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Materia: Teorías y producción estética en la ciudad moderna.

Comisión: 4.
Profesor: Ucedo, Javier.
Alumnas: Boetti, María Celeste; Migueles Castro, Antonella; Fernández Ruberto,
Ayelén Ailín; Balbuena, Aida Isabel; Martínez Defagó, Alfonsina; Godoy, Claribel
Ludmila.
Fecha de entrega: 03/06/19.

Año lectivo 2019


Producciones culturales en la ciudad moderna.
En las imágenes seleccionadas se puede observar la procedencia de dos
corrientes distintas. Por un lado, encontramos la obra realista de Gustave Doré titulada
Colina de Ludgate realizada en 1872 en donde claramente se plasma una mirada crítica
a la ciudad moderna, ya que, para muchas personas, este progreso no era más que la
vía hacia el malestar social. Relativo a esta obra se conoce un comentario a modo
irónico en el cual se expresa la disconformidad respecto a la nueva organización de la
ciudad, en donde lugares importantes quedaban cerrados a la vista de la sociedad
debido a las instalaciones de compañías de los ferrocarriles, a las altas chimeneas y
hornos erguidos contra el cielo al lado de las torres de las catedrales.
Por otra parte, tenemos la obra futurista de Umberto Boccioni titulada Visiones
simultáneas, de 1911, cuyo eje central representa la ciudad moderna, su apego y la
celebración de los avances tecnológicos. La obra refleja también una descomposición
dinámica de los objetos, una tendencia a la abstracción, una relación entre la
arquitectura y las figuras y la utilización de colores fuertes. Mediante todos estos
recursos se escenifica el progreso: las calles concurridas, locales nocturnos, donde el
trabajo y el ocio se suceden sin interrupción.
En base al análisis de estas dos obras cargadas de significado, podemos señalar
que los cambios derivados de la Revolución Industrial repercutieron de diversas formas
en las ciudades, en las personas, en los artistas, etc., y tuvieron impactos tanto
negativos como positivos. Cabe destacar que la ciudad y el campo crecieron aislados
de los controles urbanísticos adecuados debido a que la parte más progresista de la
cultura política y económica convenció al gobierno y a la opinión pública de no
entrometerse ni reconocer los problemas relativos al territorio causados por los cambios
profundos de la época. De esta manera, fueron eliminados los antiguos métodos de
control urbanístico sin proponer otros alternativos, propagándose así una absurda
extensión del Laissez Faire. Debido a esto podemos decir que el proletariado se vio
destinado a vivir en “miserias barriadas”, caracterizadas por hacinamiento, desperdicios,
falta de ventilación y sistemas de desagües (razón por la cual las aguas se estancaban
y generaban un ambiente propicio para las enfermedades), calles sin empedrar, con
desniveles y llenas de baches.
Sabemos bien que la modernidad fue un proceso de racionalización que se
encargó de suplir al viejo régimen simbólico por saberes autónomos lejanos a los
dogmas, al poder del rey y al de la iglesia. De ahí se desprende el proyecto de las luces
en el cual se habla de abandonar la “minoría de edad” que consiste en poder servirse
del propio entendimiento sin ser guiado por otro. Esto va a revalorizar el arte, porque los
artistas además de pintar, van a hacer uso de la razón y van a estar inmersos en el
contexto social, económico, político y cultural, y estos factores van a estar reflejados en
las obras como crítica o como apoyo.
En lo relativo a la Belle époque, esta significó un gran impulso de inspiración
para los artistas, ya que fue una época dorada en la que a los teatros, cines y
exposiciones de pinturas se les permitió entrar en la vida cotidiana de las personas,
dando lugar a la cultura de la diversión, el ocio, la recreación. Esto dio lugar a nuevos
temas, en donde se retrataban bares, teatros, operetas, cafés, etc., generando así un
clima propicio para el arte y la belleza. Por otro lado, el proceso de mecanización hizo
posible que las comodidades (antes vistas como objetos o servicios de lujos) se vuelvan
cada vez más accesibles para los diferentes estratos sociales.

Teniendo en cuenta estas cuestiones se hace más fácil dilucidar los móviles o
las características de estas dos expresiones tratadas. El Realismo se caracterizó por
su afán de veracidad y compromiso con lo social, pero más que nada por su rechazo al
estilo correcto de los salones, las visiones subjetivas de la naturaleza y la fantasía
exagerada del paisaje romántico. Retrataba temas cotidianos sin idealización ni
prejuicios. Se trataba de reflejar mediante estas producciones temas que hasta entonces
habían sido ignorados y lo que se podía experimentar mediante los sentidos. En “Colina
de Ludgate” el autor intentó manifestar la miseria de los barrios populares, las calles
populosas, saturadas de gente, vehículos y anuncios, bañados en la oscuridad de la
contaminación o la sombra de los edificios, es representada con unos grabados oscuros
y potentes.
La aparición y desarrollo del Realismo fue fruto de la agitada situación política
francesa desde la proclamación de la República, en 1848, hasta el advenimiento de la
Comuna de París. Es a lo largo de estos años cuando surgen los movimientos obreros
y proletarios que inspiran nuevos sentimientos sociales y nuevas ideas políticas. Este
Realismo comenzará como movimiento reivindicativo: la representación del pueblo sin
idealismo. El desarrollo de esta corriente estuvo también vinculado a los avances
tecnológicos de la Segunda Revolución Industrial: ferrocarril, teléfono, telégrafo, etc. Es
entonces cuando el realismo introduce sensaciones de vitalidad, instantaneidad y
nuevos enfoques, aproximándose así a la fotografía. Estos aspectos serán retomados
por el Impresionismo.
Cuando hablamos de Futurismo hacemos referencia a lo que es una vanguardia
propiamente dicha, ya que surge en el s. xx y consta de algo muy importante que es el
manifiesto (reflejo de la razón) mediante el cual el movimiento expresa sus ideas y
posicionamientos respecto al arte con el propósito de comunicarlo con palabras evitando
así la crítica, ya que detrás de cada obra existe una significación, un sentido. En dicho
manifiesto se expone el deseo de glorificar la guerra, considerada para ellos como la
única higiene del mundo, el militarismo, el patriotismo y el gesto destructor de los
anarquistas, las bellas ideas que matan y el desprecio a la mujer. En una obra futurista
se podía abordar la idealización del artista vinculada a una ciudad en desarrollo o
simplemente reflejar el progreso de ese entonces. Esta vanguardia se halla
estrechamente ligada a entender el futuro y el progreso como auténticas panaceas.
Este movimiento tuvo la particularidad de reproducir de manera explícita el
sentido de la velocidad en acción (plasmada a través de la técnica simultaneísta) que
aparece relacionada con la figura humana, las calles, los edificios y los coches (como
bien podemos concebir en “Visiones simultáneas”) configurando así una idea de
dinamismo constante. Su reacción ante la ciudad moderna fue de rechazo al pasado,
apoyo de los avances tecnológicos de la Revolución Industrial y activismo.
Teniendo en cuenta lo planteado, consideramos que los artistas son meramente
el producto del contexto social, económico, político y cultural, y sus producciones se
encuentran entrelazadas con las problemáticas vigentes en esa época, pero
encuadradas dentro de una mirada determinada. La modernidad fue entonces un
ambiente impregnado de estímulos y reacciones en donde el arte se configuró como un
lenguaje al servicio del conocimiento y no como un mero objeto de placer estético.

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