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HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA.

PROGRAMA.
UNIDAD 1.
1)- HISTORIA EN GENERAL.OBJETO. CONCEPTO MODERNO. MÉTODO. DIVISIÓN. CIENCIAS AUXILIARES.
FUENTES.
2)- HISTORIA DEL DERECHO. CONCEPTO. DIVISIÓN. HISTORIA DEL DERECHO ARGENTINO. DIVISIÓN.
3)- HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA. OBJETO PARTICULAR. HISTORIA DE LAS INSTITUCIONES.
CONCEPTO.

1)- HISTORIA EN GENERAL.


El término historia, en su sentido más amplio, se caracterizan mediante ciertas connotaciones: indagación,
información, narración. Ya desde antiguo el término HISTORIA fue usado como sinónimo de narración de los
hechos humanos. De tal manera ha pasado a través del tiempo con análoga significación. Pero, con
frecuencia se ha señalado, que presenta una ambigüedad fundamental. Por un lado significa el
conocimiento de tales hechos y, consecuentemente, lleva igual nombre la ciencia que ordena y disciplina
ese conocimiento, nos hallamos frente al concepto de la historia como de las cosas hechas, o mejor dicho,
de los hechos o acciones. Pero, por otra parte, nos encontramos con los hechos mismos (sea un conjunto o
la totalidad de hechos).
El término, generalmente acuñado como narración se enlaza con el de SUCEDER. De tal manera palabra
historia deriva del verbo suceder aunque originalmente resulte sinónimo de otros dos en las que adquiere la
significación de azar, causalidad, suerte.
Consideramos ambos aspectos. Desde el punto de vista del conocimiento de este suceder, se ahínca en un
sentido subjetivo, en tanto el suceder mismo, es decir lo que sucede o ha sucedido se nos presenta
objetivamente. Al decir que vivimos la historia, significamos que somos testigos o coparticipantes de los
acontecimientos o hechos. Al decir que un estadista hace historia queremos expresar que está llevando a
cabo hechos que tendrán significación. También decimos que un historiador investiga o escribe la historia.
En tal caso ante hechos sucedidos trata de reconstruirlos y otorgarles una significación.
En las situaciones expuestas se nos continúa dando la ambigüedad señalada. La historia se nos presenta, así,
en el doble aspecto subjetivo y objetivo: en el de los hechos y en el del conocimiento de los hechos.
La historia es un SUCEDER. Y, de tal manera, CAMBIO Y MOVIMIENTO. Este suceder resulta multíplice, es
decir, que no es simple. Consecuentemente, y como una primera aproximación; podríamos señalar que la
historia es movimiento y cambio.
El suceder tiene carácter humano, ya que la historia en un suceder de hechos humanos y está interpretada y
valorada por seres humanos. De tal manera tiene su metodología y se constituirá en una ciencia con
caracteres propios y definidos.
Este doble aspecto del suceder se afirma en y a través del tiempo.
Con la tentativa de suprimir el misterio y pensar objetivamente la historicidad humana, se inicia la
indagación científica. Este tipo de tarea comienza ya en tiempos de Heródoto y Tucidides quienes, como lo
señala Chatelet, resultan los padres de la ciencia histórica, como Galileo lo fuera de la ciencia moderna. En
Heródoto las acciones humanas adquieren un doble carácter: podrían ser descriptas como cumplidas en una
época determinada o mantenidas en la memoria: en este caso, sean presentes o pasadas las acciones se
mantienen vivas. La reactualización del mito o de la epopeya adquiría y confirmaba la existencia de una
temporalidad sensible-profana, estableciéndose una esencial homogeneidad entre el presente del lector y el
pasado de la acción.
EVOLUCION DE LA HISTORIA.
1)-Podríamos decir que, en un principio, la historia fue la narración, es decir NARRATIVA. La primera forma
que adquiere la historia es la de simple narración y su carácter de tal.
La historia narrativa, como su nombre lo indica, se limita a narrar los hechos. Es la relación pintoresca o
anecdótica, en la cual el drama aparece como separado y de acción independiente. (Así por ejemplo en la
Ilíada (épica) encontramos, más que una historia, una yuxtaposición de acciones parciales que tienen por
marco una situación de conjunto y por protagonistas a personajes determinados).
La historia narrativa es la que se refiere y la que viene a satisfacer una curiosidad por lo que sucede. A veces
en ella prima un interés estético y los valores literarios o estéticos exceden el sentido de los hechos.
En sus comienzos la historia, por lo menos en ciertos aspectos, es historia original de escritores que, por
sobre todo describen las acciones, los acontecimientos y las situaciones que tienen bajo sus propios ojos.
Pero, al mismo tiempo, va apareciendo un carácter nuevo en lo que se denomina el “acontecimiento”, esto
es, no solamente el hecho excepcional que testimonia el calor del hombre, sino el hecho extraño al él, que
por su cariz extraordinario, fuera de lo común, merece quedar en la memoria ya que la acción provoca un
cambio en el propio destino de la humanidad; va apareciendo, poco a poco, el nexo de la causalidad, aun
dentro de la narrativa misma, poniéndose el acento en la eficacia del acto humano, que ya se manifiesta
como creador de su suerte y la de los otros hombres. Ya Tucidides en su descripción de la guerra del
Peloponeso formula el concepto de la “historicidad como tratamiento fundamental de la existencia humana
y la historia como introducción a toda política”. Es decir, que excede los marcos de la mera narrativa que, en
principio, ni valora ni formula conclusiones de causa efecto, limitándose a referir.
2)- En un segundo paso, la historia no se limita a la mera narración y se hace PRAGMATICA y formula
enseñanzas aleccionadoras.
(¿Es la historia maestra de vida?)
Los hechos pasados sirven como experiencia para encarar los presentes y futuros. Los acontecimientos
pasados servirán de lección para no incurrir en futuras equivocaciones, para remediar o enderezar
entuertos presentes o para aleccionarnos en el porvenir.
En el caso de Tucidides, por ejemplo, la historia nos serviría para el logro de un estilo político, según el cual
es posible luchar eficazmente contra la naturaleza humana y contra la ley que guía la vida de las ciudades y
ello gracias a una conducción irreprochable, una inteligente adecuación a la situación y un tenso esfuerzo.
Una de las formas característica de esta concepción es la de los “arquetipos”, formulada por Carlyle en sus
Vidas de Héroes: historias de héroes que guían los pasos de la humanidad. La historia llevaría
indeleblemente la impronta de tales de vidas, obedecería a motivaciones de significación moral. Otra
manifestación es la popularizada por Plutarco en las Vidas paralelas, en donde se analizan y comparan vidas
de grandes hombres de épocas diferentes, pero con parecida significación pragmática.
Esta es una de las formas más corrientes “de hacer historia” y aun actualmente si discute si la historia debe
tener una finalidad, si ella debe enseñar. Así, la historia romana de tito Livio, se yergue por sobre la mera
narración y tiende a la exaltación del espíritu romano, impele a la glorificación de las virtudes, tiende a
destacar los hechos más significativos y heroicos. Las historias nacionales, de uso escolar, participan por lo
general de este sentido pragmático.
¿El hecho histórico, es repetible?
El hecho, como tal, es absolutamente IRREPETIBLE. No se da dos veces en cada situación y en cada
momento. Para cada momento es distinto: el hecho histórico es unívoco, no se repite. Pero puede darse
ante circunstancias emparentadas a través del tiempo con presuntas analogías, parecidas características.
Pero el hecho, como tal, no puede darse dos veces.
Lo expuesto no significa la negación del suceder histórico, formado por hechos particularizados,
enlazándose a través de una conexión y de tal manera, el fenómeno histórico se desenvuelve en relación
con diferentes sucesos.
Los sucesos humanos tienen continuidad y coherencia y existe un nexo de relaciones recíprocas. Si bien
podríamos considerar una íntima unidad del género humano, tomado en su totalidad, entre las relaciones
humanas existe un cambio continuo. Pero antes de proseguir, anotemos distingos entre lo que se entiende
por hecho histórico y sociológico.
El hecho sociológico se da dentro de ciertos principios en los que se condiciona el concepto de sociedad y,
de tal suerte, existe dentro del cañamazo de la relaciones humanas un término genérico que hace a la
sociedad o al grupo social como conjunto de individuos dotados de permanencia, persistencia, unidad,
continuidad. Por lo tanto hay la posibilidad de formular ciertas y determinadas previsiones e indagar,
mediante una precisa metodología, las interrelaciones entre los grupos de una sociedad. Los “datos” se
“socialifican”, existe una experiencia “socializada” y hay entre los “datos” una conexión genética. El hecho
histórico es unívoco, pero en la vida humana hay un sentido de historicidad y de carácter social. Por lo tanto,
se tenderá a la comprensión y explicación de las “individualidades” históricas; más que leyes, se trata de
obtener conexiones causales concretas.
3)- Considerar a la historia como EVOLUTIVA O GENETICA (ya no como narrativa o pragmática) nos lleva a
encontrar su carácter científico.
La historia es una ciencia, permaneciente al sector de las culturales o del espíritu, alejada, en cuanto a sus
finalidades y métodos, de lo que tradicionalmente se entendía por ciencias de la naturaleza, según la cual
existe una oposición capital entre naturaleza y cultura.
Las ciencias pueden distinguirse unas de otras, no solo por los objetos de que tratan, sino también por los
métodos que aplican. Hay, así, un método naturalista y un método histórico, entendiendo este último como
concepto del suceder singular en su peculiaridad e individualidad. La naturaleza, es “el conjunto de lo nacido
por si, oriundo de si y entregado a su propio crecimiento; enfrente está la cultura, ya sea como lo producido
directamente por un hombre actuando según fines valorados, ya sea si la cosa existe de antes como lo
cultivado intencionalmente por el hombre, en atención a los valores que en ellos residan”. Hay, por lo tanto,
objetos naturales y objetos culturales. En estos últimos queda reconocido un valor en atención al cual “el
hombre que produce, y si ya existen, los cuida y cultiva. En cambio, lo que ha nacido y crecido por si puede
considerarse sin referencia a valor algún; y debe considerarse así si realmente no ha de ser otra cosa que
naturaleza en el indicado sentido”. Por ejemplo, una piedra que encontramos a las orillas de un rio es un
objeto natural, pero si hallamos otra que tenga algún signo significativo, que pueda haber sido labrado
toscamente por el hombre, ya se tratara de un bien y objeto cultural, en ella podremos encontrar
incorporado un valor.
Objeto: el termino objeto tiene un amplísimo sentido; no solo se trata de los objetos de la realidad física o
psíquica (emociones, sentimientos, etc.) sino los ideales (números, objetos de la naturaleza, etc.) o los,
metafísicos, más allá de la realidad (física o psíquica): idea de la libertad, inmortalidad, etc., y más fuera de
ese marco, la esfera de los valores.
La división entre ciencias de la naturaleza y ciencias del espíritu, en estas últimas se lleva a cabo la
estructuración del mundo histórico, reconociéndose a través del comprender la posibilidad de un saber
histórico. Existe entonces la posibilidad de un conocimiento objetivo en las ciencias del espíritu, y en la vida
del sujeto actúan categorías histórico-sociales, creándose la conciencia histórica de la finitud de toda
manifestación histórica de todo estado humano y social, de la relatividad de todo género de creencias, lo
que constituiría el último paso para la liberación del hombre.
La historia se maneja con conceptos ideográficos, al contrario de la ciencia natural, que lo hace mediante
conceptos nomotéticos.
Sin embargo, la historia como ciencia cultural, no puede formular leyes a la manera de las ciencias naturales,
pues se debate en esa ambigüedad esencial, objetiva y subjetiva, como saber que tiene la posibilidad de
aportar las pruebas de su veracidad, significando el conocimiento de los hechos o la ciencia que disciplina y
dirige este conocimiento.
No olvidemos que la cultura, en su conjunto, está integrada por un considerable número de culturas, sería
más bien la herencia social de la humanidad. (Linton). Hay en el hombre una activa participación de la
cultura en todos los momentos de su vida. Por un lado, la originalidad de las culturas se va dando mediante
inventos y descubrimientos, pero al mismo tiempo hay una integración de las culturas y una difusión entre
diferentes sociedades, mediante interrelaciones y transmisiones. Pero, por cierto, más que leyes se podrían
formular conexiones causales concretas, como también se hace para determinados periodos o épocas
históricas. Todo dato social, hemos dicho que es de naturaleza histórica por antonomasia; y la historia de la
cultura en general serviría para explicar los presupuestos de la historia como también para comprender las
“individualidades” históricas. La vida humana posee dos notas: carácter social e historicidad. (Dilthey y Hans
Freyer).
PROCESO HISTORICO.
LA HISTORIA es “la ciencia que trata de describir, de explicar y de comprender los fenómenos de la vida, en
cuanto a los cambios que lleva consigo la situación de los hombres en los distintos conjuntos sociales,
solucionando aquellos fenómenos desde el punto de vista de sus efectos sobre las épocas sucesivas o la
consideración de propiedades típicas, y dirigiendo su atención principalmente sobre los cambios que no se
producen en el espacio y en el tiempo.
La historia es ciencia autónoma, diferente a la natural. Lo que es por el hecho de tener conexiones causales,
pero debemos acotar que no todo trabajo histórico es científico. La historia trabaja con medios científicos,
inductivos que se asemejan al método científico de las ciencias naturales, pero lo hace mediante métodos
propios. Es decir, que la historia es una “una ciencia que investiga y expone los hechos de la evolución
humana, determinados en el tiempo y en el espacio, en sus acciones como seres sociales y en sus relaciones
de causalidad psicofísicas.
Debemos distinguir –con referencia al problema de la “causalidad” o de las “conexiones causales”- dos
modos de concebir la historiografía. Los hechos históricos pueden determinarse en su unidad (el “mundo
histórico” como totalidad) o concebirse en su “pluralidad”.
# En el primer sentido se trata de la formulación de una especie de plan providencialista de ese mundo
histórico, y tal tipo de interpretación pertenece más al campo de la filosofía que al de la historia misma.
Podríamos connotarla como algo semejante a una historia “a priori”, en la que existiría un mundo de líneas
homogéneas y totales.
# En el segundo caso tenemos la concepción de la historia como “historia o historias pluralistas”, en la cual
son válidas las conclusiones que se obtienen, mediante los adecuados instrumentos de investigación.
El conocimiento histórico se irá dando, así, a través de objetos delimitables y no sobre la totalidad. El juicio
histórico se habrá formulado en base a esos objetos delimitables y, por tanto, no será juicio de totalidad. El
conocimiento histórico resultara individualizante, mediante una adecuada utilización de los instrumentos de
investigación. Los instrumentos se presentan dentro de un orden cronológico y de un ámbito o marco
geográfico. El hecho histórico resultará selectivo y el éxito en la indagación se logrará mediante la
reconstrucción de los hechos “en su individualidad cumplida”.
El historiador debe realizar una selección del hecho significante en el pasado y la hipótesis resultará de la
propia verificación de los hechos. De tal manera el conocimiento histórico deviene a través de la
experiencia condicional (más que causal) de los hechos.
Existe asimismo un concepto común el de la historicidad que implica:
1- El modo de ser del mundo histórico o de una realidad histórica cualquiera.
2- La existencia de hechos en el pasado, lo que significa la existencia real y no mitológico.
3- La importancia histórica que a veces también se atribuye a hechos presentes o contemporáneos.
En el segundo expuesto el problema de la causalidad en la historia pierde su significado tradicional y la
investigación recurre así a su ámbito verdadero.
La historia es una ciencia que trata de describir, explicar y comprender los fenómenos de la vida. Pero lo es
en cuanto se trata de los cambios que llevan consigo la situación de los hombres en los distintos conjuntos
sociales.
El suceder histórico es, al mismo tiempo, un suceder natural y de allí la tendencia de la naturaleza a
historificarse. O sea, la idea de la evolución y del tiempo en sentido histórico.
Es decir, se trata de un suceder no univoco, constituido por diferentes situaciones que tratarán de
investigar, exponer, explicar los fenómenos de la vida y los cambios inherentes a estos fenómenos. Los
hechos de la evolución humana determinados en el tiempo y en el espacio, en las acciones, sean singulares
o colectivas. Es decir, un suceder de hechos humanos a través de los cambios.
Hay un suceder histórico. Un espacio y tiempo históricos, con el hombre como intérprete.
Por lo tanto si cada hecho histórico fuera univoco e irrepetible sin más, la historia daría por resultado una
sucesión de hechos humanos únicos e irrepetibles como tales. Una serie estática traería como consecuencia
la inoperancia de su estudio.
Existe, pues, una idea que podemos denominar proceso histórico. “Sean cuales fueren las interpretaciones
que nos dan la teoría del héroe o del factor social, la del materialismo histórico o providencialista, siempre la
inteligencia ha ofrecido postulados más o menos satisfactorios, más o menos profundos, que demuestran
las causas de los cambios y progresos de la vida de los hombres”. Se parte de los siguientes principios:
1- los fenómenos humanos tienen una estrecha coherencia y continuidad.
2- existe la idea de la íntima unidad del género humano.
3- las diversas manifestaciones de los hombres tienen un anexo ajustado y con relaciones recíprocas entre
ellos y con las condiciones físicas.
4- en todas las relaciones humanas hay un cambio continuo.
De ello resulta una concepción dinámica de la historia, según la cual las manifestaciones de los hombres,
tanto en su conjunto como en sus particularizaciones, tienen coherencia y continuidad; concebir la historia
de otra manera, mediante compartimentos estancos formados por los hechos un tanto catalogados y
sujetos al azar, carecería de sentido. Hay pues, así, una idea de proceso, que incluye –a través de nexos y
relaciones- la idea de cambio; cambio en el cual el observador ve una dirección o propiedad definida. En
nuestro campo, por lo demás, la referencia es acerca del proceso institucional. O sea todo suceso u
operación causada por una institución o referente a ella. De tal manera nos referimos a las varias
connotaciones del concepto a saber:
1- En cuanto a los procedimientos u operaciones en acción el cambio sufrido a medida que una función o
relación social surge o se desarrolla como institución.
2- En cuanto la acción de una institución va realizando su función específica.
3- El curso de las instituciones como ciclo institucional.
4- el conjunto de los procesos de los procesos especiales que caracterizan “la vida de la mayor parte de las
instituciones”. De donde resulta que para nuestros estudios nos inclinaremos a la concepción de la “historia
como proceso”.
Este proceso, basado por supuestos en los “datos” que se nos revelan o cuyo significado tratamos de
desentrañar, es de carácter preferentemente social. Es cualquier “cambio o interacción social” en la cual un
observador es capaz de destacar, clasificándola, una cualidad o dirección al parecer constante. Se pueden
observar, por abstracción, rasgos comunes. La estructura social, o sea la configuración de la organización
interna de cualquier grupo social, es permanente sólo de “un modo relativo”. El grupo social está
constituido por individuos dotados de alguna permanencia, guardando también ciertas relaciones precisas
entre sí. Pero existen conflictos concretos en determinados momentos, en determinados individuos o
grupos. Dentro de ese marco se mueve individualmente cada hombre y si bien la vida humana está dada en
la naturaleza (física o biológica), la realidad de esa vida humana nos da en formas y modos propios de ella
actos humanos, en un tiempo histórico. Se trata de una estructura real individual de la vida cultural y social,
por lo que, más que leyes, la historia tiende a estudiar conexiones causales. Los hechos -cada uno univoco e
irrepetible- se van concatenando no ya genéticamente sino dentro de un proceso. Toda experiencia humana
tiende a “socialificarse”, así como habíamos visto que la naturaleza tendía a “historificarse”.
Un intento metodológico de vasto alcance fue formulado por el materialismo histórico. Hay en él ínsita una
filosofía antropocéntrica, según la cual se interpreta a la historia como el curso que sigue la adaptación del
hombre al mundo y a la sociedad que avanza mediante una serie de luchas de clases originadas en
desigualdades económicas fundamentales. De tal manera los factores económicos tienen primacía y las
demás organizaciones sociales derivadas de cierto modo. El arte, las letras, la filosofía, la religión, las
instituciones jurídicas y políticas se consideran “como efectos secundarios de los procesos y cambios
económicos fundamentales”.
OBJETO DE LA HISTORIA.
El objeto de la historia es el saber qué hicieron o qué pensaron antes otros hombres que actuaban, igual que
nosotros, integrando una organización social, para agregar seguidamente que la historia no se limita sólo a
conocer el pasado sino que, además, necesita conocer los hechos, explicarlos, investigar sus motivaciones y
sus finalidades, y sobre todo, extraer de ellos ideas generales que permitan comprender un proceso o una
época, para juzgar tales acontecimientos y su tiempo, con arreglo a ciertos ideales superiores.
El objeto, entonces, es el pasado humano en general que ha tenido trascendencia social o repercusión
colectiva. La Historia se ocupa de objetos reales, que han ocurrido en el tiempo y en el espacio, pero que
hoy no existen. Son hechos pasados e irreversibles, trascendentes, que han gravitado hacia el futuro. Y serán
tanto más importantes cuantos mayores hayan sido sus consecuencias.
Es necesario remarcar aquí que el objeto de la Historia no se limita a un simple relato o al comentario de
documentos u otras fuentes, sino que forma parte del objeto la determinación de los motivos que
produjeron tales sucesos y cuáles fueron los propósitos que sus autores tuvieron al realizarlos, para
entenderlos cabalmente.
De esta manera la historia se transforma en una obra del intelecto, pues el historiador debe tratar de pensar
e interpretar como pensaron los hombres del pasado.
CONCEPTO MODERNO DE LA HISTORIA.
El concepto moderno de la historia, en primer lugar busca la verdad en la historia, y la objetividad, ésto
quiere significar que el historiador debe despojarse de todo criterio filosófico que le impida demostrar
científicamente la verdad de lo acaecido en el pasado, y comprender la realidad pretérita.
También es finalidad del concepto de la historia moderna determinar su valor.
Este es el concepto moderno más eficaz, la historia debe ser objetiva, desprovista de pasiones, debe retratar
la verdad del diálogo con el pasado, debe ser resultado de causas y efectos interrumpidos, tienen por
unidad al hombre, en su eterna lucha por la libertad y por el progreso de la humanidad, cuando en un
determinado período de la historia las estructuras fortalecen la libertad vemos y apreciamos que ellas están
luchando por un progreso ininterrumpido, cuando las sociedades compuestas por supuesto por los
hombres, vuelven a las tiranías, estamos en un período que llamamos de retroceso. El concepto moderno
de la historia, se resumen en consecuencia así VERDAD, OBJETIVIDAD y PROGRESO (vida y libertad).
MÉTODO DE LA HISTORIA.
Toda ciencia dispone de un método que le permite arribar correctamente al conocimiento del objeto de que
se trata.
La Historia como ciencia del espíritu o cultural tiene también su propio método, que le es indispensable para
confirmar la veracidad de sus afirmaciones. La metodología histórica que predominaba hasta hace poco
tiempo se refería a las causas de los acontecimientos, creyendo que en todo hecho era posible descubrir
una causa determinante.
Para llegar al conocimiento histórico es necesario contar con un método que nos permita su comprobación
mediante los instrumentos de investigación adecuados y de principios que guíen la selección del material. El
método histórico, no es otra cosa que los medios de que se vale el historiador para transformar el frío y
mudo testimonio en fuente de información y posibilitar la transformación del hecho pasado en actualidad
presente.
+La primera parte del proceso metodológico es la “HEURÍSTICA”. Ella consiste en el tratamiento de los
testimonios y su objeto consiste en transformar los testimonios en fuentes. La heurística de las normas
preceptivas para el adecuado tratamiento y es, en realidad, el conocimiento general de las fuentes
históricas. Las fuentes históricas constituyen el material de la investigación histórica, más bien
historiográfica. El historiador busca los testimonios, debe saber anticipadamente que es lo que va a buscar,
que es lo que quiere y a donde debe recurrir en la búsqueda. Va hacia el hallazgo y no al encuentro (se
encuentra lo que está a la vista y se halla lo que está oculto).
Precisamente “heurística” viene del verbo griego que significa “hallar”. Para el hallazgo debe precederse por
etapas en la tarea historiográfica. Ante todo, la reunión de antecedentes en museos, archivos, bibliotecas,
que constituyen depósitos de testimonios. Para esta tarea existes disciplinas heurísticas, tales como la
museología, la bibliotecología, la archivística, etc., que son valiosos auxiliares de la investigación. Para reunir
los antecedentes el investigador debe conocer el estado actual del problema a dilucidar, saber utilizar el
material, manejar la bibliografía. Las investigaciones especializadas que se suman al caudal anterior del
saber constituyen el mundo histórico del investigador, formado por sus ideas, sus conocimientos, sus
experiencias originadas en el interés actual del problema como punto de partida.
Es ciertos respectos esta primera fase de la investigación tienen bastante parentesco con la investigación
científica, ya que (aunque no toda investigación histórica sea “científica”) el investigador trabajará con
medios científicos, valido de algunas disciplinas que se han denominado –un tanto equívocamente-
“auxiliares” de la historia (paleografía, diplomática, epigrafía, etc.). Es esta fase, su trabajo de investigación
se realiza a través del método –si bien histórico- inductivo a la manera de las ciencias naturales, partiendo
de lo particular para llegar a lo general (aunque buscando “conexiones causales” y no “leyes”). En segundo
término, el trabajo de historiografía se continúa con la elección del tema, la búsqueda del asunto concreto a
considerar. En tercero, se deberá recurrir a lo que se denominan fuentes prístinas, es decir, al hallazgo de
testimonios, crítica y transformación de testimonios y fuentes. Finalmente deberá encarar el trabajo de
diagnóstico y fichado.
Tiene cinco momentos:
-Momento bibliográfico: en el cual se buscan los antecedentes del tema objeto de estudio, es decir, ante
todo es indispensable la recurrencia a la lectura de las obras que se han escrito sobre el tema, si hablamos
por ejemplo de un tema que atañe a la Provincia de Santa Fé, buscaremos las obras de historia de la
Provincia de Santa Fé, quien lee la historia sólo por un autor da por demostrado lo que lee y así lo dice y lo
escribe si se ofrece; pero si lee a un segundo autor que trata el mismo asunto, comenzará a tener dudas y
cuanto más fuere leyendo más irá dudando -aunque amplía el conocimiento-. Ya hemos insistido en que
toda investigación científica tiene como punto de partida una duda; la recurrencia a la bibliografía es por
tanto indispensable. Pues así como las muchas lecturas crean dudas, también las despejan, y
simultáneamente abren otras etapas cada vez más precisas, cada vez más fértiles, cada vez más
verdaderamente dudas. Si la consulta bibliográfica es indispensable en todo saber, “en la historia resalta
más su necesidad, por ejemplo, si tratamos el tema "Primero y Segundo Gobierno de Rosas", nos
encontraremos una vasta bibliografía, unos que escriben a favor, otros que van a estar en contra de este
personaje importante de la historia argentina, pero de ninguna manera podemos- pretender hablar del
tema si no hemos tocado una porción importante de la muy grande bibliografía existente sobre dicho tema.
-Momento temático: es en el cual se delimita el tema, es decir, una vez que pasamos el momento
bibliográfico, o sea la consulta de los libros, el historiador se planteara "una serie de hipótesis y seguirá a
través de ellas; muchas dudas se le plantearán en el camino pero tendré que ir superándolas. Así por
ejemplo, si tomamos el tema: la educación en Corrientes entre 1835 y 1845, aparecerá ante nosotros la
existencia de una Universidad entre 1841 y 1842, ese tema que nosotros nos formulamos como hipótesis
deberá ser comprobado y por medio de los testimonios y documentos necesarios; la hipótesis resultará o no
positiva, de acuerdo a los elementos bibliográficos y fuentes que podamos reunir. Con el tema de la
Universidad vamos a tener que buscar otros, por ejemplo el gobierno de Corrientes, los fondos que
destinara el gobierno, la situación internacional de Corrientes, la navegación de los ríos, etc. El tema de
investigación, en consecuencia, se impone constrictivamente a la experiencia del investigador. Todos los
temas deben ser investigados hasta alcanzar la suficiente coherencia, muchas veces la resolución de un
tema facilita la de otros y al revés, es habitual que un tema resuelto ponga de manifiesto la falencia de lo
resuelto en otros temas y sea preciso volver a comenzar la larga, ardua pero fructífera tarea de comenzar el
proceso retornando al momento bibliográfico.
- Momento erudito: es en el cual se acude a la consulta de fuentes, es decir, es el momento temático donde
el investigador ha agotado los recursos bibliográficos, ha sistematizado sus hipótesis -sus temas- ha armado
la dirección de su encuesta, o sea las preguntas que le va a formular al pasado y los testimonios a los cuales
les va a formular, sabe qué ha de buscar porque sabe qué quiere hallar. Ahora que tiene los documentos o
testimonios les interroga a los mismos; les pregunta.
Sometido el testimonio a la inquisición se convierte en fuente. Testimonio es toda reliquia. Fuente es el
testimonio ante la pregunta que le hace el historiador. LA ERUDICION, QUE ES EL MOMENTO DE
PREGUNTAR A LOS TESTIMONIOS PARA QUE ESTOS SE CONVIERTAN EN FUENTE. Yo pregunto por ejemplo:
un diario de la época; lo leo sobre determinado tema y saco una determinada conclusión porque antes me
había hecho una propuesta probar, por ejemplo, la tiranía rosista; el testimonio, diario o documento me
responde, pero el que hace la pregunta y el que dirige la pregunta es el investigador, así que este momento,
por ello se llama momento de la erudición. Es necesario que el investigador formule la pregunta a los
testimonios. Tomemos en este tema otro ejemplo: "Bueno es que tomen debida nota de esto ciertos
profesores de historia de todos los niveles de enseñanza, que martirizan a sus alumnos enviándolos a
investigar a los archivos sin comprender que los pobres muchachos carentes de erudición suficiente, sólo
llevarán de los legajos las polillas y pulgas en ellos instaladas y serán incapaces de sacar provecho alguno.
Otra vez viene al caso un sabio precepto de Bloch: "No se puede dar peor consejo a un principiante que el
de que espere en actitud de aparente sumisión la inspiración del documento".
En este momento el investigador enfrenta a los testimonios (cartas, expedientes judiciales, expedientes
administrativos, protocolos de Escribanos, periódicos, revistas, folletos, etc.) o también a las colecciones
documentales como por ejemplo en la República Argentina las Asambleas Constituyentes dirigidas por
Emilio Ravignani, la Colección de la Biblioteca de mayo, la reproducción facsimilar de los periódicos de la
época, las Actas de los Cabildos de las Provincias, las Actas del Consulado de Buenos Aires, etc.
Pero el buen historiador debe saber qué compilaciones merecen fé. Esta verdadera manía de ir a buscar en
los archivos directamente, es culpable de que los mismos se encuentren deteriorados con documentos ya
ilegibles por la cantidad de curiosos que los han manoseado, y otros, anotados y subrayados por
inconscientes que ignoran cuánto puede variar el significado de un párrafo con un agregado o cualquier
anotación extraña. Además, estos mismos iconólatras son víctimas de su propia manía. Durante el año 1950
muchos historiadores argentinos invadieron los archivos en el afán de hallar documentos inéditos sobre San
Martín y más de uno cayó en el ridículo de exhumar documentos que el prolijo Gregorio F. Rodríguez había
publicado cuidadosamente en su Contribución Histórica Documental en 1921.
- Momento diagnóstico: es cuando el investigador recurre a los archivos o museos debe tomar cuidadosa
nota de los testimonios que utiliza, es decir que debe hacer una puntual descripción agregando elocuentes y
útiles ejemplos. Estas fichas descriptivas permiten al investigador contar en su mesa de trabajo con todos
los detalles inherentes a cada testimonio sin necesidad de recurrir nuevamente al archivo o museo para
cualquier comprobación. En este momento pues, se hace un prolijo examen (diagnosis) de las particulares
características de los testimonios utilizados, razón por la cual se denomina diagnóstico. Esta tarea minuciosa
era casi imprescindible hasta no hace mucho. En la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de
Buenos Aires hay gran cantidad de legajos que corresponden a sendas copias del Archivo de Indias, con sus
correspondientes diagnosis realizadas por José Torre Revello a lo largo de dieciocho años. En nuestros días
la microfilmación socorre con ventaja al investigador, lo mismo ocurre con los papiros, tabletas,
monumentos, etc. Los adelantos alcanzados por la fotografía han hecho que la engorrosa tarea de diagnosis
se haya simplificado notablemente hasta el extremo de que sólo en casos de excepción la reproducción de
un testimonio exige ficha diagnóstica. Agregamos la fotocopiadora, ha suplido una serie de problemas que
tenían los investigadores.
- El fichado: tarjeta de papel grueso o cartulina que sirve como instrumento de trabajo para catalogar y
clasificar datos e informaciones que se estimen necesarias. Las fichas pueden ser bibliográficas,
cronológicas, eruditas, de regesto y de referencia.
#La ficha bibliográfica: tiene por objeto ordenar la bibliografía, es decir, catalogar libros, artículos,
monografías; en obras de conjunto, sueltos de diarios o periódicos. Los datos fundamentales son el autor,
apellido y nombre, el título completo según figura en la portada del libro y pie de imprenta, lugar de edición,
editorial y año de edición. Si los datos de pie de imprenta no se hallan en la portada debe buscárselos
generalmente al dorso o en la última página.
#Ficha cronológica: tiene por objeto catalogarlos eventos históricos con relación a la sucesión temporal de
los mismos. Por ejemplo si tomamos las leyes dictadas por la Provincia de Corrientes entre 1821 y 1824
referidas a] comercio, o referidas a la justicia, o referidas al papel moneda. También las fichas cronológicas
pueden reducirse a la catalogación de datos fundamentales. Se comienza por asentar el año, luego el mes y
finalmente el día, eso facilita el ordenamiento en el fichero. Enseguida se agrega el lugar y a continuación la
información conveniente, al pie se indica la fuente y si es un archivo, un museo, una biblioteca especializada,
en fin, se asienta la asignatura topográfica, ubicación precisa de la sigilación, sección, cuerpo, estante, etc.
Todo esto por supuesto queda a voluntad del historiador que utilizará sus propias formas de fichado.
#Ficha erudita: consiste en la reproducción puntual de un párrafo. Su finalidad es catalogar temas por
autores. Tomemos por ejemplo el Cabildo Abierto del 22 de mayo, y utilizamos Rafael López Rosas, Longhi,
Galletti, Ravignani .y otros, y tomamos los párrafos respectivos de cada uno de los autores, consignando
página, portada del libro con su título completo, etc. (ver ficha bibliográfica).
#Ficha de resumen: es la que habitualmente utilizan los estudiantes en sus clases para ayudar la memoria, a
veces. La ficha en definitiva es de resumen, en ella se consignan los pequeños resúmenes para ayudar a la
memoria. Estas fichas reemplazan muchas veces a la erudita con ventaja, especialmente cuando interese
menos el texto prístino que la conceptuación precisa de ese texto.
#Ficha de referencia: es aquélla que sirve para remitir al lector de un encabezamiento no usado en el
catálogo, a uno usado, ya sea el autor, materia o título. Su función es orientar al consultar en la búsqueda de
material bibliográfico que puede interesarle, es el caso del capítulo que dice: véase pág. 18 del libro tal, o
del mismo libro, capítulo tal; la ficha de referencia es imprescindible para relacionar los contenidos de un
fichero o del mismo libro.
#El fichado y la publicación: un fichado correcto es de insustituible necesidad para llevar a cabo cualquier
publicación seria. Se ha dicho que la seriedad de una monografía científica está en relación directa con la
corrección del aparato erudito y tal aparato se arma con la adecuada aplicación del fichado al texto.
+El segundo paso de la investigación historiográfica es el de la “CRÍTICA”. Habíamos visto que en el primer
paso (heurística) se tendía a la reunión de antecedentes, elección del tema, recurrencia a las fuentes
prístinas, finalmente a la diagnosis y fichado. Antes de entrar en la etapa final de la investigación se debe
realizar un previo y cuidadoso examen crítico de las fuentes. En el curso de la investigación las dudas y
dificultades que asaltan cada vez resultaran más serias. La historiografía moderna cobra sentido en la
elección rigurosa de las técnicas y en la crítica de las fuentes.
Es ya tradición que la crítica histórica se base y fundamente en dos pasos sucesivos:
1- La CRITICA EXTERNA (previo examen de las fuentes): ya frente a las fuentes, se le presentan al
investigador diferente problemas, entre otros el de la determinación de la época originaria de la fuente
documental, sus caracteres externos, lugar de origen, determinación del autor y el de la verificación de la
autenticidad.
2- La CRITICA INTERNA (para la determinación del hecho histórico, a través del contenido de las fuentes):
aquí se nos presenta el problema de la verdad histórica. La verdad no solamente surge del espíritu
“verdadero” con que el propio investigador conduce su indagación, sino de determinar si en las fuentes
existían las condiciones necesarias como para considerar “verdaderos” a los documentos en examen.
La tarea del historiador es la de posibilitar la reconstrucción del mundo histórico, en un momento
determinado y lo más objetivamente posible. Reconstruirlo, interpretarlo, adecuarlo a su propio mundo. De
tal manera no le bastará solamente la búsqueda y ulterior selección de los datos, sino que, a través de un
método, deberá dar los pasos necesarios para el logro de tal finalidad. Es tarea que no puede librarse a la
improvisación y si bien la objetividad es difícil de lograr, no debemos partir de conceptos apriorísticos,
aunque nos resulte problemático despojarnos de nuestro propio mundo de ideas que podrá dar tintes a la
interpretación de los hechos estudiados. Pero, casi demás estaría decirlo, una cosa es la investigación como
tal y otra la interpretación. En la investigación debemos lograr la mayor objetividad y equilibrio posible, a
través de técnicas adecuadas, ahuyentando manipuleos deleznables que fuerzan la seriedad de la
indagación. En la interpretación juegan otros elementos; un mismo hecho o una serie de hechos dan
nacimiento a distintas interpretaciones. Pero no obstante ello, los hechos “son”, “se dan” en un ámbito, en
situaciones determinadas y en un espacio-tiempo histórico, diferente al espacio-tiempo físico. Se dan en
dimensión humana, en un suceder a través de los cambios.
En resumen, es difícil tomar una posición neutral y rigurosamente objetiva, pero no es imposible tratar los
hechos a investigar con criterio riguroso y científico. En un primer momento seleccionamos las fuentes,
analizamos su autenticidad, las sometemos a críticas interna y externa. En un segundo momento –y aquí
interviene el mundo de ideas del propio historiador- se realiza el proceso de reconstrucción y de
interpretación. El primer momento o primera parte del proceso metodológico tendrá por objeto
transformar los testimonios en fuentes, lo que, por lo demás, es el primer objeto de la heurística. En la
segunda parte se determina no sólo la autenticidad de los documentos sino las recíprocas relaciones de
dependencia entre las fuentes, como así también el hecho mismo (critica externa e interna). Finalmente
debemos lograr reconstruir el mundo pretérito. En este trabajo ya las normas rigurosas de investigación
ceden paso a tanto el mundo de las ideas sustentadas por el historiador como a la forma de expresión.
Tiene cuatro elementos:
-Momento de autenticidad: se trata de comprobar si el testimonio en cuestión en tanto cosa, guarda la
forma indispensable para aseverar que no se trata de una reproducción o falsificación, que no ha sido
alterado o fraguado, es una tarea eminentemente técnica en la que el historiador debe recurrir
continuamente a las ciencias auxiliares instrumentales. En relación al tema esta crítica es la externa o
material.
- Momento de veracidad: una carta, un documento oficial, en fin, pueden ser auténticos, pero ello, por sí, no
suponen que sean veraces, es decir, la carta puede ser del siglo pasado atribuida al gobernador de
Corrientes Genaro Berón de Astrada, la tinta puede ser de la época y pudo haber sido despachada; pero
realizada por un enemigo suyo, falseando la verdad. Es este el momento de veracidad en que se trata de
comprobar si los contenidos (no la forma) del testimonio responden a circunstancias verdaderas o
inventadas, falseadas, o distorsionadas, es el Sanioso caso de los testamentos o de documentos de
propiedad de inmuebles que han traído juicios muy importantes.
Durante la Segunda Guerra Mundial cuando proliferaban periódicos partidistas de uno y otro bando, era
común que algunos de ellos publicaran en notas destacadas fotografías que atestiguaban una tragedia de
vida en ciudades abiertas. La misma fotografía aparecía en los periódicos de un bando para mostrar la
inhumanidad de otro y en los del otro, para demostrar la inhumanidad del otro. La maliciosa interesada
información pública y privada de ambos bandos en guerra era abundosa en exageraciones. Es bien conocido
el caso del mendocino Pedro Vargas sintetizado por Galván Moreno, que debió sufrir prisiones, desprecios, y
hasta el repudio de su muy patriota cónyuge, en razón de su condición de godo (enemigo de la revolución) y
hay documentos muy oficiales que establecen severas penalidades para este americano traidor. Pero
cuando San Martín aseguró la Libertad de Chile con la victoria obtenida en Maipú el 5 de abril de 1818, se
apresuró a extender los despachos de Sargento Mayor Graduado en favor de Pedro Vargas y se los envió al
Gobernador Intendente de Mendoza con una nota en que decía: "Ya es tiempo de que cesen los sacrificios
prestados en beneficio de la causa por Don Pedro Vargas. Prisiones, maltas y confinaciones ha tenido que
sufrir este buen ciudadano. Y es claro que toda la documentación oficial por la que se le aplicaron prisiones,
multas y confinaciones a pesar de ser oficial y auténtica de toda autenticidad y a pesar de haber sido
ejecutada con todo rigor nada tenía de veraz".
Pero no sólo en los casos de guerra se emplean arbitrios semejantes. La lectura de los periódicos es
suficiente para advertir en qué medida se exageran algunos matices de la realidad, se omiten otros, se da
alas al rumor por las más distintas vías y el rumor es una fuente histórica valiosa pero de difícil tratamiento.
No todo cuanto contiene el rumor es verdadero, tampoco es nunca enteramente falso. Una noticia
descabellada jamás se transforma en voz pública, para que un rumor circule es menester que encierre un
mínimo verosímil, adecuado al ambiente en que debe propagarse. Los fabricantes de rumores conocen bien
esta receta, y así hacen creer al vulgo los más escandalosos infundios en medio de noticias verosímiles y aún
verdaderas. Este es el caso que antecedió a la Batalla de Pago Largo por el clérigo enviado por las tropas
rosistas entrerrianas Don Higinio Falcón, el que distribuyó rumores de tal naturaleza que logró en alguna
medida dividirá las fuerzas corren tinas, otro caso de rumores son los creadas por la Provincia de Buenos
Aires luego de la resolución del 11 de septiembre de 1852 con respecto al Gobernador de Corrientes Juan
Gregorio Pujol. (Se atribuía a Pujol entendimiento con los porteños). Esto se denomina en la actualidad
oficina de rumores. En la Historia es muy común que los rumores se tomen como cosas ciertas.
- Momento hermenéutico o de interpretación: Realizadas cuando es del caso las tareas previas de loa
momentos precedentes, el historiador se enfrenta al más grave de los problemas por las dificultades que
implica la disolución que Je presenta su pesquisa historiográfica, la interpretación. En este momento lógico
es preciso poner en juego todas las dotes intelectuales; pues la tarea consiste en relacionar
situacionalmente los datos que emergen de las fuentes. Para ello el historiador debe ir apoyándose, sucesiva
y simultáneamente en aquello que comprueba, aquí es preciso retocar, afilar, transformar y muchas veces
desechar hipótesis para volver nuevamente al experimento afinando la dirección de encuesta sobre la base
de apoyos firmes y comprobados.
Ejemplificar la tarea que el historiador realiza en este momento lógico equivaldría a presentar una extensa
monografía que permitiera poner de relieve como una hipótesis se confirman mientras otras deben ser
rectificadas o deshechadas; cómo una rectificación o deshechamiento fortalece las hipótesis confirmadas o
abre nuevas dudas a resolver con el consiguiente retomo a la etapa heurística. Queremos sin embargo
apuntar aquí un consejo práctico para los alumnos, la prueba hermenéutica. La mayor seriedad científica, la
mayor agudeza crítica deben ser puestas de manifiesto en esta etapa de la crítica.
- Momento de Valoración: Realizada la interpretación hay que valorar las fuentes, las conclusiones finales a
que se arriban en d momento de valoración conllevan la consiguiente valoración del material heurístico
recogido ya que entonces, y sólo entonces puede advertir que algunos materiales son principales y otros son
secundarios. Pero debe tenerse en cuenta que a esta altura del proceso tal jerarquización no obedece a que
aquéllos gustan más al historiador que éstos, sino a que éstos están sumidos en aquéllos en razón de las
relaciones necesarias de situaciones. En este último momento lógico de la crítica.
+El tercer paso de la investigación historiográfica es el de la “SINTESIS”. Síntesis no significa resumen sino
ordenamiento. En esta etapa debe el historiador ordenar sistemáticamente los resultados de sus pesquisas.
Debe hacer en primer lugar la selección que es el resultado inmediato de la valoración. Tienen que
seleccionarse científicamente los materiales hallados en la etapa heurística - de las fuentes- e incluso los que
no hayan sido hallados.
Tiene tres momentos:
- Momento del ordenamiento: Seleccionar equivale a ir poniendo orden sistemático entre las fuentes
selectas. Y es claro que al mismo tiempo la experiencia del historiador va ordenándose sistemáticamente en
tanto esas fuerzas selectas le demuestran cada vez con más firmeza y certeza la coherencia que hay entre
las relaciones necesarias de la situación que los vincula.
- Momento de creación: Cuando el historiador tiene ante sí las fuentes selectas debidamente ordenadas se
produce el momento culminante de la pesquisa, el investigador ve intelectualmente su objeto científico, la
estructura en su plenitud dinámica.
- La exposición: nada logra un investigador con crear (o recrear) intelectualmente una realidad si no registra
de alguna manera su experiencia, y al registrarla la expone aunque sea a sí mismo. Pensamos que un físico
que descubriera un nuevo comportamiento en su disciplina y se lo guardara, ningún aporte haría a la
ciencia, lo mismo ocurre con el historiador, por eso la cuarta etapa es la exposición, que tiene tres
momentos:
#La composición: La recreación lograda en la síntesis con todas las circunstancias concomitantes que
convengan, compuesta literariamente.
#La conformación: No basta que el historiador componga literariamente lo obtenido en la síntesis, tiene que
aportar los elementos de juicio que permitan al lector confirmar sus comprobaciones. Para ello necesita
acomodar sus fichas y sus conclusiones de manera que cada afirmación suya esté suficientemente avalada
con el aparato erudito. Debe conformarla composición con un adecuado aparato erudito constituido
principalmente por las citas a pie de página y anexos. Por cita a pie de página se entiende tanto la referencia
bibliográfica como la reproducción de textos.
#La presentación: La presentación es el libro u opúsculo en donde se expone el resultado de la pesquisa
realizada. Sobre el particular es oportuno hacer algunas consideraciones. En el Siglo XIX los eruditos han
exagerado e] aparato de tal naturaleza, hay monografías cuyas notas a pie de página y anexos exceden en
mucho el texto propiamente dicho. Pero en nuestros días la historia interesa no sólo a los eruditos sino a la
inmensa mayoría de las personas, tanto que abunda cierta historiografía con pretensiones de popularizar el
conocimiento histórico cuya incidencia en las masas sólo sirve para desatar pasiones o alimentar charlas de
café. Pero más o menos a partir de 1950, ciertas editoriales verdaderamente serias comenzaron a lanzar al
mercado obras historiográficas importantes elaboradas con estilo ameno y agradable, la discusión erudita
no va a pie de página sino a manera de comentario crítico al final de cada capítulo, y el aporte heurístico en
medida de lo indispensable va agregado en anexos. El lector interesado en conocer el problema tratado en
el libro tiene suficiente y clara información en el texto, y el erudito que quiera profundizar el tema puede a
través de los comentarios críticos y los anexos analizar la discusión y recurrir a las fuentes consultadas.
DIVISION DE LA HISTORIA.
La forma más sencilla es la cronología, este proceso de separación se llama periodificación y los espacios de
tiempo para ese proceso se llama períodos: 1) Prehistoria 2) Historia: Edad Antigua, Edad Media, Edad
Moderna, Edad Contemporánea.
PERIODIZAR significa dividir la Historia en “edades” o etapas cronológicas con el propósito de comprender
las fases cambiantes de un largo proceso y facilitar su estudio. Debemos aceptar esta división en edades por
razones de método, pero la Historia es una especie de corriente que nunca se irrumpe. El límite entre las
etapas, indicado por el año de un acontecimiento, no es una línea de separación absoluta, sino una especie
de franja que abarca un periodo donde los hechos humanos se entrelazan e invaden recíprocamente.
Las edades históricas son cuatro: Antigua, Media, Moderna y Contemporánea, cuyos límites están señalados
de la forma siguiente:
a)- Edad Antigua: comprende desde unos 4.000 años a.c, época en que aparecen los primeros documentos
escritos. Hasta la destrucción del Imperio Romano de Occidente a causa de las invasiones de los pueblos
barbaros (476). Este periodo se subdivide en: Oriente, Grecia y Roma, de acuerdo con el florecimiento de
esas civilizaciones.
b)- Edad Media: se extiende por más de diez siglos, desde el año 476 hasta el año 1453 en que
Constantinopla –capital del Imperio Romano de Oriente- cayó en poder de los turcos.
c)- Edad Moderna: comprende desde 1453 hasta 1789, año en que se produjo la Revolución Francesa.
d)- Edad contemporánea: se prolonga desde el año 1789 hasta la época actual.
PREHISTORIA Y PROTOHISTORIA.
La Prehistoria es la ciencia que investiga la actividad humana en épocas anteriores a todo documento
escrito, tradición, o leyenda. De estos tiempo tan remotos solo quedan vestigios del hombre primitivo: sus
propios huesos, moradas, armas y utensilios. El estudio de estos restos presenta muchas dificultades y
generalmente las soluciones son simples hipótesis o conjeturas.
La Protohistoria es un periodo de transición, que continúa al anterior y en el cual, además de los restos
arqueológicos, se valorizan tradiciones y leyendas.
La Historia comienza con la aparición de los primeros documentos escritos, es decir, con la invención de la
escritura, aproximadamente entre los 4.000 a 5.000 años antes de Cristo.
El hombre prehistórico: los geólogos consideran que la antigüedad de la tierra es de unos dos mil millones
de años. Su evolución se ha dividido en Eras o periodos cronológicos sucesivos que comprenden millones de
años.
a) Era arcaica o azoica, en que no había vida en el planeta.
b) Era primaria donde aparecen los primeros animales invertebrados, anfibios y peces.
c) Era secundaria o de los reptiles.
d) Era terciaria o de los mamíferos.
e) Era cuaternaria o del hombre.
En esta última los geólogos reconocen cuatro periodos glaciares que se caracterizaron por el avance de
grandes masas de hielo procedentes de los polos y provocaron descensos térmicos hasta en la región
ecuatorial. Al retirarse los hielos se produjeron los llamados periodos interglaciares, con un clima más cálido
y benigno.
El origen del hombre y el lugar en que apareció sobre la tierra es un problema que –desde muy antiguo-
apasiono a los estudiosos. El cristianismo, basado en la tradición bíblica, sostiene el origen único y común de
la especie humana (monogenismo) y le otorga atributos –alma, pensamiento- que lo diferencia de los
animales.
Otros defienden la teoría evolucionista, que explica el desarrollo de los organismos mediante pasos
graduales partiendo de formas más simples. En la conocida tabla del naturalista sueco Linneo (1707-1778) el
hombre figura al lado de los monos, primero en el orden de los “primates”.
El estudioso francés Bautista Lamarck (1744-1829), creador del transformismo, propuso una teoría
explicativa de la evolución, que apoyo después el inglés Carlos Darwin (1809-1882) autor de la teoría
llamada darwinismo.
Otro problema es el referente a la antigüedad del hombre sobre la tierra. Según las opiniones más
autorizadas, puede afirmarse que la especie humana surgió en la Era cuaternaria, en el primer periodo
interglacial, hace aproximadamente un millón de años.
Manifestaciones culturales prehistóricas: según el material que el hombre de aquella lejana época empleaba
en sus armas y utensilios, la ciencia prehistórica distingue la Edad de Piedra y la Edad de los Metales:
EDAD DE PIEDRA.
Comprende los periodos llamados Paleolítico y Neolítico. A su vez, el primero se divide en:
a)- PALEOLITICO INFERIOR: es el más antiguo y se extendió miles de años. En sus orígenes, el hombre se halló
indefenso entre los gigantescos animales y, para subsistir, comenzó a fabricar sus primeras armas utilizando
la piedra: hachas de mano o instrumentos cortantes por una punta y los lados. Vivía al aire libre,
dedicándose a la caza, a la pesca y a la recolección de frutos. Dos adelantos de importancia son el
surgimiento del lenguaje hablado y la producción artificial del fuego, debido a las chispas de piedras
entrechocadas.
A este primer periodo prehistórico corresponden los restos humanos hallados en el pueblo de Neanderthal
(Alemania).
Este hombre paleolítico apareció en un periodo interglacial y, debido a la temperatura favorable, andaba
errante y de noche buscaba refugio sobre los árboles.
b)- PALEOLITICO SUPERIOR: cuando se produjo el último periodo glacial, los fríos intensos provocaron un
cambio en la flora y la fauna terrestres. El hombre debió buscar refugio en cavernas (troglodita) y comenzó a
cubrirse con pieles de animales. Adelantó en el trabajo de la piedra y también utilizó el hueso y el marfil:
fabricó arpones para pescar, agujas, ganchos y puntas de flechas. Surge la idea de autoridad, como lo
demuestran los “bastones de mando” hechos con astas de reno.
Entierra a los muertos con sus utensilios y practica ciertas formas de magia y de hechicería.
A este periodo prehistórico corresponde la raza de cro-magnon, así llamada porque sus restos fueron
encontrados en esa localidad de Francia, y que indica un visible adelanto con respecto a su antecesora.
Aparecen las primeras manifestaciones artísticas y expresiones de belleza. Los hombres de cro-magnon
cubrieron rocas y muros de cuevas con pinturas de animales llamadas “rupestres”, cuyas mejores
manifestaciones han sido halladas en Altamira (España).
NEOLITICO (de la piedra nueva).
Este periodo marca un gran adelanto en la evolución del hombre. Aprende a pulir la piedra y consigue la
forma deseada para sus armas; también fabrica objetos para su adorno personal.
De esta época son las primeras manifestaciones de alfarería, pues el hombre neolítico moldea arcilla blanca
y endurece con el calor del fuego. En esta forma consigue fabricar vasijas de diversos tamaños.
Para subsistir, no abandona el método anterior de la caza, la pesca y recolección de frutas silvestres, pero
asciende un nuevo grado en la escala social al iniciar la ganadería con la cría de animales y la agricultura con
el cultivo de la plantas.
Gran importancia tuvo para el hombre de esta época la formación de rebaños y el cultivo de los granos.
Abandono la vida nómade por la sedentaria, pues fijó su residencia en comarcas adecuadas para la vida
pastoril. Facilito el hallazgo de alimentos y concentro a la especie humana en grupos cada vez más
organizados.
La aparición de la familia y de las ideas religiosas son aspectos muy destacados de este periodo. Surgen el
clan, agrupación propia de las culturas totemistas (de tótem: creencia en el parentesco con un objeto, un
animal o una planta de los que se espera protección), y el animismo o culto a los espíritus misteriosos que
habitan en cada objeto material.
Construyó sus viviendas con barro y paja en forma de rústicas chozas circulares, pero el ataque de las fieras
y de las tribus enemigas lo obligaron a defender el poblado con empalizadas y fosos. Estas primitivas
agrupaciones humanas han sido llamadas terramas. También levanto poblaciones sobre pilotes clavados en
el fondo de los lagos. Las viviendas se llamaron lacustres o palafitas.
A este periodo pertenecen los monumentos megalíticos (gigantescos) construidos con grandes bloques de
piedras sin labrar. Eran probablemente sepulturas, altares o columnas votivas.
EDAD DE LOS METALES.
Comprende dos periodos:
a)- Edad del Bronce: el cobre fue el primer metal empleado por el hombre para reemplazar a la piedra en la
construcción de variados objetos. Comenzó a usarse –unos 4.000 años antes de cristo- en regiones cercanas
al golfo Pérsico, luego en Egipto y más tarde en Europa. Es muy maleable y se lo encuentra generalmente
puro, lo cual explica por qué fue el primer metal utilizado; sin embargo, carecía de la dureza necesaria para
confeccionar objetos resistentes.
Con posterioridad, el hombre primitivo logró fundir el cobre con el estaño y obtuvo el bronce, de mayor
consistencia y por ello muy apto para fabricar armas. En una ciudad lacustre de suiza se encontraron un
horno y diversos residuos de fundición. Comenzó en esta forma la metalurgia, de gran trascendencia para el
progreso del género humano.
b)- Edad del Hierro: manuscritos egipcios, cuya antigüedad se calcula en 1.250 años antes de cristo,
mencionan por primera vez el empleo del hierro, aunque es probable que este metal fuera introducido por
otros pueblos invasores que conocían su uso a pesar de poseer menor cultura. En general, el hierro fue
utilizado luego de la invención de la escritura, y por esto solo es prehistórico en contados pueblos.
En las ciudades de La Tene (Suiza) y en Hallstatt (Alemania) –habitadas por pueblos celtas y germanos- se
han encontrado espadas de hierro, de hoja ancha y pesada, hachas y puntas de lanzas del mismo metal. A
partir de esta Edad comienzan los tiempos históricos.
-El hombre del paleolítico anduvo errante y la caza fue su principal medio de subsistencia. Los vestigios
hallados de esta época tan remota permiten afirmar que los primitivos cazadores habitaron parte de
Europa, Asia, y África. La raza de Neanderthal se extendió por todo el mediterráneo, el accidente asiático y
europeo, y también el norte de África.
En el paleolítico superior la raza de cro-magnon se expande por la superficie terrestre; se han encontrado
rastros de su actividad en Europa, Asia, África y América. El medio geográfico fue más propicio, por cuanto
desaparecieron los glaciares que separaban Asia de Europa y los hielos disminuyeron en la zona del estrecho
de Bering.
En el neolítico, a consecuencia del aumento de la población y la búsqueda de tierras más fértiles, se
produjeron amplios movimientos migratorios, favorecidos por el empleo de balsas y botes rudimentarios.
El protagonista de las migraciones neolíticas fue el homo sapiens, emparentado biológicamente con el
hombre de cro-magnon, especie de la que desciende el hombre actual. Se calcula que hace
aproximadamente 20.000 años se dividía en tres grandes razas: la caucásica, la mogólica y la negroide que, a
su vez, se subdividía en otras ramas secundarias.
Los integrantes de la raza caucásica fueron los antepasados de los pueblos del cercano oriente. La raza
mogólica se estableció en Asia oriental y en el hemisferio occidental (América) y la raza negroide ocupa el
continente africano.
CIENCIAS AUXILIARES DE LA HISTORIA.
Nos habíamos referido a las denominadas “disciplinas auxiliares de la historia”. La ciencia histórica (o la
técnica de investigación histórica) necesita de estas otras. Algunas son verdaderas ciencias, otras sólo se
adecúan como auxiliares. Por ejemplo, en sentido estricto se incluyen como ciencias auxiliares a la
diplomática, biografía, genealogía, numismática, iconografía, paleografía, etc., y en sentido más general a la
arqueología, etnología, antropología, folclore, paleontología, filosofía, arte, religión, geografía, astronomía,
derecho, estadística, economía, etc. Entre las ciencias de las cuales la historia toma conocimientos auxiliares
de carácter general (por ejemplo; la antropogeografia, etnografía, sociología, psicología, economía,
demografía, política, estadística) y las ciencias y conocimientos relacionados más íntimamente con ella, que
se emplean de continuo para la tarea de investigación (por ejemplo, filología, lingüística, paleografía,
diplomática geografía, cronología, heráldica, etc.). También se ha hecho una distinción entre las ciencias que
auxilian a la historia y las que están a su servicio (en el primer caso la geografía, por ejemplo; en el segundo,
la cronología, la paleografía, etc.).
FUENTES DE LA HISTORIA.
Se ha establecido diferentes divisiones de las fuentes historiográficas. Una de las más conocidas es la que
distingue entre RESTOS y TRADICIONALES. Todos los materiales de la investigación historiográfica pueden
dividirse en dos grandes ramas: los RESTOS, que pueden ser los de las obras producidas por el hombre (por
ejemplo, puentes, utensilios, teatros, etc.), los modos de vida de las comunidades (tales como los usos y
costumbres), los ordenamientos jurídicos, etc.; las obras literarias o filosóficas, los documentos en general y
las TRADICIONES, que pueden ser orales o escritas, por las dudas se transmite la memoria de los hechos
pasados. Más brevemente aun, podríamos formular una división en: MONUMENTOS, que son los restos
para la transmisión de un hecho; y DOCUMENTOS, entre los cuales podrían incluirse inscripciones, medallas,
etcétera.
2)- HISTORIA DEL DERECHO. CONCEPTO. DIVISIÓN. HISTORIA DEL DERECHO ARGENTINO. DIVISIÓN.
La Historia del Derecho es la disciplina fundamental que estudia uno de los aspectos del Derecho —el
origen y proceso formativo del fenómeno y de las instituciones jurídicas—, como la Ciencia, la Filosofía y la
Sociología del Derecho tratan otras manifestaciones del mismo fenómeno.
De ahí las estrechas relaciones de la Historia del Derecho con la Dogmática Jurídica, como concepción sobre
la unidad o síntesis de las diversas ramas del Derecho positivo y coordinación sistemática de sus principios,
con la Filosofía del Derecho, o razón universal del mismo, y con la Sociología jurídica que estudia el derecho
en función de la realidad social.
La Historia del Derecho, como ciencia del espíritu, indaga las fuentes del Derecho y todo lo concerniente al
desarrollo y transformación de las instituciones jurídicas, formando parte integrante —como la Historia
económica, social, ideológica, literaria, artística, etcétera— del dilatado dominio de la Historia Universal y
del campo más circunscripto de la Historia de la Civilización y de la Cultura. Para Benedetto Croee, como se
sabe, la ciencia es lo universal y lo necesario —siguiendo a Aristóteles, y como la Historia trata lo individual y
empírico, la Historia es conocimiento, pero no ciencia.
El contenido de la Historia de la Civilización es la ordenación de los acontecimientos que se suceden en
dirección a ideales superiores, de libertad, paz y justicia, y el de la Historia del Derecho, con sus caracteres
específicos, es el estudio de la convivencia organizada, las normas éticas, religiosas, morales y jurídicas que
han existido y rigen la conducta humana, el Derecho consuetudinario, la jurisprudencia de los Tribunales y la
opinión científica de los tratadistas.
Tal definición de la Historia del Derecho abarca su amplio contenido, pues admite que el Derecho vive en el
espíritu del pueblo y en sus hombres superiores, en cuya virtud integra los dominios de la Historia Social.
Aun los hechos que no constituyen Derecho precisamente —siendo necesario acudir con frecuencia a las
fuentes no jurídicas— y las individualidades ejemplares tienen un valor representativo que integra el
conocimiento del Derecho.
La Historia del Derecho constituye una disciplina filosófica y social vigente.
Es una disciplina filosófica porque presupone un conocimiento puro de su naturaleza y finalidad; de la
trabazón de los hechos sociales; de la noción de las causas objetivas y subjetivas, así como también el
fundamento de las concepciones jurídicas y la unidad de los valores del espíritu de la historia.
Es una ciencia social porque estudia la realidad plena del Derecho y la entidad creadora del pueblo, como
sujeto activo y propulsor de la evolución del Derecho —en oposición a la concepción individualista—, o sea
el concepto fundamental del Derecho en acción.
Por último, la Historia del Derecho es una disciplina cultural vigente. No es una ciencia de la naturaleza que
se explica por las leyes generales de la causación exterior al hombre, sino ciencia del espíritu, que se
comprende al evocar los cuadros encendidos de la vida humana. Historia además que tiene presencia, que
tiene un elemento en vigor.
El método de la Historia del Derecho no es por tanto un método naturalista, pero son severos los
procedimientos que aplica a la investigación de las fuentes, a la crítica del saber histórico y a la restauración
auténtica del pasado jurídico.
La Historia del Derecho, como la Historia de la Religión, la Ciencia, el Arte, la Cultura, son manifestaciones de
la espiritualización de la Historia, estudiada según la forma y la materia, la norma y la conducta.
A través de esa Historia, la sangre no ha corrido en vano y las luchas no han sido estériles si con ellas se
conquistan la paz, la justicia y las libertades.
La Historia del Derecho se divide en externa o de las fuentes e interna o de las instituciones jurídicas.
La distinción pertenece al filósofo Godofredo Leibnitz (1646-1716), quien en su "Nova methodus
diseaendae... “definía la Historia general del Derecho "como la Historia de todo el movimiento social de un
pueblo, en tanto que las ideas y los hechos (pie lo constituyen se traducen en la legislación", concepto
amplio que afirmaba la necesidad de estudiar todos los hechos, cualquiera fuera su naturaleza, (pie tuvieran
repercusión, pero concepto restringido en cuanto sólo se refirió a la repercusión que tendrían los hechos en
la legislación principalmente. Tal orientación del pensamiento sufrió una notable variante en los sucesores
de Leibnitz, en Heineccio (1661-1741) y expositores de la escuela histórica, que separaron profundamente el
estudio de las fuentes del de las instituciones, rompiendo con violencia la unidad de las partes de un todo.
No es posible establecer una diferencia científica entre ambos aspectos de la Historia del Derecho. Pero la
distinción tiene importancia didáctica, porque impulsa metódicamente las investigaciones históricas
comenzando por las fuentes del derecho y los sucesos políticos y sociales para conocer en seguida las
instituciones jurídicas.
También es preciso distinguir las fuentes de producción del derecho de las fuentes del conocimiento del
derecho.
Las fuentes de producción del Derecho son la legislación, el derecho consuetudinario, la jurisprudencia de
los Tribunales y la doctrina de los tratadistas, y de su simple enunciado se desprende (pie a través de tal
Historia externa se penetra en la Historia interna en todo lo que las fuentes conservan vivo el espíritu que
trasciende de las instituciones jurídicas.
La heurística es el estudio de las fuentes, de donde se derivan los conocimientos. Son fuentes históricas los
restos dejados por los hechos (restos propiamente dichos (pie no tienen un fin conmemorativo, corpóreos e
incorpóreos y monumentos que tienen fin conmemorativo) y las tradiciones que suponen intermediarios
que las transmiten (figurada, oral y escrita) en la clasificación de Ernesto Bernhein. Los periódicos, según el
mismo autor, participan del carácter de tradiciones porque trasuntan las tendencias partidarias del
momento y de restos, porque permiten apreciar las opiniones de cada época.
Los restos, en la Historia del Derecho, pueden ser jurídicos, los documentos de la literatura erudita y
espontánea, leyes, sentencias, netas, formularios, periodismo forense, etcétera; y no jurídicos, que se
registran en la literatura general, religiosa, poética, teatral, histórica y moral. IJOS primeros son fuentes
directas y los segundos son fuentes indirectas.
Hay períodos en la Historia del Derecho de los pueblos —especialmente en la etapa de los orígenes— que
no se pueden estudiar, a falta de restos jurídicos, sino a través de restos no jurídicos.
La investigación en las fuentes del Derecho debe hacerse con espíritu inquisitivo y crítico, a la vez, para
impulsar las investigaciones, por una parte —como ya he dicho—, y con el fin de aplicar a los documentos —
tomando esta palabra en su acepción genérica equivalente de restos y tradiciones— la crítica externa o de
autenticidad y la interna o de veracidad.
La ley, que en principio es una generalización, estructura la vida jurídica de los pueblos en las instituciones,
del Derecho público y privado, en sus diversas ramas.
La Historia de las instituciones jurídicas es el estudio vertebral de las mismas en series ordenadas desde sus
orígenes, fijando sus momentos principales y su desarrollo sucesivo, que explican su estado actual.
En la institución —se ha observado— es donde debemos indagar los valores del Derecho, porque en ella es
donde se alcanza el equilibrio inestable, donde se encuentran el orden objetivo del Derecho social y el orden
subjetivo del Derecho individual, la transformación del hecho en situación jurídica.
Como ha dicho Ortolan, el gran romanista, todo historiador debiera ser jurisconsulto y todo jurisconsulto
historiador.
En la Historia del Derecho hay un aspecto individual que es la relación jurídica o el Derecho subjetivo
estudiado por la Historia genética, pero comprende también una parte general, el de la norma jurídica o el
Derecho objetivo, estudiado por la Historia sistemática.
La generalidad del Derecho integra un sistema de leyes y principios con sus caracteres definidos que cambia
con las épocas. Cada época crea su Derecho propio.
La Historia genética sigue el curso de los hechos jurídicos individuales, y la Historia sistemática se eleva a la
visión de las épocas o períodos en el pasado del Derecho.
La Historia sistemática, por el método concéntrico, abarca el conjunto de elementos que integran el cuadro
jurídico —concepto y caracteres del Derecho, las formas de interpretación, integración y aplicación de los
textos, etcétera—, y constituye un imperativo categórico de su naturaleza, la adopción de un criterio
general para proyectar con el plan cronológico la periodificación del desenvolvimiento histórico.
La Historia del Derecho dividida en períodos no ha de subordinarse precisamente a los períodos de la
Historia General, sino distinguir las etapas de su propio desarrollo.
Al mismo autor pertenece el concepto, que todo sistema jurídico responde a un estado de cultura y no se
comprende sin un conocimiento de los rasgos fundamentales de la cultura de un pueblo, que no deben
exponerse según nuestra sistemática actual sino conforme a la de cada época.
En ese estudio de la cultura de un pueblo es a su vez fundamental la historia de las ideas jurídicas, a través
de sus autores o creadores y su comunión con la sociedad.
La Historia del Derecho como ciencia, ilustra sobre los principios que presiden el desenvolvimiento general
del Derecho y el propio de cada pueblo o nación —al decir de Eduardo Hinojosa—, ofreciendo enseñanzas
provechosas para la reforma y mejoras progresivas de las instituciones jurídicas. Distingue también el autor
citado lo que hay en el Derecho como elementos permanentes y manifestaciones eternas del ideal de
justicia y lo que tiene como formas transitorias que ahora carecen de vida porque ha desaparecido el
principio que les animaba. Desde este punto de vista científico, la Historia del Derecho de cada pueblo
representa, pues, un valor notable como contribución a la evolución integral del Derecho y como
conocimiento básico en la evolución nacional de cada país, pues que este último estudio abarca la crónica
muerta y también la historia viva del pasado jurídico que sobrevive en la constitución, las leyes, el
pensamiento y la creencia del pueblo.
El Derecho contemporáneo es original como el que corresponde a cada época nueva, pero no se comprende
sin la indagación de su historia y la comparación con las instituciones pretéritas.
En la importancia práctica del Derecho no debe confundirse —como advertía Rafael Altamira— la idea de
utilidad con los derechos positivos del vivir presente, pues aquella idea debe ser amplia y todo conocimiento
es útil si satisface una necesidad del espíritu.
Es evidente la importancia práctica de la Historia del Derecho si se tiene en cuenta los resultados que
lograron los fundadores de la escuela historicista en cada una de las naciones —fue una etapa en la
evolución del pensamiento jurídico— y su influencia decisiva en los cambios operados en la teoría jurídica y
en la legislación de los pueblos.
En el plano de la aplicación de la ley, la Historia del Derecho suministra, para la más justa y fundada
interpretación, todos los datos sobre el objetivo, fines y resultados de las leyes dictadas.
La Historia del Derecho da al estudioso:
1º Un procedimiento inquisitivo, aplicado a las fuentes del saber histórico y a la valoración o crítica externa
de autenticidad e interna de veracidad de los documentos.
2º Un método comparativo sobre la filiación nacional de las instituciones y el desarrollo de instituciones
análogas de otros pueblos, para relacionar el pasado con el presente a la luz esclarecedora del proceso
histórico.
3º Una noción sobre la fuerza orientadora de la tradición jurídica en la vida del derecho, contraria a la
creencia ingenua de que las instituciones extranjeras se imitan y se imponen violentamente a la conciencia
de los pueblos.
4º Una concepción del hombre contemporáneo, un hombre eminentemente jurídico conforme al concepto
ya enunciado de la espiritualización de la Historia y del Derecho —como ha existido en otro tiempo un
hombre eminentemente económico— que se desenvuelve sin perder su personalidad en un mundo en el
que la mayoría de las relaciones sociales se han transformado en relaciones de derecho.
5º Un ideal alentador al afirmar que los hechos históricos como tales no se repiten; la Historia es
irreversible, la realizan los hombres y cada época crea su historia y aun sus mitos o fábulas y ficciones
alegóricas. Da el sentido de lo real y de lo relativo. Admite la existencia de una historia eterna, que viene a
nosotros, como fundamento del orden estable, y eleva la Historia del Derecho, en virtud de su propia
naturaleza, para la valoración de ese pasado, a la categoría de un tribunal ideal, porque la historia hace
justicia a los hombres ilustres en la posteridad.
Se podría afirmar, conforme a los términos de la máxima antigua, que la Historia del Derecho, como parte
de la Historia general, es la maestra del legislador, del jurisconsulto, del juez, del letrado, y enseña a todos
ellos y al pueblo a luchar con fe en el triunfo del bien, la justicia y la libertad.
La Historia del Derecho argentino, desde sus orígenes, comprende el estudio de los Derechos castellano,
indígena, indiano y argentino propiamente dicho.
El Derecho castellano y sus instituciones se proyectaron en las Provincias de Indias, y esta penetración
jurídica se ha prolongado durante centurias hasta dictarse los Códigos argentinos, en la segunda mitad del
siglo xix.
Las Indias, no eran colonias o factorías, se incorporaron a la Corona de Castilla y de León, mandándose
aplicar, subsidiariamente, en defecto de las Leyes de Indias, las Leyes de Castilla, según un orden de
predación que comprendía desde las más modernas Recopilaciones de Leyes castellanas hasta los Fueros
(inclusive el Fuero Juzgo del siglo vn y el Fuero Real del siglo xni) y las Partidas.
No se puede comprender, y por tanto no se logra explicar el nacimiento del Derecho indiano y argentino, sin
un conocimiento cabal del Derecho materno, que es el Derecho castellano.
España cumplió en América una misión histórica, por la conversión de los indios al cristianismo, y la
legitimación de los matrimonios de españoles y naturales del Nuevo Mundo, que operó el hecho
extraordinario de la mezcla de las razas; y porque no abolió el sistema político y económico indígena, cuyas
instituciones principales sobrevivieron en la Legislación de indias y en el Derecho patrio contemporáneo.
Tal fue la revelación de su genio jurídico, ya evidenciado en la creación del Derecho Público y Privado,
durante los fecundos períodos de la Alta y Baja Edad Media.
Con la Edad Moderna inicia España un nuevo período, el de Estado - Nación. Es la política unificadora de los
Reyes Católicos, la formación de un Derecho nacional como resultado de la expansión del Derecho
castellano en la Península y su expansión también en Indias. El Derecho indígena fue evolucionando
gradualmente por la mezcla de las razas y la penetración de la legislación de Indias.
Esta última es un Derecho genuino resultante de la potestad legislativa de las autoridades e instituciones
territoriales.
Aunque la legislación de Indias se proponía continuar en América el espíritu y tendencia del Derecho
castellano, empero, la realidad diversa de las razas indígenas y sus distritos geográficos y políticos, elaboraba
un Derecho nuevo, con caracteres propios, al que no eran simplemente adaptables las leyes de Roma o
España, como observaba Solórzano.
El Derecho indiano, en la extensión de los tres siglos de la dominación española, se constituyó sobre nuevas
bases políticas, administrativas, jurídicas, económicas y espirituales, y en cada una de esas ramas se crearon
instituciones originales.
Con respecto a Hispano-América, el estudio de la legislación de Indias en general, desde el punto de vista
político que considera a las Indias no como colonias o factorías, sino como Provincias integrantes de la
monarquía, abarca dos períodos:
l) Desde los Reyes Católicos hasta la promulgación de la Recopilación de 1680, que se desenvuelve durante
los siglos XVI y XVN. La dinastía austríaca, se caracterizó por la tendencia a la descentralización política en
Indias;
2) Desde el advenimiento del rey Felipe V hasta la Revolución de la Independencia en 1810, que comprende
el siglo XVIN, de la dinastía borbónica, caracterizada por la reforma de la Legislación de Indias en todas sus
ramas y por su tendencia eminentemente regalista o de centralización política de España e Indias.
La Legislación de Indias, desde el punto de vista del derecho estrictamente, se puede dividir en legislación
metropolitana, emanada del Consejo de Indias, y en legislación territorial o provincial, resultante de la
potestad legislativa de los diversos órganos o instituciones indianas. Para que se perciba la importancia de
esta legislación territorial, baste decir que al dictarse la Recopilación de Indias de 1680, se dejó
expresamente establecido (apartado final de la ley I, título I, del libro II) que no se hiciera novedad en las
ordenanzas y leyes municipales de cada ciudad, y las que estuvieran dadas por cualquier comunidades y
universidades, y las ordenanzas para el bien de los indios hechas o confirmadas por los Virreyes o
Audiencias, "que no sean contrarias a las de este Libro", las cuales, pues, continuaban en vigor.
Según José María Ots, no se presenta una diferenciación muy precisa en los períodos históricos del Derecho
indiano, pero admite la existencia de una etapa insular —período de grandes experiencias iniciales, muchas
veces de carácter contradictorio frente a una realidad geográfica y social desconocida— y de una etapa
continental. Distingue en esta última el período heroico de los grandes descubrimientos y conquistas —
cuando la acción privada individual predomina todavía sobre la acción oficial del Estado— del período
subsiguiente, en el que se van perfilando las distintas instituciones jurídicas, al acusarse, de una manera
enérgica, la presencia del Estado español en estos territorios, por medio de una nutrida burocracia.
Con respecto a las provincias del Río de la Plata, Paraguay y Tucumán, la historia de la legislación de Indias
eminente* mente territorial comprende los siguientes períodos:
l) Desde los orígenes de las ciudades y fundaciones de las instituciones políticas, municipales y judiciales
(Adelantados, Gobernadores, Cabildos), la legislación inicial del puerto de Buenos Aires en el Memorial de
Antonio de León Pinelo y la legislación sobre las reducciones de Francisco de Alfaro, la división en dos
gobernaciones del Plata y del Paraguay (1617), la Aduana seca de Córdoba (1622), la Primera Audiencia de
Buenos Aires (1661) hasta el Tratado de Utrech (1713).
2) Desde el Tratado de Utrech, con los cambios profundos introducidos por el asiento de negros en Buenos
Aires y las provincias, las guerras con los portugueses, y la nueva legislación sobre los buques de Registro
hasta la creación del virreinato del Río de la Plata (1776), que significó la reorganización de los dominios de
ultramar. 39) Desde la creación del virreinato del Río de la Plata hasta la Revolución de 1810, que
comprende las importantes reales cédulas sobre comercio, la fundación de las nuevas instituciones,
Intendencias de Ejército y Provincia (1782), segunda Audiencia en Buenos Aires (1783), Consulado de
Buenos Aires (1794), entre otras, la guerra con los ingleses, desarrollándose entonces la lucha por el
derecho nuevo y la igualdad de España y estas provincias.
El Derecho patrio argentino es un Derecho nuevo, formativo de la nacionalidad, elaborado durante el
proceso histórico que se cumplió en el virreinato del Río de la Plata y creado por la Revolución de Mayo, que
tuvo fines superiores: la independencia y la libertad.
Desde el punto de vista del Derecho patrio argentino, la Revolución de 1810, que fue sincrónica en toda
América Hispánica, es la ruptura con el pasado y la afirmación de los nuevos principios sociales de ese
Derecho, en todas sus ramas, que fueron adoptándose progresivamente en el Derecho público y privado,
con carácter parcial y con un gran sentido histórico de las circunstancias.
El nuevo derecho político se inaugura con el Primor Gobierno Patrio, cuyos miembros son doctos por el
pueblo, conforme a la Petición escrita, figurando en la solicitud las firmas de personas de todos los sectores.
El pueblo era el nuevo soberano que sustituía al monarca, como el ciudadano al vasallo.
Los preceptos fundamentales que transformaron el sistema en vigor fueron las declaraciones y las leyes
sobre la igualdad y sobre las libertades políticas y civiles, como la libertad de peticionar, de escribir, de
sufragio, de reunión, las garantías individuales y el libre comercio.
El Derecho patrio argentino comprende dos etapas:
1) La etapa del derecho precodificado desde 1810 hasta la Constitución de 1853 y los Códigos nacionales.
2) La etapa del Derecho codificado, con los Códigos nacionales: de comercio (1862); civil (1871); penal
(1886) y de minería (1887).
En las etapas del Derecho patrio argentino precodificado y codificado, el estudioso, de acuerdo con las
modernas investigaciones históricas, puede seguir el proceso de formación del Poder Judicial
independiente; las primeras cartas constitucionales y reglamentos de administración de justicia; la Asamblea
General de 1813-1815, el Congreso de Tucumán, 1816-1820, y el Congreso Constituyente, 1624-1827, en
nuestro Derecho; la creación de la Academia de Jurisprudencia, 1814, y del Departamento de Jurisprudencia
de la Universidad de Buenos Aires, 1821; la reforma de la justicia y la legislación durante el gobierno de
Martín Rodríguez, 1821-1824 ; el Derecho de Patronato en estos períodos; el Poder Judicial en la época de
Rosas y la importante historia en el Derecho procesal del Tribunal de Recursos extraordinarios; los primeros
codificadores argentinos y los movimientos de ideas en 1810-1813, 18211824, 1827-1829, 1833-1834 y
1837-1838, que señalan el itinerario de la historia jurídica argentina hasta mediados del siglo pasado; los
convenios internacionales con Francia e Inglaterra; el régimen de los pactos interprovinciales y la
Constitución de 1853, hechos principales todos ellos reveladores de la existencia y personalidad del Derecho
Patrio argentino.
Tales los vigorosos antecedentes históricos demostrativos de que la Revolución emancipadora de 1810 no
es un epifenómeno de otras revoluciones sino un proceso elaborado durante la dominación española,
proceso de formación de naciones independientes y libres, y de que la Constitución y los Códigos
nacionales, sin desconocer las influencias exteriores universales, no son copia o trasunto de Cartas y
legislaciones extranjeras.
3)- HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA. OBJETO PARTICULAR.
Si tomamos la acepción en un sentido lato y sin mayores connotaciones, las dos palabras: HISTORIA y
CONSTITUCION se nos aparecen como formando una simbiosis, la cual daría por resultado un campo de
trabajo y de estudio solo referido a la HISTORIA DE LA CONSTITUCION. Pero el termino, tomado así, nada
nos expresa y resultaría restringido, desactualizado frente a las nuevas corrientes e ideas en ambos ámbitos,
el de la HISTORIA y el del CONSTITUCIONALISMO.
- Desde el punto de vista del DERECHO CONSTITUCIONAL: Aristóbulo Del Valle nos delimitaba la
materia como “génesis del derecho constitucional positivo”, esto es como aporte de los
antecedentes históricos para la comprensión de nuestra constitución. Y, en efecto, con una
concepción muy de su tiempo, por lo demás cargada de retórica, concebía a los pueblos a la manera
de spenceriana como “organismos” sujetos a leyes fijas, entre otras, a la de “la herencia, a las
condiciones físicas del suelo y a la acción del tiempo”. El derecho constitucional era, para él, “la parte
del derecho público que se ocupa de la organización del gobierno y de las relaciones de éste con los
individuos sometidos a su autoridad”. Reconocía como fuente primigenia a la constitución, pero
aclaraba que la constitución política resultaba del sentimiento y de la idea de un pueblo acerca de la
organización de su gobierno en un momento dado, no pudiéndose tener idea de las instituciones
prescindiendo de la historia de sus antecedentes, por lo que se hacía necesario el estudio tanto de la
letra y texto de la constitución como de su origen, rastreando a través de la historia nacional, pues la
constitución está incorporada a nuestra historia.
De tal manera se delimitaban dos campos: uno que pertenecía al estudio de los antecedentes y de la
génesis de la constitución, el otro encarnando el estudio de la ley positiva, o sea la vigente en el
estado.
Este estudio podría realizarse gradualmente o en cada una de las instituciones en particular, pero en
este caso, para Aristóbulo Del Valle es preferible el de la etapa previa o preparatoria para encarar
luego el de la norma positiva, en donde las instituciones se van dando históricamente.

- Desde el punto de vista HISTORICISTA: Para Ravignani la historia constitucional es un proceso que
tiene por finalidad la organización política de la república, presentando dos etapas definidas: una
primera, que llega hasta la constitución de 1853; otra, que partiendo de dicha fecha llega hasta
nuestros días para hacer práctica su aplicación “tratando de respetar e imponer lo que se entiende
por el verdadero sentido de su texto”. Es decir, que debe estudiarse lo que denomina la vida
constitucional del país, cuya estructura interna considera aun en formación, lo que imponía el
conocimiento d variantes de interpretación de las disposiciones escritas. De tal manera, asignaba
importancia a ciertos elementos sobre los cuales centran su atención a nuevas interpretaciones
historicopoliticas, por lo que la materia adquiría un rico contenido. Se trata de un proceso dinámico,
en el cual habrá que tener presente, en primer plano, la historia de las ideas políticas y de los
procesos de canalización de las mismas a través de facciones, grupos y partidos.
HISTORIA DE LAS INSTITUCIONES.
CONCEPTO: es una idea que fue creada por el hombre y que subsiste a través de los tiempos siendo
aceptada por los mismos a través de dicho tiempo, como vigente.
La institución es creada, conservada y transformada por el hombre, y está exclusivamente a sus servicios. Es
decir que depende en todo caso de la actividad humana y que necesita su renovada adhesión. Todos los
individuos que integran una sociedad tienen una relación directa con las instituciones ya que como agentes
pasivos que prestan su adhesión o como agentes activos que actúan de una manera diversa sobre la
vigencia de las mismas. Cuando una institución no responde satisfactoriamente a las necesidades reales y
actuales de un determinado momento cesan de ser útil, como tal entra en crisis de acondicionamiento
ambiental y es adecuada total o parcialmente a las nuevas exigencias dé la vida social.
De ahí tal vez la impresión más adecuada para dar cuenta de esa actividad humana es la de generación, que
da fuerza a las instituciones, que son, en última instancia el producto resultante de la actividad generacional.
1. Fuentes e Instituciones Jurídicas: En el Derecho pueden distinguirse dos aspectos o momentos diferentes',
el de la formulación de las normas y el conjunto de normas ya formuladas que regulan una cuestión
determinada. Se llama fuente del derecho a los modos de formular las normas: por ley, por costumbre, etc.
Se da el nombre de Instituciones a las situaciones, relaciones u ordenamientos básicos y fundamentales en
la vida de la sociedad. Verbigracia, el Municipio, el matrimonio, el contrato, el proceso. Según el papel que
desempeñan en la vida de la sociedad son instituciones fundamentalmente políticas, sociales, económicas.
Los diversos conjuntos de normas que regulan cada una de estas situaciones y relaciones reciben el nombre
de instituciones jurídicas. A la totalidad de las instituciones jurídicas que rigen en un momento dado se
denomina sistema jurídico.
2. Elementos integrantes de las Instituciones Jurídicas: "En toda institución jurídica se distinguen siempre tres
aspectos diferentes:
a) Las situaciones de hecho que se toman en consideración, por ejemplo la edad o el sexo de las personas, el
cultivo del campo, la comisión de un delito. Estas situaciones se producen unas veces sin voluntad del
hombre, por ejemplo a causa de una tormenta; otras intencionadamente o no son provocadas por él, la
constitución de una familia o la carestía de la vida,
b) La valoración o consideración en que el hombre toma aquellas situaciones conforme a sus ideas e
intereses religiosos, morales, políticos, económicos. Esta valoración, depende siempre del hombre mismo.
Así las ideas religiosas del hombre le hacen considerar el matrimonio de una forma muy distinta, su sentido
moral determina que aprecie de una u otra manera la responsabilidad de un acto, su interés económico le
impulsa a fomentar o entorpecer la ganadería o el comercio,
c) La regulación de aquellas situaciones conforme a la valoración que el hombre hace de ellas, sólo esta
regulación constituye lo propiamente jurídico de la institución.

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