Sei sulla pagina 1di 10

Sanación por la Misa, del padre De Grandis

Señal de la Cruz
Nos reunimos en la Presencia de la Santísima Trinidad

Acto Penitencial
El proceso de perdonar comienza con la oración “Yo confieso a Dios
Todopoderoso y a vosotros hermanos… etc.”
El arrepentimiento por nuestros pecados conduce al perdón que es el
conducto de la sanación! Es el amor, el dejar ir la dureza en nuestro
corazón contra otra persona, dejando ir así aquello que tenemos
contra ella, rompiendo las cadenas de rencor y resentimiento con que
atamos a los demás. Eso es perdonar.
En este momento de esta oración penitencial debo:
1) Pedir a mis antepasados ya idos que me perdonen incluyendo por
mi falta de oración por ellos.
2) Yo debo perdonar a todos por aquellos pecados y efectos
negativos contra mí. Puedo decir: Yo te perdono por el daño que
me hiciste y que todavía me afecta.”
3) Ahora debo pedir perdón a Dios por los pecados de mis
antepasados y otros familiares que todavía viven.

Gloria
Aquí entro en la alabanza de Jesús que está delante del Padre. Su
oración se convierte en mi oración y mi oración en la suya. Las dos
oraciones se convierten en una en el Cuerpo de Jesús, en la
congregación. Cuando alabamos estamos reconociendo al Señor
como creador y su participación activa y continua en nuestras vidas.
Él es el alfarero y yo el barro. Mientras más yo alabo al Señor, más
me abro a la sanación de cuerpo, mente y espíritu.

Oremos
En su oración el sacerdote recoge todas las oraciones y necesidades
de la congregación y se las presenta al Señor. Aquí yo presento todos
los pecados conocidos y desconocidos de mi árbol genealógico y se
los doy al Padre para que los sane de sus efectos negativos.

Liturgia de la Palabra

El Evangelio
Hay un poder de sanación en la Palabra de Dios; así pues,
necesitamos oír y responder a lo que Él nos diga. Debo esperar
sanación cuando oigo la Palabra. El Sacerdote y la congregación antes
de la lectura del Evangelio invocan el toque sanador de Dios en sus
mentes, en sus labios y en sus corazones. Debo recibir la Palabra y
permitirle que me cambie, que me nutra y me llene de energía.

La Homilía
El mensaje del Evangelio se explica y expande en la homilía. Este es
un tiempo para yo contemplar la bondad de Dios.

El Credo
Es un resumen de la renovación de mi fe y creencia en Jesucristo y
en todo lo que me ha enseñado. Esto me une más profundamente a
Él y así me abro para recibir su presencia sanadora para mí, mi
familia y antepasados a través de todas las generaciones.

Oración de los fieles


Una de mis funciones como cristiana es ser intercesora por mi familia
y canal a través del cual pueda fluir la sanación de Dios. Además dice
Gálatas 6:2 “Ayúdense mutuamente a llevar sus cargas y así
cumplirán la ley de Cristo.” Así pues, como intercesora, no sólo rezo
sino que además estoy de acuerdo en soportar y llevar la carga del
otro hasta que ésta desaparezca, lo cual sólo puedo hacer con la
gracia y poder del Señor y el apoyo amoroso de los fieles en la
congregación.

Liturgia de la Eucaristía

El Ofertorio
Este símbolo de ofrecer el pan, vino, agua y diezmos al Señor
también incluye mi ofrecimiento de mi árbol genealógico con todas
sus distorsiones y pecados, toda falta de amor entre sus miembros y
toda enfermedad de cuerpo, mente y alma. Aquí debo re-dedicarme y
entregarle al Señor todas mis heridas dentro de mí, conocidas y
desconocidas, las cuales son un reflejo de mi historia familiar. Debo
en este momento esperar recibir todo el amor de Dios por el que
necesité de mis familiares y que no recibí.

La Consagración
Al transformarse el pan y el vino en el Cuerpo y Sangre de Jesús,
ocurre una transformación espiritual en los miembros de la
congregación. Debo cerrar mis ojos e imaginarme la luz blanca del
Padre bajando y tocando mi corazón e impregnándose en mi árbol
genealógico a través de todas las generaciones como un gran río que
fluye en todos los afluentes y riachuelos familiares. Aquí puedo
observar cómo esta luz toca y funde corazones duros que no
perdonan y como yo y mi familia nos liberamos de todos los vínculos
negativos al ser lavados por la Sangre de Jesús, aceptados en su
amor y nutridos por su Cuerpo y Sangre.
El Padre Nuestro
Es una oración de relación. En ella reconozco la Santidad del Padre,
me rindo, pido por mis necesidades; en ella se me pide
responsabilidad, que perdone y me libera al pedirle al Señor que me
libere del mal…En este momento puedo decir:
“En Nombre de Jesucristo rompo ahora toda la herencia
psíquica y cualquier vínculo demoníaco sobre mi línea familiar
como resultado de desobediencia de mis antepasados.”
También debo cortar todo vínculo entre los miembros de mi familia ,
vivos y muertos (si lo hago, puedo evitar por ejemplo transferir a un
esposo lo que recibí de mi padre).

Comunión
Después de la Comunión debo ofrecer mi árbol genealógico a Jesús.

Rito final
En la última bendición del sacerdote, él nos envía para que seamos
testigos del amor de Jesús, para amar al otro, servirle, ayudarle.
Debo recordar que durante la Misa mi amoroso Padre me ha bendito
y sanado más allá de mis expectaciones, y que por lo tanto Él espera
usarme como un instrumento de su Amor sanador.

Nota: Este sumario está basado en el libro Sanación del Padre Robert
De Grandis.

Verdad Bíblica: cuando Adán y Eva pecaron, este pecado original se


ha transmitido y se transmitirá por toda la vida en cada ser humano
que nazca. Si esto aparece en la Biblia y la Iglesia usa el Sacramento
del Bautismo para traer el Espíritu Santo a lavarnos de ese pecado
original, es obvio que otros pecados de la raza humana,
especialmente de cristianos bautizados, nos afectará a todos
nosotros. En esto se basa la necesidad de usar otro Sacramentos,
como la Eucaristía y la Confesión para lavar, para sanar todos esos
pecados de tantas generaciones desde Adán y Eva. Por ello, es
conveniente arrepentirnos de nuestros pecados y confesarlos, y de
vez en cuando, quizás mensualmente, ofrecer la Santa Misa en la
forma explicada para sanarnos de pecados de generaciones presentes
y pasadas aun dentro del mismo Cuerpo de Cristo (la Iglesia) aunque
no haya relación de sangre, sino relación de familia espiritual: hijos
adoptados de Dios y hermanos de Jesucristo. En lugar del árbol
genealógico tipo humano y único para cada uno de nosotros,
podemos presentar toda la familia de la Iglesia cristiana, muertos y
vivos.
MINISTERIO DE SANACION

Alfonso Uribe Jaramillo fue el obispo de Sonsón-Rionegro (Colombia) de 1968 a


1993, uno de los obispos participantes en el Concilio Vaticano II y uno de los
impulsores de la Renovación Carismática en América.

En vísperas de la Jornada del Enfermo, que cada año se celebra el 11 de


febrero, fiesta de Nuestra Señora de Lourdes, retomamos una enumeración de
frutos de la oración por los enfermos que él mismo experimentó cuando, ya
siendo obispo, empezó a orar por ellos de manera regular. Lo tomamos de su
librito ya casi inencontrable Pastoral Renovada (Librería Parroquial de Clavería,
México).

11 frutos del Ministerio de Sanación y la oración por los enfermos (por


Mons. Alfonso Uribe Jaramillo)

Cuando se menciona hoy el ministerio de curación corporal como elemento


valioso e integral de la pastoral se ponen los gritos en el cielo.

Por experiencia personal sé que si uno trabaja pastoralmente en este campo se


expone a incomprensiones, críticas y burlas. Pero tengo que afirmar también
que este ministerio le acerca a uno a sus hermanos de una manera especial y
es fuente de compensaciones insospechadas. Lo único que lamento es
haber descubierto tan tarde la importancia y la riqueza de este
ministerio al que Jesús dedicó tanto tiempo y con tanto amor. Muchas de
las prevenciones que se tienen contra este ministerio se deben a falta de
buena información.

Se tiene, por ejemplo, la idea errónea de que curación y milagro son casi
sinónimos. Por eso llaman milagreros a quienes ejercen este ministerio. Sin
embargo, se trata de cosas muy distintas, pues aunque una curación pueda ser
milagrosa, esto será la excepción. San Pablo distingue en la enumeración que
hace de los carismas entre curaciones y milagros (1 Cor 12,9). La misma
distinción encontramos en Hechos 4,30.

Otros creen que ejercer el ministerio de sanidad corporal es propio de santos.


Olvidan que el ejercicio de cualquier carisma puede darse en personas
que estén en pecado, y que lo que muestra la santidad de una persona es el
amor con que ejerza los carismas. Judas y Caifás ejercieron carismas, a pesar
de lo que eran, y nosotros los sacerdotes podemos estar en pecado y
consagrar válidamente en virtud del carisma que recibimos el día de nuestra
Ordenación.

Otros toman una posición muy cómoda para no ejercer el carisma de sanidad y
es la de afirmar que para eso están los médicos y las medicinas modernas.
Pero cuántas personas carecen por pobreza de estos recursos, y cuántas
enfermedades son incurables. La oración por curación no excluye ni la
visita al médico ni el uso de medicamentos, quien pueda disponer de estos
recursos debe hacerlo; pero en estos casos no sobra la oración, pues ésta
puede ayudar para que el médico acierte mejor el diagnóstico y en la
formulación de la droga mejor y para que ésta obre con mayor eficacia. (La
lectura del capítulo 38 del Eclesiástico da mucha luz sobre este punto).

Tampoco hay que esperar resultados inmediatos cuando se ora por un


enfermo. A nosotros nos toca solamente orar y dejar al Señor el resultado.
Generalmente la salud se recupera mediante un proceso que puede ser muy
largo pero que es muy útil para que el enfermo vaya conociendo mejor al
Señor y vaya mejorando sus relaciones con Dios.

Otros sacerdotes dicen que para este fin tenemos el Sacramento de la Unción
de los enfermos y que lo demás sobra; no tienen en cuenta que la Renovación
Carismática Católica da gran importancia a este sacramento. Además, hay
muchos casos de enfermedad que no permiten la administración del
Sacramento pero sí el Ministerio de Sanidad por la Oración.

FRUTOS DEL MINISTERIO DE SANACIÓN

1- Experiencia del Amor de Cristo


El gran valor pastoral de este ministerio de sanidad consiste en la experiencia
que reciben los enfermos del amor de Cristo que aparece de manera concreta
en su compasión por los que sufren. Cuando uno ora al Señor por un enfermo
y con él, siempre hay una manifestación de paz y alegría en él, aunque no se
dé ningún cambio aparente en el estado de su salud.

Con este ministerio la gente comprende mejor la realidad de un Jesús vivo que
es el mismo siempre y que ahora hace por ministerio de la Iglesia todo lo que
aparece en el Evangelio.

Muchos que han oído decir frecuentemente que "Dios es amor", sienten por
primera vez la realidad de ese amor paternal cuando alguien implora de Él la
salud para uno de sus hijos y éste la obtiene, sea de una manera total o al
menos parcial.

Hablamos mucho en teoría del amor de Dios, pero nos da miedo hablar de su
experiencia. Y ¿cómo vamos a predicar con fuerza el amor de Dios si no
hacemos nada para que un enfermo lo palpe?

Lo que hallo más interesante en el Ministerio de Sanación es este aspecto


pastoral del encuentro real de los enfermos con el poder y el amor del Señor.
Más aún, si no fuera por este aspecto, yo no hallaría mucha razón de ser en
esta tarea. Mientras no se descubra este aspecto, que es primordial, no se
comprenderá ni se valorará debidamente la oración por la curación de los
enfermos.

Cuando leemos el Santo Evangelio, vemos cómo un endemoniado, una vez


liberado por Jesús, quiere acompañarlo (Mc 5, 18). Como la suegra de
Pedro, una vez curada de su calentura, inmediatamente se pone a
servir a Jesús (Mc 1,30). Era la reacción lógica de quienes habían
experimentado la caridad del Señor y querían corresponder a ella con
demostraciones concretas de gratitud..

2- Anestesia divina
Así llama un autor el fruto de la oración en algunos enfermos. No se curan,
pero desaparecen o disminuyen los dolores. Estas personas reciben un gran
alivio con la oración que se hace por su curación, y pueden alabar mucho al
Señor y desempeñar sus deberes o parte de ellos.

La fuente de la sanación es el amor. Cuando nos acercamos con compasión


verdadera a un enfermo él siente esa corriente de amor del Señor en su
ser y los dolores disminuyen o desaparecen. Las madres saben esto por
intuición y por eso con sus caricias quitan tantos dolores del cuerpo de sus
pequeños enfermos.

3- Que el médico descubra la causa de la enfermedad y acierte en el


tratamiento
No pocas veces esa es la respuesta de la oración que se hace por un enfermo.
El Señor es el autor del hombre, de la Ciencia y de las medicinas. Cuando Él
lo quiere, da su respuesta a través de estos medios naturales que deben
ser tenidos por todos en alto aprecio.

Recuerdo el caso de una señorita que había estado sometida a minuciosos


exámenes y a largo tratamientos sin curarse de unos cólicos muy fuertes. Al
día siguiente de una oración por su salud, se hizo tomar una nueva radiografía
ordenada por el especialista y éste al estudiarla descubrió inmediatamente la
causa de la dolencia y dijo que nunca había visto una radiografía tan bien
tomada. Casualidad dirán algunos. Respuesta amorosa del Señor decimos
quienes creemos en su amor y en su Providencia adorable y paternal.

Parecido resultado de la oración es a veces el que un paciente ha rechazado


una intervención quirúrgica por miedo y con distintas excusas, reciba el valor
necesario para someterse a ella y ésta tenga pleno éxito.

4- Discernir que en algún caso lo prioritario es una sanación interior,


no corporal
Puesto que más del 80% de las enfermedades son psicosomáticas, hay que
buscar ante todo, la sanación interior de la causa que origina la dolencia
corporal. Para conocer esto en casos especiales se necesita más claridad y ésta
es el fruto de la oración.

En el ejercicio de este Ministerio aparece a cada paso la acción maravillosa del


Espíritu de verdad que conduce sabiamente a quienes confían sobre todo en su
luz y en su amor.
Con el carisma del discernimiento se consigue en determinados momentos la
claridad que, de manera distinta, no habría aparecido.

Sobra advertir que en estos casos habrá que orar primero por la sanación
interior y dejar la física para el segundo lugar.

También aparecerá a veces que hay en el enfermo resentimientos


profundos y falta de perdón y que a causa de esto no es escuchada su
oración por la curación. Con esta visión se procede entonces a pedir al
Señor su amor para con él poder perdonar y suprimir así el obstáculo.

5- Liberación de un hábito nocivo


Muchas enfermedades pulmonares, gástricas, bronquiales, etc,,, son el
resultado del exceso en el uso del cigarrillo, el alcohol, la droga, etc...

Las personas son prisioneras de esos hábitos y se sienten incapaces de


dejarlos. Será inútil orar por la sanación de tales enfermedades mientras
subsista la causa de ellas.

La oración en estos casos tiene que buscar, ante todo, la liberación de esa
adicción o de ese hábito. Y se consigue cuando se ora con fe y
perseverancia y cuando el enfermo añade a la oración humilde el deseo
sincero de corregirse y toma para ello las medidas que estén a su alcance.
Quizás no nos hemos detenido a reflexionar sobre la necesidad y sobre las
posibilidades de esta clase de oración.

Quienes tienen experiencia en esta clase de oración pueden aportar


experiencias admirables. Lo que sucede es que frente a nuestra voluntad
débil e inconstante tenemos el poder del Espíritu, pero contamos muy
poco con él. Su acción quiere llegar a todas las áreas de nuestra persona y
una de las más importantes es la de nuestra voluntad tan debilitada por el
pecado y por los malos hábitos. Aprendamos a iniciar muchas de nuestras
oraciones con el lenguaje de la Iglesia: "Señor, fuerza de los que en ti
esperan...".

6- Visión para organizar mejor la vida y tener así mejor salud


La causa de malestares y aún enfermedades en muchos es la falta de
organización y orden en el desenvolvimiento de sus ocupaciones y de la debida
distribución del tiempo. Aún muchos apóstoles sucumben pronto agobiados por
el trabajo debido a esta circunstancia.

Hay personas que se encuentran en situaciones más difíciles y que exigen de


ellas un trabajo agobiador. Otras se entregan sin necesidad a un activismo
exagerado, expresión a veces de situaciones psicológicas anormales.
Unos creen falsamente que a Dios le agrada únicamente el trabajo y que el
descanso es, al menos, imperfecto.

Otros son incapaces de decir no y se entregan al servicio hasta quedar


extenuados e incapacitados durante un tiempo para continuar ayudando a
los demás con su ministerio. No pocos creen que tienen que llevar sobre sus
hombros todo el peso de la humanidad y pronto caen sin fuerzas.

La oración, la docilidad al Espíritu que muchas veces nos habla a través de


personas y de acontecimientos, pueden darnos la luz oportuna para distribuir
mejor el tiempo, para actuar de esta o de aquella manera y para proceder en
cada circunstancia como el Señor quiere que lo hagamos.

Somos seres racionales y el Señor quiere que obremos como tales. Él nos da
su luz para ver con claridad: si se la pedimos con humildad y con confianza de
hijos.

7- Solución de un problema que influye en nuestra salud


Las preocupaciones y los problemas cuando son graves y persistentes nos
ponen tensos y terminan por afectar nuestra salud. Mientras no encontremos la
solución adecuada o mientras no obtengamos la paz y la fuerza del Señor para
llevar la cruz con tranquilidad, no sanaremos físicamente, sino que el mal
crecerá.
La oración consigue esta gracia y nos sana indirectamente. Aprendemos
cuando oramos a "lanzar nuestras preocupaciones en el Corazón amorosísimo
del Señor y Él nos reconforta". Entendemos entonces el valor de la palabra de
Dios cuando nos dice:
"Encomienda tu camino al Señor, confía en Él y Él actuará" (Salmo 36).

"Confiad al Señor todas vuestras preocupaciones, pues Él cuida de


vosotros" (1 Pe 5,7)

"Por eso os digo: no andéis preocupados por vuestra vida" (Mt 6,25).

Cuando la oración por sanación consiga la paz, la confianza en el Señor y la


seguridad en su amor, entonces vendrá la recuperación corporal como
resultado necesario.

En los Grupos de Oración encuentran muchos la solución de diversos


problemas que los tienen agobiados y enfermos, pues la oración unánime de
varios tiene una fuerza especial delante del Señor y consigue más de lo
que creemos.

8- Mejoría progresiva
En muchos casos, principalmente cuando se trata de enfermedades graves o
crónicas, el fruto de la oración no es la curación total e inmediata, sino el
comienzo de una recuperación que avanzará en la medida en que
perseveremos en la oración. Esta mejoría, más o menos apreciable, es la
primera respuesta del señor y encierra una invitación a perseverar en la
oración.

La paciencia y la fidelidad en la oración son necesarios en este


ministerio de curación. Quienes deseen conseguir efectos inmediatos y
extraordinarios sufrirán muy pronto una gran decepción.

Debemos creer en el amor y en el poder del Señor, pero también en su


sabiduría que conoce qué es lo que más conviene a su gloria y a la persona por
quien oramos. Él es el señor y nosotros somos sus siervos.

Entre las causas que explican el lento proceso de la curación que aparece
frecuentemente está nuestra debilidad y limitación como instrumentos del
Señor. Esto debemos admitirlo con humildad, pero sin angustia. Podemos
estrechar nuestra unión con Jesús y recibir más poder de su Espíritu, así
nuestro ministerio tendrá más eficacia.

9- Curación inmediata y total


En este ministerio de sanación encontramos casos verdaderamente admirables
y aún extraordinarios. El Señor obra a veces a través de nosotros de una
manera especial, sea por la gran fe del enfermo, sea por la mucha oración que
se ha efectuado, o porque en un caso particular quiere demostrar de manera
más patente su amor y su poder infinitos.

Cuando empezamos a orar por un enfermo, nunca sabemos qué le acontecerá.


Este ministerio está lleno de misterios y también de sorpresas. Estamos viendo
cómo actualmente aparecen curaciones inmediatas de graves
enfermedades como cáncer, leucemia, soplos cardíacos, asmas, etc...

Esto aparece muy claro para quien tiene fe en el poder y en el amor del Señor
y está convencido de que Él es el Amo de la vida y de la muerte y que "se le ha
dado todo el poder en el cielo y en la tierra" (Mt 28, 18)

Al orar por los enfermos entreguémonos con humildad y confianza a la acción


del Espíritu y dejemos que Él actúe en cada caso como quiera. A nosotros nos
corresponde solamente orar. El resultado depende del Señor. Suyo es el Reino,
suyo el poder y la gloria.

10- Fortalecimiento mental y físico


Fruto también del ministerio de oración por sanación es recibir más salud
mental y corporal, lo mismo que la conservación de la misma. En la oración
que recita el sacerdote antes de comulgar pide que el cuerpo y la sangre de
Cristo que va a recibir le sirvan de "defensa para el alma y el cuerpo" y se
conviertan en remedio de salvación.

Agnes Sanford, en su libro Healing Light, aconseja que nos pongamos en


oración y le pidamos al Señor que su vida recorra cada parte de nuestro
organismo, la reanime, la fortalezca y la sane si está enferma. Esta súplica
estará acompañada de una visualización de la acción del Señor en cada parte
del cuerpo y de una profunda acción de gracias por el amor infinito que nos
tiene.
Nuestra oración tiene que pedir, antes de todo, la santificación y el crecimiento
espiritual, pero debe incluir también nuestra fortaleza y salud corporales que
constituyen también un gran bien y deben ser tenidas en alta estima.

11- Apresurar el descanso de la muerte


Más de una vez al orar por un enfermo que está penando mucho, el resultado
es que éste muere pronto y con gran paz. ¿No es éste un fruto maravilloso del
ministerio de sanación? ¿No constituye un gran beneficio para quienes tienen
que asistirlo?

Nunca sabemos cuál va a ser la respuesta del Señor a nuestra oración. De lo


que sí estamos seguros es que: la única oración que se pierde es la que no
se hace.

Potrebbero piacerti anche