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Resumen

No permitas que nadie tenga el control de tu vida ni boicotee tus sueños!

Conéctate con la gente correcta, confía en ti. ¡Estás capacitado para hacerlo! Si tienes en claro
tu propósito y tus sueños podrás tener el control de tus emociones y de decidir a quienes
quieres elegir para que te acompañen. El problema se suscita cuando decidimos quién nos
acompañará mucho antes de tener en claro adonde queremos llegar. El propósito de tu vida es
tuyo y sólo a ti te pertenece diseñarlo. La solución está en ti. Desafíate cada día a más, a
mucho más.

Habrá personas que darán valor a tus sueños. Otras menospreciarán todo lo que te propusiste.
No valores ninguna de aquellas palabras o sugerencias que provienen de “los tóxicos.”

El que no se alegra de tu avance o de tus sueños, que diga lo que quiera, tú prosigue hacia la
meta, no te amarres a quienes no se alegran con tus éxitos. Desprecia la opinión de la gente
tóxica, sé libre de los críticos y serás libre de cada una de sus palabras y de sus acciones.

Los mete-culpas

Cada uno de nosotros hemos nacido con un propósito único y especial, con un sueño que sólo
nosotros mismos podemos cumplir.

Cuando una de las áreas de nuestras vidas no alcanza toda su capacidad de expresión nos
sentimos con culpa, nos volvemos vulnerables a la queja, a las demandas y a la manipulación.
Si le damos permiso a la culpa que para que crezca y ocupe cada vez más espacio dentro de
nuestras emociones, ésta se convertirá en la causante de una depresión que sabremos dónde
comienza pero no dónde termina.

El envidioso

Envidia sana o enfermiza, podrás tratar de buscarle una justificación, pero sea cual fuere el
caso, es necesario que mires hacia tu propia vida y observes: ¿qué es lo que hizo el otro para
llegar a determinado lugar que yo no hice? Esta reflexión no tiene como fin cargarte de culpas
y reproches, sino ponerte ante un nuevo planteo acerca de la forma y las estrategias que
debes accionar para llegar a tus objetivos. Lo que el resto de las personas adquirieron no es
casualidad ni suerte, sino acción, decisión y ejecución de lo dispuesto.

La envidia no vive sola sino que convive con la crítica, la murmuración, el chisme, la
dependencia, el desgano, todas actitudes que consumen nuestras fuerzas, convirtiéndonos en
excelentes opinólogos pero en pobres constructores de nuestra propia vida.

El descalificador

Muchas personas desperdician a diario minutos y horas de su tiempo tratando de descalificar a


todo aquellos que se encuentran a su alrededor. Pareciera ser que disfrutan al menospreciar y
rebajar a los demás, sea cual fuere la tarea que están realizando o el vínculo que tengan con
las víctimas.

El descalificador tiene como objetivo controlar nuestra autoestima, hacernos sentir “nada”
ante los demás, para que de esta forma, él pueda brillar y ser el centro del universo.

Si haces algo, el descalificador te criticará por accionar y si no accionas, te juzgará por no


hacerlo.
Son seres que proyectan en los otros todas las frustraciones e inseguridades que no les
permitieron crecer ni desarrollar su potencial y sus sueños.

El agresivo verbal

El agresivo verbal tendrá como objetivo hacerte sentir poca cosa, incapaz, débil e inseguro. Su
fin es que creas que él sabe todo y que, además de saber más, tiene la capacidad y la autoridad
para llevar a cabo lo que se proponga.

Todo lo que te diga, hasta una adulación, la hará en tono irónico. Si le preguntas qué le pareció
el trabajo que hiciste, es probable que te responda: “Está bien, pero daba para mucho más;
hubieras puesto esto, aquello, etc.”

El falso

Conocerse es saber que siempre puedes un poco más, que siempre hay nuevas oportunidades
y posibilidades.

Es fundamental que entiendas que si no logras romper con las máscaras nunca llegarás a ser
quien verdaderamente eres, no podrás parir ese “gen” que está dentro tuyo esperando ser
descubierto.

El psicópata

Psicópata no es solamente un estafador, un asesino serial, sino que puede ser una persona que
está en el trabajo, en la escuela, en la iglesia, en cualquiera de los ámbitos donde nos
movemos. Los psicópatas son expertos en la mentira y en los engaños y tienen como fin
traicionar y arruinar tu vida.

Para comenzar, tengamos en claro que los psicópatas representan a las personas que no
tienen culpa ni angustia, que mienten, engañan, roban y no sienten absolutamente nada por el
daño que causan.

El mediocre

Una de las cosas que hemos perdido, en esa bendita urgencia por cumplir con lo que se nos
pide a diario, es el hábito de apartar el tiempo que necesitamos para capacitarnos y mejorar
continuamente.

Los seres humanos tendemos a conformarnos y a aferramos a lo conocido por miedo a perder
lo que ya hemos conseguido.

Te levantas, cumples con la rutina diaria, vas al trabajo o a la universidad, cumples el horario
laboral fijado, tomas el subte o el medio de transporte que uses y vuelves a tu casa; si eres
mujer, seguramente te ocupas de los niños, y si no, como la mayoría de los hombres,
preguntas qué es lo que hay para comer, prendes la televisión, comes… y a dormir. Y así pasan
tus días, inmersos en una red vacía donde el estímulo, los sueños, los éxitos y lo trascendental
no tienen lugar.

El chismoso

Cuando uno habla de aquello cuya fuente original no ha confirmado, se transforma, no en un


comunicador, sino en un cómplice del chisme, en un chismoso.
Aquellos que siguen hablando del chisme después de haberlo escuchado son tan responsables
como su autor.

Todos los rumores, en algún momento, mueren pero, mientras eso sucede, también pueden
mortificarse muchas vidas. Aprendamos a ponerles límite y no permitamos que sigan haciendo
estragos. Frente a ellos tomemos actitudes positivas que nos permitan desintoxicarnos y ser
libres de los chismes y de sus comunicadores.

El jefe autoritario

Basados en el temor del empleado a perder el trabajo o en su necesidad de tener un salario “sí
o sí”, este estilo de jefes acrecientan su figura con autoritarismo con el fin de sacar ventaja de
su posición y de que su voluntad sea cumplida sin ser cuestionada ni objetada.

Este estilo de líderes busca el logro permanente de sus objetivos más allá del pensamiento en
equipo, de la búsqueda de superación y el beneficio para todos, para poder alcanzar las metas
propuestas.

Un jefe autoritario no guía, sino que hostiga, no logra que su equipo obedezca
voluntariamente, sino que obtiene el control imponiendo su autoridad, inspirando temor en
lugar de confianza, transformando al trabajo en una carga pesada en lugar de presentarlo
como un proyecto interesante, motivador y beneficioso para todos.

El neurótico

Los neuróticos buscan la perfección en todo lo que realizan y cuando no lo logran son presas
de sus propias angustias y tensiones. Su intenso temor frente a las críticas y al error los llevan a
pensar que, de no hacer sus tareas en forma casi perfecta, serán el hazme reír de quienes los
rodean y además serán abandonados por ellos.

La persona neurótica no sólo vive angustiada por lo que dice y hace, sino también por lo que
no dice y por lo que no hace. La incertidumbre que lo acompaña suele generarle una serie de
síntomas físicos (tales como ahogos, mareos, transpiración, temblores, palpitaciones, dolor de
pecho, etc.) que rompe con los parámetros normales de toda angustia.

El manipulador

Los manipuladores son personas que quieren tener control sobre tu vida. Si ven lo valioso que
eres, que tienes éxito o simplemente perciben en tu vida algo que ellos no tienen, querrán
sacártelo.

Para ejercer control sobre tu vida, el manipulador se va a valer de distintas armas.

En un principio utilizará la seducción, hasta lograr tenerte en sus manos. El manipulador suele
aparecer como alguien que es protector, bueno, que te quiere amar, que te da, pero después,
todo lo que te da, no tengas duda de que te lo va a querer cobrar.

El orgulloso

La queja sólo produce insatisfacción, siempre mostrará descontento, resentimiento, disgusto;


refleja una emoción encapsulada que termina enfermando no sólo tus pensamientos, sino
también tu cuerpo.

El quejarse es producto de una acumulación de emociones reprimidas actuales y pasadas,


muchas veces por no decir nada, y otras tantas por hablar en demasía.
En la sociedad en la que vivimos hay muchas personas que se quejan todo el tiempo.
Necesitamos romper con esas costumbres, ese mal hábito, y ser libres de ese parloteo
continuo que sólo nos trae más dolores de cabeza.

El poder de las palabras

Cuando somos capaces de llevar a cabo lo que hemos prometido, nuestras relaciones, sean
familiares, laborales o sociales son cada vez más óptimas. Un hombre fiel a sus palabras es
confiable y apto para estar en niveles de poder y liderazgo.

Controlemos lo que sí podemos controlar: nuestras palabras. Porque aquello en lo que más
piensas y de lo que hablas, en eso te conviertes. No funcionemos por emoción, sino por
convicción.

Libres de la gente

Ser libre de la gente no quiere decir encerrarnos en una burbuja y no tener contacto con nada
que tenga que ver con las personas, sino elegir con quiénes hemos de relacionarnos.

Nuestra meta es poder elegir eficazmente a quienes nos acompañarán en el camino hacia
nuestros sueños. Son las conexiones y personas de oro que potenciarán nuestras capacidades
al ciento por ciento.

El único ser que podrá limitar lo que eres capaz de alcanzar eres “tú mismo”.

Cuanto mayor sea el tiempo que le dediques a escuchar tu propia voz interior, cuanto más te
detengas a observar tu reloj interno y a prestar atención a lo que dice tu corazón, mayores
serán los éxitos que vas a cosechar.

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