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EPISODIOS 10 / EPISODES 10
PARTICIPANTES (16): VAN EESTEREN, EMERY, LE CORBUSIER, TYRWHITT, SERT, BATISTA,
HONNEGGER, WISSING, BAKÉMA, REAY, GIEDIÓN, MAYEKAWA, PAULSSON, ALAURENT,
ROTH, ROGERS.
EMERY (Algeria): Cuando por primera vez contemplé de noche la ciudad de Nueva York,
con sus luces resplandecientes me pregunté por qué las luces estaban
arracimadas de aquel modo. Parecía un campo de maíz donde el grano
hubiese germinado en ciertos lugares y en otros no. Se ha dicho que
corresponde a nosotros, los arquitectos, el determinar cuáles sean los
mejores emplazamientos para el Corazón, pero yo creo que éste nace
de un modo completamente espontáneo. Lo único que podemos hacer
nosotros es colocar ciertas cosas en una posición tal que puedan ser
utilizadas por el público. No es de responsabilidad nuestra el que la
planta crezca o no. Ciertamente que a todos nos preocupa el que
algunas plantas no hayan crecido, pero no creo que logremos saberlo.
LE CORBUSIER (París): Sin embargo, podemos precisar todavía un poco más, podemos señalar
lugares especiales para el Corazón, aunque, desde luego, en estos
tiempos de rápidas mutaciones es imposible tener la plena seguridad de
que esos lugares serán los que continuarán desarrollándose en el futuro.
VAN EESTEREN: En Holanda hemos estado planificando un área que podrá albergar casi
10.000 personas. De momento hemos empezado con los Corazones
periféricos y luego haremos el central.
EMERY: Como la taberna del Far West, que mas tarde se convierte en hotel y
centra la zona comercial.
LE CORBUSIER: Esto significa que, desde el principio, debe decidirse lo que se desea
hacer, a dónde se quiere llegar.
SERT (Nueva York): Debemos procurar definir la clase de espacio apta para convertirse en
Corazón. Debe hallarse en el centro estratégico de la ciudad, debe ser
un lugar escogido por la gente misma, consagrado por el uso. Debe
defendérsele de la posibilidad de que allí se edifique, y hay que
mantenerle disponible para las manifestaciones espontáneas del pueblo.
En él, el individuo debe sentirse rey, el peatón dueño absoluto, y debe
hacérsele inaccesibles a los vehículos. Con el transcurso de los años,
éste espacio adoptara una forma especial, creada por las necesidades
de aquella particular población e interpretada por los arquitectos de su
tiempo.
SERT: Según esto, los edificios deberían pertenecer más bien al tipo de
edificios para exposiciones.
LE CORBUSIER: Es posible, pero encierra grandes peligros. Quizás fuera mejor esforzarse
en mantener la medida humana en todos sus grados: en otras palabras,
mantener la medida del Corazón en relación directa con el uso que del
mismo se haga en cada momento, y resistirse a introducir en él
elementos que caigan fuera de esta medida.
VAN EESTEREN: Ósea, que hay que volver al ejemplo que nos ofrecen los pueblos. De
momento, la vida de un pueblo está dominada por pequeñas empresas
individuales - tiendas y demás -, pero existe una clara tendencia hacia
una vida de mayor colaboración. El plano del Corazón debe ofrecer
facilidades para que esta vida más libre encuentre expresión cuando se
produzca.
SERT: Está bien hablar de clubs que, en definitiva, son lugares de reunión.
Pero es necesario que existan también lugares donde puedan ser
exhibidas al público cosas, como obras de arte, pinturas, etc. Estos
edificios deberían ser adecuados para desplegar en ellos las más
variadas actividades, tales como debates, conciertos, exposiciones de
toda clase, desde las de cuadros a las de maquinaria.
VAN EESTEREN: Es indispensable que nos preguntemos siempre si los elementos que
introducimos están de acuerdo con las costumbres y deseos reales de la
población. Habréis hablado de las grandes ciudades, y hemos admitido
que se han extendido demasiado y que es necesario volver a centrarlas.
SERT: No se trata tan sólo de que la ciudad se haya extendido demasiado sino
de la necesidad de introducir en ella una serie de espacios cercados,
unidos al centro Principal por líneas de comunicación, A veces pueden
utilizarse las márgenes de un río para establecer esta ligazón. Debemos
poner de manifiesto que somos contrarios a la ordenación urbanística
constituida por centros separados a medio de pequeñas pueblos, que
somos contrarios a la dilatación de las ciudades solo por el gusto de
dilatarlas. En América del Sur he podido observar muchas comunidades
planeadas según el sistema de la ciudad-jardín; son resultados
francamente deplorables, porque la población no tenía dinero suficiente
para mantener en buen estado las amplias carreteras pavimentadas , ni
bastantes automóviles para recorrerlas, ni agua suficiente para regar el
césped.
HONNEGGER (Ginebra): De hecho, hay varios Corazones en una ciudad: el general, el político, el
artístico, el teatral, etc. Unos son lugares de reunión para pequeños
grupos, otros para grupos extensos. Algunas deben hallarse cerca de
las zonas residenciales; otros interesan a un público más vasto.
WISSING (Rotterdam): Sin embargo, no debemos tan solo hacer fluir la vida desde la periferia al
Corazón de la ciudad, sino también desde éste al Corazón del barrio.
BAKÉMA (Rotterdam): Es cierto que cada barrio necesita un Corazón, pero, mirando a nuestro
alrededor, observamos que en nuestra vida social vemos lo que
podríamos llamar el « elemento del Corazón », y debemos encontrar
formas en las que pueda cristalizar tal elemento para darle vida.
Debemos esforzarnos en dar expresión física a nuestros ideales sobre el
Corazón, a fin de estimular la pública demanda.
REAY (Glasgow): El Clima de Escocia hace casi imposible quela gente pueda reunirse al
aire libre.
MAYEKAWA (Tokio): En el Japón antiguo, el Corazón radicaba en los alrededores del palacio,
y era parecido al de las ciudades de Egipto y Mesopotamia, que los
griegos despreciaban porque carecían de ágora, Más adelante se situó
entorno al castillo feudal, y sólo después del siglo XVII los comerciantes
tuvieron poder suficiente para unirse en una fuerte organización
independiente, una corporación, y construir separadamente su propio
centro comercial. En el Japón, cuando pensamos en el Corazón,
tendemos a concebirlo como la sede de una corporación o sociedad
cerrada. Pero hoy el Corazón debe ser para una comunidad abierta. El
centro comercial de una ciudad no es su Corazón, ni tampoco el centro
recreativo puede satisfacerse las exigencias del ser humano, tal como
nosotros lo concebimos. El Corazón debe tener espacio libre y servir a
los ciudadanos para actividades recreativas y culturales. El Japón no
posee actualmente este tipo de Corazones, pero se está creando uno en
el « Proyecto de la Paz » de Hiroshima.
ROTH (Zúrich): Valery ha dicho que necesitamos una arquitectura que cante. Yo creo que
necesitamos ciudades que canten. Esta es la función del Corazón. Cada
Corazón local debe cantar su melodía, pero en el Corazón central debe
oírse una verdadera sinfonía. En nuestra civilización actual, siempre en
continuo movimiento, es muy importante que el corazón permanezca
relativamente estático, que no cambie constantemente, sino que sea
algo que perdure. Sert está en un error al hablar de elementos móviles o
temporales. El arte se crea para la eternidad. El Corazón debe ser un
lugar para nobles pensamientos y para la más alta expresión de vida. La
síntesis de las artes es tan antigua como la humanidad. Corresponde a
nosotros - los arquitectos, que ejercemos el arte coordinador - el
restaurar esta síntesis. Para ello, el arquitecto debe estudiar pintura y
escultura, a fin de comprenderlas y, sin duda alguna, el artista debe
colaborar en todo proyecto desde el principio, y no solamente al final.
ROGERS (Milán): No creo que la discusión deba concentrarse entre el arte moderno y el
arte temporal. Como decimos los latinos, debemos siempre obrar sub
specie aeternitatis, como si nuestra obra hubiese de ser eterna. No
importa el que no llegue a serlo; personalmente yo creo que no lo será,
pero cada vez que trazamos una línea, debemos hacerlo como si
hubiese de perdurar eternamente. Esta postura es muy importante: es
una cuestión moral.
El corazón de la Ciudad, (E. N. Rogers, J. L. Sert y J. Tyrwhitt, 1955) XVIII CIAM . Editorial Científico -
Medíca 2da Ed. Barcelona 1961.