Sei sulla pagina 1di 35

Paternidad y relaciones de género emergentes en el hacer familia

dentro de contextos Homoparentales

Autor: Marcelo Robaldo Salinas

Trabajo Final para optar al grado de Master en Igualdad y Equidad en el


Desarrollo

Universidad de Vic/Cooperacció

Santiago de Chile

marcelo.robaldo@gmail.com

Palabras clave: Relaciones de género, Familia, Homoparentalidad,


Paternidad, Maternidad, Cuerpo Reproductivo, Parentalidad.

Diciembre de 2016.
1
Agradecimientos: Van mis más sinceros agradecimientos a todas las docentes
del programa del Master, en particular a mi tutora, María Teresa Blandón,
cuyos cometarios y aportes ayudaron a precisar y enriquecer las ideas aquí
expuestas. Y por cierto también a mis compañeras/os del Master de quienes
aprendí mucho.

Dedico este trabajo a mis seres amados: Mila, Camilo, Vicente, Amy y
Alejandra. Somos el legado de Elisa y Natacha.

2
Contenido
Resumen. ........................................................................................................................................................... 4
1. Introducción: Problema y planteamiento del objeto de estudio. ............................................................. 5
2. Enfoque Epistemológico ............................................................................................................................ 7
2.1 Rompiendo el cerco heteronormativo. ................................................................................................... 8
3. Antecedentes y contexto del objeto de estudio. ...................................................................................... 9
3.1 La paternidad emergente y la homoparentalidad................................................................................. 11
3.2 La reacción conservadora/homofóbica ................................................................................................. 14
3.3 La acción de los hombres gays como factor del cambio en las paternidades. ...................................... 16
4. Estado de la cuestión ............................................................................................................................... 17
4.1 Las familias homoparentales ................................................................................................................. 17
4.3 Cuerpos que aún importan: el cuerpo reproductivo al centro de la noción de género........................ 19
4.4 El cuerpo reproductivo. ......................................................................................................................... 20
4.5 El cuerpo reproductivo y el género. ...................................................................................................... 21
4.6 Parentalidad Trans................................................................................................................................. 22
5. Objetivos del estudio ............................................................................................................................... 22
6. Estrategia metodológica .......................................................................................................................... 23
6.1 El caso de estudio .................................................................................................................................. 24
7. Análisis. .................................................................................................................................................... 24
7.1 La trayectoria a la Paternidad................................................................................................................ 25
7.2 La decisión de “cerrar el triángulo”. ...................................................................................................... 27
7.3 La voluntad de ser madre…biológica ..................................................................................................... 28
7.4 Ser padre sin poder. .............................................................................................................................. 29
7.5 “La potencia de los genes” .................................................................................................................... 30
7.6 El cuestionamiento de ser un padre sin poder ...................................................................................... 30
7.7 Hacia el futuro. ...................................................................................................................................... 31
8. Conclusiones. ........................................................................................................................................... 33
9. Bibliografía. .............................................................................................................................................. 34

3
Resumen.

Este trabajo se presenta como requisito para optar al grado de Master en


Igualdad y Equidad en el Desarrollo de la Universidad de Vic-UCC y
Cooperacció.
Aborda la emergencia de relaciones de equidad inter-género dentro de
contextos de homoparentalidad. Se parte de la noción que las personas
pertenecientes a las minorías sexuales comparten una realidad comunitaria
que los vincula solidariamente frente a la exclusión y por ende las lleva a
“hacer” parentalidad de un modo reflexivo – hablamos aquí de la parentalidad
como un “hacer” performativo tal como lo plantea Judith Butler-. Un modo de
hacer parentalidad que no es “natural” y que conlleva negociaciones, acuerdos
y compromisos que lo diferencian respecto de una construcción del parentesco
hecha en el contexto cultural y social de la heteronormatividad.
Se trabajó desde una mirada metodológica cualitativa con la técnica del
estudio de caso pues dicha técnica resulta particularmente apta para la
indagación exploratoria de realidades emergentes, permitiendo la
comprensión del fenómeno en su complejidad y profundidad particular.
Los hallazgos del caso estudiado muestran que, en efecto, el hacer familia
dentro de un contexto homoparental conlleva relaciones de género marcadas
por los códigos de la comunidad LGTBIQ. En el hacer familia dentro de este
contexto priman los acuerdos y la confianza mutua. Finalmente, en este hacer
familia sobresale la estrategia de “cerrar el triángulo”, que se utiliza para
proteger los vínculos de parentalidad entre hijos y padres/madres. Estos
hallazgos proporcionan nueva información respecto de la investigación previa
y puede ayudar a actualizar algunos de sus constructos.

4
1. Introducción: Problema y planteamiento del objeto de
estudio.
Las mujeres y hombres no heterosexuales que hacen familia enfrentan
desafíos frente a la procreación que son inherentes a su condición de parejas
del mismo sexo. Pero, además, enfrentan barreras que provienen de los
prejuicios y la discriminación propios de la homofobia. Para ambas cuestiones
estos hombres y mujeres han encontrado maneras solidarias de formar
familias y realizar sus legítimos anhelos. En esta construcción de parentesco
lo que define a las familias homoparentales, de manera mucho más
pronunciada que las familias convencionales, son sus negociaciones,
compromisos y lealtades.
Hombres y mujeres no heterosexuales requieren planear cada paso del
proceso que lleva a convertirse en padre y/o madre ya que no hay nada
“natural” en la paternidad y/o maternidad creada fuera de la heteronorma. Para
Judith Butler el parentesco no es necesariamente heterosexual y se basa en
“una serie de prácticas que instituyen relaciones de varios tipos mediante las
cuales se negocian la reproducción de la vida y las demandas de la muerte”
(Butler, 2006: 150). Según esta autora las familias homoparentales
representan una ruptura del parentesco tradicional que desplaza no sólo las
relaciones sexuales y bilógicas del lugar central que ocupan en su definición,
sino que “otorgan a la sexualidad un dominio separado del parentesco, lo que
permite que un lazo duradero se pueda pensar fuera del marco conyugal y que
se abra el parentesco a una serie de lazos comunitarios que no pueden
reducirse a la familia” (Butler, 2006: 183). Las familias homoparentales son en
definitiva proyectos reflexivos.
Por cierto, la comunidad LGTBIQ (Lesbica-Gay-Trans-Bi-Intersexo-Queer) es
parte del contexto socio-cultural y político en que está inserta la
Homoparentalidad y los lazos que se construyen dentro de esta alcanzan
“límites que cuestionan la posibilidad de distinguir el parentesco de la
comunidad” (Butler, 2006: 183).
Con todo, en muchas sociedades existen barreras estructurales que hacen del
proyecto de hacer familia para las personas no heterosexuales un desafío
prácticamente imposible.
En Chile actualmente si una pareja de hombres decide tener hijos no tiene
más alternativas que dejar el país para hacerlo. Esto porque las leyes y el
sistema de adopción comportan una serie de áreas grises que se traducen en
una virtual discriminación hacia ellos. Por otro lado, puesto que ninguno de los
dos puede embarazarse, el costo médico de tener un hijo en otro país para
ellos bordea los US$75.000.1

1 Esta situación ha sido documentada por Televisión Nacional de Chile en su serie Happy
Together, exhibida durante el año 2015, que retrata la convivencia de una pareja de hombres
intentando convertirse en padres y cuyos protagonistas han participado en el presente estudio.
5
El caso de las parejas de mujeres en el contexto chileno es distinto. Si ellas
deciden seguir el camino de la adopción pueden hacerlo y de hecho existen
casos en que se ha permitido la adopción a dichas parejas. Por cierto, este
camino no está exento de problemas pues siempre la tuición legal le
corresponde únicamente una de las dos. En el caso que opten por un hijo/a
bilógico, nuevamente una de ellas queda en desigualdad frente a la otra pues
será la madre bilógica quien goce de la tuición legal sobre los/as hijos/as (en
Chile no existe el matrimonio homosexual a diferencia de otros países de la
región como Argentina y Colombia). Además, no pueden hacer pública su
opción sexual pues arriesgan perder la tuición de los hijos/as, como sucedió
en el caso de la Jueza Karen Atala2.
Cuando hombres y mujeres no heterosexuales optan por llevar a cabo una
maternidad o paternidad biológica se ven “obligadas” a recurrir a personas del
sexo opuesto. En estos casos dicha persona suele ser también no
heterosexual.
La investigación sobre familias lésbicas ha establecido que ellas siguen
distintas alternativas para hacer familia en relación al donante de esperma; un
donante desconocido; un donante conocido; un donante conocido y
participativo (Herrera, 2005). Los varones pueden “arrendar” un vientre, que
no siempre es una alternativa legal, o hacerlo por medio de una amiga, pero
se sabe muy poco sobre estos proyectos de familia. El presente trabajo busca
aportar conocimiento en este ámbito.
Por cierto, más allá de estas restricciones, el hacer familia homoparental, que
puede o no implicar descendencia, se da además en el marco de la
globalización. Los modelos de sociabilidad que se extienden a través de los
mass media desde unas sociedades a otras abren mayores posibilidades a los
hombres y mujeres de la comunidad LGTBIQ para realizar el legítimo anhelo
de formar familias.
En este contexto el presente trabajo aborda la problemática de la
homoparentalidad desde la perspectiva de género. A fin de explorar estas
relaciones solidarias entre hombres y mujeres al hacer familia como objeto de
estudio, se busca indagar en el cómo y el qué negocian homosexuales y
lesbianas para la reproducción y la crianza en contextos que trascienden la
noción dominante de familia; la familia nuclear de pareja conyugal.
Para exponer dicha indagación este documento presenta en su primer
apartado su enfoque epistemológico, seguido por una contextualización del

2
En Chile el caso de la jueza Atala se ha convertido en un ejemplo emblemático de la discriminación
contra las madres lesbianas. A Atala le es revocada la tuición de sus tres hijas en mayo de 2004,
tuición que se otorga a su ex esposo y padre de las niñas, en circunstancias que no existe
antecedente alguno que amerite no darle la tuición sobre sus hijas a la madre, dejando de manifiesto
que es su opción sexual lésbica, vivida abiertamente, lo que determinó el fallo de la Corte Suprema
en su contra.
6
objeto de estudio (las relaciones de género emergentes en el contexto de la
homoparentalidad) a partir de la desigualdad de género en el cuidado y el
trabajo doméstico en la sociedad chilena. De esto se desprende la
problematización de la paternidad vis-à-vis la maternidad en el cruce del
género y la sexualidad, donde se plantea el surgimiento de la paternidad
emocional como un modelo alternativo.
En el segundo acápite se expone el estado de la cuestión en torno a un
conjunto de temáticas centrales para la producción de saberes relativos al
objeto de estudio; la homoparentalidad, la dominación masculina, el cuerpo
reproductivo y el género, la paternidad trans.
En los siguientes dos acápites se exponen los objetivos y la estrategia
metodológica del estudio.
Finalmente, se presentan los hallazgos empíricos y las conclusiones
procedentes del análisis del material cualitativo recogido en el terreno.

2. Enfoque Epistemológico
En La dominación Masculina Pierre Bourdieu señala:
Cuando los dominados aplican a lo que les domina unos
esquemas que son el producto de la dominación, o, en otras
palabras, cuando sus pensamientos y sus percepciones
están estructurados de acuerdo con las propias estructuras
de la relación de dominación que se les ha impuesto, sus
actos de conocimiento son, inevitablemente, unos actos de
reconocimiento, de sumisión. (Bourdieu, 2000).
A la luz de esta idea el presente trabajo busca plantear desde la epistemología
feminista una crítica a la actual investigación predominante en la región sobre
maternidades y paternidades, entendida esta investigación como un conjunto
de saberes heteronormados, en cuya producción sólo han tenido espacio
como objetos de estudio los padres y madres heterosexuales. Mirar
críticamente dicha producción por tanto significa poder situarla más allá de los
límites epistemológicos de los enfoques que reproducen el régimen
heterosexual en la investigación sobre familias.
A partir de la noción que el conocimiento científico de las ciencias sociales es
una construcción social con arreglo a determinadas condiciones históricas,
políticas e incluso sexuales se puede entender que una pregunta elemental
para la epistemología feminista es si acaso el conocimiento está “generizado”,
es decir si tienen género la ciencia y la investigación científica. Son varias las
epistemólogas feministas que contestan sí a esta pregunta.
Donna Haraway describe al positivismo como una falsa objetividad puesto que
su perspectiva se ha construido únicamente desde la experiencia de los
varones. La crítica al androcentrismo del conocimiento científico que Haraway
7
desarrolla en su texto Ciencia, ciborgs y mujeres. La reinvención de la
naturaleza, nos lleva a pensar cual es el tipo de conocimiento que se ha
considerado científico.
Por otro lado, Harding (1987) plantea que las teorías tradicionales en las
ciencias sociales se han aplicado de tal manera que hacen difícil comprender
la participación de las mujeres en la vida social. Más aún, dado que las
actividades de quienes mayoritariamente hacen ciencia (los hombres) son
específicas del género masculino, estas no son representaciones de “lo
humano”.
En efecto, la ciencia tradicional ha construido un conocimiento desde la
experiencia de los hombres para proyectar dicha experiencia como valor
universal. Pero es necesario precisar que los hombres que dan voz a la ciencia
tradicional pertenecen a una clase y/o a una raza y/o a una orientación sexual
dominante, en su inmensa mayoría heterosexuales.
Parte del desafío para el estudio de las masculinidades consiste en dar
visibilidad a prácticas y experiencias que expresan construcciones de
masculinidad marginalizadas por las epistemes dominantes. Al respecto
Herrera (2015) señala “los estudios que se enfocan en la percepción
masculina sobre la reproducción son escasos y suelen estar basados en la
mirada de las mujeres sobre los hombres”. Se han realizado aún menos
estudios que den cuenta de la mirada de los hombres en países en vías de
desarrollo”.
Efectivamente, para la ciencia tradicional ciertos hombres resultan
marginalizados por su condición de raza, clase o sexualidad. Al rescatar estas
voces perdidas haremos bien en recordar lo que señala Harding (1987)
respecto que un “problema es siempre un problema para alguien”.
En relación a lo anterior, la investigación en paternidad escasamente ha
logrado situarse fuera de sus límites heteronormativos, excluyendo de su
producción de conocimiento a los padres homosexuales. En el contexto
latinoamericano recién se comienza a mirar a los padres no heterosexuales.

2.1 Rompiendo el cerco heteronormativo.


La investigación reciente en el contexto latinoamericano (Herrera 2015,
Laguna 2015, Lara Quinteros, 2015) ha problematizado distintas formas de
paternidad logrando visibilizar a hombres para quienes ser padres es
problemático ya sea en virtud de la condena moral que acarrea socialmente
su orientación sexual o de su “incapacidad” de engendrar.
La investigación sobre varones y paternidad en la región comienza
paulatinamente a traspasar el cerco de lo que podemos llamar una
epistemología heteronormada.

8
Hacer familia para las parejas homosexuales y lesbianas se logra desde una
matriz distinta a la heterosexual y fuera de la heteronormatividad. Pero esta
heteronormatividad rige, como se ha planteado al principio,
epistemológicamente la definición misma de los estudios de género.
Como se ha señalado, una epistemología heteronormativa implica una mirada
que “no trasciende una noción del parentesco fundado en la procreación y
mantiene a pie firme la idea de que el individuo ingresa a la cultura y adquiere
una identidad de género a partir de la complementariedad de los opuestos
(que implica la heterosexualidad), en tanto división tajante entre lo femenino y
lo masculino” (Robaldo, 2011: 174). Es decir, el heterosexismo como régimen,
constituye un entramado complejo de simbolización de las diferencias
sexuales en claves viarias y dicotómicas. En el plano de la reproducción se
presenta como complementaria y única. La importancia de tener una madre y
un padre que expresa este binarismo es el fundamento de la familia
heterosexual como arquetipo.

3. Antecedentes y contexto del objeto de estudio.


Como se ha dicho, el enfoque del presente trabajo se inscribe dentro del
paradigma de género, es decir, dentro de la noción que lo masculino y lo
femenino corresponden a construcciones sociales y que como tal comportan
determinantes sociológicas, antropológicas, históricas e incluso políticas.
Desde esta perspectiva se entiende que el género corresponde a lo que la
cultura y la sociedad designan como comportamientos propios de hombres y
mujeres, sobre la base de los cuerpos sexuados.
En dicho enfoque la familia tiene un papel central, ya que ha sido entendida
como uno de los principales ámbitos institucionales dentro de los que se
reproduce el orden social del género.
La familia es donde se organiza la vida doméstica y por ende desde donde, a
través de procesos de socialización primaria que permiten el aprendizaje de
los roles sexuales, que por cierto incluye la maternidad y la paternidad, se
producen y reproducen las inequidades entre hombres y mujeres.
Los estudios sobre familia, maternidad y paternidad en Chile a fines de los
noventa y comienzos de la década del 2000 (Alméras, 1997; Valdés y
Olavarría, 1998) revelan que los varones invierten mucho menos tiempo que
las mujeres tanto en el cuidado de los hijos como en las labores domésticas.
Esta situación se mantiene más o menos constante hasta el presente a nivel
global, como lo revela el Informe Global sobre Paternidad de 2015. (MenCare
Advocacy, 2015)
Resultados similares muestra la investigación concerniente al tema en
Argentina (Wainerman, 2007; Cosse, 2009), que señalan que aun cuando ya
en los años setenta existía una mayor participación de los varones en la
9
crianza y en el espacio doméstico esto no se traducía en igualdad de
condiciones para ambos géneros.
Por otro lado, la Encuesta Nacional sobre Uso de Tiempo (ENUT, 2016) del
Instituto Nacional de Estadísticas de Chile revela que la tasa de participación
en el trabajo de cuidados no remunerado en el día de semana en las mujeres
es de 48,9%, con 3,27 horas, mientras que en los hombres es de 36,2%, con
1,79 horas. Es decir, las mujeres dedican casi el doble del tiempo a dichas
labores que los hombres (ENUT, 2016: 25).
En el fin de semana la participación de las mujeres es de 43,6%, con 3,44
horas en promedio mientras en los hombres, es de 32,3%, con 2,37 horas en
promedio destinadas.
Vemos que aun cuando los varones no estén exigidos por jornadas laborales
completas (durante el fin de semana) igualmente su participación es
notablemente menor que la de las mujeres en las labores de cuidado no
remuneradas.
La brecha es mayor aun cuando se trata del trabajo doméstico. Los resultados
de la ENUT muestran que en total la participación total (mujeres y hombres)
en el trabajo doméstico no remunerado en el día de semana es de 87,7% y el
tiempo destinado a estas actividades es de 3,06 horas. Al desagregar por sexo
se presentan diferencias significativas, pues las mujeres participan en 92,8%
y destinan en promedio 3,99 horas al trabajo doméstico, mientras que los
hombres lo hacen en 82,2% con 1,91 horas (ENUT, 2016: 32). En términos
etarios, el grupo de 25 a 45 años es el que presenta la mayor brecha de género
en estas tareas, coincidiendo con el periodo de crianza para la mayoría de las
familias.
En suma, dentro del trabajo no remunerado que considera tanto las
actividades de trabajo doméstico, de cuidados y de apoyo a otros hogares, la
comunidad y trabajo voluntario se observa que las mujeres destinan (durante
un día tipo) en promedio 3 horas más que los hombres al conjunto de todas
las actividades de trabajo no remunerado (ENUT, 2016: 19).
Las realidades que estas cifras revelan obligan a una lectura crítica. En este
sentido, desde el paradigma del género se puede entender a la familia como
un terreno de reproducción del orden sexual y de la dominación patriarcalista.
En efecto, la teoría feminista ha abonado enormes y valiosos conocimientos
en esta materia. La división sexual del trabajo ha sido concepto potente desde
el siglo pasado.
Resulta entonces relevante producir conocimiento crítico mediante el estudio
de prácticas de la crianza y los significados de las maternidades y
paternidades. Dicho estudio debe enfocarse sobre los mecanismos y/o
procesos a través de los cuales se reproduce o no la desigualdad de género a
través de dichas prácticas y significados.

10
Huelga preguntarse, además, si estos hallazgos son evidencia de un
estancamiento en los procesos de cambio en las relaciones de género –tal
como señala Hochschild (1989) al hablar de una revolución estancada para
referirse al aumento de las mujeres en doble jornada no acompañada por un
aumento en la participación de los hombres en la esfera doméstica– o si se
trata más bien de un estancamiento epistemológico en la manera que la
investigación se ha preguntado por la paternidad y la maternidad.
En efecto, los estudios de familia, género y masculinidades en la región (o al
menos en Chile) se han planteado mayormente desde una perspectiva hetero-
centrada, es decir no han trascendido el discurso heterosexual y esto se
constata en cómo no han asumido la problemática de la paternidad y
maternidad no heterosexual.

3.1 La paternidad emergente y la homoparentalidad.


Una de las autoras que describe el desarrollo de un modelo emergente de
paternidad en América Latina es Isabella Cosse (2009), quien en su artículo
La emergencia de un nuevo modelo de paternidad en Argentina revisa el
desarrollo de dicho modelo en el transcurso de tres décadas, entre los años
50 y 70.
Mediante la revisión de material que refleja las pautas culturales de la sociedad
argentina, como revistas, películas, libros, columnas periodísticas y series de
televisión, la autora da cuenta de la transformación del modelo de paternidad
desde un padre autoritario, distante y proveedor exclusivo hacia una figura
cercana, afectiva e involucrada en la crianza.
Cosse señala que durante los años 50 la ciencia médica se hace parte del
discurso que norma cuáles debían ser los parámetros dentro de los que ha de
desempeñarse la paternidad. En esta década se estimaba que la paternidad
no podía tener un carácter instintivo, sino que debía ser el producto de la
sociedad y la cultura. Para el modelo de paternidad difundido en esta etapa
(entre un segmento social reducido que se suponía culto y de alto poder
adquisitivo) la autoridad del padre debía ser el resultado de la confianza, el
cariño y el respeto.
Cabe señalar que entre los jóvenes homosexuales chilenos entrevistados por
Lara-Quinteros y Avendaño en su investigación Vínculo padre-hijo: un análisis
desde el itinerario biográfico de varones jóvenes no heterosexuales,
actualmente esta noción del padre en tanto autoridad no tiene mayor
legitimidad, ya que, como señala el autor, en general ellos no otorgan un
reconocimiento o una validación efectiva a este patrón normativo en tanto es
percibido como algo lejano y poco alcanzable. Esto se explica porque la figura
del padre para estos entrevistados en primera instancia aparece como lejana
y silenciosa. En este sentido, el padre se vislumbra como un sujeto débil, cuya

11
ausencia se da en términos no solo “reales” sino que también simbólicos (Lara-
Quinteros, 2015).
Volviendo al estudio de Cosse, ella señala que en este primer periodo de
desarrollo del modelo de paternidad en la sociedad argentina existe una
convicción que la paternidad brotaría espontáneamente de una toma de
conciencia respecto de lo que implicaba ser padre.3 Para dicho modelo de
paternidad era fundamental mantener una diferenciación entre los
progenitores, por lo que este (el modelo de paternidad) se planteaba dentro
de una distribución complementaria de roles de género. Podemos apreciar
cómo se mantenía a pie firme la norma heterosexual de familia y parentesco.
Lo anterior tiene su paralelo en la construcción de familia hecha por los
hombres chilenos estudiados por Florencia Herrera (2015) en la investigación
Los hombres siempre adoptan: infertilidad y reproducción desde la perspectiva
masculina. Las narraciones de estos hombres trasuntan un orden de género
de opuestos complementarios en que él es vigoroso y protector y ella es
sacrificada y dependiente y muestran cómo un segmento de la sociedad
chilena está anclado en este modelo de familia.
Similarmente, los entrevistados de Lara-Quinteros y Avendaño (2015)
declaran que las ganas de concretar la paternidad surgirían cuando se tiene
pareja y comienzan a crearse planes de familia. Los autores indican que esto
evidenciaría como el proyecto de vida de estos varones se relaciona con
prácticas heteronormadas, las que son inculcadas durante todo el desarrollo
de la persona, tanto en el contexto familiar como en el educacional, recalcando
roles de género y secuencias determinadas para el curso de la vida. Por cierto,
esta idea de familia está firmemente anclada a la descendencia en línea
directa. Frente a esta idea, el feminismo ha reclamado el reconocimiento de
modelos plurales de familia: monomarentales, monoparentales, extendidas,
etc.
Hablando siempre sobre el desarrollo del modelo de paternidad emergente en
Argentina Cosse señala que durante los sesenta se instala la perspectiva
psicológica de la infancia que implica dejar de lado la evaluación moral de las
conductas infantiles para evaluarlas según el contexto del desarrollo
psicológico.
En ese marco se señala que la finalidad de una buena crianza era la
estabilidad psicológica de los niños, para lo cual cobraron renovada
importancia la autonomía y el rechazo a la violencia física. Durante estos años
el modelo de la nueva paternidad adquirió creciente difusión en amplios
segmentos del público. Para la tranquilidad de los padres se insistía en que
las nuevas pautas no herían la virilidad, ni significaban que los padres

3 Esta noción de la paternidad, que implica cierto voluntarismo acerca del desarrollo de una
paternidad alternativa a partir de una toma de conciencia de los hombres, sigue presente en las
campañas que promueven una paternidad participativa tanto en Chile como internacionalmente.
12
reemplazasen a las madres en las tareas consideradas “naturalmente”
femeninas.
En estos años lograron popularidad ciertos libros y talleres educativos que
desde una noción psicoanalítica tradicional de los roles de género insistían en
que la autoridad paterna ya no debía basarse en la imposición y la fuerza, sino
en el diálogo y la comprensión (en forma concordante con las
transformaciones modernas de la familia) en las cuales el padre podía
compartir con la mujer el trabajo fuera del hogar y las responsabilidades
políticas en la sociedad, pero esto no significaba que la figura del padre
pudiese ser transferible (Cosse, 2009).
Señala Cosse que a medida que se complicó el concepto de paternidad se
identificaron ciertos riegos que conllevaba el ejercicio de la paternidad. El
padre debía mantener el equilibrio en su desempeño entre las distintas
demandas que implica su papel y no permitir la aparición de “deviaciones” (el
término viene de la propia literatura de la época) en la formación del rol sexual
de la prole, siendo las más inquietantes la homosexualidad y la delincuencia
de los hijos varones.
En general existía la idea entre diversos autores locales como
estadounidenses y europeos, Pichón Rivière entre otros, que la debilidad del
padre en la formación de los hijos podía llevar a conductas desviadas. Durante
los setenta el modelo de paternidad por primera vez promueve que el padre
traspase la división de roles de género de la domesticidad. Las revistas
especializadas de esos años promovían que el padre tuviese la misma
implicación en relación con los hijos que la madre. La importancia de la figura
paterna ya no se apoyaba en las consecuencias peligrosas de su ausencia,
sino en las influencias positivas de la paternidad activa y en las gratificaciones
de la tarea en sí misma.
Cosse escribe:
En los años setenta la nueva paternidad se había instalado
como un paradigma preciso y potente que enfatizaba la
importancia de la compenetración afectiva de los padres en
las actividades de los niños (juegos, escuela y paseos), en el
ejercicio de una autoridad basada en el diálogo y el respeto
que contuviesen y pusiesen límites a los hijos, pero que
también suponía que los progenitores se ocupasen de tareas
que solían considerarse femeninas, generando así una
ruptura al orden de género instituido. (Cosse, 2009)
Por cierto, la “nueva” paternidad ganó más terreno en el orden de los mandatos
que en el de las prácticas. Sin embargo, más allá del problema de la
incorporación a las prácticas cotidianas, las actitudes paternas del nuevo
modelo comenzaron a quedar integradas en las auto-representaciones de
ciertos padres.
13
Podemos encontrar algo similar en los hallazgos de Lara-Quinteros y
Avendaño quienes señalan para algunos entrevistados que la propia familia –
que presumiblemente incluye a los padres– es la base para las potenciales
labores de crianza, porque de ella se desprenden los comportamientos que
involucrarán el ejercicio de la paternidad. Más aún, resulta sumamente
interesante destacar cómo uno de sus entrevistados (recordemos que se trata
de jóvenes homosexuales) dice mantener una estrecha relación con su padre,
marcada por la comunicación afectiva y la compañía, operando en gran
medida como factor protector frente a un vínculo nocivo con la madre.
Al interpretar este caso los autores señalan que “el padre se encuentra
ausente de los espacios cotidianos, pero presente en los espacios
emocionales significativos de su hijo” (Lara-Quinteros y Avendaño, 2015)
Lo anterior apunta a la identificación de lo que llamaremos paternidad
emocional, entendida esta como síntesis cultural del cambio desde un modelo
de paternidad tradicional y hegemónica, representada socialmente por el rol
del proveedor económico y la autoridad de la familia, hacia prácticas y sentidos
que valoran la afectividad, la participación en el cuidado y la comunicación con
los hijos/as.
Adicionalmente Lara-Quinteros y Avendaño señalan “En otros relatos se
visualiza cómo la figura del padre asume un rol de apoyo, o al menos de
contención que contrasta con la postura materna” y agregan “de alguna u otra
forma el padre emerge en una lógica compensatoria que en varios trayectos
biográficos permitió contener el desborde de la relación con la madre”. Según
estos investigadores lo anterior abre intersticios para resignificar aspectos de
la ligazón padre-hijo y de la figura paterna por sí sola que antes se encontraban
más solapados, lo que también remite a la emergencia de la paternidad
emocional.

3.2 La reacción conservadora/homofóbica


Por su parte Cosse señala que en Argentina hubo, como era esperable, una
reacción conservadora frente al nuevo modelo de paternidad expresada en
organizaciones como La Liga de Madres y Padres de Familia, que promovían
el retorno a los valores tradicionales de la paternidad, centralmente la
autoridad patriarcal.
Algo parecido a este conservadurismo se asoma en los insultos y
estigmatización que sufren los varones entrevistados por Lara-Quinteros y
Avendaño, quienes en este sentido destacan los prejuicios que sus
entrevistados enfrentan en tanto hijos frente a sus propios padres y madres y
señalan que esto conduce a vivir no como un sujeto humano muchas veces
sino como una especie de fantasma. Tal es el peso del estigma.

14
Según los autores, para sus entrevistados es solo mediante el activismo
político que se recupera la capacidad de vivir como cuerpos “reales” con
iguales derechos. Existe esta misma convicción entre algunos de los padres
mexicanos entrevistados por Oscar Laguna (2015) en su investigación
Arreglos parentales de varones gay en la ciudad de México.
Este autor señala “Los varones gays que acceden a los hijos, lo hacen en los
intersticios de los imperativos biológicos, las restricciones sociales y el
imaginario social construido en torno a la homosexualidad”.
En efecto, según Laguna (2015) los varones gays trastocan los patrones
heteronormativos y desestabilizan algunos de los esquemas vinculados a la
familia y a la crianza y cuidado al establecer relaciones filiales. Los varones
gays, aunque sufren de la negativa social en relación a la paternidad, desean
desarrollar arreglos parentales y prácticas de cuidado muy similares a las
familias que conocen y en las que fueron criados, no obstante, la misma
homofobia los impulsa a desapegarse de los modelos tradicionales de familia
con lo que de manera inadvertida desestabilizan algunas de las concepciones
vinculadas a esta última.
Algunos de los prejuicios de los que habla Laguna, como por ejemplo que los
varones no son capaces de procrear, criar ni educar niños/as, los podemos
entender como mecanismos de naturalización de la masculinidad dominante
que, a su vez, inscritos dentro de una representación heteronormativa de la
masculinidad, convierten la paternidad homosexual en una amenaza
literalmente de “fin de mundo”, de fin de procreación de la especie. Sólo hay
espacio para un imaginario del cuerpo masculino apto para la producción de
las mercancías y la violencia, pero sin “futuro” para la producción de su propio
linaje.
Como señala el autor “La homofobia ha creado al homosexual como un sujeto
abyecto, un varón estéril que no desea reproducirse y no es capaz de criar
infantes… Dado que se ha considerado a los homosexuales como sujetos
estériles, por lógica se estima que es imposible que conformen una familia”.
Laguna agrega que estos fenómenos sociales, así como las prácticas
homofóbicas, aunados a que no existen modelos de parentalidad gay, han
hecho que muchos varones gays no consideren ni la crianza y cuidado de
infantes ni la configuración de un arreglo parental como una vía posible de
desarrollar su vida: “nosotros estamos incluso más prejuiciados que los
propios heterosexuales” (Laguna, 2015)
Además, los padres gay mexicanos buscan “proteger” a sus hijos por medio
de “burbujas” y “fachadas” que mantienen en secreto la naturaleza de la
familia, manteniendo alejado los prejuicios y perjuicios que implica un medio
homofóbico. Algo similar encontró Herrera (2005) en su investigación pionera
sobre madres lesbianas en Santiago de Chile, quienes mantenían en secreto
su relación hasta de los propios hijos/as para protegerlos de los perjuicios que

15
podría provocarles una relación abiertamente lésbica. La implicancia de esta
estrategia de “clandestinidad” es al menos problemática.
Lo anterior nos lleva al tema de la acción política y nos permite pensar en las
dinámicas de poder presentes en la construcción del cuerpo reproductivo,
donde a veces paradójicamente la dominación masculina acierta el golpe
respecto de los derechos de los hombres.
Esta paradoja nos lleva a pensar en la necesidad de mirar cuál ha sido la
historia propia de los hombres en las transformaciones de las masculinidades
que hemos estado discutiendo. Así como el feminismo, en tanto artefacto de
reflexión crítica vis a vis el movimiento de mujeres visibiliza como sujetos a las
mujeres, la reflexión acerca de las masculinidades está llamada a visibilizar a
determinados varones como impulsores del cambio en las relaciones de
género desde el interior de procesos políticos autónomos, solidarios con el
feminismo pero independientes. Tal es el caso, por ejemplo, de los hombres
del movimiento homosexual que ha abonado a nuevas epistemologías que nos
permiten entender los complejos constructos implicados en el género,
incluyendo las figuras dicotómicas de la paternidad-maternidad.

3.3 La acción de los hombres gays como factor del cambio en las
paternidades.
A menudo se ha planteado la necesidad de ubicar la reciente transformación
de la masculinidad en el marco de los cambios que ha generado el movimiento
de mujeres hacía una mayor equidad en las relaciones de género. Pero hay
quienes plantean que la oposición al patriarcado y su impacto en la
construcción social de la masculinidad ha provenido también desde la lucha
social y política del mundo homosexual, que por cierto incluye a muchos
varones (Laguna Maqueda, 2013). Se trata de diferentes lugares de
contestación al patriarcado: la denuncia de la opresión de las mujeres y del
predomino de los hombres que encarnan el arquetipo viril, y la imposición de
la heterosexualidad como régimen.
Probablemente la transformación en los comportamientos y sentidos de la
paternidad está determinada por ambas luchas, tanto la feminista como
homosexual (más ampliamente el movimiento LGTBIQ). Los cambios en las
nociones de la paternidad, no podrían darse sin el cuestionamiento a la
maternidad. Ambas imágenes se construyen por oposición.
Lo que aquí se pretende destacar es simplemente el papel protagónico que
los propios hombres han tenido en las trasformaciones ocurridas dentro de los
patrones socio-culturales de lo masculino durante la segunda mitad del siglo
XX y los comienzos del siglo XXI. En este contexto está parte al menos de
relevancia política de la investigación sobre padres gays de Oscar Laguna
(2015) y otros/as.

16
Laguna (2015) señala que la sociedad ha creado diversos mecanismos para
mantener el orden. Específicamente agrega: “para los aspectos relacionados
a la sexualidad se han configurado diversos dispositivos4 y tecnologías de
poder5 una de los cuales es la heteronormatividad”, entendida esta última
como una serie de reglas de comportamiento sexual y social, definidas y
establecidas por la sociedad para regular los comportamientos y vínculos
sexuales permitidos y avalados socialmente entre las personas, tanto del
mismo sexo como de sexo distinto. A partir de dichos conceptos podemos
entender el cuerpo reproductivo inserto dentro de los mecanismos de control
de la hetereonormatividad y que esta descansa precisamente en la
subordinación de la sexualidad a los fines de la reproducción.

4. Estado de la cuestión
4.1 Las familias homoparentales
El común denominador de las familias homoparentales es que deben
inventarse a sí mismas en mayor medida que las familias tradicionales. Weeks
(2001) señala que, a partir de la experiencia de exclusión y marginación nacida
del estigma, muchos no heterosexuales han construido relaciones de pareja
más reflexivas. Por cierto, también pueden reproducir códigos aprendidos de
las parejas heterosexuales. El sentido de pareja monógama podría ser un
ejemplo.
Mas, se habla de “experimentos de vida” para referirse a aquellos espacios y
relaciones cotidianas en los que homosexuales y lesbianas construyen
dinámicas de pareja alternativas a partir de experiencias de vida que implican
la exclusión de las formas hegemónicas del género y la familia.
En este sentido, Bigner y Jacobsen (1992) señalan que los padres gay,
comparados con padres heterosexuales, incorporan un mayor grado de
expresión emocional a sus prácticas de crianza y tienen menos propensión a
comportarse según roles sexuales tradicionales, lo cual se traduce en una
relación más nutricia con sus hijos/as.
En relación a lo anterior, la crítica desplegada por los/las teóricas/os Queer
sobre el ejercicio de la maternidad y la paternidad ha convertido estas
prácticas en un terreno tanto de disputa de legitimidad como de acción política
para personas y agrupaciones LGTBIQ, las que paulatinamente han avanzado
en la igualdad de derechos en lo que respecta la formación de familias.

4
En el sentido foucaultiano como la red que se establece entre elementos de orden institucional,
discursivo, moral, científico, filosófico, reglamentos, leyes y otros a través del cual se mantiene un
orden social determinado.
5
Entendidas estas como aquellas tecnologías que determinan la conducta de los individuos, los
someten a cierto tipo de fines o de dominación, y consisten en una objetivación del sujeto.
17
En tal sentido, Judith Butler ha hecho la pregunta sobre si el parentesco es
siempre y necesariamente heterosexual y con eso aportado a iniciar una la
reflexión sobre qué significan desde una perspectiva de género la procreación,
la reproducción y el parentesco (Butler, 2007).
Por cierto, estos aportes de la teoría queer y la teoría feminista tienen claros
nexos epistemológicos entre sí y constituyen dos fuentes principales en la
problematización de los esencialismos de género y su impronta en la
sexualidad, en los arreglos de pareja y de familia, como en la reproducción.
Actualmente, la formación de familias homoparentales adquiere
progresivamente un carácter global y actualmente en la región de América
Latina se ha legislado en pro de dichas familias. Se destacan los casos de
Argentina y más recientemente Colombia donde existe legislación que ampara
la adopción de niños/as por parejas del mismo sexo.
La homoparentalidad transgrede un límite arraigado en las estructuras del
lenguaje y la cultura que dice relación con la construcción de la realidad en
términos binarios. En este marco la esfera de la reproducción
indefectiblemente se entiende como procreación biológica entre macho y
hembra y como reproducción cultural de un orden heterosexista.
En efecto, a partir del principio de la procreación la norma heterosexual ha
regulado a los saberes científicos sobre género e identidad sexual. Por
ejemplo, para el Psicoanálisis el proceso de edipalización se resuelve
“satisfactoriamente” cuando el individuo logra una identificación con un
progenitor dentro del marco heterosexual, precedido y articulado en torno al
binario de género.

4.2 La dominación masculina.


Como categoría sociológica la familia ha sido un ámbito institucional de
reproducción del orden social, particularmente del orden sexual y de género.
Como hemos señalado, desde una lectura de género la familia es también un
terreno de reproducción de la dominación patriarcal en tanto espacio de
aprendizaje de los roles sexuales, que incluyen la maternidad y la paternidad
(Arriagada, 2007).
Respecto de dichos mecanismos Pierre Bourdieu (2000) ha señalado que el
orden social funciona como “una inmensa máquina simbólica que tiende a
ratificar la dominación masculina en la que se apoya”.
En efecto, la realidad social en tanto dominación masculina es un orden dentro
de cual los significantes de lo masculino colocan a ciertos varones en una
condición de supremacía sobre las mujeres y otros varones. Este orden se
estructura sobre la base de categorías de opuestos que reproducen y
naturalizan la lógica jerarquizante y heteronormativa de la división sexual.

18
Sandoval (2002) además destaca que la dominación masculina opera por
medio de la violencia simbólica (que es insensible, invisible para los
dominados) y es admitida tanto por el dominado como por el dominador,
ejerciéndose a través del sentimiento, reconocimiento y sobre todo del
conocimiento.
Es decir, la dominación masculina implica que las estructuras cognitivas
siguen obedeciendo a la eternización de la división sexual. Desde esta
perspectiva las preguntas que se han hecho las epistemólogas feministas
sobre el paradigma de las ciencias sociales tienen suma relevancia.

4.3 Cuerpos que aún importan: el cuerpo reproductivo al centro de


la noción de género
Para Sandoval (2002) un elemento central de la tesis de Bourdier sobre la
dominación masculina es que invierte totalmente la relación entre lo cultural y
lo natural, para explicar la división entre los sexos como principio de divisiones
consiguientes.
Siguiendo esta tesis podemos entender que la cultura en tanto sistema de
oposiciones simbólicas entre lo femenino y lo masculino funda la inequidad
social y determina las consiguientes formas de inequidad que imponen el
orden de clases sociales y las formas de dominación racistas.
La fuerza del orden género radica en que, entre otras cosas, divide a los seres
humanos estrictamente entre mujeres y hombres y lo hace a partir del cuerpo.
A partir de la simbolización de la diferencia sexual, un aspecto fundamental a
considerar además es que dicho orden prescribe la procreación como misión
por antonomasia para todos y cada uno de los cuerpos.
Hablando en una conferencia en la Universidad de Tres de Febrero, Buenos
Aires, Judith Butler (2015) ha reiterado la idea que los cuerpos importan, que
reflexionar sobre la manera en que nuestros cuerpos impactan en la
organización de nuestra convivencia es una cuestión de la mayor relevancia.
Según Butler (2015) los discursos de la ciencia sobre el cuerpo producen una
poderosa verdad; que el sexo se puede definir en virtud de la posición relativa
que cada uno ocupa en la vida reproductiva. La autora además afirma que las
funciones reproductivas del hombre otorgan sentido a sus diferentes atributos
de género, a la vez que las funciones reproductivas de las mujeres le dan
sentido a la definición de mujer.
Dicho esquema es obviamente poderoso en nuestra cultura y prueba de esto
es que cuando existen cuerpos que no son reproductivos ya sea por opción o
por no contar con esa “capacidad”, estos se vuelven problemáticos. Este es el
caso de los varones infértiles que ha estudiado Herrera (2015) en el contexto
chileno.

19
La idea que la reproducción del cuerpo sexuado se encuentra al centro del
orden de género da una vuelta de tuerca a la definición tradicional a la que
estamos acostumbrados, el género como la construcción cultural de la
diferencia sexual. Hay pues una pregunta previa: ¿Cómo o en virtud de qué
se define la diferencia sexual? Una respuesta posible es que la diferencia
sexual se define en virtud de la posición relativa de los cuerpos en relación a
la procreación (Butler, 2015). En este entendido la noción del género tendría
que plantearse más precisamente cómo la construcción social y cultural de los
cuerpos reproductivos.

4.4 El cuerpo reproductivo.


Para pensar la infertilidad Herrera (2015) se sitúa dentro del campo de las
relaciones sociales, buscando ir más allá de las definiciones médicas que han
dominado su estudio. En efecto, el cuerpo ha tenido durante siglos el sustento
de su “verdad” científica en la medicina y biología, pero en el marco de la
modernidad este discurso ha terminado por propiciar la transformación del
sentido monolítico del cuerpo, de la concepción que el sexo biológico, el
género y la reproducción forman un todo en el que estos elementos están
naturalmente unidos.
La desvinculación entre aspectos que fueron tradicionalmente elementos
constitutivos de esta verdad del cuerpo, como son la sexualidad y la
reproducción, ha permitido la deconstrucción de los esencialismos
biologicistas presentes en los discursos sobre lo masculino y lo femenino de
quienes incluso han reivindicado la igualdad de género. Como señala
Sandoval:
…fueron las ciencias de la naturaleza,
paradójicamente, como la fisiología, la biología y luego la
genética, las que sin pretenderlo, quebrantaron el sistema de
explicación biológica de la supuesta inferioridad femenina,
gracias a los descubrimientos sucesivos del óvulo en las
hembras, de los cromosomas sexuales y su papel en la
determinación del sexo del niño, del descubrimiento de los
períodos fecundos e infecundos, lo que obligó a reconocer
que "la naturaleza había programado el placer sexual de la
mujer independientemente de la finalidad de la
reproducción". Así fue como comenzó su desalienacion
respecto de la naturaleza. Y fue también el punto de partida
para deslindar campos que se confundían entre sexualidad,
reproducción, maternidad y educación. De esa forma,
aparecían con más claridad los aspectos culturales:
teologías, ideologías, o aspectos socioeconómicos,
estructuras de poder, división de roles, como finalidades
20
naturales enmascaradas y abusivamente empleadas para
fundar sistemas de representación aseguradores de la
dominación masculina. (Sandoval, 2002).
Este deslindar de la sexualidad, la reproducción, la maternidad y también la
paternidad nos permite avanzar en la desconstrucción del cuerpo reproductivo.
Según Butler (2015) hay que ir más allá de la descripción positivista de la
materialidad del cuerpo y pensarlo en tanto campo de relaciones sociales, para
lo que se hace necesario expandir el paradigma de la sexualidad más allá de
las fronteras puestas por las definiciones determinadas por la reproducción
sobre el cuerpo sexuado.
Los hallazgos del estudio de Herrera (2015) muestran como en la construcción
del cuerpo reproductivo de sus entrevistados se cruzan la fertilidad y la
virilidad, pues para estos varones lo natural es poder tener hijos, es decir ser
fértiles. Esta construcción del cuerpo masculino como un cuerpo reproductivo
implica para ellos, hombres infértiles, un sufrimiento que no pueden expresar
pues consideran que su papel debe ser el de apoyar a sus parejas, quienes
ellos consideran realmente sufren con los tratamientos médicos de la
inseminación artificial o in vitro.

4.5 El cuerpo reproductivo y el género.


La reproducción no solo tiene como resultado nuevos seres humanos, también
ayuda a reproducir el binarismo del sistema sexo/genero. Una pregunta
interesante radica en pensar las formas con que se coluden la
heterosexualidad y el patriarcalismo para determinar cuáles son las
expectativas sociales sobre el cuerpo masculino y la reproducción. Estas
suelen ser un arquetipo masculino que corresponde al hombre blanco,
heterosexual, con bienes, educado y urbano.
Completando el circulo volvamos a Bourdieu quien señala que por estrecha
que sea la correspondencia entre las realidades o los procesos del mundo
natural y los principios de visión y de división que se les aplican, siempre queda
lugar para una lucha cognitiva a propósito del sentido de las cosas del mundo
y en especial de las realidades sexuales (Bourdieu, 2000). En efecto, en
oposición al orden de dominación masculina actualmente se manifiestan
procesos globales de transformación de las identidades de género y de las
prácticas sociales del parentesco que reflejan dicha lucha por los significados
y que por cierto se expresan en nuestras sociedades latino americanas.
Entre estos procesos son particularmente elocuentes las experiencias de vida
da las personas trans-género. La reflexión en torno a la identidad de género
trans como la parentalidad trans nos permite ver con mucha claridad cómo
funcionan los mecanismos de naturalización en torno a la sexualidad, la
identidad de género, la procreación y reproducción.
21
Como señala Butler (2015) “Si la reproducción es el único método para pensar
el cuerpo sexuado, dejamos fuera muchos aspectos, lo limitamos”, agregando,
para referirse al cambio de género, que “pasar de M a F, o de F a M no implica
necesariamente permanecer dentro del marco binario del género, es más bien
convertir a la transformación en si el significado del género… el cambiarse es
el vehículo del género en sí”.

4.6 Parentalidad Trans


Silfen (2014) en su trabajo The Reproductive Body: Exploring reproduction
beyond gender plantea que las personas transgénero que eligen ocupar sus
órganos reproductivos biológicos para la reproducción nos obligan a
cuestionar la autenticidad de los roles “naturales” de género, además de lo
“natural” que pueda ser el binarismo sexo/genero, al comprobar que uno no
necesariamente debe ser una mujer para dar a luz o que se deba ser hombre
para convertirse en padre. Para Silfen la reproducción transgénero es un acto
de rebeldía total frente al binarismo de sexo/género.
Al referirse al caso de Thomas Beatie, el primer hombre embarazado en
Estados Unidos, Silfen señala que la figura del hombre embarazado hace
visible la manera problemática en que caracterizamos a las personas de
cuerpo/macho en tanto quien pueden engendrar una prole y a la persona
cuerpo/hembra como aquella que puede dar a luz, e incluso la manera más
problemática aun en que hemos convertido a estas caracterizaciones en un
aspecto esencial de nuestra interpretación de los cuerpos como masculinos o
femeninos.
Situada en un punto de crítica radical al binarismo sexo/género, el objetivo de
la deconstrucción en Silfen es poder sacar al género de la reproducción, lo que
resulta relevante al menos para las mujeres trans pues la inhabilidad de
reproducirse en tanto poseedor de un género que uno mismo ha definido,
como es el caso de los cuerpos trans, es usado como significante de
inautenticidad de género.

5. Objetivos del estudio


Al nivel más general este trabajo tiene como objetivo aportar mayor espesor y
precisión teórica a la definición de la categoría de género puesto que se
requiere profundizar dentro de la definición aceptada del género como la
construcción cultural de la diferencia sexual (Lamas, 2000), ya que esa
definición se ha circunscrito dentro de lo heterosexual.

22
Para avanzar en dicha dirección, el presente trabajo se propone aportar, desde
la evidencia empírica, argumentos que sustentan la centralidad del cuerpo y
la procreación para la compresión del género y por ende de su definición.

En un nivel más específico este trabajo tiene como objetivo alimentar la


discusión teórica sobre la igualdad y equidad de género en el contexto de la
homoparentalidad, con una reflexión crítica sobre las relaciones de género, la
sexualidad y el trabajo de cuidados para ayudar a actualizar dicha discusión y
situarla más allá de los límites epistemológicos heteronormados.

6. Estrategia metodológica
La presente estrategia metodológica ha tomado en cuenta los requisitos
establecidos para la realización el trabajo final del Master en igualdad y
equidad en el desarrollo, en particular el marco de tiempo provisto para su
realización. Además, contempla la necesidad que el trabajo final incluya
trabajo de campo, lo que implica posteriormente el tratamiento de datos, su
análisis y la preparación de un informe final.
De acuerdo con lo anterior entonces se organizó el trabajo de acuerdo a los
siguientes momentos o fases;
• Revisión de material bibliográfico.
• Elaboración de pauta de entrevista.
• Búsqueda y selección del caso a estudiar.
• Realización de entrevistas y transcripción.
• Tratamiento y análisis de los datos.
• Redacción de informe preliminar.
• Redacción y entrega informe final.
El cronograma de actividades organizadas sobre las 12 semanas, tres meses,
que van desde el 23 de septiembre al 23 de diciembre de 2016,
correspondiente al plazo final para la entrega del Trabajo Final de Master.
El primer desafío ha estado en definir cuanto tiempo se destinaría al trabajo
de terreno y la cantidad de información factible levantar en dicho tiempo.
Se opta en consecuencia por un diseño metodológico de estudio de caso en
el que se trabaje con una sola familia en profundidad, abarcando un espectro
diverso de temáticas durante el curso de las entrevistas con sus integrantes.
Como señala Yacuzzi (2005: 3) “A través de un diálogo organizado sobre una
situación real, el método (estudio de caso) utiliza la experiencia para la
transmisión del conocimiento”.

23
Este enfoque es apropiado para el trabajo propuesto, además, pues permite
estudiar preferentemente temas contemporáneos y emergentes,
respondiendo en profundidad a las interrogantes de dicho estudio.
En el marco de este diseño metodológico y para definir la extensión de las
entrevistas a realizar se operó con un criterio de saturación de la información.
Se realizaron entrevistas en profundidad dentro del grupo familiar para analizar
las dinámicas de géneros, además de usar el material de entrevistas a los
miembros de la familia registrados en el docureality Happy Together,
transmitido por Televisión Nacional de Chile durante el año 2015.

6.1 El caso de estudio


Puesto que la investigación aborda las dinámicas emergentes de hacer familia
entre personas no heterosexuales para estudiar la equidad de género entre
hombres y mujeres, el caso elegido para el estudio reúne a mujeres y hombres,
de orientación sexual no heterosexual.
Se trata de un caso que reúne características muy interesantes desde un punto
de vista multicultural y que refleja las dinámicas presentes en el “hacer” familia
(discutiremos en el siguiente apartado la noción del parentesco como
performatividad según lo define Judith Butler) dentro de un contexto de
globalización.
Las personas entrevistadas construyen familia sobre un periodo de muchos
años y mucha distancia muchas veces, entrelazando sus relaciones de
parentesco con la amistad y el activismo político. Como hemos señalado al
principio del documento, el parentesco es estos casos no puede reducirse a la
familia pues sus alcances cuestionan la posibilidad de distinguir entre
comunidad y familia.
Como se ha dicho, una arista de este caso fue conocida por el público chileno
a través de un programa de televisión abierta, del género docureality, que se
exhibió durante el año 2015. El programa titulado Happy Together muestra el
proceso que atraviesa una pareja de hombres que buscan tener un hijo. Julio,
uno de estos hombres, es a quién hemos entrevistado para conocer su
proceso como papá de Levi, de 11 años, junto a Mindy su amiga y madre no
biológica del niño.

7. Análisis.
Para definir el parentesco más allá del ámbito familiar tradicional Judith Butler
señala que este implica:
“una serie de prácticas que instituyen relaciones de varios tipos
mediante las cuales se negocian la reproducción de la vida y las
demandas de la muerte (…) las prácticas de parentesco serán aquellas
24
que surjan para cuidar de las formas fundamentales de la dependencia
humana, que pueden incluir el nacimiento, la crianza de los niños y las
relaciones de dependencia emocional y de apoyo [entre otras].” (Butler,
2006: 150)

Butler plantea que la homoparentalidad implica un sentido radicalmente


distinto del parentesco. Lo plantea como un “hacer” que no refleja
necesariamente una estructura anterior. Así, el parentesco lejos de suponer
una heterosexualidad fundante que pone como condición de ingreso del
individuo a la cultura el tabú del incesto y el proceso de edipalización (en tanto
mecanismos diferenciadores de género que reproducen el orden heterosexual
y la identidad de género diádica), es una práctica representada, una
performatividad (Robaldo, 2011: 173).

La idea que el parentesco se “hace” nos ofrece una salida a sus prácticas
hegemónicas y heteronormadas, lo que según Butler:

“nos permitiría evitar que una estructura de relaciones


hipostatizada se oculte detrás de los actuales acuerdos sociales y
nos permitiría considerar el cómo los modos de hacer, pautados y
performados, hacen funcionar a las categorías de parentesco y se
convierten en los medios a través de los cuales las categorías
experimentan una transformación y/o desplazamiento” (Butler,
2006: 178)

Este marco nos permite comenzar a interpretar los relatos de los entrevistados.

7.1 La trayectoria a la Paternidad


La siguiente es la biografía de Julio tal como él mismo la relata brevemente al
comienzo de la entrevista.
“Mi biografía es que yo nací en Brasil, hijo de mi mamá a los diecinueve
años de edad, y mi papá que tenía veinte o veintiuno. Nunca fue violento
con mi mamá, hasta el día después de que se casaron, y llegaron a la
casa del matrimonio y mi papá empezó a ser súper violento con mi
mamá, nosotros pasamos nuestros primeros años de vida sufriendo
bastante, diré que mi mamá protegiéndonos para que él no nos matara,
principalmente.
Y eso en el sur de Brasil, una ciudad que se llama Paraguaná Curitiba,
y a los cuatro o cinco, mi mamá se divorció de mi papá y huimos a Río,

25
para que nosotros pudiéramos huir de la violencia que estábamos
viviendo con mi papá. Y vivimos ahí hasta los catorce o quince, y mi
mamá era secretaria de “Bella”, una empresa de champú. Y yo
estudiando y cuidándome básicamente, porque ella trabajaba de ocho
hasta las siete de la tarde, y yo estudiaba hasta las doce y después tenía
que cuidarme, cocinarme para mí mismo, etc.
Después a los catorce o quince nos fuimos a Estados Unidos, y fuimos
como inmigrantes ilegales como por tres años, de “nana”6, en San
Francisco, pues mi mamá conoció a mi padrastro Josh O’Brian, súper
irlandés de Massachusetts, de Boston. Y allí empezó como una nueva
etapa de vida, donde ellos estaban juntos, tuvieron a mis hermanos.
Tengo dos hermanos biológicos, y un hermano que es un primo mío, hijo
del tío, hermano de mi mamá obviamente que era súper pobre en Brasil,
entonces mi mamá trajo el hermano mayor de tres hermanos para que
pudiera tener aquí trabajo, y poder ayudar a sus hermanos. Y al mismo
tiempo yo estudié sociología y estudios feministas, y de ahí empecé con
mi vida laboral gringa, en San Diego, Nueva York, San Francisco, estuve
trabajando en la costa básicamente. Y con interés en políticas sociales,
“Social Justice” y activista, de plano general. Temas que tienen que ver
con personas más vulnerables, pobres, migrantes, etc.
Después fue alineándome más con el tema del LGBT, y a los treinta
decidí regresar a la universidad para hacer una maestría en Políticas
Públicas y Administración Pública, y después mi mejor amiga, Mindy, me
hizo prometer que yo viajaría de verdad, como yo siempre había dicho,
y yo terminé mi maestría y empecé a viajar alrededor del mundo por dos
años, y cuando pasé por Chile, fui a bailar una noche en Fausto. No sé
si conoces el Fausto, el bar, conocí a mi marido Juan Pablo, y conocí
este gran y diverso, y progresista país que se llama Santiago, se llama
Chile”.
Vemos que en la historia temprana de Julio la violencia de género es un hito,
remarcado por la situación crítica que enfrentan él y su madre al tener que
“huir” hacía otra ciudad. Este momento marcara la trayectoria de su biografía
toda vez que él y su madre forman una nueva familia y luego emigran a otro
país, a otra cultura, donde por la fuerza de los hechos Julio se hace
responsable de sí mismo y desarrolla un sentido de autonomía desde una
edad temprana.
Sin duda el contexto socio-cultural y político de San Francisco ayuda a definir
sus intereses intelectuales, los que lo orientan a estudiar sociología y
feminismo en la universidad, época en que iniciará además su activismo gay,
lo que su vez define su trayectoria laboral en el campo de la justicia social,
como él la define.

6 El término “nana” en Chile hace referencia una trabajadora doméstica.


26
En este contexto Julio conoce a Mindy, una mujer estadounidense de credo
judío, junto a la cual desarrolla una estrecha complicidad a partir de su “salida”
como gay, pues como dice él, “yo salí del closet con ella, y ella salió del closet
conmigo…. Y diría que ahí fue, como podríamos decir, su política y mi política,
y fuimos activistas del LGBT, y luchamos mucho por distintos temas de
derechos humanos de LGBT”.
Tal es la complicidad entre Julio y Mindy en esta etapa que él habla de un co-
construcción identitaria, “nosotros co -desarrollamos…nuestra identidad
LGBT, ya sea lesbiana y gay”. Lo anterior muestra como durante este tiempo
los lazos que crean entre ambos son profundos y los vuelven parte de una
misma comunidad.
Más tarde, a instancias de Mindy, Julio emprende un “viaje por el mundo”
parando en Chile donde conoce a Juan Pablo, con quién más tarde contrae
matrimonio. Por cierto, Julio y Juan Pablo se casan en Estados Unidos pues
en Chile no existe una legislación robusta que proteja los derechos de las
minorías sexuales, una situación que remarca Julio cuando dice en un tono
irónico que Chile es un “gran y diverso, y progresista país” al final de su relato
biográfico.

7.2 La decisión de “cerrar el triángulo”.


Julio dice haber sido muy influenciado por dos amigos de credo judío, Spencer
e Ina, en su tiempo de estudiante de secundaria, de hecho, él consideró
convertirse al judaísmo durante el periodo universitario. Es así que Julio
conoce a Mindy en el centro de alumnos judío. Este hito es relevante en la
trayectoria de Julio hacía la paternidad pues él dice, “para mi es una de las
cosas no negociables… que cualquier ser humano que trajera al mundo,
tendría que crecer como judío”. En este sentido Mindy es consustancial al
proyecto de Julio de ser papá.
Es Mindy quien le propone por primera vez ser papá a Julio cuando él tiene 20
años, en medio de una marcha estudiantil. Julio relata, “ella dice, para que
sepas, cuando un día yo decida tener un hijo tú vas a ser el donante, y yo así
como waa!! Ok”.
Tras esto no se habló mucho más más del tema, hasta que 15 años después.
Por solicitud de Mindy el acuerdo se concretó cuando ella estaba viviendo con
su pareja, Melissa, en Washington DC y Julio terminaba su Maestría. En ese
momento Julio, Mindy y Melissa inician un proceso de tres años hasta que
nace Levi.
Entonces, aun cuando es Mindy quien decide primero que quiere tener un hijo
con Julio como donante, a dicho plan se integra años después Melissa, quien
además ha forjado una relación como amiga de Julio durante años. Al respecto
Julio señala “yo también analicé, el hecho de que Mindy coexistía con Melissa,
27
como una cosa positiva. Yo probablemente no habría dicho sí a la experiencia
de tener a Levi si yo no hubiera estado de acuerdo con la persona que Melissa
era, y conocerla de verdad fue conocerla por ocho años, antes de hacerlo”.
En consecuencia, se adopta la estrategia de “cerrar el triángulo” y la familia
se estructura con Julio y Melissa como los padres bilógicos y con Mindy como
la madre adoptiva. De esa forma el vínculo de cada adulto con Levi es
resguardado ante una separación, tal es la confianza que hay entre Mindy,
Julio y Melissa.
Más tarde Mindy y Melissa efectivamente se separan y al respecto Julio dice
“tuvieron un divorcio horrible, horrible, horrible, pero para Levi, Melissa y Mindy
coexistirán para siempre, porque él existe y nosotros creamos el triángulo a
propósito, este triángulo siempre fue definido basado en el bienestar de Levi”.
En definitiva, Julio dice “nos prometimos a nosotros mismos, antes de hacer a
Levi, que las dos cosas que iba a tener en la vida, no importara que pasara,
iba a ser amor y honestidad, él siempre iba a saber de dónde vino, y porque
vino, etc., y nosotros siempre íbamos a estar dedicados a él primero, antes de
cualquier cosa, y así ha sido su crecimiento”.

7.3 La voluntad de ser madre…biológica


El primer tema de negociación entre Julio, Meissa y Mindy antes de someterse
al tratamiento médico que llevó al nacimiento de Levi fue si acaso tener o no
un “bio-child” (niño biológico), o si era preferible adoptar un hijo/a. Julio era
partidario de la segunda opción.
Hubo un periodo de seis meses en que debatieron el tema, tras lo cual primo
la empatía de Julio con las dos mujeres. Julio señala que en un momento
Mindy fue bastante no negociable y dijo: “mira es simple, somos mujeres y
necesitamos tener un hijo en nuestros cuerpos, si tú no eres el donante
encontraremos a otro, queremos tener la experiencia de la maternidad desde
el principio”. “Y eso fue lo que me convenció, como sí, entiendo, como si yo
fuera una mujer, yo soy una persona muy corporal, muy conectada con mi
cuerpo” dice.
Julio, Mindy y Melissa recurrieron a tres métodos para que esta última se
embarazara. Los primeros dos, inseminación artificial y semen freso (a
diferencia de congelado), no dieron el resultado esperado, pero si la
inseminación in vitro. Inicialmente Melissa quedo embarazada de gemelos,
pero uno de ellos no sobrevivió el primer trimestre del embarazo.

28
7.4 Ser padre sin poder.
Julio pone en énfasis en que la decisión de convertirse en donante para
Melissa y Mindy se enmarca en una amistad de 15 años con esta última, él
dice “teniendo o no teniendo a Levi, Mindy es como mi familia”.
Para Julio la confianza de ser donante de Mindy estaba fundamentada también
en que se trata de “una mujer que tiene una política de convivencia, de
derechos humanos, progresista, social, que yo ya conocía, entonces para mí
la decisión de ser donante… iba a ser para un ser humano que iba a venir
crecer, en una familia que yo ya estaba súper alineado con todo lo que tenía
que ver con eso”. Es decir, la construcción de familia en este caso también
tiene un trasfondo político en que el vínculo de confianza para formar familia
entre estas personas pasa por la coincidencia de sus convicciones políticas.
Desde la experiencia más personal Julio dice que sus hermanos menores
también fueron parte del fundamento de su decisión de ser papa. Señala es
un hito en su vida el haber cortado el cordón umbilical de cada uno de ellos
durante sus nacimientos, cuando él tenía 17 y 22 años respectivamente.
Julio dice “mi vida siempre ha sido un poco definida de manera positiva sobre
el hecho que yo soy un tío7, o sea, tío de mis hermanos, y toda mi vida mis
papás fueron súper claros que yo estaba en el testamento como la persona
que iba a recibir mis hermanos si algo pasaba con ellos”.
En este contexto de confianza Mindy plantea a Julio, y su vez él acepta, ser
papá como donante conocido, es decir que el hijo/a de ambos sepa que él es
padre bilógico, pero sin ningún poder para decidir sobe asuntos de la vida del
futuro hijo.
El hecho es que Julio estructura su paternidad en base a las necesidades de
Levi y enfatiza que lo importante es “estar …presente en la medida que tiene
sentido para que él (Levi) crezca bien”.
Pero agrega “sin embargo, mi único requisito, mientras yo estaba firmando
todas las cosas para que sea adoptado por Mindy, por que la madre biológica
es Melissa, es que yo necesito ser la persona que lo reciba en caso de que
ustedes (Mindy y Melissa) se mueran. Y ese es el contexto de como nosotros
existimos”. Lo anterior hace eco de lo que Julio aprendió en su experiencia de
asumir a sus hermanos.
Si bien Julio se plantea el proyecto de su paternidad desde el lugar del donante
conocido sin poder de decisión sobre la vida de su hijo y reconoce a Mindy y
Melissa como los adultos determinantes en la vida de Levi, a la vez él asume
la responsabilidad de haberlo traído al mundo y de lo que dicha decisión podría
conllevar para Levi entrada la adolescente, por el estigma quizás.

7Además de denotar un vínculo de parentesco consanguíneo, en la cultura chilena el término tío puede identificar a un
adulto que es reconocido como significativo en la vida de un menor. También denota respeto por la autoridad de dicho
adulto.
29
Julio dice “yo diría que ese fue como un momento de la preexistencia de Levi
donde este rol de papá se tornó algo relevante para mí, al pensar el día que él
nació que quizás yo hice algo que fue tan conectado con la paternidad que
podría significar que él me odie (algún día). Esta emoción de pensar que él
podía odiarme fue la emoción más cercana en el rol de papá biológico de
verdad”.
7.5 “La potencia de los genes”
Julio mantiene una relación con Levi separados por la distancia entre Santiago
de Chile y Washington DC. Mantiene contacto permanente con Levi vía Skype,
pero tiene un compromiso “inequívoco” con Mindy y Melissa de encontrarse
con su hijo “cara a cara” y de hecho se reúnen un par de veces al año.
Más aún, Julio señala que no sintió el “poder de padre” hasta después que
nació Levi y comenzó a mostrar su personalidad, él dice “el poder de padre
vino después de que nació, no antes” …y.… “me sorprendió a un nivel
inimaginable, el hecho que Levi es yo. Es igual.”

7.6 El cuestionamiento de ser un padre sin poder


Julio explica que si bien él no tiene poder sobre las decisiones que afectan a
Levi, sí tiene influencia. El grado de influencia la han negociado con Melissa y
Mindy, siempre en función de las necesidades de Levi. Sin embargo, el difícil
proceso de divorcio entre Mindy y Melissa obligo a Julio a intervenir más allá
de lo establecido.
Durante el divorcio Mindy y Melissa viven junto a Levi en Washington DC. Julio,
quien vive en Santiago de Chile, los visita y ve que la separación afecta muy
fuertemente en lo emocional a Levi, lo que se expresa a través de
comportamientos regresivos agudos.
Para Julio la situación se vuelve insostenible, dice “yo diría que en general yo
estaba súper cómodo con esta falta de influencia y poder…. el momento que
más me he cuestionado este rol que yo decidí tener antes que Levi existiera
en el mundo fue cuando las chicas estaban en su peor momento de relación y
yo encontré que ellas estaban viviendo una vida de mujeres que se odiaban,
que estaba afectando mucho a Levi y yo tuvo que intervenir y tuve que decir
ustedes resuelvan sus problemas porque este niño existe”.
En este momento Julio se cuestiona el no contar con poder de decisión sobre
la vida de su hijo. Dice “Yo iba de vacaciones a visitarlo, pero yo me fui un par
de años muy mal, porque estás mujeres estaban viviendo esta experiencia y
este niño lo estaba pasando tan mal, y me preguntaba cuál es mi rol y mi
responsabilidad… ahí viene parte de este proceso donde yo más cuestioné mi
rol de papá…. y ahí es cuando yo me pregunté si hice una decisión buena de
tener tan poco poder, de no poder influenciar, de no poder tomar decisiones
porque yo veía que todos lo estaban pasando mal”.
30
7.7 Hacia el futuro.
Durante la visita en el 2015 de Mindy y Levi a Santiago, retratada en la serie
Happy Together8, ella declara que Julio “es la persona que está ahí, él tiene
un rol muy especial, siempre lo ha tenido, incluso antes de Levi hemos tenido
un entendimiento sobre como negociar nuestra vida, la vida de Levi, donde él
vive, donde nosotros vivimos y estar presente”.
Para Mindy la decisión de Julio de ser el padre bilógico no tiene
necesariamente que ver con convertirse en un padre efectivo, ella dice que ser
un verdadero padre (parent) “tiene que ver con estar presente todos los días
en la vida de un niño y ser la persona que está ahí para los mejores momentos
y los más oscuros, en todo momento”.
Según Mindy Julio no cumple un rol paterno y hemos visto que, al menos no
un sentido convencional, eso es cierto. Pero ella agrega que Levi sabe que
“No hay un Levi sin un Julio”.
Julio por su parte expresa que “Mindy ha sido clara que yo necesito vivir al
lado de ella”. Para Julio la posibilidad de trasladarse junto Juan Pablo a vivir a
Washington DC es muy real, es algo que han conversado y frente a lo cual se
están organizando.
Julio se plantea plenamente desde el ser y el estar de la paternidad, dice “yo
diría que hoy a los 11 (de Levi), yo puedo ofrecer el 50% o 60% de estabilidad
(para Levi), yo todavía tengo que tener cuidado porque yo soy el adulto y tengo
que ofrecer más de lo que él pida, pero yo imagino que en los próximos dos o
tres años yo sigo creando este mundo donde él tiene muy claro quien yo soy
y como soy, para que sepa quién soy o para que yo sirvo en su vida.” En
definitiva, él hacer paternidad de Julio es un proyecto, una trayectoria
construida constantemente desde las necesidades de Levi, donde las
decisiones de ese hacer son compartidas con Mindy y Melissa.
Julio dice “yo le pregunto (a Levi) si sabe que lo amo y él dice sabe que sí, que
sabe que yo estaré para lo que necesite y que la mamá le dice lo mismo y que
él ya sabe eso, que tiene más que claro que todos lo aman, entonces lo que
importa es que lo tiene claro”. Vemos que Julio se plantea desde los afectos
frente a Levi y lo hace desde las necesidades de su hijo, con lo que construye
una paternidad emocional.
Podemos pensar estos hallazgos desde lo que plantea Anne Cadoret (2003)
en su libro Padres como los demás: homosexualidad y parentesco, sobre
cómo las parejas homosexuales en Francia intentan dar coherencia a una
identidad familiar atendiendo a dos cuestiones: por un lado, la importancia de

8El programa mencionado se encuentra en el siguiente link:


https://www.youtube.com/watch?v=KPFw2ceiV-w
31
lo biológico como fundamento de la familia y por otro la adecuación entre
pareja conyugal y pareja parental.
Vemos que para Mindy y Melissa en tanto pareja, efectivamente se da lo
primero, la importancia de lo biológico como fundamento de la familia, al inicio
y durante los primeros años de crianza de Levi. Sin embargo, hoy no se da
una pareja conyugal entre ninguno de ellos. Respecto de lo segundo, también
se disloca el orden de pareja parental al estar presente Julio. Se trata más bien
de un trio parental.

32
8. Conclusiones.
Es posible establecer a partir de los hallazgos del presente estudio la
emergencia de relaciones de género más igualitarias en el hacer parentalidad
entre hombres y mujeres no heterosexuales. Esto se expresa como un proceso
reflexivo de negociaciones, decisiones y opciones en el que se embarcan
estas personas en un contexto de homoparentalidad.
Si bien son Mindy y Julio quienes primero acuerdan traer un hijo al mundo, es
decir establecen un acuerdo procreativo, este acuerdo luego se traduce en un
programa o estrategia procreativa que incorpora a Melissa. Dicho programa
procreativo va a requerir un acuerdo de vida que en lo central implica la
estrategia de “cerrar el triángulo”. Como vimos esto consiste en establecer
relaciones formales de parentalidad que protejan el vínculo de Levi con los tres
adultos significativos en su vida, frente a una eventual separación entre
Melissa y Mindy.
La estrategia de cerrar el círculo se condice con el contexto comunitario en
que las personas estudiadas hacen familia. En efecto, el caso de estudio
muestra que el parentesco no heterosexual se hace mediante vínculos
afectivos y de confianza cultivados que no se reducen a lo familiar tradicional.
Es decir, se hace familia no sólo desde la consanguinidad y de la
conyugalidad, sino que dentro de un contexto comunitario común.
Podemos afirmar que el hacer familia entre Mindy, Melissa y Julio no antepone
una estructura de parentesco consanguínea con sus implicancias de
patrilinalidad, más bien plantea la experiencia de la parentalidad desde el
reconocimiento y la legitimación de la corporalidad femenina. Además, el
hacer familia se plantea desde los afectos hacia Levi y desde sus necesidades
como hijo, con lo que, desde la arista del vínculo entre Julio y Levi, se hace
una paternidad emocional.
Esta paternidad emocional, como se ha señalado, constituye una re-
significación de la paternidad que denota un cambio desde un modelo de
paternidad tradicional y hegemónica, representada socialmente por el rol del
proveedor económico y la autoridad de la familia, hacia prácticas y sentidos
que valoran la afectividad, la participación en el cuidado y la comunicación con
los hijos/as.
En palabras de Julio cuando se refiere a su experiencia de identificación con
Levi, la paternidad emocional se vive como un “poder de padre”.
Los hallazgos del presente caso de estudio muestran evidencia para concluir
que las maneras de hacer familia homoparental se han complejizado desde
los hallazgos de la investigación a comienzos de la década del 2000.

33
9. Bibliografía.
Alméras, D. (1997). Compartir las responsabilidades familiares:una tarea
para el desarrollo. Séptima Conferencia Regional sobre la Integración
de la Mujeren el Desarrollo Económico y Social de América Latina y el
Caribe (pág. S/N). Santiago de Chile: CEPAL.
Arriagada, I. (2007). Familias y políticas públicas en América Latina: Una
historia de desencuentros. Santiago de Chile: Comisión económica
para América Latina y el Caribe (CEPAL).
BIGNER, J. & JACOBSEN, R. (1992;23). "Adult responses to child behavior
and attitudes toward fathering: gay and nongay fathers". Journal of
Homosexuality, (3) pp.99-112.
Bourdieu, P. (2000). La dominación masculina. Barcelona: ANAGRAMA.
Butler, J. (2002). Cuerpos que importan: Sobre los límites materiales
discursivos del "sexo". Buenos Aires: Paidos.
Butler, J. (2006). Deshacer el género. Barelona: Paidos.
Cosse, I. (2009). La emergencia de un nuevo modelo de paternidad en
Argentina (1950-1975). Estudios Demográficos y Urbanos, vol. 24,
núm. 2, mayo-agosto, El Colegio de México, pp. 429-462.
Cultura Salud/eme. (2011). Encusta IMAGES Chile. Santiago: Cultura
salud/eme.
Haraway, D. (1988). Situated Knowledges: The Science Question in
Feminism and the Privilege of. Feminist Studies, Vol. 14, No. 3. pp.
575-599.
Harding, S. (1987). Is there a a Feminist Method? Bloomington/ Indianapolis:
Indiana University Press.
Herrera, F. (2005). Familia y maternidad: sangre y cuidado en mujeres
lesbianas. En X. Valdés, & T. Valdés, Conservadurismo y trasgresión
en Chile: reflexiones sobre el mundo privado. Santiago: FLACSO /
CEDEM.
Herrera, F. (2015). Los hombres siempre adoptan: intertilidad y
reproducción desde la perspectiva masculina. Actas del V Coloquio
Internacional sobre Estudios de Varones y Masculinidades, (pág. S/N).
Santago de Chile.
Hochschild, A. (1989). The second Shift: Working Families and the revolution
at home. New York: Penguin Books.
Laguna Maqueda, O. (2013). Vivir Contarcorriente. Arreglos parentales de
varones gay en la ciudad de México. México: Librero de la
administación pública.

34
Laguna Maqueda, O. (2015). Arreglos parentales de varones gay en la
ciudad de méxico: entre la parternidad negada y la transformación
imprevista. Actas del V Coloquio Internacional de estudios Varones y
Masculinidades, (pág. S/N). Santiago de Chile.
Lamas, Marta, (2000). La construcción cultural de la diferencia sexual,
PUEG, México. Porrúa.
Lara-Quinteros, R., & Avendaño, M. F. (2015). Vínculo padre-hijo: un análisis
desde el itinerario biográfico de varones jóvenes no heterosexuales.
Actas del V Coloquio Internacional de Estudios sobre Varones y
Masculinidades, (pág. S/N). Santiago de Chile.
LIBSON, M. (2010). "Parentalidades gays y lesbianas: una mirada sobre la
discriminación y la exclusión". Cuadernos del Inadi, (N° 2) Agosto S/N
p.p.
ROBALDO, M. (2011). "La homoparentalidad en la deconstrucción y
reconstrucción de familia. Aportes para la discusión". Revista Punto
Género, (N° 1) pp. 171 - 183.
Sandoval, M. L. (2002). Pierre Bourdieu y la teoría sobre la dominación
masculina. Revista Colombiana de Sociología, Vol VII No. 1 pp. 55-73.
Silfen, I. (2014). The reproductive body: Exploring reproducction beyond
gender. City University of New York: Disertación y Tesis de Magister.
Valdés, T., & Olavarría, J. (1998). Masculinidades y equidad de género en
América Latina. Santiago de Chile: Flacso Chile.
Wainerman, C. (2007). Conyugalidad y paternidad ¿Una revolución
estancada?. En M. A. Gutiérrez, Género,familias y trabajo: rupturas y
continuidades. Desafíos para la investigación política (págs. p.p.179-
222). Buenos Aires: CLACSO.
Weeks, Jeffrey (2001): Same sex intimaces: families of choice and other life
experiments.
Londres: Routledge.
Yacuzzi, E. (2005). El estudio de caso como metodología de investigación:
teoría, mecanismos causales, validación. CEMA Working Papers: Serie
Documentos de Trabajo. n° 296, 1-37.

35

Potrebbero piacerti anche