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NORA DOBARRO

Puertas de hierro: entre Ogum y Mondrian

Proyecto Arte Concreto en la Calle


del 23 de agosto al 24 de septiembre

Los orixás son mediadores entre los seres humanos y algo más elevado y más
harmónico que el mundo en que vivimos. Nora Dobarro incorporó a uno de ellos, Nanã
Buruku, haciéndose merecedora del nombre que porta. Un nombre, así como una
palabra, es mucha cosa. Guarda un significado siempre dispuesto a ser revelado. Como
lo que sucede cuando se abre una puerta. Un nombre es una especie de puerta.

Nanã es un orixá femenino y es la dueña del barro con el cual son modelados los
hombres. Nora los presenta, tanto a los hombres como a su trabajo: unos y otros, como
expresiones de Ogum. En Brasil, Ogum es el orixá asociado al hierro. Con la liberación
de los esclavos, que iban para la ciudad muchas veces para trabajar en profesiones que
se relacionaban con el hierro, Ogum -también orixá de la caza- toma este significado
predominante en Brasil: el orixá del hierro.

Nora Dobarro llega a Feira de Santana. Su mirada extranjera se posa en los portones,
como obras de arte. Hasta entonces, anónimas y no seleccionadas para el mundo como
tales. Hace su curaduría de los portones de la ciudad.

Nombra el proyecto de fotografiar esta selección de puertas de hierro como “Arte


Concreto en la Calle”. Nora se comporta como mediadora. Y realiza el sincretismo, a
partir de su mirada de extranjera –y también de latinoamericana– entre Ogum y
Mondrian. Funde el arte concreto y el documento existencial, testimonio e investigación
teórica. Abre las puertas de la percepción y presenta a los hombres. Y evidencia que lo
que no es trabajo, aun en arte, es conservadurismo.

Nora presenta algo nuevo descubriendo una cultura ya desarrollada, un cultivo del
hierro ya elaborado, emparentado con algo muy, muy antiguo. Nora presenta a los
hombres, su trabajo, su cultura. Mientras excede los límites, inclusive, del significado
aquí descripto.
Hace unos años, la artista argentina Nora Dobarro visitó por primera vez la ciudad de
Feira de Santana, zona de planicie semiárida del nordeste brasileño. Inmediatamente
quedó sorprendida por la particularidad de las puertas y portones de las casas feirenses,
que tienen una enorme presencia visual en el tejido urbano. En principio los asoció, por
sus formas y colores,
a máscaras y escudos africanos, tierra de origen de una parte importante de la población
de Feira.
Gran parte del arte africano privilegia las formas sin analogía con la naturaleza. A
principios del siglo XX, su síntesis, su planimetría y sus colores puros despertaron gran
interés en los artistas
europeos. Ese interés fue vital para el desarrollo del cubismo y para el surgimiento de
una mirada diferente que se halla también en el origen de la estética del movimiento de
arte concreto, migrado a Argentina y Brasil a mediados de siglo.
El inesperado encuentro, en las rejas y portones de Feira, con formas colectivas que la
artista vinculó tanto al arte concreto como a su propia producción, transformó aquella
primera visita en una obra plástica que continúa hasta hoy: el Proyecto Arte Concreto en
la Calle. Éste comprende más de 800 fotografías, un video-documental con registro
musical, video, reportajes de los serralheros (protagonistas de este fenómeno de arte
aplicado) y de los artistas feirenses que colaboraron con el proyecto desde su inicio. Los
portones de Feira no son artefactos utilitarios
relegados a la estricta función de marcar límites. Una mirada extraña aportó una
perspectiva nueva que ilumina posibles rutas de circulación de las imágenes y señala el
valor de la integración y complementación de distintos acercamientos a los fenómenos
culturales de la región.

Nora Dobarro Inaugura la exposición de fotografías, vídeos y dibujos titulada “/08


desviaciones” del Proyecto Arte Concreto en la Calle, en La Pinacoteca del Estado de
Sâo Paulo, invitada por su director Marcelo de Mattos Araujo y su curador en jefe Ivo
Mesquita.

Dobarro continúa así difundiendo en espacios de arte prestigiosos una estética popular
aplicada en portones y puertas de las casas de Feira de Santana, en su mayoría de afro-
descendientes del nordeste brasilero. El fenómeno cultural de construcción de identidad
a través de la relación de esta manifestación de arte concreto con África es registrado
por su cámara desde el año 2003 exponiéndolo por 1ª vez en el 2006 en la Galería
Internacional Ruth Benzacar, en Argentina y en el IPAC de Salvador de Bahía, Brasil y
en el Museo de Arte Contemporáneo de Feira de Santana.

En el 2007 presenta su Libro Arte Concreto en la Calle en arteBA/07, realiza en el


mismo año una muestra en la FUNCEB y en la Sala “C” del Centro Cultural Recoleta,
recibiendo apoyos, Auspicios y Patrocinios del Ministerio de Cultura de la Cancillería
Argentina, de la Embajada de Brasil y de la Secretaria de Cultura de la Nación y el
Premio a la Creación del Fondo Metropolitano de Cultura del Gobierno de la Ciudad de
Bs. As.

desde el 5 de julio hasta el 17 de agosto de 2008

Nora Dobarro “/08 desviaciones”

fotografias, vídeos, desenhos na parede e libro interativo.

Projeto Arte Concreto na Rua, investigação realizada pelo olhar de uma artista
argentina sobre um fenômeno estético cultural na Feira de Santana, o Brasil.
Paralelamente en la Galería Vermelho presenta la documentación
artística-antropológica del Proyecto, con proyecciones de más de 200
imágenes fotográficas y dos vídeos en su Libro interactivo, cuyo
prólogo es de Marcelo Pacheco.

Las insistencias de Nora


Dobarro
Marcelo E. Pacheco

Desde hace 20 años Nora Dobarro insiste en sus preferencias y


regresa, distinta pero igual, en sus obsesiones: la imagen, el hábitat,
la cultura, las formas, los materiales, el diseño. Dobarro es una artista
de itinerarios y series, de ciclos y residencias. Encuentra su obra y
motivos en Buenos Aires, descubre memorias en los parajes de
Córdoba, registra arquitecturas viajando, recolecta señales en
caminatas y travesías. Instalaciones, fotografías, pinturas, dibujos y
objetos se convierten en soportes cómplices y parlantes de sus
distintas experiencias vitales y artísticas.
Sin decisiones previas y sin dogmatismos, Dobarro avanza en varios
territorios al mismo tiempo, cruzando y confrontando proyectos.
Explora rutas hasta encontrar en el horizonte una falla que promete el
alumbramiento de un lugar en el mundo, un punto que puede devenir
en morada. Hace tres años, viajando por el nordeste de Brasil, Feira
de Santana se convirtió en su último tesoro. De calle en calle y de
barrio en barrio, toda la ciudad aparecía poblada con rejas y portones
de hierro que ponían en escena un panorama deslumbrante.
Siguiendo su primer impulso, Dobarro inició un inventario opulento de
fotografías. Entre sospechas y presentimientos, la artista empezaba a
vislumbrar su Proyecto de Arte Concreto en la Calle. Una vez más de
viaje y cámara en mano, comenzaba a imaginar posibilidades.

Desde entonces, sucesivas estadías en Feira de Santana le


permitieron conocer a sus habitantes, familiarizarse con sus
costumbres. Lentamente con la distancia del extranjero, la curiosidad
del mirón y la discreción del recién llegado, Dobarro fue mezclando
sus tomas de fotos callejeras con visitas y conversaciones con la
gente, con artesanos, con comitentes y hacedores. Encuentros con
profesionales y artistas de la región le fueron aportando otras
informaciones y memorias. Pacientemente, fue reuniendo evidencias,
guardando imágenes y relatos. Rodeada por las maravillas del
descubrimiento la intuición inicial de Dobarro se fue confirmando: la
ciudad de Feira se venía moldeando a sí misma a través de un
verdadero proceso de ocupación callejera. Desde los años ochenta,
sus habitantes habían hecho de rejas y portones una inscripción
distintiva, una marca compartida. La comunidad había puesto en acto
una experiencia eficaz de mestizaje fabricando e instalando piezas de
herrería que combinaban diseños profesionales y variaciones libres,
modelos y copias, pastiches e invenciones, transformando la ciudad
en una caja constante de prácticas culturales y políticas.

Una vez más, Nora Dobarro había encontrado el arte en el mundo.


Aquellos portones eran síntoma de una comunidad que había
aprendido a tramar lenguaje visual y paisaje social. La artista se
convertía en testigo de una sociedad que manipulaba, modificaba e
inventaba las imágenes de calles y casas con la participación de
todos sus integrantes, casi a la vieja usanza “todas las fuerzas vivas”
estaban comprometidas: arquitectos e ingenieros creando patrones
de fabricación; herreros y obreros metalúrgicos abriendo desvíos y
parentescos; vecinos jugando con formas y materiales atentos a sus
gustos y placeres. Tamaños, colores, ritmos, composiciones y detalles
se multiplicaban de fachada en fachada, generosos, dependientes e
independientes. En esos portones y rejas, lo alto y lo bajo, lo culto y lo
masivo, lo industrial y lo artesanal, las bellezas y las ilusiones de la
mirada, circulaban libres, útiles, amorosas. Aquellas construcciones
en apariencia indiferentes y ornamentales, en realidad contaban
historias y cargaban relaciones de oficios, economía, seguridad y
convivencia; eran escenografías y rituales colectivos que construían
lo público estimulando elecciones y pertenencias compartidas, una
manera de pensar el espacio ciudadano que Dobarro comenzaba a
iluminar, señalar y desplegar en fotografías y videos.

Siempre rejas y portones son soportes de entrada ambidiestros en sus


funciones reales y simbólicas, en sus comportamientos de barrera y
diafragma, invitación y advertencia. En Feira de Santana los portales
son presencias subrayadas que actúan en los bordes, conectando,
adornando y nombrando umbrales y fricciones entre lo propio y lo
ajeno, lo similar y lo otro, lo individual y lo gregario. Son señales que
confirman unidades, viviendas y territorios que se convierten en gesto
reiterado y esperado ocupando toda la geografía de vecindario en
vecindario. El instrumento de frontera se transforma en rasgo
compartido, en memoria social, en bien común.

Dobarro descubre en su fascinación por Feira de Santana los


mecanismos de implantación de una cultura visual que actúa sobre el
tramado de la ciudad y sus órdenes establecidos, y que conecta a
todos sus actores sociales, productivos y ociosos. Pero, esta primera
verificación es sólo un aspecto de su último trabajo.

Los diseños y las estructuras


formales que inventan y
despliegan los portones de
Feira están relacionados con el
arte concreto. En lo visual y en
lo estilístico estos portones
exhiben, con desenfado y sin
pretensiones, resonancias y
parecidos con el arte concreto
desarrollado en Europa y en
América Latina entre los años
treinta y cincuenta. Ciertos
grupos dentro del arte
concreto culto habían concentrado sus acciones y discusiones sobre
la función del arte y sus relaciones con el mundo cotidiano, con el
sistema de producción y con la organización de clases de la sociedad
moderna. Para una artista como Dobarro, los ecos concretos de los
portones de Feira convocaban un pliegue adicional, auguraban
deleites y vivencias inesperadas, complejidades de una utopía que
parecía perdida y clausurada por el capitalismo tardío. El ideario
social, político, filosófico y artístico de los militantes del arte concreto
había subrayado el efecto excluyente de la representación artística
atrapada en su necesidad de referir la realidad y su verosimilitud.
Ellos habían buscado democratizar la experiencia de las formas y las
estructuras visuales: todos iguales frente al arte, un arte igualitario
para todos y un catálogo de géneros artísticos igualitario entre la
pintura, la gráfica y la ilustración, la publicidad y la escultura, los
objetos utilitarios y los objetos artísticos. Sobre las prácticas del
anarquismo y el socialismo, el arte concreto se había propuesto
terminar con el reinado del arte burgués como mecanismo de
distinción y selección, como principio de autoridad.
Las vivencias de Dobarro en las calles de Feira de Santana parecían
recuperar aquel ideario y aquella revolución cultural que había
fracasado absorbida por el mundo institucional del arte en los mismos
años cincuenta. La artista llegaba curiosa a una ciudad para descubrir
el proyecto de una comunidad que había renovado las bases artísticas
y políticas de los artistas concretos disponiendo el arte en la calle,
impulsando la experiencia colectiva, asumiendo la mezcla de
identidades y otredades, actualizando las propiedades formales de un
lenguaje común que renueva sus invenciones combinando formas,
colores, espacios y relaciones.

Nora Dobarro había encontrado un accidente en el paisaje


homogéneo del siglo XXI para seguir trabajando, para insistir sobre el
arte y su poder de comunicación y de transformación. En tres años las
sospechas de sus paseos por las calles de Feira de Santana se
convirtieron en el registro de un ritual ciudadano, en una serie de
imágenes que interrogan la historia del arte y sus mecanismos de
conformación, circulación y contaminación de estilos y vocabularios;
en una exposición que desde la fotografía, el video y el dispositivo
curatorial cuidadosamente elegido, sigue preguntando sobre arte y
sociedad, sobre cultura y política, sobre imagen y hábitat; y un libro
que, a la manera de las enciclopedias, despliega información,
hallazgos, testimonios, documentos, saberes, relatos visuales y
escritos. Obras, exposición y publicación, tres soportes narrativos
para los resultados de una experiencia cultural imaginada y sostenida
por los habitantes de Feira de Santana. Maneras y herramientas de lo
contemporáneo que Nora Dobarro titula artística y políticamente
Proyecto de Arte Concreto en la Calle.

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