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UNIVERSIDAD NACIONAL DE LA PLATA

FACULTAD DE PSICOLOGIA

CARRERA DE ESPECIALIZACION EN
CLINICA PSICOANALITICA CON NIÑOS Y
ADOLESCENTE

SEMINARIO: "La Clínica Psicoanalítica en este


Siglo"

Adolescencia: Trabajo Historizante

Directora de carrera: Prof. Norma Najt


PROFESORA: DRA. MARÍA CRISTINA ROTHER HORNSTEIN

Alumna: Lic. Torre María Florencia


INTRODUCCIÓN:

El presente trabajo se inscribe en el programa del seminario: “La Clínica


Psicoanalítica en este Siglo” perteneciente a la Carrera de Especialización en Clínica
Psicoanalítica con Niños y Adolescentes de la UNLP. El objetivo principal del mismo
consiste en pensar la clínica y la práctica con la que abordamos las problemáticas de
los adolescentes que nos consultan en función a las referencias teóricas trabajadas
en la clase.
La Clínica de la Adolescencia es una clínica medianamente joven, y esto
debido a que la Adolescencia es un fenómeno subjetivo nuevo. Si bien en la literatura
psicoanalítica clásica existía el término pubertad, es recién a mediados del siglo XX
que se comienza a denominar a esta etapa de la vida con el término de Adolescencia.
Por lo tanto, la adolescencia no constituye un universal, sino que resulta definida
como tal (categorizada, descripta, problematizada) según los discursos de la época.
Existen posiciones teóricas muy arraigadas las cuales sostienen que las
cosas decisivas de la subjetividad quedan establecidas en los primeros años de la
vida. Incluso algunos autores afirman que en los primeros meses de vida. Todo lo
que acontecería después dependería únicamente de esas condiciones iniciales. Sin
embargo, si uno se queda con esta idea, la adolescencia solo podría pensarse como
una mera reedición de lo anterior y no como la emergencia de algo nuevo, algo que
no está presupuesto en lo anterior. Esto trae aparejado muchas consecuencias, tanto
a nivel teórico como clínico puesto que una cosa es pensar la adolescencia como un
acontecimiento, y otra muy distinta pensar que después de los primeros años, nada
verdaderamente nuevo puede ocurrir.
Desde nuestra perspectiva teórica, la adolescencia es un acontecimiento
histórico subjetivo, que produce un nuevo tipo de subjetividad, que tiene sus propios
problemas, sus propios riesgos, y su propia creatividad potencial
Partiremos del siguiente interrogante: ¿Cuál es el entramado complejo de
condiciones que resultan necesarias para habilitar la construcción autónoma de un
proyecto de futuro posible en la adolescencia? Para abordar el interrogante planteado
es preciso remitirnos primeramente a las nociones Historia y de Temporalidad en
psicoanálisis.
Luego de abordar ambas nociones, nos centraremos en un concepto que
resulta fundamental a la hora de pensar la adolescencia y la posibilidad de un
proyector a futuro: el Trabajo Historizante del Yo. El cual supone la interrogación y
resignificación por parte del sujeto, de las significaciones identitarias históricamente
heredadas e instituidas, al mismo tiempo que la reelaboración singular respecto de
las formas habidas de representar-se a través del tiempo.
TEMPORALIDAD E HISTORIA

La temporalidad rompe con una noción lineal de la historia en tanto (pre)texto


que opera como determinación lineal y causal del presente, para dar lugar a procesos
complejos regidos por otro tipo de lógica ligada al funcionamiento de lo inconsciente.
Las relaciones complejas entre historia y temporalidad encuentran antecedentes
fundantes en la obra freudiana.
Con la introducción por parte de Freud en el año 1917 de la noción de series
complementarias, la bi-direccionalidad presente entre las disposiciones heredadas y
la serie de lo actual, inaugura nuevas formas complejas de concebir la idea de
causalidad psíquica en psicoanálisis. El enlace dinámico entre pasado y presente
interpela de esta manera los límites entre anterioridad y posterioridad, haciéndolos
decididamente difusos y complejos.
El tiempo presente introduce un potencial de producción de nuevos sentidos
que toma distancia de la inscripción unívoca de las huellas anteriores. Esta noción
de temporalidad no se reduce a un ordenamiento lineal entre lo actual y lo anterior,
sino que da lugar a proceso complejos regidos por la lógica del inconsciente. Se trata
de la legalidad del proceso primario que rige el funcionamiento del sistema
inconsciente regulado por el principio de placer. En el año 1915 Freud afirmara que
el inconsciente se rige por leyes diferentes a las que rigen en los procesos
consientes. Las propiedades de lo inconsciente se resumen en: ausencia de
contradicción, proceso primario, carácter atemporal y sustitución de la realidad
exterior por la realidad psíquica.
Siguiendo esta línea de pensamiento será de gran utilidad recurrir a los
pensadores de la complejidad como Edgar Morín o Henri Atlan. Este último autor
planteó un concepto biológico de vida que fluctuaba entre la rigurosa permanencia
inmutable del cristal y la evanescente mutación del humo; un concepto de “vida” que
desdecía los cánones convencionales, una vida que, en realidad, era un constante e
inestable circular entre lo vivo y lo muerto, entre el cristal y el humo.
Por su parte Morin propuso un los principios para pensar la complejidad (el
principio dialógico) incluye, justamente, la posibilidad de asociar mutuamente
elementos que, si bien a-priori parecen excluirse entre sí, constituyen la
heterogeneidad y el carácter multidimensional de toda realidad. Por lo tanto para
mantener una lectura compleja del psiquismo debemos sostener la tensión entre las
relaciones complejas inherentes a los principios de permanencia y cambio.
Según Rother de Hornstein, los procesos de historización en la adolescencia
implican un trabajo transformador de elaboración, interpretación y reconstrucción
permanente que promueven el acceso a un proyecto temporal capaz de conjugar
pasado, presente y futuro. En su texto “El creador literario y el fantaseo” Freud dirá:
Vale decir, pasado, presente y futuro son como las cuentas de un collar engarzado
por el deseo.
El sujeto, así como el poeta, se crea para si un mundo imaginario a través de
la fantasía. Entonces hablar de historia en la obra freudiana supone poner de relieve
el lugar de la fantasía como uno de los modos privilegiados del aparato psíquico para
reconstruir desde el presente en forma singular, parcial y selectiva fragmentos de un
tiempo pasado rehistorizado a partir de la construcción de nuevos entramados
sustitutivos.
El trabajo adolescente constituye así uno de los escenarios privilegiados en
el cual se juega este proceso de reelaboración identificatoria que representa una
tensión entre lo heredado y la invención potencial de lo nuevo, entre lo instituido e
instituyente, entre un tiempo anterior y la serie actual. Según Andre Green, las
transformaciones propias de la adolescencia cuestionan el equilibrio psíquico y la
organización temporal establecida, habilitando oportunidades de modificación de las
huellas mnémicas inscriptas.

PROCESO DE HISTORIZACION

Piera Aulagnier considera al tiempo de la Adolescencia como un momento de


conclusión de una fase libidinal e identificatoria que sella el pasaje del estado niño al
de adolescente. El sujeto se rehúsa a continuar considerarse un niño y va a dar su
forma estabilizada (aunque modificable) al relato histórico de su tiempo y a lo vivido
en su infancia. El sujeto adolescente hará responsable a su pasado de lo que es y
de lo que tiene, de lo que no es y de lo que no tiene. Se lleva a cabo un proceso de
reordenamiento de las referencias simbólicas.
Es el trabajo de historizacion en la adolescencia permite la operación de
construcción del pasado, la construcción de un fondo de memoria que hará posible
poner al amparo del olvido el tiempo de la infancia, el cual funciona como garantía
de certidumbre identificatoria. La posibilidad de investir el futuro queda en
interdependencia con la investidura del pasado y la historia personal suficientemente
retenida deviene garantía de la apuesta en el espacio relacional. No se define aquí a
los contenidos representacionales preconscientes ni aquellos que están bajo los
efectos de la represión sino que este fondo de memoria no llega a ser percibido como
un elemento de su pasado, pero tampoco separo del tiempo presente del cual forma
parte (Hornstein 1993). Está en juego entonces la construcción de una memoria que
resguarda un capital, no solamente como continente de recuerdos, sino como
verdadero organizador psíquico que facilita el sentido de integración y continuidad.
El trabajo de historizacion en la adolescencia supone poner en memoria y en
historia gracias al cual, un tiempo pasado y por lo tanto perdido puede continuar
existiendo psíquicamente en y por esta autobiografía, obra de un Yo que sólo puede
ser y devenir prosiguiéndola del principio al fin de su existencia. Es el proceso de
hacer pie sobre un número mínimo de anclajes estables de los cuales nuestra
memoria nos garantice la permanencia y la fiabilidad. Durante este proceso el
adolescente pasará por dos etapas, una es la de la organización de su fondo de
memoria (garante de la permanencia identificatoria), y otra es la elección de objetos
que podrán ser soportes del deseo y promesa de goce, es decir, sus posibles
relacionales.
Así como Freud plantea que el creador literario se crea para sí un mundo
propio atravesado por el deseo, podríamos reflexionar acerca de la función (simbólica
y temporal) que Piera Aulagnier (1984) le otorga al yo en tanto biógrafo de su propia
historia, permitiendo así subrayar su potencial constructivo e identificante en la
búsqueda incesante de sentidos que proporcionen nuevas y más elaboradas vías
sustitutivas de placer.
Piera Aulagnier sostiene que “la gama de posibles relacionales depende de
la cantidad de posiciones identificatorias que el yo puede ocupar guardando la
seguridad de que el mismo yo persiste, se encuentra y se encontrará en ese Yo
modificado que ha devenido y que va a devenir”. Al respecto, en “Construir (se) un
pasado”, la autora plantea que cuanto más puntuales sean ciertos sucesos,
momentos, emociones, más tendrán función de eje en la construcción de la biografía
y más tendrán el riesgo de hacer caer toda posibilidad de puesta en historia y en
memoria de ese tiempo pasado, si desaparecen.
En la adolescencia, la construcción de un proyecto identificatorio implica un
doble trabajo de síntesis entre la apropiación de las referencias identificatorias
primarias, parentales y sociales, y la posibilidad de poner en suspenso dichos
modelos propiciando la duda y la búsqueda de nuevos objetos. Un tipo de
posicionamiento autónomo implicará, entonces, poder establecer relaciones
múltiples y plásticas de apertura, de no determinación casusa-efecto, en relación a
la calidad de oferta constitutiva por parte de las funciones simbólicas primarias.
El trabajo adolescente constituye así uno de los escenarios privilegiados en
el cual se juega este proceso de reelaboración identificatoria que representa una
tensión entre lo heredado y la invención potencial de lo nuevo, entre lo instituido e
instituyente, entre un tiempo anterior y la serie actual. Según Green, las
transformaciones propias de la adolescencia cuestionan el equilibrio psíquico y la
organización temporal establecida, habilitando oportunidades de modificación de las
huellas mnémicas inscriptas.
CONCLUSIÓN:

La adolescencia es, entonces, un acontecimiento histórico subjetivo, que


produce un nuevo tipo de subjetividad, que tiene sus propios problemas, sus propios
riesgos, y su propia creatividad potencial.
Los trabajos de historización en la adolescencia suponen dos ejes posibles:
la modalidad historizante de reelaboración identificatoria y las formas singulares de
configuración del proyecto. La actividad historizante supone la construcción de
relatos/escritos que lejos están de incluir al pasado como un a-priori ya estructurado
que determina indefectible y linealmente el presente y devenir del sujeto, sino que
involucra la invención imaginativa de nuevas versiones de la historia que no guardan
una relación unívoca o lineal con las marcas anteriores.
En la adolescencia, el trabajo de historización del yo se despliega a partir de
un espacio de intersección que conjuga un tiempo pasado y presente, a la vez que
movimientos indisociables de permanencia y cambio que habilitan la enunciación
autónoma y el despliegue del proyecto identificatorio (Aulagnier, 1991).
El trabajo de historización, como proceso de re-escritura identificante, supone
así, como condición de posibilidad, un entramado singular entre la construcción de
un tiempo pretérito -en tanto fondo de memoria (Aulagnier, 1991) que opera como
anclaje necesario de continuidad- y la proyección de nuevas trayectorias.
"Construir (se) un pasado" (Aulagnier, 1991) actúa como condición de posibilidad
para proyectar(se) en un espacio-tiempo futuro que no implique la simple reedición
(en identidad) de un pre-texto determinado, sino que potencialmente incluya al
trabajo imaginativo y reflexivo (Castoriadis, 1993) como forma de resignificar las
significaciones heredadas e instituidas.
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

 Atlan, H.: (1979): Entre el cristal y el humo, (1ª ed), Madrid, Editorial Debate,
1990(1986): À tort et à raison, Paris, Seuil.
 Aulagnier, P. (1975).La violencia de la Interpretación. Del pictograma al
enunciado. (2da. Edición). Amorrortu / Editores. 2010.
 Aulagnier, P. (1986).El aprendiz de historiador y el maestro brujo. Ed.
Amorrortu.
 Aulagnier, P. (1994). Un intérprete en busca de sentido. Cáp.14: Alguien ha
matado algo (pp.379-415). Ed. Siglo Veintiuno.
 Aulagnier, P. (1991).Construir (se) un pasado. Artículo de la revista de
APdeBA sobre adolescencia. Vol. XIII. N° 3. 441-468.
 Aulagnier, P. (1988). Como una zona siniestrada. Revista Asociación Escuela
Argentina de Psicoterapia para Graduados. N° 15.
 Aulagnier, P. (1980). El sentido perdido. Ed. Trieb. Buenos Aires.
 Luis Hornstein y otros., Proyecto terapéutico, de Piera Aulagnier al
psicoanálisis actual, Buenos Aires, Paidós 2008
 Morin, E.: Epistemología de la complejidad, en Nuevos Paradigmas, cultura
y subjetividad. Paidós 1994.
 Rother de Hornstein., M.C. (2008). Adolescencias: Trayectorias
turbulentas, Buenos Aires, Paidos.

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