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Síndrome de Bovary: Cuando el romance

es una adicción
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El personaje de la célebre novela de Flaubert resume una definición de reciente uso. La


insatisfacción afectiva crónica y la búsqueda de un amor ideal que no existe.
El personaje de la célebre novela de Flaubert resume una definición de reciente uso: el
síndrome de Madame Bovary. Lo sufren mujeres que, al igual que la heroína de la historia,
sufren de insatisfacción afectiva crónica. Se vuelven adictas al romance, y viven en la búsqueda
de un amor ideal que no existe. Navegan de frustración en frustración, embarcadas
permanentemente en amores imposibles y relaciones inconvenientes.
“En mi círculo de amigos hay una chica divorciada hace ya bastantes años, pero con una vida
amorosa cada vez más catastrófica, estresante y llena de dificultades. Se mete en unas historias
sin pies ni cabeza, que la dejan hecha polvo. Cada vez que la veas sabes que va a estar, bien
hundida en la miseria más absoluta, bien por las nubes empeñada en amores imposibles,
absurdos y peligrosos para su estabilidad emocional”, resume la editorialista mexicana María
del Pilar Sicilia.

“Antes las llamaban “mujeres rápidas”, o “ligeras de cascos”, pero ahora es reconfortante ver
qué diferentes suenan las cosas cuando se les da un nombre elegante”, ironiza la periodista.

►Abandono y sobreatención
En estas mujeres, una niñez de abandono u otras experiencias traumáticas, conducen a una
necesidad de sobreatención por parte de los hombres. Hay una ansiedad incontenible por hallar
el alma gemela, y cualquier candidato puede transformarse mágicamente en el hombre elegido.

Entonces, “Madame Bovary” cae fácil y rápidamente en una suerte de éxtasis. El sujeto de
turno parece reunir características ideales: lo escucha embobada, lo sigue a todas partes, y hasta
a veces se mimetiza con sus creencias, costumbres y gustos.

Pero los ideales no existen. Cuando la realidad empieza a mostrar su rostro, ella misma
empezará a destruir sus castillos en el aire: la queja y el reproche remplazarán el
deslumbramiento desmedido de los inicios, sobrevendrán las peleas, las infidelidades y la
ruptura, muchas veces explosiva.

Entonces será el turno del siguiente. El proceso puede ser veloz, y los candidatos cada vez
peores, para espanto de amigos, familiares y vecinos.

Jennifer Jones en el clásico Madame Bovary (1949)


►Los hombres “Bovary”
¿Afecta este “síndrome” también a los hombres? Parece evidente que sí. Es fácil reconocer a
hombres que viven enamorándose perdidamente cada seis meses. Cada nuevo amor es vivido
con gran intensidad, pero con una inconfundible frivolidad. Son incapaces de reconocer que el
“conocimiento instantáneo” de otra persona es una ilusión. Se niegan a ver problemas
evidentes. Necesitan la adrenalina de las emociones en forma desenfrenada. Y la vuelta a la
realidad suele ser devastadora.

¿Cómo es el amor con ell@s? L@s “Bovary” son pasionales y realmente creen que están
viviendo el gran amor de sus vidas. Las experiencias junto a ellos pueden intensas, pero
también traumáticas e hirientes. No sólo es imposible hallar estabilidad de largo plazo, sino que
cuando el sueño concluye, no quedará el sabor del amor, esa experiencia única e irrepetible,
sino la sensación de haber asistido a un ensayo superficial, a un romance en serie, a un zapping
de las relaciones personales tan inmaduro como destructivo.

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