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“Callando nos moríamos, sin palabra no existíamos. Luchamos para hablar contra el olvido, contra la muerte, por la
memoria y por la vida. Luchamos por el miedo a morir la muerte del olvido… es necesario hacer un mundo nuevo.
Un mundo donde quepan muchos mundos, donde quepan todos los mundos…”
Subcomandante Marcos Enero 1996
Palabras clave: Violencia Política, Tropel, Estudiantes, Estado, Autonomía.
Resumen:
La universidad como escenario donde se sintetizan las expresiones de la sociedad recibe
la herencia e influencia de “La violencia política” sobre la violencia organizada y desorganizada
(Pecaut, 1997) producto de su extensa duración, y se configuran igualmente las relaciones
sociales de los distintos actores de la sociedad colombiana, y por lo tanto calan en todas las
formas de reproducción social.
En esa medida, la acción política universitaria ha tomado contrastes violentos por lo cual
se pretende responder ¿cuáles son las interpretaciones acerca de prácticas como El Tropel en el
movimiento estudiantil, considerando los tiempos, generaciones y aspectos teóricos que
caracterizan distintos lugares de enunciación?, por ello a lo largo de esta ponencia se expone
cómo un escenario de confrontación como “el tropel” puede estar enmarcado en diferentes líneas
ideológicas de ver la violencia desde los diferentes actores políticos: los estudiantes, los
denominados capuchos, policía, y población civil, en donde el contraste de ideas es la
determinante que hacen que surjan nuevas interpretaciones.
En primer lugar se habla de la coerción ejecutada por las instituciones del Estado
colombiano enmarcado en la Violencia Política, la criminalización de la protesta social y el
estereotipo de los estudiantes universitarios como vàndalos, amigos de la insurgencia. Se hace
un recorrido por la construcción del movimiento estudiantil y la legitimación de la pedrea,
además de tener en cuenta algunos artículos de prensa que se encargan de la formación de
imaginarios respecto al tropel y quienes actúan en él. Posteriormente se menciona la pérdida de
impacto del tropel como mecanismo de protesta a partir la ritualización y de la violencia que trae
en sí mismo y agrede a la comunidad civil, de la misma manera se mencionan prácticas donde la
confrontación convertida en rutina no logra vincular al grueso de la población estudiantil, que
por el contrario repele este tipo de acciones, y debido a esto también son criticados y
vulnerados en su calidad de sujetos políticos. Finalmente se presentan algunas reflexiones acerca
de cómo se interpretan acciones que no reivindican el tropel como forma legítima a partir del
distanciamiento generacional y nueva forma de entender al estudiante como sujeto político.
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*Parte del seminario de Democracia Participación y Violencia de la Licenciatura en Ciencias Sociales de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas, Bogotá,
aunque en un trabajo en construcción lleva en estudios de prensa e hipótesis construidas a partir de la formación recibida de quienes la escriben.
1. “El tropel” como movilización social
Con las grandes transformaciones de la juventud ocurridas por el mundo como el mayo
francés, la masacre de Tlatelolco, o el hippismo el imaginario del joven rebelde se reproduce y
no tarda mucho en llegar a nuestro país, que acompañado del ingreso del marxismo a Colombia
ha marcado la historia en una lucha constante entre los diferentes sectores sociales en búsqueda
del bienestar, y en la exigencia de garantizar derechos por parte del Estado, aquellos que le
permitan a los ciudadanos vivir en dignidad, y parte de estas luchas entonces, están dentro de las
aulas de las universidades (públicas principalmente).
1
"Tres jóvenes universitarios murieron mientras manipulaban explosivos." http://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-11426321.
Accessed 15 May. 2018.
2
Concepto desarrollado por Jorge Orlando Blanco Suárez en “La democracia colombiana en el discurso de la prensa: El Tiempo 1990-2004: la
democracia amenazada”
Hablar de tropel, de pedreas y de protesta no es una discusión reciente, María Eugenia
Vásquez Perdomo nos cuenta en “Escrito para no morir. Bitácora de una militancia” (1998) la
naturalización del tropel y pedreas contra la policía, relata el tropel del primer semestre de 1970
hasta el cierre y apertura de la Universidad Nacional en 1972 y 1973 respectivamente. En su
testimonio podemos caracterizar diferentes militancias, las luchas eran dadas por estudiantes de
diferentes líneas políticas fuertemente ancladas a movimientos y partidos con pretensiones de
poder estatal y que se planteaban proyectos a nivel nacional como lo era la Nueva Democracia
viendo los las experiencias semi feudales y semi coloniales de Nariño específicamente, siguiendo
al “ilustre camarada Mao” por parte de la JUPA; por otro lado, los camilistas entendían a la
Colombia de ese entonces como un país capitalista, y por lo tanto se debía consolidar el proyecto
comunista.
La autora señala que en ese momento: “la izquierda radical pregonaba la destrucción del
sistema, la universidad debía cumplir un papel de vanguardia intelectual en la formación de
cuadros para la revolución” (Vásquez. p 59) y luego “el marxismo como método de análisis e
investigación tenía la palabra” lo que nos deja ver a pesar de las diferentes tendencias presentes
en el movimiento estudiantil de la época, las corrientes de izquierda eran las predominantes por
no decir que las únicas aunque los trotskistas y los de la JUCO eran entendidos como pequeños
burgueses. Lo esencial era “ser revolucionario, creer en el cambio, ir en contra de lo establecido,
luchar por la libertad, entregar la vida por los intereses del pueblo…”
El uso de la violencia y la toma del poder por medio de pedreas, sitios, y destituciones se
tomaba como un acto natural de transición en lo que Lenin llama el cambio de Estado Burgués
por el Estado Proletario que llevaría gradualmente a la desaparición del Estado. La transición no
estaría exenta de violencia, aunque la desaparición del Estado fuese natural. Para Víctor Serge, la
violencia, el uso de las armas y toma de la institucionalidad aplicaría contra el Estado Burgués
cuya función es mediar las contradicciones de clase y que por lo tanto la ley y la legalidad ésta
en contra del proletariado y sus intereses, por lo que el proletariado organizado sólo puede buscar
la clandestinidad para reconquistar derechos sociales “respetar esta legalidad es cosa de tontos
(…) Sin embargo desdeñarla no sería menos funesto. Sus ventajas para el movimiento obrero son
tanto más reales cuanto menos ingenuo se es. El derecho a la existencia y la acción legal es para
las organizaciones del proletariado algo que se debe conquistar y ampliar constantemente.”
(Serge, 1972)
Este intento de transición fue y es tomado por nuestro Código Penal como rebelión, y el
intento de cambio de sistema como revolución. Serge también afirma que la organización
revolucionaria no debe dejarse sorprender, su trabajo en parte es clandestino, luego el Estado
Burgués también tiene su policía secreta “la seriedad del trabajo revolucionario no puede habitar
en una casa de cristal” pero igual de importante es entender que el Estado burgués como
“máquina” condenará desde lo legal lo que pueda cambiar el orden de los actores o tenga la
pretensión de destruirlo, esto explicaría “la reducción del espacio jurídico para el derecho a la
protesta” como afirma la personería de Medellín en 2011, y luego señala “la protesta social es el
camino por excelencia que le queda a los oprimidos para alcanzar sus derechos.”(ibid).
De mano de la fuerza pública que por orden del gobierno arremete en contra de las
manifestaciones, y que a lo largo del territorio nacional lo han hecho de manera indiscriminada y
sin control, es que se generan los actos de resistencia estudiantil. Ahora bien, ¿representa esto un
acto de violencia política? Sí, en tanto, se busca de manera disimulada el silenciamiento de
mentes que se piensen realidades diferentes para Colombia, el exterminio de la izquierda
estudiantil, el desconocimiento del valor de la protesta, y de la satanización de las acciones
realizadas por este sector, punto de la desarticulación de las organizaciones estudiantiles con la
comunidad académica que confluye en las instituciones, y la aversión de la sociedad colombiana
en general sobre las nuevas ideas o ideas gestadas desde estos espacios.
Ahora bien, desde el origen de la sociedad occidental moderna los medios de comunicación han
desempeñado un papel trascendental en el imaginario y en la concepción de sentidos y
significados de la realidad social. ” De ahí que su visión de la realidad y los discursos que
produce comúnmente se confundan con los de la opinión pública o que a esta se le considere la
representante de la misma, al hablar normalmente desde un nosotros; los colombianos, los
patriotas, los amantes de la democracia, los defensores del orden y la ley, etc. (Blanco, 2008).
Con esto la prensa ha elaborado realidades discursivas que se adhieren en la sociedad y que han
3
"Mesa Amplia Nacional Estudiantil- Colombia
4
"El Encuentro Nacional de Estudiantes por la Educación Superior realizado en Bogotá el 16, 17. Y 18 de marzo de 2018.
calado en las concepciones de la gente del común, conformándose así metarrelatos que tienden a
convertirse en realidad por la capacidad de replicamiento que poseen.
En ese afán por demostrar que las universidades fabrican vándalos revolucionarios, son los
medios de comunicación los protagonistas en la creación de ese imaginario de estudiante de
universidad pública relacionado directamente con las insurgencias y con un comunismo
depredador y peligroso, que se refuerza con cada nota de opinión y artículo publicado como
veremos a continuación:
Artículo de prensa2: ¿Y el tropel, para qué?. Por Julián Ortega Martínez jueves 19 de
octubre de 2006 0:01 COT. EquinoXio.
En el artículo de opinión expresan como los universitarios en general rechazan las pedreas como
forma "legítima" de protesta, aunque por lo general la toman como una manifestación más de la
vida universitaria. Y así como las altas esferas del poder atacan a quien les critica, algunos de los
"dueños del tropel" hacen lo mismo con quien llegue a manifestarse en contra de la pedrea,
tachandolo de "paraco" y "regalado”. También enfatizan en que no sólo la guerrilla está
infiltrada en las universidades públicas, los paramilitares también andan metidos de cabeza,
amenazando e intimidando, y mientras unos pocos son los que provocan y causan los desórdenes,
la comunidad universitaria entera queda en peligro por los señalamientos. Dejan varios
interrogantes entre ellos está el de "¿Se necesita pertenecer a Fun Comisiones-MODEP, ASPU,
sindicatos, capuchos, y demás para pensar por la universidad, para leer, analizar, y proponer
cambios argumentales?".
A modo de conclusion
Entender que la vida universitaria tiene otras y nuevas expectativas y formas de
relacionarse, abre el panorama para dejar prácticas viejas en generaciones nuevas, donde el
ejercicio de la violencia por simbólica que sea, trae consigo efectos en la sociedad civil, se trata
entonces, de un cambio de racionalidad que necesita de nuevas interpretaciones, que hacen que el
responder a la violencia con más violencia, sean tomadas como un acto deslegitimador, y que
hacen que cada vez los movimientos estudiantiles pierdan fuerza.
La práctica del “tropel”, como forma de protesta ha sido vista desde dos visiones: de
quienes lo avalan como una forma de lucha y los que desacreditan la violencia y sugieren la
incorporación del pensamiento crítico y de transmisión de ideas sin necesidad de la coerción. El
Estado aprovecha esto y crea una imagen que hace ver a cualquier forma de lucha como
terrorista o subversiva. Esto puede cambiar si vemos con el uso de la pedagogía crítica y de la
educación popular un medio para crear semillas desde la comunidad, que permita una nueva
racionalidad basada en la lucha de ideas y el cambio de la sociedad, y no desde la lucha armada
que hace ver erróneamente a la inconformidad como sinónimo de maldad.
Los movimientos sociales y estudiantiles han sido considerados como objetivos militares
por parte del Estado, lo que genera que la historia sea testigo de la constante lucha entre los
estudiantes y las organizaciones estatales, que desencadena una constante práctica de la violencia
que empaña los ideales y desalinea las acciones de las dos facciones enfrentadas. Es necesario
entonces, que los movimientos estudiantiles tengan como una de sus orientaciones más
importantes luchar por su escuela, preocupándose primeramente por su entorno cercano y luego
por su ambiente externo, entendiendo que la escuela no solo son cuatro paredes sino que la
comprendemos todos aquellos que hacemos parte de ella, considerando incluso al ciudadano de a
pie que sin saberlo contribuye a la educación pública con sus impuestos. También entender que
las personas que tengan una visión diferente son importantes para la conformación de una
sociedad inclusiva, como lo decía Mao en su texto sobre la contradicción, “la parte opuesta
complementa al todo” (Tse-Tung Mao, 1937). Y ese todo estamos las personas que queremos
que la educación y la universidad mejore y crezca con una mentalidad crítica y constructiva.
Referencias Bibliográficas.
Medina, C (2010). Entrevista: El Tropel es mucho más que la confrontación violenta con
la policía y con la autoridad. Recuperado de:
https://www.mineducacion.gov.co/observatorio/1722/article-246300.html
Pecaut, D. (1997) Presente, Pasado y Futuro de la violencia en Colombia. Revista
Análisis Político. IEPRI-UN
Daniel Coronell, (2013). Para llorar. Por cada granada de humo blanco pagamos 43.880
pesos. Cada cartucho de gas nos vale 27.183 pesos. Revista Semana.
Redacción Bogotá (2012). Tres jóvenes universitarios murieron mientras manipulaban
explosivos. Archivo. Periódico El tiempo. Disponible en:
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-11426321
Serge,V. (1972) Lo Que Todo Revolucionario debe Saber Sobre la Represión Serie
Popular Era 1972, Ediciones Era S.A. México, D.F.