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ACTO UNO

LA ESCENA COMIENZA EN UNA CASA DE PUEBLO DONDE ESTÁ PERALTA CONVERSANDO CON
PERALTONA, SU HERMANA, ENTRE ELLOS APARECE UN TROVADOR O ESPECIE DE NARRADOR A
EXPLICAR EL COMIENZO.

TROVADOR.- En un país muy lejano, donde la maldad resalta vivió un hombre muy humilde que se llamaba
Peralta que vivía entre matorrales... Esta es la increíble historia “A la Diestra de Dios Padre”. En este pueblo se
vive entre lujos y riquezas, mientras que los otros viven entre miseria y pobreza. Todos juegan a la suerte, y los
grandes y los pequeños, viven toreando la muerte. Para combatir la muerte, hay que defender la vida con una
ilusión tan fuerte para ganar la partida.

PERALTA.- Mire, hermanita, lo que pasa es que usted ya está vieja, y como no ha podido conseguir un novio
echa más vaina que una mata de frijol.

PERALTONA.- (PROTESTANDO) Y usted... no le da pena mantener a esos muertos de hambre, leprosos y


mendigos. Todo lo que ganas lo botas dándole comida y vistiendo a tanto holgazán. ¡Cásate para que así sí
tengas hijos que mantener!

PERALTA.- ¡Cállese la boca, hermana, y no diga disparates! Yo no necesito de hijos ni de mujer, porque que yo
tengo mi prójimo a quien servir. Mi familia son los prójimos...

PERALTONA.- ¡Tus prójimos!... ¡já! Será porque te lo agradecen... y nosotros aquí pasando hambre... y mal
vestidos. Trae comida y ropa para la casa en vez de estar dándosela a los pobres, nosotros también somos
pobres.

(APARECEN JESÚS Y SAN PEDRO, QUIENES TOCAN LA PUERTA COMO DOS PEREGRINOS)

SAN PEDRO.- ¡Buenas noches, buen hombre! Venimos muy cansados ¿Podría darnos posada en su casa sólo
por esta noche?

PERALTA.- ¡Claro, hombre! Sigan para adentro. Adelante que mi casa es su casa... No tenemos mucha
comida, pero la compartiremos como se pueda... Donde comen dos, comen tres y comen cuatro.

PERALTONA.- ¡Bendito sea el Señor! ¡Más peregrinos!... Pero este hombre no aprende. ¿Hasta cuándo vamos
a pasar hambre por darle comida a los demás?

PERALTA.- (REGAÑÁNDOLA) Mira, vieja gruñona, asómese a la cocina a ver qué hay de comer y le trae a
estos señores que deben venir hambrientos. (SORPRENDIÉNDOSE) Hummmm, ¡Qué olor tan bueno!, la casa
huele como a perfume... ¡Y qué cosa tan buena estoy sintiendo en el pecho!

PERALTONA.- (SALE CORRIENDO Y GRITANDO) ¡Milagro, milagro! ¡Ave, María, Purísima! ¡Milagro, Peralta!
La nevera está llena de jamón, queso, mantequilla, chinchurrias, salchichas, zanahorias, tomates, cebollas,
perejil, pimentones, etc, etc. (BAILA DE ALEGRÍA) ¡A comer, Peralta! Al fin vamos a comer como los ricos!

PERALTA.- ¡Qué bueno, Peraltona! (LA ABRAZA Y LA BESA) Vengan, señores, vengan a comer... (SE
SORPRENDE AL VER QUE LOS SEÑORES HAN DESAPARECIDO) ¡Epa! ¿Y los señores peregrinos? Se
fueron y dejaron su maleta (SE ASOMA A VER SI LOS ALCANSA Y AL TRATAR DE LEVANTAR LA MALETA
ÉSTA SE LE ABRE Y DE ELLA SALEN MUCHOS BILLETES Y ORO)

PERALTONA.- (SORPRENDIDA TAMBIÉN) Peralta, mijo, vea para allá, los enfermos se curaron.

PERALTA.- Ves, mujer esas son las grandezas de Dios... Espérame aquí que voy a ver si alcanzo a los señores
para darles su maleta (INTENTA SALIR, PERO PERALTONA LO DETIENE).

PERALTONA.- No, Peralta, no! ¡Deje eso allí! A lo mejor que un regalo que nos dejaron. (APARECE JESÚS
NUEVAMENTE)

JESÚS.- Tiene razón, tu hermana, Peralta, ese es un regalo para ti y en realidad no somos peregrinos, él es
San Pedro y yo soy Jesús de Nazareth.

SAN PEDRO.- Hemos venido a probarte y de verdad que te has lucido, has superado tu prueba
excelentemente. Por eso vamos a premiarte con esa maleta llena de dinero y oro.

JESÚS.- Y además puedes pedir cinco deseos que mi Padre te los concederá... Vamos, pues dime tus cinco
deseos, los que tú quieras.

PERALTA.- (SORPRENDIDO Y EMOCIONADO) Pero ¿cómo así? ¿por qué a mí? (CONFUNDIDO) ¿Cinco
deseos?

PERALTONA.- ¡Mucho cuidadito con lo que vas a pedir, Peralta...


PERALTA.- Quédese tranquila, mijita, que yo sé lo que voy a pedir... (TRATANDO DE CONCENTRARSE)
Bueno, Divinas Majestades, lo primero que yo quiero pedirles es me permitan ganar en el juego siempre que a
mí me dé la gana. (JESÚS Y SAN PEDRO SE CONSULTAN UNO AL OTRO Y ASIENTEN CON LA CABEZA)
JESÚS.- ¡Concedido!

PERALTONA.- ¡Ay, Bendito Dios! ¡Por fin vamos a salir de esta pobreza!

PERALTA.- Lo segundo que pido es que cuando me vaya a morir, quiero que la muerte me venga por delante y
no, a traición... (PERALTONA SE MOLESTA POR EL OTRO DESEO, LOS OTROS SECRETEAN OTRA VEZ)

JESÚS.- ¡Concedido!

PERALTONA.- (ALARMADA) ¡Pero mijito, no sea bruto!, pida riquezas, pida fama y poder...

PERALTA.- Lo tercero que pido es que yo pueda mandar a una persona a que se paralice en el lugar que yo
quiera y por el tiempo que yo quiera.

JESÚS.- ¡Concedido!

PERALTONA.- (ALARMADA AÚN) ¡Peralta, pide el cielo! ¡No seas gafo!.

PERALTA.- La cuarta cosa que se me ocurre, es que yo pueda volverme chiquitiiiico como una hormiguita en el
momento que a mí me dé la gana.

PERALTONA.- (HISTÉRICA) ¡Ahora como una hormiga! ¡No digo yo! ¡Hormigas vas a tragar en este pueblo si
sigues pidiendo esas cosas!

JESÚS.- (SORPRENDIDO) Son raros tus deseos, Peralta, pero si así lo quieres... ¡Concedido!

PERALTA.- Y el último deseo que quiero, Su Majestad, es que el diablo no me pueda hacer trampa en el juego.

JESÚS.- ¡Concedido!

PERALTONA.- Un momentico, Su Majestad, no le haga caso... ¡Este hombre está muy loco!

PERALTA.- Pues, no me arrepiento de lo pedido... ¡Gracias Su Majestad! ¡Muchas gracias por estos deseos!
(SALEN)

(ENTRAN LA MUERTE, EL DIABLO Y UN MILITAR COMENTANDO Y CRITICANDO LO OCURRIDO)

EL DIABLO.- ¿Se dieron cuenta de los deseos de este infeliz? ¡Ay qué ver que para bruto no se estudia! Con
nacer es suficiente... (BURLÁNDOSE ABIERTAMENTE)

LA MUERTE.- Pidió que cuando yo lo venga a buscar, me le presente de frente. Lo que no sabe es que de mis
garras no se va a salvar... (SE BURLA TAMBIÉN)

EL MILITAR.- (INDIGNADO) ¡Imagínense! Casi quiere mandar más que yo ¿Quién se ha creído este
hombrecito?

EL DIABLO.- Tampoco sabe que yo soy el rey del juego, quiere ganarme a mí... (JACTÁNDOSE) ¡A mí que
nunca pierdo!

LA MUERTE.- ¿Qué estará tramando este avispado?

EL MILITAR.- ¿Y el último deseo? Quiere volverse chiquitico como una hormiga... ¡Cómo inventa este Peralta!

EL DIABLO.- Bueno, menos mal que las almas pequeñas son más fáciles de cargar.

LA MUERTE.- Por más chiquitico que se vuelva no se me va a escapar...

EL MILITAR.- Bueno, y también mientras más chiquiticas las personas menos ofenden a la autoridad.

TROVADOR.- Aunque se las dé de macho, jugador e inteligente, no quedará de Peralta ni su más pequeño
diente. La riqueza y la pobreza, la paciencia y el poder, todos quieren de Peralta su buen juicio poseer. Y hasta
al Gobierno llegó, la noticia en procesión, que el conocido Peralta anda en la conspiración. La mentira se soltó
de la mano de pecado, y miren a ver si es cierto lo que aquí ya han escuchado.

ACTO DOS

VECINA 1.- ¿Qué les parece? El Peralta se fue al pueblo a jugar y regresó más millonario de lo que ya era. Por
más trampa que le hacían: le escondían las cartas, le mojaban las barajas, le hacían marcas con las uñas, se
hacían señas y nada. El condenado seguía ganando con más fuerza.

VECINA 2.- Y lo peor es que esos reales se los daba a los pobres, repartía limosnas, cómo será que hasta se
disfrazaban de pobres para venir a quitarle los reales a Peralta.
VECINA 1.- Compraba comida y le daba de comer a los hambrientos. ¡Es que parecía un político en plena
campaña electoral!
VECINA 2.- ¿Y Peraltona? ¡No te pierdas a Peraltona como nueva rica!

PERALTONA.- ¡No, mi amor! Hay que aprovechar los buenos momentos... Yo he pasado mucha hambre en
esta vida para seguir en lo mismo. Me compré una casa y mucha ropa, y hasta tengo servicio... (LLAMA A
MARUCHENGA A GRITOS) ¡Maruchenga! ¡Maruchenga!, ¡Ay, Dios mío! ¡Qué criadas tan lentas! Maruchenga,
tráeme el paraguas y los zapatos azules, los Emily Rodin, o los de piel que también me combinan... (SALE
PELEANO SOLA)

(ENTRAN EN ESCENA EL REY Y LA REINA, QUIENES ESPERAN A PERALTA EN SU PALACIO PUES LO


HAN MANDADO A LLAMAR PARA PROPONERLE UN NEGOCIO)

REY.- Te he mandado a traer a mi palacio porque me han contado muchas cosas de tu riqueza y de tu buen
corazón.

REINA.- (APARTE INDIGNADA) ¡Já! ¿Riquezas? Mírenlo con esa pinta, y atreverse a venir así al palacio a
ensuciarme mis alfombras nuevas. ¡Y tan mal que huele! ¡Por Dios!

REY.- ¡Quiero que brindemos por este encuentro! Quisiera que formaras Parte de nuestro proyecto de
Gobierno.

REINA.- Si, señor Peralta... (HIPÓCRITA) queremos recoger niños pobres de la calle, y como no tenemos un
lugar donde atenderlos, queríamos saber si usted puede cuidarlos, alimentarlos y darles vivienda... con su
dinero, por supuesto..

REY.- Sí, pero seguiría siendo un proyecto del Gobierno, es decir, en nombre del Rey.

PERALTA.- No se preocupe yo los cuido y los atiendo, pero usted paga con el dinero de los impuestos, de los
préstamos extranjeros y de las rentas del país... Yo podré ser generoso, pero pendejo, no. Yo no voy a apoyar
la corrupción... (PROTESTANDO) ¡Con razón dicen que este país se lo levó el diablo! (SALE MOLESTO)

EL DIABLO.- (ASOMÁNDOSE POR UN LADO DE LA ESCENA) ¡No , señor! ¡A mí no me metas en política,


Peralta del carrizo!

TROVADOR.- Para Peralta los reyes no eran de su predilección, porque con tremendo cargo se presta la
corrupción... Peralta era un hombre viejo, muchos años ya vivió y se le presentó la muerte, de frente como
pidió...

LA MUERTE.- (IRÓNICA, ENTRA JUGANDO CON SU GUADAÑA) Ya se te acabó la suerte, Peraltica de mi


vida, como ves yo soy la muerte, tu amiga que nunca olvida.

PERALTA.- (UN POCO ASUSTADO) ¿Có... cómo... dices?

LA MUERTE.- Que vengo a llevarte, Peralta... que te llegó tu hora... te llegó la pelona, pues.

PERALTA.- Bueno, pero tienes que darme un plazo para confesarme y hacerle testamente.

LA MUERTE.- Con tal de que no sea mucho, porque ando como apurada, mira la lista de gente que tengo que
buscar. (SACA UNA GRAN LISTA)

PERALTA.- Mientras tanto, señora Muerte, (ENVOLVIÉNDOLA SUTILMENTE) espéreme allá subida en aquella
matica, para que vaya viendo donde están las otras personas que tiene que buscar, aproveche el tiempo (LA
MUERTE SE SUBE EN LA MATA Y PERALTA LA DEJA PARALIZADA)

TROVADOR.- Y con eso, se cumplieron dos deseos de Peralta. El primero que la muerte se le presentara de
frente para poder hablar con ella. Y el segundo, dejar paralizado en el lugar que quisiera y por el tiempo que
quisiera a quien él le diera la gana...

VECINA 1.- ¿Qué le parece, comadre? Ahora Peralta dejó la muerte encaramada en una matica... Y llegan las
enfermedades, las viruelas, el sarampión, la tos ferina y las personas nada que se mueren.

VECINA 2.- Sí, paisana, y llegó el cáncer, las úlceras, la varicela, la fiebre amarilla, el dolor de barriga, el dolor
de muelas, el dengue y hasta el SIDA. ¡Y nadie se muere!

PERALTONA.- Y con todo esto hasta los doctores se quedaron sin trabajo... Es que ese Peralta es más loco
que una cabra, todo lo trastoca de su lugar...

(APARECEN UNAS DOCTORAS COMENTANDO LO SUCEDIDO,LAMENTÁNDOSE DE LA SITUACIÓN)

DOCTORA 1.- Colega, parece que triunfamos sobre la muerte.

DOCTORA 2.- Sí, pero nos estamos arruinando, ya nadie viene a las consultas, las enfermedades llegan y se
van.

DOCTORA 1.- ¿Qué vamos a ser colegas?


DOCTORA 2.- No sé... nos iremos a vender perros calientes en la plaza o empanadas en el terminal.

(PASEAN POR EL PUEBLO UN MONAGUILLO Y UN CURA TAMBIÉN COMENTANDO LA SITUACIÓN)

MONAGUILLO.- Padre, ¿por qué la gente ahora no va a misa?

CURA.- ¡Ay, hijo! Lo que pasa es que como no hay muerte... la gente le perdió el miedo a Dios. Ya nadie se
confiesa, nadie quiere ir a la iglesia, no hay entierros ni misa, ni funerales, ni nada de eso.

MONAGUILLO.- Pero ¿qué pasa con la muerte, padre?

CURA.- ¿Y qué va a pasar, pues?... Que la muerte se murió... (SALEN)

ACTO TRES

LA MUERTE ESTÁ AL CENTRO DE ESCENA DIVIÉNDOLA, DE UN LADO ESTÁ LA REPRESENTACIÓN DEL


CIELO CON DIOS EN EL TRONO Y SU CORTE DE ANGELITOS, DEL OTRO LADO ESTÁ EL DIABLO EN SU
TRONO CON SU CORTE DE DIABLITOS.

ANGEL 1.- ¡Ay qué aburrimiento! ¿pero cuándo va a venir un alma al cielo?

ANGEL 2.- Padre, por qué ya no hay fiestas de bienvenidas como antes.

ANGEL 1.- ¡Sí, qué bueno! ¿Te acuerdas cuando hacíamos aquellas fiestas cuando entraba toda la gente?

ANGEL 2.- Y los pobres cómo se alegraban al superar sus sufrimientos y tener la vida eterna...

ANGEL 1.- Bueno, Padre... aquí como que no hay más nada que hacer.

ANGEL 2.- Sí, Padre, si no hay nada que hacer, nos vamos y listo...

SAN PEDRO.- Los muchachos tienen razón, Maestro... Póngales otros oficios y a mí también, porque ya no
aguanto el aburrimiento, ni tengo por qué usar estas llaves... porque ya nadie viene...

DIOS.- Espera que estoy pensando en eso... Vamos a tener que bajar al mundo y tratar a ese hombre con
mucha maña, ese Peralta... Él es muy buena gente, pero está interfiriendo el curso de las cosas y eso no puede
ser... Vamos a decirle que nos devuelva La Muerte, porque si no, estamos fregados.

ANGEL 1.- ¿Qué hacemos, entonces? ¿Bajamos todos?

ANGEL 2.- ¡Qué bueno! ¡Vamos a bajar a la Tierra!

DIOS.- ¡Ya va! ¡Ya va!... No se alboroten, que tengo que pensar bien la cosa o mejor mandamos un emisario,
porque estos angelitos s me pueden embochinchar allá abajo

(EL DIABLO Y SU COMITIVA ENTRAN AHORA EN ACCIÓN, LOS DIABLITOS ESTÁN EN CONFLICTO,
TAMBIÉN ALBOROTADOS)

EL DIABLO.- ¡Ay no, amo! Todas las torturas que quiera, menos la sombra y el ocio

DIBLITO 1.- Y por favor, no nos prive de verlo y aprender de usted que sabe tanto por viejo y por diablo...

DIABLITO 2.- Jefe, mándenos a hacer otra cosa divertida...

DIABLITO 1.- ¿Y por qué no viene más nadie? Ningún ladrón, ningún corrupto, ni un ladroncito, aunque sea...

DIABLITO 2.- Jefe... ¿no será que todas las almas se están yendo para el cielo? Y nos dejaron fuera de onda

DIABLITO 1.- Debe ser que se acabaron todas las almas malas allá en la Tierra.

EL DIABLO.- ¡Imposible! Faltan muchos políticos y banqueros todavía, faltan tracaleros de esquina y vende
patrias que esos ya tienen sus supo seguro prepagado.

DIABLITO 2.- Jefe, no será que...

EL DIABLO.- (INTERRUMPIÉNDOLO) ¡Cállense la boca todos! Que estoy pensando... ¡Yo también pienso...!
(SE ASOMA AL OTRO LADO DEL ESCENARIO DONDE ESTÁN LOS DEL CIELO PARA NEGOCIAR CON
ELLOS)

EL DIABLO.- ¡Epa, Pedrito! ¿Cómo está todo?... Yo por aquí mirando a ver si las almas se están yendo todas
para allá para el cielo, porque para acá para el infierno no ha llegado ni una de muestra... ¿No será que ustedes
las tienen todas acaparadas para la Salvación y me están jugando quiquiriguiqui?

SAN PEDRO.- No, Señor, nada de eso... Ningún quiquiriguiqui, lo que sucede es que está pasando algo allá en
la Tierra. Pero, tranquilo, que yo voy a averiguar que es lo que está ocurriendo y después te cuento. (BAJA A
LA TIERRA Y TOCA LA PUERTA DE PERALTA DESEPERADAMENTE) ¡Peralta, Peralta! Abre la puerta que
tengo un mensaje urgente para ti de parte del Divino Maestro.

PERALTONA.- ¡Ay, Santo Dios! San Pedro otra vez... ¿Será que ahora me tocan a mí los deseos? ¡Ojalá!
(ABRE LA PUERTA) Adelante, San Pedro, honor que nos hace otra vez

SAN PEDRO.- Traigo un mensaje urgente para Peralta

PERALTA.- (ENTRA RÁPIDAMENTE) Como no, Su Majestad, dígame cuál es el mensaje.

SAN PEDRO.- Dice el Maestro, que le mandes la Muerte, que se la prestes por unos días, porque él sabe que
tú la tienes amarrada en alguna parte.

PERALTA.- ¡Claro, como no! Yo se la presto, con la condición de que no me le haga nada... Vamos, pues, yo
se la busco. (LLEGAN HASTA DONDE ESTÁ LA MUERTE N SU MATICA PARALIZADA DESDE HACE
TANTO TIEMPO QUE TIENE TELARAÑAS)

SAN PEDRO.- (CON LÁSTIMA) Pero, mira como la tienes toda llena de telarañas... Hasta parece que se le
oxido su guadaña. Ven ayúdame a bajarla, que así no la podemos mandar, tenemos que acomodarla un poco.
(LA ACOMODAN, LA LIMPIAN Y LA DEJAN COMO ANTES)

PREGONERO.- (GRITANDO) ¡Extra, Extra! ¡Última hora! La muerte anda suelta otra vez, tenga cuidado, que
usted puede ser la próxima víctima... Compre su periódico, manténgase informado.

PERIODISTA.- Buenas tardes, amigos ya migas, bienvenidos al noticiero “Pan y queso, siempre primero con
eso”... En el día de hoy han aparecido más de cien personas muertas. Se les recomienda a toda la ciudadanía
chequear su salud, ir al médico, confesarse y ponerse en gracia de Dios, porque la muerte anda suelta...
Seguiremos informando, manténgase en sintonía todo los días...

PERALTA.- No hay más remedio. Lo mismo es morirse hoy que mañana, el consuelo que me queda es que viví
como nadie... Déjenme leer mi testamento: “Mando que mi funeral sea humilde y que metan en mi ataúd los
dados y las barajas, eso es todo” Ahora sí, señora Muerte lléveme con usted. (CAE MUERTO EN EL PISO Y
TODO EL MUNDO COMIENZA A LLORAR)

ACTO CUATRO

VECINA 1.- Y así fue, comadre, La Muerte agarró finalmente a Peralta... Y se lo llevó en cuerpo y alma, y llegó
a un lugar donde habían dos caminos: uno ancho y otro angosto.

VECINA 2.- Y dicen que escogió el camino ancho... ¿y adivine a dónde lo llevó?... pues, al mismísimo infierno.

VECINA 1.- Pero, Peralta fue precavido, se llevó con él los dados y las barajas.

(LLEGAN AL INFIERNO Y LOS DIABLITOS LO RECIBEN)

DIABLITO 1.- Pero, miren quién viene aquí...

DIABLITO 2.- ¡Qué lindo! El Peraltica, el viejito generoso de los tullidos y los enfermos.

DIABLITO 1.- Por elegir el camino ancho no sabes lo que te espera...

DIABLITO 2.- Amo y ¿qué vamos a hacer con este vejestorio?

DIABLITO 1.- Esto merece una fiesta, vamos a bailar con el viejito. (LO INVITA A BAILAR, PERO PERALTA NO
ACCEDE) ¡Ay, no! ¡Qué aburrido es este viejito!

DIABLITO 2.- ¡No, no, no! ¡Que se vaya! ¡Aquí no queremos aburridos!

EL DIABLO.- Y tú que vienes a hacer por aquí, (REVISA LA LISTA) tú no estás en esta lista...

PERALTA.- Me dijeron que agarrara este camino, y bueno, llegué sin querer...

EL DIABLO.- No, no, vete de aquí, tú eres demasiado generoso y me da alergia, además hoy es mi día de
descanso y de diversión, hoy no trabajo... Vete, vete... (PRETENDE IRSE, PERO PERALTA LO DETIENE)

PERALTA.- ¿Y qué le parece, si antes de irme echamos una partidita de barajas? Y así se entretiene un
poquito, hoy no es su día de diversión, pues, y luego yo me voy rapidito...

EL DIABLO.- No, no, no... yo no juego sin apostar... Y tú no tienes nada que apostar

PERALTA.- Eso es verdad, aunque si pienso un poco... Yo soy tan aficionado al juego que soy capaz hasta de
apostar mi alma por las almas que usted tiene aquí en el infierno... ¿Qué le parece?

EL DIABLO.- Ah... así sí...!Sí va!


(COMIENZAN A JUGAR A LAS CARTAS Y PERALTA EMPIEZA GANANDO DE UNA VEZ)

PERALTA.- ¡Truco! ¡Gané!... ¡Treinta y uno! ¡Gané!... ¡Roba pilón! ¡Gané!... ¡Carga la burra! ¡Gané!

EL DIABLO.- ¡Doblo la apuesta, Peralta! Yo no me puedo quedar con esa...

PERALTA.- ¡Como no! Voltee las cartas para ver... (EL DIABLO OBSERVA Y ESTUDIA LAS BARAJAS
CUIDADOSAMENTE, LUEGO LAS LANZA CON RABIA) ¡Vio, gané otra vez!

DIABLITO 1.- ¡No lo puedo creer, jefe! ¡Le han ganado treinta mil millones de almas! ¡Qué desgracia! ¡Qué
decepción!

(EL DIABLO TAMPOCO LO PUEDE CREER, ESTÁ MUY MOLESTO Y BRINCA SOBRE LAS CARTAS)

EL DIABLO.- (LLORANDO) ¡Mis almas, mis almitas queridas! ¡Las he perdido como un zoquete!

PERALTA.- Bueno, señor Diablo organícemelas que me las llevo ya mismo. ¡Para luego es tarde!

EL DIABLO.- (INDIGNADO Y VENCIDO) Acomódenle las almas a este cabeza de ñame que me ganó... ¡Y que
se largue de una vez por todas!

DIABLITO 2.- (LLORANDO) Pobre, jefe...

DIABLITO 1.- (LLORANDO TAMBIÉN) Pobrecito, mi amo...

PERALTA.- Vamos saliendo, que me las llevó al cielo... ¡Vamos!

PERALTONA.- ¡Ay! ¡Gracias, Peraltica, de mi amor!... Hermanito, ya no aguantaba más ese calorón allá
adentro. Y no hay ni un ventilador... ¡Qué bueno eres, Peralta!.

PERALTA.- ¡Peraltona, mija! ¿Tú aquí? ¿Y en qué momento?

VECINA 2.- ¡Dios te lo pague, Peralta! Ya no aguantaba más ese olor a azufre todo el día...

REINA.- ¡Gracias, señor Peraltica! Llegué a creer que no iba a salir de esto...

PERALTA.- ¿Y usted ya había muerto su majestad?... Pero, bueno, andando para el cielo.

(LLEGAN AL CIELO)

SAN PEDRO.- (SORPRENDIDO) ¡Epa, Pedro! ¿Y para dónde vas tú con ese gentío? ¡Aquí no hay cama pa’
tanta gente!

PERALTA.- Todas estas almas se las gané al Diablo... Déjenos entrar San Pedro.

SAN PEDRO.- Un momentico, Peralta, que esto no estaba en la planificación. Déjame consultarle al Maestro...
(SACA UN CELULAR Y LLAMA AL MAESTRO) Señor, que aquí está Peralta con un montón de gente que sacó
del infierno y quiere que lo deje entrar... ¿Qué me dice? (PAUSA, ESPERA RESPUESTA) Está bien, Maestro,
como usted diga... (FINALIZA LA LLAMADA Y LE INFORMA A PERALTA) Dice que esperes un momento que
viene él personalmente a atenderte...

(APARECE DIOS MUY SONRIENTE)

DIOS.- Peralta, has sido muy bueno y servicial en la Tierra y hasta en el cielo, por ello mereces una
recompensa... (TODOS APLAUDEN EN SEÑAL DE ESTAR DE ACUERDO CON ÉL)... pero no puedo tener a
tanta gente aquí a la vez... (SE OYEN MURMULLOS DE PROTESTAS ENTRE TODOS)... Lo que podemos a
hacer es enviarlas de nuevo a la Tierra para darles una nueva oportunidad de ganarse correctamente su
entrada al cielo... (AHORA TODOS CELEBRAN NUEVAMENTE)... Y para cumplir tu último deseo, te volverás
pequeñito y descansarás conmigo a la diestra de Dios Padre... (TODOS CELEBRAN Y APLAUDEN A
PERALTA)

TROVADOR.- Y el Señor lo perdonó y esa alma caritativa a todo el mundo ayudó y en el cielo se quedó...

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