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Comisión: 4.
Profesor: Ucedo, Javier.
Alumnas: Boetti, María Celeste; Migueles Castro, Antonella; Fernández Ruberto,
Ayelén Ailín; Balbuena, Aida Isabel; Martínez Defagó, Alfonsina; Godoy, Claribel
Ludmila.
Fecha de entrega: 03/06/19.
Teniendo en cuenta estas cuestiones se hace más fácil dilucidar los móviles o
las características de estas dos expresiones tratadas. El Realismo se caracterizó por
su afán de veracidad y compromiso con lo social, pero más que nada por su rechazo al
estilo correcto de los salones, las visiones subjetivas de la naturaleza y la fantasía
exagerada del paisaje romántico. Retrataba temas cotidianos sin idealización ni
prejuicios. Se trataba de reflejar mediante estas producciones temas que hasta entonces
habían sido ignorados y lo que se podía experimentar mediante los sentidos. En “Colina
de Ludgate” el autor intentó manifestar la miseria de los barrios populares, las calles
populosas, saturadas de gente, vehículos y anuncios, bañados en la oscuridad de la
contaminación o la sombra de los edificios, es representada con unos grabados oscuros
y potentes.
La aparición y desarrollo del Realismo fue fruto de la agitada situación política
francesa desde la proclamación de la República, en 1848, hasta el advenimiento de la
Comuna de París. Es a lo largo de estos años cuando surgen los movimientos obreros
y proletarios que inspiran nuevos sentimientos sociales y nuevas ideas políticas. Este
Realismo comenzará como movimiento reivindicativo: la representación del pueblo sin
idealismo. El desarrollo de esta corriente estuvo también vinculado a los avances
tecnológicos de la Segunda Revolución Industrial: ferrocarril, teléfono, telégrafo, etc. Es
entonces cuando el realismo introduce sensaciones de vitalidad, instantaneidad y
nuevos enfoques, aproximándose así a la fotografía. Estos aspectos serán retomados
por el Impresionismo.
Cuando hablamos de Futurismo hacemos referencia a lo que es una vanguardia
propiamente dicha, ya que surge en el s. xx y consta de algo muy importante que es el
manifiesto (reflejo de la razón) mediante el cual el movimiento expresa sus ideas y
posicionamientos respecto al arte con el propósito de comunicarlo con palabras evitando
así la crítica, ya que detrás de cada obra existe una significación, un sentido. En dicho
manifiesto se expone el deseo de glorificar la guerra, considerada para ellos como la
única higiene del mundo, el militarismo, el patriotismo y el gesto destructor de los
anarquistas, las bellas ideas que matan y el desprecio a la mujer. En una obra futurista
se podía abordar la idealización del artista vinculada a una ciudad en desarrollo o
simplemente reflejar el progreso de ese entonces. Esta vanguardia se halla
estrechamente ligada a entender el futuro y el progreso como auténticas panaceas.
Este movimiento tuvo la particularidad de reproducir de manera explícita el
sentido de la velocidad en acción (plasmada a través de la técnica simultaneísta) que
aparece relacionada con la figura humana, las calles, los edificios y los coches (como
bien podemos concebir en “Visiones simultáneas”) configurando así una idea de
dinamismo constante. Su reacción ante la ciudad moderna fue de rechazo al pasado,
apoyo de los avances tecnológicos de la Revolución Industrial y activismo.
Teniendo en cuenta lo planteado, consideramos que los artistas son meramente
el producto del contexto social, económico, político y cultural, y sus producciones se
encuentran entrelazadas con las problemáticas vigentes en esa época, pero
encuadradas dentro de una mirada determinada. La modernidad fue entonces un
ambiente impregnado de estímulos y reacciones en donde el arte se configuró como un
lenguaje al servicio del conocimiento y no como un mero objeto de placer estético.