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Los hay grandes, más pequeños, con distintas salidas de potencia y de diferentes formas, pero todos

ejercen la misma función: permiten el trasvase de electrones para que la batería de nuestro
smartphones retenga la carga liberándola de manera progresiva. En el interior del cargador de un
móvil se encuentra una circuitería capaz de reducir el voltaje de la corriente doméstica
transformándolo en corriente continua para que la batería logre retener la carga gracias al proceso
químico que se produce en el interior del componente.
La clave en la reducción del voltaje es el transformador, una bobina de cobre que se encuentra en
la placa base del cargador. No es el único responsable de la carga de nuestro móvil ya que también
tenemos el circuito de rectificación de entrada, los osciladores y los circuitos de rectificación de
salida. En su conjunto no solo reducen el voltaje que sale del enchufe de nuestra casa (de 220 V a
una media de 9 V), también adaptan la corriente alterna a continúa asegurándose de que se
eliminan los picos de voltaje para que la salida sea constante. Todo en un cargador que se ha visto
reducido al mínimo gracias a la tecnología de fuente conmutada.
La corriente de salida del cargador ha de ser continua y estable
Reducir el voltaje y mantenerlo constante es clave para que nuestro Smartphone no sufra por las
constantes cargas a las que se verá sometido a lo largo de su vida. Pese a su reducido espacio, la
circuitería interna del cargador se encarga de dicha reducción, de transformar la corriente para
hacerla continua, mantiene la seguridad de la carga y es capaz de adaptarse a los requerimientos de
la batería. Esto es importante ya que la carga se realiza en distintos tramos; varándose la potencia
para conseguirlo.
El cargador debe tener escritos los datos técnicos referentes a la corriente de entrada (soportan 110
y 240 V como norma general) y a la corriente de salida. Si son compatibles con la carga rápida
dispondrán de distintos valores para adaptarse a los requerimientos de la batería, que se carga por
tramos.
La potencia máxima de un cargador se logra multiplicando el voltaje y amperaje máximos a los que
funciona el cargador; y se mide en watios (W). Tomando como ejemplo el cargador que tenemos
más a mano, el del HTC U12+, encontramos los siguientes valores:
5 V x 2,5 A: 12,5 W.
9 V x 1,7 A: 15,3 W.
12 V x 1,25 A: 15 W.
El cargador regula la corriente en función de las necesidades de la batería. Por su parte, el móvil
administra la carga que entra a dicha batería para mantener en todo momento la seguridad del
componente y alargar su vida útil. Dado que a mayor potencia más calor se produce, la carga rápida
(máxima potencia de salida) no se utiliza durante todo el proceso de carga.
Habrás observado que, al cargar tu móvil, al comienzo avanza más rápido el contador mientras que
disminuye conforme se aproxima al 100 %. Esta es la mejor forma de proteger a la batería: el
cargador del móvil regula la corriente de salida al mínimo para optimizar la vida útil de la batería.
También es la razón de que los cargadores suelan funcionar entre dispositivos: pueden
aprovecharse de su potencia más baja. Lo que sí que no aprovecharán es la carga rápida a no ser
que sea compatible.
La diferencia entre un mal cargador y uno bueno quizá no se note por fuera, pero sí lo hace por
dentro: gran parte de los cargadores de mala calidad no montan componentes que regulan la
corriente de forma apropiada, algo que puede ser fatal para tu móvil. También la calidad y tamaño
de dichos componentes suele disminuir en los cargadores baratos, igual que los materiales de la
carcasa.
No ocurre nada si dejas de utilizar el cargador que venía con tu móvil, pero asegúrate de que utiliza
los mismos voltajes y amperajes; además de que te recomendamos invertir en su compra: cuanta
más calidad tenga más seguridad ofrecerá. No dejes de darle importancia al cargador: es una parte
vital de tu teléfono.

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