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Universidad del Valle –Licenciatura en Literatura – Literatura española 1 202159M-01

SA de los Trancos l y ll de El Diablo Cojuelo1

PROBLEMÁTICA

En los dos primeros Trancos (capítulos) de El Diablo Cojuelo se presentan y conocen los dos
personajes princípiales, el Diablo Cojuelo y don Cleofás Leandro Pérez Zambullo, huyen de
la buhardilla donde tenían atrapado al Diablo Cojuelo y se sientan en la torre de San Antonio
para observar el ambiente de Madrid y la vida que llevan sus habitantes. En estos dos trancos
los personajes principales realizan pocas acciones, todo es observación ¿Cuál es la intención
que tiene esta observación de Madrid? ¿Por qué la realizan estos dos personajes tan atípicos?
¿Qué tipo de ciudad describen? ¿Cómo son sus habitantes? ¿Qué recursos utilizan para
realizar esta descripción?

TESIS

Los dos primeros trancos de El Diablo Cojuelo se desarrollan en Madrid, una ciudad que es
observada desde la altura de la torre de San Antonio por Don Cleofás y el Diablo Cojuelo.
Desde esa posición ven una “Babilonia española”, caótica, llena de excesos, con personajes
que viven de apariencias o de vicios. Ésta sátira es mucho más potente si se tiene en cuenta
que la observación y valoración son realizados por un diablo de mediana categoría (maestro
del engaño y el chisme) y don Cleofás Leandro Pérez Zambullo (un hidalgo de dudosa
nobleza y cuyo nombre tiene referencias moriscas). Las descripciones que realizan los dos
personajes están llenas de animalizaciones de los personajes, exageraciones de sus actitudes
y metáforas degradantes.2

JUSTIFICACIÓN

Don Cleofás Leandro Pérez Zambullo huye de un grupo de alguaciles porque presuntamente
ha robado la honra de doña Tomasa, se esconde en la buhardilla de un astrologo y allí se

1
Vélez de Guevara, L. (1999). Trancos l y ll en El Diablo Cojuelo (pp. 11-32). España: Crítica.

2
Ann Rice, R (2014). Diablillos y sátira en El diablo cojuelo de Vélez de Guevara y Fausto de Goethe. México:
Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla

*Julián Camilo Ospina Capera 1629984


encuentra con el Diablo Cojuelo. Después de ser liberado por el hidalgo, el Diablo Cojuelo
sale volando acompañado por don Cleofás. Ambos se sientan en la torre de San Antonio para
observar la vida nocturna de Madrid. El Diablo Cojuelo “levantando los techos de los
edificios, por arte diabólica, lo hojaldrado” permite que se pueda observar “la carne de
pastelón de Madrid” y “la variedad de sabandijas racionales” (p. 20). Entre tanta variedad
hay dos grupos que se destacan: los nobles y los comerciantes. Los primeros son descritos
como personas tacañas, que ya no poseen mucho dinero, que se dedican al ocio y los juegos
de azar, lascivas y adulteras. Los segundos son expuestos con toda su avaricia, su codicia y
los engaños que realizan en sus negocios. En este punto cabe destacar el contraste entre la
bodegonera gorda como una “abada” (p.24) y el caballero que “tiene el alma en cecina” (p.
25). La mujer se ha enriquecido vendiendo “rocín por carnero y gato por conejo” (p.24), ósea
vendiendo carnes de mala calidad y haciéndolas pasar por buenas; el caballero es tabernero
de corte, y aunque es pobre, el Diablo Cojuelo asegura que se hará rico “bautizando en los
pellejos y tinajas” (p.25), es decir rebajando el vino con agua. La riqueza de los comerciantes
madrileños es producto de sus estafas.

Aparecen otros personajes como “un lindo” que es toda vanidad, que duerme con bigoteras,
torcidas de papel para cuidar sus copetes y usa “tanta pasa en el rostro que pueden hacer una
colación en él toda la cuaresma” (p.22); los aficionados a los coches “que les sirve el coche
de conchas como a la tortuga y al galápago” (p. 27), duermen en ellos, comen en ellos e
incluso realizan sus necesidades en ellos; un hidalgo “milagroso” que antes de acostarse
“quitándose una cabellera queda calvo; y las narices de carátula, chato; y unos bigotes
postizos, lampiño; y un brazo de palo, estropeado”. Toda esta variedad de personajes llenos
de vicios, excesos, tachas morales, son los que habitan la Madrid del siglo XVll, convulsa,
confusa, llena de apariencias y simulacros.

CONCLUSIONES

Don Cleofás y el Diablo Cojuelo toman un punto de vista privilegiado que les permite tener
una mirada de águila desde la que pueden despedazar a los habitantes de Madrid con sus
afiladas metáforas, sus animalizaciones y sus hipérboles. Estos dos trancos pueden leerse
como una sátira menipea ya que no buscan aleccionar, son fragmentarios y se burlan de una
variedad de personajes que representan arquetipos o actitudes.

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