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Pontificia Universidad Javeriana

Psicología Clínica y Salud: Ensayo sobre la película “Atrapados Sin Salida”. Una reflexión ética
sobre el método.

Juan Camilo Barrios

El texto presente tiene como intención mostrar el papel de los hospitales psiquiátricos, como
representantes de la Psiquiatra, en el tratamiento de sujetos con alguna condición mental. Se
analiza tanto la forma en que se concibe la subjetividad como las consecuencias que se desprenden
de dicha definición. En síntesis, se busca exponer los resultados que se derivan de la aplicación de
un paradigma1 en específico; todo esto, trabajando sobre el filme “One Flew Over The Cuckoo’s
Nest”.

El rodaje dirigido por Miloš Forman, que tiene lugar en un hospital psiquiátrico de los años
60’s en Oregon, Estados Unidos, es protagonizado por Randal McMurphy, quien, tras cumplir una
corta sentencia en la prisión al ser acusado de abuso infantil frente a una adolescente de 15 años
de edad, es trasladado a la institución mental nombrada donde debe ser evaluado 2 para determinar
si sufre de algún trastorno mental o no. Se inspira en la novela escrita por Ken Kesey, titulada bajo
el mismo nombre. Kesey publica su obra en 1962 mientras trabajaba en el hospital administrativo
de veteranos en Menlo Park. Inicialmente tenía el papel de voluntario en un experimento
patrocinado por el ejército, el cual se enfocaba en la experimentación con drogas alucinógenas;
posteriormente continúo trabajando como enfermero nocturno en el mismo hospital.

Como se observa en Peña (2005), durante este período la Psiquiatría experimenta ciertos
sucesos de gran influencia en la disciplina. Se presencia la “tercera revolución psiquiátrica” que
alcanza la primera mitad del siglo XX y se caracteriza por la construcción de las clasificaciones
internacionales de los cuadros nosológicos -DSM y los ICD-, por el uso de diversas psicoterapias
y por la aparición de la psicofarmacología. Debido a esto se desarrolla la “antipsiquiatría” en los
años 60’s como un movimiento contracultural. Críticos frente al concepto de enfermedad mental
que es, según Rubí (Como se cita en Peña, 2005), “un rótulo arbitrario para descalificar a ciertas
personas, siendo los psiquiatras los instrumentos del poder opresivo” (p.26), lucharon por el cierre
de los hospitales psiquiátricos y por la liberación de los supuestos enfermos.
Es de gran importancia contextualizar a los lectores sobre el qué y el cómo del lugar en
donde se desarrolla la historia - ¿Qué es el hospital psiquiátrico? ¿Cómo es? -. Para esto, hay que
indagar sobre lo que es la Psiquiatría. Para lograrlo, hay que nombrar a la Clínica. Sin embargo,
es de gran importancia empezar por el concepto de disciplina científica.

El término “disciplina”, hace referencia, según el diccionario enciclopédico Larousse, a un


“arte, ciencia o rama del conocimiento” (Peña, 2005, p.11). Por lo tanto, se puede afirmar que hay
disciplinas científicas y no científicas.

Las disciplinas científicas corresponden al conjunto de personas, actividades y productos


de estas actividades que construyen o intentan construir, de forma sistemática, un
conocimiento sobre un aspecto del mundo utilizando técnicas, métodos y procedimientos
que estén sujetos al escrutinio público 3 (Peña, 2005, p.11-12).

Como se observa en Peña (2005), las disciplinas no científicas son el conjunto de


actividades y disposiciones humanas que han logrado congregar a un grupo de personas hacia el
desarrollo de un tema de interés, pero no necesariamente de forma sistemática, ni con la obligación
de someterse al escrutinio público. Por otro lado, existe un grupo de disciplinas que incluyen
esencialmente un saber práctico sobre problemáticas específicas, que pueden basarse o no en
saberes teóricos o empíricos de las disciplinas científicas; como es el caso de la Medicina, que
opera bajo las delimitaciones del paradigma biológico, en el cual se profundizará más adelante.

Según Silvia De Castro (1996), la Clínica es concebida como “un saber sobre el hecho
patológico en tanto singular.” (p.09). Para ser catalogada como saber científico, debe poseer
“conocimiento de aquello que aparece como constante en su campo de investigación” (p.09). La
Clínica adquiere este carácter al explicar lo patológico -lo singular- en su relación de excepción a
lo constante. La conducta anormal se define, entonces, como desviación de la conducta normal.

La Psicopatología es una disciplina científica definida como el estudio de “las


manifestaciones de los trastornos mentales.” (Vázquez, 1990, p.449). La Psiquiatría “es una
especialidad médica que se centra en el diagnóstico, tratamiento y prevención de los trastornos
mentales.” (Peña, 2005, p.24). Con lo anterior, se puede establecer que la Psiquiatría -disciplina
científica-, enfocada en el tratamiento y etiología de la conducta anormal, es una rama de la
Medicina4 que usa como herramienta a la Psicopatología y trabaja bajo las condiciones permitidas
por el paradigma biológico. También conocido como modelo médico o de enfermedad (Davison,
2004).

En el paradigma biológico, como afirma Davison (2004), los trastornos mentales son
causados por el malfuncionamiento fisiológico, por aberraciones somáticas. Desde esta posición,
la conducta anormal se denomina como patológica, se clasifica (diagnostica) dependiendo de sus
síntomas, es modificada por medio de terapias y es tratada en hospitales psiquiátricos. La premisa
principal del modelo médico es que la conducta anormal es comparable a una enfermedad física -
tiene un fundamento 100% somático o anatómico-.

Este paradigma tiene el carácter de una ciencia positivista, perspectiva fundamentada por el
dualismo cartesiano. Esto tiene serias implicaciones. El concebir dos “mundos” separados, un
interno y uno externo, ha tenido como consecuencia el pretender que la conducta depende
únicamente del funcionamiento interno, que no está influenciada por factores ambientales
(Doménech & Ibañez, 1998). De esta conclusión se desprende la forma en la que un psiquiatra
desarrolla su praxis profesional. Por un lado, se erradica la subjetividad de la persona, el trastorno
mental se objetiva a su condición de enfermedad, absoluta en todo contexto -posición absolutista
de la Psiquiatría (Vázquez, 1990)-; “la psiquiatría suprime al sujeto” (De Castro, 1996, p.15). Por
el otro, se ignora la influencia que pueden tener los factores sociales al esperar ciertos resultados
de la Psiquiatría.

La institución en donde se desarrolla la película es un claro ejemplo de cómo eran los


hospitales psiquiátricos del siglo XX según Davison (2004). Es un hospital público, pues presta
ciertos servicios al Estado -Evaluar a un criminal, exponiendo si posee una condición mental o no,
para establecer una sentencia consecuente-. La metodología manejada es la causa del
comportamiento de los pacientes a lo largo del tiempo, se puede observar claramente el ignoro de
la subjetividad durante todo el filme, pero se ofrece un ejemplo específico como aclaración: en
una escena se encuentran en terapia de grupo, la enfermera Ratched le explica a uno de los
pacientes la razón por la cual cierran las puertas de las habitaciones desde la mañana, hasta la
noche. Según ella, esto es para evitar que vuelvan a sus alcobas a quedarse en ellas todo el día
solos, pues de otra forma se generaría en ellos un sentimiento de aislamiento. Otro paciente le
responde con la siguiente pregunta, en forma de reclamo. ¿Y es que es una enfermedad querer
estar solo? Se refleja perfectamente el choque entre la posición absolutista de la Psiquiatría y la
subjetividad de la persona en su condición de individuo.

La forma de concebir el trastorno mental se expone en aspectos como los siguientes. Se


recurre al suministro de fármacos para todos, y en casos extremos, se administra desde una serie
de electro choques, a una lobotomía. La interacción que los profesionales mantienen con los
pacientes es muy pobre, se limita a un corto periodo de terapia en grupo; nunca se ofrecen sesiones
individuales.

En forma de paréntesis, se observa la aplicación de la economía de fichas cuando se limita


la entrega de cigarrillos debido a prácticas consideradas como inadecuadas -apostar-.

Un aspecto que se debe trabajar, es el hecho de que la mayoría de los pacientes, aunque no
estuvieran de acuerdo frente a la dinámica manejada en el hospital, estaban y seguían ahí por
voluntad propia. Frente a esto, se puede afirmar que, a causa de la metodología manejada por la
institución, se genera un sentimiento de dependencia, no creen que puedan hacer las cosas por sí
mismos.

Desde un punto de vista más abstracto, se puede proponer que el papel que cumple
McMurphy representa, en ciertos aspectos, el rol que un psicólogo podría desempeñar con los
pacientes. Les devuelve su subjetividad. Los trata como personas normales, cada una con sus
propias diferencias, no se relaciona con ellos bajo la suposición de que todos, al poseer un trastorno
mental, son un enfermo -con las características comunes de cualquier enfermo-. Los impulsa al
desarrollo de actividades “normales” como la pesca, aspecto que puede generar una reducción del
miedo a salir del hospital. Se puede decir que, en cierta forma, al reintegrarles su subjetividad, les
devuelve su humanidad; arrebatada por la Psiquiatría.

Es de gran importancia resaltar que la conducta normal es plural y multiforme, es relativa al


contexto en el que se opera (Vázquez, 1990). Este aspecto es ignorado por la posición absolutista
del “Imperialismo psiquiátrico 5”. Como respuesta, se propone la “vía intermedia” que expone
Vázquez (1990). No limitarse ni a la posición absolutista, ni a la posición relativista 6 únicamente.
No emplear criterios absolutistas, integrar -cuidadosamente- la definición de lo que en cada
sociedad es funcional con los conceptos diagnósticos usados previamente.
Para cerrar, se aclara que, en la Psicología Clínica, no es la disciplina la que ofrece la
solución, ella le otorga las herramientas al paciente para que sea él, desde su subjetividad, quién
resuelva su condición -a diferencia de la psiquiatría-. Hay que cuestionarse si, a causa de la
dependencia que el tratamiento psiquiátrico genera en el paciente -aspecto que, como parece
evidenciarse en la película, busca mantenerse por la misma institución-, el rol que los hospitales
psiquiátricos ejercen en la sociedad es el de tratar “enfermos mentales”, quitándoles su sufrimiento
y reintegrándolos al grupo, o, el de un espacio en donde se pueden aglomerar a los sujetos que
muestran una conducta anormal, tomando como punto de referencia las expectativas que un
contexto específico pueda demandar sobre el cómo debe ser la conducta normal.

Notas:

1. Khun (como se citó en Davison, 2004) afirma que “un paradigma es un conjunto de
suposiciones básicas que describen el universo particular de la investigación científica, el
cual especifica tanto el tipo de conceptos que se consideran válidos, como los métodos
que habrán de utilizarse para reunir e interpretar los datos” (p. 49).
2. “La evaluación es una actividad consistente en aplicar métodos – entrevistas,
observaciones directas y pruebas- que recaben información sobre la conducta, los
problemas, la capacidad, la actividad intelectual, etc.” (De Castro, 1996).
3. Miembros de la comunidad científica someten a análisis a las teorías y procedimientos
usados para sustentar los hallazgos.
4. El estudio de la conducta anormal ha estado vinculado a la Medicina a lo largo del tiempo
(De Castro, 1996).
5. Como afirma Torrey (citado en Vázquez, 1990), es un “traslado de nuestras categorías
conceptuales a un mundo ajeno al nuestro” (p. 459).
6. Según esta, “una adecuada comprensión de la conducta anormal exige un análisis
idiosincrático del contexto en que se produce, renunciando a los esquemas y conceptos
diagnósticos a los que estamos acostumbrados.” (Vázquez, 1990, p. 459).
Referencias:

- Davison, G. C. N., & John, M. (2004). Psicología de la conducta anormal.


- Fried, J. (2002, febrero). What a Trip. Stanford Magazine. Recuperado de:
https://alumni.stanford.edu/get/page/magazine/article/?article_id=38411
- CASTRO, Silvia. Introducción a la clínica estructural. “La clínica y su Racionalidad”. En:
Cuadernillos de clínica. No 1. 1996.
- Vázquez, C. (1990). El Concepto De Conducta Anormal. En Fuentenebro, F., & Vázquez,
C. (Ed.), Psicología Médica, psicopatología y psiquiatría (p.449-469). Interamericana.
- Doménech, M., & Ibáñez, T. (1998). La psicología social como crítica: percepción
intelectual del tema. Anthropos: Huellas del conocimiento, (177), 12-21.
- Peña Telmo. Psicología y Psiquiatría: Un análisis de sus identidades. En Cuadernos de
Psicología. Julio 2005.

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