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Sam, el cerdito desobediente

Yuri Cid

Érase una vez un rosado y gordito cerdito llamado Sam, este caminaba todos los días de
casa de sus padres a la escuela y siempre entonando una alegre canción:

“Al colegio yo voy a aprender,


seré un cerdito estudioso...tendré mucho saber
Mamá estará orgullosa y papá también
me darán un gran abrazo y yo por fin voy a comprender,
lo que leo en los diarios y en los libros también”....

Tenía tanta alegría por estudiar, que iba saltando en el camino con lo que se movía su
enroscada colita, no importaba el frío que pudiera hacer, siempre obediente de sus padres se
dirigía a la escuela pasando por el espeso bosque. En el camino se encontraba con Juancho
un oso desordenado, pero muy esforzado por estudiar y también con Betty, una coneja muy
particular.

Los tres iban muy contentos, pensando en qué aprenderían el día de hoy hasta que un
sonido fuerte y rimbombante los asustó.

Sam, algo asustado preguntó – ¿Quién eres tú?

Juancho, molesto agregó – ¿Por qué nos asustas así?

El desconocido vestía un sombrero que sólo le dejaba ver su gran boca – Seré su amigo, si
quieren – Se dibujó una gran sonrisa en su rostro.
Betty, se llevo las manos a sus largas y puntiagudas orejas meditando y dijo – Tu pareces un
lobo.

El desconocido río diciendo – ¿Lobo yo? Noooo....Soy un perro, me llamo Perruno y los
quería invitar a jugar un rato conmigo.

Los tres respondieron al unísono - No podemos, tenemos que estudiar.

Pero Perruno insistió – Sólo será un momento, no me deben temer. Miren, traje unos regalos
que estoy seguro les van a gustar.- De su bolsillo sacó confites y globos de diferentes formas
y colores. Donde yo vivo hay muchos más, no se van a demorar.

Sam se encontraba tentado por los colores de los globos y se imaginaba jugando con ellos,
miró a sus compañeros quienes le decían – Debemos ir a la escuela, vamos.

Sam jugando estiraba y recogía su colita pensando en qué hacer, después de meditarlo dijo-
Será sólo unos minutos e iré a la escuela después.

Fue así como Sam se fue alejando de sus compañeros sin escuchar los gritos de advertencia
de sus compañeros. Perruno le contaba todas las maravillas que le mostraría cuando
llegaran a casa y Sam encantado con todo ello caminaba junto a él.

Caminaron por largos senderos en el bosque y Sam se dio cuenta que estaba ya muy lejos
del camino principal, un poco asustado preguntó – ¿Es..es..estamos cerca de tu casa?

-Claro que sí – respondió Perruno. Pasaremos esos árboles que quedan allí y estaremos en
casa jugando.

Cuando ambos llegaron a casa, Perruno le mostró todos los juguetes que tenía disponible,
muchos dulces para comer y globos de todos colores. Sam estaba asombrado, le tomaría
mucho tiempo jugar con todos ellos, se reía y pensaba que pena por sus amigos que no
quisieron venir, ellos se perdían disfrutar así. Estaba muy entretenido con la boca llena de
dulces y jugando cuando miró a su alrededor Perruno no se veía en ningún sitio. Pasaron
unos minutos y Perruno apareció con una olla gigante, la cual puso en la cocina.

-¿Qué haces? - preguntó con cara de inocente Sam.


Lobo riendo dijo – Cocinar algo delicioso.
¿Y qué cocinarás?

Se le dibujó una enorme sonrisa a Perruno – Cocinaré cerdito a la cacerola.

Cerdito de un brinco se levantó del suelo del susto y vio que su amigo Perruno, no era un
perro como el imaginaba, sino que un hambriento lobo que se disponía a cocinarlo.

Rápidamente Sam corrió a la puerta para tratar de abrirla, pero estaba cerrada. Al no poder
escapar, corrió hacía las ventanas, pero todas estaban con seguro. - ¿Qué haría Sam ahora?
Tenía mucho miedo, debió haberle hecho caso a sus compañeros y jamás haber ido a
aquella casa.

Sin saber como el Lobo lo amarró y lo metió a la fuerza a la olla, Sam sentía como sus
patitas se iban calentando y su colita comenzaba a arder, gritó fuerte para que alguien
pudiera ayudarlo.

Lobo reía – Pierdes tiempo gritando, nadie vendrá a ayudarte.

Sam lloraba, sabía que se había equivocado y ahora no volvería a ver a sus compañeros, si
tan sólo les hubiese hecho caso.

En ese instante la puerta fue derrumbada de un sólo golpe, era Potri, el profesor caballo que
les hacía clases en la escuela junto a sus queridos compañeros. Potri puso una mirada tan
furiosa que lobo se asustó y salió corriendo, con ello Juancho y Betty pudieron rescatar a
Sam.
Sam muy avergonzado dijo – Gracias por salvarme, siento mucho no haberles hecho caso,

Potri asintió – Que bueno que has aprendido la lección, jamás debes dejarte guiar por
alguien que sólo te ofrece cosas y te saca de un lugar que es bueno para ti como la escuela.
Sólo los que te quieren desean lo mejor para ti.

Sam sonrojado exclamó - ¡Muchas gracias amigos!

Moraleja

Sam aprendió que no debe hacerle caso a alguien que le ofrece cosas llamativas y que lo
quiere alejar de lo que realmente es bueno para él, como ir a la escuela.

Aprendió que debe escuchar a sus amigos cuando le dan un buen consejo y que debe
desconfiar de las personas ajenas.

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