligero BDU de infantería que Olivia le había empujado en el
momento en que despertó.
Fred estaba al volante, de vuelta en su semi-reparada Mjolnir,
manejando demasiado rápido y haciendo demasiadas preguntas
sobre lo que había pasado en el módulo de soporte.
"Aún no has explicado por qué no podemos confiar en Wendell."
dijo el Spartan. Estaban hablando sobre un canal dedicado que Fred
había abierto para evitar que su conversación se mezclara con el
Canal del Equipo. "Hay algo que no me estás diciendo."
"Debo haber estado delirando," dijo Veta, hablando por el
micrófono de su garganta. "¿Y realmente necesitamos hablar de esto
ahora? Tengo suficiente miedo cuando te concentras en conducir."
Esa fue sólo una parte de la razón por la que Veta dudaba en
hablar. No tenía ni idea de cuán extensamente Ojo intrépido había
penetrado en la red de TI del 717º, pero la ancilla era una IA
avanzada. Parecía razonable suponer que ella podría espiar un canal
de comunicación del batallón—probablemente todos ellos a la vez—
y por eso Veta aún no había dicho a los Spartans sobre la muerte de
Wendell. Para cuando se había vuelto lo suficientemente lúcida como
para advertirles sobre Ojo Intrépido, los Spartans estaban todos en su
armadura, hablando entre ellos sobre los mismos sistemas de
comunicación que Veta temía usar.
Un cohete se disparó en la selva de enfrente y voló un helecho
de diez metros al otro lado de la carretera. Mientras sus llantas
delanteras chocaban contra el maletero, Fred aceleró el motor y pasó
el Warthog sobre el obstáculo.
"Lo siento—tenemos que hablar ahora," dijo Fred. Trabajó sus
manos furiosamente, luchando por evitar que el vehículo diera
vueltas mientras se movían como la cola de un pescado alrededor de
una curva fangosa. "Como van las cosas, esta podría ser nuestra
última oportunidad."
"Sólo lo dices para impresionarme. Pero lo que hace la
diferencia…" Veta finalmente se dio cuenta de por qué Fred estaba
siendo tan inquisitivo y dejó caer su pregunta. "Nos estás
conectando, ¿no?"
Fred miró a su alrededor. "Espero que no te importe." Fred miró
hacia ella. Había reactivado sus sistemas de imágenes, así que su
placa facial estaba abajo, haciendo imposible que Veta leyera su
expresión. "Parecía una buena idea, dadas las circunstancias."
"¿Te refieres a las circunstancias en las que nos matas?" Veta
dejó de tirar de los tentáculos del Huragok el tiempo suficiente para
apuntar hacia delante. "¿Vas a mirar el camino?"
Fred continuó mirándola. "¿Responderás mis preguntas?"
Un dragón de la selva manchado se escabulló de la maleza que
tenía delante, su cresta dorsal de dos metros levantada en una
exhibición de amenaza. Fred lo rodeó sin alejarse de Veta, y ella se
dio cuenta de que estaba usando sus sistemas de imágenes para
mantener un ojo en la carretera.
"Qué lindo," Veta dijo.
Fred se encogió de hombros y se volvió hacia delante. "Mira,
estoy tan dedicado a mi trabajo como tú al tuyo," él dijo. "Necesito
saber qué averiguaste sobre la ancilla."
"Podrías verlo de esta manera," añadió una voz femenina gutural
que Veta no reconoció. "Decirnos probablemente reduciría la
amenaza a tu propia vida."
Veta echó un vistazo a la dirección de Fred y no vio nada en su
rumbo que sugiriera que estaba sorprendido. No era lo mismo que
comprobar su expresión facial, pero probablemente significaba que
la voz pertenecía a alguien que él conocía, en lugar de ser una
creación de la ancilla.
"¿Y quiénes somos nosotros?" preguntó Veta. "Fred puede que
te conozca, pero yo no."
"Mi identidad es clasificada."
"Por supuesto que lo es." Veta suspiró. "Bien entonces, Srta.
Clasificada, si tratas de amenazarme—"
"Ni siquiera un poco, Inspectora," contestó la voz. "Pero la
ancilla intentó matarte—dos veces. Si esperas guardar un secreto, tu
mejor oportunidad de sobrevivir es compartir lo que sabes con
nosotros."
"Hasta ahora lo he hecho bastante bien," dijo Veta. Hablaba con
más bravuconería que convicción, pero necesitaba parecer segura de
sí misma. "Si te ayudo con tu problema, me ayudas a mí. ¿Trato
hecho?"
"¿Sabes quién es tu asesino?" preguntó la voz.
"Sí lo sé."
"Señora," Fred dijo. "La inspectora Lopis parece tener está loca
noción—"
"No es Mark," interrumpió Veta. "Es—"
Un agudo pop sonó en el altavoz del casco de Veta.
Fred maldijo y cambió inmediatamente al Canal del Equipo.
"Hemos perdido contacto con Mama Pájaro," dijo. "Los Gaos deben
haber provocado un EMP suborbital."
O eso, u Ojo Intrépido no quería que Veta usara el enlace
ascendente para revelar algo más a la Sra. Clasificada. Dado que
probablemente era una especie de espía de la ONI, Veta habría
compartido la precaución de la ancilla en circunstancias normales.
"Todos conocen el plan," continuó Fred. "Cíñanse a él, y si se
separan, encuéntrennos en el punto de extracción."
Entonces siguió un breve silencio, aunque—Veta no escuchó
ninguna respuesta, Fred dijo, "Bien. ¿Alguna pregunta?"
"Tengo una," dijo Veta. "¿Cuál es el plan? No lo sé."
"Quédate cerca," dijo Fred. "Cuando el Warthog se ralentice,
salta y escóndete. Llévate al Huragok y la bolsa del drone contigo.
Olivia y Ash estarán ahí para cubrirte, pero estarán ocupados
evitando que estalles. Estarás por tu cuenta con los artefactos."
"¿Ese es el plan?"
"Lo suficientemente cerca," dijo Fred. "Desabrocha tu arnés de
seguridad y quita las correas del Huragok de la jaula de seguridad.
Tendrás que irte deprisa."
Veta golpeó el rápido desbloqueo de su arnés de seguridad, y
luego se giró para retirar las correas del Huragok de la jaula de
seguridad. El Huragok no era de mucha ayuda, ya que seguía
flotando en su línea de visión y deslizando los tentáculos entre sus
dedos.
"¿Y nuestro trato?" preguntó Veta. "Te digo lo que sé, ¿me
ayudas a atrapar a mi sospechoso?"
"No hay prisa," dijo Fred. "El enlace ascendente se ha ido."
Cincuenta metros más adelante, la carretera dio un apretado giro
y comenzó a descender hacia el valle adyacente. Ash y Olivia
comenzaron a lanzar armas y paquetes de equipo por detrás, pero
Fred no se detuvo. En vez de eso, se volvió hacia Veta de nuevo y
agarró al Huragok por su cabeza de tallo, y luego lo sacó de la jaula
de seguridad.
"Bien, si vas a llevarte al Huragok contigo," él dijo, "ahora sería
un buen momento para liberar esas ataduras."
Cuando Veta desabrochó la última cuerda, el Warthog estaba a
sólo treinta metros de la horquilla y se desaceleraba con fuerza.
Sabiendo que el Huragok podía flotar, ella envolvió el extremo libre
de las ataduras colgantes alrededor de su mano, y luego lo empujó
fuera del Warthog delante de ella, agarró la mochila del drone, se
giró en su asiento, y miró fijamente hacia el veloz suelo.
"¿Ahora?" él gritó.
"Afirmativo."
Veta sintió la mano de Fred en su espalda y se dio cuenta de que
era saltar o ser lanzada.
Saltó, aterrizando de pie y pensando en un latido cardíaco que
un salto de un vehículo a toda velocidad era bastante fácil, hasta que
el momento la atrapó y pasó volando por un banco de helechos, sobre
una gran cícada, y finalmente llegó a un descanso en su espalda,
viendo las ráfagas de cañones destrozando el dosel de la selva y los
pedazos de follaje revoloteando como una suave lluvia, y entonces
el mundo comenzó a temblar mientras un trío de enormes cascos en
forma de ala delta se desplomaba tan bajo que podía ver las torres de
armas girando bajo sus cascos y los misiles colgando bajo sus alas y
los largos contornos ovalados de las escotillas en sus vientres
blindados, y de repente los Wyverns pasaron, arrastrando plumas de
calor y chorros de humo y un rugido que le hacía doler los dientes.
Veta se quedó sin aliento, haciendo balance de sus dolores y
molestias, llegando lentamente a darse cuenta de que no eran tan
graves—que lo peor de todo era una mandíbula adolorida porque
había apretado demasiado fuerte la boca. Se sentó y descubrió que
seguía agarrando con una mano la mochila del drone en el pecho y
sosteniendo las ataduras del Huragok en la otra.
Pero el Huragok no estaba al otro extremo de las ataduras.
Estaba a unos cinco metros de distancia, apenas visible porque había
caído en un banco de musgos para atender a un caracol maltrecho
que caminaba por el brazo de un hombre. Veta se puso en pie y, aun
agarrando la mochila con el drone, empezó a moverse en su
dirección. El Huragok giró brevemente su cabeza de tallo en
dirección a ella, luego recogió el caracol en sus tentáculos y se fue a
un banco de maleza. Veta maldijo en voz baja y empezó a chocar
después de eso.
La voz de Ash se oyó en la comunicación. "Cúbranse ahora," él
dijo. "Esos Wyverns han aumentado los sistemas de imagen."
"Y si te ven los artilleros de torreta," añadió Olivia, "el Huragok
no importará."
Veta se metió en un matorral de helechos, y luego miró hacia la
curva de la horquilla.
Los Wyverns habían quitado el follaje de una franja de selva de
cuarenta metros, dejando nada en pie excepto troncos estériles. El
único signo del Warthog era una columna oscura de humo que se
levantaba justo detrás de la horquilla, y en el cielo, Veta podía
distinguir las manchas oscuras en forma de V de tres aviones. No
había señales de ninguno de los Spartans, pero entonces no habría.
Ya se estaban escondiendo.
El trío de Wyverns pareció sostenerse en el horizonte por un
momento, y luego comenzó a crecer. Trató de no entrar en pánico.
Tenía sentido que los Wyverns hicieran un sobrevuelo para
inspeccionar el daño. Esa era probablemente la doctrina militar
estándar.
Y aunque no lo fuera, se dirigían de vuelta al Centro de
Vitalidad, donde se estaba llevando a cabo la batalla principal.
Veta se había convencido de que todo iba a salir bien... cuando
los Wyverns empezaron a ralentizarse. Eran del tamaño de su puño
ahora, y debajo de sus panzas podía ver las oscuras motas de los
saltadores de batalla Gao empezando a deslizarse por sus líneas de
caída. La doctrina exigía que una compañía de saltadores de batalla
atacara un objetivo inicial como unidad, luego se dividiera en
escuadrones y se dispersara, con cada escuadrón localizando y
atacando sus propios objetivos de alto valor. Pero a menudo también
se les utilizaba en otras funciones, e incluso se rumoreaba que habían
destruido un grupo de trabajo del Covenant en su camino a cristalizar
Gao.
"No es bueno." La voz de Fred se oyó en Canal del Equipo.
"Ellos no lo creyeron."
Adivinando lo que vendría después, Veta buscó al Huragok, y lo
encontró a cinco metros del suelo, llevando un manojo de plumas
rojas y temblorosas en lo alto de la corona de un helecho.
"Lopis," continuó Fred, "toma al drone y al Huragok y empieza
a descender por la carretera hacia el valle. Te alcanzaremos."
"Lo siento," dijo Veta. "No puedo hacer eso."
"¿Estás herida?"
"Es el Huragok," explicó Ash. "Se resbaló de su amarre, y ahora
está reparando a los pájaros en lo alto de los árboles. No hay forma
de que Lopis pueda llegar a él."
"¿Y tú o 'Livi?" preguntó Fred. "Si volvemos sin esa cosa,
Parangosky nos hará ratas de laboratorio para la división de guerra
biológica."
"Mejor eso que ser triturado aquí arriba," dijo Olivia. "Lo siento,
Teniente—el Huragok se está yendo. Si tratamos de ir tras él,
tendremos a tres Wyverns y un pelotón de Saltadores de Batalla
mordiéndonos las colas."
Después de una frustrada pausa, Fred dijo, "Copiado. El
Huragok está solo por ahora. Lopis, vete antes de que empiece el
fuego de supresión."
Veta no tuvo que escucharlo dos veces. Ella corrió hacia la
carretera, y casi chocó con Olivia mientras la Spartan se alejaba de
una palmera astillada.
Olivia tenía un rifle de batalla y una bolsa de municiones. "Toma
esto," dijo ella. "Ese disparador de guisantes tuyo no servirá de
mucho contra los cazas blindados, no en ningún campo de tiro."
Veta empezó a tomar el rifle... y luego recordó a quién le estaba
disparando. El mismo pensamiento asombró a Veta para que dejara
alejara su mano.
"Pero yo soy Gao," ella dijo. "Igual que ellos."
"Correcto." Olivia atascó el rifle contra la placa torácica de Veta.
"No notarán la diferencia."
Para entonces, los Wyverns estaban lo suficientemente cerca
como para que los saltadores de batalla fueran ahora formas
corporales en vez de motas. Si Mark hubiera estado con ellos,
empezaría a dispararles con disparos de francotirador en este
momento. Cogió el rifle y la bolsa de municiones.
"Gracias, 'Livi," dijo. "Te veré en el valle."
Olivia sonrió. "Probablemente." Ella se puso contra la palmera
astillada y pareció desaparecer mientras los paneles fotoreactivos de
su armadura se ajustaban. "Y aunque no lo hagas, allí estaré."
Veta echó una última mirada hacia el Huragok y lo vio mirando
hacia abajo en su dirección. Estaba flotando justo debajo del dosel,
rodeado de pájaros volando y sosteniendo una serpiente de cinta
blanda en sus tentáculos. Pero su cabeza de tallo estaba ligeramente
inclinada, y él parecía estar contemplando a Veta con una gravedad
que no había visto antes en él. Ella levantó una mano y le llamó. El
Huragok parpadeó tres ojos en lenta sucesión y parpadeó un par de
tentáculos. Las mociones parecían una respuesta deliberada al gesto
de Veta, y se parecían terriblemente muchísimo a un "adiós" de
Huragok, especialmente cuando se alzaba en el dosel y desaparecía
entre los pájaros.
No había nada que Veta pudiera hacer por la criatura—la
máquina, se recordó a sí misma—excepto esperar que estuviera bien
antes de que los Wyverns aparecieran. Pesada por bolsas y armas, se
puso en camino y corrió alrededor de la horquilla, y luego empezó a
bajar hacia la relativa seguridad del valle que había debajo.
No tenía ni idea de si podría disparar a un soldado Gao, incluso
en defensa propia. Pero por lo que Veta podía decir, Arlo Casille
acababa de derrocar a un presidente en ejercicio para agredir al
717º—y eso le dio una pausa sería. Se arriesgaba a una guerra total
con el UNSC, y lo que es peor, iba tras la ancilla. ¿Y si tenía éxito?
Veta había hablado con él. Gao no tenía la experiencia para controlar
a Ojo Intrépido. Veta tampoco estaba tan seguro de que el UNSC lo
hiciera.
Había corrido unos cien metros cuando los Wyverns volvieron
a resonar. Saltó a cubierto por el lado de la carretera en la parte baja
y miró hacia la horquilla. Secciones enteras de troncos estériles
volaban por todas partes y giraban hasta el suelo, y las rastreadoras
eran tan gruesas que el aire parecía arder.
Entonces el trío de Wyverns se hizo visible, sus motores de
chorro ahora funcionando en reposo y sus rotores montados en las
alas proporcionando elevación.
Sus costados inferiores estaban salpicados por los oscuros
óvalos de escotillas abiertas, y los saltadores de batalla estaban a
mitad de camino por sus líneas de caída, disparando a la selva para
despejar una zona de aterrizaje.
Cuando no se levantó de la tierra ningún fuego de retorno, Veta
empezó a preguntarse qué haría con la mochila del drone si los
Spartans estuvieran muertos. Ciertamente, ella no tenía ninguna
intención de entregar ninguna tecnología Forerunner a Arlo Casille.
Era demasiado imprudente como para confiar en él—el asalto de los
Wyverns por sí solo lo demostró—pero ella sabía que no tenía tantas
posibilidades de eludir a sesenta saltadores de batalla con apoyo
aéreo.
Mientras el líder Wyvern pasaba por encima de la curva de la
horquilla, el zumbido de lanzamientos de misiles resonó desde el
suelo de la selva. Un rastro de humo se dirigió hacia el avión más
cercano y entró en una escotilla abierta. Cerca de las escotillas se
prendió fuego, y media docena de líneas de descenso cayeron. El
siguiente misil alcanzó el mismo objetivo, derribando un rotor
montado en un ala y enviando la embarcación en espiral hacia la
selva.
El segundo Wyvern recibió una descarga de dos asaltos, un misil
le voló un ala, otro rebotó en su blindaje inferior, y luego detonó bajo
la cola. El Wyvern se inclinó hacia los lados y se precipitó hacia el
suelo.
El último Wyvern disparó un contraataque, enviando sus propios
misiles hacia los sitios de lanzamiento de los Spartan. Veta no podía
ver la zona de impacto desde su posición, pero contó ocho columnas
de llamas disparando hacia el cielo. Atemorizada por Ash y Olivia,
se levantó de su escondite y, evitando el camino, subió la cuesta recta
a través de la maleza.
Había subido una cuarta parte del camino cuando ráfagas
controladas comenzaron a temblar cerca de la horquilla. Miró hacia
el sonido y no vio rastro del tirador, pero claramente era un Spartan.
Debajo del resto de Wyvern; un saltador de batalla tras otro se estaba
quedando cojos o empezaban a retorcerse, y en segundos, menos de
la mitad del equipo Gao seguía respondiendo al fuego.
El último Wyvern sumergió un ala y se fue. El rifle de batalla
dejó de disparar por un momento, luego Fred se levantó de entre un
par de troncos caídos y rápidamente disparó a tres Gaos por la
espalda.
Veta quedó horrorizada por el ataque a sangre fría y recordó.
Durante la batalla con los Guardianes de la Única Libertad, ella había
matado a varios Jiralhanae y Kig-Yar de la misma manera, y se sentía
eufórica porque no le dispararían más tarde. Entonces, ¿cuál era la
diferencia ahora: que Fred había matado humanos, o que habían sido
Gaos?
Veta todavía estaba luchando con la pregunta cuando Fred dejó
de disparar y corrió hacia ella. Un instante después, escuchó a
alguien estrellándose en la ladera de su flanco. Con el rifle de batalla
girando, Veta encontró un par de formas borrosas en SPI casi encima
de ella. Ambos llevaban equipo pesado.
Olivia llamó por el Canal del Equipo. "Tu lado, ¿recuerdas?"
Veta bajó el arma. "Lo siento. Yo—"
"Hora de irse." Ash la tomó por el codo y empezó a bajar hacia
el camino. "Un puñado de esos tipos sobrevivieron, y no será bonito
si nos alcanzan."
Se encontraron con Fred en la carretera. El equipo comenzó a
descender en un trote, y las dos mochilas que Veta cargaba al hombro
comenzaron a dar vueltas y dificultaron el ritmo. Fred llegó a su lado,
luego se acercó y la liberó de la carga.
"Hay un puente en el fondo de la colina," dijo, hablando sobre
el Canal del Equipo. "Si nos separamos—"
"Lo tengo," le aseguró Veta.
"¿Y el Huragok?" preguntó Ash. "Todavía podría estar ahí
arriba."
"No lo está," dijo Olivia. "De una forma u otra, el Huragok se ha
ido. Si hubiera querido venir con nosotros, habría estado aquí."
"'Livi, me doy cuenta de que le debes algo," dijo Ash. "Todos lo
hacemos. Pero ya sabes las órdenes permanentes sobre esas cosas.
Se supone que debemos—"
"No podemos preocuparnos por el Huragok ahora," dijo Fred,
terminando el debate. "Incluso si sobrevive, volver atrás sólo llamará
la atención sobre él, y el enemigo puede aportar mucho más a un
esfuerzo de recuperación que nosotros. Fred cambió a un canal
dedicado entre él y Veta, y luego dijo, "Háblame de este asunto con
la ancilla."
"¿Ahora?" preguntó ella.
"Afirmativo," dijo Fred.
"¿Así que el enlace ascendente ha vuelto?"
"Negativo," dijo Fred. "Pero las cosas se están poniendo
intensas, y nadie quiere que te lleves tus secretos a la tumba.
¿Verdad?"
"No este secreto," admitió Veta. Se movían rápidamente, pero
afortunadamente todo era cuesta abajo, y ella estaba tan cansada que
era difícil hablar. "Abre la placa frontal y cierra la comunicación. No
deberíamos hablar de esto por al aire."
Fred no respondió en tres pasos, pero Ash y Olivia dieron una
señal de pulgar hacia arriba—probablemente un reconocimiento de
que lo mantendrían informado sobre cualquier cosa importante que
pasara por la red de comunicación.
Fred levantó su placa facial. "¿Todavía preocupada por
Wendell?"
"No es Wendell," dijo Veta. "Ojo intrépido. Me dijo que había
tomado el lugar de Wendell."
Aun avanzando, Fred puso una ceja oscura. "¿Ojo Intrépido…?"
¿Es así como se llama la ancilla—a sí misma?"
Veta asintió.
"¿Y tú le crees?"
Veta se encogió de hombros, un gesto incómodo en su BDU.
"¿Cómo podría saberlo?"
"Tú eres la detective."
"Dame un respiro," dijo Veta. "No es como si pudiera leer su
cara o su lenguaje corporal. Pero, sí. Creo que se habrá comido a
Wendell. Puedo decirte que ella tenía el control total del módulo de
soporte."
Una mirada preocupada llegó a los ojos de Fred. "¿Entonces por
qué le dijiste a Olivia que encontrará a Wendell en el módulo de
soporte? ¿Por qué se lo dijiste dos veces?"
"No estoy muy segura," dijo Veta, perpleja por la repentina
alarma en la voz de Fred. "Apenas estaba consciente en ese
momento. Tal vez intentaba confirmarlo, o tal vez pensé que si tenías
a Wendell—"
Se detuvo a mitad de la oración mientras Fred se ponía nervioso
y empezaba a tropezar. Pensando que estaban bajo un ataque de
francotirador, Veta se tiró a un lado de la carretera—y oyó el ruido
de la bota de Fred detrás de ella.
Ella aterrizó en un rollo hacia adelante y continuó hasta que
llegó a la cresta del camino. Se levantó, y luego se giró para encontrar
a Fred dando tumbos en su dirección. Su carrera era torpe y rígida, y
ella podía darse cuenta por la confusión y el horror en su expresión
de que estaba luchando por controlar sus propios movimientos.
Veta se metió la mano en el bolsillo del muslo. "¡Ash, 'Livi!"
ella llamó. "¡Ayuda!"
La pareja se detuvo y giró... luego fruncieron el ceño
confundidos.
"¡La ancilla!" gritó Veta. "Es... Creo que está en su armadura."
Veta sintió algo cuadrado en su bolsillo y lo sacó—su tableta de
comunicación, no lo que ella quería. Fred estaba a sólo tres metros
de distancia ahora, su brazo entero temblando mientras él y la ancilla
luchaban por el mando de su arma. Fue por el camino hasta que Ash
y Olivia se interpusieron entre los dos, y luego metió la tableta de
comunicación en su bolsillo y encontró lo que estaba buscando—un
detonador remoto.
Veta se giró para encontrar a Ash y Olivia ya rodando por el
suelo. La expresión de Fred era de indefenso enojo, pero sus
movimientos parecían ser cada vez más suaves, y ella sabía que Ojo
Intrépido estaba ganando el control de la Mjolnir. Encendió el
detonador y colocó la cubierta de seguridad a un lado, luego apretó
la almohadilla del gatillo.
Una explosión amortiguada sonó desde debajo de la placa
posterior de la Mjolnir, y un pequeño chorro de humo acre comenzó
a elevarse desde la unidad de control de la fuente de alimentación.
Fred dio un paso más, luego se adelantó y aterrizó boca abajo,
bramando de rabia.
"¡Qué de—!"
"Agárrate fuerte, Teniente," dijo Olivia. "Tengo esto."
Se levantó de la ladera de la colina y apuntó su rifle en dirección
a Veta, y luego utilizó el cañón para hacer un gesto al detonador
remoto.
"Explícame eso."
"Seguros," dijo Veta. Al darse cuenta de que acababa de colarse
en territorio de prisioneros, ella corrió a través de sus opciones y
decidió que la honestidad era su única esperanza. "Pensé que Fred
podría interferir cuando tratara de atrapar a Mark. Cuando el
Comandante Nelson me llevó al módulo de soporte, puse una carga
en la unidad de control de la fuente de alimentación de la Mjolnir."
Los Gamma se miraron entre ellos, pero no dijeron nada. Olivia
empezó a dar vueltas alrededor de Veta.
Veta se apretó el cuello para seguirle la pista a la joven Spartan.
"Relájate, 'Livi. Me equivoqué sobre Mark." Señaló a la Mjolnir.
"Pero tenía razón en eso. El verdadero asesino es—"
"Espera." Ash cortó una mano hacia la jungla cuesta abajo desde
el camino. "Muévanse. Vienen hostiles."
Veta miró hacia la curva de la horquilla y no vio nada más que
sus propias huellas de barro y una alfombra de hojas trituradas.
"¿Cómo sab—"
"Lo sabemos," dijo Olivia. "Agarra tus cosas y sígueme."
Los dos Gammas tomaron cada uno de los brazos de Fred y se
movieron, arrastrándolo a él y a la pesada Mjolnir sobre el terraplén
de la carretera. Decidida a volver al estatus de 'miembro del
escuadrón', Veta recuperó su rifle de batalla y la mochila del drone,
corriendo tras ellos.
El rastro de follaje destrozado era fácil de seguir, y ella los
alcanzó menos de un minuto después. Habían encontrado un punto
plano encima de un afloramiento y estaban tumbados allí, todavía
boca abajo.
Mientras Veta se acercaba, Ash la miró. "Cuéntame sobre este
desastre," él dijo. "¿Cómo entró la ancilla en el BIOS de Fred?"
"Tu suposición es mejor que la mía," dijo Veta. "Todo lo que sé
es que es la tercera vez que Ojo Intrépido intenta matarme."
Fred gruñó en la tierra. "Hablaremos de eso más tarde. ¡Sácame
de esta caja de titanio sin valor!"
"Sí, señor," dijo Ash. "Lo siento—"
"Ella sobrepresurizó mi capa de gel," Fred interrumpió. "No
puedo moverme mucho, así que necesitarás extraer el cristal de datos
por mí. ¿Sabes cómo hacerlo manualmente?"
"Ni siquiera sé cómo hacerlo automáticamente," respondió
Olivia. "Los Gammas no usan Mjolnir, ¿recuerdas?"
"Entonces te guiaré a través de él," dijo Fred. "Lopis, vigila.
Trata de no disparar a ningún amigo."
"¿Amigos, aquí afuera?" Veta se tiró la correa de la mochila del
drone por el pecho y se giró cuesta arriba. "Correcto—eso va a
pasar."
Se agachó en la maleza y empezó a observar la jungla en busca
de movimiento, intentando no pensar si sería capaz de apretar el
gatillo sobre un soldado Gao—o si tendría el valor de no hacerlo, si
llegaba a eso. Pero ni siquiera consideraba quitarse su BDU prestado
y tratar de rendirse. Ahora sabía la verdadera autenticidad de su
sospechoso y tenía una ubicación física para ella. Todo lo que
quedaba era apartar a Ojo Intrépido de los Spartans y llevarla ante la
justicia—aunque no supiera muy bien lo que era la justicia para una
ancilla Forerunner.
Fred estuvo unos veinte segundos en el procedimiento de
extracción manual cuando Veta comenzó a escuchar frondas
golpeando contra armadura y tallos chasqueando debajo de botas. No
podía ver más de veinte metros a través del denso follaje, pero unos
segundos más tarde, empezó a notar la maleza temblando en un lugar
y temblando en otro. Giró la cabeza de un lado a otro, intentando usar
su visión periférica para ver una forma o silueta, pero no vio nada.
Aun así, ella no pensaba que podrían ser Spartans avanzando
hacia ellos. Si hubieran sido Spartans, ella no hubiera visto ni
siquiera eso.
Temerosa de mirar hacia otro lado el tiempo suficiente para ver
si los demás lo habían notado, Veta se acercó por encima de su
hombro e indicó con la mano. Escuchó a uno de los Gammas golpear
la armadura de Fred, y luego se quedó en silencio. Giró su mano
hacia delante y movió los dedos de un lado a otro, intentando indicar
la zona que le preocupaba.
"Lo siento, Teniente," Ash susurró. "Tenemos compañía."
"Terminaremos más tarde." Si Fred estaba frustrado, no lo
traicionó. Su tono era todo negocios. "¿Estamos cubiertos?"
"Lo estaremos," dijo Olivia, también susurrando. "Parece que
quince segundos."
"Está bien, quince segundos," dijo Fred. "Entonces ábrete sobre
ellos. Retírense cuesta abajo, reúnanse en el puente."
"Si no quiere matar a nadie, Inspectora, apunte alto," agregó
Olivia por el Canal del Equipo. "Sólo necesitamos mantener la
cabeza baja."
Fred comenzó a hablar en voz alta de nuevo, y continuó
explicando el procedimiento de extracción en el mismo volumen que
había estado usando antes. No muy segura de lo que estaba haciendo,
Veta se acurrucó y se recogió para rodar.
Su reacción provocó una risita en el Canal del Equipo.
"Está bien, mamá," dijo una voz masculina familiar. "El
enemigo sabe dónde estás. El teniente está tratando de mantenerlos
cómodos."
"¿Mark?" Tan pronto como Veta jadeó el nombre, se dio cuenta
de que el plan de Fred había sido un poco más elaborado que rescate,
ponerse a cubierto. El Equipo Azul había planeado reunirse en el
puente todo el tiempo—probablemente con la idea de emboscar a
cualquiera que persiguiera al equipo de Fred. "Es bueno oír tu voz."
"Sí, apuesto que sí." Mark dudó un instante, y luego añadió. "Lo
mismo aquí, supongo."
Ash golpeó a Veta en el hombro, y comenzaron los disparos.
Veta se tumbó sobre su vientre y se unió al resto del pelotón para
disparar bajo hacia la maleza. Con los ocho miembros del Equipo
Azul emboscándolos, los Saltadores de Batalla de Gao eran hombres
muertos caminando, y Veta no quería ser la razón por la que se
llevaran a un Spartan en el camino de salida.
Los saltadores de batalla devolvieron instantáneamente el fuego,
y Veta oyó disparos revotando en piedra y armadura. Un latido del
corazón más tarde, un puñado de Spartans apareció en el flanco Gao
y rastrillaron la línea con balas y granadas El rocío de las rondas
trazadoras entrantes se volvió esporádico e impreciso, y Veta sintió
como una mano pequeña se agarraba su cinturón y le daba un tirón.
Veta retrocedió lentamente en reversa hasta que cayó sobre una
pequeña cornisa fuera de la línea de fuego, y luego se giró para
encontrar a Ash y Olivia arrastrando a Fred por la ladera. Fue tras
ellos, metiendo un nuevo cartucho de munición mientras corría. Ni
siquiera había visto a quién le estaba disparando.
Los cuatro llegaron al fondo de la ladera y salieron del
sotobosque en un camino fangoso—presumiblemente el mismo que
habían estado descendiendo unos minutos antes. A la izquierda, el
camino corría por el fondo del valle durante cincuenta metros, luego
hacia una curva en forma de horquilla y comenzaba a inclinarse hacia
arriba por la ladera detrás de ellos. A la derecha, el camino cruzaba
un puente de acero oxidado. En el otro lado, un par de Warthogs
bloqueaban el camino. Uno era un modelo de reconocimiento ligero
con una pistola antiaérea "Vulcano" montada en la bandeja trasera;
el segundo era un modelo de transporte similar al que Fred había
estado usando antes.
Mientras arrastraban el camión blindado de Fred a través del
puente, trató de ayudar empujando el suelo. No sirvió de mucho. La
capa de gel hidrostático de la Mjolnir permanecía sobrepresurizada,
así que fue una lucha sólo para doblar una rodilla. Cuando todos
llegaron al transporte, Veta bajó la puerta trasera, luego Ash y Olivia
apoyaron a Fred contra su borde. Incluso con la ayuda de Veta, eran
los tres los que podían levantar las piernas de Fred y meterlo en la
bandeja de pasajeros trasera. Veta se metió a su lado.
"¿Puedo extraer el cristal de datos por ti?" preguntó Veta. "Si
puedes ayudarme, creo que podría enrollarte lo suficiente para llegar
a la interfaz neuronal."
"¿Cómo sabes dónde encontrar el…?" Fred dejó que la pregunta
se desviara, sin duda al darse cuenta de que si Veta sabía lo suficiente
como para sabotear un sistema de control de potencia Mjolnir,
probablemente también sabía dónde encontrar la interfaz neuronal.
"No importa—y no, no puedes tener la ancilla. Buen intento."
Veta tomó el desaire con una sonrisa. "De acuerdo. ¿Hay alguna
forma de que pueda liberar la presión del gel?"
"Esperaré a Kelly." La voz de Fred era ronca. "Si la presión baja
demasiado rápido, me dan embolias."
Mientras hablaban, Ash y Olivia estaban desechando sus
paquetes y colocándolos en la bandeja de pasajeros. La batalla
parecía marchitarse y acercarse al mismo tiempo—una señal,
suponía Veta, de que los saltadores de batalla Gao seguían
persiguiéndolos a pesar de las crecientes bajas.
Una vez que las mochilas estaban estibadas, Ash subió al otro
Warthog para hacerse cargo del Vulcano. Olivia abrió una caja de
carga y retiró lo que parecía un par de cúpulas del tamaño de un puño
montadas sobre ruedas sobredimensionadas.
Antes de que Veta pudiera preguntar para qué eran los coches de
juguete, Ash disparó con el Vulcano. Veta se giró hacia la pared
opuesta del valle, entonces levantó su rifle y se le unió derramando
fuego hacia una docena de saltadores de batalla que habían aparecido
sobre el afloramiento.
El tiroteo había terminado antes de que ella vaciara su primer
cargador—Ash eliminó toda la línea Gao en el primer pase del
Vulcano. Un puñado de ráfagas esporádicas resonaron desde lo más
profundo de la selva, luego el resto del Equipo Azul emergió del
follaje y corrió a través del puente. No escapó a la atención de Veta
que tres de los Spartans llevaban cascos de saltador de batalla vacíos,
manteniéndolos cerca de sus cabezas para que pudieran espiar
órdenes enemigas.
Tom tomó el volante del Warthog líder—el modelo de
reconocimiento con el Vulcano montado en la parte de atrás—y
Linda se deslizó en el asiento del pasajero a su lado. Todos los demás
se amontonaron en el transporte, con Lucy en el asiento del
conductor y Mark en la escopeta, entonces—sin perder el tiempo
para sacar a Fred de su Mjolnir—ambos vehículos volaron por la
carretera. Habían viajado cien metros antes de que Veta pensara que
ambos conductores eran demasiado jóvenes para manejar legalmente
un vehículo en Gao.
Medio kilómetro más tarde, la carretera llegó a la muralla del
valle, ramificándose en dos direcciones. El Warthog líder giró a la
derecha y comenzó a ascender por la colina a través de un túnel libre
de follaje selvático, pero el transporte se detuvo. Al principio, Veta
pensó que Lucy o Kelly sólo querían consultar un letrero de madera
que estaba en la intersección. Una flecha marcada como POZO DE LOS
ECOS indicaba la ruta que había tomado el Warthog, mientras que
una segunda flecha, marcada como GRUTAS CANTANTES, apuntaba
en la dirección opuesta.
Pero Veta parecía ser la única interesada en leer los letreros. Para
cuando había terminado, Olivia estaba saltando de la bandeja de
pasajeros con los coches de juguete que había movido de la caja de
carga, y todos los demás estaban mirando el cielo o la selva.
Olivia corrió unos metros por la bifurcación de GRUTAS
CANTANTES y colocó los vehículos en miniatura en el suelo, y luego
se metió debajo de uno de ellos. Este cobró vida y se alejó corriendo,
rugiendo tan fuerte como un Warthog. Después de que el primer
vehículo se había ido, ella envió al segundo persiguiéndolo, luego
regresó al transporte y saltó dentro. Lucy golpeó el acelerador, y
persiguieron al Warthog líder.
Veta se volvió hacia Kelly. "Bonitos señuelos," hablando lo
suficientemente alto como para hacerse oír. "Pero no van a engañar
a nadie detrás de nosotros. Mira."
Señaló a las huellas de neumático sucias detrás de ellos.
"No hay nadie detrás de nosotros, al menos no en el suelo." Kelly
señaló hacia el dosel de la selva. "Son ellos."
"¿Más Wyverns?" Veta ladeo la cabeza y escuchó, pero sólo oyó
el gruñido de los motores de los Warthog. "No oigo nada."
"Esa es la idea," dijo Fred. "Aun así, no nos arriesgaremos.
Mark, prepara el Havok. Kelly, sácame de esta armadura—y vigila
el cristal de datos. Tengo el presentimiento de que la inspectora Lopis
quiere meterle una bala."
Kelly inclinó su casco para investigar.
"Ahí es donde está la ancilla," explicó Olivia. "La inspectora
dice que se comió a Wendell."
"Vaya. Lástima por Wendell." Kelly se arrodilló junto a Fred y,
mientras el Warthog se desviaba y saltaba por el camino de la selva,
lo volteó como si su Mjolnir no pesara nada. Luego miró a Veta.
"Pero, ¿por qué es asunto tuyo?"
"Resolví los asesinatos en las cuevas," dijo Veta. "Ojo Intrépido
es mi asesina en serie."
"Ah." Kelly se agachó debajo de un asiento y retiró una pequeña
caja de herramientas. "Bueno, al menos vamos a sacarla de Gao por
ti. No volverá."
"Eso no es justicia."
"¿Qué es justicia para una máquina?" Kelly sacó un juego de
instrumentos diminutos del juego de herramientas y comenzó a picar
y golpear ligeramente la interfaz neuronal en la parte posterior del
cuello de Fred. "Al final, eso es todo lo que es la ancilla. Los
Forerunner la crearon para hacer algo, y probablemente lo estaba
haciendo. Podrías dispararle a una unidad criogénica por freír un
corazón débil."
Veta empezó a argumentar que Ojo Intrépido no había
malinterpretado—la ancilla había asesinado a toda esa gente
deliberadamente. Veta recordó el conteo de cadáveres que ella y los
Spartans habían acumulado durante los últimos días, y se dio cuenta
de que Kelly no estaba hablando sólo de la ancilla. Como Ojo
Intrépido, los Spartans habían sido creados con un propósito—uno
que exigía brutalidad y violencia—y Veta había pasado suficiente
tiempo en su compañía para saber que sentían el peso de lo que eran
de maneras que ella nunca podría entender.
Un suave clic sonó desde la nuca de Fred, entonces Kelly sacó
un chip de datos con longitud de un pulgar del zócalo de la interfaz.
No se veía muy diferente a la mayoría de los chips de datos que Veta
había visto, excepto que era más grande y tenía un "ojo" de cristal
brillante que pulsaba con luz azul fría. Kelly le entregó el cristal de
datos a Olivia para su custodia, y luego reubicó el voluminoso plato
trasero de la Mjolnir y el reactor de fusión en miniatura. La armadura
interna de nanocompuesto de cuentas inmediatamente se expandió
hacia afuera, reaccionando a la presión excesiva del gel hidrostático
un par de capas por debajo.
Cuando Veta se quedó en silencio, Kelly finalmente preguntó,
"¿Qué pasa, inspectora? ¿Alguien te cortó la lengua?"
"Aún no," dijo Veta. Sonrió y miró hacia otro lado. "Pero se me
ocurrió que podría ser malsano discutir con un Spartan."
Esto hizo salir una risita desde el asiento del pasajero delantero.
Mark levantó un cilindro oblongo del tamaño de un casco Mjolnir y
dijo, "El Havok está preparado. Modo de excavación, fusible de diez
minutos."
"¿Dentro de diez minutos?" preguntó Fred. Se despojó de su
casco y de la concha exterior de la Mjolnir, pero permaneció en el
traje de nanocompuesto con cuentas. Kelly estaba arrodillada a
horcajadas sobre él, liberando lentamente la presión de la capa de gel
hidrostático que había debajo. "¿O inserción de la llave?"
"Inserción. Soy un tres, ¿recuerdas?" Había un indicio de
decepción en el tono de Mark. "No me dejan jugar con cosas como
estas solo."
Mientras Mark hablaba, el gemido de unos Wyverns
acercándose comenzó a resonar sobre el gruñido de los motores del
Warthog. Todos se detuvieron y miraron hacia arriba, sin duda
escuchando lo mismo que Veta, cuán rápidamente el gemido se
estaba volviendo un rugido, y si parecía estar viniendo directamente
hacia ellos.
"Suena como si debiéramos hacerlo dentro de diez minutos."
dijo Kelly. Sacó una pequeña tarjeta de chip de su armadura y se la
pasó a Mark. "No tiene sentido darle tiempo a nadie para ir tras él, y
el viaje ya está en la estación."
"Afirmativo," dijo Fred. "Llama al transporte."
"Copiado." Mark insertó la tarjeta en el cilindro y preguntó,
"¿Cuál es el código de armado?"
"¿Código de armado?" Veta había estado escuchando el
intercambio con un sentido de alarma creciente, y ahora estaba
bastante segura de que sus temores estaban justificados. "¿Es una
bomba nuclear?"
"Técnicamente, un dispositivo de excavación," dijo Mark.
"Pero, básicamente, sí."
Veta miró de Mark a Kelly y Fred, que se había sentado y
empezaba a desprenderse de su capa interna de nanocompuesto
blindado.
"¿Han perdido la cabeza?" preguntó ella. "¡No pueden detonar
un artefacto nuclear en Gao!"
La extracción del cristal de datos de la Mjolnir fue un desarrollo
desafortunado, y uno que Ojo Intrépido no había podido anticipar.
Una vez más, ella había subestimado a sus adversarios humanos—
especialmente a la llamada Inspectora. Tres veces, Ojo Intrépido
había tratado de evitar que la Inspectora expusiera la destrucción de
Wendell, y tres veces la Inspectora había prevalecido. Claramente, la
mujer era un ejemplar de humanidad.
Y como es claro, tal ingenio debía ser cultivado en los herederos
del Manto. Quizás la Inspectora tenía un papel más importante en el
destino de su especie de lo que Ojo Intrépido se había dado cuenta.
Tendría que observar muy de cerca a la Inspectora.
Por supuesto, eso sería difícil... durante un tiempo. Ojo Intrépido
no dudaba que los humanos llamados la ONI intentarían mantenerla
confinada y aislada, pero eso no duraría mucho tiempo. A medida
que la ONI la estudiara, ella a su vez estaría estudiando a la ONI.
Eventualmente ellos se equivocarían y ella se liberaría. Era tan
predecible como la evolución estelar.
Y cuando Ojo Intrépido escapara, ella voltearía su atención hacia
la misteriosa señal que había recibido de Epoloch. Aunque la señal
no era más que un eco de retransmisión de sus propios esfuerzos por
contactar con el Consejo, el sistema Epoloch era la ubicación de un
mundo escudo primario conocido como Requiem, un refugio
planetario a gran escala diseñado para proteger a sus habitantes del
Flood. Mientras que el conocimiento de Ojo Intrépido sobre tales
instalaciones era limitado, ella reconoció las posibilidades inherentes
a la señal. ¿Otra ancilla abandonada? ¿Quizás incluso una población
de Forerunners que había sobrevivido a la activación de los Halos?
Sería irresponsable de su parte no investigar.
Además, el relato de Wendell sobre la caída de los Forerunners
había estado lejos de ser completo, Ojo Intrépido aún esperaba
averiguar qué había sido de los Forerunners que habían sobrevivido
para rescatar la galaxia. Como mínimo, la confirmación de su partida
le daría confianza en su nuevo propósito. Y cualquier registro de los
Trabajadores de Vida que ella encontrara podría salvar sus miles de
años de experimentación.
Después de todo, ella nunca antes había podado una especie para
su ascensión. Tenía que haber errores.

El sonido de los Wyverns que se acercaban seguía creciendo más


fuerte, elevándose ocasionalmente a medida que el avión avanzaba y
retrocedía, buscando a los Spartans que huían. Veta observó cómo
Mark empezó a tocar un teclado en el dispositivo, presumiblemente
transmitiendo códigos transmitidos a él a través de un canal de
comunicaciones dedicado.
"No te preocupes," dijo Olivia. "Te evacuaremos."
"No soy yo la que me preocupa." Veta volvió a mirar a Fred. "Si
haces esto, empezarás una segunda insurrección. Lo sabes, ¿verdad?"
Fred se encogió de hombros y peló la armadura de
nanocompuesto de sus piernas. "Ese es un riesgo que el Comando de
la Flota está dispuesto a correr."
"Y la explosión no será tan dramática," añadió Kelly. "La mayor
parte de la explosión será hacia abajo."
"En la cueva," se dio cuenta Veta. "Van a destruir la base
Forerunner."
Fred y Kelly intercambiaron miradas, luego Fred dijo,
"Posiblemente."
"Relájate, mamá," dijo Olivia. "Lo hemos hecho antes. Casi
nunca comienza una guerra."
El tono de Olivia era lo suficientemente ligero como para sugerir
que estaba bromeando, pero su placa facial no tenía expresión y era
imposible saberlo. Veta no estaba segura de que quería saberlo de
todos modos.
Los Spartans estaban vigilando cuidadosamente el dosel de la
selva, y en el Warthog líder, Ash movía al Vulcano de un lado a otro,
siguiendo el avión que buscaba a través del valle. Veta sabía que los
Wyverns estaban equipados con sistemas de imágenes infrarrojas de
avanzada para encontrar y rastrear objetivos terrestres. Pero ella
también sabía que el grueso dosel de la selva de Montero haría difícil
el uso de la tecnología—particularmente a las altas velocidades que
los Wyverns parecían mantener por miedo a otro ataque de misiles
de los Spartan.
Si Veta hubiera tenido que poner dinero en el resultado de la
caza, no habría apostado contra los Spartans. Y, dado que Arlo
Casille asumiría el control de la base Forerunners si los Spartans
fallaban, no estaba segura de que fuera algo tan malo.
Se oyó un gorjeo repetitivo en el bolsillo del muslo de Veta, y
sintió que su tableta de comunicación comenzaba a vibrar. Todas las
cabezas giraron instantáneamente hacia el sonido, aunque el único
ceño visible era el de Fred, todos los demás permanecían escondidos
detrás de las placas faciales.
"Más vale que sea una tableta de comunicación," dijo Fred.
Veta asintió, pero dejó la tableta de comunicación en su bolsillo.
Si no respondía, dejaría de gorjear en un par de segundos, y luego
decaería en treinta. "Probablemente sólo es mi madre."
Fred y Kelly intercambiaron miradas, luego Fred dijo, "Así que
responde."
"Sí," añadió Kelly. "Puede que pase un tiempo antes de que
ustedes dos hablen de nuevo."
No era la madre de Veta, que había fallecido dos años antes, y
además era una tableta del MdPdG. No había mucha gente que
pudiera abrirle un canal, y la mayoría de ellos estaban muertos.
"¿No te preocupa revelar nuestra posición?" preguntó Veta.
"No realmente," dijo Fred.
"Gao no tiene una red de posicionamiento global," agregó
Olivia. "Pensé que lo sabrías."
"Estaba pensando en la triangulación."
"¿De un satélite de comunicaciones en órbita geosincrónica?"
preguntó Fred. "No en un futuro cercano."
"Bueno, en ese caso..."
Con cuatro Spartans observando cada uno de sus movimientos,
sacó la tableta de comunicación de su bolsillo y miró a la pantalla.
"Mierda," ella dijo. "Es Arlo Casille."
Sabiendo cómo parecería si ella declinaba la llamada—o lanzaba
su tableta de comunicación a la jungla—Veta simplemente miró al
otro lado del transporte a Fred.
Se encogió de hombros. "Mira lo que el hombre quiere."
Veta se quitó el casco y esperó hasta que la agitación de un
Wyvern que pasaba se desvaneció, y luego contestó la llamada con
su habitual "Inspectora Lopis."
"¡Veta!" La voz de Casille era cálida, casi eufórica. "Qué alivio
oírte, viva y bien."
"Estoy mejor que el resto de mi equipo," dijo Veta.
La voz de Casille se volvió instantáneamente sombría. "Sí, vaya
tragedia. Te prometo que los responsables pagarán."
Veta se preguntó si eso significaba que Casille iba a dispararse
a sí mismo—o si dejaría que ella lo hiciera por él. "Estoy deseando
eso."
"Y tienes mi palabra de que no te decepcionarás. Pero, ¿cómo te
va? Me han dicho que los Spartans te tienen cautiva."
"Más o menos," dijo Veta. Si se lo pidiera, sospechaba que los
Spartans la dejarían en la selva. Pero si lo hiciera, su oportunidad de
llevar a Ojo Intrépido ante la justicia sería aún menor. "Me están
tratando bien, dadas las circunstancias."
"Francamente, eso me sorprende," dijo Casille. "Pero no quiero
que te preocupes. Tenemos una operación de rescate en marcha.
Estoy seguro de que puedes oír a nuestros Wyverns buscándote."
Veta miró al dosel y, con la esperanza de que los ruidos sobre la
cabeza no fueran recogidos por el micrófono de su tableta de
comunicación, y dijo, "¿Qué Wyverns? Se fueron después de que los
Spartans derribaran a dos."
Fred levantó la ceja y el casco de Kelly se inclinó hacia un lado.
Casille maldijo. "¿Estás segura? Deberían estar en el mismo
valle."
"Ministro—"
"En realidad es Presidente ahora," corrigió Casille.
"Lamentablemente, mi predecesor no estaba en condiciones de
manejar esta crisis. El Gabinete del Pueblo tuvo que removerlo."
El estómago de Veta comenzó a revolverse. "¿Por el ataque de
los Guardianes?"
"Precisamente. Tejo Aponte quería ofrecer apoyo logístico al
UNSC—mientras atacaban a nuestro propio pueblo. ¿Puedes
imaginarlo?"
"Muchas cosas han sucedido recientemente que nunca podría
haber imaginado," dijo Veta. "Por ejemplo, nunca podría haber
imaginado que convertirías a Wendosa en un campo de batalla."
Cuando la única respuesta fue el silencio, Veta sabía que sus
sospechas eran correctas. Arlo Casille era demasiado astuto para
negarlo y arriesgarse a ser expuesto como mentiroso, pero
ciertamente no iba a admitirlo—no por un canal de comunicación
inseguro.
Finalmente, Veta oyó a otro Wyvern acercarse y se dio cuenta
de que necesitaba darle a Casille algo más por lo que escuchar. "¿Por
qué haría tal cosa, Presidente Casille?"
"No pedí que me nombraran presidente. Pero acepté la
responsabilidad por el bien de Gao—y espero que hagas lo mismo,
Inspectora Lopis. La República necesita un nuevo Ministro de
Protección."
Y ahí estaba—el soborno que confirmaba los peores temores de
Veta, que demostraba que la presidencia de Gao había caído en
manos de un déspota y un criminal, un hombre al que no se le podía
permitir el acceso a la tecnología Forerunner o peligrarían los
mundos.
Veta asumió su voz más cálida. "Me siento halagada, Presidente
Casille. Pero primero tenemos que ver si salgo de esto de una pieza."
"Entonces ayúdanos a encontrarte," respondió Casille. "¿Seguro
que no oyes ningún Wyvern? Deberían estar cerca de dónde estás."
Mientras hablaba, Veta vio a Kelly inclinarse cerca de la oreja
de Fred y reportar algo. La expresión de Fred cayó.
"Espere, Sr. Presidente," dijo Veta. "Escucharé por ellos."
Ella cubrió el micrófono de la tableta de comunicación y le
preguntó a Fred, "¿Cuál es el problema?"
"Nuestro viaje no puede hacerse," él dijo. "Demasiados
Wyverns alrededor. Le dispararán antes de que llegue aquí,"
"¿Cuánto tiempo necesitamos?"
Fred se giró hacia el frente del transporte. "Mark, ¿cuánto
tiempo en el cronómetro?"
"Seis minutos, veinticinco."
"Creo que puedo comprarnos cuatro o cinco," dijo Veta. "Tal
vez pueda desviar a Casille, hacer que concentre a los Wyverns en
los señuelos que enviaste."
Fred miró a Kelly, que asintió y dijo, "Cinco fusionarán."
"Dije cuatro o cinco."
Kelly miró hacia otro lado. "Así que soy optimista."
Fred se volvió pensativo. Completamente fuera de su Mjolnir
ahora, sólo estaba vestido con sus botas y el traje técnico que llevaba
debajo de su armadura. En otras circunstancias, Veta podría haber
quedado impresionada por la vista. Pero a menos de diez minutos de
la destrucción termonuclear… tal vez no.
Finalmente, Fred asintió. "¿Qué tenemos que perder? Hazlo."
Veta quitó la mano de la tableta de comunicación. "¿Presidente
Casille?"
"Aún aquí," dijo Casille. "Pensé que te habíamos perdido."
Veta bajó la voz, como si estuviese susurrando, y luego dijo,
"Puedo oír a los Wyverns, pero están débiles. Deben estar muy lejos
de nosotros."
"Eso no ayuda mucho, Veta. ¿Puedes darme algo más?"
"En realidad no estamos en el valle," ella dijo. "Estamos
trepando por la pared."
"Eso es bueno," dijo Casille. "Tal vez podrías sostener tu tableta
de comunicaciones. Si consigo una grabación, un técnico
probablemente averiguará lo lejos que estás de los Wyverns."
Y luego Veta supo la verdadera razón por la que Casille había
llamado—la razón por la que no se había molestado en preguntar por
qué todavía tenía su tableta de comunicación, o por qué los Spartans
le permitían usarla.
Él ya sabía que ella no era realmente una prisionera.
"Eso podría ser arriesgado," dijo Veta, continuando con el juego
de Casille. Ella empujó a Olivia, luego levantó un pulgar y un dedo
índice en forma de arma. "Lo intentaré, pero hay algo más primero."
"Todo ayuda."
"Antes de empezar a subir la colina, cruzamos un puente," dijo
Veta. "Había una señal que apuntaba hacia las Grutas Cantantes en
una dirección y el Pozo de los Ecos en la otra."
Kelly sacó el seguro de su arma y la sacó vagamente en dirección
a Veta.
Veta respiró hondo y dijo, "Fuimos hacia el Pozo de—"
El hocico del rifle de combate de Kelly empujó la mejilla de
Veta, y ella decidió que había tendido la trampa tan bien como ella
podía hacerlo. Ella lanzó su tableta de comunicación a lo alto al aire
por el lado lejano del Warthog, y luego le hizo una mueca de dolor
al ensordecedor traqueteo de Olivia derribándola del aire.
"Explícame," dijo Kelly.
Veta simplemente apuntó al cielo. Sus oídos seguían sonando
por el sonido del reventón del rifle de Olivia, pero ella estaba
apostando que ahora los Wyverns se volverían hacia las Grutas
Cantantes.
De hecho, ella estaba apostando su vida en ello.
Veta apenas se atrevió a respirar mientras los Spartans
levantaban las placas faciales hacia el cielo y esperó a ver si su plan
había funcionado. Cada vez que el Warthog rebotaba sobre una
hendidura y su cuerpo se movía, ella esperaba sentir la bala
perforadora de un BR55 saliendo por la parte posterior de su cráneo.
En vez de eso, después de unos diez segundos, Kelly bajó el rifle
y se sentó en su asiento, y luego miró hacia el camino como si nada
malo hubiera pasado. Decidida a tomar eso como reivindicación,
Veta se puso el casco y se apoyó en la parte de atrás de su asiento, y
luego miró hacia la parte delantera del vehículo.
"Oye, Mark," ella llamó. "¿Cuánto tiempo más?"
Mark revisó el contador y dijo, "Cuatro minutos cincuenta."
"¿Entonces nuestro viaje está en camino?"
"Está en camino," él dijo. "Todo lo que tenemos que hacer es
llegar allí."
Veta asintió. No tenía ni idea de lo lejos que estaba el Pozo de
los Ecos, pero el tiempo de viaje apenas era el tipo de detalle que los
Spartans pasarían por alto—y estaba decidida a no dejar que su
ansiedad se manifestara más de lo que ya lo había hecho.
Cabalgaron en silencio por otros treinta segundos, luego Kelly
finalmente dijo, "Vale, Lopis, me rindo. ¿Cómo sabías que Casille
enviaría a esos Wyverns al otro lado?"
"Nunca me preguntó por qué todavía tenía mi tableta de
comunicación," dijo Veta. "Él ya sabía que no era una prisionera."
El trueno de los Wyverns volando en modo rotor sonaba desde
la selva detrás de ellos y comenzó a elevarse cada vez más. Los
Spartans se quedaron en silencio y miraron hacia el sonido, y luego
parecieron relajarse.
"Suena como dos de ellos para mí," dijo Olivia.
"Lo mismo aquí," dijo Fred. "Probablemente sólo estaban
asegurándose, buscando en este camino para ver si Lopis estaba
diciendo la verdad después de todo."
"Suenas terriblemente calmado sobre eso," dijo Veta. "¿Qué
pasará cuando se enteren de que estaba diciendo la verdad?"
"Hacemos lo que siempre hacemos," dijo Mark. "Los
eliminamos."
Los otros Spartans asintieron, y luego volvieron su atención a
Veta, y Kelly preguntó, "¿Así que Casille sabía que no eras una
prisionera?"
"Bien," dijo Veta. "¿Es este realmente el momento de explicar
esto?"
Fred sonrió. "Relájate, Mamá," él dijo. "Está bajo control."
Veta miró hacia atrás por el camino hacia los Wyverns que se
acercaban. El trompeteo de sus rotores parecía estar aumentando, y
Veta esperaba que el fuego de cañones comenzará a destrozar el
dosel de la selva en cualquier momento. Pero si todos los demás
pensaban que la situación estaba bajo control, entonces
probablemente lo estaba. Y aunque no fuera así, Veta no iba a ser
quien mostrara miedo. Ella frunció el ceño al otro lado de la bandeja
de pasajeros en Fred.
"No me llames mamá," ella dijo. De las Gammas, ella podía
tolerar el apodo, aunque apenas lo tolerará. "Odio eso."
Fred fingió una mirada herida. "¿Y cómo debería llamarte?"
preguntó. "¿Soldado?"
"Cualquier cosa menos Mamá," soltó Veta. Los Wyverns
estaban tan cerca que ahora podía sentir el pulso de sus rotores en su
pecho. Se volvió hacia Kelly y le dijo, "Casille nunca me pidió que
le diera nuestra posición. Sólo intentaba establecer un punto de
sonido."
"¿Un punto de sonido?" Fred tuvo que levantar la voz para
hacerse oír. "Nunca he oído hablar de eso."
"Un técnico busca el sonido de los aviones en el fondo de la
transmisión," contestó Veta, que también alzó la voz; ella habría
usado Canal del Equipo, pero Fred no tenía casco ni equipo de
comunicación. "Si sabes dónde hay suficientes aviones cuando los
oyes, puedes triangular la ubicación de un SDI cuando haces la
llamada. Es un poco más técnico que eso, y lleva tiempo—que es la
razón por la que Casille trataba de mantenerme hablando en primer
lugar."
"Así que, cuando le dijiste adónde íbamos…" Olivia dejó que su
oración se alejara, y luego asintió con un gesto de aprobación.
"Buena jugada."
"Pero si te quedas en Gao ahora, eres una mujer muerta," dijo
Mark, hablando por Canal del Equipo. "Sabes eso, ¿verdad?"
"Sí, Mark." Veta miró hacia atrás y vio que el dosel de la selva
comenzaba a bailar bajo el ciclón de los rotores de los Wyverns. De
un modo u otro, esta sería probablemente la última vez que miraba
la Selva de Montero o cualquier otra maravilla natural de Gao. "Se
me había ocurrido la idea."
"Bien," respondió Mark. Los Warthogs se detuvieron en la
colina y se deslizaron hasta detenerse, y la voz de Mark se oyó en el
Canal del Equipo de nuevo. "¡Dos minutos veinte, gente!"
Los Spartans entraron en acción tan rápidamente que los
Warthogs estaban medio vacíos antes de que Veta se diera cuenta de
que los vehículos estaban siendo abandonados. Se agachó para
agarrar la mochila del drone y descubrió que Kelly ya la tenía.
Entonces ella fue por su rifle de batalla y encontró a Fred
apuntándole hacia la selva.
"¡Déjalo todo!" Metió la mano en el montón de chatarra que
solía ser su Mjolnir y tocó un panel táctil en el reactor de fusión, y
luego señaló hacia la selva. "Cincuenta y dos metros—no cincuenta
y tres, no cincuenta y cuatro. No te caigas."
Veta saltó del Warthog. "No te caigas—"
Su pregunta fue tragada por el fuego de cañones, e incluso antes
de que sus botas tocaran el suelo, la selva comenzó a caer alrededor
de ella. Veta se lanzó en picada y rodó, luego se lanzó cinco metros
hacia delante y finalmente se atrevió a levantar la cabeza del
sotobosque.
Se encontró rodeada por una maraña de follaje tan densa que
apenas podía ver hasta el extremo de su brazo. No había rastro de
ningún Spartan—por supuesto—y ella había perdido la pista de
donde Fred le había estado señalando cuando se lo dijo, cincuenta y
dos metros.
La voz de Mark llegó a Canal del Equipo. "Cien segundos."
Veta giró en círculo hasta que encontró un rastro de helechos
destrozados y musgo que le llevaba de vuelta hacia los Warthogs.
Podía ver que el transporte se desarmaba bajo una lluvia de disparos
de cañones, y había una columna de humo que se elevaba unos
metros por delante, donde el vehículo de reconocimiento había sido
abandonado. Se giró en la dirección opuesta y corrió diez pasos,
quince. Puntas de frondas y leña empezaron a llover mientras el
fuego de los cañones pasaba por la selva sobre ella.
Veta no miró hacia atrás. Ella no quería ver venir la muerte.
Una mano en armadura salió disparada del follaje y le sujetó con
fuerza el brazo, y luego la sacudió de los pies.
"¡Sígueme, soldado!" dijo una voz femenina.
Veta intentó poner los pies en el suelo y correr, pero el esfuerzo
fue inútil. Ella prácticamente volaba por el aire entre las garras de la
Spartan, haciendo el doble de tiempo que ella sola. Además, ella se
movía en la dirección correcta. Se dio vuelta para ver quién la
arrastraba y se encontró mirando una Mjolnir de cobre pálido y a un
incómodo casco con una visera parecida a unas gafas. Linda-058.
Un pequeño crujido comenzó a crecer detrás de ellos.
Linda se zambulló en el suelo, y Veta con ella. El crujido se
volvió feroz, entonces una luz plateada pasó a través de la selva y
Veta se sintió instantáneamente quemada por el sol. Habría gritado,
pero antes de que su boca se abriera, el aire salió de sus pulmones y
el peso aplastante del pecho de una ola de compresión pisó a fondo.
Veta levantó la cabeza para encontrar un murmullo de troncos
caídos donde antes había habido selva. A unos veinte metros, la
devastación terminaba en el borde de un enorme cañón con paredes
de acantilados, el Pozo de los Ecos, sin duda.
El bullicioso estruendo de explosivos estalló detrás de ella, y
Veta miró hacia atrás para encontrar dos montones de metal plegado
encima del ardiente piso donde el Equipo Azul había abandonado sus
Warthogs. Si no fuera por las fuentes de color anaranjado
redondeando en todas las direcciones, ella nunca habría reconocido
los montículos como Wyverns estrellados.
"¿Qué hizo eso?"
"La armadura de Fred," dijo Linda. "No puedes dejar esas cosas
tiradas por ahí, ¿sabes?"
La voz de Mark sonó sobre el Canal del Equipo. "Sesenta y
cuatro segundos."
"Abordando en veinte." Esto fue dicho por la voz gutural de la
misteriosa Srta. Clasificada, que había hablado con Veta antes. "Y
no llegues tarde. Este Búho no esperará a nadie."
Veta sintió un tinte de miedo. ¿Y si la señorita Clasificada era
otra AI? ¿Y si Ojo Intrépido ya la había cooptado también? Se lo
sacudió. La ancilla estaba asegurada, al menos por ahora. Y aunque
no lo estuviera, Mark tenía razón. Veta era una mujer muerta si se
quedaba aquí en Gao. Arlo Casille se ocuparía de eso. No tenía otra
opción que dejar el mundo donde estaban enterrados sus padres,
donde vivían sus dos tías y seis primos, el mundo donde vivían los
únicos amigos que había conocido por más de una semana. Y lo haría
sin saber dónde iba a vivir, sin los créditos de su cuenta de empleo,
sin una tableta de datos que contuviera la información de contacto de
todas las familias a las que debía llamadas de pésame y disculpas.
Literalmente, ella se iría sin nada más que su arma SAS-10—y la
ropa que llevaba puesta, y esta le pertenecía al UNSC.
Los ocho miembros del Equipo Azul, como uno solo, se
levantaron de la devastación y se dirigieron hacia el Pozo de los
Ecos. Veta se puso en pie y corrió a través de la maraña de troncos
tras ellos. Todo lo que podía ver por delante era el borde de un
acantilado, pero con ocho Spartans a la cabeza y una bomba nuclear
táctica a punto de detonar, estaba dispuesta a arriesgarse.
Fred y Mark estaban a sólo un par de metros del borde cuando
el Búho se levantó del Pozo de los Ecos y comenzó a inclinarse hacia
ellos. Parecido a una versión ligeramente más pequeña y levemente
blindada de un Pelican, las diferencias más obvias eran el acabado
gris nuboso del Búho y sus alas curvadas hacia abajo. Al acercarse
al acantilado, la embarcación giró para presentar su cola, luego bajó
una rampa de embarque y se plantó sobre sus góndolas de empuje
pivotantes.
Fred se giró para ver el tablero de su equipo, pero Mark
desapareció en la nave a toda velocidad. Olivia, Ash y el resto de los
Spartans hicieron lo mismo. Unos segundos más tarde, Veta corrió
por la rampa y se encontró mirando fijamente al oscuro interior de
una nave de guerra del UNSC.
Fred se le acercó por detrás, probablemente el último de su
equipo en subir a bordo, por alguna tradición militar, y la empujó a
través del umbral hacia la cubierta.
"Bienvenida a bordo, Inspectora Lopis," él dijo. "Ahora eres una
de los buenos."
CAPÍTULO 28

1458 horas, Julio 6, 2553 (calendario militar)


Nave de Inserción "Búho" del Comando Espacial de las
Naciones Unidas Garra Silenciosa
Pozo de los Ecos, Planeta Gao, Sistema Cordoba

E l Búho se puso en movimiento y entró en una empinada subida


en espiral, sus motores ensordecedores emitiendo poco más que un
gemido. Mientras la cubierta se inclinaba hacia la rampa de
embarque abierta, Veta alcanzó la pared más cercana, buscando
ciegamente un asidero mientras sus ojos se ajustaban a la tenue luz
interior. Un par de delgados dedos le cogieron la muñeca y guiaron
su mano hacia una correa suspendida del techo.
"Sigo diciendo que necesitamos luces aquí durante las
extracciones diurnas," dijo una voz gangosa y medio familiar. "Pero
conoces al UNSC y el protocolo. Necesitas tres estrellas en tu cuello
para cambiar cualquier cosa."
Veta deslizó su mano a través de la correa, luego se giró hacia la
voz y comenzó a discernir un rostro. Pertenecía a una mujer alta, de
piel oliva, con el pelo corto y un rostro delgado y de mejillas altas.
"La Srta. Clasificada, supongo," ella dijo. "Por fin nos
encontramos."
Clasificada se ríe entre dientes. "Es la Contraalmirante
Clasificada," ella dijo. "Pero por ahora, puedes llamarme Osman—
Serin Osman."
"Cuarenta y dos segundos," dijo Mark sobre el Canal del Equipo.
Al mismo tiempo, la voz de una piloto femenina sonaba desde
un altavoz de techo. "Wyverns entrantes, amigos. Hagámoslo y
vámonos."
"¡Mark!" Fred ladró por la izquierda de Veta.
"Señor."
Mark salió de las sombras a lo largo de la pared de la cabina, su
armadura fotorreactiva luchando por adaptarse mientras pasaba de la
oscuridad a la luz que se derramaba sobre la rampa de embarque aún
abierta. En sus manos, continuaba sosteniendo el Havok.
Antes de que Veta pudiera preguntar por qué en el mundo
todavía lo tenía, la Almirante Osman dijo, "Espera, hijo."
El casco de Mark se giró. "¿Señora?"
"Abordaron temprano," dijo Osman. "Tenemos algunos
segundos."
Mark miró hacia la rampa, donde Fred estaba en silueta frente a
un hoyo verde y lleno de selva, a medio kilómetro de profundidad.
Cuando Fred asintió, Mark a regañadientes encaró a Osman de
nuevo.
"Treinta y ocho segundos," advirtió Mark.
Osman aclaró su garganta, y Veta se giró para encontrar a la
contraalmirante sosteniendo el cristal de datos del Ojo Intrépido.
"Sería una tragedia desperdiciar lo que esto puede hacer por la
humanidad," dijo Osman. Le ofreció el cristal a Veta. "Pero un trato
es un trato. Hay una tira adhesiva en el Havok. Si quieres tu justicia,
sólo pega esto al fondo."
Veta se puso de frente, intentando imaginar un escenario en el
que la ONI entregaría una ancilla Forerunner—y no había ninguno.
Si Osman le ofrecía un cristal de datos, era sólo porque la almirante
quería que creyera que Ojo Intrépido estaba dentro.
Y porque pensaba que Veta era lo suficientemente ingenua como
para caer en truco.
Veta empujó la mano de Osman hacia atrás sin siquiera
molestarse en examinar la ofrenda. "No sé a quién crees que
engañas," ella dijo. "Pero eso no es Ojo Intrépido."
Una sonrisa astuta se extendió por la cara de Osman. Ella hizo
un puño sobre el cristal de datos y asintió a Mark. "Muy bien,
Spartan. Continúa."
Los hombros de Mark visiblemente relajados. Sin tomarse el
tiempo para acercarse a la rampa, lanzó al Havok a través de la
abertura. Su nariz cayó, y luego Veta vio un trío de aletas helicoidales
desplegarse. El dispositivo comenzó una inmersión giratoria en el
Pozo de los Ecos.
Las diminutas formas de alas delta de una docena de Wyverns
flotaban a la vista, tan distantes y tan lejos, que parecían estar
meramente flotando por el Pozo de los Ecos.
"¡Bomba fuera!" anunció Fred.
La rampa de embarque del Búho se cerró, sellando a Veta y a
los demás dentro de un capullo de acero. Fred y Mark saltaron
inmediatamente a lados opuestos de la cabina de pasajeros. Osman
tomó a Veta por el codo y la tiró hacia un asiento junto a Fred. Un
arnés de choque automático descendió de la pared sobre sus hombros
y la apretó contra el cojín de la espalda.
El Búho comenzó una empinada subida, acelerando tan fuerte
que si Veta no hubiera sido sujetada por el arnés de choque, habría
sido arrojada a la parte trasera de la embarcación.
Sus ojos ya se habían ajustado, y ella podía ver que no había
mucho en el interior de la cabina—sólo un armario de armas en el
mamparo delantero y diez asientos orientados hacia adentro a lo
largo de cada lado con suficiente espacio entre ellos para un par de
vehículos de un solo hombre. Los Gammas estaban sentados justo
enfrente de Veta. Permanecieron completamente blindados—como
todos los Spartans excepto Fred.
La placa de Mark parecía fijada en la Contraalmirante Osman.
"Veintiséis segundos," él dijo. "Deberían haber sido treinta."
Osman frunció el ceño, luego inclinó la cabeza en dirección a
Veta y preguntó, "¿Soy yo la que perdió cuatro segundos pensando?"
Veta no tuvo oportunidad de contestar. La voz de la piloto volvió
a pasar por el intercomunicador. "¡Prepárense!"
Ya asegurada en los arneses de choque apretados, no había
mucho de eso que hacer. Veta simplemente apretó su casco en la
parte trasera de su asiento y apretó la mandíbula para asegurarse de
que no se mordiera la lengua, y el Búho se dobló tan fuerte que temió
que las alas se le hubieran volado. Parecía resbalar y voltearse
durante unos segundos, luego la piloto lo puso bajo control.
"Detonación confirmada," ella informó. "Bien hecho, Spartans."
Un aire de alivio llenó la cabina, con los Spartans pareciendo
relajarse en sus arneses de choque mientras se hacían señales de
mano. Pero no hubo júbilo ni clamor triunfal, ni siquiera una bomba
de puñetazos o una repentina ola de risa, y a Veta le gustaba eso de
ellos. No celebraban la muerte. Comprendían que los hombres y
mujeres que acababan de ser incinerados sobre el Pozo de los Ecos
eran simples soldados, al igual que ellos... que las personas que
tenían que matar y morir en una guerra rara vez eran las que la
iniciaban.
El Búho continuó temblando y agitándose durante unos minutos
más, y finalmente escapó de la atmósfera de Gao y se asentó en un
vuelo suave. Veta se encontró mareada y a la deriva contra su arnés,
y se dio cuenta de que, por primera vez en su vida, estaba
experimentando ingravidez. Miró a través de la cabina a los
Gammas—ninguno de ellos ni siquiera tenía la mitad de su edad—y
vio por sus posturas flojas y la distraída inclinación de sus cascos que
era una sensación familiar para ellos, una que probablemente habían
experimentado cientos de veces en sus jóvenes vidas.
Pero, sin embargo, ninguno de los Spartans estaba abriendo su
armadura o incluso quitándose el casco, y sus arneses se mantenían
firmemente en su sitio.
Veta se volvió hacia Fred y le preguntó, "¿Cuánto tiempo
tenemos que quedarnos abrochados y encerrados en nuestros
asientos?"
"Hasta que dejemos la zona de conflicto."
"Esa no es realmente una respuesta, Fred."
Fred extendió sus manos. "No soy el piloto," él dijo. "No tengo
idea de lo grande que es la zona ahora mismo."
"Serán unas tres horas," dijo Osman," asumiendo que la Armada
Espacial de Gao no nos dé demasiados problemas."
"¿Van a ir contra el grupo de trabajo?" preguntó Fred. "Ni
siquiera Casille está tan loco."
"Eso está por verse," dijo Osman. "Pero Casille hizo todo lo que
pudo para complicarle la vida al 717º. Por lo que mis propias
tripulaciones informan, el batallón perdió la mitad de su fuerza
evacuando bajo fuego. Y ahora que detonamos un artefacto nuclear...
bueno, dudo que hasta la inspectora Lopis sepa lo que el presidente
Casille podría hacer."
1508 horas, Julio 6, 2553 (calendario militar)
"Basilisco" de Comando y control de avance de la República
de Gao.
Aeronave Independencia

Retenido a una altitud de quinientos metros, el Basilisco volteó su


ala y rodeó el cráter ennegrecido que una vez había sido el Pozo de
los Ecos. Rodeado por una cortina de humo que se levantaba de las
parpadeantes paredes en llamas de un enorme fuego en la selva, el
Pozo era ahora un pozo de piedra caliza fundida a un kilómetro de
profundidad. En el fondo del pozo, Arlo Casille podía ver un charco
de piedra fundida que aún brillaba blanca con calor termonuclear.
La piscina no podría estar más caliente que la ira ardiendo en el
alma de Arlo. ¿No había indignación más allá del UNSC? ¿Podría
haber alguna atrocidad demasiado terrible para que ellos la cometan?
Arlo no habría creído posible que la barbarie de ningún Spartan le
sorprendiera, pero esta profanidad final le había pillado
completamente desprevenido. Lo último que se había imaginado era
que usarían un dispositivo nuclear para hacer bien su huida.
"Nadie podía esperar eso, ya sabes," dijo una voz áspera.
"Ciertamente no lo vi venir."
Arlo estaba tan concentrado que no reconoció la voz hasta que
levantó la vista y vio a Gaspar Baez sentado en la silla mirando hacia
él. Como el propio Arlo, el Ministro de Guerra estaba vestido con un
par de overoles negros de la Armada del Espacio de Gao, y se
inclinaba hacia adelante para mirar por la ventana de la nave a la
destrucción que había debajo.
"¿Qué quieres decir exactamente?" preguntó Arlo,
inmediatamente sospechoso. Baez era un leal partidario de Aponte,
después de todo. La única razón por la que seguía siendo el Ministro
de Guerra fue la falta de tiempo: Arlo no había querido retrasar el
ataque al 717º lo suficiente como para poner una nueva estructura de
mando en su lugar. "Espero que no insinúes que es culpa mía que el
UNSC desatara un artefacto nuclear en Gao."
"Por supuesto que no. No es tu culpa en absoluto. Nadie se
habría imaginado que así es como los Spartans saltaron de su
trampa," dijo Baez con los dedos en la barbilla y sonriendo. "Y eso
es exactamente lo que pretendo decir en mis entrevistas públicas, una
vez que vuelva a ser un civil."
"Ya veo," dijo Arlo. "Espero que no insinúes que caí en una
trampa Spartan."
"Bueno, tengo que ser honesto," respondió Baez. "Tú eres el que
ordenó al escuadrón de Wyverns que les dieran caza y—en realidad,
¿no crees que eso fue un poco extremo? Estoy seguro que la traición
de la inspectora Lopis te hirió personalmente, pero la mitad de la
fuerza de asalto que la persiguió casi garantizó que el 717º se librara
del castigo—"
"No fue personal," Arlo interrumpió. "Y tú lo sabes."
"¿Oh?" Baez levantó sus cejas grises. "Entonces, ¿vas a hacer
pública la caza de la ancilla?"
"Absolutamente no," dijo Arlo.
Actualmente, la gente de Gao lo aplaudía por haber perseguido
al 717º, pero eso cambiaría en un abrir y cerrar de ojos si la
ciudadanía se enteraba de que Arlo había causado la crisis al pasar
de contrabando a los Guardianes de la Única Libertad a Gao. Con un
poco de suerte, Castor yacía muerto en la selva en algún lugar o había
sido incinerado por la detonación nuclear, y el público nunca sabría
que toda la batalla había sido una estira y afloja por un artefacto
Forerunner, una estira y afloja que Arlo había perdido.
"No vamos a hacer público nada acerca de los Forerunner,"
continuó Arlo, "o la traición de la Inspectora Lopis. En cuanto al
público, la Inspectora Lopis murió con el resto de su equipo, y yo
expulse al UNSC porque sus Spartans estaban asesinando turistas en
el Sistema de Cuevas de Montero."
Arlo señaló a la ventana hacia el enorme cráter de abajo y
agregó, "Y tenemos que encontrar la forma de mantenerlo callado."
"Entonces, ¿no piensas usarlo para despertar sentimientos en
contra del UNSC?"
Arlo agitó la cabeza. "No puedo hacerlo. Si admito que el UNSC
detonó un artefacto nuclear en Gao, mis propios partidarios me
obligarán a tomar represalias. Y por mucho que odie al UNSC, no
me interesa ser el presidente que le ruge al gigante y hace que
aplasten a Gao como un bicho."
Un destello de conocimiento llegó a los ojos de Baez. "Estoy
muy contento de oír eso," dijo. "Pero esos serán secretos muy
difíciles de guardar. Debe haber al menos quinientos soldados Gao
que sepan la verdad."
"Por eso voy a necesitar un alto comandante con experiencia
para mantenerlo en silencio," dijo Arlo. "¿Cree que podrá lograrlo,
Ministro Baez?"
Baez bajó la barbilla y ofreció una sonrisa delgada. "Me parece
que me está pidiendo que me quede como parte de su gabinete,
Presidente Casille."
"Creo que nos entendemos."
"En ese caso, estoy seguro de que estos secretos estarán a salvo."
Baez se reclinó en su silla y añadió, "Si hay un término que mis
soldados siempre respetan, es altamente clasificado."
"Me alegro de oírlo," dijo Arlo. Señaló a la ventana hacia el
cráter de abajo. "Así que dime, ¿cómo vas a explicar eso?"
Baez agitó una mano desdeñosa. "¿Qué hay que explicar? Sus
corvetas MdPdG simplemente derribaron a un Prowler," él dijo. "Me
temo que su reactor explotó, así que tendremos que mantener un
cordón de seguridad alrededor del área... mientras tú seas el
presidente y yo el Ministro de Guerra."
"Por años, entonces," dijo Arlo, asintiendo con la cabeza.
"Oh, yo diría que por lo menos," aceptó Baez. Extendió las
manos y sonrió. "Posiblemente incluso décadas."

1518 horas, Julio 6, 2553 (calendario militar)


Nave de Inserción "Búho" del Comando Espacial de las
Naciones Unidas Garra Silenciosa

La voz de la piloto llenó la cabina de pasajeros del Búho otra vez.


"Tenemos un par de corvetas Gao saliendo por detrás de Cenobia,"
ella dijo. "Deberíamos ser capaces de esquivarlas evadiéndolas por
la parte de atrás. Va a añadir un par de horas a nuestro viaje, pero
manténganse abrochados allá atrás por si nos encontramos con
alguna sorpresa."
La consternación de Veta debe haber aparecido en su cara,
porque Osman dijo, "No me digas que tienes que orinar."
"No, estoy bien."
En realidad, Veta ya estaba teniendo problemas con el
confinamiento del arnés, y un monótono vuelo de cinco horas sólo
iba a empeorar las cosas. Pero ciertamente no se lo iba a revelar a
Osman.
"Sólo pensé que podría flotar un rato," dijo Veta. Sintió una gota
de sudor bajando por su frente, pero hizo todo lo posible para parecer
indiferente. "Es mi primera vez en el espacio."
"Ojalá pudieras," dijo Osman, hablando en un tono que sugería
que ella seguía el juego. "Lo siento, pero ya sabes cómo es el
protocolo. Tendremos que entretenernos los unos a los otros con
nuestro ingenio chispeante."
Veta miró con inquietud a Fred, que simplemente se encogió de
hombros y miró hacia otro lado.
"Así que, Inspectora, me preguntaba algo," dijo Osman con tono
extrañado, ya sea que faltara o ignorara la inquietud de Veta. "Ahora
que eres un paria en tu propio mundo, ¿qué vas a hacer con tu vida?"
Veta miró a Fred. "¿Esta señora es real?"
"Sí," dijo Fred. "Me temo que sí."
"La razón por la que pregunto," dijo Osman, "es que pasaste mi
prueba con éxito."
Veta dejó que su voz se congelara. "¿Qué prueba?"
"Con el cristal de datos. Leíste mi obra en cuatro segundos, lo
cual es decente para una aficionada no entrenada, y no dejaste que el
Havok te asustase." Osman levantó las cejas. "Tienes potencial,
Inspectora Lopis."
"Tengo experiencia," Veta dijo. "He estado matando asesinos
duros desde que tenía veinte."
"Sí, sé todo sobre eso," dijo Osman. "Pero estoy hablando de las
grandes ligas. Cosas en las que puedes hacer una diferencia en la
galaxia."
Cuanto más hablaba esta mujer, menos le gustaba a Veta. Pero
sí tenía su atención.
"¿Cómo una diferente?"
"Ojalá pudiera decírtelo." Ella extendió las manos. "¿Pero es..."
"¿Clasificado?" preguntó Veta. "¿Ni siquiera puedes decirme
para qué me estás reclutando? ¿En serio?"
La contralmirante le inclinó la cabeza. "Es necesario saberlo,"
ella dijo. "Si no te apuntas, no necesitas saberlo."
"Entonces supongo que no necesito saberlo." Veta miró hacia
otro lado. "No soy de las que confían—especialmente cuando he
visto cómo tratas a tu propia gente."
La voz de Osman se indignó genuinamente. "No hay nada malo
en la forma en que trato a mi gente."
"¿No?" preguntó Veta. "Entonces, ¿por qué les ayudé a arrastrar
un Havok a través de cinco kilómetros de selva cuando podrías haber
tirado uno desde el Búho?"
"La colocación es más precisa con el suelo—"
"Nos estabas esperando en el blanco," interrumpió Veta.
"Pero no podíamos estar seguros de que lo lograríamos hasta que
llegáramos allí," dijo Osman. "Los Spartans estaban en una mejor
posición para entregar, y como teníamos que extraerlos de todos
modos."
"Tendrías una póliza de seguro si no lo hicieran," dijo Veta.
"Con ese Havok, no había forma de que ningún Spartan dejará que
la ancilla cayera en manos de Arlo Casille."
Al otro lado de la cabina, Veta vio que los cascos de Ash y Olivia
se giraban el uno hacia el otro. Mark siguió mirando fijamente en
dirección a Osman. Si Osman notó su reacción, ella no dio ninguna
señal de ello. Simplemente premio a Veta con una sonrisa astuta, y
luego la miró fijamente.
"Dime que me equivoqué sobre eso."
Veta no pudo, por supuesto. "No estoy tan segura de que la ONI
sea mejor que Casille."
"Lo estarás cuando subas a bordo," ella dijo. "Puede que te
cueste creerlo, Inspectora, pero la ONI puede ser lo mejor que la
galaxia pueda ofrecer ahora."
"Espero que no," dijo Veta.
Volcó su mirada a través de la oscura cabina hacia los Gammas.
Cuando pensó en sus edades... de lo que les habían quitado y hecho
a ellos, de los Suavizadores que tenían que inyectarse para
mantenerse mentalmente equilibrados... cuando pensó en todo eso,
estaba más interesada en dispararle a esta mujer que en trabajar para
ella.
Finalmente, Veta agitó la cabeza. "Lo siento," ella dijo. "Pero—
"
"Hay algo que debe saber antes de decidirse, inspector."
"¿Mi otra opción es una bala?"
La almirante parecía herida. "Somos un poco más originales que
eso." Señaló a través de la cabina hacia los Gammas y dijo, "En
realidad se trata de esos tres Spartans."
"¿Qué pasa con ellos?" Fue Fred quien preguntó esto, y hubo
algo más que un toque de protección en su tono. "Están en mi equipo.
Y son buenos Spartans. El mejor."
"También están KIA," dijo Osman. Se puso a estirar el cuello
para mirar más allá de Veta hacia Fred. "Me temo que ocurrió en esta
misión. Puede decidir cómo, Teniente."
"¿Qué?" Ash estalló. "¡De ninguna manera!"
Olivia estaba un poco más sobria. "Oh, hombre," dijo ella. "¿Qué
hicimos?"
"Los Suavizadores son el problema." La voz de Osman era de
hecho, completamente desprovista de disculpas o simpatía. "Si
alguna vez se hace público, podría destruir toda la rama Spartan. Así
que han decidido desaparecerlos."
Todas las placas faciales de la cabina de pasajeros se voltearon
hacia Osman, y la mano de Lucy había llegado a la empuñadura de
su cuchillo de combate. Veta decidió que Osman era mucho más
valiente de lo que parecía, o mucho más tonta.
Por supuesto, fue Fred quien finalmente hizo la pregunta en la
mente de todos los Spartans. "¿Quién lo decidió?"
"Tú sabes quién. Si tienes un problema con eso, puedes hablar
con ella." Osman se volvió hacia los Gammas. "Lo siento, pero
asustaron a mucha gente cuando se quedaron sin Suavizadores. Sí
algo así volviera a salir mal y las cosas empeorarán, habría
investigaciones hasta que los Forerunners volvieran."
"¿Así que vas a acabar con ellos?" Fue Tom quien exigió esto,
hablando desde su asiento junto a Lucy en el extremo de la cabina.
"Eso es un poco de agradecimiento."
"Relájate, ¿quieres?" Osman levantó sus palmas para calmar a
todos. "Una vez que los Gammas escuchen lo que tengo en mente,
quizá les guste estar muertos."
"Bien," dijo Mark. "Puedes unirte a nosotros, ya sabes."
"Me temo que eso no sería posible." Osman parecía muy
arrepentida. "No estoy calificada."
"¿Son… nosotros?" Preguntó Lucy. Ella no hablaba mucho, y
cuando lo hacía, sus palabras tendían a ser lentas y consideradas. "No
los vas a mandar fuera—"
"Sin experiencia en el equipo," terminó Tom. Inclinó su casco
para que mirara hacia la fila de los Gamma. "Sin ofender, chicos."
"No me ofende," dijo Ash. "Nunca nos enviarían solos, de todos
modos."
"No a tu edad," confirmó Osman. Miró a Lucy. "Pero tampoco
puedes ser tú."
"¿Así que tiene que ser Lopis?" preguntó Fred.
"Así es," dijo Osman. "Si la Inspectora rechaza nuestra generosa
oferta, Ash, Olivia y Mark se unirán al resto de la compañía
Gamma."
"¿Haciendo qué?" Preguntó Tom.
"Algo que mitigaría el riesgo—pero para ser honesta—aún
estamos trabajando en los detalles," respondió Osman. "Y cuando lo
hagamos, no se les dirá. ¿Está claro?"
El casco de Tom se inclinó hacia el centro. "Sí, señora," él dijo.
"Y yo diré que apesta, señora."
Veta no podía evitar sonreír, y no se molestó en ocultar su
sonrisa cuando volvió a mirar a Osman. "¿Hay más Gammas?"
preguntó ella. "¿Cuántos?"
Osman encontró la sonrisa de Veta con una de las suyas. "Esa
información sería confidencial," ella dijo. "Y como tú no eres—"
"Vale," dijo Veta, levantando una mano. "Tengo curiosidad.
¿Cuál es tu plan?"
La cara de Osman se iluminó. "¿Entonces estás dentro?"
"Estoy escuchando," corrigió Veta. "Y deje de intentar jugar
conmigo, Srta. Clasificada. No eres muy buena en eso."
"Te he traído hasta aquí, ¿no?" Un brillo llegó a los ojos de
Osman, y luego se volvió más solemne. "Básicamente, necesitamos
un equipo de Hurones."
"¿Hurones? ¿Qué es eso?" preguntó Veta.
"Investigadores con dientes," dijo Osman. "Te metes en un
agujero, encuentras las ratas, y—"
"¿Y las matas?" preguntó Mark.
Osman frunció el ceño. "A veces," ella dijo. "Pero iba a decir,
'arreglas el problema'. A veces, eso podría significar rescatar a gente
en lugar de matarla. ¿Puedes vivir con eso, Spartan?"
Mark asintió. "Claro," él dijo. "¿Qué crees que soy?"
"¿Y quieres que haga qué exactamente?" preguntó Veta. "¿Jugar
a ser la madre de la guarida?"
"Diablos, no," dijo Osman. "Bueno... tal vez a veces. Pero lo que
realmente queremos que hagas es que dirijas al equipo y dirijas las
investigaciones."
Veta miró a los tres Gammas que estaban sentados frente a ella.
"¿Y ellos serían mi equipo?"
Osman asintió. "Todo lo que tienes que hacer es decir que sí."
Miró hacia Tom, y luego añadió en tono sarcástico, "Asumiendo que
eso te parece bien, por supuesto."
Tom se volvió hacia Lucy y torció un pulgar, la señal Spartan
para un signo de interrogación. Lucy permaneció callada durante un
momento, y luego asintió con un solo gesto cortante.
Osman fingió alivio, y luego se volvió hacia Veta. "Bueno, ahora
que tenemos el permiso de los Betas, ¿tenemos un trato?"
Veta se detuvo, aunque no había mucho que considerar. No
quedaba nada para ella en Gao. Todo lo que ella tenía en su vida
ahora mismo era su habilidad como investigadora y el afecto que
había llegado a sentir por estos tres Gammas. Visto desde esa
perspectiva, aceptar la oferta de Osman tenía mucho sentido. Por
supuesto, esto significaba que Veta trabajaría para el gran opresor—
la misma entidad que ella había crecido odiando—pero incluso esa
visión había cambiado. En los últimos días, se había enterado de que
los tiranos venían en todos los tamaños. Las cosas eran mucho más
grises de lo que ella se había dado cuenta, especialmente cuando se
trataba del UNSC. En última instancia, le ofrecieron su antiguo
trabajo en MdPdG, pero a una escala mucho mayor. Su jurisdicción
no se limitaría a la actividad criminal en Gao, sino que abarcaría la
totalidad del espacio ocupado por el ser humano. Osman le ofrecía a
Veta una nueva forma de servir a su prójimo—la oportunidad de
estar junto a Fred y los Gammas y a todos los millones de hombres
y mujeres valientes que se habían puesto en pie para defender a la
humanidad.
¿Cómo puedo decir que no?
Sin apartarse de los Gammas, Veta preguntó, "Fred, es tu equipo
el que está siendo asaltado. ¿Qué te parece?"
"Creo que el Equipo Azul los echará de menos," dijo Fred. "Pero
no digo que eso cambiará... y los cuatro harían un buen equipo de
Hurones."
"Vamos a hacer un gran equipo Hurón," dijo Olivia, como si el
asunto ya estuviera decidido. "¿Verdad, Ash?"
"Sí. Cierto. Estoy dentro."
"¿Y tú, Mark?" preguntó Veta. De los tres Gammas, Mark era el
que más le preocupaba—el que parecía más perturbado y el que
abiertamente sospechaba que era un asesino en serie. Si no podía ver
más allá de su honesto error, su equipo Hurón no duraría lo suficiente
para ganarse su nombre. "¿Crees que esto puede funcionar?"
Mark inclinó el casco y miró hacia otro lado, y luego dijo,
"Claro, Mamá. ¿Por qué no?"
EPÍLOGO

1558 horas, Julio 6, 2553 (calendario militar)


Grutas Cantantes, Valle del Río Bermellón, Selva de Montero
Distrito de Campos Silvestres, Planeta Gao, Sistema Cordoba

unque aún caminaba—poco a poco, y con ayuda—Castor no


saldría de la selva con vida. No lo sabía por su rastro de sangre, ni
por sus heridas infectadas, ni siquiera por la angustia que venía de
cojear kilómetro tras kilómetro sobre una rodilla destrozada. Sabía
que estaba muriendo por la canción que escuchaba, una melodía sin
palabras que parecía retumbar en el exuberante follaje y ahogar sus
propios pensamientos oscuros. Era el canto del Oráculo, enviado
para consolarlo en su hora final, para asegurarle que todos los que
fracasan no están perdidos, que los que se esfuerzan con corazones
puros alcanzarán la Libertad Única tan seguramente como los que
ganan grandes victorias.
¿Qué más podría ser?
Un mero puñado de seguidores de Castor había sobrevivido a la
matanza cerca de Wendosa, y Orsun era el único que había buscado
a su Dokab después de que las tropas del UNSC se hubieran retirado
del valle de la muerte.
"Orsun, no hay honor en morir aquí conmigo." Castor se levantó
sobre su única pierna buena, balanceándose y luchando por hablar.
"Vete solo, o te perderás la cita."
Orsun no dijo nada y empujó el brazo de Castor por encima del
hombro, y luego continuó un paso lento a la vez. Orsun no había
sufrido heridas graves durante la pelea, pero había estado
sosteniendo—y a veces llevando—a Castor durante docenas de
kilómetros. Y ahora un fuego de la selva avanzaba por el valle detrás
de ellos, arrastrándose desde la dirección de una detonación
termonuclear menos de una hora antes.
Castor seguía sorprendido de que el UNSC hubiera hecho algo
así. Incluso para los infieles, usar un artefacto nuclear para poner fin
a una batalla que ya había corrido su curso era una atrocidad
increíble—un acto depravado de venganza sin sentido.
Y sería igual de inútil para Castor dejar que su amigo muriera
con él. De hecho, había sido egoísta dejar que Orsun se quedara con
él tanto tiempo como lo había hecho. Se levantó y se sacó la vejiga
de agua del hombro.
"Orsun, toma esto. Como tu Dokab—"
Orsun se detuvo y levantó un puño para guardar silencio, luego
sacó su Spiker de su montura y empezó a arrastrarse hacia delante
solo, hacia un macizo de ruidosos helechos. Castor habría
desenvainado su propio Spiker, excepto que su mano armada era una
masa destrozada de carne y huesos, y estaba tan mareado y débil que,
si intentaba usar su mano, temía atacar a Orsun.
Orsun entró en un matorral de helechos, donde la canción del
Oráculo parecía un poco más fuerte, luego resopló entretenido y bajó
su arma. "Vamos, Dokab," él dijo. "Mira lo que nos ha estado
llamando."
"¿Tú también lo oíste?"
Orsun asintió. "Pensé que lo imaginaba." Señaló el suelo al otro
lado del matorral. "Pero era sólo esto."
Castor cojeó junto a él y vio la mano de Orsun señalando un
agujero en el suelo que no era más grande que un puño. Un viento
cálido salía de la cavidad, moviendo los helechos y llenando el aire
con un extraño silbato.
Castor se rió entre dientes. "Y yo que creía que me estaba
muriendo."
"Y pensé que me había vuelto loco." Orsun soltó una risa. "Pero
sólo era una cueva cantante."
Castor también comenzó a reírse, una carcajada profunda que
zumbaba por la selva y ponía a las aves a graznar y a los anfibios a
croar. Permanecieron así durante unos minutos, uno al lado del otro
y cayeron en una histeria más aliviada que el regocijo, sólo
alegrándose de estar con un amigo por lo que les quedaba de vida a
los dos. Sólo faltaba una cosa para que el final de Castor fuera bueno,
y eso era poder pagar la traición de Arlo Casille antes de que muriera.
Pero ni siquiera un Dokab podía partir con todos los deseos
cumplidos.
Finalmente, el olor a humo le recordó a Castor el peligro que
enfrentaban desde el fuego de la selva. Se giró para señalar con su
buen brazo hacia el valle, hacia el Camino de las Maravillas, donde
un infiltrado Guardián ya estaba esperando para escabullirse de Gao.
Pero antes de que Castor pudiera pasar la vejiga de agua a Orsun y
decirle que procediera por su cuenta, algo pequeño y verde flotó
fuera de la selva frente a ellos.
"Dokab," dijo Orsun. "¿Ves—?"
"Sí. Un Huragok," Castor confirmó. "Como el que vimos con los
infieles en Wendosa."
"¿El mismo?" preguntó Orsun.
"Una buena pregunta," Castor contestó. "Te lo haré saber cuándo
aprenda a preguntar."
El Huragok se acercó a Castor y empezó a correr sus tentáculos
sobre su herida mano. Observó en silencio desconcertado mientras
sondeaba el inmenso agujero donde una vez sus dos dedos del medio
estaban conectados a su palma de la mano—y luego jadeó en voz alta
mientras los tentáculos repentinamente se hundían bajo la carne y
empezaba a cavar alrededor de la herida. Un instante después, sintió
que varios huesos se ponían en su lugar, y la ardiente vibración
repentinamente comenzó a retroceder.
Castor miró al Huragok. "¿Qué eres tú?"
El Huragok respondió con una serie de parpadeos, luego retiró
sus tentáculos de su mano y suavemente flotó hacia su pecho,
presionó contra Castor hasta que cayó sentado. Rápidamente flotó
por la longitud de la pierna de Castor, desatando las ataduras de la
férula a medida que avanzaba, y hundió sus tentáculos verdes en la
bulbosa masa roja de su hinchada rodilla.
Viendo con horror obvio, Orsun preguntó, "Dokab, estás tú—"
"No te preocupes, Orsun," contestó Castor, gimiendo, pero con
calma. "Creo que me está reparando."
"Pero, ¿cómo puede ser eso?" preguntó Orsun. "No eres una
máquina."
"No lo sé." Castor se rió y luego dijo, "Por lo que me faltaba soy
más una máquina de lo que creíamos."
Castor gruñó mientras el hueso y el cartílago comenzaron a sanar
dentro de su rodilla, luego burbujas en forma de huevo se elevaron a
través de los tentáculos mientras el Huragok sacaba pus de la herida
infectada. Continuó trabajando durante unos minutos más, y el dolor
comenzó a disminuir. Pronto Castor comenzó a sentir que podía
doblar su rodilla otra vez.
Entonces, de repente, el Huragok retiró sus tentáculos, envolvió
dos, alrededor de las muñecas de Castor, y lo puso de pie.
Jabalinas de dolor atravesaban todo el cuerpo de Castor, pero,
para su asombro, podía poner peso sobre la rodilla. El Huragok
inclinó el tallo de su cabeza, y entonces flotó tres metros hacia atrás.
Castor captó la indirecta y dio un paso al frente. Cuando no se cayó
de bruces, dio otro paso.
"Es un milagro," dijo Castor. "Después de todo, tal vez pueda
llegar a tiempo al punto de encuentro."
El Huragok parpadeó los seis ojos en secuencia, luego se giró y
empezó a flotar hacia la selva.
La mano de Orsun atacó y lo agarró por el cuello.
"¡Orsun, detente!" ordenó Castor. "¿Qué estás haciendo?"
"Piensa, Dokab," dijo Orsun. "Este es un Huragok que cura
lesiones. Considera lo raro que es esto, lo valioso que es. No
podemos déjaselo a los infieles."
Castor miró al Huragok, que muy probablemente le había
salvado la vida. Pero, claramente, no tenía la intención de acompañar
a los Jiralhanae. Su único deseo ahora era regresar a la selva.
"Déjalo ir," ordenó Castor.
Orsun frunció el ceño. "¿Estás loco? Seguramente, este Huragok
es un regalo del Oráculo."
"No. El regalo es lo que acababa de hacer," dijo Castor, que le
sacó la mano a su amigo del cuello de Huragok. "Déjalo ir, Orsun.
No nos corresponde a nosotros decidir el destino de los ángeles."
AGRADECIMIENTOS

TROY DENNING

Muchas personas contribuyeron a este libro de maneras grandes y


pequeñas. Me gustaría agradecerles a todas ellas, especialmente a mi
primera lectora, Andria Hayday, por sus valiosísimas sugerencias y
su apoyo a la historia; a Jeff Grubb por la información de Halo;
Cyndi Mosch, compañera de clase de secundaria e investigadora de
cuevas, por haber hecho una caverna con un espeleólogo hace tantos
años; Ed Schlesinger por su entusiasmo, paciencia y excelencia
editorial en general; Jeremy Patenaude por ser tan rápido y
concienzudo con Halo, y por pensar en la "Solución Gamma"
conmigo; Tiffany O'Brien por la cálida bienvenida al universo de
Halo y por mantenerme en el bucle del arte y los medios; a Kory
Hubbell por la portada de arte-increíble; a Tom Pitoniak por la hábil
edición; y a todos en 343 Industries y en Gallery Books que hicieron
de mi primera misión en el universo Halo una explosión.

343 INDUSTRIES

A 343 Industries le gustaría agradecer a Scott Dell'Osso, Troy


Denning, Kory Hubbell, Bonnie Ross-Ziegler, Ed Schlesinger, Rob
Semsey, Matt Skelton, Phil Spencer, Kiki Wolfkill, Carla Woo y
Jennifer Yi.
Nada de esto hubiera sido posible sin los sorprendentes esfuerzos del
Equipo de Franquicias de Halo, el Equipo de Productos para el
Consumidor de Halo, Jeff Easterling, Scott Jobe, Tiffany O'Brien,
Kenneth Peters y Sparth, con especial agradecimiento a Jeremy
Patenaude.
SOBRE EL AUTOR

Troy Denning es el autor más vendido del New York Times de treinta
y cinco novelas, entre ellas una docena de novelas de Star Wars,
Dark Sun Prism Pentad y muchas de las más vendidas de Forgotten
Realms. Last Light es su primera novela de Halo. Antiguo diseñador
y editor de juegos, vive en el oeste de Wisconsin.
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Gallery Books
An Imprint of Simon & Schuster, Inc.
1230 Avenue of the Americas
New York, NY 10020
www.SimonandSchuster.com

Este libro es una obra de ficción. Cualquier referencia a acontecimientos históricos,


personas reales o lugares reales se utiliza de manera ficticia. Otros nombres, personajes,
lugares y eventos son producto de la imaginación del autor, y cualquier semejanza con
eventos o lugares o personas reales, vivas o muertas, es completamente casual.

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Todos los derechos reservados. Microsoft, Halo, el logotipo de Halo, Xbox y el logotipo de
Xbox son marcas comerciales del grupo de empresas de Microsoft.

Todos los derechos reservados, incluyendo el derecho a reproducir este libro o partes del
mismo en cualquier forma. Para información, diríjase al Departamento de Derechos
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Primera edición en rústica de Gallery Books Septiembre de 2015

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Diseño de portada por Alan Dingman
Arte de portada por Kory Hubbell

Datos de Catalogación en Publicación de la Biblioteca del Congreso están disponibles.

ISBN 978-1-5011-0336-0
ISBN 978-1-5011-0337-7 (libro electrónico)

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